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PETER BUR

El Renacimien

Trnducci6n castellana d

Carme Castells

CroTICA Barcelona


1.

Primera edici6n en I3llluOTECA

Ill,

BOLslu.o: jnnio de 1999

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Titulo original:

THE RENAISSANCE

Macmillan Education, Ltd., Londres

Diseno de la co1ccci6n: Joan BatalJe

EL MITO DEL RENACIMIE

El historiador holandes Johan Hu «la palabra Renacimiento evoca en el de un pasado de helleza, de purpura y ser exactos, 10 que yen reflejado en s miento de Venus, de Botticelli, el Dav la Mona Lisa de Leonardo, Erasmo, lo y la Reina de las hadas, ** todos mez gen de una edad de oro de la creati Esta imagen del Renacimiento -co se remonta hasta mediados del siglo frances Jules Michelet (que estaba f al critico John Ruskin (que la desa todo, al erudito suizo Jakob Burckh texto La cultura del Renacimiento en cribia este periodo utilizando dos con vidualismo» y el de «modernidad».

© 1987: Peter Burke

© 1993 de la traducci6n castellana para Espana y America:

ED1TORJAL CRTTICA, Barcelona

ISBN: 84-7423-982-6

Dep6sito legal: B. 26.366 - 1999

Impreso en Espaii.n

1999. - ROMANYANALLS, S. A., Capellades (Barcelona)

* Los mimeros entre corchetes remiten a las (veanse pp. 105-113). (N. del e.) ** EI autor se refiere a The Faerie Queene, Spenser (Londres, 1552-1599), camentario alegorico litica. (N. de la t.)


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EL RENACIMIENTO

«en la Edad Media, la conciencia humana permanecia, como cubierta por un vela, sofiando 0 en estado de duer­ mevela ... y el hombre solo se reconocia a si mismo como miembro de una raza, pueblo, partido, familia u otra forma cualquiera de 10 colectivo». Fue en Italia, en el Renacimiento, «donde se desvanecio en el aire ese velo por primera vez ... el hombre se convirtio en un indivi­ duo espiritual, y se reconocio como tal» [1, 2. a parte]. EI Renacimiento es sinonimo de modemidad. Para Burck­ hardt, el italiano «fue el hijo primogenito de la Europa modema». Petrarca, poeta del siglo XIV, fue «uno de los primeros hombres realmente modemos». Fue en Italia donde dio comienzo la gran renovacion del arte y de las ideas, y posteriormente estas nuevas actitudes y formas artisticas se difundieron por el resto de Europa. Esta idea del Renacimiento es un mito. Desde luego, «mito» es un termino ambiguo, yaqui 10 utilizamos de­ liberadamente en un doble sentido. Cuando los historia­ dores profesionales aluden a los «mitos», por 10 general se refieren a relatos del pasado que se pueden conside­ rar como falsos, 0 en cierta manera engafiosos. En el caso de la descripcion que Burckhardt hace del Renaci­ miento, los historiadores ponen en tela de juicio, por exagerados, los espectaculares contrastes que el autor sefiala entre el Renacimiento y la Edad Media, y entre Italia y el resto de Europa, ya que tales contrastes se producen por no haber tenido en cuenta las diversas in­ novaciones que se realizaron durante la Edad Media, la pervivencia de actitudes tradicionales en el siglo XVI e inc1uso mas tarde, ni tampoco el interes de los italianos por la pintura y por la musica de los Paises Bajos.

EL MITO DEL RENACIMIEN

EI segundo sentido del termino «m rio. Un mite es un relato simbolico q tudes de unos personajes sobrehuma tud 0 por su mezquindad); es un re ser exactos, un relato sobre el pasado de explicar 0 justificar algunos aspe actual. EI Renacimiento de Burckha mite en este sentido. Los personajes sean heroes como Alberti y Miguel como los Borgia- son todos ellos so mismo relato explica y justifica a la demo. Es un relato simbolico, en el be un cambio cultural utilizando las pertar y del renacer, metaforas que decorativas, sino un elemento esenci cion de Burckhardt. Tales metaforas 0 alegorias no e la epoca de Burckhardt. Desde medi un gran numero de eruditos, escritore lia y en todas partes, dieron en utiliz la renovacion para describir su sensac do en una nueva epoca, una edad de tauracion, remembranza, renacimie reemerger a la luz tras la epoca que e meros en describir como «Ia edad osc Y tampoco entonces tales metafor el poeta Virgilio, pinto en su cuarta trato del retorno de la edad de oro. miento esta tambien c1aramente expre lio segun san Juan: «En verdad os d no nazca de nuevo del agua y del Esp


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dra entrar en e1 reino de los cie1os». Lo mas caracteris­ tieo del uso de estas metciforas, en e1 periodo compren­ dido entre los afios 1300 al 1600 del que nos estamos ocupando, fue su aplicacion a un movimiento de cariz mas intelectual y artistico que politico 0 religioso. En la decada de 1430, Leonardo Bruni describio a Petrarca como «el primero que poseyo una gracia y un genio ta­ les que pudo reconocer y traer de nuevo a la luz la anti­ gua elegancia de estilo, que estaba perdida y extinguida». Y Erasmo comento al papa Leon X que «nuestra epoca ... puede convertirse en una edad de oro» gracias al renaci­ miento del saber y de la piedad, mientras que Giorgio Vasari organizo sus Vidas de pintores, escultores y ar­ quitectos en torno a la idea de renovacion de las artes, dividida en tres fases: desde sus inicios en la epoca de Giotto hasta las figuras culminantes de Leonardo, Ra­ fael y, sobre todo, del propio maestro de Vasari, Miguel Angel. Como todas las autovaloraciones, las de los intelec­ tuales y artistas del Renacimiento resultan reveladoras y a la vez inducen a error. Como otros hijos que se rebe­ Ian contra la generacion de sus padres, esos hombres tenian contraida una gran deuda con la Edad Media que tan a menudo denostaban. Acentuaban su distancia con respecto al pasado reciente y al propio tiempo minimiza­ ban la que les separaba del pasado remoto, la Antigiie­ dad que tanto admiraban. La concepcion que tenian de su renacimiento era un mito, en e1 sentido que presenta­ ba una imagen distorsionada del pasado; era un suefio, un anhelo, y tambien una reactualizacion 0 una repre­ sentacion del antiguo mito del eterno retorno [10, cap. Xl.

EL MITO DEL RENACIMlE

El error de Burckhardt consistio letra la version de los artistas e intele haciendo suya de manera literal esa cimiento, y reelaborandola en su libr la de la restauracion de las artes y de tigiiedad clasica, Burckhardt afiadio como los de individualismo, realismo su caso, resulta apropiado aplicar el Carr: «Antes de estudiar historia, estu ya que sin duda existieron razones p can su atraccion por este periodo y de el. Para Burckhardt, Italia signif sado como en presente, una huida de sideraba sombria y remilgada. En su su nombre, firmando «Giacomo Bur bia a si mismo como «un buen ind que caracterizaba al Renacimiento c individualismo. Pero estas razones pe ficientes para explicar el exito de la el creciente interes por el Renacimie nales del siglo pasado (entre intelec Pater, Robert Browning y John Add Gran Bretafia, y sus equivalentes en comprender tal exito debemos record ligioso por las artes que se profesaba plos, llamados «museos», asi como l por el «realismo» y el «individualism tas y escritores del siglo XIX. Estos, a y Vasari, proyectaban sus ideales hac do su propio mito de una edad de cultural.


