Testigantzan para quien busca en el testimonio
Maxi, a sus 103 años, en pleno confinamiento. Fotografía de Carmelo Corada
Ante la soledad, es importante buscar relaciones de calidad Pili Castro,
Responsable del Área de Personas Mayores y Envejecimiento de Cáritas Bizkaia. Pili Castro, Bilbon jaiotako Basauriarra da. Psikologian doktorea eta edadeko pertsonen arretaren arduraduna Bilboko Caritasen. Baita Deustuko unibertsitateko irakasle ere. Pertsona nagusien bakardadea ikertu du. Zer da bakardadea? Zerk egiten du norbait bakarrik sentitzea? Zenbat bakardade klase daude? Bakardadea, sentimendu naturala dela dio. Dauzkagun harremanak eta izan nahi genituzkeenak bat ez datozenean sortzen dena. Eta 3 bakardade bereizten ditu: inguruan jenderik ez izatea, nork zaindu ez dugula sentitzea eta gurekin sakoneko sintonia duen inor ez izatea. Horregatik, harremanen kalitatea aldarrikatzen du eta uste du albokoari “zer moduz zaude?” bihotzez galdetzea izan daitekeela lehen urratsa, Jainkoaren erreinua munduan eraikitzen hasteko. 24
¿Quién es Pili Castro? Pili Castro es Basauriarra. Los de Basauri somos Basauriarras, no Basauritarras. Nací en Bilbao, pero he vivido aquí toda mi vida. Este es mi pueblo. Soy doctora en psicología, defendí mi tesis en febrero del 2016.
debió de encajar muy bien con lo que los equipos de Cáritas hacían y entré a trabajar en Cáritas el verano del 2001, haciendo una sustitución. ¡Hace ya 20 años! Me parece una suerte poder trabajar en algo por lo que tienes vocación.
¿Hace sólo 5 años que terminaste la tesis? Si, si. Me costó muchos años hacerla. Desde el principio tuve muy claro que el tema de la tesis iba a ser el de la “soledad en personas mayores”.
¿Cuál es el enfoque que gustó a Cáritas y por el que te ofrecieron trabajar allí? La soledad no es sólo lo que se ve. La soledad es sobre todo un sentimiento. Lo que hace sufrir a la gente no es tanto estar solo o no. Uno puede estar solo y ser muy feliz, uno incluso pude buscar la soledad.
Cuando acabé la carrera pensé en hacer el doctorado. Desde siempre me ha gustado el tema de las relaciones sociales. También tenía vocación por las personas mayores, quizás por la relación tan especial que tuve con mis abuelos maternos. Y durante toda la carrera, incluso antes, nunca me he sentido atraída por las patologías, lo que me gustaba era la psicología de la calle, la del día a día, la psicología de la gente cotidiana. Por ejemplo, me gustaba mucho el tema de la publicidad, porque me ayudaba a entender cómo pensamos. Me gustaba la psicología no desde la patología sino desde la vida, desde lo que somos. Esos tres focos hicieron que mi director de tesis me invitara a trabajar el tema de la soledad. Para ello me propuso un libro que publicaron Leticia Peplau y Daniel Perlman a raíz de un congreso sobre la soledad que se celebró en Los Ángeles allá por 1982. Lo leí y vi que reunía todas mis inquietudes: que abordaba la psicología no desde la patología sino desde la psicología cognitiva, que trataba un tema tan poco estudiado como es el de las personas mayores... me dije a mi misma: esto es lo que quiero. ¿Y has centrado tu vida profesional en el tema de la soledad? Aunque me costó mucho terminar la tesis, siempre he pensado que fue un acierto elegir ese tema. En mi vida profesional el tema de la soledad ha sido un tema central. En el 2001, me ofrecieron dar un curso en Cáritas Diocesana de Bilbao. Mi enfoque
El problema es cuando la gente se siente sola. Y para sentirse solo tampoco hace falta estar solo. La mayoría de las situaciones que vivimos y acompañamos en Cáritas nos dicen que es muy raro llegar realmente a personas que estén verdaderamente aisladas. Lo que encontramos es a mucha gente a la que las relaciones no le satisfacen, relaciones que no cubren todas sus necesidades humanas. Poco o nada tiene que ver eso con la imagen de soledad que tenemos. Siempre subrayo que cuando hablamos de soledad, ésta no depende tanto de la cantidad de relaciones que tenemos, sino de la calidad de esas relaciones. En un entorno rural, que no conozco demasiado, puede ser que una persona esté objetivamente aislada (por ejemplo, porque viva en un caserío en la mitad del monte). Sin embargo, en un entorno urbano, que es en el que me muevo, es muy difícil que una persona esté realmente aislada: vivimos en bloques de vecinos, sales a por pan y ves gente... Lo que ocurre es que, a veces, tenemos relaciones de poca calidad, o relaciones cuya calidad no responde a lo que necesitamos. ¿Puede ser que en ambientes rurales las relaciones sean de mayor calidad y, por lo tanto, contrarresten el aislamiento? 25
Ditugun harremanek gure beharrak asetzen ez badituzte, bakarrik sentitzen gara. Sentimendu naturala da. Oro har, 3 egoeratan sentitu ohi gara bakarrik. Jendea falta dugunean: bakardade soziala. Zerbait pasa eta norengana jo ez dugunean: bakardade emozionala. Edo, jendea eta zaintzaileak izanda ere, sakoneko konexiorik sentitzen ez dugunean inorekin: sintoniazko bakardadea.
