ENTREVISTA AL MAESTRO IVÁN RESTREPO

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ENTREVISTA AL MAESTRO IVÁN RESTREPO POR EL MAESTRO LUIS BARJAU Y LA MAESTRA MARU DEL VALLE

Cátedra Carlos Monsiváis Octubre de 2017 ◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦


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IVÁN RESTREPO, PERIODISTA, COMUNICADOR Y COLABORADOR DE TEOREMA AMBIENTAL. ◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦

Luis Barjau: Somos afortunados al tener como entrevistado al maestro Iván Restrepo, que es una gran personalidad: además de su labor ecologista que ha desarrollado durante tantos años, es Premio Nacional de Economía y de Ecología y Premio de Periodismo Ambiental en la FIL de Guadalajara en 2005. Sabemos de la larga amistad que mantuvo con Carlos Monsiváis y es para nosotros, en la Cátedra Monsiváis, de gran interés y nos gustaría conocer, algunas de las anécdotas que vivió usted con él. Iván Restrepo: Yo era editorialista de Novedades por el año 59 cuando conocí a Carlos, Novedades era un gran periódico en aquel momento, lo dirigía Ramon Beteta y había un suplemento que era de lectura obligada los domingos, se llamaba: “México en la cultura” y lo dirigía Fernando Benítez. Yo veía con frecuencia a Fernando en un café que había cerca del periódico, y un día llegó Monsiváis, todavía usaba corbata. Ese día también estaban José Emilio Pacheco, Vicente Rojo y más tarde llegaron Elenita Poniatowska, Eldia Cardoso, Francisco Piña, José


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de la Colina y Gastón García Cantú, todos, partícipes de ese importante suplemento y desde ese momento comenzó una amistad muy especial que no tenía que ver ni con la literatura, ni con la poesía, sino más bien con la cultura popular. Desde entonces comenzamos a vernos en donde había espectáculos con las grandes figuras de la música popular, del teatro y del teatro de revista, que en aquel entonces todavía estaba en su apogeo. Por ejemplo: lo recuerdo cuando se inauguró el teatro Blanquita en agosto del 60, ahí estaba Monsi, estaba yo, estaba Libertad Lamarque, Ninón Sevilla y todas las grandes figuras de ese momento, así nos comenzamos a ver con más frecuencia cada que había actos de este tipo. En paralelo, a mediados de los 60 comenzamos a vernos también en Radio Universidad, mi participación era en un programa donde estaban también Ramón Chirau y Víctor Flores Olea que se llamaba: “Los Libros al día”, yo entregaba mi texto los sábados y ahí me encontraba a Monsi, que hacía el “Cine y la Crítica” un maravilloso programa, creo que de los mejores programas que se han hecho en Radio Universidad. A partir de ahí, la amistad se fue ahondando.


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Para los años 70 comenzamos, y sólo en ciertos momentos, a involucrarnos en los temas y personajes políticos. Comenzaron a venir a mi casa una serie de amigos interesados en ver que era lo que pasaba en el país. Estaban: Manolo Buen Día, Fernando Benítez, Miguel Ángel Granados Chapa, la princesita Poniatowska, cuando estaba por acá en México venía Gabo, también dos personajes que son de resaltar, Benjamín Wong un gran periodista y cuando podía Don Alejandro Gómez Áreas que era todo un personaje al que respetábamos mucho, no solo por su papel en la Reforma Universitaria, sino también por todo lo que sabía en torno al movimiento estudiantil de principios de siglo y su relación con Frida; él fue novio de Frida. Venía también Don Francisco Martínez de la Vega, Sara Morión era otra gran periodista que venía a las comidas. Nos juntábamos cada quince días e invitábamos a funcionarios, secretarios de estado y una vez al año venía el Presidente. Resultaban comidas muy divertidas porque los funcionarios se quitaban el áurea de salvadores de la Patria y los que estábamos alrededor de ellos nos dedicábamos a cuestionarlos, de una manera tan frívola, tan ágil, tan sencilla y sin aspavientos que las comidas eran muy divertidas, no eran comidas palaciegas ni siquiera cuando venía el Presidente. Recuerdo dos o tres anécdotas de esas comidas, dos con López Portillo: Entré con López Portillo y en ese sillón estaba sentado Fernando Benítez, cuando vio a López Portillo se


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levantó de inmediato y lo abordó sin darle oportunidad de llegar a saludar a todos los demás invitados, se le abalanzó y le dijo: -

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Presidente salve usted a Rulfo. López Portillo se quedó de a cuatro y dijo: ¿pero por qué razón Fernando? Lo están amenazando de muerte, no lo dejan dormir en las noches, le hablan para decirle que le van a meter tres balazos, Juanito está enloquecido. Pero ¿qué pasó por qué me dice eso? Es que creemos, sus amigos, que alguien de muy arriba está haciendo esto y por supuesto usted puede poner orden.

Le platicó un poco más sereno, que Juanito, durante un homenaje a Juan Rulfo en la Universidad, había comentado, que:

“los Generales de ahora no eran como los de antes, que antes eran cañonazos de cincuenta mil pesos, y ahora eran de cincuenta o más millones de dólares.” El presidente le respondió: No se preocupe Fernando voy a ocuparme de eso. Fue muy interesante eso porque yo, al día siguiente, fui a comer a la casa de Fernando y llegó Rulfo y nos dijo:


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Por primera vez he dormido tranquilo y voy mañana a ver al presidente López Portillo.

Monsi cotorreó ampliamente este hecho y hay otras muchas anécdotas, alguien que no era del Ateneo, y que ahora puedo dar su nombre, Ricardo Garibay, en otra comida le dio por ensalzar el Informe Presidencial. Que había sido lo más maravilloso, lo más aplaudido, que era la gloria nacional. Y otra vez Monsi y Fernando, pero sobre todo Monsi, se dirigió al presidente y le dijo: -

No se crea, cuando los borregos aplauden, no se crea en esos aplausos.

La carcajada fue general y éste era el sabor de esas terturlias.

Luis Barjau: Maestro Restrepo, usted define como compartió con Monsiváis este tipo de encuentros así como su participación en la cultura popular ¿Cómo describiría este interés común por la política y el espectáculo?


