Foto: José Luis Raota
Editorial El gran escritor Horacio Quiroga siempre añoró, mientras estuvo lejos, reencontrarse con la selva misionera. Fue en esa tierra de naturaleza exuberante, en su refugio de San Ignacio, donde logró inspiración para muchos de sus mejores cuentos. Es que Misiones es una provincia para asombrarse. Las grandes extensiones de selva virgen que aún subsisten, sus imponentes cataratas, genuinas maravillas del mundo, y los ríos Paraná e Iguazú que la enmarcan son sólo la cara visible de una región que acuna infinidad de historias y leyendas, costumbres y culturas. Una provincia de la que se hace imposible sintetizar su identidad sin reconocer los profundos aportes que recibió. Desde los pueblos guaraníes originarios hasta la fuerte impronta de las misiones jesuíticas; desde los criollos hasta la gran influencia de los colonos inmigrantes llegados de Europa y Asia desde fines del siglo XIX. Se agregan además las fuertes influencias fronterizas de vecinos como Paraguay, Brasil y la provincia de Corrientes, nada menos. Todos factores que han marcado a fuego la cultura de la tierra colorada y se reflejan en su música, en sus comidas típicas, en usos y costumbres. Pero cualquier influencia puede fecundar sólo cuando un pueblo se abre a recibirla. Y el primer paso es aceptar y respetar las diferencias, sin imponer. Un valor que seguramente identifica a muchos misioneros. Ejemplo de ello lo dan los propios chicos mbyá guaraníes. El maestro José Rodas, subdirector de una escuela intercultural bilingüe, señala: “La desconfianza siempre existe; es producto de lo que se les ha hecho históricamente, y es razonable. Pero es un pueblo que acepta al otro y eso es rico para todos”. Los misioneros, como todos los argentinos, somos fruto de la diversidad. Recordarlo es siempre una forma de reconocernos, de aceptarnos y de honrar nuestros orígenes, de cara a un futuro próspero y a un presente en paz y armonía.
Gabo Nazar
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Gabo Nazar José Mutti Paola Velez Sandra Capuano Pablo García Lastra Andrea Frade / Alberto Moreno de la Fuente / Claudio Bertonatti / Fernando Carrillo / Graciela Maturo / Lorena García / Raúl Puentes / Sergio Limiroski / Silvia Miguens Edgardo Imas / Magdalena Rodríguez José Luis Raota / Roberto Remonteo Mariano González Fernando San Martín Provincia de Misiones / Horacio Blodek, ministro de Turismo / Jorge Posdeley, subsecretario de Marketing y Promoción/ Raúl Puentes, director de Prensa/ Marcela Fernández y Felipe Lacour de Cardón Posadas y Cardón Corrientes / Gato Peters / María Eugenia Pucheu, fotógrafa y documentalista Forma Color 35.000
4 > Misiones en la mirada de un naturalista 12 > Artesanos 18 > La misión, ecos de la película 22 > Entrevista a Chango Spasiuk 30 > Los fuegos de San Juan 34 > Colección Primavera Verano 2012/2013 58 > El desafío de preservar la selva 75 > Los últimos inmigrantes 78 > Horacio Quiroga, reportaje ilusorio 82 > Pueblos originarios 86 > Una escuela para chicos mbyá 100 > El oficio de mostrar maravillas naturales
>> OTRAS NOTAS
50 > Gato Peters 52 > Infografía 54 > Sabor y acento guaraní 66 > Leyenda de Yasiyateré 70 > Mapa de Misiones 91 > Señales naturales 96 > El mito, por Graciela Maturo 104 > Andrés Guacurarí
Cosas Nuestras Número 28 / Noviembre 2012 / Es una publicación de Cosas Nuestras S.A. / Correo de Lectores: Av. Alvear 1750 (C1014AAR) Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina - Tel/ Fax: 54-11-4815-9998 revistacosasnuestras@cardon.com.ar www.cardoncosasnuestras.com.ar Prohibida su reproducción total o parcial. Derechos reservados. Registro de propiedad intelectual en trámite. ISSN 1850-1494 Distinciones de Cosas Nuestras: - Declarada de interés provincial por la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires. (2010) - Declarada de interés legislativo por la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires. (2008) - Premio Santos Vega de Plata 2007 al Mejor Medio de Difusión Gráfica Revistas.
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POR ESOS CAMINOS DE LA TIERRA COLORADA Misiones en la mirada de un naturalista Por Claudio Bertonatti
Una invitación a mirar, conocer y deslumbrarse con los tesoros con que la naturaleza ha provisto a esta provincia litoraleña. Un espacio marcado por culturas ancestrales, influencias de colonizadores e inmigrantes y con un patrimonio natural único en el país y en el mundo.
Misiones es una provincia para recorrer en auto, moto o bicicleta. Pero mejor aún a pie, si se tuviera la oportunidad. Porque el placer no está en llegar a un lugar, sino en disfrutar andando sus caminos de tierra colorada, con curvas, subidas y bajadas, rodeadas de un verde que lo abarca todo y de un cielo celeste. Cruzará el paso seguramente una corzuela, un
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hurón mayor, un osito melero, una bandada de urracas, un cóndor real o el hermoso frutero overo. La misionera es una tierra de misterios, donde conviven el Pombero con el Yasiyateré, esos duendes sobrenaturales respetados o temidos. Es ámbito de búsquedas de especies amenazadas y enigmáticas como el pato serrucho y el desconocido
perro vinagre. Es un pentagrama de sonidos y murmullos donde resuenan en la memoria de las ruinas los ecos de las voces guaraníes, en aquellos coros barrocos de las antiguas misiones jesuíticas. Es esa rara mezcla de monte poblado por los mbyá que apenas toman lo que necesitan y las chacras de los descendientes de los colonos europeos que
Foto: Gentileza Ministerio de Turismo de Misiones
“…el silencio vibra en la soledad y el latir del monte quiebra la quietud” Ramón Ayala (“El Mensú”)
no se apartan mucho tampoco de la subsistencia. Extensos yerbatales y escasos remanentes del autóctono bosque de pinos Paraná, el pariente subtropical de la araucaria patagónica. El delicado palmital y los intrincados cuentos de la selva de Horacio Quiroga. Las tallas mbyá de madera de fumo bravo y las piedras semipreciosas de Colonia Wanda.
Los retratos pintados del monte por Zygmunt Kowalski y las canciones folklóricas de Ramón Ayala. En ese contexto misionero, Iguazú es una palabra que porta muchos significados, pero todos remiten a uno de los sitios más espectaculares del mundo: las cataratas contenidas por dos parques nacionales contiguos, el de Brasil y el de la Argen-
tina. Si bien este conjunto de saltos eran conocidos por los habitantes precolombinos de esta región, la historia oficial prefiere atribuir su “descubrimiento” a Álvar Núñez Cabeza de Vaca, en 1541. Éste fue el segundo adelantado y gobernador del Río de la Plata. Tuvo, sí, otros méritos auténticos: el haber realizado un viaje de casi dos mil kilómetros a pie desde la costa de Brasil para socorrer a la población de Asunción del Paraguay. Fue en ese viaje que se topó con las cataratas a las que bautizó como “Saltos de Santa María”. Con el tiempo prevaleció su nombre original en guaraní, Iguazú, que significa “agua grande”. A diferencia de otros funcionarios de la corona española, se opuso firmemente a los malos tratos contra los pueblos originarios. Esta posición le costó caro: sus coterráneos lo traicionaron y devolvieron a España encadenado como un delincuente. Al arribar a su tierra lo esperaba una condena coherente con la injusticia: el destierro en África. Allí pasó varios años hasta que Felipe II lo indultó (1556). Como gesto reparador este monarca le propuso la presidencia del Tribunal Supremo de Sevilla, pero él prefirió terminar sus días tomando los hábitos. Aquel piadoso aventurero que recorrió unos 10 mil kilómetros a pie por una Sudamérica ignota para el hombre blanco murió alrededor de 1560 en un monasterio sevillano. Una placa de bronce lo sigue recordando en el parque nacional argentino. DONDE RUGE EL AGUA Cuando uno ingresa al Parque Nacional Iguazú la selva comienza a ofrecer sus sorpresas: coatíes confiados que buscan comida, boyeros o caciques que entran y salen de sus nidos colgantes de las palmeras,
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uno que otro tucán que acecha sus huevos o pichones, jotes de cabeza negra describiendo círculos en el aire y bandadas de veloces vencejos que andan a la cacería de insectos o que se refugian detrás de una cortina de agua de los paseos superiores. Hay un lugar donde pareciera que el agua de todo el mundo se precipita a un abismo rodeado de selva. Allí se escucha el grito máximo de la selva: es la Garganta del Diablo. Según se dice, Eleanor, la esposa del presidente Franklin D. Roosevelt, al contemplarlas sólo pudo exclamar: “¡Pobre Niágara…!”. En 1902 un visionario arquitecto y paisajista francés, Carlos Thays, supo que ese entorno magnífico debía ser preservado y con su propio puño y letra escribió el proyecto de creación del parque nacional argentino. Éste rivalizó con otras propuestas descabelladas, como la de construir una represa en el mismo río. Pero en 1934 (el año en que moría) su sueño se hizo realidad, para todos, sumando más de 55.000 hectáreas de selva. Más de 270 saltos a lo largo de cuatro kilómetros y con una altura de hasta 82 metros se precipitan en el “Agua Grande”. Ahora, la Argentina y Brasil los comparten y protegen con dos parques nacionales. Ese conjunto de cataratas y selva fue honrado como Sitio del Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1984. A través de sus senderos húmedos de tierra colorada pudieron computarse más de dos millares de especies de plantas identificadas (entre ellas, un centenar de orquídeas diferentes), 20 especies de anfibios, 40 de reptiles, 60 de peces, 70 de mamíferos, 400 de aves e incontables de invertebrados (entre las que se cuentan unas 350 de mariposas). Un auténtico paraíso que cuenta con un centro de interpretación que po-
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see un área dedicada a la flora y fauna de la selva y otra sobre la cultura guaraní y su relación con este ambiente. Este centro es clave porque muchas personas pasan por Iguazú y no ven más que las cataratas. Se olvidan de la selva. Y es allí donde todavía ruge también el “tigre” o yaguareté, el monumento natural provincial por excelencia. TRAMPA CONTRA EL DESMONTE En Puerto Iguazú existe un parque temático en torno a la recreación gigantesca de lo que en la vida cotidiana de los guaraníes era una pequeña trampa para capturar palomas o conejos del monte: La Aripuca. Esa suerte de canasta se ubicaba con la boca hacia abajo, con semillas o frutas dentro para tentar el ingreso de estos animales. Cuando uno de ellos “pisaba el palito”, quedaba encerrado. En lugar de palitos se usaron troncos de diferentes especies de árboles autóctonos rescatados de aserraderos donde iban a ser transformados en simples tablas. Entre ellos, timbó, palo rosa, lapacho abá, cedro misionero, peteribí o loro negro, curupa-í, marmelero, mora amarilla, guayubira, azota caballo, incienso, cañafístula o ibirá pitá, lapacho negro, samohú o algodonero, alecrín, espina de corona, guaicá, laurel, camboatá, anchico, sombra de toro, guatambú, sapuí o palo de canga, grapia, pino Paraná y ceibo misionero. Los nombres de cada árbol están tallados en sus cortezas y el visitante puede subir hasta lo más alto de La Aripuca, donde hay una vista panorámica que no deja de sorprender. Es que tiene 17 metros de altura (y unos 30 metros de diámetro, que pesan unas 500 toneladas). Este proyecto con perfil de agroturismo fue desarrollado por la
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familia Waidelich, que se ocupó de ilustrar la riqueza maderera del monte misionero, con la intención de rescatarlos del olvido y valorar lo que muchas veces se pierde por el desmonte irracional. Ojalá que ésta sea la mortífera trampa contra la indiferencia y permita redescubrir y conservar las especies más amenazadas de árboles misioneros.
cia cercana al alcance de la mano. Esto gracias a los cuidados y la inteligencia con la que se ha dispuesto el jardín, dotado de flores tentadoras y bebederos que son renovados incesantemente (dado que si así no se hiciera el líquido generaría bacterias letales para estas aves).
AVES RESCATADAS
Mirar la selva misionera de frente es un acto que impacta e invita a revisar (o imaginar) el paso de los guaraníes, de los conquistadores y de los jesuitas a lo largo del tiempo. Si uno no lo hiciera, estaría contemplando un paisaje a medias. Quien acepte el desafío de disfrutarlo a pleno sólo tendrá que poner rumbo al Sur, cerca de Posadas, para conocer las ruinas de la Misión de San Ignacio Miní, que tienen rango de monumento histórico nacional. Dos espacios completan la visión de aquel tiempo: el Museo de Sitio Ruinas de San Ignacio, que presenta un centro de interpretación y objetos de la vida cotidiana (como morteros y vasijas) y el Museo Provincial “Miguel Nadasdy”, en homenaje a quien reunió una valiosa colección de piezas de alfarería y herrería de la época precolombina y jesuíticoguaraní. Por la noche una charla a modo de espectáculo con luces y sonidos entre las ruinas se podrá
En medio de la selva existe una suerte de Daktari criollo. Se trata de Jorge Anfuso, quien junto con su esposa Silvia desarrollaron un eficiente centro de rescate de aves de la selva. Se trata de Güirá Oga (“casa de aves” en guaraní). Su veintena de hectáreas conforman el Paisaje Protegido “Andrés Giai”, en homenaje a un gran naturalista que trabajó para el Museo Argentino de Ciencias Naturales y que consagró gran parte de su vida al estudio de la selva y su fauna. Aquí no sólo pueden verse medio centenar de árboles de especies diferentes, otro tanto de mariposas y lo más importante: el trabajo que se realiza para rescatar, rehabilitar y devolver al monte aves accidentadas, heridas o atropelladas. En Puerto Iguazú existe un Jardín de los Picaflores, donde en un par de horas se pueden observar cerca de 15 especies diferentes y a una distan-
RECUERDOS ENTRE RIUNAS
transformar en un recuerdo imborrable de naturaleza e historia. La vida en aquella misión giraba en torno a la plaza principal, donde la calle central está dominada por la portada monumental del templo mayor, que manifiesta su concepción barroca, con piedras rojizas labradas para representar ángeles, palomas y plantas con impronta guaraní. Esa fachada fue realizada en 1610. Todo lo que se observa o respira es el legado de jesuitas y guaraníes durante los siglos XVII y XVIII. Recordemos que aquel mundo se desmoronó hacia 1767, cuando el rey Carlos III ordenó la expulsión de la orden de América, mientras resistían las invasiones de los bandeirantes del sur de Brasil, que buscaban capturar aborígenes para venderlos como esclavos. La película La Misión retrata con crudeza ese momento. Trasladados como prisioneros y despojados de sus bienes, 4.000 jesuitas fueron deportados a conventos apartados de Europa. Tras su expulsión sobrevinieron saqueos e incendios. Pero las ruinas de sus misiones y reducciones en San Ignacio, Loreto, Concepción, Santa María y Santa Ana aún se conservan. Treinta pueblos (la mitad en territorio argentino) llegaron a albergar más de 100 mil aborígenes. El tamaño de la Plaza de Armas, la altura de los muros de los templos
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invadidos por la selva y los símbolos de la orden labrados en piedra hablan de su poderío terrenal y espiritual. Por algo las rojizas misiones del verde montaraz son patrimonio de la humanidad. Y EL MATE Nuestra infusión nacional tiene por capital el Litoral y si hoy lo bebemos también es por legado de los jesuitas. Cuando levantaron sus misiones, intercambiaron conocimientos con los guaraníes, tomaron nota y tomaron mate. En 1821 el famoso botánico Aimé Bonpland describió el árbol de esta especie para la ciencia con un ejemplar cuyas hojas y flores herborizó en la isla Martín García. La costumbre de beberlo se extendió rápidamente por todo el territorio del Cono Sur y en 1903 se inició su cultivo (en San Ignacio), en reemplazo de la colecta de plantas de la selva que se hacía tradicionalmente. En modestas calabazas
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o en piezas de fina plata labrada la infusión pasó de mano en mano por todo el país, ya sea acompañando soledades o alimentando reuniones, recompensando un día de trabajo o buscando respuestas a preguntas existenciales. Bien lo saben en Apóstoles, donde se celebra la Fiesta Nacional de la Yerba Mate en los primeros días de noviembre. Esta recorrida no sería justa si no mencionara tres personajes que son parte de la historia de la conservación de la naturaleza misionera. Primero, don Alberto Roth (19011985), un colono suizo radicado en Misiones que no sólo alertó sobre el desmonte de modo pionero (por los años 40), sino que ideó técnicas para producir yerba mate bajo cubierta de selva para evitar su reemplazo. En 1957 en los Estados Unidos se le otorgó una medalla de oro por ser “el mejor conservacionista al Sur del río Grande”. Un segundo lugar de la memoria es para Luis Honorio Rolón (1945-1992), creador de las ba-
ses del actual sistema de áreas protegidas de la provincia, la gestación de lo que hoy conocemos como “corredor verde” de selva en pie y de los primeros parques provinciales. Por último, Juan Carlos Chebéz (19622011), el gran difusor de la selva, de las especies amenazadas y de las reservas naturales argentinas, desaparecido prematuramente. Tras su paso por la gestión pública en Misiones, dejó un legado de una veintena de áreas protegidas que hoy lo recuerdan en pie. Si hay selva y dan ganas de recorrerla es gracias a personas como ellos, que le dedicaron su vida.
Claudio Bertonatti es museólogo, naturalista y docente. Está dedicado a la conservación del patrimonio natural y cultural desde 1983. Fue director de la revista Vida Silvestre y de la Reserva Ecológica Costanera Sur de Buenos Aires. Actualmente es profesor de la cátedra UNESCO de Turismo Cultural, consejero de la Fundación Vida Silvestre Argentina y director del Jardín Zoológico de Buenos Aires.
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Artes del monte Hacedores misioneros
Trabajan con la inspiraci贸n y las materias primas que les brinda la selva. Son oficios tradicionales que manifiestan la sencillez pero tambi茅n la paciencia, la pasi贸n y el esp铆ritu creador de los artesanos de la provincia.
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Sentadita a la sombra, en silencio, Sabina Duarte teje. Sus manos curtidas van enlazando tiras vegetales sacadas a cuchillo de una caña tacuara. Está haciendo la base de un canasto que le llevará muchas horas. Sonríe y confiesa que, si pudiera, se dedicaría todo el día a tejer. “Sí –dice–, hacés tranquilo, con amor”. Pero Sabina, a sus 38 años, no tiene todo el día para sus artesanías. También cumple el rol de agente sanitario en la comunidad Tamanduá, donde vive desde que nació, y lo asume con gran responsabilidad. Es que para los mbyá guaraníes es muy importante que ese trabajo lo realice una persona de su cultura, por el idioma y por la concepción de la salud que mantienen desde tiempos antiguos. Tamanduá está ubicada a 13 kilómetros del pueblo de 25 de Mayo, en el centro de la provincia de Misiones. Un monte espeso se levanta a espaldas del conjunto de casas construidas en madera y techos de chapa; hay otras hechas con barro y tacuara. Son las tres y cuarto de la tarde, y frente a la casa de Sabina se pasean algunas gallinas y un perro duerme la siesta al pie de un árbol. El tiempo no corre como en la ciudad, acá se detiene, o camina, pero bien lento. A los 12 años, la madre le enseñó a tejer y Sabina continúa honrando el legado: elabora canastos, paneras o fruteras, también hace aros, anillos y pulseras, entre otras artesanías. “A ella todo le sale muy bien, porque todo lo hace con amor”, apunta la hermana de la artesana, Jorgelina Duarte. Para conseguir la materia prima, Sabina primero corta las cañas en el monte y las raspa con un cuchillo para sacar lo verde de la parte de arriba. Después de dos días de estar al sol, para que quede blanca, se sacan las tiras y se las corta
bien finitas. Para hacer las guardas o dibujos en los tejidos, se logran diferentes colores poniendo las tiras en agua con ciertas raíces. El negro, por ejemplo, se obtiene con la raíz del guembé. Antiguamente hacían unos canastos que se ponían en la espalda para buscar el maíz, las semillas y la fruta silvestre. “Lo colgabas de la frente y lo llevabas en la espalda. Y lo que hacemos sería como una réplica”, señala la artesana. ¿Qué es lo más difícil? “Mucha paciencia para hacer bien las tiritas que deben estar todas parejas; si no, se nota en el trabajo”, explica, y agrega: “En época de plantación a veces no tenemos mucho tiempo, tenemos que carpir y eso. En verano se seca mucho. Las mañanitas no
más da para hacer. Y lo hago porque me gusta; por más que no encuentre comprador, yo lo hago”. CON RESPETO En ambos lados de la ruta 7 –que une la ruta 12 con la 14– se suceden puestos de artesanías de diferentes comunidades. Animales de la selva tallados en madera y productos de cestería son las que más abundan. Es que la cestería es una de las artesanías ancestrales de este pueblo originario. Después fueron agregándose las tallas de animales en madera, como el yaguareté, el tucán o el cocodrilo, entre otros, por la demanda de los turistas. En el camino, una pequeña casa de
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madera se distingue de los otros puestos. Es la cooperativa Ka’auy Reguaré, un emprendimiento que unió a varios artesanos de la zona. “Surgió con cuatro personas. Buscamos más gente, y ahora hay veinte que pertenecen a distintas comunidades, todos mbyá”, explica Lirio Jiménez, de 53 años, artesano de la comunidad Cuñá Pirú y representante de la cooperativa. Lirio tiene diez hijos y relata que en la época de siembra son pocos los que pueden dedicarse a crear productos. Explica que las mujeres son las que se dedican a la cestería y los hombres a la talla de madera. Dentro de la cooperativa, un ambiente pequeño con una mesa y tarimas, se exhibe una amplia oferta de artículos. A unos cien metros,
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encontramos la casa de un tallador. Es Elvio Benítez, de 36 años, también integrante de Ka´auy Reguaré. Nos cuenta que su única herramienta es el mismo machete que usa a diario en el monte. “Es algo que siempre llevamos, para cortar, para cosechar, siempre en verano”. Para hacer sus productos emplea diferentes maderas pero siempre con mucho respeto. “Le pedimos permiso al árbol en nuestro idioma, que le vamos a cortar pero no es por otra cosa, es para el trabajo. No vamos a cortar por cortar nomás”. SI TE APURÁS, ROMPÉS En la ciudad de Iguazú llegamos al taller de César Rivero (47 años), misionero, oriundo de Bernardo de
Irigoyen. También es tallador, pero él se dedica a hacer escudos, rostros, paisajes y algunos carteles. Generalmente con diseños que le envían. César usa gubias, formones y mazos. Cuenta que aprendió de chico como ayudante de un escultor, y hace unos años se dio cuenta de que podía solo. “Jamás pensé que iba a ser sustento de mi familia”, confiesa hoy dentro de su taller, pegado a su casa, con una despensa al frente que atiende su mujer. “Cada pieza tiene su valor –dice César–, pero cuando más bien me sale, es una propaganda gratis que tengo. Y cumplo siempre en cuanto a la fecha de entrega”. Trabaja principalmente con madera de cedro porque es blanda, “te ayuda con la terminación y es fácil de trabajar”, explica, y describe el proceso: “Primero marco con formón el diseño, y con la gubia saco con paciencia. Después se tiñe (con tinta de agua), se lija y se lustra”. Parece fácil cuando lo dice, pero alcanza con ver los pequeños detalles de un paisaje o de un yaguareté, para darse cuenta de la precisión que demanda su oficio. César, humilde, dice que es todo paciencia: “Trabajas tranquilo donde te querés apurar un poquito rompés, eso dalo por hecho”. En la comunidad Fortín Mbororé, en las afueras de Iguazú, José Cabaria, de 52 años, vive con su mujer y cuatro hijos en una casa de madera rodeada de tierra roja. Elabora cerbatanas, maracas, arcos y lanzas, que aclara que son para adorno. También talla animales. Y la única herramienta que agrega a su machete es un pequeño cuchillo, para los detalles finales. Todo lo que produce lo vende en un puesto que comparte en la zona de las cataratas. “Cada quince días tengo turno y dura dos días”, cuenta, y describe que la venta no es gran cosa, pero
que en época de vacaciones “se salva”. De joven trabajaba en changas y le costaba mucho sobrevivir. “Me enfermé –recuerda–, estuve en cama dos meses, y soñé que era chico, estaba en el monte y un señor que era Dios me dijo: ‘Dejá ese laburo, sé tu propio artesano, hacé tu trabajo’”. Al día siguiente, tomó la decisión y lo hizo. “Antes no había salida, y ahora con esto mantengo a mi familia”. Pablo García Lastra Fotos: José Luis Raota
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Música en las manos En la casa de Milán Cardozo se respira música. Este hombre, misionero, de 71 años, que vive en el barrio Fátima de la ciudad de Posadas, además de músico es un reconocido lutier y uno de los pocos fabricantes de arpas que tiene la Argentina. Los instrumentos que llevan su firma se destacan por una excelente sonoridad, fruto de la experiencia, el talento y el saber elegir los mejores materiales. Con sus manos también hace guitarras, charangos y violines.
