Cervantes-el-celoso-extremeño

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Miguel de Cer Letras Hispanicas

Novelas e I

EJici6n de

EL LICENCI LA FUERZA EL CELOSO LA ILUST LAS DOS LA SENOR EL CASAMIE EL COLOQUIO

V[GESJMOPR

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LETRAS

2



No ha muchos anos que de un lu un hidalgo, nacido de padres noble Pr6digo 1, por diversas partes de anduvo gastando asi los anos como muchas peregrinaciones, muertos ya patrimonio, vino a parar a la gran ha1l6 ocasi6n muy bastante 2 para ac que Ie quedaba. Viendose, pues, ta no con muchos amigos, se acogi6 muchos perdidos en aquella ciudad sarse a las Indias, refugio y ampar Espana, iglesia de los alzados 3, sa cidas, pala 4 y cubierta de los jugado los peritos en el arte, anagaza gene gano comun de muchos y remedio pa En fin, llegado el tiempo en que Tierrafirme S, acomodandose con el

1 otro Prodigo: EI primero fue el Hi Lucas, XV, 11-32). 2 muy bastante: conveniente, buena oc 3 alzados: Son los que han sufrido ba negocio, defraudando a los deudores; b para no ser detenidos por la justicia; Au «alzarse con el banco» asi: «Entre hom y mercaderes, es 10 mismo que quebr u otro paraje seguro.» 4 pala: Es el encubridor en germania significa, ponerse un ladr6n delante de a para ocuparle la vista" (Aut.); cfr. El c 5 Tierrafirme: Salian las flotas de Peru) por marzo (15-30), segtlll la Recop de Indias, lib. IX, tit. 36.


su matalotaje 6 y su mortaja de esparto 7, y embarcandose en Cadiz, echando la bendicion a Espana, zarpo la flota, y con general alegria dieron las velas al viento, que blando y pros­ pero soplaba, el cual en pocas horas les eneubrio la tierra y les descubrio las anchas y espaciosas lIanuras del gran padre de las aguas, el mar Oceano. Iba nuestro pasajero pensativo, revolviendo en su memoria los muchos y diversos peligros que en los anos de su pere­ grinacion habia pasado, y cI mal gobierno que en todo el discurso de su vida habia tenido; y sacaba de la cuenta que a sl mismo se iba tomando una fir me resolucion de mudar manera de vida, y de tener otro estilo en guardar la ha­ cienda que Dios fucse servido de darle, y de proeeder con mas recato que hasta alii con las mujeres. La nota estaba como en calma cuando pasaba consigo esta tormenta Felipo de Carrizales, que este es el nombre del que ha dado materia a nuestra novela. Torno a soplar el viento, impeliendo eon tanta fuerza los navios, que no dejo a nadie en sus asientos; y asi, Ie fue forzoso a Carrizales dejar sus imaginaciones y dej arse lIevar de solos los cuidados que el viaje Ie ofrecia; el cual viaje fue tan prospero, que sin recebir algun reyes ni contraste lIegaron al puerto de Cartagena 8. Y por concluiT con todo 10 que no hace a nuestro propo­ sito, digo que la edad que tenia Felipo cuando paso a las Indias seria de cuarenta y ocho anos, y en veinte que en elias estuvo, ayudado de su industria y diligencia, aIcanzo a tener mas de ciento y cincuenta mil pesos ensayados 9 • Viendose, pues, rico y prospero, tocado del natural deseo 6 matalotaje: «La prevenclOn de comida que se l1eva en cl navio o galera. Al principio debio significar 10 que el patron de la nave, 0 capitan, entraba y recogia para el sustento de los remeros y mari­ neros ... » (Cov.). 7 mortaja de esparto: Al anadir las palabras "de esparto», Cer­ vantes se refiere a la esterilla que l1evaban pOl' cama los pasajeros pobres, 0 simbolicamente, como en este caso, a la "muerte» y "re­ surreccion» de Felipo. 8 puerto de Cartagena: Cartagena de Indias, es decir, el puerto que pertenecio -en tiempos de Cervantes- al reino del Peru. era importante ciudad de Colombia. 9 pesos ensayados: En este caso, monedas (probablemente) de plata muy examinadas pOl' ensayador, "e! que esta diputado par el principe o republica para reconocer, probar y calificar la bondad de la plata, oro y otros metales, y dar y dec1arar la ley de cada especie» (Aut.). Asi, el dinero que traia Felipo de Carrizales de las Indias era