Éste es un tema que no se ha estudiado demasiado. Mira, para la tesis entrevisté a unas 400 personas del duranguesado. Quería hacer un cuestionario sobre la soledad. Lo que había no estaba adaptado a nuestra población y cultura. Estaba interesada en entender las causas a las que la gente atribuía su soledad. Desde la psicología cognitiva se dice que afrontamos la realidad según cómo la entendemos. Si yo pienso que me siento muy sola porque mi marido se murió hace diez años, afronto mi soledad desde ahí. Igual no me doy cuenta de que hay cosas que podría hacer para aliviar un poco mi soledad. Por eso es importante trabajar el tema de la atribución. Esto ayuda a explicar por qué hay personas mayores que solucionan o alivian más o menos su soledad y hay otras que se quedan atascadas en esa sensación. Para encontrar las causas a las que la gente atribuía su soledad, me entrevisté con las personas para hablar sobré por qué creían que la gente de su edad decía sentirse sola. Luego les preguntaba por ellos mismos. ¿Y a qué conclusiones llegaste? Después de hacer análisis estadísticos y demás con los resultados, encontré que cuando la gente mayor habla de soledad habla de tres grandes ámbitos:
Pili Castro, en una foto de Carmelo Corada
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soledad social: se refiera lo que todos entendemos por estar solo. Por ejemplo: mujer viuda que te habla que cuando llega a la noche a casa y cierra la puerta se le cae la casa encima porque nota tremendamente el vacío. Hombre mayor que te dice que se siente muy solo porque le animó a la hija a estudiar, pero ahora la hija vive en París y la echa mucho de menos. Personas que te dicen que se les han muerto los amigos y qué duro es eso... Son personas que te hablan sobre la pérdida y sobre la soledad a la que se enfrentan después de esa pérdida. Es una especie de soledad objetiva. Es una soledad que se puede ver.