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Un arpa tallada a mano y dos guitarras están apoyadas en una pared, en la sala de entrada. La sencillez y la humildad de Milán se perciben en la calidez con que nos recibe. En el fondo nos muestra un taller hecho de madera y techo de chapa. Hay guitarras colgadas, algunas a medio hacer y en arreglo, moldes y muchas herramientas típicas de la carpintería, como serruchos, escofinas, pegamento, también una sierra eléctrica, sobre la cual después aclarará: “Sierra eléctrica, pero después todo a
mano”. Ése es el lugar donde trabaja junto a su hijo Darío, de 34 años, quien sigue el camino de la música y la fabricación de instrumentos. Milán nació en un hogar en que se conjugaban la música y el trabajo en madera. El padre era violinista y carpintero y por eso no es raro que se hubiera entusiasmado cuando era muy joven. Cuenta que a los 11 años aprendía con un profesor de arpa, pero no tenía posibilidades de comprar una. “Se fue al monte, trajo unas maderas y fabricó un arpa solo”, relata Darío con orgullo. Milán aclara que era bastante precaria, pero que le servía para aprender. Con una habilidad natural, se fue corrigiendo y estudiando con gente que hacía instrumentos y carpinteros que le daban consejos. Hasta que se compró el arpa y fabricó la propia. Mientras seguía puliendo su oficio, a los 20 años formó un grupo. “Hacíamos música para bailar, corridos, cumbias, chamamé, guaranias, polcas, folklore. Esa época era buena y había mucho trabajo, ahora es otra cosa”, recuerda. Explica que el arpa es más fácil de tocar que la guitarra, pero más difícil de hacer: “Es más grande y con más detalles. Tiene 36 cuerdas y hay que estar bien seguro; si no está bien, puede saltar la tapa”. También describe con paciencia la fabricación de una guitarra, desde la selección de la madera: “Algarrobo para el cuerpo, que es livianito; el mango es de cedro y la tapa de pino abeto alemán que trajimos de Buenos Aires”. El doblado de la madera, despacito para que no se rompa; el encolado, la escala, los refuerzos, el diapasón, los travesaños, el clavijero, el puente de ébano, el lustre de goma laca, cada parte tiene su secreto. Pero Milán lo comparte gustoso, por algo es maestro de lutieres. Antes de irnos, nos invita al patio y con su arpa nos regala a dúo con su hijo, en guitarra, el típico tema Pájaro campana. Dan ganas de quedarse.
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Foto: José Luis Raota
LA MISION Ecos de la película
Ganadora de un Oscar a la mejor fotografía, protagonizada por Robert de Niro y Jeremy Irons, marcó un hito en el turismo de la región. Especialistas afirman que significó el reconocimiento de las Cataratas en el mundo entero. Anécdotas de la filmación contadas por el propio director ejecutivo. La película La Misión fue una de las primeras grandes producciones cinematográficas internacionales que se rodaron en las Cataratas del Iguazú. Apoyado en una magistral banda sonora, el filme se adentra en el enfrentamiento de las misiones
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jesuíticas con Portugal y España. La exuberancia de la selva misionera y la belleza de las cataratas llegaron a la pantalla del cine internacional en 1986 de la mano de La Misión, un filme del director inglés Roland Joffé que contó con los protagónicos de
Robert De Niro y Jeremy Irons, y un papel secundario para el todavía ignoto Liam Neeson. Una película que mostró el contacto inicial entre la cultura europea y la guaraní y que trajo a escena el origen de un drama del cual las comunidades nativas
afectadas nunca se recuperaron. Y lo hizo a través de una compleja historia -todavía muy viva en la memoria guaraní- simplificada magistralmente en el guión de Robert Bolt. La acción se desarrolla a fines del siglo XVIII y, pese a las enormes licencias históricas que se tomó Bolt, plantea el conflicto originario de las guerras guaraníticas en las que Portugal y España pelearon contra los pueblos originarios asentados en las misiones jesuíticas. El marco de intereses está dado por el reparto de tierras americanas
entre los dos reinos europeos y el rechazo en conjunto a la Compañía de Jesús, la orden de los jesuitas que llegó a tener una amplia inserción en el Nuevo Mundo. Jeremy Irons es el padre Gabriel, un cura jesuita que dedica su vida a evangelizar a una comunidad indígena asentada en lo alto de las cataratas de Iguazú. Robert De Niro encarna a Rodrigo Mendoza, un traficante de esclavos arrepentido. Historia, acción, intriga y política bajo la incomparable lente de Cris Menges, que por este trabajo obtuvo el
Oscar 1987 a la Mejor Fotografía. En la película, la selva y la majestuosidad de las cataratas se hacen protagonistas. Además del Oscar, La Misión ganó la Palma de Oro 1986 del Festival de Cannes (Roland Joffé); tres premios BAFTA 1987 y dos Globo de Oro 1987. Uno de ellos a la Mejor música, por el recordado trabajo de Ennio Morricone. ‘Gabriel’s Oboe’ es el título del tema musical con el que el padre Gabriel “conquista” a los nativos en su primera incursión a las cataratas. Y su
ANÉCDOTAS DE FILMACIÓN
Una escena particularmente fuerte de la película muestra a una figura humana (blanco, europeo), crucificada y a la deriva en un caudaloso río. La cruz se bambolea entre los rápidos, se acerca al borde de la catarata y se pierde bajo el salto. La imagen, al comienzo del filme, sólo cobrará sentido en el final. Muy lejos del dramatismo de esa escena, Alejandro Azzano se ríe al contar detalles. “Era un muñeco articulado que simulaba ser un ser humano y de lejos se lo veía muy real. Nosotros filmamos la escena y la cruz cayó por la catarata y ya no la recuperamos. Sin embargo, al día siguiente nos enteramos del revuelo que generó aguas abajo, cuando lo
vieron pasar flotando por el río”. El rodaje de La Misión dejó esta y varias anécdotas, todavía frescas en la memoria del productor ejecutivo del filme. Entre otras, Azzano cuenta que Robert De Niro era un hombre ameno al trato pero muy reservado y fóbico del periodismo, el que infructuosamente trató de dar con él en sus días en Misiones. La contracara era Jeremy Irons. “El último día, cuando ya habíamos terminado de filmar, alto como es se vistió con un traje de lino blanco, sombrero panamá y bastón. Histriónico como era, se presentó ante el equipo y nos dijo divertido: ‘Hoy quiero pasar desapercibido’”’.
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melodía, desde entonces, trascendió la pantalla ligado a la inocencia, lo puro, la naturaleza, lo intacto. Y son sones reconocibles a más de 25 años de estrenada la película. Las gestiones para que La Misión se filmara en Argentina corrieron por cuenta de Alejandro Azzano, productor ejecutivo del filme. “Me pareció interesante invitar a producciones extranjeras aprovechando tres cosas que tenemos en Argentina: talento profesional, bajos costos en relación a otros países, y gran cantidad de locaciones, en escenarios naturales y en ciudades”, explica. En realidad, las pocas escenas urbanas que aparecen en la película corresponden a fragmentos rodados en Cartagena de Indias, Colombia, si-
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mulando una colonial Asunción, la ciudad más importante en la región hacia el siglo XVIII. Pero todo el rodaje en escenarios de naturaleza se hizo en Misiones. “Incluso tuvimos que recrear una iglesia en medio de la selva. También pensamos filmar en San Ignacio, pero como son ruinas y están protegidas no las pudimos usar”, cuenta Azzano. La Misión abrió la proyección internacional de las cataratas como gigantesco set de filmación natural, y llevó al mundo la belleza de sus saltos, lo que en buena medida potenció la llegada de turistas a un sitio hasta entonces dedicado al turismo nacional y brasileño. “Siempre digo que La Misión fue el despertar de las Cataratas, porque fue la prime-
ra vez que se presentaba en forma marketinera en el mundo”, describe Charles Donato Irala, oriundo de Iguazú, dueño de la empresa de Turismo Aguas Grandes, con una gran trayectoria en la región. “En los primeros años, hemos recibido mucha gente que vino por la película, como visitantes japoneses, hindúes, británicos y todos señalaban a La Misión como motivo del viaje. Antes era una expedición a las Cataratas, ahora es una excursión. Antes las ibas a descubrir, hoy es un turismo masivo. En el ´85 llegaban 200 mil pasajeros por año y ahora estamos en el millón y medio”, asegura el empresario. Y sin duda La Misión marcó un hito para el turismo. Tanto es así que la provincia de Misiones y las autoridades del Parque Nacional Iguazú supieron explotarla a su favor y hasta hoy lo siguen haciendo: el tren que pasea a los visitantes entre los saltos viaja amenizado por los acordes de Morricone. Un dato no menor: un año antes de que comenzara el rodaje, la Unesco había nombrado al Parque Nacional Iguazú y a las misiones jesuíticas como Patrimonio de la Humanidad. GUARANÍES “Esta película no podría haberse realizado sin el apoyo de todo corazón de las comunidades indígenas y en particular de los miembros de la comunidad guaraní de Iguazú”, dijo en 1986 Roland Joffé durante la presentación del filme en Cannes. De hecho, durante el rodaje, el equipo tuvo contacto directo con algunas de ellas. Así lo cuenta Azanno: “Metidas en el monte todavía quedan aldeas guaraníes que visitamos y que en ese momento vivían en una carencia casi absoluta, situación que no debe haber cambiado mucho; pero curiosamente,
Foto: Robert Remonteo
dentro de esa carencia material, todavía guardaban la tradición en la construcción de instrumentos musicales que les habían enseñado los jesuitas 200 años antes y que habían ido transmitiendo oralmente de generación en generación”. Es así como algunos de los instrumentos que aparecen en escena fueron adquiridos a estas comunidades especialmente para la reali-
Alejandro Azzano
EL NOMBRE Y LA GUERRA
Los mbyá, una de las etnias ampliamente extendida en Misiones, sur de Brasil y Paraguay, reivindican su condición de guaraníes pero se preocupan por marcar una diferencia: son descendientes de los grupos que rechazaron la presencia del hombre blanco en la zona y no aceptaron sumarse a las misiones jesuitas. Este y otros grupos, desde un principio se mostraron hostiles con el conquistador, al punto que, se cree, la denominación ‘guaraní’ podría venir el error fonético del término abá guariní, que en esa lengua, remite al de “hombre de guerra”. Los españoles y portugueses terminaron nombrando de esta manera tanto a los hostiles como a los que se sumaron a las misiones.
zación de la película. Pero no hubo, según explicó Azzano, participación actoral de estos guaraníes en el filme. Sin embargo, la totalidad de los extras estuvo compuesta por actores locales. Y es la música el hilo simbólico detrás de la trama de la película. En una magistral escena al comienzo del filme, el padre Gabriel (Irons), internado en la selva, toca una bella melodía que llama la atención de los aborígenes. Se conjuga allí buena parte del conflicto: la música como primer contacto entre el cristiano y el indígena; el rechazo de una facción de la comunidad y la aceptación, embelesada, de la mayoría. Esos sones son también la llave que le permite al jesuita entrar al corazón indómito del nativo, trastocar sus creencias y enriquecer también en cierta medida su cultura con algo
propio de la sociedad europea: el amor a la música y la luthería. A más de 200 años de las guerras guaraníticas, se calcula que actualmente habitan en territorio de Misiones entre 5.000 y 10.000 descendientes directos de guaraníes, pero en su mayoría relacionados con los grupos Mbyá, que desde un principio se resistieron al contacto con el hombre blanco. Viven en aldeas más o menos cerradas y lejos están de poder disponer de los territorios que originalmente los contenían. Sin embargo, la sangre guaraní, mezclada con la del colonizador, es ya parte constitutiva de la sociedad misionera. Su idioma se mantiene vigente y también la huella cultural que le dejó el contacto con los jesuitas. Y su historia, rica, trágica, violenta, atractiva, está más viva que nunca. fernando m. carrillo
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EL ACORDEÓN, UN CHAMAMÉ Y DESCALZOS A LA TARDECITA Entrevista a Chango Spasiuk
Es uno de los más destacados artistas misioneros. Su estilo recrea el sentir de la gente de su tierra. Su música abreva en los maestros del chamamé, las polcas de sus antepasados, recuerdos y paisajes de su provincia.
“La tierra colorada, el calor, la siesta, las chicharras; pisar la tierra descalzo a la tardecita, con esa luz del sol de verano que brilla fuerte en el horizonte y te hace ver todo como fuera de foco, son imágenes que siempre están”, dice Chango Spasiuk al recordar su primer mundo, el de su infancia y adolescencia en Apóstoles, Misiones. Allí nació hace 44 años y allí siempre regresa. Está sentado en una pequeña banqueta de pianista en el living de su casa, en Buenos Aires. Es un ambiente despojado, en un costado hay una mesa baja con dos de los tantos premios atesorados en su carrera: un Carlos Gardel como mejor disco de folklore por Pynandí (“los descalzos”, en lengua guaraní), y un Martín Fierro, por el programa Pequeños universos, que se emite por el Canal Encuentro. Se lo nota una persona activa pero no apurada, que se toma su tiempo para pensar antes de hacer o responder. Acaba de tomarse unos mates –rito que repite dos o tres veces al día– y cuenta que está muy feliz porque pronto nacerá su segunda hija. La charla va nuevamente hacia la infancia, cuando su padrino jujeño lo bautizó con el apodo que
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cambiaría para siempre por su nombre oficial, Horacio. “En Jujuy a los chicos se les suele decir changos, no en Misiones, pero a mí me quedó por mi padrino.” Luego vuelve sobre las imágenes y sonidos de su tierra que, como dice, lo acompañan en su memoria a todos lados a los que va a tocar, ya sea en un pequeño pueblo del interior o en un prestigioso teatro de Europa. “Siempre está presente el arroyo fresco, mi padre en la carpintería con su radio arriba de la heladera, y mi madre haciendo pan. El mate, el mate cocido, la fruta de la planta de mango en diciembre. Todas esas imágenes están y me siguen acompañando indudablemente, tal vez ahora con cierta distancia. En este momento de mi vida en los proyectos conceptuales que desarrollo me pongo mucho más en foco esos elementos, cuando uno vive allá los tenés incorporados. No sólo la postal de las Cataratas, mi postal es el agricultor al costado del camino, la selva verde, el monte, las mariposas, la frontera, ese otro lado que es tan parecido a mi lado está presente en mi música y en mi vida.” –Imagino esa radio arriba de la heladera que menciona pasando mucha música. ¿Qué tipo de música era? –Era mucha música de Paraguay y del sur de Brasil. Hay dos horarios típicos en que se escucha chamamé, uno es a la mañana, tipo 6, y otro es a la hora de la siesta, a la una o dos de la tarde. Y cuando terminaban esos programas mi papá giraba el dial y cambiábamos a Radio Encarnación, de Paraguay, que pasaba alguna polca o purahéi jahe’o que es una música del interior de ese país. “Purahéi” es canto y “jahe’o” es una formación de dúo donde los cantores cantan como llorando, un lamento, un canto-lamento. Y la música folklórica del sur de Brasil también
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estaba muy presente. Está muy relacionada a la nuestra, se toca con acordeón, guitarra. En toda esa zona hay una complejidad étnica y estética multicultural en donde aparece un sincretismo de gran cantidad de elementos. Por eso mi postura no es pararme ante toda esta diversidad preguntando, o diciendo es esto o aquello, sino marcar “es esto, y esto también, y esto, y esto”. –Es difícil definir una frontera. –Sí, incluso dentro de la misma provincia, donde hay una historia com-
la particularidad de la identidad misionera es la diversidad. Uno no puede decir que no hay una identidad, pero nuestro concepto de identidad debe flexibilizarse. Creo que esto vale para Misiones y también para el país. Cuando hablamos de identidad argentina tenemos incorporado un concepto bastante limitado, pobre, al que solamente le adjuntamos determinadas imágenes, como el gaucho por ejemplo. Nuestro país nos muestra regiones con una multiculturalidad, con sociedades con
Es una provincia que hay que caminarla y recorrerla. Hay que meterse por los pueblos para entenderla pleja y una superposición de colores, de estéticas y de culturas a lo largo de los últimos 200 o 300 años. Está la influencia del mundo guaraní, toda la población mestiza y criolla, con expresiones desde donde se estructura nuestro folklore. Y luego el aporte de la inmigración, que vino a principios de 1900, con polacos, ucranianos, rusos. Mis abuelos eran inmigrantes ucranianos, suizos, alemanes. Es una superposición de estéticas, y cuanto más uno las conoce y las profundiza, las integra y toma todo eso como colores para construir su propio mundo sonoro. Algunos pondrán más en juego unos elementos y otros pondrán otros. Yo pongo sobre la mesa los elementos que se ven en mis discos, en mis conciertos, en todo lo que llevo adelante a lo largo de los últimos 25 años. LA DIVERSIDAD –Dentro de esta compleja frontera, ¿aparece una identidad misionera? –Sí, precisamente, lo que pasa es que
un complejo étnico enorme. Esto se ve en Misiones con esa diversidad de colores, de elementos que conviven y de las cuales yo estoy rodeado, que son un tesoro. Enriquecen mi propio mundo, mi vida, mi música. No es “esto es paraguayo”, o “esto es muy correntino”, o “esto es muy brasileño”. Todos ellos son mis elementos y los integro como propios. Y esa combinación de elementos, espontánea y genuina, es lo que uno llama identidad. –Y esa identidad se revela mucho en la música, en los instrumentos… –En Misiones se usan como instrumentos de identidad el acordeón, la guitarra, el violín, de percusión, el bandoneón. Y en estilos musicales está por supuesto el chamamé, pero también el llamado chotis o polca rural, músicas europeas que hace 100 años se tocan en la provincia, y que ya son también misioneras, han adquirido un color y una impronta muy del lugar. Esta provincia, que es relativamente nueva con respecto a otras, con la gran cantidad de
inmigrantes que ha recibido desde principios de 1900, tuvo una inyección de un montón de otros tonos. Dentro de la misma provincia desde el Sur hacia el Norte va cambiando. Donde se han asentado más las colonias de inmigrantes es en el centro, en lugares como Oberá, Puerto Rico o Eldorado. Después están los diversos matices que dan las costas de los ríos Paraná y Uruguay. Es una provincia que hay que caminarla y recorrerla. Hay que meterse por los pueblos para entenderla, como Panambí, a unos 45 kilómetros de Oberá, yendo para la orilla del río Uruguay. Es un lugar único. Cuando vas por la ruta llegando al pueblo, aparecen imágenes que te quedan, como el carro de bueyes tirado por el agricultor, es maravilloso. –¿La orilla es importante para el misionero? –Es importante en el sentido que integra, es un vaso comunicante sumamente enriquecedor y fortalecedor de toda una cultura. Nosotros dentro de nuestro país tenemos mu-
chas orillas y sería importante que reflexionemos cómo nos paramos ante ellas, en cuanto a idea de país, en cuanto a nuestro concepto de comunidad, de sociedad. –¿Y cómo es el misionero? –El misionero es el que cuando habla se come las eses (risas). El misionero es el que duerme la siesta, toma mate dos o tres veces al día, y está por sobre todas las cosas muy conectado con lo cotidiano y sus relaciones muy cercanas, el patio de su casa, todo lo que sucede allí, su vecino, su familia. Pone mucha energía en eso, en lo más cercano. Llama la atención no encontrar en ese living cálido, de paredes blancas, donde se desarrolla la charla y donde Chango compone parte de sus creaciones, alguno de los acordeones con los que ha recorrido el país y el mundo. En cambio, hay un piano de pared del que el artista saca algunos acordes. “Lo que pasa que el elemento del compositor es el piano –explica–. Es más ilimitado, es más amplio armónicamente. La
anatomía del acordeón, las maneras en que están acomodadas las teclas para la mano izquierda le da una cierta estructura, condiciona. Por eso todo lo que suena tradicional lo compongo en el acordeón, pero todo lo que no suena tradicional y que tiene desarrollo en una nueva dirección está puesto en el piano.” –¿Empezó a componer de joven? –A los 15, 16 años. El compositor comienza a venir cuando uno empieza a querer dejar su impronta. Uno va impregnando con su estilo desde un arreglo o una manera de reinterpretar a otro compositor, lo que en el chamamé se hace siempre sobre músicos tradicionales. A veces hay una necesidad de decir muchas cosas más, y esa necesidad de reinterpretar no alcanza, entonces uno necesita crear su propio lenguaje, ahí aparece el compositor. Cuando uno empieza a componer no hace grandes cosas, pero si uno sigue ahondando en esa dirección probablemente se encuentre en el futuro con algunos resultados más constructi-
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vos. Es una cuestión de tiempo. Seguir ahondando en esa necesidad, no solamente por crear una melodía nueva o una armonía. Uno va creando un concepto sonoro no sólo con lo que compone sino también por cómo lo interpreta, cómo arma ese repertorio, el disco, un concierto, es toda una construcción de un mundo sonoro que habla de uno y del punto de vista que tiene sobre las cosas. LOS TAREFEROS Spasiuk empezó con la música desde muy chico, influido por su padre,
un carpintero ucraniano que tocaba el violín y que le regaló su primer acordeón cuando el Chango tenía 12 años. Después de tocar en fiestas y kermeses, a los 18 años vino a Buenos Aires y no paró más. Recibió el Premio Consagración en Cosquín y siguió su carrera ascendente. Siempre tratando de estar muy cerca de sus orígenes y de los hombres y mujeres de su tierra al momento de expresarse, de llevar su música por el mundo. Su primer disco editado internacionalmente, en 2006, fue Tarefero de mis pagos, un homenaje a quienes trabajan, generalmente,
en condiciones durísimas en las cosechas de la yerba mate. “El disco es una interpretación del trabajo de dos compositores de Concepción de la Sierra, los hermanos Héctor y Félix Chávez, que habla del oficio de tarefero. Sentía que era un nombre, un disco y un concepto sonoro como para decir ‘si yo viajo por el mundo en un circuito donde todos tienen algo para decir, lo que yo tengo para decir es sobre este oficio’. No sólo hablo de la música y el lenguaje sonoro sino de todas las historias que hay detrás de ese sonido. Y yo sentía que un lugar único en el
El ARTISTA Chango Spasiuk empezó a tocar el acordeón haciendo chamamés junto a su padre y su tío en kermeses y fiestas del pueblo los fines de semana. Comenzó a hacerse conocido en su provincia luego de presentarse en el programa Expresión Regional Chamamecera que difundía por televisión a los músicos locales. A los 18 años viajó a Buenos Aires para aprender acordeón con el maestro Norberto Ramos, y empezó a tocar en algunas peñas. En 1989 se presentó en el festival de Cosquín y recibió el premio consagración, iniciando una exitosa carrera que lo ha llevado a presentarse por todo el país y en teatros de Europa, Canadá y Estados Unidos. Participó en conciertos y discos de músicos como Mercedes Sosa, León Gieco, Divididos, Raúl Barboza, Jaime Torres, Chucho Valdés y Fito Páez, entre otros. Entre su obra discográfica puede nombrarse Chango Spasiuk, Polkas de mi Tierra, Tarefero de mis Pagos, El encanto del chamamé, Chamamé crudo. Su útimo trabajo es Pynandí (pies descalzos).