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que todos tienen de volver a su patria, po intereses que se Ie ofrecian, dejando el Pir granjeado tanta hacienda, trayendola toda e plata, y registrada, por quitar inconvenien Espana. Desembarco en Sanlucar; liego a Se anos como de riquezas; saco sus partidas si sus amigos: hallolos todos muertos; quiso pa aunque ya habia tenido nuevas que ningun dejado la muerte. Y si cuando iba a India teroso, Ie iban combatiendo muchos pensam sosegar un punto en mitad de las ondas d ahora en el sosiego de la tierra Ie comba diferente causa: que si entonces no dormia no podia sosegar de rico; que tan pesada c al que no esta usado a tenerla ni sabe us es la pobreza al que continuo 12 la tiene. el oro y cuidados la falta del; pero los con aIcanzar alguna mediana cantidad, y los mientras mas parte se alcanzan. Contemplaba Carnzales en sus barras, porque en algunos anos que fue soldado beral, sino en 10 que habia de hacer de tenerlas en ser 13 era cosa infrutuosa, y ten para los codiciosos y despertador para los la Habiase muerto en eI la gana de volve

el milS fino, puro y tenia el maximo valor. vcras: 150.000 pesos = 1.200.000 reales, cuan pintero que trabajaba en la Casa de Contrataci 10 reales diarios. Cfr. Historia social y economi rica, dirigida pOl' J. Vicens Vives. 5 vols. Bar pags, 42-3. 10 Pidl." Asi se decia en tiempos de Cervantes 11 ... incolll'enieflles: Como indica F. Rodri ejemplares, lI, pilg. 'lIn: "EI inconvenientc p del comiso, en que caia 10 no registrado." Pc trabando, como indica R. Carande, oh. cit.. flota que navegaba, en 1555, a las ordenes naufrago una de las naves en la costa espano braltar. Pudo recuperarse el tesaro que traia sorprendentes, ya que, sobre los 150.000 pesos una cantidad dos veccs mayor; ... »

12 continl/o: continuadamente; de contino; ve y Rinconele y Corladi!!o, n. 142.

13 tenerlas en ser: Es dec iI', tenerias en la for


de las mereancias y pareciale que, eonforme a los afios que tenia, Ie sobraban dineros para pasar la vida, y quisiera pa­ sarla en su tierra y dar en ella su hacienda a tributo, pa­ sando en ella los afios de su vejez en quietud y sosiego, dando aDios 10 que podia, pues habia dado al mundo mas de 10 que debia.Por otra parte, consideraba que la estrecheza de su patria era mucha y la gente muy pobre, y que el irse a vivir a ella era ponerse por blanco de todas las importu­ nidades que los pobrcs suelen dar al rico que tienen por ve­ cino, y mas cuando no hay otro en el lugar a quien acudir con sus miserias. Quisicra tener a quien dejar sus bienes des­ plles de sus dias, y con este deseo tomaba el pulso a su fortaleza, y pareciale que aun podia lIevar la carga del matri­ monio; y en viniendole este pcnsamiento, Ie sobresaltaba un tan gran miedo, que asi se Ie desbarataba y deshacia como hace a la niebla el viento; porque de su natural condieion era el mils celoso hombre del mundo, aun sin estar casado, pues con solo la imaginacion de serlo Ie comenzaban a ofender los celos, a fatigar las sospechas y a sobresaltar las imagina­ ciones, y esto con tanta eficacia y vehemencia, que de todo en todo propuso de no casarse. Y estando resuelto en esto, y no 10 estando en 10 que habia de hacer de su vida, quiso su suerte que pasando un dia por una calle, alzase los ojos y viese a una ventana puesta una doncella, al parecer de edad de treee 0 catoree afios, de tan agradable rostro y tan hermosa que, sin ser poderoso para defenderse, el buen viejo Carrizales rindio la f1aqueza de sus muchos afios a los pocos de Leonora, que asi era el nombre de la hermosa doncella. Y luego, sin mas detenerse, comenzo a haeer un gran monton de discursos, y hablando consigo mismo decia: -Esta muchacha es hermosa, y a 10 que muestra la pre­ sencia desta casa, no debe de ser rica; ella es nifia: sus pocos afios pueden asegurar mis sospechas. Casarse he con ella; encerrarela y harela a mis mafias, y con esto no tendra otra condicion que aquella que yo Ie ensefiare. Y no soy tan viejo que pueda perder la esperanza de tener hijos que me here den. De que tenga dote 0 no no hay para que hacer caso, pues el cielo me dio para todos y los ricos no han de buscar en sus matrimonios hacienda, sino gusto: que el gusto alarga la vida y los disgustos entre los casados la acortan. Alto, pues: echada esta la suerte, y esta es la que el cielo quiere que yo tenga. 102