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Iván Restrepo: Lo que sucede es que Monsiváis tiene muchas facetas, tiene la de crítico político, la del intelectual, la del crítico literario, la de haber abierto caminos a través del suplemento, cuando lo tuvo, la de las nuevas figuras a nivel mundial y a nivel nacional, la del cine, conocía el cine como no se lo imaginan y por supuesto el espectáculo. Nos divertíamos mucho, nos veían mal. En aquella época yo dirigía un centro de investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, el Centro de Eco Desarrollo y como era premio Nacional, nos invitaba el Dr. Edmundo Flores a desayunos, en el CONACYT y ahí me miraban raro, porque asistía al Blanquita o a los cabarets. A Carlos no. Carlos era amigo absolutamente de todo el medio artístico, pero además hacía las grandes crónicas sobre las figuras de ese medio. Uno lee los textos de Monsi sobre Bellas Artes y los grandes estrenos de ópera, o cuando vino Nureyev, y son un encanto, porque reflejan perfectamente lo que está pasando con la gente, con la cultura popular. Igual cuando habla de Juan Gabriel, cuando se refirió a Pérez Prado o a María Victoria o a Lucha Villa, a las grandes figuras, bueno a María Félix. María Félix se colgaba mucho de Carlos le sacaba mucho jugo y lo obligaba a que la acompañara a todos lados, por


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supuesto a Carlos le encantaba porque María era un personajazo muy importante igual que Juan Gabriel y todos los ídolos populares.

Luis Barjau: Nos interesa mucho conocer su opinión respecto del genio tan particular de Carlos Monsiváis. Carlos Monsiváis se hizo un intelectual celebérrimo y un intelectual que estaba en todos los niveles de la cultura mexicana sin tener una obra, digamos literaria equivalente a la de Juan Rulfo o a la de García Márquez, pero tenía una habilidad particular. ¿Cómo fue esa habilidad de Carlos Monsiváis, por qué surgió, cómo logró tanta popularidad en su vida? Iván Restrepo: Aunque es un autor que no se lee con facilidad, algunos de sus textos son casi de adivinanza, sin embargo, los acercamientos a la cultura popular eran muy claros. Tenía un ojo clínico para interpretar a cada figura para narrarla. La biografía sobre Pedro Infante es increíble, la forma como muestra al Pedro Infante a través de casi treinta años de vida. Es un libro maravilloso, no es un ejercicio literario, pero si es un ejercicio de cultura popular y de conocimiento de los ídolos del pueblo. Una de las cosas en que insistía mucho Carlos, es que debíamos de dejar ya esa separación entre: “cultura” y lo


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que era de la clase baja, “lo popular”. Y en eso también participaban otros personajes: Juan Ibáñez dirige “Divinas palabras” gana el premio de Nancee con ese montaje increíble, esa escenografía de Vicente Rojo, tres o cuatro años después está montando “Mambo”, en el Blanquita con Ofelia Medina y hace una revista donde recrea los años cincuenta, la riqueza de México, la abundancia, el desarrollo estabilizador y lo hace maravillosamente con las figuras populares. Eso hacía también Carlos, interpretaba muchas de las cosas que tenían que ver con la literatura, con la política, a través de las figuras populares. Y no sólo de las figuras populares o de los personajes públicos. Luis Barjau: La actitud de los personajes públicos, el presidente y sus ministros, respecto de esta insistencia de Carlos Monsiváis sobre la cultura popular ¿cómo era esa relación entre los políticos y la oferta de Monsiváis sobre la cultura popular? Iván Restrepo: Los políticos vivían, con muy pocas excepciones, en la luna. Sabían de las viejas figuras, pero de lo que estaba pasando con las nuevas figuras no sabían. Le voy a contar una anécdota. Cuando salió “Amor Perdido” hubo una reunión en “Los Barandales”, de la familia Moreno Sánchez, ahí estábamos Alejandra Moreno, Enrique Flores Cano, toda la flota de amigos de Doña Carmen y de Don Manuel Moreno Sánchez y el politólogo más importante de México en ese momento, que acababa de publicar un libro muy completo sobre la democracia, se le arrimó a Carlos y le dijo:


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-

-

Oye este libro tuyo, “Amor Perdido” ¿por qué le pusiste ese nombre? Es que “Amor Perdido” es un bolero muy famoso, clásico, lo canta María Luisa Landín. ¿Y quién es María Luisa Landín? Pues María Luisa Landín es una gran cantante, una de las grandes figuras de la música mexicana de los cuarenta y cincuenta; su creación de “Amor Perdido” es fundamental, es un bolero de Pedro Flores ¿Y quién es Pedro Flores?

Todos soltamos la carcajada, a pesar de que ahí estaba el maestro de maestros. Nunca entendió, no había salido de su cápsula, de su cubículo, a pesar de que era un gran sociólogo, no podía ver la realidad de lo que pasaba más allá de su cubículo. Carlos tenía una gran ventaja, iba a los antros y sabía interpretar perfectamente su espíritu, iba a un teatro de revista, a un concierto y le sacaba ese jugo que a veces se nos pierde a los que trabajamos en periódicos y por supuesto también a los reporteros. Iba a Bellas Artes y sabía exactamente cuál era el toque para Bellas Artes, siempre engalanada


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con la clase rica, por ejemplo: los ricos de aquel entonces, para ver a Nureyev, ahí no había pueblo porque no había dinero, pero la crónica de Carlos sobre Nureyev es espléndida, igual que sobre otras grandes figuras, sobre Isela Vega, para mencionar otra figura importante. Carlos tenía esa característica de penetrar, de hacernos entender muy bien lo que significaban, lo mismo la música que el teatro. Aunque casi no le gustaba el teatro, iba casi obligado a ver las obras, para develar una placa, sin embargo, era un lector de teatro espléndido; conocía poesía como no se lo imaginan, y por supuesto, la música, esa fue otra faceta que nos unió. Conocía casi todo lo del Gospel, el blues, las grandes figuras, Kiri Te Kanawa, era increíble el conocimiento y la memoria que tenía. Tenía una memoria prodigiosa. Una vez me dijo que quería conocer a Tito Guízar, que era el ídolo de los treintas por su interpretación en la película “Allá en el rancho grande” y un día vino Tito a casa y estuvimos platicando, Tito comenzó a contar de su vida en Estados Unidos, de lo que cantaba, de cómo comenzó a cantar y que fue una canción en hebreo, pues Carlos se la sabía y se la cantó a Tito, y Tito se quedó asombrado: -

Pero ¿cómo sabes tú esto?