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mundo es la provincia de Misiones. Un lugar donde crece una planta que no crece en otros lados, que es la yerba mate. En donde crece algo que es más argentino que el fútbol, el vino y el asado. Porque se consume en toda la Argentina, en todos los estratos sociales y de edad, y porque es algo muy lleno de imágenes. En el librito del CD hay una reseña sobre qué significa, qué es el tarefero, qué cosecha, con explicaciones para que lo lea un inglés o un alemán. Y vi que en Argentina, salvo los misioneros, la gente tampoco sabía qué era un tarefero. Algo lindo también es que busqué un nombre que no tenga traducción al inglés. No existe una traducción de tarefero o de pagos.” –¿Y cómo nace su última producción, Pynandí? –Nace de los recuerdos. Está relacionado con el patio de mi casa, y en la carpintería de mi padre, donde aprendí a tocar el acordeón. Esos fondos de las casas son lugares calurosos, entonces uno estaba descalzo mientras aprendía los sonidos del instrumento. Hoy en día los lugares donde me presento son muy diferentes al patio de mi casa, pero trato de no perder esa capacidad de asombro con el sonido, de entusiasmo con la música de cuando era un niño. De alguna manera Pynandí habla de no perder esa cosa de chico, de sorprenderse uno todavía de esos acordes que lograba por primera vez. –Al pensar en los pies descalzos aparece la imagen de una provincia también de mucho sacrificio. –Pies descalzos es una palabra llena de imágenes. Es la imagen de pueblo rural, también uno la asocia con la carencia, con la ausencia, la pobreza, el agricultor, y la música que directamente está relacionada con un mundo de campesinos que no tiene nada que ver con un mundo urbano. –¿Quiénes han sido sus maestros en
la música? –Hay dos grandes maestros de la música de Misiones: uno es Blas Martínez Riera, y el otro es Luis Ángel Monzón. Riera, nacido en Posadas, es más chamamecero, y Monzón, que es de Concepción de la Sierra, más de hacer chotis. Tengo casi todos sus discos, me crié escuchándolos, aprendí mucho de ellos. Más tarde aparecieron Cocomarola, Ernesto Montiel, Yupanqui, Piazzolla. Estos músicos, como decía Yupanqui, son como una antorcha que usan los pueblos para ver la belleza en el camino. Después me gusta la poesía de Ramón Ayala. También me inspiran artistas plásticos como Mandové Pedrozo, que muestra una costa del río que ya no está. Habla de una relación de los posadeños con el río que ya no existe. Los niños pescando, las canoas, las lavanderas. –¿Cómo ve a los más jóvenes con el folklore, el chamamé? ¿Hay interés, renovación? –Hay interés, lo que pasa es que la sociedad cambió mucho. Cuando yo empecé a tocar había dos canales de televisión y eran en blanco y negro, no había canales de música, no había iPod ni computadoras. La mayor dificultad que tiene la nueva generación de músicos es vivir en una sociedad donde constantemente te están pidiendo resultados inmedia-
tos. Eso hace que se pierda un poco el sentido de la música. Se pierde la reflexión de si es constructiva, no sólo entretenimiento. Hoy todo es como un torbellino. Por eso hay que estar en eje y tener mucho amor por el camino que uno quiere hacer para mantenerse firme y fuerte en eso que uno elige. Por otro lado, la gran ventaja que tienen es que poseen un gran manejo de las herramientas tecnológicas y pueden grabar música en sus casas, crear una red para mostrar sus trabajos. Creo que por sobre todas las cosas hay que tener presente que la música es parte de la vida, y uno no la puede sacar de ese contexto. Hay muchos músicos jóvenes que hoy van por buen camino. De Misiones puedo nombrar a los hermanos Núñez, Fabián Mesa. Son una generación de músicos responsables, con mucho entusiasmo, y profundos conocedores de la provincia y de su historia. Spasiuk va en busca de un acordeón. Entra en juego con el instrumento y aparece una hermosa melodía. “A pesar de los cambios –dice– creo que en Misiones nunca dejarán de existir los chicos descalzos tocando el acordeón y las reuniones en el patio de casa”. Sergio Limiroski Fotos: Robert Remonteo
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NOVIEMBRE DE 2012 - ARGENTINA
LA PRIMERA CASA En Concepción de la Sierra figura la primera casa inscripta en el registro catastral de Misiones. La edificación fue construida y habitada por Arturo Pernigotti desde 1890, quien vio nacer el pueblo que dos siglos atrás había albergado a la primera colonia jesuítica del Alto Uruguay. Abandonada por varias décadas, la familia del colono donó la casa a la Munici-
palidad, que hace siete años la recuperó para convertirla en la Casa de la Cultura de Concepción. La edificación fue puesta en valor manteniendo las piezas originales del frente y sus techos. Actualmente, además de brindar actividades relacionadas con las artes, la casa alberga elementos y restos de las construcciones de los primeros jesuitas.
PALACIO DEL MATE
DESDE LA CRUZ Las vistas que ofrecen los miradores de las cataratas del Iguazú son únicas en el mundo. Pero Misiones también permite observar otros paisajes, otras panorámicas. Por ejemplo, las del Parque Temático de la Cruz, un emprendimiento turístico localizado en las cercanías de la ciudad de Santa Ana. En casi 58 hectáreas sobre el cerro que da nombre a la localidad, además de apreciar la selva autóctona, el primer mariposario de la provincia, y la variedad de aves naturales, se puede ascender a una cruz metálica que con su base de hormigón llega a unos 82 metros de altura que permiten mirar el hermoso paisaje verde y rojo, divisar las aguas del río Paraná y las ciudades de Posadas, La Candelaria, Leandro Alem, Oberá y Santa Ana.
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Inaugurado el 18 de octubre de 1952, el Palacio del Mate es uno de los patrimonios culturales más destacados de la ciudad de Posadas. Ubicado en la esquina de Rivadavia y Bolívar, sus salas sirvieron desde sus comienzos como punto de encuentro del pueblo posadeño. Allí se desarrollaron peñas folklóricas, clases de enseñanza de danzas, charlas de escritores, bailes y hasta contó con una sala de truco y pulpería. Utilizado luego para otras actividades por gobiernos de facto, recién hace 14 años recuperó sus funciones, y hoy se encuentra en etapa de recuperación. Volvieron las actividades culturales y se han puesto en valor destacados murales de artistas como René Brousseau y Adolfo Neunteufel.
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LOS FUEGOS DE SAN JUAN
Celebración popular misionera
Es una noche al año donde la fe y el fuego son los principales protagonistas y la caminata sobre brasas ardientes, el mayor desafío. Una antigua tradición que se mantiene en las ciudades y en el interior de esta provincia litoraleña.
Cada 23 de junio, Misiones se enciende. Lo pagano se entrelaza con lo religioso para celebrar la fiesta de San Juan, cuyo origen se remonta a tiempos inmemoriales, y envuelve a cada barrio en las ciudades y a cada pueblo de la tierra roja en verdaderas batallas entre el fuego y la fe. Sus rituales esconden la búsqueda de la purificación de las almas y la salud de los cuerpos que enfrentan el poder del fuego. Gran parte de los asistentes tocan las llamas con sus manos o caminan sobre brasas. Desafían el temor y, muchas veces, lo vencen. La tradición de culto al fuego –originariamente un homenaje al sol– es una ceremonia que se reitera
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en muchas partes del mundo. De origen pagano, se convirtió desde hace algunos siglos en la fiesta de San Juan. Ese proceso, derivado del intento de la Iglesia católica por cristianizar la celebración, hizo que –por imperio de la colonización– la noche más larga, el 21 de junio, cediera su lugar al día 23, nacimiento de Juan el Bautista. Más allá de ese cambio, “la fiesta sigue manteniendo mucha fuerza laica, atávica”, explica la doctora Liliana Daviña, investigadora de la Universidad Nacional de Misiones. Los rituales festivos comienzan en toda la provincia cuando caen las luces del día, y se mantienen hasta la madrugada del 24, según permi-
tan las temperaturas para una fiesta que, por su naturaleza, se celebra al aire libre. Las ferias, los alimentos típicos –entre los que jamás faltan el chipá y las porciones de sopa paraguaya–, las danzas y las kermeses que los asistentes comparten esa noche en las calles casi son excusas. Todos esperan en realidad los desafíos del fuego. En ese elemento que la naturaleza humana respeta, pero también teme, está el sentido real del encuentro. SECRETOS DEL FUEGO SAGRADO Misiones da su propio tinte a las fiestas, aunque respetando la mayoría de las tradiciones que repiten
otros lugares del mundo. El cruce de brasas es, sin dudas, la más difícil de las pruebas. Los celebrantes caminan descalzos a medianoche sobre un colchón real de brasas candentes de casi tres metros de longitud, y la tradición sostiene que aquellos que se entregan a la fe y a la fuerza de sus promesas no se quemarán. Aunque eso no siempre suceda y, al decir de Daviña, algunas veces “se dañen feo”. Miguel Maiztegui es un médico misionero que hace muchos años vive en Buenos Aires, pero recuerda las anécdotas de su padre, don Aníbal, un maestro rural ya fallecido: “Mi padre hizo el cruce en 1950. Recuerdo su relato de esa noche, en la que fue a la fiesta con mi madre, que era muy creyente”. Si bien don Aníbal no lo era –según su hijo–, esa noche fue el único que no se quemó en el cruce. “Mi padre me contaba que
caminó despacio, lentamente. Que sintió un enorme calor por todo el cuerpo. Al llegar al fin del camino, no tenía una sola quemadura. Él no era partidario de acercarse a ninguna celebración; sin embargo, a ésa sí quiso ir y hacer nada menos que eso”. Y “eso” es algo que a Maiztegui, como hombre de ciencia, le genera sus zonas inexplicables. “Lo único que puedo decir como médico es que cuando la piel toca fuego, se quema. Es así de simple. Pero –concede sonriendo– la mente es poderosa”. La manera en que se preparan las brasas guarda un secreto profundo que muy pocos conocen. Uno de los portadores de ese legado ancestral es Andy Ruiz, un misionero que desde hace diez años se ocupa en Posadas de ese ritual. Su aprendizaje empezó cuando era muy pequeño. “Iba a observar y a conversar con los que preparaban las brasas
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en la parroquia de mi barrio, San Miguel”, recuerda. Según Andy, la madera debe ser dura: lapacho o petiribí. Quienes preparan las brasas acomodan los trozos de leña en cruz y, sin la ayuda de ningún combustible que contamine el proceso natural de encendido, velan ese largo proceso que dura cerca de seis horas. Las brasas deben estar listas para ubicarse sobre el rectángulo excavado en la tierra para la medianoche, hora del cruce. “La verdadera esencia de ellas es la oración”, dice Andy. Son palabras que se mantienen ocultas para todo
el que no haya sido ungido por esa enseñanza. “Ahí está el secreto –revela–; hay que pronunciarlas antes de encender el fuego, y eso es lo que da el poder de purificar o hacer que las brasas quemen al que cruzó sin fe en sus promesas”.
Las llamas toman en la noche de San Juan otras formas lúdicas. Como la pelota tata –“fuego”, en guaraní–, una suerte de fútbol que se juega encendiendo una esfera armada con alambres, rellena de trapos em-
bebidos en querosén. Ahí empieza una danza de destreza en los pies que la patean y sostienen, intentando salir airosos de las quemaduras. Es un juego desafiante, riesgoso, atractivo, que no tiene un ganador, ya que, según señala Daviña, “quien se atreve a jugarlo ya lo es”. Esos participantes son adultos y, a veces, también niños. Menos peligroso, aunque no menos bello, es el juego del toro candil. Un enorme muñeco con forma de toro que alguien maneja y cuyos cuernos –“guampas” los llamará Daviña– se encienden y persiguen, anaranjados y feroces, a
UN APORTE COLECTIVO
el teatro popular, con Liliana Daviña como directora. “Todos los años participamos de la fiesta, y el libro de la obra cambia anualmente, producto de una construcción colectiva que está marcada por los códigos populares. Hay cuestiones que se mantienen, pero hay otras que cada año varían”. Así, mucho antes de esa noche, todos quienes quieran participar de la cons-
trucción del guión se suman libremente. La letra que se construye es muchas veces una alquimia de lenguas. Daviña, experta en relatos, lo resume: “Mezclamos lo que sea necesario. Hay cosas que sólo pueden ser respetadas en su condición, si están en su idioma. Eso para nosotros es muy natural, porque somos una región cultural más allá de las fronteras”.
El grupo teatral La Murga de la Estación es un colectivo cultural que nació en 1999 y desde hace algunos años incorporó a la fiesta de San Juan un aporte que ha generado la inclusión activa de las nuevas generaciones en la tradicional celebración. Por lo menos en Posadas, la jornada suma
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JUEGOS DESAFIANTES
los atrevidos toreros casuales. Los juegos tienen un punto culminante. Es el momento de la quema del muñeco de Judas, que se realiza, indefectiblemente, en la exacta medianoche. En ese instante hay música de tambores y cantos. Y cuando las llamas casi han devorado al muñeco de más de dos metros de altura, todo se inunda de un silencio profundo. El ritual en Posadas ha sumado en la actualidad un nuevo sentido. Cada año, Judas cambia de rostro, tomando la imagen de aquello que la comunidad desea castigar. A veces es una persona, otras un flagelo colectivo. “Judas se desprecia, se quema –explica Daviña–, y esa tradición de sátira y denuncia también tiene en ocasiones figuras abstractas, por ejemplo, la de un cartel que diga ‘Hambre o guerra’”. Tan profundo es el sentido de ese momento, que es el único que no deja de celebrarse jamás. Si ese día en Misiones llueve, los fuegos duermen hasta el año siguiente en casi todo, menos en lo que al muñeco respecta, que esperará el primer fin de semana seco para sellar su incendio. Solemne, dice la investigadora: “Ese muñeco es maldito. Nació para ser quemado. No debe guardarse jamás.” San Juan tiene un misterio que excede otras fiestas. Es la búsqueda de la paz de los perdones desafiando el riesgo de las llamas. Sus asistentes
no saben bien por qué se arriesgan, pero se entregan. Es la imagen del respeto a los legados festivos ancestrales. Algo parece claro: San Juan es una fiesta de profundo arraigo, más allá de su convocatoria o de cuán artesanal sean las diferentes expresiones de su celebración. Es evidente que todo lo que tiene de antigua lo tiene de presente en el legado a las futuras generaciones. “A veces veo a los que cruzan las brasas y pienso qué será lo que pasa
por dentro de ellos en ese momento. Es una fuerza rara. Hay gente que llega hasta el colchón y, de repente, se saca los zapatos y cruza. Vi que algunos, cierta vez, lo hicieron hasta dos y tres veces en una misma noche. Es como si una fuerza los tomara y les dijera que tienen que hacerlo”. Andy, dueño del misterio hecho palabras, confiesa sin embargo: “Yo jamás me animé”. Andrea Frade Fotos: Gentileza Mauro Machuca
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CATARATAS DEL IGUAZÚ OTOÑO - INVIERNO 2012
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las imponentes cataratas del iguazú, una de las siete maravillas naturales del mundo, resaltan la esencia de una nueva experiencia cardón®, espíritu de nuestra autenticidad como estilo de vida.
Director: José Mutti - Gerente de Producto: Florencia Bayá - Diseño y Estilismo: Sol Duhart, Patricia Lerzo, Verónica Martorelli, Soledad Márquez, Patricia Mendonça, Micaela Musi, Agustina Mutti, Virginia Pastore, Alfonsina Romani - Producción: Sandra Capuano, Mariana Castelli, Silvina Inda - Diseño: Florencia Nuñez, Paola Velez - Fotógrafos: Raúl De Chapeaurouge, José Luis Raota - Modelos: Azul González Aparicio, Gastón Elola - Gurises: Milagros y Bautista Ortíz - Peinados: Leo Paparella - Maquillaje: Natalí Rensin para Estudio Novillo Locaciones: Don Enrique y Parque Nacional Iguazú - Agradecimiento especial a: Ministerio de Turismo de la Nación, Secretaría de Turismo de la Provincia de Misiones, Administración de Parques Nacionales, Parque Nacional Iguazú, Lodge Don Enrique, Sheraton Hotel Iguazú, Iguazú Forest, Aguas Grandes, Marcela y Felipe Lacour, franquiciados de Cardón Posadas y Corrientes.
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El Primo Del Campo GATO PETERS
Azul cielo, todo verde, tierra roja… es Iguazú… Aguas grandes… guaraní… para decir cataratas… Alto Paraná en el mapa… el litoral de la patria… Mundo de las cataratas, asombro de todo el mundo… Los ciento cincuenta saltos… y la Garganta del Diablo… Patrimonio universal, una maravilla más… Cálido clima… y húmedo, subtropical Misiones de los jesuitas, generosidad en paisaje Misiones diversidad, fauna y flora abundante… Mercosur desde el principio… ecología desde antes acuífero Guaraní… acomodando discursos reserva de agua al mundo, potestad de los recursos… Cuento de Horacio Quiroga… Mensú de los yerbatales, letra de Ramón Ayala… Y la voz de María Ofelia, susurro arisco del agua… Misiones Chango Spasiuk, acordeón de la nostalgia de aquella gente ucraniana Misiones de la madera, Misiones, agua que canta… Iguazú del norte y este… frontera internacional Viejo cuento de frontera, cuando íbamos a Paraguay a comprar cosas baratas, locos por la electrónica… Venían unos folkloristas de regreso de una gira… y ahí en el control de aduanas, les abrieron la valija y… llena de transistores… –¿Y esto qué es?... Dice el control… –Ah –dice–, es para darles de comer a los pollos… –¿Y los pollos comen esto? –Ah… no sé, yo se los doy… si lo comen o no, es cosa de ellos… Como Iguazú,… Cosas Nuestras…
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Investigación y textos: Claudio Bertonatti (2012) - Infografía: Fernando San Martín
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Sabor y acento guaraní COMIDAS TÍPICAS MISIONERAS
Bajo el escenario exuberante de la selva, con sus ríos y arroyos, Misiones reúne una riquísima mezcla de culturas. Nativos, criollos, inmigrantes y fuertes influencias fronterizas marcaron la identidad de la provincia, y sus comidas típicas reflejan esos matices tan diferentes. “Existe una gran variedad: una mezcla de los productos nativos, que se vio invadida por la cocina guaraní paraguaya –que es el chipaguazú o sopa paraguaya–, y todo lo que se incorporó por los inmigrantes de colonias alemanas, suizas, entre muchas otras, con lo
surubí envuelto en hojas de banana, acompañado con caburé, reviro y mbeyú. Para el postre: dulce de mamón en almíbar. El surubí, explica el chef, abunda en los ríos Paraná e Iguazú y tiene carne muy noble. El embeyú es como una tortilla hecha con almidón de mandioca, el caburé, una masa de chipá enrollada de un palo que se hace al fuego, y el reviro -que oficia como una especie de pan- se prepara con harina, agua y huevo. El mamón es una fruta típica misionera. Para acompañar, un buen vino blanco suave y a disfrutar.
Caburé
Reviro
Mbeyú
Ingredientes
Ingredientes
Ingredientes
3 tazas de almidón de mandioca 3 huevos batidos 3/4 taza de leche 1 cucharadita de sal fina 100 g de manteca 1/4 kg de queso tipo Chubut, pategrás o criollo
Preparación
Poner el almidón sobre la mesa en forma de corona, echar en el hueco que queda los huevos batidos, la manteca, la leche y la sal. Unir los ingredientes lentamente. Si la masa queda seca, agregar un poco de agua hasta obtener una masa suave y blanda. Amasar bien y una vez que la masa no se pega a las manos, está lista. Envolver un palo limpio o un espeto redondo y cocinar durante 15 o 20 minutos girando sobre la brasa o leña.
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que se logró una mixtura grandiosa”, señala con entusiasmo Octavio Chazarreta, chef reconocido en Iguazú, donde vive hace once años y tiene hoy su propia empresa de catering. “Algo muy particular de la cocina misionera –explica Octavio– es que se trata de una comida suave, sin condimentos muy fuertes ni picantes, que todo el mundo puede comer. Pero no deja de ser una comida pesada, con muchos carbohidratos”. Como un plato sería insuficiente para sintetizar tanta diversidad, el chef eligió un menú completo:
500 g de harina común 100 g de grasa para freír Sal y agua
Preparación
La masa es similar a la de la torta frita. Se mezcla la harina con la sal y el agua hasta que queda una masa más bien blanda. Luego se forma un bollo. Calentar en una olla negra (esas de tres patas) un poco de grasa y cuando esté tibia colocar la masa dentro. Cuando está dorada la parte de abajo, se da vuelta y con una cuchara de madera se va golpeando despacito la masa hasta que se vaya partiendo en pedacitos. De esta manera se va cocinando el resto de la masa. Una vez que se “picó” la masa, dejarlo un ratito más en el fuego hasta que se cocine por completo.
Almidón de mandioca Queso tipo parmesano rallado fino, a gusto Agua y aceite
Preparación
Colocar el almidón y el queso en un bol, incorporar agua de a poco mientras se va mezclando hasta que quede una masa arenosa y húmeda. En una sartén antiadherente colocar un chorrito de aceite y cuando esté caliente dispersar una fina capa de la masa, aplastarla con una espátula y una vez que se doró dar vuelta y cocinar. Estas tortillitas tienen que comerse calientes.
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Foto: José Luis Raota
Surubí envuelto en hoja de banana Ingredientes
1,5 kg de filete de surubí Hojas de banana Sal y aceite
Preparación
Foto: José Luis Raota
Foto: José Luis Raota
Cortar las porciones de surubí, sellarlas en sartén de ambos lados y salpimentar. Envolver las porciones en hojas de banana asegurando con palitos de escarbadientes. Cocinar en horno a temperatura media durante 15 minutos. Se acompaña con arroz blanco.
Mamón en almíbar Ingredientes
2 kilos de mamón Azúcar: según el peso del mamón pelado y sin semilla Agua 10 clavos de olor
Preparación
Pelar el mamón, quitar la semilla y cortar en cubos. Luego pesar y ese mismo peso se agrega en azúcar en una olla. Cubrir el azúcar con agua, poner a calentar y cuando comience a hervir, agregar la fruta y los clavos de olor. Hervir a fuego fuerte hasta que la fruta quede translúcida. Coloque en un frasco y deje enfriar.
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Sabiduría de la selva El cuidado del bosque atlántico
La provincia de Misiones es la única región que preserva parte de la selva original que fue devastada en Brasil y Paraguay. El valor ambiental, cultural y social de una zona única. La toma de conciencia, los desafíos y los peligros que siguen al acecho.
La selva peligra. “Si se pierde, desaparecerán quince millones de años de sabiduría”, aseguran los protagonistas de la cruzada por su conservación. Misiones es un enorme cofre que guarda un tesoro natural invalorable. La última parte de un gigantesco pulmón que también poseían Brasil y Paraguay, pero que ha sido destruido casi totalmente. El bosque atlántico, o selva paranaense, es la mata verde más imponente de nuestro país, una de las mayores y más amenazadas del mundo y un ecosistema único. Allí habitan la mitad de todas las especies de aves y mamíferos existentes en Argentina. Sus ríos se pueblan con más de 300 especies de peces, y existen 250 tipos diferentes de arbóreas junto a las que viven 200 variedades de orquídeas. Lo profundo de su suelo está atravesado por una de las mayores reservas de agua dulce del mundo, el acuífero Guaraní. Hasta mediados del siglo XX, ese
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Foto: Gentileza Ministerio de Turismo de Misiones
manto verde alcanzaba las cien millones de hectáreas y abarcaba territorios de Argentina, Brasil y Paraguay. Los mapas de extensión selvática elaborados entre los siglos XVIII y XIX muestran que, originalmente, Argentina era el país que menos extensión boscosa poseía dentro del bloque de esas tres naciones. Hoy, en cambio, es el único que la conserva. Casi la mitad de su herencia histórica natural permanece intacta, y representa el 7,8% del total que existía en los tres países hasta el siglo pasado. Hoy, Brasil y Paraguay apenas tienen algo de bosque residual. Casi todo sucumbió al monocultivo sojero y la deforestación. Buscar las razones que nos hacen aún depositarios de lo que nuestros vecinos ya no poseen es bucear en el interior de un interesante ciclo que conjuga tiempo, demografía y conciencia. “Brasil hace 500 años que avanza sobre sus zonas natu-
rales, y otros tantos años Paraguay. Misiones es una provincia joven, con poco más de 200 años de vida y carece de zonas densamente pobladas”, explica Jerónimo Torresin, docente e investigador experto en biodiversidad. La conciencia sobre la importancia de la preservación del ambiente es, en la actualidad, el factor más importante: “Hemos sido ejemplo en la toma de conciencia sobre el cuidado que es necesario tener”, reconoce el especialista. Misiones tiene hoy más de setenta áreas protegidas, y existe entre los conservacionistas una particular obsesión por evitar la fragmentación del bosque. El motivo no es caprichoso: “El yaguareté necesita 525 mil hectáreas para tener garantizada una superficie de sustentabilidad para la especie. El águila arpía, 700 mil”, explica el ingeniero Luis Rey, ex ministro de Ecología provincial. En la mención de los dos más grandes
predadores que se conozcan –hoy en riesgo de extinción– se explica la pasión que los conservacionistas ponen para tratar que se comprenda que una selva segmentada es una selva en agonía. Desde 1999, la Fundación Vida Silvestre desarrolla el proyecto de conservación “Selva paranaense”. Convertido en otro actor fundamental, financia programas específicos llevados adelante por profesionales del Centro de Investigaciones Bosque Atlántico (CeIBA-Conicet) en los que monitorean –entre otras tareas– estas especies cuyo riesgo de desaparición es concreto. El yaguareté, o panthera onca, es un verdadero desvelo para los expertos. Declarado monumento nacional natural en 2001, el ícono entre los animales capturado con fines de monitoreo fue Guacurarí, un ejemplar de 71 kilos –así bautizado en honor a un caudillo misionero– al que en 2009 se le colocó un dispositivo
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que permitió, sin ocasionarle ningún daño, obtener datos valiosos para trabajar con la especie. Guacurarí murió víctima de cazadores este año. La repercusión e indignación fue enorme, no sólo entre los conservacionistas, sino en todo Misiones. “Mataron al rey” fue una consigna que convocó, incluso, a los vecinos en las calles. ESFUERZOS DE PRESERVACIÓN Un estudio realizado por la Universidad Nacional de Misiones muestra que, entre 1930 y 1975, las hectáreas protegidas de selva se mantuvieron
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sin superar las 100 mil. Los expertos consideran un hito a la década del 80, momento en que la toma de conciencia se volvió acción directa. Entre esa década y el 2000, las superficies protegidas se quintuplicaron por la creación de parques nacionales, provinciales, reservas culturales o de vida silvestre. La tarea implicó un complejo entramado jurídico que vinculó tierras de propiedad privada y pública. Un camino que no fue fácil, sobre todo en la década del 90, cuando multinacionales madereras presionaron fuertemente para extender sus zonas de explotación.
