Poemario
VEN quiero contarte poemas de amor y deseo
Carlos Alvarenga
Tegucigalpa, julio, 2018
861 Al86 C H
Alvarenga Arias, Carlos Ernesto VEN quiero contarte poemas y otros Alvarenga Arias --1a ed.-- Tegucigalpa Carmina Editores 2016 ISBN 978-9926-52-40-4 1 - POESIA
Primera edición de Ven, de Carlos Alvarenga, ISBN: 978-9926-52-40-4 Primera Edición Independiente Tegucigalpa Honduras. Julio 2018. Diseño de Portada: Heriberto Bonilla López Diagramación: Heriberto Bonilla López Registrada en la Oficina Administrativa del Derecho de Autor y de los Derechos Conexos, No. 1873, Tomo 10, Folio 1884, Resolución 1357-2015 Todos los derechos reservados.
Dedicatoria: a la mujer
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INTRODUCCIÓN
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on diversos los temas que me han inspirado estos poemas, los cuales fueron escritos entre 2009 y 2014. Acá hay parte de lo que más me atrae y nutre mi vida: romanticismo, nostalgia, motivación personal, mis hijos, agradecimiento, llegar a la madurez, etc. Resalto de forma particular la pasión, el deseo carnal y el erotismo. Me encanta el placer sensual y he buscado decirlo con intensidad. Por lo demás, abro mi mente relatando vivencias, frustraciones y hasta deseos no confesados. Rindo honor a la mujer, pilar de mis poemas.
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1 Quiero que quedes prendida en mí. Quiero que eches raíces en mi piel hasta enredarte en mis venas y mis arterias. Que te encuentres tan bien estando aquí, que no exista ningún otro lugar en el mundo en el que quieras estar sino conmigo. Agua, luz, descanso, paz, ternura, pasión todo lo que requiera tu ser. Déjame intentarlo para que no te alejes. Déjame intentarlo porque yo te necesito, porque tú también necesitas amar, con toda esa pasión tanto tiempo cautiva
2 Hazme un rinconcito en un pequeño pedazo de tu espacio. Allí quiero habitar. Un lugar donde estar lo más cercano a ti. Dame solo una parcelita, de lo demás me encargo yo. Una hebra de tu vestido, una vello de tu piel, para tejer una hoja de ruta y en la comisura de tus labios
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en tu mentón, en tus ojos fijar mi norte, para que me mires y yo besarte al final de la travesía. Cualquier parte de tu ser, un lugar donde no te duela, un lugar donde yo pueda idear un plan, conocerte mejor, para luego ejecutar y lanzarme a la conquista, a la seducción de tu corazón que es mi dulce anhelo. Allí mismo diseñaré la más bella historia de amor, la ruta de una poesía, el bosquejo de la más bella realidad. Solo dame una oportunidad para que no te vayas de esta vida sin saber lo que en verdad es amar. Date ese chance para saber lo que es en esta vida, que te amen con intensidad. Desde ese rinconcito cercano a ti mi amor, yo comenzaré a trabajar arduamente para realizar todos esos planes de amarte un motón, día a día, sin descanso,
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siempre, mucho, bastante, a cada rato, para que un buen día, tú no sepas cómo ni cuándo, te des cuenta que tu lugar es a la par mía y que también me amas como yo te amo a ti. Todo correrá por mi cuenta, no se requerirá acción alguna de tu parte, pero cuando al fin te convenzas que has nacido para amarme, solo un beso te pediré un beso que corone esta primera etapa de la jornada, y de allí en adelante ya tú convencida, continuar ambos juntos construyendo esta historia. Solo déjate hacer, tratar como a una princesa, consentirte mimarte, cumplir tus deseos, los más pequeños, los más extravagantes. Te daré todo lo que pidas, estaré allí para enamorarte,
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y darte razón tras razón para que te enamores. No tendrás salida, no podrás escapar. Esta historia la escribiré en tu piel para la eternidad. 3 En la paz de tus labios quiero descansar y en tu regazo cálido y suave mi alma herida sanar. Respirar en tu pelo la frescura de una mañana sin dolor y, abrazado a tu cuerpo, volver a soñar. Permitirme una nueva ilusión; a tener esperanzas, alegría y convicción. En alianza con tus labios quiero sonreír y con mis manos aladas, surcando el cielo claro de tu piel, creer convencido que he vuelto, que regresé para nunca más caer.
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4 Me impulsan a vivir la certeza de tus brazos abiertos, la confianza que tus labios me esperan, la seguridad que mi ansiedad será curada, en el calor de tu cuerpo adorado. Me motiva, conforta, da luz, esperanza. Allí arribaré, allí llegaré, pronto estarás en mí y yo en ti. Espérame. 5 Cuando te vuelva a ver te halaré hacia mi cuerpo y estrecharé tan fuerte, que entenderás cuánto te he extrañado. Te besaré de tal forma, ¡de tal forma yo te besaré! que querrás permanecer aquí pegada a mi boca y querrás que nunca te suelte.
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6 Vení mujer, cuerpo mío, ajeno, pero mío, acá está tu fiesta, carnaval sin final, acá está tu jolgorio, de sonrisas y besos, de carcajadas y felicidad. 7 Yo seré tu claustro donde hagas tu meditación, encuentres razón a esta vida y le des a cada cosa un valor. Seré tu lugar de recogimiento, tu espacio espiritual, prometo guardar silencio y si quieres seré tu oración, tu penitencia, tu sublime humillación. Como sea que lo quieras, yo puedo ser mil cosas y una sola, solo por vos. Tu alegría, tu rostro arrugado, tus gemidos, tu orgasmo extasiado.
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Mujer, mujer mía, rica, pobre, esclava, diosa. soy tu siervo, soy tu amo, soy lo que quieras, y vos cualquier cosa puedes ser.
8 Regocijarme en tu cuerpo quisiera, deslizar mi lengua húmeda y tibia, saboreando cada línea de tu cuerpo. Quedarme preso en el aroma de tu piel. ¡Extasiado! Liberarte con tu dócil consentimiento. Amarte mucho, besarte hasta quedar extenuado, cansado, rendido y tomar fuerzas, nuevamente, en esa misma esencia que me droga, Poseer todo tu ser, todo tu cuerpo, toda tu mente. Gobernarte, disponer de ti en la forma que desee.
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Cómo siento tus ganas en cada uno de tus gemidos, cundo tus uñas prenden mi espalda, o se aferran a mis hombros, a mis brazos, a mis glúteos, a lo que sea. Abrir mis ojos para ver los tuyos cerrados, tus labios entre abiertos, percibir tu mente perdida, esperando que llegue el éxtasis acelerando el ritmo en cada choque de nuestros cuerpos. Respiración agitada, se cierra la mente se tensa el cuerpo estalla la luz Es el nirvana. La nada. Todo. Un zumbido en los oídos.
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9 Tengo ganas de comerte besarte poseerte cualquier pretexto para penetrarte saborearte vaciarme en ti. ¡Que se entienda! Tengo ganas de tu carne tu tiempo y libertad y con mi cuerpo vestirte arroparte ser tu cobijo y con mi lengua dibujarte delinearte navegar sonreír juntos abrazarnos acariciarnos explorarnos en la paz de una noche fresca. Sentir tus risas en mi oído. Acariciar tu cuero cabelludo con la yema de mis dedos. Sentir que estás viva mientras amo tu cuerpo, mientras soportas mi peso.
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El romance, una canción, un beso, una frase que parece un verso. Quiero sentir que vivo, que valió la pena vivir, sufrir y esperar. ¡Quiero llorar! Sé que ese tiempo no vendrá porque sos una mujer casada. Pero igual quiero soñar.
9 Me he prohibido mencionar tu nombre. He proscrito tu recuerdo, tu olor; las imágenes de tiempos tan dulces, tan lindos, llenos de felicidad. Me hace daño recordarte, y en la lucha cotidiana de no pensarte, me encuentro contigo cada día, y está allí tu imagen difusa se siente tan presente. Y sigo recordando cuán feliz fui todos esos días, saboreando tus besos, refugiado en tu cuerpo, con el aroma de tu pelo cual llovizna sobre mi rostro que coronábamos con un te amo.
