A pesar de los años

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A PESAR DE LOS AÑOS Hernán Buzzela Gustavo J. Lamy Nicolás Landoni Andrés Stahler

EDICIÔN DIGITAL CORREGIDA

Club Atletico Platense

1905 - 2020


Lamy, Gustavo A pesar de los años : el libro de Llegó Platense / Gustavo Lamy. 1a ed mejorada. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Gustavo Lamy, 2020. Libro digital, PDF Archivo Digital: descarga ISBN 978-987-86-6471-2 1. Fútbol. I. Título. CDD 796.334


PRÓLOGO

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e escribió muchas veces que del amor al odio hay un solo paso. Que donde hubo fuego, cenizas quedan. Que no hay dos sin tres. Se podría hacer una larguísima lista de refranes y dichos populares para encontrar adonde está la frase que encierre al sufrimiento y al éxtasis en un único sentimiento. Al cofre que permita juntar la decepción con la alegría, al abrazo con un desconocido cerquita de un insulto al viento. Todos esos atributos, buenos y malos, los tiene un hincha cualquiera de un equipo de fútbol cualquiera. Sin embargo, aquellos que nacimos, crecimos y seguramente nos iremos de este mundo con el amor puesto en una camiseta blanca con una franja marrón en el medio del pecho, la de Platense, reunimos esas características desde hace mucho tiempo. Platense está a punto de cumplir 100 años de existencia y curiosamente, bastante lejos de vivir su gloria deportiva. Más de 74 años en la primera división (desde que llegó en 1913) y apenas una década y media en las categorías del ascenso, lo ubican, sin duda, entre los equipos más importantes del fútbol argentino. Estas historias, extraídas del árcon del sufrimiento


Calamar en los últimos 40 años, explican su presente complicado, los deseos de sus hinchas y larguísimo vaivén de sus desventuras, que se han repetido sin cesar en estas épocas. Atrás quedó la calma chicha de un Platense sólido, dentro y fuera de la cancha. Hoy hay otras desventuras. Pese a eso, el libro reúne recuerdos buenos y malos, con momentos desopilantes y la memoria oral transformada en palabra escrita. Aquel “fantasma del descenso”, aquel equipo que atemorizaba rivales a la hora de la definición y también, la mala suerte llegando a Vicente López y Saavedra para no querer irse, parece que le gustó la zona. Todo eso está acá. Vale la pena adentrarse en la lectura. Repasar nombres de héroes y villanos. Reír o llorar, o ilusionarse con un futuro mejor. Platense lo merece. Sus casi 100 años están ahí, al alcance de nuestro corazón.

ALEJANDRO FABBRI Hincha de Platense Periodista Deportivo


CAPÍTULO UNO

3 de agosto de 1967 Como abrazado a un rencor

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l día que Platense no fue campeón del mundo. Así reza el título del artículo que apareció en una revista zonal del barrio de Saavedra hace un par de años. El relato de Ernesto Garabato, publicado en el primer número de “Pinta tu Aldea”, refleja las vivencias del autor con relación al partido que disputó Platense contra Estudiantes de La Plata, en 1967, y gran cantidad de situaciones que giraron a su alrededor. “No había cumplido los 9 años, mi viejo no le gustaba el fútbol y la bombonera quedaba mucho más lejos que ahora. Así que ni soñar con ir a la cancha”. Pilas nuevas para esa radio vieja y a comerme las uñas. Mi interlocutor futbolero era un vecino que casi siempre estaba sentado en la puerta de su casa de García del Río. Don Vadino era hincha Ferro y sabía una enormidad de fútbol. Yo pasaba horas escuchándolo. En la semana, Don Vadino me había adelantado que quien ganara la semifinal entre Platense y Estudiantes, sería el campeón…” Racing 1


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e Independiente no tienen nada”, me decía. El viejo me hablaba del enfrentamiento entre dos estilos: algo así como el “fútbol lindo” y el “fútbol amarrete”, y agregaba que Bilardo y Pachamé jamás podrían jugar en Platense, mientras yo pegaba la figu de Hurt en el álbum. Todo esto aumentaba mi ansiedad. “Si el que gana es el campeón, seguro irá a la Libertadores y puede llegar a ser campeón del mundo como Racing”, especulaba yo, mientras soñaba con ver al Calamar por la tele que ya había llegado a casa. Llego el día. Escuché el primer tiempo encerrado en el baño hasta que me mandaron a la cama. Me dormí después del tercero, el de Bulla. Era tres a uno con baile…Cuando desperté, Sali corriendo a comprar el diario y no lo pude creer. En Clarín, Diego Lucero escribió que fue el partido más espectacular que vio en su vida. Las lágrimas me impidieron seguir leyendo. Después me enteré de lo de Hurt. Del insólito penal. Que decían que había ido a menos. Del penal a Subiat, de las justificaciones y de las excusas. De que en la Bombonera quedaron más carnets rotos que papelitos, y de que “Platense no iba a ser campeón del mundo”. El partido en cuestión es el que jugó el Calamar el 3 de agosto de 1967, en cancha de Boca Juniors, contra Estudiantes de La Plata. Un encuentro inolvidable hasta el punto que actualmente sigue figurando entre los diez mejores del fútbol argentino. Fue una de las semifinales del Metropolitano de ese año, la otra la jugaron Racing Club e Independiente, y Platense, después de estar ganando 3 a 1, perdió increíblemente por 4 a 3. Estudiantes pasó a la final, venció a Racing 3 a 0 y se coronó campeón. Luego ganaría la Copa Libertadores y, más tarde, la Intercontinental. El equipo del Pincha fue el que a partir de ese entonces 2


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supo ganar todo y llegar a lo más alto del fútbol mundial, pero hasta ese partido los rivales estaban en igualdad de condiciones. El de Saavedra era dirigido por Ángel Labruna -ya había estado como técnico en 1961 y 1962- y se armó pocos días antes de comenzar el campeonato con jugadores libres y a préstamo. Por eso el mérito era doble y nadie suponía que Platense podía llegar tan lejos. Hay una historia curiosa para destacar que lo tiene al gran Labruna como protagonista. En 1966, Angelito atendía el restaurante de Defensores de Belgrano. El equipo venía haciendo una mala campaña, el técnico había renunciado y le ofrecieron el cargo a él. Allí inició su trascendente carrera de entrenador. Lo tomó último y lo ubicó quinto al finalizar la temporada. Al año siguiente, y sin abandonar su cargo en el Dragón, empezó a dirigir al Calamar, algo que en el fútbol súper profesionalizado de hoy sería imposible. Y mal no le fue, Defensores salió campeón de la B ganándole a Tigre por 2 a 0 pero no pudo ascender en el Clasificatorio (una especie de Promoción con los equipos de la “A” pero más larga), y Platense llegó hasta la semifinal del Metropolitano. Esta gran campaña en ambos clubes hizo que en 1968 dirigiera a River Plate, donde alcanzó varios subcampeonatos pero no pudo alcanzar el título. Se tuvo que ir y pasó por Lanús, Argentinos Juniors, Rosario Central y Talleres de Córdoba hasta su regreso triunfal a River en 1975 donde consiguió el campeonato luego de 18 años. Murió el 19 de septiembre de 1983, a lo 65 años, producto de una inesperada falla cardíaca cuando ya tenía acordado un nuevo regreso a River. Retomando la campaña del Metro 67’, Platense ganó la Zona B -terminó un punto arriba de Independientesiendo el equipo más goleador de todo el campeonato y 3


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se clasificó para las semifinales. Contaba con una de las mejores delanteras que haya tenido a lo largo de su historia: Miranda, Muggione, Bulla, Subiat y Medina. Sin embargo, la defensa no brindaba mucha seguridad: hacía muchos goles pero le convertían bastantes también (40 goles a favor y 28 en contra a lo largo de todo el certamen). Y llegó el día de la semifinal, el partido clave. Estaba planteado como la final anticipada. Estudiantes había realizado una gran campaña y Platense era el equipo sensación del momento. También, era la primera vez que dos equipos que no fuesen tan grandes llegaban tan lejos. Se oponían dos estilos: el fútbol táctico de Zubeldía contra el juego de ataque que siempre proponía Labruna. Todos estaban seguros de que el ganador de este encuentro resultaría campeón, y así fue. Se jugó un jueves a la noche, el escenario neutral fue la cancha de Boca y Ángel Coerezza el árbitro del encuentro. La hinchada de Platense ocupó la tribuna local -donde siempre lo hace “La 12”- y la de abajo. La gente de La Plata se ubicó en las populares visitantes. En las plateas también había muchos hinchas que no eran de ninguno de los dos equipos, pero nadie se quería perder ese partidazo. El Calamar salió a la cancha vestido todo de blanco, con el cuello y los puños marrones solamente, y con un cambio obligado en la delantera: Miranda, que había sido expulsado en el partido anterior, le dejaba su lugar a Lavezzi, quien finalmente tuvo una gran actuación. Comenzó el primer tiempo y las emociones no se hicieron esperar mucho. Ya a los siete minutos la red se movió por primera vez. Centro de Madero, Hurt dudó y cabezazo letal de Conigliaro para abrir la cuenta a favor del Pincha. 4


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Después de ese gol, Platense se despertó, empezó a manejar el balón y comenzó a llegar con peligro al arco que defendía Poletti. Se pudo notar que Estudiantes no lo conocía bien al equipo de Labruna, ya que dejó demasiado libres a Bulla, Subiat y Muggione y, pese a que el Calamar era un equipo más lento que el de Zubeldía, fue amplio dominador durante el resto de toda la primera etapa. A los 23 minutos, el rubio Fernando Lavezzi logró el empate con un fuerte remate después de una muy buena habilitación de Recio en cortada. Platense siguió siendo mucho más que el Pincha que solo atinaba a defenderse, prácticamente no generaba peligro. Y el panorama le fue más negro aún cuando, a los 29 minutos, se debió retirar del campo de juego uno de sus mediocampistas, Henry Barale, por una lesión en su rodilla derecha. Cabe recordar que en aquella época no había cambios y, por lo tanto, Estudiantes jugó con un hombre menos hasta el final. El equipo de Zubeldía no hacía pie y Platense sabía que era el momento de golpear. Y así fue. Cuatro minutos después de la lesión de Barale, y luego de una jugada individual entre varios defensores rivales, Carlos Bulla marcó el segundo tanto para el Calamar. Con este resultado se terminaría el primer tiempo: Platense 2, Estudiantes 1. Aunque por lo hecho por ambos conjuntos, la diferencia merecía ser mayor para el Marrón. Los once jugadores se juntaron en el mediocampo y, confiados por la buena tarea que habían realizado, abandonaron el césped siendo conscientes que, de mantener el mismo nivel, el pase a la final sería una realidad. El vestuario fue todo alegría. Labruna le daba mucha confianza a los jugadores, se trató de corregir 5


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y aprovechar al máximo la superioridad numérica con la que contaba Platense. En aquellos años se jugaba de otra manera, se pensaba mucho más en el arco rival que en el propio. Y este quizás fue el mayor pecado que cometió el equipo de Saavedra: seguir jugando de la misma forma que lo había hecho en la primera etapa. Pensó en seguir atacando e ir a definir el partido en el campo contrario pese a tener un hombre de más. La segunda etapa comenzó del mismo modo en que había terminado la primera. Y fue por eso que a nadie le extrañó que a los dos minutos Platense aumentara el marcador: habilitación de Luis Medina para Carlos Bulla y remate esquinado del santafesino para establecer el 3 a 1. Si antes de concluir el primer tiempo los hinchas de Platense estaban ilusionados, después de este tercer tanto nadie esperaba otra cosa que no fuese la victoria y clasificación a la final del Metro. Pero en el fútbol la lógica no existe y es esa razón la que lo convierte en el deporte más hermoso del mundo. Siete minutos más tarde llegó el descuento de Estudiantes. Juan Verón conectó un centro y con un magnífico cabezazo en media paloma puso el 3 a 2. Este tanto hizo que el equipo de Zubeldía volviera a creer en si mismo y recuperara la confianza. Sobretodo, porque antes de este gol, Estudiantes se había salvado de manera milagrosa cuando Carlos Pachamé llegó a sacar sobre la línea, con el arquero ya vencido, un remate de Luis Subiat que parecía prácticamente imposible. Y por si fuese poco, también hubo un gol anulado por Ángel Coerezza a Carlos Bulla que hubiese significado el 4 a 1. Todo esto sucedió en esos siete minutos que pasaron hasta el descuento de Verón. Y es por eso que al conseguirlo, Estudiantes volvió a nacer. 6


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El Pincha empezó a arrinconar a Platense contra su arco, pero el equipo de Labruna seguía pensando en el de enfrente pese a ir arriba en el marcador y tener un hombre de más. A los 14 minutos, cinco más tarde del tanto de Verón, llegó el empate. Bilardo recibió un pase de Conigliaro y sacó, desde 30 metros, un violento remate que se clavó en el ángulo. Golazo. Y la historia quedó como el comienzo, pero con la diferencia de que mentalmente Estudiantes estaba mucho mejor que Platense, que, inexplicablemente, luego de tener controlado el partido durante todo su desarrollo, no podía detener a su rival. Pero había tiempo para más, para mucho más. En un partidazo que no dio respiro y que cambió de dueño de un momento para otro, aún faltaba la jugada que, tal vez, cambió el destino histórico de ambas instituciones aunque a alguno quizás le resulte exagerado pensarlo así. El partido iba 3 a 3 y se jugaban 18 minutos del segundo tiempo. La pelota estaba en las manos de Hurt, arquero de Platense, y Bilardo se le paró adelante provocativamente, como para no dejarlo sacar con comodidad, y con su cabeza buscaba la pelota molestándolo. Ante esta situación, Hurt reaccionó y le pegó una patada al defensor de Estudiantes por lo que el árbitro se vio obligado a cobrar penal, pese a que el esférico estaba en manos del arquero. Nadie lo podía creer, todo era un desconcierto. Bilardo había hecho caer en la trampa a su rival sabiendo del momento de total nerviosismo por el que estaba pasando Platense. Madero remató y convirtió el cuarto gol del equipo de La Plata. Increíblemente, Estudiantes dio vuelta el partido en sólo 9 minutos y, tras ir perdiendo 3 a 1, ahora estaba ganando 4 a 3, resultado que no se movería hasta que 7


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Coerezza marcó el final del encuentro. El equipo de Zubeldía lo dio vuelta luego de ser dominado durante gran parte del partido, salvándose casi milagrosamente -se podría decir- de no ser goleado y haber estado con un hombre menos desde los 30 minutos del primer tiempo por la lesión de Barale. Un dato más para la tragedia de Platense aquella noche de 1967 es que con el empate también hubiese sido finalista ya que había conseguido una mejor diferencia de gol a lo largo de todo el campeonato. Lógicamente, en esos últimos minutos, Platense se fue con todo arriba a buscar el empate. Contó con varias chances para hacerlo, pero el destino ya estaba sellado. Si no había entrado aquella de Subiat, que Pachamé salvó milagrosamente sobre la línea cuando el partido iba 3 a 1, ninguna más podía entrar. Sobre la hora, el mismo Subiat fue derribado dentro del área y todos los Calamares, jugadores, técnico e hinchas, pidieron penal. Pero Coerezza dejó seguir y así finalizó esta emocionante e increíble semifinal. El clima digno de las películas más trágicas. Y en la popular todo era lágrimas, desconsuelo, impotencia. Nunca se había estado tan cerca de alcanzar una final de campeonato y se había echado todo a perder en esos fatídicos nueve minutos. No había forma de volver el tiempo atrás. Pasaron más de 35 años del histórico partido y sin embargo hoy sus protagonistas lo recuerdan tan bien y con la misma pasión con la que lo jugaron aquella fría noche de agosto. Los de Platense coinciden en que el mayor error estuvo en haber seguido buscando el cuarto gol y no cuidarse mejor en defensa. “Si se jugaba como hoy no lo perdíamos”, asegura Fernando Lavezzi, autor del empate transitorio. Y agrega: “queríamos ganar por 8


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más cuando íbamos 3 a 1. Platense era un equipo muy frontal, no especulaba con nada. Si hoy se diera la misma situación ponés uno más a defender y lo liquidas de contra”. Carlos Bulla, quien convirtió los restantes dos goles del Calamar, recuerda: “Se pensaba de mitad de cancha para adelante, nos defendíamos con la pelota. Teníamos el arco de enfrente dibujado en nuestras cabezas”.

El flaco Hurt

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a historia de Juan Carlos Hurt, arquero de Platense en aquel partido, merece un párrafo aparte. Había llegado en 1965, proveniente de su Córdoba natal, junto con Olindo Guzmán y ambos se alojaron en una de las habitaciones de la sede que Platense tenía en Amenábar y Nuñez, que anteriormente había sido usada como depósito y archivo de la administración. La sede, ubicada en Nuñez 2402, tenía dos patios grandes y uno de ellos se transformaba en pista de patín y había muchos espectáculos nocturnos en verano. En la intersección de las dos pistas estaba la pensión de los jugadores de Platense, que en verdad era solamente una habitación grande, para los que provenían del interior del país. Algunos domingos del ’67, antes de los partidos de local, los jugadores se reunían a almorzar en la sede cerca del mediodía. La mayoría, de sobremesa, se juntaba en la habitación de Hurt a fumarse un cigarrillo antes de jugar y a escuchar música de folklore en el flamante centro musical que se había comprado el flaco. Era el más alto del plantel -medía 1,90- pero, 9


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curiosamente, tenía problemas en los centros. Era capaz de atajar la pelota más difícil y de recibir el gol más tonto. Por sus movimientos, los hinchas Calamares lo apodaban el “bobo eléctrico”. Por todo lo sucedido se habló mucho después del partido con Estudiantes, si debería haber atajado él o Enrique Topini, el otro arquero del plantel e ídolo Calamar hasta el día de hoy. El mismo Topini recuerda: “Durante la semana ya se veía que Labruna lo iba a poner a Hurt. El ya venía jugando y yo estaba como suplente. No fue una novedad para mí no haber sido titular ese partido”. Y agrega: “A veces pasa que el técnico se ‘enamora’ de un jugador y lo quiere probar y meter. Credo que fue uno de los errores que Ángel cometió. No porque a mi me haya tocado estar afuera, sino porque Hurt no tenía mucha experiencia y ese era un partido muy bravo”. Topini, héroe en la noche del ascenso contra All Boys en 1964, vivió el partido sentado en el banco junto con Labruna y nadie más, ya que el arquero era el único suplente que existía en esa época. “Sabíamos que si pasábamos ese partido éramos campeones, porque Racing no tenía ni la mitad del equipo que tenía Estudiantes”, asegura con algo de lamento en sus palabras. Fue ahí, desde el banco, donde vio la famosa jugada que terminó en el penal para el cuarto gol del Pincha. “A Hurt ya le habían hecho un gol medio raro, donde no salió a cortar un centro, y estaba nervioso Estudiantes era un equipo muy complicado, famoso por ser muy jodido dentro de la cancha, si te podían meter una patada en la cabeza lo hacían. Vino una pelota larga, de rastrón, y Hurt la levantó y abrazó en el área grande. Bilardo tenía esa mala costumbre de seguir corriendo aunque el arquero ya tuviese el balón en su poder y le 10


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tiró una patada antes de frenarse. El flaco reaccionó y no tuvo mejor idea que largarle otra patada, que no fue muy fuerte pero si mucho más evidente. Bilardo hizo un espamento, cayó y el árbitro cobró penal”. Ese era un momento clave del partido. Estudiantes había logrado empatar en 5 minutos y se iba con todo para arriba para tratar de ganarlo, porque con el empate quedaba afuera. Bilardo lo buscó y Hurt picó. Topini dice: “Sentí que fue por falta de experiencia del flaco”. La madrugada posterior al partido, un grupo de hinchas Calamares se acercó a la sede del club donde él estaba viviendo y le quisieron pegar, pero no pasó a mayores. Pese a esto, Hurt siguió en Platense y recién se fue 3 años más tarde. Porque si bien se había equivocado groseramente casi nadie dudaba de su honestidad, pese a que existían rumores de que se había “comprado”. Después de ese encuentro no estuvo mucho tiempo sin atajar, siguió alternando con Topini y ya en la cuarta fecha del Metropolitano volvió a ser el arquero titular del equipo. Dos años más tarde, en 1970, Hurt fue transferido al Liverpool de Uruguay, luego estuvo en el Toluca de México y en el Bahía de Brasil. En total jugó 93 partidos para Platense. Topini cuenta una anécdota que sirve para entender lo importante que fue esa semifinal con Estudiantes de La Plata: “Después de ese partido Hurt y Labruna venían a los entrenamientos con sobretodo y anteojos negros para que no los reconozcan. Nunca le quise preguntar al flaco qué pasó realmente aquella vez”. Otra historia para destacar tiene que ver con el partido que jugaron un tiempo después, por el Nacional ’69, Platense y Estudiantes en la vieja cancha del Calamar, 11


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ubicada en Manuela Pedraza y Crámer. Platense iba ganando por 3 a 1, con tres goles de Carlos Bulla, y perdió nuevamente 4 a 3, con tres goles del Juanchi Taverna. El arquero fue el mismo: Juan Carlos Hurt. Realmente increíble. Al retirarse, varios años después, volvió a su provincia natal. Su última actividad relacionada con el deporte fue haber dirigido al Club Unión San Vicente, de la Asociación Cordobesa de Fútbol, en el 2001. Un año más tarde fue internado por un problema en el hígado. Domingo Boero, defensor de Platense durante la década del ’40 y también cordobés, fue varias veces a visitar a su amigo personal. Entre charla y charla, Hurt le contó que tenía mucha bronca por la actitud que había tenido el club con algunos jugadores de esa época, por no decir todos, y más que bronca sentía tristeza por la oportunidad que había dejado pasar en ese histórico partido y lamentaba su falta de profesionalismo que derivó en el penal. Dolido por haberse ido mal del club, y acusado por algunos de haber ido para atrás, siempre dijo que no había sido así y que los que lo acusaban a él le faltaban el respeto por todo lo que sentía por Platense. Juan Carlos Hurt falleció en Córdoba el 2 de mayo de 2002 luego de una operación de transplante de hígado que su cuerpo rechazó. Para los hinchas de Platense, el flaco era solo un recuerdo en el olvido.

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La jugada que terminaba el partido

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latense estaba ganando cómodamente por 3 a 1 y le habían anulado el cuarto gol por posición adelantada de Carlos Bulla. El partido era un baile -literalmente dicho- y todos esperaban saber porqué diferencia ganaría el Calamar. Se jugaban 5 minutos del segundo tiempo. Néstor Subiat enfrentó fuera del área grande a Poletti, el arquero de Estudiantes, porque su defensa había quedado mal parada y él tuvo que salir lejos a cortar. El “pájaro” Subiat tocó la pelota por la derecha de Poletti y empezó a enfilarse hacia el banderín del córner con la boca llena de gol. Pero centímetros antes de que el balón cruzara íntegramente la línea, apareció la salvada milagrosa de Pachamé, quien luego de una increíble corrida y chocándose muy fuerte contra el palo, logró evitar lo que hubiese sido el cuarto y lapidario tanto de Platense. Hay una anécdota muy interesante de esta jugada en particular que se dio varios años más tarde. Siendo Carlos Bilardo el director técnico de la Selección Nacional, y Pachamé su ayudante, fueron a jugar a Suiza un amistoso previo al mundial de Italia ’90. Recasens, expresidente de Vélez, estaba al frente de la delegación y tenía el teléfono de Subiat (también exVélez) que estaba viviendo en ese momento en Francia. Lo llamó y lo invitó a la concentración de la selección, en Basilea. Subiat agarró el auto e hijas y se fue a Suiza. Cenó con la delegación y lo primero que le preguntó a Pachamé en la sobremesa fue: “¿Me queres explicar como carajo hiciste para sacarme ese gol aquella noche en la Bombonera?”. Y Pachamé le dijo que jamás se imaginó 13


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que llegaría. Que había picado desde el vértice del área grande, cuando ya Poletti estaba en el piso superado, y como la pelota tenía mucho efecto, e iba girando en el aire permanentemente, se imaginó que patinaría hasta llegar a la línea de gol y el mismo llegó prácticamente patinando. La alcanzó a sacar y se dio un duro golpe contra el palo. El defensor de Estudiantes le aseguró a Subiat que él creía que había sido gol, porque no podía reaccionar del impacto, pero enseguida pudo darse cuenta que no había sido así. Hubiese sido el 4 a 1 para Platense y, sin duda, partido liquidado. Cuatro minutos más tarde llegaría el soberbio cabezazo de Verón con el que comenzaría la milagrosa remontada del equipo de La Plata.

El árbitro

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ngel Norberto Coerezza está ubicado, sin lugar a dudas, entre los nombres más altos de la historia del referato argentino. Dirigió en total 543 partidos oficiales, entre 1957 y 1978, y es el único árbitro nacional que estuvo en dos mundiales: México ‘70 y Argentina ’78. Cuando se le pregunta por la semifinal del Metro ’67 enseguida le viene el recuerdo a la mente: “Fue uno de los partidos más importantes que dirigí en aquella época, era casi una final. Platense tenía un muy buen equipo con un técnico de primer nivel”. También tiene muy presente la jugada en la que Hurt le cometió el penal a Bilardo: “Fue una jugada tonta del arquero. Hay que analizar la reacción del jugador. Ninguno de los dos equipos estaba preparado para ese tipo de partidos donde se jugaba tanto. Recuerdo que fue un 14


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error casi infantil. Bilardo lo fue a obstruir para que no pudiera sacar. Yo iba a cobrar la obstrucción pero antes Hurt lo agredió. En aquella época era muy común que los jugadores se agarren y tomen justicia por sus propias manos, ahora eso no pasa tanto”. “Si no sancioné el penal a Subiat cuando estaba por terminar el partido, que aun la gente de Platense me reclama, fue porque no vi ninguna falta, simplemente por eso. Si la hubiera visto la hubiese cobrado”, explica Coerezza. “Creo que un buen árbitro es el que comete menos errores, pero el error es parte del juego, por eso hasta el día de hoy la FIFA, con buen criterio, no acepta el uso de máquinas”. El exdirector de la Escuela de Árbitros comenta: “Ni Estudiantes ni Platense hablaron mucho en ese partido, se comportaron correctamente. Hasta ese momento Estudiantes no era lo que fue después. Eso sí, tenían la táctica de transgredir el reglamento golpeando escalonadamente. Pegaba el “4” y después era un angelito, luego el “5” y lo mismo, más tarde el “6” y así sucesivamente. Hasta que los árbitros pudimos darnos cuenta de eso pasó un tiempo. Después, a la segunda jugada que pasaba, llamábamos al capitán y le decíamos que a la próxima los expulsábamos”. Y deja una frase que suele repetir mucho a manera de enseñanza: “En el fútbol no hay ningún diablo, pero tampoco ningún angelito”. Había un rumor por aquellos años que indicaba que Coerezza era socio e hincha de Estudiantes de La Plata, pero las mayores sospechas sobre esa condición aparecieron al año siguiente a la semifinal. También se decía que el árbitro asignado para dirigir este partido había sido, en un principio, Miguel Ángel Comesaña y se cambió, no se sabe porqué razón, 24 horas antes del encuentro. 15


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Ese equipo de Zubeldía contaba con la ayuda de un sacerdote, algo así como un asesor espiritual, que visitaba frecuentemente al plantel y con el cual los jugadores de Estudiantes dialogaban mucho sobre diversos temas. Ese joven, en el que todos confiaban, se llamaba Aníbal Coerezza, y era el hermano menor del árbitro. ¿Casualidad, causalidad, pura mala suerte? Lo que si hay que decir es que, si bien el árbitro no incidió directamente en el resultado, ya que Platense perdió el partido por sus propios errores y falta de definición, el dato es, por lo menos, curioso. Al año siguiente, en 1968, Racing y Estudiantes se enfrentaron por la semifinal de la Copa Libertadores de América. Se jugaba el tercer encuentro: Racing había ganado 2 a 0 el primero, Estudiantes 3 a 0 el segundo y, faltando pocos minutos para el final del partido que definiría el finalista, estaban empatados 1 a 1. De mantenerse el mismo resultado clasificaría al equipo de Zubeldía por mejor cantidad de gol. Ángel Coerezza fue quien dirigió ese partido. En una de las últimas jugadas, Maschio, jugador de Racing, entró al área con pelota dominada y Malbernat lo derribó claramente, pero Coerezza hizo seguir. Finalmente el partido terminó empatado, Estudiantes pasó a la final y luego se consagró campeón de América tras vencer a Palmeiras. Así recuerda él esa jugada: “Evidentemente el penal existió, pero también existió la actitud mía de dar ley de ventaja. Salomone, delantero de Racing, quedó de frente al arco para poder convertir pero se distrajo al mirando esperando que cobrara el penal y Madero le sacó la pelota. Esa fue una jugada muy desafortunada para mí y evidentemente se vio beneficiado Estudiantes. Desde de eso, todos entendimos que la mejor ley de ventaja es cobrar el penal”. 16


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Cuando dice que fue desafortunada se refiere a las consecuencias que tuvo ese fallo para él: “un grupo de hinchas, pagados por el dirigente más importante de Racing, me agredió. Me luxaron la cuarta y quinta vértebra lumbar. Consideré que esta jugada fue pura y exclusivamente por una falla del reglamento. Yo cumplí con él. Hoy en día se modificaron las reglas y el árbitro tiene una fracción de segundo para poder ver como sigue la jugada. Insistí mucho en este tema y mandé constantemente cartas a la AFA para que esto se modificara, hasta que un tiempo después se pudo lograr hacer”. Sin dudas, el destino, la suerte, y todos los factores que pudieran incidir de alguna manera en el resultado final abandonaron a Platense después de haber coqueteado con él durante gran parte de aquella noche.

Los rumores

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ucho se dijo del partido en esa época y aún hoy se sigue diciendo. El fútbol da lugar a las discusiones, a los distintos puntos de vista, planteos tácticos, estilos de juego y, por supuesto, a los rumores. Para definirlos se podría decir que son versiones que comenzaron a circular en algún momento determinado y que, con el correr de los años, fueron modificándose -según la fuente que lo contara- y también tomando verosimilitud o falsedad, en mayor o menor medida. Hay tantas verdades como protagonistas que las hacen públicas y es por eso que, salvo que se tenga una comprobación real de lo que se dice, cosa que no sucede nunca en estos casos y por ello son rumores, hay que tomarlos con pinzas. Escucharlos, 17


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prestarles atención, compararlos, sí. Pero siempre desde un lugar distinto -y con mayor desconfianza- que a las verdades que son de público conocimiento y que cada uno pudo vivir. Por el estrepitoso cambio de resultado en sólo 9 minutos hubo quienes desconfiaron de los jugadores de Platense e indicaron que el partido estaba arreglado. Por su grosero error muchos ponían sus dudas sobre Juan Carlos Hurt, pero las mayores sospechas se centraban en dos de los defensores Calamares: Domingo Aranda y Oscar Mansuetto. Enrique Topini da su versión: “Se comentó algo por afuera, pero no entre nosotros, que hubo dos que habían ido por atrás. Era el murmullo de la tribuna. Yo no creo que lo hayan hecho, a mi me parece que no. La verdad que no pareció en ese momento o no nos dimos cuenta por lo menos nosotros los jugadores”. Y recuerda una anécdota personal: “Siempre te venían a buscar para arreglar, el asunto era si vos querías aceptar o no. Yo vivía enfrente de donde vivo ahora y me había comprado un terreno, donde ahora es mi casa actual, y de a poco empecé a construir para mudarme. Un día vino el hijo del presidente de Huracán de esa época, me empezó a hablar y sabía más de mi vida que yo mismo. Me dijo que me terminaba la casa si le hacía un favor que Huracán necesitaba, que era empatar. Le dije que no, que nunca acepté nada así. Después, cuando hice el curso de director técnico, algunos de la escuela que se habían enterado me felicitaron por la actitud. Con esto quiero decir que las cosas en el ambiente se sabían. A mi me pasó cien veces, por eso nunca agarré”. Fernando Lavezzi, jugador de Platense que luego pasó a Estudiantes, dice: “Yo no escuché nada. Hacía 15 partidos que estaba en la primera y esos temas los manejaba la 18


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gente grande”. Otra de las leyendas que anduvo dando vueltas fue la que decía que hubo insultos muy duros en el vestuario y que algunos jugadores se le fueron encima a Aranda y Mansuetto. Ambos quedaron libres después de jugar el Nacional de ese año: Mansuetto se fue a Huracán y Aranda a Flandria. Néstor Subiat contó al respecto: “Realmente no me acuerdo de eso, sino solamente de la cara de velorio y amargura que había en ese vestuario”. ¿Verdad o códigos? Nunca se sabrá. Lo que también se rumoreaba es que un dirigente de Estudiantes le había dado 240.000 pesos de esa época al “2” y al “4”, precisamente Aranda y Mansuetto. Sin embargo, esto sorprendía a muchos hinchas Calamares, ya que Mansuetto era uno de los ídolos del equipo. Domingo Pausides Aranda había llegado a Platense esa misma temporada proveniente de Rosario Central, club en el cual jugó 6 años. En la actualidad dirige la escuela de fútbol de César Luis Menotti en Luján, función que cumple desde hace más de veinte años. Así relata su experiencia en la semifinal: “Fue un partido increíble, lo teníamos prácticamente liquidado. Estudiantes jugaba con un hombre menos pero me acuerdo que Muggione, uno de nuestros delanteros, tenia una fractura en el maxilar pero no quería salir y siguió jugando. No hubo ningún arreglo por parte de dirigentes o jugadores del rival, es más, si los podíamos matar adentro de la cancha los matábamos…les teníamos un odio. El vestuario al finalizar el partido fue un velorio, pero nadie comentó nada sobre ese tema”. Por otra parte, antes de que se jugara el partido, los dirigentes de Estudiantes habían hecho tratativas porque querían contratar a Fernando Lavezzi y Néstor Togneri. Era vox populi que el club de La Plata estaba interesado 19


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en estos dos jugadores de Platense a quien finalmente compró dos años más tarde, en 1969. Pese a esto, nunca nadie dudó de Lavezzi ni Togneri, es más, Lavezzi convirtió el primer gol y fue una de las figuras de la cancha, pero es un detalle más que se suma al mar de las curiosidades con las que contó este histórico partido. Jorge Sepiurca, reconocido periodista y fanático de Platense, escribió en el libro de los 90 años de la historia del club que “este encuentro tuvo otras implicaciones extra futbolísticas”. Hasta el día de hoy siguen vigentes los mismos rumores que en esa época y habrá que escucharlos, prestarles atención, compararlos, pero la realidad fue y será una sola. Y ya se escribió. Ficha del partido Resultado: Estudiantes LP 4 – Platense 3 Cancha: Boca Juniors (17.105 entradas vendidas) Recaudación: $4.664.200) Fecha: 03/ 08 / 67 Árbitro: Ángel Norberto Coerezza Semifinal del Campeonato Metropolitano 1967 Estudiantes: Poletti; Aguirre Suárez y Barale; Malbernat, Madero y Pachamé; Bedogni, Bilardo, Conigliaro, Etchecopar y Verón. DT: Osvaldo Zubeldía PLATENSE: Hurt; Mansuetto y Murúa; Aranda, Togneri y Recio, Lavezzi, Muggione, Bulla, Subiat y Medina. DT: Angel Labruna Goles: 7’ Conigliaro (E), 24’ Lavezzi (P), 33’ Bulla (P) 47’ Bulla (P), 9 Verón (E), 60’ Bilardo (E),18 Madero -p- (E) 20


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Crónica de Clarín, 4 de agosto de 1967 Escrita por Diego Lucero

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ambién aparece en el libro que publicó el mismo periodista: “Siento ruido de pelota, crónicas de medio siglo”, en el año 1975 (Editorial Freeland) En la noche histórica, el partido inolvidable: Estudiantes 4, Platense 3 ¡Qué noche inolvidable la del jueves! ¡Qué noche, la noche aquella! Honor para la Bombonera, porque fue uno de esos escenarios que se prestigian con la gloria y el prestigio de los espectáculos, como cuando en el Scala de Milán canta María Callas, y cuando el Metropolitán House se estremecía con los do de pecho de Enrico Caruso, o cuando temblaban las arañas y se descascaraba el cielorraso del teatro Marconi allí vichino al Congreso, cuando los viejos cantantes de la voz cascada y las ilusiones rotas se metían con “Aída” y con don Giuseppe Verdi, en aquellas temporadas de ópera baratieri cuando íbamos a laburar de comparsas y la Ciriaca salía toda de etíope con plumas, y el Pata y nosotros, de guerreros, cantando el “Ritorna vincitore”. ¡Qué noche inolvidable de jueves en la Bombonera! - ¿Qué? ¿Se presentó Shakespeare? -Casi tanto como eso. Se jugó al fútbol. - ¿Y quiénes jugaron? ¿Acaso Boca-River? -Más - ¿Acaso Real de Madrid e Internazionale, o Manchester United y Benfica, o los shushetas del Celtic de Glasgow y… -Más. Más que todo eso. Jugaron Estudiantes de La Plata y Platense, plata, argento, Argentina; los pincharratas y 21


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los calamaretis, la provincia y la capital cuando en Nuñez ya se quiere hacer provincia, trenzados en un partido que será para siempre inolvidable. Porque lo tuvo de todo; belleza en el juego; suma de la filigrana en el trabajo de la escarpa cuanto teje la jugada en fino, y toda la fuerza de la descarga bélica del tamango, cuando el taponazo; pies agiles y testas lúcidas; pechos fuertes y corazones leales. Así fue el partido que lo tuvo de todo: emoción a raudales, goles electrizantes, un vaivén en el tanteador como para quedarte seco del cuore por falta de resistencia para tanto embate, un espíritu de lucha en los veintidós actores como para poder afirmar que el fútbol argentino mantiene intactas todas sus gloriosas reservas de fuerza y de gracia y solo le hace falta solo le hace falta a estos reos, que le toquen el trigésimo del amor propio y sean bien guiados para que den todo lo que saben y todo lo que pueden: un espíritu deportivo con altura de caballeros de los de galera en los defensores de las dos divisas, como para que aceptaran lealmente las contrariedades que surgían del ardor del juego y del cambiante movimiento de los tantos; dos hinchadas rumorosas, alegres de canterolas o mudas de tristeza, según se fueran cambiando los números en la pizarra; siete goles en una sola noche, que en la era del antigol son regalo y gloria para el tablonero, y… para que no le faltara nada a la noche inolvidable, que pareció un baile en la corte (las Ciriacas de largo los Pat’ecatre de gala), un juez digno de tal partido y tales actores, que se llama Coerezza y usa jopo tipo plumero. Fue un partido que no merece una crónica, merece un canto. ¡Ay quien pudiera cantar! Para Platense el primer párrafo. Porque Platense es un milagro. Con nada, formó Anyulín Labruna, “El topador”, ese cuadrito admirable 22


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que llegó primero en su zona; jugó la semifinal y si le tocó caer cayó con el más alto honor. Con nada. Con materiales humildes. Como el homero, que hace su casita con paja y barro. Pero esos materiales, de apariencia modesta, eran como el diamante. Cuestión del hombre que supo pulirlos, pasarles la raspa, primero, para sacarle los cascarones, y el esmeril después para que brillaran. Eso es Platense, la creación de Anyulín, el hijo del relojero. Jugaron para ganar. Superaron la amargura del ir perdiendo 1 a 0. Sacaron ventaja de dos tantos. Tenían el partido ganado. Pero como están formados en la gran escuela del fútbol grande, que puede ser victoria pero tiene que ser, siempre, espectáculo, no entraron a especular con ese juego de reculié de los que no sienten la belleza de la lucha, de esos jugadores que más bien parecen pequeños “tenedores de libros” que atletas que van en busca del beso de la gloria. Y Platense, teniendo el partido ganado, siguió jugando a pleno despliegue, abierto, claro, con esa generosa elegancia de los que quieren vencer por sus cabales, de los que quieren llegar con el escudo o caer sobre el escudo. Le tocó perder. Mala suerte. Pero como un “bel morire tutta la vida onora”, ese partido que jugó Platense quedará para siempre grabado en el recuerdo de cuantos amamos el fútbol en sus expresiones más puras. Porque ese partido hizo historia y merece que se le denomine “el de la noche inolvidable”. Y si todo ese chamuyo se lo dedicamos a los calamaretis de Mansuetto y Murúa, ¿Qué clase de batimento tendríamos que hacerle para quedar rás a rás y mano a mano con la estudiantina platense? Lo que hizo el soldado de Maratón resultó un poroto de manteca comparado con la hazaña que se mandaron los 23


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once de Zubeldía, portando al frente a Madero y Bilardo doctores en medicina general y especialidá en señoras. Un juego que amalgamó lo útil y lo bello; estilo sobrio y señorial, como el chippendale; una fuerza de titanes en esos cosos que muchos de ellos tienen facha de niños; una efe de esas que no dejan ni un cachito para la duda, ni rendija al desaliento; un coraje para jugarse a la gran causa del dolor con la divisa y un espíritu de equipo que a la hora de la gran explosión final, unidos en haz, eran como un solo corazón palpitante y una sola alma estremecida y jubilosa. Pareció fácil en la salida, cuando Conigliaro clavó el primer pepino casi en los minutos del primer pique. Fue paralizante el asombro que los ganó cuando el rubito Lavezzi clavó el sensacional golazo del empate. Y un gran temblor dominó a la estudiantina cuando Bulla, maestro de la maniobra, colocó a los calamares en ventaja. Ya entonces los pinchas se habían quedado con diez hombres. Habían perdido al generoso Barale, el que nunca afloja. Y los planes hechos en el descanso, seguramente estarían todos enfilados a buscar el empate, que en los minutos finales de la etapa primera, pareció posible. Pero arrancan los de Anyulín Labruna y en el minuto número 2 derrumban a la estudiantina con un tercer tanto construido con dos pases y un remate. Ahí todo pareció perdido. Para cualquiera menos para la estudiantina. Ahí entonces pudo medirse la grandeza de ese equipo, amasado, modelado, limado, lijado y puesto a punto por el talento de Zubeldía. El levante fue grandioso. Erguido, como el gallo de pelea que se enardece con su propia sangre, así fue Estudiantes a buscar lo que parecía imposible. A remontar dos goles para empatar y a sacar uno de ventaja, porque de lo 24


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contrario Platense se clasificaba por mayor ventaja de goles. Y toda la ribera se estremeció. Y los tablones asistieron deslumbrados al espectáculo de aquellos que no tuvo tregua. Y dominando el fragor de la batalla, la lealtad deportiva de unos y otros, honrando la función y honrando a sus banderas. Cuando Coerezza, un arbitraje sin mácula, declaró terminado el tiempo de la lucha declarando vencedor al Estudiantes, los estudiantes habían coronado una de las más bellas hazañas de su club, cuya historia es pura hazaña. Hemos visto un partido de esos que quedan como elemento de cita a la hora de los recuerdos. La Ciriaca que es neutral, lloraba de emoción. Dijo que tenía un dolorcito y que quería hacerse ver por el dotor Madero. El Pata tuvo que sosegarla encajándole una linda torta y mandándola a la tina, donde, por causa de tanto fóbal, tiene los lavados atrasados. La final de mañana, con los muchachos de la Academia, será para el manicomio.

Crónica de “El Gráfico”, agosto de 1967

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l más excitante, el más espectacular, el más dramático, el más insólito, el más inolvidable. He visto muchos partidos de esos en que el equipo en inferioridad numérica guapea y saca un resultado con sabor a hazaña. He visto a otros en que el presunto vencido reacciona en forma increíble. Sin ir más lejos, penarlo contra River en la última final de la Copa Libertadores. Yendo un poco más allá: River contra Racing en 1963; perdía 2 a 0 faltando 20 minutos y en esos 20 ganó 4 a 2. He visto partidos jugados tanto a tanto, con un ritmo, 25


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una mentalidad atacante y una producción goleadora excepcional. Aquel 4 a 2 del Santos sobre Racing en 1961. O el 4 a 3 de River a Racing, una noche de 1964, con dos goles del “Ronco” Onega y dos tiros libres de Menotti que desfundaron a Carrizo… Pero nunca, en los últimos 25 años, alcancé a ver “todo eso” junto, dentro de un mismo partido, como en la primera semifinal del “Metro” entre Estudiantes y Platense. Esa noche lo tuvo de todo: fiesta, drama juego, lucha, suspenso, intensidad, técnica, nervio, sorpresa, hazaña, fervor, siete goles -algunos notables-, 90 minutos jugados al toque, un sensacional triunfador y un vencido que merece todo nuestro aplauso por su honestidad deportiva. Raúl Madero, autor del gol del triunfo y figura importante de esa reacción estudiantil que logró el resultado imposible, le brindó su aplauso e el mismo vestuario, sustrayéndose porque envolvía a los albirrojos: “Platense ha sido el rival más leal que he conocido en partidos de esta trascendencia. Es una pena que un cuadro así haya tenido que ser eliminado. Pero el fútbol es así, eran ellos o nosotros”. Y el partido había sido de ellos, de los blancos de Ángel Labruna, durante 54 minutos, ganaban 3 a 1. Estudiantes tenía un hombre menos y dos veces estuvieron a punto de conseguir el cuarto, que era para las hurras y para irse a las duchas. Poletti salió a cortar la entrada franca de Subiat a los 15 metros del área grande y Pachamé salvó un gol junto a un poste. Y a partir de ese casi gol que iba a ser el 4 a 1, la reacción. Que todos vimos, vivimos, y sentimos, pero que nadie podía creer. “Mañana voy a leer los diarios para ver si esto sucedió realmente”, nos confesaba el “bambi” Poletti (autor de dos tapadas 26


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sensacionales cuando “ya estaba” el cuarto gol de Platense). A los 60 minutos, Estudiantes ganaba 4 a 3. Y ese resultado ya era inamovible. Estudiantes sintió la enorme descarga física, y sobre todo psíquica, que representó para sus jugadores remontar ese hombre menos, y esos dos goles abajo frente a un adversario que, ofensivamente, les había creado problemas muy serios, marcando tres goles, y exigido cuatro salvadas de última, de casi agónica instancia. Platense, a su vez, se desplomó, ante de la fibra de un rival que había inventado una victoria con los restos de una derrota aparentemente inapelable, y bajo el peso abrumador de una falta decisiva de su último hombre, el arquero, que le costó el cuarto gol. Pero lo anterior, nos había indemnizado ampliamente, sobradamente, inolvidablemente, por esos últimos 20 minutos en los cuales nadie quería “más guerra”. Los primeros 45, manejados con inteligencia, con astucia y visión por Subiat, fueron excelentes. Con un golazo de Lavezzi. Otro de Bulla (pelota servida por una desinteligencia entre Poletti y Echecopar) con tiro de admirable precisión metido desde ángulo sesgado entre dos defensores que cubrían la línea de gol. Y otro, que reconoce la gran responsabilidad de Hurt (al no cortar el centro y al quedarse sin reacción frente al cabezazo a quemarropa), pero brillantemente concebido desde el cambio de Conigliaro a la izquierda, pasando por la doble pared de Verón- Madero – Verón – Madero, hasta el centro pasado de Madero al otro palo para la entrada de Conigliaro. Las 18 iniciales de la segunda etapa fueron los más excitantes que recuerde desde que veo fútbol (1932 hasta hoy). 27


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Todo fue excepcional, tan deportivamente hermoso, que las fallas quedan sepultadas por la carga emotiva de la noche que vivimos en La Boca. Porque todo terminó como había sido: como una fiesta. Tensa, dramática, electrizada de nervios, pero fiesta. ¿fiesta del espíritu, fiesta del corazón? ¿fiesta de ojos brillosos? ¡fiesta del fútbol!

