Revista Cosas Nuestras - Sierras de Tandil

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Editorial Tan antiguas como las primeras formas de vida en la tierra, las sierras del sistema de Tandilia emergen con un suave perfil en medio de la llanura pampeana y cobijan ciudades pujantes como Tandil, Azul y Balcarce. En esta región del sudeste bonaerense se destaca la profunda impronta que dejaron sus pioneros, muchos de ellos inmigrantes europeos que llegaron creyendo en las posibilidades de progreso y desarrollo que les brindaba nuestro país. En Tandil se destacaron Juan Fugl y Ramón Santamarina, dos grandes emprendedores que sembraron la cultura del esfuerzo y hasta hoy se los recuerda como pilares en esa ciudad. Fueron pioneros de una forma de vida y de ver la vida. Como el gran Juan Manuel Fangio en Balcarce. El quíntuple campeón mundial de Fórmula Uno, además de haberse convertido en una gloria deportiva, fue un ejemplo por sus valores y su gran humildad. Su frase “Hay que tratar de ser el mejor, pero nunca creer ser el mejor” ilumina hoy a muchos de los habitantes de la ciudad erigida a los pies del cerro El Triunfo. En el primer número de Cosas Nuestras, hace nueve años, recordábamos palabras del escritor Eduardo Galeano: “Nuestra auténtica identidad colectiva nace del pasado y se nutre de él –huellas sobre las que caminan nuestros pies, pasos que presienten nuestros andares de ahora–, pero no se cristaliza en la nostalgia”. Hemos recorrido desde entonces casi todo el país rescatando esas huellas y buscando reconocer las fuentes de nuestra identidad. Los argentinos compartimos un legado histórico y un vasto patrimonio cultural en una tierra de una diversidad majestuosa. Tenemos todo para seguir creciendo en paz y en armonía. Hagamos que nuestras huellas sean un buen legado para los que vendrán.

Foto: José Luis Raota

Gabo Nazar

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>contenido director general director editorial Arte y diseño asistente coordinador periodístico colaboradores

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Gabo Nazar José Mutti Paola Velez Sandra Capuano Pablo García Lastra Claudio Bertonatti / Alberto Moreno de la Fuente / Silvia Miguens / Fernando Carrillo / Andrea Frade / Sergio Limiroski / Facundo Gómez Romero Edgardo Imas José Luis Raota Mariano González Fernando San Martín Instituto Mixto de Turismo de Tandil / Juan Sebastián Bedascarrasbure, encargado de Marketing / Secretaría de Cultura y Deportes de Tandil / Magdalena Conti, directora de Patrimonio / Gloria Rodríguez y Guillermo Gardey de Cardón Tandil / Secretaría de Turismo de Balcarce / Rodrigo Pando, subsecretario de Cultura de Balcarce / Museo y Fundación Juan Manuel Fangio / Gato Peters. Forma Color 35.000

4 > Memoria entre las sierras 12 > El mundo de las estancias 18 > Sara Anchorena Pereyra Iraola 34 > Colección Primavera Verano 2012-2013 50 > Un cielo de pampa y sierras 60 > Entrevista a René Lavand 65 > Santo peregrinar 70 > Una ciudad con ángel 74 > Pueblos originarios 82 > Identidad cultural 88 > Sierras protegidas 92 > Pioneros

>> OTRAS NOTAS

Cosas Nuestras Número 27 / Junio 2012 / Es una publicación de Cosas Nuestras S.A. / Correo de Lectores: Av. Alvear 1750 (C1014AAR) Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina - Tel/ Fax: 54-11-4815-9998 revistacosasnuestras@cardon.com.ar www.cardoncosasnuestras.com.ar Prohibida su reproducción total o parcial. Derechos reservados. Registro de propiedad intelectual en trámite. ISSN 1850-1494

24 > Infografía 26 > Denominación de origen 28 > hugo Cagnoli 30 > Leyenda de El Centinela 48 > Gato Peters 56 > Mapa de las Sierras 78 > Señales naturales 96 > Diagrama criollo 98 > El hombre y la tierra 104 > La hora sin sombra

Distinciones de Cosas Nuestras: - Declarada de interés provincial por la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires. (2010) - Declarada de interés legislativo por la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires. (2008) - Premio Santos Vega de Plata 2007 al Mejor Medio de Difusión Gráfica Revistas.

Foto de Tapa: José Luis Raota

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proveedor oficial

Lazo realizado por el maestro soguero Pablo Lozano


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Memoria entre las sierras Artesanos de Azul y de Tandil

Son continuadores de antiguos legados. Disfrutan de sus oficios y se reconocen en sus obras dejando huellas de una cultura que algĂşn dĂ­a otros recorrerĂĄn.

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Son hombres y mujeres apasionados que se dedican a crear objetos de uso, o decorativos, siguiendo las huellas de caminos ya andados. En sus oficios se percibe la impronta de un pasado que abarca desde antiguas costumbres hasta profundos procesos históricos y sus protagonistas: pueblos originarios, gauchos, criollos e inmigrantes. Ellos reviven las memorias del lugar que habitan rodeados de pampa y sierras milenarias. En Azul, ciudad asentada en tierras antiguamente dominadas por el cacique Calfucurá, hay un barrio humilde donde la sangre de los pueblos originarios se hace notar aún

como Patrimonio Vivo de la ciudad por su oficio, su trayectoria y su forma de ser y de hacer. Hoy Verónica sigue sus pasos. Hace más de diez años que teje sin cesar, con la misma pasión y la misma paciencia que su abuela, sabiendo que debe tratar de superarla: “Yo siempre me exigí tejer mejor que mi abuela, ser más prolija. Tengo que hacer quedar bien a mi maestra”, dice y se emociona profundamente con el recuerdo de Ercilia, fallecida en abril del año pasado. Hija de artistas, Verónica nació en la Argentina pero hasta el 2001 vivió en San Pablo (Brasil). Sintió que era momento de volver para vivir con su abuela. Justo comenzaba una

cacique y que sirve para apretar los puntos una vez tejidos. Teje principalmente fajas, cintos y ligas para bota de potro. Para hacer una faja de poco más de dos metros, trabajando ocho horas diarias, tarda unos veinte días. Eso si el tiempo no le juega una mala pasada, porque con humedad, explica, no se puede tejer. El trabajo de Verónica hoy es muy reconocido y valorado, pero no siempre fue así. “Cuando mi abuela era chica, pagaban lo que querían el trabajo. Acá en Azul fue muy doloroso, se perdió todo. Les daba temor decir que eran indios, asumir eso significaba que te mataban. Mi abuela sintió mucho dolor, pero dijo: ‘Esto va a

en los rostros, en la piel de muchos vecinos. Se llama Villa Fidelidad y allí, en una casa sencilla frente a un prolijo parque, vive Verónica Cestac, de 35 años. Es artesana del telar, heredera de una tradición que cultivaron las mujeres pampas. Su abuela, Ercilia Cestac, descendiente del cacique Manuel Grande y nieta de la tejedora Pascuala Calderón, le enseñó el arte y le transmitió valores fundamentales de su pueblo, que se podrían sintetizar en el respeto y el amor por lo que hace y en la fe ante cualquier circunstancia de la vida (ver recuadro). Las autoridades de Azul reconocieron a Ercilia

etapa crítica del país: “Pese a todo, lo vivimos placenteramente y eso también es otra enseñanza, no ver lo negativo”. Empezó con un telar que se desarmaba y aprendió primero a ser paciente, a no apurarse; después, el arte comenzó a fluir. Hoy el telar horizontal recorre gran parte del living de su casa. Son dos palos verticales separados por unos 3,5 metros de largo. Hay una faja a medio hacer y, en silencio, las manos de Verónica muestran el oficio. Sus dedos bailan entre hilos de algodón mientras teje absorta en su tarea. Se ayuda con una pequeña madera que llama

valer lo que vale’, y en el año 80 retomó el tejido, tejió, tejió, tejió y decidió salir a mostrarlo. Ganó premios y reconocimientos y hoy vale lo que vale gracias a mi abuela”. El esmero de Verónica por cuidar su legado y el respeto por el tejido se leen cuando dice que “en cada trama está un pedacito de mi abuela y de esa historia que ella y sus antepasados lucharon por cambiar. Con amor, con dedicación y con humanidad”. SOGUERÍA Verónica se muestra muy agradecida a un artesano de una ciudad

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VALORES DE UNA ABUELA “Creo que hay una fuerza mayor, creo en las buenas intenciones, creo en la búsqueda de transformarse en una mejor persona a través de los actos y las decisiones que uno toma y que nuestros ancestros nos protegen. Ahora más allá que no está mi abuela, yo siento que ella está conmigo”, así Verónica Cestac, recuerda con devoción valores aprendidos de su abuela Ercilia, descendiente de los pampas. Con ella aprendió mucho más que el ancestral oficio de tejer: “Mi abuela me decía: yo cuando era chica pensé todo como yo quería y salió todo como yo quería. Me transmitió esa proyección y esa fe de que se va a dar. Fue muy espiritual, una persona que hablaba poco. Siempre decía: esperá, esperá, no te apures, solito va a venir, hay que saber esperar el proceso del tiempo, como dominar el ego, la vanidad. Era estar cerca de ella y sentir que todo iba a estar bien. Otra cosa que decía: el que se sabe ubicar siempre es bien recibido en cualquier lugar. Muy conciente de lo que le corresponde a uno. Era fuerte. Yo le creía, sentía paz. De hecho mi abuela siempre era muy de las decisiones, hay que saber, hay que estar atentos, lo que pasa es consecuencia de lo que uno elige, de que la vida está en la mano de uno, lo bueno, lo malo, obviamente que nadie está libre de equivocarse. Muchas veces siento su presencia. Cuando estoy con una preocupación, siento su mano en la espalda como diciendo: va a estar todo bien”.

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vecina que le dio apoyo para abrirse camino. Es Pablo Lozano, de 47 años, un maestro soguero que vive y trabaja en su casa ubicada en una esquina apacible de Tandil. Amante de la vida de campo, conocedor de todas las tareas del gaucho, experto y muy reconocido en su oficio, obtuvo cinco veces el mayor reconocimiento entres sus pares en la Exposición Rural de Palermo. Aprendió el arte de la soguería cuando tenía quince años de la mano de Luis Alberto Flores. Lo cuenta así: “Tuve una relación casi de hijo y padre, y hasta las vacaciones las pasaba con él. Luis no fue un gran soguero pero sí un gran maestro, un gran estudioso; recopilaba conocimientos de todos y después los publicaba. Antiguamente se mezquinaba, los sogueros no mostraban nada, Luis fue el que abrió el juego”. Pablo siguió los pasos y sus trabajos son requeridos en la Argentina, pero también en otros países de Latinoamérica y Europa. Hoy, además, es uno de los dos únicos argentinos seleccionados para integrar la organización estadounidense Traditional Cowboy Arts Association (TCAA), que difunde el arte y la cultura de lo que sería el gaucho norteamericano junto a otros diecinueve artesanos de distintas partes del mundo. El taller de Pablo es de tres por tres metros, un rincón a pasos de la entrada de su casa, donde trabaja largas horas con sus dos ayudantes Martín y Joaquín. El lugar está impecable, una mesa de madera, herramientas que cuelgan de una pared (hay leznas, cuchillos, macetas y pinzas) y el mate infaltable para el trabajo. Pablo define a sus clientes como gente criolla, gente de campo, o gente de trabajo en el campo, tradicionalistas y coleccionistas. “El campo requiere la soga. Y, aunque todo va

Pablo Lozano

cambiando, en una estancia que se precie de tal no puede faltar un hombre que sepa lanzar, que tenga un maneador para manear un potro para caparlo”, afirma y aclara: “Yo me diferencio en que no hago cosas en serie, aunque las hice en su momento. Las piezas que se hacen acá son únicas e irrepetibles. Raya más con la creatividad y con la excelencia que uno tiene en su oficio”. Cuenta que desde el material hasta la pieza terminada es preparación propia. “Todo está hecho con las manos. Y absolutamente nada de química”, subraya. Prefiere trabajar con cueros de vacas Shorthorn porque asegura que “se puede ser muy hábil, pero si no tenés buen material no llegás a nada”. El proceso de obtención incluye las etapas de desuello, desgrasado, estaqueado hasta que se seque el cuero y después se lo raspa con una caña y ceniza para depilarle el pelo. Posteriormente se cortan las lonjas, se humedecen y comienza el sobado, un trabajo incansable que describe: “Hacés una rollo y lo vas golpeando con la maceta, y plegando para un lado y para el otro haciendo conos. Eso tiene la desventaja de que lleva un tiempo extraordinario. Pero después ese cuero es eterno si lo cuidás”. Con el material preparado, Pablo corta lo justo para hacer riendas, un cinturón, una lonja de rebenque o una


sabés qué es un cabestro y nunca lo has utilizado, difícilmente sepas el uso y el rigor que necesita esa herramienta, pero todo se aprende”, afirma, y así debe ser. PLATERÍA CRIOLLA

cincha. Para una rienda, se cortan las tiras, que normalmente son dos. “Las tenés que ojalar y coserlas con tientos de potro –explica–. Se ojala a mano y se cose a mano. El tiempo que lleva depende del trabajo que le agregues; un cinturón me llevó dos

días y otro me llevó quince”. Pablo dice que sigue aprendiendo cada día y afirma que para crecer se requieren pasión, continuo esfuerzo y conocimientos no sólo de soguería, sino también del campo, “porque si sos el mejor soguero pero no

Juan López de Armentía (44 años) es un exquisito platero criollo de Tandil. Sigue una tradición heredada de su padre, quien fue un reconocido joyero de la ciudad. Aprendió también de maestros plateros y decidió continuar el oficio paterno después de cumplir el servicio militar. En el fondo de su casa, en medio del jardín, está el taller que lo ve crear piezas de platería o joyería según encargos que recibe: “La platería por lo general son piezas más grandes y relacionadas con el campo, como mates, cuchillos, facones, juego de riendas, o para la mujer, como pulseras o gargantillas. Pero no es que me guste más lo criollo que la joyería, las dos son igualmente desafiantes y me causan el mismo placer”. Trabaja con oro, plata y alpaca y elabora desde enseres del caballo hasta cadenas, brazaletes, anillos, hebillas o yuntas. Juan disfruta desde que se sienta en el taller, con la radio encendida y un mate a mano. “Cuando te gusta el oficio, no importa lo que hacés por más simple que sea, así fuera el anillo o la plaqueta más sencilla, porque estos trabajos no se repiten”, dice y describe entre sus herramientas principales el arco de sierra, la sierra de calar, cinceles y limas. Cuenta cómo es el proceso, por ejemplo, para elaborar un mate o una vaina de cuchillo: “Primero fundís el material en estado puro, desde un lingote de plata, se estira la masa con la laminadora y lográs una chapa de menos de un milímetro de espesor; todo surge de ahí”.

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Carmelo Ventos y su hijo Sergio

Para hacer la vaina de un cuchillo, por ejemplo, se corta la silueta, el recorte del cabo o el de la vaina”. Luego vendrá la soldadura, el forjado para dar forma, el calado, el cincelado, las terminaciones y el pulido o acabado de la pieza. El oficio de Juan está ligado con la soguería y también se relaciona con la forja de cuchillos. “El cuchillo es la vedette del oficio porque se usa desde siempre”, dice y cuenta que suele utilizar productos de uno de los fabricantes más reconocidos de Tandil, Carmelo Ventos, dueño de Juca. CUCHILLOS NACIONALES Un cartel de chapa corroído anuncia la entrada. Un terreno amplio con un tinglado al fondo –son 18 metros de largo por 10 de ancho– es el lugar donde funciona la fábrica Juca, una de las pocas en Tandil que mantienen la tradición, con todos los procesos realizados en forma artesanal, para elaborar cuchillos a partir del descarte de hojas elásticas de camiones. Carmelo Ventos, de 78 años, es nativo de Tandil y tiene dos hijos, Luis y Sergio, de 42 años, quien hoy está al frente de la fábrica. En Juca (por las letras iniciales de Juan Capell, uno de los seis socios en los comienzos de la fábrica) trabajan ocho personas de mucho oficio, venden a todo el país y también llegan

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al Mercosur y a Europa. Hacemos un recorrido para ver cada parte de un proceso que, según explican, sólo realizan cuatro fábricas en Tandil. ¿El motivo? “Muchos buscan simplificar el trabajo y además no hay gente capacitada para hacerlo”, afirma Sergio. Dentro de la fábrica hay un horno continuamente encendido que lleva las planchas a temperaturas de entre 800 y 900 grados,

Al inicio de la escuela asistían picapedreros de la cantera a colaborar con la formación un balancín o martinete que golpea el material al rojo vivo, una guillotina, pulidora, amoladora y soldadora, entre otras máquinas y herramientas. Sergio explica que todo comienza en alguna chatarrería donde compran los elásticos de camiones. “Se corta transversalmente el elástico según la medida que usaremos. Para un cuchillo de 14 centímetros –el más común–, se cortan tres centímetros de ancho y el largo de la hoja. Eso se hace al rojo vivo con el balancín. Antes de cada paso siempre va la pieza

al horno. Se le hace la espiga al cuchillo donde va a ir el cabo, después se le hace el botón (es la arandela que está entre la hoja y la espiga). Se estira primero para tener donde agarrar y después se estira para darle el largo justo. Después se corta y viene el planchado del cuchillo. Primero se da un desbastado para aproximar el grosor. Vuelve atrás a templado, revenido y nuevamente templado. Después sigue el afilado y el pulido”. El encabado es la última parte del proceso y se realiza con cuernos de ciervo, de vaca, madera, según el gusto y la imaginación del encabador. En Juca fabrican alrededor de unos 150 cuchillos por día. Son conscientes de que siguen siendo uno de los oficios emblemáticos de Tandil, pero también de que la competencia, principalmente de importados, les complica el negocio. Aunque cuando se le pregunta a Sergio si hay amor en lo que hace, contesta sin dudar un segundo: “Sí, es la única forma de hacerlo”. Y la esperanza de que el oficio siga, permanece viva. PICAPEDREROS En un sector de la vieja estación de trenes de Tandil funciona una escuela de escultores picapedreros. Es un gran andén de carga que data de 1883, una construcción de estilo in-


glés que fue recuperada. Allí unas catorce personas aprenden desde las antiguas técnicas de los picapedreros hasta el trabajo en la piedra para convertirla en auténticas obras de arte. Hay una atmósfera muy especial: una mezcla de polvo que invade el ambiente con ruido de amoladoras y martillazos incesantes. Pero las sonrisas están a flor de piel. “Es que también lo vivimos como un espacio social”, explica Julio Marcelo Ponce, coordinador de este lugar que lleva el nombre de Taller Municipal de Picapedreros y Escultores de Tandil. Cerca de él, asiente Guillermo Rottoni, escultor e integrante del taller, y agrega que “el grupo es muy unido, lo que hace más ameno el trabajo y eso ayuda mucho”. Mientras Guillermo habla, a su lado trabajan Marcelo Bondi, Tito Girolami y Mariana Debaz, de 27 años, que también es profesora del taller. Julio explica que se enseña el oficio de la talla trabajando básicamente la piedra natural de Tandil, que es el granito, y buscando conectar dos escuelas: la escuela vieja del oficio de los picapedreros de la cantera y la escuela escultórica de arte contemporáneo. “Se enseñan técnicas de manejo de herramientas básicas de cantera, punta y maza, para conocer la piedra extraída de la sierra misma, y el oficio moderno, que tiene que ver con el lenguaje visual, el estilo artístico, y herramientas más modernas como un martillo neumático o la amoladora angular con disco de corte diamantado”. Al inicio de la escuela asistían picapedreros de la cantera a colaborar con la formación. Un conocimiento que hasta hoy se transmite a los que se van integrando. Ponce precisa que elaboran objetos que tienen que ver con una necesidad actual, como una escultura, o un utilitario, como un cuenco, un mortero, una bacha

de baño. Y cada integrante es dueño de lo que crea. Por la dureza del trabajo y la fuerza requerida parecería un oficio exclusivo para hombres, pero no es así. “Es un trabajo de método –explica Julio–. Es conocer el cuerpo de uno, la herramienta, el material, y sobre eso optimizar el trabajo”. El primer trabajo que realiza un aprendiz es sobre un cubo bruto, un adoquín, buscando generar un cuenco. De esa manera se aprende lo básico. “Visualiza el fin de la pieza y puede ir siguiendo paso a paso, plano a plano, el avance”, dice Julio y explica que más adelante aprenderá todo el abecé del oficio, termi-

naciones y texturas que le permitirán crear con libertad. Desde el taller han surgido obras hoy típicas de Tandil, entre ellas un relieve de Ceferino Namuncurá ubicado en el barrio Las Tonitas. La nobleza de la piedra que quedará esculpida más allá del tiempo de sus creadores, el oficio que abreva en la antigüedad y lo une con la modernidad, son algunas de las cuestiones que hacen que Julio considere a su grupo diciendo: “Somos como navegantes en el tiempo entre lo primitivo y lo contemporáneo”. Pablo García Lastra Fotos: José Luis Raota

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EL ARTE, UN ACTIVADOR DE CONCIENCIA A pasos del taller de picapedreros, en la antigua estación de trenes de Tandil, tiene su espacio otro creador, un artista que ya ha dejado una fuerte impronta en la ciudad. Sólo hay que mencionar dos de sus obras para identificar el trabajo de Alberto Vinsennau: el monumental homenaje a Santiago Selvetti, uno de los fundadores de Metalúrgica Tandil, y la cervantina pareja de Don Quijote y Sancho Panza, que se erigen en uno de los cerros. Alberto empezó con la música, luego la pintura y la escultura figurativa. Hoy se define una persona interesada en la imagen y enmarca su trabajo en el arte contemporáneo. “Creo que la obra habla bastante de lo que soy, también habla de etapas que he atravesado”, afirma y describe el objeto de su arte como un “activador de conciencia. Para una sociedad más cuestionadora, más activa, más crítica”. -¿Y cuáles son tus fuentes de inspiración? –La vida a uno lo va cambiando, le va enseñando. Creo que es un resumen de mi pensamiento, de mi formación cultural de tantos años. No sé si es inspiración, pero sí hay una narrativa. -¿Y cuando te piden obras para la ciudad?

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-Es difícil. No vienen con la imagen, pero sí vienen con la propuesta: este trabajo es para simbolizar la industria, como el monumento a Santiago Selvetti, un gran pionero que introdujo la industria metalúrgica en Tandil. Surgieron cuatro o cinco ideas. Gustaban y había una aceptada, pero luego, a fuerza de estar horas y horas, mágicamente apareció la imagen. -¿Cuál fue la idea? -Es la imagen de una metalúrgica en tres dimensiones con el techo tan típico en tres puntas, porque los precursores de esta industria en Tandil fueron tres. Cada uno de los picos simboliza a una de esas personas; no quise dejar afuera a los otros dos que estuvieron con Selvetti al comienzo. Es una fábrica de un metro cincuenta de ancho, hecha con lo que produce, toda revestida de las piezas de la fundición: tapas de cilindro, bloques de motores, cárteres, cajas de velocidad. Tiene un enorme portón al medio que es impresionante, pero un portón

abierto, que debe ser eso, las fábricas siempre con las puertas abiertas. Me cerró estética y conceptualmente. Y por ahí trabajás más en la cuestión conceptual o el desarrollo intelectual que en crear la obra. Porque, si bien es una obra de 18 mil kilos y cinco metros de alto, la hicimos en un mes. -¿Tenés algún referente? -No, no. Plásticamente digamos que estoy influenciado por ninguno y por todos. Me crié a tres cuadras del museo de Tandil, que es muy importante; si bien era un chico de barrio reo, al museo iba siempre. -¿La música te inspira? -Sí, la música es importantísima. A la mañana generalmente clásico y tango, mucho Piazzolla; ése sí pintó su aldea y fue tan universal. Si bien no tengo referentes, mi vista siempre está puesta en Ástor Piazzolla; para mí resume todo lo que un artista tiene que tener: libertad, originalidad, creación, armonía, belleza. Contemporáneo, tan nuestro y tan de todo el mundo.


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El mundo de las est ancias ENTREVISTA A YUYU GUZMAN

Conocedora de las mejores estancias del país, amante de la arquitectura y la estética de sus cascos, les dedicó a los campos de su tierra natal un lugar destacado en sus investigaciones. Es la voz autorizada para hablar sobre el estanciero serrano.