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Los paseos, largas horas, horas eternas tan felices, tan llenas de cuentos y aventuras. Reíamos hasta cansarnos. Las calles eran mudas. Toda la música se resumía en ese pequeño espacio que ocupábamos tú y yo. Era tan feliz, pleno…completo. Maldito olvido que nunca llega. Voy dejando pedazos de alma en este camino.
11 Si Dios permitiera, al tiempo regresar, y recrear el mismo ambiente, de aquel tiempo cuando te pude amar. Recuperar los mismos colores, el cielo despejado, el azul intenso de esos días perfectos, yo le daría lo que me pidiera, incluso el resto de mis días solo por volver.
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La misma luz tibia y clara, los sonidos distantes, la paz omnipresente, la profunda tranquilidad. Aquella alegría exacta, la intensa sensualidad, nuestra recíproca entrega no podría pedir más. Si el tiempo fuera piadoso tomaría tu mano, atendería tu voz, acariciaría tu pelo y miraría tu rostro; darte un beso inesperado, acercarme a tu oído, decirte nuevamente esos preciosos "te amo". Si bastara arrodillarme, lo haría gustoso y que me regresara a esas horas ¡por misericordia!, para dejar de llorar, para no volver a sufrir, para volver a ser feliz. Tan feliz como fui contigo aquellos días tan lejanos.
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12 Extraño tantas cosas de vos. Tu presencia, tus ideas, tu forma de tratarme haciéndome sentir especial. Tantas cosas que se acumulan llenando las habitaciones el interior de mi cabeza cualquier lugar a donde vaya. Y duele. Extraño hasta los objetos que habían en derredor. El olor de los ambientes, los sonidos de las cosas, aquellos colores tan distintos, el sabor intenso de todo cuando existía en aquel tiempo tuyo y mío. La gente y los lugares, ¡todo era especial! Ahora que ya no estás, todo volvió a su austera y monótona normalidad, una rueda triste, que gira sin parar, rechina, hace ruido, adormece, no va a ningún sitio, se queda estacada siempre en el mismo lugar.
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El mundo, este mundo, mi mundo es ahora un lugar donde los cinco sentidos son inútiles, no me atrae, no puedo ser feliz. Ahora que no estás solo queda morir.
13 Solo si sos vos te dejo pasar por esa puerta. Solo con vos me atreveré a romper estas cadenas, escaparme por la ventana de una prisión a la que yo me condené, y esconderme en el bosque espeso de mis recuerdos, rememorar cuando nos besábamos, como novios, jóvenes locos, como amantes. ¡Cuánto nos gozábamos una y otra vez!, sin límites, eternos, sin consecuencias, sin temor a sanción divina alguna, éramos inmortales, encantadoramente irresponsables.
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Solo por vos valdrá la pena volver a pecar, renunciar a mis códigos, romper juramentos. Platicaremos por horas antes que las gaviotas salgan en busca del mar. Nos esconderemos en las sombras de una renovada complicidad, delincuentes que roban felicidad. Y al terminar… No sé cómo haré cuando crucés por esa puerta para nunca más volver. ¿Dolerá aún más el tiempo vacío? ¿Me atormentarán los remordimientos? ¿Será la penitencia más dura por la categoría del pecado cometido? ¡Ah, cuán dulce me sabe la insensatez sin reproches de aquellos años de juventud! ¿Tendré que sufrir por haberme atrevido a ser feliz durante un soplo en el tiempo? No lo sé. No lo sé
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14 Ahora me lo pides, que regrese, que me entregue, que te vuelva yo a querer. ¿Y no recuerdas esos ruegos que mil veces repetí? “Ámame”, “quédate”, “no me vuelvas a dejar”. Que repita las palabras con que te conquisté; aquellas que al oído estremecían tu ser. ¡Lo destruiste todo! Esas palabras jamás regresarán, no volverás a escucharlas, nunca más se pronunciarán. Ahora solo sé que algún día yo te amé, pero también que sin ti en nuevo ser me convertí; que tu ausencia me enriquece que jamás yo volveré.
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15 Le prometo, señora mía, que soñaré con usted esta noche, dentro de poco y lo haré intensamente, le aseguro que así lo haré. Y volará mi mente hasta su subconsciente para estar juntos, clandestinamente, los dos cerquita en un mismo sueño. Viajaremos mucho, emocionados, felices, por distintos mundos. Llegará un momento, en ese escenario, que las miradas lo dirán todo y cuando desborde el amor, prometo besarla y lo haré suave, con tanta ternura, que saboreará mis besos, esos besos que urge su boca, y se estremecerá dormida, los sentirá tan reales, que habrá un cosquilleo en su cuerpo excitado que casi la despierte.
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Esos besos, señora, llegarán hasta allá, a aquella cama que comparte con un hombre que ya no la hace sentir nada, Y moverá sus labios como si estuviera besándome, clandestinamente, a la par de ese bulto insensible. Si a usted le parece -y me lo promete-, algún día esas pláticas, el tomarnos de la mano, los viajes y muchos besos, serán realidad.
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16 Tu nombre me sabe a cielo azul, a ciudad antigua añeja y costeña; a bloodymary, piña colada, ron con coca cola. En tu tiempo y con tu cuerpo me embriago doblemente y naufrago a la eternidad por tenerte. ¡En efecto! Eres un viernes eterno, la vacación perpetua, la consagración del solaz, mi diversión y mi complemento. Eres brisa marina fresca en la playa de un Caribe infinito tibia y refrescante a la vez. Tu alma está llena de corales, viven en ti todas las especies marinas, y eres rica en imágenes, formas, colores. ¡Exacto! Eres todos los colores de la naturaleza, naranja, roja, violeta, amarillo. Mermelada exuberante en tus labios encuentro todos los sabores. Eres el refrigerio de mi alma, la vacación de mi cuerpo, la dicha en un mar perpetuo, la paz de una noche estrellada.
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Amada mía, mujer de mi piel y mis sueños. ¡Qué alegría estar contigo! ¡Que felicidad compartir esta vida que contigo es un eterno crucero! 17 ROMANCE Recuerdo cuando te conocí como si hubiese sido hace dos horas. Tambores locos en mi pecho desacompasados, embriagados, alucinados por la emoción. Estúpido frenesí. Sonreía como loco. Yo era galantería tú coquetería. incitándome a alardear. Y el romance empezó, nos visitamos, nos frecuentamos, las llamadas, los mensajes, las cartas, los correos. Todo era un juego dos adolescentes tardíos. ¡Tan bonito! Hermosamente superficial.
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El primer beso. Estábamos predestinados. Dos sensatos locos, aceptándose sin pensar. Trazamos planes y una vida juntos, como dos adultos que al amor vuelven a encontrar. Es tan bonito el romance, aunque sea tan fugaz
18 Quiero en unos labios dormirme y en los mismos labios amanecer. Alimentarme de esa boca y allí mismo obtener energías para enfrentar la vida. Quiero deleitarme en un beso y dejar que mi mente vuele hacia parajes conocidos pero siempre nuevos, mientras adormezco en esa boca. Un beso corto para decir “hola” o decir “adiós”. Un beso largo para decir “te necesito”, “te amo”. Y al terminar la faena de una jornada agotadora nuevamente reencontrarme con esos labios, dulce reposo de mi ánimo.
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Y de allí en adelante besar sus mejías, acariciar su pelo, besar su cuello, sus hombros y sus pechos. Desnudarla con cada beso y amarla y hacerla mía. Ofrendarme en su cuerpo suave, besarla hasta que no pueda más y dormirme en sus labios con un último beso, resucitado el amor, rendido al cansancio, triunfante la pasión, victorioso el romance.
19 Quiero pastar en tu vientre, rendido a tu cuerpo, sometido por el sabor de tu dermis. Quiero rozarla y probar la tersura de su textura, el más extraño de los materiales creados, sublime y excitante a la vez. Sentir el cosquilleo cuando roso mis labios y cómo las ganas crecen aquí en mi pelvis. Y te deseo… intensa y apasionadamente.
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En ese terciopelo encuentro motivos para sentirme vivo, donde mi corazón estalla y a la vez se adormece. Sujetando tus pechos, cubriendo tu cuerpo aprisionada bajo el mismo, estoy más cautivo yo de ti que tú de mí. Y siento que renazco, que estoy redimido, ¡nuevo! afirmando mi existencia. Quiero navegar siempre, siempre, siempre, como un velero, en el océano de tu piel. 20 Esta noche, solo, triste, deprimido, precisamente esta noche, te extraño.