Tenía una memoria sobre la música popular norteamericana, la clásica, sabía absolutamente todo, igual lo europeo y de lo latino ni se diga, de México por supuesto. Al salir de la comida Tito me dijo:


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-

Oye este señor Carlos ¿en qué trío toca? No, no, lo que pasa es que él es un investigador, pero no, él no pertenece a ningún trío. Pues sabe más que yo.

Eso te da una idea de lo que era Carlos. Y así en muchas otras ocasiones. Participar con él en todo ese tipo de manifestaciones culturales, por supuesto que era una delicia. También teníamos la faceta de la amistad sin compromiso. A mí no me gustaba ir mucho con Carlos, no invadía su territorio, no era acólito de él, el vicio nuestro, era hablarnos por teléfono a las cinco y media de la mañana, él era muy noctámbulo, hablaba para ver qué decían los periódicos porque yo madrugaba también para caminar o correr y así nos íbamos todo el día. Sus días terribles eran Navidad y Año Nuevo que eran fechas en las se le iban todos los amigos, entonces aquí era donde nos juntábamos, llegaba el veinticinco a desayunar y el primero. Pero eran días muy duros para Carlos porque quedaba en solitario. Él no celebraba estos días, no pertenecía a esa corriente religiosa, igual que nosotros, entonces nos entendíamos muy bien en esas cosas. Por el lado de las tragedias, Carlos estuvo a punto de morir en el setenta y ocho en un accidente cerca de Aguascalientes. Habíamos ido a la feria de San Marcos y con las prisas que siempre tenía había que llevarlo al aeropuerto, chocó el auto en el que iba y que le había


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mandado el gobernador Olivares Santana. Terminó con costillas rotas, eso sí, en el mejor hospital. Pero nada más para que vean que chistoso era. Siempre decía que lo único que le faltaba era aparecer en el periódico “Alarma” y ese domingo ya estábamos con él Manuel Buendía, mi compañera de ese momento y otros personajes del Ateneo. Todos se fueron de regreso, menos yo que no tenía horario, me quedé a cuidarlo. El lunes en la mañana tocan la puerta, abro, porque dormía ahí en el cuarto con él, abro la puerta y un fotógrafo del periódico “Alarma”. Le dije a Carlos: Fíjate que está aquí un fotógrafo de Alarma Casi se muere. Y me dice: no, no, no yo no quiero que me vean. Él que presumía de no haber salido en el “Alarma”. Tuvimos que cambiarnos de cuarto y le hablé al gobernador, diciéndole: -

Oiga pónganos un policía porque quieren venir a tomarle fotos.

Pusieron un policía y se acabó el Alarma. Bueno el asunto es que Carlos siguió mal, lo habían enyesado mal y gracias a Manuel Buendía, que le habló a Reyes Heroles que en ese entonces era el Secretario de Gobernación, se mandó un avión de la fuerza aérea y de ahí al hospital Siglo XXI donde lo compusieron, si no, hubiera quedado mal, estaba ahogándose, había quedado mal, no podía respirar. En


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esos días él tenía que hacer el panegírico de Pérez Prado en el “Teatro de la Ciudad” para el gran homenaje que le hacía la Ciudad de México a Pérez Prado, pues no pudo ir. Yo tuve que leer su mensaje el cual hizo en dos patadas; Doña Esther, su mamá, pasando el texto mientras él oía música de Pérez Prado, pero lo hizo en media hora y es un texto clásico sobre Pérez Prado. Éramos muy frívolos, a él eso le chocaba mucho, así como a muchos amigos, digamos “exquisitos”. Por ejemplo: en setenta y nueve cuando estábamos navegando en la riqueza petrolera y teníamos que aprender a administrar la abundancia, a Margo se le ocurrió montar en el Blanquita “Don Juan Petróleo” el dos de noviembre o sea el equivalente a “Don Juan Tenorio” que siempre se monta en noviembre por los días de muertos. Estaban: Palillo, Carmen Salinas, Alejandro Suárez, bueno todos los cómicos y le digo a Carlos: -

¿Por qué no actuamos un día? Órale ¿Pero en serio? Sí, sí, sí. Me respondió

Le dijimos a Margo, y Margo dijo “no va a venir”, refiriéndose a Carlos. Yo fui y me puse mi vestimenta de época y cuando salí ya estaba Carlos, había llegado antes que yo. Lo chistoso es que le midieron el traje y no cerraba por atrás, el traje que le habían preparado era para tamaño delgado como yo,


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entonces el sastre del Blanquita le hizo un añadido, para esto, Doña Esther su mamá, ya sabía que iba a actuar su hijo, entonces me habló y me dijo: -

-

Licenciado yo quiero ir a ver a mi hijo al Blanquita. Y le comenté a Margo: Va a venir Doña Esther con su hermano y su hermana, hay que separarles en la quinta fila que es la mejor Margo me dijo: Sí como no. Y de inmediato les llamó y les dijo, aquí los esperamos.

Pues Carlos le prohibió a su mamá ir a verlo al teatro, nada más íbamos a actuar una sola vez. Hay una foto por ahí que es histórica donde está Ninón Sevilla con todos después de la función. Pero lo chistoso es que Carlos tenía tantas ganas de actuar y estar ante el público disfrazado con su sombrero de época y todas estas cosas que cuando tenía que salir en la Hostería del Laurel a decir un pequeño diálogo, que era una sola línea, “se apanicó”. No pudo. Yo sí salí y dije la parte que me tocaba que era simplemente decir “señores la mesa está puesta” me chotearon los cómicos y dijeron: -

¿Y este hijo de Zabludovky qué está haciendo por aquí? ¿No es hijo de Raúl Velasco?

Bueno me hicieron trizas porque había cierto parecido en ese momento. Margo tuvo que empujar a Carlos para que saliera y no fue capaz de decir una sola línea, nada más llegó y se sentó. Después nos explicaba:


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-

Me aterró ver el público, ver a dos mil personas que si fallaba me iban a hundir, me trabé, no pude.