Poner un paso fuera de la ciudad de Tandil es caerse en una estancia. Esta localidad, cobijada por las sierras, junto con su hermana Balcarce tiene el privilegio de estar rodeada de algunos de los cascos más señoriales y representativos del país estanciero, que hasta principios del siglo pasado fue emblema y carta de presentación ante el mundo. En sus calles todavía se ven los nombres de aquellos pioneros que descubrieron la tranquilidad serrana y la hicieron parte del corazón productivo bonaerense, y en su gente se escuchan aún los apellidos de familias reconocibles desde Ushuaia a La Quiaca, porque representaron toda una época histórica de la Argentina. Decisiones políticas, por un lado, y el bello entorno serrano, por el otro, se conjugaron hace poco menos de 180 años para que en la zona se concentrara hoy una importante cantidad de estancias de renombre, ya sea por historia o por estética, o por ambas. Y la vida de esos estancieros sigue presente. Yuyú Guzmán es menuda, agradable y mira al mundo detrás de unos pequeños ojos amarronados que no paran de moverse. Sin embargo, su mirada es calma. Para hablar de estancias argentinas, hay que buscarla a ella. Yuyú nació hace 81 años en la ciudad de Tandil. No es de familia estanciera, pero creció con una curiosidad que supo transformar en vocación de vida: “Yo quería saber qué era la estancia ar-

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gentina, algo por lo que somos famosos en el mundo. Y empecé‚ tranquera por tranquera, charlando con cuidadores y dueños, sacando fotos, buceando en libros y consultando por la historia de cada una”. De ahí surge casi una decena de libros, dos de ellos dedicados en particular a los campos de la zona. Guzmán explica: “A Tandil le ayudó tener paisajes lindos y pintorescos, tan distintos de la llanura que la rodea,

yo quería saber qué era la estancia argentina, algo por lo que somos famosos en el mundo. Y empecé‚ tranquera por tranquera algo que le da un agregado estético que otras zonas de la provincia no poseen”. LOS PIONEROS Los primeros habitantes blancos no llegaron atraídos por su belleza. Arribaron para poblar la campaña bonaerense y como resultado de repartos de tierras decididos en el puerto de Buenos Aires. El objetivo político era correr al indio, y el económico, sacar algo de esas tierras lejanas, varias leguas más allá del Salado, a las que todavía se lla-

maba “desierto”. El área que rodea a Tandil, Azul y Balcarce fue cuadriculada y entregada por enfiteusis. No obstante, esto no funcionó realmente hasta después de 1823, año marcado por la fundación del Fuerte Independencia. Recién después de que Rosas escriturara las parcelas se hicieron reconocibles en la zona los apellidos que le habían dado forma a esta tierra: los Gómez, Santamarina, Fugl, Vela, Prado, Miguens, Zubiaurre, Casares, Anchorena, Melo, Juldain, Fuschini, no todos estancieros, en su mayoría extranjeros o de primeras generaciones nacidas en el suelo patrio. En poco más de cien años hay, a grandes rasgos, cuatro épocas en la conformación de Tandil: la de los primeros poseedores de tierras, que las tenían por enfiteusis y que muchos de ellos ni siquiera las conocían; una segunda etapa en la que un grupo se instaló en estos campos y comenzó a producirlos (ése es el origen propiamente dicho de las estancias); un tercer período en el que los hijos de aquellos pioneros heredaron una posición económica muy acomodada que les permitió vivir en la gran ciudad y manejar la estancia desde Buenos Aires o Europa (es cuando se construyeron los monumentales castillos señoriales para que veraneara la familia), y una cuarta época que corresponde a las generaciones siguientes, que por las divisiones de tierras entre hermanos y primos heredaron porciones más pequeñas, lo que


Foto: Pato Battellini

los obligó a asentarse nuevamente en el lugar para producir. “Los ganaderos pioneros son quienes se quedaron, luchando a brazo partido con la tierra”, dice con énfasis Yuyú Guzmán. —Pese al paso del tiempo, ¿todavía hay relación entre las estancias originales y los apellidos de los actuales dueños? —Una característica de los pioneros fue que tuvieron familias numerosísimas. Y se dio fundamentalmente con las mujeres, que muchas se casaron con hombres que no tenían nada que ver con la vida de campo y terminaron vendiendo. Pero, por lo general, los hombres de la familia se quedaron a

trabajar. Un ejemplo claro se da con los Pereyra Iraola, dueños de Tandileofú, en Tandil, y de San Simón, en Balcarce, que tuvieron muchos hijos, todos muy camperos. Si bien los campos se fueron achicando, la tierra quedó en las mismas manos. —¿Qué representó simbólicamente el estanciero para el desarrollo de la zona? —Según la época. Los primeros sudaron la tierra y le dieron forma a la

naciente Tandil; sus hijos le regalaron la Belle Époque argentina, pero ya no eran vecinos sino visitantes esporádicos. Más tarde algunos vendieron y vinieron otros a los que les sentó muy bien el rol de estancieros. Pero todos compartieron ese halo de riqueza y prestigio que los caracterizó. No nos olvidemos de que por lo menos hasta la década de 1940 los Anchorena, Larreta, Casares, Zuberbühler y tantos otros ocuparon cargos públicos en el ámbito

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Villa Bella Vista, Tandil

nacional y fueron parte del poder del país. —¿Y qué representan ahora? —Algunos de esos apellidos todavía se encuentran en Tandil, pero tras tantas subdivisiones muchos ya no tienen campos. Hoy en día el estanciero es un productor agropecuario más que trabaja bien la tierra y se limita a eso. Pero el tener tierra siempre da prestigio y ese halo dorado se mantiene; por eso, si vemos a alguien que tiene 500 hectáreas, ya decimos que es rico, aunque no necesariamente lo sea. PRODUCCIÓN La zona rural de Tandil también tuvo sus épocas. Del ganado cimarrón al alambrado, de la carne para saladeros a la lana de oveja; luego sintió la irrupción de la agricultura, la papa, más cerca de Balcarce, la leche… Recostada sobre el sudeste bonaerense, hoy es la segunda zona más apetecible de la provincia. “Las tierras de Tandil son maravillosas y nunca fallan”, asegura Yuyú, volcando en su voz el orgullo tandilense. Aunque se da tiempo, también, para expresar algún enojo: “Lo que falla son las políticas económicas que condicio-

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nan los negocios de los estancieros”. Además explica: “Al campo de Tandil le caben las generales de la ley y el mito de la soja no es tan mito porque el que tiene un poquito de tierra la dedica a ese cultivo. Pero los estancieros con conciencia saben que a la tierra no hay que saquearla. La rotación es fundamental”. Aun así, más allá del oro verde pampeano, la ganadería sigue siendo importante en la zona, especialmente la

Los ganaderos pioneros son los que se quedaron, luchando a brazo partido con la tierra dedicada a la lechería. “Vivir en Tandil o Balcarce significa estar parados sobre una usina láctea”, dice Yuyú. —¿El turismo de estancia prendió en la zona? —En menor medida que en otras regiones de la provincia, pero algo se está haciendo. En una época a mí me convocaron de la Secretaría de Turismo para que los asesorara en el tema y

en ese momento mi opinión fue muy crítica: no lo imaginaba al estanciero abriendo su puerta a un extraño, dejándolo usar sus habitaciones, su cocina, sus baños. Para ellos, la estancia es como una isla y sólo se abre para parientes y amigos. Pero eso tuvo lugar en años de crisis en el campo y fueron las mujeres las que se interesaron por el turismo y trataron de convencer a sus maridos para ver si así podían juntar algo de dinero para mantener las grandes casonas de las estancias, que por lo general quedaban relegadas frente a otros asuntos más urgentes, como el arreglo de un molino o levantar un alambrado. En este rubro, las mujeres fueron las pioneras. —¿Y funciona económicamente? —Para algunos sí, pero para la mayoría no. Las que más trabajan son las que están más cerca de Buenos Aires, porque el turismo de estancia es de pocos días, para una escapada y no más. Sobre todo vienen los extranjeros que quieren ver qué es eso de la famosa estancia argentina. Además, es un turismo muy costoso, porque abrir el casco de una estancia y ponerlo en movimiento cuesta mucho dinero. En Acelain, por ejemplo, las familias Zuberbuhler y Larreta Anchorena qui-


CUESTIÓN DE ESTÉTICA Acelain, estancia ubicada en el límite entre los partidos de Azul y Tandil, posee precisamente uno de los cascos más bellos de la zona. Otros de gran interés son Bella Vista, San Ciriaco, Santa Elena y La Argentina. También Sans Souci, bien cerca de la zona urbana de Tandil, donada por la familia Santamarina al Estado y declarada por el Senado de la provincia de Buenos Aires sitio de interés cultural, educativo y paisajístico. “Pero el Estado muchas veces no sabe qué hacer con las cosas que le donan y por lo visto no tiene una fórmula para conservar estancias; por eso quedan abandonadas”, se queja con

amargura Yuyú. En las que siguen bien conservadas, grandes parques rodean monumentales palacios de fina arquitectura, con ornamentos en estatuas y fuentes que conjugan opulencia con buen gusto. En los interiores, el mobiliario y las pinturas suelen conformar un rico recorrido por buena parte del arte y el diseño de los mejores años de la nobleza europea. —Frente a semejantes castillos y tanta riqueza histórica y arquitectónica, imagino que con los cambios de dueño algunas construcciones se habrán demolido o modificado. ¿Es mucho lo que se ha perdido? —En Tandil seguro que no. No se produjo ese desinterés por lo arquitectónico que sí hemos visto, por ejemplo,

con algunos chalets en Mar del Plata. Pero en el resto de la provincia sí tenemos algunos casos puntuales, como el de la bellísima estancia Huetel, en 25 de Mayo, de Álzaga Unzué. Fueron cuatro hermanos, que hicieron unos palacios franceses impresionantes, y uno de ellas la demolió porque no la podía mantener. Ése es uno de los pocos casos de suicidio arquitectónico que conozco. —¿Y en los últimos años se ha podido determinar alguna regularidad arquitectónica en los nuevos cascos? —Los jóvenes que hoy heredan fracciones sin cascos y tienen que construir van a lo más sencillo. Y no se hacen grandes casas, porque al haber rutas buenas que conectan con Tandil y Balcarce ya no se elige la estancia

Estancia El Casalito, Balcarce

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Foto: Pato Battellini

sieron empezar a abrir la estancia al turismo, pero sólo para solventar los gastos que tienen para ponerla en movimiento en verano. Y no funcionó: les cuesta muchos miles de pesos por día mantener semejante castillo.


Parque de la estancia San Martín de la Sierra

UNA NUEVA MIRADA

Foto: José Luis Raota

Yuyú Guzmán nació en la ciudad de Tandil y actualmente reparte su tiempo entre Mar del Plata y Buenos Aires. Tiene nueve libros publicados (los últimos dos fueron Viejas estancias de la Patagonia y La estancia colonial rioplatense). Durante años hizo un recordado programa de televisión que todavía se repite en un canal de cable, pero que para ella es “una etapa concluida”. Yuyú trabaja actualmente en otro libro para el cual ya tiene título pensado: Pampas, estancias en las llanuras del Buen Aire, que busca ser continuación de otro trabajo que llegó a ser pilar en su carrera. A los 81 años, Guzmán sigue estudiando, conociendo, aprendiendo y evolucionando, como ella misma dice. Y lo cuenta así: “Uso la palabra ‘pampas’ en el título con un doble sentido. Por la pampa como región geográfica y por los indios pampas. Esto porque en mi libro El país de las estancias tomé al indio como si fuese un enemigo del estanciero, pero en estos treinta años he madurado, estudié mucho sobre la realidad del habitante originario y quiero ubicarlo ahora

no como un enemigo sino como un competidor en un mismo espacio. Ya no es el villano de la película, sino otro sujeto colectivo con el que se compite por las mismas tierras y las vacas y por el negocio del cuero y el sebo”. -Después de la Campaña al Desierto de Roca, ¿el indio fue totalmente borrado de la zona? -La conquista de 1880 terminó con las poblaciones indígenas, pero en realidad se trata de un proceso que había arrancado antes, una vez que el blanco hubo cruzado el río (Salado) y les hizo tomar contacto con el alcohol y las enfermedades que habían traído los españoles. -¿Corre sangre indígena en algunos de los apellidos pioneros? -No lo sé puntualmente, pero he conocido familias históricas de la zona en cuyos rostros, tal vez en los ojos o en sus cabellos, algo me dice que hay gotas de sangre india. Pero es una constante de nuestra tierra. Sin ir más lejos, al ver fotos de mi abuela y mi bisabuela paternas uno se da cuenta de que en sus caras conservan algo de ese mestizaje.

como el lugar para vivir. —Tras dedicarle una vida a su estudio, ya sea por historia, por arquitectura o por algún sentimiento personal, ¿con qué estancia se queda? ¿Cuál le gusta más? —Es algo que lo he pensado mucho y siempre termino inclinándome por Acelain, porque a mí me gusta la estética por sobre todo. Pero también sé que una estancia no es sólo una construcción bonita; una estancia es fundamentalmente una fábrica de carne y de granos. Aun así me quedo con Acelain, y sólo por el encanto de su casco.

Fernando Carrillo

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Emprendedora y estanciera Sara Anchorena Pereyra Iraola

Pertenece a una de las familias más tradicionales de la Argentina. Es dueña y señora de la estancia San Martín de la Sierra ubicada entre Tandil y Balcarce. Maneja todos los asuntos del campo y afirma que se está volviendo a recuperar la esencia de la estancia.

Un parque de cincuenta hectáreas. Un paraíso arbolado tan delicadamente para que la vista pueda alcanzar el horizonte recorriendo la suave pendiente de los campos serranos. El paisaje se aprecia en toda su magnitud desde el ventanal del living de una casona de dos pisos. Es una construcción moderna, simple pero imponente, con techos de estilo normando. Es el casco de la estancia San Martín de la Sierra, que ocupa 17 mil hectáreas entre los partidos de Tandil y Balcarce. Son poco más de las diez de la mañana cuando nos recibe una mujer elegante con una amplia sonrisa, ojos verdes vivaces y un rostro que expresa sensibilidad y a la vez fortaleza. Es Sara Anchorena Pereyra

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Iraola, dueña de la estancia, quien pronto nos invitará a recorrerla. “Se está volviendo a recuperar la esencia de la estancia –dice Sara–. Una familia grande y uno que se ocu-

los cuales adora. “Siempre hay alguno acá”, confiesa. Enviudó de su segundo marido, Roberto “Bebe” Elizalde, con quien pasó “treinta años felices”, y vive en San Martín de la Sierra, pero suele viajar seguido a Buenos Aires para atender negocios. Con su primer marido habitó lo que fue la imponente estancia Abril, en Hudson (partido de Berazategui), pero cuando se volvió a casar decidió no hacer una casa tan grande. “Quería algo chico, fácil de manejar, mi marido no era campesino”. Y así nació el casco actual.

pa de las necesidades de todos”. Una afirmación que habla mucho de ella misma. Tiene cuatro hijos varones de su primer marido, Jorge Pereyra Iraola, catorce nietos y trece bisnietos a

PLENA ACTIVIDAD Durante el recorrido por la estancia se ven campos muy bien aprovechados. Hay plantaciones de sorgo, trigo,


cebada y girasol. También cultivos de soja y un importante desarrollo ganadero con cabaña de raza Hereford. “Hemos tenido grandes campeones de Palermo”, apunta Sara. Los caminos están en perfecto estado, tanto los que permiten acceder al casco desde la ruta 226, como los brazos que unen los distintos sectores. “Esos caminos los abrimos nosotros hace sesenta años”, explica, y desliza: “Si no fuera por los estancieros, sería un abandono total”. Sara está por cumplir ochenta años y tiene una envidiable vitalidad. En la actualidad maneja todo lo referente a la estancia, en la que trabajan nueve personas y es asesorada por un ingeniero agrónomo, además de su administrador. “Siempre me ocupé del campo –señala–. Cabañas y animales es lo que más me gusta. Continuamente buscamos mejorar tecnología en pos de la excelencia. Tengo todos los adelantos y con los ingenieros se están sacando alambrados y haciendo zonas con ambientes según la altura para plantar los cereales. Hay un INTA en Balcarce muy bueno; han venido a ver qué estamos haciendo y quedaron muy sorprendidos”. Nos detenemos en una capilla levantada sobre una formación de piedras. Hay una bella imagen de la virgen. Es en un lugar despojado y apacible al resguardo de dos grandes paredes hechas con rocas emer-

gidas naturalmente del suelo hace miles de años. Estamos en el sector más alto de la estancia en un escenario natural donde se realizaron desde bendiciones hasta casamientos. “He tenido una fe impresionante toda la vida -dice Sara-. Considero que es algo que hay que cultivar, si no no se mantiene tan viva”. Desde la capilla se puede ver un lugar más bajo donde funcionaba una pista de aterrizaje. Hasta hace dos años Sara pilotaba su propio bimotor (ver recuadro), una pasión que recibió como legado familiar, al igual que muchas otras cosas de su vida. A lo lejos deambulan con paso lento algunos ciervos y llamas.

Volvemos al amplio parque con altos tilos, plátanos, abetos, hayas, robles, muchos árboles y todos traídos especialmente de Europa, explica Sara, quien se encargó personalmente de realizar el diseño paisajístico. Los árboles están posados sobre una alfombra de pasto permanentemente cuidada. También hay flores, muchas flores silvestres. -El parque tiene una vista privilegiada… -Sí, queda abierto, me encanta tener las perspectivas de las cosas, los cambios de colores de las plantas. Las flores, los árboles casi más que las flores. Tengo una gran pasión por la naturaleza. También por los

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RECUERDOS DE UN TIO AVIADOR Viendo la gran vitalidad y el espíritu emprendedor de Sara Anchorena Pereyra Iraola, no resulta extraña su pasión por volar. Durante cuarenta años se tomó tiempo para ser aviadora. “Me encantaba volar y compré un bimotor –cuenta–. Recorríamos los campos con el administrador y el viaje más largo que hice fue a Paraguay. También volé sobre las cataratas del Iguazú. Me acuerdo de que para tener el carné para volar tenía que hacer treinta horas de vuelo, pero yo lo hice en cuatro”. Mientras evoca su pasado de aviadora, Sara también recuerda una antigua anécdota de su

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tío Aarón Anchorena: “Me contó que estaba en la cancha de polo de Palermo en Buenos Aires con un ingeniero que había contratado, pero que no quería salir porque decía que el helio era muy pesado. Mi tío estaba decidido y preguntó entre la gente: ‘¿Quién quiere acompañarme?’, y levantó la mano un joven: era Jorge Newbery”. El globo tomó altura con los dos pasajeros y descendió en Conchillas, en el departamento de Colonia (Uruguay). Fue una hazaña que quedó en la historia de la aviación: el primer vuelo en globo aerostático que cruzó el Río de la Plata. Ocurrió el 25 de diciembre de 1907.


animales. He criado ciervos. Uno se escapó una vez y nadie se animaba a encararlo porque tienen astas y son muy peligrosos. Yo me metí en un corredor angostito, lo agarré y lo traje. Tengo una especie de comunicación con los animales. Me encantan y he criado hasta picaflores, de manera de tenerlos mansitos en la mano, soltarlos y que vuelvan. -¿Cómo es esa comunicación? -Con los pájaros es increíble, porque los amanso. He tenido, por ejemplo, un matico traído de Costa Rica y vivía en una jaula abierta. Cuando yo llegaba a la casa, le pegaba un chiflido desde el fondo y venía volando. Me iba yo y él se iba a su jaula. Desayunaba conmigo y de noche dormía metido dentro de mi pelo. Me obedecía nada más que a mí. ESPÍRITU EMPRENDEDOR Después de comer, volvemos al living con una majestuosa vista para

conocer un poco más el espíritu de esta mujer de apellido patricio, que ha recorrido el mundo y eligió Tandil como su lugar para vivir. Su infancia transcurrió en la estancia El Boquerón, en Mar del Plata, y pasaba los veranos en la estancia de su madre en las sierras del sur. “Por eso le tomé tanto cariño a esta zona”, explica, y resume: “Recién entré al colegio a los once años, antes tenía maestra particular. Fui a la facultad a estudiar y me faltaron dos materias en Derecho. Me comprometí y me casé a los dieciocho”. Pero hizo mucho más: además de ser aviadora, viajó por el mundo entero, jugó al tenis, al golf, hizo artesanías, se dedicó a coser, tejer, bordar, bailar, tocar la guitarra y el piano. Por si fuera poco, habla inglés y francés a la perfección. Una mujer realmente activa y lo sigue siendo en su estancia. “No paro nunca”, dice, y revela el secreto: “El amor por la tierra para mí es básico, muy importante. Son todas

vivencias; como he nacido en el campo, todo lo que sea campo es una cosa que me ha fascinado siempre. He hecho parques, jardines y plantaciones que me han encargado”. -¿Cómo te diste tiempo para hacer tantas cosas? -Desde los doce años tenía clases de música y papá tocaba piano, guitarra, bandoneón y acordeón a piano. Él me enseñó mucho. También yo le hacía los libros del campo y le traducía libros para su socio. Hablé inglés antes que el castellano. En casa todos hablábamos inglés, porque papá se educó en Inglaterra y en Suiza. -¿Por qué elegiste Tandil para vivir? –Yo dije que, de no vivir en Buenos Aires, viviría en Tandil. Toda mi vida me ha encantado, me gusta el lugar. La gente es muy natural, amable, educada, por lo menos la gente con la que me ha tocado a mí estar. -¿Y cómo es ser una mujer estanciera? -Para mí es una cosa natural. No es

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jactancia, es naturaleza. Nací en una casa enorme en Mar del Plata. Y puedo estar en una casa chiquita, o dormir en un rancho, y estoy encantada. Papá decía: “Yo estoy contentísimo de estar en una casa chica y no en una grande”. Nos han educado de una manera sencilla. Mucha educación para aprender francés, inglés, música, baile. Y me tocó bailar en el Colón, en el colegio, zapateo y bailes rusos; o sea, mucha educación pero nada de lujos. Entonces la vida es más cómoda, más auténtica, no tengo que extrañar nada. -¿Esos valores les inculcaste a tus hijos? -Sí. Además les he dicho siempre: “Incéndienme la casa pero nunca me mientan”. Eso te da una muestra. Cuando hay alguien que me falla, alguien en quien confío, me duele mucho.

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-¿Qué es lo que más disfrutás? -Estar acá, me encanta. El silencio me fascina, me encanta leer. Por supuesto, estar con mis hijos, que son sensacionales, soy muy, muy amiga de ellos. -¿Con qué tipo de mujer te sentís más identificada: estanciera, aventurera, emprendedora…? -Emprendedora, diría. -¿Y de dónde nace tu espíritu emprendedor? -De mi papá y de mi mamá también, es de familia. Hoy sé exactamente lo que se gasta en la estancia, las fechas, todo lo que se hace pasa por mí. Tengo mi hijo menor que me ayuda. Porque lo que no hago yo es la comercialización del cereal, eso sí que no me gusta, y lo hace él. Pero del resto estoy enterada de todo.

Minutos después de las cuatro de la tarde, Sara nos despide desde la terraza del parque. Nos queda su gran simpatía y su calidez para atendernos y aceptar los incesantes pedidos del fotógrafo. Nos llevamos el recuerdo de una mujer poderosa pero sencilla. Una mujer que ha ayudado siempre a la gente que trabaja con ella y también ha realizado muchas obras de filantropía sobre las cuales pide que no se publique nada. Una madre y una abuela, que aceptó con naturalidad su destino de estanciera y que disfruta plenamente de su lugar en el mundo.

Pablo García Lastra Fotos: José Luis Raota


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HECHO EN TANDIL,

CON DENOMINACIÓN DE ORIGEN Significativo aval para la industria chacinera

Es el primer reconocimiento de este tipo en el país para un alimento elaborado en forma industrial. El lugar, la calidad y el proceso de elaboración del salame tandilero tienen desde ahora la garantía de una certificación. El monumento ubicado sobre la avenida Espora, a la entrada de Tandil, le anuncia al visitante que la ciudad ha logrado la denominación de origen (DO) para su producto más típico: el salame tandilero. El reconocimiento logrado recientemente significa un verdadero orgullo para los productores y para todos los integrantes de la industria chacinera, pero también una esperanza de seguir haciendo crecer esta ciudad por el potencial de atraer mayor turismo gastronómico. Sergio Fernández es el coordinador del Consejo de la Denominación de Origen del Salame de Tandil, una institución que integran productores de chacinados, de cerdo, de ganado vacuno y comercializadores; es decir, toda la cadena que reúne la producción del salame en el ámbito local. El consejo fue creado especialmente para gestionar la certificación de DO, que fue obtenida el 29 de septiembre de 2011 por la resolución 986 del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación. Fer-

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nández explica que es la primera vez en la Argentina que se logra la DO para un alimento elaborado industrialmente, y que es la segunda de un producto en el ámbito nacional. La otra es la lograda por la carne del chivito del norte de Neuquén. Cuenta que el largo camino hacia el reconocimiento comenzó hace quince años por la inquietud de algunos productores interesados en proteger sus marcas de algunas imitaciones que no se realizaban en la zona. “Estamos en la etapa de concretar las producciones con la distinción de la denominación de origen, y controlar y auditar todos los procesos que están dentro del protocolo de producción”, explica Fernández. Justamente firmaron un convenio con la Facultad de Veterinaria de la Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires con sede en Tandil, para auditar el cumplimiento de ese protocolo. “La ley no exige que sea un tercero, pero nos parece que le da más instituciona-

lidad al proceso”, afirma. -¿Cuál es el concepto y qué se necesita para lograr la denominación de origen? -Apunta básicamente a dos conceptos: por un lado, se busca resguardar la calidad diferencial que se tiene, y por el otro, una tipicidad, o sea, que se elabore de la forma en que se hace tradicionalmente, que es la que consiguió el prestigio del producto más allá de Tandil. Es una manera de distinguir productos o alimentos que tienen una calidad diferente, reconocida a lo largo del tiempo por los consumidores. Es importante que las características o cualidades diferenciales se deban esencialmente a factores que tengan que ver con sus lugares de origen. Pueden ser cuestiones naturales, como el clima, la fauna y la flora, pero también humanas: tradiciones productivas, costumbres, recetas, modos de producción. -¿Eso se demostró con el salame de Tandil? -Sí. Como tuvimos que recorrer toda la historia de esta producción, cree-


mos que es importante la similitud con el lugar de origen de los pioneros, los inmigrantes que se asentaron aquí y no en otras localidades cercanas. Además del clima, ciertos secretos o recetas que se fueron traspasando de generación en generación, dado que las producciones son de origen familiar. Muchas integran desde el campo hasta la góndola, que es otro factor diferencial de Tandil respecto de otros centros productores de embutidos. -¿Por qué hay en la Argentina tan pocos productos con esta denominación? -Si bien en Europa ya tiene mucho más historia, entre 25 y 30 años, en el país la denominación de origen como institución es bastante nueva. La legislación es de 2009, cuando se reglamentaron dos leyes que estaban de alguna manera incompletas porque no se podían aplicar. Se abrió así el camino de realizar presentaciones formales para solicitar el reconocimiento o la protección para los productos. -¿Qué efectos creen que tendrá sobre el turismo? -Esto vincula muchísimo una producción con el origen. No hay salame de Tandil si no hay Tandil, si no hay una historia y un respeto de parte de los productores y una vin-

culación muy fuerte con su lugar. Por lo tanto, el reconocimiento de una DO está dado para el producto, pero también para la ciudad. Es algo que pertenece a la ciudad y es patrimonio de todos. -¿Qué expectativas tienen? -Hemos estudiado que la DO impacta fundamentalmente en dos aristas. Por un lado, la protección, que nos da una herramienta para asegurarle al consumidor que el producto está hecho en Tandil, con carne de Tandil y por gente de Tandil. Eso mejora el posicionamiento y el acceso a ciertos mercados, sobre todo para los productores más chicos o para una marca que quizá no es tan fuerte. Por otro lado, tiene una muy buena vinculación con el turismo gastronómico. Existe una simbiosis muy positiva entre el turismo y la denominación de origen. Se genera valor dentro de la zona; es una manera de que el valor no se cree fuera de Tandil. -¿Ya están cumpliendo los protocolos? -Sí, ya estamos en la segunda producción certificada con la estampilla y el marbete (cartón con el sello de DO adherido al producto) que indican la denominación de origen. -¿Es costoso para un productor chico lograr esta certificación?