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21 No podré olvidarte. Ha sido una faena pesada, dolorosa y me rindo. No puedo, lo intenté, créeme que si. Cada día, cada tarde, pero en la noche todo fracasaba. Ya no es prioridad olvidarte. Ahora está en primer lugar atesorarte. ¡Si! Como lo que fuiste: una dulce y luminosa tregua. Siempre serás brisa, siempre serás amanecer, siempre serás mi más bello recuerdo.
22 ¿Qué se hizo? ¿Dónde quedó? ¿Cómo lo perdimos? ¿Tan poco teníamos? No comprendo. Me pierdo entre tantas interrogantes. ¿Acaso no nos amábamos? ¿Acaso no nos prometimos?
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¿Y aquellas sonrisas? ¿Y aquellas miradas llenas de chispa y picardía? El jugueteo con las manos, con los dedos. ¿No quedó grabado el primer beso? No entiendo. ¿Y las pláticas, las conversaciones, esas horas y horas cuando tu voz iluminaba esta vida que ahora me amarga vivir? ¿Y por dónde salió? ¿Por dónde se nos escabulló? De qué forma, me pregunto, las horas de los días y las noches de ser fantásticas se convirtieron en rutina. De cuándo acá se fueron haciendo tan pesadas. ¿Y la luna por qué empezó a dar miedo? ¿Por qué la noche se nos convirtió en tedio? ¿Por qué tu compañía se convirtió en soledad? ¿Qué nos hicimos? ¿Cómo nos perdimos? ¿Por dónde dejamos que se fuera? Pero… ¿Por qué dejamos que se fuera? Ahora ya no queda nada. ¡Nada! No hay a qué asirse en este naufragio. Los planes y proyectos quedarán olvidados. Las promesas morirán sin cumplir. Los recuerdos los marchitará el tiempo. Ya nada quedará. ¿Dónde pongo estas imágenes ilusas de cómo seríamos cuando viejos? ¿Dónde carajos me pongo este dolor? ¿Cómo calmo esta frustración?
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Y el tiempo es una constante angustia. Y las hojas del calendario son pesadas. Ni en sueños puedo volver a amarte. Se olvida todo lo bueno. Se va. ¿Qué hago yo con esto que queda de ti? ¿Qué harás tú con estos despojos de mí? ¿Qué hago, de acá en adelante, compartiendo contigo mi vida, pero sin que valga la pena compartir? 23 Cómo extraño fundirte a mi cuerpo, acá entre mis brazos hundiendo mis labios en tu cabello, oscuro, largo, suave, impregnándome con su aroma. Mientras en mí permanecías todo era el cielo. Clavaba mi ojos en tus ojos, perdiéndome en tu espacio sin tiempo. Me unía a tu alma con un beso, un largo, suave, tierno beso, y como adormecidos, con la sangre hirviendo de deseo. nos sumergíamos en un mar, encerrados en nuestra burbuja, sordos y aislados de este mundo. Un beso que valía la vida, un beso en que apostaba la suerte.
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Y esas pláticas, esas horas hablando de todo, cuerpos entrelazados; o compartiendo silencios, silencios cómplices. Ahora eres mi pasado, un doloroso ayer, un interminable adiós. Te perdí por tonto, por egoísta, por ciego. ¿Las razones? No importan, solo basta subrayar que yo te abrí la puerta para que salieras por ella.
24 Me engañaste. Actuaste con paciencia, con fantásticas maneras, me embarcaste en una aventura que vendiste como única ¡Mentiste!, cual hábil estafadora, como sagaz homicida que apuñala directo al pecho. Socavaste sutilmente las barreras de mi temor.
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Me robaste muchas cosas, sobre todo tranquilidad. Te llevaste mi confianza, mi seguridad y mis candados, bajo los cuales resguardaba, mis sentimientos tantas veces maltratados. Me estafaste, y no eras más que filigrana de lata corroída que lucía como oro ante mi alma ilusionada. Y me entregué, sí, me entregué como quien lo hace a una causa nueva, una razón valedera, un motivo poderoso para apostar la vida entera. Involucré mis creencias, cedí en mis principios, limpié mi mente y mi cuerpo para que en ambos residieras. Ahora solo me resta este residuo de libertad, un poco de auto estima, y una fuerte necesidad, de sobrevivir como sea, de no dejarme morir.
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25 Estoy a la par tuya y no quisiera nunca estar en otra parte, con nadie más, en ningún otro lado. Me alimenta tu presencia, y solo escucharte hace que mi vida tenga sentido, ¡todos los motivos que en esta vida dan ganas de vivirla! Te escucho y no me detengo en el embeleso de seguirte escuchando, amada mía, amor de mi vida, porque en tu verbo yo me deleito, se regocija mi existencia y encuentra aún más razones para seguir viviendo. Dame más de tu vida, lléname con tus caricias, acompáñame agarrados de la mano. Caminemos el resto de nuestros días, juntos, enamorados, ilusionados, cual si fuera la primera vez que nos hubiéramos amado.
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26 La vida me constriñe a olvidarte, a borrar los recuerdos hermosos porque aun siéndolos, no dejan de ser dolorosos. Debo obedecer, pero antes quiero decir en ese momento previo, cuando mi memoria se quede en blanco, cuando después se haga la nada, en el cual se derrame la última gota de mi memoria, en ese último segundo que te daré las gracias, mil gracias, todas las gracias por tu amor, por tu piel, por tus besos, tus palabras y los sueños que me hiciste soñar. Después…la nada.
27 No habrá más celos, jamás te recriminaré, total libertad de movimiento, absoluta libertad de expresión. Perdona mi vida, mi amor, por haber sido un fatal tormento, un esquizofrénico sin remedio, un tirano despiadado y cruel.
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Tu distancia me ha curado, el dolor de haberte perdido, más de mil terapias fue. La miseria de mi vida sin vos, mi soledad árida y amarga, mi cuerpo sediento de tus besos. ¡jamás lo quiero volver a vivir! No lo soportaría Y cambiaré, ¡lo juro!, nunca más volveré a ser yo.
28 Me sientan bien tus besos y he decidido vestirme con ellos, que queden ajustados sobre mi piel. He decidido arrebatarte, toda una tarde, del trajín del día, del estrés cotidiano y darte vacaciones en mi cuerpo, refrescarte con mis labios, que despliegues tus alas allí. Serás mía, solo mía, en ese oasis de cuatro horas y media en que estarás para mí, solo para mí. Y seguirás siendo mía aún después ya que mis besos los llevarás impresos bajo tus ropas, en toda tu piel. Viajarán de forma clandestina gracias a tu malicia femenina. Ten cuidado, mujer mía, no sea que una sonrisa delate lo que hiciste esa tarde.
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Ven / poemario 29 Enlazado entre tus piernas quiero vivir esta noche. Sentir lo húmedo, tibio y sedoso de tu sexo; vivo y fresco; ardiente y carnoso, y pasear por él una y otra vez. En la noche por el silencio, por la calma, por la brisa fresca que entra sigilosa entre las cortinas. Porque la oscuridad, apenas rota por la tenue luz de una lámpara, hace más erótico el momento y porque me gusta ver tus labios entre abiertos en la penumbra, tus dientes iluminados mientras entro en tu cuerpo. Bendita mujer que me abres tu mundo y yo dócil me sumerjo dentro de él. Piel suave, como no hay otra. Piel de mujer. Y mis caderas se mueven y no hay mejor ritmo para cualquier partitura, que el tiempo de tus gemidos. Pausados en un principio, ganando intensidad para acelerar al final y terminar en un estallido silencioso, que deja un agudo chillido en los oídos. Orgasmo, bendito orgasmo. Yo encima de tu cuerpo y tú acobijada con mi piel. Un desborde de energía húmeda que nos posee; y en unos segundos nos separan galaxias, cada quien perdido en su éxtasis, para en segundos reencontrarnos en un abrazo, en un beso sin fin.
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30 Cuántas veces por esos pasillos deseé tomarte en mis brazos y raptarte a un cuarto vacío, para desnudarte y amarte, hacerte el amor y besarte hasta que temblaran los muros, la puerta y el pizarrón. Cuántas veces en esas aulas, tú escondida en la esquina detrás de un atril, soñé con apagar la luz, diluir las miradas, y hacerte mía, mía nada más. Y de tus sonrisas que repartes, compartes y esparces llenando de ti todo lo que hay alrededor, quise alimentarte con mis labios, topar mi boca a la tuya, callarte unos minutos para besarte sin pausas, sin fin. ¡Ah, deliciosa, amada mía sin amarte nunca! de entre los placeres prohibidos, el más prohibido fuiste tú, el más delicioso, el pecado que más me apetecía pecar, una y otra vez.