Y asi hecho este soliloquio, no una vez, cabo de algunos dias hablo con los padres de como 14, aunque pobres, eran nobles; y dan su intencion y de la calidad de su persona rogo Ie diesen por mujer a su hija. Ellos Ie para informarse de 10 que decia, y que eI tam para enterarse ser verdad 10 que de su no dicho. Despidieronse, informaronse las partes ansi 10 que entrambos dijeron; y, finalmente, por esposa de Carrizales, habiendola dotado p mil ducados: tal estaba de abrasado el pecho EI cual apenas dio el si de esposo, cuando bistio un trope I de rabiosos celos, y comenz guna a temblar y a tener mayores cuidados tenido. Y 1a primera muestra que dio de su fue no querer que sastre alguno tomase la me de los muchos vestidos que pensaba hacerle mirando cual otra mujer tendria, poco mas 0 y euerpo de Leonora, y hano una pobre, a e haeer una ropa, y probandosela su esposa ha bien, y por aquella medida hizo los demas vest tantos y tan rieos, que los padres de la des por mas dichosos en haber acertado 15 con para remedio suyo y de su hija. La nifia es de ver tantas galas, a causa que las que se habia puesto no pasaban de una saya de r de tafetan. La segunda sefial que dio Felipo 16 fue no con su esposa hasta tenerle puesta casa aparte en esta forma: compro una en doce mil ducad principal de la ciudad, que tenia agua de pi muchos naranjos; cerro todas las ventanas q calle, y dioles vista al cielo, y 10 mismo hi otras de easa. En el portal de la calle, que e casapuerta 18, hizo una eaballeriza para una della un pajar y apartamiento donde estuvie

como: en el sentido de "que»; vease M. Moli haber aeertado: EI texto. «auerla eertado». 16 Fe/ipo: EI texto, «Filipo». Su nombre con «e 17 agua de pie: "... 10 mismo que agua eorrie a difereneia de la de los pozos y norias» (AUL). 18 casapuerta: el portal de la easa. 14

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de eurar della, que fue un negro viejo y eunueo; levanto las paredes de las azuteas de tal mancra que el que entraba en la easa habia de mirar al eielo por linea recta, sin que pu­ diesen ver otra eosa; hizo torno que de la easapuerta res­ pondia al patio. Compro un rico menaje para adornar la easa, de modo que por tapieerias, estrados y doscles rieos mostraba ser de un gran senor; eompro. asimismo, euatro esclavas blaneas, y herrolas en el rostro, y otras dos negras bozales 1'1. Coneertose con un despensero que Le trujese y eomprase de comer, con eondicion que no durmiese en casa ni entrase en ella sino hasta eL torno. por eL eual habia de dar Lo que trujese. Hecho esto, dio parte de su hacienda a eenso 21J, si­ tuada en diversas y buenas partes. otra puso en el banco, y quedose con alguna. para 10 que se Ie ofreeiese. Hizo asi­ mismo llave maestra para toda la easa, y eneerr6 en ella todo 10 que sueLe comprarse en junto y en sus sazones. para la provision de todo eL ano; y teniendolo todo asi aderezado y eompuesto, se fue a casa de sus suegros y pidio a su mujer, que se la entregaron no con poeas lagrimas, porque les pareeio que La lIevaban a La sepultura. La tierna Leonora aun no sabia 10 que La habia aeonteeido, y asi, 1I0rando con sus padres, les pidio su bendieion. y des­ pidiendose de ellos, rodeada de sus esclavas y criadas, asida de la mana de su marido, se vino a su easa, y en entrando en ella Les hizo Carrizales un sermon a todas, eneargandoLes la guarda de Leonora y que por ninguna via ni en ningtm modo dejasen entrar a nadie de La segunda puerta adentro, aunque fuese al negro eunueo. Y a quien mas eneargo La guarda y regalo de Leonora fue a una duena de mueha pru­ deneia y gravedad, que reeibio como para aya de Leonora y para que fuese superintendente de todo 10 que en la easa se hiciese y para que mandase a las esclavas y a otras dos doneellas de la misma edad de Leonora, que para que se entre­ tuviese con Las de sus mismos anos asimismo habia reeebido. Prometioles que Las trataria y regalaria a todas de manera 19 bozafes: negros recien sacados de su pais; Covarrubias dice que el bozal «es el negro que no sabe otra lengua que la suya, y la lengua, 0 lenguaje se llama labio, y los labios bezos; de boca, boza. y de alii bozal». 20 a censo: Es decir, recibe «cierta pension anual, cargada 0 im­ puesta sabre [ ... 1 su I... ] hacienda a bienes rakes ... » (Aut.).