Nos divertíamos con este tipo de cosas. Luis Barjau: Maravillosa anécdota, pero esta sensibilidad de compartir entre usted y Carlos Monsiváis, sobre la cultura popular que era una intermediación digamos con la clase intelectual mexicana y con la clase política ¿quiénes eran los receptores inmediatos de esta sensibilidad? Por ejemplo, hemos visto en las fotos que salen ahora en la red de las reuniones con los expresidentes de México ¿se hablaba de eso con los expresidentes, de la cultura popular? Iván Restrepo: Nosotros tratábamos de meter el tema, pero no, privaba más que todo el aspecto político y la cultura, la falta de apoyo a la cultura como en el caso de Elena y de los libros, por ejemplo, que no está por saberse, pero parte de lo que es Consejo Nacional de las Artes, se comenzó a platicar aquí antes de que Salinas fuera presidente, en una foto muy histórica aquí le plantearon por primera vez: -

“Debe haber una Secretaría de Cultura” un Consejo con becas y todo eso.

Eso fue antes de que saliera como candidato y ya siendo presidente, yo recuerdo una comida en la casa de Héctor Aguilar Camín, donde estuvimos los mismos que habíamos


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estado en la comida del famoso sillón de la foto, en el mismo sillón donde están ustedes sentados ahora, era Víctor Flores Olea presidente del CONACULTA, aquí recuerdo muy bien que hubo expresiones en torno a la creación del Consejo, la necesidad de que hubiera algo que aglutinara todo esto. Maru Del Valle: Los agrupaba precisamente a ustedes el Ateneo que se forma más o menos ... Iván Restrepo: Se formó en setenta y cuatro y el eje fundamental era Manuel Buendía, el que tenía los contactos políticos. Era realmente el alma del Ateneo y lo respetaban todos los funcionarios, le tenían terror, igual que la derecha, por sus textos contra la CIA, contra los “Tecos de la Universidad de Guadalajara” y contra la ultraderecha. Claro, todos los demás hacíamos equipo, coro, en las cosas fundamentales y de lo que menos se hablaba, tengo que reconocerlo, era de cultura popular. Esa foto donde está Fernando Benítez con Pérez Prado, es una foto que tiene su historia porque Carlos quería entregarle en una comida “Amor Perdido” a Pérez Prado, Carlos sabía de su existencia, pero nunca se había juntado con él, entonces armamos la comida aquí, vino Buendía, vino Benítez y no llegaba Carlos y Prado vivía en la luna, no sabía quién era Monsiváis, “Amor Perdido” si lo sabía por la película donde él es el músico fundamental. Carlos no llegó porque se quedó en Tijuana, lo dejó el avión por estar comprando en San Diego, en aquella


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época, no había DVD´s sino solo esos casetes. Llegó como a las seis, ya para entonces, nos habíamos tomado la foto, esa donde está Pérez Prado y en las manos tiene el libro de “Amor Perdido” que acababa de ser editado. Lamentó no haber estado, cuando llegó aquí del aeropuerto estaba fúrico: -

¿Pero cómo se fue el maestro sin esperarme? Pues ni modo son las siete Carlos.

Vivía inmerso en todas las cosas fundamentales de lo que eran las figuras populares, por eso aparecía en Telenovelas, aparecía en las caricaturas, bueno en el “Chanoc”. Yo quisiera que un libro mío o que un periódico en este país tirara setecientos mil ejemplares, un millón de ejemplares, como llegó a tirar Telenovelas y en donde aparecía Carlos en la portada El Chanoc, eso te muestra la forma como Carlos logró penetrar entre la gente, no había personaje más popular. En cualquier manifestación la presencia de Monsiváis, era algo que te conmovía. En las marchas en las que lo acompañé, la gente llegaba hasta él, sacaban el pan … esa fue una cosa, yo no sé por qué no tomé la foto, de una


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señora que había comprado en 16 de septiembre en una panadería muy famosa “La Ideal” sacó lo que traía y lo envolvió en otro papel y le pidió a Carlos que le dedicara en ese papel estraza de la pastelería, algo, ahí en la calle de Madero. Era asediado, la gente lo quería, no hay personaje que haya trascendido después de su muerte tanto como Carlos, sigue teniendo vigencia, otros son tal vez más famosos, tendrán premios Nobel, con excepción de Gabo, pero por ejemplo a Octavio Paz no se le lee, uno habla sobre Paz con las nuevas generaciones y no saben quién es Octavio Paz a pesar de que es un gran poeta y ensayista, pero de Monsi si saben. Luis Barjau: Maestro Restrepo usted tiene veinte libros de Economía y Ecología publicados ¿cuál era la relación entre sus temas y Carlos Monsiváis? ¿a Carlos le interesaba la Ecología y de qué manera participaba? Iván Restrepo: Si se interesaba en eso, obvio era un tipo que sabía más de lo que yo imaginaba sobre Ecología. En uno de esos libros el prólogo es de él, se llama “¿Cómo destruir el paraíso?” Sabía perfectamente lo que estaba pasando en el país y además analizaba, si ustedes leen las columnas de Monsi en “Por mi madre bohemios” o sus artículos en “El Universal” o en “La Jornada” hay de pronto referencias muy claras de lo que está pasando con la destrucción de los recursos naturales del país, eso fue


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siempre una constante en él, sabía de todo, era una cosa impresionante. De cine ni se diga, aquí comenzamos a exhibir películas “raras”, las que ya no se veían de los años cincuenta, después, él fundó, como le gustaba tanto estar en su casa por “Los Gatos”, bueno, fundamos el “Cine Club Emma Roldán”, la gran figura del cine de los años cuarenta, recia mujer de las películas de Pedro Infante. Este Cine Club era una delicia porque ahí nos la pasábamos, en el comedor de la planta alta, ahí se instalaba el Cine Club e invitaba Carlos a la Pitol, alguna vez fue Sherer y no daban crédito de lo que estaban viendo en las películas. A Lupita y Vicente Rojo porque si les gustaba el cine recuerdo que también iban, Luis Prieto que era uno de los grandes amigos de Carlos, pero además cómplice de los cincuenta, de todo lo popular de las manifestaciones y de las empresas en contra del gobierno por la represión a los maestros, al sindicato ferrocarrilero. Luis, Sergio, José Emilio y Carlos eran los cuatro que siempre estaban al frente de los intelectuales para apoyar los movimientos de finales de los cincuenta y principios de los sesenta, y el Cine Club era una delicia, porque ahí veías tú, una gran generación que se acercaba a Carlos.