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Ven / poemario Nunca podré cumplir este sueño, pero te seguiré deseando, en las noches sedientas de carne, porque nada me prohíbe seguir imaginándote, acá, desnuda, debajo de mí. 31 Deseo con intensidad que tu vida haya sido hermosa, llena de ciudades y lugares, de besos y caricias, de tantas cosas buenas. Deseo con todo mi ser, que hayas sido muy feliz, que no te haya faltado nada para ser dichosa de verdad. Mil gracias por esos pocos días, muchas gracias mi eterno amor. Tú me abriste el pecho y te vaciaste en él para hacerme sentir amado, deseado, dichoso que era yo alguien especial. Con el corazón palpitante sinceramente anhelo, que a tu inquieta vida nadie le haya puesto riendas, sino alas para surcar los cielos y la tierra en toda su inmensidad.
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Fuiste una vivencia densa en forma de mujer, toda una historia completa en tan solo cuatro meses de felicidad.
32 De tanto hacer con ella el amor pactado, sin compromisos, amigos con derecho sin derecho a amar, tuve que abrir mis venas para morir antes de romper el pacto de no enamorarme, perdida y locamente de ella.
33 Te amaré, siempre te amaré, porque no aprendí a otra cosa más que a amarte. Te amaré con todas mis fuerzas, con todas mis ganas, con todo mi aliento porque no mereces menos, porque lo vales todo. Te amaré, porque no me cuesta nada hacerlo. Siempre lo hice y siempre lo haré. Te amaré porque es lo más natural que puedo hacer. Aunque lo intentara -y no lo intentarénunca podría dejar de amarte.
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34 Te lloraré, encerrado en mi cuarto, te lloraré sin detenerme a pensar si está bien o mal. Repasaré cada momento, cada escena, todas las cosas que vivimos, construimos y hasta los sueños que despiertos soñamos. Cada momento será un rasguño más para mi corazón herido, cada recuerdo me hará aún más daño. Y lloraré. Lloraré todo lo que sea necesario llorar, Por ti, por los recuerdos, porque esto terminó. Y dejaré que duela, que duela tanto hasta ya más no poder y quede dormido para no morir de dolor. No me detendré, porque en el dolor purificaré mi mente, será penitencia para mi piel y que un día, ¡así será!, ya no me importes nada, absolutamente nada, y vuelva a ser yo una persona normal.
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35 Extraño el olor de tu piel. su suavidad de terciopelo excitante a la vez. Me inspiraba el más tierno amor y al mismo tiempo desataba los demonios de la pasión. Extraño la intensa sensación que desbordaba el cauce de mi ser con solo el roce de tu piel. ¡Perdía la razón! Sin conciencia, contra mi voluntad. No estaba bien. Yo era prohibido. Tú vivías del pasado. Nuestros encuentros eran ilegales ¡Eso sí! También eran locos, fantásticos, anormales. Unimos dos cuerpos cuyas mentes estaban perdidas, inconscientes. Historias imposibles de entrelazar.
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Pero he de confesar que volvería a pecar, a merecer el infierno, a pelearme con la eternidad, por vivir una vez más ese breve momento. Exclusivo, único, irrepetible, singular.
36 POR ÚLTIMA VEZ Este viernes he decidido amarte, para luego -y para siempre-, olvidarte.
Tu amor me hace daño, tanto daño, que he decidido alejarme. Esta dependencia de ti me tiene exhausto. Pero antes, por última vez, quiero amarte, este viernes; todo el fin de semana para tomar fuerzas y marcharme.
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Este fin de semana bajo llave conmigo vas a permanecer, no te dejaré salir y tú, como siempre, no intentarás huir. Te desvestiré como la primera vez, entre risas, excitados, ansiosos, desesperados. Yo admirando tu belleza, tú dejándote admirar. Extasiado viendo como se desliza tu figura sinuosa sobre la cama. Y te amaré por última vez, me lo prometo. ¡No volverá a suceder! Me despediré para nunca más volver. Nadie pudo haberme amado tanto, haciendo de cada encuentro en la cama todo un evento que recordar, un espectáculo íntimo, privado, personal.
Me hace más daño amarte que el tormento de olvidarte. Me iré con remordimiento… con ganas de regresar.
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37 No me pidas que te perdone, no me pidas que vuelva contigo, nunca lo intentes de nuevo, aléjate de mí y déjame en paz. Tanto fue el daño durante estos años, me ignorabas con desprecio, que solo necesito tranquilidad, lejos de ti y para siempre. ¿No recuerdas cuántas veces te rogué? ¿Cuántas veces te pedí que no me hirieras? Y esas mismas veces, cada una, no te importó mi dolor. Ahora solo quiero borrarte de mi vida.
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LA BODEGA
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Aclaración necesaria: Acá están los trastos viejos, poemas desechados como aquellos aparatos que funcionaron mal, que no pudieron ser utilizados, pero costaron tanto esfuerzo, que no he querido deshacerme a pesar que voces letradas me han sugerido y hasta exigido que lo haga. Es como deshacerse de un viejo cachivache que te ha acompañado tanto tiempo. No es que sea acumulador compulsivo, es que en realidad les tengo cariño, pero eso sí, debo advertir, que si usted entra a esta bodega puede quedarse con una mala impresión de todo lo que antes ha leído. Entre bajo su propio riesgo y no deseche lo bueno, ni se le olvide tampoco lo que leyó hasta ahora.
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39 Y fueron tu soberbia y orgullo los que te convirtieron en oruga. Viviste años de dolor y sufrimiento. Salieron de tus poros espinas y verrugas, se abrieron en tu piel heridas que nunca cicatrizaron. y aún hoy, que te ganó la humildad, sangran eventualmente. De ser la rosa consentida de tu rey, fuiste desterrada y sin heredad quedaste. Se marchitaron tus encantos, se apagó tu sonrisa, te convertiste en un ser huraño vagando por lugares ignotos. Pero Dios guardó el brillo en tus ojos y su hechizo un alma enamora atrajeron. la cual a lo lejos confiaba que mil aromas encerrabas en tu esencia sin olvidos. ¡Era yo! Y al acecho me convertí en camino, en brisas y sombras. agua de arrollo, tierra fértil, descanso y cobijo. Tú ni te enterabas. Eché raíces, me llené de verde te abracé y alimenté. .
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Arrullándote te aislé, para que no te doliera el mundo ni lo irritante de su ruido, y en el silencio que creaba de esperanzas te nutría. De mis entrañas Bebiste, comiste, y en la paz de mis besos, y en los silencios de nuestros encuentros, con los ojos cerrados, se regeneró tu piel, encontraste paz, estalló tu crisálida y te brotaron alas, ¡Las extendiste! ¡Vaya que si lo hiciste! Subiste al cielo renovada, limpia, redimida Las cabriolas que en el aire dibujabas asombraron a los que te miraban. Aquellos que te conocieron flor, los mismos que con dolor te vieron convertirte en oruga, los que lloraron contigo cada herida, aplaudían y auguraban dicha y felicidad. Y te elevaste sobre sus cabezas y dijiste, enseñado tu alma: “Estoy redimida, completamente nueva, mucho mejor”.
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¡Y partiste! En el suelo, marchita y en despojos, quedaron mi piel y mi alma, consumidas ya sin savia; hoja, crisálida, templo donde regeneraste tu ser. Amada mía, vuela, que estaré con los brazos y los labios abiertos, esperándote en nuestro rincón, allá muy lejos en el paraíso que creé para ti 40 MIS HIJOS Su amor me hace tanto bien. Su existencia me reanima. Me tiene regalando sonrisas por todas partes. Me hacen sentir que para algo vivo. Me hacen no temerle a la muerte, porque en ellos siempre existiré, porque en ellos cultivo mi ser para toda la eternidad. Mis hijos no saben el bien que le hacen a mi psiquis. No tienen ni la más pequeña idea, ni por asomo se dan cuenta, de cuánto a ellos les agradezco por que existan y me quieran.