Extraído del libro “Historia del Club Atlético Platense (1905-1980)” omienzo muy favorable a Estudiantes de La Plata. Gol (doble falla de Hurt) y continúa la zozobra. Pintaba muy mal. Se va rearmando Platense. Gran intervención de Poletti por shot de Bulla. Comienzan los problemas que crea Lavezzi con su velocidad. Llega el empate. Se lesiona Barale (importante detalle que resalta el triunfo de Estudiantes) y de ahí hasta el segundo gol de Estudiantes, Platense está para golear. Gran trabajo de mediocampo y llegada constante y riesgosa. A los 5 minutos del segundo tiempo se produce una jugada clave: remata Subiat (un poco displicentemente) tras eludir al arquero y salva Pachame sobre la línea. Estudiantes estaba vencido anímica y futbolísticamente. Pero las jugadas que traen los dos goles sucesivos lo levantan lo levantan en la misma proporción en que “tiran” a Platense y todo culmina con el insoportable episodio de Hurt (que lo convierten en la figura negativa de la noche) con el consiguiente penal. De allí hasta el final, Estudiantes retiene y Platense se ata en sus nervios. Fallan los pases, se hace notar la falta de fútbol y estado de Muggione y el resultado se

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torna irreversible. Final dramático acorde con el partido. Alegría epiléptica en Estudiantes. Drama (con muchas lágrimas) en Platense. Excepcional partido. Increíble como se perdió ganando 3 a 1. Pero el fútbol tiene estos imponderables y no hay que restar méritos al rival. Lo único lastimoso se llamó Hurt, culminación lamentable de los errores del año. Vale aquí la reflexión: un arquero (Topini) nos dio el ascenso con All Boys en 1964; otro arquero, en gran parte, nos priva de ir a una final. Las polémicas suscitadas por este singular partido perduran aún y quizás sean comentario futbolístico por siempre. Se unieron a ellas y las más insólitas versiones domésticas: que Hurt, nervioso al extremo, no quería jugar; que Muggione actuó todo el segundo tiempo viendo doble por un golpe en el rostro; ¿qué hizo Bilardo para sacar de quicio a nuestro arquero?; el penal a Subiat que no dio Coerezza cuando estaban 4 a 3; las vacilaciones de algunos defensores de Platense; y mil más. Lo cierto es que el semáforo de Figueroa Alcorta nos coloca al lado de una pick up al con hinchas calamares. Uno se tapa del frío de la madrugada con la bandera y otro la utiliza para sus lágrimas. La Plata eufórica festejaría -al domingo siguiente al vencer Estudiantes a Racing en la final- el primer título obtenido por un club chico.

Lo último

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la semana siguiente, Estudiantes venció por 3 a 0 a Racing Club y se coronó campeón. Platense finalizó tercero por contar mejor diferencia de gol que Independiente, el perdedor de la otra semifinal. Dirigentes, cuerpo técnico, jugadores e hinchas eran 29


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conscientes de que ese era “la” posibilidad de salir campeones por primera vez, porque después el plantel se desmantelaría en gran número. En el receso entre el Metropolitano y el Nacional de 1967 Platense participó en dos torneos en el exterior. Uno en La Paz (Bolivia), en un cuadrangular con Ferrocarril Oeste y los locales Always Ready y Bolívar, con estos resultados: Platense 1 - Bolivar 7; Platense 1 – Ferro Carril Oeste 1; Platense 2 – Always Ready 2. Ganó el certamen Bolivar. El otro lo disputó en Caracas (Venezuela), por la Copa Cuatricentenario de la Ciudad de Caracas con estos resultados: 1-1 y 0-3 con Académica de Portugal y 0-2 y 0-0 con Atlético de Bilbao, que ganó el trofeo. Topini cuenta: “El recuerdo que tengo de la gira que hicimos fue que salimos de acá muy abrigados, hacía mucho frío, y llegamos a Caracas con 40° grados, y nosotros con el sobretodo. Después fuimos a la playa, era la primera vez que íbamos al Caribe, y terminamos todos colorados e hinchados por el sol. Costó un poco jugar esos partidos”. Al volver de la gira se sorteó el Nacional 67’ y a Platense le tocó en la primera fecha, nada más ni nada menos, que enfrentar a Estudiantes de La Plata. El partido se jugó en Manuela Pedraza y Crámer y el resultado final fue 2 a 0 para los visitantes. Luego, Platense empezó a tener muchos problemas económicos con buenos jugadores. Esto terminó con el descenso y pérdida del estadio en 1971. Para tener una idea de lo grave que era la situación, ese mismo año, fueron 5 jugadores del plantel a canal 7 -a un programa que conducía José María Muñoz- diciendo que les debían 5 meses de sueldo, que a uno lo habían echado 30


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de la casa porque no podía pagar el alquiler y hasta otro se puso a llorar en cámara. Algo realmente insólito en aquellos tiempos. Volviendo a la semifinal del 67’, bastará decir que fue la que inició la gran etapa del equipo de La Plata que después llegó a conseguir títulos mundiales, mientras que a Platense le costó mucho tiempo superar esa frustración. Fue el encuentro que comenzó a definir el destino histórico de Estudiantes. Y también el de los Calamares. “Las mañas las tenemos todos, pero algunos las saben aprovechar mejor que otros”, dice Carlos Bulla. Y probablemente por ahí es por donde haya que tratar de encontrar las respuestas a lo largo de lo sucedido en la Bombonera aquella fría noche del 3 de agosto de 1967, el día en que Platense pudo haber cambiado una página importante en la historia del fútbol argentino.

...

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CAPÍTULO DOS

16 de noviembre de 1977 Trasnoche de ilusión

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sa noche no sólo quedará en la memoria y corazón de los hinchas de Platense y Lanús. Este acontecimiento vivirá presente en todo el ambiente futbolístico ya que se trató nada más ni nada menos de un encuentro que fue impactante y lo tuvo de todo. Paridad durante el desarrollo del partido, clima en las tribunas, 30 minutos de alargue con peligrosas situaciones de gol y los dramáticos penales que condenarían a uno y dejarían en las puertas del cielo a otro.

El ascenso de 1976

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l conjunto de Saavedra tenía la obligación de retornar a Primera División dado que, en 1971 y tras ser desalojado de su estadio sito en Manuela Pedraza y Crámer, sumado a un caos institucional plagado de juicios, había perdido la categoría junto a Los Andes. 33


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La “B” de ese entonces era de poca jerarquía. Quedaban clubes con escaso peso. De todas formas, en el torneo de 1972 Platense finalizó séptimo sobre dieciséis equipos, mientras que el campeón fue All Boys. Ante la falta de estadio propio tuvo que hacer de local en Atlanta. Ahí es cuando un grupo de hinchas y dirigentes se reunieron para sacar al club del pozo. Por esos años eran muy comunes los constantes cambios en la forma de disputa de los campeonatos. Para 1976 se dispuso que al término de cada rueda se realizara un torneo entre los seis equipos mejor ubicados en la tabla de posiciones. De esa manera, los ganadores de los hexagonales llegarían a la Primera División. Fueron cinco años de transición los que vivió el Calamar. Se pudo reacomodar la casa y formar un plantel para pelearle de igual a igual a cualquiera. El técnico, Juan Manuel Guerra, se hizo cargo a comienzos del ’76 y mantuvo la base del equipo que había competido en el año anterior. Durante la pretemporada, que se realizó en Estancia Chica, se incorporaron Jorge Torres, Juan Carlos Pilla, Carlos Chiappe y Osvaldo Pérez como principales refuerzos. El sábado 14 de febrero de 1976 Platense comenzó con el pie derecho en la “B” ya que derrotó por 3 a 2 a Arsenal de Sarandí en la cancha de San Lorenzo. En la segunda fecha igualó sin goles frente a Flandria, en Jáuregui. Pocos días después se incorporó al grupo Luis Orlando, quien debutó en la tercera fecha ante Estudiantes de Buenos Aires y convirtió el único gol del partido. Luego de varias victorias y de liderar la tabla, Platense llegó a la novena fecha escoltando a Tigre; ese día las dos entidades de zona norte protagonizaron el partido de mayor entradas vendidas. Se disputó en Villa Crespo y Platense ganó 4 a 2 y recuperó el liderazgo, ya 34


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que aventajó por un punto a Villa Dálmine, Lanús y Tigre, y por dos unidades a Central Córdoba. Las semanas pasaban y los dirigidos por Guerra, a pesar de algún traspié, daban pelea y no querían dejar pasar la chance de ascender. Una vez finalizado el torneo lograron clasificarse al Reducido Final para jugar por el primer ascenso a la máxima categoría, en una sola rueda y todos los partidos en territorio neutral. Tigre, Los Andes, Almagro, Villa Dálmine y Lanús serian los rivales a vencer. En la primera fecha del hexagonal, Platense goleó a Almagro por 5 a 1 en el Viejo Gasómetro de avenida La Plata. En la jornada siguiente igualó en cero ante Lanús, también en el estadio de San Lorenzo. En la tercera, Platense, empató 1 a 1 con Tigre y Lanús sacó una mínima ventaja al imponerse por 4 a 0 a Villa Dálmine. La fecha siguiente, el Calamar consiguió una ajustada victoria por 2 a 1 ante Los Andes en el viejo Gasómetro y se mantuvo a un punto de Lanús, que venció a Tigre 2 a 0. Tropezaba y se recuperaba, así llegó hasta el final. En la noche del 13 de julio del ’76, en el estadio de Vélez Sarfield, y con el arbitraje de Carlos Espósito, Platense logró derrotar a Villa Dálmine por 1 a 0 con gol, a los 14 minutos del primer tiempo, de Juan Carlos Pilla, tras una asistencia de Ernesto Ulrich. Y gracias a que Almagro le ganó por el mismo resultado a Lanús, el Calamar ascendió a la Primera División en la que comenzaría a jugar a partir del torneo Nacional de ese mismo año.

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Comentario de la Revista Codex Deportiva

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na vieja y gloriosa institución, el Club Atlético Platense, retorna al círculo privilegiado del fútbol argentino. Tras una ardorosa campaña, venció en el encuentro final a Villa Dálmine mientras su principal oponente Lanús caía ante Almagro, los famosos Calamares de Núñez alcanzaron la meta soñada: campeones de Primera División “B” 1976. La hazaña les permitirá ahora participar del Campeonato Nacional o sea que cristaliza brillantemente un esfuerzo magnífico destinado, precisamente, a que reverdecieran los laureles que Platense supo lucir como un alto exponente del fútbol nacional. Un equipo aguerrido, que no dio ni pidió jamás tregua, hizo posible el hallazgo. Como respaldo a esa campaña, una hinchada realmente seguidora lo acompañó siempre, premisa que seguramente seguirá teniendo vigencia durante el Nacional y sus futuras campañas. Mientras tanto, entre dos bravos conjuntos, representantes de instituciones también señeras, como lo son Almagro y Lanús, protagonizaron en el tramo de la definición final un partido verdaderamente “no apto para cardíacos”. El triunfo de los almagrenses privó a los “granates” de una conquista consagratoria pues, hasta ese instante, no solo era el puntero sino lo que parecía un candidato de “fierro” para el ascenso a primera división. La primera “B” pone ahora nuevamente en ronda otro apasionante campeonato desde donde saldrá quien acompaña a platense a Primera “A”. Ello de por si llama al interés público y no estará lejos la jornada en que para vitorear a otro ganador del ascenso, se vivan las escenas de júbilo que enmarcaron la hazaña de los “calamares”.

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Una noche marrón Calamar

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a fiesta, para muchos, debía tener un epicentro en el Viejo Gasómetro de Avenida La Plata. Por ese raro sortilegio del fútbol, se trasladó a Liniers. Otra postergación de Lanús, la tercera consecutiva y una vez más quedó demostrado que, en el fútbol, nunca está dicha la última palabra. Las posibilidades se juegan en la cancha y terminan con el tiempo reglamentario. Así lo entendió Platense, una institución con historia que nació el 25 de mayo de 1905 en La Recoleta. Desde entonces al presente, muchas fueron las alegrías y también los sinsabores. Bregando desde 1971 para ascender a primera, se le dio, casi sin pensarlo, la noche del 13 de julio de 1976. Fue el estadio José Amalfitani el testigo de toda la algarabía “Calamar”. De la tribuna se trasladó al vestuario, donde los cánticos, los ojos y los gestos lo decían todo… “¡Vaya… vaya con el marrón… a todas partes vaya con el marrón…!” Con ese coro atronador, nacido en la improvisación inagotable del hincha tribunero, se descargaba toda la tensión acumulada a lo largo de un campeonato. Platense tuvo fe y llegó. Atrás quedó un rosario de vicisitudes. Dirigentes, jugadores y simpatizantes participaron en una noche inolvidable. El fervor de la conquista se desparramó por las calles de Buenos Aires en una noche fría pero de corazones y palmas calientes. Banderas, banderines, gallardetes y todo aquello que sirviera para manifestar la algarabía “Marrón”, se aunaron para encolumnarse y desembocar en el festejo final que tuvo como sede el predio de Vicente López. Allí, a la vera de la General Paz, fueron llegando adictos “Calamares” desde todas partes. No importaba la hora, muy cercana ya al nuevo día. Había que estar, 37


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manifestarle a once gladiadores todo el reconocimiento por la misión cumplida. A media luz y con el resplandor de la Luna, el complejo en marcha de Vicente López fue el recinto que presenció, entre lágrimas y vitores, la reiteración de la clásica vuelta olímpica. A ella se sumaron todos, inclusive los jugadores. Para muchos, aquello no todavía no era realidad. Poco a poco la calma renacía. En los rostros la satisfacción de la meta lograda… ¡Platense campeón! Así, con la similitud de una tormenta tropical, los festejos llegaron y se fueron. Por delante, un porvenir que compromete al recién ascendido a duplicar esfuerzos. El confrontar con los grandes y estar en los anaqueles de la gran vidriera representa para Platense un sin fín de compromisos: entre ellos mantener la fe y la entereza que lo caracterizó a lo largo del torneo. Vayan estas palabras finales hacia los gallardos equipos que estuvieron en la porfía del primer puesto: Lanús y Almagro. Ambos pusieron todo de si para salir adelante. El que en las estadísticas tenía las mejores posibilidades, quedó en el camino merced a una labor encomiable expuesta por la escuadra de José Ingenieros. Allí queda demostrado que el fútbol, siempre tiene reservada una sorpresa a la vuelta del camino. Nos imaginamos e inclusive palpamos estados emocionales diferentes. Por un lado la alegría de una conquista; por el otro, la tristeza con todos sus matices. Todo este contexto hace a una sola cosa… la pasión de las pasiones: el fútbol. Retomando las campañas de Platense y Lanús, fueron muchas las vicisitudes que tuvo que sortear el equipo sureño hasta llegar al partido definitorio. Desde 1965 a 1970 jugó en Primera. Por esa época armó un quinteto ofensivo de fútbol armónico y elegante: Parenti o Minitti, Martín Esteban Pando, Manuel Silva, Bernardo Acosta y 38


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Demario. Jugaban lindo y metían goles. Por las pareces que levantaban entre la media cancha y el corazón del área penal, a Manolo Silva y al paraguayo Acosta los llamaban “los albañiles”. Una tarde de 1966 en la que le hicieron siete goles como visitantes a Quilmes, Acosta convirtió cinco. El paraguayo fue el goleador de ese torneo Metropolitano. Bajó, subió de nuevo y descendió otra vez en 1972. Desde 1973 a 1976 estuvo en Primera B, ascendió y repitió el descenso otra vez en circunstancias dramáticas. Fue aquella definición del miércoles 16 de noviembre de 1977 con Platense, en la cancha de San Lorenzo, cuando se ejecutaron 22 penales.

El partido: la gloria o devoto

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l Metro ’77 fue el campeonato más largo de la historia del fútbol argentino. Hubo 23 equipos y se disputaron 46 fechas. Se jugaron muchos días miércoles para poder completar el calendario. Lanús había invertido una gran suma de dinero para dicho torneo. Incorporaron a Carlos Pachamé y a Aguirre Suárez, que venía de jugar en Boca y Racing. También Rubén Sánchez, arquero figura en el equipo Xeneize en la década del ’70. No empezó mal el torneo pero después bajo notoriamente su rendimiento. El técnico del conjunto de Saavedra hizo lo que podía. Era un plantel limitado que no solo lucho contra sus propias condiciones, sino que también se enfrentó con los tres descensos que la AFA impuso. Luego de perder la categoría Ferro y Temperley, el lugar restante esperaba ansioso. Cumplidas 31de las 44 fechas tenía once equipos por debajo. Pero desde allí, Platense inició 39


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una caída vertical con el sugestivo repunte de los que venían de atrás. Y así llegó a una de las definiciones más electrizantes y polémicas que se pudo haber vivido. Restando dos fechas las posiciones eran: Banfield y Quilmes 39; Platense, Unión, Racing, All Boys y Chacarita 38; Gimnasia y Esgrima La Plata y Lanús 37; Temperley 34 y Ferro, ya en la “B”, 23. La próxima cita tendría lugar en Villa Crespo. Allí, Chacarita que de ganar mantendría la categoría, se enfrentaba a un Platense un tanto menos necesitado dado que empatando seguía en la máxima división del fútbol argentino. Los funebreros, de la mano de Carlos Ischia, Claudio Marangoni y Delgado, se impusieron por 3 a 2 y dejaron en un estado delicado al “Calamar” que, ahora, echaría su suerte de visitante y frente a Racing, un rival directo. La mente estaba en Avellaneda y no tanto. La academia con un punto no descendía. Lanús con 38 unidades, al igual que Platense, recibía a Rosario Central que no jugaba por nada importante. Uno de los rumores más fuertes denotaba que la incentivación no es moneda corriente solamente en estos tiempos: All Boys, Unión, Gimnasia de La Plata, Banfield y Platense juntaron dinero para que el equipo Canalla le diera la estocada final a Lanús, suponiendo que Platense y Racing empatarían ya que era lo que le convenía a los dos. Central ganó 1 a 0 con un gol olímpico. Quedaba por jugar un partido que se daba por arreglado. Alejandro Fabbri, periodista deportivo e hincha de Platense, recuerda aquel día: “Me acuerdo de haber ido al club con mi viejo a la mañana para salir en caravana para Avellaneda y nos dijeron que nos quedemos tranquilos porque íbamos a empatar. Pero había un detalle: había varios jugadores de Racing que 40


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eran hinchas de Lanús. El panadero Díaz y Cejas entre ellos”. Era un 0 a 0 inamovible. Cuando todo conducía el empate apareció Daniel Killer: “Fue un gol de cabeza que derivó de un tiro de esquina y ya no lo pudimos empatar. En esa época no había control antidoping y los jugadores estaban altamente eufóricos. A Luis Pestarino, que fue el árbitro, después lo tuve como profesor en el Círculo de Periodistas, y contaba que en ese partido los jugadores tenían los labios blancos”, relata Fabbri. Una vez finalizado el partido, los jugadores pensaban que la palabra tan temida llamada descenso se haría eco en el vestuario y en todo Saavedra. Hasta que unos minutos después se enteraron que Central le había ganado a Lanús y había que ir al desempate. Fue como volver a vivir, el destino le daba una chance más y no se podía desaprovechar. Llego el día que nadie deseaba que llegara. El fantasma del descenso dejaba de ser fantasma para convertirse en una realidad casi irremediable. Una de las dos parcialidades tocaría fondo: perder la categoría no se vive como una circunstancia deportiva, el fútbol en la Argentina no es un simple deporte. Es mucho más que ello, a tal punto que descender, para el hincha, es tirar por la borda un pedazo de su historia. Pierde “su” lugar. Los días previos al partido fueron un verdadero infierno, Platense por primera vez estaba ante tamaña situación. Rolando Niro, jugador del conjunto de Saavedra así lo recuerda: “Yo estaba a préstamo porque mi pase lo tenía Argentinos Juniors. Ese año tuve todos los nervios juntos que nunca pasé en mi vida. El equipo andaba bien y se perdieron los últimos tres partidos. Estábamos con una preocupación enorme. Con sacar apenas un par de 41


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puntos más quedábamos afuera de cualquier pelea por el descenso”. Y añade: “Creo que de no haber sido por la racha de expulsados y lesionados lo podríamos haber conseguido, pero tuvimos que sufrir hasta el final”. Para colmo, se comentaba que para Lanús el partido sería “pan comido”, por lo que los hinchas del equipo del sur habían preparado una choriceada que se llevaría a cabo cuando terminase el encuentro. Se disputó el miércoles 16 de noviembre de 1977 en el Viejo Gasómetro de San Lorenzo, con el arbitraje de Roberto Barreiro. Más de 40.000 personas abarrotadas, disfrutaron -o padecieron- algo que muy difícilmente pueda repetirse. Platense saltó a la cancha con su vestimenta habitual en aquel tiempo: remera toda marrón con los puños y cuello blanco. Lanús utilizó la casaca color blanca. Todo estaba listo para que se inicie una verdadera final. Era a cara o cruz; triunfo o derrota; permanencia o descenso. El encuentro se desarrolló a cara de perro. En este caso no importaba qué medios se utilizaran para alcanzar el fin. Ganar como sea era lo único que cabía en la mente de 22 jugadores, y quizás eso, ayuda a entender por qué se jugó tan mal y se crearon contadas situaciones de peligro. El trámite del juego fue parejo y se disputó cada pelota a matar o morir. La igualdad -por lo realizado por ambos equipos- quedó muy bien. Y así se cerraron los 90 minutos reglamentarios. Solo quedó alguna aproximación de Orlando Cárdenas en el Grana y los desbordes de Ernesto Ulrich por el lado del Calamar. Limitados, demasiado poco para ser una final. Si el nerviosismo se apoderaba de la multitud con el correr del tiempo, ahora que la historia tendría un posible desenlace en tiempo suplementario, se duplicaba. Ulrich, 42


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quien estaba en el club desde 1964 y debutó en 1969, rememora lo sucedido: “Creo que podríamos haber definido el partido antes de llegar a los penales, nos faltó suerte”. Mientras, y de fondo, ya empezaba a oírse un murmullo que a su vez se entremezclaba con el silencio sepulcral. Peleaban por lo mismo: mantener la categoría y evitar el doloroso descenso que suele clavarse en el corazón del hincha y de ellos mismos. El primer período siguió la línea que conllevaba el partido. Discreto. Las situaciones de riesgo tardaron en llegar y, por suerte para el espectáculo, no dejaron de ser eso. Nada hubiese sido igual si a pocos segundos del final Carlos Pachamé -defensor central que tenía en su haber escasos goles de cabeza -estrelló un potente frentazo en el travesaño, picó en la línea y luego, atrapó Osmar Miguelucci. De esa misma jugada, Miguel Ángel Juárez -que recién daba sus primeros pasos en primerarecibió un saque largo del número uno y corrió más de 40 metros hasta quedar mano a mano con Sánchez, arquero del conjunto dirigido por Silvero. Definió y la pelota salió picando al lado del palo. Realmente increíble. Faltando un minuto generaron lo que antes parecía inviable. Pero sin embargo, lo verdaderamente extraordinario estaría por venir después y puede sintetizarse en unas pocas letras: los penales.

Más que 22 penales

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ualquier fanático de su equipo quisiera patear un penal vistiendo la camiseta de su club. Cuantos habrán soñado definir una serie acariciando el balón y hacer que este ingrese pegado a un poste. Sin embargo, cuesta 43


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ponerse en la piel de esos futbolistas que tuvieron que codearse con la gloria o la desazón tras convertir o errar su tiro desde los doce pasos. Dos horas habían pasado desde el comienzo del partido, las pulsaciones de los protagonistas estaban por las nubes y ni pensar como se encontrarían las coronarias de los espectadores. El arco que daba a la avenida La Plata sería un partícipe de lujo ya que allí fue donde se definió la historia. Las promesas y los rezos se adueñaban de la escena; un plateísta de Lanús, con las manos bañadas en sudor, encendió el vigésimo cigarrillo mientras que un desesperado hincha Calamar es derrotado por el nerviosismo y opta por no observar la acongojante serie de penales. Pero había que estar ahí y ahí estuvo Miguel Arturo Juárez para anotar el primer tanto. Ni la virgen de Luján que poseía Cárdenas en la mitad de la cancha pudo evitar que el remate del jugador de Platense inflara la red. El empate transitorio luego lo anotó el “creyente” delantero granate. Belloni, Osvaldo Pérez y Ulrich marcaron con sus respectivas ejecuciones. En el conjunto sureño conquistaron Pachamé y Ribecca. Se encontraban 4 a 3 y Coria era el responsable del próximo remate. Acá empezó a aparecer la figura de Osmar Miguelucci que, con una volada impecable hacia su izquierda, desvío el tiro del delantero. La Primera División estaba a la vuelta de la esquina. Si Platense anotaba se terminaba la historia. El lateral derecho Gianetti pudo convertirse en uno los máximos responsables de la permanencia. Pero con muy poca carrera lanzó un disparo que Sánchez, sin inconvenientes, logró atajar. Y el error en este caso fue compartido: Peremateu se negó a patear aduciendo que él solo se haría cargo del último y si hiciese falta. Moralejo estampó el 4 a 4 para Lanús y le brindó de nuevo oxígeno a su público. 44


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La segunda serie la inició Miguel Ángel Juárez y fue gol. Fue Benejú para el Granate y Miguelucci volvió a calzarse el traje de ídolo. Atrapó la ejecución apretando la pelota contra el piso. La noche anterior, a las 23:30, la mujer de Juan Manuel Guerra -técnico de Platense- había recibido un llamado telefónico: “Señora, dígale a su marido que si mañana juega Miguelucci le quemamos la casa. Ese se vendió contra Chacarita”. Pocos sabían que Guerra y los compañeros del portero decidieron que ese hombre, que había cumplido 36 años el día anterior, había recibido un voto de confianza total por parte del plantel y, en esa noche, él pagó con creces e inició su gigantesca revancha. Con un temor nunca visto, Niro se trasladó hasta el área. Acomodó el esférico y anunció lo que muchos preveían: su tiro salió rozando el poste y le otorgó a Zárate la posibilidad de empatar. El defensor de Lanús no la desperdició y colocó el 5 a 5. La tercera serie tuvo precisión en los remates de Gerardo Rivero y Barrera, la definición seguía igualada y fue el turno de Carlos Pinasco. El 9 de Platense había hecho 14 goles esa temporada. Su mayor virtud pasaba por desempeñarse en las cercanías del arco. No era muy dúctil pero tenía una presencia goleadora que asustaba a cualquier defensa. Volviendo a la definición, Pinasco era quien debía ejecutar el penal. Pero la mayor complicación pasaba por el desgarro que arrastraba. Había dos conjeturas si el delantero no remataba: el árbitro podía pensar que fingía el desgarro y obligarlo a hacerlo, o dar el partido finalizado con el triunfo de Lanús a resolución de la AFA. Entonces Pinasco le dijo a Juan Manuel Guerra: “Don Manuel, estoy desgarrado pero lo pateo”. Se dirigió hacia el punto de penal rengueando ostensiblemente. Pateó y la clavó en el medio del arco. La pierna se les hizo hilachas y salió saltando casi sin poder 45


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caminar, pero festejando el gol. “Guerra no me incluyó en la primera serie porque estaba muy dolorido, con un tirón en el aductor. Pero cuando me tocó patear, en la segunda, le di fuerte y abajo. Apenas la vi que entró al lado del palo me vino un dolor tan fuerte que no me levantaban del piso ni con una grúa”, cuenta el centrodelantero. El 7 a 7 lo estableció Giachello, defensor central que conformaba la zaga junto a Barrera. En el mismo instante que igualaba el marcador, Julio Adrián Crespo, volante por derecha de Lanús, corrió desesperado hacia el vestuario porque los intestinos le jugaron una mala pasada y no remató el penal que le correspondía. Tanto sufrimiento se tornaba insoportable. Cualquiera de los dos estuvo a punto de tocar el cielo con las manos como también de haber caído en las garras del diablo. La imagen del flaco Peremateu, acostado en el suelo sin poder siquiera llegar hasta el punto penal, hablaba por si sola. El porcentaje de que hiciera el gol era bajo y cuando se trata de datos empíricos, pocas veces se falla: el poste le dijo que no y Lanús quedó al borde de alcanzar el milagro. En una actitud más que valiente, Sánchez anunció que el penal no se lo sacaba nadie, lo iba a rematar él. Para destacar las agallas del número uno, claro que los penales no eran su fuerte. El remate se lo “alcanzó” al arquero Calamar, fue un tiro muy suave justo al medio del arco donde se encontraba Miguelucci, quien a esa altura ya era el héroe de esta finalísima. Con toda la pesadumbre a cuestas, el exarquero de Boca Juniors volvió al arco para toparse con la alta y oscura silueta de Miguel Arturo Juárez. Fue gol y pasó al frente el conjunto de Saavedra. Ahora estaban 8 a 7. Lo que se presentaba como algo interminable, terminó cuando Orlando Cárdenas se hizo responsable de efectuar 46


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su remate. Se vivió una noche de locura y, por obra del destino o no, era el penal número 22 el que depositaría en el edén a uno y en el averno a otro. Lo que no fue nada irracional es que por cuarta vez, Miguelucci, el gran Miguelucci desde esa noche, haya atajado el definitivo penal saliendo hacia su derecha como un rayo y besando la redonda como si ésta fuese la mujer de sus sueños. Después, los golpes en su pecho y los gritos hacia la hinchada demostraban que él estaba presente. “Acá estoy y soy el principal responsable de la epopeya”, parecía decir una sombra fugaz del arquero. La cancha se inundó de lágrimas, algunas de felicidad y otras de tristeza. Platense festejó y se quedó en primera, Lanús se lamentó y se fue a la “B”. Otro dato que hace aún más magnifica la noche del 6 de noviembre es que, en el instante después de que el guardavalla detuviera el disparo del punta Granate, un diluvio impresionante empezó a caer sobre el viejo estadio de San Lorenzo. Y como si esto fuera poco, el partido había comenzado el miércoles y finalizó a las 00:05 del jueves. Por algo quedará enmarcado en la historia grande del fútbol. Fue la noche más larga que se pudo haber vivido en el verde césped. Las tribunas, amistades, festejos, caravana y el después ¿Podrán olvidar esos 20.000 enfervorizados hinchas de Platense el momento en que Miguelucci les ofrendó la Primera División? La respuesta no da lugar a ninguna duda: No. Y ahí las primeras imágenes previas al desenlace valen más que mil palabras. Promesas, rezos, velas, cábalas, vírgenes, persignaciones por doquier y algunos, que no creen tener la entereza para soportar 47


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semejante carga adrenalínica, deciden no observar lo que estaba pasando y guiarse por las reacciones, gestos o gritos de los demás. Otros caminan sin rumbo en los repletos pasillos de la tribuna. Cada ser humano lo vive distinto, pero nadie puede abstraerse de semejante final. Únicamente un muerto podría mantener la calma. La cabecera ocupada por los calamares se fue poblando de a poco. Daba escozor ver ingresar a cientos de hinchas por minuto y que, a la hora del inicio del encuentro, esté llena e incluso quedara gente afuera. El marco era digno de una final. Apenas algunos pocos locos seguidores de Almagro se hicieron presentes para apoyar al equipo de Saavedra dado que el año anterior ellos habían vencido a Lanús, permitiéndole ascender a Platense. En cambio, los sectores que se les determinaron a la parcialidad Granate estaban regados de hinchas de entidades del sur de Buenos Aires, como por ejemplo Los Andes, Racing y Banfield, su acérrimo enemigo en el presente. Resulta ilógico que hasta haya habido banderas del taladro en el alambrado. Eso no era todo, también un nutrido grupo de Quemeros fueron a alentar y a hacer fuerza para que los dirigidos por José María Silvero mantuvieran la categoría. En las miles de mentes navegan momentos; los días anteriores, con la barra brava presionando a Guerra para que prescindiera de Miguelucci, de floja labor en los partidos anteriores, y le diera la titularidad a Del Prete; el estadio repleto, con cuarenta mil personas repartidas mitad y mitad; el calor y el frío, aumentado por los nervios; un encuentro ordinario, sufrido hasta el último momento del alargue y después, la increíble, inolvidable y apasionante serie de penales. Los hinchas recordarán las extremadas instancias en 48


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que estuvieron. Por momentos los dejaban en primera o los depositaban en la B; verán a Miguelucci, figura indiscutida de la noche, golpeándose el pecho e insultando a la barra después de cada penal atajado; retrotraerán el tiempo para poder sentirse alrededor de la gente abrumada por la tensión de una angustia infinita; retendrán en sus retinas la talla de Pinasco yendo rengo, meterlo y alejarse a los saltitos, en una pierna; o sentirán todavía el miedo de recordar la pálida y atemorizada cara de Peremateu, anunciando que lo iba a errar, y errarlo; por qué no la súplica de los jugadores de Lanús, allá en el medio de la cancha, de rodillas alrededor de la virgen rezando en busca de lo imposible; y lógicamente rememorarán una y mil veces la cuarta atajada histórica del arquero tan resistido y la explosión total, absoluta, indescriptible. El delirio va desde el más chico hasta el más grande. El abrazo del padre con su hijo, que lo estruja contra su pecho y derrama lágrimas. El beso con un amigo, un compañero de tribuna o un desconocido. La muchedumbre se une en un solo grito y ante un único lema: seguir siendo de primera. Después, lo más hermoso: el festejo. Los hinchas inundaron las calles del barrio de Boedo, no importaba empaparse y caminar debajo de una lluvia torrencial. Muchos hicieron el viaje de vuelta formando una caravana interminable de autos, camiones, camionetas y colectivos. Otros acompañaban a pie, sin importar lo que significa trasladarse así desde el Carrefour que es hoy en día el Viejo Gasómetro, hasta Saavedra y, encima, bajo un diluvio que se adueñaba de un cielo en el que el relámpago más pequeño enceguecía a cualquiera. Nadie olvidará esa noche. Hinchas que asistieron a esa 49


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epopeya garantizan que nunca más vivieron una alegría como esa y será complicado que se repita. Fue de la magnitud de haber conseguido un campeonato y, en cierto modo para Platense y su gente, así lo fue.

El juicio de Lanús

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l jueves 17 de noviembre los dirigentes de Lanús presentaron una protesta por escrito ante el Comité Ejecutivo de la Asociación Fútbol Argentino, por considerar irregular la ejecución de los tiros penales. La nota, firmada por el presidente de Lanús, Francisco Leiras, y por el secretario, Alberto Pioli, fue entregada al dirigente de la AFA Carlos Parodi y se fundamentó en la aplicación del artículo 123 del reglamento, según el cual durante la ejecución de penales para definir encuentros no puede hacerlo más de una vez cada jugador hasta completar once remates. Mucho se habló de la actuación del árbitro Roberto Barreiro en esta historia que protagonizaron Platense y Lanús. El mismo, no advirtió que el equipo comandado por Guerra violó el reglamento cuando permitió que el undécimo penal lo ejecutara Juárez, quien ya había rematado el primero y no podía volver a hacerlo hasta que remataran todos sus compañeros, incluido el arquero. Miguel Arturo Juárez era un experimentado goleador y Miguelucci no se tenía fe en ese momento. Sin embargo, un dato que no se dio a conocer es que Julio Adrián Crespo -volante de Lanús- también infringió lo que estipulan las leyes que rigen en un partido de fútbol: no pateó el penal que le correspondía dado que se retiró al vestuario aquejado por problemas estomacales. Y el reglamento no 50


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da lugar a la duda: “Cada tiro deberá ser ejecutado por un jugador diferente y todos los jugadores elegibles deberán deberán lanzar un tiro antes de que un jugador pueda lanzar un segundo tiro”. Muy claro. Ambos cometieron el mismo error, también decían que el reglamento convenía que después de la primera serie de cinco penales había que cambiar de arco, cosa que nunca se hizo, pero que nunca se había hecho tampoco en ningún lugar. Eso después se modificó y nunca más se usó. Los dirigentes de Lanús enumeraron en el comunicado una serie de pruebas para que fueran evaluadas por el Comité Ejecutivo. En él solicitaban la nulidad de la ejecución de los penales, que se fije una nueva fecha dentro de las 48 hs. para volver a jugar el encuentro y la suspensión del Campeonato Nacional de ese año hasta tanto se determinara qué equipo intervendría. Al día siguiente, el presidente de la AFA, Alfredo Cantilo, llamó a una sesión especial para tratar el caso. En la misma se confirmó el resultado del partido y se le aplicó una sanción al juez del encuentro, ya que Platense fue totalmente ajeno al caso, siendo responsabilidad única y exclusiva del árbitro. De todos modos el club sureño creyó, y sostuvo, que Platense había sacado ventajas en la rememorada definición, por lo cual decidió accionar judicialmente contra la AFA y, mientras se discutía en los estrados, bajo de la primera “B” a la “C”, categoría en la que estaba cuando la justicia falló a su favor. Otra apostilla que no se puede dejar de abordar es que el descenso a la “C” tuvo, -nuevamente- al Gasómetro de avenida La Plata (¿embrujado?) como escenario. En esa cancha perdió ante Villa Dálmine por 2 a 0 y se convirtió en la primera entidad en bajar dos categorías en forma consecutiva. A modo de recompensa le ofrecieron dos posibilidades: 51


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volver directamente a la Primera División, saltando dos categorías, o una importante suma de dinero. Lanús tomó posición por la segunda y se quedó con la plata, iniciando así un crecimiento en lo social y deportivo. Además, con gran parte de ese dinero inauguró la iluminación de su estadio con uno de los mejores sistemas lumínicos de la época. Entre 1979 y 1981 militó en la “C”. En esa hora triste del club, luego de haber tocado fondo en materia futbolística, comenzó la resurrección granate. Regresó a la “B” y allí siempre fue animador del torneo. Arañó en cuatro ocasiones la chance de volver hasta que consiguió el ascenso en la temporada 89/90 tras vencer a Quilmes ejecutando tiros penales. Su incursión en primera A duraría poco dado que jugó el campeonato 90/91 y volvió a descender. Para la temporada 92/93 estaba nuevamente en la categoría superior. Con un detalle realmente excepcional. Volvió, se fue y retornó, siempre dirigido por el mismo entrenador: Miguel Ángel Russo. Toda una lección de los directivos. Cuando eligieron a Russo – quien se consagró jugando para Estudiantes de La Plata pero siempre fue hincha de Lanús- el objetivo era encarar un trabajo a largo plazo. Y se mantuvieron firmes en esa idea, sin apartarse de la huella a pesar de los resultados desfavorables. Aquella política sana, criteriosa, coherente y sostenida a rajatabla, explica los resultados de hoy y sirve para entender por qué hoy Lanús está donde está.

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Crónica de la revista “El Gráfico” Escrita por Carlos Ferreira La noche más dramática del futbol argentino

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n las tribunas de la cancha de San Lorenzo hay catorce millones de pesos que saltan y cantan, que “dale grana”, que “dale marrón”, que los tablones crujen y la noche es caliente. Estoy en el sector Lázari de las plateas. Están Iellamo, Vidal, Leonardi, Pena, dirigentes de clubes, el árbitro Jorge Romero. Habíamos presentido ese final de doce pasos después del pequeño partido y el gran esfuerzo de dos horas que hicieron Lanús y Platense: todos, los dos amigos que me flanquean, quizás las cuarenta mil personas que llenan San Lorenzo. Barreiro pita el final del alargue. Ribecca arrastra sus piernas; Peremateu parece tener los botines repletos de ampollas. Luis Pestarino es el impasible árbitro suplente, sentado en una silla al borde del campo. Ya pasaron dos horas. Ya no resisto seguir sentado. Me paro igual que muchos. Con vergüenza, miro mis uñas y compruebo que parecen un dibujo de la costa chilena. Así de recortadas y sinuosas. Como no hay más uñas apelo al atado de cigarrillos. Pido fuego porque mis manos están empapadas de sudor y no logro manipular el pequeño encendedor. El señor que me ofrece un fósforo parece tener las manos de papel. Le tiemblan y lo entiendo: es de Lanús. Tiro el cigarrillo por la mitad, me aferro a los papeles, me seco la mano derecha para poder usar la lapicera y me dispongo a la entrega. No quiero ser un observador. Quiero ser los jugadores de 53


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Platense, de Lanús, aunque el corazón me lo recrimine a doscientas pulsaciones por minuto. Miguel Arturo Juárez, larga y negra figura metida en el marrón de su camiseta, casi invisible entre las sombras que proyecta la mala iluminación del estadio, camina hacia el arco de la calle Las Casas. Son las 23.25. Yo no sé qué mirar: si a ese caminante solitario, si a la multitud silenciosa, tensa, de gargantas empastadas, si a Orlando Horacio Cárdenas… Y me decido por él. Tiene una pequeña Virgen de Luján frente a él. Está arrodillado, la cabeza gacha, las manos juntas. Reza. Pide por Lanús, por sus compañeros, por él, por la grandiosa pequeñez de no descender a primera “B”. Por un segundo siento frío. Me doy cuenta de que estoy emocionado. Tira Juárez. Gol. Los de Platense aúllan. Los de Lanús callan. Los neutrales murmuramos incoherencias. Ahora le toca a Orlando Cárdenas. Camina. A sus pies, una pelota blanca reemplaza a la Virgen. No hay a quién rezarle: hay que patear. El profesor Vidal, preparador físico de Platense, se acerca a Miguelucci: –Flaco, tirate a la izquierda. A Cárdenas lo conozco y seguro que lo patea ahí-. Silbato. Disparo. Miguelucci a la izquierda. La pelota a la derecha. Gol. Tira Belloni, gol; tira Pachamé, gol, Osvaldo Pérez, gol; Ribecca, gol; Ulrich, gol. Gana 4 a 3 Platense y me doy cuenta recién entonces que estoy sentado otra vez.“Por favor virgencita…”, reza Cárdenas en el medio del campo ante esa imagen de la Virgen de Luján. No pudo ser. ¿Y ahora? Sí… es Coria. Corre, remata, ataja Miguelucci. No atino a anotar nada. Miro; me lleno los ojos de rostros desencajados; me invade los oídos un solo aullido (Platense), un solo silencio de estupor (Lanús). Veo a Miguelucci parado frente a su hinchada. La pelota 54


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rodeada por su brazo izquierdo; su puño derecho lanzando golpes rabiosos hacia la hinchada y golpes reales contra su pecho. Muy pocos sabían que la noche anterior, a las 23.30, la señora del técnico de Platense, Juan Manuel Guerra, había recibido un llamado telefónico: –Señora, dígale a su marido que si mañana juega Miguelucci, le quemamos la casa. Ese se vendió contra Chacarita-. Pocos sabían que Guerra y los compañeros del arquero decidieron que ese hombre, que había cumplido 36 años el martes 15, había recibido un voto de confianza total y estaba iniciando su gigantesca revancha. Va a tirar Gianetti. Si es gol es primera división para Platense y descenso para Lanús. Sus compañeros no se atreven a mirar: los de Lanús tampoco. En el medio del campo, Coria no puede dejar de llorar. Dios y el diablo están jugando este juego inolvidable. Un relámpago ilumina la tribuna que va de la Avenida La Plata. Hay toneladas de agua esperando el momento de caer. No hay oxígeno para respirar. Tira Gianetti y Sánchez contiene el remate. No. Gianetti no iba a ejecutar ese quinto penal. Era propiedad de Peremateu, pero el 3 le dice a su técnico: –Por favor, yo pateo solamente el último y si hace falta. Este no lo pateo-. Guerra va en busca de Pinasco y éste se confiesa: –Don Manuel, no puedo ni pararme… Por eso tiró Gianetti, por eso grita Lanús, calla Platense, llora Gianetti. Ya está Moralejo frente a la pelota. ¡Gol! 4 a 4. Empieza una nueva serie de dos penales. Le toca a Juárez, pero a Miguel Ángel. Es gol. Tira Benejú, Miguelucci vuelve a adivinar y lo ataja. En esta dantesca ceremonia el arquero ya es héroe absoluto. Le falta una túnica blanca y la rama de olivo sobre la frente. 55


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Y si hace treinta segundos yo fui el arquero y me sumergí en el vino de la gloria, ahora me toca ser el jugador de Lanús y sentir que una mezcla de desesperanza y dolor me invade. Pero no hay tiempo para más. Le toca a Niro. Lo veo pararse, lo veo moverse ante la pelota y dejo de respirar. Ahora sé que tuve miedo y que fue premonitorio. Niro tira desviado. Cuando Zárate ejecuta, el partido se coloca 5 a 5. La segunda serie pasa pronto. Tira Rivero, gol; tira Barrera, gol; va Pinasco renqueando, termina de decirle al técnico que “voy yo Don Manuel, y que sea lo que Dios quiera. Estoy desgarrado hasta la nuca…”. Le pega a la derecha de Sánchez y es gol. Los músculos de su pierna derecha se deshilachan como estopa. Abandona el área saltando sobre su pierna izquierda. Cuando le toca a Giachello, veo que Crespo se levanta del suelo y sale corriendo para desaparecer por la boca del túnel. En ese momento Giachelo coloca el 7 a 7. Una serie más. ¿Quién tira? Platense elige a Peremateu, pero el defensor, echado en una camilla, casi no puede moverse. Deliberan árbitro, técnico, jugadores. Sí, tira Peremateu. Con las piernas duras como el acero, remata cruzado y la pelota da en el poste derecho de Sánchez. ¿Qué juego infernal es éste? ¿Es que no hay piedad para nadie en este terreno del diablo? ¿Cómo es posible que a cada minuto, alternativamente, los protagonistas pasen de la luz a las tinieblas? Ahora el ascenso es de Lanús, ya está. ¿Quién patea? – ¡Este lo pateo yo! Los que oyen giran sorprendidos para saber quién es el valiente –o el loco- que acaba de decir eso con tanta firmeza. Y lo ven. Es el arquero Rubén Sánchez, que con la pelota bajo un brazo se 56


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encamina hacia el punto del penal. Pero Miguelucci, que ya encontró su lugar en el Olimpo calamar, ataja casi sin moverse ese tiro débil y al medio. –Te felicito Rubén, cálmate: hay que tener mucho coraje para hacer lo que hiciste”. Miguelucci termina de consolar a su colega y comienza a juguetear con la pelota. Sánchez, con todo su fracaso a cuestas, enfrenta otra vez a Miguel Arturo Juárez. El largo, negro y casi invisible defensor de Platense vuelve a acertar: 8 a 7 para los de marrón. No tengo más cigarrillos. Pido, pero están agotados. Ese que va ahí es Orlando Cárdenas. Lleva en la espalda el número 9 mojado de sudor, cargado de rezos. Otra vez él. Alcanzo a ver el último relámpago. Y como un relámpago sale el pelotazo de Cárdenas, y como otro relámpago sale el cuerpo de Miguelucci hacia su derecha. Allí es el encuentro. Allí cumplen su cita histórica arquero y pelota. Platense no se va. Lanús, sí. Besos, abrazos, lágrimas. Miguelucci en andas en medio de un desgarrante tropel de sentimientos. Estoy contento porque soy cada uno de los jugadores de Platense: no tengo consuelo porque soy todos y cada uno de los jugadores de Lanús. Cae la primera gota de agua. El jueves cumple 5 minutos de vida. A la una de la madrugada un señor de 36 años, vestido de arquero y con una pelota de fútbol debajo de la remera, camina por la calle Inclán hacia Avenida La Plata. Osmar Abel Miguelucci es su nombre. Está llorando, pero nadie se da cuenta porque a esa hora llueve torrencialmente.