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soledad emocional: aparece cuando no tienes a quién recurrir. Miedo a que me pase algo y que no haya nadie que me cuide. Momentos en que tengo miedos y preocupaciones y no tengo a nadie a quien contárselo. Hay que tener cierta confianza para recurrir a las personas y para contar cómo te sientes soledad sintónica: uno sufre porque siente que no sintoniza con otras personas. Apela a la verdadera satisfacción en las relaciones y es un tipo de soledad que no ha sido estudiado en las personas mayores. Pero es súper real. Es percibir que tus intereses no se han tenido en cuenta, que no coincides en intereses y en manera de pensar con tu entorno, la sensación de que nadie te entiende profundamente. Por lo tanto, el tema de la soledad no es una cuestión, sólo, de cantidad, de estar solo o sola... Claro. A veces desde los servicios sociales, se tiene muy clara la primera clase de soledad: señor de 90 años que además vive solo... y se le asigna un servicio de ayuda a domicilio. Atendemos mucho a la primera soledad y quizás a la segunda, aunque algo menos. Pongamos por caso el servicio de tele-asistencia: trata de asegurar que podemos recurrir a alguien en caso de necesitar ayuda. Los hogares del jubilado tratan de satisfacer la soledad social, poder estar con otros. Sin embargo, la soledad sintónica es más difícil de identificar, y es un tipo de soledad de la que nos olvidamos cuando hablamos de personas mayores. ¿Cómo abordar entones este tipo de soledad? En Cáritas trabajamos en muchos ámbitos y uno de esos ámbitos de trabajo es el del acompañamiento a personas que viven en residencias de mayores. Muchos se extrañan al oír hablar del tema de soledad en residencias. Hay gente que sale de su casa para
ir a vivir a una residencia y poder estar con otros. Evidentemente, tratan de solucionar el tema de la soledad social. En cierta manera también hacen frente al tema de la soledad emocional, ya que sabe que, si le pasa algo, alguien le va a atender... Sin embargo, se encuentran de repente con una enorme soledad sintónica: tienen montón de gente alrededor, pero no hay sintonía. ¿No conectan? El término “sintonía” lo puse acordándome de las radios antiguas. Para poder escuchar algo había que sintonizar la radio. Si no sintonizabas bien, había ruido. Estar acompañado por personas con las que no sintonizas te puede generar ruido. La persona que, aunque esté acompañada, se siente sola porque no sintoniza, y porque el entorno tampoco la entiende... Así es. El tema de la soledad acompañada es extremadamente difícil. Por eso insisto en el tema de la calidad de las relaciones. Por ejemplo, si me quedo viuda, todo el mundo entiende que lo pueda estar pasando mal porque ha muerto mi marido. si vivo con mi marido y digo que me siendo sola, me arriesgo al juicio negativo: ¿Ésta qué, qué exigente... ya querría yo, que soy viuda, estar en su lugar y poder tener marido...; O, ¿Qué pasa, estos no se entienden? A pesar de que detectar el tema de la soledad acompañada (la sintónica) es difícil, curiosamente cuando hablas de ello todo el mundo te entiende: en algún momento de la vida todos hemos tenido esa soledad sintónica, esos problemas de sintonía. Esa sensación que a veces tenemos en la cuadrilla de sentirnos mal y decir ¿y yo, qué pinto aquí...? Por lo tanto, no somos bichos raros por sentirnos solos... Es muy importante transmitir a la sociedad que el sentimiento de soledad es algo natural en el ser humano en el momento en que nuestras relaciones no se ajustan a lo que ne27
cesitamos. Y es igual de importante darnos cuenta de que el tema de la soledad no es un tema de cantidad, sino de calidad. ¿A qué te refieres con calidad? No me refiero únicamente a que las relaciones sean buenas o malas, sino también a la variedad. Esto ocurre mucho con las personas mayores: ya tiene una interna, ya no tiene problema de soledad. No, ya no está sola, pero eso no quiere decir que no sienta otros tipos de soledad. Esto tiene mucho que ver con el tema de la gratuidad. Cuando somos jóvenes tenemos relaciones en diferentes ámbitos: familia, amigos, trabajo... A medida que nos hacemos mayores vamos perdiendo las relaciones libres, las de amistad: se van muriendo los amigos, ya no puedo salir, ya no puedo bajar a la calle, estoy enfermo... A medida que envejecemos las relaciones tienden a centrarse en la familia y en las relaciones profesionales de aquellos que nos cuidan. Relaciones que, por otra parte, no elegimos, nos vienen dadas... Es por eso que yo relaciono la pérdida de relaciones de amistad con la importancia de la gratuidad. Y esto encaja perfectamente con el trabajo de voluntariado de Cáritas. Si algo hace el voluntariado es estar porque quiere, acompañar porque quiere y vincularse porque quiere. No hay institución que pueda pagar eso. Podemos ´solucionar´ la soledad social, objetiva, con dinero y con servicios sociales. ¿Pero cómo se logran esas relaciones de sintonía? Eso lo hace la comunidad, el entorno amigable y la libertad de las relaciones. Que uno pueda ser capaz de elegir con quién quiere establecer un vínculo, aunque no pueda elegir con quién estar. ¿Oyendo todo esto, cómo definirías la soledad? 28