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Bonfil, el que dirige “Letra S”, como que los estaba encaminando hacia la cultura del cine, a la importancia que tenía el cine y pasaban puras películas clásicas, llevaban una funcionaria importante, después Consuelo Saizar era de las que iba ahí muy jovencita con su novia y llevaba pizzas, por eso Monsi inmediatamente le puso Mis Piziña y se le quedó “La Piziña”. Cuando no iba Consuelo íbamos a comer tacos, íbamos todos y a cierta hora nosotros llevábamos de aquí el pastel, el café y la cafetera. Bueno ese Cine Club era una delicia porque te mostraba el conocimiento de Carlos del cine Universal, películas que se traía de Estados Unidos, cosas que aquí ya no se exhibían, él las conseguía, tenía contactos por todos lados y era uno de los problemas cuando uno salía con él. Las dos o tres veces que estuve con él en New York, pensé que iba a ser su dama de compañía, pero llegó al hotel y desapareció y reapareció como al tercero o cuarto día con unos tambaches, se había visto con todos sus amigos y traía libros, los casetes esos que les digo, las caseteras, una cantidad de cosas, las cosas más increíbles. Eso te muestra también otra faceta fundamental de Carlos, la capacidad de recuperar cosas que uno daría por perdidas porque no tienen la importancia suficiente, su gran colección de arte popular es única en América Latina, no hay ningún escritor ni ningún otro personaje que tenga tal visión, tal muela privilegiada para saber que tiene valor en cuanto a cultura popular. Desde un simple juguete hasta las maquetas en miniatura que le ha mandado hacer a la señora de Puebla, a la artesana de Puebla, y por supuesto a las fotos. Ir con


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él a la Lagunilla, era un espectáculo, nosotros lo acompañábamos los domingos y sabíamos que íbamos a estar tres horas, porque en cada lugar lo invitaban, es más, era muy divertido porque había unos chavos muy relajientos, muy, muy, yo diría muy pachecos. Entonces cuando pasábamos por ahí por la calle de Granaditas le gritaban: -

Maestro Monsiváis. Y le sacaban una tacha. Véngase a dar un llegue.

Era muy divertido, todo el mundo le aplaudía, son cosas que después ya que pasa el tiempo dices ¿qué es esto maestro Monsiváis? El respeto que le tenían. La Lagunilla II de aquí, de la calle de Londres, era también un espectáculo los sábados. Ahí coincidíamos con El Fisgón, con el maestro Pérez Escamilla y a Carlos siempre le tenían su guardadito. Sabían perfectamente que le podía interesar y le hacían buen precio, era impresionante el conocimiento, que los que vendían objetos populares o relacionados con la cultura, sabían perfectamente que le interesaba a Carlos. Igual libros, ahí debe haber por ejemplo un libro bellísimo de una quinceañera con dedicatoria de todos los poetas de finales del siglo XX, todos ahí estaban, Carlos lo tenía, ahí se lo llevaron ¿cómo les llegó a sus manos? Nunca sabremos. Era un adicto y era un enfermo en cuanto a coleccionar. Una tarde me habló muy desconsolado, un sábado empezó a despotricar contra Francisco Toledo:


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-

Pero Carlos a ver ¿qué te hizo? No, el grillito saltarín, yo no sé si él sabía que yo quería esos dibujos. ¿Pero de qué dibujos me estás hablando? Es que pusieron a la venta seis dibujos o siete de Aisestein y yo los quería. Y los compró Francisco no me avisó y me quedé sin ellos.

Bueno total, fue un lloriqueo y una queja como de veinte minutos. -

Lo que me quieres decir es que le hable a Francisco ¿no? Órale

Busqué a Francisco: -

-

Oye Francisco como eres cruel, ahí está Carlos en el ácido porque compraste todos los dibujos que había de Aisestein y no le dejaste uno solo. Francisco soltó la carcajada y me dijo: no tiene ni siquiera importancia

Después Francisco le mandó dos. Eso te muestra como era Carlos para tener, para atesorar y para dejarle a la gente el Museo. Es una maravilla. Cada exposición, cada año es una visión del México que a veces creemos olvidada. Otro pleito era con El Fisgón que era su contrapache para las compras de libros y de obras de arte. Le ganó un día un dibujito de García Lorca chiquitico, pequeño, bueno, él lloriqueó, El Fisgón no cedió. Yo hablé con Él Fisgón y me dijo:


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-

No

Y la mujer de Él Fisgón fue muy chistosa porque dijo: -

Es una cosita, una figurita ¿por qué tanto escándalo de Carlos?

Así era. Era adicto, era enfermo de coleccionar. Y gracias a esa enfermedad muchas cosas que este país no apreció en su momento, o que era basura, la recuperó él. Por ejemplo, toda la imaginería del Porfiriato y de la Revolución la recuperó él, son más de mil piezas en donde tienes al general Porfirio Díaz hasta en vasos, en platos, en maderas, en banderas, en escudos, a Madero igual y a Carranza igual y a Zapata, una cosa impresionante, entonces no era solo la cultura popular era la historia de este país, era un tipo que sabía perfectamente lo que significaba el siglo XIX y especialmente la generación de la Reforma, y yo siempre vi a Carlos en su actitud de la división del estado y la religión como un participante activo de esa generación. Si uno revisa lo que fueron los grandes personajes que rodearon a Don Benito Juárez y lo que significó la Reforma para México, tienen en Carlos, cien años después a un representante que críticamente cuestiona la relación entre el Poder y la Iglesia. La intolerancia: Era un personaje que en ese sentido yo siempre admiré porque, aunque tenía su vista puesta en ciertos personajes deleznables de la historia de México actual contemporáneo, sin embargo era un tipo muy tolerante respecto a las ideas de los demás y eso ha


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trascendido en sus libros, en su posición política, en su defensa de los derechos humanos, de la diversidad sexual, de la liberación femenina, decían que era muy misógino, pero sus grandes amistades eran mujeres y de todo tipo. Luis Barjau: Queremos saber Maestro Restrepo en cuanto a esta visión que nos ha dado tan completa y compleja del Maestro Monsiváis ¿si tiene escrito algún ensayo sobre Monsiváis o lo pretende escribir? Iván Restrepo: No, lamentablemente yo tengo un defecto, me sé todas las anécdotas, me sé el viaje de ... bueno a Elenita Poniatowska le acababa de mandar por el aniversario de su muerte, le mandé el día que aquí el Dr. Fernando Cano Valle le dijo si usted no deja Los Gatos, y pone orden en su biblioteca, va a vivir poco. Habíamos estado en la feria de Guadalajara, había viajado siete veces entre la Ciudad de México y Guadalajara para presentar libros y charlas, entre otros me entregaron el premio Nacional de Ecología y él fue el que me presentó, además de un texto divertidísimo porque habla de todo menos de la Ecología, me pone al lado de Ninón Sevilla, Amalia Aguilar y nada de ecología, bueno, ese día llegó mal y tenía en la tarde una plática con Fernando Sabater, estaba lleno el auditorio; Carlos terminó la presentación e hizo que me entregaran el libro, el diploma y la medalla, se fue al hotel que estaba enfrente, se levantó mal. Estuvo brillantísimo con Sabater, regresamos todos al hotel con él firmando autógrafos en el camino y quedó de bajar a


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cenar, estábamos Rolando Cordera, Rogelio Naranjo, Neli y yo, y no aparecía Carlos. Y de pronto baja un enfermero o alguien con traje de médico y nos dice: -

¿Hay algún familiar del Sr. Monsiváis aquí?