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Extraído del Libro “Historia del Club Atlético Platense (1905-1980)

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omienza el diálogo con el señor descenso. Desde aquí hasta nuestros días este enemigo de los clubes chicos será el centro del relato. Para 1977 se establecieron tres. Imposición de los poderosos para reducir el número de equipos sin tener en cuenta realidades tales como que sus situaciones patrimoniales internas suelen ser peores que la de aquellos clubes que “molestan” y que muchos de los argumentos exhibidos se sintetizan en nombres ilustres o pasados históricos sin ninguna relación con el presente, que no resistirían comparación con algunas entidades de la Primera B. Hay dos ventas: Bernabitti a Boca por Del Prete (arquero), Rego (volante) y Bordoli (zaguero); y Daniel Pavón, también a Boca Juniors por $16.000.000. Llegan Pinasco (defensor ex Argentinos, actuando últimamente en Ecuador); los zagueros Peremateu (ex San Martin de Tucumán y Comunicaciones) y Belloni de Almagro en $3.700.000. Dos libres de Deportivo Morón (Cicolallo y Figueredo; también dos libres de Argentinos Juniors: Niro y Tortoriello; dos préstamos de Rosario Central: Salinas y Miguel Ángel Juárez; y el veterano y nunca destacado arquero Miguelucci. Faltando dos fechas las posiciones son: Banfield y Quilmes 39; Platense. Unión, Racing, All Boys y Chacarita 38; Gimnasia LP y Lanús 37, Temperley 34 y Ferro (ya en la “B”) 23. Así llega el match con Chacarita en que con un empate, y teniendo en cuenta que los rivales quedaban libres en la última fecha, Platense se salvaba. En otra desastrosa tarde del arquero (como la ocurrida frente a Huracán poco antes 58


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o varias al comienzo del certamen), gana Chacarita 3 a 2. Platense debe ir a Avellaneda en la última jornada a jugar con Racing, que necesitaba un punto para salvarse, pero nos gana 1 a 0. Ya estaba nuestro descenso cuando el triunfo de Rosario Central sobre Lanús en Buenos Aires, nos llevó a un partido desempate con los granates en el que a través de 22 penales y en match sin antecedentes en el fútbol, salvamos la división. Llega la noche del 16 de noviembre de un partido desempate por el descenso con Lanús que concluiría en las primeras horas del día 17. Fue en la cancha de San Lorenzo y no hubo ni goles en el partido (un cabezazo de Zárate dio en el travesaño faltando 5 minutos) ni en el alargue de 30 minutos. Comenzó el insólito suplicio de los penales para definir con su carga de tensión en estadio colmado, calor agobiante y asistiendo detrás del arco de avenida de La Plata -donde se ejecutaron los remates- al más alienante sufrimiento de simpatizantes que sirva para la imaginación más fértil. Miguelucci tiene cuatro penales y queda inscripto como paradójico héroe del descenso evitado (a fin de año fue declarado libre. Crónica titula: “La epopeya de Miguelucci”. Otros del mismo tenor. Ficha del partido Fecha: 16 / 11 / 1977 Árbitro: Roberto Barreiro Resultado Final: Platense 0 (8) Lanús 0 (7 Cancha: San Lorenzo (Viejo Gasómetro Recaudación: $ 13.738.050 (24.750 entradas 59


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Platense: Miguelucci; Rivero, Peremateu, Belloni y Gianetti; Niro, Morelli (87’ Miguel Ángel Juárez) y O.Pérez; Orlando (75’ M. Arturo Juárez), Pinasco y Ulrich (capitán). DT: Juan Manuel Guerra Suplentes: Del Prete, Ginanni y Gómez. Lanús: Sánchez (capitán); Zárate, Giachello, Barrera y Benejú; Pachamé, Moralejo y Ribecca; Barú (81’ Crespo), Cárdenas y Clausi (65’ Coria) y Toscano. DT: José María Silvero. Suplentes: Stobbia, Canio y Castellanos. Resultado después de los 120’ (90’ + 30’ de alargue): 0a0 Definición por penales: Primera serie de 5 penales: Por Platense convierten M. Arturo Juárez, Belloni, Pérez y Ulrich; Sánchez se lo ataja a Gianetti. Por Lanús marcan Cárdenas, Pachamé, Ribeca y Moralejo; Miguelucci se lo ataja a Coria. Segunda serie de 2 penales: por Platense anota M. Ángel Juárez; desvía Niro. Por Lanús marca Zárate; Miguelucci le ataja a Benejú. Tercera serie de 2 penales: por Platense convierten Rivero y Pinasco; por Lanús, Barrera y Giachello. Cuarta serie de 2 penales: por Platense desvía Peremateu y convierte M. Arturo Juárez. Por Lanús, Miguelucci se los ataja a Rubén Sánchez y Cárdenas.

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De mendigo a nuevo ídolo

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smar Miguelucci hasta ese momento era resistido por la gran mayoría de los hinchas de Platense. Hoy, a más de 35 años de ocurrida la proeza frente a Lanús en el Viejo Gasómetro de avenida La Plata, el ex arquero se transformó en uno de los mitos vivientes para cualquier fanático Calamar. Dicen que la justicia es lenta pero a la larga llega, y a continuación se expone un claro ejemplo que reivindica estas palabras: “yo llegué al club de la mano de mi compañero Osvaldo Pérez, él me hizo entrar pero a mi en la vida nadie me regaló nada. Jugué en San Lorenzo de Mar del Plata, Argentinos Juniors, Quilmes y también en Colombia. Fueron casi veinte años de mi carrera a los cuales les dediqué mi vida, es más, hoy con 63 pirulos no se lo que es un cigarro o un vaso de whisky. Siempre hay un grupo que insulta o duda del profesional pero sin embargo, en lo personal, me trató muy bien la gente de Platense. Sólo me queda el agradecimiento para con ellos. Cuando me incorporé al plantel después de pasar por el club de la Paternal, con Guerra hicimos la pretemporada en el predio ubicado de Del Viso. Allí el utilero del plantel me dijo que se sorprendió mucho con mi estado y la profesionalidad con la que trabajaba yo. El creía que venía de última. El viejo (Juan Manuel Guerra) que Dios lo tenga en la gloria, fue un fenómeno. Su mensaje era muy claro y dijo que había que estar preparado para las tres circunstancias que podrían darse. Si ganábamos el partido, mejor, sino quedaban los dos suplementarios y por último los penales. Quizás muchos no saben como me preparaba. En la semana previa atajé infinidad de penales, si bien hay que contar con cierta de dosis de suerte, el mérito es compartido porque 61


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fuimos muy precavidos y trabajamos duro. La noche contra Lanús fue la mayor alegría de mi vida, creo que solo se puede comparar con el nacimiento de mis hijos. En el momento no me di cuenta lo que habíamos conseguido. A medida que pasaban los días, caí y entendí que el club seguía en primera por nosotros. Jamás olvidaré el instante en que contuve el último penal. Es mentira que insulté a la popular solo descargué tensión y bronca golpeándome en el pecho y festejando con la multitud, la presión que teníamos -amén de que yo me olvidaba de todo durante el partido- era enorme. Nada más que eso. La noche anterior, en la concentración, mis compañeros me habían festejado el cumpleaños. Eso demuestra que estábamos tranquilos y confiados. Hice lo que tenía que hacer. Siento que cumplí, pero no pueden tenerme como a un dios. El cariño y el afecto del hincha fue y es impresionante. Me mandaban cartas a mi casa, me llamaban por teléfono, en la calle me paraban y lloraban. Otros se arrodillaban ante mi y yo me moría de vergüenza, les imploraba que se levantasen y no hicieran papelones. ¿Cómo iba a sentir rencor con el hincha? “. Hoy, alejado del futbol ya que se cansó de lo que rodea a este deporte, es el encargado de una inmobiliaria y en sus ratos de ocio disfruta con sus seres queridos la casa de fin de semana que tiene. “Antes no cobrábamos los sueldos de ahora. A mi no me faltó nada y con el trabajo que realizo en la actualidad vivo tranquilo y feliz, acompañado de mi familia”, narra el exnúmero uno. Feliz, como esos más de 20 mil hinchas que sufrieron, lloraron y rieron en la recordada noche del 16 de noviembre de 1977. Aunque la justicia suele darle la espalda a los que más sufren, siempre hay excepciones. Y ésta, fue una de ellas.

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CAPÍTULO TRES

Petit Torneo 1979 Hoy creo en Dios

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egún el diccionario enciclópedico de la historia del fútbol argentino, se llama mística a “la fuerza espiritual que caracteriza a un equipo, más alla de sus virtudes técnicas, y donde todos los integrantes están imbuidos de una motivación especial, compenetrados en el objetivo a cumplir”. Sin lugar a dudas, es la mejor definición para caracterizar al conjunto de Platense que se salvó de descender en el Torneo Metropolitano de 1979. El equipo Calamar dio muestras una vez más en su historia que lo que parece imposible se hace realidad. Ese año el descenso se definió de manera particular: se formó un cuadrangular con los dos últimos de las dos zonas de diez equipos y jugarían todos contra todos a dos vueltas. Sólo el que lograra salir primero continuaría en la Primera División. Platense terminó en el último puesto en la Zona A y por eso fue condenado a jugar, al que se denominó, Petit 63


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Torneo. Su desempeño fue uno de los peores en toda su historia: perdió 14 partidos, empató en 2 jornadas y solo ganó en esa misma cantidad de encuentros. Era el primer candidato al descenso porque era el que peor llegaba. Sus otros rivales fueron Gimnasia y Esgrima de La Plata (3 ganados, 2 empatados y 13 perdidos), Atlanta (0-9-9) y Chacarita Juniors (2-5-11). Todos daban por muerto a Platense. Pero apareció la mística, esa que lo acompañó en muchos momentos de su historia. Carlos Picerni, integrante de ese plantel (en Platense jugó 100 partidos y convirtió 2 goles), recordó cómo fueron los momentos previos: “Estuvimos encerrados los 45 días antes del comienzo del torneo, y ahí empezó a gestarse el equipo”. Claudio Ginanni, marcador de punta de aquel equipo e hijo del presidente de esa época, Alfredo Ginanni, remarcó la preparación realizada para encarar el cuadrangular como una de las claves del éxito: “Nos concentramos en el Hotel Internacional de Ezeiza. Ahí encontramos toda la tranquilidad y el grupo se hizo fuerte. Fue en ese momento cuando empezamos a comprender que no podíamos perder”. Además, Platense no festejó solamente haber conseguido la hazaña de salvarse del descenso, ya que en la primera fecha del Petit que se disputó contra Gimnasia se inauguró el Estadio Ciudad de Vicente López, la nueva casa Calamar.

Somos locales otra vez Una de las claves para que la hazaña se concretara fue que el equipo de Saavedra volvió a tener cancha propia. Platense estuvo haciendo de local en varias canchas 64


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durante ocho años, ya que en el año 1971 perdió su mítico estadio ubicado en las calles Manuela Pedraza y Crámer. Seguramente, con las reglamentaciones actuales del Comité de Seguridad, la cancha de Platense no hubiera sido habilitada para esa fecha. Todavía había materiales de construcción en los costados y los accesos eran precarios, pero las ganas de jugar eran enormes. No sólo para tener la ventaja deportiva, sino para sentirse otra vez como locales. Alfredo Ginnani, presidente de la institución en ese momento (estuvo como primer mandatario durante los períodos 79/81 y 82/84) y uno de los grandes impulsores de la construcción de la nueva cancha, recuerda con precisión esos momentos: “Había restos de obra por todos lados y se dificultaba la realización del partido. El intendente de Vicente López no quería jugar el partido, no así el Secretario de Obras Públicas de la zona. Estuvimos reunidos el día anterior durante siete horas para convencer al intendente. Luego de arduas negociaciones conseguimos el permiso junto a uno de los grandes responsables de la realización del estadio, el gran arquitecto Osvaldo Haedo”. Atrás quedaba la pesadilla de jugar en canchas como Atlanta, Chacarita y hasta la de Tigre. “Llamé por teléfono a Julio Grondona (estaba en su primer mandato como presidente de la AFA) diciéndole que si quería le llevaba el permiso para jugar hasta Avellaneda. Pero él confiaba en mi palabra y me dijo que se lo alcanzara la semana próxima. Al otro día, estuvo en la inauguración del estadio y en un discurso muy emotivo que preparé le agradecí por su gesto y saludé fervorosamente a los principales hacedores de que el sueño se cumpliera: todos los hinchas, socios y simpatizantes de Platense”, 65


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rememora emocionado el por entonces presidente, y agrega: “Realmente la construcción del estadio fue fruto del esfuerzo mancomunado de todos, socios que nos quedábamos hasta altas horas de la noche en trabajos diferenciados: levantábamos paredes, poníamos el alambrado, hacíamos de todo”. De esa manera Platense logró tener su nueva cancha que había sido proyectada en las tierras que al club le pertenecían hace tiempo: fueron adquiridas en el año 1947 con el interventor Carlos Seeber y con la fundamental acción del dirigente Alejandro Mariani Dolan, quien fuera posterior presidente en el período 1954/56. A través de un préstamo del gobierno nacional, al mando del general Juan Domingo Perón, Platense firmó el boleto de compra de 33.002,73 metros cuadrados a un precio de $ 1.672.120. Originariamente, el proyecto consistía en la realización de un estadio cuyo nombre iba a ser el “17 de Octubre”, en homenaje al día de la lealtad peronista. El golpe de estado del año 1955 en el país frustró ese proyecto y las obras se paralizaron. En 1958 las autoridades del club decidieron mudar la parte social y deportiva de Manuela Pedraza a las tierras de Vicente López. En la década del 60 se incorporaron las piletas de natación, que tuvieron su gran adhesión popular, se construyeron canchas de tenis, vestuarios para socios, departamento médico, confitería, y otras instalaciones más. Con la pérdida del estadio de Manuela Pedraza y Crámer en uno de los peores años de la historia Calamar (1971), las tierras de Vicente López volvieron a ser la esperanza para recuperar la casa propia. En 1974, y luego de años de los que Platense tuvo que afrontar juicios y la pérdida de la categoría, se 66


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reanudaron las obras para el estadio Ciudad de Vicente López, como finalmente se llamó. Para eso se vendió la sede que el club tenía en el barrio de Nuñez. Pero la tarea no fue sencilla y Alfredo Ginnani lo cuenta: “La empresa quería construir la cancha en un pozo. Nosotros nos negábamos porque se iba a perder la tierra, muchos espacios no se iban a aprovechar. En una reunión importante en el Sindicato del Caucho salió el proyecto de cómo encarar la construcción. El arquitecto Haedo hizo todos los planos sin cobrar un peso y peligrando su trabajo porque pasaba horas en el club. De él, y del arquitecto Alberto Zacheo, tengo los mejores recuerdos de toda esa gesta”. Ambos fallecieron y hoy en día las plateas del estadio llevan sus nombres.

El debut

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a expectativa era muy grande. Y la fiesta fue espectacular. El 22 de julio de 1979 fue el día de la inauguración de la cancha y del Petit Torneo, frente a Gimnasia y Esgrima de La Plata. Los esfuerzos de todos los calamares unidos concretaron el sueño: el estadio Ciudad de Vicente López. “Nunca viví una cosa igual, junto al alambrado estaba toda la gente apretada, el aliento salía por todos lados, lo de la hinchada fue terrible”, recuerda Claudio Ginanni, jugador de Platense en dicho encuentro. Una hora antes del partido la cancha estaba repleta. Toda la familia se hizo presente en el primer partido del torneo por la permanencia, esperando el milagro que finalmente llegó. Figuras de la talla de Julio Cozzi, Vicente Sayago y el gran Roberto Goyeneche estuvieron 67


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presentes en el flamante estadio. Todos los Calamares eran conscientes de que jugar de local le traería mejores resultados. Esto se vio reflejado en los posteriores resultados, ya que Platense recién perdió el invicto en esa condición al año siguiente (el 13 de julio de 1980, cuando Colón lo venció por 1 a 0). El partido contra el Lobo fue durísimo, muy trabado y con pocas situaciones de gol. La más clara la tuvo Platense, en los pies de Miguel Angel Juárez; con el arquero vencido, el puntero izquierdo la tiró por arriba del travesaño. Pero el goleador ya iba a tener su revancha. Y de qué manera. El final marcó incertidumbre en los hinchas, pero la alegría de recuperar el tiempo perdido fue interminable en todos los feligreses Calamares, que unos días después debían marchar a Villa Crespo para enfrentar a Atlanta.

El primer triunfo

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latense jugó la segunda fecha, en un estadio conocido, ya que entre 1972 y 1979 hizo de local en 126 presentaciones en la cancha de los Bohemios y, por lo tanto, colmó las tribunas de madera en Villa Crespo. En su gente se vio también otra de las claves de la victoria: la multitud que llegó desde Saavedra colmó de banderas y cantos efusivos como si la permanencia estuviera asegurada, y en realidad faltaba mucho para conseguirla. En el primer tiempo del partido no se sacaron ventajas. En cambio, en la segunda parte iba a aparecer una de las explicaciones por las que Platense ganó el torneo: los goles de Miguel Angel Juárez. El primero a los 6 minutos 68


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y el segundo a los 39, para conseguir el triunfo. Filipeto había puesto el transitorio empate. Fue el primer triunfo Calamar y el comienzo de una racha de excepción en la historia, en la que ganó cinco partidos de manera consecutiva. La caravana desde Villa Crespo hasta Saavedra asi lo ratificó. Nacía otra victoria del fantasma del descenso.

El funebrero comienza a enterrarse

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otivado por el primer triunfo, el equipo de Vladislao Cap recibió a uno de sus acérrimos rivales en el estadio Ciudad de Vicente López. Si bien Platense tomó la iniciativa del encuentro, el que se adelantó en el marcador fue el equipo de San Martín, por intermedio de Ugarte. De todas formas, el gran fútbol Calamar que tuvo como estandarte al “Mono” Petti dio un vuelco en la historia del partido. Quince minutos más tarde se produciría el empate por intermedio de Juárez, convirtiéndose en el primer gol oficial de Platense en la nueva cancha. En el segundo tiempo, a los 26 minutos, el goleador Juárez puso el 2 a 1 definitivo y desató la locura en toda la gente vestida de blanco y marrón. De esta manera, Platense marchaba primero en las posiciones junto a Gimnasia, ambos con 5 puntos. Se tenían que volver a enfrentar en la fecha siguiente, pero esta vez en La Plata. Era el partido clave, el que lo ganaba iba a tener grandes posibilidades de lograr la salvación. Por fortuna, Platense lo entendió perfectamente.

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Abran la puerta: ¡Llegó Platense!

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in dudas, Gimnasia era el equipo al que todos veían como candidato a ganar el minitorneo. Era el que mejor jugaba y se lo conocía como “el equipo del gobierno”.Era la época de la dictadura más sangrienta en nuestro país y en las plateas del Lobo estaba alentando el Almirante Massera, por entonces vicepresidente defacto de la Nación. El partido empezó mucho antes de jugarse: la gente de Gimnasia hizo una fiesta que incluyó fuegos artificiales, bailarinas, cantantes de tango y tampoco dejó pasar a los jugadores visitantes hasta 45 minutos antes del comienzo del partido. El expresidente Ginanni cuenta como fue ese día: “Estuve desde las diez y media de la mañana revisando todo, cada detalle, por donde iba a entrar a la gente de Platense ya que me preocupaba mucho. Nos dieron un costado de la tribuna y tuvimos que ir todos apretados. Para colmo, al micro del plantel lo querían hacer entrar por otra puerta, donde estaba la gente del local esperándonos con todo lo que tenían a mano para tirarnos”. Y Ginnani recuerda a un hincha Calamar muy particular: “Había un teniente coronel de apellido Lagomarsino que, además de hincha de Platense, era jefe de policía. Cansado de esperar después de 45 minutos y al ver que al equipo no le abrían las puertas tomó prestada la ametralladora de un policía y les apuntó para que abrieran la puerta y así evitaran una tragedia. A los diez minutos los muchachos estaban precalentando y concentradísimos para el partido”. A la parcialidad visitante poco le importó toda la fiesta de los locales y acompaño al equipo trayendo alrededor 70


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de 15 micros desde Saavedra, una verdadera multitud. Es que en realidad, fiesta es la que dio Platense adentro de la cancha. El partido más difícil en los papeles, fue el más fácil a la hora de la práctica. A los 16 minutos, un excepcional disparo de Petti y a los 29, otro gol de Juárez, edificaron un triunfo que podría haber sido más abultado, pero que fue suficiente para que el público local, que había hostigado a los jugadores Calamares, aplaudiera de pie. El regreso a casa de todos los micros enfundados en banderas marrones y blancas figura en las retinas del hincha Calamar como uno de los mejores recuerdos. Mucha gente de la ciudad salió a festejar y saludaba desde las calles el paso de la caravana. Eran los hinchas de Estudiantes. Y así fue como nació una amistad que aún perdura.

Sin el goleador para el último partido Quedaban dos partidos en el torneo y Platense marchaba primero con dos puntos de diferencia sobre Gimnasia. Atlanta estaba casi condenado y eso se reflejó en el juego, en donde el equipo de Saavedra fue netamente superior. El encuentro se ganó con un gol de Juárez a los 42 minutos del primer tiempo, pero la expulsión que sufrió el goleador a los veinte minutos del segundo tiempo lo obligó a ver el último partido contra Chacarita, en San Martín, desde las tribunas. Mientras tanto, Gimnasia había ganado su encuentro y se mantenía en la segunda colocación a dos puntos de Platense. La hazaña se hacía esperar. 71


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¡Platense se queda!

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n una cancha en la que Platense estaba acostumbrado a ganar y a salvarse del descenso (el año anterior había salvado la categoría ganando en la última fecha por 1 a 0 con gol de Ríos) se definía el Petit Torneo por la permanencía en la máxima categoría. Una vez más –como en todas las jornadas de este tortuoso certamen- la hinchada de Platense dio un espectáculo maravilloso. Sin lugar a dudas, todo el respeto que se ganó la entidad Calamar a través de los años y que aún continúa, fue debido a su multitudinaria parcialidad, que ese día triplicó en número a la gente de Chacarita que, si bien había descendido, vivió el partido como un clásico. El trámite fue aburrido pero jugado a “cara de perro”. El conjunto local ya había perdido la categoría pero quería impedir que Platense se salvara. Lamentablemente para el hincha de Chacarita, una vez más la historia le iba a dar la espalda: con goles de Pesoa y el gran “Mono” Petti, el Calamar ganó 2 a 1 y se quedó en primera, mandando al “Funebrero”, al “Lobo” y al “Bohemio” a la B.

Violencia es mentir

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uando la parcialidad visitante se retiró festejando, sus pares de Chacarita fueron a su búsqueda con cantos provocativos y arrojando proyectiles. Los barras Calamares respondieron la agresión y cuando la pelea se generalizó, apareció el accionar policial. Fue en esos momentos cuando se escucharon varios disparos de 72


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armas de fuego que dispersó a la multitud y dejó como un saldo un muerto y varios heridos. Ricardo Castro Jofré, de 34 años, casado y con tres hijos, recibió un balazo en la cabeza cuando se retiraba contento por el triunfo de Platense. El muchacho era muy conocido en el club y hacía un tiempo que no asistía a los estadios. “Cuando el árbitro Romero hizo sonar su silbato declarando la finalización del cotejo, toda la parcialidad de Platense saludó alborozada el éxito que significaba su permanencia en la “A”. La mayor cantidad de hinchas Calamares se ubicó en la tribuna que da a la calle Mitre, sin que nada raro ocurriese. En forma imprevista cuando la hinchada visitante ya se retiraba, desde la mencionada calle un grupo de adictos a Chacarita agredió con proyectiles a la gente de Platense (…) A unos metros de la cancha los hinchas se trenzaron en una batalla con ribetes dramáticos. La gresca tuvo su momento cumbre en la intersección de las calles Estrada y Berutti. Según testigos presenciales, primero hubo corridas, posteriormente se originó una intensa pedrada para luego esgrimir armas de fuego”. Con estas palabras se refirió el diario Crónica al hecho. Lo curioso es que, en ningún momento, se puso en duda en dicho matutino el accionar policial (hay que recordar que el país se encontraba en pleno Proceso de Reorganización Nacional, la última dictadura que gobernó en la Argentina). “La policía hizo esfuerzos por evitar estos hechos pero pudo más la barbarie desatada que el llamado a cordura formulada por las autoridades policiales (…) Todos nos preguntamos donde están aquellas multitudes eufóricas pero ordenadas, enemigas de desórdenes y depredaciones, que fueron 73


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características del mundial del año pasado”, describía Crónica. Alfredo Ginanni recuerda el hecho: “Cuando salí de la cancha oí un tiro y salí corriendo, estaba con mi mujer y mis hijos. Al hincha yo lo conocía, él y el hermano eran conocidos del club. Cuando nos enteramos de la noticia nos amargamos mucho. Rápidamente, llamamos a la familia, la acompañamos al entierro y pusimos los abogados que posteriormente mandaron preso al responsable del hecho. Me acuerdo que estaba la duda en que si era o no policía el asesino. Lo cierto es que la gente que lo vio observó que dicho personaje estaba de civil y tiró a matar”. El hecho empañó la fiesta y alejó de las canchas a muchísima gente. Lamentablemente, hechos como este se vivieron en los posteriores veinte años de nuestro país y siguen siendo un flagelo difícil de terminar.

Crónica del diario Popular (lunes 27 de agosto de 1979)

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on un triunfo categórico que puedo ser más amplio en las cifras, Platense se adjudicó “el torneo de la muerte” y logró conservar la categoría luego de una lenta y angustiante agonía prolongada durante seis domingos. El 2-1 final sobre un apagado Chacarita Juniors le brindó a los “calamares” la posibilidad de saborear la dulce alegría de permanecer en primera división, una vez más, después de tres años consecutivos donde estuvo al borde del abismo. La vuelta olímpica posterior al pitazo definitivo del árbitro Romero le puso un broche de oro a la excelente campaña a los de Saavedra. Y con el saldo de haber contado entre sus filas a un 74


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hombre que fue revelación del minicampeonato culminando su actuación ubicado al tope de la tabla de goleadores con seis tantos: Miguel Ángel Juárez. Con un partido menos jugado, el último en San Martin, el delantero estuvo ausente de la fiesta porque celebró la conquista de la hinchada y en el jubiloso tablón de los visitantes. Con los ojos puestos en la gramilla “funebrera” pero los oídos pegados en las portátiles pendientes del encuentro Atlanta-Gimnasia. Comenzó el encuentro. El primer tiempo sólo puede recibir un calificativo y es el de totalmente mediocre. Tal como lo había adelantado el chacaritense Pena, poco antes de iniciarse el match, el condenado conjunto local saldría al campo a jugar “con total y absoluta tranquilidad”. En el pronóstico del atildado defensor en su nueva versión de volante ofensivo, sería Platense quien debería hacer el gasto. Sin embargo, los primeros minutos desmintieron al equipista. Un leve predominio de juego a favor de los tricolores, al influjo de su propio declarante, pareció insinuar que el trámite adquiriría un cariz inesperado. Pero la soledad de Pena en la gestión caudillesca y de abanderado ofensivo de Chacarita fue factor decisivo para que todo fuera diluyéndose con el correr de los minutos. Giordano sucumbió absorbido por la marca compartida de Morelli y Grimoldi y el habiloso sanjuanino Delgado, quien se tiraba unos metros atrás para recibir, fracasó ate el multitudinario enjambre de piernas que Platense estructuró en su última línea. Revivió la visita alrededor de los 15 minutos. El excepcional trabajo del “toro” Morelli y del volante Picerni en lucha por la propiedad del mediocampo comenzar a crear un vuelco en las acciones. Obstruyeron, molestaron, y tras un enorme desgaste físico que se prolongó a lo largo de los noventas minutos, terminaron por adueñarse de la fundamental zona 75


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de gestación. Fue así como por propia gravitación, llegó el primer tanto de los “calamares”. Grimoldi arrancó desde tres cuartos de cancha con un espacioso terreno de juego por delante para llegar a posiciones de gol. Inmediatamente, tocó para Petti quien de espaldas al arco y marcado por Raschia devolvió la entrega de su compañero. Rápidamente Grimoldi abrió el juego a la derecha por donde entraba Pesoa solo sin marca y su derechazo rasante superó la estéril estirada del juvenil Vijande. Un verdadero golazo por la velocidad de la gestación y por la contundente definición. Se replegó el ganador a partir de su primera conquista. Y allí fue donde quedó al desnudo la impotencia ofensiva de su contrincante. Una variante táctica ensayó el “conejo” Anibal Tarabini, técnico de los “funebreros”, para el segundo tiempo. Hizo ingresar a Fridman por Raschia produciendo un movimiento posicional en el esquema del conjunto. El recién ingresado fue a ocupar la punta izquierda del ataque. Delgado se paró en posición de número diez adelantado en el campo, se retrasó Pena hasta el fondo de su defensa y murieron así, las últimas posibilidades de progresar en el campo de los locales. Pena, en función de “llanero solitario” encabezaba hasta ese momento, los avances. Al replegarse acompañado de Sandoval como último hombre de la línea de zagueros, Chacarita regaló prácticamente una amplia franja de terreno para que se organizaran los contragolpes de Platense. A los once minutos de la divisa marrón, en brillante maniobra aseguraron el triunfo. Gilé tocó para Grimoldi, éste entregó a Petti y el piloto tras eludir al arquero lo venció con remate sesgado. El partido creció en emotividad y se sucedieron las situaciones frente a los arcos. Corrían 36 minutos cuando Giordano luego de un despeje corto y desde el borde del 76


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área sometió a Varise. Pero la masiva búsqueda del empate casi derivó en una goleada. Dos pifiadas de Petti y la pierna de Lavoratto en otra ocasión, lo impidieron. Guyón por su parte, salvó a su arco de una segura caída. Telón, brazos en alto, festejos y una tarde que se tiñó de marrón. Ficha del partido 26 de agosto de 1979 CHACARITA 1 (77´Giordano) Vijande, González, Raschia (Fridman), Sandoval, Lavorato, López; Pena, Giordano, Benitez; Delgado, Gizzi. DT: Anibal Tarabini PLATENSE 2 (23´Pesoa, 57´Petti) Varise, Gianetti, Papandrea (Sánchez Sotelo), Guyón, Ginanni; Picerni, Morelli, Grimoldi, Pesoa; Petti, Gillé. DT: Vladislao Cap Árbitro: Jorge Romero Cancha: Chacarita

Cap: El apellido ideal

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ladislao Wenceslao Cap fue el director técnico del equipo Calamar que logró la hazaña. El “polaco” supo ganarse el cariño del plantel y de la gente por su trabajo y humildad. “Tengo el mejor recuerdo de Cap, nos ordenó como equipo, nos dio una identidad y prácticamente fuimos invencibles. Ese plantel fue la base del torneo siguiente, que terminó con una de las grandes campañas de Platense” rememora Claudio Ginanni. Al terminar el partido contra Chacarita Juniors, la mayoría del plantel le dedicaba la victoria a su 77


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entrenador, por el apoyo brindado al “Polaco” como “un técnico bárbaro que siempre nos hablaba y motivaba, recuerdo que en la primera charla nos dijo que había que empezar de cero, que peor que la primera rueda no podíamos jugar”. El expresidente Alfredo Ginanni afirma que “la contratación de Cap fue clave: sacó a jugadores que ya habían cumplido un ciclo y armó el plantel. Siempre le dábamos lo que quería porque sabíamos que era serio y humilde, y eso era lo que necesitábamos”. Uno de sus hijos pródigos, el “Mono” Petti, cuenta una historia que caracteriza la relación que el “Polaco” tenía con sus dirigidos: “Antes del partido con Gimnasia, en La Plata, se me acercó y me dijo que vaya a comprarle cigarrillos, un paquete para él y otro para mí, con la condición de que le ganáramos a Gimnasia. Yo lo miré un poco sorprendido y le contesté que se quedara tranquilo, que los dos puntos iban a ser nuestros. Ahí me di cuenta que sabía todas nuestras cosas ya que en ningún momento yo mostraba el hábito de fumar en el club, estaba siempre y nos motivaba”. Quizás las palabras que pintan de cuerpo entero a la personalidad de Cap están reflejadas en las que él mismo dijo en el momento de ganar el Petit Torneo de 1979: “Estoy muy feliz pero les quiero recordar a todos que este triunfo no es mío, es de los jugadores, ellos se merecen todo el reconocimiento”. Así era el padre de una de las hazañas más grandes de la historia de Platense. Tres años más tarde, el 10 de septiembre de 1982, falleció víctima de un cáncer mientras dirigía a River Plate. Fue un caballero que se ganó el respeto de todos.

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El “Mono” Petti

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a gran figura del cuadrangular fue José Luis Petti, uno de los más grandes baluartes en la historia de Platense. El “Mono” jugó en el Calamar en los períodos 1973/1979 y 1982/83, con 190 partidos y 42 goles en total. Este jugador surgido de las divisiones inferiores, que comenzó su carrera como jugador en la durísima “B” (se le recuerda un gol a Deportivo Morón en 1975 con características similares al tanto de Diego Maradona a Inglaterra en el mundial de México ´86), fue el gran estratega de Platense y uno de los que más ayudo para que la “Bruja” Juárez fuera el goleador del Petit con 6 conquistas en 6 partidos. “Me acuerdo que habernos salvado del descenso fue algo increíble, porque empatamos el primer partido y después ganamos todos los demás. Nunca me voy a olvidar del gol que le hice a Gimnasia y la gente saludándome por la ruta cuando volvíamos de la cancha”, recuerda Petti desde Mar del Plata, ciudad en la que vive desde hace algunos años. Todos aquellos Calamares que no pasan las dos décadas han escuchado infinidad de historias, anécdotas y relatos de jugadas de él. Muchos hinchas de mayor edad se han hecho de Platense por este señor y hasta hay algunos que lo llegaron a comparar con Diego Maradona. “Los que hacen tamaña comparación son demasiado fanáticos de Platense. Diego no se puede comparar y no creo que haya alguien que pueda llegar al nivel de él. Tuve la suerte de acompañarlo en entrenamientos y charlas y puedo decir que es el mejor del mundo”, asegura humildemente el “Mono”. Uno de sus compañeros de ese plantel, Claudio Ginnani, lo recuerda como “un tipo bohemio, muy despistado pero 79


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de gran corazón. Nunca sabíamos con qué iba a salir ya que su vida era igual adentro y afuera de la cancha. Un día, al término de un entrenamiento, abrió el baúl del auto porque sentía olor a podrido: ahí se dio cuenta que hacía una semana había ido a pescar y no había sacado los pescados de adentro del coche”. Era muy querido por el plantel y por eso tiene palabras de afecto para todos: “Eramos un grupo excepcional, tipos como Morelli, Ulrich y el negrito Juárez fueron los grandes amigos que coseché en el fútbol”. Como no podía ser de otra manera en esta clase de jugadores, el último gran momento del campeonato fue obra de Jose Luis Petti: en el partido final contra Chacarita, en San Martín, y con el marcador a favor de Platense por 1 a 0, el “Mono” hizo una gran pared con Pesoa y eludió a la defensa rival para conectar un hermoso zurdado que selló la permanencia en Primera División y la inmortalidad en las páginas que se escriben sobre los hechos del Club Atlético Platense.

El premio

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o realizado por Platense en este cuadrangular sigue catalogado como una verdadera hazaña. Hay que recordar que estos mismos jugadores habían perdido 14 de los 18 partidos del campeonato regular y solamente habían ganado en dos ocasiones. Era un equipo que estaba golpeado anímica y mentalmente. Por eso, todos los integrantes de ese grupo, coinciden que fue fundamental la larguísima concentración que realizaron y la palabra del director técnico Vladislao Cap para remontar una situación que 80


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parecía irreversible. Fue de esta manera en que los jugadores pudieron dejar de lado la pésima campaña que habían realizado hasta el momento y volver a creer en ellos mismos para salir a jugar las 6 finales del Petit Torneo. Y, por supuesto, también fue vital la inauguración del estadio y para la cual se trabajó mucho para que pudiera ser habilitado a tiempo como lo contó el por entonces presidente Alfredo Ginnani. Fue el mismo “Don Alfredo” quien al finalizar el partido en San Martín saludo a todo el plantel –muy emocionadoy les comunicó a los jugadores que, por haber mantenido la categoría, recibirían un premio de $100.000.000 de la época a repartir entre todos.

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CAPÍTULO CUATRO

2 de mayo de 1987 De puro guapo

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ualquier suceso o cosa rara, extraordinaria y maravillosa. Esa es la definición que arroja el diccionario cuando se busca la palabra “milagro”. Y, francamente, lo sucedido aquella tarde en el Monumental reúne todas esas condiciones. Fue raro, extraordinario y, por sobre todas las cosas, maravilloso. Faltando 25 minutos para que terminara el campeonato, Platense perdía 2 a 0 contra River y sentenciaba, de esta manera, su descenso a la “B”. Ni la igualdad le servía, sólo valía la victoria para poder forzar un desempate con Temperley. Menos de media hora para torcer una historia que parecía tener un final escrito con lágrimas para la gente de Saavedra. Pero el fútbol es la lógica de lo impensado y muchas veces da lugar a sucesos como éste. Los milagros siempre traen consigo semidioses que son capaces de hacerlos realidad aún en las circunstancias más adversas. Y esa tarde el héroe tuvo nombre y apellido: Miguel Ángel Gambier. El hombre que nació el 83


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26 de junio de 1961, en Pellegrini, provincia de Buenos Aires, entró al campo de juego faltando 30 minutos para que finalizara el partido y anotó los tres goles con los que logró devolverle el alma al cuerpo de Platense. River no se jugaba nada en ese partido. Era la última fecha del campeonato y no tenía chances de ser campeón. El título se lo disputaban los dos equipos rosarinos. Central, que el año anterior había ascendido de la “B” y finalmente fue el ganador, y Newells. La Lepra ya había vencido por 4 a 1 a Italiano y esperaba a que el equipo del sur de Buenos Aires lograra una victoria para poder alcanzar un partido definitorio con su clásico rival para consagrar al campeón. Rosario Central y Temperley arreglaron el empate, que era lo que le convenía a los dos. Cada uno con un punto lograba su objetivo: salir campeón y mantener la categoría respectivamente. El partido terminó 1 a 1 – como era de suponer- y todos contentos festejando lo suyo. River Plate estaba ganando 2 a 0 cómodamente en el Monumental y nadie suponía lo que iba a ocurrir minutos después. Miguel Ángel Gambier ingresó en el segundo tiempo y anotó, en menos de media hora, tres goles que dieron vuelta la historia en favor de Platense, que de esta manera logró llegar al partido desempate con el conjunto del sur para ver quién mantendría la categoría y quién descendería a la “B”. Increíble pero real.

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El héroe

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iguel Ángel Gambier recuerda su tarde histórica y el milagro de Platense en el Monumental: “No iba a jugar el partido, estuve a punto de no concentrar. Después de ser titular todo el torneo, el Chamaco Rodríguez me informó que me sacaba, justo el día que nos jugábamos todo. Aparte no me dio ninguna explicación. A veces el técnico te saca pero te alienta, te dice que sigue creyendo en vos, que te va a volver a tener en cuenta. Nada, me sacó y listo. Por eso decidí que no iba a concentrar. Sin embargo, mis compañeros me hablaron mucho y me convencieron. Alejandro Nannini me dijo algo que me hizo cambiar de actitud: -si vos no jugás, la gente va a decir que te borraste en el último partido y no te lo merecés-, me dijo. Y acepté ir al banco. Tengo que confesar que entré pensando que estábamos liquidados. Porque ni siquiera nos dijeron que Rosario Central había empatado. Y bueno, me dije, igual voy a tratar de dejar todo lo que tengo, si perdemos que sea luchando. El Chamaco me dijo que jugara de nueve, bien de punta. La primera pelota que toqué fue gol. Alfaro Moreno mandó un centro desde la izquierda, salté con Gutiérrez y de cabeza le cambié el palo al arquero. Entró justo en el ángulo derecho, arriba. Ahora tenemos que empatar, le dije a los muchachos. Para que la gente vea que por lo menos lo intentamos. Tampoco iba a patear el penal. Ocurre que antes el encargado era yo, pero que desde que estaba Rodríguez los pateaba Nannini. Alejandro tenía un calambre y no podía, entonces dije que me lo dejara, yo estaba descansado y con la mente fresca. Me lo dejó y la toqué 85


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a la punta izquierda, más colocado que fuerte. Entró y empatamos. Era la nuestra, ahí sí teníamos que ir con todo a buscar el triunfo. En el primer tiempo River pudo hacer más goles, pero ahora nosotros los estábamos superando, se podía dar. Un segundo antes del tercero había cabeceado y se me fue pegada al palo. Pero en ésta, el centro del Gerardo González me cayó perfecto y metí el derechazo con todo. Era el tres a dos. Sentí una emoción fuerte, pero no sabíamos nada como iba Temperley. Segundos después terminó el partido y desde el banco vinieron corriendo a abrazarnos. Ahí nos etnteramos que habíamos alcanzado el desempate. ¡No sé lo que sentí en ese momento! Algo muy profundo, hay que vivirlo para darse cuenta porque fue como un milagro, que nos salváramos y que me tocara a mí hacer los tres goles después de todo lo que había pasado. Quedamos concentrados ese mismo día, esperando el partido con Temperley, y me acuerdo que nos dieron dos horas libres. Me fui a mi casa de Belgrano a celebrar con Graciela, mi mujer. Me puse muy contento por los hinchas que sufren y alentaron tanto, por mis compañeros, y por mí también porque hacía tiempo que no andaba bien con el gol y quería demostrar que nadie está exento de una mala racha. También por Mario Brandone, un dirigente extraordinario. A él le dediqué el triunfo y los goles. A Raúl Ferrari, también. Jugar acechado por el descenso es desesperante, el nerviosismo quita serenidad, precisión, porque uno no se quiere ir y en vez de jugar tranquilo hacer cualquier cosa. Ese fue el momento más feliz de mi vida deportiva. Con el Chamaco no hubo ningún problema después. Incluso me felicitó, me dijo que era una fiera, que la rompí. 86


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Alejandro Alfaro Moreno, otro de los protagonistas de aquella tarde, cuenta: “fue una de las emociones más grandes de mi carrera. Quién sabe dónde hubiera ido a parar si bajábamos. Iban veinte del segundo tiempo y River todavía nos ganaba por dos goles. Pero cuando llegan esas instancias determinantes, Platense se agranda. Y el “Pampa” Gambier, un monstruo, metió tres goles; el tercero sobre la hora. Nos abrazábamos y no podíamos parar de llorar. Antes de ese partido, en casa de mis viejos, me había preparado las llaves de un departamento que había comprado en Villa Urquiza por si perdíamos. Tenía pensado encerrarme y no atender a nadie. Fue verdaderamente un milagro, por más que muchos sospecharan que River nos entregó los puntos”. Marcelo Espina, quien estaba dando sus primeros pasos en la primera de Platense, dice: “Fue mi primer partido como titular, antes había entrado como suplentes en fechas anteriores pero contra River fue la primera fuego de mi carrera. Recuerdo que fue un encuentro duro, muy difícil y quedó en la historia del club por todo lo que pusimos y la alegría enorme que le dimos a la gente”.

