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LA PRESIDENCIA FRANCESA: FRACASO DE UNA EUROPA QUE PUDO SER
POR MARKEL AMO SÁNCHEZ
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EstudiantedeDerechoyCienciasPolíticasenlaUniversidaddeDeusto. BecarioenelConsejoFederalEspañoldelMovimientoEuropeo.
La Presidencia Francesa del Consejo de la UE estaba llamada a ser una gran presidencia; de esas que se recuerdan; de esas que tienen el poder de transformar la Unión Y es que, aquel primero de enero de 2022, cuando los edificios más emblemáticos de la capital francesa se iluminaron del amarillo y azul de la Unión, nadie esperaba que una guerra a las puertas de la UE estuviera a punto de cambiarlo todo.
Así pues, la Presidencia Francesa presentó un proyecto ambicioso que tenía como eje central un concepto nuevo y acuñado por ellos: la soberanía europea, entendida como la capacidad de Europa para influir en el mundo tal y como existe actualmente y para defender sus valores e intereses. No deja de sorprender, así, la utilización de la palabra soberanía en un contexto europeo supranacional, pues siempre ha estado relacionada intrínsecamente con los Estados miembros y sus necesidades.
Puede ser, por tanto, que la Presidencia Francesa tuviera como objetivo resignificar el término y dotar a la idea de soberanía de un espacio propio europeo, aunque resulta mucho más probable que su utilización fuera interesada, en el marco de unas elecciones presidenciales en las que Macron aspiraba a ser reelegido
Sea como fuere, orientaron sus prioridades en torno a lo digital, a la transición ecológica, a lo social y a lo económico, con propuestas que pretendían construir un nuevo modelo europeo de crecimiento y una Unión mucho más humana.
Sin embargo, la Presidencia Francesa encontró desde el primer momento una serie de obstáculos que no supo superar y que, en consecuencia, la desgastaron y con ella a sus perspectivas y objetivos La marcha de Angela Merkel a finales de año creó un vacío de poder que ni su sucesor ni el presidente francés pudieron llenar satisfactoriamente y, así, la presidencia francesa ha caminado a ciegas, sin encontrar auténticos consensos y con grandes dificultades a la hora de negociar cuestiones de calado para los ciudadanos europeos. Por otro lado, la guerra en Ucrania transformó completamente la agenda europea y focalizó todo el interés en la defensa y seguridad de la Unión. Así, los franceses tuvieron que adaptarse y adoptar un enfoque diferente en su mandato, enfrentando, ahora, una de las mayores amenazas para la Unión y sus valores y teniendo que abrir debates incómodos a varios niveles Es más, incluso aquí volvieron a emplear la palabra soberanía, copando sus discursos de términos como la soberanía energética o alimentaria y consiguiendo instalarlos en la agenda mediática y política de la mayoría de Estados. De hecho, la construcción de una narrativa favorable a los intereses del presidente de la República era una de las prioridades de la presidencia francesa; una de esas que no se menciona pero que está ahí, en cada evento, en cada palabra, en cada propuesta. Por ejemplo, su intención de promocionar el multilingüismo buscaba, únicamente, dar más importancia al francés en las instituciones europeas.
En este sentido, es imposible hablar de la Presidencia Francesa sin hacer mención a las elecciones presidenciales de abril y a cómo Macron decidió instrumentalizar la propia presidencia como plataforma para lograr la reelección, suponiendo, sin duda, un problema para la consecución de sus objetivos a nivel europeo al ser un claro límite al desarrollo de políticas audaces y ambiciosas. De esta forma, las actuaciones de la Presidencia Francesa se vieron condicionadas en gran medida por esta circunstancia y por las exigencias de la ciudadanía francesa, a quien buscaba contentar en última instancia.
Bien es cierto que la Presidencia Francesa ha cumplido con alguno de los objetivos que se había marcado: el “Objetivo 55” relacionado con la transición ecológica, el salario mínimo europeo, el inicio de la búsqueda de un consenso o pacto por las migraciones o medidas en ámbitos como la ciberseguridad o la producción de chips
Pero, ¿es esto suficiente como para hablar de éxito? La Presidencia Francesa había generado unas expectativas elevadas, pues se afirmaba que, en su mandato, serían capaces de desarrollar un nuevo modelo de crecimiento, inversión y financiación para la UE, así como interesantes proyectos culturales o sanitarios.
Objetivos, que, sin embargo, no han logrado cumplir o que han resultado redundantes e inoperantes
Además, coincidiendo con el fin de la Conferencia sobre el Futuro de Europa y teniendo en cuenta el poder francés dentro de la Unión, esta presidencia contaba también con una enorme influencia y un mayor aún poder transformacional que tampoco han utilizado
Y es que, sí, Francia habrá conseguido ciertos hitos e incluso el Gobierno francés habrá rentabilizado su posición de cara a sus elecciones en el marco de la guerra de Ucrania, por lo que no cabe duda de que estarán satisfechos. No obstante, ha sido incapaz de sentar las bases de un cambio en la Unión, de ayudarla a avanzar y de guiar sus pasos, pues ha antepuesto sus intereses nacionales a los de la UE Y ese ha sido su gran error: generar una serie de expectativas que no ha sabido o no ha podido cumplir
Siendo sinceros, el mayor obstáculo de la Presidencia Francesa ha sido la propia Presidencia Francesa Así pues, Europa no recordará esta presidencia por sus aciertos, ni tampoco por sus errores, pero si recordará la oportunidad que Francia no supo aprovechar, la Europa que pudo ser