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Pero aun hoy en dia hay quien toma en serio este mito del Renacimiento, y gracias a el siguen ganando dinero las cadenas de television y las agencias de viajes. Por el contrario, a los historiadores profesionales cada vez les resulta menos satisfactoria esta version de la epo­ ca renacentista, aunque el periodo y el movimiento les sigan pareciendo atractivos. El quid de la cuestion esta en que el gran edificio erigido por Burckhardt y sus con­ temporaneos no ha resistido el paso del tiempo. Para ser exactos, 10 han erosionado especialmente las investi­ gaciones de los medievalistas [l0, cap. XI], cuyos argu­ mentos, articulados en torno a un sinfin de detalles, pue­ den sin embargo resumirse en dos lineas generales. En primer lugar, existen razones para afirmar que los llamados «hombres del Renacimiento» eran en reali­ dad bastante medievales. Su comportamiento, postula­ dos e ideales eran mas tradicionales de 10 que tendemos a creer y de 10 que ellos mismos pensaban. Hindsight sugiere que incluso Petrarca, «uno de los primeros hom­ bres realmente modernos» segun Burckhardt, y un per­ sonaje del que nos volveremos a ocupar en estas pagi­ nas, por su creatividad tanto poetica como intelectual, tenia muchos puntos en comun con la epoca que el mis­ mo describio como «oscura» [72]. Dos de los mas famo­ sos libros escritos en el siglo XVI, El cortesano y El prln­ cipe, estan mas proximos a la Edad Media de 10 que parece. El cortesano de Castiglione esta inspirado en las tradiciones medievales de la cortesania y del amor cor­ tes, asi como en textos clasicos como el Banquete de Platon y el De los deberes de Ciceron [63]. Incluso El prlncipe de Maquiavelo, que algunas veces modifica de-

EL MITO DEL RENACIMIENTO

liberadamente el saber convencional, cierto punto a un genero medieval, el «espejos» 0 libros de aviso para gobe En segundo lugar, los medievalistas tos suficientes para afirmar que el Ren un acontecimiento singular, como en un ron Burckhardt y sus contemporaneos bien podriamos utilizar este termino e ron varios «renacimientos» en la Edad mente en el siglo XII y en la epoca de ambos casos se produjo una combinac tisticos y literarios, con un resurgimien las ensefianzas clasicas, y tambien en c los contemporaneos consideraron que epoca de restauracion, renacimiento [4, 78]. Algunos espiritus audaces, como e nold Toynbee, en su Estudio de la His zado aun mas en esa direccion y han de mientos fuera de Europa occidental, e mundo islamico e incluso en el Lejano O escribio «al utilizar la palabra renaci nombre propio, nos hemos permitido c considerar como un acontecimiento uni lidad no es mas que una manifestacio fenomeno historico recurrente» [88]. Su reduce un movimiento complejo a una ticas, pero seguramente Toynbee esta e tar de situar al Renacimiento en la his al prestar atencion a los resurgimientos (como el designa a la tradicion clasica)


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ron allende las fronteras de la Europa occidental, asi como a la recuperaci6n de tradiciones aut6ctonas «muer­ tas» en China y Jap6n. Al igual que las personas, cada renacimiento tiene sus caracteristicas propias, pero en cierto sentido todos pertenecen a la misma «familia». Asi pues, l.a que debemos atenernos? l.Existi6 en rea­ lidad un Renacimiento? Si 10 describimos como una epo­ ca revestida de purpura y oro, como si fuese un milagro cultural aislado, 0 como la subita aparici6n de la moder­ nidad, mi respuesta seria «no». Si en cambio utilizamos el termino, sin perjuicio de los logros conseguidos en la Edad Media 0 de los que se produjeron fuera de Euro­ pa, para referirnos a un determinado cumulo de cambios acaecidos en la cultura occidental, podremos considerar­ 10 como un concepto organizativo que aun tiene utilidad. La descripci6n e interpretaci6n de este cumulo de cam­ bios es el objetivo del resto de este ensayo.

2. ITALIA: RESURGIMIENTO E INNOVACION

Pese a la necesidad de revisar la ver te aceptada del Renacimiento, que prese activa y creativa y al resto de Europa imitativa, resulta ineludible empezar por este capitulo esta dedicado a los prin ocurridos en el arte, la literatura y las id to (m. 1337) hasta Tintoretto (1518-15 trarca (1304-1374) hasta Tasso (1544-15 situar estos cambios -sean resurgimien nes- en su contexto sociocultural. Par ese periodo no habia carencia de indiv tivas, hombres (en su mayoria eran va ron en sus obras la huella de su person manera, si observamos el curso del ca Italia durante todo el periodo, es decir que van del 1300 hasta el 1600, verem resulta obvio que los logros que se ob colectivos, dado que se trabajaba en pe que cada generaci6n creaba a partir de


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predecesores. En un ensayo relativamente breve como el presente, me parece mas adecuado resaltar 10 colectivo y tratar de contemplar el movimiento renacentista como un todo. Una de las caracteristicas especialmente distintivas de este movimiento es el intento entusiasta de revivir otra cultura, de imitar la Antigiiedad en diferentes campos y con diferentes medios. No es el unico rasgo importante del Renacimiento italiano, pero puede ser un buen pun­ to de partida. Es en la arquitectura donde resulta mas obvia la re­ cuperaci6n de las formas c1asicas, desde las plantas ba­ jas hasta los detalles ornamentales [83, caps. 26-27]. Y no resulta sorprendente el que esta recuperaci6n de la arquitectura griega y romana se produjese en Italia, donde se conservaban, mas 0 menos intactas , diversas construcciones c1asicas, como el Pante6n (lamina 5), el Coliseo, el Arco de Constantino y el teatro de Marcelo (todos ellos en la misma Roma), a la vez que las con­ diciones c1imaticas del sur de Europa permitian, mas que en cualquier otro lugar, la imitaci6n de estos edifi­ cios. Generaciones de arquitectos, entre los que se con­ taban Filippo Brunelleschi (1377-1446), Donato Braman­ te (c. 1444-1514) y Andrea Palladio (1508-1580), fueron a Roma a estudiar y a medir esos edificios para poder imitar los principios sobre los que estaban construidos. En sus estudios contaron con la ayuda de un tratado de arquitectura escrito por Vitrubio, que se conservaba des­ de los tiempos de la antigua Roma. En estos Diez libros sabre arquitectura, publicados por vez primera aproxi­ madamente en 1486, Vitrubio resaltaba la necesidad de

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artista del norte en Roma: Maarten van Heemsker


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mantener la simetrfa y las proporciones, comparando la estructura de un edificio con la del cuerpo humano. Asi­ mismo explicaba las reglas para el uso correcto de los «tres ordenes», es decir, las columnas doricas, jonias y corintias, con sus correspondientes frisos y cornisas. EJ sistema de proporciones clasico se utilizo en edificios ta­ les como las iglesias florentinas de San Lorenzo y del Santo Spirito, construidas por Brunelleschi, y en la de San Francesco, en Rimini, de Leon Battista Alberti. La iglesia de San Pietro in Montorio, en Roma, construida por Bramante en 1502 (lamina 2), rompio con la tradi­ cional planta cruciforme de las iglesias medievales, para adoptar la planta circular tipica de un templo romano. De ahi el apelativo familiar de Tempietto (pequeno tem­ plo en Italiano) de la que fue la primera Iglesia totalmen­ te construida en estilo dorico. Tambien recuerda a un templo romano el gran portieo de la Villa Foscari, de Palladio, conocida popularmente como La Malcontenta, que se erigio en Fusina, no lejos de Venecia, alrededor de 1560. En esta villa se utilizo el orden jonieo. En cam­ bio, las casas de campo y las villas romanas no habian resistido el paso del tiempo, de manera que las villas renacentistas, desde Poggio a Caiano en la decada de 1480, hasta Pratolino en la decada de 1570 (construidas para la familia Medicis), estaban inspiradas en las des­ cripciones que hizo el antiguo escritor romano Plinio el loven de sus casas y jardines [21,22 Y23]. En el caso de la escultura, no se contaba con ningun tratado antiguo como el de Vitrubio, pero los modelos clasicos eran de enorme importancia [18, 19]. EI escul-

EI alto Renacimiento: el Tempietto de Bramante.

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La Antigiiedad reconstruida: la version de Botticelli nia de Apeles.


