prueba de klr650

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Kawasaki

KLR 650 Nada es imposible

Los límites son mentales, los caminos imposibles son producto de la imaginación, estábamos advertidos acerca de esto pero en ocasiones cuesta trabajo creer sin tener pruebas (como Santo Tomás). ¡Y entonces llega la KLR 650…!

Hasta el día anterior a nuestra partida, la ciudad había sido azotada

constantemente por unas lluvias que nos hicieron esperar lo peor, pero ese día amanecía distinto a los demás, partimos con el favor de Eolo, el dios de los vientos, que por lo visto no tenía mucho más que hacer y se fue delante de nosotros, soplando y disipando las nubes grises, casi negras, que hasta entonces se cernían sobre el firmamento. Nos dirigimos rumbo al sur del país por una de aquellas carreteras retorcidas y virulentas, llena de sorpresas y bordeadas de precipicios, una de esas carreteras que los gringos y europeos apenas pueden creer que existan y a las que últimamente les ha dado por reemplazar con remedos de autopistas 12

(más seguras y rápidas según dicen). Pero cuando de motos se trata, la mayoría de las veces la línea más corta entre dos puntos es también la más aburrida, por eso en lugar de bajar hacia Cartago por la vía nueva (que ya no lo es tanto), preferimos la vieja ruta que nos obliga a subir por la cordillera occidental visitando Supía, Riosucio, Anserma y la Virginia, vamos disfrutando de una marcha plácida y entretenida, de una curva a otra con la moto a tiro de rozar los posa pies en cada inclinación y el monocilíndrico empujando hacia delante cada vez que se aprieta el puño derecho, las montañas se abren ante nuestros ojos, el horizonte está inundado de formas mágicas, de cultivos y de bosques; este viaje promete ser inolvidable.

Para el desayuno les tenemos… Barriga llena corazón contento, nada más cierto que eso, una parada necesaria en Anserma porque así lo exigen las tripas, y luego a desayunar lo que más nos gusta: carretera, paisajes, curvas y moto (nada en contra de la gastronomía). Aunque en realidad lo que sigue no es más que la prolongación de todo lo bueno vivido durante la primera parte de la mañana. Con algo menos de 50 caballos a la rueda, la respuesta del monocilíndrico dista mucho de ser cataclísmica, pero es más que sobrada para mover con soltura los casi 200kg que pesa la moto (con todos sus fluidos) más el peso de quien esto escribe. Lo mejor de este motor es el torque y la manera en

que responde desde abajo, parece un tractor de dos ruedas capaz de halar un arado por la ladera de una montaña. No hay cifras, Kawasaki se reserva el derecho de ponernos a especular al respecto, pero sea cuál sea, su entrega en bajos es suficiente, incluso como para caer en el error inconsciente de abusar de él en más de una ocasión, llevándolo bajo de revoluciones en un cambio más largo de lo aconsejable. Desde las 2.500 hasta las 7.000rpm, este monocilíndrico se mueve con naturalidad, aunque es entre las 4.000 y las 6.500rpm que se siente más a gusto y cuenta con una mejor respuesta, ir más allá de ese régimen 13


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