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Carlos Alvarenga Me inspiran, son mi motor, mi impulso, la más fuerte motivación. De tantos agujeros negros en los cuales la depresión, siempre oculta y al acecho, me ha querido tanto hundir, ellos siempre me rescatan, no me dejan sucumbir. ¡Ay si ellos supieran cuánto bien sus sonrisas le han hecho a mi vida! sus inventos, travesuras, cuando ríen, si es que cantan, cuando callan, solo por estar allí. Cuando locos dan un grito sin aparente razón, mas recuerdan que si existen, que aquí están. Son mi entera devoción. Esas veces que me cuentan, con los ojos bien abiertos como zaguanes de par en par, donde entra todo el mundo y brotan universos infinitos, sobre sus ideas, ya sea sueños, sobre sus planes, sus anécdotas pequeñas, sobre todo lo que observan.
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Para ellos todo es inédito, el mundo es un lugar repleto de cosas nuevas por descubrir. Estaría endeudado con ellos por toda la vida y aún más. Dios no es una ficción y se siente tan real, más real que nunca, cuando ambos cerca están.
41 Pasando lista de mis años, escudriñando cada uno, me doy cuenta que todos yacen esparcidos, en desorden, acumulados sin cuidado en mi memoria que se marchita. Mi vejez es un cuarto gris triste y oscuro, habitado por sombras donde pocas cosas reconozco. Trato de encontrar en ellos momentos gratos, dulces recuerdos, pero nada logro recuperar, ninguna imagen viene a mí, todo se pierde en el intento.
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Y cuando comienza a tomar forma, de repente se desvanece y caigo en la frustración se apodera el desasosiego. Se me acaban los días, y me he quedado sin nada para recordar, ninguna vivencia añeja me acompaña en este final. Así, pues, siento que no viví nada que nada paso por mi vida y el poco tiempo que me queda, será todo lo que haya vivido 42 BIPOLAR Y nos amamos desde el primer momento, pero nadie podría haberme dicho, en ese primer encuentro, que con el tiempo saldría huyendo despavorido y aterrorizado. Recuerdo cuando empezó a surgir tu verdadero e inseguro ser. Al principio, un tanto sorprendido, creyendo que eran bromas tus reacciones y caprichos, yo reía sin parar, luego solo sonreía, para después asustarme y preguntar: ¿Qué diablos hice? ¿De dónde surgió este monstruo?
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Emergieron de apoco, tus fantasmas, sombras, miserias. Descubriste, capa a capa, un interior oscuro que para sentirse amada llama la atención, atrae, seduce, y después quiere someter a prisión, Chantaje emocional. Carácter manipulador, esquizofrénico y paranoide. ¡Desesperante y angustioso! Pero yo te amaba y en los escasos oasis que después me brindabas, cada vez más raros, cada vez más extraños, me amarrabas con tus besos, tus caricias, atenciones y tu cuerpo. Y me amabas como nadie lo había hecho. Y consentías mis caprichos esos días en los cuales, calculadora, querías sujetarme a vos una vez más. Cuando intuías que me quería marchar, que cansado estaba de esta relación, de ser un monstruo, una bruja despreciable, te convertías así de repente, transmutando en rápida metamorfosis, en un ángel de cálida luz. Pobre mujer infeliz y desdichada.
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Cuando era clara la evidencia que no aguantaba yo más, que cansado estaba, que me iba a largar, surgió un instrumento nuevo de tortura, un arma desmoralizante, irritante, mortal, que acabo por matar lo poco que quedaba: los celos. Ya no eras chantajista emocional, ahora eras una enferma poseída por la más estúpida de las patologías, retorcida enfermedad. Sabías que ya no servía la manipulación sentimental. Allí termino mi amor, Largarme decidí y olvidar que te amé. Aliviado hoy, espero no tortures a otro en mi lugar.
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43 CELOS Los celos en nada ayudan, ni al que los sufre ni al que es objeto de ese mal mental. Para ser infiel los celos no limitan nada, un minuto basta para ser inmoral, faltar a una promesa de amor que se había hecho para la eternidad. En un carro, en un baño en una oficina cerrada. Nadie se da cuenta. No hay testigos ni huellas, nada con qué condenar. Los celos no previenen nada pero lo arruinan todo. Y no se diga si la cabeza posesionada pasa inventando una y mil cosas que no existen en realidad. Y en tu caso -una mente trastornada-, los celos vinieron a ser una enfermedad terminal. 44 Es tiempo de sanar tus heridas. Hiciste lo que tenías que hacer, mujer. Diste lo mejor de vos, diste tu mejor esfuerzo. A cada paso te fortalecías; te forjaste como el acero con cada golpe que el infeliz te dio, con sus gestos, con sus comentarios, tratando de disminuirte para él, en su machismo, sentirse grande.
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Enjugabas tus heridas con lágrimas, en silencios, en madrugadas esperando que llegara o llamara. Pero siempre te levantaste, veías a tus hijos y decías: "no me voy a rendir". Pero al fin reflexionaste, colocando cada cosa en su lugar, diste la cara al sol e iniciaste la liberación. Alza ahora tus alas, vuela lejos de ese manicomio cual es la mente de esa persona a la que te amarraste por un necio amor. Vuela, sé feliz, eres una golondrina, una gaviota, un águila capaz de surcar los cielos. Haz todo lo que la rutina de una bartolina mal llamada amor te prohibió. Sé feliz, muy feliz, te lo mereces. Entre más te recuerdo, más certeza tengo que dejarte fue la mejor decisión, y es aquí donde no entiendo por qué entonces sigo pensando tanto en ti. 45 Tu boca abusiva, descarada, me reta. ¡Mujer! Hay gente en frente. Tus labios carnosos me llaman a amarte, tu sonrisa da el visto bueno para hacerlo. Y después toda tú se hace la desentendida.
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Coquetería perniciosa que me incita a entregarme. Sudo, tiemblo, me desespero. ¡Que se vayan las visitas! ¡Que dejen solo ya este lugar! Estoy con ganas de amarte, ¡Al fin se han ido todos! Y te tomo de la mano, te conduzco al cuarto, cierro la puerta, el corazón rocanrolea, te inclino contra la pared. Y tú sutilmente, con garbo y malicia, dibujas una sonrisa, me subyugas aún más, te doy un beso largo y sonríes triunfante. Agarro tus caderas jalo tu cuerpo, lo pego a mi pelvis queriendo taladrar la tela, el algodón, la carne. Y dejas las manos quietas, las extiendes, sueltas los brazos, no dices nada, dócil pero no sumisa estás allí solo dejándote hacer, y aunque no haces nada eras la dueña de la situación. Y meto una de mis manos en tu ropa interior.
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Carlos Alvarenga Hurgo, exploro, busco tu vulva que empieza a lubricar, sé que estás en el punto y allí se queda mi mano haciéndote un masaje erótico, los prolegómenos del sexo, del coito, de la penetración. La otra explora bajo tu blusa, se desliza por tu vientre, sube hasta tus pechos y los quisiera fundir para asir con una sola mano. ¡Es total ansiedad! Y me convierto en su alfarero. Siento tu pezón crecer entre mi dedo índice y el pulgar. Y te vuelvo a ver, casi con los ojos desorbitados de tanto deseo, de tantas ganas ¡Oh mujer, cómo me provocas! Y tú tan tranquila, y tan tranquila tú, y yo con mis esclusas rebosando de hormonas que quieren desbordar. Te deseo tanto que siento que voy a estallar. Me alejo un poco, solo unos centímetros para observarte apoyada a la pared, tan mía, una obra de arte lista para ser amada, solo para mí, y tú tan segura, tan segura tú.
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Tan dispuesta. Tan mujer. Con tus ojos entreabiertos, tus labios levemente separados, sacas la lengua pidiéndome un beso, Y me dices: “toma que este cuerpo es tuyo”. No espero una orden más. Te cargo entre mis brazos y deposito sobre la cama, ¡Dejemos aparecer la desnudez! Suelto el broche de tu pantalón, bajo la cremallera, y lo halo despacio, pero en el recorrido mis manos van comprobando, certificando, las curvas de tus caderas, la turgencia de tus mulsos, la suavidad de tus rodillas, la redondez de tus pantorrillas. El pantalón termina levente enganchado en tus dos pies y me encanta este último jalón, de siempre, con fuerza pero leve, para dejar todas tus piernas al descubierto y casi como fiera me abalanzo sobre tu ropa interior.