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que no sintiesen su eneerramiento, y que Los todos, sin faltar ninguno, irian a oir misa; pe nana, que apenas tuviese la Luz lugar de verlas. las eriadas y esclavas de haeer todo aquello qu sin pesadumbre, con prompta voluntad y bue nueva esposa, eneogiendo los hombros, bajo L que ella no tenia otra voluntad que la de su I e a quien estaba siempre obediente. Heeha esta preveneion y reeogido eL buen I e easa, eomenzo a gozar como pudo los frutos d los euales a Leonora, como no tenia experienc eran gustosos ni desabridos; y asi, pasaba el duena, doneellas y esclavas, y elias, por pasarl en ser golosas, y poeos dias se pasaban sin a quien la 21 mieL y eL azuear haeen sabrosas. S esto en grande abundancia 10 que habia menes sobraba en su amo la voLuntad de darselo, p con ello las tenia entretenidas Y oeupadas, donde ponerse a pensar en su encerramiento.

Leonora andaba a 10 igual con sus eriadas, en 10 mismo que eHas, y aun dio con su simp muneeas y en otras ninerias, que mostraban eondici6n y la terneza de sus anos; todo 10 eu disima satisfae[e]i6n para el eeloso marido, p habia aeertado a eseoger la vida mejor que ginar y que por ninguna via La industria ni mana podian perturbar su sosiego. Y asi, s en traer regalos a su esposa y en aeordarle euantos Ie viniesen al pensamiento, que de tod Los dias que iba a misa, que, como esta dos luees, venian sus padres, y en la iglesia hija, deLante de su marido, eL eual Les dab que, aunque tenian lastima a su hija por que vivia, la templaban con las muchas da zales, su liberal yerno, les daba. Levantabase de manana y aguardaba a q viniese, a quien de La noehe antes, por una ee en el torno, Ie avisaban Lo que habia de tra viniendo el despensero, saLia de easa CarrizaL a pie, dejando eerradas las dos puertas, la de en medio, y entre Las dos quedaba el negro 21 fa:

El texta. «Ie».


ibase a sus negocios, que eran pocos, y con brevedad daba la vuclta, y, encerrandose, se entretenia en regalar a su esposa y acariciar a sus criadas, que todas Ie querian bicn, par ser de condicion lIana y agranable, y, sobre todo, par mos· trarse tan liberal con todas, Desta manera pasaron un ano de noviciado, y hicieron pro· fesion en aquella vida, determinandose de llcvarla hasta el fin de las suyas; y asi fuera si el sagaz perturbador del ge­ nero humano no 10 estorbara, como ahora oireis. Digame ahora cl que se tuviere por mas disereto y reca­ tado que m[ls prevenciones para su seguridad podia haber hecho el aneiano Felipo, pues aun no consinti6 que dentro de su casa hubicse algun animal que fuese varon. A los ratones nella jamas los persiguio gato, ni en ella se oyo ladrido de perro; todos eran del genero femenino. De dia pensaba, de noche no dormia; el era la ronda y centinela de su casa y el Argos n de 10 que bien qucria. lamas entro hombre de la puer­ ta adentru del palio. Con sus amigos negociaba en la calle. Las figuras de los panos que sus salas y cuadras adornaban, todas eran hembras. flores y boscajes, Toda su casa olia a honestidad, recogimiento y recato: aun hasta en las consejas que en las largas noches de invierno, en la chimenea. sus criadas contaban, por estar el presente, en ninguna ningun genero de lascivia se descubria. La plata de las canas del viejo a los ojos de Leonora pareeian cabellos de oro puro, porque el amor primero que las doncellas tienen se les imprime en el alma como el sello en la cera. Su demasiada guarda Ie pa­ recia advertido recato; pensaba y creia que 10 que ella pa­ saba pasaban todas las recien casadas. No se desmandaban sus pensamientos a salir de las paredes de su casa, ni su vo­ luntad deseaba otra cosa mas de aquella que la de su marido queria; solo los dias que iba a misa veia las calles, y esto era tan de manana, que, si no era al volver de la iglesia, no habia luz para mirallas. No se vio monasteriu tan eerrado, ni monjas mas recogidas, ni manzanas de oro tan guardadas; y con todo esto, no pUdo en ninguna manera prevenir ni excusar de caer en 10 que re­ celaba; a 10 menos, en pensar que habia caido. Hayen Sevilla un genero de gente ociosa y holgazana. a quien comunmente suelen llamar gente de barrio. Estos son

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Argos: EI de cien oios; vease La J?itanilla, n. 17.

