Estación de la luz

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MonarcaPoesía

DE LA LUZ

ESTACION
Patricia

ESTACIÓN DE LA LUZ

RPI: 2022-A-8190

Poesía Patricia Monarca patricia.monarca@uach.cl

Fotografía: Maria Paz Basso mpazbassoa@gmail.com

Diseño y diagramación: Carla Borneck carla.borneck@gmail.com

Edición: Dámaso Rabanal damaso.rabanal@uach.cl primera edición 500 ejemplares Ediciones 585 Valdivia 2022

Patricia MonarcaPoesía

DE LA LUZ

ESTACION

Para volver a mí

Abran paso a las luciérnagas María Elena Walsh, Estación Claridad1

Muchas veces me voy de mí misma. Y me pierdo. Entonces escribo para reencontrarme, para volver a mí. Con la experiencia de la vida transitada y al mismo tiempo, con esa lucidez ilógica de la ilusión sobre lo que vendrá.

Escribir es la vía de regreso hacia mí misma, porque un encuentro en la poesía es más cercano que la palabra razonada, y es más cercano que revisitarme en fotos o mirarme en el espejo. Es como tocarme el corazón y escuchar sus caricias de aire, su intensidad, sus ansias o pesadumbres. Con los pies descalzos, entrando a tierra sagrada.

Escribir es caminar, es estar en un viaje interminable que a la vez siempre está recién empezando. Un viaje multidireccional: al pasado, al futuro, para abajo, para atrás, para adelante, para los costados, para arriba... A los abismos o al cielo.

Escribo de mí, de mis colores, de mis cosquillas, de mis temores, de mis ayeres. Del silencio que asusta. Y de la luz inextinguible que ilumina las estrellas.

Y emprendo la marcha, por este camino de palabras, para abrirle paso a las luciérnagas.

Patricia

Los Tilos, 2021-2022

1 Este, y todos los versos citados en los epígrafes corresponden al poema Estación Claridad, de María Elena Walsh.

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La escritura es una vía de regreso hacia mí misma. Las amigas, también.

La vida ha sido generosa en oportunidades para conocer a mujeres increíbles, auténticas, audaces, idealistas, ejemplares. Nombrar a cada una de ellas sería demasiado extenso, y el riesgo del olvido de alguna, enorme.

Por eso nombro solo a algunas:

A Claudia Rosito, Gloria Buccalozo, Lilian Bigatti y Marisa Gómez, amiguermanas de mi vida en los Aires Buenos; A Bibi, Claudy y Giny Rodríguez, y a Cris, Ceci, Teté y Flor Monarca, sobrinamigas en los aires de familia.

Por la lealtad Por la sinceridad Por construirme la matria y la patria Por compartir los días Y sobre todo, por estar siempre, más allá de la geografía.

Para ustedes este libro de pasaje que nos viene a recordar que se destejerán los nudos que regresarán los sabores que se colorearán los arcoíris y se reabrirán las flores en esos jardines secretos que el odio llenó de sombras

Y que las orugas siempre anteceden al milagro de las mariposas

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No hay túnel que dure cien años, mi vida María Elena Walsh

Oscuridad y luz

En las lápidas hay grabadas dos fechas: el día que nacemos y el día que morimos. ¿Significan algo esos datos? ¿Acaso la vida cabe en ese espacio de tiempo? ¿Acaso nacemos y morimos solo una vez?

Puede haber tanta vida o tanta muerte en cada día…

Hay tanto en ese transitar a veces lento, a veces vertiginoso, y casi siempre lleno de señales equívocas, de la oscuridad a la luz o viceversa.

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Pérdidas

Era tan extenso mi reino, eran tantos mis tesoros: los atardeceres color lila de jacarandás. Ser la princesita del Gran Monarca.

La bici roja sin frenos.

Los infinitos libros bajo la sombra del limonero. La piscina enorme para mí sola.

Los bichitos de luz en un jardín con lobelias. Los cucuruchos bañados en chocolate en Vía Flaminia.

Y caminar amparada en el abrazo verde y frondoso de los árboles de la Avenida del Libertador, la más linda del mundo.

Años después empecé a perder las llaves. Era como una extranjera de ese reino.

Mis tesoros amordazados en un cofre, aunque ni yo misma dimensionaba la inefable riqueza atrapada allí:

Los ornamentos del brujo, el Aleph, los puentes de Pedro Salinas, las secretas palabras de amor, el lenguaje de Dios, el despertar de los sentidos y la cifra de la sabiduría.

Y todas, todas las palabras.

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Fragmentos

A veces había algún destello, algún instante dorado, una magia fulminante, como la cabellera de un fósforo que por un segundo nos llena de luz.