Las sospechas El triunfo de Platense en el monumental, por la singular forma que sucedió, despertó una enorme cantidad de rumores. Los mismos hacían -y hacen- hincapié en que el equipo dirigido por Héctor Veira se dejó perder. ¿Por qué?, ¿Para qué? Respuestas, suposiciones y anécdotas hay de todos los colores y para todos los gustos. Hay quienes dicen que en las semanas anteriores al partido, preocupados por el promedio que tenía el 87


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Calamar y porque ya se veían definiendo su suerte en la última fecha, los dirigentes de Platense habrían hablado con Raúl Alfonsín -Presidente de la Nación por ese entonces- y fue él mismo quien se comunicó con la AFA diciendo que veía con muy buenos ojos que Platense se quedara en Primera División. Cuando River y Temperley se habían enfrentado en ese campeonato ganó el equipo de Nuñez por 3 a 1, pero luego se lo dieron ganado al Gasolero por doping positivo de Ramón Centurión, delantero Millonario. Algunos jugadores de River, molesto por esto, querían perjudicar de alguna manera a Temperley y para eso era vital el triunfo de Platense. Pero no todos pensaban igual: Pablo Erbín, defensor de River en aquel encuentro, había surgido del equipo del sur del Gran Buenos Aires y quería a toda costa ganarle a Platense. Faltando media hora para que terminara el partido, el propio Erbín hizo el gol de cabeza pero el árbitro Abel Gnecco lo anuló por una supuesta falta del defensor. Nadie le prestó demasiada atención a esto -el partido estaba 2 a 0 y parecía terminado- salvo él que le protestó muy enérgicamente el fallo al juez quien contestó: “Cállese. Arquero, ponga la pelota en el piso y juegue, el gol no vale. Pablo Erbín, ta retirado y ejerciendo la profesión de director técnico, da su versión: “Ese partido fue raro porque Platense hizo tres goles en 25 minutos. Yo venía de jugar en Temperley y sabía que sacando un buen resultado el Celeste se salvaba. Íbamos 2 a 0 ganando y erramos muchos goles, hasta me anularon un gol de cabeza que es hasta el día de hoy que no se qué me cobraron. En ese momento no sospeché nada, fue una equivocación del árbitro, un error que le puede pasar a cualquiera, de hecho nosotros nos equivocamos mucho adentro de la cancha. No vi nada 88


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raro en el partido, hubo muchos rumores de que estaba arreglado y corrieron durante un largo tiempo. Lo único que puedo decir es que yo estaba en River y nunca supe nada, ni en ese momento ni después. El destino quise que años más tarde jugara cinco temporadas en Platense. La gente de Temperley estaba enojada conmigo, pero no por ese partido, sino porque estuvo mal informada. Ellos pensaron que le hice juicio al club y yo jamás le reclamé nada. Otra historia cuenta que cuando el encuentro estaba 2 a 1 a favor de River, y quedaban pocos minutos para el final, un jugador de Platense se le acercó a Américo Gallego, volante central del Millonario, y le dijo: “Tolo, paren de correr que nos están mandando al descenso”, a lo que él le contestó: “Nene, quédate tranquilo que este partido lo van a dar vuelta”. A la jugada siguiente hubo un tiro de esquina a favor del Calamar y Gallego la bajo con la mano. Penal y gol de Gambier. También se comenta que faltando un minuto para que finalice el partido, Platense ya estaba ganando 3 a 2, Gallego cometió una falta y luego le dijo a Gnecco: “Vos hiciste tu negocio” y el árbitro respondió le respondió: “Vos también hiciste el tuyo”, y lo expulsó. Algunos hablaban por aquellos años de 100.000 australes que se habían pagado en la confitería Del Águila. El diario Olé, del viernes 15 de agosto de 1997, hizo referencia a ese partido: “Mucho se dijo cuando Platense derrotó 3 a 2 a River en la última fecha del torneo 86/87 luego de ir perdiendo 2 a 0. Porque con ese resultado forzó un desempate con Temperley (hasta se habló de que River había ido a menos, algo así como 35.000 mil australes a cada jugador). Un exjugador cuenta que cuando faltaban quince, entró Gambier y descontó. Y 89


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que, luego del encuentro, llegó el pedido de Geraldo González a Gallego. La respuesta vino con guiño: “pibe, quédate tranquilo. Enseguida, el “Tolo” bajó con la mano un centro del área: penal y 2 a 2. El milagro estaba al alcance de la mano. Y llegó en el descuento: Gambier desató la locura al empujar la pelota luego de un córner. Así pudo pasar al desempate con Temperley (lo terminó ganando 2 a 0). Alejandro Alfaro Moreno recuerda: “Salvarme del descenso en el ’87 es uno de los recuerdos más lindos de mi carrera. Fue un milagro porque estábamos condenados. Pero dejamos todo. Cuando llegamos a la última fecha teníamos todas las de perder. Incluso se comentó mucho el penal que hizo Gallego. Sin embargo, yo sé que nadie fue para atrás. Jugábamos con mucha rabia, porque veíamos que en la tribuna estaban los hinchas y nuestros familiares pensando que el equipo ya estaba descendido. Pero cambiamos la historia”. La ficha del partido Resultado: River Plate 2 – Platense 3 Estadio: Antonio Vespucio Liberti (Recaudación: 25.874,50 australes) Fecha: 02/05/1987 Árbitro: Abel Gnecco. River Plate: José Miguel; Rubén Darío Gómez, Nelson Daniel Gutiérrez, Pablo Erbín, Gordillo y Zapata; Américo Gallego, Morresi, Néstor Gorosito; Antonio Alzamendi y Salaberry. DT: Héctor Veira Platense: Fortunato, Felipe Bellini, Jorge Luis Avalos, Larramendi, Aponte, De Santo, Callipo, Marcelo Espina, 90


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Gerardo González, Alejandro Nannini y Alfaro Moreno. DT: Chamaco Rodríguez. Goles: Morresi 49´(RP), Aponte e/c 59´ (RP), Gambier 67´, 83´ -p- y 89´ (P). Cambios: 60´Gambier por De Santo y Vieta por Larramendi (P). 89´Sperandio por Gorosito y Medri por Salaberry (RP). Expulsiones: 90´ Gallego (RP).

Un referente Felipe Bellini –que actualmente vive y trabaja en Estados Unidos- rememora el increíble partido frente a River Plate: “Es imposible de olvidar para los que tuvimos la suerte de jugarlo. Yo siempre dije que debe ser algo similar a lo que se vivió en el de Platense y Lanús en cancha de San Lorenzo, la noche de los penales. Por haber sido en ese momento uno de los jugadores que más le habían escapado al descenso vistiendo la camiseta calamar era a quien más se dirigían los periodistas, y yo, a pesar de no estar del todo seguro que otra vez nos salvaríamos, tenía que de todas formas asegurar que así sería. Un poco para que nuestra gente fuera fuerte y no nos abandonara en ese difícil momento y, por otro lado, para darle confianza a los compañeros que no estaban tan seguros y que no habían vivido nada parecido hasta ese entonces. Lo peor era que mostrándome tan firme con las declaraciones, no me daba cuenta que después, al tener que enfrentarnos a Temperley, los rivales se dirigían hacia mí de una manera poco amigable. Unos días antes del partido, el Chamaco Rodríguez 91


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decidió que jugaría con un solo delantero y no con dos como lo veníamos haciendo, por eso Gambier fue al banco de suplentes. Eso había traído algunos problemas en el grupo, porque a pesar de todo estábamos muy unidos aunque existía una pequeña camarilla como las hay en todos lados, el Chamaco terminó por jugársela con los del club y le fue bien. Hay muchas cosas que pasaron previas a ese encuentro pero son cosas de vestuario y no salen de esas paredes, son sagradas. Durante el partido, en momentos que estábamos perdiendo y sabíamos del resultado del partido de Temperley, yo insultaba a cada jugador de River que me pasaba por al lado y casi llorando le pegaba trompadas o lo que fuera para que de alguna manera les entrara el temor y se tranquilizaran, ya que ellos no perdían nada en ese partido y nosotros perdíamos todo. Pero, si los jugadores de River hubiesen sido todos grandes y con mucha experiencia, quizás no se la habrían jugado como lo hicieron algunos de los pibes que estaban ese día en la cancha. Después del gol en contra de Aponte, que marcó el 2 a 0, fijé la vista en la popular de Platense y vi cosas que jamás se me olvidarán mientras viva. La gente lloraba y se abrazaba pero seguía alentando cada vez más y con más ganas, como si fuera la última vez que alentarían al equipo. Me quedé mirando eso y me dije: -Es injusto lo que está viviendo esta gente, no podemos fallar, y a pesar de que yo sabía que estábamos haciendo lo imposible para dar vuelta ese resultado, tenía que suceder un milagro, pero a ese milagro había que ayudarlo. Fue ahí donde entre unos cuantos dentro de la cancha decidimos dejar un poco la parte defensiva y dedicarnos únicamente a atacar. Por suerte el Chamaco 92


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desde el banco parece que pensó lo mismo y lo puso a Gambier. Después la historia que ya conocemos: los tres goles del “Pampa” y la euforia cuando no enteramos del resultado de Temperley. Volví a mirar a esa gente que minutos antes lloraba de tristeza y ahora se abrazaban gritando “muchas gracias marrón” y que “Platense es de Primera y de Primera no se va”. En sus caras se notaba como un agradecimiento enorme hacia nosotros que, a pesar de no haber hecho una buena campaña, les estábamos dando una de sus más grandes alegrías. Claro que todavía faltaba el partido desempate, pero para esa gente ya habíamos cumplido. Nosotros sabíamos que todavía estábamos en deuda y que recién saldaríamos en la final con Temperley. Cosa que finalmente sucedió para satisfacción de todos. Cuando alguien me comenta sobre el penal que hizo Gallego me pone muy mal. Yo le contesto que si eso hubiese estado arreglado nosotros teníamos que haberlo sabido. Lloré dentro de la cancha y vi llorar a mucha gente. A pesar de los años que pasaron si yo llegara a saber de alguien que dice tener pruebas trataría de charlarlo con él, pero quisiera que Gallego también estuviera en esa charla. No hay que olvidar que en ese partido, aparte del “Tolo” jugó Alzamendi y otros grandes, y tuve la suerte de tener de compañeros a jugadores de ese plantel de River, como el “Gato” Miguel y Erbín entre otros, y ellos siempre pensaron igual que yo.”

Comentarios en los medios La revista El Gráfico escribió: Fueron ochos veces antes Platense. Ocho veces, a ver…Por penales, en 93


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cuadrangulares, en definiciones mano a mano, en tiempo extra, por un punto, por un gol … ¿De cuántas formas, Platense, esquivaste ya ese descenso que te persigue? De todas. O casi todas. Faltaba esta, fachada inconfundible de hazañas por más que River Plate haya jugado sin varios titulares. Hazaña. Hazaña total. A los 14 del segundo tiempo Aponte en contra, 0-2. Y Temperley ganaba. Enseguida entró Gambier, ¿no? Y del baúl sin fondo de tus sorpresas, Platense, te ayudó a sacar la mayor, quizás la mayor. Tres goles, el gol de Palma en Temperley y otra vez iguales, a definir mano a mano el sábado o el domingo. Hazaña, probablemente inigualada, que hizo llorar aún a tus habituados plateístas, y gritar a la barra, y crecer la confianza, el valor… ¿Otra vez, Platense? La página 11 del diario La Razón del 3 de mayo de 1987, el día después del partido, titular bien grande: “Platense es la tienda de los milagros”. Y sobre el final de la nota, hecha por el periodista Carlos Bonelli, ya aparece el comentario sobre la famosa mano de Gallego y el gol anulado a Erbín que despertó dudas en muchos. Esta es la crónica: ¿Quién dijo que todo esta perdido? Yo vengo a ofrecer mis goles, habrá pensado Miguel Angel Gambier cuando se levantó del banco de suplentes con solo media hora por delante y con Platense, su equipo, perdiendo 2 a 0 ante River, en el Monumental, y yéndose, lisa y llanamente, al descenso. Y Gambier hizo tres goles (un cabezazo dirigido pero no fuerte que pudo haber desviado Miguel, un penal que le pidió a Nannini para patear y una hermosa media tijera abajo) y alargó la canción de Platense que con este 3 a 2 -casi imposible- tendrá que vérselas con Temperley 94


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que no pudo zafar del todo al perder un punto contra Central. Entonces, habrá otro partido, es decir, hay esperanza de que le ocurra lo que ya le ocurrió en nueve oportunidades en los últimos diez años: salvarse. Antes de la entrada de Gambier (fue al banco disgustado y casi no se concentra porque el técnico lo sacó del equipo), River fue más e hizo dos goles -entrada limpia de Morresi y centro atrás de Alzamendi que se transformó en gol al rebotar en Aponte- porque no apretó todos los botones. Sin ánimo de nada, algo quedó claro en lo futbolístico antes de la última hora de juego. Sallaberry fue imparable, principalmente en el primer tiempo, Gorosito se convirtió en el dueño de la pelota y Morresi, mezclando buenas con malas, estuvo siempre ahí, para lanzarse o lanzar pelotas peligrosas para los de adelante y también para las subidas de Gómez o Gordillo. Hubo clara diferencia en favor de River. Por lo dicho y porque Platense regaló todo yendo a buscar más obligado que convencido y dejando huecos tan grandes como suicidas. Pero River se quedó en la última media hora cuando entró Gambier y cuando todo pareció perdido. Muy bien Espina en el manejo, más aprovechadas las velocidades de Vieta y González, mejor parado Callipo, más empuje en Bellini, Platense creció y se agarró de Gambier para no perder esa costumbre de provocar y abortar paros cardíacos. Al final, fue 3 a 2. ¿Por qué esa infantil mano de Gallego dentro del área que se convirtió en el segundo gol de Platense? ¿Qué le cobró Gnecco a Erbín cuando el defensor saltó y cabeceó una pelota que entró limpia, pero que el árbitro invalidó? ¿Por qué River se quedó tan parado cuando todo lo favorecía? 95


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River está en otra cosa. Platense ya lo demostró: cuando lo busca el descenso se esconde en la tienda de los milagros. Son dos explicaciones.

El partido con Temperley

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penas unas horas después de las grandes emociones por las que habían pasado todos los Calamares, desde el primero de los jugadores hasta el último de los hinchas, Platense enfrentó a Temperley en la verdadera final por la permanencia en la máxima categoría. Luego del partido con River los jugadores siguieron concentrados en el hotel con vistas a ese decisivo encuentro. No había mucho tiempo para festejar la hazaña porque la cabeza ya estaba puesta en el próximo rival que era dirigido por Rodolfo Motta y tenía a Mariano Dalla Libera como una de sus principales figuras. Una vez más en la historia, Platense se jugaba a matar o morir en un partido, 90 minutos a todo o nada. Quien mejor llegó al encuentro, por los resultados que se habían dado el domingo, fue el conjunto del Chamaco Rodríguez. Temperley había recibido a Rosario Central confiado en que el punto -que finalmente consiguió- le alcanzaría para evitar el desempate ya que no estaba en sus planes que Platense le ganara a River en el Monumental, y mucho menos de la forma en que lo hizo. Es por eso que el Calamar llegó muy unido y con el pecho inflado, y el Gasolero estaba incómodo como en fiesta ajena. El escenario neutral fue la cancha de Huracán. Muchísima gente de ambos equipos se acercó al estadio y las dos cabeceras estaban repletas. La hinchada del equipo de Parque Patricios -amiga de la del conjunto sureño- apoyó 96


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también en gran número a la parcialidad de Temperley. A los tres minutos de haber comenzado el encuentro fue expulsado Jorge Cabrera, volante Celeste, quien reaccionó mal ante un jugador del Calamar y le pegó una piña justo enfrente de Ricardo Calabria, el árbitro, que no tuvo más remedio que expulsarlo. Igualmente, este hombre de diferencia que tuvo Platense no se notaría mucho durante el desarrollo del partido ya que fue muy luchado y trabado en el mediocampo y recién se comenzó a abrir un poco cuando llegó el primer gol. Y si de goles hablamos, quien otro sino que Miguel Ángel Gambier que, a los 19 minutos de la segunda etapa, puso el 1 a 0 a favor del Calamar para que toda su gente delire en la popular provocando una enorme avalancha. Tiro libre desde la derecha para Platense, centro, un defensor de Temperley que la despejó, remate de un volante del Calamar, Puentedura que no pudo retener y ahí apareció el Pampa, en donde tenía que estar, para mandar la pelota a la red. El sueño de la permanencia estaba cada vez más cerca. Faltaba poco para que terminara el partido pero Temperley se la iba a jugar con todo y había que saber aprovecharlo. Dos minutos después de que Gambier abriera el marcador, se escapó Dabrowsky, el número 7 Celeste, por el costado izquierdo y Capozucchi lo derribó en el área. ¿Penal? Calabria dejó seguir pese a la protesta de todo Temperley. Luego Julio Pavón, el lateral izquierdo, estrelló un cabezazo en el travesaño. El Calamar seguía ganando pero su rival era quien manejaba la pelota en el medio, con la conducción de Dalla Libera, e iba en búsqueda del empate. Pero el sufrimiento no duró más por suerte para la gente de Platense, ya que siete minutos más tarde después 97


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del primer gol, y con Temperley ya jugado en el ataque, Alfaro Moreno quedó mano a mano con Puentedura y se la picó por arriba suavemente. Gol, golazo, locura, fiesta, permanencia y una corrida interminable del goleador hasta el banderín del córner con su torso desnudo. Como dato anecdótico de este gol cabe decir que fue la primera vez que un jugador se sacó la remera para festejar un tanto en el fútbol argentino y por esa acción Calabria lo expulsó. Pero el partido ya estaba liquidado. El goleador cuenta al respecto: “Cuando vi que entraba no lo podía creer. Me saqué la camiseta para festejarlo y el árbitro me expulsó. Me fui al vestuario y me puse a llorar. Ahí descubrí lo hermoso que es el fútbol”. Final. Abrazos, emoción y lágrimas. En el campo de juego y en las tribunas. El objetivo estaba cumplido y ahora si todos pudieron descargar las emociones contenidas durante esos días de incertidumbre. Después de ese partido el destino fue diferente para ambas instituciones: Platense continuó jugando en Primera por varios años más mientras que, en 1989, el juez José María Durañona decretó la quiebra de Temperley, que estuvo ausente durante cuatro años de las competiciones oficiales de la AFA. La ficha del partido Resultado: Temperley 0 – Platense 2 Estadio: Tomás Adolfo Ducó (Recaudación: 87.505,50 australes) Fecha: 06/05/1987 Árbitro: Ricardo Calabria Temperley: Puentedura; Julio Pavón, Orlando Ruiz, Tannucci, Aguilar (Pereira); Jorge Cabrera, Marioni, 98


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Dalla Libera, Barrella; Matuszyczk (Héctor López) y Dabrowski. DT: Rodolfo Motta. Platense: Fortunato, Felipe Bellini, Jorge Luis Avalos, Larramendi (Capozucchi) y Aponte; De Santo, Callipo, Nannini; Gerardo González, Gambier (Vieta) y Alfaro Moreno. DT: Calos Manuel Rodriguez. Goles: 64´ Gambier (P) y 71’ Alfaro Moreno Expulsiones: 3´ Jorge Cabrera (T) y 72’ Alfaro Moreno (P).

El cierre

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inal feliz para un Platense que resucitó de las cenizas y logró lo que parecía imposible para muchos: mantener la categoría. Aquella fue la última vez, por mucho tiempo, que el Calamar estuvo tan cerca de descender. En la década del 90’, si bien tuvo algunas malas campañas, nunca llegó a quedar tan al borde del precipicio como en esta temporada. Los fantasmas volvieron a aparecer firmemente recién en 1999 y ahí no hubo milagro posible que pudiera hacer evitar el descenso. El 13 de junio, en un nublado mediodía dominical, cayó por 3 a 0 frente a River Plate -paradójicamente el mismo rival que aquella tarde- y abandonó la Primera División luego de 23 años en la máxima categoría del fútbol argentino.

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CAPÍTULO CINCO

29 de abril de 2001 La última curda

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l gol de Javier Formidábile a los 3 minutos del segundo tiempo, que le dio la victoria a Platense contra San Martin de Mendoza en Vicente López, hizo arrancar al Calamar de la mejor manera el Reducido. El partido finalizó 1 a 0 y debían volverse a ver las caras la semana siguiente, pero esta vez sería en la provincia cuyana. En caso de volver a ganar -o hasta empatandoel equipo dirigido por Héctor Restaino se clasificaría para la semifinal del Octogonal que depositaría a un equipo en la Primera División. Platense consiguió clasificarse para las instancias finales luego de terminar quinto en la tabla de posiciones. El campeonato de ese año se dividió en dos zonas: Metropolitana (equipo de Capital Federal, Buenos Aires y también Central Córdoba de Rosario) e interior (equipos del resto de las provincias). La campaña del marrón fue discreta y, en 24 partidos, cosechó 30 puntos, producto de 9 triunfos, 6 empates y 9 derrotas. Quilmes fue quien 101


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ganó la zona con 50 puntos, seguido de Banfield, Arsenal y Nueva Chicago. El 21 de abril de 2001 Platense enfrentó a San Martín por el partido de ida de los cuartos de final y ganó 1 a 0. La revancha se jugó 8 días después en el estadio ubicado en Boulogne Sur Mer y Lavalle en la localidad de San Martín, a 40 kilómetros de la capital mendocina. La delegación Calamar, integrada por 32 personas, arribó a las 15 horas -un día antes del encuentro- al aeropuerto El Plumerillo. Estaba integrada por José Luis Campi, Guillermo Santo, Darío Capogrosso, Hernán Maisterra, Alejandro Peralta, Walter Díaz, Sebastián Bodnar, Gastón Leva, Santiago Hirsig, Cristian Verón, Javier Formidábile, Martín Madrid, Aljandro Insaurralde, Fernando Rodríguez, Luciano Krikorian y Roberto García. También por los miembros del cuerpo técnico conducido por Héctor Restaino -quien viajo con su esposa y dos hijas-, los ayudantes de campo Roberto Gauna y Elbio Vázquez, el preparador físico Daniel Muñua, el médico Enrique Iglesias, el kinesiólogo Andrés Villagra, el masajista Hugo Verón y el utilero Claudio González. Completaron la comitiva el presidente Juan Carlos Majluf, el tesorero Horacio Sciarreta, el secretario general Mario Billubi, el presidente de prensa Miguel Angel Camarillo y el coordinador general del fútbol profesional Enrique Felmenosi. Una numerosa delegación proveniente de Buenos Aires que llegaba a Mendoza con la intención de conseguir el pasaje a las semifinales. Tres horas después de haber arribado el plantel se trasladó al parque San Martin para efectuar un entrenamiento liviano. Mientras Héctor Restaino hablaba con los medios de prensa se encontraban en la práctica, interrumpió el diálogo para dirigirse a Horacio Sciarreta que pasaba por 102


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ahí: “¿Quién dio la orden para que el plantel almuerce a las 12:00? ¿Los jugadores se van a levantar a las 7 de la mañana para desayunar? No, no. Que coman a las doce y media, tranquilos. Después del almuerzo que duerman la siesta, meriendan y nos reunimos para hacer la charla técnica”. El entrenador de Platense quería tener todo preparado para llegar temprano a San Martín (estaban en Mendoza capital) para que los jugadores pudieran reconocer el campo de juego y el estadio en donde se iba a disputar el partido definitorio. La única duda del técnico radicaba en la posibilidad de incluir o no a Fernando Rodríguez quien había sufrido un esguince de tobillo en la semana: “Hoy lo volveremos a exigir. Si vemos que está sin condiciones, jugará. Si no entrará Roberto García por él”, dijo Restaino. Y agregó: “Espero que la suerte nos siga acompañando, nos habían crucificado cuando faltaban tres partidos y acá estamos. Le ganamos el primer partido a San Martín y ahora solamente falta un poco más para que sigamos peleando por el ascenso. Espero que cuando tenga que irme de vuelta a la Capital Federal sea con una alegría. Mañana a partir de las siete de la tarde, ya todo dependerá de los jugadores”. Pero ni el ni nadie hasta ese momento tenía idea de lo que ocurriría al día siguiente. El clima que se vivía en Mendoza era de gran tensión. San Martín fue el único equipo de la provincia que había logrado clasificarse para esta instancia y tanto la gente como los medios de comunicación, presionaban para que no quedara eliminado. El día del partido se podía ver en la tapa del suplemento deportivo del Diario Uno, el de mayor importancia en Mendoza, una foto de todos los jugadores abrazados y una frase bien grande que resumía todo: “No nos podés fallar”. 103


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Por su parte, a 1.300 kilómetros de ahí, los hinchas de Platense comenzaban a prepararse para viajar. Cinco micros que partieron desde la puerta del club, más la gente que fue por su cuenta en auto y avión, hicieron que un total de 450 hinchas Calamares acompañaran al equipo hasta la provincia cuyana. San Martín tenía la ventaja deportiva por haber terminado mejor posicionado en la primera ronda por lo que, ganando por la mínima diferencia, avanzaría a la semifinal. El equipo de Saavedra contaba con dos resultados a su favor: volver a ganar o empatar. Con la confirmación de Rodríguez entre los titulares ya estaba todo listo para el gran partido.

El primer tiempo

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stadio repleto, como se dice comúnmente no cabía un alfiler. Diez mil albirrojos por un lado contra los 450 Calamares del otro. Pero en la cancha, eran once contra once. Salió San Martín, encabezado por su capitán José María Martínez, y el estadio vibró. Después del tradicional saludo al público en el mediocampo y la foto de rigor, Facundo Villalba se dirigió hasta la tribuna donde se ubicaban los hinchas visitantes y comenzó a insultarlos y hacer gestos. Luego de la provocación se dirigió hacia su campo incitando con los brazos a su público que alentara. Mientras, Platense hacía su ingreso. En ese clima comenzó el partido. Todo era nervios, tensión y energía por parte de ambos lados. Era una final y ninguno quería perderla. El partido -como lo son todos los decisivos- fue muy 104


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cerrado, muy trabado, se jugó a cara de perro. Los arqueros prácticamente no participaban y todo el juego se concentraba en el medio del campo. La pelota viajaba de un lado para el otro. Se jugó a mil por hora, tanto o más acelerado de lo que estaban los hinchas. El equipo local, dirigido por Victor Riggio, le cortaba a Platense las alas que ocho días antes lo habían hecho volar por las bandas (Formidábile y Hirsig) y le pegaba sistemáticamente donde más le dolía: el juego lento, y pausado, a ras del piso para aprovechar los huecos defensivos. Era un encuentro impreciso y, a dos del final de los 45 minutos iniciales, llegó la primera emoción. Cayó un centro en el área visitante, proveniente de un tiro libre desde el sector derecho, y nadie la pudo sacar. Esto fue aprovechado por Luis “Chicha” Velásquez, volante central de San Martín, quien, tras una serie de rebotes, anotó el primer tanto para los mendocinos. Con ese resultado se terminó la primera etapa y, de mantenerse, el local pasaría a las semifinales. Los miles de Albirrojos que estaban en la tribuna despidieron al equipo con aplausos y, por el lado de Platense, quedaba volver a plantear el partido sabiendo que si o si necesitarían al menos empatar en el segundo tiempo. Un segundo tiempo que nunca existió.

La lesión y el reglamento Cuando promediaba la primera etapa el árbitro Hugo Cordero sintió una puntada en el muslo de su pierna derecha. El encuentro se detuvo y entraron los médicos del equipo mendocino a asistirlo. El juego se 105


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reanudó y pudo seguir dirigiendo hasta que finalizó el primer tiempo, pero el dolor era cada vez más intenso. En los vestuarios, los médicos volvieron a asistir al juez y comprobaron que tenía un desgarro, lo que le imposibilitó seguir en el campo de juego. Ante esta circunstancia, y al no haber cuarto árbitro, se propuso que el primer asistente sea quien ocupe el lugar de Cordero y en su reemplazo designar a un juez de la liga mendocina que se encontraba en el estadio para que oficiara como línea. Este fue rechazado por el presidente de Platense, Juan Carlos Majluf, que decidió no salir a jugar el segundo tiempo porque alegaba que era antirreglamentario que no hubiese cuarto árbitro y en esas condiciones Platense no seguiría jugando. La decisión 2 del International Board, que figura en la regla 5 del reglamento de la AFA, dice que “en torneos o competiciones en los que haya sido designado un cuarto árbitro, las tareas y los deberes de éste deberán ser conformes a las directivas aprobadas por el International F.A. Board”. La regla número 6 del reglamento aclara que “se designarán dos árbitros asistentes”. Y el ítem 3 estipula que “el cuarto árbitro será designado conforme al reglamento de una competición y se reemplazará a cualquiera de los tres oficiales responsables del partido en caso de que uno de éstos no esté en condiciones de seguir actuando”. En ningún lugar se indica que es indispensable la presencia del cuarto árbitro, sino que dice que eso estará sujeto a las leyes de cada competición en particular. Ningún artículo del reglamento de la Primera B Nacional explica que es obligatoria la inclusión del cuarto árbitro.

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La ficha del partido Resultado: San Martín de Mendoza 1 – Platense 0 Cancha: San Martín de Mendoza Fecha: 29/04/2001 Árbitro: Hugo Cordero San Martin de Mendoza: Leonardo Aguirre; Gustavo Córdoba, Ramón Videla, Claudio Demaría y Luis Velásquez; Félix Morán, José Martínez, Fernando Morán y Pablo Panella, Juan Bermegui y Facundo Villalba. DT: Victor Riggio. Platense: José Luis Campi; Walter Díaz, Alejandro Peralta y Sebastián Bodnar; Santiago Hirsig, Hernán Maisterra, Martín Madrid y Javier Formidábile; Alejandro Insaurralde, Gastón Leva y Fernando Rodríguez. DT: Héctor Restaíno. Goles: PT 43’ Velásquez (SM)

Qué dijo Majluf Nota publicada el 2 de mayo de 2001, tres días después del partido, por el diario Los Andes de Mendoza. “Si me equivoque fue sanamente” espués de la tormenta llega la calma, por eso, a dos días de la suspensión del encuentro entre San Martín y Platense, MAS Deportes decidió hablar con el hombre que les negó a los hinchas del León y el Calamar seguir apreciando un espectáculo deportivo. Mucho más frío, el presidente de Platense, Juan Carlos Majluf volvió a

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apuntar al Colegio de Árbitros y aseguró que si pierden el encuentro dejaría su cargo. “No puedo entender como a un partido tan importante no mandan a un cuarto árbitro ni un comisario deportivo, me parece que fue muy poco profesional todo lo que pasó. Si hubiese pasado en nuestra cancha no se como hubiera reaccionado la gente de San Martín. Aunque contra ellos no tenemos nada y quiero que eso quede bien claro. No quiero buscar ganar nada en el Tribunal. Me puedo equivocar como cualquier persona, pero llevo treinta años en el fútbol y no busco ninguna ventaja deportiva. Parece que el Colegio de Árbitros no se fija que San Martín y Platense están jugando una instancia final”. - ¿Hugo Cordero le dijo que la situación lo había superado? -Si, me dijo: “Esto me supera, la verdad es que no entiendo nada”. Este partido merecía otro marco y otro trato. -Hoy, más frío, ¿cree que se equivocó en tomar la decisión de no salir a jugar el complemento? -Cuando uno toma una decisión y ve que el resultado puede ser negativo o positivo… Hoy en frío diría lo siguiente: no sé si me equivoqué, porque la última palabra la tendrá el Tribunal. Pero si me equivoqué lo hice sanamente y sin la intención de buscar ninguna ventaja. Platense se fue al descenso y yo puse la cara porque no estaba la Comisión Directiva. Las injusticias me revelan. Hugo Cordero viajó lesionado porque SADRA no tenía árbitros y no quería perder posiciones. -El reglamento dice que si un equipo no sale a jugar el complemento pierde. -También la ley dice que por emoción violenta, cuando uno mata u otro la pena en lugar de siete años es de 108


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dos. Hay que tener en cuenta todo, ¿para que ponen la figura del cuarto árbitro si no la usan? El reglamento está perimido -Algunos jugadores, entre ellos el capitán Maisterra, aseguraron que usted fue quien tomó la decisión de no continuar. - Yo no maniaté a los jugadores para que se quedaran en el vestuario, no até al cuerpo técnico con una cadena. Vamos a ver qué dicen de ahora en más, vamos a ver qué dice Maisterra, porque yo hablé con él, pero este es un tema que… No quiero salpicar a nadie, los jugadores son profesionales y acataron una decisión. El responsable soy yo y tendré que asumir el costo. - ¿Si los jugadores hubieran presionado usted hubiera cedido? -Póngase en mi lugar, cómo no hubiera cedido, tampoco me iba a poner en la boca del túnel a pararlos. -Su actitud, ¿podría llegar a modificar el reglamento? -Esto tiene que llegar a cambiar el reglamento. El colegio lo tomó como un partido entre solteros y casados y mandaron a Cordero que hacía un mes que no dirigía y la última vez que lo hizo fue en el partido de Tigre contra Estudiantes y fue un desastre y por eso lo pararon.

Los que estuvieron ahí

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eonardo Aguirre se crío e hizo todas las inferiores en Platense, club con el que llegó a debutar en primera y del cual también es hincha. Hacía aproximadamente un año que estaba atajando en San Martin de Mendoza y tenía que enfrentar al club de sus amores. “Fue algo muy especial, me sentí contentísimo jugando en la cancha 109


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de Platense, principalmente por la gente conocida que tengo, todos vinieron a saludarme. Los de la hinchada vinieron y me regalaron una bandera, realmente me hicieron sentir como en otras épocas. Ni bien llegamos a Aeroparque estaba el presidente Juan Carlos Majluf esperándonos. En el club me reencontré con los utileros de inferiores, con los hinchas y con la Roly, qué acá es muy famosa, porque siempre fue médica nuestra y nos daba las inyecciones. Son recuerdos muy pero muy lindos”, dice Leo. El partido en Mendoza fue otra historia: “Platense fue un rival complicadísimo pero San Martín se hace muy fuerte cuando juega de local. El primer tiempo fue muy parejo y casi no hubo situaciones de gol, hasta que sobre el final llegó el tanto de Velásquez y pudimos irnos al descanso con una diferencia que nos servía”. Y cuenta cómo vivió lo que pasó en los vestuarios: “Yo los conocía a los dirigentes de Platense y entonces me acerqué a conversar con ellos, les decía que salgan a jugar. Estábamos con Cordero, Restaino y los jugadores se movían para no enfriarse mientras esperaban que se arreglara la situación para volver a la cancha. Campi, Hirsig, Maisterra, estaban ahí también hablando y presionando para que los dirigentes no los suspendieran. Los dirigentes no querían salir por el problema del árbitro y porque decían que faltaba seguridad, para nosotros no pasaba por ahí el tema. Son cosas que no se entienden. A mi criterio San Martín era mucho más fuerte y se estaba clasificando con ese resultado, pero los partidos hay que jugarlos y Platense estaba a un solo gol de diferencia. Ellos sabrán porque no salieron. Supongo que habrán pensado que después se podía seguir jugando o que se lo darían por ganado, pero ya habían sucedido casos 110


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similares y todos los partidos se habían terminado de jugar. Fue algo insólito lo que pasó. Después nosotros salimos a la cancha y estuvimos cinco minutos ahí hasta que vino el juez de línea y nos avisó que Platense no iba a salir a jugar y el partido se había suspendido. Entonces me acerqué a la gente de Platense que estaba en la popular visitante para hacerle señas de que no iban a salir a la cancha porque los directivos habían suspendido todo. Fue algo completamente extraño que no pasó nunca”. Héctor Restaino era el director técnico de Platense y recuerda lo que sucedió: “Fue uno de los momentos más amargos en mi vida futbolística. Habíamos viajado a Mendoza con una ilusión muy grande. Nuestra propuesta no fue a salir a defendernos, sino ir a buscar el partido. Estábamos como para darlo vuelta. En el vestuario, mientras yo le iba a dar indicaciones al Totó García que iba a entrar, me avisan que Cordero no iba a poder seguir por la lesión que tenía. Majluf me dijo que no íbamos a salir a jugar el segundo tiempo por lo que había pasado y porque no había cuarto árbitro. La pregunté si estaba seguro de lo que hacía y me dijo que sí. Ante esta situación lo llamé a Carlos Arias, el presidente de Liniers, club en el cual yo había estado, para pedirle su opinión. Arias me dijo: “Salgan a jugar porque lo pierden”. Entonces fui al vestuario del árbitro, donde estaban todos reunidos, pero Majluf ya había firmado la planilla y el partido se había suspendido. Me agarró un ataque de nervios, me tuvieron que atender. Majluf no quería salir de ningún modo. Ni Sciarreta, ni el resto de los dirigentes que estaban intervinieron, no tomaron posición. El que manejó todo fue Majluf. Tanto yo como los jugadores queríamos salir a jugar, teníamos una confianza plena. Uno es empleado 111


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del club y tiene que acatar las órdenes del presidente. El me decía que me quedara tranquilo, que lo ganábamos en el tribunal porque la AFA no había mandado cuarto árbitro y no podía ser”. Hernán Maisterra, exjugador de Platense, dice: “Fue responsabilidad de los dirigentes que tomaron una decisión equivocada y perjudicaron al plantel y al club. Ahí en el vestuario yo lo llamé a Luis Olivetto, el exárbitro, desde mi teléfono y le pregunté qué hacíamos. Me dijo que salgamos porque lo perdíamos. Le pasé el celular a los dirigentes para que hablaran con él y les dijo lo mismo a ellos. Los dirigentes nos decían que nos quedáramos tranquilos, que todo iba a salir bien. Los jugadores y el técnico queríamos salir. Era muy obvio que si uno retira se lo van a dar por perdido, las condiciones estaban dadas para seguir jugando. Ni en un potrero pasa algo así. Cometieron un error muy grande que lo terminó pagando el club y los jugadores con el sacrificio de todo un año de trabajo. Ese fue mi último partido en Platense, después que pasó eso me fui a jugar a Bolivia por la amargura que tenía”. Otro de los protagonistas del partido fue Santiago Hirsig, jugador de Platense en aquel entonces. El volante cuenta lo que vivió en Mendoza: “La llegada al estadio fue normal, la gente ya estaba adentro así que no pasó nada. La cancha estaba llena y desde que salimos al campo de juego la silbatina fue impresionante, pero nada fuera de lo corriente en esta clase de partidos. Me enteré que habían suspendido el partido cuando fue el momento de volver a entrar para el segundo tiempo, algunos jugadores estábamos corriendo dentro del vestuario para no enfriarnos ya que hacía mucho frio y ahí es cuando nos informaron que no se podía continuar 112


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porque era antirreglamentario ya que no había cuarto árbitro. Nosotros queríamos seguirlo, aparte se veía que podíamos empatar, ellos estaban desordenados y no podían defenderse bien. Por eso la bronca también que me quedó por no haber seguido jugando el partido. Todos los jugadores queríamos seguir, Héctor Restaino incluido, pero lo que nos dijeron los dirigentes fue que no se podía por el reglamento. Pensábamos que se iba a volver a jugar cuando haya otro árbitro pero no fue así. En el micro, mientras volvíamos al hotel, Restaino se iba enterando de que no nos tendríamos que haber ido porque quedábamos eliminados, le bajó la presión y la verdad que nos asustamos mucho porque se puso muy mal y le dolía el pecho, sufrió mucho. Había hecho llamados a Buenos Aires para que le dijeran que decía concretamente el reglamento, ya que fue un caso bastante raro, y nadie le quiso informar. Había mucha confusión. El partido en sí fue de esos que se tenían que jugar con inteligencia y el gol de ellos llegó por un rebote ya que nosotros estábamos mejor parados. Tuvimos un par de llegadas con más gente que San Martín, estaban muy descompensados y creo que la presión de la gente la sintieron más ellos que nosotros. Lo que también noté fue mucha violencia en cada pelota, me sorprendió como nos venían a buscar. No es que nosotros no íbamos fuerte pero uno siempre se cuida de la expulsión y a los mendocinos era como si no les importara quedarse con uno o dos jugadores menos. Lo más triste fue, y siempre lo será, tener la incertidumbre de como iba a terminar ese partido y si hubiéramos empatado o ganado los demás encuentros, ya que si bien no teníamos un equipazo, me parece que a ningún equipo que jugó ese Reducido le sobraba nada. 113


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Miguel Ángel Camarillo, jefe de prensa y relaciones institucionales de Platense durante esa gestión, es quien narra los hechos ahora: “Antes del partido de ida nos habíamos comunicado con los dirigentes de San Martín para acordar un respeto mutuo y un trato cordial, como debería ser siempre en el fútbol, y más si esta en juego un ascenso a Primera. Hablamos y quedó todo bien. El hospedaje que les dimos fue un lujo. Llegó la delegación de ellos al Aeroparque y antes de que se bajen del avión tenían un Flechabus de dos pisos esperándolos. Después les conseguimos un hotel de primera línea y cinco estrellas, como es Los Dos Chinos. Es más, estaban acreditadas una equis cantidad de radios mendocinas y una había quedado en banda por no tener cables y demás materiales. Entonces les conseguimos una cabina, les prestamos todo lo que necesitaban y pudieron transmitir lo más bien. Ni hablar de la seguridad, llegaron y se fueron del estadio sin ningún problema los jugadores. No hubo ningún incidente. Pero cuando nosotros llegamos allá fue muy caos de verdad. El micro apenas andaba, lo esperamos dos horas y el hotel era de tres estrellas. Nadie nos fue a recibir, lo juro por mi hija que nadie nos recibió y eso me pareció raro por lo que habíamos pactado, pero sin embargo después vino lo peor. Cuando llegamos a la cancha el clima era el peor. En el vestuario las ventanas estaban rotas y no había agua caliente en las duchas, y hay que tener en cuenta que hacía casi cero grados. Si no me equivoco los jugadores tuvieron que precalentar cerca de la bodega que ellos poseen atrás. En la popular no había baños, el trato a los hinchas y a la delegación fue asqueroso. Se acabó el primer tiempo y volvimos al vestuario. Nos enteramos 114


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de que el juez Cordero, que entre paréntesis hacía seis meses que no dirigía y lo designaban ahora para una definición tan importante, estaba lesionado. En el camarín del árbitro había demasiada gente, desde el veedor Abel Gnecco hasta un supuesto referí de la liga mendocina y diez personas más que no eran dirigentes de ellos que presionaban para que se siga jugando. Así no se podía, si perdíamos y nos afanaban a mano armada hubieran dicho que le erramos al salir a jugar, pero a los que nos pegan, siempre les digo lo mismo: piensan así, en frío, en la casa. Yo y cuatro personas más fuimos los que tuvimos que decidir que hacer, todo a 1000 kilómetros de Buenos Aires y disputando un ascenso a la Primera. El barco lo abandonaron todos, pasando desde Peters hasta Alberti. Quedamos los cuatro de siempre más Yanson. La cosa se decidió cuando se reunieron Restaino, Alejandro Peralta, que era el capitán, y Majluf. Vieron que salir a jugarlo era una locura. Nadie quería hacerlo bajo esas circunstancias, fue de mutuo acuerdo entre ellos tres pero apoyados por los demás, desde los 18 de equipo pasando por Billubi, los demás y yo. Majluf, que estaba muy lúcido, los apoyó siempre en no salir y se hizo cargo, como todos nosotros. Restaino no se desmayó ni nada, son mentiras. Después aparecieron rumores de que había existido plata de por medio para que no salgamos a jugarlo. Juro que la plata nunca existió. Yo laburo 12 horas en una remisería por $450. Viajo en colectivo…la gente acusa sin saber. Yo perdí mi casa y mi mujer por Platense. De 9 a 23 hs. andaba en el club hasta que un día me llamó ella y me dijo que se había cansado. Volví a casa y no quedaba ni un mueble, se llevó a mi hija y desde ahí que me mudé. 115


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Lo que sí digo es que en ese momento no estuvimos fríos, fuimos pasionales y seguro que hoy no hubiésemos decidido igual. Yo subí al micro y a los cinco minutos me di cuenta del moco que habíamos hecho. Me quería morir, fue un duelo interno de locos. Si bien no intervine porque me quedé en nuestro vestuario, me siento responsable. No nos amparamos en el reglamento, no podíamos estar en todo, fuimos cuatro que hacíamos todo, desde mandar correspondencias, mimar a los jugadores, conseguir plata, y eso influyó. Majluf se equivocó pero siempre creyendo en que hacía las cosas bien y nadie pero nadie se le opuso. Unos días nos juntamos a comer en la Costanera con Julio Grondona. La relación con él era la mejor, lo respetaba mucho a Majluf. Me acuerdo que una vez miramos por televisión un partido de la Selección en las Eliminatorias en el despacho de Grondona. Majluf, Billubi y yo. Opinaban y hablaban como cualquiera lo puede hacer con un amigo, increíble. Volviendo a lo de la cena, también había gente del Tribunal de Penas pensando que se podía hacer algo. Los hijos de puta se re mamaron con el mejor vino, comieron como animales. Yo me pedí un bife con lechuga porque en el bolsillo tenía cinco pesos. Menos mal que Billubi zafó con la tarjeta, porque la cuenta era de 300 pesos. Se decía que uno del Tribunal era hincha de Platense, y lo que nos dieron a entender fue que con unos pesos podían “ver que hacían”, pero no disponíamos de un mango y finalizó como se sabe: nos lo dieron por perdido. Me jode que se nos juzgue siempre por lo malo nada más, pero hicimos muchas cosas buenas. Redujimos una deuda de dos palos con recursos genuinos como Chatruc o Godoy, sin dejarle muertos a los que venían atrás”.