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La deslizo lentamente, y refresco con la punta de mi lengua, la marca grosera del elástico de tu tanga a lo largo de tu cadera. Y sano ese daño con erotismo, con romántica suavidad, extremo a extremo de tu vientre, Doy vuelta a tu cuerpo y quedan tus redondas, carnosas, firmes nalgas ante mis ojos. Sigo jalando hacia abajo la última cubierta de tu intimidad, mientras continuo curando con mi saliva, los surcos en tu piel. Y después baja mi boca, sin poderse contener, de comer esas grandes lunas que por glúteos tienes tú. Repentinamente siento tu mirada desde arriba, veo tu cara, tus ojos, cómo me supervisan. Tu cuello tiene cierto grado de contorsión. Me ves sumiso, con mi rostro pegado allí donde tú te sientas. Si no fuera tan delicioso diría: “¡Qué humillación!”.
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Ven / poemario Y vuelvo a darte vueltas, me yergo un rato, termino de sacar tu blúmer, y tu entrepierna, en el último asomo de pudor, retiene la última fibra de tu ropa interior. Al final ceden ambas y sale volando con alas propias. Sumerjo mi rostro en tu vulva, y me embeleso, me deleito, en tu clítoris que me sabe a caramelo. Mi sangre en esos momentos obnubila todos mis pensamientos. Paso mi lengua queriendo probar todos tus sabores, los más tuyos, de nadie, y te oigo gemir, presiono mi boca, siento retorcerte, agarran tus manos mi cabeza y me aprisionas queriendo hundir mi rostro en ese lugar de máxima privacidad. Ya siento que lubricas, que preparada estás. Me yergo nuevamente, para quitarme la camisa, pero vuelvo raudo al más delicioso oficio.
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Y asciendo al cielo, hacia la cima de tus hermosas colinas, descubriendo, como el sol hace con la mañana, esos pechos que me alimentan, me suben la adrenalina, me invitan a acampar allí. Barnizo con mi lengua tus pezones y con ánimo inquieto, no sé por dónde empezar, si al de la izquierda me como o en el de la derecha me quedo. Y beso, mordisqueo, lamo, succiono. Y termino de subir tu blusa. tan cómoda tú, tan servil, solo dejándote hacer, pero siempre sonriendo, Levantas los brazos, elevas un poco tu espalda para dejarme la prenda sacar. Y cuando pasa tu ropa por tu rostro, aparecen tu grandes ojos abiertos de par en par. Y me miras cara a cara, me das un beso tierno, firme, suave y me dices, “hazme el amor”. Obediente secuaz de tus mandatos eróticos, de tus ganas de sexo, tus ansias de penetración. me levanto de la cama, me suelto el cinturón,
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Desabrocho el pantalón. lo dejo caer y veo unos segundos, quizá menos tiempo, admirando ese lienzo en el cual con mi pene pintaré unos orgasmos, con retoques de gemidos, quejidos y chispazos de electricidad. En eso te das cuenta que estoy extasiado observándote, y tú, descaradamente risueña, triunfante. Y te mueves sinuosa, como serpiente coqueta, en el mismo lugar de la cama, dibujando eses con tu cadera, en sincronía con tus pechos y cintura. ¡Eres una obra de Dios! Y me dices: “Ven, cuéntame tus poemas, aquí en el oído, mientras me haces el amor”. Y me hinco en la orilla de la cama, tomo tus tobillos, separo un poco tus piernas. ¡Empieza la avanzada! Agarro tus muslos, los aparto un poco más para que me dejen entrar. Me extiendo sobre ti arropándote con mi cuerpo.
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Carlos Alvarenga Nos emparejamos, perfectamente encajamos. Entro, siento que vuelo y tu quejido es señal de aprobación. Estoy adentro de tu ser. ¡Hagamos el amor! Tu boca queda frente a mi boca, y ambas se saludan con pasión. Románticas, famélicas, con deseo recíproco, se devoran, saborean, se besan mientras te penetro y tú te dejas penetrar, Empiezo a hacerte el amor y tú me empiezas a amar. Comienza la puja a ver quién da más, quién mueve más la cintura, la pelvis y las caderas, ¡Me haces delirar! Aquí todos ganan, nadie pierde. Siempre hay fuegos artificiales al final. Mis manos se van corriendo por todo tu cuerpo cerciorándose que no han cambiado tus formas, que sigues igual. Y comenzamos la danza, este baile inmemorial, en el cual dos cuerpos se desean, encajan pene y vulva, se amarran, se sujetan y no se quieren separar.
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Y sigo y sigues y seguimos, nos sentimos vivos, somos iguales, perfectos sin defectos, más vivos que nunca en este ritual carnal. Nos amamos, besamos con devoción, insaciables ganas de carne, interminable ritual de pasión, perfecta sincronía, ¡la más íntima entre los cuerpos! ¡el más misterioso permiso de invasión! La historia de la humanidad, su vida misma, gira alrededor de esta puesta en escena de básico deseo, de sofisticada excitación, que tú y yo montamos esta tarde, sobre este mórbido escenario, en el secreto de tu habitación. Y tus caderas jalando más mi pelvis, gritando embelesadas de frenesí inundadas de éxtasis, exigiendo un orgasmo ya. Ya gimes y pujas y te quejas, y empiezas a gritar, como loca, como demente, ¡Y loco yo también!
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Empiezo a darle gracias al cielo, recitándote dos versos, queriendo terminar. Y te ruego, me ruegas, nos ponemos de acuerdo, el orgasmo llega, nos abrazamos explotamos. Clavas tus uñas en mi espalda, me sujeto a tus nalgas, para prensarnos aún más. ¡Ah mujer divina! Lujoso recipiente de mis ganas, vacío mi savia en tu vagina y tu empapas mi miembro con tu lubricación. ¡Mujer! Hemos terminado. Queda la plática, unos besos, las últimas caricias y la siguiente invitación: “Tengo una lista de pecados que el próximo sábado quiero contigo cometer”.
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46 Quisiera empezar de cero, pero no puedo, quisiera volver atrás pero es un estúpido sueño. Quisiera borrar las heridas que me desgarraron y laceraron mi alma, pero son demasiadas y cuando lo intento, en el esfuerzo, más daño me hago como fuego que quema pero no borra nada. Quisiera hacer tantas cosas para acallar los dolores que causa el arrepentimiento, y eso es imposible. Muy pocas cosas pueden ya los hombres contarme sobre errores; de las consecuencias por las malas decisiones, del precio que la vida te cobra, por haber tomado el camino equivocado. Así las cosas, a estas alturas de mi meditación, me sabe como un lujo inasible y esquivo
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el poder arrepentirme, un pensamiento momentáneo, que solo sirve para abrir más las heridas, que aún sangran y no dejan de verter rojo dolor de arrepentimiento, ya que no puedo volver a ese minuto previo, donde tomé una mala decisión. ¿Qué decisión? ¡Cualquier decisión! Esa o aquella que sacándome del camino seguro, del que dictaba la razón y la prudencia, ya fueran propias o ajenas, de un ser querido, un amigo, que como consejos llegaban a mis oídos, que por no hacer caso, rompí mis huesos contra el asfalto, el pavimento, un poste, unos labios carnosos, la alucinación, el desenfreno. El gasto promiscuo o a veces permanecer sin hacer nada. Revolcándome en los charcos, del pantanal de la vida sibarita. Sirviéndome de la vida como si fuera una cena opípara, que nunca llegaría a su final, en la cual nunca pagaría factura,
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un sibarita que le encantaba la vida veleidosa sin tener perspectiva alguna de las consecuencias, ni de los albañales hacia los cuales me halaría mi propia vida sensual. Pero a todo esto se me antoja meditar sobre otro aspecto. Entre todo el barullo que hay en mi cabeza, en mi mente que no descansa, recriminándome una y otra vez, se mezclan también vivencias, recuerdos y experiencias, que no estoy seguro querer borrar. De ellas he aprendido tanto, me han instruido en carne propia qué es el dolor, y eso trae sabiduría y prudencia incluidas, son diamantes, forjados con las fuerzas más extremas de la naturaleza en mi interior, a costa de dolorosas experiencias que no puedo dejar a un lado, ignorar ni tirar.