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tor Donatello fue a Roma, como su amigo Brunelleschi, a estudiar los vestigios de la Antigtiedad dasica, mien­ tras que Buonaccolsi (apodado Antico), que se hizo fa­ moso por sus pequefios bronces, fue enviado aRoma con el mismo proposito por su patron, el marques de Mantua. Hacia 1500 estaba de moda entre los italianos refinados el coleccionar piezas clasicas, siendo uno de los mayores entusiastas el papa Julio II. Julio era el pro­ pietario de la mayoria de obras de arte que se habian encontrado hasta entonces, incluyendo el Apolo de Bel­ vedere (que debia su nombre a la villa papal en la que estaba expuesto), y el aun mas famoso Laoconte que ilustraba una escena de la llfada de Homero, en la que un sacerdote troyano fue estrujado por unas serpientes enviadas por Apolo. Los nuevos generos de la escultura renacentista eran por 10 general reediciones de los gene­ ros clasicos, como los bustos, los monumentos ecuestres y las figuras 0 grupos con representaciones de la mitolo­ gia clasica, como el Baco del joven Miguel Angel (1<imi­ na 4), que imito con tanto acierto el estilo clasico que durante un tiempo se creyo que era una genuina an­ tigiiedad. En el caso de la pintura resultaba mucho mas dificil encontrar fuentes y modelos antiguos. No habia ningun equivalente de Vitrubio ni de Laoconte, y la pintura cla­ sica -a excepcion de algunas decoraciones en la Domus Aurea de Neron, en Roma- era desconocida en la epoca'" , y continuo siendolo hasta las excavaciones de Pompeya, a finales del siglo XVIII. Como sus colegas en arquitec tura y escultura, los pintores trataban (fuese por deseo propio 0 exhortados por sus patrones) de imitar a losl' antiguos, para 10 que tenian que recurrir a metodos rna

I,a Antigiiedad reconstruida. II: el Baeo de Miguel A


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indirectos haciendo que sus mode1os posasen al estilo de las esculturas c1<lsicas mas famosas, 0 tratando de recons­ truir las pinturas clasicas perdidas a partir de las descrip­ ciones presentes en textos litcrarios [3, 12]. La Calumnia de Botticelli (lamina 3), por poner un ejemplo, sigue la descripcion del escritor griego Luciano de una obra per­ dida de Apeles. Tambien se intento establecer unas re­ glas pictOricas a partir de las crlticas literarias de los an­ tiguos, creyendo que, segun dijo Horacio, «la pintura es como la poesia». Tambien en el campo de la musica -es­ pecialmente entre 1540 y 1560- se realizaron intentos de recrear el antiguo estilo a partir de fuentes literarias, en este caso a partir de los tratados clasicos [53]. EI ejemplo de la Antigiiedad estimulo tambien el auge del retrato como genero indcpendiente. Los retratos del siglo xv soHan pintarse de perfil, imitando las cabezas de los emperadores que aparecfan en las monedas roma­ nas, y normalmente se prolongaban hasta un poco mas abajo de los hombros, a semejanza de los bustos de mar­ mol. No fue hasta el ano 1500 aproximadamente cuan­ do Leonardo, Rafael y otros artistas prescindieron de este convenciona1ismo para producir obras sin ningun precedente clasico, en las que el modele aparecfa de fren­ te, 0 mostraba tres cuartas partes de su rostro, con pIa­ nos de medio cuerpo 0 de cuerpo entero, sentado 0 de pie, conversando con sus amigos 0 dando 6rdenes a los criados [75]. Sin embargo, en la pintura se produjo un avance cru­ cial que nada tenia que ver con la Antigiiedad: el descu­ brimiento de las leyes de la perspectiva lineal. Es posible que los artistas c1asicos hubiesen conocldo estas leyes,

Un paradigma cIasico: el Pante6n, en Roma.

II

Una vision humanista del mundo: Charles de Bo


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pero en todo caso se habian perdido hasta que Brune­ lleschi y sus amigos las redescubrieron en el siglo xv. Este ejemplo pone de manifiesto la afinidad entre ambas epocas y sugiere que estos paralelismos no pueden expli­ carse s610 en terminos de imitaci6n [18]. Tanto en la epoca clasica como en el Renacimiento, los artistas sentian gran preocupaci6n por la apariencia de las cosas, por 10 que Burckhardt denomin6 «realismo». La palabra aparece entrecomillada no s610 porque tenga mas de un significado (estilo ilusionista; tema tornado de la «vida real», sea eso 10 que sea, y asi sucesivamente), sino tambien porque todos los artistas representan 10 que para ellos es real y porque ningun arte esta libre de con­ venciones. Incluso la perspectiva puede considerarse, segun el historiador del arte Edwin Panofsky, <<Una forma sim­ b6Iica». Por decirlo de otro modo, representar el mundo de acuerdo con sus leyes significa aceptar unos valores determinados y rechazar otros [18]. En el caso de los artistas medievales, estos valores habian de inferirse de su obra, con el consiguiente ries­ go de producir un argumento circular. Incluso en el caso de Giotto, su preocupaci6n por la tridimensionalidad, especialmente por la solidez de la figura humana, se in­ fiere de esta manera. Por otra parte, en Italia, durante los siglos xv y XVI, los artistas y otras personas solian expresar por escrito sus ideas sobre el arte, e incluso al final del periodo llegaron a imprimirlas, como hizo Va: sari con sus Vidas, dejando bien claro que tipo de pro­ blemas querian resolver, asi como su aprecio por cuali­ dades tales como la «verdad» 0 fidelidad a la naturale­ za, la ilusi6n de vida, la aparente facilidad con la que se

ITALIA: RESURGlMlENTO E INNOVA

',\Iperaban las dificultades y, por 10 mas lilliI', la «gracia» [6, cap. 6; 15]. Nos hemos ocupado en primer lugar IlIra, la pintura y la escultura porque la ',01 ros en 10 primero que pensamos al oi 11;lcimiento es en las artes visuales. Sin e It' csa epoca las «artes liberales» -es de v la ensefianza- gozaban de mayor pre ("litre los estudiantes), que las «artes mec ria en la que, a pesar de las quejas de Le Sl' mezclaban tanto la pintura, la escultu lura, como la agricultura y las tecnicas vegaci6n. Lo que en esa nueva era deb las bonae litterae, las «buenas letras»; a s la literatura y la ensefianza. En cualquie t lpini6n de los intelectuales y escritores cede la imagen de gran resurgimiento que la nosotros, ya que los artistas (con la no de Vasari), dejaron escasos testimonios d hre el tema. Asi pues, no debemos olvid la informaci6n que ha llegado hasta nos El idioma basico que se benefici6 de «revivir» no fue el italiano, sino ellatin medieval se consideraba «barbaro» por Sll ortografia (se escribia michi en lugar d Sll sintaxis, etc., como escribi6 el erudito en la decada de 1440, «durante varios lIablado latin correctamente, y ni siqu quien al leerlo 10 entendiese correctame momento, en cambio, la ambici6n de div les era escribir en un latin digno de Cice


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Tales intelectuales recuperaron tambien los principa­ Ies generos literarios de la antigua Roma: la epica, la comedia, la oda, la pastoral, etcetera [46]. Ya a media­ dos del siglo XlV, Francesco Petrarca, el gran poeta y eru­ dito toscano, escribio una epopeya en latin, Africa, ba­ sada en la vida del gran general romano Escipion el Afri­ cano. Fue la primera de las muchas imitadones de la Eneida de Virgilio, en las que se narraban hazafias he­ rokas siguiendo una serie de convenciones entre elias em­ pezar por la mitad (con posteriores incursiones retrospec­ tivas 0 flash-backs) y alternar hazafias realizadas en la tierra con el consejo de los dioses. La Jerusalen libera­ da, de Tasso (1581), donde se narra la primera cruzada, es una de las epopeyas renacentistas mas profundamen­ te cristianas y clasicas a la vez. Las tragedias se escribian a la manera melodramatica de Seneca, plagando los es­ cenarios de cadaveres, y las comedias -en las que apa­ redan padres severos, criados astutos, soldados penden­ cieros y personajes equivocos- al estilo de los antiguos dramaturgos romanos Plauto y Terencio. La poesia lati­ na del Renacimiento italiano incluye odas a la manera de Horacio, epigramas a la manera de Marcial y pasto­ rales semejantes a las Eglogas de Virgilio, en las que los pastores, enmarcados en un paisaje arcadiano, tocaban la Dauta y cantaban con afioranza sus amores. Con fre­ cuencia, las ideas se plasmaban en forma de dialogos, inspirados en la obra de escritores antiguos como Platon y Ciceron, y las historias de Florencia, Venecia y otros estados italianos siguieron el modelo de la historia de Roma de Tito Livio. Merece destacarse el hecho de que -al menos hasta

lTALlA: RESURGlMIENTO E INNOVA

se concedio mas importancia a Lilin que a la escrita en lengua vernacu ('II dia Petrarca es mas apreciado por su ('scrita en italiano, seguramente el hubies It- recordasen por su Africa. Y para aum 1:1, el idioma de la renovacion fue el l I )\odujo un intervalo de mas de den afi Ilwras comedias renacentistas, escritas ('quivalentes en italiano, como los Supp (1509) Y la Calandria del cardenal Bibbie Ilardo Bruni escribio en latin su Historia n'ntino a principios del siglo xv, mientra ra obra de este estilo en italiano, la Histo I 'rancesco Guicciardini, no se escribio ha de den afios [25, 29]. Cuando los conte Iltaban del renacimiento de las «letras», "il'lll no se referian tanto a la literatura demo como a 10 que hoy en dia se conoc dd humanismo. «Humanismo» es un termino en ciert co, cuyo significado puede variar segtin I ,a palabra humanismus empezo a usarse principios del siglo XIX, aplicandola al m de educacion dasica cuya validez estab L'lIestionarse, y parece ser que fue Mat primero en utilizar el termino «humanis Por 10 que respecta a «humanista», la p Il() en el siglo xv, y formaba parte del ar diantes universitarios, que designaban co sor de «humanidades», de los studia hu gila frase romana que englobaba un con I ")()o-