Ese proceso de toma de decisiones para el cuidado de la selva tuvo altibajos a lo largo de todos estos años, pero nunca se cortó. “Tuvimos el primer Ministerio de Ecología que hubo en el país, y se creó el corredor verde, que fue una idea revolucionaria por su concepción”, cuenta Torresin. El biólogo habla de la franja que une los Parques de Salto Encantado por el sur con el Parque Nacional Iguazú al norte, protegiendo otras reservas que están en esa traza –como la de Yaboty–, lo que permite que actualmente el bosque tenga una franja de sustentabilidad basada en un millón 100 mil
Foto: Gentileza Ministerio de Turismo de Misiones
hectáreas continuas. “Una extensión que permite contener la biodiversidad intacta original”, explica Rey. La preservación de esa franja, impulsada por la gestión del ex ministro en 1998 e ideada por expertos reconocidos, como el fallecido Juan Carlos Chébez, un especialista “de culto” para los conservacionistas misioneros, es crucial. El proyecto original fue pensado con alcance internacional, aunque cuestiones burocráticas y presuntamente vinculadas a las políticas de explotación agrícola llevadas adelante por Paraguay y Brasil abortaron esa continuidad territorial. Una
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imagen lo resume: “Los guaraníes van migrando. Toman un pedazo de tierra, hacen algunos cultivos mientras cazan, agotan ese pedacito y se corren. Siempre, claro, orientados hacia el mar. Ahora, cuando van hacia el Este se encuentran con un mar, pero de soja”, explica Rey cuando describe la frontera este con Brasil. Es evidente, entonces, que existe una urgencia estrictamente humana. Las comunidades originarias subsisten sólo gracias a su absoluta simbiosis con el ecosistema reinante en la selva. Sin ella, sufrirían un proceso de peligrosa aculturación, que los condenaría a desaparecer. “Sin selva, no hay guaraníes”, dice Rey, parafraseando al médico indigenista Luis Honorio Rolón, ya fallecido, quien supo dejar una profunda huella entre los conservacionistas misioneros. DESARROLLO SUSTENTABLE Todos los caminos del debate sobre la conservación del bosque coinciden en
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señalar la importancia del desarrollo sustentable. Esto es, permitir que las tierras que cuentan con recursos explotables no sean sujetos de devastación, sino de un aprovechamiento racional y escalonado, que permita la autorrecuperación de suelos y especies. El bosque implantado es uno de los mayores focos productivos de la provincia. Se trata de extensiones en las que se plantan especies no nativas, pero sí “maderables”, para ser luego explotadas económicamente. Entre ellas predomina el pino, cuya tasa de crecimiento es en Misiones muy superior a la que registran otros países productores de esa madera. También lo es el turismo. “Hace unos años, el Parque Nacional Iguazú tenía una afluencia de 300 mil visitantes anuales. Hoy tiene un millón y medio”, explica Rey. Ese enorme potencial de flujo visitante permite un interesante foco de desarrollo económico en la explotación de los llamados “recursos secundarios” de la selva. Un ejemplo son los frutos, a través de los
dulces y licores que preparan y comercializan las chacras que rodean al parque. Una industria que es sin duda una oportuna aliada de la conciencia por impedir la pérdida del último gran pulmón de la región. Existe una ley –“De verdadera avanzada”, opinan los expertos– que desde 1948 otorga a los árboles del macizo boscoso el estatus de “bien de utilidad pública”. Los propietarios privados de tierras selváticas son dueños del sustrato, pero no de lo que crece en ellos. Para explotarlo, necesitan permisos especiales. Misiones cuenta con un rígido sistema de controles, pero la ley no siempre tiene un correlato en la conducta social. Las leyes se incumplen y los destrozos aparecen. Por eso sólo la conciencia colectiva puede salvar a una reina que, aun jaqueada, nos enseña los misterios más profundos de la vida: esos quince millones de años de sabiduría que no podemos permitirnos perder. Andrea Frade Fotos: José Luis Raota
“La yerba mate de Guayakí es concebida como una bebida sagrada.” Alex Pryor, alma máter de esa empresa enraizada en la mata atlántica, ve a su producto como una comunión entre la hierba, las manos que cosechan y el medio ambiente. Desde hace más de una década trabaja en un proyecto que apunta a ganar con un precio distinto al de la destrucción. “El costo social y ambiental, a la larga, lo pagamos todos”, dice el joven empresario formado en Estados Unidos. “Allá estaba siempre con el mate. A veces me decían: ‘Acá no se fuman esas cosas’. Me costó que entendieran que era la bebida de mi país”, relata. Allí empezó a pensar en producir yerba mate. Difundió sus propiedades nutritivas y lo instaló en sus ámbitos. Así nació Guayakí, que desde hace más de una década produce su yerba mate orgánica comprando materia prima a pequeños productores que cultivan a la sombra de especies nativas y cosechan con daño mínimo. Tras un proceso artesanal de secado a leña y un año de estacionamiento, llegará a los mercados de Estados Unidos y Canadá. En ese circuito productivo están integrados colonos y guaraníes, con un vínculo que Pryor define como “horizontal y sin asimetrías.” Las hojas cultivadas bajo la sombra de las especies nativas son elaboradas para el consumo de una sociedad que se ubica a miles de kilómetros, pero que se lleva dentro de sí una parte de todos. “Existen alternativas para no destruir. Tenemos una deuda con la naturaleza y es hora de pagarla”, dice Pryor. Por eso, impulsó además la creación de un vivero en Andresito, donde se rescatan especies para forestar zonas urbanas y difundir el valor del cuidado ambiental. Allí se vincula la tarea de la Fundación Agroecológica Iguazú, que también creó y que promueve nuevas formas de explotación agrícola. Más
Alex Pryor
Fotos: Gentileza Celine Frers
Producir con amor a la tierra
de cien alumnos de escuelas locales participaron ya de talleres de intercambio cuyo fin es encontrar, dicen, “el valor de la diversidad para crear caminos en común”. La tierra por un lado, las comunidades nativas por otro, el interés empresario como tercera pata. “El mayor conflicto es la educación recibida de generación en generación y que traemos todos, con eje en la estructura ‘ganarperder’”, explica Pryor. El empresario
propone el esquema ‘ganar-ganar’, con lucro razonable y sin daño. Un comercio justo con sustentabilidad económica y social, sin daño ambiental ni falsa filantropía: “No sirve tener una empresa con el objetivo único de la rentabilidad y luego donar un porcentaje por medio de una fundación para paliar el daño. Así no se logra jamás cumplir con las necesidades sociales y ambientales”, dice Pryor. Y Guayakí predica con el ejemplo.
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Guayakí es ejemplo de una nueva generación de empresas que incorporan una solución ambiental y social en su núcleo de negocios. Con una sede en la localidad de Andresito, elabora diferentes productos derivados de la yerba mate, pero su misión es regenerar 60 mil hectáreas de la selva misionera y lograr la inclusión de mil familias. ¿Y el lucro? Es importante, pero para ellos no es lo principal y, tal vez por eso especialistas afirman que estas empresas integran lo que se da en llamar Nuevas Economías. Es un fenómeno nacido en Norteamérica, que también desembarcó en Argentina. Se trata de un concepto que va más allá de lo que se conoce como Responsabilidad Social Empresaria. Son las denominadas Empresas B. Pedro Tarak es un hombre apasionado por lo que hace. Con una larga trayectoria impulsando el desarrollo sustentable en Latinoamérica, “Peter”, como lo conocen sus amigos, es uno de los creadores en esta región de Sistema B (www.sistemab.org) que promueve el desarrollo de este tipo de empresas en Argentina, Brasil, Chile y Colombia. “La esencia es que son empresas creadas para resolver problemas sociales y ambientales, y que lo logran a través de las actividades que desarrollan con la fuerza del mercado”, explica este emprendedor que también es socio fundador de Emprendia (www. emprendia.net), una de las primeras empresas en lograr la certificación B en Argentina. Peter describe que las empresas B definen claramente un “Para Qué”, o sea manifiestan el valor público que tienen como objetivo aportar. Para certificar se ponderan los diferentes aspectos de la relación de la empresa con su entorno y con sus públicos de interés (accionistas, empleados, clientes, proveedores, entre otros). “Este proceso – explica Tarak- incluye una escala de valores del ser humano
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Pedro Tarak
Fotos: Gentileza Celine Frers
Inclusión y regeneración
en sociedad”. Después de certificar la empresa está comprometida a dar algunos pasos fundamentales. Por un lado debe hacer una “declaración de interdependencia” en la que se manifiesta conciente de su mutua dependencia con sus públicos y con la Tierra. Por otra parte, se obliga legalmente a incorporar las soluciones ambientales y sociales a su estatuto. “Eso hace que ya no sea voluntario como la RSE”, explica el emprendedor
¿Y qué consecuencias tiene? “Cuando las papas queman –responde Tarakla empresa no puede decir ahora me dedico al lucro, en las B no podés, porque tu naturaleza sigue siendo integrada. Es decir, ante dificultades Guayakí no puede comprar la yerba bajo sol, porque lo que vende son productos de regeneración de selva. Sino no podría venderlos. Por eso en su publicidad, Guayakí vendé la vivencia de un bosque lluvioso. Es otra cabeza”.
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AQUEL HOMBRE Y SU SELVA Reportaje ilusorio a Horacio Quiroga
Soledades, pasiones, su relación con la tierra y con las mujeres. Una charla ilusoria realizada por la escritora Silvia Miguens, con párrafos textuales de Quiroga, para honrar el recuerdo de uno de los más grandes cuentistas de la historia de la lengua española.
El primer contacto que tuvo con Misiones fue en 1903, cuando su amigo Leopoldo Lugones lo invitó a tomar fotos en una expedición de estudio a las ruinas de San Ignacio, ¿verdad?… Horacio Quiroga se atusa la barba y calla. No responde. En realidad pregunta no hubo. Pero qué es una pregunta, me cuestiono y, curiosamente, para definirlas son válidas las palabras con las que Quiroga, definió qué es un cuento: “…
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es una flecha que, cuidadosamente apuntada, parte del arco para ir a dar en el blanco. Cuantas mariposas trataran de posarse sobre ella para adornar su vuelo, no conseguirían sino entorpecerlo”. El escritor cruza sus manos sobre las rodillas y sonríe. Espera… Intento. –¿La soledad ha sido su utopía, don Horacio? ¿Necesitaba vivir fuera del mundanal ruido, y solo? –Solo como un hongo. Como el Gua-
yra en mi cuento “El salvaje”. Solo como un hongo al pie de esas aguas capaces de reabsorber de punta a punta una lancha de vapor… –¿Como un Robinson Crusoe que podría autoabastecerse, y escribir… harto de una sociedad que todo lo da hecho? Porque, según dicen, usted confecciona y construye ropa, muebles, canoas, redes… hasta las sandalias que lleva puestas... –Valdría la pena exponer un día esta peculiaridad mía (desorden) de no escribir sino incitado por la economía. Desde los 29 o 30 años soy así. Hay quien lo hace por natural descargo, quien por vanidad; yo escribo por motivos inferiores, bien se ve. Pero lo curioso es que, escribiera yo por lo que fuere, mi prosa sería siempre la misma; […] misterios vitales de la producción que nunca se aclararán. Como agricultor y artesano vocacional, casi todo mi pensar actual (respecto de la cuestión social) proviene de un gran desengaño. –¿Desengaño también en Misiones? Quizá porque suele no ser bien visto que un gran escritor trabaje como un hombre común… –Lo averigüé un día que, estando yo con la azada o con el pico, me dijo un peón que entraba: “Deje ese trabajo para los peones, patrón”. […] Yo robo, pues, el trabajo a los peones. Yo no tengo derecho a trabajar, ellos son los únicos capacitados. […] El único trabajador que lo ama (al trabajo), es el aficionado. Y éste roba a los otros. –Horacio Quiroga, ha sido un gran exponente de su tiempo. Pareció vivir con ciertos privilegios y bohemia hasta que decidió combatir la indolencia del escritor con la actitud profesional, y la del peón con la actitud vocacional. ¿Buscaba en los libros la respuesta? –Estoy leyendo ahora una Enciclopedia Agrícola de 1836, un siglo, justo, por donde saco que muy poco hemos
adelantado en la materia. –Después de que su última esposa, María Elena, y su hijita regresaran a Buenos Aires, volvió a quedarse solo; hubiera podido, entonces, escribir mejor sin tensiones familiares, con sólo aquel bicherío que ululaba de día y de noche. Sin embargo, se dedicó por completo a escribir cartas… ¿Sentía que ya nada tenía para contar o necesitaba interlocutores y lectores más cercanos? –Cuando he escrito esta tanda de aventuras de vida intensa (la serie de cuentos publicados en la revista Fray Mocho), vivía allá, y pasaron dos años antes de conocer la más mínima impresión sobre ellos. […] venía por aquí (Buenos Aires) cada dos años, apenas si uno que otro me decía dos palabras sobre esas historias, que a lo mejor llevaban meses ya de aparecidas cuando veía a alguien. –Quiere decir que, a pesar del abandono al que terminaron por someterlo sus mujeres, era mayor conflicto la falta de respuesta de los lectores. ¿Por eso tal vez las cartas a un lector tan avezado como su amigo Ezequiel Martínez Estrada? –Sabe usted qué importancia tienen para mí su persona y sus cartas –recuerdo haberle escrito–. Voy quedando tan, tan cortito de afectos e ilusiones que cada uno de estos que me abandonan me lleva verdaderos pedazos de vida. –¿Abandono, pedazos de vida…? Tal vez, vivir sea ir perdiendo pedazos de vida hasta agotarla. Pero ¿acaso no dice que desde niño llenaba sus días con la lectura? –Poe era en esa época el único autor que yo leía. Ese maldito loco había llegado a dominarme por completo; no había sobre la mesa un solo libro que no fuera de él. Toda mi cabeza estaba llena de Poe. Ahora comprendo. Recuerdo a Poe como vital pero oscuro, una carac-
terística de Quiroga, oscuridad, cercanía a la muerte y a la locura. Me gusta practicar un ejercicio con la lectura y con el cine: retomar la misma historia, escrita o en películas en diferentes momentos míos y descubrir o redescubrir cosas nuevas. Releyendo a Quiroga y acerca de él, me sucede de nuevo. A tres años de la expedición de estudio a las Ruinas Jesuíticas, compraba terrenos en San Ignacio sobre una ensenada del Paraná donde, con un par de peones, levantó una cabaña. Allí vivió con
su esposa, Ana María Cirés, y nacieron sus hijos Eglé y Darío, hasta que Ana María se suicidó. Él volvió a Buenos Aires con los niños. Años después, cuando regresó a la selva, llegaba con un nuevo amor, María Elena, compañera de su hija Eglé… –¿Y las mujeres? ¿Ha tenido relaciones complejas con ellas? –La complejidad es femenina, no cabe duda –responde esbozando una vez más una pobre sonrisa–. Y las mujeres emotivas, creo que sin excepción, razonan como lo hace un hombre con 40 de fiebre. Tienen para la vigilia la lógica descabellada que nosotros hallamos solamente en lo más absurdo de los sueños. –Pero usted no ha sido fácil de llevar, por algo su fama de hombre fatal y apasionado… ¿Escritor al fin? Quién sabe, primero se es un ser humano con todas las mañas y luego se deviene escritor, conquistador, romántico,
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apasionado con ese delirio por las pasiones tortuosas… –Yo soy bastante fuerte, y el amor a la naturaleza me sostiene más todavía; pero soy también muy sentimental y tengo más necesidad de cariño –íntimo– que de comida. A mi lado, mi mujer es cariñosa a la par que cualquiera, pero no vive conmigo, aunque viva a mi lado. –…es que a esa complejidad femenina se la ha enfrentado con esa lógica descabellada de los hombres que –según ha dicho– sólo encuentran en sus sueños, y ninguna duda de que usted ha sido un gran soñador… –¡Qué tremendo y complicado es todo esto! Hay cien razones mortales para condenar, y otras cien para excusar. Pero yo soy un solitario, es lo cierto. Mi exceso de personalidad –como dice mi mujer– me hace sentir cadenas en la más ligera traba a mi voluntad. –¿Solitario que necesita un interlocutor o varios… y mucha actividad…? –La única cura para estados como el mío es el trabajo. […] Verá mi día, el de hoy: 5.45. Me levanto, tomo tres mates flojísimos, asunto de excitar el hígado. Enseguida, a rastrillar el ensanche del jardín: 45 x 22 metros, que hice arar ayer y donde he puesto
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17 frutales que compré en Bonpland. 6.30, desayuno. 6.40 a 8, en el parque, macheteando el yuyo que invade la gramilla. ¡Viera mi parque! Lo verá y pronto. 8 a 10, arreglo del taller, muy ordenado desde hace tiempo. 10 a 11.30, vuelta a rastrillar. 11.30 a 12.45, almuerzo. […] 13 a 14, apronte de elementos para calafatear y arreglar la canoa. 14 a 16, en el río con la canoa. […] Todas las tardes, al concluir el trabajo, me pongo pulcrísimo de punta en blanco. […] 17.30, voy al correo y al almacén a traer bulones de 2” para la canoa. (El pueblo queda a 1.700 metros de aquí). 18, enciendo el farol de nafta y arreglo un poco la radio, con radiotrones que he traído del pueblo para ensayo. […] 19, comienzo a escribirle, amigo, y hace un instante pasan el noticioso de La Prensa… –¿Un escritor necesita soledad, y al mismo tiempo interlocutores válidos y saber qué pasa en ese mundo cotidiano que no lo incluye? ¿Compartir su entorno y sus inquietudes? –Deje las ideas de lado y ordene sus sentimientos. Aquéllas están bien en cualquier lado. Y cuanto menos espacio ocupen, mejor. Pero los sentimientos –el verdadero sentimiento de lo que debe ser nuestra vida–,
esto es capital y él sólo debe ocupar la gran vidriera. –¿Y las mujeres? ¿Y Alfonsina? –insisto. Él baja los párpados sobre el brillo intenso que de pronto han tomado sus ojos y sólo murmura unos versos de la Storni. –Así somos, ¿no es cierto? Ya lo dijo el poeta: deseamos y gustamos la miel / Y en el cerebro habemos un poquito de estopa. […] mi alma es toda fantástica, viajera, y la envuelve una nube de locura ligera cuando la luna nueva sube al cielo azulino. –Sabe que sus mujeres han sido libres para decidir, y que hasta Alfonsina decidió cuando la invitó a vivir con él y ella sólo hizo caso a Quinquela, que le advirtió: “¡¿Con ese loco?!”. –Nada más responde. Se aleja por el cañaveral, alcanzo a ver su melena renegrida y ensortijada entre la maleza. Tuve ocasión de conocer la cabaña en los noventa. Una precaria casa con un precario mantenimiento. Pude presentir a Quiroga y cada uno sus fantasmas. Sus apasionados amores, el murmullo de los niños en la semioscuridad, el sol arrasando las paredes a la cal, el patio de ladrillos, el aljibe. Un gato, lagartijas escurriéndose entre los muros, y la culebrita enroscándose en las glicinas. Todo estaba ahí, todo sigue ahí como en sus historias: y la muerte, y el suicidio, tan frecuentes en su entorno. El suyo fue apenas uno más en su vida. Internado en el Hospital de Clínicas, el 19 de febrero de 1937, eligió no seguir siendo presa del cáncer, y con una copa de cianuro brindó con la muerte. En cierta ocasión escribió: “Abandonábamos la vida porque ella nos había abandonado ya... ” Silvia Miguens Bibliografía: Genio y figura de Horacio Quiroga, de Emir Rodríguez Monegal; El hermano Quiroga. Cartas de Quiroga a Martínez Estrada, de Ezequiel Martínez Estrada.
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MISIONES y sus riquezas PARAGUAY
1 Apóstoles 2 Aristóbulo del Valle 3 Bernardo de Irigoyen 4 Comandante Andresito 5 Eldorado 6 El Soberbio 7 Jardín América 8 Monte Carlo 9 Oberá 10 Posadas 11 Puerto Iguazú 12 Puerto Rico 13 San Ignacio 14 San Javier 15 San Pedro 16 San Vicente 17 Wanda
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CORRIENTES
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4
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17 3
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8 15
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9
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6 BRASIL
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El espejo de Misiones Alguna vez la totalidad de su territorio estuvo cubierto por densas selvas, salpicadas por caudalosos ríos que despeñaban sus aguas en cataratas estruendosas. Sus tierras rojas, albergaban todo tipo de animales y aves, y exóticas flores de colorido único. En los caudalosos torrentes del Paraná y el Iguazú, abundaban el patí, el manguruyú y el dorado. Este verdadero Paraíso era el refugio de las tribus káingang y xokleng primero, y de los mbyá-guaraní después hasta la llegada de los españoles en 1527, quienes quedaron azorados por la magnitud del paisaje. La presencia de los Jesuitas le daría a Misiones un carácter único, distinto al de cualquier otra provincia de la Argentina. La cultura europea no se impondría a la fuerza como en el resto del país, arrasando con la cultura originaria. En su lugar, el trabajo conjunto llevado adelante en las reducciones jesuíticas a partir del siglo XVII, fusionaría el legado mbyá-guaraní con la impronta ibérica y cristiana, creando una matriz única de usos y costumbres que enriquecerían los inmigrantes europeos que empezaron a llegar a la provincia a fines del siglo XIX y principios del XX. Esta nueva afluencia cultural comenzaría en 1898, con el arribo de polacos y ucranianos de la zona de la Galitzia, y se reforzaría con inmigrantes alemanes llegados de Brasil o de Europa. En Misiones, a diferencia de lo que ocurre en el resto de las provincias de nuestro país, no predominó una de estas culturas sobre las otras, lo que produjo una diversidad cultural única en la Argentina, que se celebra en la fiesta nacional del inmigrante que se realiza en Oberá, ciudad que alberga hoy numerosas colectividades: paraguaya, sueca, danesa, noruega, finlandesa, islandesa, española, rusa, Japonesa, francesa y árabe. Hoy, Misiones cuenta con una población que supera el millón de habitantes y se distribuye sobre una superficie de 29.801 km 2 (lo que la convierte en la segunda provincia más pequeña del país). La selva misionera representa el principal
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aporte a la economía provincial, gracias a la explotación forestal de especies como el cedro misionero, el petiribí, el gautambú o el incienso. Las tierras ganadas a la selva se destinaron a la agricultura, otro punto fuerte de la economía misionera, destacándose la yerba mate y el té como los cultivos más importantes, aunque no los únicos ya que abundan las plantaciones de cítricos y frutas, por ejemplo. Los procesos de industrialización asociados a estas producciones primarias, como los molinos yerbateros, secaderos de té y tabaco, fabricación de celulosa y papel y transformación de la madera y muebles, completan el sustento económico de la provincia. La selva misionera ya no es la reina exclusiva del paisaje: la tala indiscriminada la ha reducido a un 35% de lo que fue hasta mediados del siglo XX, cuando todavía cubría la totalidad del territorio provincial. Sin embargo, sigue siendo un imponente pulmón natural, alimentado por sus ricas tierras y por una humedad que se mantiene siempre entre el 75 y el 100%. En esta jungla subtropical vive una riquísima variedad de especies animales, muchas de las cuales –acechadas por la destrucción de su hábitat- se encuentran en peligro de extinción. El yaguareté, el puma, el oso hormiguero, el tapir, el yacaré overo, el tatú carreta, el guacamayo rojo, el macuco, el tucán y la yacutinga son tan solo algunos de los miembros de esta fauna tan maravillosa como amenazada. Afortunadamente, estas acechanzas no le han quitado a Misiones su carácter de incomparable belleza. Por el contrario, su voluptuosa naturaleza, la generosidad de sus paisajes, y las bondades de su clima subtropical sigue siendo un imán irresistible que atrae al turismo del mundo entero. El Parque Nacional Iguazú, un semicírculo natural de 2.700 m de extensión con 275 caídas de agua, convocan anualmente cerca de un millón de visitantes. Las emblemáticas Cataratas son la síntesis perfecta de ese tesoro natural que es Misiones, un rincón del Paraíso en la Tierra.