-En el caso nuestro no. En nuestra asociación conviven empresas que tienen una escala de producción en el ámbito nacional junto con la pequeña carnicería que no llega ni al uno por ciento de lo que elaboran

Sergio Fernández

aquellas firmas grandes. Siempre se trabajó teniendo en cuenta que debía existir esa accesibilidad, las puertas abiertas. Lo único que se pide es demostrar que se ajusta a los estándares determinados. Se pretende proteger el producto que generó el prestigio de Tandil a lo largo del tiempo. Pablo García Lastra

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Hugo Cagnoli junto a su hija Liliana

Acento Italiano, Corazón Argentino Hugo Cagnoli, un emblema de Tandil

La fábrica familiar es la más importante productora de chacinados de Tandil. Una historia de pioneros emprendedores que llega hasta la actualidad y las respuestas más genuinas para reconocer el valor y el sabor del salame tandilero. Antiguas recetas traídas de Europa; el clima templado de la tierra serrana; la elaboración artesanal; la calidad del agua, del suelo y del aire; el ganado vacuno y porcino. Se mencionan muchas razones por las cuales Tandil ha acumulado tanto prestigio en la elaboración de salames, a tal punto que consiguió la primera denominación de origen en la Argentina para un alimento procesado en forma industrial. Para conocer bien el tema nada mejor que uno de los más emblemáticos fabricantes de la región: Hugo Cagnoli. La em-

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presa que lleva su apellido es una de las más prestigiosas y tradicionales de Tandil y fue uno de los fervientes impulsores de la DO. El emprendimiento familiar nació a comienzos del siglo pasado. En 1907 Pedro Cagnoli (abuelo de Hugo), como tantos otros inmigrantes, llegó desde la Lombardía italiana, se asentó en Tandil y comenzó con la elaboración de chacinados. De jóvenes 71 años, Hugo, se apoya en sus hijos, Liliana y Pablo, para la gestión moderna de una fábrica que ha crecido sostenidamente y llega

hoy a todo el país y el exterior. Hugo se destaca por su calidez, sentido del humor y una cordial transparencia. Desgrana la historia familiar con suma sencillez y en un momento, antes de despedirnos, dirá emocionado: “Qué querés que te diga, para mí es un sueño todo esto”. -Hugo, ¿cuál es el secreto del salame de Tandil? -Nadie tiene la verdad absoluta. Me decís cómo se hace esto. Mirá, yo te doy un paquete a vos, un paquete a él, con el adobo… porque dicen qué le echamos al salame; no, es


desde que sale la vaca del campo hasta que se va por la puerta del camión. Es todo un proceso de pH, de frío justo, de cuchillas buenas, de amasado, que no sea pasta sino mezclado. Y después el secadero, que le da el sabor. Nosotros compramos los equipos nuevos para enfriar automáticamente, pero antes lo hacíamos a dedo con el viejo. Yo entraba y me agachaba y tocaba los salames. Así sabía si estaban secos o húmedos. -Es un conocimiento que trajeron los inmigrantes. -Éste es un país de inmigrantes; yo te hablo de 1907, cuando vino mi abuelo. En aquella época todo el mundo que tenía una casita en el campo tenía un chancho y lo carneaba, y cada cual lo hacía a su gusto y bien. Se carneaban de uno a diez chanchos. Pero mi abuelo tenía un criadero de cerdos chico y un lugar donde había una máquina para llenar los chorizos, como todos tenían en el campo. El abuelo, en vez de carnear cinco o diez chanchos, carneaba cincuenta y los ponía en la dimensión 90, que era una tripa distinta más grande, que lo llamaban salame crespón, todo cortado a mano, a cuchillo; por supuesto era picado grueso. ¿Y qué logró con esa dimensión? Hacer salame y tener más durabilidad. Lo secaban, iba a un sótano y lo tenían tres meses o más, de modo que él pudiera vender durante todo el verano. Así arrancó, pero ¿qué pasaba? Llegaba el invierno y todo el mundo faenaba. ¿A quién le ibas a vender? Entonces empezó a ir a los hoteles; los cargaba en canastos en el ferrocarril y los llevaba a ciertos hoteles en Buenos Aires. Era rebuscársela para ver cómo duraba más. Así fueron los inicios, cuando aprendieron el oficio mi papá y los tíos. También vendían en las canteras. -¿Y por qué el salame es típico de Tandil y no de otras ciudades cercanas?

–Ustedes vieron el cerro, el aire, es un lugar muy privilegiado. Es una zona seca que se presta para este tipo de cosas. -¿Elaboraba con alguna receta especial? -Todavía tengo parientes que tienen la receta que hacía la abuela, pero yo insisto, sobre la receta: vos cambiás España por Italia, cambiás el pimentón por el anís, por decirlo de alguna manera. Las recetas eran variadas pero todas muy similares, no había mucho que inventar. Todos hicimos la receta de la abuela; después está el que la perfeccionó, el que tuvo los medios para hacer las cosas, como mi viejo, que en el 43 ya tenía una camarita y compró unas maquinitas instaladas. Eran cuatro manzanas de tierra y

Es calidad asegurada, el DO de Tandil implica que vos comprás y te comés el mejor salame la fabriquita era de 10 x 30, y atrás los tinglados con tachos porque se cocinaba y todo. Esa tan nombrada receta se fue perfeccionando, pero, te repito, no es lo que vos le echás, es el proceso completo. El animal no tiene que estar pasmado o cansado. Cuando íbamos a la fábrica a ver los animales, sabíamos si los habían corrido, y no mezclábamos las carnes. Y antes era todo a mano. Después se empezó a hacer el picado fino porque se requieren máquinas para ello. No había medios y por eso hacían el salame, pero también tenían que trabajar en otra cosa. Mi papá, después de que se casó, cuando tenía 24 años, se instaló en un puesto del mercado municipal de Tandil. Había un matadero, iban y carneaban el cerdo, lo despostaban,

hacían salame picado grueso, salchicha, chorizo, todo en grueso. Así, hasta el año 40. -¿Cagnoli es como una marca Tandil? -Nuestra marca en l964 se llamaba Tandilero. Después nos quedamos solos con mi papá, y le pusimos Cagnoli, no me preguntés por qué. Compramos maquinaria con mi hermano en el año 78 y después vino la segunda caída. Con mi papá siempre pensábamos en poder llegar a algún lado, en hacer algo más grande. Pero, bueno, la Argentina tuvo esas cosas, y el banco te absorbía. Aunque ya habíamos hecho base. Con mi hermano crecimos de aquella fabriquita, de 10 x 30, y llegamos a ampliarla hasta dos mil metros cuadrados. Después, cuando llegan los chicos (sus hijos), empezó el auge y ahora estamos en todo el país y exportamos a Perú. -¿Y cuál es la importancia de la denominación de origen? -Vos vas a Italia y cualquiera tiene un sello. Es calidad asegurada, el DO de Tandil implica que vos comprás y te comés el mejor salame. Si vas a Mendoza y traes un vino que no es bueno, pensás mal de Mendoza. Entonces, acá lo que interesa no es Cagnoli sino Tandil, porque somos varios, cinco fábricas nos unimos para esto. -¿Parecería que a las fábricas más chicas, menos reconocidas, les sirve más que a ustedes? -Yo creo que se beneficia más Tandil. Va más allá de Cagnoli. Vos vas a Parma, en Italia, ¿y qué es Parma? Es el jamón. En España agarrás un jamón pata negra, ¿y qué me decís? Que vas a comer jamón. Por eso digo que lo importante es que uno se vaya de Tandil y se lleve un buen salame. Pablo García Lastra Foto: José Luis Raota

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El Centinela Leyenda de las sierras de Tandil

“Es una diosa. O un hada”, dijo Linares, mientras se sobaba frenéticamente el bigote. A su lado, Garmendia aplastaba un piojo con sus uñas ennegrecidas. No era el primero que encontraba en su cabeza desde que entraron a la pulpería. Miró al vasco Aberastegui, el pulpero, como si estuviera a punto de revelarle el secreto de la vida misma. “No es de este mundo, eso seguro. La ves un instante y cuando pestañeaste una vez, ya desapareció”, afirmó Linares, los ojos bien abiertos. “Muchos dicen que la vieron -respondió el vasco mientras fregaba una vaso, sin mirarlos, casi desestimando su historia-. Pero yo no les creo nada. Lo único que creo es en lo que veo. Por ejemplo, me gustaría creer en los patacones que me deben los dos.” Linares y Garmendia se miraron. “A ver don Aberastegui -le dijo Linares-. Si nosotros le traemos a la diosa, ¿usted se olvida de los patacones?” El pulpero lanzó una carcajada: “¡Ja, ja, ja! ¿Y de qué me serviría? Pero, bueno, no pierdo nada, porque no van a encontrar nada. Así que acepto”. Y los dos soldados salieron en busca de Amaike.

Ella parecía estar allí desde siempre, aunque apenas tenía veinte años. Su piel blanca brillaba bajo el sol. Su elástica figura y su hermoso rostro, sus ojos almendrados y su cuerpo fuerte, pero delicado a la vez, embellecían aún más el paradisíaco paisaje de las sierras. Los puelches la adoraban casi como una diosa, un talismán sagrado que los dioses les habían enviado a través de una madre india y un padre blanco, hijo de una cautiva. Amaike salir a caminar en primavera, cuando el aire se llenaba de perfumes y de trinos, y la vista se inundaba de colores. Gustaba sentarse a contemplar el paisaje a la vera de los arroyos o en lo alto de una roca, con esa mirada profunda y serena, que transmitía paz a quien la mirase, pero también traslucía enigmas que podían enloquecer al guerrero más plantado. Uno de esos guerreros era Kaukel. De pecho vasto y brazos fuertes como robles, desconocía por completo lo

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Fotos: Gentileza Instituto Mixto de Turismo de Tandil

“No es de este mundo, eso seguro. La ves un instante y cuando pestañeaste una vez, ya desapareció”


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que era el miedo. Era hábil con las boleadoras y la lanza, y no había jinete que lo superara en toda la región. Cuando los blancos llegaron a las tierras de su padre, se las quitaron y construyeron el fuerte que, irónicamente, llamaron “Independencia”, Kaukel los combatió como nadie. Sólo había una cosa que lo podía doblegar. Era Amaike, la bella Amaike, ese enigma indescifrable para el valiente guerrero, que sólo podía observarla por horas desde la lejanía, con ese nudo en la garganta que le impedía siquiera dirigirle la palabra. Garmendia y Linares vigilaban a la muchacha desde hacía más de una semana, aguardando su oportunidad. Se habían apostado cerca del promontorio al que ella le gustaba ir para contemplar el atardecer. Desde allí habían sido testigos de cómo un joven guerrero indio había pasado de observarla devotamente a ganar su confianza. Incluso, les parecía, ella lo miraba como sólo lo hace una mujer enamorada. Los soldados no se atrevían a intentar capturarla mientras el muchacho estuviera allí. Sabían que ella era venerada como una diosa y temían desatar una guerra con el indio. Así que

traslucía enigmas que podían enloquecer al guerrero más plantado siguieron aguardando. Y el momento finalmente llegó. Un día, ella se presentó en el mismo lugar de siempre. La vieron esperar y esperar la llegada de Kaukel. Pero éste no aparecía. La muchacha comenzó a angustiarse. Era evidente que algo había ocurrido y le impedía venir. Era la oportunidad que Garmendia y Linares habían estado buscando. Se lanzaron sobre Amaike, tomándola por sorpresa. La joven, que jamás había tenido que enfrentar una situación como ésa, se resistió con fiereza. Pero se impuso la fuerza de sus brutales captores, quienes lograron someterla. Cuál no fue la sorpresa en el fuerte Independencia, al ver llegar a Linares y Garmendia con la diosa india a grupas. Ya había caído la noche, y a la luz temblorosa de los candiles, la exhibieron como si se tratara de un trofeo. La soldadesca se regodeaba ante aquel cuerpo exquisito, pero sin atreverse siquiera a tocarla. Presos de un temor supersticioso se limitaban a observarla con ojos lujuriosos. Ella, aterrada por dentro, permanecía desafiante ante sus captores, el orgullo intacto. Garmendia y Linares se la llevaron entonces a la pulpería, para poder ganarle la apuesta al vasco

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Aberastegui. Pero apenas salieron del fuerte, Amaike vio la oportunidad de huir al amparo de la oscuridad absoluta que reinaba en el campo. Tenía las manos atadas, pero, aprovechando una distracción de sus captores, dio un ágil salto y se perdió en la negrura. Enfurecidos, los soldados se pusieron a buscarla, pero era imposible ver más allá del largo de sus brazos, así que desistieron. Kaukel, recuperado de las fuertes fiebres que lo habían postrado durante tres días, se presentó presuroso en el promontorio donde siempre encontraba a su amada. Imaginó la tribulación de Amaike por su inexplicada ausencia, y buscaba en su corazón las palabras con las que endulzaría su tristeza. Pero no la encontró. No podía saber que la habían capturado los soldados. Tampoco podía imaginarla en su padecer, expuesta a la libidinosa mirada de los brutos del fuerte. No supo de su valor, de su amor a la libertad, cuando escapó de las garras crueles de sus captores. Ni de cómo la oscuridad traicionera le impidió ver el foso lleno de agua del fuerte. Nadie le contó a Kaukel cómo con las manos atadas su amada diosa blanca fue incapaz de huirle a la muerte en las frías aguas del foso. Y sólo Amaike supo que la imagen del joven guerrero fue la última que ocupó su pensamiento antes de morir. Nada de eso conoció el valiente Kaukel, que siguió de pie sobre el promontorio, los ojos fijos en el horizonte, esperando ver aparecer a su amada. Y aunque los años borraron todo rastro de Amaike, del fuerte y de la pulpería, de Linares y Garmendia, e incluso del propio Kaukel, dicen los que saben que el joven puelche sigue allí, aguardando eternamente, hecho uno con la roca que llamamos “El Centinela”. Alberto Moreno de la Fuente


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otoño - invierno 2012

provincia de buenos aires sierr as de tandil

Las sierras de Tandil se alzan en la inmensidad de la llanura pampea y le confieren un paisaje apacible en tonos verdes y grises. Cobijadas por sus cerros, antiguas estancias atesoran parte de la historia y la cultura de estas tierras que forjaron criollos, gauchos, inmigrantes y pueblos originarios con su legado milenario. Muchas estancias nacieron como ranchos fortificados, pero florecieron en majestuosos castillos de estilo inglés o palacios afrancesados. Hoy evocan etapas de la vida rural que fueron marcando el progreso del país desde 1823 cuando se fundó el Fuerte Independencia y comenzó la ocupación de las tierras conquistadas al habitante originario. Criollos y luego inmigrantes españoles, italianos, vasco-franceses, daneses aportaron esferzos y amasaron los valores que aún subsistenen el interior argentino. “Siempre” es una palabra que no está permitida a los hombres, refirió alguna vez Jorge Luis Borges, pero el escenario natural de las sierras con sus senderos de piedra y la majestuosidad de sus estancias se erigen como símbolos sempiternos de nuestras raíces más profundas.

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Director: José Mutti - Gerente de Producto: Florencia Bayá - Diseño y Estilismo: Sol Duhart, Patricia Lerzo, Verónica Martorelli, Soledad Márquez, Patricia Mendonça, Micaela Musi, Agustina Mutti, Virginia Pastore, Alfonsina Romani - Producción: Sandra Capuano, Mariana Castelli, Silvina Inda - Diseño: Florencia Nuñez, Paola Velez - Fotógrafo: Pato Battellini - Modelos: Luisa Bunge, Carlos Eisler - Gurises: Ana Arana, Juan Stacul, Tobías Lupori - Peinados: Leo Papparella - Maquillaje: Natalí Rensin, Estudio Novillo - Locaciones: Estancia Sierra Alta, Estancia Villa Bella Vista y Valle de los Picapedreros, Tandil; Estancia El Casalito, Balcarce - Agradecimiento especial a: Daniel Scioli, Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Karina Rabolini y Lorena Scioli - Juan Carlos Damico, Presidente del Instituto Cultural de la Provincia - Nicolás Wainszelbaum, Dirección de Industrias Creativas de la Provincia - Gloria Rodríguez y Guillermo Gardey, dueños de Cardón Tandil - María y Martín Santamarina - Mario Mutti y familia. 46


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El Primo Del Campo GATO PETERS

Cosas nuestras como un viaje por la pampa bonaerense, que de pronto se hace altura, es como que se corruga, se eleva en sierras que van al mar. Es un corcovo de sierras. Serranía bonaerense, el sistema de Tandilia… “Tandil es una guitarra con una caja de piedra”, dejó dicho Alberto Danza, en la letra de su zamba… Tandil de los estudiantes, Tandil universitario… Tandil del tenis, Del Potro… del tenis de tantos otros, de antes, de hoy y de siempre… Tandil de la metalmecánica… Tandil de los agroalimentos… El Tandil de las canteras con algún conflicto a cuestas… “Te miré en las noches de arriba del Parque, igual que a una novia vestida de luz”, decía la postal de Alberto… Tandil de la Movediza, Tandil de El Centinela… Tandil de René Lavand, ilusión… pase de magia… Tandil de Víctor Laplace… Tandil de la Escuela Granja… Tandil del automovilismo… Tandil de los salamines… Tandil de los cuchillos… Tandil, el lugar más alto… Tandil, la piedra que late… Tandil del Dique, del Fuerte, del lago y de la gente… Vía Crucis, Monte Calvario… Tandil en Semana Santa… La marcha de las antorchas… Y el descolgao que decía delante del almanaque: “¡Qué suerte tenemos, loco; otra vez Semana Santa nos cayó jueves y viernes!” Noo… ¿y cuándo iba a caer? ¿Lunes y martes?... Tandil de las invernadas, los tambos, las cosechas, las cabañas y el paisaje… La ruta 226 te va llevando a Balcarce… “La papa está en Balcarce”, decíamos cuando chicos… Símbolo de aquellos lugares… Balcarce, postre “como antes”… Balcarce, el INTA y su gente, referenciando una zona… Balcarce autódromo, el Quíntuple… la postal de La Barrosa… Se acordaba el Patón Pérez que le había contado Fangio… De la política de antes, de las épocas del fraude, cuando el caudillo era ley “y lo que él dice se hace…” Iba alguien a votar, le firmaban la libreta y le decían “ya votaste”… ¿Y a quién ibas a quejarte? Se guardaban las libretas de la gente que moría para hacer votar los muertos… Todo un rico anecdotario de aquel tiempo… Dicen que un día de elecciones había ido a votar Fangio, el padre de Juan Manuel, y lo había llevado a él, que entonces era un chico… y ahí andaba el caudillo, en la mesa, dando vueltas… Dicen que le preguntó: —Loreto, ¿el chico vota acá también? —No, él no vota, es menor… Y dicen que se dio vuelta y les dijo a los de la mesa: —Che, a ver si alguien lo acompaña. Llévenlo por ahí, que vote el chico, así aprende…

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UN CIELO

DE PAMPA Y PIEDRAS Las sierras de Tandil en la mirada de un naturalista La naturaleza se encargó lentamente de crear la belleza, el hombre en menos tiempo va dejando huellas de su historia. Recuerdos, personajes, paisajes, flora y fauna en un recorrido profundo por la zona serrana. “Aunque quede ridículo que lo diga con simplicidad, uno siempre anda buscando los orígenes: ¡nuestra identidad!” (Osvaldo Soriano)

Foto: José Luis Raota

Las sierras de Tandil regalan un suave contorno a la llanura pampeana y el horizonte se enriquece con matices, texturas y colores. La naturaleza manifiesta su más apacible belleza. Pero no siempre fue así. La historia geológica de Tandil y sus alrededores revela impetuosos acomodamientos del relieve, con fracturas, elevaciones y caídas del terreno a lo largo de más de 2.000 millones de años. La más modesta crónica humana también presenta algunos capítulos semejantes a lo largo de los últimos dos siglos. Podría convenirse en que los primeros hechos que anteceden a la Conquista del Desierto tuvieron

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también como escenario los pagos de Tandil. Allí, por 1820, se llevaron a cabo las primeras campañas del general Martín Rodríguez contra los pueblos originarios. Sin éxitos militares mandó una comitiva a la

Un pueblo al azar no es mala idea y cuanto más perdido y chico mejor para conocer lo esencial sierra de la Ventana a parlamentar y –de paso– a reconocer el terreno y las fuerzas de sus adversarios. Su intento pacificador fracasó y aconsejó ir por la vía contraria, para

fundar dos fuertes: uno en la sierra del Volcán y otro en la de Tandil. El 4 de abril de 1823 fundaron el Fuerte Independencia, origen de la actual ciudad de Tandil. A ese hecho le sucedieron las campañas del coronel Federico Rauch (1826), con sangre y fuego; la fundación del partido de Chapaleofú (1839), coincidente con un ataque ranquel; las campañas (1855) del entonces coronel Bartolomé Mitre; las victorias del “Napoleón del Desierto”, como se lo bautizó a Calfucurá; la poco eficaz Zanja de Alsina, y el malón de Juan José Catriel y Manuel Namuncurá, que asoló Tres Arroyos, Tandil, Azul y otros pueblos vecinos (1875). Todos estos episodios abonaron y preludiaron la Conquista del Desierto, que demandó cerca de una década (18781888) para subyugar, expulsar o ex-


terminar al indio o bien quitar del territorio “la raza estéril que lo ocupaba”, según esgrimían algunos documentos oficiales de la época. No pretendamos juzgar el ayer con los criterios de hoy, pero si nos interesa ahondar en la cuestión, visitemos el Museo Tradicionalista Fuerte Independencia (sobre la calle 4 de Abril Nº 845, en Tandil) para recorrer alguna de sus quince salas. ILUSIONES Y PAISAJES Como si hubiera faltado violencia, por esos años se sumó otro hecho

trágico. Durante la madrugada del 1º de enero pasado se cumplieron 140 años de una inédita matanza de inmigrantes europeos en las calles de Tandil. Allí, una partida de gauchos, fieles al fanatismo mesiánico de un curandero apodado Tata Dios (cuyo nombre real era Gerónimo de Solané), asesinó a 36 inmigrantes, la mayoría por degüello, incluyendo chicos y hasta un bebé. Cuesta imaginar esta suerte de malón blanco galopando entre las calles, con las manos ensangrentadas y gritando: “¡Viva la patria!”, “¡Viva la religión!”, “¡Mueran los maso-

nes!” y “¡Maten, siendo gringos y vascos!”. Recuerda aquella frase de don Quijote de la Mancha: “Cada uno es como Dios le hizo, y aún peor muchas veces”. Pero por suerte para todos, eso ya pasó. Parece mentira que estos hechos hayan ocurrido donde hoy se respira aire puro, entre sierras y pastizales, arroyos y brisas silenciosas. Más bien asemejan una ilusión. Pero no confunda ilusión con realidad si entre las calles tandilenses se cruza con René Lavand, uno de los más grandes ilusionistas del mundo. Allí vive quien acuñó la

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palabra “lentidigitación” (para contraponerla con la prestigiditación). Lo hizo para definir una ilusión lograda tan despacio (con naipes en la mano) que tuvo que inmortalizar su frase: “No se puede hacer más lento” y, casi siempre, para “añadirle belleza al asombro”, como gusta rematar sus relatos. Si pasa cerca del Teatro del Fuerte, podrá ver objetos del artista exhibidos a modo de homenaje. Dejemos la ciudad y pensemos en el campo. Si viene de lejos, convendrá descansar para aprovechar el día siguiente desde temprano. En caso de que así fuera, habrá aroma a césped mojado por el rocío. No faltará el vuelo sorpresivo y cercano de una perdiz que despegará a pasos nuestros para sumergirse en un mar de pastos. Si continuamos la marcha en silencio, podremos ver la picardía o astucia de un zorro gris acechando un cuis. Y si todavía no conoce este paisaje, lo invito a

recordar el ejercicio que propuso el gran naturalista argentino, pionero en tantas cosas, Eduardo Ladislao Holmberg. Tras su paso por estos paisajes en el verano de 1882, escribió: “Imagínese ahora el lector esta inmensa llanura pampeana cubierta de gramíneas, doradas en su mayor parte por haber llegado a su último período de vida, erizando el suelo con sus rígidas hojas delgadas, tapizándolo así como un oleaje blanquecino y fugaz bajo la influencia de las ráfagas que acarician las endebles espigas ‘blan-