Todos callaron, yo levanté la mano -

¿Usted es familiar? Si soy su tío

Este tipo estaba tan alarmado que no se dio cuenta que teníamos casi la misma edad y me dijo: -

Venga inmediatamente porque está muy mal el Sr. Carlos

Subimos, tenía fiebre y el médico, que era del hotel, me dijo: -

El Sr. se tiene que internar inmediatamente porque tiene un problema con sus vías respiratorias muy grave, se puede morir

Carlos no quería irse al hospital, finalmente lo convencí, le dije: -

Carlos tienes que irte, nos vamos.

Finalmente se sentía tan mal que dijo: -

Sí me voy, pero con dos condiciones, una que no me vean salir por la puerta principal y dos que la ambulancia no toque la sirena


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Pues ahí vamos Neli y yo. Le hablamos a Padilla y a la directora de la FIL en aquel entonces, y ahí vamos al hospital. Al recibirnos nos dijeron: Si no se queda en el hospital cuatro días, se muere. Al segundo día ya estaba tan bien que nos corrió, ya estaba reportándose desde el cuarto con todas sus amistades y nos mandó a ver el Hospicio Cabañas, como si no lo hubiéramos visto, ahí llegaba Padilla y la directora de la FIL que se había terminado precisamente ese día, el día que lo hospitalizaron y nos quedamos a acompañarlo para traerlo a la Ciudad de México. Al darlo de alta y firmar yo la boleta de salida, el doctor se arrimó, y como a mí también me decían doctor, pensó que yo era galeno también, no, no, no le dije, mi área es otra: -

-

-

Bueno el Sr. tiene que atenderse urgentemente con un especialista en vías respiratorias ¿tiene usted algún conocido en la Ciudad de México? Sí, sí tengo uno muy bueno que es el Dr. Cano Valle y es el director del Instituto de enfermedades respiratorias. Pues derechito con él.

Carlos se sintió tan mal, lo regresamos, lo dejamos ahí con su tía y comenzó a ir muy ordenadamente al hospital a que le hicieran todos los análisis, en enero el Dr. Cano Valle me habló y me dijo:


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-

Quiero comer en tu casa con Neli, voy a llevar a mi compañera y quiero a Carlos ahí.

Entonces aquí comimos, entendí cuál era la jugada de Cano Valle, quería tener testigos de lo que le iba a decir a Carlos. Y se lo dijo abiertamente: -

Carlos, si tú no dejas Los Gatos, si no dejas que los libros reposen con su polvo en donde están, si no dejas que otros hagan tu trabajo y pones orden en tu escritorio y en tus cosas, vas a vivir poco, traes una fibrosis, tienes que cuidarte, si te cuidas vas a vivir muchos años todavía, porque es posible que los alveolos ...

Y le explicó muy bien cuál era el procedimiento quirúrgico y médico para atacar estos problemas. Carlos salió muy impresionado de aquí y muy seguro de que iba a poner orden en su vida y pues todos sabemos que no lo hizo. Ese tipo de vivencias y relaciones nos unía más, nos unía con mucha camaradería y compañerismo. Había otra cosa, no pedía favores. Carlos le ayudaba a todo el mundo, era muy generoso a la hora de actuar, uno


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le hablaba y le decía fíjate que fulano de tal tiene un problema con el Seguro Social y él, siempre, tenía algún conocido que había sido compañero de la facultad al que le hablaba e inmediatamente aparecía lo que se llamaba en aquella época un POS (que significa Por Orden Superior) A muchos amigos y compañeros de generación de él, que estuvieran apurados o que no tenían dinero ni seguros, los atendieron gracias a Carlos, era muy generoso. Era también muy incumplido, en el Ateneo no. En el Ateneo un día nos dejó plantados porque no le interesaba quien venía seguramente o por cualquier otra cosa. Pero Buendía le dijo: -

Es la última vez que nos la haces ¿eh?

Bueno ¿qué crees que hizo Buendía? Teníamos una comida aquí, no recuerdo si era con el Secretario de Hacienda. Un par de sujetos llegaron a la casa de Carlos y tocaron: -

-

Salió Doña Esther, todavía vivía su mamá y le dijeron: Venimos por el Sr Carlos, ¿Quiénes son ustedes? Venimos a recoger al Sr. Carlos porque tiene que ir a la casa del Sr Restrepo para la comida que tienen con el secretario tal Doña Esther entró y le dijo: Hijo apúrate porque hay dos armarios esperándote afuera para llevarte en un coche de guaruras.


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Antes a los guaruras les decían armarios por su tamaño. Estos personajes lo recogieron y lo dejaron aquí en la puerta, Buendía salió a despedir a los guaruras ya que siempre tuvo muy buena relación con todos los policías y le dijo a Carlos: -

Es la última vez que pasamos por ti. Y nunca volvió a fallar.

