Maravall-Barroco

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HISTORIA Y CRfTICA DE LA LITERATURA ESPANO

HISTORIA Y CRfTICA DE LA LITERATURA ESPAr\TOLA

1

AL CUI DADO DE

ALAN DEYERMOND

FRANCISCO RICO

EDAD MEDIA

2 FRANCISCO LOPEZ ESTRADA

III

51GL05 DE ORO: RENAC1MIENTO

BRUCE W. WARDROPPER

AURORA EGIIJO. LUCIANO GARCIA LORENZO PABLO JAURALDE POUt MIGUEL ANGEL PEREZ PR JUAN MANULL ROZAS, GONZALO SOBEJANO CARLOS VAILLO, DOMINGO YNDURAIN

3

BRUCE W. WARDROPPER

SIGLOS DE ORO: BARRaCO

4

SIGLOS DE ORO: BARRaCO

JOSf'. CASO GONZALEZ

ILUSTRAC!6N Y NEOCLASICISMO

5

IRIS M. ZAVALA

ROMANTIC1SMO Y REALISMO

6 JOS~·CARLOS MAINER

MODERNISMO Y 98

7

VICTOR G. DE LA CONCHA

BPOCA CONTEMPORANEA: 1914·19.39

8

DOMINGO YNDURAIN

BPOCA CONTEMPORANEA: 1939-1980

EDITORIAL CRrTICA

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editorial GrlJalbo BARCELONA

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_, «Miguel de Barrios and Spanish religious poetry», Dldlelin 01 Hispanic Studies, XL (1963), l>!>. 176·180. _, Some aspects 01 Spanish literary history, Clarendon, Oxford, 1967; uad. cast. en [1977], pp. 15·54. ...:., <dnquisitors as censors in seventeenth-century Spain», en Expression, com· municalion and experience in literature and lallguage, ed. Ronald G. Pop· JOSE ANTONIO MARAVALL perwell, The Modern Humanities Resear,h Assodation, Londtes, 1973, pp. 38·56; trad. 'ast. en [1977], pp. 245-272.

y Jack W. Sage, Poeslas IIrieas en ias obras drama/leas de Calderon. Citas

LA CULTURA DEL BARROCO: :v glosas, Tamesis, Londtes, 1964. UNA ESTRUCTURA HISTORICA Williamson, George, The Senecan amble. A study in prose lorm Irom Bacon to Collier, University of Chicago Press, Chicago, 1951. W6lfflin, Heinrich, Kunstgeschichtliche Grundbegrille. D,u Problem der Stilent­ wicklung in der neueren Kunst, Brucktnann, Munich, hacia 1915; uad. Barroco es, para nosotros, un concepto historico. Com cast.: COl/ceptor lUI/darnell/ales en la historia del (lfte, Espasa-Calpe, MA· aproximadameme, los tres primeros cuartos del siglo XVII, drid, 1952". dose con mayor intensidad, con mas plena signiflcaci6n, de Wright, L. P., «The Military Orders in sixteenth- and scventccnth-<:entury Spa· 1650. SI esta zona de fechas esta referida especialmente a la nish society», Past and Present, n.· 43 (1969), pp. 34·70; trad. cast. en J. H. Elliott, ed., Poder " sociedad en la Espana de los Austrias, Crltica, espanola, es tambien, con muy ligeros corrimientos, valida pa Barcelona, 1982. palses europeos. [ ... ] La cultura barroca no se explica sin con Yndusain, Francisco, «(Refranes y "£rases hechas" cn la estirnativa literatia del una basica situaci6n de crisis y de conflictos, a traves de Ia cua siglo XVII», cn su libro Releccion de clasicos, Prensa Espanola, Madrid, a aquella constituirse bajo Ia presion de las fuerzas de contenc 1969, pp. 299·'31.

dominan pero que no anulan-por lo,menos en un ultimo _, «La rima como figura poetica», en [1969], pp. 280·296,

nio de su presencia- las fuerzas liberadoras de la existencia dual. Esas energ{as del individualismo que se trata de som nuevo a la horma estamental, en conservaci6n de Ia estruct dicional de Ia sociedad, se nos aparecen, no obstante, de cu cuando, bajo un poderoso, un ferreo orden social que las reorganiza; pero, por eso mismo, se nos muestran constreii cierto grado deformadas, por el esfuerzo de acomodadOn al social que se les seiiala autoritariamente, como esas nguras h que el escultor medieval tuvo que modelar contorsionadas p cupieran en el espacio arquitectonico del t1mpano 0 del ca una iglesia romanica. Siempre que se llega a una situad6n flicto entre las energfas del individuo y el ambito en que est

Jose Antonio Maravall, LA cult lira del Barraco. Analisis de una historica, Ariel, Barcelona, 1980', pp. 24, 91, 9.5·96, 108·109, 112.113 132-1.33, 164-165, 168·170.