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Diagrama Criollo Se podrá leer el título de uno de los cuentos que componen el libro Cuentos de la selva, de Horacio Quiroga.
1234567891011121314151617181920-
Las palabras se forman con las siguientes sílabas: A – BA – CA – CAN – CU – CU – CU – CO – COR – CHA – CHI – CHO – DAS – DO – DO – DO EL – EN – FA – GA – GUA – GUA – JA – LA – LA – LA – MA – MEN – MOR – NI – NIO – PA – PA PA – PE – PHO – PO – PO – PRI – RA – RA – RE – RE – RE – RE – RI – SA – SAL – SO – SU – TA TA – TE – TE – TIN – TO – YA – YA – YA. Soluciones en página 104
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Definiciones 1. Especie arbórea portadora de bellísimas flores, que en Misiones abunda bajo su tipo rosado. 2. Nombre que recibe la tarea de cosecha manual de la yerba mate. 3. Nombre de la lengua original de la principal etnia originaria de la zona misionera. 4. Nombre de un ave que, aunque es oriunda de Brasil, abunda en Misiones. 5. Especie de féretro construido en cerámica en el que los guaraníes depositaban a sus difuntos en posición fetal, o a sus huesos, tras dejarlos descarnar en el monte. 6. Nombre de la mariposa cuya especie azul abunda en la zona selvática misionera. Posee alas iridiscentes, por lo que es a veces criada artificialmente para su manufactura en joyas. 7. Trópico que se ubica apenas por sobre la provincia de Misiones. 8. Pez que habita y se desarrolla en las aguas del río Paraná. De forma ovoide y plana; es habitualmente capturado por los nativos de la zona mesopotámica con trampas, dado que su boca pequeña complica las carnadas. 9. Salto de aguas ubicado en el departamento de Cainguás, municipio de Aristóbulo del Valle, bautizado así por una leyenda guaraní vinculada con el amor. 10. Nombre de origen guaraní que recibían los obreros que, en condiciones de hacinamiento y precariedad, trabajaban en las cosechas de yerba mate hacia el siglo XIX. 11. Ciudad ubicada al nordeste de la provincia de Misiones, fundada en 1919, como centro de colonización europea. 12. Actual capital de la provincia de Misiones, fundada por primera vez el 25 de marzo de 1615, por el jesuita San Roque González de Santa Cruz. 13. Nombre de la roca cuyos minerales componentes otorgan a la tierra de la zona su natural y característica tonalidad roja. 14. Apellido de un reconocido cantautor misionero nacido en Posadas, en 1927. Creó un ritmo propio, el gualambao, con el que pretendió identificar musicalmente a su provincia. 15. Felino típico del cordón de la selva paranaense que se ubica entre Iguazú y Jardín América, también conocido como Panthera onca. 16. Alimento típico de la zona mesopotámica, elaborado con harina de mandioca, huevo y queso. 17. Famoso sendero del Parque Nacional Iguazú, cuya principal característica es su gran porte, que alcanza hasta 53 centímetros de ancho y 7.000 metros de longitud lineal. 18. Danza típica cuyo desarrollo en la zona se remonta a la época posterior a la guerra de la Triple Alianza. Es un baile vivo, que se despliega con las parejas sueltas y cuyos pasos se asemejan mucho al chamamé. 19. Tradicional infusión que se elabora con yerba mate y se bebe generalmente muy fría, con el agregado de jugos cítricos como limón o pomelo. 20. Apellido del abogado que gobernó la provincia de Misiones entre 1908 y 1911, impulsor de la línea férrea que unió Posadas con Buenos Aires y del primer escudo misionero.
LOS ÚLTIMOS INMIGRANTES LAOSIANOS EN POSADAS
Es una de las comunidades menos conocidas de Misiones. Llegaron en 1980 huyendo de la guerra y buscando la paz en una tierra desconocida, pero muchos no lograron insertarse y decidieron emigrar. Los que quedaron viven en un pequeño poblado a las afueras de la ciudad.
El fuerte olor a jengibre mezclado con o t ra s h ierba s de l a co c i n a misionera perfuma el ambiente. Una olla hierve la fusión de las culturas mientras el mate, símbolo de la tierra colorada, pasa de mano en mano. El lenguaje es extraño, pero la tonada vuelve a tener la impronta local. De fondo, una radio le pone ritmo tropical al grupo que repasa su historia. Estamos sentados debajo de un árbol de mango, sobre unas tarimas de madera que ofician de asiento, de unos tres metros de largo. El lugar parece salido de una vieja película: las casas se ubican unas frente a otras, como en un gran círculo, formando un patio central por donde pasa la vida social. Es a las afueras de la ciudad de Posadas, donde viven hoy doce familias de los laosianos hmong. Phonh Phanthachith es tatuador de
oficio, fuma un cigarrillo tras otro y casi no para de hablar, aunque parece tener una respuesta meditada para cada pregunta. “Ayer hablé con mi mamá, que está en Laos. Estamos contentos porque puede ser que el año que viene me vaya a verla, por primera vez en todos estos años”, cuenta con entusiasmo. Esos años que menciona son más de tres décadas. Llegó a Misiones con 22 años cumplidos y desde entonces no volvió a ver a su familia, ni a su madre, que hoy tiene 80 años. “Pasa el tiempo… mis hijos ya están todos grandes. Acá están mis amigos, mi gran familia; siempre estuvimos juntos y nos ayudamos mucho entre nosotros, como también otros amigos argentinos que nos enseñaron a hablar, a movernos”, señala. Vinieron a Misiones, una provincia con casi cien años de experiencia recibiendo inmigrantes de todo el pla-
neta. Y trajeron sus costumbres, su espiritualidad, sus ganas de trabajar y su gran experiencia como horticultores, masajistas y tatuadores. Un siglo antes, en 1876, el presidente Nicolás Avellaneda promulgó la Ley de Inmigración y Colonización que fomentó la llegada de europeos que vinieron a poblar la Argentina. Misiones, por entonces territorio nacional, fue uno de los que más se benefició con aquella ley y recibió, en pocos años, a inmigrantes de todos los rincones del mundo. Alemanes, rusos, ucranianos, austríacos, finlandeses, polacos, italianos, dinamarqueses, suecos, suizos, brasileños, libaneses, franceses, ingleses, españoles, sirios, japoneses, coreanos del sur, taiwaneses, senegaleses y haitianos habitan la provincia desde entonces y ayudaron a conformar su particular idiosincrasia, que se manifiesta en la fisonomía de sus
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habitantes, en la arquitectura religiosa y hasta en la traza de sus pueblos y ciudades. Los laosianos, los últimos inmigrantes, llegaron a la Argentina en 1980, en plena dictadura militar, huyendo, paradójicamente, de la violencia y represión en su país. Los diarios de la época los muestra sumidos en la miseria, aunque la propaganda apela a los misioneros a tenderles una mano: “Buscaron con el riesgo de sus vidas trabajo, paz y libertad. La Argentina les dará trabajo, paz y libertad”, dicen las publicidades de entonces. Pero instalarse no fue fácil y muchos decidieron emigrar a otras provincias y a otros países americanos mientras otros tantos regresaron a Laos. Los que se quedaron pudieron insertarse aun sobre las diferencias. Es una tarde de septiembre tranquila en la Colonia Laosiana. Unos pocos chicos juegan y corren entre árboles y mascotas, se hablan entre risas y mezclan vocablos en español y en laosiano. Sandra Bonifacio, argentina criolla y de familia misionera, rescata a su pequeño Maitri, de un año y medio, que se esconde tras cajones de verduras. Sandra tiene 26 años y dos hijos (Jahir y Maitri) con el laosiano Maitri. “Vivimos tranquilos, integrados y como una gran familia –explica–. No tenemos presente que ellos vienen de Laos y que yo soy argentina, salvo cuando se habla del tema por
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alguna cuestión especial. Acá en la colonia son todos laosianos que vinieron hace 32 años, pero vivimos casi igual que como viven mis padres o mis amigos argentinos”. La colonia abarca 22 hectáreas de campo donde cultivan básicamente verduras y crían cerdos, que venden en las carnicerías y mercados de la ciudad. “Con esto vivimos, más algunas tiendas o algunos trabajos como masajes o tatuajes, donde los laosianos son especialistas, pero sacrificados como cualquier misionero que vive de su trabajo”, agrega Sandra. De acá salen el jengibre, el nabo, lechugas, cebollita de verdeo y perejil, ají y repollo que, al igual que la carne de cerdo y algunas aves, comercializan en Posadas. “Estamos tranquilos, nos gusta estar acá, aunque muchos de nosotros se fueron
a otras provincias en busca de un futuro mejor, o se radicaron en los Estados Unidos o en Europa, pero siempre vuelven”, concluye Phonh. BUDISTAS La religión es importante dentro de la comunidad. El budismo es la principal, aunque recién recuperaron su práctica hace poco más de diez años. El templo, atípico para el paisaje misionero, se yergue detrás del portal del ingreso a la colonia. El templo de iniciación que funciona los fines de semana y la casa de oración, donde dos monjes budistas pasan gran parte de sus días, son las edificaciones más llamativas y las más respetadas. La casa tiene las puertas abiertas y los monjes interrumpen su meditación para escuchar y responder gus-
tosos las preguntas de este cronista. El budismo no es sólo una religión. Es también una expresión artística y social que tiene más de 2.500 años. En sus creencias, algunos podrán alcanzar la iluminación de Buda durante la vida. Otros necesitan varias vidas. Es que creen en la reencarnación y sustentan esa creencia en las mismas prácticas que realizan como parte de su fe: marcar con carbón alguna parte del familiar recién fallecido y esperar a que vuelva a nacer, reencarnado en niños que exhiben las mismas marcas tiempo después. Es 21 de septiembre, Día de la Primavera, y están casi todos los laosianos de Posadas reunidos en el gran patio. Proyectan, opinan y colaboran con la construcción del primer Buda que tendrá la Colonia Laosiana, de más de 10 metros de altura, frente al templo y al portal de acceso al barrio. Los monjes, los venerables Youth Barua y Pallab Barua, junto al inquieto Phonh Phanthachith, trabajan en la construcción de la estatua que prometen imponente, erigida mirando hacia el portal de entrada. Ya está hecha la fosa de la base, comenzada en los primeros días de primavera. Phonh, el que hace los tatuajes, es el director de la obra. Los monjes, los principales ayudantes que, con las túnicas arremangadas, cavan la tierra colorada. Ellos llevan sólo trece meses en Misiones y pareciera que se quieren quedar. “Si nos vamos o nos quedamos va a depender de esta comunidad y de lo que nos pase en este tiempo”, señalan. Los laosianos hoy sienten suya a la tierra colorada y los que se quedaron por más de tres décadas ya no piensan en volver a emigrar. Sus hijos argentinos y ese mate amargo que pasan de mano en mano son los símbolos de la identidad adquirida. Raúl Puentes
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Yasiyateré Leyenda misionera
Robles levantó el rancho cerca de un sadas, de su familia, de su casa, de lugar entre los árboles. El lomo del ojo de agua, para que la Juana tuvie- sus amigas. Juana se había casado Chongo se erizó y empezó a gruñir, ra a mano agua fresca para hacer la demasiado joven; Robles era más con la vista clavada en la espesura. comida, lavar la ropa y paliar la sed grande y experimentado que ella, “Vamos, Chonguito –susurró Juana en las horas ardientes del verano. era duro. La muchacha sentía que mientras se ponía de pie–. Mejor La Juana era muy jovencita y Robles se la había llevado al monte para volvamos a casa…”. Pero el perro sesabía que no se había querido venir dejarla languidecer en el olvido, guía quieto, tenso y vigilante. “¿Q… de Posadas al monte, pero el trabajo alejada de todo aquello que amaba. qué hay, Chongo?”, dijo Juana. La es el trabajo. Robles necesitaba estar Y para colmo estaba lo del bebé, esa única respuesta fue un tercer grito, encima del obraje, sabía que de vez daga en el alma. Cada vez que pen- más largo y lastimero que los anteen cuando algún peón se ponía me- saba en él era como si la tristeza se riores. Y más cercano también… dio remolón y entonces había que volviera física, invadiendo su cuer- De pronto, el Chongo empezó a ponerlo en caja. “Hay que dar ejem- po y aplastándola por completo. De- ladrar, mientras giraba nerviosaplo –decía–; si no, todos los demás cían que el tiempo cura las heridas, mente en el lugar. Juana, que ya se alejaba presurosa, miró se tiran a chantas”. Así hacia atrás. Del otro se instalaron nomás, y lado del ojo de agua hamientras Robles se iba una mañana, andaba perdida bía aparecido un niño. al obraje, la Juana se en sus pensamientos, cuando le llamó Era muy rubio, el pelo quedaba en el rancho, la atención el grito de un pájaro casi blanco, y estaba haciendo las labores de agachado, revolviendo la casa y mirando pasar el agua con algo que pael tiempo hasta que su recía una vara de color dorado. Su pero ella sentía su corazón en carne marido volviera. piel era muy pálida, casi traslúcida, A la Juana le gustaba irse hasta el viva, incapaz de lidiar con el dolor y brillaba ligeramente a la luz del ojo de agua, tan cerquita que esta- de esa pérdida absurda. sol, como si estuviera húmeda. El ba, a pasar el rato. Se sentaba ahí, a Una mañana, andaba perdida en Chongo lanzó un aullido, y entonmirar su reflejo joven en el agua y a sus pensamientos, cuando le llamó escuchar el canto de los pájaros. El la atención el grito de un pájaro. El ces el niño levantó la vista hacia el sol no golpeaba tan fuerte gracias Chongo, un perrito cimarrón que perro y su dueña. Sus facciones eran a los árboles. Era el único lugar y el siempre la acompañaba, se paró extremadamente hermosas, delicaúnico momento del día en que la enseguida, las orejas firmes y la das; parecían haber sido creadas Juana sentía cierta alegría. En ese cola tiesa, atento. Juana escuchó de por un artista. Pero cuando Juana rato junto al agua clara, se olvida- nuevo ese grito extraño, deforme, vio sus ojos, no pudo evitar que un ba de todo lo que extrañaba de Po- casi humano, que brotaba de algún estremecimiento le sacudiera todo
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el cuerpo. Eran grandes, de un extraño color indefinido. De tan grandes, casi no se les veía el blanco, lo que los hacía ajenos, como si no fueran de este mundo. Sin embargo, a pesar de la inquietud que le generaban, Juana no podía dejar de mirarlos. El niño le sonrío. Y esa sonrisa no era agradable, había algo malévolo en ella, algo que gritaba peligro. Juana no podía apartar la vista de aquellos ojos que parecían tener vida propia. La mirada del niño dominó todo el espacio de su conciencia, escarbando en su cerebro, en su alma, en sus recuerdos. Y del fondo de sus entrañas surgió el fantasma torturado del bebé, de su chiquito, del Luisito… Los ojos se le llenaron de lágrimas. El dolor era un puño de acero que le estrujaba el corazón. Con las pupilas empañadas miró al niño. Ya no estaba allí. En su lugar estaba su chiquito, el Luisito. Estaba parado ahí nomás, del otro lado del agua, sonriendo. “Mami”, le dijo. Y la Juana corrió hacia él. Cuando Robles volvió al rancho, sólo lo recibió el Chongo. Estaba asustado con la cola entre las patas. Las luces apagadas y el silencio absoluto de la casa le presagiaron alguna desgracia. Llamó a su mujer, la buscó por todos lados, pero
no había la más mínima señal de ella. Convocó a los peones y juntos emprendieron la búsqueda. Corrieron al ojo de agua, el primer lugar al que la lógica les indicó ir. Allí estaba el balde de la Juana, incluso uno de sus zapatos, pero no había rastros de la mujer. Uno de los peones encontró sus huellas, que se internaban en la selva. Y junto a ellas otras más extrañas, más pequeñas. “¡Parecen las de un niño!”, exclamó Robles. “Es el Yasi… ¡Se la llevó el Yasiyateré!”, murmuraban los peones. Robles se enfureció. Su mujer había desaparecido y aquellos brutos salían con habladurías de pueblo. Montó su caballo y galopó hasta la comisaría, que estaba a un par de leguas. Ya había caído la noche y la policía se negó a emprender la búsqueda, pero al día siguiente se organizaron varias partidas para tratar de encontrar a la muchacha. La buscaron durante una semana, sin éxito alguno. Finalmente desistieron. Robles no tuvo más salida que transitar el arduo camino de la resignación. Había pasado casi un mes de la desaparición de la Juana. El Gringo Po-
povic, un polaco que se dedicaba a elaborar caña con un alambique, volvía de traficar damajuanas en el obraje cuando escuchó una voz que le llegaba desde lo alto. Levantó la vista y allá arriba, entre las ramas de un quebracho, vio un bulto extraño y pálido. Se asustó y sacó la escopeta, listo para tirarle a lo que fuera aquella cosa. Pero un segundo antes de apretar el gatillo, alcanzó a darse cuenta de que no se trataba de un monstruo misterioso. Era una persona. Una mujer, casi completamente desnuda y con los pelos desgreñados, estaba encaramada a las ramas del árbol y se balanceaba hacia delante y hacia atrás, mientras repetía algo ininteligible. El Gringo la llamó varias veces, pero la mujer seguía con la vista perdida, murmurando. Popovic se fue de vuelta al obraje y volvió con varios hombres, Robles entre ellos. La bajaron. Robles cayó de rodillas ante ella. “¡Juana!”, gimió, los ojos llenos de lágrimas. Pero ella ya no estaba allí. Su mente era sólo un recuerdo remoto, tambaleando en un abismo infinito. Apenas repetía una y otra vez: “Mi Luisito… se perdió… se perdió”. Alberto Moreno de la Fuente Foto: José Luis Raota
La leyenda del Yasiyateré tiene origen guaraní y está muy difundida por Paraguay y el Litoral argentino, especialmente en Misiones. Este duende con aspecto de niño rubio, dueño de un hipnótico canto semejante al de un ave, se aparece a la hora de la siesta y tiene por afición raptar a niños y mujeres, a los que vuelve locos para dejarlos luego abandonados.
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GENTE DE LA TIERRA
Crónica de viaje al mundo mbyá Viven en medio del monte pero interactúan con el pueblo que está a unos 13 kilómetros. Mantienen sus creencias ancestrales y luchan por resguardar su identidad frente a los avances del mundo moderno. Es la comunidad Tamanduá, en el centro de la provincia Misiones.
Es mediodía y el sol quema sobre el camino polvoriento que a tramos se hace empinado, resbaladizo. Nos detenemos para mirar la selva que se yergue sobre todo el paisaje. A lo lejos, sobre un valle escondido bajo un monte espeso, se ven las casitas de la aldea. Estamos recorriendo los trece kilómetros de tierra colorada que separan al apacible pueblo de 25 de Mayo, en el centro de Misiones, de la comunidad Tamanduá. Allí, en medio de unas 3.200 hectá-
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reas que les fueron cedidas con título de propiedad en los años setenta, viven unas treinta familias mbyá guaraníes. Un poblado que busca resguardar su cultura y su identidad, y aunque interactúa lo necesario con el mundo moderno, no está exento de sus potentes influencias. A los costados del camino se nota el avance del desarrollo económico. Hay terrenos recién desmontados, alambrados, vacas que pastan, también plantaciones de té y taba-
co. Nos cruzamos con tres chicos que caminan hacia el pueblo. Más adelante una mujer viene montada en un moderno cuatriciclo. Nos saluda. Es una de las maestras de la Escuela Intercultural Bilingüe nº 683 Yakà Paù, que está en el interior de la comunidad. No vemos más personas en todo el camino. Una hora antes de viajar, buscamos en 25 de Mayo al cacique Alcides Ferreira, quien está haciendo trámites en el pueblo. Es un hombre
PUEBLOS ORIGINARIOS
que nació y vivió en la comunidad hasta los 18 años. Ahora vive en Posadas y regresa todos los fines de semana que puede para estar con su familia: tres hermanos, primos, y su madre, que vive en una comunidad mbyá de Brasil pero la acompaña en estos días. Su abuelo es Dionisio Duarte, el opyguá, o guía espiritual, a quien entrevistaremos por la tarde (ver aparte). Jorgelina recuerda que cuando era chica solía hacer los 13 kilómetros a pie, unas tres horas caminando, hasta llegar al pueblo. Hoy trabaja y estudia la carrera de Antropología en la Universidad Nacional de Misiones, y enseña la materia Lengua y Literatura Mbyá en colegios secundarios. Tenemos mucha suerte de haberla encontrado. Su conocimiento y buena voluntad nos abren la puerta al pensamiento de Tamanduá. Nos revela que su
nombre originario es Jachuká Reté y después nos explicará por qué es muy importante para ella. Lo primero que nos enseña es el ¡Agujyevete!, un saludo que se ofrece con los brazos levantados y las manos abiertas. Es también una forma de agradecimiento que nos retribuye cada persona que cruzamos, joven o mayor, siempre con un gesto similar y una sonrisa. “El agujyevete –explica Jachuká– quiere decir que todo esté en orden nuevamente, que todo se renueve, y que todos estemos en la búsqueda constante de la perfección. ¿Escuchaste que el mbyá va buscando la tierra sin mal? Es como una tierra donde no existe nada malo. Pero esa tierra esta acá, no es que está arriba como el paraíso, o el cielo”. En la comunidad viven unas 140 personas, pero se ven pocos hom-
Jorgelina Duarte, Jachuká Reté
joven, agradable, y nos da permiso para ingresar en Tamanduá. Una cuestión de respeto. Para entrar a la aldea cruzamos un pequeño puente por encima del arroyo Alegre, nombre que hace honor a sus aguas cristalinas y melodiosas. El auto se detiene. Hay un profundo silencio, sólo se escuchan algunas risas de chicos que juegan. El tiempo parece otro tiempo. En Tamanduá encontramos a Jorgelina Duarte, una joven de 36 años
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GENTE DE LA TIERRA
en verano se seca”. También tienen luz y gas en garrafas. Cerca de la entrada nos cruzamos con el cementerio. “Para nosotros es el lugar donde se entierra a alguien cuando muere, pero no lo solemos visitar –dice Jorgelina–. Nosotros creemos que tienen que volver a la naturaleza y hay que dejarlos en paz, descansar, no hay que ir a molestarlos”. IDENTIDAD, TERRITORIO
APERTURA, ACEPTACIÓN Jorgelina (Jachuká) muestra respeto y adoración por su abuelo, el opyguá Dionisio Duarte. Sus consejos marcan parte de su vida. “Siempre quise estudiar –recuerda–, no para ser alguien, como dicen ahora que tenés que estudiar para ser alguien. Yo creo que uno es lo que es como persona, no por el título. Creo igual que estar hablando ahora con ustedes es gracias a mi abuelo, que siempre tuvo esa visión mucho más amplia de lo que era su comunidad. Él decía que era importante la educación como una forma de comunicarse con el otro, aprender el otro idioma como una herramienta de lucha y que ya no iba a ser más como antes. Uno no podía vivir más aislado de lo que es el mundo actual y envolvente de la sociedad. Era como una utopía pensar que íbamos a estar en el monte y vivir de lo que la naturaleza nos brinda. La realidad te demuestra que mi abuelo no estaba equivocado”.