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EL RENACIMIENTO

disciplinas: gramMica, ret6rica, poetica, historia y filo­ sofia moral [5]. Llegados a este punto el lector bien podria pregun­ tarse que era 10 especificamente humano de las humani­ dades, asi definidas. Segun escribi6 Leonardo Bruni, uno de los lideres del movimiento de recuperaci6n de estos estudios, reciben este nombre porque «perfeccionan al hombre». Pero i.por que se consideraba que esas mate­ rias cumplian tal funci6n? La idea fundamental era que el hombre se diferencia de los animales en primer lugar por su capacidad de hablar, y, por tanto, de distinguir el bien del mal. Asi pues, era fundamental el estudio de las materias relacionadas con el lenguaje (gramatica y ret6rica), 0 con la etica. La historia y la poesia se consi­ deraban hasta cierto punto etica aplicada, y ensefiaban a los estudiantes a seguir los buenos ejemplos y a recha­ zar los perversos. Los intelectuales de la epoca no se guardaban de generalizar acerca de la «condici6n huma­ na», como la llamaba Poggio, 0 de escribir textos como la famosa Oratio sobre la dignidad del hombre, de Pico della Mirandola (aunque no pretendiese con ella hacer una dec1araci6n de independencia con respecto aDios) [27J. Los postulados basicos de los humanistas estan ha­ bilmente reflejados en un diagrama de una obra de prin­ cipios del siglo XVI, del humanista frances Charles de Bouelles (lamina 6). Segun este diagrama, hay cuatro ni­ veles de existencia, que en orden ascendente son: existir como una piedra, vivir como una planta, sentir como un animal, y entender como un hombre. Y a estos gra­ dos de existencia se corresponden cuatro tipos de ser hu­ mano: el haragan, el glot6n, el vanidoso y el intelectual.

ITALIA: RESURGIMIENTO E INNOVA

I\n otras palabras: la humanidad es perfe d humanista es verdaderamente humano El diagrama muestra tambien que la I iva es superior a la vida activa, aunque habia consenso acerca de este punto. L canciller de la republica florentina, opin hre s610 podia realizarse como ciudadan Marsilio Ficino, fil6sofo que acept6 el m Medicis, se decantaba por el estudio y la 'rambien Erasmo protegi6 su libertad pa cribir, rehusando sentirse ligado por obli politico. Otros humanistas se debatian e la contemplaci6n, como sir Tomas Moro rile nada facil tomar la decisi6n de conv IIcr (y mas tarde en lord canciller) de Montaigne, quien interrumpio su retiro ser alcalde de Burdeos, en la epoca de 170, 71]. Asi pues, parece bastante evidente qu dios que el movimiento humanista cons Ilortantes no se encontraba 10 que nos «cicncia» (y que a la sazon se conocia Iialural»). Sin embargo, alguno de los dcstacados (como por ejemplo Alberti), e lIIente interesados en las matematicas. S b recuperacion de textos de los antiguo p,os y romanos sobre matematicas, me lilia, astrologia y por ultimo (pero no m Ie) de magia, formaba parte del program los lextos c1asicos desempefiaron un pap t'll d desarrollo posterior de estos estudi


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EL RENACIMIENTO

zon, podemos afirmar que durante ese periodo se pro­ dujo tambien un «Renacimiento» matematico, cientifico e incluso magico [31, 32, 33J. Los casos de Brunelleschi y de Leonardo da Vinci ilustran de manera convincente las relaciones entre las artes y el renacimiento de las ma­ tematicas [18, 67J. lEn que sentido podemos afirmar que se produjo un «auge» del humanismo en Italia entre 1300 y 1600? Asi como se intentaba revivir el arte y la literatura clasicos, tambien se realizaron esfuerzos para imitar el sistema educativo de la antigua Roma. Uno de los pioneros de la nueva educacion fue Vittorino da Feltre, quien dirigio un pequeno internado en la ciudad de Mantua, desde el ano 1423 al 1446; otro fue Guarino da Verona [24, 28J. Con el nuevo sistema se ensefiaba a los alumnos a ha­ blar, escribir y leer en latin clasico, 10 que significaba primar las humanidades en detrimento de otras discipli­ nas, especialmente la logica. La logica habia sido una materia central en e1 curso introductorio de filosofia en las universidades medievales, pero Petrarca, Valla y otros humanistas la atacaron, acusandola de ser algo futH, me­ ros sofismas y quebraderos de cabeza, que, ademas, pre­ cisaba el empleo de unos terminos tecnicos «barbaros» (es decir, no clasicos), tales como «sustancia», «acciden­ tes», «esencia», etc. Tambien era posible estudiar griego chisico en algu­ nas escuelas y universidades italianas, especialmente en Florencia (a partir de 1396) y en Padua (desde 1463). Aunque a la sazon la Atenas clasica no despertaba la misma admiracion que la antigua Roma, la lengua grie­ ga supo atraer a los estudiantes. Los primeros profeso-

ITAL/A: RESURGlMIENTO E INNOVACIO

I cs eran refugiados procedentes del Impe que paso a paso fue cayendo en manos de dcsde mucho antes de la caida de Cons 1453. Gracias a esos refugiados, diverso it alianos tuvieron la oportunidad de leer original importantes textos griegos, algun les se acababan de descubrir, como algun I)Iaton y las obras del misterioso Hermes quien se consideraba un antiguo sabio obras fueron traducidas por el filosofo fl ,ilio Picino, cuya admiracion por Platon e quc tanto a el como a sus discipulos se los (<Ileoplatonicos» [5, 39J. Algunos textos, como el Nuevo Tes ()bras de Aristoteles, de los que a la sazon da su traduccion latina, fueron estudiado I'riega original. Y asi, los humanistas desc discrepancias entre las traducciones latina Il'alizadas a partir de las traducciones arab }'ricgo) y los textos originales. Pietro Pom .,01'0 Italiano del siglo xv I, tras leer la vers "illal de las obras de Aristoteles, quedo fi vwcido de que santo Tomas de Aquino nror al indicar que Aristoteles predicaba l del alma, poniendo asi en entredicho tod III isla. De esta manera, la demanda de tra I igurosas llevo paulatinamente a descubr de los admirados antiguos resuItaban mas lias de 10 que en un principio se habia cr Para los humanistas, incluso los texto l'O,S habian sido malinterpretados durant


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EL RENACIMIENTO

po, cuando no enteramente perdidos. El redescubrimien­ to de manuscritos de los clasicos fue un acontecimiento estimulante en las vidas de intelectuales como Petrarca, Coluccio Salutati (que recupero las cartas de Ciceron) y Poggio Bracciolini (que encontro los discursos, tambien de Ciceron). Al mismo tiempo, se descubrio que los con­ ceptos fundamentales de un mismo texto se prestaban a diferentes interpretaciones segun la copia manuscrita de que se dispusiera. Esto provoco el desarrollo de tecnicas de «critica textual» que permitieran recobrar 10 que en realidad habia escrito el autor, antes de que una pleyade de copistas distorsionaran el mensaje [83, cap. 12; 86]. Algunos textos clasicos ya conocidos en la Edad Me"" dia fueron tambien objeto de nuevas interpretaciones. Desde el siglo XI las universidades italianas, especialmen­ te la de Bolonia, habian impartido derecho romano, pero fueron los humanistas los primeros en situar las leyes en el contexto sociocultural de la antigua Roma, dada su familiaridad con el estudio de la literatura y de las ins­ cripciones clasicas. Por ejemplo, el humanista Lorenzo Valla pudo demostrar, a mediados del siglo XVI y gracias a su conocimiento de la historia de Roma y mas particu­ larmente de la historia de la lengua latina, que la llama­ da «Donacion de Constantino», documento mediante el cual el emperador cedia el centro de Italia al papa y a sus sucesores, no solo no tenia nada que ver con Cons­ tantino, sino que en realidad habia sido escrito varios siglos mas tarde [41]. En la actitud que con respecto a la Antigiiedad clasi­ ca mantenian los humanistas y los artistas vinculados a ellos, coexistian dos elementos aparentemente contradic-