Una caminata por cualquiera de los senderos serranos se transformará en recuerdos eternos de momentos sanos queando’ bajo la brisa; salpíquela de manchones de precioso verde allí donde la humedad prolonga cierta vegetación o multiplica otra incesantemente; levante de trecho en trecho los elegantes matorrales de paja colorada; y tendrá una idea general, despertada por estas amplias pinceladas, de la comarca que cruza mentalmente”. Se refiere a los pastizales de Tandil. Los mismos donde hoy podemos ver una bandada de mistos pincelando el panorama con sus plumajes amarillentos. PUREZA NATURAL Y anímese a seguir camino, porque no faltará un arroyo sureño que viboree inofensivo. Y si lo remontamos, no nos sorprenderá que terminemos subiendo sierras. Allí descubriremos muchas cosas más,

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como el diminuto y bellísimo sapito de colores, tan pequeño como la mitad de un pulgar. Los pechos colorados saludarán nuestro paso, y prestemos atención porque no es imposible que sean de la especie más amenazada: la loyca pampeana. Hasta un siglo atrás había tantas que el gran naturalista del Plata, Guillermo Enrique Hudson, las describía con formaciones tan numerosas como los antiguos ejércitos realistas. Hoy las últimas poblaciones quedaron acorraladas en el sur bonaerense. Una caminata por cualquiera de los senderos serranos se transformará en recuerdos eternos de momentos sanos, como todos los que la naturaleza nos permite: ir más despacio por la vida, para conocerla y disfrutarla. Por estos pagos existen unas pocas reservas naturales: al sudoeste de Necochea, Arroyo Zabala, una reserva provincial con 2.000 hectáreas de lagunas y médanos; a casi una legua de Tandil, Sierra del Tigre, una reserva municipal con 140 hectáreas de pastizales y serranías, incluyendo el cerro Venado, de 389 metros de altura; y cerca de Azul, Boca de las Sierras, otra reserva provincial con 541 hectáreas de serranía muy impactante. Todas ellas necesitan reforzar su protección porque son los últimos fragmentos del paisaje original que quedan en pie, rodeados de cultivos gringos y muy productivos. El despertar de la conciencia ambiental no llegó a su punto más alto, pero hay voces que bien hacen escuchar sus reclamos. Y no son pocos los que protestan y exigen la creación de un área protegida mayor contra la destrucción de las sierras de Tandil, por ejemplo, a través de la minería. Los afloramientos rocosos que hoy vemos


son los retazos del enorme escudo que formó el gigantesco continente de Gondwana. Los cerros de estas sierras no poseen gran altura, pero son de los más viejos de nuestro territorio. Por eso cuesta creer que tengan dueño y que se los vuele literalmente con dinamita. LA MOVEDIZA La famosa Piedra Movediza fue una rareza mundialmente reconocida. Grandes naturalistas, como el perito Francisco P. Moreno y Holmberg, fueron a curiosearla. Moreno, de regreso de uno de sus viajes a la Patagonia, escribió: “En mi travesía desde Patagones, crucé por segunda vez el río Colorado, y visité Bahía Blanca y Tandil, teniendo así ocasión de conocer en este último punto la tan célebre piedra movediza”. También la visitaron otras personalidades del primer orden político nacional, como

Carlos Pellegrini, Julio A. Roca y Luis Sáenz Peña. Escritores como Santiago de Estrada y el gran Ricardo Rojas se movilizaron hasta ella. De hecho, Rojas se encontraba en Tandil cuando cayó. Entonces, escribió la noticia para la edición del viernes 1° de marzo de 1912 del diario La Nación. Narró el golpe emocional que representó para la población local y el matutino lo tituló: “Una catástrofe – La Piedra Movediza del Tandil”. Hoy la verdadera catástrofe es la amenaza de que se siga desdibujando lo que queda de las serranías y se pierda la gran oportunidad de proteger una superficie realmente significativa para conservar muestrarios de su diversidad silvestre. Esto sería una forma de activar un

turismo sano si se dota a las reservas naturales de senderos, carteles didácticos y centros de interpretación. Mientras esto no suceda, seguirá el eco de esos versos de Yupanqui sobre aquel “que mira sin ver” (ver recuadro). UNA CONDUCTA PARA LA JUVENTUD Para no perderse en esta inmensidad hay que detenerse. Un pueblo al azar no es mala idea, y cuanto más perdido y chico, mejor para conocer lo esencial. Si el camino nos arrimó cerca de Tandil, que la parada sea con pan, vino tinto y uno de sus afamados quesos y salames, que ahora se distinguen por la denominación de origen. Y si no trajo cuchillo, será buena la ocasión

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CAMPO ADENTRO Para el que mira sin ver La tierra es tierra nomás Nada le dice la pampa Ni el arroyo, ni el sauzal. Pero la pampa es guitarra que tiene un hondo cantar. Hay que escucharla de adentro donde nace el manantial. En el silbo de los montes lecciones toma el zorzal. El cardo es como un pañuelo dice adiós y no se va. Campo adentro y cielo limpio cha’ que es lindo galopear y sentir que adentro de uno se agranda la inmensidad. Un mundo en cada gramilla. Adioses en el cardal. Y pensar que para muchos la tierra es tierra nomás Atahualpa Yupanqui

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para adquirir uno allí, de calidad celebrada. Seguramente no habrá espacio para arrepentimientos. En cambio, si se desvía un poco y pasa por Balcarce y encima le gustan “los fierros”, no deje de visitar el Museo del Automovilismo “Juan Manuel Fangio”. Montado en homenaje a nuestro quíntuple campeón mundial de Fórmula 1, resume la historia del automovilismo con medio centenar de autos exhibidos. Pero seguramente el legado de Fangio trasciende lo deportivo. Él mismo dijo: “Si mis campañas han servido para algo, si corriendo automóviles he sido útil a mi patria, eso lo dirá el tiempo. Yo sólo tengo un deseo y es que mi conducta en el mundo pueda ser aprovechada por la juventud; también del tiempo espero esa respuesta”. Y si sigue viaje hacia el oeste, no muy lejos se topará con Azul. Vaya, entonces, hasta la

plaza Burgos, donde podrá contemplar el monumento a la Madre. Tiene la particularidad de ser obra del humanista Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz en 1980, más conocido por su militancia en defensa de los derechos humanos que como escultor. Unos penachos dorados por el atardecer se mecen al costado de la ruta. Es hora de partir con esperanzas ambientales, paz y la íntima emoción de volver a casa enriquecidos. Quizá por haber buscado un poco de nuestros orígenes, así como andaba siempre buscando Osvaldo Soriano, con su gran talento y su eterna humildad. Claudio Bertonatti (*), con la Lorena E. Perez Fotos: Instituto M ixto de Turismo de Tandil

colaboración de

(*) Claudio Bertonatti es naturalista, museólogo y docente. Está dedicado a la conservación del patrimonio natural y cultural desde 1983. Es director del Zoológico de Buenos Aires y profesor de la Cátedra Unesco de Turismo Cultural. Dirigió la revista Vida Silvestre y la Reserva Ecológica Costanera Sur.


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RAUCH

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OlavarrĂ­a

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4 1 Azul 2 Balcarce 3 Casa Ronco 4 Cerro El Centinela 5 Cerro La Movediza 6 Laguna La Brava 7 Monasterio Trapense 8 Museo Fuerte Independencia 9 Museo Juan Manuel Fangio 10 Tandil

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Benito JuĂĄrez


Sierras de Tandil

AYACUCHO

MAR CHIQUITA

2 Lobería

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El espejo de las sierras de Tandil Las sierras parten el gentil recorrido de la llanura hacia el mar, como una cresta ancestral y milenaria, que le da su carácter único a esa pampa acostumbrada al horizonte infinito. Aunque parecen colocadas allí de improviso por una mano divina, su perfil filoso corta el paisaje desde hace 2.500 millones de años. Desgastadas por el viento y el andar infatigable del tiempo, las lomas suaves, que no superan los 500 metros, son la expresión última de lo que fueran imponentes montañas, cuando la vida nacía en la Tierra. Extendiéndose a lo largo de 340 kilómetros, entre Olavarría y Mar del Plata, el sistema de Tandilia es uno de los afloramientos rocosos más antiguos del mundo y albergó desde los primeros anfibios hasta los mamíferos gigantes que poblaron la Tierra antes que el hombre. Cuando éste se hizo dueño, las sierras dieron marco y cobijo a los puelches o guénaken, un grupo de recolectores y cazadores, altos y fornidos. Con la llegada del hombre blanco, los puelches se unieron a las tantas tribus que hostigarían los poblados de los españoles primero, y de los argentinos después, hasta bien entrado el siglo XIX. Precisamente las ciudades de Tandil y de Azul tuvieron su origen en los fuertes construidos para contener los malones. En 1823, el gobernador de Buenos Aires, el general Martín Rodríguez, fundó el fuerte Independencia, que dio origen a Tandil. A pesar de sufrir continuos ataques de los ranqueles y los pampas hasta 1875, la ciudad siguió creciendo de a poco hasta 1883, cuando la llegada del ferrocarril generó una verdadera explosión económica. Eran también los tiempos en que arribaron inmigrantes que le cambiaron la cara al pueblo. Para ese año, más del 40% de la población tandilense estaba constituida por inmigrantes, casi todos europeos y especialmente españoles, italianos, vascofranceses y daneses. En febrero de 1912 llegó el final del que había sido hasta ese momento el símbolo distintivo de la ciudad: la Piedra Movediza, una maravilla natural de 110 toneladas de peso, que oscilaba en un equilibrio imposible sobre la cima de un cerro. Cayó al vacío y se partió en tres pedazos. Recién en 2007, la ciudad recuperó su mítico símbolo, al emplazarse una réplica en el mismo lugar. Aunque la Piedra Move-

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diza nunca estuvo sola en su rareza: al sur de la ciudad monta guardia eterna El Centinela, otra roca en equilibrio, a la que la erosión le dio forma de esfera. Tandil no escapó a las generales de la ley en la Pampa Húmeda a la hora de elegir la actividad económica. La agricultura intensiva de maíz, soja, trigo y girasol, y la ganadería vacuna, ovina y porcina alimentan su economía, además de una gran diversidad de industrias que muestran un fuerte carácter emprendedor. Con ciento cincuenta tambos, Tandil también posee una importante producción láctea. Pero, claro, los embutidos tandilenses son la más exquisita expresión de sus productos regionales. A “pasitos nomás” de Tandil, en dirección al mar, un rugido de épicos motores hace eco en las sierras y nos llega, inmortal, desde el pasado, evocando por siempre al hijo dilecto de la vecina Balcarce. Allí, en esa ciudad de casas bajas fundada en 1876 al pie del cerro El Triunfo, nació Juan Manuel Fangio, uno de los más grandes deportistas que ha dado nuestro país. La impronta de Fangio nos conduce al autódromo que, como no podía ser de otra manera, también lleva su nombre. Del otro lado de Tandil, en diagonal y hacia el noroeste, y compartiendo sus orígenes como atalaya defensiva contra el malón indígena, se encuentra Azul, que tiene la particularidad de ser el centro geográfico de la provincia de Buenos Aires. Fundada en 1832 y declarada ciudad en 1895, comparte con sus vecinas tanto las sierras como la actividad agropecuaria, base de su economía. Azul es una “ciudad cervantina”, gracias a que en la Casa Ronco, su biblioteca museo, se conserva la segunda colección de libros de Cervantes más grande fuera de España. Los amantes de la arquitectura estarán de parabienes ya que Azul alberga las impactantes obras de estilo futurista y art déco del ingeniero siciliano Francisco Salamone, quien entre 1934 y 1940 construyó más de sesenta edificios en veinticinco municipios de la provincia. Tandil, Balcarce, Azul, las más brillantes de las muchas gemas que engalanan el rosario montañoso de la provincia de Buenos Aires. Alberto Moreno de la Fuente


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Creador de ilusiones Entrevista a René Lavand

Es considerado uno de los grandes magos del mundo. Transformó el juego con cartas en un verdadero arte, creando ilusiones a través de historias que alcanzan la perfección en la búsqueda de lo simple. Amante de la naturaleza, hace cuarenta años eligió Tandil como su lugar para vivir.

Para llegar a la casa de René Lavand hay que atravesar un camino de tierra empinado, con varias curvas, a través de un paisaje arbolado en la falda de un cerro. El ilusionista, el hombre que ha hecho del juego, del truco con cartas un verdadero arte, vive en un barrio de quintas en las afueras de Tandil, a sólo cinco minutos en auto de la plaza principal de la ciudad. Lavand es dueño de media hectárea en este pequeño paraíso. Su hogar es una cabaña de madera, rodeada por una especie de bosque privado, hay un cedro dorado, fresnos, robles, una fuente de peces y senderos que recuerdan el estilo armónico y hasta misterioso de un parque japonés. Al fondo de la casa principal, una cabaña hecha con troncos de madera, hay otra para huéspedes, donde suelen alojarse hijos y nietos cuando vienen de visita. Y en uno de los laterales

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hay un vagón de tren antiguo, que usa como “laboratorio” para ensayar sus trucos y alojar a algún amigo ocasional que se queda a pasar la noche. “Mi padre me trajo a Tandil en 1943,

“El accidente que tuve ha sido la motivación de toda mi carrera. En la vida es fundamental tener motivaciones” y me convertí en hijo adoptivo de esta ciudad maravillosa. Para encontrar un lugar como éste hay que caminar el mundo; yo lo hice y me quedé aquí hace más de cuarenta años. El tandilense es muy noble”, afirma. El artista dice que en Tan-

dil su vida encontró el equilibrio deseado, donde construyó afectos que lo ayudan a seguir creando. “El hombre debe tener su vértice —sostiene—. Si uno está contento, cuidado por su mujer, se lleva bien con sus hijos y nietos, no puede pedir nada más. Vivo en una buena situación, en definitiva uno es uno y sus circunstancias”. Lavand destaca de esta ciudad serrana que le permite estar en contacto con la naturaleza y escapar de los ruidos de las grandes urbes. “Aquí se vive muy bien. Estoy al pie de un cerro. Tengo perros, gatos, hay fruteros, flores, árboles que muestran todo su esplendor en verano. Éste es un lugar muy bello, con un paisaje que invita a la inspiración. En estos lugares aún se puede disfrutar del silencio. Cuanto menos se grita se escucha más el encanto de la vida. Por eso no me


gustan los lugares ruidosos”. En su casa, cuando no anda de gira por alguna parte del mundo mostrando su arte, disfruta de la compañía de Nora, su mujer, con quien convive hace treinta años. Cuenta que la conquistó definitivamente en su primera salida. “Fuimos a cenar y le hice un truco con navajas que cambian de color. Nos enamoramos y ahora siempre que podemos estamos juntos. Con el truco cumplí mi cometido, de modo que no lo hice nunca más”, recuerda. Así como conquistó a su actual mujer, a Lavand el ilusionismo le ha servido para conquistar al público

No hay para mí una carta más importante o que me guste más que otra. El conjunto de las 52 cartas da el equilibrio perfecto de los cinco continentes, que sigue con devoción desde hace más de cinco décadas sus inventos con las cartas. También sus creaciones le han permitido doblegar aquel momento trágico de su vida, cuando perdió la mano derecha luego de ser atropellado por un automóvil, en Coronel Suárez. Tenía nueve años. “El accidente que tuve ha sido la motivación de toda mi carrera. En la vida es fundamental tener motivaciones. La vida son motivaciones, vientos que traen tempestades”. De chico siempre le atrajeron los juegos con cartas. Tuvo que aprender solo, y con una sola mano tras el accidente, a barajar, cortar, extender con estilo el mazo sobre la mesa

para hacer posible un truco. Fue un trabajo autodidacta. “No tuve maestros, no se enseña ilusionismo para una sola mano”, dice. En 1960 ganó una competencia de ilusionismo y le ofrecieron debutar en Buenos Aires. Desde ese momento no paró más. Trabajó en dos grandes teatros de la calle Corrientes, el Tabarís y El Nacional. Se vistió con un estilo que no abandonaría más en sus shows: frac o smoking, moño al tono. Viajó a Estados Unidos y fue furor. Estuvo en los programas de televisión más vistos de ese país: los de Johnny Carson y Ed Sullivan. “Realicé más de treinta viajes a Europa en mi carrera, y tengo la alegría de recibir premios por

lo que he cosechado estos años. Voy a ser distinguido ahora en Beverly Hills, en el Castillo de la Magia, y en Roma con un premio que también recibieron Fellini y Marcello Mastroianni”, comenta emocionado. -¿Y qué le gusta hacer cuando está en Tandil? -Hago lo que hace todo el mundo: aprovechar para estar con la familia, ir al café a charlar con los amigos. Después escucho mucha música. Soy un melómano, le dedico tres horas por día: Beethoven, música clásica, tango, de todo un poco. -¿Le sirve la música para su trabajo? -Sí, la música es para mí muy im portante. En los espectáculos de alguna manera trabajo moviendo

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las cartas como siguiendo el ritmo de una melodía, busco el equilibrio como en una composición musical. Sin ser poeta entiendo que también hago algo poético. Busco en el público, como el poeta en el lector, una reacción deliberada. Llevo décadas trabajando en el ilusionismo y siento sin pecar de soberbia que, como Gardel, me prolongaré post mórtem. Y esto es porque, como los músicos y los poetas, soy un perfeccionista. Y la tecnología va ayudando a que el arte quede. Hoy uno escucha los tangos de Gardel y se le han hecho mejoras sonoras, se resaltan las guitarras. Yo ya grabé seis espectáculos para DVD y espero que la gente con los años los siga viendo. -¿Y en estas puestas en escena juega mucho lo actoral? -Sí, totalmente. En mi trabajo hay que ser primero actor y luego ilusionista, porque más que ser mago se es artista. -¿Por qué eligió las cartas por sobre otros elementos para hacer magia? No es de trabajar con grandes aparatos… -No me gustan los grandes aparatos en el ilusionismo. Aunque respeto a

los que lo hacen bien, como a David Copperfield, que es un amigo. Lo de las cartas siempre me gustó, porque hay que barajar y saber ir de la diversidad a la unidad. En mi trabajo con las cartas trato de llegar a lo simple, que es lo más difícil. Tomo en cuenta pequeñísimos detalles. Es como el pintor que para hacer una gran pintura tiene en cuenta

pequeñas pinceladas. -¿Hay alguna carta del mazo que le guste más que otra? -No hay para mí una carta más importante o que me guste más que otra. El conjunto de las 52 cartas da el equilibrio perfecto, permite la creación de efectos, situaciones impactantes que dejan la ilusión en la gente. -¿Cómo es su forma de trabajar? ¿Suele imponerse alguna disciplina para practicar sus trucos? -Cuando estoy acá siempre practico un poco, mezclo unas barajas. Como

dijo Picasso, cuando llega la inspiración siempre es mejor que a uno lo tome trabajando. -¿Le gusta enseñar, formar gente nueva en su arte? -Tengo pocos discípulos, no les enseño a todos. Esto no es fácil. Si alguien se me acerca para aprender, lo observo un poco antes de decidir si le enseño o no. Miro cómo se sienta, cómo da la mano, cómo habla. Claro que a veces me he equivocado y le devolvería la plata con tal de que no siga trabajando con las cartas. -¿Y qué es lo más difícil de enseñar? -Como decía Dalí, lo más importante y difícil es no sólo qué se hace sino cómo se hace. Manejar la sinestesia, es decir, llegar a diferentes sentidos en el público, y saber que no hay que apurar los tiempos; al contrario, ralentizar los trucos, poder lograr que, aunque se haga en forma lenta el movimiento de la baraja, la ilusión permanezca. En definitiva, después de tantos años de trabajo puedo decirle que lo más importante es rescatar la belleza, el arte en cada movimiento, que como decía se encuentra en lo más simple. Sergio L imiroski Fotos: José Luis R aota

CAMINO A LA LENTITUD René Lavand -su verdadero nombre es Héctor René Lavandera- nació el 24 de septiembre de 1928 en Buenos Aires. De chico se mudó con su familia a Coronel Suárez y más tarde se radicó en Tandil. Desde niño le gustaron los trucos, fue un amigo de su padre, quien le enseñó los primeros juegos de cartas. Trabajó en un banco por diez años, mientras perfeccionaba en la intimidad sus trabajos de ilusionismo. En 1960 viajó a Buenos Aires y se presentó en un concurso de magia que le permitió debutar en la calle Corrientes. Rápidamente alcanzó gran popularidad al presentarse en los teatros Tabarís y El Nacional, y en el programa de televisión de Juan

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Carlos Mareco. Luego siguieron las presentaciones en la televisión norteamericana y mexicana, y giras que le permitieron conocer los principales teatros de los cinco continentes, alcanzando fama mundial. En sus espectáculos maneja con maestría el mazo de cartas y crea trucos que a la vista parecen imposibles, matizándolos con historias, leyendas que escriben sus dos entrañables amigos: Rolando Chirico y Ricardo Martín. Ejecuta sus juegos de una manera lenta, con pausa, algo que a priori dificultaría la realización de cualquier truco, pero de los que Lavand logra salir airoso. A este estilo, el mismo mago le acuñó el nombre de “lentidigitación”.


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JUNIO DE 2012 - ARGENTINA

LA CASA RONCO En la ciudad de Azul, la Casa Ronco tiene a resguardo varios tesoros de la literatura hispana: son más

de trescientos ejemplares de antiguas ediciones de Don Quijote de la Mancha, que se convierten en la colección cervantina más importante ubicada fuera de España. Gracias a esta biblioteca, en 2007 la Unesco declaró a Azul ciudad cervantina de la Argentina. Entre los incunables que se hallan en los estantes pueden nombrarse la primera edición ilustrada por Gustave Doré en 1863 para la prestigiosa editorial Hachette de París; una edición de lujo para los lectores londinenses del siglo XVIII, y otra con dibujos de Dalí de 1946. La casa, ubicada en la esquina de las calles San Martín y Rivadavia, perteneció al doctor Bartolomé Ronco, un destacado abogado que dedicó gran parte de su vida al fomento de la cultura.

Cerveza artesanal ¿Qué mejor que una fría y espumosa cerveza artesanal para acompañar una rica picada con salames con denominación de origen? En Tandil, Armando March empezó hace casi una década a buscar nuevos sabores, primero para convidar a sus amigos y la familia, y luego convirtiendo la búsqueda en un emprendimiento comercial. Así nació la cerveza Quarryman, una bebida hecha con elementos naturales y sin conservantes que hoy es reconocida en todo el país. Entre las variedades elaboradas por Quarryman, junto a las tradicionales dorada y negra, se destaca la cerveza ahumada.

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MONUMENTAL Y FUTURISTA Mirar sus obras es poder descubrir un conjunto de líneas monumentales, que resumen un estilo propio y futurista. Adelantado a su tiempo, y reconocido en el país en forma tardía, el arquitecto Fran-

cisco Salamone dejó su impronta en la provincia de Buenos Aires en más de setenta construcciones, entre las que se destacan palacios municipales, plazas, escuelas y edificios vinculados con la economía regional. Fue contratado por la gobernación de Buenos Aires en la década del treinta durante el mandato de Manuel Fresco. Eran tiempos donde la obra pública se hacía notar en obras racionalistas y de grandes superficies. Salamone tomó estas premisas y supo añadirles elementos religiosos, cubistas y de contenida expresión, convirtiéndolos en monumentos y obras únicas, que hoy son patrimonio cultural destacado en 31 localidades bonaerenses.


Santo peregrinar Fervor popular sobre el Monte Calvario

Cerca de 60 mil visitantes llegan a Tandil para celebrar la Semana Santa junto a los habitantes de la ciudad. Uno de los movimientos de fe más importantes del país, que se realiza en un escenario natural imponente.

Nadie se atreve a hablar de milagros, pero están sugeridos por la enorme cantidad de plaquetas de agradecimiento dejadas al pie de la cruz que corona el Monte Calvario. La Semana Santa en Tandil tiene ribetes propios, excepcionales. Es el paraíso de los peregrinos que se acercan desde todos los puntos del país a ese escenario natural, para vivir una experiencia única. La ciudad cuenta con poco más de ciento veinte mil habitantes y durante los días de la celebración recibe a unos sesenta mil visitantes. Un gran movimiento de fe que se vive en este cerro imponente que emerge del sistema de Tandilia. Se asciende por noventa y seis escalones de una piedra de singular belleza, y representa un verdadero museo de arte a cielo abierto. “Subí esos escalones de rodillas en un momento doloroso de mi vida. Mientras iba, no sentía dolor ni cansancio y cuando llegué tampoco. Sólo tenía la alegría de haber podido llegar.