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bres; muchos están haciendo trabajos rurales o changas en el pueblo. Las casas son de madera, techos de chapa, piso alisado y están ubicadas en un radio de no más de trescientos metros. Pegada a su casa, cada familia tiene un espacio cubierto más pequeño, una especie de casita hecha con barro amasado y caña tacuara. Es el lugar de encuentro, donde se suelen reunir a la noche y “donde hacen el fuego y se sienten más cómodos”, explica Jorgelina. En lo que sería el centro de la comunidad está el opy, el lugar sagrado, una especie de templo hecho también de barro y tacuara, donde se llevan a cabo las ceremonias encabezadas por el opyguá. Además de la escuela, hay un puesto de salud donde atienden dos agentes sanitarios que son mbyá, y un médico que pasa cada quince días. Poseen agua corriente gracias a una perforación que se realizó hace ocho años por un programa de desarrollo comunitario indígena. “Antes buscábamos el agua de una vertiente de allá arriba (señala el monte), pero ahora
Después de recorrer la comunidad, de dar y recibir muchos agujyevete, caminamos hasta el arroyo y nos sentamos cerca del agua para que Jorgelina nos cuente más sobre su cultura y su forma de vida actual. Aclara que lo que dice es siempre sobre “la realidad de esta comunidad, eso no quiere decir que sean todas iguales”. “Nunca escuché que un mbyá estuviera depresivo –afirma–, y no hay casi enfermedades cardiovasculares como infartos, por ejemplo. Hay enfermedades que son por la condición de vida, y sí, enfermedades que son muy evitables, lamentablemente”. Explica que la organización social de Tamanduá tiene un fuerte sentido comunitario. Se conforma con un cacique elegido por el pueblo para los asuntos externos, y el opyguá, que no se elige, sino que es alguien que nace con un don y se va formando y es quien sostiene a toda la comunidad espiritual y emocionalmente. Sobre la identidad de los mbyá, hay al menos cuatro elementos fundamentales que destaca Jorgelina en los tiempos que viven. El nombre –que reciben después del año de vida–, el concepto de territorio, el conocimiento de la lengua mbyá y el saber dar el agujyevete. “El nombre es tan importante para
PUEBLOS ORIGINARIOS
nosotros que es imposible creer que alguien se lo puede cambiar. Nuestro nombre quiere decir muchas cosas: si sos callado, sensible, si sos fuerte o si tenés el don para hablar con las personas. Por ejemplo, cuando eligen a un representante para hablar con otras personas lo hacen a través de su nombre. Por eso el nombre es todo para los mbyá. A mí no me desagrada Jorgelina, pero Jachuká Reté es lo que me identifica”, afirma, y cuenta que jachuká significa “feminidad”, y reté, “cuerpo y alma”. Su nombre también se reconoce como el de la consorte de Ñamandú, uno de los dioses de su creencia. Jachuká afirma que tal vez lo más importante para entender su cultura es comprender el concepto de territorio: “Algunos dicen: ‘¿Para qué quieren tantas hectáreas los mbyá, si ellos no plantan pindó, no plantan tabaco, yerba o maíz en grandes hectáreas, no hacen uso de la tierra
MONTE PROVEEDOR Jorgelina Duarte recuerda una anécdota que de alguna manera aclara la importancia que tiene el monte para el mbyá: “Creo que en los pueblos originarios el sentido comunitario es tan fuerte que a veces me río cuando hablo con un juruá amigo y nos dice: ` Un mbyá tiene mil pesos y capaz que se lo gasta en un día y no le importa' . Como que no tiene noción de lo que es acumular, ahorrar, de pensar qué me va a faltar mañana. Creo que por esa relación que tienen con la naturaleza, saben que siempre el monte les proveyó todo lo que necesitaban. No necesitaban nada más que eso”.
con un fin económico?’. Es muy difícil entender para qué. El desmonte cambió tanto la realidad, con los problemas de desnutrición, de salud, en todos los ámbitos, y es todo producto del tema del territorio. Siempre digo que el desarrollo humano para alguien de la ciudad significaría tener una casa, todo lo necesario, como el acceso a la salud y la educación, tener medios para llegar, trabajo, todo para vivir dignamente. El desarrollo humano para el mbyá pasa por otro lado. El de tener un territorio amplio para vivir como mbyá, con arroyos para ir a pescar, monte para cazar animales. Nuestras comidas típicas nos hacen bien a nosotros, a nuestro espíritu. Hay cosas que le hacen bien a uno en su entorno. Por eso la alimentación pasa por comer, por ejemplo, las frutas del bosque, de compartir si cazás un animalito. Se hace un agujyevete, un saludo comunitario, se come un pedacito cada uno, pero se reparte a todos los integrantes de la comunidad. Es toda una vida comunitaria. No es el hecho de ir a cazar y, si te sobra, guardás en el freezer; compartís todo en el momento. La vida comunitaria no es posible si
no tenés un territorio amplio”. Jachuká reafirma que hoy el desafío para la mayoría de los jóvenes que van a la ciudad es reconocerse como mbyá. “Cómo mantener el equilibrio –se pregunta–, si soy mbyá, hablo distinto, los valores son distintos. No estoy diciendo mejor o peor, sino distinto. Es importante ver cómo se puede tomar lo que es útil de la otra cultura sin tapar lo mío, porque la historia me dice que era así, que todo lo que venía después era lo mejor. Entonces cómo uno puede mantener esa fe, ir tomando lo que le sirve sin dejar de ser uno, es difícil. Hay cosas que se fueron perdiendo, como toda cultura que va cambiando, se va modificando, no puede quedarse en el tiempo. Y los jóvenes se encuentran con ese desafío, y desde afuera los juzgan despectivamente por cómo se visten, porque usan celulares; pero no viven en otro planeta, son ciudadanos. Cómo hacer valer todo eso que sos sin dejar de pertenecer a este mundo que vivimos todos. Ése es el desafío”. Pablo García Lastra Fotos: José Luis Raota
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SABIAS PALABRAS Entrevista a Dionisio Duarte
Es uno de los ancianos más respetados entre los mbyá de Misiones. Cumple la función de guía espiritual de su comunidad y comparte con generosidad su visión del mundo, del ser humano y la sabiduría ancestral que ha sostenido en pie a este pueblo originario. Considerado uno de los sabios de los mbyá guaraníes de Misiones, Dionisio Duarte, de 88 años, es el opyguá, el guía espiritual de la comunidad Tamanduá, ubicada en el departamento de 25 de Mayo. Aún
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mantiene el título de cacique general de Misiones, que recibió en la década del 70, aunque concede que por su edad ya no se mueve mucho de la tierra que habita. Nos invita a sentarnos en unas sillas ubicadas
en círculo, bajo unos árboles, a pocos metros de la casa hecha de madera y techo de chapa donde convive con su mujer, su kuña karaí, Aurora Almeida, de 80 años. Ella se sienta a su lado. Dionisio sabe castellano,
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pero prefiere hablar en su lengua de para que su hijo sea sano. Por eso los –¿Se mantiene hoy esa forma de origen y pedirle a su nieta, Jorgelina chicos todavía no tienen problemas. aprender de los mayores? Duarte, que nos ayude con la traduc- También tiene que ver que los mbyá –Lo que está pasando hoy en día en ción. En varias de las respuestas par- tenemos esa forma de alimentarnos la juventud es que se está perdiendo con lo que necesitamos, como en esa sabiduría. Nosotros los llevamos ticipa también Aurora. –¿Hace cuánto tiempo está la comu- castellano se dice, con medida, una desde niños al patio del opy (es el dieta equilibrada, no comer mucho templo, lugar sagrado) para hablarnidad en esta región? –En los años setenta nos asentamos ni de más ni porque tengo. Por eso les y después van alcanzando la sapero ya habíamos estado hace mu- son importantes los consejos que biduría a una edad adulta. Pero hoy cho antes. En el año 41 estábamos en puedan recibir de los mayores las en día, al no recibir esos mensajes la zona de Campo Grande, que es acá futuras madres y los futuros padres desde chiquitos, llegan a tener barba cerca nomás; y todo esto era territo- también. y no saben, no tienen esa sabiduría. rio mbyá, no había rutas, eran todas –¿Es una función del opyguá? Por eso pedimos constantemente comunidades. En aquel momento –De eso se ocupan el opyguá y la por todas las personas de la comuhabía sólo un almacén en esa zona. kuña karaí para poder criar bien a nidad, por los parientes que están leY la relación de los mbyá con ese al- los hijos, que sean personas sanas, jos, que tengan esa fortaleza espirimacén era de trueque; por ejemplo, con todo lo que implica mental y es- tual. Siempre que tengan esas ganas llevábamos miel y cera de alegrarse la vida, para hacer velas, y las y por los más chiquicanjeábamos por cotos, porque los niños La salud espiritual uno la encuentra mestibles. El resto vivía son algo fundamental de la caza, de la pesca, para la cultura mbyá. en un equilibrio justo de las cosas de todo lo que el bosque –¿Ustedes creen en la proveía; entonces no existencia de un Dios había muchos juruá (en creador? lengua guaraní significa “hombre piritualmente. Sano de cuerpo y de –Si, Ñañendrú tenondeguá es el Dios con barba”, la forma en que llaman espíritu. todopoderoso creador. Después si–¿Y qué es ser sano de espíritu? al hombre blanco). guen cuatro en el orden: Karaí ruetè, –Es la tranquilidad. La salud espiri- Ñanamandú ruetè, Jakairá ruetè y –¿Hoy siguen cazando? –Sí, se caza y se pesca, pero no hay tual uno la encuentra en un equili- Tupá ruetè. animales como antes, porque hay brio justo de las cosas. Eso se logra Todos tenemos un espíritu, cada percazadores furtivos que vienen y los solamente recibiendo los consejos sona tiene un ñeê, que es espíritu. Y matan. Ahora es mucho más difícil de los sabios de la comunidad, escu- en el momento de enfermarte tenés consumir animales de la caza y lle- chando a los mayores. que saber de dónde viniste, de qué va mucho más tiempo atrapar un –¿El opyguá enseña valores como la espíritu de esos que nombré, que es animal, porque no hay tantos. Antes tolerancia o la paciencia? ¿Cuál es el a quien se debe invocar para sanar. podías vivir del monte, de lo que te rol que cumple? –¿Cómo saben de cuál provienen? proveía la naturaleza, pero hoy es –Sí, su rol es ése. El opyguá recibe –Todos los mbyá poseen un nombre difícil depender sólo de eso. Nos ali- mensajes constantemente de los sagrado con un significado que marmentábamos con animales y la die- espíritus y tiene un chondaro (un cará toda su vida, su personalidad, ta era equilibrada: como postre bus- vocero) que a la vez transmite al su capacidad, sus dones. Ese nombre cábamos frutas del bosque y miel, y resto de los integrantes de la comu- se les otorga a partir del año de vida. nidad cómo se deben comportar. Por Se hace a través de una ceremonia los chicos crecían sanos y fuertes. –¿Y ahora cómo se alimentan los chicos? ejemplo, compartir lo que yo tengo comunitaria en el opy, durante los –En esta comunidad no hay grandes con el otro, la tolerancia, la no envi- meses de diciembre y enero, cuanproblemas en la alimentación. En dia; todos esos valores los enseña el do se cosechan los primeros frutos la cultura mbyá es más importante opyguá pero a través del chondaro. y vienen también los padres con sus la prevención que curar, y nosotros Esos mensajes que se reciben de los hijos de otras comunidades que no aconsejamos a las futuras madres. espíritus son palabras sabias para tienen opy. Todos los padres llevan Por ejemplo, cómo debe alimentarse transmitir al resto de la comunidad. una ofrenda, un fruto del monte.
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–¿Y cómo se elige el nombre de cada uno? –El opyguá realiza la ceremonia, que dura toda la noche, y pide a los espíritus los nombres de cada uno. Al otro día, a la salida del sol, el opyguá revela a cada padre el nombre que ha recibido para su hijo. Por eso todos saben de qué dios proviene y qué personalidad tiene, según el nombre que lleva. –¿Qué pasa si una persona no encuentra el equilibrio, si uno está mal emocionalmente? –Lo que decide todo es lo espiritual. Lo espiritual es lo más importante de todo. Si estás bien espiritualmente, todo lo demás se puede solucionar. Si no estás bien espiritualmente, en algún momento cualquier cosa te puede pasar, estás mucho más expuesto a las cosas externas. –¿Cuándo un hombre se desarrolla plenamente? –Nuestro espíritu es el que decide nuestra existencia. Cuando Ñanderú Tenondé nos envía a esta tierra donde estamos, nos manda y nos dice todo cómo debemos ser, para ser una persona feliz e íntegra; cómo debemos comportarnos, cómo ser canoso así (señala su cabeza) y ser feliz. Si nuestro espíritu no se halla más, o sea, no le gusta más este lugar terrenal, es como que vuelve a esa morada, la morada del dios que lo envió –¿Y cómo hacen los mbyá para estar bien? –Desde la mañana damos el Agujyevete (saludo de agradecimiento que se da con las manos levantadas). Desde que te levantás a la mañana temprano agradecés por la vida que tenés, agradecés todo el tiempo, que tenés el sol, que tenés la mañana para compartir con tu familia, ya que Ñamandù quiere ver que nos levantemos temprano. Dar siempre el Agujyevete, también a la tarde, es como agradecer tener cosas para
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compartir, dar las gracias por poder descansar con mis seres queridos, esas cosas. –¿Qué es el opy? –El opy es un lugar donde uno recibe todas las palabras que vienen de esos seres superiores (de los espíritus). Solamente ahí uno puede recibir fortaleza y nutrirse para poder sobrevivir en este mundo lleno de males. Porque venimos de un lugar perfecto, donde no hay necesidades, para enfrentar este mundo de los imperfectos. Para venir acá, es como que venimos a través de un sueño. Por eso es que cuando uno no se halla, puede que el espíritu quiera volver a ese lugar, a la tranquilidad absoluta. Aurora agrega: “Donde no hay opy, los niños no se hallan y por eso se mueren muchos”. –Dijo que el espíritu viene con un mandato. ¿La persona debe cumplirlo? –Sí, uno viene con un mandato de cómo uno tiene que ser. Lo que te transmiten esos espíritus es cómo vos mismo tenés que escucharte. También tiene mucho que ver con el nombre sagrado que lleva cada uno. Eso lo lleva a actuar de una forma u otra ante las distintas situaciones de la vida. Algunos tienen personalidades más frágiles, otros más fuertes espiritual y emocionalmente, según el dios de donde provienen. –¿Hay mucha gente que no cumple con ese mandato entre los mbyá? Por ejemplo, si siente que debe hacer un trabajo y se dedica a otra cosa… –Antiguamente la vida del mbyá era muy distinta, no se puede comparar con la actual. Ahora puede haber esas contradicciones con lo que se hace, puede pasar que se hace algo y no es lo que el espíritu quiere. Antes era más armonioso. –¿Cómo es la relación con la naturaleza? –El monte es un lugar sagrado para nosotros. Ñanderú nos envía para
Dionisio Duarte (Opyuá) y Aurora Almeida (Kuña karaí)
que habitemos este monte. Es donde nos sentimos parte de la naturaleza; por eso nuestros abuelos y tatarabuelos ya vivían en comunión perfecta con la naturaleza. Así es como se halla nuestro espíritu, estamos sanos, y nos permite cazar tatúes, venados, jabalíes y diferentes animalitos del monte que fueron creados para que los consumamos, pero
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conscientemente, o sea, cuando tengamos necesidad. –¿Qué piensa de la actividad económica del hombre blanco? –Nos van corriendo. Veo tanto monte despejado desde acá que quisiera ir a un parque nacional donde haya mucho monte. Pensé que no iban a venir hasta acá los juruá. Donde antes íbamos a cazar era monte, y
ya no podemos hacerlo más, por lo tanto ya no nos hallamos en este lugar. Siento que a veces la cultura blanca viola las culturas originarias, en muchos aspectos, como en las creencias. Yo nunca voy a violar las creencias de los juruá, nunca voy a imponer ni a establecer un opy en un pueblo. Pero veo en las comunidades esa violencia, donde
van a imponer la creencia de alguien, como una iglesia evangélica o católica, y la intromisión de otras religiones. Eso violenta las creencias de las personas. Cada cultura tiene su propia espiritualidad, su modo de vivirla, y de última todos tenemos un solo Dios. Pablo García Lastra Fotos: José Luis Raota
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La escuela, un puente entre dos culturas COMUNIDA D FORTÍN MBORORÉ
El respeto de enseñar sin imponer, el desafío de enfrentar una lengua diferente y otra forma de ver el mundo. El maestro José Javier Rodas, de la escuela intercultural con más alumnos de Misiones, descubre cómo es el trabajo con chicos mbyá guaraníes. “En memoria de todos los sabios analfabetos del pueblo guaraní”, dice el cartel tallado en madera que está en la entrada de la escuela de la comunidad Fortín Mbororé, ubicada a seis kilómetros de Puerto Iguazú. La frase recuerda la principal fuente de conocimiento de esta cultura originaria, basada en la transmisión oral, en un presente que se construye también con escritura, aulas y maestros. Es que hace unas tres décadas nomás, comenzó a desembarcar la educación sistemática al pueblo mbyá guaraní en muchas de las comunidades de Misiones. Hoy, la escuela que cuenta con más alumnos en toda la provincia es, justamente, la del cartel que honra a los sabios analfabetos, la Intercultural Bilingüe 807, en la que estudian 412 chicos guaraníes. Su subdirector, José Javier Rodas, es un maestro de vocación, de 43 años, nacido en la provincia de Santa Fe, que llegó a Puerto Iguazú en 1978 y vive con su familia en una casa del barrio Ignacio Abirú. Rodas cuenta que la escuela abrió sus puertas en 1986 y estaba en las afueras de la ciudad, en un pequeño edificio con una sola aula, en el corazón de la comunidad Mbororé. La población de la aldea fue creciendo y también su territorio. Ocupaban 24 hectáreas y hace unos diez años les fueron cedidas otras doscientas
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donde hoy viven cerca de trescientas familias, en total 1.240 personas. Frente a ese incremento poblacional, Rojas señala que “en el 97 había sólo tres docentes, hoy ya somos 27, de los cuales la mitad habla guaraní y cinco pertenecen a la nación originaria”. Hijo de paraguayos, el maestro sabía hablar guaraní, pero recién aprendió a escribirlo cumpliendo su oficio en el aula. El idioma justamente es una de las problemáticas que enfrenta la enseñanza. “Los chicos de nivel inicial no hablan castellano y tienen dificultades en lengua –explica–. Entonces se trabaja en parejas pedagógicas, es decir, el maestro con un auxiliar guaraní, cuya función no es ser traductor de la lengua, sino transmitir su cultura, su identidad, su cosmovisión”. “El SOL, EL LUNA” A Rodas le apasiona pensar en la clase. Sobre lo complejo de ejercer la educación en tierras guaraníes cuenta una anécdota: “Una maestra estaba enseñando los artículos y el género y número de los sustantivos: femenino, masculino, singular y plural. Les decía: ‘El sol, las estrellas, la luna’. Uno de los chicos repetía: ‘El sol, el luna’. La maestra lo corrigió, pero él insistió y repitió: ‘El sol, el luna’. Hasta que ella entendió que
insistía porque en el mito de los gemelos de los guaraníes, el sol y la luna son dos hermanos. Entonces, la luna es un varón en la mitología guaraní”. Esta anécdota explica claramente un concepto de la educación actual que va ganando espacio en las escuelas de América Latina. Se trata de la “interculturalidad”, basada en la interacción respetuosa de culturas para que ningún grupo esté por encima del otro, favoreciendo la diversidad, la convivencia y el enriquecimiento de ambas partes. “En el 94 se reconoció en la Constitución Nacional el derecho a la educación intercultural bilingüe –explica el maestro–. Y a partir de 2004 se la implementó como modalidad de enseñanza en las escuelas, que
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LA PUJA PERMANENTE Ante la tapa de su reciente libro, Los derechos de los pueblos originarios, José Javier Rodas explica que es una compilación de las leyes internacionales, nacionales y provincialas, junto a normativa educativa, derechos colectivos e individuales, especialmente frente al derecho a la tierra, los bienes, los recursos vitales, la cultura, la identidad y la lengua. Cuenta que hoy hay 105 aldeas mbyá guaraní en Misiones y que solo el 22 % tienen título de propiedad. “Los pueblos originarios no se han regido por títulos de propiedad porque siempre se han sentido parte del territorio con el que conviven”, afirma y apela al derecho que tienen las comunidades de mantener la visión propia, económica y social, pero asume que es complejo: “Porque al reconocerse o al titularse esas tierras se está reconociendo que las otras tierras no les pertenecen”.
empezaron también a incorporar a miembros de las comunidades”. Aun así, Rodas cuenta que tienen una gran dificultad en la preparación de los maestros. “Las comunidades crecen y ya no se encuentran docentes. Entonces la formación del maestro blanco para entrar a las comunidades es totalmente ajena a la cultura guaraní. Y para poder enseñar desde la interculturalidad hay que conocer la cultura”, sostiene y ante este panorama muestra un proyecto de ley que presentó ante las autoridades. Su objetivo junto a “hermanos guaraníes y profesores de Iguazú” es crear en Misiones un Instituto de Formación Docente con orientación en la Educación Intercultural Bilingüe (EIB).
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En su experiencia de vida en esta aldea, el maestro recuerda que desde el primer día aprendió la aceptación y el respeto por el otro, “eso de no querer imponer tu idea, sino de aceptar que el pensamiento distinto es también riqueza, que la diversidad es la riqueza. Es lo que no tiene la sociedad blanca, que es avasallante y sólo gobierna un pensamiento único”. La complejidad del mundo en que se vive va cercando cada vez más a los pueblos originarios. “El Ñande Reko es el modo de vida guaraní, que consiste en cazar, pescar, melar (recoger miel del monte). Pero lo que no pueden hacer hoy los guaraníes
UNA VOZ EN LA WEB “Yo busco darles voz a los originarios con los otros cinco docentes de la escuela que son guaraníes”, cuenta entusiasta José Javier Rodas, quien, además de crear la página Escuela Mbororé Iguazú en Facebook, desarrolló el blog “Crónicas de la tierra sin mal” (cronicasinmal. blogspot.com.ar). “La sociedad capitalista es la que está llevando al mundo a su destrucción –afirma–. Y en el rescate de la sabiduría de los pueblos originarios está la respuesta: cómo volver a las raíces, a los ancestros, vivir en forma pacífica con los cuatro elementos, el respeto por la Madre Tierra. Quiero que el que lea eso se enamore de la sabiduría de los pueblos originarios. Yo también estoy aprendiendo todos los días, me llamaría más aprendiz que maestro. Lo que yo veo lo comparto y lo difundo porque soy el primero que lo ha ignorado”.
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es justamente pescar ni cazar, porque su territorio ha quedado reducido, ocupado, con dueños ajenos a la comunidad guaraní”, señala Rodas, y explica por qué es importante esta nueva modalidad de enseñanza: “Cualquiera puede decir que la educación es algo nocivo para los guaraníes porque modifica su entorno y no permanecen puros como son. Pero la realidad hoy es que los espacios se han modificado y por eso la escuela es una herramienta esencial para el futuro comunitario y su perpetuidad”. En Fortín Mbororé se está construyendo una nueva escuela con una infraestructura que supera ampliamente en comodidad y espacio a la actual. Las obras están muy avanzadas. “Va a ser la escuela más grande de toda la provincia, con catorce aulas de grado y dos niveles iniciales. Esperamos inaugurarla para marzo de 2013”, dice Rodas con entusiasmo. –¿Cómo se vinculan los chicos con la cultura dominante? –Históricamente ha habido mucha
discriminación, pero en la última década es mayor la visibilización de la población originaria guaraní. Además hoy, en primer grado, de 75 alumnos que asisten, el 95 por ciento tiene documento. El cambio es gradual en todo al interactuar con la sociedad envolvente. –¿Cómo te relacionás con los alumnos? –Mis alumnos me respetan mucho. Cuando saben que internalizás sus creencias, te ven de otra manera. La desconfianza siempre existe, es producto de lo que se les ha hecho históricamente, y es razonable. Pero es un pueblo que acepta al otro y eso es rico para todos. Honrar a los sabios analfabetos, tal como reza el cartel de la escuela Fortín Mbororé, es construir y reforzar ese puente de ida y vuelta desde las posibilidades de la educación de hoy hacia la cultura ancestral de esta nación originaria.