ITALlA: RESURGIMIENTO E IN NOV ACION

lotios. Por una parte, eran bastante mas co ',liS predecesores medievales de la distanci \"111 rc ellos y la Antigiiedad chisica, y estab .los por la corrupcion de la lengua y el d .11 tes que se produjo en Halia como resultad ',1l'1II de los barbaros. Y por otra, se sentian p 1(' Illuy proximos a los grandes romanos. P 1111') cartas a Ciceron, entre otros, y Maqui ',mlaba a si mismo conversando con los an hns estaban convencidos de que era posib /\ 111 igiiedad. Por ejemplo, Petrarca se solid 1l'Illativa de restaurar la republica romana, dllio -de puertas adentro- entre 1347 y qlliavelo, en sus Discursas sabre fa primer li/o Livia, afirmaba apasionadamente que IIIlHlernos podian y debian imitar algunas d \ IOlles polfticas y militares de la antigua Ro IIlilicia ciudadana [62, 68, 72]. Para comprender este renacimiento de la "I('as en arquitectura 0 en las obras dramat Illsiasmo por descubrir y editar manuscritos IIIOS de contemplarlos como partes de una I.lllle mas ambiciosa, nada menos que la res 1.1 antigua Roma. i, Y que debemos entend No siempre es tarea facil discernir si los hu \ I i hlan de manera literal 0 metaforica, 0 ha t \) dcseaban realmente restaurar el pasado. ;ISO, la idea del renacer era bastante mas q r.1 rctorica. Al igual que los antiguos, much I.IS creian en una interpretacion ciclica de ',I '/',t'lfl la cual una epoca podia ser una esp I


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carnacion 0 reaparicion de otra epoca anterior. Algunos de estos humanistas pensaban que ellos y sus conciuda­ danos podian ser los «nuevos romanos», a base de ha­ blar, escribir y pensar como elIos y dc elllular sus logros, desde el Coliseo y la Eneida hasta el propio imperio ro­ mano. Como hemos sugerido anteriorllIl'lIk, la idea de un retorno al pasado puede haber sido 1111 milo, pero era un mito en el cual mucha gellle 110 sl'llo pcnsaba, sino que vivia. Uno de los conceptos clave dc los 1IIIIIIllllisias era el de «imitacion»; no tanto la imilal'il'1I1 de I:J Ilat uraleza como la de los grandes escritores y '1IIislas. Iloy en dia esta idea empieza a resultar exlrai)a. No,sollos l'stamos habituados a la idea de que tanto lo,s plll'lIla,s l'omo las pinturas son la expresion de PCIISllllliclllo,s v SI'III imien­ tos de individuos creativos, y aUllqllc CII d IOlldo cs[emos convencidos de que, de hccho, a1V,1I1l0S all i,S(;IS imilan a otros, nos inclinamos a ClllISidCl;1I lal 1I1111;Il'il'lli como prueba de su falta de [,denio 0 COIIIO 1111 I'll OJ lIlIl' come­ ten los que aun «no se hml cllcollll;IlI()l' a ,sj Illismos y por tanto no pueden desarmlliJr 1111 1',slJ!o IWI,sllIlal. «1mi­ tacion» es un termino pcyoral ivo, Tallh. Itl.'; I'SlTitores como los artistas ansiall lICIIIllSII';1I ,SII 01 Willa Iidad. c,spon­ taneidad e independellcia. y Ilicp,all la,s "1IJ11l11'lIrias}) de sus predecesores (por 110 IlIl'lICiollill d pllll-'.io. qllc actual­ mente se considera como IIl1a cspn'il' dl< 10110 dc hI pro­ piedad intelcctual). 1'01' d COlli nil io, III 1I11sicdad de los escritores y art islas lid Rl'lIacilllil'lIh lSI' dcb!a a I'azones totalmente opueslas. AllllqllC lIosol10S ,soh'IIIOS pl'lIsar en ese periodo como ell IIl1a l'poca dc illllllVal'll'1I1 v llI'iginali­ dad, los hombres qlle vivinOIll"lIl'IIl'Sallllioli SIl illlilacion

ITAI..IA: RESURGIMIENTO E INNOVACI()N

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de los mejores modelos antiguos: el Panteon, el te, Cicerc'm, Virgilio, Tito Livio, etcetera [49]. Pero esta imitacion no significaba esclavitu utilizar una de las metMoras mas corrientes en l imitar no era «remedar» a los antiguos, sino qu tia en asimilar el modelo, convirtiendolo en pro ser posible, superarlo. Generalmente se sostiene «modernos» no esperaban igualar los logros de guos, y que solo pretendian seguir sus pasos, 1 en si constituia un reto. Como ya hemos visto Angel fue capaz de hacer pasar una de sus obr si se tratase de una antigiiedad gen uina. Alberti una comedia que fue confundida con una obra y Carlo Sigonio, humanista del siglo XVI, «de una obra perdida de Ciceron, que en realidad h crito el mismo. Hasta que punto las imitaciones debian par original era una cuestion que suscitaba controve poeta y erudito Angelo Poliziano fue uno de sefialo la necesidad de guardar ciertas distancias pecto a los modelos chisicos, por prestigiosos q fueran. «Quienes solo saben componer sobre la la imitacion me producen la misma impresion loros y las urracas que expresan cosas que no c den. Tales escritores carecen de fuerza y de vi cap. 8]. Pietro Bembo, critico veneciano del s erda imitar a Ciceron cuando escribia en latin mismo tiempo trataba de dignificar el italiano c gua literaria, considerando a Petrarca y a Bon',l critores toscanos del siglo XIV, como los mejolC los, los «clasicos» modernos. La crecientl' SI'II~I


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EL RENACIMIENTO

distanciamiento historico dificultaba la imitacion. «j, quienes imitaban los antiguos?» se preguntaban algu­ nos. j,Seria la imitacion adecuada a los nuevos tiempos? Tanto si les gustaba como si no, los artist as y escritores del Renacimiento no podian imitar a los antiguos mas' que de una manera parcial, dado que los productos d la Antigiiedad solo habian sobrevivido de una manera fragmentaria. Ya hemos visto que ni en pintura ni e musica habia producto alguno a imitar, de manera que los musicos y los pintores estaban obligados a ser libres. Y a pesar de ello, la ausencia de modelos especificos e ciertos generos era un problema secundario si 10 compa ramos con el hecho fundamental de que los italianos de Renacimiento vivian en un mundo sustancialmente dife rente al de los antiguos. Su sistema economico, social YI politico tenia poco en comun con el de la antigua Roma, con sus senadores y esclavos, sus legionarios y sus lati fundios. En esta situacion, el ideal de restaurar la anti"'" gua Roma no podia ser mas que una quimera. Y henos aqui de nuevo inmersos en el mito renacentista del Re­ nacimiento. En realidad, Petrarca, Brunelleschi, Alber..: ti, Valla, Mantegna, Ficino y otros eruditos de los si­ glos XIV y xv estaban en muchos sentidos lejos de 10 que consideraban proximo, la antigua Roma, y cerca de 10 que creian distante, la Edad Media. Pese a su rechazo del pasado reciente, del arte «gotico», de la filosofia «es­ colastica» y de la latinidad «barbara», se habian forma.' do en esa cultura bajomedieval y en muchos aspectos aun pertenecian a ella. Acostumbrados como estaban a la escritura gotica, no les resulto nada facilleer las anti­ guas inscripciones romanas.