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La nota

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l jueves 3 de mayo de 2001 -cuatro días después del partido- el plantel profesional presentó una nota ante el Tribunal de Disciplina de la AFA. La misma dice así: De nuestra mayor consideración: Los abajo firmantes en representación del Plantel Profesional de Fútbol del Club Atlético Platense, en virtud de la suspensión del encuentro versus San Martín de Mendoza, informamos que apoyamos unánimemente la decisión tomada por la Honorable Comisión Directiva encabezada por su señor Presidente Don Juan Carlos Majluf, dado que las condiciones deportivas no estaban dadas para la continuación del partido, dicha determinación fue adoptada para preservar la integridad física de todo el Plantel y Cuerpo Técnico. Esperando separan comprender nuestra posición saludamos atentamente. Vicente López, Mayo 3 de 2001. Los que firmaron este comunicado, en representación de todo el plantel, fueron Roberto García, Hernán Maisterra, Fernando Di Carlo, José Luis Campi y Alejandro Peralta. El sello puesto en el Tribunal de Disciplina Deportiva indica que la nota fue recibida a las 17:10 de ese día.

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Crónica del diario Olé, lunes de abril de 2001 Te fuiste, perdiste

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l presidente de Platense retiró a su equipo cuando el árbitro Cordero se lesionó. No aceptó que no haya cuarto árbitro y San Martín se quedó con la clasificación. Era un partido normal. San Martín de Mendoza le ganaba a Platense 1 a 0 luego de los primeros 45 minutos. De esa manera se estaba clasificando para la segunda ronda del Reducido ya que sacaba provecho de la ventaja deportiva que le otorgó el tener un mejor coeficiente que su rival, que a pesar de haberlo vencido en Vicente López por 1 a 0, se quedaba afuera. Ni el más soñador de los soñadores hubiera pensado que todo quedaría ahí. ¿Por qué? Es que como el árbitro Hugo Cordero se desgarró, y no podía seguir jugando, los dirigentes de Platense decidieron retirar el equipo. No aceptaron ninguna de las tres proposiciones (a pesar de que el reglamento las contempla) para tratar de suplir la ausencia del cuarto árbitro, que no se utiliza en estas instancias. Que el partido siga con un solo asistente, Jorge Carballo, ya que el primer línea, Julio Castellano, iba a ser el árbitro. Que el segundo línea fuera José Olivares, el de la Liga Mendocina. Que Abel Gnecco, veedor del partido y árbitro internacional de la década del 80, haga las veces de asistente. A los 35 minutos, Cordero había sentido un tirón. “tiene un dolor en el bíceps femoral de la pierna izquierda. Yo digo que está desgarrado”, explicó el médico de San Martín, Marcelo Badatto, luego de revisarlo en el vestuario. Allí comenzaron los dramas… Las autoridades fueron comprensivas de la situación y ofrecieron varias alternativas, pero el presidente de 118


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Platense, Juan Carlos Majluf, parecía encaprichado. Tan encaprichado, que todo terminó. Es el señor no, no y no. “No seguimos porque no había cuarto árbitro”, dijo el presidente. ¿Cómo? Si. La decisión fue terminante. En ese instante, Castellano, a cargo del encuentro, le comunicó al plantel de San Martín que el partido se daba por terminado ante el retiro de los jugadores de Platense. Los hinchas mendocinos que habían copado el estadio gritaban “…se cagó, Platense se cagó”, mientras que los 300 fanáticos de Platense que habían viajado hasta Mendoza no entendían nada. La cosa está en manos del tribunal. Pero está claro que San Martín seguirá en el reducido y Platense quedará eliminado.

Antecedente Marconi llamo a un pibe

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l 28 de abril de 1991 sucedió un caso inédito en el fútbol argentino. En el partido Huracán-Chaco For Ever (ganó 4 a 3 el Globo), el línea Pesce no se hizo presente a la hora del partido. Entonces, el árbitro Guillermo Marconi, dispuso que un chico de 12 años agarre el banderín solferino y José Cavagnaro tenga el amarillo. El pequeño solo marcaba (como indica en estos casos el reglamento) cuando la pelota salía de la cancha. El encuentro comenzó y a los 20 minutos el línea Pesce y reemplazó al chico. Declaraciones

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éctor Restaíno: “Es absurdo que un hombre con 30 años en la dirigencia haya decidido esto. No 119


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me preguntó nada. Dijo: “Nos vamos, no jugamos con ningún otro juez”. Hernán Maisterra: “Los dirigentes van a tener que asumir las consecuencias por dejarnos afuera. Me quedo muy caliente con la decisión, porque con un gol clasificábamos”. Abel Gnecco (veedor): “Majluf es miembro del Comité Ejecutivo de la AFA. Tendría que saber el reglamento. Había gente para reemplazar a Cordero. El partido podía continuar”. Crónica del diario Los Andes de Mendoza Dicen que ganó el León

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icen que el León tenía una cita con su historia. Cuentan que otra vez sus ansias de ascender se pusieron a prueba en el templo sagrado, y como era de esperar, prácticamente llenó con sus fieles Albirrojos. ¿Entonces, que pasó? Una imprevista lesión del árbitro del encuentro, postergó la fiesta. Porque por más que todo el mundo se empeñe en asegurar que todo esta cerrado, la última palabra la última palabra la tendrá el Tribunal de Disciplina de la Asociación del Fútbol Argentino. Un simple tirón, que puede derivar en desgarro, removió las estructuras de toda una organización tan antigüa como la AFA. Pero, en las páginas siguientes usted podrá seguir todas las campanas de una lesión tan inesperada como inoportuna. Ahora, es el momento de hablar del mini partido de un solo tiempo y que concluyó con la victoria del Léon. Todo era un solo aliento. Una gran masa que empujaba y empujaba a 11 leones tras un objetivo común. 120


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¡y eso que el Reducido recién comienza! No podía perder, San Martín. Ni locos, podían irse vencedores esos chicos de Marrón. Serviría analizar minuciosamente el trámite y confirmar que esa primera etapa había sido chata y aburrida. Ni siquiera se puede buscarle explicaciones a esta final jugada con dientes apretados. ¿A quien le importa que antes del gol del Chicha, los arqueros estuvieron pintados? A nadie. Si este juego maravilloso se ha convertido en una caja registradora y mientras más alto llega un equipo, más plata, más honor y más gloria se gana. Alguna vez habrá tiempo de jugar bonito, pero será en otra ocasión, Chacarero. Con la ventaja llegaba al descanso. Nadie suponía que la absurda decisión de una institución prestigiosa como Platense iba a privar a todos del complemento. Ahora la decisión está en los escritorios. Las consecuencias

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espués del papelón en Mendoza comenzaron a verse las primeras secuelas por lo que había sucedido, principalmente en la parte dirigencial. Un sector que ya venía golpeado y muy criticado pero que lograba mantenerse en pie porque el equipo, pese a no ser brillante, se mantenía a la expectativa en la lucha por el ascenso. Pero aquel 29 de abril la historia cambió y, la decisión de no salir a jugar el segundo tiempo, con la posterior descalificación, fue la gota que rebalsó el vaso. La presión por parte de la gente para que hubiera cambios era insostenible. Miguel Angel Camarillo, el jefe de prensa, dice: “Hubo irregularidades que nos obligaron a retirar a los jugadores. Se lesionó el árbitro Cordero y no había ni cuarto árbitro 121


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ni comisario deportivo. El informó que no seguía y propuso que Abel Gnecco, el veedor, fuera línea. Otra era que un árbitro de la Liga Mendocina reemplazara al línea uno. O poner a un hincha de San Martín a que lleve la bandera, no era serio. Ni siquiera Cordero tenía claro el reglamento, después de la lesión dejó todo en manos de los líneas. En el informe, se limitó a escribir que se desgarró. El resto lo completaron los líneas. Dicen que Platense se negó a jugar con un solo asistente. Eso es mentira, nunca nos lo ofrecieron. Quisieron que alguna persona ocupara el lugar vacante”. El tribunal de Disciplina tenía pocas horas para estudiar la nota presentada por Platense y daría su fallo al otro día, ya que el calendario de partidos estaba muy apretado. Juan Carlos Majluf, el presidente, había estado en la calle Viamonte dos días antes y, según algunos comentarios, se habría reunido con Julio Grondona para hablar del tema. “Me dejé llevar por la pasión. Si tengo que asumir el costo, lo haré en forma personal”, dijo. Ni el más esperanzado de los hinchas de Platense creía que el fallo sería favorable. Sergio Gómez, el presidente de San Martín de Mendoza, se encontraba en esa provincia aguardando el final de esta situación y explicó: “No viajamos a Buenos Aires porque no hace falta, esperamos para mañana la resolución del Tribunal de Disciplina. No creo que haya muchos problemas. Para nosotros el tema está terminado, no tenemos ninguna duda”. Mientras tanto, el director técnico Restaino presentaba la renuncia indeclinable a su cargo. “Lo que ocurrió el domingo me desbordó, así no puedo seguir. Ya se lo comuniqué a los dirigentes y a los jugadores, me voy. Después del partido sufrí una descompensación cardíaca 122


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y entonces me di cuenta de que así me era imposible seguir. Encima, como no tengo credencial, tengo que dirigir desde la platea y realmente es muy complicado. Me duele mucho terminar así. Me llevo el mejor recuerdo de la dirigencia y de toda la gente, que me apoyaron en los buenos y malos momentos”. Un mes después de esta decisión, Restaino asumió como director técnico de Sportivo Italiano. Para que el caos fuese completo, por esas mismas horas, se produjo un robo en la utilería, el colegio y las oficinas de prensa. Entre bienes robados y roturas ocasionadas las pérdidas fueron cercanas a los 5 mil pesos. El jueves 3 de mayo la AFA dio por terminado el partido quedando así descalificado Platense, era el final que todos preveían. Los dirigentes se negaron a continuar el encuentro por no aceptar que lo dirigiera el asistente número uno Julio Castellano, alegando que no había cuarto árbitro y que jugarlo sin uno de los jueces de línea “podría hacer peligrar la integridad física” de sus futbolistas. Este descargo fue rechazado de plano por el Tribunal, que a su vez expresó que no es obligatoria, por reglamento, la presencia del cuarto árbitro. Ante la sentencia irreversible los ánimos se caldearon aun más. Al día siguiente, los socios e hinchas de Platense se autoconvocaron en el club para pedir la renuncia de toda la comisión directiva y exigir un inminente llamado a elecciones. El rumor que corría por los pasillos del club era que la oposición, encabezada por el expresidente Miguel Angel Lupi, iba a pedir un llamado a elecciones y que el oficialismo estaba de acuerdo en realizarlas. Los tiempos legales que se manejan en estos casos rondan los 90 días pero ese era, según la oposición, un lapso demasiado 123


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largo. Por esta razón, iba a tratar de acortar los plazos para que las elecciones se realizaran en poco tiempo. Fue así que el viernes 4 de mayo se reunieron en el club, durante más de una hora, la Comisión Directiva (Majluf, Billubi, Sciarreta, Camarillo y otros) con Lupi y su gente. A la salida, el secretario general informó que la semana siguiente, Majluf iba a presentar su renuncia, y que esta sería puesta a consideración de la Comisión. Se esperaba que en ese momento, y ante la aceptación de la renuncia, se llamara a elecciones dentro de los 90 días. Fue la salida “más” elegante que encontraron las partes ya que, dentro del descontrol que era el club por esos días, era la forma más prolija de hacerlo siguiendo los estatutos para evitar impugnaciones posteriores. Dicho de otra forma, estaba todo preparado para que Lupi presentara su lista y para que esta fuera la única. Mientras, en la entrada del club, los socios e hinchada pedían la renuncia de toda la Comisión Directiva y no solo la del presidente Majluf. En el tiempo de transición, hasta que se llevaron a cabo las elecciones, estarían juntas ambas partes, oficialismo y oposición, para ir tomando las decisiones. Se pidió que un grupo de socios y la hinchada participe como oyente en las reuniones de esa comisión de transición para que hubiera más transparencia y la gente no quedara relegada. Algunos miembros de la hinchada de Platense también acusaban a los dirigentes de auto robo, por lo sucedido el día anterior, en el cual habían desaparecido un fax, dos computadoras con información y balances de algunos de los años de su gestión. Otro de los rumores que se comentaron en aquella reunión fue que, la noche misma del partido que no terminó, se lo había visto a Majluf jugando en el Casino de Mendoza, como diría Borges, 124


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“para que el horror sea perfecto”. Estaba muy claro que el poco oxígeno que le quedaba a los dirigentes se había acabado. Lupi volvía al club (había sido presidente durante 6 años a comienzos de la década del ’90) con la intención de asumir nuevamente la presidencia. Prometía jugadores de primer nivel, un director técnico de jerarquía y aseguraba que el objetivo era ascender a la “A” con un plantel competitivo. Palabras dulces para la gente de Platense que tan golpeada estaba pero que no era ingenua y no se dejaba engañar con simples promesas. Necesitaba hechos. Todo parecía indicar que se le allanaría el camino a Lupi ya que la situación de la Comisión Directiva no podía ser peor. “No importa de que agrupación política sean, si viene Miguel Lupi o el que sea está todo bien. El tema es que cada uno aporte su granito de arena para sacar al club adelante. Todos tenemos que tirar para el mismo lado, más allá de nuestras diferencias”, dijo un directivo. Pero pese a lo que todos suponían, una semana más tarde de la primera reunión en el club, los dirigentes decidieron en forma unánime rechazar la renuncia de Majluf amparándose en la supuesta existencia de un escrito que lo avalaba en su cargo con más de 200 firmas. Ante esto, Majluf, quien unos días atrás había dicho que si a Platense le daban el partido perdido se iría, dijo que continuaría al frente de Platense si se creaba una unidad política. “Por las duras internas que existen, la única solución es convocar a una alianza entre todos los sectores políticos”, argumentó. El jueves 17 de mayo se realizó otra reunión, con la presencia de unos 100 socios de Platense, entre la 125


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Comisión Directiva actual y los sectores de la oposición en la cual se acordó realizar un encuentro para la tarde siguiente con el objeto de acercar proyectos a futuro con vistas a las elecciones que se realizarían en un par de meses. La idea propuesta por el presidente Juan Carlos Majluf fue presentar una lista única con participación de todas las fracciones políticas. A dicha reunión asistieron los dirigentes que estaban a cargo, dos grupos opositores (listas Naranja y Gris) y tres socios con la intención de controlar todo lo que se habló en dicho encuentro. El presidente Juan Carlos Majluf recibió el apoyo de la Comisión Directiva sobre su idea de formar una alianza política para tratar de sacar al club de la crisis económica y futbolística. Se convino realizar un gobierno conformado por varios sectores hasta la realización de las tan ansiadas elecciones, que serían en no más de 3 meses. El equipo había quedado compuesto de la siguiente manera: Departamento de fútbol: Miguel Ángel Lupi, Juan Carlos Majluf, José Hernández, Horacio Sciarreta y Federico Alberti. Departamento Social: Francisco Barbieri, Mario Spinelli, Mario Billubi y Ricardo Florez. Tesorería: Horacio Sciarreta, Juan Carlos Rodríguez y Rolando Greco. Miguel Lupi estuvo de acuerdo con la propuesta y dijo que se acoplaría durante el transcurso de esa semana al proyecto pedido por Majluf. Pero eso nunca sucedió porque, finalmente, la alianza se quebró a fines de mayo 126


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antes de que comenzara a funcionar en la práctica. Esta noticia sorprendió a muchos, ya que unos días antes, en la cena aniversario de los 96 años de Platense, se los pudo ver juntos a Majluf y Lupi en un buen clima junto con los demás integrantes de la Comisión Directiva y la oposición. Pero, una vez más, los intereses personales de ambas partes estuvieron por encima de los del club y, lo que al principio parecía una propuesta saludable, se diluyó rápidamente como se había concebido. El 3 de junio fue el día en que finalmente se fijó la fecha para las elecciones venideras: se llevarían a cabo el domingo 7 de octubre. Hasta ese entonces, algunos miembros de la Comisión Directiva seguirían temporalmente en el cargo ya que todos seguían siendo importantes para la firma de contratos y todo tiempo de acuerdos. Para las elecciones de octubre se presentaron dos listas: la Naranja, encabezada por Miguel Angel Lupi, y la Verde, quien tenía como candidato a presidente a Raúl Ferrari, quien ya había sido vicepresidente en años anteriores. Las elecciones se llevaron a cabo el domingo 7 de octubre en el club bajo un clima de total tranquilidad y respeto entre los integrantes de las listas y también entre los socios que concurrieron a votar. La sensación que había por aquellas horas era que el ganador iba a ser Lupi. Pero Raúl Ferrari se impuso con lo justo. Se presentaron 842 socios para votar. En el recuento, la Lista Verde liderada por Ferrari sumó 421 votos a favor. Miguel Lupi y su lista naranja creían que iba a ser un empate, pero no. Hubo dos votos impugnados, que se consideraron nulos, por lo que en total sumaron 419. Tan solo por esos dos votos, Ferrari fue el ganador. Después de la sorpresa 127


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de todos tras el desenlace, ambas agrupaciones, junto con el ahora expresidente Juan Carlos Majluf, firmaron el acta de presidencia. Ferrari dijo: “Nuestro proyecto es coadministrar y comercializar el club, junto con la empresa Sports International, encargada de manejar la imagen de la selección argentina de hockey sobre césped femenino, porque es la única forma de salvar a Platense”. El viernes 19 de octubre de 2001, a menos de dos semanas de haber ganado las elecciones, se puso en marcha la gestión de Raúl Ferrari al frente de la institución. El cambio de autoridades se realizó en el club con la presencia de un escribano público y de un contador. Majluf le dejó de esta manera el sillón a Ferrari, quien a partir de ese momento comenzó a escribir un nuevo capítulo en la historia de Platense.

Majluf hoy

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dos años y medio del partido suspendido en Mendoza, el expresidente Juan Carlos Majluf dice: “El árbitro se retiró porque estaba lesionado, para mi no era así. Fue un momento de confusión y yo asumí y asumo el costo de hacerme responsable de esta decisión. A Restaíno lo habíamos contratado por una necesidad económica, algo que no se tenía que haber hecho. Era un muy buen tipo pero un millonario medio loco. Existía un problema grande entre él y el presidente de la AFA y no tenían buena relación. Pensar que yo solo puedo parar un partido, habiendo un inversor como Restaino que ponía plata para dirigir y torcerle el brazo para que aceptara que el equipo no siguiera, no cierra mucho. Igualmente 128


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me adjudico las consecuencias, fue una locura que jamás volvería a hacer. Cuando asumimos nosotros Platense estaba endeudado igual que ahora. Nos dejaron solos, se fueron todo haciéndose los ofendidos. Hoy a la distancia me doy cuenta de que todo lo que hicieron fuer para que no salga a la luz la mala administración que hizo la misma gente que está hoy. Fui usado, nada mejoró, todo empeoró y estamos en la peor crisis de nuestra historia. Cuando yo me fui estábamos quintos en el Nacional B, con un promedio holgado y sin problemas de descenso. Ni los jugadores ni los dirigentes que estuvieron conmigo en Mendoza tienen nada que ver. La decisión fue pura y exclusivamente mía. Yo pude más que 30 personas”.

...

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A pesar de los aĂąos

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CAPÍTULO SEIS

20 de abril de 2002 En esta tarde gris

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el silencio se apoderó de todos. Ese silencio que invadió la tribuna Roberto “Polaco” Goyeneche, allá por 1999 cuando Platense descendió a la Primera B Nacional luego de veintitrés años en la máxima categoría, volvió sin que nadie lo llamara para encapsular al Estadio Ciudad de Vicente López. Nada se podía hacer, la historia ya estaba marcada; en un partido sin antecedentes, tanto Platense como Racing de Córdoba habían descendido. El llanto y las lágrimas recorrieron cada uno de los rostros de jugadores e hinchas. El desconcierto era total. Primero lo tuvo Racing. Después Platense. Finalmente fue empate en dos tantos y el único beneficiado resulto ser El Porvenir que en la última fecha igualó frente a Atlético de Rafaela con el mismo resultado y terminó superando a ambos equipos en la tabla de promedios. El impacto de este descenso caló hondo en los corazones de todos los Calamares. Es que Platense contaba con uno de los mejores planteles de la 131


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categoría, con excelentes jugadores como Diego Graieb, Leonardo Aguirre o Fernando Sánchez, entre otros. Además, terminó compartiendo el primer puesto con Gimnasia de Entre Ríos en la zona B, obteniendo 25 puntos en 14 fechas. Por eso es que el golpe fue mucho más duro, ya que la mayoría de los hinchas presentes estaban esperanzados en ver al Calamar con un lugar en el Reducido que depositaría a un equipo en Primera División. Si el conjunto dirigido por Carlos Trullet ganaba, pelearía en el Octagonal por ascender, y si empataba o perdía descendería. Algo insólito. Hubo varios factores que llevaron a Platense a la Primera B Metropolitana. Entre ellos, la muy mala campaña en el Apertura, los constantes cambios de técnico y el hecho de contar con algunos jugadores conflictivos dentro del plantel. El cambio en el reglamento

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n la temporada 2001/2002, la Asociación del Fútbol Argentina decidió hacer un cambio en el reglamento de la Primera B Nacional. A diferencia de cómo se venía jugando los años anteriores, se dispuso realizar un torneo en el cual se eliminaran las zonas Metropolitana e Interior. Entonces, el Apertura fue un campeonato de todos contra todos en el cual el campeón ascendería directamente sin disputar la segunda ronda, quedando sin jugar durante seis meses. Así le ocurrió a Olimpo de Bahía Blanca. El Clausura estuvo dividido en tres zonas que se conformaron de acuerdo a la ubicación lograda en la ronda anterior. Se jugó a ida y vuelta y determinaría qué equipos jugarían el Reducido para determinar el segundo ascenso. Por estos años se impuso la llamada 132


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Promoción donde clubes de la B Nacional accedían a disputar dos encuentros con los promedios del descenso 17º y 18º de Primera División, teniendo estos últimos ventaja deportiva en la serie. Los descensos fueron un tema de debate importante. El cambio en la estructura de los torneos permitió que veinte equipos perdieran la categoría a lo largo de tres años, logrando su punto máximo en la temporada 2001/2002 en la cual hubo siete descensos, un récord jamás visto. Este cambio se debió a una reestructuración por parte de la AFA para que la Primera B Nacional quedara conformada por veinte clubes –al igual que la Primera A-. Fue por ello que en 3 años hubo tantos descensos. Un descenso que Platense estuvo a minutos de evitar.

El torneo Apertura

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on la posibilidad de ser desafiliados (los directivos le debían a los jugadores $ 96 mil correspondientes a los sueldos de mayo, junio y el medio aguinaldo) y con una situación económica muy delicada Platense comenzó el campeonato con esperezas renovadas tratando de superar el mal trago vivido en el torneo anterior y con el debut de su técnico: Carlos Barisio, el ex arquero. El clima, sin embargo, era bastante hostil. Con un clima político bastante agitado, debido a las inminentes elecciones, Platense arrancó sin pena ni gloria obteniendo 2 puntos sobre 15 en juego. Dos empates en dos tantos frente a Arsenal y Brown de Arrecifes y tres derrotas consecutivas ante Central Córdoba, Olimpo de Bahía Blanca y Gimnasia y Esgrima de Jujuy. Estos malos 133


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resultados determinaron la desvinculación de Carlos Barisio al frente del equipo y marcó el comienzo de una nueva etapa a cargo de Alejandro Suárez, un técnico proveniente de las inferiores del club quien ya había tenido una experiencia muy buena el año anterior como entrenador de la primera. Con algunos cambios tácticos, pero prácticamente con los mismos titulares, el nuevo cuerpo técnico obtuvo cinco victorias y un empate (entre ellas el 1 a 0 frente a Racing en Córdoba bajo una lluvia torrencial y el 2 a 1 frente a Godoy Cruz en Mendoza con nueve jugadores) que comenzaron a ilusionar a varios hinchas calamares. Pese a eso, aparecieron los primeros conflictos dentro del plantel, entre jugadores y cuerpo técnico, que determinaron una caída en el rendimiento. La derrota frente a Defensores de Belgrano por 3 a 0, fue el comienzo del fin. Las elecciones estaban más presentes que nunca y no permitían analizar profundamente lo que ocurría dentro del equipo. Roberto “Toto” García era uno de los jugadores referentes en el plantel profesional. Sus años de experiencia le servían para llevar el grupo adelante. No obstante, de a poco se fue convirtiendo en un jugador problemático, que creó divisiones entre los jugadores. Tras el traspié ante el conjunto de Núñez y el empate con Tigre una semana más tarde, surgieron algunos inconvenientes. Luego del primer tiempo frente al El Porvenir, García ingresó enojado al vestuario y le reclamó actitud a los más jóvenes del plantel, lo que derivó en una pelea con el cuerpo técnico y el ingreso de Gonzalo Bergessio en su lugar. Este hecho no tuvo mayor relevancia pero al siguiente partido, en Tucumán, García no estuvo dentro de los once titulares. Manuel Serrano, ex arquero Calamar en los años 134


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ochenta y noventa, era el ayudante de campo y la mano derecha de Alejandro Suárez. Hoy, años más tarde, cuenta la historia de los hechos ocurridos durante su gestión: “Volver a Platense fue realmente una experiencia increíble por todo lo que yo había vivido en el club en mi paso como jugador. Era una signatura que tenía pendiente y que aún tengo, por me gustaría volver como técnico. Cuando nosotros llegamos, Platense no pasaba su mejor momento y tuvimos que agarrar un grupo que no habíamos armado. Al principio las cosas salieron muy bien, ganamos varios partidos seguidos y el equipo mejoró mucho su rendimiento. Pero en el medio hubo muchas cosas que no pudimos manejar. Algunos de los jugadores que integraban el plantel no pensaban igual que nosotros. Ellos venían a hacer su negocio. Entonces nos tuvimos que ir. Esos jugadores eran el ``Totó´´ García, el ``Tero´´ Di Carlo y Alejandro Peralta. A este último lo terminé de conocer bien en mi paso por Bolivia y descubrí qué clase de persona era. Campi era un buen muchacho, pero lamentablemente también se metió y se dejó influenciar por ellos. En el entretiempo del partido perdimos contra El Porvenir por 1 a 0, el “totó” García entró al vestuario diciendo que no quería arriesgar más sus piernas. No tenía ganas de jugar. Comenzó a sacarse las medias y los botines cuando el equipo más lo necesitaba. Yo no lo podía creer. Ni en mi época como jugador había vivido algo similar, que un futbolista se empiece a sacar la ropa y diga las cosas que dijo. Fue ahí cuando tuve una fuerte discusión con él. Yo era el ayudante del técnico, no me iba a callar. Además le tenía mucho aprecio a Platense y no podía permitir que pasaran esas cosas. Sentía que 135


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yo era del riñón del club, que él estaba equivocado y en algún momento se iría. Después de ese partido le dimos dos días de descanso. Él decía que no quería volver a jugar, pero al final tuvimos una charla y lo reintegramos al grupo. Aunque nada de eso cambió. Nosotros necesitábamos que él juegue al fútbol pero sus intenciones no eran las mismas. Buscaba permanentemente hacer su negocio. Estaba metido en el tema de los auspiciantes y hasta tenía intenciones de ser técnico. Una vez que nos fuimos tuvo su oportunidad, pero duró muy pocos partidos. Con Alejandro Suárez tomamos la decisión de limpiarlos del plantel y no los pusimos en los partidos contra Huracán de Tres Arroyos y Gimnasio de Entre Ríos. Pero mientras nosotros queríamos alejarlos, estaban aquellos que querían reincorporarlos. Estos problemas afectaron al resto del plantel, que tampoco conseguía puntos en el campeonato. El club está por sobre las personas. Entonces coincidimos en que lo mejor era dar un paso al costado, más allá de que los problemas estaban dentro del plantel y no en el cuerpo técnico. Sinceramente fue una cama la que nos hicieron. A veces, con que algunos futbolistas difieran con las ideas de uno, alcanza para que la situación se torne inmanejable. Yo estuve muy desvinculado a Platense porque quedé muy dolido. Más porque es un club que quiero y al cual le tengo mucho aprecio. La semana posterior al partido contra Villa Mitre, en Bahía Blanca, también fue bastante movida. La barra brava de Platense, cansada de las derrotas, presionó al plantel para que consiga triunfos e incitó al técnico a que borre del equipo a los referentes del mismo y opte por los más jóvenes. Fue la misma semana en la que Suárez 136


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decidió entrenar fuera del estadio Vicente López para evitar agresiones y excluyó al “totó” García, José Luis Campi y Alejandro Peralta. Al conocer la decisión, García dijo: “Tengo una bronca bárbara. Al técnico lo aprietan por todos lados, por eso nosotros apoyamos. Si sirve para descomprimir la complicada situación, lo acepto, aunque no estoy de acuerdo para nada. No sé de qué pibes nuevos me hablan, si ya están jugando y los tienen en condiciones deplorables. Yo le tuve que dar diez pesos a Miguel González para que se comprara una garrafa. Es una vergüenza”. Por su parte, José Luis Campi hizo mención de los hinchas: “Nunca apoyan al plantel. Cuando vamos al interior jamás los vi en la tribuna, van los que son verdaderos seguidores, los que quieren al club. Los que hacen bardo son cinco que se creen que Platense es Boca o River”. Alejandro Peralta, mientras tanto, fue más cauteloso: “Estoy jugando mal, así que acepto salir. La situación está muy complicada”. Los dirigentes prefirieron ponerle paños fríos al conflicto y le brindaron todo su apoyo a Suárez. “Si tomó la determinación de sacarlos del equipo, tendrá sus motivos. Alejandro ya demostró toda su capacidad y nosotros confiamos mucho en él”, aseguró el presidente Raúl Ferrari. La serie de problemas que surgieron a lo largo de la gestión permitieron comprender de alguna manera el vuelco que dio el equipo, que pasó de cinco victorias la hilo a estar ocho encuentros sin ganar. Al período de Suárez le restaban dos derrotas más frente a Huracán de Tres Arroyos y Gimnasia de Entre Ríos que dieron por finalizada su tarea al frente del plantel. 137


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Por entonces, Platense militaba por debajo de la mitad de tabla y quedaban sólo cuatro fechas para la finalización del campeonato, ya que la última, frente a Los Andes, quedaría postergada para el mes de febrero del año siguiente. Roberto García y Fernando Di Carlo, fueron quienes asumieron la dirección técnica del equipo. “Acá no hay técnico. Como somos los más grandes, hablamos nosotros. Pero todos saben que pueden opinar”, dijo el “Totó” antes de que Platense disputara el partido frente a Instituto de Córdoba. Y Platense ganó. Después de varios partidos sin conocer la victoria, finalmente derrotó al conjunto cordobés por 3 a 2, dejando una leve esperanza de que las cosas de a poco volverían a tomar su rumbo. No fue así. Más allá de la vuelta de los tres referentes más importantes, el equipo no pudo salir a flote y obtuvo solamente dos de los últimos nueve en juego. El 2001 ya era historia y las esperanzas quedarían relegadas para el 2002. Había tiempo de sobra para elegir técnico, armar un buen equipo e intentar sacar a Platense del pozo en el que se había sumergido. El comienzo del 2002 trajo como consecuencia cambios radicales a nivel institucional. La llegada de un gerenciamiento por primera vez en la vida del club -de la mano de Sports Internacional- y la posibilidad de contratar jugadores de categoría hicieron creer a más de uno, que el Calamar podría soñar con pelear por un lugar en el Reducido, pero antes debería sumar puntos y escapar de la zona de descenso. Nada era imposible. Las condiciones estaban dadas. Sólo debía tomárselo con calma y superar cada uno de los partidos. El debut de Carlos Trullet en la dirección técnica del equipo no fue nada bueno. No pudo contar con ninguno de los nueve refuerzos por estar inhabilitados y 138


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perdió de local frente a Los Andes por 2 a 1, dando por concluido el Torneo Apertura. De esta manera, Platense se ubicó vigésimo primero en la tabla de posiciones, sobre veinticinco equipos que lo disputaron, obteniendo sólo 24 puntos en 24 partidos y quedando en zona de descenso directo con un promedio de 1,243. Pero Bocca, uno de los jugadores con más trayectoria en Platense, hace un balance de ese campeonato: “Los recuerdos que tengo de la era Barisio no son buenos. Tuvimos un mal arranque y obtuvimos solamente dos puntos en cinco partidos. Después llegó Suárez, en donde mejoró la campaña y todos nos ilusionamos. Conseguimos una seguidilla de cinco victorias con un empate, pero algunas peleas internas que hubo entre el cuerpo técnico y los jugadores más experimentados, hicieron que caiga de alguna manera todo lo que Habíamos conseguido hasta ese momento. Empezamos a perder, y al ser un plantel con muchos jóvenes, quizás nos faltó experiencia para empatar algunos partidos en vez de ir siempre a buscar el triunfo. Tal vez, si hubiésemos obtenido algunos de esos puntos que perdimos sobre la hora, no hubiéramos sufrido tanto al año siguiente. Cuando Suárez renunció se creó una gran incertidumbre dentro del plantel. Fue muy raro para nosotros tener a un compañero del equipo como técnico. Este tipo de cosas uno las veía en otros clubes más chicos pero no en uno serio como Platense, con tantos años en Primera División. También se dio una gran desorganización en la institución, por el cambio de directivos y estoy convencido de que todo eso influyó en el rendimiento general del equipo. Esos puntos fueron los que se lloraron al final del campeonato”.

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El comienzo de una nueva etapa

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na vez que finalizó el torneo Apertura y que los refuerzos fueron habilitados, el equipo se mentalizó de lleno en revertir la mala situación que atravesaba en ese momento. Fue fundamental la llegada de Carlos Trullet ya que produjo un cambio en la mentalidad del equipo. Mientras todos pensaban en el descenso, él tenía otras aspiraciones. “Desde un primer momento Trullet nos inculcó que quería ascender. Nosotros estábamos asombrados porque hasta el momento estábamos descendiendo. Pero a medida que fueron pasando los partidos nos fuimos ilusionando. El decía que los dos objetivos iban de la mano y si nos salvábamos del descenso, tendríamos grandes chances de ascender”, recuerda Pedro Bocca. Lo cierto es que Platense se encontraba frente a un nuevo desafío. El campeonato Clausura se dividió en tres zonas de ocho equipos y el ganador de cada una de ellas se clasificaría para el Reducido que depositaría a un segundo equipo en la Primera División. De esta manera, las chances eran grandes, porque Platense contaba con un gran plantel y el torneo era de sólo 14 fechas. Sin embargo, otros jugadores eran más cautelosos. Leonardo Aguirre, arquero e hincha Calamar, comentó por aquellos días: “No tenemos que volvernos locos y pensar en un ascenso. Todavía faltan muchas finales que Platense tiene que ganar. Cuando esos objetivos estén consolidados recién podremos pelear por algo más importante, porque la institución merece cosas más importantes. El futuro dirá, pero el presente dice que primero debemos salvar la categoría”. La zona B quedó conformada con los siguientes 140


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equipos: Platense, San Martín de Mendoza, Atlético de Rafaela, Gimnasia de Entre Ríos, Defensa y Justicia, El Porvenir, Atlético de Tucumán y Racing de Córdoba. El calamar, de esta manera, disputaría la zona directamente con los equipos que también peleaban por salir de la zona de descenso. El conjunto dirigido por Trullet rápidamente consiguió buenos resultados y se convirtió en el equipo sensación. La prensa hablaba mucho del cambio que había tenido Platense, con nuevos dirigentes, nuevos jugadores y la incorporación de un gerenciamiento que permitía tener al plantel al día y crecer a nivel institucional. Los números los abalaban. De los siete partidos de ida que Platense disputó, ganó seis y perdió el restante, frente a Gimnasia de Entre Ríos. Tenía 16 goles a favor, solamente 3 en contra como único puntero en la tabla de posiciones. Su mayor potencial lo mostró en las goleadas a Atlético Rafaela (3 a 0), Defensa y Justicia (4 a 0) y Racing de Córdoba (4 a 0). El Porvenir seguía siendo el rival a vencer por ser el protagonista que más implicado estaba en la lucha por el descenso. La victoria que Platense se trajo de Gerli frente a dicho club (2 a 1) resultó de gran importancia para subir en la tabla de los promedios y llevar más confianza dentro del plantel. “Fueron tres puntos muy importantes, hasta el empate era valioso, pero lo mejor de este grupo es que es un plantel ambicioso. Jugamos por momentos regular y por momentos bien, pero siempre intentamos ir por los tres puntos, hasta incluso podríamos haberlo definido con mayor diferencia”, manifestó el técnico finalizado el encuentro. Vicente López vivió un momento de armonía hasta que comenzaron los partidos de vuelta. El equipo bajó 141


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mucho su rendimiento y los resultados ya no aparecían como antes. Entonces, el miedo y la preocupación, que por semanas se encontraban apagados, resurgieron en el tramo final del campeonato. San Martín de Mendoza era uno de los equipos más pobres de esa zona. Sin embargo, estuvo a punto de ganarle a Platense de local, en un partido atípico en el que el calamar desperdició una gran cantidad de goles. Al final fue empate en uno. Atlético Rafaela fue el siguiente rival que, a 600 kilómetros de distancia, en un solo partido desnudó todas las falencias del conjunto dirigido por Trullet, venciéndolo contundentemente por 5 a 0. En una noche, Platense había recibido más goles que en toda la fase inicial. A dicho encuentro lo siguieron los empates frente a Gimnasia de Entre Ríos y Defensa y Justicia. El promedio nuevamente bajó y el descenso estuvo más cerca que nunca. Nuevamente Platense y El Porvenir se veían las caras. Esta vez en Vicente López y, el ganador, tendría muchas chances de salvarse, más allá que ninguno quedaría exento del todo. Y el Calamar volvió a perder. Más allá de algunas ausencias como la de Alfredo Grelak por lesión, la victoria por parte de los de Gerli fue justa y contundente por 3 a 1. Quedaban dos fechas y el próximo rival era Atlético de Tucumán, que ya había descendido varias fechas atrás. Si Platense perdía en la provincia del norte estaría condenado a jugar la siguiente temporada en la tercera categoría del fútbol. “La noche anterior no había podido dormir de los nervios por miedo a descender. Ese aprtido lo jugué con un stress bárbaro, porque debíamos vencer a un equipo descendido. Era como jugar solteros contra casados, no sabíamos con lo que nos podíamos 142


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encontrar. Por suerte lo jugamos bien y lo ganamos por 3 a 1. Ese mismo día, Carlos Trullet nos juntó en el vestuario y nos dijo que ahora teníamos un partido que era a muerte. Estábamos un poco más aliviados, ya que no habíamos descendido, pero esa noche tampoco pude dormir bien”, relata Bocca. Platense, sin darse cuenta y gracias al resultado que obtuvo Gimnasia de Entre Ríos, se encontró ante una posibilidad única e histórica. Enfrentaría a Racing de Córdoba en condición de local. Si ganaba, se salvaría del descenso y entraría directamente en el Reducido en la lucha por el ascenso a Primera División, mientras que si perdía o empataba, descendería. Era un partido a todo o nada y de mucha presión, una verdadera final para los dos equipos, ya que también los cordobeses también necesitaban la victoria para no perder la categoría. “La semana de espera fue de mucho nerviosismo, pero a su vez de mucha confianza. Se viene Racing de Córdoba, los tenemos que matar, en el buen sentido. Eso era lo que pensábamos”, dice Leo Aguirre. Llegó el tan ansiado 20 de abril de 2002, una tarde que quedará en el recuerdo de todo aquel que presenció el encuentro que se disputó en el Estadio Ciudad de Vicente López.

La llegada al estadio

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a adrenalina que se vivía en las afueras del estadio era increíble. Desde tres horas antes la gente comenzó a acercarse en gran número con sus familias. Todos caminaban de un lado al otro, luciendo con orgullo sus camisetas marrones y blancas, dejando en claro que a la 143


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hora del partido la cancha explotaría. Gran cantidad de periodistas y fotógrafos regaban el paisaje. Al costado de los accesos a platea comenzó a haber un acumulamiento de gente. Faltaba poco para la llegada del micro de los jugadores y los hinchas les tenían preparado un banderazo de apoyo, para que cada uno de ellos saliera motivado a la cancha. Las banderas comenzaron a flamear, los bombos a sonar y el canto de la gente fue uno solo: “Dale, dale, Marrón”. A lo lejos ya se divisaba el ómnibus con los protagonistas. Había mucha emoción y hasta había lágrimas, es que Platense no disputaba una final de estas características desde hacía varios años. Pedro Bocca comenta ese acontecimiento: “El recibimiento que nos dieron los hinchas fue realmente impresionante. Nosotros estábamos adentro del micro y no podíamos avanzar por la cantidad de gente que estaba alrededor del mismo. Había varios jugadores que estuvieron antes en clubes grandes, pero veían esa fiesta y no lo podían creer. Algunos se llegaron a emocionar hasta las lágrimas porque había viejitos llorando, padres con sus nenes cantando y muchos familiares esperándolos. Cuando abrieron la puerta no podíamos bajar. Teníamos que hacer 15 metros desde la puerta del micro hasta la puerta de acceso a periodistas, que era el lugar por donde entrábamos. Y la única manera de hacerlo era saltando. Se escuchaban palabras de aliento, la gente te palmeaba y te besaba. Todo fue muy emocionante”. La llegada de la gente de Racing de Córdoba fue la otra cara de la moneda. Los hinchas visitantes estaban del otro lado del estadio y no pudieron ver como sus jugadores se acercaban al mismo. Entonces la bienvenida 144


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se la dieron los calamares. Bienvenida es una manera de decir, porque los recibieron con insultos, gritos y golpes en el micro que los transportaba, impidiéndoles el acceso a la puerta. Los cordobeses estaban asombrados –no era para menos- y tuvieron que seguir avanzando en búsqueda de otra puerta de acceso. Finalmente dieron la vuelta y entraron por otro lado, pero este hecho produjo una demora en el comienzo del partido. “Tuvimos que entrar media hora tarde a la cancha porque quisieron agredirnos en el micro. No había ningún dirigente de Platense esperándonos. Acá no caben las disculpas, que se las metan en el culo. Esto estaba todo armado”, fueron las declaraciones de Pedro Marchetta, técnico de los cordobeses después del encuentro. La suerte estaba echada. Los condimentos eran típicos de una final. A esta altura ya había unos 10.000 hinchas de Platense en la cancha y unos 1.000 de Racing de Córdoba, que recorrieron muchos kilómetros en caravana con la esperanza de ver a su equipo salvarse del descenso. Sólo restaban 90 minutos para conocer el resultado. Ese resultado que condenaría a uno de los equipos a disputar la siguiente temporada una categoría más abajo. O a los dos.