Lorena García Fotos: José Luis Raota
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SEÑALES NATURALES Por Juan Curá Curá Curá
Enseñanzas de los antiguos para el buen andar del hombre. Un lonko mapuche acerca valores del principio. El idioma del silencio para recuperar la raíz natural del hombre. Para seguir la huella de los antiguos, tendríamos que orientar el pensamiento hacia el principio: aquel tiempo en donde aún no existían los planetas, en donde todo era viento, energía, pensamiento. Los abuelos decían que el cuerpo es parte de la Mapu (tierra), y que el espíritu (viento) es parte del Kalfú (el azul del cielo), que no tiene dimensión de espacio. Dentro de ese azul hay mucha vida, pero es otra dimensión, es una vida espiritual. De ahí venimos y ahí vamos a volver. Por eso, es muy importante reconocer y valorar a la energía y aprender su lenguaje, el idioma del silencio. Esa energía nace con nosotros como una chispa inicial, ascendente y permanente. El cuerpo debe entender que acompaña el crecimiento de esa chispa, que va evolucionando cada vez más, hasta llegar al punto de su totalidad, para integrarse como alimento al Kalfú. Entonces dejamos el cuerpo en la Tierra, que ha sido un filtro para esa energía y empieza a ser más cielo el cielo, más grande, más fuerte y por eso no tiene fin. IDIOMA DEL SILENCIO Todo se inició por el pensamiento en silencio. Los planetas, los astros, la naturaleza y todo lo que hay en el universo. Si miramos la inmen-
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sidad y el tamaño de lo que no tiene dimensión ni medida y comparamos con ese espacio, con esa inmensidad sin fin, somos muy pequeños pero sí ascendentes porque venimos de ese mismo pensamiento iniciador de todo lo que existe. Somos herederos de esa energía. Y ahí, es cuando comprobamos por lo visible que venimos de lo invisible, porque desde antes del inicio en la gestación natural dentro del vientre de una mujer, ya existíamos. Los abuelos decían que desde antes de ese inicio ya somos como una semilla invisible porque somos pensa-
miento. A través del pensamiento nos comunicamos. El hablar es la comunicación del compartir entre la gente de la tierra. El idioma del silencio es la comunicación del espíritu con el hombre. El lenguaje del viento se percibe por los sentidos y es permanente para cada uno a través de señales, sueños, movimientos de la naturaleza que se leen e interpretan cuando elevamos el pensamiento. No estamos solos, caminamos por esa fuerza y debemos llegar a la amistad para escucharlo, conocer
SABIDURÍA DEL ORIGEN
decían los abuelos que miremos las señales en la Naturaleza
su lenguaje que nos guía en esta vida. Tenemos la opción, la capacidad de volver a encontrarnos con nuestra energía. Mientras caminamos en amistad con el espíritu, escuchando su lenguaje, recibimos la energía fértil, esa que nos da alegría, equilibrio, ánimo… y va creciendo de esa manera la chispa que inició la vida de cada uno hacia el Kalfú. Cuanta más amistad tenemos con el espíritu que nos prestan, más sano es el cuerpo y más ascendente para irradiar fertilidad. SEÑALES La claridad que da la luz del amanecer es una señal. Marca la vida que nos presta Futa Chao (Gran Espíritu, Gran Padre) y nos recuerda que es un nuevo inicio y que el día con-
tinúa, decían los abuelos. También decían que miremos las señales en la naturaleza: la tierra gira permanentemente, los pies apuntan hacia delante, la semilla va hacia arriba y luego da otra semilla y sigue continuamente pero no retrocede. La planta no se achica y se mete de nuevo en la semilla, produce fertilidad y nosotros los hombres con el pensamiento debemos ser fértiles continuamente hacia adelante. La sabiduría que hay en el universo nos marca en esas señales que somos ascendentes sin límites. Cuando nos pasa algo en lo físico, en lo personal, a los seres queridos, o que vemos y sentimos, antes de pensar algo debemos preguntarnos ¿qué quiere decirnos o hacernos recordar? Es un instante para que elevemos el pensamiento y leamos en el viento (espíritu) qué nos está
diciendo Newen (la fuerza que nos da la vida). Es una enseñanza que nos ayuda a seguir ascendiendo en la escalera de la sabiduría. La energía se comunica a través de lo que sentimos en el cuerpo. Nosotros hablamos y Newén nos contesta a través de su lenguaje en la piel. Cuando sentimos un escalofrío en la piel es un alimento de la energía. Es una señal de que es verdad lo que decís, lo que escuchás o lo que pensás. Es un sí de Newén que se presenta en ese momento. LOS SUEÑOS Los sueños son un lenguaje de las señales naturales, son enseñanzas para guiar el crecimiento y el desarrollo espiritual del hombre. Son una de las asistencias más claras que tenemos del Newén de cada uno.
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Cuando estamos durmiendo recibimos las señales del sueño, imágenes. A veces el espíritu nos avisa lo que ya te ha hecho hacer o va a hacerte hacer con el cuerpo. Muchas veces nos puede pasar que vamos a un lugar y sentimos que ya hemos estado ahí y después recordamos que habíamos soñado antes ese lugar. Es una señal, el espíritu ya estuvo allí para luego llevarnos físicamente. Tal vez soñamos con un ser querido que ya viajó, es decir que ya dejó el cuerpo, y vemos que nos habla o nos deja un mensaje. Al comprender lo que es un sueño, nos damos cuenta de que existe la riqueza espiritual, y comprobamos que esa persona ha hecho esa riqueza en la tierra para poder transmitirnos ese mensaje. SEÑALES EN LOS TEJIDOS Los antiguos leían las señales que les transmitía Futa Chao a través de la naturaleza. Por eso, dejaron en muchos lugares las escrituras de esa sabiduría que fueron conocien-
do y aprendiendo. Se guiaron por el movimiento natural de todo lo visible: los animalitos, la vegetación, los cerros, las huellas, los ríos, las piedras. Así es como hay muchos tejidos que tienen señales de los animales y es justamente para mi-
cuando vamos caminando alrededor del quetel, vamos aprendiendo que los escalones marcan una fuerza para ascender rar, pensar, elevar el pensamiento y captar la memoria de la mano que estuvo haciendo ese tejido. EDUCACIÓN DEL PENSAMIENTO La educación del pensamiento tiende a ascender hacia la próxima etapa de la vida, que sería cuando dejemos el cuerpo.
Cuando una madre está embarazada, en ese tiempo de espera, prepara todo para la vida que va a traer. Una ruka (casa) para vivir, un lugar para el descanso… Ese bebé que se va alimentando con los pensamientos de los que están a su alrededor, no sabe lo que va a ocurrir, pero tendrá conocimiento cuando esté en la siguiente etapa. De la misma manera nosotros, podemos preparar ese lugar al que iremos cuando dejemos el cuerpo. Son señales que nos marcan la continuación permanente de la energía. Todo esto que hablamos sobre los pensamientos, recuerden que es energía, que es viento, porque el pensamiento no se ve. Es algo que el hombre debe escuchar, analizar y sentir por medio de las señales naturales. Queridos Lamén y Peñi: esa es la vida que nos espera cuando dejemos el cuerpo. Decían los abuelos que toda la energía, todo el pensamiento ascendente que realicemos y guardemos en el andar, va a seguir tal cual con lo que hemos enriquecido para ser semillas para esa chispa maravillosa que da vida a los planetas. Me gustaría que pudieran sentir en esa suavidad del pensamiento qué hermoso es la tranquilidad que transmite el cielo, como las aves que se deslizan sin obstáculo. Así será la continuación en la siguiente dimensión. Con toda humildad y respeto a otros conocimientos, de aquellos que pueden transmitir los pensamientos que reciben, y hasta el próximo mate…
Juan Curá Curá Curá recibió el mandato para representar a la Comunidad Mapuche Linares, compartir la cultura ancestral y acompañar a los que reconozcan la herencia del principio que dejaron los abuelos. ciclosdelosvientos@gmail.com
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LEGADO DE LA AMÉRICA PROFUNDA El mito como valor permanente de la cultura Por Graciela Maturo
En las provincias argentinas, en la humanidad, etapa ingenua, pre- la sola razón, hace comprensible la vigencia de símbolos y mitos en sus ciudades tocadas por la actual filosófica, confusa y balbuceante. modernización pero más fieles a También desde antiguo ha germi- la cultura contemporánea. Es más, sus legados que las grandes metró- nado una vía distinta, cuya histo- el pensamiento del siglo XX signipolis, podemos constatar en forma ria no es el momento de esbozar, ficó un regreso de la filosofía a ese permanente la convivencia cultu- otro tipo de filosofía más próxima fondo de sapiencia de los pueblos. ral de mito y ciencia, de tradición y de lo popular y de las artes, filoso- Admitirlo no es negar la ciencia ni modernidad. Incluso en provincias fía que culmina en el movimiento tampoco la razón, bien del hombre, fuertemente inmigratorias, como romántico. Esa tradición filosófica, sino afirmar otro modo de pensar lo son las del Litoral argentino, pue- que podría ser abarcada en general la cultura y el destino de la humade comprobarse la vigencia de ritos, con el nombre de humanismo, vie- nidad. El arte, como lo ha señalado mitos, celebraciones y expresiones ne afirmando la insuficiencia del Mircea Eliade, cumple en la cultusimbólicas que hacen el núcleo úl- conocimiento puramente racional ra de nuestro tiempo el papel que timo de la cultura y se manifiestan y la impostergabilidad de hacerse correspondió antiguamente a las plenamente en el ámbito popular, cargo de una razón ampliada, sim- celebraciones y expresiones simno colonizado por el racionalismo. bólica, religiosa. El hombre no tiene bólicas, a la representación sacra. Los grupos inmigrantes, formados un único modo de conocer. Conoce Los mitos son recreados en el arte, en general por agricultores y pe- también por la percepción, el sen- como se recrean, en otra escala, en queños artesanos, se asimilan al timiento y la intuición, frente a las manifestaciones de la cultura popular. tronco originario de la culEn nuestras provincias tura criolla, amasada en esto se hace visible. Al varios siglos anteriores a la notable desarrollo de la emancipación. el pensamiento del siglo XX música y de las artes plásLa filosofía occidental se significó un regreso ticas se le superpone la ha planteado desde muy vigencia del cuento y el temprano esta relación de la filosofía a ese fondo canto tradicional, sin que –alentada o negada– del de sapiencia de los pueblos mito y la racionalidad, que esa supervivencia impida en ciertos casos dio origen el desarrollo de los génea dicotomías insolubles. ros modernos, el cuento, Aristóteles fue hostil al la novela, las formas de mito, como lo fueron más tarde los los cuales la iluminación racional una literatura más crítica que nunpensadores de la Ilustración, que abarca siempre una pequeña zona. ca alcanza a disolver ese lazo proirradiaron sobre la cultura urbana. Por otra parte, esa misma corriente, fundo que religa la cultura con sus Algunos filósofos llegaron a admi- tanto clásica como moderna, com- núcleos ético-religiosos. Este rasgo, tir que el mito era a lo sumo una porta una definición de lo huma- presente en la literatura llamada ilustración alegórica de verdades fí- no que excede la idea de un sujeto del “interior del país”, marca tamsicas y morales que podrían ser pre- pensante, autosuficiente, dueño bién la continuidad de la Argentina sentadas de modo directo, lo cual de la naturaleza y satisfecho de su con las naciones latinoamericanas de hecho haría superfluo el lengua- propia racionalidad. Las propias con las cuales comparte una idenje de la metáfora. Este rechazo –ya ciencias, y no solamente la filoso- tidad de origen y destino. Unificaanticipado en el Libro II de la Repú- fía, fueron demostrando la fragili- da por su sello humanista y diverblica, de Platón– abarca a un mismo dad de esa pretendida autonomía sificada en distintos matices, esa tiempo el símbolo, el mito, la poe- racionalista. Sólo la existencia real cultura reclama ser comprendida sía, la cultura popular, que pasan a de una apertura al misterio, a lo a través de una racionalidad amser considerados como infancia de totalmente “otro” inabarcable por pliada, cuyo ejemplo puede darlo
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la “razón poética” propuesta por la filósofa española María Zambrano, esa singular pensadora fallecida en 1991, que nos enseñó a comprender la identidad de los pueblos latinos. Cualquiera sea su formación, las provincias argentinas han dado ejemplo de esa vocación amalgamante e integradora de Oriente y Occidente que caracteriza a un gran proceso de “transculturación”, no verificable en otras regiones del mundo. Es imposible pensar lo indo-afro-latino-americano en función de un marco teórico racionalista o de concepciones ideológicas generadas en la abstracción. La América criolla, visible en las poblaciones más apartadas y recónditas como asimismo en las ciudades, se presenta como un mundo humano variado y rico, para el cual no se ha bolo y concepto, entre fe y racionalidad. Esto hace la peculiar vitalidad de una cultura que ha sido recogida y estudiada por antropólogos como Fernando Ortiz, Bartomeu Meliá y Gilberto Freyre, comprendida por pensadores como Rodolfo Kusch, cantada por poetas como Juan Liscano, Juan L. Ortiz o Jorge Sánchez. Así como algunos de nosotros lo hemos intentado a través de una hermenéutica literaria, ellos dan cuenta de un continente (o subcontinente) que ha sido llamado mágico, mítico, paradisíaco, bárbaro, profético, abierto a la revelación. Ofreceré el ejemplo de Antonio de León Pinelo, un autor judeo-portugués del siglo XVII que vivió largos años en América y produjo al volver a España singulares obras. Una de ellas, no editada sino anticipada en su tiempo y redescubierta por
el poeta Juan Larrea, situaba el Paraíso (originario o final) en América del Sur. Y lo hacía precisamente –como puede verse en el mapa que dejó dibujado y anotado de su mano– en la región que vincula la Argentina con Bolivia, el Paraguay y el Brasil. No se trata por supuesto de arqueología científica sino de un mito, una imagen poética, que al reconocer la belleza natural de la región la vinculaba con antiguas profecías, o acaso le adjudicaba un destino sobrenatural. Entraba así en el nivel mítico-poético, el que permite al hombre –aun en medio de grandes dificultades– construir su morada sobre la tierra y alentar la esperanza. El mito da que pensar, dijo Paul Ricoeur. Pero, sobre todo, es materia espiritual que da impulso al proyectar y al vivir. Graciela Maturo (Santa Fe, 1928) es doctora en Letras, de larga actuación en la docencia universitaria. Fue investigadora principal del Conicet. Poeta y ensayista, es autora de numerosas publicaciones, entre las cuales mencionamos las últimas: La mirada del poeta (2ª edición ampliada), Amargord, Madrid, 2008; Los trabajos de Orfeo, Ediunc, Mendoza, 2008; Antología poética, FNA, Buenos Aires, 2008; La opción por América, Editorial Ross, Rosario, 2009; Bosque de alondras. Antología poética 1958-2008, Universidad Cecilio Acosta, Maracaibo, 2009; América: recomienzo de la historia, Biblos, Buenos Aires, 2010; El humanismo en la Argentina indiana, Biblos, Buenos Aires, 2011.
SAGRADA TRADICIÓN “En la leyenda no tienen cabida la mentira ni la mera exageración. En ella juegan la fantasía, el sueño, la necesidad del espíritu de crearse un mundo mejor, y así manejarlo, dominarlo, transformarlo. Por eso la leyenda tiene poesía, y vuela sin dejar la tierra, la pequeña patria, la comarca nativa. … Cada país tiene una suerte de leyendas del más diverso tipo. Y todas ellas revelan un carácter, una modalidad, una forma de ser y de pensar, una fisonomía un pulso de la vida, una particular manera de entenderla, o de enfrentarla. Nuestra tierra tiene leyendas magníficas, algunas ya universales. Cada provincia, cada región, cada aldea argentina guarda su sagrada tradición en la leyenda lugareña”. Atahualpa Yupanqui
(Fragmento del libro El Canto del viento)
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MIRANDO AL PARANÁ
LA NUEVA COSTANERA DE POSADAS Privilegiada por ocupar un gran recodo del Paraná, la capital misionera ahora disfruta del ancho río que la separa de Encarnación, Paraguay.
Las mañanas posadeñas nacen en el río Paraná cuando el amanecer se refleja sobre las aguas y la ciudad se despierta. Algunos caminantes y ciclistas ya transitan los cinco kilómetros de su impactante costanera convertida desde hace pocos años en el principal paseo de la ciudad. Lapachos, paraísos, ambay, sauces, cipreses, jacarandás, mangos, entre otros árboles de la región embellecen los amplios canteros centrales. Apenas dos décadas atrás, la ciudad daba las espaldas al Paraná. Hoy al hablar de Posadas es ineludible ha-
cer referencia a la avenida Costanera Monseñor Jorge Kemerer, que se extiende desde el puente internacional que une Posadas con Encarnación, hasta la avenida Roca. A mediados de los 90 se inició la construcción, cumpliendo con la idea surgida en 1972 que la proyectaba como obra complementaria de la represa Yacyretá. En 1999 se inauguró el primer tramo de esta obra monumental de 5 kilómetros de extensión -que serán 20 al finalizar los trabajos-, que le cambió definitivamente la cara a la capital de Misiones. Pedro Lacour
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EL OFICIO DE MOSTRAR
MARAVILLAS NATURALES C ATAR ATA S Y SALTOS DEL MOCONÁ
Dos historias de vida vinculadas a los imponentes escenarios naturales de la tierra misionera. Anécdotas y experiencias de dos emprendedores del turismo que aprendieron a compartir los regalos de la naturaleza. Por la forma en que se vinculan con la tierra y han crecido junto a ella, podría decirse que Miguel Ángel Tassi y Charles Donato Irala nacieron con la misión íntima de “celebrar a la naturaleza”. Porque decir de estos dos misioneros que solamente han fomentado el turismo en las cataratas del Iguazú y en los saltos del Moconá suena simplista
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ante sus historias de vida, atravesadas por estas dos majestuosidades de la provincia de Misiones. En realidad, se criaron viviendo las maravillas de su tierra como algo natural. Charles cuenta que nació con las cataratas del Iguazú a sus espaldas. Las mismas que fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1984 y en 2011 elegidas
como una de las siete maravillas naturales del mundo, lo esperaban al nacer a 600 metros de su casa, con vacas y cabras. Miguel Ángel es oriundo de Oberá, pero hace 23 años que vive en El Soberbio, a orillas del río Uruguay, en el límite con Brasil, donde se encuentra el único salto longitudinal en el mundo, Moconá. Los dos crecieron y se formaron
Charles Donato Irala
Miguel Angel Tassi
como “guías” en épocas de visitantes excéntricos y expedicionarios que llegaban a esos terrenos virginales. El “turismo” se aplicaría como palabra moderna recién avanzados los noventa. Para la familia de Charles tenía que ser “expedicionario y loco” aquel turista que le regaló a su hijo la primera foto junto a las cataratas a los 7
años. “Las pasarelas eran árboles caídos que papá sacaba con hachas. Armaba un puente y le ponía un alambre –recuerda Charles–. Y nosotros teníamos un gorrito bordado por mamá con la palabra “guía”. Mis hermanos mayores iban con la carretilla al aeropuerto. A la gente VIP la esperaba un jeep de la Fuerza Aérea y a quienes tenían que ca-
minar hacia el hotel le cargábamos las valijas. Yo me subía a los árboles, les daba a los turistas frutos de pitanga”. El nombre Iguazú significa en guaraní “agua grande”. Moconá, “el que todo lo traga”. Miguel Ángel se fue aventurando en el río, inquieto por conocer. “Tenía una lancha con un motorcito 40 –cuenta–. Al principio iba a pescar dorado, hasta que se declaró parque del lado argentino y se dejó de pescar. Yo trabajaba en salud pública, entonces cuando no tenía guardia me dedicaba a mostrarles a los que llegaban. Como no había Internet, la gente venía sólo por los artículos en la revistas”. “Yo me bañaba en las caídas de agua, me divertía, me peleaba con los yacarés –revive Charles–. Pero para mí no era nada extraordinario. Hasta que a los 17 años en Bariloche me hacen subir 252 escalones para ver la cascada Los Cántaros. La gente se emocionaba. Yo les decía: ‘¿Sabés cuántos saltos tengo de éstos en mi casa?’. Ahí entendí que hay que ver otras cosas para saber lo que tenés”. El crecimiento turístico ha modificado no sólo su entorno de vida, sino también la forma de interactuar con el ambiente. Charles comenta: “Parques Nacionales empezó a sacar a todo su personal de cataratas, les dio un terreno a cada uno en Iguazú y nos tuvimos que venir acá. Pero todos nacimos atrás de donde ahora está el Hotel Sheraton. En ese entonces era muy esporádico ser guía, sólo en los meses de verano y julio, hasta que se convirtió en una actividad central”. Junto a sus dos hijos varones, Miguel Ángel tiene una pequeña agencia de viajes en Moconá, promocionado como el único salto longitudinal en el mundo, un cañón de tres kilómetros de largo con caídas
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de agua paralelas a su cauce, una les es director de Aguas Grandes, manos. Las personas tenemos el zona considerada parque provin- una empresa de turismo en Iguazú. poder de curarnos el 90 por ciento cial e incluye a la reserva de biosfe- Al mismo tiempo que creció como de las enfermedades, ya que son nera Yabotí. “Para apreciarlo depende empresario, comenzó a recordar tamente autoproducidas. Con el pode las alturas del río. Cuando el río sus raíces. “Con mi hermano em- sitivismo, atraés y elevás el cuerpo crece, esta falla se llena de agua y pezamos a tributar al indio, a dar- y el espíritu al más allá. Yo aprendí se tapa. Es mejor cuando el río está le su valor. Crecí con la burla en la esto de los indígenas en el noroeste bajo, que alcanzan una altura de escuela de ‘indiecito, negrito olor y pude entender luego a mi gente de 15 metros”, explica Miguel Ángel, a humo’. Uno a esa edad no se da acá. Yo creo en eso: Dios te da todo lo que querés, el único tema es quien dirige este paseo con la saber distribuirlo, no es solamisma pasión y espíritu de mente para vos. Por eso, si me aventura que el primer día pero con una lancha mucho más pode repente, aparece un puma muero, me muero feliz, logré todo lo que quise en mi vida”. tente y segura. “Moconá es más sobre las piedras Miguel Ángel dice que lejos humilde –afirma–. En cataradel Moconá no viviría mucho. tas hay mucha gente, mucha y se quedan todos helados “Yo disfruto con la gente que estructura. Acá lo vivís como pasea. A veces hay gente que tuyo, más de cerca. Hoy en cate dice: ‘Yo de esto conozco mutaratas tenés 5.000 personas cuenta de que tiene cara de indio, cho porque anduve en lancha en Tipor día, en Moconá, en julio 1000”. Charles, el niñito de gorrita borda- mirás la cara de tu vieja y la vida si- gre’. Y de repente, aparece un puma da, pudo conocer otras maravillas gue. Pero en Buenos Aires sentí que sobre las piedras y se quedan todos naturales y volver a su terruño. Fue no había nada que esconder, me helados”. Para Charles, estar frengerente de Singer Tour: “De 300 pa- pareció importante reconocerme te a las cataratas “es verle la cara a Dios. Yo voy y le hablo y las catarasajeros por mes, en un año le puse como indio”. 3.000 por mes. Pero renuncié cuan- Charles dice que tomó ciertos cono- tas me contestan con su música”. do murió el patrón. Y sin plata armé cimientos indigenistas, a los que Lorena García mi propia agencia. Teníamos nada él llama “el positivismo”. “Si se es Fotos: Ministerio de Turismo de Misiones más que un escritorio”. Hoy Char- positivo, se tiene el mundo en las
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> ANFIBIOS ARGENTINOS
> Culebra ciega del Río de la Plata (Chthonerpeton indistinctum)
> Escuerzo común (ceratophrys ornata)
> Escuercito (Odontophrynus americanus)
> Ranita del zarzal (Hypsiboas pulchellus)
> Rana trepadora enana (Dendropsophus nanus)
> Rana pehuenche (Alsodes pehuenche)
> Rana coralina (Leptodactylus laticeps)
> Rana de las tormentas (Scinax aromothyella)
> Rana cavadora (Leotodactylus bufonius)
> Sapo de Achala (Rhinella Acalensis)
> Sapito cuatro ojos patagónico (Pleurodema bufonina)
> DIAGR AMA CRIOLLO
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> Escuercito Cururú (Odontophrynus occidentalis)
> Ranita llorona o de cuatro ojos (Physalaemus biligonigerus)
> Rana boyadora grande (Pseudis paradoxus)
> Ranita de Darwin (Rhinoderma darwinii)
> Ranita del lago del desierto (Chaltenobatrachus grandisonae)
> Sapito de panza roja (Melanoprhyniscus rubriventris)
Solución: 1. Lapacho 2. Tarefa 3. Guaraní 4. Yaguareté 5. Japepo 6. Morpho 7. Capricornio 8. Pacú 9. Encantado 10. Mensú
> Rana de bigotes (Leptodactylus mystacinus)
> Ranita cuatro ojos rojiza (Pleurodema borellii)
> Ranita del Chalhuaco (Telmatobius nitoi)
> Rana del Somuncurá (Somuncuria somuncurensis)
> Sapito de montaña salteño (Telmatobius atacamensis)
> Sapito cavador (Rhinella fernandezae)
11. Eldorado 12. Posadas 13. Basalto 14. Ayala 15. Yacutinga 16. Chipá 17. Macuco 18. Chamarrita 19. Tereré 20. Solari
“Cuentos de la selva” de Horacio Quiroga
> Escuercito de salina (lepidobatrachus asper)
> Ranita trepadora chaqueña (Hypsiboas raniceps)
> Rana criolla (Leptodactylus ocelatus)
> Ranita pingüino o aceituna (Elachistocleis bicolor)
> Sapito de cuatro ojos coicoy (Pleurodema thaul)
> Escuercito fantasma (Pleurodema nebulosa)
> Escuercito (Pleurodema tucumanum)
> Rana de Pintas Claras (scinax fuscovarius)
> Sapo espinoso (Rhinella spinulosa)
> Sapito boscoso de tres rayas (Bufo variegatus)
> Rana tractor (Argenteohyla siemersi)
> Rana de Müller (Dermatonotus muelleri)
> Rana mono yungeña (Phyllomedusa boliviano)
> Sapo común (Rhinella arenarum)
> Sapo buey (Rhinella schneideri)
> Sapito de color (Melanoprhyniscus stelzneri)
FE DE ERRATAS Pedimos disculpas por los siguientes errores cometidos en la edición Nº27 de Cosas Nuestras Pág. 6, 64 y 75: no figuraron los créditos de las fotos cedidas gentilmente por María Eugenia Pucheu. Pág. 18: donde dice “17 mil hectáreas” debió decir “1.700 hectáreas”. En la misma nota debió figurar el apellido de casada de la entrevistada: Sara Anchorena de Elizalde.