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Todo ese espacio es además un paraíso poblado por imponentes eucaliptos y pitas. Entre esas ramas se emplazan las enormes estatuas. Bailan solas en su profunda belleza con el sol y la luna. Matizan las luces naturales que funden al hombre con su tierra madre y sus creencias. La postal del sol poniéndose a espaldas de la enorme cruz que corona el Monte alcanza, según los tandilenses, “una contraluz perfecta”. El padre Raúl Troncoso –aunque nacido en la santafesina Rafaela– es casi una prolongación misma de la tierra tandilense, a la que llegó con su ejercicio sacerdotal hace veintitrés años. Y constituye, en opinión unánime de la ciudad, un protagonista central si de hablar de la Semana Santa serrana se trata. Raúl es amable, simpático. Tiene surcos de sabiduría simple en su

Bajé en paz, sabiendo que le había entregado a Jesús toda mi fe. Algunos suben llorando; a mí no me salió así. Pero nunca volví a sentir esa sensación”. El relato de Rosa, un ama de casa de Berazategui, es uno de los tantos que pueblan la historia de esa travesía. En las alturas están las catorce esculturas que representan los momentos –estaciones– que la tradición cristiana reconoce como los previos a la crucifixión de Cristo. Obras que fueron realizadas en roca por José Fioravanti, Carlos de la Cárcova, Horacio Cerantonio, Santiago Berna, Pedro Tenti, Roberto Capurro, César Sfoza, Ernesto Soto Avendaño y Ricardo Musso. Algunas –sólo algunas– no han resistido el irremediable paso del tiempo y fueron reemplazadas por obras de idéntico y magnánimo cincel.

CIUDADANO ILUSTRE Raúl Troncoso llegó a Tandil hace más de dos décadas para enraizar su camino sacerdotal en esa tierra a la que jamás abandonó. Con cincuenta años de votos y una vida dedicada al trabajo social junto a quienes más lo necesitan, ostenta, además, el título de Ciudadano Ilustre de Tandil. Inquieto en su acción, pero sereno y amable en las palabras, entre sus obras solidarias se destacan el Banco de Alimentos, las Casitas de la Esperanza y Pajaritos de la Calle, una institución que abriga las panzas y los corazones de niños de entre 7 y 9 años dispuestos a integrar el circuito escolarizado. El padre Raúl tampoco olvida que en la otra punta de esta obra de amor están los abuelos. Voluntariamente despojado de todo protagonismo en las iniciativas, dirá humildemente: “Todo lo hace la gente”. Con otras instituciones de Tandil, como su universidad, encaró tareas innovadoras: así lo muestran, orgullosas,

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las dos antenas de radio que tiene en la parroquia. “Tenemos radio María como FM y la 1180 como AM, para llegar a toda la zona del campo”, cuenta. Con el sacerdote es imposible no desmenuzar la esencia más profunda de la fe. Raúl es predicador, y conoce cada rincón de la tierra argentina y sus formas de expresarla. Por eso su testimonio sobre el particular rasgo de Tandil se torna casi un diagnóstico. La “base religiosa” de su ciudad adoptiva, contada casi como el natural destino de sus habitantes: “Acá hay dos colegios religiosos que tienen cien años. Es posible que uno se aparte en la adolescencia, pero después vuelve”. Íntimo, avanza: “Hay una religiosidad que se manifiesta públicamente en todo. Tandil es muy especial. Además de la historia, tiene algo que para nosotros es fundamental: el Calvario. Un centro religioso popular que viene desde mucho tiempo. Acá son miles y miles que pasan por año”.


rostro y una teoría casi fundacional que vendrá cuando lleguen los visi- cuatro jornadas de masiva liturgia, sobre lo que significan las festivida- tantes. Vamos juntos hasta el pie de que concluirán con las misas del des cristianas en Tandil. “Cuando la cruz, junto al obispo Manuel Sa- Sábado de Gloria y de la Pascua de se habla de la religiosidad popular, laberry”. El encuentro es nocturno, Resurrección. de la religión del pueblo, que la Igle- y el clima particularísimo queda “Los grupos se organizan en cantisia tiene muy en cuenta, la primera dibujado por grupos serpenteantes dades de entre veinte y treinta jóveexperiencia de cómo se manifiesta que suben entre los árboles recrean- nes, y en cada una de las estaciones dos de ellos explila hicieron en Tancan a todos el sigdil. Dos sacerdotes “Es muy impresionante ver como la gente nificado exacto de que son teólogos ese momento en el vinieron, y dessube los escalones de rodillas. camino de Cristo. pués de un Viernes Un esfuerzo tremendo que solo se explica Allí, además, hay Santo desde una por un acto de enorme fe” canto y música de plaza vieron cómo guitarras”, cuenta la gente iba al calClaudio. vario y cómo se manifestaba. Y se dijeron: ‘Si esto do el camino de la fe en medio de la El viernes será el día en que ese casola luz de los fuegos que portan mino se transite más intensamenno es fe, ¿a qué vienen?’”. los caminantes. “Vamos con velas te. Con las primeras luces del alba y antorchas –agrega–. Es una cosa comienzan los Vía Crucis, que se CAMINANTES DE LA FE muy fuerte y emotiva para noso- reiterarán cada hora. Allí se mezHasta el lugar de los rituales se tros, muy propia”. Recién luego de clan, a decir del joven periodista, llega desde las avenidas España – este íntimo momento, podríamos “caminantes de condición muy antigua avenida del Noroeste– y decir que la ciudad abre sus puertas humilde y familias enteras con sus mantas y heladeritas con personaMonseñor D’Andrea. Los tandilen- para todos. ses custodian ese tesoro natural y Cada Jueves Santo se lleva adelante lidades que acuden en forma anóse reservan para sí una suerte de la Procesión de los Jóvenes. Com- nima”. Los funcionarios públicos ceremonia propia que hace que la pactas multitudes de adolescentes de la ciudad no van en un horario Semana Santa comience el lunes y niños peregrinan hasta la cruz. especial ni son anunciados con previo a la Pascua. “Antes de la Ese momento marca el comienzo de distinción alguna, excepto “en lallegada de todos”, cuenta Claudio Andiarena, un joven periodista, integrante hasta hace pocos años de la Juventud Católica, que organiza parte de las actividades y es hoy activo comunicador de los eventos. Todo comienza con el Vía Crucis de la Tercera Edad. A las 15 del lunes, los abuelos tandilenses empiezan a desandar los pasos que algunas horas después transitarán miles de peregrinos de todo el país. “Es a veces muy impresionante ver cómo sube la gente los escalones de rodillas. Un esfuerzo tremendo que sólo se explica por un acto de enorme fe”, cuenta Claudio. “El martes –reseña– hacemos el Vía Crucis de la Familia. Es una cosa nuestra, ajena a lo multitudinario

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hasta que las tabas ya no te den”. “Yo le hice esa promesa y voy a seguir hasta mi último minuto”, recuerda Luis, conmovido; y está cumpliendo: ahora es asistente de dirección. Antes fue utilero, ayudante. “Actuar poco”, aclara, y dice: “Lo mío son las bambalinas”. Con el lenguaje de la emoción, Luis cuenta un secreto: “Acá no hay casting. La gente viene, se acerca, ceremonia final del Cristo Yacente, integra el parque Independencia. participa. A los que han estudiado en la que todo el pueblo junto a las Más de cien actores dan vida a esa teatro se les dan los papeles prinautoridades municipales, militares recreación. “Quienes en algún mo- cipales. A los que no, los roles de mento han representado a los per- pueblo o de sacerdotes. Pero todos y policiales caminan juntos”. Esa actividad es, precisamente, el sonajes más jóvenes de la historia lo hacen maravillosamente y no es epílogo de la última travesía. Al fueron con el tiempo convirtién- fácil manejarlo. Este año participaatardecer, una enorme procesión dose en quienes asumían el papel ron ciento treinta actores en total. llegará hasta las Todos de Tandil, puertas de la paya que sólo los prirroquia del Santí“El obispo me preguntaba quién convocaba; meros dos años los simo Sacramento, que actuaban veyo le decía: ‘El amor de Dios’. Esto no se para dar cierre a nían de La Plata”. las actividades. organiza, es la misma religiosidad que brota La puesta es osaMomento de espeda. Los actores tray se canaliza a través del Calvario” cialísima energía y bajan en el cerro, “lleno de personas entre los árboles y de los más lejanos las rocas y el públipuntos del país que se unen en un de los más grandes, a la vez que se co. “Mira hacia arriba de la monincorporaron las nuevas generacio- taña –describe Luis–. Es una cosa enorme rezo”, afirma Claudio. El padre Troncoso define con bri- nes”, cuenta Andiarena. muy emocionante ver el llanto de llante simpleza ese fenómeno de fe Cerca de trescientos tandilenses la gente cuando Cristo sufre. Parecordando una anécdota de Vier- trabajan en total para esa magní- san los años y las sensaciones son nes Santo: “El obispo me pregunta- fica puesta, cuyo efecto en los asis- siempre las mismas. Terminamos ba quién convocaba; yo le decía: ‘El tentes ha llegado a puntos de una embelesados”. amor de Dios’. Esto no se organiza, ternura extrema: “Ha habido abue- Cada sábado posterior al fin de la es la misma religiosidad que brota las que al finalizar les han pedido Semana Santa, todos los participanbendiciones a los actores y un señor tes se reúnen en una enorme comiy se canaliza a través del Calvario”. ebrio que quiso agarrar a trompa- da. Momento de lágrimas puertas das a Judas para defender a Jesús”. EL ARTE ACOMPAÑA adentro. Este año, Luis recibió una Luis Omar Alonso tiene 77 años y plaqueta. Orgulloso y conmovido, Desde hace más de medio siglo, y acaba de ser distinguido por sus 52 muestra: “A un señor de la vida”, siempre durante la Semana Santa, de participación en la puesta. Una dice la chapa lustrosa. De la vida y Tandil pone en escena un espec- tarea que juró no abandonar jamás. del teatro que juró acompañar hastáculo sacro llamado “Jesús, el Na- Recuerda que uno de los creadores ta que le den las tabas. zareno”, representación vívida del de la obra, Enrique Ferrarese, pasó camino de Cristo antes de su cruci- sus últimos años trabajando con fixión. Hace poco más de cuarenta dificultad, porque tenía mal de AlA ndrea Frade años, ese evento tiene un escenario zheimer. Y en su lecho de muerte Fotos: Instituto M ixto de inamovible: la ladera del cerro que le dijo: “Luis, no abandones, seguí Turismo de Tandil

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Una ciudad con Ángel El legado vivo de Fangio

El nombre del legendario corredor resuena paso a paso en Balcarce. El recuerdo del quíntuple campeón mundial de Fórmula Uno trasciende lo automovilístico y sus valores se mantienen vivos en el corazón de los habitantes de esta ciudad bonaerense. “Hay que tratar de ser el mejor, pero nunca creer ser el mejor”, reza la estampa pegada en un Corsa gris estacionado a media cuadra de la plaza Libertad, en el centro de Balcarce. No es el único, por cierto. Al menos la mitad más uno de los autos de la ciudad tienen esa frase en alguna parte. Es también el lema del museo que lleva su nombre. Y es por sobre todas las cosas, parte de su legado. El del hijo más dilecto de Balcarce. De Fangio, del Chueco, del Maestro, quién otro si no. “Su mayor legado a Balcarce es el museo”, afirma Fernando Barragán,

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colaborador de la Fundación Fangio, y sus palabras destilan no sólo un vasto conocimiento de la vida del Chueco, sino la enorme pasión por esa historia única que el museo refleja. Juan Manuel Fangio, como todo gran personaje de la historia, se hizo leyenda a partir de su obra. Uno de los indiscutibles que ha dado esta tierra, llevó el automovilismo a su máxima expresión, haciéndose grande primero en nuestro país, para conquistar luego cinco veces la gloria mundial. Pero como sus inolvidables gestas lo llevaron a la fama, fueron sus valores los que

lo hicieron perdurable, haciendo humano el mito y transformándose en su impronta viva, esa que se respira hoy en las calles de Balcarce. “Yo a Fangio lo amo”, dice Adriana, cordobesa de nacimiento pero balcarceña por vocación, definiendo el sentimiento de la comunidad hacia su representante más ilustre. Y es que Fangio se hizo desde abajo, de verdad, y en ello mucho tuvo que ver su querido Balcarce. De pibe, cuando su papá, don Loreto, quiso que conociera los primeros rudimentos de su oficio de albañil, no le quedó más remedio que aceptar


la devoción de Juan Manuel por la mecánica, así que decidió llevarlo a trabajar en la herrería de Francisco Cerri, donde se reparaban los carruajes de la zona y se forjaban todo tipo de metales. Fue tan sólo su primer paso, ya que dos años después empezó a trabajar como aprendiz en el taller mecánico de Capettini. Pero don Loreto quería que supiera el valor del esfuerzo y la educación, algo que siempre rememoraba Fangio: “Todos los días, a las 4 de la mañana, mi padre me despertaba con el mate para estudiar, porque decía que con la ‘fresca’ se aprendía mejor. Luego me iba a la escuela y por la tarde y durante los fines de semana al taller en busca de los secretos de la mecánica”. Su padre, viéndolo encaminado, le dio otra mano grande para que acariciara sus sueños, al cederle parte del terreno frente a su casa para que construyera su taller, junto a su amigo José Duffard. El taller se levantó a pulmón, con la fosa cavada por ellos mismos en el piso de tierra. Y para eso sus amigos serían algo fundamental: uno de ellos, Francisco Cavalloti, se sumó a la sociedad aportando un viejo camión como capital; otros juntaron 80 pesos para comprar las primeras herramientas, y un tercero les hizo la carpintería del taller. Y nunca perdió la oportunidad de recordarlos con agradecimiento: “A mis amigos les debo todo; si no fuera por ellos, no habría corrido”. Esos amigos no sólo fueron quienes lo instaron a correr, sino quienes le proveyeron los medios para hacerlo. Sus primeras carreras las corrió a bordo de autos prestados por amigos como Gilberto Bianculli y Oscar Rezusta. Y la cupé Chevrolet negra en la que se iniciaría en el Turismo Carretera fue adquirida gracias a una colecta popular realizada en Balcar-

ce por sus amigos. Finalizó quinto en la clasificación general y fue recibido como un héroe en su ciudad. Luego llegaría el Gran Premio Internacional del Norte. No fue una victoria más: “El Gran Premio Internacional del Norte fue el triunfo más importante de mi vida, porque me sacó del anonimato y me convenció de que era un discreto piloto. Por ello siempre estaré agradecido a mis amigos y a mi pueblo, porque fueron ellos los promotores de todo”. Lo hizo al volante de un

Museo Juan Manuel Fangio

Fangio junto a sus padres

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Chevrolet 1940, color verde, con el número 26, adquirido en parte merced a una rifa. Con el dinero ganado en la carrera logró comprarlo definitivamente y, de la parte restante, entregó la mitad a la sociedad del taller, para librarla de intereses.

Comenzaba a agradecer lo recibido. Acababa de atravesar las puertas de la gloria y el reconocimiento que lo volverían mundial, pero ningún lauro cambiaría un ápice los valores aprendidos en los años de Balcarce. Esos que le granjearían el

CARRERA HACIA AL MITO Nombrar a Fangio en cualquier rincón del planeta significa una carta de presentación de la Argentina. Sus hazañas automovilísticas lo convirtieron en uno de los cinco deportistas más famosos de nuestro país. Prueba de ello son las múltiples distinciones y honores que recibió en vida. Compitió en el Campeonato Mundial de Automovilismo entre 1950 y 1958, cuando se retiró de las pistas. Obtuvo cinco títulos mundiales, el primero de ellos en 1951, con un Alfa Romeo, y los otros cuatro en forma consecutiva entre 1954 y 1957, corriendo para Mercedes, Ferrari y Maserati. Esa cantidad de títulos sólo fue superada cinco décadas después por el alemán Michael Schumacher. Antes, Fangio había cimentado una brillante carrera en la Argentina, con dos campeonatos argentinos de Turismo de Carretera logrados en 1940 y 1941. Su primera carrera oficial la había corrido en marzo de 1938 en el circuito de Necochea, con un Ford. En octubre, ya en Turismo Carretera, finalizó 7º en el Gran Premio Argentino de Carretera. Y su primer triunfo en TC lo logró en 1940, con un Chevrolet en el Gran Premio Internacional del Norte, que unía Buenos Aires con Lima, ida y vuelta, con un trayecto de 9.500 kilómetros. El debut en Europa se produjo en 1948, conduciendo un Simca Gordini en Reims (Francia). En total, Fangio corrió 200 carreras oficiales, de las cuales 131 fueron internacionales y ganó 79. Esos números y su condición de quíntuple campeón mundial explican por qué para muchos es el mejor volante de todos los tiempos. Edgardo Imas

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respeto, la admiración y el afecto de colegas y adversarios, quienes resumieron su sentir apodándolo con una palabra tan sencilla que habla por sí sola: “Maestro”. Cuando finalmente dejó las pistas, en 1958, dejando una vara altísima en lo deportivo pero mucho más en lo humano, se resumió a sí mismo: “Practiqué el automovilismo como una pasión. Luché mucho, pero siempre de frente. No creo haber merecido el enojo de nadie. Estoy satisfecho con la cosecha de amigos que conseguí. En todas partes hice de la amistad un culto y de la seriedad una obligación. Pude cometer errores con la cabeza, nunca con el corazón. Si mis campañas han servido para algo, si corriendo automóviles fui útil a mi Patria, eso lo dirá el tiempo. Yo sólo tengo un deseo y es que mi conducta en el mundo pueda ser aprovechada por la juventud. También del tiempo espero esa respuesta”. El TIEMPO FUE TESTIGO Juan Manuel Fangio pasó a la inmortalidad el 17 de julio de 1995, pero ya desde mucho tiempo antes el niño prodigio había transformado a Balcarce. La figura de Fangio es la principal atracción turística de la zona y no existe balcarceño que no sienta el orgullo de saber que más de dos millones de personas visitaron la ciudad en busca de la historia del “Chueco”. Balcarce respira un aire “fierrero” y está claro que la imagen del campeón contribuyó a la pasión de muchos jóvenes por la mecánica y el automovilismo. Baste recordar que en 1973, y por iniciativa del propio Fangio, fue inaugurado en Balcarce el autódromo que lleva su nombre. El 18 de marzo de 1983, a través de un testimonio a favor del pueblo


balcarceño, y en agradecimiento a la Nación Argentina por el orgullo que le había significado representarla, Fangio donó todo su patrimonio deportivo: copas, trofeos, condecoraciones, documentos, libros, presentes personales y automóviles, que fue acumulando a lo largo de su vida. Así, el 17 de junio de 1986 nació la Fundación Juan Manuel Fangio, encargada de administrar el museo, que el 22 de noviembre de ese mismo año abrió sus puertas al público. Ése, sin lugar a dudas, era su legado al pueblo de Balcarce. Y el Chueco no podía disimular la emoción y el orgullo que le producía ese espacio que visitaba cada vez que se llegaba hasta el terruño natal: “Éste es un museo para todos, pero especialmente para los jóvenes, para que vengan y vean que desde un pueblo cualquiera uno puede tener muchos triunfos y halagos en su vida, y eso se puede lograr con trabajo, con sacrificio, con honestidad, porque nadie recoge sin sembrar”. Los frutos de lo sembrado por el

Chueco se perciben en su ciudad como en ningún otro lado del mundo. Cada año se entregan los premios Fangio a los mayores exponentes locales de cada actividad deportiva, mientras que el premio Fangio de Oro se entrega para distinguir al deportista local destacado del año. Para las nuevas generaciones, el Chueco es un símbolo del deporte,

“Hay que tratar de ser el mejor, pero nunca creer ser el mejor” pero también de responsabilidad, caballerosidad y humildad. Desde muy pequeños los balcarceños tienen la chance de conocer sus valores, ya que la Fundación Fangio organiza todo tipo de actividades y concursos en las escuelas primarias y secundarias de Balcarce. Así los chicos se vinculan con la vida del campeón y su legado. Además,

tomando como ejemplo y figura a Fangio, se dictan cursos de seguridad vial a los niños de la ciudad. Balcarce alberga la fundación, el autódromo, el museo, el café, todos ellos con la denominación distintiva de Fangio, y ahora proyecta la construcción de un hotel que también llevará su nombre. La comunidad sabe que los proyectos que puedan contribuir a mantener y acrecentar la figura de Fangio repercuten favorablemente en la de la propia ciudad. Esa que el 24 de junio de 2011 celebró conjuntamente el centenario del nacimiento del Chueco y el 135º aniversario de la fundación del partido de Balcarce, que incluyó la inauguración del monumento a Fangio, obra del artista Carlos Regazzoni, entre las múltiples muestras de cariño de una ciudad que ya se hizo una e indivisible con su héroe. A lberto Moreno de la Fuente Fotos: Gentileza de la Fundación y del Museo del Automovilismo Juan M anuel Fangio

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GENTE DE LA TIERRA

SÍMBOLO DE IDENTIDAD EN UN VIEJO BARRIO DE AZUL

Mientras en Tandil y Balcarce no se encuentran comunidades

originarias, en esta ciudad aún resuenan ecos de los más antiguos

pobladores de la tierra. Principalmente en el recuerdo de una abuela tejedora indígena que supo cultivar y transmitir el legado de su saber ancestral.

Por Facundo Gómez Romero (*)

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PUEBLOS ORIGINARIOS

A doña Ercilia Moreira de Cestac, quien fue la principal artesana en tejeduría indígena del centro de la provincia de Buenos Aires, la conocí allá por 1993. Fue en la antigua pulpería de San Gervasio, que data de mediados del siglo XIX y aún funciona en el pago de Campodónico, partido de Tapalqué. Una estructura sólida con techo a dos aguas, pintada de ese rosado tan característico de nuestras viejas construcciones coloniales, ese color de “revés de naipe”, como le gustaba decir a Borges. Adentro, una reja de hierro separa al dependiente del cliente, aislamiento que era fundamental en tiempos violentos de duelos y malones en las zonas de frontera. No bien uno traspone hacia fuera el umbral de la pulpería, lo azota en la cara la desmesura infinita de la llanura. Todavía, a casi veinte años de distancia, puedo describir el relumbrar pícaro en la mirada de Ercilia, cuando apoyada en el mostrador dijo: “Acá en este marco no nos vamos a tomar una Coca Cola… mejor nos refrescamos los labios con una ginebrita”. Al tiempo nomás comencé a frecuentarla en su casa del barrio Villa Fidelidad, primero como cliente y después como amigo. Así fui

conociendo poco a poco a toda la familia: su marido Ángel, su hijo del mismo nombre y su nieta Verónica. Hallé en Ercilia un ser con una sensibilidad poco común, una descendiente de los pueblos originarios que me hablaba de los antiguos saberes de su gente, de su respeto por la naturaleza, por los animales, por las plantas, de las antiguas formas de cocinar la carne de potro, en fin, alguien cuya deli-

cadeza y sapiencia superaban por mucho la media de lo normal. Alguien que, además, fue distinguida como patrimonio vivo de Azul, la única ciudad cervantina de la Argentina. COMO UNA VIEJA ABUELA Ercilia te aconsejaba como una vieja abuela indígena. Recuerdo una vez que fui a matear con ella y tenía un fuerte ataque de tos; ella, sin dudarlo, me dijo: “Para la tos, nada mejor que un buen té de

ortigas”, y otra vez: “En tiempos de invierno son bravos los sabañones y hay que curarlos hirviendo un poco de tuna en un plato y después, cuando se enfría, hacer una friega fuerte en el lugar dañado”. Su arte me subyugó desde un principio. Como arqueólogo además me estremecía el hecho de que ella, y sólo ella, fuera el testimonio vivo de un arte fundamental de los pueblos originarios de nuestras llanuras: el tejido. Su oficio expresaba la sapiencia de toda una cultura. Pasaron los años y en mis sucesivas visitas Ercilia comenzó a referirme detalles del pasado de la tribu de Villa Fidelidad. Aquel espacio de pampa domesticado Ercilia Cestac por el huinca que, con agachadas de zorro viejo, supo utilizar para amansar a los indígenas del cacique Maicá y Manuel Grande; y vaya si lo logró: hasta les hicieron olvidarse del emblema más genuino de identidad que posee un pueblo, que es su idioma. Por ello, los ancianos de la tribu no transmitieron la lengua a su descendencia. Por suerte, la sabiduría femenina pudo más que el prejuicio en el caso del tejido, porque sí lo transmitieron. Doña Pascuala Calderón, abuela de Ercilia, supo empapar las manos de su nieta con

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GENTE DE LA TIERRA

la maravilla del arte textil originario, con los misterios y las simbologías provenientes de mitos ancestrales. Felizmente, lo mismo hizo Ercilia con su nieta Verónica Cestac, quien mantiene vivo el legado. EL ARTE DE TEJER El tejido tuvo una importancia mayúscula en la economía y en la simbología de las tribus pampas. Los circuitos aborígenes de comercio llegaban hasta el entonces reino de Chile y se basaban en el intercambio de ganado en pie por piezas tejidas. Los caciques principales tenían sus ponchos emblemáticos; es famoso el azul del principal cacique de estos pagos, Cipriano Catriel, o el del propio Calfucurá, y cabe recordar que el cacique Ranquel Mariano Rosas le entregó a Mansilla su poncho como máximo obsequio y prenda de amistad, tal como éste lo cuenta en su maravillosa obra Una excursión a los indios ranqueles. Un médico francés apellidado Armaignac, que anduvo por Villa Fidelidad en 1872, resaltó la importancia de los tejidos pampas: “Su vestimenta era más o menos como la de los gauchos, pero el poncho y el chiripá, generalmente azules con dibujos blancos y colorados, son obra de sus mujeres. Ellas confeccionan esa clase de tejidos con gran habilidad, empleando telares rudimenta-

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rios y completamente primitivos… sus tinturas las extraen de las plantas, unas veces de sus raíces, otras de sus cortezas o de sus frutos, y los colores que emplean son sobre todo el azul, el amarillo, el rojo y el castaño. El mordiente empleado no es otra cosa que una materia orgánica que no tengo necesidad de nombrar; por eso los ponchos nuevos tienen un olor amoniacal muy poco agradable, pero su color es inalterable y los tejidos son de

El arte de tejer tuvo una importancia mayúscula en la economía y en la simbología de las tribus pampas

mucha duración y casi impermeables al agua”. Esta importancia en el caso de la región central de la provincia de Buenos Aires tuvo su trascendencia hasta en los topónimos, ya que una de las sierras del sistema de Tandilia se denomina “Sierra de la Tinta” porque era precisamente allí adonde los indios se dirigían a buscar los pigmentos vegetales que servían para colorear sus tejidos, tal como lo menciona Armaignac. Pero, volvamos al barrio de Villa Fidelidad y esbocemos

al menos una breve pincelada de su historia. Se crea a partir de los diversos tratados de paz firmados a mediados del siglo XIX entre el estado de Buenos Aires y diversas tribus pampas. Las negociaciones de 1856 incluyeron también el otorgamiento de tierras en espacios urbanos a los aborígenes. El entonces coronel Escalada, aquel que había peleado con el mismísimo San Martín, se dedicó a comprar a la municipalidad unos terrenos cercanos al arroyo Azul, para donárselos a los pampas de las tribus de los caciques amigos de Maicá y Manuel Grande. UN BARRIO DE ORIGINARIOS Entre los beneficiados de esa época se encuentran una buena cantidad de los apellidos del Azul actual: Maicá, Mallandé, Ponce, Medina, Sañico (durante mi niñez en Azul me cuidaba María Elena Sañico, descendiente de aquellos pobladores originarios; este hecho innegable lo confirmaban los rasgos de su cara: el color terroso, los labios y pómulos prominentes, y el sarpullido de arrugas como cinceladas por un escultor), Ludueña, Calderón… y en este último nombre nos detenemos. Porque Pascuala Calderón, indígena de Villa Fidelidad, fue –como ya expresamos– una tejedora prodigiosa y abuela de la famosa Ercilia Moreira de Cestac.