El partido

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l horario estipulado para el comienzo del partido era a las 15.30, pero ya desde una hora antes el estadio estaba casi colmado. La parcialidad local estaba ubicada tanto en la tribuna lateral como en la popular Roberto “Polaco” Goyeneche, mientras que los casi mil cordobeses ocuparon la otra cabecera. El duelo de 145


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hinchadas era permanente y los cánticos incesantes. Las tribunas estaban repletas de banderas en los alambrados y de palo, y cada hincha lucía con orgullo su camiseta. Todo estaba listo e indicaba que el partido iba a ser de alto voltaje emotivo. Mientras tanto, los jugadores estaban concentrados en el vestuario atentos a las indicaciones de Carlos Trullet. Uno de los cambios que hizo fue la incorporación de Javier Formidábile entre los once titulares. La idea era que un jugador derecho marcara al volante rival José Luis Fernández, una de las armas más peligrosas del equipo cordobés. Lovos, pese a haber tenido una buena actuación frente a Atlético de Tucumán, no estuvo presente. El reloj indicó las 16:00. El partido estaba retrasado media hora por los inconvenientes que tuvo el plantel de Racing en su llegada. A esa hora los equipos salieron a la cancha. El recibimiento que le dieron los hinchas locales a los jugadores pocas veces se vio en una cancha. Miles y miles de serpentinas volaban por el aire tanto desde la popular como de la platea, mientras los petardos y las bombas de estruendo sonaban de fondo. Todo esto entremezclado con el grito de la hinchada, que no paraba de cantar. Una bengala cayó dentro de la cancha y provocó un incendio por la cantidad de papeles que había en el campo de juego. “Cuando salimos a la cancha tuvimos que ayudar a sacar los papeles que estaban en el campo de juego. No podía ver la pelota ni mis pies. Yo estaba del lado de la tribuna lateral y escuchaba los gritos de la gente que me pedía por favor que ganáramos”, recuerda el defensor. Rafael Furchi, árbitro designado por la Asociación del Fútbol Argentino para dirigir el partido, pitó el inicio 146


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del encuentro y la pelota comenzó a rodar. Cuando promediaba la temporada Carlos Trullet había dicho: “Este es un equipo que está muy ansioso, que cuesta controlarlo; quiere definir loas partidos en medio tiempo porque se tiene confianza y eso es bueno”. Tal cual lo indicaban las palabras del técnico, Platense salió con todo a apabullar a su rival. Diego Graieb se puso el equipo al hombro e intentó en todo momento crear situaciones de riesgo en el arco contrario. Las declaraciones de Bocca reflejan la intensidad con la que se vivía el encuentro: “A los 10 minutos de empezado el partido me crucé con Benítez y le abrí la cabeza. El fervor y el nerviosismo era tan grande que no medí la fuerza con la que salí a marcarlo. Nos estábamos jugando el descenso y en ese momento no pensábamos en otra cosa que no sea eso”. Racing, por su parte, estaba bien plantado en el campo de juego. Si bien no atacaba con tanta profundidad como lo hacía el local, intentaba mantener la pelota en el sector medio, buscando el momento o la oportunidad para crear peligro. Esa oportunidad llegó a los 23 minutos de la primera parte: José Luis Fernández aprovechó un centro de Carlos Bértola y, tras quedarle el rebote de su primer disparo -había tapado bien Leo Aguirre- metió un zurdazo cruzado que puso a su equipo en ventaja. Los cordobeses deliraban, los Calamares sufrían. Por primera vez se pensaba seriamente en que la posibilidad del descenso podía ser real. Hasta ese momento, tanto los hinchas como los jugadores de Platense estaban convencidos de que se podía ganar el partido. El gol de Racing puso a todos con los pies sobre la tierra. Antes de cualquier festejo, debían salvarse del descenso. Pero aún faltaba tiempo y las chances estaban intactas. 147


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El equipo de Trullet no bajó los brazos. Siguió atacando como en el comienzo pero la suerte tampoco lo acompañó. Creó varias situaciones de gol, pero Leva, en muchas ocasiones, no pudo definirlas. La derrota parcial condenaba a Platense al descenso, mientras que Racing lo estaba evitando. Se fueron así los 45 minutos de un primer tiempo con muchas situaciones. El nerviosismo estaba instalado en todo el estadio. Nada estaba dicho y el partido podía resolverse a favor de cualquiera de los dos. Mientras tanto, con la radio pegada a la oreja, muchos simpatizantes estaban atentos a lo que ocurría con el otro de los protagonistas por el descenso: El Porvenir, que disputaba un partido clave frente a Atlético de Rafaela. Pero si algo le faltaba a este partido lleno de emociones, era el segundo tiempo. “En el entretiempo, el técnico nos dijo que debíamos estar tranquilos, aprovechar las situaciones, pero fundamentalmente no teníamos que desordenarnos bajo ningún motivo. Si manteníamos la calma, los goles iban a llegar solos”, cuenta Bocca. La segunda mitad comenzó con una modificación en Platense: Lovos entró por Formidábile, de regular actuación, para intentar de alguna manera buscarle una variante al partido. Sólo habían transcurrido tres minutos cuando Graieb, entrando por atrás de todos y aprovechando un error en la defensa local, empujó la pelota hacia la red e hizo renacer las esperanzas de Platense. Comenzaba de esta manera un nuevo partido, ya que por el resultado de El Porvenir, ambos equipos estaban descendiendo por lo que tendrían que salir a buscar como fuera el triunfo. El calamar buscó y buscó. Con el empuje de Sánchez por derecha y Graieb por izquierda, Platense de a 148


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poco fue metiendo a Racing en su propio campo. Leva desperdició cualquier cantidad de goles mientras que Caminos, el arquero, de a poco se fue convirtiendo en la figura del conjunto cordobés. A los 20 minutos, el “cebolla” Fernández cometió una infracción y, por doble amarilla, se retiró expulsado. La suerte parecía del lado de Platense que, con un jugador más, intentaría conseguir la victoria tan ansiada. La gente alentaba y alentaba, rogándole al equipo un esfuerzo más. Doce minutos más tarde, el local logró ponerse en ventaja: Luis Velázquez (el mismo que el año anterior había hecho el gol para San Martín de Mendoza) fue bien alto a buscar un centro que provino de un tiro libre y saltó junto a Gustavo Caminos. En el aire, Velázquez le pegó con su cabeza a las manos del arquero, provocando que éste no pudiera retener la pelota que finalmente entró en el arco. Rafael Furchi, abalado por el juez de línea Juan Milone, dio por convalidado el gol. Fue una clara falta del defensor sobre el arquero, a quien son se le puede cargar dentro del área chica. Pero a esa altura nada les importaba a los hinchas de Platense. La tribuna estalló en gritos y abrazos y sólo restaba mantener el resultado hasta el final. Todo era locura por parte de los Calamares. Pero la alegría duró poco. Dos minutos más tarde, el mismo Furchi cobró un dudoso penal para Racing de Córdoba por una falta en el área del recientemente ingresado Vegnaduzzo. ¿Compensación? Seguramente. Lo cierto es que el estadio inmediatamente enmudeció. “Cuando Furchi cobró el penal fui directamente a increparlo. Le dije que lo iba a matar y que no iba a salir del estadio. Yo estaba muy caliente, nos estaba mandando al descenso. Sé que mi reacción me podía haber costado 149


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la expulsión, pero creo que no me echó porque si no la gente afuera lo iba a matar. Y al que pateaba el penal le dije de todo. Le pedí que lo errara a lo que me contestó que él también lo hacía por la familia. Lamentablemente lo pateó bien y nos empataron el partido”, recuerda con bronca Pedro Bocca. Si bien quedaban algunos minutos por disputarse, más lo que agregara de descuento el árbitro, el partido para Platense finalizó después de esa jugada. Los jugadores estaban muy cansados por todo el esfuerzo realizado y anímicamente destruidos. Habían pasado del cielo al infierno de un instante a otro. Racing, en cambio, salió a buscar el triunfo, que pudo haber conseguido de la mano del “chiquito” Benítez, pero todo indicaba que esa era una tarde gris para los dos. Furchi pitó el final y todo se acabó. El 2 a 2 y el empate sentenció a ambos. Platense tendría que disputar la siguiente temporada en la B Metropolitana, tercera categoría del fútbol argentino, mientras que a Racing lo esperaba el Torneo Argentino A. Luego de las lágrimas y el desconsuelo, algunos de los protagonistas salieron a hablar: “Por desgracia no pudimos ganar para darle una alegría a toda la gente de Córdoba que vino a alentarnos y nos duele mucho irnos así. Podríamos haberlo ganado, pero creo que la clave del partido estuvo en la gran cantidad de goles que desperdiciamos”, señaló el delantero paraguayo Arsenio Benítez. El entrenador de Racing, Pedro Marchetta, a pesar de la calentura expresó: “Vamos a dormir tranquilos porque los jugadores dejaron el alma en la cancha. Esto me genera mucha tristeza. Si tenía que haber habido un ganador, ése era Racing. No hay que buscar responsables, ya que 150


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todos se brindaron y no pudimos coronarlo por esas cosas del fútbol. Pusimos mucho esfuerzo, pero el diablo metió la cola”. “Fue una lástima. En 90 minutos nos jugábamos a matar o morir y nos tocó lo que nadie quería”, comentó Carlos Trullet a la salida del vestuario. Un dato a tener en cuenta, que se supo más adelante, fue que Fernando Di Carlo no quiso ir al banco de suplentes por lo que su lugar fue ocupado por Matías Vegnaduzzo. Bocca cuenta qué fue lo que pasó: “En la práctica del jueves tuvimos que hacer fútbol en la cancha de hockey, porque había llovido mucho. En una jugada desafortunada vino a trabar conmigo y se luzó el dedo del pie, por lo que decidió no jugar. Si bien podía haber jugado porque esos golpes se pueden infiltrar, prefirió no hacerlo. Lamentablemente terminó pagando los platos rotos Vegnaduzzo, que entró en su lugar y era un pibe que no jugaba hacía tiempo. Quizá el penal que le cobraron a él, no se lo hubieran cobrado a Di Carlo, por los años que tenía y por ser un jugador con trayectoria”. Pero ya era tarde para lamentos, la historia había terminado y, lamentablemente, de la peor manera posible para toda la gente de Saavedra. La ficha del partido Resultado: Platense 2 – Racing de Córdoba 2. Cancha: Platense Fecha: 20/04/2002 Árbitro: Rafael Furchi Platense: Leonardo Aguirre; Walter Díaz, Luis Velázquez, Pedro Bocca; Ramón Rojas Paulo Miranda, Fernando Sánchez, Diego Graieb; Roberto García; 151


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Gastón Leva y Javier Formidábile. DT: Carlos Trullet. Racing de Córdoba: Caminos; Cristian Olmedo, Becerra y Fabricio Laborda; Buena, Rezzónico, Pérez y Álvarez; José Luis Fernández, Arsenio Benítez y Bértola. DT: Pedro Marchetta. Goles: PT 23´Fernández (R) ST 03´Graieb (P) 32´ Velázquez (P) 34´ Bértola –p- (R). Expulsados: ST 20´ Fernández (R) 39´ Velázquez (P).

Los incidentes

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ras el partido, ambas hinchadas comenzaron a arrojarse piedras y otros objetos entre sí, de una tribuna a otra. La policía encargada del operativo de seguridad, chocó con la hinchada Calamar tanto en el interior del estadio como en las afueras del mismo y reprimió con balas de goma y gases lacrimógenos. El saldo fueron 12 policías y 4 hinchas de Platense heridos. Además de varios patrulleros completamente destruidos.

La reflexión de Leonardo Aguirre

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eonardo Aguirre, que había regresado al club después de su paso por San Martín de Mendoza, vivió el descenso de una manera particular. Más allá de ser el encargado de defender el arco de Platense, también lo sufrió como hincha: “Me había lesionado el ligamento lateral interno. Me hicieron un estudio y 152


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había salido que estaba roto en un 35% más o menos. A la semana siguiente era el partido contra Atlético de Tucumán, anterior al de Racing de Córdoba, y lo jugué. Corría el riesgo de que se me rompa toda la rodilla y que estuviera parado por alrededor de 8 meses. La verdad que ahora a la distancia no sé por qué lo hice, debe ser porque soy hincha, porque en realidad fue una locura total. Ganamos 3 a 1 y el gol de ellos fue porque no pude saltar bien por la lesión que tenía. Nosotros agarramos al equipo casi descendido. El plantel anterior había sacado solamente 20 puntos. Cuando llegué a Platense, algunos compañeros de San Martín me tomaban de loco, porque decían que me iba a ir al descenso, a lo que yo les contestaba que ni loco, porque yo apuesto a ganador. Por más que las cosas vayan mal, yo empujo y empujo. Para mí era imposible irnos al descenso. Después pasó lo que pasó y tenía una amargura terrible. Lo que sí es que luego del partido con rAcing de Córdoba, siempre pude dormir tranquilo, porque supe que dentro de la cancha dejé todo. En la semana previa, lo que nosotros teníamos en la cabeza era zafar del descenso, porque veníamos con una presión de jugar 14 finales. Esa presión se sintió mucho más en la segunda parte del campeonato, que fue en donde Platense mermó. Toda la suerte que tuvimos en la primera ronda desapareció en la segunda. El partido que jugamos con San Martín de Mendoza, en Platense, fue una cosa de locos. La pelota no quería entrar. Y contra Racing de Córdoba fue igual. Ellos llegaron una sola vez e hicieron el gol y nosotros tuvimos 7 mano a mano y no pudimos convertir, fue de no creer. Antes de salir al campo de juego estábamos convencidos de que lo ganábamos. 153


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Estábamos bastante bien con los sueldos y los premios ni se habían conversado. Para mí y para muchos de los pibes la plata era secundaria. Porque después desaparece. Lo que importaba era el prestigio de uno. Y no te hablo como hincha, sino que un jugador, al que no le interesa tanto el club también lo hace por su prestigio, porque después es una marca que te queda para toda la vida. Racing no era mal equipo, pero nosotros éramos superiores, salvo en los últimos minutos del segundo tiempo que el partido fue de área a área y ellos también se erraron varios goles. Pero nosotros estábamos muertos, porque habíamos hecho todo el desgaste en el primero”. Crónica del diario La Nación La caída: descendieron Platense y Racing de Córdoba

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añuelo en un bolsillo, papel picado en el otro. Era lágrima o festejo; acercarse a la gloria o caer sin pausa en la oscuridad. De aquí en más, la cancha de Platense podrá reconocerse como El Campo de Las Penas. Dos equipos y dos hinchadas lloraron al mismo tiempo en una imagen surrealista. No hay una sola sonrisa en un deporte que premia y castiga tras 90 minutos. No hay registros de que haya pasado algo similar en el fútbol argentino. Dos conjuntos con posibilidades de jugar un reducido para ascender a primera, bajaron de categoría el mismo día, en la misma cancha, con el mismo pitazo final. Platense y Racing de Córdoba se midieron en Vicente López; empataron en dos tantos y ambos descendieron. El local jugará en la B Metropolitana y los cordobeses en 154


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el Torneo Argentino. Platense, el experto en salvarse no pudo hacer nada y por primera vez en su historia jugará en la tercera división del fútbol argentino. La B ya la conoce, es cierto; estuvo allí en 1956, 1964 y de 1972 a 1976, pero en esos tiempos dicha categoría le seguía a la primera, no existía la B Nacional. También se fue al durísimo torneo Argentino el Racing cordobés, que acarició el cielo en el Nacional de 1980, cuando cayó en la final con Central. Caída estrepitosa, cargada de dolor la de Platense. Después de haber estado 23 años en primera, en 1999 dejó la máxima división al perder con River 2 a 0 en su estadio. Por ese entonces el club era un caos. Los dirigentes no aparecían y los barras bravas se adueñaron literalmente de la institución. Los jugadores estaban solos. Hasta el final del año último todo siguió igual. Pésimos resultados en la cancha, cero conducción. Un grupo de socios organizaba rifas para darle un premio de 100 pesos al que resultara mejor jugador de su equipo, siempre y cuando ganaran. “Me da vergüenza decirlo, pero la verdad, si no ganaba esta plata no podía venir a entrenarme”, llegó a comentar un jugador. El plantel se quedó sin técnico, y el volante Roberto Totó García jugaba y dirigía al mismo tiempo. Se había tocado fondo, al menos eso se pensaba. Arrancó 2002 con el club gerenciado, la única posibilidad viable para el presidente Raúl Ferrari. Seguramente, el 25 de mayo de 1905, cuando se fundó el club, jamás lo imaginaron. No es momento para discutir si estuvo bien o mal, pero sí es cierto que no había demasiadas alternativas. Como sea, la empresa Sports International SA (maneja el marketing del seleccionado argentino femenino de hockey y de los Pumas) se hizo cargo. 155


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Algo mejoró y el equipo comenzó a ganar; hizo una campaña bárbara, tanto, que si ayer le ganaba a Racing no sólo se habría salvado del descenso, sino que habría ganado su zona e ingresaba en el octogonal para luchar por volver a primera. Los promedios y la desorganización de la AFA le jugaron en contra. No pudo hacer nada, como tantas otras veces, hechos que derivaron en llamarlo El Equipo de los Milagros. En 1941, Platense zafó de caer a sólo dos fechas del final; en el `68, evitó la debacle en un torneo reclasificatorio; en 1977 le ganó a Lanús por penales en un desempate para determinar un tercer descenso; un año más tarde, Banfield sucumbió ante el embrujo Calamar a dos fechas del epílogo; en el `79, jugó el torneo Permanencia con Chacarita, Atlanta y Gimnasia y se salvó; en el `81, derrotó a Colón en la última fecha y se mantuvo; en la temporada 85/86 sumó los puntos vitales en las dos últimas jornadas; en 1987 el descenso estuvo a un paso: faltaban 20 minutos para que finalizara el match contra River, por la última fecha del torneo; los de Núñez ganaban 2 a 0 y Temperley -el rival directo por el descenso- empataba con Rosario Central. Tres goles de Gambier torcieron el rumbo. En el desempate con los celestes, ganó Platense. Todo quedó lejos ahora; las tardes heroicas, los domingos... Era pañuelo o papel picado. Ambos quedaron mojados por las lágrimas.

Una tarde de bronca y descontrol

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esde las primeras horas de la tarde la violencia merodeó por Vicente López. A las 14:30 hs., cuando el ómnibus que trasladaba a Racing llegó al estadio de 156


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Platense, un grupo de unos 200 hinchas locales golpeó el vehículo y pretendió agredir a los futbolistas cordobeses. Por ese motivo, el colectivo debió alejarse durante unos 30 minutos a la espera del personal de seguridad. Luego, cuando el ómnibus llegó nuevamente al estadio, la barra brava de Platense -insólitamente- fue quien apaciguó los ánimos. Según el entrenador Marchetta, ningún directivo de Platense estaba en el lugar para dar explicaciones sobre el hecho. “Las disculpas que se las metan en el c…. Esto estaba preparado”, disparó el DT de Racing. Debido a este incidente y a la gran cantidad de gente que había fuera del estadio a pocos minutos de las 15:30 (horario estipulado para el comienzo), el partido fue demorado hasta las 16. Luego, cuando los equipos salieron al campo de juego, una bengala lanzada desde la popular de Platense provocó un incendio entre las serpentinas que había en el césped y el encuentro se demoró siete minutos más. Pero los mayores incidentes se produjeron cuando el match finalizó. Los hinchas de Platense, en el afán de ir a entrenarse con sus pares de Racing, chocó con la policía en el interior del estadio y en las calles adyacentes. Balas de goma, gases lacrimógenos, corridas, piedras, vidrios rotos, fueron el desencadenante de cuatro detenidos y 16 heridos leves (doce policías y cuatro civiles), según informó el comisario Eduardo Caimi, a cargo del operativo de seguridad, que contaba con 120 efectivos. Todo era un caos. La barra brava irrumpió en la zona de los vestuarios a pedirles explicaciones a los jugadores por haber descendido; incluso, hubo peleas entre los mismos hinchas. Mientras -llamativamente- los bombos y las banderas de la hinchada eran guardadas en la sala 157


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de conferencias de Platense. A una hora y diez minutos de finalizado el encuentro ambos planteles se retiraron del estadio. Los de Platense se introdujeron rápidamente – bajo una lluvia de insultos y salivazos- en el ómnibus, que, en la retirada, recibió varios proyectiles que rompieron los vidrios. A esa altura las calles daban una imagen de guerra: perdigones, un patrullero destruido, fuego…

Diario La Voz del Interior de Córdoba La patética imagen de dos equipos derrotados

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i la jerga periodística llama al tipo de notas pensadas para cubrir este espacio como “nota color”, aquí tendría que observarse una columna negra. Claro que esto no pasa de ser un relato deportivo más. Eso sí: un relato cargado de singularidades por las extrañas sensaciones que se vivieron ayer en Vicente López. Lamentablemente, la crónica no puede obviar el dramatismo de una nueva jornada de fútbol marcada por la violencia. Una más. Con policías apuntando a hinchas locales con balas de goma, hinchas enfurecidos respondiendo con pedradas; gases, heridos, corridas. A la infrecuente y lastimosa escena de ver dos equipos de fútbol derrotados en una misma disputa (una burla a las leyes de la matemática, que se presumen inmutables, pero con los caprichosos promedios que inventó la AFA todo es posible) se sumaron estos episodios que llevaron al máximo la tensión. Como puede suponerse, los vestuarios reflejaron patéticamente la situación. Entre el camarín local y el 158


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visitante de la cancha de Platense median unos 15 pasos. La salida de los protagonistas se puede aguardar en un pasillo abierto y angosto. Las puertas permanecieron buen rato cerradas y con protección policial. Ningún movimiento se produjo hasta pasados 40 minutos del término del encuentro. El silencio predominó a uno y a otro lado del sector. Sólo se pudo escuchar el monótono sonido de las duchas, y mientras llegaban las noticias de que llegaba la batalla campal entre policías e hinchas en las calles adyacentes, se abrió el camarín visitante. El propio técnico de Racing, Pedro Marchetta, fue el primero en dar la cara. Apoyado sobre el marco de la puerta que da paso a la zona de las duchas, el entrenador no pudo disimular su amargura: “Racing fue claramente superior y este descenso es una gran injusticia; los muchachos se jugaron el alma, hasta la última pelota, pero no se pudo. Nos queda mucha bronca”. A su espalda, el plantel académico permanecía sumido en el silencio. El arquero Gustavo Caminos se mostró con la herida en una de sus orejas, producto del agarrón que sufrió en la desafortunada jugada que terminó en el segundo gol de Platense. “El chiquito” Benítez, uno de los más experimentados del plantel, apenas pudo, casi en tono de murmullo, ensayar alguna explicación. Todos, titulares y suplentes, cambiados y con bolsos en la mano, algunos pocos con la toalla al hombro, cabizbajos, dejados ganar por la incredulidad y la impotencia. A 15 pasos de allí, la misma película podía verse en el vestuario local. No hubo contraste de emociones. El empate decretó el descenso para los dos. Platense y Racing se jugaron a todo o nada. Y el hecho es que, para ambos, resultó nada. 159


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El final Furchi señalo el centro del campo de juego e inmediatamente hizo sonar su silbato, que decretó el final del partido. Pero ese sonido marcó mucho más que eso. Todos los jugadores y los miles de hinchas que se encontraban en el estadio se quedaron parados en su lugar, como sin saber qué hacer, adonde ir. Toda esa locura que se había vivido en los 90 minutos ya no existía y nadie lo podía comprender. La gente se miraba entre sí o escondía su cabeza entre los brazos mientras que otros buscaban en la nada del cielo la respuesta a lo que había pasado en la cancha. Sinceramente increíble, conmovedor. Fue uno de esos partidos que se da una vez en décadas. El ruido del silbato reverberó en todo el barrio de Saavedra y marcó, no solo el final de un encuentro de fútbol, sino también el comienzo de una nueva etapa histórica en la vida de Platense: la tercera categoría.

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CAPÍTULO SIETE

21 de junio de 2007 Los mareados

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ran parte de culpa en toda esta mala situación la tenemos el pueblo por haber elegido los gobiernos que hemos tenido, porque sin dudas nos hemos equivocado en el momento de votar a los que manejan el destino del país. No tiene que haber más listas sábanas, ni tantos diputados y senadores. Además debe haber una purificación general, no puede ser la cantidad de asesores que cada uno de ellos tiene trabajando a su cargo. Habría que modificar eso, entre otras muchas cosas, para dar el ejemplo y para que la gente vea que hay un cambio en serio”. Estas declaraciones, que a simple vista parecerían las de un político nacional, fueron realizada por el presidente del Club Atlético Platense Raúl Ferrari, antes de que comience el Campeonato Apertura 2002/2003 de la Primera B Metropolitana. Las malas administraciones conllevan la reprobación del hincha y el socio. “Es así. Las críticas a los dirigentes del fútbol, sobre todo a los del ascenso, son 161


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totalmente injustas, hoy la sociedad vive una situación de desencanto, de desconfianza en todo, entonces es comprensible que también lo haga con los dirigentes, pero cuando uno escucha que dicen “por algo estarán” yo les contesto que hacemos muchos sacrificios por el club que queremos. Podemos ser capaces o incapaces, pero los dirigentes en su gran mayoría vivimos pensando en como beneficiar a nuestras instituciones”, agregó Ferrari. “La gente muchas veces ignora todos los problemas que hay en una entidad. Creo que no debe haber quien no ponga plata de su bolsillo para poder pagar gastos en su club. Pero quiero que quede claro que no reniego de esto, porque nadie me obligó a meterme en el mundo del fútbol, lo hice por el amor que le tengo a Platense y porque me creo capacitado para llevar adelante un proyecto serio y honesto”, finalizó. Crudas pero reales, las palabras de Ferrari reflejaban la situación que se vivía tantos en los clubes como en el país. Las críticas a los dirigentes del fútbol en general eran -y son- cada vez mayores. Se los responsabiliza de la mala administración de cada institución. Platense no estaba exento a eso, pero a diferencia de las palabras que pronunciaba su presidente, los que gobernaban eran siempre los mismos y nada hacía presumir que habría un cambio rotundo como para que los hinchas Calamares comenzaran a confiar y a soñar. Con este panorama se abría un nuevo capítulo en la vida de Platense. Por primera vez en su rica historia disputaría la tercera categoría del fútbol argentino. Un nuevo plantel llegaba para intentar revertir la situación por la que se atravesaba y el hincha anhelaba que fuese un paso fugaz para poder, en el 2003, volver a jugar en la antesala de la Primera División. 162


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Los preparativos

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erro Carril Oeste, si bien se había coronado campeón en la temporada anterior, no había podido lograr el ascenso ya que había perdido la final contra Deportivo Español. De esta manera, junto con Platense, se perfilaba como un serio candidato a quedarse con el título. Ambos equipos eran los grandes de la categoría, y se estimaba que pelearían entre ellos el campeonato hasta la última fecha, justamente en la que les tocaría enfrentarse. El campeonato de Primera B Metropolitana se jugó con el sistema de todos contra todos a una sola rueda, estableciéndose la condición de local y visitante por sorteo. La segunda etapa se desarrollaría en tres zonas (dos de ocho equipos cada una y la restante de siete) con el mismo sistema de la faz inicial. En caso de que el ganador de la primera rueda ganara también su zona, ascendería directamente a la Primera B Nacional, haciendo que los demás conjuntos tuvieran que participar del Octogonal para conseguir un lugar en la Promoción frente a un equipo de dicha categoría. En síntesis, se trataba de un campeonato muy largo y durísimo con 23 equipos en donde habría un solo ascenso y una chance para jugar el repechaje. Carlos Trullet, a pesar del descenso, continuó a cargo del plantel. Tuvo una reunión con la Comisión Directiva y se resolvió que prosiguiera como director técnico. Si bien no conocía la categoría en este caso prevaleció la experiencia, el buen manejo del grupo y la parte humana. Se intentó planificar un proyecto serio y con un único objetivo: formar un equipo posible de pagar per con cierto nivel. Para ello el cuerpo técnico junto con el Departamento de Fútbol liderado por Ricardo Demartini, 163


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Marcelo Patané, Rubén Saco y Carlos Preci, se pusieron en campaña. Había que empezar de cero. Tras arduas negociaciones económicas, se pudo llegar a un acuerdo con Alfredo Grelak y Fernando Sánchez para que continúen en el club. Por otra parte, Bocca, Rojas, Santo, Lovos, Madrid, Bergessio y Sergio “Kanú” Gómez, formarían el bloque de los juveniles surgidos de inferiores. Las idas y vueltas fueron muchísimas. Que sí, que no, pretensiones elevadísimas y pedidos “especiales” -como por ejemplo premio por cantidad de goles conseguidoshicieron que todo fuese una odisea. Los que finalmente llegaron -entre otros- fueron los siguientes refuerzos: Hernán Santa Cruz (El Porvenir), Hugo Giménez (Estudiantes de Buenos Aires), Alfredo Beltrán (Atlético Tucumán), Pablo Goberville (El Porvenir), Héctor Luengo (Argentino de Quilmes), Juan Luis Monge (Gimnasia de Concepción del Uruguay), Walter Zunino (regresó de Nueva Chicago), Silvio Mendoza (Liga Rosarina), Gustavo Sever (Argentino de Quilmes), Luis Sosa (Ferro), Darío Lema (Brown de Adrogué), Mariano Martínez (Los Andes), Gastón Soriano (Villa Dálmine) y Daniel Vega (Lanús). “Prácticamente hablamos con 200 jugadores, fue un trabajo grande. Un ejemplo es el de Darío Lema que todavía estaba jugando en Brown de Adrogué y ya tenía un mensaje en su contestador. La idea era armar un equipo competitivo y creo que se logró. Platense montó un equipo del Nacional B”, afirmó Ricardo Demartini. Y agregó: “Los jugadores saben que salir segundos es un fracaso, acá todos vamos a empujar para lograr el campeonato y salir rápido de esta categoría. Fijate los problemas que hay en los traslados. Se juntan las 164


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hinchadas. Hay que volver al Nacional como sea”. “No queremos repetir lo de Ferro del año pasado. Para eso debemos tener el objetivo claro siempre, pero sobre todo ir partido por partido. Si no diría a la inglesa, ganando de local y empatando de visitante, que seguro peleas arriba. Pero no. Yo quiero que Platense salga a ganar en todas las canchas. Lo primordial es mantener la valla invicta o lo menos vencida posible. Este equipo se armó de atrás para adelante. Platense no va a perder así nomás”. Las palabras de Demartini no eran las únicas que desplegaban optimismo, algunos jugadores, como Gustavo Sever estaban bastante entusiasmados también: “Nosotros sabemos que Platense no está acostumbrado a jugar en Primera B y, por lo que significa este club, tenemos que ganar todos los partidos. No nos sentimos presionados porque somos jugadores preparados para jugar con tranquilidad”. La meta era clara y el plantel ya estaba armado. Sólo restaba el inicio del campeonato.

El campeonato

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l primer partido que Platense tuvo que disputar fue frente a Estudiantes de Buenos Aires. A pesar de la expulsión sufrida por Pablo Goberville, desde los 26 minutos del primer tiempo, el empate en un tanto fue positivo, más aún si se tiene en cuenta que el Calamar dominó el encuentro y fue superior a su rival. Una semana más tarde llegó Tigre, clásico zonal, que cargaba con la mochila de no haberle podido ganar nunca a Platense desde la década del setenta. La historia, fiel a su tradición, le dio la primera victoria al Calamar en el campeonato con un gol de Lema cuando el partido ya se 165


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moría. Fue el comienzo de una racha positiva que duró ocho partidos en donde los dirigidos por Trullet lograron mantenerse en lo más alto de la tabla de posiciones. A medida que transcurrían los partidos, el equipo estaba cada vez más sólido. Los triunfos frente a Cambaceres, Armenio, Argentino de Rosario y Talleres, ilusionaban a los hinchas. Poco a poco, se veían identificados con el juego desplegado y la gente apoyaba masivamente. Gustavo Sever, a esta altura y para sorpresa de la mayoría, era una de las figuras. El volante tomó las riendas, se encargó de manejar los hilos y fue el conductor. Además, no siendo delantero, había conquistado cinco tantos en ocho fechas. “Me esperaba un arranque así, porque era lo que yo me propuse y lo que tenía en mente. Quizá no me hubiese imaginado que iba a hacer cuatro goles en cuatro partidos, pero mi idea era de tratar de empezar bien para poder afianzarme entre los titulares”, decía Sever por aquel entonces. Lema -en cambio- decepcionaba a todos. Más allá del gol que le dio la victoria frente a Tigre, no alcanzaba a cubrir las expectativas que habían depositado tanto los dirigentes como el cuerpo técnico sobre él. Tal es así, que en el partido con Talleres de Remedios de Escalada se fue llorando mientras Goberville le pedía a la platea que cambiara los insultos por aplausos, ya que el jugador estaba muy mal anímicamente por la enorme cantidad de goles que había desperdiciado. Chau invicto y punta. La novena fecha enfrentó a dos que peleaban las primeras posiciones: All Boys y Platense. Dos estilos antagónicos. Por un lado Ricardo Caruso Lombardi y por otro Carlos Trullet. Era el encuentro ideal para que cada uno midiera sus fuerzas y mostrara hasta donde podía llegar. Unas 3000 almas se hicieron 166


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presentes en Floresta tiñendo la tribuna visitante de marrón y blanco, pero ninguna de ellas pudo impedir que el Calamar cayera derrotado por 2 a 1. Sin embargo, nada estaba dicho. Se habría perdido sólo una batalla. Una semana después llegaría una noticia inesperada: Carlos Trullet anunciaba su alejamiento de la dirección técnica. Tras el partido que Laferrere le empató a Platense en el descuento, emitió ante la prensa su retiro: “Me voy por problemas personales. Niego absolutamente cualquier diferencia con los jugadores. Platense tiene chapa y equipo para estar arriba más allá de que me hubiese gustado ganar para irme tranquilo. Agradezco a todos los que me apoyaron y a los que no”. Sus declaraciones fueron claras. El alejamiento era exclusivamente por motivos personales. La sorpresa fue muy grande porque el Calamar se quedaba sin técnico en la mitad del campeonato y peleando la punta del torneo. “Me dolió mucho su decisión porque había empezado un ciclo en el que veníamos haciendo las cosas muy bien. Carlos era la cabeza de este grupo y sus ideas eran claras, y ahora que se fue nos deja temblando. Sabemos que todas las decisiones que enfrentó Trullet en la vida fueron realizadas con mucha seriedad y responsabilidad. Realmente tiene que haber sido un problema muy importante como para que abandone este proyecto”. Las palabras de Alfredo Grelak, reflejan el enorme vacío que significaba la idea del técnico quien era respetado por todo el grupo. Su renuncia pudo haber sido uno de los factores por los que Platense dejó pasar puntos que lamentaría al finalizar el campeonato. Mientras tanto, Carlos Miori (ayudante de campo de Trullet hasta ese momento), asumió interinamente en el 167


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cargo. Su primer partido fue frente a Sportivo Italiano y Platense ganó 3 a 1. Quedó el recuerdo de una joyita, ya que Sever convirtió un gol extraordinario luego de hacerle un sombrero a un defensor, eludir a otro dentro del área y definir por entre las piernas del arquero antes de ingresar al área chica. Tras quedar libre en la decimotercera fecha, Platense visitó a Sarmiento de Junín. La labor futbolística dejó demasiadas dudas y se trajo una derrota que lo golpeó muchísimo. La gente no comprendió la actitud del equipo, que jamás hizo nada para dar vuelta la historia y desde ese partido comenzaron a mencionarse algunas diferencias dentro del plantel. Como consecuencia se produjo la desvinculación de Miori, quien le dejó su lugar a Héctor Restaino. Era el tercer técnico que llegaba en lo que iba del campeonato. El Calamar igual seguía peleando los primeros puestos. Restaino debutó frente a Brown de Adrogué el 23 de noviembre de 2002 con una victoria por 2 a 1. Tres días más tarde, Platense visitó a Morón para disputar el encuentro que había sido suspendido anteriormente. El 4 a 1 logrado ilusionó a todos, porque no solo se goleó, sino que además se evidenciaron pasajes de notable contundencia, lo que generó una amplia superioridad sobre el rival. Pero la alegría se apagó cuando Cristian Calabrese determinó el 1 a 0 a favor de Central Córdoba en cancha de Almagro unos días más tarde. Luego de volver al triunfo en la barranca quilmeña, llegó el partido con San Telmo. Era el último del año y Platense debía ganar para no alejarse de Ferro que iba primero en la tabla de posiciones. Pero más allá de merecer el triunfo, el Calamar solo se quedó con un punto (terminó 168


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1 a 1), lo que apaciguó las ilusiones de quedarse con el primer puesto. “Hoy ya se perdió una gran chance de achicar la diferencia con Ferro. Empatamos un partido que debimos haber ganado. San Telmo convirtió un gol temprano y luego se metió atrás para impedirle atrás para impedirle a Platense el acceso al gol. Hicimos todo lo posible para ganar pero lamentablemente no pudimos”, relató Hugo Giménez, quien ahora era el arquero ya que Santa Cruz, titular hasta entonces, se había lesionado. Y añadió: “Tuvimos un par de chances para acercarnos a la punta pero no supimos aprovecharlas. Es importante la pretemporada que se aproxima y tratar de mantenernos unos para concientizarnos de todo lo que se viene en Febrero cuando se reinicie el campeonato. Aunque estemos terceros, vamos a luchar para finalizar primeros”. Si algo le faltaba a este campeonato era la incorporación de un nuevo técnico. Restaino dio paso al costado por diferencias económicas (el sponsor que prometió para pagar los sueldos nunca llegó) y en su lugar asumió Guillermo Duró, el mismo que sacara campeón a Defensores de Belgrano y lo mantuviera en el Nacional B con una gran campaña. La ventaja con la que corría Duró residía en que contaba con bastante tiempo para trabajar y preparar al equipo de cara a los últimos partidos que le quedaban por disputar. Pero a su vez tenía dos desventajas: el plantel no había sido armado por él y a pesar de que el club estaba gerenciado, los jugadores no tenían los sueldos al día. Sobre este punto en particular, Héctor Restaino hizo hincapié antes de irse: “No tengo dudas de que es fundamental tener el plantel al día. El jugador es profesional y vive de esto, y si no está bien en el tema del pago, no va a rendir todo lo bien que tiene que rendir. Yo cada vez que estuve en un 169


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lugar y estuvieron al día me dieron satisfacciones”. Los casi 40 profesionales viajaron de pretemporada a Santa Teresita. Se realizaron distintos trabajos físicos y futbolísticos, siempre con la mira puesta en las fechas que restaban para finalizar el Apertura. Los dirigentes del Club se mostraron muy satisfechos con la labor de Duró y confiaban muchísimo en que Platense todavía podía pelear por el primer puesto, que le otorgaba al que lo consiguiera enormes chances de lograr el ascenso. El 1° de febrero de 2003 fue el debut de Duró. Platense visitó a Flandria, en Jáuregui, y el equipo se mostró solido y se impuso 2 a 0. Posteriormente llegó el momento de enfrentar a San Miguel en un partido que había quedado pendiente del partido anterior. Ya no interesaba ni la forma ni los medios, había que conseguir el objetivo de ganar, sea como sea. Atrás quedaron San Miguel y Maquiavelo, quien profesara la célebre frase de que “el fin justifica los medios”. Esta tipología no ha cambiado hasta el día de y ha sido -y será utilizada- como medio estratégico para obtener los objetivos propuestos. Bajo un diluvio universal y con una actuación estoica, sobre todo por las condiciones del campo de juego que se parecía más a una extensa laguna que a una cancha de fútbol, Atlanta fue la siguiente víctima. Cayó por 2 a 0 en Vicente López, lo que terminó de despertar la ilusión de todos los Calamares. Quedaban dos fechas nada más. La siguiente frente a Almirante Brown y la última de local contra Ferro. La igualdad de Ferro ante Morón le brindó la posibilidad a los dirigidos por Duró de hasta poder empatar contra Almirante para poder tener chances de acceder al primer puesto del torneo. O sea, a Platense lo único que no le servía era perder. El 16 de febrero se vieron caras en 170


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Casanova y tras un partido electrizante, el resultado fue 3 a 3. De esta manera Platense y Ferro disputarían una verdadera final en Vicente López. El equipo de Caballito tendría dos resultados a su favor mientras que al Calamar solo le servía la victoria. En la semana mucho se dijo acerca del partido que habían disputado Platense y Almirante Brown. El vicepresidente del “Mirasol” salió por todos lados a decir que Platense intentó arreglar el empate y que había recibido un llamado de Grelak, pero nunca se pudo profundizar el tema. Alfredo Grelak, por su parte, dijo: “Todos conocen a Lampa y saben quien es dentro del fútbol. Yo estoy muy tranquilo y no voy a darle demasiada importancia al hecho”. Lo cierto es que tanto jugadores, como cuerpo técnico e hinchas estaban mentalizados en el encuentro frente a Ferro. El calamar estaba a sólo dos puntos y el único resultado que le servía era el triunfo. Pero corría con la ventaja de que el partido se disputaría en el Estadio Ciudad de Vicente López, en donde no había caído a lo largo de todo el torneo. El clima fue típico de una final. La tribuna Roberto Goyeneche estaba colmada al igual que la platea. La popular que da a la calle Liniers se habilitó hasta la mitad. Pero sin duda que lo que más sobresalió fue el recibimiento del equipo: miles de papeles volaban en un cielo impoluto y despejado; el humo marrón y blanco se condensaba formando un verdadero arco iris lleno de ilusión y esperanza. El conjunto de Raimundo acercó a 1500 hinchas que también fantaseaban con el primer puesto. Platense salió a arrollar a su rival que esperaba replegado en su campo el momento para salir a contratacar. Pero Federico Beligoy -con sus dudosos 171


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fallos- fue responsable directo de darle otra razón para sufrir a los 10000 fanáticos Calamares. El árbitro expulsó a Aguirre y a Sánchez en el comienzo de la segunda etapa y, más allá de eso, Platense siguió insistiendo en ganar el partido mientras el “Verde” aguardaba en el fondo. Finalmente fue empate en cero y Ferro logró el primer puesto del campeonato, clasificándose para jugar en la zona de siete equipos. Injusto o no, se había dejado escapar una chance fundamental en la lucha por el ascenso. Las justicias y merecimientos están cada vez más lejos en este fútbol vernáculo y lo único que restaba era esperar a que Ferro no saliera primero en la zona que disputaría, porque de lo contrario ascendería directamente y todo el resto debería luchar para conseguir un lugar en la promoción. La falta de motivación en el plantel hizo que el rendimiento del equipo decayera profundamente. Los jugadores salían a la cancha y para ellos era lo mismo jugar que no hacerlo. Duró, mientras tanto, hizo un trabajo serio de inferiores y aprovechó las circunstancias para probar posibles reemplazantes. A lo largo de las 14 fechas que se disputaron, muchos juveniles consiguieron continuidad y sumaron minutos dentro del campo de juego. En el Clausura se obtuvieron cinco victorias, siete empates y dos derrotas, pero el equipo ya no era el mismo. Por otra parte, las preocupaciones pasaban por el tema de los sueldos y los premios, dejando en un segundo plano el énfasis en estar concentrados para salir a ganar cada partido. Esta falta de ética, respeto y profesionalismo trajo algunas diferencias dentro del grupo y con los dirigentes. La derrota frente a Sarmiento de Junín dio por finalizado el campeonato. Ferro ganó su zona, salió 172


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campeón y ascendió directamente de categoría. De esta manera, el ganador del Reducido disputaría sus chances de ascenso con un equipo del Nacional B. Estudiantes de Caseros, rival que enfrentó a Platense en la primera fecha del Apertura, volvería a verse la cara con el Calamar, sólo que esta vez el resultado significaría la continuidad de uno y la eliminación de otro.

Esperando el milagro

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on un segundo puesto en el Apertura y un proceso de transición en el Clausura (dado que al haber sido escolta de Ferro en la faz inicial ya había adquirido el derecho a ser partícipe del Octogonal), Platense emprendió el camino del retorno. Ese retorno que lo depositaría en el Nacional B, un escalón por debajo de su casa: la Primera División. Sin embargo, no llegó de la mejor forma posible al Reducido. Los problemas sobraban y el equipo en contadas ocasiones pudo mostrarse sólido, compacto y contundente, como si lo fue desde la decimonovena fecha cuando Guillermo Duró tomó un barco que parecía hundirse tras el paso del técnico-empresario Héctor Restaino. Demasiados inconvenientes aquejaban al plantel. Los malos resultados -o mejor dicho, el no obtener los puntos esperados- hacían que la gente perdiera la paciencia con los jugadores y rompieran el vínculo luego que estrecharon luego de vencer a Flandria, San Miguel y Atlanta e igualar ante Almirante Brown y Ferro. El hincha apreciaba que el rendimiento ya no era el mismo y, para colmo, algunos de los once titulares no supieron sobrellevar la constante reprobación del público 173


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respondiendo con gestos o actitudes poco gentiles. A la crisis interna ya mencionada, debe agregarse que los dirigentes no cumplían con el pago de los sueldos. Y quizás allí es donde haya radicado la falencia más grande. La situación, está claro, no era la mejor pero así había que abordar los ocho cotejos que permitirían ascender. Las cartas estaban echadas sobre la mesa y una de las posibilidades era mezclar y barajar de nuevo. ¿La otra? Ser lo más optimista posible y rezar. Al final del capítulo quedará claro por cual se inclinaron los protagonistas principales de esta novela. El miércoles 18 de junio de 2003 en Urquiza y Lisandro de la Torre, Caseros, se jugó el encuentro de ida. El local, Estudiantes de Buenos Aires, llegó como el séptimo clasificado. Mientras que Platense ingresó segundo detrás de Almirante Brown, teniendo ventaja deportiva sobre los otros seis equipos. En cada una de las instancias, si al término del segundo partido la cantidad de puntos y la diferencia de gol resultaba igualada, pasaría a la ronda siguiente el mejor ubicado en la tabla porcentual. En todo el Reducido actuaría como local en el primer partido el equipo de menor porcentaje de esa tabla. A las 15 horas, Alejandro Sabino -juez del encuentrodio el pitazo inicial. Los dirigidos por Blas Armando Giunta salieron vestidos con la tradicional remera a rayas blancas y negras en forma vertical. Comandados por Alfredo Grelak y usando camiseta blanca con la franja horizontal marrón, los jugadores saludaron a los más de 1200 Calamares que poblaron la tribuna ubicada al lado de la platea que de entrada, hizo notar con aliento y presión, que había que ser protagonista. Recién iniciado el cotejo, se pudo apreciar que el que ganara la zona media tendría mayores posibilidades de 174


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quedarse con la victoria. Estudiantes acaparó la pelota y decidió tomar la iniciativa. Esperar y salir rápido de contrataque era el propósito del visitante. Predominó la lucha y la pierna fuerte y así se generaron dos goles. Luis Sosa, enganche devenido en doble cinco, efectuó a los 11 minutos del primer tiempo un tiro libre desde atrás del área grande que se incrustó en el arco de Arnaudo. ¿Centro o tiro al arco?, nunca se sabrá. Gol, 1 a 0 y a otra cosa. Está claro que en el fútbol mandan los resultados y, los merecimientos e intenciones, cada día están más alejados de este deporte. Convertir un tanto cuesta demasiado y hay que cuidar el resultado, pero Platense no supo hacerlo y cuatro minutos después de ponerse en ventaja, se empató solito: Alberto González transformó un gol en un pequeño centro, el arquero Giménez salió mal y Grelak -al chocar con el número uno- introdujo el balón en su propia valla. No fue la tarde de los arqueros. Ahora estaban 1 a 1 y a empezar de nuevo. A pesar del mal estado del campo de juego el “Pincha” fue el que siempre quiso. Quiso pero no pudo y no pudo porque el Calamar se replegó en su campo metiendo demasiados volantes. Para colmo, dependió excesivamente de Gustavo Sever a la hora de generar fútbol y de la velocidad de Daniel Vega en los esporádicos ataques que intentó hilvanar. El nivel de juego era chato y Estudiantes jamás encontró la fórmula para torcerle el brazo al rígido esquema de Duró, por lo que el 1 a 1 sería el resultado que cerraría la primera etapa. Para el complemento se esperaba más de ambos. Uno debía ganar por ser local y no poseer la ventaja deportiva. El otro, simplemente por haberse encuadrado entre los dos mejores equipos de la categoría y por lo 175


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que la historia de Platense significa. Sin embargo, todo prosiguió igual y el empate -poco a poco- conformó a los dos. Gonzalo Bergessio, en un mano a mano, tuvo el triunfo en sus pies. Mientras que los locales gozaron de un nuevo error de Giménez y cerca del final, estuvieron a punto de abrazarse al primer chico. El empate quedó a la perfección si se observa lo que brindaron en los primeros noventa minutos. Ninguno halló el camino y dejaron inmensos signos de interrogación en lo que el futuro desenlace de la llave respectaba. Tendrían que cambiar en demasía si pretendían no titubear en este viaje hacia el Olimpo.