En el libro de Peplau y Perlman que te he comentado al principio, se define la soledad como el sentimiento que se produce cuando hay una discrepancia entre las relaciones que tenemos y las que queremos, bien sea a nivel cuantitativo o cualitativo. Es una definición muy operativa que abrió en su tiempo muchos caminos de investigación. Por otro lado, hay autores, y yo estoy de acuerdo con ellos, que dicen que la soledad es un síntoma de otra cosa, es síntoma de que algo en nuestras relaciones no funciona como quisiéramos y que nos avisa para que nos pongamos las pilas. Creo que también das clases en la Universidad de Deusto... Si, cuando por fin terminé la tesis en el 2016 me llamaron desde la Universidad de Deusto para dar clases. Doy clases sobre la psicología del envejecimiento. Acompaño a alumnos en sus prácticas en el ámbito de la gerontología, dirijo algún trabajo de fin de grado, alguna que otra clase en el máster... ¿Todo este enfoque en torno a la soledad se ha traducido en algún proyecto concreto dentro de Cáritas? Yo llegue a Cáritas en el 2001. Había un gran proyecto de acompañamiento a personas mayores. Había también un proyecto que se llamaba “Egun on etxea” que era uno de los primeros centros de día que se abrieron en Bizkaia (año 1993). Me encontré también con dos equipos de dinamización, uno en Santurce y otro en Portugalete. Esos tres proyectos siguen adelante, y aunque con cambios, siguen ofreciendo un servicio… El tema es que una persona del barrio de Irala que conocía los proyectos de acompañamiento de Cáritas nos propuso que hiciéramos algo parecido en Irala. Nuestra respuesta fue que en vez de poner en marcha un proyecto, íbamos a hacer un análisis de la realidad del barrio. Teníamos
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la sensación de que muchas veces, desde lo social, desde la buena intención, se ponían en marcha proyectos que se solapaban con otros ya existentes. Analizamos cuántas personas mayores había en el barrio, de qué perfil eran y luego nos dirigimos a los recursos del barrio para saber qué es lo que ofrecían y qué personas mayores participaban y quienes y por qué se quedaban fuera.
Lamin y Batis, haciendo quesos.
Nos dimos cuenta de que bastantes personas mayores del barrio habían dejado de salir y de participar en la vida del barrio. Es como si hubieran cerrado la puerta de casa y nadie sabía más de ellas. Los equipos de pastoral de la salud nos decían que sus servicios estaban reducidos al mínimo. Toda su labor la estaban dirigiendo a las residencias, por la dificultad de entrar en las casas de las personas mayores. En los 90 la gente mayor no tenía demasiado reparo en decir que le gustaría que alguien fuera a su casa. Esto cada vez es más difícil, la sociedad va cambiando, hay miedos, desconfianza… Con este recelo a entrar en las casas no tenía demasiado sentido poner en marcha un proyecto de acompañamiento al uso. Además, la Cruz Roja ya tenía en el barrio un proyecto de acompañamiento. En aquel tiempo me llamaron la atención dos sucesos: en seis meses, habían muerto dos personas mayores y nadie se enteró hasta pasadas unas semanas. Eso, por un lado, y por otro, que una trabajadora social nos contó cómo había hecho guardia en un portal para poder hablar con una persona mayor. Sabían que era una persona mayor que vivía sola, le llamaban, pero no cogía el teléfono. Esta trabajadora social hizo guardia para ver si se asomaba esta persona mayor y poder preguntarle si necesitaba algo. Lo que estaba claro es que las personas mayores del barrio tenían unas necesidades sin resolver. Se nos ocurrió hacer un experimento: como las experiencias de Santurce y Portugalete iban bien, pensamos en reproducir en Irala el modelo de reunir a gente en torno
Primeros paseos después del confinamiento. Pili y Maxi.
Harremanak zaindu behar ditugu. Kalitatezko harremanak, konexio sakonak posible egiten dituztenak. Familiaz edo zaintzaileez harago, libreak eta doakoak diren harremanak. Adinean gora goazen neurrian zailagoak dira harreman horiek eta hor hartzen du zentzua, adibidez, Caritaseko boluntarioen lanak. Pertsonen arteko lotura libre horiek posible egiten dituztelako askotan. 29
Bizibete, foto de Edu Alonso
a la parroquia. Pero el objetivo no va a ser ya el hacer actividades, sino conseguir un vínculo con la gente. En nuestro modelo de acompañamiento en domicilios y residencias tratamos de vincular a una persona mayor con una persona voluntaria. Si esa relación va bien ése es el acompañamiento; no es un rotar o visitar, sino establecer una relación de confianza que es muy parecida a la de la amistad. Yo he vivido un proceso de acompañamiento de 16 años. Eso solo se consigue desde la sintonía.