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Me construyen, me constituyen, me definen, me dan nombre y apellido. A este punto no sé si quiero olvidar. no sé si deba, si prudente sea, si lo más inteligente sea también. echar a atrás el tiempo, perder toda esta sabiduría y volver a tropezar. 47 Yo decidí perder varias batallas por un amor en armonía. Para vivir en paz, una paz negociada, una paz hipócrita, paz en la superficie. Otorgar una victoria inmerecida no sincera; pero con efectos reales, efectivos, y así poder brindar a mi psiquis cansada, un remedo de oasis, remendar una relación mal armada.
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Pero en el fracaso cotidiano, repetitivo e insistente, al no ver resultados, al poner de mi parte todo el esfuerzo, siempre yo, nadie más que yo, en un momento sin pensar, caí en la cuenta que en busca del objetivo claudiqué en tantos temas, dejé perder discusiones, me callé, no dije nada a muchos problemas; que empecé a creer que ya no hay guerra qué ganar, que no ha valido la pena, que ya no hay por qué luchar. Y cae desagradable, angustiosa, contundente, burlona la realidad que no era humildad sino humillación, que el carácter de ella es una constante guerra civil sin lugar a tregua ni armisticio, y que tanto esfuerzo solo fue cobardía,
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no sirvió de nada y lo mejor es terminar, recoger los pertrechos, y salir por la retaguardia, casi huyendo, pero rescatando lo último que queda vivo en mí. Esta solución final no me alegra ni conforta, ¡al contrario! me siento triste, desolado, rendido, abandonado. ¿Qué me motivó iniciar esta farsa? ¿Cuál razonamiento me hizo decidir que antes de discutir lo mejor era fingir? Lo hice para no herir, para no gritar, para no alterar los nervios, y encontrar al llegar a casa un abrazo y no el infierno. Lo decidí así por un objetivo llamado paz, por otro llamado tranquilidad, pero algo en mí, acá adentro en mi interior, no estaba satisfecho, sabía que no resultaría, y se desmoronaba en cada intento,
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creyendo que ganaba realmente estaba perdiendo y sembrando resentimiento, odio y frustración. No era yo el que callaba, era alguien que buscando silencio, construyó un cementerio para mi autodeterminación, mis convicciones y talentos. Y al ver que de nada servía, ya que una tregua no es posible si la otra parte sigue armada, disparando, en hostilidades, empecé a volverme loco, a hablar solo, insano, demente, psicótico, con ganas de matar. Lo que más duele, martilla y atormenta mi cabeza en la soledad, luego de un episodio, de una refriega, es cuando viene a mi mente restregándome en el rostro, la triste verdad: que yo busqué esta situación, no de conflicto, sino la relación, y que por este desabrido amor, (el cual yo veía hermoso, más grande que el sol, más importante que el agua),
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allá muy lejos en el tiempo cuando empezó, decidí en un chasquido renunciar a todo, absolutamente a todo, de forma irracional; a quemar mis barcos, a vender mis cosas, a despedirme de mi tierra, mis amigos, mi yo. Renuncié por este amor, cuando éramos dos mundos opuestos, visiones dispares, conductas antípodas, principios desiguales, costumbres diferentes, imposibles de engranar. y Al caer del tobogán al terminar el orgasmo del romance, engastado en la nueva vida, me hizo reaccionar. ¡No duro mucho el encanto! El proceso de darme cuenta no fue lento, al contrario, fue una colisión un golpe, un encontronazo con una realidad que poco a poco minó mi existencia hasta tocar mi salud,
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mi estabilidad emocional mis ganas de vivir y llegué a pensar en el suicidio. Darme cuenta que destruí el plan de mi vida, no fue agradable. al contrario, ha sido un alquiler en el infierno: he sido inquilino de la angustia, habitante de la congoja, prisionero en un manicomio en el averno. Ya nada motiva ni convence a seguir aguantando esta rutina teatral, esta tragicomedia, una mala obra, montada a la carrera y de final infeliz, Nada justifica, en nada encuentra fundamento, terminar de enterrar las pocas ilusiones y escasas motivaciones que quedan para vivir. Al ver mi vida a la vera del camino, los despojos de mis sueños, todo por lo que me ilusioné, por lo que luché arduamente, por tanto tiempo, yéndose por las rejillas de las alcantarillas, me preguntó:
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¿Por qué renuncié al plan que había trazado? Hay diamantes que no son sino vidrio molido, que te sacan del camino, con el ánimo de apoderarte de ellos pero quedas perdido y herido de las manos. ¿Acaso sirve el arrepentimiento? No, pero estoy arrepentido. ¿Lleva a algún lado la recriminación? No, pero me odio. ¡Por nada del mundo lo volvería a hacer! Y estoy solo, me hundí en el fango, me metí en esto, y al fondo del pozo, nadie oye mis ruegos, mis gritos de auxilio, mi clamor por ayuda. ¡Nadie! Esto es desolación. Quisiera morir, solo a veces, para apagar el ruido que hay en mi mente, aquí en mi cabeza, de todas esas voces que burlonas se ríen de mi situación, atacan con imprecaciones, se mofan y ofenden.
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Quisiera acallar en mi mente los reclamos que gritan: "¿Por qué lo hiciste, imbécil?". ¡Hasta dónde puede llegar la vida de alguien por una idiota decisión! 48 Forjé sueños en el taller de mi mente. Fundí el hierro y lo depuré. Soñé y soñé y no vi imposibles. Vertí el líquido incandescente sobre el molde de las más augustas metas, y el martillo sonó estentóreo, ruidoso sobre el yunque de acero, hasta tener bien formados los cuerpos de esos sueños. Solo había que blandir la espada y luchar contra cualquier rival, para hacerlos realidad. Vi con claridad meridiana las metas que quería alcanzar. Y seguí soñando porque sabía que en mi mente todo empezaba, que allí en la almaciguera de las ideas se podía concebir cualquier realidad. Ningún escenario existía que no fuera capaz de crear. Ningún horizonte existía que yo no fuera capaz de alcanzar.
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Y descubrí que el cielo ya no era más un límite porque allá, ¡más allá!, estaban las estrellas y también las podía abordar. Soñé, deseé y oré, mil veces oré. Y salí al campo de batalla dispuesto a dar mi mejor lucha, a bregar contra todas las dificultades que se me quisieran enfrentar: el desánimo, el cansancio, la crítica, la envidia, la falta de recursos, las circunstancias, cualquier demonio de esos yo, en el campo de batalla, fácil cuenta de ellos podría dar. Y luché, me esforcé, peleé y sangrando, seguí luchando. Y cuando estaba más cansado, desilusionado, golpeado, seguí soñando, me levanté y volví a luchar. Volví a caer, me levanté de nuevo para al campo de batalla rápido retornar.
Cuando la madurez alcancé y al fin abrí los ojos para dejar de soñar, asombrado, asustado, horrorizado vi que aún estaba en el mismo lugar. No había avanzado mucho de aquel sitio donde mi primer sueño yo forjé.
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Ven / poemario Quizá unos pasos adelante, no muchos, dos o tres. ¡No había avanzado nada!
Maldije. Despotriqué contra las deidades, escupí al cielo, destrocé el taller de las ideas. Me recriminé e insulté todo cuanto era eterno. Todas las batallas habían estado en mi mente. Que los sueños solo eso habían sido, imágenes inexistentes, y que de tanto soñar me extasié en el acto de fantasear, me estanqué en divagar hasta llegar a delirar en situaciones que nunca hice realidad. Las guerras constantes en las que creí haber luchado, no fueron sino campos de batalla imaginarios en el delirio de mi mente. Los combates no fueron sino contra los fantasmas de mi propia alma, que me mantuvieron distraído creyendo que avanzaba cuando en verdad solo estaba dormido. No tendría que haber soñado nunca, o al menos no haber soñado tanto, que jamás debí haber cifrado mis esperanzas, en la falsa y engañosa publicidad, que con solo soñar basta que las metas solas se alcanzarán.