Despiértame ya, de esta pesadilla de ilusiones

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l sábado 21 de junio a las seis de la tarde fue el desquite. El estadio Ciudad de Vicente López reunió 6 mil fanáticos Calamares que se congregaron con un único objetivo: pasar de fase. Si hay una virtud en el sufrido hincha de Platense es el constante apoyo a pesar de recibir exiguas alegrías. Y este, se multiplica cuando las circunstancias son adversas. Ya no importaba el modo con el que se llegase a lograr el cometido, solo había que dejar en el camino a Estudiantes. El mismo Estudiantes que fue respaldado por aproximadamente 500 persona y que trataría de alcanzar la hazaña. El pitazo inicial de Daniel Raffa relevaba que el que más entereza física y psíquica tuviera, podría pasar de etapa. En la primera mitad las llegadas pudieron contarse con los dedos de una mano y la mezquindad de los dos elencos hizo que el empate fuera justo e indiscutible. Platense avanzaba pero su falta de precisión en 176


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los últimos metros y las dudas defensivas le daban la posibilidad a Estudiantes de emparejar el juego con muy poco. Promediando la mitad del primer tiempo un contragolpe bien armado por Mendoza, Sever y Soriano casi se transformó en gol. Justamente Soriano protagonizó -ante una mala salida de Arnaudo chocando contra un rival luego de un centro al corazón del área penal- la primera polémica. Raffa anuló el gol cobrando falta sobre el arquero visitante. Fernando Sánchez por derecha y la voluntad del incansable Daniel Vega daban una luz de esperanza en un paisaje más que oscuro. Soriano y Sever no aparecían. Sosa se encargaba de no pasar el círculo central. Ramón Rojas, que era uno de los jugadores que podía sorprender con sus proyecciones, cuidaba su marca y prefería no salir de su libreto. El “Pincha” si bien no gestó peligro, jamás se desesperó. Supo leer el partido y se aferró a sus convicciones de luchar y pelear hasta cuando no estuviera en juego la pelota. Por las individuales de cada uno y otro el conjunto de Duró era el que estaba en deuda y su parcialidad lo reafirmó tras despedir al equipo en el entretiempo con un murmullo que se abrazaba más a los insultos que a la aprobación. Listos para sufrir. Era lógico que siguiese predominando el miedo y la falta de decisión para ir a ganar el encuentro. Por la mente de los habitúes de la platea y la tribuna Roberto Goyeneche volaban imágenes de recordados partidos donde brotaba la garra y mística que caracterizó siempre a la entidad de Saavedra. Esa que era capaz de pelear contra todo, sobreponiéndose eventualmente a cualquier revés, infortunio o contratiempo. Esa que muchos de estos jugadores nunca tuvieron. Nada cambió. Los dirigidos por Giunta no encontraban 177


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la forma de llevar peligro al arco rival y tampoco querían descuidarse demasiado. Platense ni siquiera intentó y eso es lo que el hincha no iba a tolerar. Con el correr de los minutos, y casi sin proponérselo, Estudiantes se animó y lo arrinconó. Los dirigidos por Duró se plantaron en su terreno y apostaron a contraatacar. El ingresado Bergessio dilapidó una de las pocas oportunidades. Soriano convirtió un verdadero golazo pero el juez le cobró una dudosa mano al ex Villa Dálmine. Giménez ahogó el grito de gol desviando un remate que efectuó Ever Zárate desde el punto penal y a quemarropa. El partido había cambiado y ahora cambiaban golpe por golpe. Pero la lucha llegó a su fin cuando, a trece y a nueve minutos del final, Mario Aguilar y Javier Umbides respectivamente, sellaron el 2 a 0 definitorio para el conjunto de Caseros. El primer tanto fue de otro partido y porqué no, de otra categoría: el punta que pasó por Nueva Chicago sacó un disparo desde 25 metros que se coló al lado del poste derecho del uno de Platense. La tristeza, impotencia y desilusión del público local fue total. El clima era el peor y ni que hablar cuando Pablo Goberville regaló el balón en defensa posibilitándole al delantero marcar con comodidad la segunda conquista. De ahí en más fue todo desidia, descontrol, barbarie y vergüenza. La hinchada suspendió el partido dado que no soportó la catastrófica derrota y empezó a romper el alambrado, a arrojar piedras a sus propios jugadores y policías e insultar. Dirigentes, jugadores, cuerpo técnico y gerenciamiento, en mayor o menor medida, todos fracasaron. La única pata de la mesa que no se había quebrado era la que mantiene en pie al club, la que representan y conforman los hinchas. 178


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Con el encuentro suspendido y el plantel visitante festejando, en Saavedra quedó atrás la murga habitual de cada esquina para convertirse en cada una de las canciones más tristes del célebre “Polaco” Goyeneche. El reflejo del barrio denotaba la actualidad del club. Se vivió la desazón y amargura propia de un descenso, es que otro año en la B Metropolitana era mucho más nefasto, doloroso y cruel que volver a perder una categoría. Un centenar de hinchas hizo guardia en la puerta del estadio aguardando que salgan jugadores y dirigentes. Necesitaban verles las caras, saber si al menos se harían cargo de lo que pasó o darían explicaciones que de ningún modo llegaron. En definitiva, el plantel abandonó las inmediaciones por una salida alternativa que evitó el contacto con la gente. El silencio fue tácito porque la realidad está por encima de los supuestos. Nadie dudaba de que Platense se ubicaba un paso delante del resto de los equipos. Pero no pudo, no supo cómo y no quiso. Se perdió un sueño y se mató la ilusión del hincha. Todo había terminado.

Un negocio muy difícil de explicar y fácil de enseñar Por Andrés Stahler, integrante de “Llegó Platense” “La noche anterior al encuentro que Platense disputó frente a Estudiantes de Buenos Aires en Vicente López, me acerqué al Patronato de la Infancia (Padelai) para poder tener la palabra de los jugadores y el cuerpo técnico. Si bien el ingreso a la prensa estaba prohibido, la buena relación que mantenía con el técnico Guillermo Duró, me permitió tener acceso al hotel donde estaban 179


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concentrando y así poder hablar con alguno de los protagonistas. Alrededor de las 19:00 hs. llegué al predio ubicado en Benavidez. Faltaba una hora para que comenzara el programa y debía llamar al estudio para comentar las últimas novedades. Ni bien estacioné el auto noté que tenía al lado el de Raúl Ferrari, presidente del club. Supuse que su visita estaría relacionada con la situación económica, un tema de discusión a lo largo de toda la semana porque a los jugadores se les adeudaban algunos meses de sueldo. Una vez dentro del hotel ingresé a un salón en donde se hallaban casi todos los jugadores concentrados. Me llamó profundamente la atención la seriedad que había en el grupo ya que tuve la oportunidad de compartir algunas concentraciones y el clima, en cambio, era siempre alegre y distendido. Al principio sospeché que estaba relacionado con la previa de un partido sumamente importante para Platense, pero después entendí que la seriedad se debía a que en otra de las habitaciones estaban reunidos Guillermo Duró y el resto del cuerpo técnico, junto con Ferrari, Rafael Sahud (por parte de la empresa gerenciadora) y tres jugadores, entre ellos, Alfredo Grelak y Fernando Sánchez. Duro me vio y me pidió que esperara en el salón con los otros jugadores que enseguida me atendería. Ahí se encontraba Rubén Sacco, uno de los integrantes del Departamento de Fútbol, quien me dijo que el presidente estaba presente porque había podido conseguir un cheque por la suma de 10 mil pesos provenientes de la empresa Menoyo, como parte del pago por la publicidad en la camiseta y en la cancha. Los jugadores, a pesar de eso, no estaban conformes con ese monto debido a que 180


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no cubría el saldo de lo que les debía. Un rato más tarde, Raúl Ferrari se retiró del Padelai y Guillermo Duró se acercó al salón con Miguel Robles (ayudante de campo) para jugar a las cartas con Rubén Sacco y conmigo. En eso le pregunto al técnico si le pasaba algo, ya que notaba en su cara gestos de preocupación. Me comentó que andaba algo molesto con la actitud de algunos miembros de la Comisión Directiva, pero que no era nada grave. A todo esto, los jugadores que estaban mirando televisión, se habían retirado a otra de las habitaciones para tener una reunión junto con los que acababan de hablar con Ferrari. Algo olía mal. La charla que mantuvieron los jugadores tuvo algunos desencuentros entre ellos mismos. Robles irrumpió en la habitación para ver lo que estaba pasando y les dijo que “no todos estaban jugando el mismo partido”. La discusión fue subiendo de tono y Guillermo Duró ingresó a apaciguar las aguas. Mientras tanto, Rubén Sacco, el masajista y yo, nos quedamos en el salón que estaba pegado a dicha habitación. La reunión finalizó una hora más tarde. Si la cara del técnico reflejaba preocupación cuando jugábamos a las cartas, ni que decir cuando terminó dicho encuentro. Sinceramente no le di demasiada importancia en ese momento porque mi cabeza estaba puesta en el programa de radio. Ya eran las nueve y cuarto y quedaban sólo 15 minutos para poder llamar al estudio y pasar las novedades que había en la concentración. Hablé con Duró y le hice una nota de tres minutos. Lo más importante de la misma fue cuando le pregunté si creía que el rendimiento de los jugadores se vería afectado por la deuda que mantenían, a lo que me respondió con total sinceridad: “Y…ojalá que no.”. Esa 181


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respuesta, más que nada, englobaba más un deseo que otra cosa. Luego -al no haber teléfonos en el hotel- me trasladé a una estación de servicio, porque ahí no había teléfono, para poder llamar a la radio, pero el intento fue en vano dado que eran las 21:05 y el programa acababa de concluir. Al otro día, luego del partido, me quedé hasta último momento para ver la salida de los jugadores y las caras con la que nos enfrentarían. La salida se demoró dos horas y sinceramente casi no quedaba gente en el estadio. Recuerdo que los únicos afectados parecieron ser los más chicos del plantel, provenientes de las inferiores, mientras que el resto se alejaba sin pena ni gloria. La impotencia se hizo aún más grande. Luego me enteré de que existían dos grupos dentro del plantel: los que querían ascender y los que no les interesaba jugar en Platense. La discusión entre los jugadores la noche anterior en Padelai pasó por ahí. Algunos querían el ascenso y los otros peleaban por los sueldos y las concentraciones, porque ese fue otros de los puntos de discusión. No todos querían seguir concentrando en dos y tres días antes de cada partido definitorio. Durante esa semana lo llamé por teléfono a Guillermo Duró para ver si había alguna otra explicación a lo vivido. Sus palabras fueron contundentes: “¿Qué te puedo decir? Simplemente estuviste presente esa noche y pudiste ver en carne propia que pasó”. Los jugadores no salieron a ganar o ganar. Tenían muchos inconvenientes y las peleas que hubo dentro del grupo, hicieron que a varios les fuera indiferente el triunfo y la derrota. Una lástima realmente, porque el verdadero perjudicado en todo esto siempre es el hincha.”. 182


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Un hincha lo vivió desde adentro

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laudio González -más conocido como “Claudinho”entró a trabajar en Platense luego del descenso a Primera B en el 2002 como integrante del Grupo ProObras junto con otros Calamares que se acercaron al club para ayudar y pintar el estadio de marrón y blanco. Un día, en la época de Carlos Trullet como entrenador, pidió permiso para entrar a correr al campo de juego y de a poquito fue entrenando junto con los jugadores. “Siempre sin tener ninguna responsabilidad, salvo la que no trasciendan las cosas que pasaban. Pero todo tácito. Nadie me dijo nada, era algo que se caía de maduro. Si estaba ahí era porque ellos me habían aceptado y yo no podía andar contando las pocas cosas que veía, ya que cuando ellos se reunían, yo no participaba”, cuenta él. “Cuando llegó Guillermo Duró yo seguía junto al equipo porque en la época de Restaino colaboraba con Vázquez, su ayudante, y los arqueros. Y desde el partido que Platense le ganó a Morón 4 a 1 (aquel que se había suspendido por incidentes y en el cual los hinchas visitantes habían intentado ingresar en el vestuario), Claudio, el utilero, me pidió que le diera una mano en cada partido de visitante para que no estuviera solo si volvía a ocurrir algo semejante. Así me fui quedando dentro del equipo, donde solo estaban los jugadores, el cuerpo técnico, el utilero y yo, que vendría a cumplir la función de ayudante de utilero. Duró también me dio la posibilidad de seguir entrenando, corriendo, pateando o ayudando a Miguel Robles con los arqueros”, manifiesta Claudio. Llegó el partido por el Reducido frente a Estudiantes de Buenos Aires y, viéndolo desde afuera un tiempo 183


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después, comprendió que Guillermo Duró se equivocó en concentrar durante una semana a un equipo sumamente conflictivo que él no había armado, con jugadores que se le acercaban mucho a su edad y que no le eran fieles. “Salvando a la buena gente, como lo fueron Alfredo Grelak, Fernando Sánchez, Hugo Giménez y algún otro que puedo olvidar, pienso que el error estuvo en concentrarlos tanto tiempo y entrenarlos solo una vez al día, porque les daba más tiempo a los jugadores para pelotudear. Entre esos pelotudeos, estaban las reuniones de los jugadores por ciertos temas de la plata. Los más conflictivos comenzaron a serlo en la época de Duró, porque Trullet los llevaba bastante bien (aparte de que fue el creador de ese grupo) y Restaino, mal que mal, ponía algo de plata de su bolsillo. Guillermo lo que hizo fue restablecer el orden y ponerle los puntos a más de uno. Eso a varios les cayó mal”. Sin embargo, no todas eran pálidas. “Alfredo Grelak tuvo un gesto en Platense que no lo tuvo nadie y no trascendió. Cobró un premio de alrededor de 17 mil pesos que le debía Los Andes por su paso en el club y juntó a todos sus compañeros en el vestuario y lo repartió. Ese ejemplo lo deberían haber seguido Lema o Sosa, que permanentemente rompían las pelotas pidiendo plata y eran horribles. Por honor al gesto que tuvo un compañero de ellos no tendrían que haber molestado con ese tema. ¿Y la gente a quien insultaba? a Grelak. ¿Por qué? Porque algún tarado le habrá pagado a alguien para que lo insulte desde la platea. Son algunos de esos tarados caracterizados que siempre tuvo Platense. Las charlas antes de salir a jugar cada partido las daba casi siempre Grelak, que era el capitán. Y él lo que le comentaba al resto era que debían salir a jugar por las 184


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familias, que son las que sufren y los apoyan en todo momento. Pero había algunos que no comulgaban el mismo lema, sino que lo hacían únicamente por la misma plata. Eran jugadores que cobraban muy buen dinero, que rompían las pelotas si estaban un mes abajo y que no le rendían para nada al equipo. Estaban en el plantel por el simple hecho de que la Comisión Directiva debía justificar el dinero que cobraban y, si quedaban afuera del mismo, tenían más tiempo para andar hablando. Un caso particular fue el de Darío Lema. Si él estaba dentro de los 16 jugadores no molestaba por el tema de la plata, mientras que si no lo estaba, era el primero en llegar al vestuario y empezar a decirle al plantel que no les iban a pagar, que fueron para atrás o que no salieran a jugar. El día anterior al partido de vuelta con Estudiantes de Buenos Aires me acerqué al Padelai alrededor de las 13:00. Me quedé junto a algunos jugadores que serían siete u ocho, tomando mate y mirando el entrenamiento de Chacarita que también estaba ahí. En esa ronda de mates yo les dije lo importante que era para mí, como hincha de Platense, el hecho de ver a mi equipo en esas instancias finales. Lo que significaba pasar de ronda, y que pudiera acercarse aunque sea a una semifinal o tener la chance de disputar la final. También les comenté que el hincha de Platense iba a saber reconocer y valorar mucho al jugador que lograra eso. Las respuestas fueron que me quedara tranquilo, que iban a matarse, que estaba todo bien”. Al día siguiente se enteró que esa tarde también habían transcurrido al predio el presidente Raúl Ferrari, Rafael Sahud, de Sports Internacional, y el dirigente Rubén Sacco con unos cheques y documentos a firmar en donde decía que si Platense ascendía, recibiría un 185


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dinero por parte de TYC Sports, y que ese dinero sería destinado a los jugadores por el logro obtenido. Algo cambió a partir del momento en que llegó esa plata. “Si eran 10 mil, entonces algunos jugadores saltaron a decir que querían 20 mil. Pero no fueron todos. Fue el grupo de Lema, Sosa, Mendoza, Luengo y Santa Cruz. En cuanto a Pablo Goberville tengo mis dudas. En realidad, tengo dudas acerca de el en todo. No se si estaba en el grupo de Grelak, Sánchez o Sever, que lo hacían por orgullo y porque sabían que en algún momento iban a cobrar o en el otro que era conflictivo. Se avecinó el partido contra Estudiantes y como de costumbre llegamos temprano. Nos juntamos con Claudio, el utilero, en el vestuario y empezamos y empezamos a enrollar las vendas y a preparar todas las cosas que hacían falta. Alrededor de las 16:00 llegó el plantel que estaba en el Padelai. Mientras estábamos adentro, se acercó Guillermo Duró, lo llamó a Claudio, a Rubén Sacco y se fueron a un cuarto alejado para hablar. Cuando salieron, Sacco me informó que no podía estar en el vestuario durante el partido. Yo no entendía nada, pedí explicaciones y me dijeron que después hablarían conmigo. Cuando salí, Duró se me arrimo y me dijo: “Estos pibes te cagaron la ilusión”. Cuando me dijo eso, me avivé de que sin duda, estos jugadores iban a ir para atrás. Ya sabía quienes eran, no hacía falta ni que me lo digan. Empezaron a decir que ellos estaban incómodos porque yo estaba en el vestuario. El hijo de Rubén Sacco tampoco pudo estar. Querían estar solos, la plata la habían recibido, no la que ellos querían pero algo les acercaron, así que no tenían excusas de nada. Luego de estar media hora afuera, me cayo la ficha de que esta era mi casa y que estos hijos de puta no iban a estar más. 186


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Entonces me metí adentro del vestuario y les agradecí el esfuerzo a cada uno de ellos. Un jugador me quiso regalar la camiseta y le dije que se la metiera en el culo. Supe después, por intermedio de Duró, que la mitad del equipo que jugó frente a Estudiantes no iba a jugar ese partido pero no le quedó otra porque los únicos jugadores que tenían concentrados eran esos. Por eso no convocó a Albertini, Acosta Cabrera, Borlenghi, y algunos otros chicos de inferiores. El quilombo se le armó a él entre la noche del viernes y la mañana del sábado. Entonces ya no había más tiempo. Si esto hubiese pasado el jueves, ellos hubieran sido los que jugaban. También sabía que después del partido iba a limpiar a Lema, Mendoza, Santa Cruz y todas las ratas que teníamos”. A partir de ahí aprendió a tener otro trato con los jugadores. “Tengo una excelente relación con los de Platense, los que son realmente de Platense, los de inferiores. Hablo permanentemente con el cuerpo técnico para que sean tenidos en cuenta y no estoy tanto en el vestuario. Trato de compartir menos cosas que compartía con el otro plantel, porque después me hago muy amigo. Ahora estoy colaborando, porque en las buenas venían muchos dirigentes, pero cuando nos quedamos afuera se borraron todos. Voy a seguir en Pro-Obras que es un grupo independiente que trabaja dentro de Platense a cambio de nada y eso es lo que me divierte”. Internas peligrosas Iván Soffulto es un hincha de Platense que se acercó al club, junto a otro grupo de socios más, para dar una 187


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mano en lo que hiciera falta. Sobre todo para apoyar al plantel y hacerle saber a los jugadores que no estaban solos, que había mucha gente atrás de ellos con la que se podía contar para lo que necesitaran y para que el objetivo que todos tenían se pudiera conseguir: el ascenso. Fue por eso que pudo vivir bien de cerca toda la intimidad del equipo en las instancias finales del campeonato y a continuación relata su experiencia: “Luego del partido con Ferro, el Grupo Estímulo realizó un asado de apoyo al plantel, teniendo en cuenta que el equipo había levantado su rendimiento desde la llegada de Guillermo Duró. Yo no era un integrante activo del grupo, ni ahora tampoco lo soy, pero para ese tipo de encuentros solía acompañarlos a ellos. Ese día tuve mi primer charla con Guillermo que fue muy interesante y rescaté una frase que dijo el “Bicho” Mendoza: “A veces no alcanza con dejar todo en la cancha, hay ciertas cosas que se arreglan en un escritorio”. Pasaron los partidos hasta que llegó el día del aniversario por los 98 años de Platense y realizó una cena en el club. Esa noche nos miramos con Carlos Mendoza, otro hincha, y coincidimos que debíamos ayudar a los jugadores e incentivarlos de alguna manera teniendo en cuenta el Reducido por el ascenso que estaba por comenzar. Lo saludamos a Duró y empezamos a charlar del tema. Nos comentó que estaba muy contento que un grupo de socios e hinchas, que no eran miembros de la Comisión Directiva, se acercara a colaborar y nos pidió que eso mismo que le estábamos diciendo a él, se lo dijéramos a un grupo de referentes del plantel. La llegada fue tan grande que al día siguiente, luego del entrenamiento, nos pidieron una reunión en La Farola de 188


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Saavedra. Esa idea nos había surgido la noche anterior, así que no tuvimos tiempo de hablarla con nadie, por eso fuimos Carlos Mendoza y yo. A dicha reunión asistieron Fernando Sánchez, Alfredo Grelak, Pablo Goberville, Gustavo Sever, Silvio Mendoza y el cuerpo técnico. Una de las cosas que me quedó grabada de ese encuentro fue que Sánchez nos dijo que ya ni la barra los apretaba, como muestra de lo solitarios que se sentían. Una vez que el grupo de hinchas se amplió, llegamos al acuerdo de que el apoyo que los jugadores recibirían sería económico. Sólo restaba saber si obtendrían una parte en cada etapa superada o el premio entero por el ascenso. Mientras tanto, Platense disputaba la segunda fase del torneo y Guillermo Duró iba delineando el equipo que disputaría el Reducido. Con el correr de esos partidos él me puso en conocimiento que se empezaron a marcar algunas diferencias dentro del plantel. Los dirigentes les debían plata y eso los mantenía bastante ocupados. Terminó la segunda fase y llegó la etapa en la que los jugadores comenzaron a concentrarse en el Padelai. Hasta el primer partido con Estudiantes no hubo notas relevantes, el equipo se lo veía muy bien más allá de que en el plantel ya existían dos grupos bien marcados: por un lado aparecían jugadores como Grelak, Sánchez y Bocca, formando el grupo de los “normales”, y por el otro estaban Sosa, Lema, Mendoza y algunos más, constituyendo un conjunto mucho más silencioso, menos expuesto pero mucho más complicado. Un tema importante que se dio en esta etapa fue que los jugadores no habían firmado con los dirigentes el acuerdo por los premios en caso de ascender. 189


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Llegó el partido de ida con Estudiantes de Buenos Aires y en Olé apareció una nota que comentaba que los directivos del club les habían prometido a los jugadores un premio por el ascenso y se daban hasta las cifras del mismo. No recuerdo si fue esa misma noche o la siguiente, pero los jugadores nos pidieron una reunión. Allí participaron Grelak, Sánchez, Sosa, Mendoza y el cuerpo técnico. Ahí manifestaron la bronca que tenían porque había aparecido publicada la nota de los premios sin antes ser firmados, lo que les daba a entender que era una maniobra política para “lavarse las manos”. Aseguraban que el arreglo con ellos era sólo de palabra y que caso de un fracaso deportivo los responsables iban a parecer únicamente los jugadores. Además fue una semana en la que se decía era difícil creer en la palabra de ellos. Esto generó muchísimo malestar en el plantel. El hecho de que aparecieran publicados los premios fue peor que no haberlos firmado. Además los directivos ni aparecían en la concentración, los únicos que lo hacían eran los del Departamento de Fútbol: Rubén Sacco y Marcelo Patané. El presidente Ferrari recién se acercó al Padelai la noche anterior al partido de vuelta. Más allá de sus errores, cada vez que lo hacía llegaba con algo de plata. Esta vez había conseguido dos cheques, creo que por el valor de cinco mil pesos cada uno, gracias a un acuerdo con la firma Menoyo, sponsor de la camiseta. Pero no llevó nada como para firmar el contrato de los premios. Si bien no estuve presente esa noche, me llegó el comentario por el mismo técnico que, luego de que se retiró Ferrari, hubo una reunión entre los jugadores para determinar los pasos a seguir. Ahí hubo una confrontación de los dos grupos que mantenían diferencias e intereses distintos. 190


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Alfredo Grelak le pidió al cuerpo técnico que participara de la reunión ya que sentía que la situación se le estaba escapando de las manos y se estaba enfrentando con sus propios compañeros. Fue ahí cuando el grupo se quebró definitivamente. Si bien antes había diferencias claras entre ellos no se habían dado a relucir tanto como en esa reunión. Algunos jugadores como Sosa o Lema ya no querían siquiera concentrar, decían que si no les pagaban los sueldos o los premios ellos irían solo a jugar el partido. Al día siguiente los premios tampoco fueron arreglados y con el malestar general que había el equipo salió a jugar el encuentro con Estudiantes. Antes del mismo, Duró habló conmigo por teléfono y me dijo que si pasábamos de ronda iba a retirar del equipo a varios jugadores, pero que en ese partido no podía hacerlo, Sosa era uno de ellos. Lamentablemente ya todos conocemos el final de la historia. Confío en que varios jugadores querían obtener el ascenso como gloria deportiva, Alfredo Grelak era uno de ellos, ya que se había quedado en Platense porque cuando descendimos estaba lesionado. Igual que el técnico, que quería dirigir al club en el Nacional B”.

Tres balances El goleador: Gustavo Sever “Me llamó Carlos Trullet apenas terminó la temporada anterior y me dijo que le gustaría contar conmigo. Si bien no le contesté inmediatamente, porque mi idea era conseguir un club del Nacional B, me interesó mucho 191


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la propuesta y finalmente me decidí por Platense dado que sabía que llegaba a un club que tenía como único objetivo ascender. Y eso fue lo que más me sedujo. Con ninguno de los cuatro técnicos que pasaron tuve problemas ya que con todos cumplí la función de volante por izquierda o de enganche, que son en las que más cómodo me siento. Quizás no tuve el mejor rendimiento con Guillermo Duró, pero no fue de ninguna forma por no sentirme cómodo en el equipo o por la posición. Son esas cosas que no tienen explicación. Me parece que la primera fase no se pierde en el partido que no le pudimos ganar a Ferro en la última fecha, sino en todos los encuentros en los que perdimos puntos y eso nos imposibilitó quedar primeros. Eso en primer lugar y en segundo, que nunca pudimos ganarles a aquellos que terminaron en los primeros puestos. En cuanto a los sueldos no influyó para nada, porque terminamos el año a siete puntos de Ferro habiendo 15 en juego, y los únicos que creíamos que todavía se podía salir primero éramos nosotros. De hecho, llegamos a la última fecha con muchas posibilidades. Lo que si creo es que creo es que algunos necesitan la plata más que otros y eso, a veces, inconscientemente afecta un poco. Nos golpeó un poco no haber podido ganar la primera fase y eso nos perjudicó. Aunque esto no es una excusa, ya que en la segunda parte -salvo algunos partidos- no volvimos a jugar como lo habíamos hecho anteriormente y a raíz de eso que no llegamos de la mejor manera al Reducido. La verdad es que con mis compañeros siempre tuve una muy buena relación, obviamente no se puede ser amigo de todos, pero teníamos una muy buena convivencia. En el Padelai no pasó nada raro. Siempre hacíamos 192


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reuniones, ya sea en entrenamientos o antes de los partidos, y esa vez no fue la excepción. Pero fue básicamente para refrescar un poco la importancia del partido que se venía, ya que no era uno más. Nunca se puede lograr que un partido entero esté de acuerdo en su totalidad pero, de ahí a no querer ganar, por lo menos a mi nunca se me cruzaría por la cabeza y no creo que un jugador pueda pensarlo. No se de donde salió que me peleé con Sosa después del partido, eso es totalmente mentira. Jamás me peleé con un compañero, inclusive cada tanto hablo con Lucho Sosa y no hay ningún problema. Lo que pasa es que cuando se gana está todo bien pero cuando se pierde se dice que el grupo es malo, que están todos peleados y, muchas cosas más. La verdad es que jamás dudé de mis compañeros. Será que a mi nunca se me cruzaría por la cabeza algo así, pero repito, no noté nada raro. Simplemente que se jugó mal. Luego de la derrota hubo una amargura enorme porque sabíamos que teníamos plantel como para seguir, pero después de la primera fase nunca lo pudimos demostrar, y eso, en lo personal, me dio una impotencia muy grande. Estábamos para otra cosa. Mi balance en Platense fue positivo ya que conseguí continuidad, tuve la suerte de convertir varios goles y principalmente me sentí protagonista, pero me hubiese gustado que terminara de otra forma. La experiencia ha sido muy linda, pero me hubiese gustado tener revancha, pero ni siquiera me dieron la posibilidad de elegir. Será porque no los conformé. Ojalá pronto se pueda volver a ver a Platense en el Nacional B, lo deseo por los chicos que se quedaron. 193


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Un joven viejo e histórico: Pedro Bocca La relación con Duró era bárbara, él siempre intentaba darnos ánimo para encontrarle un motivo a la segunda rueda, en la que no jugábamos por nada. Yo participaba de todas las reuniones junto con Alfredo Grelak y Fernando Sánchez y la verdad que no se venía bien con el tema de los sueldos. Pero mi opinión, más allá de todo, era que debíamos olvidarnos por lo menos por un mes y dedicarnos solo a la parte futbolística. La plata podía llegar de a puchitos, pero lo importante era el ascenso. Porque si Platense ascendía, seguramente tendríamos mejores ofertas y cobraríamos más plata. Quizás se lo culpó a Grelak, como pasa siempre con los jugadores más grandes. Pero Alfredo era el primer soldado que quería salir a la cancha y el que empujaba a todos. Había distintas opiniones dentro del plantel. La opinión de los otros compañeros era que, si seguían jugando, la deuda se incrementaría y si no se pasaba de ronda nadie les pagaría. La noche anterior al partido, en Padelai, recibimos unos cheques que nos dieron los dirigentes que era de Menoyo, el auspiciante en la camiseta, que fue dividido entre todos. Pero en ese momento nadie es dueño de la verdad, cada uno tiene su propia idea y las necesidades también son distintas para todos. Había muchos chicos que tenían familia afuera y debían mandar plata comieron sus hijos, entonces también era respetable su opinión. Esa noche estuve reunidos con los 16 que iban a jugar contra Estudiantes y les dije que ellos estaban jugando con mi plata también. Porque más allá de que yo estaba lesionado formaba parte del plantel y no quería estar 194


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en la misma categoría al año siguiente. Algunos chicos expresaron su disconformidad y dijeron que estaban fastidiosos porque no cobraban. Entonces lo mejor hubiese sido que algunos de esos jugadores no salieran a la cancha para que no perjudicaran a los que si querían hacerlo. Ellos estaban mal anímicamente por la falta de dinero, lo cual puede resultar entendible, pero había otros que podían reemplazarlos. Al día siguiente perdimos con Estudiantes, pero mucho no me sorprendió, porque después de esa reunión yo ya me anticipaba ese final. La revelación: Daniel Vega El campeonato 2002/2003 fue muy intenso para mi porque debuté en primera, pero más allá de eso, lo podría dividir en tres etapas. La primera de ellas es en la que Carlos Trullet estuvo a cargo del plantel. Se armó un equipo competitivo, estábamos primeros en la tabla y todo indicaba que íbamos por el camino correcto. Pero tras su renuncia, creo que perdimos algunos puntos claves, que se pagarían al final del torneo, sobre todo en el traspaso de Miori y Restaino. La llegada de Guillermo Duró fue muy buena, todos nos motivamos y llegamos a alcanzar a Ferro, que estaba primero. Si bien no pudimos definir el campeonato y terminamos segundos, es ilógico echarle la culpa a ese partido porque hubo muchos otros en los que dejamos puntos tirados. Además, lo empatamos con dos jugadores menos. La segunda fase del torneo fue realmente mala, solo restaba esperar a que Ferro se caiga. Por otro lado, se fue perdiendo el vínculo con la hinchada, que hasta ese momento era muy bueno y nos ayudaba mucho a 195


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nosotros dentro del campo de juego. El hincha veía que el equipo no peleaba por nada y eso lo desmotivaba. Pienso que al Reducido llegaron equipo más motivados, que venían de una levantada. Nosotros, en cambio, llegamos con la incertidumbre de saber si el equipo era aquel que había logrado el segundo puesto o si era el que había disputado la última etapa. El partido de ida frente a Estudiantes deberíamos haberlo ganado. De esta manera, les dimos una esperanza a ellos para el partido de vuelta. La gente no se conformaba con clasificar si no que además quería ver a Platense jugando bien. En Vicente López no fuimos inteligentes a la hora de plantear el partido. Queríamos definirlo haciendo otro gol, en vez de cerrarnos en el fondo e impedir que ellos lo hicieran. El primer gol fue muy imprevisto, ya que vino de un saque de arco. La verdad, una injusticia, pero fue lo que nos tocó vivir. Yo igual estoy tranquilo porque se que dejé todo en la cancha y por el club. Pero igual te deja un sabor amargo muy grande. A la hora de jugar me olvido si me deben un sueldo o no. La ficha del partido Resultado: Platense 0 – Estudiantes de Buenos Aires 2 Estadio: Ciudad de Vicente López Fecha: 21/06/2003 Árbitro: Daniel Raffa. Platense: Hugo Giménez; Ramón Rojas, Alfredo Grelak, Pablo Goberville y Leonardo Mignacco; Fernando Sánchez, Silvio Mendoza, Luis Sosa y Gustavo Sever; 196


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Daniel Vega y Gastón Soriano. Suplentes: Santa Cruz, Monje y Diego Albertini. DT: Guillermo Duró Estudiantes: Edgardo Arnaudo; Daniel Gojmerac, Fernando Ruiz, Carlos Azcurra y Alberto González; Victor Magallanes, Cristian Bravo y Fabián Della Marchesina; Ever Zárate; Adrián Guillermo y Mario Aguilar. Suplentes: Andreu y Mellado. DT: Giunta Goles: 77’ Mario Aguilar (E) y 81’ Mario Umbides (E). Cambios: 60’ Bergessio por Sever y 66’ Aguirre por Luis Sosa (P), 51’ Umbides por Magallanes, 79’ Pignataro por Adrián Guillermo y 80’ Hernán González por Mario Aguilar (E) Incidencias: A los 87’ el árbitro suspendió el encuentro por no contar con las garantías de seguridad.

En pie

H

an pasado muchos años, muchos jugadores, muchos dirigentes. Se llenaron los bolsillos y lo único que queda es tu gloriosa gente…” Este fragmento de la canción que suele cantar la gente de Platense resume, en su máxima expresión, el sentimiento del hincha. Quedó claro que la pérdida de la chance del ascenso no pasó solamente por el ámbito futbolístico. Sería bueno tener siempre presente una frase dicha por un Calamar -que supo ser dirigente en la década del 80’- a modo de enseñanza: “Hay muchas veces que los goles los hace el tesorero del club y no los jugadores”. Y este 197


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ejemplo calza a la perfección con lo que contó frente a Estudiantes de Buenos Aires. Un sector del plantel profesional que, por no tener sueldos al día, terminó perjudicando a toda la institución. Al torneo siguiente se desmanteló, lógicamente, todo ese equipo y cada uno siguió jugando en diferentes clubes. ¿Y quien fue el único perjudicado en todo esto? El hincha, al que no solo le privaron la chance de ascender sino que tuvo que aguantar -y lo hizo, como siempre ocurrió- otra temporada más en la tercera categoría. ¿Acaso los dirigentes no fueron tan culpables como los jugadores en todo lo que pasó? Ellos fueron los que los contrataron y también los que no cumplieron con lo prometido. De todos modos, esto no justifica de ninguna manera la actitud que tomaron algunos de ellos en el partido que definía la continuidad o no de Platense en el torneo. Pese a todo, al verdadero hincha Calamar, el que siente amor por el club y por la camiseta, ninguno de estos temblores sufridos logró ni logrará derribarlo. Seguirá en pie, ayudando y haciendo lo que tenga que hacer para que tarde o temprano se vuelva a recuperar la grandeza que Platense supo conseguir.

...

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CAPÍTULO OCHO

Agosto de 2003 Alma, corazón y vida

L

a fecha había sido fijada: 31 de agosto de 2003. Ese era el plazo que tenía Platense para presentar los acuerdos de pago con sus acreedores. Cada hoja que se caía del almanaque era un paso más que daba el club hacia la quiebra. Al escuchar esa palabra inmediatamente se viene a la mente la figura de algo que se rompió, que ya no sirve. Pero legalmente significaba eso y mucho más, era la pérdida que se había conseguido tras casi un siglo de vida, era entregar la conducción de la institución a la Justicia, era la posibilidad de que se pudieran tener los bienes que con tanto esfuerzo se habían construido. Pese a esto, los dirigentes no parecían acusar recibo de la delicada situación por la que estaba atravesando el club. Pero algo había que hacer, o al menos intentar, para tratar de torcer que parecía irremediable. Un destino que se formó producto de años de malas dirigencias y administraciones y acumulaciones de muchos errores. Pero ya no había tiempo para quejarse ni importaban los 199


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culpables. Faltaba poco más de un mes para que llegara el “Día D” y había que actuar. Preocupados por este escenario, un grupo de socios se autoconvocó para ver de qué forma podían ayudar en uno de los momentos más críticos de la historia de Platense. Pablo Bianchini, un abogado de 33 años, pero por sobre todas las cosas un fanático hincha del Calamar, empezó a levantar el teléfono y a poner una fecha concreta para el encuentro de todos los sectores que formaban parte de la vida activa del club. En teoría esto no parecería muy complicado, pero hay que tener en cuenta que Platense fue un club que históricamente se caracterizó por tener muchas internas, tanto a nivel político como en su parte social. Pero también hay que resaltar que, cuando las partes fueron convocadas para esta ocasión, todos brindaron su apoyo y supieron acomodarse dejando de lado las diferencias existentes. El resultado de las primeras provechosas reuniones fue la redacción de una carta que se le acercó al presidente Raúl Ferrari en la cual se le pide, tanto a el como al resto de la Comisión Directiva, que permita participar a este grupo de personas en la toma de decisiones dentro de todas las subcomisiones que conforman el club. El objetivo no era otro que ayudar para que, entre todos, se intentara lograr la difícil misión de evitar la quiebra. Esta fue la carta que se le entregó a Raúl Ferrari el 24 de julio de 2003: “En representación de los distintos sectores de la institución que de un modo u otro participan en la vida activa del club -Peña del Centenario, Movimiento Siglo XXI, medios de comunicación partidarios, independientes, sitios webs de internet, participantes de la Lista de Correo Calamar-, y contando además con el aval y apoyo de una inmensa mayoría de la masa 200


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societaria e hinchas caracterizados, todos nosotros preocupados por los plazos perentorios que se avecinan en relación a nuestro estado concursal, y proximidad con el inicio del torneo con el correspondiente retardo en la toma de determinaciones, y más aún por la escasa o nula transparencia observada en los actos de gobierno de un tiempo a esta parte, nos presentamos ante la Comisión Directiva con una serie de requerimientos que consideramos insoslayables a la hora de evitar que la inercia y la referida escasa transparencia con que se está manejando el club en épocas extremas de su vida nos lleven a un estado de quiebra jurídica e irreparable. El petitorio se resume en los siguientes puntos, si bien estos son solo enunciativos y no son los únicos que componen las más agravantes cuestiones que se deberán resolver a la brevedad: 1) Inmediata desvinculación del Sr. Rafael Sahud. 2) Detalle claro y preciso de la suma de dinero que debe juntar la institución para hacer frente a la negociación con los acreedores del concurso y grado de avance de las negociaciones, especificando, en particular y al respecto, el dinero acumulado a la fecha con indicación del origen de cada una de las partidas que generaron el respectivo ingreso (por ejemplo venta de Nasutti tantos pesos, derechos de televisión adelantados tantos pesos, etc.). 3) Que uno o más miembros que designe este grupo, con avenimiento de la Comisión Directiva, pasen a formar parte activa del club tanto en el sector Tesorería, Secretaría, Actividades Sociales, Prensa y Difusión, como en el área de Fútbol Profesional y Amateur. Esto significa ni más ni menos que una o más personas elegidas de tal forma deberán prestar su consentimiento previo 201


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a cada erogación o desembolso de fondos (efectivo, cheque, transferencia, depósito, etc.) deberán revisar los ingresos de fondos y fiscalizar su destino, que se pretenda formalizar por cualquier concepto (publicidad, sponsorización, cesión de derechos, etc.) deberán prestar consentimiento para cada compra, préstamo o cualquier operación vinculada con jugadores de fútbol de la institución, en cualquiera de sus categorías, incluyendo lo que atañe a eventuales libertades de acción. 4) Que uno o más miembros designados participen en una Comisión o Grupo que designe también con la participación de algún miembro de Comisión Directiva, en las negociaciones con los acreedores del concurso hasta la finalización de las mismas. En el entendimiento y la convicción de que estamos haciendo los últimos esfuerzos para evitar males mayores a los ya padecidos, exigimos pronta respuesta a nuestro petitorio y permanecemos en estado de asamblea permanente hasta el 30 de agosto de 2003, fecha en la que debieran estar finiquitadas y aprobadas las negociaciones, con los acreedores del concurso y consecuentemente resuelta nuestra situación procesal, para toda tranquilidad de la masa societaria. Que tal petición formulada, resulta ser un compromiso férreo de los firmantes y adherentes, es decir, de la inmensa mayoría de los asociados e hinchas de nuestro querido Platense, de cara a los tiempos que se avecinan y hasta el día 30 de agosto del corriente año. Hasta dicha fecha todos debemos aunar esfuerzos para evitar, entre otras cosas, la quiebra de nuestra institución y resuelta ésta deberemos también entre todos resolver nuestro destino definitivo. Señores de la Comisión Directiva, esta es nuestra última oportunidad de torcer el rumbo, de no ser así, entonces, 202


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ustedes serán exclusivamente los responsables de las consecuencias irreversibles que se provoque a nuestra institución. Basta de mezquindades, rencores personales y partidistas, pensemos al menos hasta el 30 de agosto todos juntos por Platense. En más de una oportunidad se les ha ofrecido colaboración, acercado propuestas, proyectos y demás, no es hora de desaprovechar un minuto más. Platense necesita de todos. Quedando a la espera en un plazo perentorio de 48 hs. solo nos resta esperar, empezar a trabajar y recordar de ahora en más, que ninguna antinomia política debe prevalecer por sobre los intereses reales de nuestro club”. Algunas de las personas que participaron en estas primeras reuniones fueron Rubén Asis y Juan Carlos Rodríguez, de la Pena del Centenario, Jorge González, Diego Barbieri y Raúl Galarza, del Movimiento Siglo XXI, Oscar Tineo, Ricardo Moretti y Carlos Rigó, por los medios partidarios, gente que ya había colaborado con el club como Marcelo Patané, también de la Lista de Correo Calamar, como Hugo Smitto, Daniel Rimer, Luis Kofman, el propio Pablo Bianchini , Iván Soffulto, aclarando que otros como Norberto Krause, Hugo Puigchinet, Marcelo Benveniste o Christian Lourido también fueron invitados y adhirieron al emprendimiento pero por distintos motivos no pudieron concurrir. O sea, más allá de quienes firmaron el escrito, el accionar posterior contó con el aval de una gran cantidad de gente. Este grupo de personas marcó el comienzo de lo que luego se denominaría el “Grupo Banchero”, ya que en esa pizzería céntrica de la ciudad de Buenos Aires fue donde se llevaron a cargo las primeras reuniones. La primera reacción del presidente Ferrari al recibir 203


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la carta fue muy positiva. Manifestó estar en todo de acuerdo con la misma y dejó su compromiso personal que, aquel miembro de Comisión Directiva que no estuviese de acuerdo debería renunciar. Pero no todo fue así tan sencillo y, a la hora de la práctica, hubo que luchar mucho para que el objetivo sea logrado.