¿La vinculación que promovéis es asignada, o uno eligen con quién estar? La sala que usamos en Irala está organizada en mesas de cuatro. El primer día la gente se sentó donde quiso, y luego la tendencia fue a sentarse en el mismo sitio. Y es verdad que hubo una asignación de voluntarios por mesa. Pero siendo eso así, se han establecido vínculos entre personas de distintas mesas, sean personas mayores o voluntarias. La persona voluntaria tiene la responsabilidad de estar pendiente de la gente de su mesa.
Y en los locales de la parroquia de los franciscanos en Irala pusimos en marcha el proyecto Bizibete. A las personas mayores no les cuesta demasiado juntarse en la parroquia. Más allá de ofrecerles actividades nuestro reto fue el de conseguir el suficiente número de voluntarios para que cada uno de ellos pudiera establecer un vínculo con una o dos personas mayores.
La idea del proyecto es fomentar estos vínculos para poder prevenir así el aislamiento futuro. La idea es muy sencilla: si alguien me toca la puerta, miro por la mirilla y no le conozco, igual no le abro la puerta. Pero si cuando miro la persona que está al otro lado es mi amiga, le abro la puerta. el proyecto Bizibete pretende que la gente que toma parte tenga un encuentro de sintonía actual, pero a su vez sirva como trabajo de prevención de situaciones de aislamiento que hagan caer a alguien en el olvido. Se formalizan unos encuentros en un espacio público para que luego, si es el caso, haya oportunidad de ayudar en el espacio privado. Si alguien deja de venir al proyecto, le echamos en falta. Es una reunión semanal. Tenemos dos grupos que se juntan los martes y los jueves, respectivamente. La consigna es que, si alguien no vie-
Por lo tanto, la idea de Bizibete es generar un espacio amable y normalizado de encuentro en el que personas mayores y personas voluntarias se encuentran y se vayan generando relaciones de confianza. La actividad es la excusa para que la gente tenga un motivo para salir de casa, para encontrarse con otras personas y para vincularse con los demás en una relación de sintonía. 30
Bizibete proiektua, Bilbon, Iralan sortu zen, auzoan bizi diren adineko pertsonen errealitatea eta beharrak aztertu ondoren. Frantziskotarren parrokiako lokalak auzoko herritarren bilgune bihurtu dira eta harreman libreak sortu dira hor. Gero, premia badago, laguntza harreman bihur daitezkeenak.
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ne, el/la voluntario/a de referencia le llame y se interese por el o ella. Es la importancia de que alguien te eche en falta.
la soledad física, la objetiva, dejando muy poco espacio al reconocimiento de esta otra soledad, la sintónica.
El proyecto de BiziBete ha contribuido también a que se genere un sentimiento de pertenencia. Se sienten parte de un proyecto. Han surgido relaciones de amistad entre las personas mayores. Es genial que personas mayores apenas sin amigos (porque se han ido muriendo), se encuentren en sintonía con otras personas de su misma edad. Hay gente que se llama todas las noches, hay gente que ha quedado para cenar en Nochebuena. hay gente que ha quedado para estar sentada en un banco o para ir a misa o...
A parte de la pandemia, sin embargo, se está generando un estereotipo muy peligroso alrededor de la soledad de las personas mayores. Desde que en Inglaterra pusieron en marcha la Secretaría de Estado contra la Soledad, allá por el 2018, la soledad se ha puesto de moda. Todo el mundo habla de la soledad. Parece que hay que perseguir la soledad para evitarla.