ITALlA: RESURGIMIENTO E INNOVAC

Al rechazar 10 que conocian, lq Baja I( IS humanistas confundieron algunas ve (Ie la epoca medieval con la Antigiiedad q I ;dlan. Cuando, por ejemplo, el humanis l"i I ipo de letra que conocemos como «re "il;Uica», creia que estaba siguiendo unos ".ICOS, cuando de hecho sus paradigmas p I'dad Media temprana y pregotica. A (ICurriO algo parecido, pues tomo como m I ('l"ormas arquitectonicas el Baptisterio de \'('11(10 que era un templo clasico 10 que ".IIIl() ser un ejemplo del romanico tosca I'lohablemente en el siglo VIII [22; 83, cap I,a continuidad con la Edad Media se Ii:lsi a el siglo XVI, incluso en la obra de 1~l'llacimiento» modelicos, como Ludov Il:ddassare Castiglione. La obra mas fam ''', Sll narracion poetica Orlando Furioso (1I1l' sc perciben las huellas del conocimie I (II I enia de la epica clasica, pero aun est ti("llda con los romances medievales, esp 1Il'IIL'Ilccientes al ciclo de Carlomagno ( III () que el heroe Rolando). El poema no I it' loa balleria al uso; ya que el material 11.11 ado con demasiada ironia para eso, pe Iliia simple imitacion de la epica clasica. ',1111) plIcde haber sido escrita por alguien ',('111 ido pertenecia a ambas tradiciones, y 1.1'. dos. El distanciamiento ironico es la u \" p;lIa lIn hombre con un pie en cada or dol parle]. Y tambien la conocida obra d I


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distanciamiento historico dificultaba la imitacion. «j,A quielleS imitaban los antiguos?» se preguntaban algu­ nos. j,Seria la imitacion adecuada a los nuevos ticmpos? Tanto si les gustaba como si no, los artistas y escritores del Renacimiento no podian imitar a los antiguos mas' que de una manera parcial, dado que los productos de! la Antigiiedad solo habian sobrevivido de una manera, fragmentaria. Ya hemos visto que ni en pintura ni e musica habia producto alguno a imitar, de manera que los musicos y los pintores estaban obligados a ser libres. Y a pesar de ello, la ausencia de modelos especificos e ciertos generos era un problema secundario si 10 compa ramos con el hecho fundamental de que los italianos de Renacimiento vivian en un mundo sustancialmente dife rente al de los antiguos. Su sistema economico, social politico tenia poco en comun con el de la antigua Roma, con sus senadores y esclavos, sus legionarios y sus lati fundios. En esta situacion, el ideal de restaurar la anti gua Roma no podia ser mas que una quimera. Y henos aqui de nuevo inmersos en el mito renacentista del Re­ nacimiento. En realidad, Petrarca, Brunelleschi, Alber ti, Valla, Mantegna, Ficino y otros eruditos de los si­ glos XIV y XV estaban en muchos sentidos lejos de 10 que, consideraban proximo, la antigua Roma, y cerca de 10, que creian distante, la Edad Media. Pese a su rechazo del pasado reciente, del arte «gotico», de la filosofia «es colastica» y de la latinidad «barbara», se habian forma-, do en esa cultura bajomedieval y en muchos aspectoJ aun pertenecian a ella. Acostumbrados como estaban a la escritura gotica, no les resulto nada facilleer las anti­ guas inscripciones romanas.

lTALlA: RESLJRGlMIENTO E INNOV

Al rechazar 10 que conocian, l'l B I'IS humanistas confundieron algunas de la epoca medieval con la Antigiiedad I;Ihan. Cuando, por ejemplo, el human 1,1 I ipo de letra que conocemos como « "11;'dica», creia que estaba siguiendo un ',ICOS, cuando de hecho sus paradigmas I'dad Media temprana y pregotica. A IH'lIlTio algo parecido, pues tomo como r ('I'ormas arquitectonicas el Baptisterio d v"lIdo que era un templo clasico 10 qu "1I11t') ser un ejemplo del romanico tos I'lohablemente en el siglo VIII [22; 83, c I,a continuidad con la Edad Media s hasl a el siglo XVI, inc1uso en la obra 1~('llacimiento» modelicos, como Lud 1l;t1dassare Castiglione. La obra mas fa ,", SlI narracion poetica Orlando Furio I I'll' sc perciben las huellas del conocim III1 I cnfa de la epica clasica, pero aim e d"lIda con los romances medievales, e I"" Icllccientes al cicIo de Carlomagno 1'( 10 que el heroe Rolando). El poema n d(' ('aballeria al uso; ya que e1 materi 1I.IIado con demasiada ironia para eso, Iliia simple imitacion de la epica cIasic ',III" puede haber sido escrita por algui ',1'111 ido pertenecia a ambas tradiciones 1.1" dos. El distanciamiento ironico es l \ ,I para un hombre con un pie en cada .1.1 parle]. Y tambien la conocida obra


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EL RENACIMIENTO

El cortesano (1528), a pesar de sus referencias a sus pre­ cedentes antiguos, y especialmente al tratado del perfec­ to orador de Cicer6n, se ocupa de sentar una normas para la relaci6n social desconocidas en la Atenas c1<isica o en la Roma republicana, pero plenamente en boga en la Edad Media. El cortesano bien puede describirse como un libro de cortesia medieval reescrito bajo la influencia de los ideales c1<isicos de comportamiento, 0 como una adaptaci6n de esos ideales adecuandolos a una situaci6n no clasica. Como en el poema de Ariosto, su autor s610 podia ser alguien que poseyera un profundo conocimien­ to de las dos tradiciones, la antigua y la medieval. Uno de los ambitos en el que se ponen de manifiesto las ambigiiedades y los conflictos inherentes a la posi­ ci6n de los humanistas es la escritura de la historia. Leo­ nardo Bruni y Lorenzo Valla se contaban entre los his­ toriadores que deseaban escribir acerca del pasado inme- " diato de Halia, siguiendo el modelo de la historia de Roma de Tito Livio, asi como su estilo literario. Pero pronto el objeto de su estudio hizo irrealizable esa tarea; no existia ningun terminG latino para Lombardia, ni para las facciones politicas de giielfos y gibelinos, ni para los musulmanes, la artilleria, etc., ya que esos objetos e ins­ tituciones no existian en la epoca romana, y no fue po­ sible verter todo el material existente en la epoca en el molde clasico. Giorgio Vasari escribi6 sus Vidas de pin­ tores, escultores y arquitectos en italiano, soslayando de esta manera ciertos problemas lingiiisticos, pero aun asi su obra revela una tensi6n entre su admiraci6n por los artistas y su admiraci6n por la Antigiiedad, y sus alusio­ nes a textos clasicos, como el relato de Cicer6n acerca

ITALlA; RESURGlMIENTO E INNOVAC

\Id auge y el declive de la ret6rica, no qllc su obra no tenia parang6n en la epo I kbido a que ni los gobernantes griegos :.\' lomaban en serio a los artistas. Sin embargo, las contradicciones en l hllmanistas eran aun mas evidentes en m I-jl\l1. Antes que nada, ellos eran cristiano I ('S de deidades paganas. Petrarca, Alber Illl cran clerigos; Alberti y Valla estaban 11apa y el humanista Enea Silvio Piccolo Ill') en el papa Pio II. Petrarca, Valla y I nil sobre teologia, mientras que Albert y L'scribi6 la biografia de un santo. Algunas creaciones individuales del p I idmente los modelos antiguos, pero su v cultural era muy diferente, por 10 que l<l'llacimiento son 10 que se ha dado e (II )s) culturales, clasicas en algunos aspe ('II otros [13]. Se podia escribir un poem 11;'ISiw, a semejanza de la Eneida de V ',;I';\: sobre la vida de Cristo. Un te610g dia Hamar «templos» a las iglesias, 0 ref l'IlI\lO a un «oraculo», al infierno com .Ill)}, 0 titular su tratado (como hizo F IIII/tonica. Una tumba renacentista pod ll')fago clasico (completado con represe dl' la Victoria), y combinar todo esto ( 'rislo y de la Virgen Maria [19, 20]. de dasicismo y cristianismo es difici ,'1)1110 suele ocurrir con los sincretismos ',n considerar diferentes aspectos. Tran