PUEBLOS ORIGINARIOS

En la actualidad, el barrio sigue estando donde siempre, a la vera del arroyo en el sector oeste de la ciudad de Azul, y continúa poblado por una gran cantidad de representantes de los pueblos originarios, entreverados con nuevos vecinos descendientes de inmigrantes europeos. Pero la impronta indígena sigue siendo lo esencial, lo característico del barrio. Los apellidos de los habitantes originarios siguen estando allí: los Mallandé, los Sañico, los Ludueña, los Miñana, los Torres, tal como aparecen en un documento de 1856 que registra todos los nombres de los que recibieron solares y que se puede consultar en el Museo Etnográfico “Enrique Squirru” de la ciudad, que, dicho sea de paso, alberga una de las más importantes colecciones de platería indígena bonaerense. También encontramos a personas individuales, desde Marta Catriel, descendiente del grupo familiar que dio los caciques generales más importantes de todas las tribus pampas de la región, hasta los niños del Jardín Maternal “Intendente Profesor Rubén César de Paula”, cuyos rasgos denotan su pertenencia indígena, pasando por los vecinos registrados en las fotografías que acompañan esta nota, y que son los rostros de los habitantes típicos del barrio. Un barrio donde

la mayoría de los pobladores se sitúa por debajo o apenas por encima del umbral de la pobreza, donde se vive de changas porque la desocupación es alta, tanto como la dignidad de

sentirse representantes fieles de los pobladores originarios y más antiguos de las pampas, nada más ni nada menos. Fotos: José Luis R aota

(*) Arqueólogo, escritor, autor de los siguientes libros: Sobre lo arado el pasado: arqueología histórica en los alrededores

del Fortín Miñana (1860-1869) (Editorial Biblos Azul, Azul); Se presume culpable: gauchos, fortines y tecnologías de poder

en las pampas argentinas del siglo XIX (Editorial De los Cuatro Vientos, Buenos Aires); y Cuenta la llanura (Colección

Narrativa, Editorial Biblos, Buenos Aires); De tierra adentro (Editorial Biblos, Azul), y en agosto de este año se publicará Foucault en las Pampas, una nueva mirada sobre el gaucho en la frontera con el indio (Ediciones B, Buenos Aires).

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GENTE DE LA TIERRA

SEÑALES NATURALES Por Juan Curá Curá Curá (*)

En los tejidos de los pueblos originarios figuran enseñanzas que recibieron los antiguos para el buen andar del hombre sobre la tierra. Un lonko mapuche acerca los valores que transmiten esos símbolos naturales.

El movimiento natural de la tierra transmite en silencio las señales del huenú (cielo). La energía se une con la tierra. Por eso los paisanos mantienen las costumbres antiguas siguiendo la amistad del cielo con la tierra. Los antiguos veían los ríos, las plantas y los animales, escuchaban los sonidos y pensaban lo que les transmitía Futa Chao (Gran Padre) a través de la naturaleza. Estas enseñanzas fueron plasmadas en piedras y tejidos para mantener el lenguaje natural, idioma del silencio, y que el hombre siempre se acordara de Él. Al ver los diferentes dibujos, labores o ñimin, nos acercan el mensaje en el pensamiento y se pueden

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leer e interpretar por la memoria guardada en el viento que vive del principio. El pensamiento no es visible, el hombre debe escuchar en silencio sintiendo el agrado natural en su corazón.

si nos miramos los pies nos daremos cuenta que debemos ir hacia delante En el tejido, el quetel marca el universo. El rombo es el kichiú choique (ano de avestruz) y representa la fertilidad que emanan los cuatro vientos a todo lo existente, mien-

tras que el punto negro que vemos en el centro nos muestra el inicio del pensamiento que originó la existencia de los planetas, de la tierra y de todos los seres que la habitan, y de ahí se desplaza todo. El color negro es el silencio. Cuando la lluvia moja, la Mapu (tierra) se oscurece en el contacto con el agua. Ese negro transmite la esperanza de que habrá fruto y también la alegría de los paisanos ante ese cariño de la naturaleza. Estos valores están dentro del quetel. Este símbolo es para recordar, como siempre nos hablaban los abuelos, que miremos el amanecer. La claridad que da la luz es una señal que marca el inicio del día que nos presta Futa Chao. También decían que, si nos miramos los pies, nos daremos cuenta de que debemos ir hacia delante. Quizá tengamos que recordar más esas enseñanzas, darles más importancia para que veamos la riqueza que tenemos. El quetel fue uno de los pensamientos que fueron recibiendo los antiguos y ahí está la vida del hombre, en ese punto inicial que representa la chispa que hizo todo el universo. De ahí nos guiamos todos los que estamos den-


SABIDURíA DEL ORIGEN

tro de él reconociendo la vida. Por eso queremos acercar esta escritura para que continúe lo que ellos dejaron en ese viento, en esa memoria y en ese andar como peñis de la tierra. EL INICIO, UNA GUÍA

Foto: Ivanna Cristófoli

Esta vida en ascendencia está representada en esta escritura por el rombo. Simboliza la fertilidad que se va a ampliando a medida que transcurre el tiempo y vamos caminando por el buen andar, dejando una huella como marca el caracol. Compartiendo la vida entre miles y miles de personas, debemos ver que hay un inicio y una guía que es el viento, el lenguaje del silencio. Recordemos mantener la amistad con el viento. El quetel siempre nos transmite la presencia de toda la sabiduría que hay en el universo y que somos ascendentes sin límite. Quizá no muchos hombres pensaron en esa gran sabiduría, en esta gran belleza que no tiene fin. Su fertilidad derrama esa chispa en el pensamiento de todos aquellos que la escuchan. Todos podemos escuchar en la naturaleza, en el viento. Ahí está la sabiduría que nos trans-

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GENTE DE LA TIERRA

mite esta guía maravillosa y nos hace sentir en lo más profundo del caminar, del mirar, del escuchar, del compartir, la alegría del andar. Es como un sonido brillante, permanente. FUERZA PARA ASCENDER Y todavía es maravilloso el camino que nos toca escalar. Es como llegar a un cerro que uno caminó por largo tiempo, llega a la pampa (la cima), a lo alto y miramos con la alegría que nos da el simple mirar tanta belleza, tanta distancia, y nos damos cuenta de que hay mucho más para caminar. Esta escritura es sacada de toda la naturaleza para que podamos seguir en este círculo que gira sin parar. Ojalá podamos comprender esa sabiduría que acaricia el viento sobre los poros de la piel. La suavidad que penetra con su inteligencia y no hace sentir ninguna diferencia; al contrario, todos somos parte de

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esta vida. Así que cuando vamos creciendo y caminando alrededor del quetel, vamos aprendiendo que los escalones marcan una fuerza para ascender. Una sensación, un pinchazo, un síntoma no es enfermedad. Lo que sentimos es para que pensemos que nos está hablando Él, qué nos dice, por qué nos toca de alguna manera esa sabiduría. Es el Newén que tenemos cada uno, el espíritu que nos ama permanentemente y nos hace sentir para que pensemos y lo escuchemos. Es el inicio de ese rombo de la fertilidad que provee toda esta gran sabiduría que vamos a conocer con el tiempo para que después, cuando dejemos el cuerpo de vuelta en el lugar de donde vino –la Mapu–, se evapore al huenú, y todo lo que hemos aprendido y lo bueno que hemos hecho será más riqueza para

cuando vamos caminando alrededor del quetel, vamos aprendiendo que los escalones marcan una fuerza para ascender el kalfú (azul). Será el fruto de haber mantenido la enseñanza de la vida con el cuerpo. Recuerden: los pies marcan que siempre gira el planeta hacia algo nuevo permanente y no tiene retroceso sino ascendencia con una potencia tan maravillosa que es como descubrir un amanecer o vivir mirando todo el inmenso universo. Sólo viendo el universo podemos pensar cuántas cosas más habrá después de estos tiempos de unión con el Newén, con el espíritu. Decía el abuelo si alguno habrá

pensado en esa gran sabiduría. La vida con el cuerpo es un inicio que continúa en el azul del cielo. La escalera del quetel marca que vamos hacia ese lugar continuando en ascendencia hacia una dimensión maravillosa del kalfú. Me gustaría que pudieran sentir en esa suavidad del pensamiento qué hermoso es la tranquilidad que transmite el cielo, como las aves que se deslizan sin obstáculo. Así será la continuación en la quinta dimensión. Con toda la humildad y el respeto a otros conocimientos de aquellos que pueden transmitir los pensamientos que reciben, y hasta el próximo mate.

(*) Recibió el mandato para representar a la Comunidad Mapuche Linares, compartir la cultura ancestral y acompañar a los que reconozcan la herencia del principio que dejaron los abuelos. ciclosdelosvientos@gmail.com


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Identidad cultural:

UNA MIRADA A NUESTRO INTERIOR

Una reflexión sobre la cultura argentina y latinoamericana en tiempos de globalización. Por Graciela Maturo (*)

Parecerá inoportuno replantear el identidad, sus reservas culturales, en cierto lapso y en un espacio determinado. En esas coordenadas, viejo tema de la identidad cultural su destino. en tiempos de globalización técnica La humanidad tiende a la univer- un pueblo aporta su contribución y pretendida mundialización socio- salización, y esto se puso de mani- al mundo, construye un perfil pareconómica. Y, sin embargo, no es fiesto en distintos momentos de la ticular y alcanza, a veces, una conasí, sobre todo por la evidencia que historia que ha tenido como centro ciencia cultural. Lo prueban las dissurge ante nuestros ojos, sin demos- a Occidente. Hoy nos hallamos ante tintas culturas que han germinado, tración alguna, de que somos reco- un rumbo unificador que parece se han desarrollado y extinguido nocibles ante otros, con nuestros ignorar o nivelar las identidades en distintos lugares del mundo. Es matices particulares; luego porque culturales de los pueblos, que no preciso aceptar que la nuestra, ligael mayor conocimiento de nuestros son particulares solamente por sus da a los países hermanos, aún no ha países vecinos nos permite recono- objetos y producciones: encierran completado su desarrollo pero ha adquirido signos cer una continuide su conciencia y dad de la cultura. Además, nuestra Hoy nos hallamos ante un rumbo unificador autoestima. Recordemos que la admiración hacia que parece ignorar o nivelar las identidades Argentina, con sus anteriores modeculturales de los pueblos matices singulares los de constitución y variados, pertejurídica y educatinece a un conjunto va se relativiza, en medio de la llamada globalización, también una suma de experiencia de pueblos ligados por su origen, historia y destino: la América Latipues se perciben mundialmente y riqueza sapiencial. –junto con innegables avances y Es legítimo que las naciones recla- na, y más estrictamente, Hispánimejoras en las comunicaciones y men por su lugar en el mundo, y ca. Aunque en los distintos países en muchos aspectos de la vida– pér- se reconozcan en un conjunto de subsisten las lenguas originarias, didas innegables en relación con la valores, bienes y creaciones origi- nos ha unificado el hablar una miscultura, la formación de la persona nales, aprendiendo de otros e inter- ma lengua, y ya sabemos que la leny la constitución de comunidades cambiando sus pertenencias, pero gua no es un molde vacío sino que que merezcan ser llamadas huma- también asentando su propio es- comporta una visión del mundo. nas. Esto induce a los pueblos que tilo. Cabe afirmar que la identidad Además, muchos son los elementos se consideraron periféricos respec- de un pueblo es un concepto histó- vinculantes que nos relacionan: el to de la civilización euroatlántica rico, y que no se refiere a un perfil desarrollo histórico, la problemátia que se pregunten sobre su propia fijo e inamovible, sino desplegado ca social, las leyes, los ritos, las cos-

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tumbres, las manifestaciones artís- lo hablaban el idioma del conquis- por distintas etapas inmigratorias ticas, los usos, la gastronomía. Esta tador, y su cultura contenía valores o influencias intelectuales de secsuma de rasgos comunes encierra que habían posibilitado, defectuosa tores. Cabe observar que la metróuna cantidad de valores comparti- pero efectivamente, la mestización poli, abierta como toda gran ciudad dos. En el pasado común reside la e incluso la insurrección. Hasta el a los aires y costumbres de cada síntesis inicial que aproximó a las nombre de la nueva república era nueva época, guarda en sus barrios etnias originarias con los invasores una herencia hispánica, debida a la y su memoria histórica una contihispanos, iniciadores de la mestiza- aplicación de una figura poética: la nuidad profunda con esa cultura ción y la transculturación. Afirmar de la cualidad del río que de plata troncal a la que damos el nombre esta verdad comprobable no signifi- tiene el nombre que hizo el poeta de criolla, siguiendo a otros autores ca ignorar la cuota de depredación y arcediano Martín del Barco Cen- que alteraron el sentido estricto de inherente a la conquista, sino eva- tenera al argentino reyno. Con ello esta palabra (que designa al hijo del colonizador nacido luar la conformaen estas tierras) ción de un ethos A partir de la emancipación, múltiples para designar su (una conducta o fueron los conflictos que enfrentaron condición mestiza. modo de ser proA partir de la pio) que nos hace a ese criollismo federal con el proyecto emancipación, reconocibles entre europeísta múltiples fueron otras comunidalos conflictos que des. Como decía Simón Bolívar: “Somos un pequeño designaba la región del Litoral, y enfrentaron a ese criollismo fedeluego se pasó a designar así la nue- ral con el proyecto europeísta; una género humano”. Cabe reconocer también –ya que va Nación, integrada por grandes parte de la sociedad y de sus dirihace poco tiempo hemos iniciado la espacios o “provincias”: la del Plata, gentes vivió cierto apartamiento en relación con el período colonial, celebración de nuestros doscientos la de Tucumán, la de Cuyo. años de independencia, que culmi- De aquellos tiempos de lucha y fun- pero la cultura es algo que no puede nará en el 2016– que una cultura no daciones, de avances y asentamien- ser borrado. Podrían ponerse muse improvisa por decisiones políti- tos en proceso difícil de simplificar, chos ejemplos, como el de la edición cas. En 1810, al producirse en Buenos proviene la cultura de las provin- en tiempos de Rosas, por el erudito Aires una manifestación de nota- cias y los pueblos, aun cuando esa Pedro de Ángelis, de nuestras pribles, discutida aún, contra el poder cultura haya vivido nuevos enri- meras obras históricas y literarias, español, los habitantes de este sue- quecimientos y transformaciones que conmovieron la conciencia

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nacional de la llamada generación del 37. El prejuicio antihispánico de aquellos hombres ilustrados fue matizado, como era previsible, por el estudio y el conocimiento de esa etapa, que encabezó Juan María Gutiérrez de manera ejemplar. Fueron estudiadas y reeditadas las obras históricas y literarias del pasado colonial, que constituían las bases de la nacionalidad. Luego de las guerras internas que dividieron el país, la opción políti-

Leopoldo Lugones escribió sus Odas seculares; Rubén Darío, Canto a la Argentina. Fueron reeditadas una vez más las obras fundacionales. Pero no todo pasa por los círculos literarios metropolitanos; en el vasto territorio nacional seguían creciendo leyendas, relatos, coplas, manifestaciones de una cultura viviente que se diversifica en las distintas regiones, mostrando la pervivencia del ethos originario. Olvidar la matriz constitutiva in-

América. Parecerá que todo esto es pesado y de museo, pero es lo que hallamos vivo, quizás algo distorsionado por el turismo, al viajar por el territorio argentino o visitar el de América Latina. En uno y otro hallamos una innegable continuidad cultural, tanto en los niveles más populares como en aquellos que podrían llamarse “ilustrados”, con sorprendente riqueza de coincidencias y matizaciones. La Argentina se ha caracterizado,

ca triunfante fue, como se sabe, la imitación jurídica del modelo anglosajón instalado en el norte del continente. Las clases altas incorporaban paradigmas y costumbres de naciones europeas, sin sustituir totalmente las provenientes de la base criolla. Esos matices extranjeros se incorporaron en alguna medida a las costumbres nacionales, sin borrar la tradición de la tierra, viva y presente en las provincias argentinas. Nuestros pensadores y escritores volvían reiteradamente a sus fuentes, se nutrían de ellas, sin negarse por ello a la novedad de Europa ni al intercambio con otras culturas. A fines de esa centuria corrían los vientos del modernismo filosófico y artístico que, por curiosa paradoja, preparaban la vuelta a las raíces indohispánicas. Nadie podrá negar que el Centenario produjo en los ámbitos culturales una cierta revaloración de la etapa indiana, con la publicación de obras relevantes y gestos de amistad hacia España.

diana, como le gustaba llamarla al uruguayo Alberto Methol Ferré, significa negar una parte sustancial de nuestra cultura, el protagonismo de las provincias, la realidad del ambiguamente llamado folklore –al que con nombrarlo en inglés hemos alienado y convertido en una especie artística secundaria o de aprendizaje en academias, y una suma de modalidades ya incorporadas a nuestro modo de ser en el mundo. Me refiero a la poesía y la música tradicional, la copla, el romance, la décima y la sextina, el cuento tradicional, las danzas rurales, los cultos, las creencias, las comidas, que no quiero nombrar por no caer en un fatigoso catálogo, a los cuales se suman los modos de ensillar, de trabajar el cuero y la plata, los enseres, todo aquello que caracterizó el estilo de vida de la época hispánica, matizado con aportes del paisaje y las gentes originarias, y actualizado con el paso del tiempo, que es más lento en

sin duda, por su distinción europeísta, sus modas inglesas o afrancesadas en el comer o en el vestir, su apertura al libre pensamiento, el liberalismo, las diferentes etapas de la vida intelectual de Occidente. Buenos Aires ha sido vista por las naciones vecinas como la Atenas del Plata, foco de ideas nuevas, sede del progresismo, etcétera. No tenemos por qué renegar de ello porque también ese perfil constituye parte de nuestra identidad. Pero no sería completo si ignorásemos a la Argentina tradicional, religiosa, de sello criollo, que la sostiene. Mi concepto de la cultura se halla lejos de concebir una cultura “folklórica” sea esta urbana o rural, y tampoco una cultura dirigida por grupos políticos. Pero se hace cada vez más evidente el desasosiego que proviene de no reconocernos como un pueblo con una identidad siempre abierta y en diálogo, con sus raíces culturales adentradas en la mestización colonial –cual-


quiera sea el juicio que nos merezca al impulso fundante de la mesti- del desarrollo integral de los puela conquista–, pues más allá de la zación y transculturación, y a su blos, y no ser causa de su alienación, violencia inherente a tal proceso es realidad actual. Es tan parcial como trivialización y fragmentación. innegable la incorporación de un lo sería un puro occidentalismo que Ser argentino es un modo de ser lacaudal tan valioso como lo forman pretendiera la ocupación por Espa- tinoamericano, y un modo de ser universal, en una etapa en que los el humanismo latino, la fe judeo- ña de un espacio vacío. cristiana, la lengua castellana, ba- Tanto los prejuicios ideológicos que pueblos, los conjuntos de pueblos, tiesamento que nutre a todo un sub- conducen al indigenismo, como nen algo que defender en el concierto continente. Más allá de la parcial aquellos que -en el otro extremo- mundial. La crisis generalizada de destrucción, existe la transcultu- tienden a una globalización sin los valores hace necesaria esa revaloración, que dio lugar a una cultura identidad propia, además de no ración de las culturas. Es conveniente reflexionar sobre nueva, con compoestos temas sin caer nentes provenienSer argentino es un modo de ser por ello en naciotes del invasor sobre la base de cul- latinoamericano, y un modo de ser universal, nalismos cerrados turas originarias en una etapa en que los pueblos tienen algo o negaciones rencorosas de otros esque han perdurado que defender en el concierto mundial tilos de vida. De lo y en parte se han contrario podemos o c c i d e nt a l i z a d o. Así lo ha estudiado Rodolfo Kusch, responder a la realidad sociológica entrar en una fase de destrucción de alegando la necesidad de mirar el de nuestros pueblos, son desaconse- lo propiamente humano, aquello que mundo desde nosotros mismos, y jables en la etapa de la integración nos distingue de la animalidad -aunde recuperar el sujeto americano subcontinental, el proyecto más va- que pertenezcamos a ella- y también como punto de partida para un lioso e impostergable que hoy con- de las máquinas. voca a los latinoamericanos. pensar originario. Asentar ese perfil de identidad, por El concepto de desierto, nacido en la *Graciela Maturo es doctora en Letras, de cierto dinámico y amalgamador, época de Rivadavia, no ha actuado larga actuación en la docencia universitaria. hace necesario el reconocimiento por cierto a favor de esa integración Fue investigadora principal del Conicet. Poeta de la etapa fundacional, lamenta- mestiza de la que hablábamos. Hoy y ensayista, es autora de numerosas publicaciones, entre las cuales mencionamos las últiblemente negada u omitida en la cometeríamos un nuevo error his- mas: La mirada del poeta (2ª edición ampliatórico si negáramos el cultivo de da), Amargord, Madrid, 2008; Los trabajos educación y la gestión cultural. En América resulta parcial e injusto nuestra identidad, en tiempos de la de Orfeo, Ediunc, Mendoza, 2008; Antología poética, FNA, Buenos Aires, 2008; La opción a todas luces asumir un punto de formidable revolución comunica- por América, Editorial Ross, Rosario, 2009; vista hispanista o indigenista. El cional y económica cuyos bienes y Bosque de alondras. Antología poética 1958indigenismo, alentado por fuertes males nos invaden. Muchos pensa- 2008, Universidad Cecilio Acosta, Maracaibo, 2009; América: recomienzo de la historia, Biprejuicios contra lo hispánico, es mos que la globalización tecno-eco- blos, Buenos Aires, 2010; El humanismo en la una filosofía antihistórica, ajena nómica debe ser puesta al servicio Argentina indiana, Biblos, Buenos Aires, 2011.

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EL CUIDADO DE UN PAISAJE NATURAL

La ciudad de Tandil y las elevaciones más cercanas al casco urbano cuentan ahora con un marco legal de protección que prohíbe la instalación de canteras y obliga a la reconversión productiva de las ya existentes. La norma es un hito en una lucha de casi cuatro décadas.

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“Tandil tiene hace cuarenta años una contradicción entre el turismo y las canteras, con la agravante de que muchas de ellas quedaron dentro de la ciudad” El “tum tum” que rompía –y rompe– el silencio serrano no era un corazón que latía de pasión sino la misma roca que reventaba en pedazos. El ruido había llegado a hacerse parte del paisaje, y la grieta minera también. Pero desde el 23 de marzo de 2010 Tandil tiene su paisaje protegido. O, al menos, una parte de sus sierras: las que quedan dentro de la poligonal que forman las rutas 74, 30 y 226, conteniendo el casco urbano y las elevaciones más próximas a la ciudad. En esa área no se pueden realizar actividades extractivas –entre otras restricciones– y para encarar cualquier emprendimien-

to se deben presentar detallados estudios de impacto ambiental y solicitar un permiso especial al municipio. Esto surge de la ley provincial 14.126, que declara la poligonal como paisaje protegido, amparada en la ley 12.704, que da el marco para las áreas protegidas en la provincia de Buenos Aires. Y es lo que se logró tras más de 35 años de un reclamo que englobó a entidades y vecinos preocupados por la preservación de las sierras. MINERÍA La actividad minera en la zona es bastante anterior. Los primeros registros se remontan a 1880, época en que la extracción se hacía manualmente. Recién un siglo después (1986), cuando las nuevas tecnologías hicieron más depredatoria la explotación, a partir de la utilización de explosivos a gran escala, se empezó a buscar la forma de ponerle coto a una producción que iba directamente en contra del otro atractivo económico del lugar: el turismo. “Tandil tiene hace cuarenta años una contradicción entre el turismo y las canteras, con la agravante de que muchas de ellas quedaron dentro de la ciudad”, explica Juan Pablo Frolik, presidente del Concejo Deliberante tandilense. “Y esto genera problemas –agrega– porque se trata de una minería a cielo abierto que utiliza explosivos potentísimos, produce daños en las propiedades y desvía cursos de agua”. En el partido funcionan siete canteras de extracción de

Foto: José Luis Raota

Uno de los significados más extendidos para el vocablo Tandil es el de “piedra que late” en lengua mapuche. No es la única interpretación, pero sí la que más se ajustó a la realidad de las sierras por años. Y no por el dejo poético de esa acepción: durante décadas, esta hermosa ciudad serrana convivió con las explosiones y los estruendos de la actividad minera, que utiliza el material de este cordón de dos mil millones de años de historia geológica para molerlo y derivarlo a la construcción.