Bizibete es eso: una cosa tan sencilla y tan de sentido común que tiene una fuerza tremenda. ¿Siendo todo eso así, cómo os habéis arreglado con las restricciones de la pandemia? Desde Cáritas, dimos la consigna a toda el área de acompañamiento a mayores, incluido Bizibete, de que no dejaran de llamar a las personas a las que se acompañaba. A parte de esto, la gente ha llamado también pidiendo ayuda. Ayuda para que alguien le acompañe al médico para realizar no se qué prueba; ayuda para que alguien le pueda suministrar ovillos de lana para poder seguir tejiendo y poder así hacer frente a la ansiedad que le provocaba el confinamiento... Y lo más bonito es que las propias personas mayores han llamado a las personas voluntarias para saber cómo están. Es verdad que estoy generalizando, pero es un indicativo de la reciprocidad que se ha conseguido a través de este proyecto. El término en euskera lo refleja muy bien: “hartu-emana”, recibir y dar. ¿La COVID ha puesto sobre la mesa cierto tipo de estereotipo de soledad, y quizás ha obviado el tema de la vinculación? Reconocer la propia soledad ante los demás es muy difícil. Hay un estereotipo muy marcado en torno a la soledad de las personas mayores. La pandemia ha subrayado mucho
Los reportajes que vemos en prensa y televisión sobre la soledad, los vídeos que algunas entidades hacen sobre la soledad de las personas mayores… se tiende a mostrar situaciones muy extremas. Hace poco vi un vídeo de minuto y pico en el que una señora mayor se pasa el día esperando inútilmente la visita de su hija. El vídeo acaba mostrando cómo la señora acaba hablando con la rumba, con el aspirador. Estos anuncios están bien para captar voluntariado, porque te hace caer en la cuenta de que, efectivamente, hay persona olvidadas. Pero si nos ponemos en el lugar de la persona mayor, a ver quién se identifica con ese modelo. La gente, por miedo a caer en ese modelo, se agarra a lo que puede y no reconoce que hay una distancia (en cantidad o calidad) entre las relaciones que tiene y que le gustaría tener. Sin embargo, según has contado de Bizibete, la sensación es otra... Efectivamente, desde Bizibete nunca decimos que sea un proyecto contra la soledad. Es un proyecto de relación y de encuentro, que amabiliza la soledad. Es lo mismo, pero no. No es lo mismo ir a encontrase con gente que ir al mismo sitio para salir de la soledad. Bizibete ha conseguido ser un sitio de encuentro. A veces se acaba haciendo acompañamiento en residencia o en domicilio, pero es siempre después de haber construido un vínculo. Es bien distinto. Lo que antes decías, ¿verdad? Hartu-eman 31
Mira, nosotros tenemos un vídeo sobre el acompañamiento que se titula tiempos compartidos, queriendo reflejar precisamente eso, la reciprocidad y el vínculo. Uno se mete voluntario para acompañar a otra persona, pero lo interesante es que intuya o que perciba, a la de poco, que la otra persona también le está acompañando. Es un camino que se recorre juntos. Bizibete tiene esa virtualidad. No es un proyecto para los “solos”, es un proyecto de la gente mayor del barrio. Sentimiento de pertenencia... Tenemos dos voluntarias que también están implicadas en iniciativas del barrio, desde diversas asociaciones. Y en esos ámbitos hablan del proyecto de Bizibete. Poco a poco las asociaciones del barrio de Irala han ido invitando a participar a Bizibete en alguna de sus actividades. Y la gente del proyecto participa en actividades haciendo cosas por el barrio y para el barrio. La gente nuestra se anima a participar y esta misma participación y presencia hace que las distintas asociaciones del barrio tengan cada vez más en cuenta a Bizibete y por lo tanto a las personas mayores del barrio... Con lo que se va creando comunidad... Eso es. Fíjate, no es que enfocándonos en trabajar los vínculos hayamos hecho de la soledad algo amable, sino que, además, ser de Bizibete da prestigio, o pedigrí en el barrio. La gente se enorgullece de pertenecer al proyecto. ¿Cuál es el perfil de las personas que participan en el proyecto? Han pasado por el proyecto unas 94 personas, y el perfil medio es de mujer, de unos 84 años. En cuanto al voluntariado, en estos momentos tenemos unas 21 personas, la mayoría mujeres con edades de cuarenta y tantos a ochenta años. Es frecuente también que tengamos colaboración con gente de la universidad. En Deusto hay una asignatura trasversal que se ofrece a todos los grados, “Participación y va32