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sldo menos desenvueltos, [. .. ] Los espanoles del XVII, rollY difetcntemente de los de h epoea , d'd' . renacentlsta , se nos presentan como snell I as par grave cnSIS en su proceso de integraci6n. [Ello se traduce en un estado de inquietud --que en muchos casos cabe calificar como angustiada-, y por tanto de inesta~Uidad, co~ una conciencia. de Irremediable «dec{ldenci~») que los mlsmos espanoles del XVII tuvleron, antes que de tal ~enturla se formaran esa idea los ilustrados del siglo XVl1l.] EI repertorio t~matico del Barroco corresponde a este Intirno estado de CQncienCla (pensemos en 10 que en el arte del XVII represcntan los tem9s de la fortuna, el aeas?, In ,mudanza, la, f~g~cidad, la cllducidad, las ruinas, etcetera, (La sltuael<)n d~ conlhcuvldad es normal e~ Ia bas~ del Barroco.] Es un estado Interno de desarreglo, de ,dlseonformldad, Esas tensiones que de ah£ surgen afectan a la relacl6n de nobles y pecheros, de ricos y pobres, de cr!stianos v!ej~s y conv~rsos, de cre· yentes y no creyentes, de extran,eros y subdltO& proplOS, de hom· bres y mujeres, de j6venes y viejos, de gobierno central y poblaeiones perifericas. etc. Motines, alborotos,rebeliones de gran violencia los hay por todns paNes, , . ' ' [,Para responder a todo este muluple y complejO hervor de dISconformidad y de protesta] 10. monarqula absoluta se via colocada ante dos necesi.dades: fortalece,r los medias fl~ico~ de represi6n y procurarse medlos de penetrac16n en las conclen~lIls y de control psicol6gico que, favoreciendo el proeeso de integrael6n y eombatiendo los dis~ntimientos y violencias.. Ie ,a,segurasen su superioridad sabre e1 conjunto, (Contra. una .sttuac~on tan grave y tan. amen~zadora,] la monarqula, junto a sus tnstrumentos de repres16n fIslca, acude a vigorizar los medio.s de integraci6,~ social. ponl:ndo en juego una serie de recursos tecnlcos de captacton .que constttuyen la, cuItura bllrroca. [La eultura del Barroco es un tnstrumento operatlvo], CUYO objeto es actuar sobre unos hombres de los cuales se posee una visi6n determinada (11 la que aquel1a debe acondicionarse), a fin de hacerlos comportarse, entre sf y respecto a Ia sociedad que forman y al poder que en ella mandai de manera tal que se mantenga y potende la capacidad de autoco~servaci6n de -tal~s sociedades, ~onforme apareeen estructuradas bajo los fuertes prtncipados polftlcos

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s y sus g:upos en In epoea euyos Ilmttes hemos acotado a y a mantenerlos integrado sIstema socIal [ ] . ... " I ' E slglo Sl reduce sus pretensiones de reforma y no no por eso plerde 5" , cOJlfianza en In fuetza cambiante de la hu~ana, Por ello, ~tetcllc1e conservarla en su mano, estudiarla fecclOnarla, prevenlrsc contra usos perturbadores, revolucionar rfamos hoy, de I~ mj~,ma y, a cambio de tomar una actitud m servadora, acentua,. sl c~Ge, la pretension dirigista sobre m a~pectos de !a. COnVIveJ1Cla humana: una eeonomfa fuertemen glda, al serVlClO d.e un imperialismo que aspira a la gloria; u ratura compromeuda ~ ~ondo en las vIas del orden y de la aut au~que a veces no cs~e con forme con ambos; una dencia, pel,l~rosa,. pero ~ontel1ldi1 en manos de unos sabios prudente reltgl6n rica en t1pO~ hcte,togeneos de creyentes, reunidos en un rna orquesta por 111 IgleSIA, que ha vuelto Q dominar sobre eI de sus muchedumbres, scducidas y nutridas can novedades y a tos de g~sto.s, raros y ptovoeantes. [: .. ] La dlfuslon de pat,tones de la Iiteratura ! del arte barroco no t;lenos ,d~ cualesqulcra otras formas de VIda, por ejemplo, In vl~a reltglosa- se produce desde los'centros de poder socia los rtncone~ apartados, Con ,una apreciable diferencia en el t pero que, Sl~ embarg~, permlle reconocer una velocidad consid de propagacI6n,. se dtfullde la cultura barroca desde aquellos p ~n que se localtzan I,os cent~os de po?er -generalmente, ciu Importantes.o, mas, aUIl, fJolft~ca~ente Importantes- hasta zon rales que vl~en, ?alO 1<1 trradlacl6n de aquel10s otros nucleos. Toda Ia multlpllcldad de ,con troles que rigen en eI Barroco se v al centro de la monarqLJl~. Esta es Ia clave de b6veda del si como alguna ve,z he~os cltcho. Con raz6n ve Bodini que, bajo I gen del «So!», Identtficndo con el monarca absoluto, La vida es es una o~ra -podrfamos afiadir que grandiosa adrede- dedic la eX?ltac16~ de la monaI'Cjl1£a, [".] Se produce la pretensi6n, e amplta medl,da !ograda, de penetrar en el recinto de la interio de las conelenClas, segull denunciaba Anto~io LOpez de Veg soberllnfa de los que mandan ((se ha extendldo a querer subo