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Al final he quedado bien enterado que no importa cuánto sueñe si al final de todo nunca comienzo a caminar. 49 Los poemas nacen no se hacen. Son como las plantas medicinales, como la flor silvestre, tal cual la hierba. libres de aditamentos artificiales. Los poemas nacen, crecen y florecen sin pedir permiso, para curar un alma o refrescarla, sanarla o revitalizarla. Sin planes prefabricados, aparecen y ya están allí, a la espera de ser descubiertos, que desentrañen sus cualidades y los hagan útiles para el romance, la lírica o el dolor; la épica o el erotismo. ¡Tantos temas! Infinitos son. Extraña es la forma, pero surgen y allí están. No me imagino construyendo un poema. “Hoy escribiré unos versos”, eso nunca me ha sucedido. No tengo la capacidad de empezar, en un proceso metódico, correcto y estructurado, a delinear un poema,
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rellenarlo con ideas, figuras, darle música, ritmo -y que guste al público-. desde el lado racional. Tal vez luego de la epifanía, pero no antes me ha sucedido. ¡Jamás! Los poemas vienen de la nada, gritan por ser escritos, y se lanzan suicidas desde el mundo de las ideas, a incrustarse en la mente del primer poeta que se cruce en su camino. Me imagino que muchos se estrellan, que no sobreviven, pero resucitan en el mundo ideal, hasta que vuelven a lanzarse y germinen en un espíritu fértil. Los poemas son abusivos, surgen de la nada. Vas en el bus, en el taxi, estás viendo tele o escuchando la radio. Ves a una pareja, lees el pasaje de un libro. Surgen de tantas formas pero urgen por ser escritos. Y a tomar papel y lápiz, a escribir en el smarthphone, a dejar todo a un lado y escribir en el ordenador. Pocas motivaciones son tan fuertes para impulsos tan sencillos,
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pero te compelen a darles vida lo más pronto posible con una fuerza inexplicable que, -obviamente-, no se puede explicar. Con un apremio de sala de emergencias, de incendio, de fuga de prisión. Como cuando te persiguen desconocidos, cuando en peligro tu vida está. Así con esa urgencia, premura y desesperación. Y escribes sobre el amor o una romántica relación. En mi caso, como en el de miles de poetas, este tema domina y se hace hasta cansino, repetir la misma devoción por la pareja, como si no hubiera otros temas con ritmo y prosa que tratar. Pero no pierde actualidad, nunca se dejarán de escribir poemas por una musa, por unos labios soñados, por una imposible y carnal devoción. Se escriben al sexo, al encuentro carnal, al coito y al sabor de mil cuerpos. Estos son delicados, porque corren el riesgo, de caer en las manos de un poeta torpe,
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Ven / poemario
y convertir algo tan intenso, delicioso, básico, necesario, en algo pornográfico, en el producto de una mente enferma, en el resultado de una mano callosa. Un buen poema erótico puede erizar los vellos de la persona que lo lee, y sentir que la tocan aunque esté sola sin nadie más. O dar asco y adoptar el celibato de tal mal escrito que está. De llamar erótico a lo que es una simple masturbación literaria de un cuestionable estado mental. Hay poemas a la vida, a las cosas bellas que esta da. Poemas que son cantares de eterno agradecimiento, de infinito gozo hacia todo cuanto existe de bello, de intenso, de hermoso. La naturaleza, la faz de un niño, el firmamento, los ríos y su eterno andar. El sol, las montañas, la pasión por vivir. De estos poemas hay muchos, pero también pecan de dulzones, de un sonsonete aburrido si el que lo escribe por embellecer, afea, y por engrandecer, empequeñece, con pleonasmo e hipérboles con exageraciones innecesarias,
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como quien hubiera recuperado la vista después de años de estar ciego, y de ser un canto a la vida pareciera un exceso de fantasía digna de una mente muy niña y no de la pluma de un versado poeta. Pero igual los hay bellos, tan intensos pero comedidos, que guardan el equilibrio perfecto entre belleza y verdad, con el toque muy personal del poeta, de su muy particular forma de ver la realidad. Y si de realidad hablamos, también hay poetas que no tomaron nunca un fusil, que jamás se enmontañaron en las lomas, sierras, bosques para luchar por un ideal, por implantar una revolución en aras de imponer la justicia a favor de los más pobres; para que gobierne la solidaridad, para que ya no existan clases privilegiadas, que usando y utilizando las fuerzas armadas, los organismos de seguridad, aporrean al pueblo descalzo, y se aprovechan de todo cuanto hay, en una tierra específica de la cual deberían gozar todos por igual,
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pero solo unos pocos se reparten la hogaza de pan, dejando para las multitudes, siempre marginadas y oprimidas, las migajas que puedan sobrar. Esos “Che Guevara” de escritorio, de bolígrafo, máquina mecánica de escribir, ahora de laptop o de celular. Todos esos que con rabia han querido al status quo herir, miles de poetas revolucionarios que abogan por un cambio, por una Cuba internacional. Gente capaz de tocar el cielo con sus versos rogando que llueva justicia del Reino, u otros que ateos, cifran sus esperanzas en empuñar un rifle, una pistola, lanzar una granada, en barricadas, en tomas y demás. De esos hay millones a lo largo y ancho de la historia literaria, pero déjeme decirles, dejando a un lado a los que mal escriben cuando sueñan con el cambio, que nunca se han ganado revoluciones, ni se han logrado golpes de estado, ni gobiernos tiranos derrocado, desde la comodidad de un teclado o empuñando una cerveza en un bar.
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Y los gobernantes que ni leen, que es muy cierto que abundan los que burros son, mientras detentan el poder las letras se diluyen aunque firmes queden en un papel. Poemas hermosos de esos hay muchos, pero inútiles e inoficiosos. No digo que ya no escriban, que no tiren balazos desde la prosa o desde las rimas, sino que lo hagan pero que no se olviden de actuar, que revolución es acción y no cómoda inspiración, porque sino puro confeti para piñatas de eso sus versos servirán. Y podría pasar horas y horas gastando energía, escribiendo tantas cosas, sobre de lo que a la poesía le gusta tratar, en las manos de tantos poetas, que enaltecen la humanidad, pero quisiera para finalizar, hablar de un tipo de poesía que como epilepsia inesperada, a mi alma a cada rato apaña. Hay poemas que nacen solitos, sin complicaciones.
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Sentís el toque y emergen con tanta facilidad, que incluso hasta a mí me extraña, surgen desde las entrañas, de quién sabe dónde, no puedo decir más. Son poemas que yo no los escribo, que se escriben solos, cuando una mujer en mi vida ha aparecido para cambiarlo todo de su lugar, Me mueve el mundo, el suelo, la misma inclinación de la tierra y ya nada puedo encontrar, solo las ganas de escribir por ella, por su cuerpo, por sus besos. Y surgen versos y versos, todos los días, ¡una gran necesidad!, de sentarme a escribir poemas, para inmortalizar ese sentimiento, para tomarle fotos con rimas si bien mal armadas, ensambladas a la carrera, pero que me deleitan sin par. En prosa que no en rima, porque esta es un tabique que me mata de ansiedad. Mejor versos libres que no ponen vallas al torrente de pensamientos, que como vendaval, no los puedo retener.
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Carlos Alvarenga
Y llega una mujer a mi vida y surgen mil temas, imágenes a montón, sentimientos, ilusiones, ideas, escenarios, todo para darles cuerpo a tanto que quiero escribir. Son poemas que ellas arrancan sin permiso, y los firman con su carne, y muy abusivas dicen: “este poema es mío, este poema lo inspiré yo, entretejí cada verso con mi piel, mientras saboreabas mis labios, mientras te deleitabas en mi carne. Este poema es mío y justo es, aunque te pese reconocer que gracias a mí surgió, cobró vida y plasmado quedó” Y así quedaron las líneas con el olor de su pelo, con la pasión y las ganas escritas en un papel, que su efímero pasar por mi vida en un poema se eternizó. Bendita invasión, saqueo, hurto y usurpación. ¡Cuántos poemas conocieron la luz gracias a que una mujer, en algún momento, por algún corto tiempo, sacudió mi pasión adormecida!
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Ven / poemario
Y aquí me despido yo, ahora mejor que nunca, para no arruinar esta exposición en la que quise ser corto pero la misma poesía, como siempre abusiva, largo me la inspiró. Así he de estar por siempre, como eterno recipiente de ideas que forma hay que dar y compartirlas con el mundo, buscando sincronías en otra gente, para que juntos podamos disfrutar. Eterno aprendiz de poeta, así me defino yo, pero en este camino he aprendido que es mejor intentarlo a renunciar por creerse malo. Soy un poeta mis amigos, soy un poeta mis amadas, y así quiero ser reconocido por toda la eternidad.
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