lores”, en el que los alumnos tienen que hacer 100 horas de voluntariado. Nos ha solido venir gente de ahí, y esto a los mayores, tener gente joven al lado, les gusta. Pero el cuerpo del voluntariado que se compromete es gente mas adulta. ¿Se puede trasladar el proyecto Bizibete a otros ámbitos y crear así entornos más amigables para poder vivir más humanamente? Todo esto hay que hacerlo porque hemos perdido el 90% de las relaciones naturales primarias y cercanas del barrio y de la comunidad. Con el voluntariado lo que pretendemos es reconstruir, de alguna manera, lo que antes era normal. Además, Bizibete se va ampliando y tenemos otros dos proyectos: uno en el Casco Viejo de Bilbao, y otro en Basauri. No sé si en el futuro habrá más. ¿Y se pueden crear esos entornos amables de un modo no-formal? ¿Cómo trasladar esto a la vida diaria? Habría que cambiar muchas cosas. Primero, el tema del edadismo o discriminación por edad. Vivimos en una sociedad en la que envejecer es sufrir. Es una sociedad muy normativa respecto de lo que se espera a cada edad y que desprestigia todo lo que ya tiene años. Si te mueres, mal, porque te mueres joven, y si no, también, porque te haces viejo... Para la verdadera cohesión sería bueno intentar deshacernos de la norma que asociamos a la edad. Es lo mismo que se está haciendo con las cuestiones de género, pero aplicándolo a la edad. Y no me refiero solo a las personas mayores. También es una carga que sufren los jóvenes. Hay de aquel chaval/a que se salga de la norma que se espera de él o ella. Por otro lado, debemos cambiar nuestro ritmo de vida. Vivimos frenéticamente, no tenemos arraigo a nuestro propio barrio o comunidad. Cada vez somos más celosos de nuestra intimidad, y tendemos a aislarnos en ella...
Testigantzan | para quien busca en el testimonio
En fin, no se cómo trasladar esto al día a día, pero sí es verdad que vivimos en una sociedad que cada vez nos pone más difícil escapar de la soledad. Hay que combatir contra la soledad creando y ofreciendo servicios, pero también hay que luchar contra la soledad desde la transformación social.
sotros. Dios no tiene nada que ver. Tiene que estar alucinando. ¿Qué es Arantzazu para Pili? Es un lugar muy especial, precioso. Me inspira paz, innovación. Me inspira mucho respeto a la cultura.
Cuando encontramos esa sintonía o vínculo con el otro, somos más felices, que es lo que queremos todos. Y, sin embargo, estamos construyendo un mundo de distancias y desarraigo. Hay que cuidar las relaciones.
La última vez que estuve fue en una reunión con los franciscanos. Pensábamos hacer una ampliación de Bizibete en otro tipo de proyecto de potenciación de la autonomía y prevención de la dependencia. Fui a contarles el proyecto de Bizibete y la línea de futuro que ¿Y una receta práctica para eso? podía haber. Comimos con ellos y el queso de Preguntar al de al lado, de verdad, a ver qué Gomiztegi y la cuajada estaban espectaculares. tal está. No, ahora en serio. Mi vínculo está con la AmaConecta con mi ser creyente. Al final cons- txu de Begoña. Arantzazu es precioso, pero el truir el reino de Dios en la tierra es hacer que corazón lo tengo en Begoña. la gente sufra menos y encuentre sentido a Eskerrik asko! su vida. Mi labor engancha desde ahí, en tratar de hacer un mundo mejor. Me siento sostenida por Dios, y en estos tiempos difíciles también. También tengo claro que el mundo está como está por no-
Bizibete, foto de Edu Alonso
Bakardadearen inguruan estereotipo asko dago. Publizitateak eta marketing kanpainek askotan, muturreko bakardade egoerak erakusten dituzte eta zaila da eredu horiekin inor identifikatzea. Inork ez du hor ikusten bere burua. Eta oso zaila da “bakarrik sentitzen naiz” onartzea. Bestalde, gizarteak zorrotz ezartzen du adin bakoitzari zer dagokion, normala zer den arautzen du. Nagusiekin pasatzen da, baina baita gazteekin ere. Generoarekin bezala, adinari lotutako norma apurtu beharko genuke. 33