Los primeros pasos

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no de los principales protagonistas a lo largo de todo el proceso fue Pablo Bianchini. A pocos días de la presentación del petitorio a la Comisión Directiva fue invitado al programa radial “Llegó Platense” para explicar como serían esas semanas claves y contar sus expectativas para las mismas. Esto fue lo que dijo: “Surgió la idea de juntarnos todas las personas que teníamos ganas de ayudar al club, esto no es un trabajo de una sola persona y la propuesta fue muy bien recibida por el club. Pese a las diferencias que puedan existir nos juntamos para tirar todos para el mismo lado. Hubo una muy buena predisposición de todos los dirigentes, Ferrari estuvo muy abierto. Esto va a comenzar a dar sus frutos cuando las comisiones comiencen a funcionar. Quiero que Platense no quiebre y voy a hacer todo lo posible desde mi lado. Cuando se hizo el petitorio, en el cual trabajó mucha gente, el resultado final fue favorable porque el 90% de los pedidos fueron aceptados y gracias a eso ahora hay grupos de socios que van a actuar junto con los dirigentes para tomar las decisiones que mejor le hagan a Platense. El compromiso que asumí es el de trabajar hasta el 31 de agosto, que es la fecha del pedido de exclusividad 204


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en el concurso. Ojalá esta semilla que se logró sembrar sirva para un futuro mejor para el club, que sirva para unir a la gente. Yo lo llamé unidad social. Yo que sigo en el concurso, y voy al juzgado, les puedo asegurar que la situación de Platense es muy delicada, necesita una suma importante de dinero que, por lo que yo tengo entendido, hoy no tiene en su totalidad. Lo único que se le puede prometer a la gente es un compromiso absoluto de todos los grupos para tratar de evitar la quiebra. Lo peor que nos puede pasar es el fideicomiso. Si Platense, llegado el 31 de agosto, no consigue una nueva prórroga y no llegara a juntar las mayorías necesarias con sus acreedores, el juez podría decretar el fideicomiso. Luego se formaría un triunvirato con gente ajena a la institución que lo va a manejar por una duración mínima de 3 años. El club seguiría funcionando, pero con el problema de que en caso de déficit se podría decretar la liquidación de bienes. Hay un dinero juntado para afrontar la convocatoria, faltaría más. Y tengo entendido que están en reuniones para conseguir un sponsor que pueda aportar en el club. Soy una persona de la tribuna, nunca participé en política. Pienso que mucha gente que integra las comisiones puede ser de gran utilidad para el club y seguir trabajando. Yo, personalmente, el 31 de agosto me voy”. Por esos mismos días quedaron conformados los grupos de socios que ayudarían en las distintas áreas, todos con el mismo objetivo: evitar la quiebra. En la Secretaría estarían Hugo Puigchinet, Christian Lourido, Ricardo Moretti, Mario Spinelli, Atilio Cattáneo y Ricardo Simonetti. En tesorería, Norberto Krause, Luis Kofman, 205


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Ricardo Florez, Carlos Montero, Arnoldo Monhen, Néstor Corradi, Rolando Greco, Eduardo Crespín y Juan Carlos Rodríguez. En el Departamento Físico colaborarían Graciela Biondi, Roberto Soldavini, Francisco Aguilar, Juan Antonio, Beatriz Camargo y Rubén Insaurralde. En el sector de prensa, Rafael Simiele, Federico Rigó, Diego Laneve, Diego Barbieri, Emilio Ortellao, Carlos Rigó y Hernán García. En fútbol profesional, Claudio González, Iván Soffulto, Daniel Rimer, Jorge González, Francisco Barbieri, Oscar Tineo, Marcelo Patané y Rubén Asis. En fútbol amateur, Jorge Solana, Norberto Scarabaglione, Alejandro Fabbri, José Amelotti, Tito Grillo y Ramón Gómez. Y por último, los encargados de negociar con los acreedores serían los abogados Pablo Bianchini y Andrés Patón Urich. Los primeros días de agosto comenzaron las reuniones entre cada uno de los grupos para reunirse con los dirigentes que ya estaban trabajando en cada área para delinear las tareas y, entre todos, aportar las mejores ideas. Los viernes de cada semana se realizaba una reunión general en el club en la cual cada grupo de apoyo comentaba como había sido el trabajo y lo que vendría. Los socios se habían organizado sabiendo que el objetivo era muy difícil, pero no imposible. La gente entendió el mensaje y se acercó a colaborar. Un ejemplo de esto es que durante el mes de agosto se hicieron más socios que en todo un año, se vendieron muchos abonos a plateas por 5 y 10 años, los hinchas pagaron cuotas adelantadas para seguir recaudando dinero y también compraron los bonos de colaboración los días de partido. El club tuvo un movimiento interno como hacía mucho tiempo no pasaba. Fue realmente como lo había anticipado Bianchini, una “unidad social”. 206


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Como se trabajó

A

continuación, el propio Pablo Bianchini es quien explica cómo fue todo el proceso legal, jurídico y social que llevó a que Platense pudiera evitar la quiebra, desde los comienzos hasta el final.

La convocatoria

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latense entró en convocatoria de acreedores en diciembre de 2001. Generalmente estas empresas o asociaciones civiles entran en convocatoria ante la cesación de pagos a sus acreedores de compromisos y obligaciones que tienen. Como instrumento, o medio idóneo para parar las obligaciones de pago que día a día tiene que hacer una empresa, se toma el concurso como el instrumento para cancelar un pasivo ante una fecha. No generar más deudas en lo que hace al concurso y establecer una forma de pago a los acreedores. Estimo que Platense entró en convocatoria porque estaba en una cesación de pago, por lo cual le era imposible cumplir con sus compromisos y obligaciones. Supongo que la dirigencia habrá optado este medio o mecanismo para tratar de ponerle freno a la avalancha de pedidos de quiebra. El concurso preventivo es un medio idóneo porque cancela todo pedido de quiebra y le pone freno al pasivo. Una vez que un club o asociación civil, en este caso Platense, presenta concurso de acreedores debe contemplarse si cumple los requisitos de ley. Si cumple con estos requisitos se debe llamar a toda la masa de acreedores y comunicarle el inicio del concurso. Se 207


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designa un síndico, que va a ser el representante ante el juzgado y va a resguardar, no solo los intereses de los acreedores, sino también el estado financiero de la concursada. Es un poco el administrador de todo. Una vez designado el síndico hay plazos que se le dan a los acreedores para que se presenten ante él a verificar los créditos. Es decir, hay una fecha en donde todos los acreedores deben ir a hacer efectivas sus verificaciones. Una vez que se cumple esta instancia, el síndico hace un informe general respecto al estado de Platense; de cuanto es el patrimonio que dispone y cuales son las deudas que denuncia. Luego realiza un informe particular de cada uno de los créditos donde aconseja cuales deben ser considerados como verificados, por qué montos, en qué carácter: si son acreedores quirografarios, privilegiados, con privilegio especial, general, y ahí se certifica el dinero que se le debe a cada uno de los acreedores y queda constituido un grupo de acuerdo a sus montos y a sus categorías. El caso de Temperley fue distinto, porque cuando se presentó el concurso no estaba la famosa ley de Fideicomiso. Entonces, decretada la quiebra, automáticamente se le liquidaban los bienes. Temperley llegó a estar dos años sin jugar oficialmente. Los más recientes casos de clubes concursados son Ferro, Racing (con pedido de quiebra que fue el punto de inflexión y por el cual se crea el Fideicomiso), All Boys, Huracán, Laferrere, Almirante Brown, Español, etc. Como instrumento el concurso sirve para dos cosas: primero para licuar deudas y segundo para achicar mucho los pasivos. En principio, cuando Platense se presenta en convocatoria de acreedores, denuncia un pasivo de unos 12 millones de dólares (porque era 1 a 1) y de esos 208


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12 millones, cuando el síndico hace un informe individual de cada uno de los créditos, quedan verificados solo la mitad. Por eso es que de entrada ya se bajó más de un 50%. Después lo que había es aproximadamente 1,8 millones de dólares en proceso de verificación. Cuando un acreedor se presenta y no le reconocen el crédito puede hacer un incidente a revisión de ese crédito que es el que te permite revertir la denegatoria del síndico y el juez de haber rechazado el crédito como válido. Estos son créditos que están en proceso de estudio. También están los que hacen la verificación tardía, que son aquellos que verifican sus créditos luego de los plazos establecidos por el juzgado, quien es el que decide si el crédito es idóneo o no y lo ubica dentro de una de las categorías. Una vez verificada toda la deuda, el juzgado impone un plazo denominado período de exclusividad, que en nuestro caso vencía el 23 de junio de 2003, que es el plazo que tiene el concursado para llegar a un acuerdo de pago con todos sus acreedores. Este plazo se fijó aproximadamente en agosto de 2002.

Los arreglos con los acreedores

E

n la mayoría de los concursos solo se les hacen propuestas de pago a los acreedores quirografarios que, por lo general, son créditos de falta de pago por un cheque, un pagaré, un honorario, etc. Estos créditos no tienen un monto límite, sino que pueden valer millones. Los acreedores privilegiados son generalmente créditos laborales. También pueden ser deudas fiscales, pero en su mayoría son laborales. Puede ser ex empleados del 209


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club. La AFIP es otro caso de acreedor privilegiado. La AFA fue el acreedor quirografario más importante, al cual se le debía 1,7 millones de pesos. Después créditos más chicos de algunos hoteles en los cuales Platense concentró. Un crédito que me llamó la atención fue el de Felipe Bellini, que figura como quirografario siendo jugador, pero esas cosas las resuelve el juez. Después hubo muchos honorarios de abogados que participaron en juicios de Platense. Como acreedores con privilegio especial figuraban tres: Uno de ellos era el del Profe Córdoba, pero no sé por qué, ya que para mí está mal calificado; otro de Aguas Argentinas y por último el patrimonio de liquidación del BANADE, que era una deuda que se arrastraba desde 1989 por deudas con Obras Sanitarias. Después había 23 acreedores con privilegio especial y general. Entre ellos la gran mayoría eran exjugadores de fútbol y extécnicos o preparadores físicos. Entre ellos figuraban Rivarola, Pautasso, Martino, Calcaterra, etc. También había casos en que un mismo acreedor era quirografario y privilegiado al mismo tiempo. Quirografarios exclusivos eran aproximadamente 41 acreedores y privilegiados generales únicamente había 12. Antes del período de exclusividad se debe presentar en el juzgado el acuerdo de pago con los acreedores. En un 90% de los casos, las propuestas de pago se realizan únicamente con los acreedores quirografarios. Esta propuesta consiste en una quita del capital que se le debe, con años de gracia para pagar (generalmente son dos o tres) y plazos de espera para el pago. En este caso, la propuesta que Platense le hizo a los quirografarios fue una quita del 50% del crédito, tres años de gracia para no pagarle, y luego 12 años para hacerle efectivo el pago, 210


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dividido en 12 cuotas anuales. Platense, sin embargo, también les hizo una propuesta a los acreedores privilegiados, algo que no se da en casi ningún club. Esto es muy importante porque si se logran las mayorías necesarias, ninguno de los acreedores que están en la cola esperando sus créditos, van a poder pedir el pronto pago y decretar la quiebra del club. A Ferro le decretan la quiebra, porque como en la mayoría de los concursos, arregla con los acreedores quirografarios. Entonces espera a que los privilegiados no le pidan el pronto pago. Esto implica abonar el 100% de lo que se les debe y si no lo haces te decretan la quiebra. En Platense lo que se hizo fue arreglar también con los privilegiados, que es fundamental, porque aquellos que aún no han verificado el monto ya tienen establecido una quita en su capital y un acuerdo de antemano en la forma de pago. La propuesta que se le hizo a los privilegiados fue de una quita del 60% del capital, un año de gracia y tres de pago. Para hacer extensible la propuesta a la masa de acreedores, se necesitaba el acuerdo de una mayoría. Respecto de los quirografarios, Platense necesitaba conseguir 26 votos que representasen 900 mil pesos. Para el caso de los privilegiados, para poder hacer extensible al resto, se necesitaba la conformidad de los 3 especiales más los 26 que tenían privilegio especial y general. El acuerdo debería ser unánime. Con el primer período de exclusividad, que vencía el día 23 de junio de 2003, se pidió una prorroga por 30 días hábiles. De esta manera, el vencimiento definitivo pasó a ser el día 30 de agosto de 2003. Al 30 de agosto se logró la conformidad de las 211


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mayorías necesarias para poder dar homologado el acuerdo. De los 26 quirografarios que se necesitaban, se terminó arreglando con 29, habiéndose excedido en unos 200 mil pesos. Y respecto de los privilegiados, no solo se logró un acuerdo con los 29 sino que también se arregló con 9 más que tenían el privilegio general solo, con lo cual se consiguieron votos con acreedores que no era fundamental tener. Las estrategias para llegar a una conformidad con cada acreedor se basan de acuerdo con la solvencia y posibilidad económica que tengas. Lo ideal es contar con una suma importante de dinero para poder arreglar más fácilmente. En el caso de Platense se hablaba de unos 800 mil pesos y terminó siendo por menos plata. Lo mejor era arreglar con cada acreedor y pagarle entre un 15 por ciento y un 27 por ciento del monto del crédito para ir cancelando parte de la deuda. En algunos casos se prestaron conformidades sin poner dinero, en otros casos se arregló para cancelar la deuda en un futuro, hubo otros en donde directamente se canceló la deuda y así se fueron consiguiendo los votos. El encargado de arreglar todos los acuerdos con los acreedores era el abogado del concurso, el Dr. Dasso. Este abogado fue contratado para que manejara todo lo que tenga que ver con el concurso, hiciera el desgaste de hablar con cada uno de los acreedores y pudiera llegar a un acuerdo para conseguir su voto. Este abogado debe haber sido designado por la Comisión Directiva. Sin embargo, Dasso aclaró que no iba a hacer la gestión con ninguno de los acreedores, así que no logró ni un solo acuerdo. Solo fue un abogado que presentó escritos a lo largo del concurso, pero que en el momento de hablar con los acreedores no lo hizo. Todo eso fue hecho 212


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por gente que nada tenía que ver con el estudio del Dr. Dasso. El abogado no deja de ser un empleado de quién lo contrata, un profesional que debe defender los intereses de su mandante. Si Platense no hizo lo contrario para modificar la tarea de Dasso, no se qué decir… Acá el concurso empezó a tomar otro carisma desde la parte dirigencial, cuando el Dr. Perrone empezó a intervenir. No solo colaboró, sino que fue quién terminó realizando la propuesta, hablando con el síndico y yendo al juzgado. Porque hasta ese momento el tema del concurso estaba parado. Cuando íbamos a negociar, lo primero que nos encontrábamos era con un rechazo absoluto de todos los acreedores, Al llamar y decir que eras de Platense y querías arreglar un concurso, lo primero que recibías era un insulto, porque te decían que Platense les había arruinado la vida o les había incumplido. De esta manera se hacía ardua la tarea que tuvimos que hace entre los cuatro. Muchos de los acreedores, preferían antes de arreglar algo malo, ver a Platense quebrado. Es un poco vivir las consecuencias de haber hecho las cosas mal. Es triste pero real.

Los hinchas

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l grupo de hinchas que comenzó a participar del concurso activamente nació del estado de desesperación de todos. Como grupo, ya desde el año 2002, se hicieron un par de reuniones con la Comisión Directiva haciéndole ver el grado de preocupación por el tema del concurso. Algunos miembros de la CD también aseguraban estar preocupados, pero parece 213


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que sus preocupaciones no se llegaban a ver porque el tiempo pasaba y no se veían soluciones de ningún tipo. El grupo de socios independientes comenzó a tener más reuniones desde marzo de 2003, cuando la situación ya parecía irreversible. En este tipo de reuniones estuvo presente el Dr. Simiele, como miembro de la Comisión Directiva, y se empezó a poner en conocimiento a la gente para ver en qué estado se encontraba Platense. A raíz de esto se comenzaron a hacer asambleas de carácter informativas. La primera se realizó en abril. La idea principal fue que la gente se enterara de la situación que atravesábamos y hacer las cosas antes que sucedan, para luego no andar buscando culpables y hacer escraches ante jueces con la quiebra decretada. Si bien al principio mucha suerte no tuvimos, luego nació lo que se denominaría el Grupo Banchero, que surgió de una charla que tuvimos con Rubén Asís hasta la una de la mañana, en donde se decidió juntar a todos los sectores que estuvieran relacionados con la vida activa del club. Se juntaron todos los representantes de los medios, ya sean radios y páginas web, los miembros de la Peña Centenario, del Movimiento Siglo XXI, socios independientes, algún socio caracterizado y miembros de la lista de correo de Platense en internet. Faltaba solo un mes y las soluciones no estaban llegando. Lo más importante de todo fue que el grupo tomó conciencia de que todos teníamos que tirar para el mismo lado. El club estaba por encima de todo. Había que acabar con las mezquindades e idioteces que lamentablemente gobernaban en Platense desde había años; todos debían laburar para y por Platense. Esta era la única manera de evitar la quiebra del club. A raíz de esto, se hizo un petitorio con el entonces presidente del 214


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club, Raúl Ferrari, en donde se le presentó la inquietud de que la gente quería participar y realmente ensuciarse, porque eran pocos los que querían ensuciar su nombre con el riesgo de quedar pegados y vinculados a una quiebra. Entonces involucrarse en una situación así era realmente de locos. En muchos casos la gente que se acercaba estaba poniendo en riesgo su prestigio profesional, pero no podían dejar morir al club de sus amores sin correr el riesgo de salvarlo. El petitorio se elevó a Comisión Directiva y se resolvió que eran grupos de colaboración para las distintas áreas. Una vez conformados, se sumaron a los miembros que ya estaban en la Comisión Directiva y empezaron a trabajar a 26 días del vencimiento judicial del período de exclusividad para tratar de evitar una quiebra que parecía imposible de salvar. Para generar ingresos se trató de poner en conocimiento de la situación a toda la masa societaria. Si bien ya estaban a la venta las plateas oro y plata, que correspondían a 10 y 5 años, a través de estos grupos se puso en práctica y se lograron vender muchas. Se hicieron promociones para adelantar cuotas sociales y saldar deudas atrasadas. Estas promociones generaron ingresos cercanos a los 30.000 pesos. Lamentablemente de esos 30.000 solo entraron para el concurso unos 19.500 pesos. También hubo ingresos por la venta del exjugador de Platense Cristian Nasutti a Juan Berros, su representante, en 50.000 dólares correspondiente al 50% de su pase. Hubo un cheque de AFA de 81.000 pesos que Platense no había retirado en concepto de televisación y otros conceptos. Entre dirigentes y socios se juntaron aproximadamente 60.000 más y la AFA también realizó 215


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un préstamo por la suma de otros 50.000 pesos. El grupo del concurso lo formaron Andrés Patón Urich, y yo (Pablo Bianchini) como socios independientes y por el lado de la Comisión Directiva lo hicieron el contador Perrone y el Dr. Simiele. Acá hay que ser muy claro que el trabajo se hizo de a cuatro, se dividieron tareas entre los cuatro, nos dimos mucho apoyo entre todos por chocar por momentos con la imposibilidad de generar recursos para Platense y veíamos muy dificultosa la situación. Cuando uno se estaba cayendo, el otro hacía de sostén. Y el mérito fue de todos los que ayudaron desde su lugar y aportaron con lo que pudieron. También se contó con mucha participación y colaboración de Federico Alberti. En el tema del concurso ha trabajado muy bien y siempre se mostró muy dispuesto. De la Comisión Directiva, también tengo que destacar la labor de Balvastro y de Castelli. Este grupo de gente que se acercó a salvar a Platense de la quiebra no cobró un solo centavo de honorarios. Fue todo ad honorem y por amor a la institución. Mientras que el Dr. Dasso tuvo un convenio de honorarios de 70 mil pesos y después me enteré de que tiene una cláusula de 20 mil dólares en caso de que lograra el éxito en el concurso. Algunos miembros de la Comisión Directiva pusieron plata, pero no participaron de nada que tenga que ver con el concurso, y hay que reconocer que Raúl Ferrari acompañó en todo lo que pudo y firmó cuanto papel se le haya puesto encima de la mesa, no solo por el club sino también papeles en forma personal. Es un hecho para destacar.

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El rol del gerenciamiento

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on respecto al gerenciamiento, leí uno de los dos contratos que supuestamente hay, porque tengo entendido, se firmó uno en asamblea de representantes y después hubo otro con modificaciones. Mientras Platense estaba en convocatoria, estaba gerenciado y el gerenciamiento era muy atípico. Se utilizaban los ingresos del club para cualquier concepto y comprometía el normal funcionamiento de la institución. Lamentablemente en el 2003 había retrasos de otros años y el gerenciador dejó de cumplir con sus obligaciones hasta que fue intimado por el club para que cumpliera con sus compromisos. Yo tuve participación hasta la primera carta documento que se le envío, pero después no se que más pasó. Tengo entendido que después de la intimación, el gerenciamiento resolvió rescindir el contrato porque había una cláusula de inestabilidad social y política que decía que si había algo que podía afectar el buen nombre de la empresa ésta podía rescindirlo. Al principio fue el gerenciador el que se desvinculó, pero ahora hubo una fecha de mediación entre Sport International contra Platense, así que se terminará de resolver en la Justicia. En lo que tiene que ver con el concurso, el gerenciamiento no ha aportado nada ni ha hecho gestión alguna para resolver nada. Este tipo de deudas (caso gerenciamiento), toman el nombre de post concursales. Esta deuda no tiene nada que ver con el concurso. La fecha de inicio de concurso lo que cancela es todo lo anterior y no lo posterior. Es un crédito común, que el club deberá resolver porque si no, será un empezar de nuevo. Con el agravante que, de un tiempo a esta parte, con la modificación que hubo 217


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en agremiados, en la que todos los años cada club debe arreglar las deudas con los planteles que salen, va a ser muy difícil encontrar en juicios deudas post concursales, porque si en Agremiados no arreglas la deuda del año pasado no te dejan presentar los nuevos contratos. De esta manera estamos ante una posibilidad histórica de financiar al club, porque sumado al decreto 1212, por el cual toda la deuda provisional la va a resolver a través de AFA, generar otras deudas sería casi una irresponsabilidad. Con el concurso resuelto, estamos ante la posibilidad de sanear al club de una buena vez por todas. Conclusiones

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latense, al salvarse de la quiebra, se salvó de perder su identidad, su raíz y su origen. El caso y el ejemplo más claro es el de Deportivo Español que ahora se llama de otra forma. Teniendo un decreto de quiebra no conservas tu estatuto, pasa a gobernarte un triunvirato que es a través de un Fideicomiso. Si el Fideicomiso te lo dan por un tiempo determinado y se genera un déficit, automáticamente te pueden liquidar todos tus bienes, podes perder el estadio y los bienes registrables. Entrando en un Fideicomiso, corres hasta el riesgo de que te cambien tus colores. El hecho de no perder categorías pasa solo por vivir en un país poco serio. En Italia han mandado a distintos equipos al descenso por la quiebra, mientras que acá todos quiebran y no pasa nada. Si se cumplen los estatutos que figuran en AFA, entonces en este torneo Laferrere debería haber sido desafiliado, porque estando en quiebra no jugó los primeros 5 partidos. 218


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La categoría seguramente la ibas a mantener, pero ibas a correr el riesgo de dejar de ser Platense. Ya tuvimos la desgracia de perder una cancha, así que no podíamos dejar que esto volviera a suceder. Hubiera sido una irresponsabilidad quedarnos en nuestras casas y no hacer absolutamente nada. Creo que algo se hizo, cada uno aportó su granito de arena y por suerte esto se logró. No quiere decir que, si se vuelve al pasado, vuelvan a estar latentes estas cosas. Con la quiebra de Platense se podrían beneficiar todos esos grupos que estaban atrás de este predio magistral que tenemos, en una zona muy particular por lo publicitario. A los acreedores propios de un concurso, no les conviene para nada que el club esté en quiebra, porque les iba a costar más cobrar. Pero siempre hay gente que está esperando que quiebre. Por eso estoy seguro de que haber salvado a Platense de la quiebra le debe haber arruinado el negocio a más de uno. Como bien cuenta Bianchini, Andrés Patón Urich, también abogado y fanático de Platense, fue fundamental a la hora de las negociaciones con los acreedores. Patón Urich es quien relata su experiencia en la lucha por evitar la quiebra del club de sus amores: “Lo que me motivó para trabajar en la convocatoria fue el convencimiento de que la Comisión Directiva no estaba haciendo nada y, lo peor, es que no tenía idea de qué era lo que tenía que hacer y cual era la magnitud de las consecuencias si no arreglaba el concurso preventivo. No me equivoqué, desde la primera reunión en la cual expusimos con Pablo Bianchini qué era un concurso, cuáles eran los pasos y leímos la carta de intención a la Comisión, nunca se pusieron los pantalones largos y se dedicaron a trabajar en ello. Luego de un momento de incertidumbre, 219


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donde había mandado todo al carajo y ante el estupor al escuchar de boca del abogado del concurso, el Dr. Dasso, que no tenía un plan concreto y que la gestión con los acreedores la tenía que hacer la línea interna del club porque el no la iba a hacer, me agarró un ataque de locura y con el empuje de Pablo nos pusimos a laburar en el tema del concurso. En resumen, de la Comisión Directiva no podíamos esperar nada salvo que consiguieran algo de plata, el Dr. Dasso ni los llamados nos atendía, por ende, no nos quedó que dividirnos el listado de acreedores en 4 y con Pablo y los Dres. Simiele y Perrone empezamos a golpear puerta por puerta. A los acreedores no sabíamos que más mentirles, les decíamos que la plata estaba mañana cuando sabíamos que no teníamos un mango. Una deuda de 20 le ofrecíamos 3, cara de piedras totales. Muchos le ponían onda y aceptaban o contra ofertaban con criterio, otros nos cerraban los caminos y nos decían “que quiebren si me cagaron durante tantos años, ya no me importa cobrar”. Increíble. De los dirigentes no me sorprende nada, ni la poca reacción previa al 30/8, ni la falta de ideas, ni las piedras en el camino. Creo que solo unos pocos se salvan del incendio (Alberti, Ferrari y basta de contar), los demás bien gracias. No tengas dudas de que si no se metía este grupo de socios a colaborar hoy estábamos quebrados. Se generó con ese impulso un caudal de dinero y fuerza muy importante. Soy un convencido que a Platense lo salvó y no sus dirigentes. Por ello no me llamó la atención la actitud de subirse al carro del triunfo que tuvieron después. Es de mediocres gozar con la derrota ajena y de muy mediocres otorgarse créditos por los logros de 220


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otros. Para mí fue un honor haber colaborado en salvar a Platense de la quiebra. Durante dos semanas no hice más que pensar en esto desatendiendo las cosas particulares como todos. Pero la satisfacción personal y el hecho de poder dormir con la conciencia tranquila vale mucho más que cualquier honorario o título que se me pueda otorgar. Vale el orgullo interno de poder contarle a mi hijo, cuando lo tenga y lo lleve a la Goyeneche, que cuando el club estuvo muy mal tu papá puso su granito de arena para levantarlo y que vos hoy puedas estar acá. Porque lo que realmente vale en todo esto es el sentimiento y ése, puedo asegurar, que no se negocia.

Desde adentro

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uval Puigchinet fue “la voz del estadio” desde el mismo momento en que Platense perdió su cancha en Manuela Pedraza y Crámer y comenzó a peregrinar por Atlanta, Tigre, Defensores de Belgrano, Chacarita y varios escenarios más. Fue también el maestro de ceremonias el día de la inauguración del estadio Ciudad de Vicente López y animador de cuanto festival se hiciera en el club. Y en esa época había uno tras otro, con estrellas invitadas del nivel del “Polaco” Goyeneche, María Graña y las orquestas de Pugliese y Troilo por citar algunos casos. En 1982 se mudó junto a su familia a Santa Fe y no pudo volver a ejercer su pasión nunca más. Falleció años más tarde. Su hijo, Hugo, fue uno de los integrantes del grupo de socios que colaboró en el área de la Secretaría, un sector fundamental para el buen funcionamiento de 221


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cualquier institución. Es el mismo Hugo quien relata su experiencia: “Desde inicios del 2003, un grupo de socios y simpatizantes del Club Atlético Platense, con la mirada puesta en la urgencia de darle curso favorable al Concurso de Acreedores que irremediablemente se avecinaría a fines de agosto, se reunió en el restaurante Banchero con el propósito de despertar conciencias en el seno de la Comisión Directiva que estaban increíblemente aletargadas. Luego de extenuantes, y muchas veces acaloradas reuniones con la CD, ésta aprobó finalmente una serie de puntos presentados por el grupo antes mencionado, con el fin de evitar lo que a todas luces era hasta ese momento algo inevitable: la quiebra institucional. Fue así que se generó un entusiasmo nunca antes visto en el hincha que se acercó a ayudar a salir del infierno al que estábamos condenados. Por sugerencia del Dr. Pablo Bianchini, me tocó colaborar en el área de Secretaría. Trabajamos codo a codo junto a Christian Lourido, Mario Spinelli, Ricardo Moretti y Ricardo Simonetti, con el primordial objetivo de generar recursos a fin de hacer frente a los pagos que el Concurso requería. Se pusieron en marcha una serie de promociones con el objetivo de entusiasmar al simpatizante a colaborar con el club (conscripción de socios, abonos anuales, plateas preferenciales, adelanto de cuotas, etc.). Todo eso con evidentes beneficios para aquellos que adhiriesen a alguna de las promociones ofrecidas. Vivimos momentos de tensión producto del arduo trabajo, pero que fueron diluidos por el entusiasmo que los mismos socios y simpatizantes generaban. Basta decir que una tarde se acercó a nosotros un socio -cuyo nombre omitimos por su expreso pedido- para donar 222


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al club la suma de 360 dólares, sin pretender nada a cambio más que la satisfacción de su conciencia de verdadero Calamar le dictaba. En sólo un mes de gestión se hicieron casi 200 socios nuevos, durante todo el año anterior se habían asociado menos de 50. Al final del fatídico mes de agosto, el objetivo estaba cumplido: Platense había firmado los acuerdos con los acreedores que posibilitaron que la tan temida quiebra pasara a ser sólo un mal recuerdo. Muchos fueron los que colaboraron a tal fin, con los Dres., Pablo Bianchini y Andrés Patón Urich a la cabeza. Pero esa es otra historia que alguien se encargará de narrar. Lo que más quisiera destacar es que nada es imposible cuando hay una firme voluntad de querer hacer cosas. Platense será grande de verdad cuando tomemos conciencia de eso y estoy seguro de que los meses por venir nos encontrarán a todos los calamares en pos de ese objetivo, porque como suelo decir… ¡Platense está vivo! ¡Y cómo! Los números

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n apenas tres semanas de conformado el Grupo Convocatoria se logró algo realmente impensado para muchos. Gracias al esfuerzo, dedicación y profesionalismo de sus integrantes, los Dres. Norberto Perrone, Oscar Simiele -por parte de Comisión Directiva-, Andrés Patón Urich y Pablo Bianchini -en representación de los Grupos de Apoyo-, se logró obtener las mayorías necesarias por categorías de acreedores, acordes al cumplimiento de la propuesta concordataria presentada en la actuación judicial. La propuesta consistía en una quita del 50 por ciento 223


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para las deudas quirografarias, 3 años de espera en su pago y 12 años de plazo para su cumplimiento. Respecto de los privilegiados un 60 por ciento de quita, un año de espera y tres de pago. En relación con los acreedores quirografarios se logró obtener la conformidad de 28 acreedores por un total de $ 3.165.071,98, cuando en realidad se necesitaban solo las conformidades de 25 quirografarios con una deuda de $ 2.626.467,48. Y con los privilegiados se obtuvo la conformidad y voto de 38 acreedores por la suma de $916.237,29. En este caso, para que la propuesta pudiera ser tenida como válida, se precisaban la unanimidad de 29 acreedores con privilegio especial y general la cual se logró, destacando que asimismo se consiguió la conformidad de 9 acreedores con privilegio general. Es decir, de un total de 41 acreedores privilegiados se logró la conformidad de 38. Este resulta un hecho por demás importante e inédito, y creemos casi único para clubes de fútbol. En la mayoría de los concursos solo se hacen propuestas para los quirografarios y se espera que los privilegiados reclamen su pago al 100% para resolver el crédito, dejándose constancia que ante su incumplimiento se decreta su quiebra. También se logró cancelar y acordar deudas con 6 acreedores que estaban en proceso de revisión y verificación tardía. Con estos acuerdos, todos los acreedores que están en proceso de verificación o revisión de sus créditos, los cuales no fueron declarados válidos a la fecha, quedan atados a la propuesta y quitas informadas. Los acuerdos se lograron previo pago a la suma de $380.269. La misma estuvo compuesta por varios conceptos: 224


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Cheque de AFA por conceptos adeudados a la institución: $81.000 Venta de Cristian Nasutti USD 50.000 Préstamo de AFA $50.000 Donaciones (Predio Galván, Emilio Del Mauro, Andrés Persuh) y préstamo de socios (Balvastro, Petruelo, Simiele, Castelli, Di Iorio, Colombo, Bidart, Morando, Peters, Giuffré y Luis Kofman) $ 83.000 (calculo aproximado, porque muchas fueron en dólares) Sumas ingresadas al Grupo Concurso promociones, abonos de Plateas de Oro y Plata, donaciones de socios y Bono Pro-Convocatoria $10.500 Ingreso de un cheque de $8.000 por porcentaje de transferencia del juvenil Luciano Sportelli Se abonaron gastos de escribanía por $3448 Con los acuerdos arribados de la deuda original verificada de $5.793.757,93, han quedado a pagar según acuerdo concordatario $111.629,45 para acreedores privilegiados y $1.884.465,03 para los quirografarios, lo cual será abonado conforme espera y plazos ya informados, a los que se debe incorporar a medida que sean verificados los créditos tardíos y en etapa de revisión. Cabe destacar que se han diferido pagos respecto de los acreedores verificados cuyos vencimientos comenzaron a operar en el mes de septiembre, cuotas pactadas por un total de $574.945.

El final

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l lunes 10 de noviembre de 2003 el juez dio por válido todos los acuerdos con lo cual el club cumplió con acuerdos por montos y números que la ley le impone. 225


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De aquí en adelante primero tendrá que pagar los honorarios regulados al síndico y luego cumplir con el pago de los acuerdos en las fechas estipuladas. La primera cuota a los acreedores deberá ser abonada a fines de 2004 para los privilegiados y 2005/06 para los quirografarios. Este es el auto que homologó el acuerdo: 75428 Club Atlético Platense s/Concurso Preventivo Base: Juzgado Nacional de 1ra Instancia en lo Comercial N° 07 Sec 014. Homologación Poder Judicial de la Nación 75428 Club Atlético Platense s/ Concurso Preventivo Juzgado 7 Secretaría N°14. Buenos Aires, 10 de noviembre de 2003. 1.Solicitó la cursada se homologue la propuesta de acuerdo oportunamente presentada. 2. El tribunal constató que las conformidades han sido prestadas en debida forma y que alcanza en cada categoría para formar las mayorías previstas por LC: 45, lo que así fue dispuesto en fs.1358. 3. Ello, así, a tenor de la letra de la LC: 52, cabría homologar sin más la fórmula concordataria que luce en fs. 1069 y 1128/9. Claro que sería así siempre que no se constatare que la propuesta vulnera el orden público o, en general, que es contraria a derecho, control de legalidad ínsito en toda decisión homologatoria. Estimase, empero que tal situación no se presenta en el caso. 4. En consecuencia, se homologará la propuesta de acuerdo de fs.1069 y 1128/9. 226


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5. Por ello, RESUELVO: a) Homologar la propuesta de acuerdo de fs. 1069 y 1128/9, presentada por Club Atlético Platense; b) Designase como integrantes del comité definitivo de acreedores a la Asociación de Fútbol Argentino, Obra Social de Técnicos de Fútbol y a Graff, Carlos Alberto, quienes deberán aceptar el cargo por ante el Tribunal en término del quinto día de notificado, bajo apercibimiento de lo dispuesto por el Art. 260 LCQ. Encomiéndese a la sindicatura las notificaciones de estilo. 6. Atento la naturaleza, extensión y causa de los trabajos realizados, regulo los honorarios de la sindicatura Estudio Dzierza, De Amaral y De Benedetto en la suma de pesos 1.450.000, de sus letrados patrocinantes Dres. Horacio Lamas y Marina Lidia Iturbide (Art 257 LCQ), en la suma de pesos 290.000m los letrados patrocinantes de la concursada Dres. Ariel Angel Dasso, Ariel Gustavo Dasso y Javier Aníbal Dasso, en la suma de pesos 980.000. Notifíquese. Pablo Bianchini cuenta al respecto: “Los honorarios regulados son una locura y siendo apelados, o pidiendo su aclaratoria se deben modificar ya que exceden el marco normativo. La Ley de concursos, en su Art. 266 establece que los honorarios regulados, en caso de acuerdos preventivos como el de Platense, los haberes totales del síndico, su letrado y el de la concursada nunca podrán exceder el 4% del pasivo verificado ni ser inferior a 2 sueldos de un secretario. Generalmente se regula entre un 2 y a veces un 4%. El pasivo verificado de platense fue casi $5,8 millones con lo cual el monto regulado es imposible. Habrá que pedir aclaratoria con apelación en subsidio urgente. Si se pude se modificará 227


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la regulación ya que ninguna Sala de Cámara puede permitir semejante disparate. Yo lo único que puedo hacer es ir a ver el expediente y estar al tanto de las cosas, nada más. Platense designó a un abogado (Dr. Dasso) y él es el que deberá presentar los escritos. Lo que se reguló de honorarios es una locura total, ya que excede los máximos de honorarios que por ley se pueden regular. No tengo dudas de que presentando este escrito los honorarios van a bajar, y mucho. Jamás pueden ser superiores en la suma de $240.000. Se equivocaron y feo en el juzgado al regularlos. Por lo que sé, Dasso tiene un acuerdo privado de honorarios, con lo cual no va a cobrar nada de lo que le regularon. Salvo que después digan o pacten lo contrario o se olviden que si firmó dicho acuerdo”. Carta de Pablo Bianchini, 31 de agosto de 2003 Si bien me prometí a mi mismo tomarme 48 hs. de descanso y reflexión, no puedo dejar de decir gracias a todos aquellos que con sus mensajes me hicieron en verdad llorar a moco tendido. Es muy gratificante, y no creo ser merecedor de tanto. Si debo decirles a todos que el objetivo fue cumplido gracias al esfuerzo, gestión, compromiso y amor por nuestros colores de un grupo de personas que decidió, sin medir sus consecuencias ponerles el pecho a las balas y embarrarse las botas ante un final que todos suponían que era anunciado. Por eso debo agradecer a todos aquellos que formaron parte de las Comisiones de Apoyo, a todos y cada uno de los que dejaron salud, tiempo, banderías y cuestiones personales para ponerse del lado de Platense. 228


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La quiebra se va a evitar por todos los que formaron parte de los grupos: Secretaría, Tesorería, Prensa, Fútbol Profesional y Amateur, Físico y Concurso. No quiero ser injusto, dar nombres y olvidarme de nombrar a alguno. Pero también gracias a los que o los pudieron formar que igual apoyaron dentro de sus posibilidades. Respecto del Grupo Convocatoria, no me queda más que agradecer a los Dres. Simiele, Patón Urich y Perrone. Gracias a dios pudimos formar un grupo genial de trabajo. En verdad y en solo tres semanas se logró algo impensado. Mi agradecimiento profesional a estos tres profesionales. Pero claro, también se contó con la ayuda de muy pocos miembros de la Comisión Directiva que entendieron el mensaje y se pusieron del lado de la gente. Por ellos debo valorar la gestión que hicieron: Alberti, Balvastro y Castelli, en especial el primero de ellos. Para que todos sepan Ferrari firmó cuanto papel se le puso delante, y ojo que varios fueron personales y no por el club. Pero, por último, y porque es la frutilla del postre, quiero dejar mi más sincero agradecimiento a todos los socios e hinchas que se comprometieron, se hicieron socios, compraron abonos y confiaron en que era posible evitar la quiebra. Para mí algo inolvidable. A los que hoy están tristes porque el final no fue el esperado por ellos, a los dinosaurios, a los que no quisieron participar por medio a quedar pegados, les digo…otra vez será. Demostramos contra la corriente que, sin sponsors, inversores, padrinos y demás yerbas, podíamos salir adelante. Que nosotros mismos teníamos la capacidad con gran gestión de evitar lo que muchos decían que era un final anunciado. 229


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Por eso a todos los que desde adentro y afuera estaban esperando la quiebra de Platense, les decimos que su tiempo se terminó, que ya no tienen más lugar en el club. Se ganó una batalla, pero no la guerra, de acá en más no hay espacio para el mínimo error, espero que todos lo tengan en cuenta. Por eso les pido a todos que a partir de ahora podamos mirarnos a los ojos todos los que dormimos tranquilos, los que dejamos todo y veamos en el otro ni más ni menos que a un hincha Calamar. A los otros, quédense tranquilos, la historia y su propio peso les caerá encima. Platense vive, murió y está de nuevo caminando. Solo espero que no se detenga jamás.

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FUENTES Libros “90 años del Club Atlético Platense, Historia Gráfica” (1905-1995) “Historia del Club Atlético Platense (1905-1980)” “ABC Diccionario Enciclopédico del fútbol” “Historia del fútbol argentino” Diarios Clarín, La Nación, Popular, Crónica, La Razón, Olé, La Voz del Interior (Córdoba), Uno (Mendoza). Revistas El Gráfico, Mística, Goles, Códex Deportiva.

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INDICE

PRÓLOGO 5 CAPÍTULO UNO 3 de agosto de 1967 Como abrazado a un rencor El flaco Hurt La jugada que terminaba el partido El árbitro Los rumores Crónica de Clarín, 4 de agosto de 1967 Crónica de “El Gráfico”, agosto de 1967 Extraído del libro “Historia del Club Atlético Platense (1905-1980)” Lo último CAPÍTULO DOS 16 de noviembre de 1977 Trasnoche de ilusión El ascenso de 1976 Comentario de la Revista Codex Deportiva Una noche marrón Calamar 233

1 9 13 14 17 21 25 28 29

33 33 36 37


El partido: la gloria o devoto Más que 22 penales Las tribunas, amistades, festejos, caravana y el después El juicio de Lanús Crónica de la revista “El Gráfico” Extraído del Libro “Historia del Club Atlético Platense (1905-1980) De mendigo a nuevo ídolo

39 43 47 50 53 58 61

CAPÍTULO TRES Petit Torneo 1979 Hoy creo en Dios Somos locales otra vez El debut El primer triunfo El funebrero comienza a enterrarse Abran la puerta: ¡Llegó Platense! Sin el goleador para el último partido ¡Platense se queda! Violencia es mentir Crónica del diario Popular (lunes 27 de agosto de 1979) Cap: El apellido ideal El “Mono” Petti El premio

63 64 67 68 69 70 71 72 72 74 74 77 79 80

CAPÍTULO CUATRO 2 de mayo de 1987 De puro guapo El héroe Las sospechas Un referente

83 85 87 91


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Comentarios en los medios El partido con Temperley El cierre

93 96 99

CAPÍTULO CINCO 29 de abril de 2001 La última curda 101 El primer tiempo 104 La lesión y el reglamento 105 Qué dijo Majluf 107 Los que estuvieron ahí 109 La nota 117 Crónica del diario Olé, lunes de abril de 2001 118 Antecedente 119 Declaraciones 119 Crónica del diario Los Andes de Mendoza 120 Las consecuencias 121 Majluf hoy 128 CAPÍTULO SEIS 20 de abril de 2002 En esta tarde gris El cambio en el reglamento El torneo Apertura El comienzo de una nueva etapa La llegada al estadio El partido Los incidentes La reflexión de Leonardo Aguirre Crónica del diario La Nación Una tarde de bronca y descontrol Diario La Voz del Interior de Córdoba El final 235

131 132 133 140 143 145 152 152 154 156 158 160


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CAPÍTULO SIETE 21 de junio de 2007 Los mareados Los preparativos El campeonato Esperando el milagro Despiértame ya, de esta pesadilla de ilusiones Un negocio muy difícil de explicar y fácil de enseñar Un hincha lo vivió desde adentro Internas peligrosas Tres balances En pie CAPÍTULO OCHO Agosto de 2003 Alma, corazón y vida Los primeros pasos Como se trabajó La convocatoria Los arreglos con los acreedores Los hinchas El rol del gerenciamiento Conclusiones Desde adentro Los números El final

236

161 163 165 173 176 179 183 187 191 197

199 204 207 207 209 213 217 218 221 223 225




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