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piedra y una de arena, de las cuales cuatro quedaron dentro de la poligonal de exclusión. Un dato que ilustra la magnitud de la situación: una de estas empresas es propietaria de 450 hectáreas de serranía y tiene en explotación 21 de ellas a pocas cuadras de la ciudad y a metros de una de las cascadas más bellas de la zona. El material que se extrae de las sierras, una vez triturado, se utiliza como relleno en el pavimento y es destinado a la construcción de casas y de edificios en general. Sin ir más lejos, las escolleras de la vecina Necochea están hechas con piedras de Tandil. “Estas sierras son de las más antiguas del mundo y las tenemos que preservar no sólo para nosotros sino para nuestros hijos y nuestros nietos”, sostiene Frolik. Por eso, el corazón de la ley prohíbe la actividad minera en esa área. Y, contemplando la situación de las canteras ya existentes, determinó una serie de plazos que tenían que cumplir para su desmantelamiento: en un año debían dejar de extraer y se les daba otro para finalizar con la molienda y presentar un plan de reconversión a una actividad turística y sostenible o, en su defecto, el cierre definitivo. Además, se protegieron las fuentes laborales: los empleados (unos cuarenta en las cuatro canteras afectadas) recibirán su indemnización y tendrán un puesto asegurado en la administración municipal o provincial. PROTECCIÓN El espíritu de la normativa apunta a la conservación del paisaje geográfico, turístico y urbanístico. Ana Di Pangracio, coordinadora del área de Conservación de la

INTERACCIÓN ARMÓNICA Según el artículo 2º de la ley 12.704, son factibles de ser declarados paisajes protegidos de interés provincial “aquellos ambientes naturales o antropizados con valor escénico, científico, sociocultural, ecológico u otros, conformados por especies nativas y/o exóticas de la flora y fauna, o recursos ambientales a ser protegidos. Los ambientes deberán poseer una extensión y funcionalidad tal que resulten lo suficientemente abarcativos como para que en ellos se desarrollen los procesos naturales o artificiales que aseguren la interacción armónica entre hombre y ambiente”. Fundación Ambiente y Recursos Naturales, explica: “Paisaje protegido es una categoría de conservación que protege un lugar determinado, pero no está entre las más restrictivas. Por eso, tal como indica la ley 12.704, se permite realizar ciertas actividades en los paisajes protegidos previa presentación de la evaluación de impacto ambiental. En cambio, por ejemplo, en un parque provincial no se admite ningún tipo de actividad salvo la necesaria para el trabajo de los guardaparques y las prácticas científicas o turísticas con fuertes exigencias medioambientales”. Por eso Ana Fernández, integrante de la Multisectorial por la Preservación de las Sierras de Tandil, comentó que, si bien celebran el resguardo que da la ley, apuntan ahora a obtener una categoría de conservación mayor. “Para que abarque todas las sierras y no sólo la poligo-

Juan Pablo Frolik, presidente del Consejo Deliberante tandilense

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UNA LARGA LUCHA La sanción de la ley 14.126, en marzo del 2010, fue un hito en una larga lucha de los pobladores de Tandil. Y hubo una gestión política directa ante las máximas autoridades provinciales. Juan Pablo Frolik, que vivió de cerca estas idas y vueltas, lo explicó así: “Durante mucho tiempo se intentó convencer a los propietarios de las canteras de que se trasladaran a un lugar alejado de la ciudad y no se pudo lograr. En 2007, el intendente (Miguel Ángel) Lunghi le comentó la problemática directamente al gobernador (Daniel) Scioli y se abrieron los contactos ante el Organismo Provincial de Desarrollo Sostenible (OPDS), con quienes se empezó a trabajar en común para la sanción de una Ley de Paisaje Protegido”. En el trayecto, la ciudad tuvo que enfrentar al poder de presión de las canteras, que infundieron temor a los empleados –también vecinos de Tandil– por la posible pérdida de su trabajo. Una vez sancionada la ley, soportó su influyente lobby y varios amparos judiciales. No

obstante, la ley provincial salió. Las empresas propietarias de las canteras deberían haber presentado ya sus proyectos para reconvertirse a una actividad turística respetuosa del medio ambiente. Como no lo hicieron, esto se traduce en la quita automática del registro de productor minero y en la inhabilitación para extraer piedra. Sin embargo, se sabe que al menos una de las firmas realizó gestiones para relocalizarse, también en la zona de Tandil, pero fuera de la poligonal, con lo cual no le cabrían las restricciones del área de paisaje protegido, aunque debería ajustarse igualmente al Plan de Desarrollo Territorial, que regula todo el partido. Además, según adelantó Juan Pablo Frolik, “ya está en vías de confección un plan de manejo ambiental”. Llegando a la ciudad por la ruta 226 desde Mar del Plata es fácil ver los agujeros que contrastan sobre el fondo de sierras, y sobre la 74, saliendo hacia Ayacucho, los restos de viejas canteras abandonadas. Son la nota discordante en un concierto de belleza y naturaleza que ofrecen las serranías más emblemáticas de la provincia de Buenos Aires. Una nota que se afina con una ley y su cumplimiento, lo que incluye también la exigencia a las empresas de que una vez que cierren se ajusten a los planes de mitigación y de saneamiento previstos por el municipio. Fernando M. Carrillo

Foto: Gentileza Instituto Mixto de Turismo de Tandil

nal; y para no cambiar un problema por otro: ahora que se está desarmando el sistema de canteras, se están entregando permisos de construcción que igualmente afectan el estado natural de la zona”, explicó. Con un agregado: si bien la ley destaca que las sierras deben “poseer carácter de acceso público”, su venta a privados, en la práctica, terminaría privatizando zonas de alto valor paisajístico. Además, se reclama la protección completa ya que esas elevaciones son origen de algunos cursos de agua esenciales para esa zona de la provincia. Y la urbanización también atentaría contra ello.

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PILARES PIONEROS DE TANDIL

En las vidas de Juan Fugl y Ramón Santamarina se resume el espíritu de los pioneros de la zona. Uno educador y agricultor, el otro comerciante, transportista y estanciero. Sembraron la cultura del esfuerzo y de la confianza en el futuro, que explica el fuerte desarrollo de la ciudad y el empuje de todo un pueblo.

Por ser aún una ciudad relativamente joven, Tandil tiene la ventaja de contar con una historia cercana y rica. De aquel pasado de aventureros que se lanzaron a la desconocida pampa argentina, sobresalen algunos nombres que en su sola mención hacen referencia a una época que le dio forma a la ciudad pujante que es hoy. Juan Fugl, Ramón Santamarina, José Ramón Gómez, los hermanos Gardey, Felipe y Pedro José Vela. Ellos resumen en sus historias de vida la de muchos otros, cuyas familias siguen labrando la tierra, innovando y comerciando a la sombra de El Centinela. En esta historia, los caminos de Fugl

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y Santamarina, como arquetipos de los pioneros, se entrecruzan desde la década de 1840 hasta entrado el siglo XX. Ambos eran extranjeros en una tierra de pocos criollos, que llegaron sin fortuna al puerto de Buenos Aires, desconociendo, como la mayoría, qué había más allá del río Salado. Uno vio en el negocio del transporte de mercadería la clave para empezar a forjarse un futuro; el otro apostó desde un comienzo a la tecnología aplicada a la actividad rural. Echaron raíces en las sierras, destacándose como agricultores, pero especialmente en su actuación pública y social. Por eso la Tandil emprendedora de alta calidad de vida

y economía diversificada se hizo con gente que vio más allá del presente y planificó un futuro como comunidad. LAS CARRETAS Ramón Santamarina fue un gallego de Orense que con apenas 16 años llegó al país en 1844 trayendo solamente un poco de ropa y una historia trágica: el suicidio paterno, la temprana muerte de su madre, años en un hospicio y ni un real de la fortuna que su padre derrochó. Santamarina arribó al antiguo Fuerte Independencia como ayudante en una flota de carretas y


daria piedra movediza con el único objetivo de donarla al municipio y evitar así que cayera en manos de empresas mineras. Recién entonces las autoridades comenzaron a aprovechar ese ícono que fue hasta 1912 el principal atractivo turístico de Tandil. AMOR A LA TIERRA El otro pionero por excelencia de la villa serrana fue Juan Fugl, el danés. Nacido en 1811 en Lolland (Dinamarca), en algún momento de su juventud se topó con la palabra “Argentina”, vocablo que le remitía a un país lejano, en los confines del mapa, de tierras no cultivadas e incivilización. Y, como buen aventurero, en 1844 se subió a un barco rumbo al sur. Hacia fines de esa década, Fugl ya estaba asentado en Tandil. De Europa, se trajo dos grandes tesoros que le legó a la tierra que lo recibió: conocimientos de agricultura, que aprendió de su padre labrador, y su experiencia de maestro, que, mezclada con una buena dosis de conciencia cívica, supo volcar como educador, siendo tal vez el primero en Tandil. Dos mentes y espíritus inquietos en una población pequeña tenían que encontrarse. Es así como la primera trilladora que tuvo Tandil, pedida por Fugl, llegó en uno de los carretones de la línea regular que Santamarina había puesto entre el fuerte y Buenos Aires. Explotando las primeras parcelas que le cedió Felipe Vela, Fugl introdujo la siembra del trigo en la zona serrana, anticipándose a lo que 150 años más tarde sería una de las principales producciones del rico sudeste bonaerense. Aró sus campos –y también enseñó cómo se hacía– y colocó alambrados. Trató con gauchos, temió a los malones y conoció a los indios.

Ramón Santamarina Foto: Gentileza Instituto Mixto de Turismo de Tandil

enseguida comenzó a trabajar en la estancia de José Ramón Gómez, uno de los primeros y pocos enfiteutas que apostaron a desarrollar la región. Allí aprendió las tareas de campo, pero siempre tuvo en mente cuál era “el negocio” en la llanura: las distancias en la pampa eran enormes y esa gente, en el borde de la frontera del indio, necesitaba provisiones, y el transporte se pagaba muy bien. En cuanto pudo, compró su primera carreta y se independizó. En poco tiempo, ya se había convertido en el principal proveedor de la zona, llevando mercaderías desde Buenos Aires y volviendo al puerto con cueros, pasajeros y correspondencia. Hasta la llegada del ferrocarril, el negocio floreció sin límites. De este modo Ramón Santamarina fue amasando una importante fortuna que pronto volcó a la adquisición de estancias que, según refiere el historiador Juan Cruz Jaime, con el tiempo llegarían a veinticinco. Ese capital le permitió desplegar su espíritu emprendedor, que lo llevó a abrir varios negocios de distintos rubros. Así fundó la firma Santamarina e Hijos, diversificada entre las administraciones urbanas y rurales, explotaciones industriales, negocios bancarios y comisiones y consignaciones. Tanto Ramón como sus muchos descendientes hicieron de la compañía la nave insignia familiar hasta el presente. El legado de los Santamarina a Tandil es valiosísimo, partiendo de la fuerza creadora de Ramón hasta las distintas propiedades que fueron donando su viuda y sus descendientes; entre otros, los terrenos, el edificio y el mobiliario para el Hospital Municipal y la actual Escuela Agrotécnica. Incluso, el propio patriarca compró en 1882 las parcelas en las que se encontraba la legen-

Juan Fugl

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Fotos: José Luis Raota

Martín Olesen, pastor de la Iglesia su repostería inigualable de tortas y ción y la alta tecnología argentina. luterana danesa, dice de Fugl: “No masas–, pero sin cerrarse en sí mis- Injusto sería acotar el universo de vino a hacer la América, aunque mos y abiertos a los vecinos ajenos a pioneros a Fugl y Santamarina, porque en aquel áspero siglo XIX, igual se la hizo, porque le fue muy la colectividad. bien. Él vino a aportar y a recibir Juan Fugl montó también el primer la ciudad comenzó a desarrollarse también lo que podía aprender acá”. molino de la zona, creó una panade- también por la fuerza de otros tanY refiere un hecho curioso: “A dife- ría y organizó el servicio de diligencia tos brazos contemporáneos. rencia de otros, Fugl y su señora fue- de Tandil a Dolores junto con Narciso Más cercano a nuestros días, tamron a visitar las tolderías en la zona Rodríguez. Para 1854 ya participaba bién hicieron de Tandil lo que hoy de Azul y se inmiscuyeron en esa activamente en política como miem- es hombres como Luis Magnasco, otra cultura, porque la mujer quería bro de la Corporación Municipal en la industria láctea; los hermanos Bariffi, que dieron el puntapié ver cómo eran los indios que tanto (más tarde sería intendente). se temía en Tandil”. El contacto fue En 1856, Sarmiento, que era por en- inicial a la industria metalúrgica; tan fluido que el dinamarqués lle- tonces jefe del Departamento de Es- el puñado de vecinos que en 1934 impulsaron la Usigó a confeccionar na Popular; las un diccionario que “No vino a hacer la América, familias Ortega permitía comprenaunque igual la hizo, porque le fue y Cagnoli, fundader desde el danés dores de la tradila lengua del puemuy bien. El vino a aportar y a recibir ción chacinera, y blo originario. también lo que podía aprender acá” hasta las frentes Además, Fugl atrasudorosas que en jo a las sierras y recibió a muchos de sus compatriotas, cuelas, le encargó la tarea de crear la década del sesenta levantaron que poco a poco fueron conforman- la primera escuela de la zona, que fundiciones y talleres, sin siquiera do una importante colectividad di- comenzó a funcionar un año des- imaginar que la ciudad llegaría a namarquesa en la región. “Cuando pués. Al frente quedó Francisco Jul- contar con un parque industrial, en 1866 se forma esta congregación dain, uno de los tantos vascos que investigación universitaria aplica–cuenta Olesen–, él tenía como pro- merecen ser mencionados como da, un sector turístico desarrollado y una alta producción agrícola. yecto la integración. Tanto es así pioneros. que las actas de conformación se es- Esto fue más de un siglo antes de Son estos componentes y casi 190 que Osvaldo Zarini siquiera em- años de historia los que convirtieron criben en castellano”. Hoy los daneses conservan sus pezara a pensar en la Universidad a la villa serrana de Tandil en una de costumbres y tradiciones –cenan del Centro, y más anterior aún a la las ciudades más importantes de la temprano, se reúnen para celebrar creación del Parque Científico y el provincia de Buenos Aires. fechas específicas, preservan el Polo Tecnológico, que hoy insertan idioma y los himnos y hacen gala de a Tandil en el mapa de la investigaFernando M. Carrillo

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ía Sacomani

Noël Gardey

Fotos: Gentileza Familia Gardey

Familia de Juan Gardey y Mar

LOS GARDEY Gardey figura entre los primeros de una serie de apellidos vascos que se afincaron en la zona de Tandil, en la segunda mitad del siglo XIX, y que aún en la actualidad reconoce en sus descendientes un fuerte espíritu emprendedor. Se trata de una familia con origen en el sur de Francia, que encontró en las serranías bonaerenses el ambiente ideal para desarrollar la veta comercial que traían de Europa. Varias generaciones después, sus descendientes, si bien diversificaron la actividad original a través de la cual la familia se insertó en la sociedad tandilense –una carnicería y un próspero almacén de ramos generales–, continuaron en la senda mercantil que marcaron los dos patriarcas, Noël y Juan Gardey. En un pueblo chico, de escasa población y en su mayoría destinada al fuerte, quien llegaba con ímpetu trabajador se destacaba. Así es como los hermanos pronto se incorporaron a las actividades sociales de la naciente localidad y fueron cimentando una importante posición económica. Con el floreciente negocio familiar encaminado, los Gardey fueron

adquiriendo tierras en los alrededores, entre ellas las que en algún momento pertenecieron a Pilar López de Osornio y daban nombre a la nueva estación del Ferrocarril Sud, en el kilómetro 356. Allí, hacia fines de siglo, Juan instaló una sucursal del almacén. Para ese entonces, las autoridades ya habían

cambiado la denominación del poblado por el actual, “Gardey”, que a pocas leguas de Tandil certifica la condición pionera de la familia. A la muerte de Juan, su sobrino, hijo de Noël y también de nombre Juan, se hizo cargo del Almacén y Tiendas Las Horquetas, en Gardey. El comer-

cio en Tandil quedó bajo la administración del socio de la firma, Santiago Peyré. Entre fines del siglo XIX y comienzos del XX, los Gardey formaron parte de los orígenes de algunas de las entidades emblemáticas de la zona. Así, Juan, junto con otros entusiastas tandilenses, impulsó la creación del Banco Comercial y figura como socio fundador de la Agrícola-Ganadera de Tandil, que llegó a ser una de las firmas de comercialización de hacienda y cereales más grandes del país. Más tarde también formaría parte del nacimiento de la Cámara Empresaria Tandilense. Sus primos, Eduardo y Emilio, se destacaron como estancieros. El primero tuvo activa participación política, integrando el Concejo Deliberante entre 1914 y 1917. Juan Gardey (h.) fue fundador y presidente del Club Independiente de Tandil y del Instituto Sanmartiniano, y tuvo activa participación en el Consejo Escolar, entre otras funciones de carácter social. También llegó a ser gerente del Banco Hipotecario local. El almacén de ramos generales, emblema familiar, funcionó como tal hasta 1936.

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Diagrama Criollo Se podrá leer el título de una novela del escritor y periodista Osvaldo Soriano.

1234567891011121314151617181920212223-

Las palabras se forman con las siguientes sílabas: BA - BE – BER – BO - CA – CEN - CHE – CO - CRO - DI – DI – DIZ - DRI – DU - DU – ES – FAN – FO - GIO - GRA – GROM - GUEZ – HE – LA – LA - LA – LA - LE - MA - ME – ME - MO – NA – NE - NI – ÑAN – O - O - PA – PA – PA – PAM – PAS – PAS – PER - QUE - RA – RI – RO – RO - RRA – SA – SAN – SO – TA – TA - TI – TI – TI - TO - TRIUN - TTO – VE - VE – VE – WICZ - ZA – ZA – ZAL – ZO. Soluciones en página 102

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Definiciones 1.Roca que puede presentar varios colores y cuya extracción es muy carácterística en las canteras de las sierras de Tandil. 2.Gran piedra que se ha constituido en un símbolo de Tandil. 3.Pieza semicircular de hierro que se coloca en los cascos de los caballos. 4.Embutido de carne y grasa vacuna y porcina cuya producción artesanal es característica en toda la región serrana. 5.Adobo elaborado con aceite, laurel y otros ingredientes para conservar algunos alimentos. 6.Militar que mientras fue gobernador de Buenos Aires fundó Tandil. 7.Planta cuyo cultivo tiene gran importancia en la región de Balcarce. Sus raíces poseen tubérculos que constituyen un alimento muy popular. 8.Futbolista nacido en Tandil que actualmente juega en San Lorenzo de Almagro, club en el que ya había tenido otros dos importantes ciclos en su carrera. 9.Nacido en Balcarce, ha sido uno de los cinco deportistas argentinos más importantes y conocidos en todo el mundo. 10.Producto lácteo cuya elaboración artesanal constituye una importante actividad en la zona de Tandil. 11.Pueblo originario de gran parte de la llanura pampeana. 12.Político radical yrigoyenista nacido en Tandil y que era gobernador de la provincia de Buenos Aires cuando sobrevino el golpe militar de 1930 encabezado por el general Uriburu. 13.Estanciero español dueño de campos en la región Tandil. Hoy recuerdan su nombre una avenida, el hospital municipal y el club más popular de la ciudad. 14.Ave muy veloz que habita la llanura pampeana. 15.Terreno de abundante pasto. 16.Cerro ubicado en las cercanías de la ciudad de Tandil que es una de las atracciones turísticas para los visitantes. 17.Escritor nacido en Tandil y que trabajó como periodistas en diferentes medios nacionales. Su libro más conocido es uno de cuentos, denominado “La virginidad es un tigre de papel”. 18.Sitio cubierto rústicamente para guarecer de la lluvia a animales u objetos. 19.Tenista nacido en Tandil que compitió en un primer nivel internacional. Actualmente es el subcapitán del equipo argentino en la Copa Davis. 20.Segunda localidad en importancia del partido de Tandil. Allí se filmó una película basada en una novela del escritor Osvaldo Soriano. 21.Cerro situado en la entrada de la ciudad de Balcarce y que constituye una de las atracciones turísticas de la ciudad. 22.Ave característica de la Pampa Húmeda, que vuela poco frecuentemente y es muy buscada por los cazadores debido a su carne, que es muy estimada. 23.Escritor y dramaturgo polaco que vivió en la Argentina durante varios años, algunos de los cuales los pasó en la ciudad de Tandil.


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El hombre y la tierra La papa, un símbolo de Balcarce

Foto: Gentileza de Turismo de Balcarce Foto: Gentileza Secretaría de Trurismo

El sudeste bonaerense es la principal zona productora de papas del país. Desde las primeras familias a las modernas industrias han valorado este alimento que conecta a la gente con su tierra. Originaria de América, llegó a Europa en tiempos de la Revolución Industrial.

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“La papa está en Balcarce”, dice con orgullo gente de esta ciudad bonaerense rodeada de sierras y erigida a los pies del cerro El Triunfo. A fuerza de empeño y esperanza, los pioneros transformaron a principios del siglo pasado una tierra de duros pajonales en surcos propicios para el cultivo. Y los actuales productores, con nuevas herramientas, mantienen vigente la tradición. Así como Fangio es el gran héroe popular y orgullo del sudeste bonaerense, la papa es el símbolo natural, que une a la gente con su tierra y sus antepasados, y rescata historias de memoria colectiva. La marca del cultivo en Balcarce y en pueblos cercanos se manifiesta en su cultura popular. Por ejemplo, en Coronel Otamendi, cada vez que sale el equipo de fútbol a la cancha es recibido por su hinchada al grito de “paperos”. Y el fanatismo de la gente de Balcarce por incluir este exquisito alimento en todo tipo de recetas ha logrado que, por ejemplo, Juan y Ximena, del programa de televisión Cocineros argentinos, cuando

participaron de la Fiesta del Postre, se animaran a realizar una torta de chocolate balcarcense que incluye puré de papas. TESTIMONIOS A finales del siglo XIX y en el amanecer del siglo pasado, hombres y mujeres dibujaron con arados el suelo para transformarlo en recurso vital para la alimentación y la economía regional. Romina Contrera y Sonia van Vliet, del Museo Histórico Municipal de Balcarce, rescataron testimonios de aquellos pioneros, como Teodoro Martorello, protagonista de los comienzos de esta actividad. “Roturábamos la tierra con un arado de mancera, tirado por una yunta de caballos. Terminada esta tarea se le daba una rastreada y pocos días después, detrás del arado y encorvados por el peso de la maleta, que sosteníamos con el cuello, recorríamos el surco haciendo la siembra. Luego la carpíamos a mano, o sea, con la azada; este trabajo lo hacíamos dos veces. Años más adelante fueron


el equipo de fútbol cada vez que sale a la cancha es recibido por su hinchada al grito de “paperos” la agricultura en Balcarce”, del libro Historia de Balcarce II. El trabajo en el cultivo y la cosecha era un rito familiar en el que todos participaban. El rol de la mujer en la actividad relacionada con el cultivo de la papa era importante. No sólo se destacaba como cocinera para las comidas de los peones de la siem-

bra y la cosecha, sino que también participaba en la preparación de la semilla. Así lo señala otro pionero, don Félix, que apunta en la revista La papa en el sudeste de la provincia de Buenos Aires, de noviembre de 1954: “En aquel tiempo se sembraba todo a mano. Mi mujer me ayudaba a cortar la papa para la siembra. Yo tiraba del caballo y los peones que contrataba la ponían en la tierra. Después ella preparaba la comida para todos”. TECNOLOGÍA Y CRECIMIENTO El esfuerzo de las primeras familias en las chacras, que luego continuaron hijos y nietos aportando nuevas tecnologías, más las bondades de un suelo y un clima propicios para el cultivo, han hecho que el sudeste de la provincia de Buenos Aires sea actualmente la principal zona productora de papa del país. Marcelo Huarte, jefe del Grupo de Investigación en Papa del INTA Balcarce, destaca que la papa de “Balcarce, y en general la del sudeste de

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Foto: Pato Battellini

moderándose estos trabajos con la aparición del arado de una y dos rejas, y también los arados de discos, siguieron los aporcadores, las sacadoras de papa, sembradoras, hasta llegar a nuestros días, en que una chacra mecanizada es trabajada y atendida con menores sacrificios”. El testimonio de Martorello figura en el capítulo titulado “El inicio de


la provincia, de tipo Spunta, es conocida como la ‘papa negra’, denominación que deriva del producto sin lavar, que posee la coloración típica que le confieren los suelos de alta materia orgánica de esta región”. La importante producción actual, con rendimientos que pueden alcanzar las 40 toneladas por hectárea, no sólo se remite a la que se destina al consumo directo, sino también a la que se denomina “materia seca”, que utiliza la industria procesadora para la producción de papas fritas en bastones y puré deshidratado. De esta forma, la Argentina ha logrado ser el país con mayores rendimientos de Latinoamérica. “El productor de papa argentino es uno de los más tecnificados de la región e incorpora tanto tecnologías locales como extranjeras. Su avidez de información y tecnología lo coloca en una situación competitiva de liderazgo”, destaca el científico del INTA. El experto dice que la calidad de la

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semilla y los controles fitosanitarios son las principales claves para brindar la base del rendimiento, el cual debe ser conseguido con la excelente preparación de suelo, la fertilización adecuada y el riego oportuno y suficiente. Además de la producción para exportación y la elaboración de pro-

Para alcanzar un alto rinde en la cosecha se utiliza tecnología de vanguardia, como el riego suplementario ductos congelados, gran parte de la cosecha de papa se destina al consumo interno. “Los argentinos somos grandes consumidores de papa –afirma Huarte–, cerca de 60 kilos per cápita por año”.