Fragmentos de aquel reino que mis palabras no atrapaban:

Apenas balbuceos sin hilvanar. Apenas segundos cuando mi corazón clamaba por minutos, por horas, por sueños para soñar, constelaciones para descubrir, latidos para palpitar.

No bastaban los instantes.

Se esfumaba el tiempo Y me faltaban las palabras.

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Desencanto

Desencadenado desencanto de lentas horas esfumadas en sucesión de momentos de lluvias sin arcoíris.

Sin despertador. Sin excusas. Sin vos. Y sin voz.

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Samsara

Daba vueltas sin sentido sin saber aún que en el silencio había perdido las llaves del paraíso tan desaprensivamente

Si volvían las palabras me llenaban de preguntas, de despedidas, de pañuelos al viento con tantos adioses y sin ninguna lágrima.

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Papeles escritos

Papeles impíos revuelven la luz con la sombra: Todos los ayeres, todas las moradas.

Lo que escribí. Lo que me escribieron.

Los horarios, las agendas, las fotos.

Papeles punzantes afónicos verdugos libros para días plácidos.

Lo que estudié. Lo que garabatearon mis hijos Los collages de autoarqueología.

Papeles coloridos metáforas ajenas de aquí y de allá…

Fragmentos de mí: mosaicos, espejos politemporales.

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Necesito una voz

Necesito una voz para decir que la poesía transforma, que florece los capullos y desoxida las creencias

Necesito anunciar la felicidad, el amor madurado, el rompecabezas resuelto, el hallazgo.

Necesito gritar la rabia de los sillones arrellanados mientras el frío se cuela en los huesos y el lodo ensucia la infancia.

Necesito una voz para proclamar, para denunciar.

Y para pedir que todos alcemos la voz.

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Deudas

Me debo indagaciones azarosas sobre aguas y paquidermos. Mateadas con facturas en San Isidro. Mañanas de risa y mermelada.

Me debo una invasión de luciérnagas sobre el perfume violeta de Gran Bretaña. Y un paseo en auto con papá por el Tigre de los años 70.

Me debo alguna travesura a destiempo: espiar de reojo bajo el flequillo pelirrojo hasta sonrojar a funcionarios omniscientes. Jugar a las visitas 50 años después. O inventar claros amaneceres con la mirada puesta en el cielo.

Me debo además las otras deudas: El aplauso de los incrédulos. La estupefacción de los estupefactos. Un abrazo infinito en un campo de margaritas.

Me debo mi compañía y mi distancia.

Y navegar a solas conmigo a veces timón, a veces ancla.

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Palabras Hay palabras íntimas, como plegarias, y otras fatales, malditas, como balas.

Palabras como llaves para nombrar el paraíso interior o las tenazas del miedo.

Palabras personales como un hilo secreto que entreteje nuestra vida.

Palabras oxidadas. Y palabras sin tiempo.

Hay palabras invencibles, que alimentan más que pan. Palabras que construyen nidos

Y palabras que no necesitan palabras.

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Demasías

Pasajera en el tiempo que pasa o que se queda en tu sonrisa, vuelvo a encontrarme como cuando niña: si viajaba en auto y se empañaba la ventanilla, dibujaba en el vidrio una ventana y con un dedo descubría formas y colores.

Y a diario sigo trazando esa ventana en la ventana, buscando las demasías, el estallar de las costuras, la demolición de la rutina porque no me alcanzan cinco sentidos, cinco continentes, ni siete días.

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Cuando vuelva a mí

Cuando vuelva a mí después del piélago y la hiel tras las máscaras rotas

Después del páramo sin tus ojos ni tu piel en un silencio sin fuegos artificiales ni la alfombra de oro rojo invisible...

Cuando vuelva a mí serán la paz una génesis violeta un faro encendido y una vida nueva.

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Darle cuerda al amanecer María Elena Walsh

Preguntas

He envuelto mi existencia en preguntas. He escrutado miradas.

He buscado huellas y trazos y rastreado el tiempo que pasa.

Atravesé túneles.

Transité la realidad biselada, las dos caras del espejo.

Y como Egeo, intenté avizorar el color de las velas y desentrañar mensajes en la luna y las estrellas.

Pero sólo en tu abrazo encontraré mis certezas.

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Sin instrucciones

Sin asomar al abismo del miedo: Sin poner avisos en los diarios sin recurrir a las ofertas sin armas ni pretextos sin consultar horóscopos.

Sin prometer ni jurar en vano sin atisbar los números fatales sin seguir los consejos de los sabios sin hacer la ruta de los bares sin esperar permisos de la vida sin colgar los hábitos mentales.

Y sin renunciar a la felicidad te encontré.

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Yo Digo apenas una sílaba, me nombro con dos letras y me regalo recuerdos desparramados en mil espejos: una revelación un relámpago de alas.

no sé qué tejido de causalidades produjo la sincronía la conexión con el ayer y con el mañana. no sé si fue el pronombre pero sé de la imposible vuelta atrás, de los caminos trazados

y de la infinita constelación de posibilidades implicadas…

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Llegué a ti

Atravesando tormentas de arena y amaneceres brumosos llegué a ti.