los hijos de veeino de cada colacion, y dc los gente baldia, atildada y meliflua. de la cua manera de vivir, de su condicion y de las le entre si. habia mucho que decir; peru por se deja 2\. Uno dcstos galanes, pues, que entre ellos 1110Z0 soltero, que a los recien casados Haman a mirar la easa del recatado Carrizales, y eerrada, Ie tomo gana de saber quien vivia de ahineo y euriosidad hizo la diligencia que de 10 que deseaha. Supo la eondicion del viejo. de la henTIo y cl modo que tenia en guardarla; todo 10 el deseo de vel' si seria posible expufiar. industria, fortaleza tan guardada. Y cOl]\u virotes y un manton sus amigos. acorctaro por obra, que nunea para tales obras rallan dadores. Dificultaban el modo que sc tcndria para cultosa hazafia; y habiendo cntrado en bure convinieron en esto: que fingiendu Loaysa, el virote. que iba fuera de la eiudad por alg tase de los ojos de sus amigos. como 10 hizo puso unos calzones de lienzo limpio y ca encima se puso unos vestidos tan rotos y ningun pobre en toda la ciudad los traia tose un poco de barba que tenia, cubrio parche, vend6se una pierna estrechamente dos muletas se convirti6 en un pobre tulli verdadero estropeado no se Ie igualaba. Con este talle se ponia cada noche a la de la casa de Carrizales, que ya estaba el negro, que Luis se llamaba, cerrado ent Puesto alii Loaysa, sacaba una guitarrill falta de algunas cuerdas, y como el era al zaba a taner algunos sones alegres y regoc voz par no ser conocido. Con esto, se daba

23 se deja: efr. Guzm(17I de Alji"ache. cd «Ditbale buenos eonsejos: que no admiticse mocit 24 efltrado en bureo: Es decir. habiendose re conversar sobre el asunto; Covarrubias descri junta de los mayordomos de la easa real. para


mances de moras y moras, a la loquesca 25 , con tanta gracia, que cuantos pasaban por la calle se ponian a escucharLe, y siempre, en tanto que cantaba, estaba rodeado de muchachos; y Luis el negro, poniendo los oidos por entre las puertas, cs­ taba colgado de la musica del virote, y diera un brazo por poder abrir la puerta y escucharle mas a su placer; tal es la inclinaci6n que Los negros tiencn a ser musicos. Y cuando Loaysa queria que los que Ie escuchaban Ie deja.'ien, dejaba de cantar y recogia .'iU guitarra y, acogicndose a sus muletas, se iba. Cuatro 0 cinco veces habia dado mIl sica al ncgro (que por solo ella daba), parecicndole que por donde sc habia de comem:ar a desmoronar aquel edificio habia y debia ser por el negro; y 1I0 Ie sali6 vallO su pensamiento, porquc Hegan­ dose una noche, como solia, a la puerta, comenz6 a templar su guitarra, y sinti6 que el negro estaba ya atento, y lIeg£lI1­ dose al quicio 2(, de la puerta, con voz baja dijo: -i,Sera posible, Luis, darme un poco de agua, que padezco de sed y no puedo can tar? -No -dijo el negro-, porque no tengo la Have desta puer­ ta, ni hay agujero por donde pueda dawsla. -Pues i,quien tiene la Have? -pregunt6 Loaysa. -Mi amo -respondi6 el negro-, que es el mas eeloso hombre del mundo. Y si el supiese que yo cstoy ahora aqui hablando con nadie 27, no seria mas mi vida. Pero i,quien sois vos que me pedis el agua? - Yo -respondi6 Loaysa- soy un pobre estropcado de una picrna, que gano mi vida pidiendo por Dios a Ia buena gente; y juntamente con esto, enseno a taner a algunos morenos y a otra gente pobre, y ya tengo tres negros, esclavos de tres veinticuatros 2H, a quien he ensenado de modo que pueden cantar y taner en cualquier baile y en cualquier taberna, y me 10 han pagado ll1uy rebien. 25 2"

a la loqucsca: a lIlancra de locos; vea~e La ~ilaflil/a, n. 22. quicio: «Aqnclla parle dc la, puerlas () vcnlanas en qllc cnlra

cl cspigon del quicial, y en que se 1Il1leve y revue!ve» (Aul.); vease La SCIlora Cort/cli,,: ".. pocos meses se pasan qlle no hallemos a los quieios dc nueslra, puerta, sel11ejanlCs hallazgos». 27 con nadic; En el semido de .,eon alguicn". 2K

vei'llicualror «Lo misl110 que regidor en los ayuntamientos de

algunas eiudades de Andalucia. Llamitronse asi, por eonstar de vein­ licualro slljelos el ayuntamiento» (Alll.l.