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cientos anos, no resulta facil determinar si Ficino revis­ tio el platonismo como si fuese una teologia 0 si revistio a la teologia con el platonismo. Los historiadores del siglo XIX, incluyendo a Burckhardt, soHan presentar a los humanistas como esencialmente «paganos», cristia­ nos solo en apariencia, pero en la actualidad los estudio­ sos del periodo se inclinan a creer que, por el contrario, 10 aparente era su paganismo. Su utilizacion de frases c1<isicas en un contexto cristiano bien pudiera no haber sido mas que un intento de escribir un latin «puro», 0 incluso un juego aprendido, como cuando el pintor Man­ tegna y sus amigos se daban a si mismos titulos roma­ nos, como el de consul, durante una excursion que rea­ lizaron al lago de Garda un dia de 1464 en busca de antigiiedades clasicas. Con esto no tratamos de ocultar que existia una der­ ta tension entre los valores chisicos y los cristianos, ten­ sion de la que los contemporaneos eran conscientes y por la que estaban preocupados. En los albores del cris­ tianismo ya se habia producido un problema similar. Los padres de la Iglesia pertenecian ados culturas: la cultu­ ra chisica tradicional y la nueva cristiana, y trataron, con mayor 0 menor dificultad, de armonizar Atenas y Jerusalen. En el caso de Jeronimo, el conflicto interior llego a un grado de agudeza tal que se expreso en forma dramatica, al sonar que arrastrado ante el tribunal divi­ no era condenado por «no ser un cristiano, sino un ciceroniano» . Los padres de la Iglesia resolvieron el conflicto me­ diante un compromiso, curiosamente expresado por san Agustin en el episodio del «expolio de los egipcios»: «El

ITALlA: RESURGIMIENTO E INNOVACIO

Nllt'vo Testamento nos dice que cuando el

1.ld abandono Egipto, se lIevaron consig

cgipcios, y de igual manera, los cris II,I"lT suyo y adaptar segun sus costumbrc .It' valor hubiese en los clasicos paganos». ,11,'1I110S cristianos primitivos creyeron que I WIIOS conocian la verdadera doctrina (la rllt'ologia) gracias a los judios. «z,Que es P 1\ loiscs que habla en griego Mico?», escrib ,I siglo IV [39]. I':ste compromiso result6 sugerente a loiS, cuyo problema, desde luego, era el d "pllcstO: reconciliar la cultura cristiana t Ills rcdescubiertos clasicos. Posiblemente f I 's, como Gemisthos Plethon, refugiado ,·Io'\v, abandonaron el cristianismo por .1111 iguos dioses, pero la mayoria de ellos 11.111 cran convertirse en romanos antiguo 'd'i nistianos modernos. Su deseo de armo III a algunas interpretaciones de la Antigi III1S parecen poco verosimiles, como la de IIwida como una alegoria del viaje del alm Nil obstante, cada epoca tiende a mirar el ',11 propia imagen, y no debemos suponer "'. IIl1a excepci6n. Por 10 que se refiere a las artes visuale ,III del resurgimiento de las formas antigu .II' illierpretar, dado que en general carecem I.IS acerca de las intenciones de los artis h'll imlicios de tentativas de reconciliar la A ,-I nistianismo, asi como del uso de mode Ills

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nismo primitivo. La planta circular del Tempietto de Bra­ mante (lamina 2), por ejemplo, no solo recuerda a los templos paganos, sino tambien a un tipo determinad de iglesia cristiana primitiva que se erigia en conmemo­ racion de un martirio, y San Pietro in Montorio, a su vez, se construyo para rememorar el lugar en el que se creia habian crucificado a san Pedro [22, cap. 6]. En e1 caso de Miguel Angel, sus poemas evidencian su volun­ tad de combinar las formas clasicas con los contenidos cristianos [69]. Sin embargo, y por muy profundo que fuese el resur-! gir de la Antigiiedad, este no se llevo a cabo para susti tuir al cristianismo. Y esta afirmacion implica, por otra! parte, desdibujar la distincion entre Renacimiento Edad Media, ya que las formas clasicas habian sido imi tadas (como su nombre indica) por el arte romanico e los siglos x y XI, Y tambien porque en los monasterios universidades medievales se estudiaban los poetas clasi­ cos, como Virgilio y Horacio. No debieramos contem­ plar el Renacimiento como una «revolucion» cultural, como si hubiera sido una ruptura subita con el pasado, sino como un desarrollo gradual en e1 cual un numero cada vez mayor de individuos se sentian cada vez mas insatisfechos con algunos elementos de su cultura bajo­ medieval, y progresivamente mas atraidos por el pasad clasico. lA que se debio? He aqui la cuestion mas difici~ de responder, no porque sea trabajoso imaginar posi bles respuestas, sino porque resulta imposible apunta lar esas respuestas con evidencias precisas. lFue el culto a la Antigiiedad un medio para lograr un fin, un modo

ITALIA: RESURGIMIENTO E INNOVAC

,k i LIstificar la ruptura con el pasado re ,,".as gentes estaban interesadas en e1 mun ,II propio interes? Cualquier interpretacio III l'llicctivo de revivir la Roma y la Greci "'IIl'r en cuenta, para tener visos de reali I"", eI enclave geografico en el que se pr IIIWlllo, el momento cronologico y la sit ,'11;1, i.Por que razon un movimiento de 111 ;IS surgio en el norte y centro de Ita dl'hi('l que su apogeo se produjese en los \,,'1 i.Por que razon intereso particularm III' illS urbanos? Permitasenos responder ,kllada a estas tres cuestiones. No fue nada fortuito que el resurgim 1I/'.IIl'dad empezase en Italia, donde se pro I'IOS originales. No olvidemos que era R , 101. l'1 objeto de mayor veneracion; Virgil 1111'10, el Panteon mas que el Partenon. M II' Ilahiando, los humanistas estaban des dlllqlasados, y algunas familias nobles , "IHler en linea directa de los antiguos rom 'WH IS de la Antigiiedad -monedas, tu ,lIillll'atros, etc.- resultaban hasta cierto I''', ;1 los italianos, y por supuesto a los a 1,',lIlla faci! discernir si la inspiracion cl Il.diano de los siglos VIII, XII 0 incluso en ,k;1 IIlla pervivencia 0 a un resurgimiento ,1{('lIacimiento» cuando la imitacion de 1'(1I1vierte en algo cotidiano, meticulos 1"1 (I ell ltalia, al contrario que en ot I III lilla, la tradicion clasica nunca fue al ',I


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EL RENACIMIENTO

El momenta cronologico plantea mayores problemas. Si los restos de la Antigiiedad siemprc habian farmado parte del panorama Italiano (0 en el caso de los textos clasicos, se podian consultar en las bibliotecas de Vero­ na 0 de cualquier otra ciudad), ;.par que razon se empe­ zaron a tomar mas en serio solo a partir de la epoc de Petrarca? La respuesta obvia a esta pregunta es que' fue entonces cuando se empezo a considerar que el ejem­ plo de la Antigiiedad podia ser aplicable a las necesi dades del momento. ;,Que era 10 que habia cambiado? La diferencia mas notable fue el desarrollo de las ciuda des-estado del norte de Italia en los siglos XlI y XIII, e decir, la consecucion del autogobierno par parte de esa ciudades, cuyo apogeo puede explicarse en terminos eco nomicos, dado el creciente intercambio comercial entr Europa y Oriente Medio. No resulta dificil percibir pori que razones las oligarquias mercantiles desearon su in dependencia, y como su situacion limitrofe entre los do minios de papas y emperadores hizo que conseguir 1 independencia resultase menos traumatico de 10 que hu-; biera sido en cualquier otro lugar. Los estamentos did' gentes de esas ciudades empezaron a considerarse a s mismos como «consules» 0 «patricios», a los ayunta mientos como equivalentes al «Senado» y a la propi ciudad como «la nueva Roma». Este proceso resulta par ticularmente evidente en el caso de la Florencia de prin cipios del siglo XIV, cuando la amenaza procedente d Milan ayud6 a los f1orentinos, y a su portavoz, al can ciller humanista Leonardo Bruni, a adquirir concienci de si mismos y de sus valores, como la «libertad» qu defendian [25]. Pero este conmovedor episodio form