El investigador desmitifica la afirmación de que la papa es un alimento saturado en grasas que engorda. “Lo que engorda son las grasas que se utilizan para las preparaciones fritas. La papa es una importante fuente de carbohidratos (almidón), proteínas, vitamina C y minerales. Y combinada con la leche (para hacer puré) aporta todos los aminoácidos esenciales que necesita el organismo”. Hoy el paisaje en los campos de papa ha cambiado. Actualmente, para alcanzar un alto rinde en la cosecha se utiliza tecnología de vanguardia, como el riego suplementario. También las industrias procesadoras permitieron desarrollar un mercado moderno y de exportación. De todas formas, el espíritu de aquellos primeros colonos se mantiene, igual que el encuentro de la familia, el trabajo compartido y el respeto por la tierra. La papa sigue siendo un símbolo de Balcarce. Sergio Limiroski Fotos: Marcelo Huarte


Foto: Pato Battellini

DE AMéRICA A EUROPA Con registros de cosechas que se remontan a casi diez mil años, la papa es uno de los alimentos que a través de los siglos se han convertido en uno de los más consumidos en el mundo. Hay datos de primeros cultivos al norte del lago Titicaca, en los Andes del Sur peruano. Fueron los incas quienes dominaron con maestría la producción de papa. Para la siembra construyeron terrazas a más de 2.500 metros de altura, con cimientos de capas de roca y arcilla. Y desde el río transportaron tierra fértil para obtener importantes cosechas que alimentaron al imperio. La papa fue llevada luego por los colonizadores de América hacia Europa y en el Viejo Continente su sabor fue rápidamente apreciado. Se convirtió en un alimento muy valorado en tiempos de la Revolución Industrial del siglo XIX. EN LA ARGENTINA Desde hace tiempo los argentinos también han incorporado la papa como parte de su dieta. Hacia 1872 en Santa Fe aparecieron los primeros registros industriales de más de dos mil hectáreas cultivadas. El sudeste de la provincia de Buenos Aires también mostraba importantes cultivos hacia fines del

siglo XIX, alcanzando un máximo de expansión en 1950 con una superficie sembrada superior a las 200 mil hectáreas. Las primeras semillas de papa a comienzos del siglo XX fueron importadas de Europa –antes se cultivaba poniendo bajo tierra las mismas papas– y luego se produjeron en el país hasta 1935, cuando las virosis desmejoraron significativamente las semillas disponibles. Desaparecieron así las variedades locales Chaqueña y Blanca, y hubo que volver a importar semillas de Europa y de Estados Unidos. A partir de 1941 se empieza a cultivar la primera variedad nacional, bautizada Huinkul, que llegó a ocupar el 80 por ciento del territorio. En la década del setenta fue reemplazada en parte por la que se conoce como variedad Spunta. Un hito importante en la historia del cultivo de papa en la Argentina es el autoabastecimiento de semilla a partir de 1984, siendo el sector semillero local uno de los más tecnificados en el ámbito mundial. Actualmente la Federación Nacional de Productores de Papa (FENAPP) impulsa proyectos para imponer la calidad de la papa argentina, como la denominación de origen y otros que contribuyan a dar sustentabilidad a la cadena de producción.

Descarga de papa en el ferrocarril. Año 1926

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> MAMIFEROS argentinos

> Ardilla roja (Sciurus ignitus)

> Comadrejita patagónica (lestodelphys halli)

> Mara (Dolichotis patagonum)

> Carpincho (Hydrochaeris hydrochaeris)

> Chinchillón común (Lagidium viscacia)

> Corzuela parda o guazuncho (Mazama gouazuvira)

> Gato del pajonal (Lynchailurus pajeros)

> Mataco o quirquincho bola (Tolyoeutes mataco)

> Oso melero (Tamandua tetradactyla)

> Pudú (Pudu puda)

> Paca (Cuniculus paca)

> Puma (pumaconcolor)

> DIAGR AMA CRIOLLO

> Mono carayá negro (Alouatta caraya)

Solución: 1.Granito 2.Movediza 3.Herradura 4.Salame 5.Escabeche 6.Rodriguez 7.Papa

> Coatí (Nasua nasua)

> Guanaco (Lama guanicoe)

> Murciélago orejudo chico (Histiotus montanus)

> Pecarí de collar (Pecari tajacu)

> Vizcacha (lagostomus maximus)

8.Romeo 9.Fangio 10.Queso 11.Pampas 12.Crovetto 13.Santamarina 14.Ñandú 15.Pastizal

> Zorrino común (Conepatus chinga)

16.Centinela 17.Dipaola 18.Cobertizo 19.Zabaleta 20.Vela 21.Triunfo 22. Perdiz 23. Grombowicz

> Comadreja overa (Didelphis albiventris)

> Hurón menor (Galictis cuja)

> Osito lavador (Procyon cancrivorus)

> Pecarí labiado (Tayassu pecari)

> Zorro colorado (Lycalopex culpaeus)

“No habrá más penas ni olvido”. Novela del escritor y periodista Osvaldo Soriano


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La hora sin sombra Osvaldo Soriano

Recorrer la huella de un hombre permite asomarse a su pensamiento, a su interior, a su creatividad. Silvia Miguens narra algunos recuerdos del escritor que desde Tandil descubrió su talento y vocación para pintar su aldea y tantas otras. “Tandil me parecía Nueva York – escribió Osvaldo Soriano–. Era una ciudad con edificios de cinco pisos, con grupos teatrales, bibliotecas, librerías. En los cafés me incorporaron a la mesa de intelectuales. Eran todos socialistas. Dejé de pensar que sería jugador de fútbol y decidí ser escritor. Las dos actividades tenían algo en común: eran perfectamente inútiles, pero muy placenteras”. Sucede con los grandes amores: sólo a la distancia y con el tiempo se toma conciencia del valor de lo vivido. Y muy especialmente habrá recapacitado acerca de aquellos días y noches con los intelectuales tandilenses que, con particular generosidad, le hicieron un lugar;

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escritores como Álvaro Yunque y Witold Gombrowicz, que, como él, eran tandilenses por adopción y por elección. Poco después de abandonar la escuela secundaria, Soriano entró a trabajar en la Metalúrgica Tandil como sereno. Disponía de mucho tiempo, toda la noche en calma para leer y escribir. Por esos tiempos conoció al escritor Jorge Di Paola, unos años mayor que él, con el que solían debatir cuitas en la emblemática confitería Rex –hoy, Sociedad Española–, lugar que también frecuentaba Gombrowicz. En 1965 abandonó su trabajo en la metalúrgica para incursionar en el periodismo y fue nombrado redactor

de la sección Deportes del El Eco de Tandil, donde además empezó a publicar cuentos. Por esos días, su mayor referencia literaria era Julio Cortázar y, como quien tira una botella al mar, le mandó a París uno de sus cuentos. A la vuelta de correo, sólo recibió de él una hoja arrancada de la Revista de Occidente, con el cuento “Una flor amarilla”. “Por supuesto –confesó– entendí bien que esa ‘no respuesta’ era una respuesta en sí misma, casi una gentileza.” Pero la verdadera gentileza de Cortázar fue cuando escribió: “Yo le agradezco como lector el incesante perfecto humor de su prosa, de las situaciones y de los sobrentendidos. Y esos


diálogos que le dan al relato su ubicación perfecta y esa verosimilitud de lo absurdo que es privilegio de los mejores novelistas”. Cuando fue publicado Triste, solitario y final, Soriano le regaló un ejemplar y, al tiempo, Cortázar le mandó una carta con un comentario del libro, texto que se convirtió en el prólogo de la edición de la novela en francés. EL BAR TITO

memoria siempre a mano: la del corazón. No dejó pasar nada de su entorno, de su infancia, de su adultez ni de la historia de la Patria, reinterpretando la “historia oficial”, la de Billiken y los manuales escolares comunes a todos nosotros. Es que siempre se vuelve al país de la infancia, y a esa primera versión de nuestra historia, o tal vez aquél es un país del que nunca se emi-

gra. Cómo dejar de reconocerse y recrearse a sí mismo, en sus personajes. Soriano pergeñó a cada uno de ellos a su imagen y semejanza. Y viceversa. “¿Cómo hablar de nosotros si no sabemos quiénes somos? –escribió en cierta ocasión–. Yo no tengo biografía. Me la van a inventar los gatos que vendrán cuando yo esté, muy orondo, sentado en el redondel de

Vela y el bar de Tito fueron una gran fuente de inspiración: el viejo entarugado del piso hueco encerado; los afiches de bebidas y el cuadro con las sierras, la laguna, los caseríos de la zona y los pinos; los retratos de Gardel y de Julio Sosa, y la camiseta de River enmarcada, que tantas chanzas habrá inspirado al “cuervo” Soriano, reconocido hincha de San Lorenzo hasta el último día; los tacos de pool alineados en la pared por encima del marcador y el paño verde, extenso y llano como extenso y llano ha sido el mundo de Osvaldo Soriano. La mirada de Osvaldo Soriano lo abarcaba todo, y pintó ese todo, su aldea, sacándolo a la luz desde la memoria de la razón, la del análisis de la realidad, pero con la otra

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orondo, sentado en el redondel de la luna”. Continuando algún debate entablado con él en la mesa de los “intelectuales” tandilenses, el polaco Gombrowicz confesó: “Me puse a escribir este diario, no quiero que la soledad yerre en mí sin sentido, necesito a los hombres, un lector... No para comunicarme con él. Sólo para emitir señales de vida”. “Emitir señales de vida…”, sin dudas ha sido el sentir y la decisión de vida del Gordo Soriano, y de otros parias o nómades; extranjeros no sólo en Tandil y en Vela sino un poco en todas partes. SERIO Y MELANCÓLICO En sus largas temporadas por Tandil, Soriano hizo una leyenda de sus estadías y de sus personajes, después de haber aguzado su ojo avizor por las calles y su palabra justa en su cuaderno de notas, quedando como testimonio de aquel peregrinaje las novelas Triste, solitario y final, Cuarteles de invierno y Una sombra ya pronto serás, y en los filmes en los cuales hizo de juez y parte, de guionista y espectador. Dicen los parroquianos velenses que nadie supo retratarlos como el

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escritor Osvaldo Soriano. Devenido en mito o leyenda, en María Ignacia-Vela muchos hablan de él como si lo hubieran conocido. Pero pocos lo han visto o leído; sin embargo, el Gordo Soriano permanece en la memoria oral. Cuenta el periodista y escritor Néstor Di Paola: “Yo comencé con 17 años a trabajar en el diario El Eco de Tandil, cubriendo los partidos rurales de la Liga tandilense de fútbol,

En sus largas temporadas por Tandil, Soriano hizo una leyenda de sus estadías y personajes entre ellos los del Velense, el equipo de Vela. Soriano tenía unos 25 años y era entonces jefe del vespertino Actividades. Como nadie quería ir a los pueblos a cubrir los partidos del interior, se enteró de mi existencia y un día me llamó. Ahí lo conocí. No era un tipo de hablar mucho, sino más bien era serio, melancólico, por lo menos en el tiempo que trabaja-

mos juntos”. Y sí, Soriano tenía personalidad gatuna: melancólico, misterioso, noctámbulo. Además, amaba los gatos y compartía la nocturnidad con ellos; por ejemplo, con el Negro Vení, que lo acompañó durante el exilio y también en la Argentina, y a quien dedicó un hermoso y conmovedor cuento de un niño exiliado en Francia: “El negro de París”; también con el Pulqui, el Peteco. “Un escritor sin felino –solía comentar– es como un ciego sin lazarillo”, y confesó ser “perezoso y distante” como ellos. NOVELA DE CARRETERA Según la biografía más o menos oficial, y no aquella de la que, según él, podría dar fe su gato, Osvaldo Soriano nació el día de Reyes del verano de 1943, en Mar del Plata. A consecuencia de los destinos laborales de su padre, inspector del servicio de agua potable, Obras Sanitarias, fue trasladado de una vivienda a otra toda su infancia. Así se fue habituando al nomadismo. Tal vez por eso su reiterado estilo de road movie, en realidad de “novela de carretera”, y esa preocupación


por extraviados perdedores que dio lugar a un estilo propio. Anduvo pateando latas, caminos y por supuesto la pelota de fútbol por las calles de Córdoba, Río Cuarto y San Luis; luego el imborrable tiempo en Tandil y en Cipolletti, lugar que definió como un verdadero far west: “Las calles eran de tierra. No existía ninguna casa de dos pisos. No había ninguna librería. Los únicos entretenimientos eran el cine y el fútbol. De ahí que yo soñara con ser futbolista”. Pero volvió a recalar en Tandil y ahí dio sus primeros pasos como periodista. En Buenos Aires, se integró en la redacción de la revista Primera Plana. Luego vinieron Panorama, Confirmado, Noticias, El Cronista y La Opinión, y fue corresponsal de Il Manifesto, de Italia, y cofundador de Página/12. En 1973 publicó Triste, solitario y final. Tres años después le tocó el exilio y durante su estadía en Bélgica y París escribió No habrá más pena ni olvido (1978); dos años más tarde fue editada Cuarteles de invierno, considerada en Italia la mejor novela extranjera. Sus obras fueron traducidas y son de corte académico en todo el mundo a pesar de que en la Argentina no fue considerado un autor de culto sino uno “demasiado alejado de la Academia”. Nadie es profeta en su tierra, pero puede serlo afuera. Vendió más de un millón de ejemplares; obtuvo los premios Carrasco Tapia, de la revista chilena Análisis, y Raymond Chandler Award, y en la Argentina recibió distinciones de las fundaciones Konex y Quinquela Martín. Sin poder desprenderse de la influencia de aquellos intelectuales socialistas tandilenses, militó en partidos de izquierda en circunstancias que lo obligaron marchar al exilio. Fue fumador empedernido y trasnochador, escribía durante la noche y hasta las ocho de la ma-

ñana. Nunca logró superar aquella melancolía primera de los destierros, a los que fue obligado en la infancia, algo que siempre le recriminó a su padre. En Triste, solitario y final hizo referencia a esa añoranza, en su personaje: “Recordó, de pronto, una lluvia verde y unos cerros bajos y cubiertos de árboles. Vio el diminuto lago solitario, la cinta de pavimento, la curva donde había detenido el auto aquel mediodía de hacía cinco años, cuando la llu-

Soriano tenía personalidad gatuna: melancólico, misterioso, noctámbulo. Además, amaba los gatos y compartía la nocturnidad con ellos via caía violenta y fragante y él se sentía solo […] Jamás había olvidado esa imagen de sí mismo, en la pequeña ciudad de la provincia de Buenos Aires donde había vivido muchos años”: Tandil. Osvaldo Soriano dejó testimonio. Como testimonio de su identidad y de la nuestra en tiempos difíciles, nos dejó su vasta obra. Como fumador que no dio tregua al cigarro ni a sí mismo, murió de cáncer el 29 de enero de 1997. Pero no queda duda de que es un gordo sentado en el redondel de la luna, a la par del Negro Vení, observando ambos si aún continuamos fieles y leales a nuestra identidad, y a la suya, a la de sus personajes y a la Patria.

ESE VÍNCULO ENTRAÑABLE Acerca de la devoción por los gatos, cuenta Osvaldo Bayer que en cierta ocasión en el exilio una noche dormía en lo de Soriano, y notó que en la cama dormía el gato negro. Lo echó de la cama, el gato pegó un saltó y se arrojó por la ventana. Bayer se asomó y lo vio muerto en la calle. Entonces se acercó a Soriano, que como siempre aprovechaba la madrugada para escribir, y presumiendo la reacción, dijo simplemente: “El Negro Vení se suicidó”. Soriano sólo refutó: “Los gatos no se suicidan…” y corrió hacia la calle. El gato sólo había perdido sentido y tenía la pata rota… Lo llevaron al veterinario, lo entablillaron y se repuso. Pero por mucho tiempo Soriano no le habló...

Silvia Miguens Fotos: José Luis Raota

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> NUESTROS LOCALES

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Chascomús: Belgrano 150 (esq. Remedios de Escalada) Tel: (02241) 42-2302 Chivilcoy: Av. Sarmiento 187 Tel: (02346) 42-8036 Dolores: Márquez 215 Tel: (02245) 44-6532 General Villegas: Moreno 543 Tel: (03388) 42-3541 Junín: Malvinas Argentinas 13 Tel: (0236) 44-7314 La Plata: Diagonal 74 (entre 47 y 48) Tel: (0221) 421-4434 La Plata Pasaje Rodrigo: Calle 51 Nº 488 (entre 4 y 5), loc. J15 Tel: (0221) 410-0438 Lincoln: Urquiza 55 Tel: (02355) 42-2332 Mar de las Pampas: Paseo La Pinocha, Lucero y Santa María. Tel: (02255) 47-2473

Resistencia: Arturo Illia 374 Tel: (03624) 43-4190

Comodoro Rivadavia: Belgrano 990 (esq. Sarmiento) Tel: (0297) 444-2727 Puerto Madryn: Shopping El Portal de Madryn, Av. J. A. Roca y 28 de Julio Tel: (028045) 45-7310 Rada Tilly: Av. Moyano 839 Tel: (0297) 445-2481 Portal Shopping Trelew: Av. Hipólito Yrigoyen y Ruta Provincial Nº 7. Local 1047. Tel: (0280) 444-3175 CóRDOBA Córdoba: Caseros 88 (esq. Obispo Trejo) Tel: (0351) 422-4579 Córdoba: Shopping Patio Olmos, Vélez Sarsfield 361, loc. 253 Tel: (0351) 570-4253 Córdoba: Córdoba Shopping José A. de Goyechea 2851, loc. 102 Tel: (0351) 420-5059 Marcos Juárez: Belgrano 882 Tel: (03472) 45-6010 Río Cuarto: Colón 118 - Tel: (0358) 462-1249 Villa María: Hipólito Yrigoyen 55 Tel: (0353) 45-31227

Mercedes: Calle 27 Nº 401 (esq.18) Tel: (02324) 431-387

CORRIENTES Corrientes: Mendoza 883 Tel: (03774) 46-6174 ENTRE RíOS

Plaza Oeste Shopping: Autopista del Oeste y Av. Vergara. Loc. 1040, Morón Tel: (011) 4629-7556

Necochea: Avenida 59 Nº 2856 Tel: (02262) 52-3020

Quilmes: Alte. Brown 628 Tel: (011) 4257-6466

9 de Julio: La Rioja 1439 Tel: (02317) 43-2279

San Isidro: Belgrano 396 Tel: (011) 4747-9924

Olavarría: Necochea 3061 Tel: (02284) 41-6131

Shopping Las Toscas: Av. Castex y Formosa, Canning, Ezeiza, loc. 1174 Tel: (011) 4295-9908

Pehuajó: Mitre 435 Tel: (02396) 40-8273

JUJUY

Pergamino: Av. de Mayo 390 Tel: (02477) 43-1408

San Salvador de Jujuy: Belgrano 415 Tel: (0388) 431-0639

Tortugas Open Mall: Panamericana km. 36,5, local 002 - Tel: (03327) 42-4368 Unicenter Shopping: Paraná 3617, loc. 1183, PB, Martínez - Tel: (011) 4717-6888

San Antonio de Areco: Alsina (esq. Alem) - Tel: (02326) 45-3741

BUENOS AIRES

San Nicolás: De la Nación 171 Tel: (0336) 42-7735

Arrecifes: Ricardo Gutiérrez 525. Tel: (02478) 45-5216

San Pedro: Mitre 857 Tel: (03329) 42-1009

Santa Fe: Lisandro de la Torre 2521 Tel: (0342) 458-4500 Venado Tuerto: Belgrano 466 - Tel: (03462) 42-4527 SANTIAGO DEL ESTERO

Posadas: Santa Fe 2056 Tel: (03752) 42-8509

Santiago del Estero: Independencia 248 Tel: (0385) 421-6362 TIERRA DEL FUEGO

NEUQUéN

Mar del Plata: Avellaneda 1302 (esq. Güemes) - Tel: (0223) 451-6719

Miramar: Piazza San Marco, 9 de Julio 954, loc. 29 y 30 Tel: (02291) 43-0819

Rosario: Santa Fe 1804 Tel: (0341) 421-2693 Rosario Rural: Córdoba 1838 Tel: (0341) 426-4194 Rosario Shopping Portal de Rosario: Nansen 323- Tel: (0341) 453-3944/4677 Rosario Shopping Alto Rosario: Junín 381, loc. 129 - Tel: (0341) 410-6629

MISIONES

CHUBuT

Av. Alvear: Av. Alvear 1847 Tel: (011) 4804-8424

108

LA RIOJA

Concepción del Uruguay: Gral. Galarza 800 (esq. Leguizamón) Tel: (03442) 42-3512 Gualeguaychú: 25 de Mayo 1093 Tel: (03446) 43-6509 Paraná: Cervantes 200 (esq. Santa Fe) Tel: (0343) 421-9434

Neuquén: Ministro González 54 Tel: (0299) 447-7331 Neuquén: Shopping El Portal de la Patagonia, J.J. Lastra 2400, loc. 1013 Tel: (0299) 446-8021 San Martín de los Andes: Elordi 820 - Tel: (02972) 42-9699

Río Grande: Fagnano 619 Tel: (02964) 42-0288 Ushuaia: San Martín 719 Tel: (02901) 42-4238 Ushuaia Shopping Paseo del Fuego: Av. Perito Moreno 1460, loc. Nº 1226 Tel: (02901) 44-2647 TUCUMáN

Villa La Angostura: Av. Los Arrayanes 51 Tel: (02944) 49-5062

Tucumán: 25 de Mayo 669 Tel: (0321) 421-6668

RíO NEGRO Cipolletti: San Martín 234 Tel: (0299) 478-2485

Shopping El Portal de Tucumán: Cariola 42, loc. 1212. Yerba Buena - Tel: (0381) 435-5995

Gral. Roca: Tucumán 477 Tel: (0298) 442-1120 San Carlos de Bariloche: Quaglia 211

Río Grande: Rosales 385 Tel: (02964) 42-0288

SALTA Salta: Shopping Alto Noa, Av. Virrey Toledo y Av. Entre Ríos, loc. 95, PB Tel: (0387) 421-5111 Salta: Buenos Aires 11 Tel: (0387) 421-3314 SAN JUAN San Juan: San Luis 2 Oeste (esq. Mendoza) - Tel: (0264) 421-9875

Martínez: Dardo Rocha 2738 Tel: (011) 4717-0401 Salta: Buenos Aires 11 Tel: (0387) 431-0740 PRODUCTOS DISCONTINUOS Y DE 2º SELECCIÓN

SAN LUIS San Luis: San Martín 892 Tel: (02664) 42-0998 SANTA CRUZ Calafate: Pasaje Emilio Amado 837 Tel: (02902) 49-2074 Caleta Olivia: Eva Perón 187 (esq. Don Bosco) Tel: (0297) 485-5076 Río Gallegos: Pte. Néstor C. Kirchner 870 Tel: (02966) 42-3685

Barracas: Herrera 1855 Tel: (011) 6091-8355 Garín: Panamericana, Ramal Escobar Km. 34,5 (Ruta 9). Roberto Fulton 2275 Tel: (03327) 44-4453 Lomas de San Isidro: Av. Fondo de La Legua 425, loc. 1 y 2 - Tel: (011) 4708-0110 Mar del Plata: Juan B. Justo 1035 Tel: (0223) 489-3156 Núñez: Cabildo 4115 Tel: (011) 4701-7227/6776

SANTA FE Palermo: Loyola 752 - Tel: (011) 4774-1009

LA PAMPA

Casilda: Buenos Aires 1918 Tel: (03464) 42-2554

PARAGUAY

General Pico: Calle 15 Nº 840 Tel: (02302) 43-2585

Rafaela: Boulevard Santa Fe 269 Tel: (03492) 50-3618

Asunción: España 9999 (esq. Dr. Bestard) - Tel: (021) 622-3072

Santa Rosa: Pellegrini 258 Tel: (02954) 41-3303

Rosario Plaza Pringles: Pte. Roca 761 Tel: (0341) 424-6959

ATENCIóN AL CLIENTE: (011) 4816-0060




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