n~ertar pr<i~tlc(\mente ;\ conducirlos

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repugnancia much as . veces de estas y de la ley natural en que se fundan». Se ciegan asf las fuentes intetnas del pensarnicnto y de la personal capaddad de cread6n. [ ... ] La' epoca que hemos tomado en Cl1enta es un perlodo polemico a todos los niveles, en todos los campos. Por todas partes haHamos empefiada una fuerte controversia, que impone una necesidad tactica de atracci6n de gentes, cuyo peso, en los enfrentamientos generales, puede ser decisivo. Por eso se ha dicho que, en las citcunstancias del XVII, «persuadir es ahora mueho mas importante que demos· trar». Si por ese camino eI arte se convierte en una tecJlica de per· suasi6n que va de arriba abaio, en la misma direccion que van la imposicion autoritaria 0 la orden ejeeutiva, hemos de matizar esta observaci6n: primero, extendiendo la comprobaci6n de ese cadcter, en su doble sentido persuasivo y autoritario, a toclas las manifesta­ ciones de la cultura, y, segundo, haciendo observar que una dife­ rencia se da, sin embargo, entre mandato y persuasion: a saber, 1a de que esta ultima exige una participaci6n mayor del lado del did· gido, requiere con tar con el, en pllrte, atribuyendole un papel activo. (No hablaba Suarez, en su teologfa, de la «obediencia activa», defi. niendo la posici6n de la eriatura respecto a su Creador? Una idea semejante -sostuvimos haee ya muchos afios- podia aplicatse a la manera mas general de considerar el siglo XVII la posicion del subdito en orden al poder; afiadamos que analogamente podda hablarse de una participaci6n activa del publico que soporta la aeci6n directiva de Ia cultura barroea. Sociol6giea e hist6ricamente, en este sentido hay que interpretar Ia parte que al gusto del pueblo, como es tan sabido, reconoce Lope en eI teatro y no menos en la novela. Pot eso, frente a su destinatario, la rultura barroca se propone moverlo. Tocamos aqu! un nuevo y Ultimo aspecto de su dirigismo. Uno de los recursos de que se vale para alcanzar tales objetivos -los cuales pueden muy bien ejemplificarse en el arte, pero tambien en otros campos- consiste en introducir 0 implicar y, 'en cierto modo, hacer partkipe de la obra al mismo espectador. Con ello se consigue alga as! como hacerle c6mplice de la misma: tal es el resultado que se abtiene can el procedimiento de presentarla abierta al espectador, para 10 cual se pueden seguir varias vias: 0 bien un personaje en el

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este en ellai 0 bien con e1 reeurso de hacerle coautor, sirvien artilicio de que la obra cambie, 31 eambiar la perspectiva e espectador se coloca, etc. (en polftica, las tesis acerca del individuo en tanto que partfcipe en el honor del grupo ti fundamentaci6n equivalente). Pero, claro esta, a este indiv quien eI siglo XVII se enfrenta hay que moverlo desde d «mover 0 admiracion» es 10 que busca el arte, segun Lopez A diferencia de la serenidad que busca el Renacimiento, e1 procura conmover e impresionar, directa e inmediatamente, a a una intervencion eficaz sobre eI resorte de las pasiones. Barroco piensa, con su contempotilneo Descartes, que, con fr los juicios de los hombres se fundan «sur quelques passions quelles la volonte s'est auparavant laisse convaincre et Y esta es una tesis que se repite un sinm1mero de veces, dan idea de admiraci6n un caracter dinamico interno. Hay que hombre, actuando calculadamente sobre los resortes extrarr de sus fuerzas afectivas.

ANTONIO DOMiNGUEZ ORTIZ

EN

LA SOCIEDAD ESPAt\JOLA

EL SIGLO

XVII

Quien estudie la sociedad espanola del siglo XVII s61 textos legales, e incluso en los textos literarios, encontrara m novedades respecto al siglo anterior; una simplificaci6n de bas de nobleza y limpieza dictada en 1623 para que no se que tepetir continuamente las mismas probanzasj una ley so

Antonio Dom(nguez Orti2, Esplendor " decadencia. De Felipe III a vol. 7 de 1a His/oria de Espana de His/oria 16, extra XIX (octu pp. 62-72, dondc el outor reeogc, en especial, las eonclusiones de L espanola en el siglo XVII, voJs. I y II, Consejo Superior de Inve Clentfficas, Madrid, 196) y 1970, enU~ otros muchos cstudios suyos.

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