FUEGO CONTRA FUEGO ANDRÉS GUACURARÍ
Callado y taciturno, de rostro lampiño y levemente rojizo con pequeños ojos encendidos y apenas un esbozo de sonrisa, aún hoy, Andrés Guacurarí, “Andresito”, encarna el espíritu del pueblo guaraní. Nació el 30 de noviembre de 1778, en Santo Tomé (Corrientes), o en São Borja (Brasil). No hay datos ciertos; sin embargo, don José Gervasio Artigas le reconoce en una carta: “el pueblo de San Borjas, su amada cuna y la de sus padres”. Vivió su infancia con su madre y los guaraníes, y en su educación influyó el Padre Céspedes, con quien oficiaba misa, como sacristán, en Santo Tomé; también con el sacerdote aprendió música y a escribir, y hablar el guaraní, el español (su padre era español) y el portugués. En 1801, cuando fueron invadidos por los portugueses, Andresito y otros jóvenes guaraníes escaparon al otro lado del río Uruguay. Recibió instrucción militar en Montevideo, y regresó para luchar de por vida en su tierra. En 1810, cuando Manuel Belgrano venía del Paraguay rumbo a las costas del Uruguay, se detuvo en Misiones e incorporó 300 hombres guaraníes-
misioneros a su ejército en apoyo del sitio de Montevideo. Andresito era uno de ellos. Al año siguiente, cuando Artigas fue nombrado comandante general de Misiones, conoció a Andresito y lo adoptó. Andrés Guacurarí y Artigas fue designado ciudadano, capitán de Blandengues y comandante general de las provincias de Misiones y de Corrientes. Nombramientos recibidos de su padre adoptivo. La llegada de Andresito y sus huestes a un pueblo significaba la libertad de indígenas, negros y mulatos; los vecinos más encumbrados eran obligados a limpiar las calles y sus mujeres a cuidar a los heridos. En una ocasión, las fuerzas correntinas, derrotadas en Saladas por los guaraníes, pasaron por San Antonio de Mburucuyá y arrebataron niños guaraníes a sus madres para enviarlos como esclavos a Buenos Aires. Los guaraníes increparon a Andresito, que de inmediato incorporó a sus huestes a niños de la “clase decente”. Las “matronas correntinas” le hicieron reclamos por temor a que sus hijos fueran enviados al campo de batalla; no toleraban, además, que se los obligara
El Comandante Andresito dejó su huella de héroe en un escenario y un tiempo castigados por la guerra. La escritora Silvia Miguens narra momentos fundamentales de un hombre indómito en los albores de la patria. a cumplir ‘tareas de los indígenas’. “Pueden llevarse a sus hijos –les concedió–, pero en adelante recuerden que las madres indias también tienen corazón”. Andresito dedicó sus días a erradicar el racismo, a combatir a los invasores luso-brasileños, paraguayos y correntinos, y a la defensa del federalismo. Aun así le fueron cortadas las alas. En 1819 lo arrancaron de su patria, y la de sus ancestros, la tierra guaraní, o tierra misionera. Pero qué era, y desde cuándo, la tierra misionera. Se dice que Álvar Núñez Cabeza de Vaca fue el primero, en 1541, que avistó la zona. Sin embargo, al llegar, una especie similar a la humana, sin ropas ni religión ni cultura ni valores, los enfrentó. ¡Qué osadía!, se dijo don Cabeza de Vaca. Eran hombres, mujeres y niños que vivían en esta tierra desde siempre. Cuando la corona española lo supo, envió a la Compañía de Jesús para catequizarlos, o “civilizarlos”. En nombre de la corona española, aquellos jesuitas bautizaron la tierra guaraní como “provincia de las Misiones” y fundaron tanto pueblos como misiones. Una vez que los jesuitas fueron
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dier Francisco das Chagas Santos, echados, no por los guaraníes sino que en uno de sus partes de guerra por Carlos III, la región quedó como relata: “…la batalla se definió altierra arrasada. Pese a su condición rededor de las tres de la tarde, en de “conquistados” o “sometidos”, los momentos en que, encabezando un guaraníes heredaron de los jesuicuerpo de caballería compuesto por tas la música, la palabra escrita y la doscientos hombres, el comandante agricultura, entre otras artes. Como Andrés Guacurarí, llegaba al galosi no hubiera sido suficiente con la pe […] Las cargas de los fusiles estaconquista, ellos y sus ancestrales dollaron y los choques del acero de las minios fueron repartidos entre los lanzas, los facones y los sables, se herederos de las colonias de España y Portugal, Fernando VII y su herma- de Candelaria, 15 de abril de 1816. An- mezclaron con sapucays de coraje y na Carlota. Las “fraternales” peleas drés Artigas”. El resquemor no sólo gritos de dolor”. familiares, las intrigas de su entor- era con Andresito. En una tertulia, Chagas y Andresito se convertirían no, los embates portugueses, britá- en Río de Janeiro, el embajador del desde entonces en enemigos a ulnicos, franceses, paraguayos, criollos Director Supremo alardeaba de lo tranza. En São Borja se ponen en y porteños dieron como resultado un que el mismo Pueyrredón le había marcha una decena de canoas y canuevo reparto de límites. comentado: “Necesitamos la fuerza rretas con piezas de artillería más Desde que las tierras guaraníes fue- de un poder extraño no sólo para ter- unos quinientos hombres, con el único fin de acabar ron invadidas por con Andresito. Al los portugueses, comienzo, pareció en 1801, se pensaba contrarrestarlos, cuál era la mejor esAndresito dedicó sus días a erradicar el pero decide retitrategia para recuracismo, a combatir a los invasores rarse a Yapeyú. perarlas. Recién en luso-brasileños, paraguayos y correntinos, Chagas encuentra 1815, Artigas decidió la contrainvasión, la posición abany a la defensa del federalismo convocó a su ahidonada y la ocupa. jado Andrés GuaAndresito había curarí y lo nombró recibido órdenes comandante general. Andresito se minar nuestra contienda, sino para de Artigas de no arriesgar hombres instaló en la Candelaria y pronto re- formarnos un centro común de auto- ni poblaciones que pudieran quedar cobró los pueblos a orillas del Paraná ridad, capaz de organizar el caos que en medio del fuego cruzado. Chay volvieron a funcionar los cabildos están convertidas estas provincias… gas, avanza con su idea: “atacar en indígenas pudiendo administrar es- La escuadra está al ancla, esperando viva forza os povos dos insurgentes, tancias y yerbatales, además, instaló el viento, Artigas dejará de moles- arruinarlos e queimarlos”, así desuna fábrica de pólvora. Pero, en 1816, tar…”. truyó La Cruz y Yapeyú, remontó el los portugueses amenazaron de nue- Ninguno se amilanó. Al amanecer el Uruguay hasta Santo Tomé, siguió vo y Andresito tuvo que abandonar 2 de julio de 1817 el ulular del gallo y hasta Santa María, San Javier y Márla Candelaria para combatirlos, con un galope los despertó con malos au- tires. Ordenando destruir y saquear mil hombres reclutados en São Borja. gurios. Eran los Dragones de Río Par- todo, salvo los pueblos a orillas del A pesar de su valentía, no era bien do y la Infantería de Santa Catalina, Paraná, reclamados por el Paraguay. considerado. En una carta al gober- unos ochocientos, en su mayoría ve- Después de la derrota de Ibiritingay, nador interino reflexionaba: “…cuan- teranos de las guerras napoleónicas, las tropas de Andresito volvieron a do pensaba que con mis servicios y pero que desconocían la convicción desplazarse y se refugiaron alrededesvelos adquiría un nombre de fiel de los guaraníes y la de los gauchos dor de las viejas estancias, esperanamericano que aspiro a mi libertad, que, junto a sus familias y enarbo- do ayuda de los correntinos, pero ya he adquirido el de opresor y tiraniza- lando una bandera roja, defenderían habían acordado con los portugueses dor de los hombres que se desvelan la guarnición de Apóstoles. quedar fuera de la Liga de los Pueblos por este ídolo encantador […] Cuartel Y al frente de los Dragones, el briga- Libres, de la influencia de Artigas.
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“No cederemos –ordena Artigas a Al parecer, “la cautiva” regresó bien en Curuví, en un sangriento combate Andresito–. Al Jefe de los Orientales vestida, acicalada, con regalos para en el que murió el cacique Tiraparé. Para no perder más hombres, Andrepodrán arrancarle la vida, pero no sus padres. Y embarazada. llegarán nunca a envilecerlo al ex- María Mercedes fue “cautivada” sito decidió atravesar el Uruguay, en tremo de que venda el rico patrimo- en 1818 por Andresito, que venía una jangadilla. En medio del río fue nio de su Patria, al bajo precio de la de triunfar en los combates de Caá alcanzado por una patrulla, manianecesidad. Eleve el ánimo de los in- Catí y Saladas; desde esa fecha y tado y trasladado a Porto Alegre; Andios desparramados por los contor- hasta abril de 1819, cumplió fun- dresito iba caminando, y lo envolvienos de la laguna del Iberá...”. Cuatro- ciones como gobernador de Co- ron con un cuero crudo al cuello que, cientos muertos son sembrados en el rrientes. Es de imaginar, entonces, durante el trayecto, se resquebrajaba campo de batalla y Andresito cede, que María Mercedes pasó sus días y le dificultaba la respiración. Una provocando gran malestar en Arti- no en un feroz cautiverio con un vez encarcelado fue puesto a trabagas. No hay tiempo de resquemores y “cacique guaraní” sino, tal vez, en jar en obras públicas, hasta que lo Artigas los abandona. Pero en ciertos una amable convivencia con el “se- trasladaron a un pontón en Río de sectores de la población no desapa- ñor gobernador”… Janeiro, y más adelante a la Ilha Das rece el odio contra Andresito y sus Pero el viejo enfrentamiento entre Cobras, donde se dice que murió. Sin hombres, que, según los describe el el patriciado y las masas rurales no embargo, existe otra versión: deshistoriador Mantilla, eran “un con- los dejaría en paz. Andresito seguía pués de dos años de cárcel, el espajunto aterrador y repugnante, una luchando para cambiar esa socie- ñol Borja Margariños consiguió que indiada poco menos fuera liberado y, el que desnuda, sucia, 3 de julio de 1821, fea y de aspecto fehabría arribado a la batalla se definió alrededor de las tres roz. Unos llevaban Montevideo. de la tarde, en momentos en que, harapos; otros, raíDesde esa fecha encabezando un cuerpo de caballería dos chiripaes tan nada se supo. Ninsólo, y otros se cugún indicio de su compuesto por doscientos hombres, brían con pedazos vida ni de su muerel comandante Andrés Guacurarí, de cuero”. Vistos de te. Tampoco de llegaba al galope ese modo, y sabienun probable rendo que Caá Catí era cuentro con María paso obligado de Mercedes y su hijo, Andresito, la población esconde lo dad que, durante la conquista y la nacido en 1819 y bautizado como José comestible, las joyas y todo lo de va- colonia, se había acostumbrado a Mariano Esquivel. Sólo que el hijo la encomienda, a no pagar sueldos de Andresito vivió en Caá Catí hasta lor, por ejemplo, las mujeres. A pesar de los recaudos, a la fami- sino con un plato de comida; los gua- muy anciano y que lo denostaban dilia Esquivel “le fue arrebatada” una raníes y sus hijos eran vistos como ciéndole que era un hijo del cacique hermosa muchacha de cabellera sus criados y esclavos, y Andresito Guacurarí, desestimando el hecho abundante. ¿Arrebato o fuga? Quién se empeñaba en liberarlos repar- de que aquel cacique guaraní había sabe. Andresito la llevó o juntos se tiendo tierras para ser trabajadas en sido comandante y gobernador gefueron hacia Saladas. Al año, María beneficio propio y de sus familias: neral de la provincia de Misiones y Mercedes regresó. Los padres y ami- “imperdonable”. Y María Mercedes Corrientes, y que gracias a su convicgos habrían pagado un rescate. La tuvo que regresar con su familia, o ción y valentía esa tierra guaraní, la muchacha –dicen– reapareció en el ser reintegrada a ella, porque el go- provincia de Misiones, nunca dejó de pueblo en medio de gritos y dispa- bernador una vez más tuvo que salir pertenecer a nuestra Patria. ros con una custodia guaraní, que, al campo de batalla. Los portugueses sintiéndose observados, la dejaron y amenazaron de nuevo con apropiarescaparon. Otras versiones, agregan se de todo y, como Artigas ya no esque María Mercedes traía ropa nue- taba bien pertrechado, era Andresito va, un crucifijo de madera y un ma- quien debía combatir. Silvia Miguens letín de cuero con monedas de oro. Andresito y Chagas se enfrentaron
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Bragado: Pellegrini 1400 Tel: (02342) 43-1244
Villa Gesell: Avenida 3 N° 584 Tel: (02255) 46-2473
Barrio Norte: Av. Santa Fe 1399 Tel: (011) 4813-8983
Campana: 9 de Julio 780 Tel: (03489) 44-8132
Zárate: Ituzaingó 717 Tel: (03487) 44-5769
Caballito: José María Moreno 150 Tel: (011) 4904-3099
Cariló: Boyero 1498 (esq. Castaño) Tel: (02254) 57-1341
CHACO
Devoto Shopping: José Pedro Varela 4866, loc. 112, PB - Tel: (011) 4019-6112
Chacabuco: Moreno 13 Tel: (02352) 43-2183
Galerías Pacífico: San Martín 768, loc. 256 A. Tel: (011) 5555-5283
Chascomús: Belgrano 150 (esq. Remedios de Escalada) Tel: (02241) 42-2302
La Rioja: Pelagio B. Luna 627 Tel: (0380) 443-7557 MENDOZA Mendoza: Peatonal Sarmiento 224 Tel: (0261) 429-4224 Mendoza Plaza Shopping: Acceso Este Lateral Norte 3280, loc. 125, PB, Guaymallén - Tel: (0261) 449-0125 Mendoza Palmares Open Mall: Ruta Panamericana 2650, local 23, Godoy Cruz - Tel: (0261) 413-9163
Paseo Alcorta: J. Salguero 3212, loc. 2008, 2º piso - Tel: (011) 5777-6612
Av. Alvear: Av. Alvear 1750 Tel: (011) 4816-0049 Solar de la Abadía: Arce 940, loc. 7 Tel: (011) 4778-5082 Dot Baires Shopping: Melián y Vedia 3632 (Av. Gral. Paz y Autopista Panamericana), loc. 127 - Tel: (011) 5777-9627 GRAN BUENOS AIRES Adrogué: Paseo La Delicia, Mitre 1107, loc. 113 - Tel: (011) 4293-5553, int. 230 Lomas de Zamora: Loria 202 (esq. España) - Tel: (011) 4243-0311 Luján: Bmé. Mitre 499 (esq. Colón) Tel: (02323) 42-2843 Nordelta: Av. De los Lagos 7010, loc. 29, Tigre - Tel: (011) 4871-0770 Pilar: Las Palmas del Pilar Shopping, Las Magnolias 754, loc. 1141 Tel: (02304) 66-7420 Plaza Oeste Shopping: Autopista del Oeste y Av. Vergara. Loc. 1040, Morón Tel: (011) 4629-7556 Quilmes: Alte. Brown 628 Tel: (011) 4257-6466
Chivilcoy: Av. Sarmiento 187 Tel: (02346) 42-8036 Dolores: Márquez 215 Tel: (02245) 44-6532 General Villegas: Moreno 543 Tel: (03388) 42-3541 Junín: Malvinas Argentinas 13 Tel: (02364) 44-7314 La Plata: Diagonal 74 (entre 47 y 48) Tel: (0221) 421-4434 La Plata Pasaje Rodrigo: Calle 51 Nº 488 (entre 4 y 5), loc. J15 Tel: (0221) 410-0438 Lincoln: Urquiza 55 Tel: (02355) 42-2332 Mar de las Pampas: Paseo La Pinocha, Lucero y Santa María. Tel: (02255) 47-2473
Resistencia: Arturo Illia 374 Tel: (03624) 43-4190
Comodoro Rivadavia: Belgrano 990 (esq. Sarmiento) Tel: (0297) 444-2727 Puerto Madryn: Shopping El Portal de Madryn, Av. J. A. Roca y 28 de Julio Tel: (028045) 45-7310 Rada Tilly: Av. Moyano 839 Tel: (0297) 445-2481 Portal Shopping Trelew: Av. Hipólito Yrigoyen y Ruta Provincial Nº 7. Local 1047. Tel: (0280) 444-3175 CÓRDOBA Córdoba: Caseros 88 (esq. Obispo Trejo) Tel: (0351) 422-4579 Córdoba: Shopping Patio Olmos, Vélez Sarsfield 361, loc. 253 Tel: (0351) 570-4253 Córdoba: Córdoba Shopping José A. de Goyechea 2851, loc. 102 Tel: (0351) 420-5059 Marcos Juárez: Belgrano 882 Tel: (03472) 45-6010 Río Cuarto: Colón 118 - Tel: (0358) 462-1249
Mercedes: Calle 27 Nº 401 (esq.18) Tel: (02324) 431-387
Villa María: Hipólito Yrigoyen 55 Tel: (0353) 45-31227
Miramar: Piazza San Marco, 9 de Julio 954, loc. 29 y 30 Tel: (02291) 43-0819
CORRIENTES
9 de Julio: La Rioja 1439 Tel: (02317) 43-2279
Santa Fe: Lisandro de la Torre 2521 Tel: (0342) 458-4500 Venado Tuerto: Belgrano 466 - Tel: (03462) 42-4527 SANTIAGO DEL ESTERO
Posadas: Santa Fe 2056 Tel: (03752) 42-8509
Santiago del Estero: Independencia 248 Tel: (0385) 421-6362 TIERRA DEL FUEGO
NEUQUÉN
Mar del Plata: Avellaneda 1302 (esq. Güemes) - Tel: (0223) 451-6719
Necochea: Avenida 59 Nº 2856 Tel: (02262) 52-3020
Rosario: Santa Fe 1804 Tel: (0341) 421-2693 Rosario Rural: Córdoba 1838 Tel: (0341) 426-4194 Rosario Shopping Portal de Rosario: Nansen 323- Tel: (0341) 453-3944/4677 Rosario Shopping Alto Rosario: Junín 381, loc. 129 - Tel: (0341) 410-6629
MISIONES
CHUBUT
Av. Alvear: Av. Alvear 1847 Tel: (011) 4804-8424
Corrientes: Mendoza 883 Tel: (03774) 46-6174 ENTRE RÍOS Concepción del Uruguay: Gral. Galarza 800 (esq. Leguizamón) Tel: (03442) 42-3512
Neuquén: Ministro González 54 Tel: (0299) 447-7331 Neuquén: Shopping El Portal de la Patagonia, J.J. Lastra 2400, loc. 1013 Tel: (0299) 446-8021 San Martín de los Andes: Elordi 820 - Tel: (02972) 42-9699
Río Grande: Fagnano 619 Tel: (02964) 42-0288 Ushuaia: San Martín 719 Tel: (02901) 42-4238 Ushuaia Shopping Paseo del Fuego: Av. Perito Moreno 1460, loc. Nº 1226 Tel: (02901) 44-2647 TUCUMÁN
Villa La Angostura: Av. Los Arrayanes 51 Tel: (02944) 49-5062
Tucumán: 25 de Mayo 669 Tel: (0321) 421-6668
RÍO NEGRO Cipolletti: San Martín 234 Tel: (0299) 478-2485
Shopping El Portal de Tucumán: Cariola 42, loc. 1212. Yerba Buena - Tel: (0381) 435-5995
Gral. Roca: Tucumán 477 Tel: (0298) 442-1120 San Carlos de Bariloche: Quaglia 211 - Tel: (0294) 445-9211
Río Grande: Rosales 385 Tel: (02964) 42-0288
SALTA Salta: Shopping Alto Noa, Av. Virrey Toledo y Av. Entre Ríos, loc. 95, PB Tel: (0387) 421-5111 Salta: Buenos Aires 11 Tel: (0387) 421-3314 SAN JUAN San Juan: San Luis 2 Oeste (esq. Mendoza) - Tel: (0264) 421-9875
Martínez: Dardo Rocha 2738 Tel: (011) 4717-0401 Salta: Buenos Aires 11 Tel: (0387) 431-0740 PRODUCTOS DISCONTINUOS Y DE 2º SELECCIÓN
SAN LUIS San Luis: San Martín 892 Tel: (02664) 42-0998 SANTA CRUZ
Barracas: Herrera 1855 Tel: (011) 6091-8355 Garín: Panamericana, Ramal Escobar Km. 34,5 (Ruta 9). Roberto Fulton 2275 Tel: (03327) 44-4453
Shopping Las Toscas: Av. Castex y Formosa, Canning, Ezeiza, loc. 1174 Tel: (011) 4295-9908
Olavarría: Necochea 3061 Tel: (02284) 41-6131
Tortugas Open Mall: Panamericana km. 36,5, local 002 - Tel: (03327) 42-4368
Pehuajó: Mitre 435 Tel: (02396) 40-8273
JUJUY
Caleta Olivia: Eva Perón 187 (esq. Don Bosco) Tel: (0297) 485-5076
Unicenter Shopping: Paraná 3617, loc. 1183, PB, Martínez - Tel: (011) 4717-6888
Pergamino: Av. de Mayo 390 Tel: (02477) 43-1408
San Salvador de Jujuy: Belgrano 415 Tel: (0388) 431-0639
Río Gallegos: Pte. Néstor C. Kirchner 870 Tel: (02966) 42-3685
BUENOS AIRES
San Antonio de Areco: Alsina (esq. Alem) - Tel: (02326) 45-3741
LA PAMPA
SANTA FE
General Pico: Calle 15 Nº 840 Tel: (02302) 43-2585
Casilda: Buenos Aires 1918 Tel: (03464) 42-2554
PARAGUAY
Santa Rosa: Pellegrini 258 Tel: (02954) 41-3303
Rafaela: Boulevard Santa Fe 269 Tel: (03492) 50-3618
Asunción: España 9999 (esq. Dr. Bestard) - Tel: (021) 622-3072
Arrecifes: Ricardo Gutiérrez 525. Tel: (02478) 45-5216 Azul: Rubén César de Paula 577 Tel: (02281) 43-3691
108
Trenque Lauquen: Villegas 236 Tel: (02392) 42-22215
LA RIOJA
San Nicolás: De la Nación 171 Tel: (0336) 442-7735 San Pedro: Mitre 857 Tel: (03329) 42-1009
Paraná: Cervantes 200 (esq. Santa Fe) Tel: (0343) 421-9434
Calafate: Pasaje Emilio Amado 837 Tel: (02902) 49-2074
Lomas de San Isidro: Av. Fondo de La Legua 425, loc. 1 y 2 - Tel: (011) 4708-0110 Mar del Plata: Juan B. Justo 1035 Tel: (0223) 489-3156 Núñez: Cabildo 4115 Tel: (011) 4701-7227/6776 Palermo: Loyola 752 - Tel: (011) 4774-1009
Rosario Plaza Pringles: Pte. Roca 761 Tel: (0341) 424-6959
ATENCIÓN AL CLIENTE: (011) 4816-0060