Era muy divertido y odiaba a los niños, no los soportaba. Cuando vivió con el poeta y embajador cultural en Londres Don Gutiérrez Vega con Lucinda, le tocaron los niños de Gutiérrez Vega muy chiquitos y cuando se despidió de él fue muy divertido, les dijo: -

Les agradezco esta gran experiencia que han tenido, esta ayuda, este apoyo, esta solidaridad conmigo, pero ¿saben qué? Nunca volveré a convivir con niños

No me pregunten por qué, no le caían bien, y sin embargo hay una foto por ahí, donde obligado, fue el padrino de mi hija menor Itzá, junto con Buendía. Pedro Valtierra fue a tomar las fotos, yo le dije ven porque va a estar Buendía, pero sobre todo va a estar Carlos, Carlos odia a los niños. Pues Buendía le pasó como si fuera un bulto a la niñita, tenía tres meses. Si ves la foto, Carlos no sabe qué hacer con la criatura, si tirarla para arriba, tirarla para abajo, deshacerse de ella, está todo compungido porque le puede morder. Ve tu a saber que pensaba, la foto es buena por


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eso, porque muestra a una niña y a un padrino, un testigo que no sabía qué hacer con la niña. En otra divertida ocasión íbamos a comer con la directora del Museo Soumaya con Sumita. Sumita mandó su carro para recoger a Carlos y después deberían pasar por las hijas de Sumita al Colegio, el carro iba lleno de guardaespaldas y las niñas, Carlos deseaba bajarse del coche, pero no podía. Los niños son juguetones y todo, Carlos era todo lo contrario de lo que es el niño juguetón, sin embargo, si ustedes ven las fotos juveniles de Carlos, es un niño juguetón, hay una foto muy buena del día de las mulas, donde está vestido de indígena, ves, entonces algo lo debió traumar. Luis Barjau: En sus viajes a esas áreas de la cultura mexicana a las comunidades indígenas ¿cómo se comportaba Monsiváis? Iván Restrepo: Había muy buena relación, conocía más que todos nosotros, a pesar de que yo me preciaba de que había trabajado todo el agro mexicano desde el norte hasta el sur, él tenía mejores contactos que yo con las comunidades indígenas. Sabía más que yo de la situación en que se encontraban. Y lo que hacía cuando era cuestión de recursos naturales los mandaba para acá: -

De eso yo no sé, pero los voy a apoyar en esto ¿dónde firmo? Y si sé quién les puede ayudar, es Iván


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Llegué a conocer muchos grupos de luchadores indígenas, antes del movimiento zapatista por supuesto por Carlos. Sin embargo, había una cosa, era un personaje, era un animal urbano. Dos o tres veces tratamos de sacarlo de la ciudad, dos veces a Quintana Roo y el motivo es porque iba a estar Celia Cruz con nosotros, fue la última vez que Celia tomó vacaciones, se murió a los seis meses, Carlos estuvo un rato, un día y no entendió, entonces nos dijo: -

Yo sin un Vips o sin un Sanborns cerca no puedo

Y se regresó. Y la otra fue en Cancún cuando se inauguró la primera librería, Fernando Martí la puso en marcha, en Cancún a pesar de que era un pueblo turístico por excelencia, no había librerías y Carlos fue el padrino. Ahí lo teníamos animado para que fuéramos a ver las ruinas y todo ese tipo de cosas y nos aguantó dos días, no le gustaba el campo, nunca le pregunté por qué, pero era urbano era hijo del asfalto totalmente. Podía ser la ciudad más pequeña, pero si había un grupo de interesados en escucharlo ahí iba, era admirable, pero de ciudad. ¿Quién va a ir a Tamuín? Por ejemplo, estuvo en Tamuín dictando una conferencia en una secundaria, se explayaba por todo el país y algo dejaba. Porque uno va a Tijuana, a Monterrey, a Nuevo Laredo, a Guadalajara ni se diga, a Oaxaca, Monsi, bueno en Tijuana para darles un ejemplo, en la zona popular hay dos murales con la efigie de Monsiváis. El famoso cartón de Riuz, dónde están


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todos los personajes de “La Familia Burrón”, acuérdense que los chavos hicieron una réplica y ponen a Monsi.

Los chavos banda ¿quién defendió la rebeldía juvenil de las ciudades si no fue Carlos? El primero que dijo: aquí hay un problema social y cultural fue él. A mí me tocó ir con él a ver a Los Panchitos, pero no a los de Francisco Villa sino arriba de Tacubaya, en los viejos tiraderos de lo que hoy es Santa Fe y la comunicación era impresionante Carlos se entendía y después expresaba esos sentimientos, esas cosas que faltaban en sus textos. Ir con él al Chopo, todos los travestis, todos los punk, de mano maestro y le tenían un disco y entendía perfectamente lo que pasaba. Creo que todavía hace falta valorar los descubrimientos de Carlos hacia los movimientos emergentes de los jóvenes que es una parte que se oculta, pero que la tenemos ahora reflejada en violencia en todo el país, porque son jóvenes la mayoría de los que están metidos en los grupos de sicarios, en la violencia no son grandes, son jovencitos


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Maru Del Valle: Niños muchas veces Iván Restrepo: Lo de Tláhuac, eso lo anunció Monsi hace muchos años, la marginación. Muchas de esas cosas las conocía Monsi a través de los antros, donde iba la gente pobre a divertirse. Ahí estaba Carlos. En Neza, en ese antro inmenso de nombre “Espartaco”, ahí entraba Carlos y todo el mundo sabía que había llegado Monsi y que se iba a dar cuenta de lo que pasaba. Yo a veces no entendía mucho de estos movimientos, pero ya cuando platicaba con él y leía lo que escribía, decía: -

Puta madre me perdí, fui, estuve con él pero no entendí, él sí.

Él si entendía perfectamente lo que pasaba. Luis Barjau: Tenía conocimiento sobre la Ciudad de México, su ciudad que vivió intensamente y tuvo una enorme influencia de grupos políticos, ideológicos marginales y de otro tipo, por ejemplo, sobre el feminismo, sobre el asunto gay. Iván Restrepo: Es básico, en la liberación sexual, el nunca presumió su condición sexual, no le interesaba ni creía que era importante, por eso nadie lo ha juzgado y el que se atrevió hacerlo, lo hizo mal, en mal momento y de mala manera, pero del resto hay un enorme respeto porque él fue uno de los pioneros, y no sólo él. Nanci Cárdenas y él, a principios de los setentas, fueron personajes a los que hay que recuperar por el trabajo que


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hicieron en favor de las libertades civiles, de la igualdad, de la tolerancia. En cuanto al feminismo, les vuelvo a repetir, siempre decían que era misógino y siempre andaba rodeado de mujeres desde María Félix hasta la que menciones. Éramos frívolos, pero él era más. Uno de los videos más vistos en YouTube es “La Guerrera Vengadora II”, seguramente ustedes han visto la película, con Rosa Gloria Chagoyán, quien toma el papel de una agente policiaca, guapérrima, y se infiltra en un grupo de delincuentes y Margo Su lleva a Rosa Gloria a presentársela al capo de capos ¿quién está en la mesa? Monsi, diciendo: -