Recorriendo calendarios de ocre música olvidada, sortilegios y miserias.

Enfrentando temores y viejos refranes. Sin armadura. Sin pases mágicos. Sin inmunidad llegué a ti.

En horas escapadas del reloj, sin brújula, por calles de agua y semáforos detenidos llegué a ti sin escapatoria, vulnerable a tu mirada.

Llegué a ti.

Sin municiones: trayendo solo palabras.

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Llegaste a mí

Contra el reloj, en horas fuera del tiempo, o destempladas noches de niebla. En ráfagas de risa inesperada llegaste a mí.

Sin guion ni acotaciones Sin aviso. Sin manual de instrucciones.

Perfumando el cielo llegaste a mí. Sin ayer para comenzar de cero.

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Respuestas

Estás aquí devolviéndome los ayeres, dando vuelta mi cronología: Tanta búsqueda. Tanta brújula inútil. Tanto camino errado

…hasta llegar a mí y reconocerme por fin completa: nos encontramos.

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Me encuentro

Caminaba con los ojos en el suelo, por una vereda violeta, solitaria y mojada, sin que nadie dijera mi nombre para acompañarme.

Los laberintos de la tristeza me atrapaban y solo había desencuentros.

Ahora, levanto los ojos. La vereda es la misma: violeta, solitaria y mojada. Nadie dice mi nombre para acompañarme, pero no me dejo atrapar en los laberintos de la tristeza.

Me digo a mí misma: -Soy yo. Estoy viva. Estoy aquí.

Y lo creo.

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El poder de mi voz

Te pertenecen las ilusiones licuadas en la lluvia. Los planes rotos. Los carcomidos reproches.

Te pertenecen mi armadura de excusas, los violetas y el vértigo. Los silencios llenos de gritos.

Solo el pasado te pertenece:

Pues estaba dormida y desperté en mi palabra.

Y el poder de mi voz calló la oscuridad:

El pasado se ahogó Y comenzó a hablar mi mañana.

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La hora cero

Ensayar sonrisas de bienvenida, adelantar primaveras, abandonar los miedos.

Volver a escribir los días.Y soltar a volar los sueños.

Recordar los idiomas perfectos contemplando el cielo.

Sentir que medio siglo no es nada, para descrear antiguos espejos

y para recomenzar, que cada día es víspera de un día nuevo.

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Cuarta adolescencia

Cuarta adolescencia. Después de la manzana y de la luna. Después del cristal astillado y de la flecha que atravesó el corazón sin coraza, no se separa lo real de lo soñado:

El tiempo desdibujado. La primavera en invierno La completud. Los idiomas perfectos: Volar sin alas sin despegar del suelo.

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Empujar un poco al sol María Elena Walsh

Convergencias

El mundo gira y se suceden guerras, cambios de gobierno, exilios, autoexilios, búsquedas, amores, desamores, nacimientos, muertes, libros, goles.

Pero también están los nuestros los que transitan búsquedas iguales, idénticas preguntas, rompecabezas paralelos.

Sí: Hay más voces

para conjurar la oscuridad y para domar al viento.

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Puentes Siempre hubo puentes: para cruzar la niñez y llegar a la secundaria. Para dejar atrás lo vivido y aprender o desaprender. Puentes invitando a crecer o a detenerse, a acortar paralelos o a alargar meridianos.

Y hubo, además, puentes impensados: entre cantos silenciados y esperanza adolescente, entre los muchos ojos apagados, y los muchos más que despertaron.

Hasta que sin previo aviso un virus reinventó los días, clausuró los puentes, y nos quitó los dados.

Descubrimos que habitamos lo precario, y que, para trazar puentes debemos comenzar por darnos la mano.

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Vuelvo a mirarte

Vuelvo a mirarte: estás y es un milagro la chispa en tu mirada tu sonrisa sin desvíos la certeza de tu cielo.

Vuelvo a mirarte: crecés y es un milagro la lucidez intacta la decisión en tu camino el coraje de tu credo.

Vuelvo a mirarte: seguís y es un milagro tu fe en el mañana tu ternura, tu cariño y tu florecer en invierno.

Vuelvo a mirarte y estás en mi espejo.

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Para estar donde estoy

Para estar donde estoy crucé desiertos y desafié distancias.

Para estar donde estoy hilvané palabras y apreté mis puños.

Para estar donde estoy anoté mis dones y caminé otro kilómetro.

Para estar donde estoy tuve que abrir las alas y celebrar cada día. Es decir estar donde estoy es decidir y aprender a ser quien soy y es honrar la vida.