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-Harto mejor os 10 pagara yo -dijo Lu de tomar lici6n; pero no es posible, a causa saliendo por la manana, cierra la puerta de vuelve hacc 10 mismo, dejandome empar puertas. -Por Dios, Luis -replic6 Laaysa, que y del ncgro-, que si vas diesedes traza a q gunas naches a daros [ieion, en menos de caria tan diestro en la guitarra que pudiese giicnza alguna en cualquiera esquina; porq que tengo grandisima gracia en el ensenar, decir que vos tencis muy buena habilidad, y puedo juzgar por el 6rgano de la VOZ, debeis de cantar muy bie.n.

-No canto mal -respondi6 el negro-; vecha. pues no se touada alguna si no es de Venus 2<1 y Ia de For un verde prado.1Il, y se usa, que dice:

A Los hierros de una reja la turbada mauo asida'! .11

_ Todas esas son aire -dijo Loaysa- p podria ensenar, porque se todas las del m con Las de su dama Jarifa, y lodas las la historia del gran sofi Tomunibeyo 32, c banda a 10 divino, que son tales, que ha mismos portugueses; y esto enseno con tales facilidad, que aunque no as deis priesa a habrcis cOinido tres 0 cuatro moyos J1 de

29 ('slre/la de Vcnus; Hay otnt version de Lo estrella de Venus / al riempo que cl sol se pone / .10 prado: Segun Rodriguez Marin, No pag. 114, son versos de una «eaneioneilla vieja": saJib mi pastonl / ... >< 31 ... mafZO usida; Son versos de un romanc "A los hierros de una reja / la turbada ma caballo Abenamar / de 'Lavde el retralo mira." 32 Tottlunibeyo: Asi re;.a el texto; pero seg Novelas ejemplares. II, pag. 114, debe de se beyo, «capitan mayor de Alcjandria, hombre d animo excelente", eitando a Diaz Tanco, muerto 33 moyos: "Es lin moyo eierta medida de tri en las eras haec colmo y tiene la forma que


veais musieo corriente y moliente en todo genero de guitarra. A esto suspiro el negro y dijo: -i,Que aprovecha todo eso, si no se como meteros en casa? -Buen remedio -dijo Loaysa-: procurad vos tomar las llaves a vuestro amo, y yo os dare un pedazo de cera, donde las imprimireis de manera que queden senaladas las guardas en la cera; que por la afici6n que os he tornado. yo hare que un cerrajero amigo mio haga las Haves, y asi podre entrar dentro de noche y ensenaros mejor que al preste Juan de las Indias 34 , porque yeo ser gran lastima que se pierda una tal voz como la vuestra, faltandole cl arrimo de la guitarra; que quiera que sepais. hermann Luis, que la mejor voz del mundo pierde de sus quilates cuando no se acompana con el ins­ trumento, ora sea de guitarra 0 clavicimbano .15, de organos 0 de arpa; perc el que mas a vuestra voz Ie conviene es el ins­ trumento de la guitarra, por ser el mas manero y menos cos­ toso de los instru mentos. -Bien me parece eso -replico el negro-; pero no puede ser, pues jamas entran las llaves en mi poder, ni mi amo las suelta de la mana de dia, y de noche duermen debajo de su almohada. -Pues haced otra cosa, Luis -dijo Loaysa-, si es que teneis gana de ser musieo consumado; que si no la teneis, no hay para que cansarme en aconsejaros. -i,Y como si tengo gana? -replico Luis-. Y tanta, que ninguna cosa dejare de hacer, como sea posible salir con ella, a tmeco de salir con ser musico. -Pues ansi es -dijo el virote-, yo os dare por entre estas puertas, haciendo y~s lugar quitando alguna tierra del quicio; digo que os dare unas tenazas y un martillo, con que podais de noche quitar los clavos de la cerradura de loba 36 con

les» (Cov.); es una gran cantidad dc sal que nunca podra consumir el negro. 34 preste Juan de las Indias: Personaje fabuloso de la Edad Media, rey 0 de Tartania 0 de Abisinia 0 de Etiopia (Cov.). 35 clavidmbano: Clavicembalo que, segun AUforidades, semeja mucho al claocicordio. .16 cerradura d~ loha: "Cerradura de loba se dijo a similitud de los dientes del lobo, que son sus guardas» (Cov.); pero en el Tesoro lexicograjico, se Icc 10 que dice Oudia, Le Iresor de deux lallgues: « ••• serrure a ressort, qui non se peut ouvrir d'un coste ni d'autre sans la clef". Dcbi6' de s~r algo parecida a las cerraduras de golpe.