Pocata di cardinale

Refiriéndose a Rosa Gloria, se desvivía por estar en las películas, la única en la que no pudimos participar fue en Yesenia porque nos quedamos dormidos, la dirigía Julio Castillo, teníamos que ir a Coatzacoalcos y nos perdimos esa, pero yo recuerdo muy bien la escena de la Guerrera Vengadora II y la gente en YouTube se mete nada más por ver a Monsi sonriente. Luis Barjau: pero digamos su frivolidad era una actitud cercana a la cultura popular Iván Restrepo: Este país no se entiende, aunque ahora lo veamos a la distancia, sin Lucha Reyes, sin Lola Beltrán, sin María Félix, sin Jorge Negrete, sin Pedro Infante, sin Tin Tán, sin Cantinflas, sin Juan Gabriel, sin José Alfredo


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Luis Barjau: Un mundo que tiende a desaparecer, el otro día que hicimos una visita al Museo del Estanquillo, nos dimos cuenta como la museografía de ese lugar es un pedazo de la memoria mexicana, muy importante y tiene mucha influencia en el visitante Iván Restrepo: Esa es mi impresión, Carlos recuperó esta cultura, fotos, objetos, por ejemplo, cuando murió María Félix, le heredó todo a Luisito Martínez, y Monsi lo sabía, sabía que Pedro Infante le había hecho una mesa a María y la conservaba, se moría de ganas por comprarla. No tenía ningún chiste, la fuimos a ver, Luisito no vendió absolutamente nada de María, pero Carlos quería tener esa mesa y lo único que decía era lo que estaba ahí escrito: -

“Para María la única de Pedro el único”.

Grabado con cincel, era lo único que tenía. El resto, fue que nunca había llorado un carpintero de Huamuchil que hubiera sobrevivido como carpintero en esta época. ¿Ves? Pero el detalle, él quería tener esa mesa y como eso, muchas cosas se perdieron, otras se lograron recuperar gracias a Carlos, por ejemplo: toda la historia de la W en fotos y de Televicentro. Othón Vélez que era la mano derecha de Emilio Azcárraga el viejo y después de Emilio Azcárraga el tigre, tenía una colección de aproximadamente mil doscientas fotos de artistas importantes de México, todas dedicadas. Cuando muere Othón la viuda no sabe qué hacer, las va a rematar y ¿quién aparece primero? Carlos ahí está. Son veinte mil


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fotos, ninguna tiene desperdicio todas son buenas, no compraba cualquier cosa, tenía un ojo clínico para saber qué era lo importante, o para mandar hacer su colección con marfilitos en pequeña dimensión desde calacas hasta oficios, en fin, son cuatrocientos objetos que afortunadamente Beatriz y su familia están tratando de cuidar y que todavía mucha parte no se clasifica. Luis Barjau: Quiere por último Maestro Iván Restrepo, darnos una síntesis de la visión, de la personalidad, pero sobre todo la amistad que tuvo con usted Carlos Monsiváis Iván Restrepo: Bueno él fue una amistad única, es tal vez el amigo que más hemos extrañado o el que más nos hace falta y nos hace falta porque era un pez brújula, generalmente nunca se equivocó cuando dijo por aquí va la cosa. Por aquí va este asunto, debemos irnos por acá o por allá era un pez piloto, un pez brújula fundamental y hace mucha falta. Nos hace mucha falta porque en sus análisis siempre tenía razón, cuando tú lees los textos de él de la época de López Portillo para acá, y de Díaz Ordaz, en fin, y de Echeverría, dices: caray este señor supo muy bien lo que pasó y ahora lamentablemente todavía no tenemos a nadie a la altura de Carlos, un cronista de la ciudad, un analista político con la agudeza que tenía Carlos para ver los fenómenos culturales y políticos del país. Es un hueco que no han podido llenar los que han pretendido llenarlo. Era único


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Maru Del Valle: Y sobre todo el reconocimiento popular que se dio cuando muere, ahí se expresó precisamente este sentimiento de todo el espectro de la sociedad y sobre todo del pueblo Iván Restrepo: La gente fue una cosa sentida y recordada para mí, yo creo que lo importante de Carlos es que siguen apareciendo libros, y como ocurre con el otro grande José Emilio Pacheco, vamos viendo que tenía una sabiduría impresionante. Lees tú, los Inventarios de José Emilio y lees las Crónicas de Monsi y van hermanados es impresionante, como logran ir casi unidos en los análisis cada uno desde su perspectiva, pero cada uno con una certeza de lo que están planteando y viendo en el futuro. Es una de las cosas que más me ha impresionado de Carlos, sobre todo en la cuestión de los jóvenes ¿cómo logró saber lo que iba a pasar con el país a través de los años si no se cambiaba el modelo económico, social, la desigualdad? En fin y lo estamos viendo ahora Luis Barjau: Esta entrevista con el Maestro Iván Restrepo es de enorme importancia para la Cátedra Monsiváis de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia en donde habrá próximamente una


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semana de conferencias sobre Carlos Monsiváis y esta entrevista grabada con el Maestro Restrepo, es de gran valor para la Cátedra Monsiváis Iván Restrepo: Les agradezco que hayan venido al lugar donde nos juntábamos y donde están ustedes, es un sillón en donde Carlos muchas veces se sentó en compañía de los miembros del Ateneo y de otras amistades que tuvimos en común, les agradezco mucho y que hayan sido tan tolerantes porque no podré estar físicamente en esos días, pero les deseo mucho éxito y Carlos merece eso y mucho más. Marú Del Valle: Te agradecemos Iván, sabes de la admiración, respeto y cariño que te tenemos, bueno yo trabajé contigo desde aquellas épocas del Centro de Desarrollo Iván Restrepo: con Margarita Nolasco, Esther Acevedo Marú Del Valle: El recuerdo de todas esas épocas y la amistad y gracias por haber compartido con nosotros esta riqueza de todos estos momentos que viviste con Carlos Monsiváis, para nosotros es muy importante y para la Cátedra que tenemos y que se inicia en el 2015 con el Maestro Luis Barjau es de suma importancia Iván. Muchas gracias Iván Restrepo: Les deseo mucho éxito y muchas gracias de nuevo.


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CIUDAD DE Mร XICO Abril del 2020 Transcripciรณn y formato: Carlos A. Ortega Hurtado


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