ITALlA: RESURGIMlENTO E INNOVA

p.llie de un proceso anterior de aumento ',I'lIsacion de afinidad con los romanos llll'ontrar en las ciudadcs del norte de l ,,111 XII, si no antes. ;\ \ tratar de explicar la cronologia d '111 gc la tercera cuestion, la de su base ,iI",lllIa, el Renacimiento fue un movimie \ IIIhano, no rural. Las alabanzas a la ca ,I<- las plumas de individuos cuya residen ,II ,'asa en la ciudad, no su villa en el c 11I1l'1I10 reunio a mas hombres que a muj ,\1Il' algunas mujeres nobles se dedicaban 111l""'lIazgo. Por ejemplo, Isabel de Est 1\1.11I11Ia, fue, a principios del siglo XVI , \.\n'cionista de arte, que adquirio obras l,', 1'01110 Bellini, Perugino, Leonardo y 11"" IIl1ljeres estudiaron a los clasicos y 1.11111 cartas y tratados, solo para ver, com II .\;1, de Verona, que los humanistas de , ""10 1I11arino, se negaban a tratarlas .\,1.\ Ikntro del grupo de varones que v d.ld,,,s, cI resurgir de la Antigiiedad inte 1I11110rla, 0, para ser mas exactos, a tres 1'.111 los humanistas, que en general era III.I('"IIOS 0 notarios; los miembros de la l'dl1 il'in,s, prelados 0 prfncipes que extend I'" ,I las lIuevas formas del arte y del s I,,', ;111 islas, en su mayorfa reclutados .\. IllS arlesanos y tenderos de la ciud I Lista que punta humanistas y arti 1"" IlIisIIIOS intcreses es una cuesti6n qu


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EL RENACIMIENTO

ITALlA: RESURGIMIENTO E INNOVACION

clara. Algunos cuadros, como la Calumnia de Botticelli

(himina 3) 0 su Primavera, presuponen un conocimiento

de la literatura chisica que el artista, que abandon6 la

escuela a los trece anos, dificilmente podia poseer, de

ahi que se haya sugerido que el «programa» bajo el que

se realiz6 este ultimo cuadro debe procedcr de algun ase­

sor humanista, como Ficino 0 Poliziano, que presumi­

blemente eran conocidos, si no amigos, de Botticelli. Por

otra parte, tampoco esta claro que algunos humanistas

entendiesen el apasionado interes que mostraban Brune­

lleschi, Donatello y otros artistas por los aspectos forma­

les de la arquitectura y de la escultura. Alberti -que

fue amigo de Brunelleschi, de Donatello y del pintor Ma­

saccio, autor de obras teatrales y dialogos, y de disenos

de edificios- fue uno de los pocos hombres que tendie­

ron un puente entre esas dos culturas. Incluso Leonardo da Vinci, a pesar de la diversidad de sus illtereses, per­ maneci6 en una de las dos orillas [67]. El «hombre uni­ versal», maestro en todas las cosas, era un ideal del mo­ mento, pero resulta dificil encontrar personas que encar­ nasen ese ideal, incluso en una epoca en la que la pre­ si6n por la especializaci6n era mucho menor que en la actual. En resumen, el resurgir de la Antigiiedad reprcsenta­ ba una cosa diferente para cada grupo social. Y tampo­ co era 10 mismo en Florencia que en Roma 0 en Vene­ cia. Esto se ve claramente si consideramos la historia del movimiento a 10 largo del tiempo. En cl siglo XIV, vemos un creciente interes por el pasado c1asico por par­ te de un punado de entusiastas, especialmentc Petrarca, quien, lejos de ser «uno de los primeros hombres real-

mente modernos», pertenecfa a la cultura ba pese a su rechazo de algunos de sus aspecto glo XVI, en cambio, gracias en parte a la ma fusi6n de las ideas y a otros cambios intel facilitaba el nuevo invento, la imprenta, se lado bastante mas la cultura clasica, y el peq de entusiastas se habia convertido en uno m que se contaban un mimero considerable d Asi pues, fue posible introducir en las escu de esas ideas e ideales, y se puso de moda bleza -hombres y mujeres- discutir las ide (de acuerdo con el retrato de Castiglione en no), coleccionar estatuas clasicas, encargar retratos, construir sus residencias en la ciud llas en el campo segun el «antiguo» estilo.

Este aumento de los adeptos al Renacim el unico avance significativo ocurrido en l y XVI; hubo otros cambios. El relato mas con diferentes fases del movimiento es el que no el historiador y artista Giorgio Vasari, que di periodos en las artes: el temprano, el medio do como «alto» Renacimiento. Vasari escri los logros de cada epoca superasen los de mientras que el objetivo seguia siendo el mi eso se podda argiiir que los objetivos de los artistas fueron cambiando gradualmente du riodo. Tanto en arquitectura como en literat cupaci6n por crear segun los antiguos pr paso, en muchas ocasiones, al ideal de contin glas» acunadas en los antiguos ejemplos. Po cir (exagerando un poco en aras de la clarid I

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movimiento que en un principio parecia subversivo (pori 10 menos a algunos fi16sofos eruditos) se convirti6, mas o menos hacia el ano 1500, en parte del establishment. Fue institucionalizado, rutinizado, incorporado a la tra dici6n, de manera que los historiadores tienen bueno motivos para describir todo un periodo de la histori italiana como Renacimiento. Sin embargo, fuera de Italia, el resurgimiento de I Antigiiedad continuaba siendo una novedad; el movi­ miento no habia perdido su capacidad de impactar. Asi pues, a partir de ahora dedicaremos nuestra atenci6n 10 que sucedi6 fuera de Halia.

EL RENACIMIENTO EN EL EX o LOS USOS DE IT ALIA

i\ cstas alturas deberia estar claro q 01, Lt Antigiiedad, rasgo distintivo del Re

proceso simple sino complicado, . IIllsidcraba en la epoca. Lo mismo suced '"11 de la cultura italiana en otros paises lilli', de demostrar en este capitulo. i\ la hora de tratar este tema, se acost ill "Illlmerando las actividades que reali 11.111 WIO tanto los italianos como los extr ',11.11011 Italia; no hay nada que objetar 1111"1110. Sin embargo, haee tiempo que a 110' I,'s resulta satisfactorio este enfoque tr ,,01 i1II';i()I1» 0 «recepci6n» del Renacimie 1'"l1lnas de Italia, pues subyace en ella ,II I .1('II'm de que mientras los italianos era Ii \ '". " innovadores, el resto de Europa 1110 1'1 Il'ccptor de «influencia» 0, para us I II 0.11.1 a los historiadores, un eterno «deu I'll, 1111 lado, la posici6n del resto de III"

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tral forzaba a las gentes a vivir en paz unos con otros y, gradualmente, ejerce otro tipo de restricciones. La cre­ ciente preocupaci6n por la disciplina militar (incluyendo la instrucci6n) propia del siglo XVI es un argumento en favor de estas hip6tesis; el movimiento neoestoico del que hemos hablado antes demuestra la relaci6n entre el culto del autocontrol y el creciente interes por ciertos escritores antiguos, especialmente por Seneca [45]. Tam­ bien el mundo chisico tardio estaba centralizado, y algu­ nos de los (<nuevos» problemas que surgieron entre los siglos XI y XVIII habian sido a su vez problemas «anti­ guos». Por ejemplo, ya en la Roma de Cicer6n existi6 un debate acerca de la civilizaci6n y de la cortesia (en terminos de urbanitas 0 «urbanidad»). Como dan a entender estos ejemplos, el atractivo que suscitaron los chisicos durante todo el periodo, y espe­ cialmente en los siglos xv y XVI, fue en gran parte resul­ tado de su utilidad pnictica. Se admiraba a los antiguos porque representaban una guia para la vida; seguir sus huellas significaba avanzar con mayor seguridad por el sendero por el que la genie de fa epoca ya caminaba.

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BIBLIOGRAFIA

Por 10 que se refiere a estudios recien miento, merece la pena consultar las pub zadas, tales como el Journal of the Warb Institutes, eI Journal of Medieval and R el Bulletin of the Society for Renaissance que d'humanisme et renaissance (que ind gh~s).

INTRODUCCIONES

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EL RENACIMIENTO

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[48] T. Cave, The Cornucopian Text, Oxford, 1979. Trata con rigurosidad de los problemas de escritura en Erasmo, Ra­ belais, Ronsard y Montaigne. [49] T. Greene, The Light in Troy, 1982. Acerca de la imita­ cion y de la asimilaci6n en la poesia italiana, francesa e inglesa. [50] D. Javitch, Poetry and Courtliness in Renaissance En­ gland, Princeton, 1978. Trata de Sidney, Spenser, etc. [51] S. Orgel, The Illusion of Power, Berkeley y Los Angeles, 1975. Sobre cI teatro y la politica en el Renacimiento ingles.

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