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Después Después de perderme en la desmesura arremolinada de las olas y en el pavoroso silbido del viento despeinando la lluvia, después de descender al Hades a buscarte y de ese túnel de cien años de soledad, después de tanta emboscada, del frío, de la intemperie, después del tiempo detenido estás aquí devolviéndome las palabras y sus ecos.

Después de tanto diccionario inútil. Después de tanto silencio.

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Tus palabras y las mías

A veces tus palabras son pájaros que pelean por las migajas de las hostias últimas. Y yo las abrazo con toda mi cordillera de montañas y de sangre porque saben defender mis credos.

Casi siempre mis palabras son tímidas y púberes y apenas si aprenden a acariciar la noche.

Tus palabras, en cambio, traen el azul del viento, la música del mar y las voces anónimas de los que nadie escucha.

Y entonces mis palabras se toman de tus palabras pájaros, y vuelan, y sueñan.

Y descubren su mañana, su sentido, su lucha.

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Para qué guardar la voz

Para qué guardar la voz, la tinta, el tiempo, si no es para decir que estamos vivos, o que las estrellas titilan azules a lo lejos.

Para qué la voz, la tinta, el aire, si no para decir lo que callan las paredes y las balas disparadas.

Tanta piedra muda, tanto suelo sometido, tanto miedo atragantado que no puede hablar y que espera.

La sola memoria se pierde en sus caminos de relojes,

pero las palabras tienen sangre, tienen vida, tienen sueños.

Y siempre las palabras esbozan senderos.

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Reencontrarnos

Que el viento de este frío sábado se lleve todas las penas de las despedidas y de los viajes sin retorno y deje la alegría viva de los reencuentros, la sucesión de abrazos, las sonrisas en ráfagas multiplicadoras por el simple hecho de estar con los que queremos.

Que los pétalos celebren el gozo infantil de transitar hacia la esperanza, la felicidad de las conversaciones honestas, de las miradas cómplices, de los puentes sutiles que se crean en las palabras de sobremesa, o en las anécdotas familiares, esas historias con minúscula, esas cápsulas de luminosidad que hacen más liviano el paso del tiempo y el dolor de las ausencias.

Esas imprescindibles historias de entrecasa que iluminan los discursos solemnes y las fotografías color sepia.

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Fundación de aires buenos

Volver por los umbrales en esta selva disfrazada de ciudad, reencontrar la solidaridad translúcida del sol que se cuela entre las hojas, reír rompiendo costuras y encontrarte en un semáforo con tres luces celestes...

La complicidad será absoluta: Las cabelleras azul y oro de los fósforos. Las perlas de néctar escondidas en las flores de notro. Las gotas de rocío que no se quieren evaporar. Los colores del arco iris. Las luciérnagas. Los trinos del bosque...

Y en esta génesis violeta vos y yo, fundando aires buenos.

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Bitácora sin cuenta

Para Paula, mi estrellita de Berlín

Cada pensamiento que anida ansiedad Cada idea que engendra temor Cada momento que alimenta mis dudas es un nuevo signo de interrogación.

Pero muy adentro una voz responde esas preguntas: Si enciendes la luz de tu sonrisa la oscuridad se queda sin maquillaje

Y descubro entonces que la batalla debe vencerse antes en mi mente.

Hoy es la despedida de mis miedos: Aunque esté en la tormenta, la tormenta no está en mí.

Y me encuentro y avanzo y crezco y asumo mi protagonismo y cambio mi guion para cambiar toda la historia.

No hace falta golpear: la puerta está abierta.

Es el día de la victoria.

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Travesías

“Sal de Ítaca, Penélope…

El mar también es tuyo" (Pancarta del 8M 2022)

Camino despacito descalza para no despertar recuerdos de frío. busco soles, palabras, cariños y aparece de nuevo el minotauro, de nuevo el laberinto. avanzo transito pasadizos junto fuerzas para izar velas blancas y preparar navíos y en el mar de espejos veo tantos otros rostros míos que bendigo a Creta agradezco a Atenas y comprendo que hay una Ítaca donde regresar y protagonizar mi propia odisea.

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Y vos y yo fundamos aires buenos

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Patricia Monarca

Buenos Aires, 1961.

Profesora en Letras, Magister en Literatura Hispánica Doctora en Discurso y Cultura.

Se ha desemperado en diferentes niveles educativos (desde preescolar a posgrado), tanto en Argentina como Chile.

Libros publicados:

El juego de las contradicciones Mutación epistémica DiosEs (poesía)

Estación de la luz es su segundo libro de poesía

Podcaster en Felicidad comienza con FE

PROYECTO FINANCIADO POR FONDOS CONARTE CONVOCATORIA 2022 DE LA CORPORACIÓN CULTURAL DE LA ILUSTRE MUNICIPALIDAD DE VALDIVIA.

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