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mucha facilidad. y con la misma volveremos a de modo que no se eche de ver que ha sid estando yo dentro, encerrado con vos en vuestro dormis, me dare tal priesa a 10 que tengo y~s veais aun mas de 10 que os he dieho, miento de mi persona y aumento de vuestra 10 que hubieremos de comer no tengais cuidad matalotaje para entrambos y para mas de oc cipulos tengo yo y amigos que no me dejaran m -De la comida -replico el negro- no hab que con la racion que me da mi amo y con me dan las esclavas sobrara comida para o ese martiHo y tenazas que decis, que yo hare quicio lugar por donde quepa, y Ie volvere con barro; que puesto que de algunos gol chapa, mi amo duerme tan lejos desta puerta o gran desgracia nuestra, si los oyc.

-Pues a la mana de Dios -dijo Loays ados dias tendreis, Luis, todo 10 necesari ejecucion nuestro virtuoso proposito; y adve cosas flemosas. porque no hacen ningun prov dana a la voz.

-Ninguna cosa me enronquece tanto -resp como el vino; pero no me 10 quitare yo p voces tiene el suelo.

-No digo tal -dijo Loaysa-, ni Dios ta hijo Luis, bebed, y buen provecho os haga se bebe con medida jamas fue causa de dano a -Con medida 10 bebo -replico el negro jarro que cabe una azumbre justa y caba las esclavas, sin que mi amo 10 sepa, y el de me trae una botilla, que tambien cabe jus con que se suplen las fait as deljarro. -Digo -dijo Loaysa- que tal sea mi parece, porque la seca garganta, ni grune ni -Andad con Dios -dijo eJ negro-; p dejeis de venir a cantar aqui las noches traer 10 que habeis de hacer para entrar me comen los dedos por verlos puestos en la _ Y i como si vendre! -replico Loaysadicas nuevas. -Eso pido -dijo Luis-; y ahora no m algo, porque me vaya a acostar con gus


paga, entienda el senor pobre que Ie he de pagar mejor que un rico. -No reparo en eso -dijo Loaysa-; que segtl1l yo os ense­ nare, asi me pagareis, y por ahora eseuehad esta tonadilla, que euando este dentro vercis milagros. -Sea en buen hora -respondi6 el negro. Y aeabado este largo eoloquio. eant6 Loaysa un romaneito agudo, con que clcj6 al negro tan contento y satisfeeho, que ya no veia la hora de abrir la puerta. Apenas se quit6 Loaysa de la puerta, cuando, con mas li­ gereza que el traer de sus l1l1lietas prometia, sc lUI; a dar cuenta a sus consejeros de su buen comicnzo. adivino del buen fin que por el esperaba. Ha1l610s. y eonl6 10 que eon el negro dejaba eoneertado, y otro dia hallaron los instrumentos, tales, que rompian ellalquier clavo como si fucra de palo. No se descuid6 el virote de volver a dar musica al negro, ni menos tuvo descuido el negro en hacer el agujcro por donde eupiese 10 que su maestro Ie diese, cubriendolo de ma­ nera que a no scr mirado con malicia y sospechosamente no se podia caer cn el agujero. La segunda noche Ie dio los instrumentos Loaysa, y Luis prob6 sus fuerzas, y casi sin poner alguna se hall6 rompidos los clavos, y can la chapa de la eerradura en las manos, abri6 la puerta, y recogi6 dentro a su Orfeo.17 y maestro, y euando Ie vio con sus dos muletas, y tan andrajoso, y tan fajada su pierna, qued6 admirado. No llevaba Loaysa el parehe en el ojo, por no ser necesario. y asi como entr6, abraz6 a su buen discipulo y Ie bes6 en el rostro, y luego Ie puso una gran bota de vino en las manos y una caja de conserva y otras cosas dukes, de que llevaba unas alforjas bien proveidas. Y dejando las muletas, como si no tuviera mal alguno, comenz6 a hacer cahriolas, de 10 cual se admiro mas el negro, a quien Loaysa dijo: -Sabed, hermann Luis, que mi cojera y estropeamiento no nace de enfermedad, sino de industria, can la cual gano de comer pidiendo por amor de Dios, y ayudandome della y de mi musica paso la mejor vida del mundo, en el cual .17 su Or/eo: Covarrubias Ie describe bien: "Un poeta 0 lIlusico de Traeia, hijo de Apolo y de la ninfa Caliope. el eual dieen haber recibido la lira de Mercurio, 0 segun olras de su padre Apolo. con la cual pudo tanlo que con tafierla lIlovia las selvas y pefias, refre­ naba los rios y alllansaba las {ieras.» 112

todos aquellos que no fueren industriosos y tracistas dc hambre; y esto 10 vereis en el discurso de nucstra -Ello dirit -respondi6 el negro-; pcro llemos volver csla chapa a su lugar, de modo que no sc ver su mudanza. -En buen hora -dijo Loaysa. Y sacando clavos de sus alforjas, asentaron la de suertc que eslaba tan bien.1S como de antes, d quedo contentisimo el negro; y subiendose Loaysa al quc cn el pajar tcnia cl negro. se acomodo 10 m pudo. Encendi6 luegn Luis un torzal de cera y, sin m dar, sac6 su guitarra Loaysa, y tociwllo\a baja y sua suspendio al pobre negro de mancra que estaba fu escuchill1dole. Habiendo tocado un poco, sac6 llc nu ci6n y diola a su discipulo, y, aunquc con dulcc, tan buen talanle de la bota. que le dej6 mas fuer lido que la mUsiea. Pasado csto, orden6 que lueg lici6n Luis, y como el pobre negro tenia cuatro declo sobre los sesos, no acertaba traste; y con todo es creer Loaysa que ya sabia por 10 menos dos tonad 10 bueno que el negro se 10 creia, y en toda la hizo cosa que taner que la guilarra destemplada cuerdas necesarias. Durmieron 10 poco que de la noche les quedaba, deJ9 las seis de la manana baj6 Carrizales y abri6 la en medio, y tambien la de la calle, y estuvo esp despensero, el cual vino de alii a un poco, y d el torno la comida se volvi6 a ir, y llamo al negro jase a tomar cebada para la mula, y su raci6n; y en t se fue el viejo Carrizales. dejando cerradas amba sin echar de ver 10 que en la de la calle se habia que no poco se alegraron maestro y discipulo. Apenas sali6 el amo de casa, cuando el negro a guitarra y comenz6 a tocar de tal manera, que toda das Ie oyeron, y por el torno Ie preguntaron: -~Que es esto, Luis? i.De cuando aca tienes tu o quien te la ha dado?

38 tan bien: EI texto. «lalllbien,. .19 ohra de: Expresi6n adverbial que sirve para determin tidad aproximadamenle cllando no se pllede sefialarla a vease Don Quijote. I, pag. 256. para una larga nola de


-lQui{m me la ha dado? -respondi6 Luis-. EI mejor mu­ sico que hay en el mundo, y el que me ha de ensenar en menos de seis dias mas de seis mil sones. -lY d6nde esta ese musico? -pregunt6la duena. -No esta muy lejos de aqui -respondi6 el negro-; y si no fuera por vergiienza y por el temor que tengo a mi senor, quiza os Ie ensenara luego. y a fe que os holgascdes de verle. - l Y ad6nde puede eI estar que nosotras Ie podamos ver -replic6 la duena-, si cn esta casa jamas cntr6 otro hombre que nuestro dueno'! -Ahora bien -dijo el negro-, no os quiero decir nada hasta que veais 10 que yo se y eI me ha ensenado en el breve tiempo que he dicho. -Por cierlo -dijo la duena- que, si no es algun demo­ nio el que te ha de ensenar, que yo no se quien te pueda sacar musico con tanta brevedad. -Andad -dijo el 'legro-. que 10 oireis y 10 vereis algun dia. -No puede ser eso -dijo otra doncella-, porque no te­ nemos ventanas a la calle para poder ver ni oir a nadie. -Bien esta -dijo el negro-; que para todo hay remedio si no es para excusar la muerte; y mas si vosotras sabeis 0 quereis callar. - j Y c6mo que callaremos, hermano Luis!- dijo una de las esclavas-. Callaremos mas que si fuesemos mudas; porque te prometo, amigo, que me muero por oir una buena voz, que despues'que 40 aqui nos emparedaron, ni aun el canto de los pajaros habemos oido. Todas estas platicas estaba escuchando Loaysa con grandi­ simo contento, pareciendole que todas se encaminaban a la consecuci6n de su gusto y que la buena suerte habia tornado la mana en guiarlas a la medida de su voluntad. Despidieronse las criadas con prometerles el negro que cuando menos se pensasen las lIamaria a oir una buena voz; y con temor que su amo volviese y Ie hallase hablando con elias, les dej6 y se recogi6 a su estancia y clausura. Qui­ siera tomar lici6n, pero no se atrevi6 a tocar de dia, por que su amo no Ie oyese; el cual vino de alii a poco espacio, y cerrando las puertas segun su costumbre, se encerr6 en casa. Y al dar aquel dia comer por el torno al negro, dijo Luis a una negra, que se 10 daba, que aquella noche, despues de 40

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despues que: desde que; M. Moliner, I, pag. 969a.

dormido el amo, basajen todas al tor habia prometido, sin falta alguna. V dijese esto habia pedido con muchos ru contento de cantar y taner aquella n eI pudiese cumplir la palabra que hab las criadas una voz extremada, asegur tremo regalado por todas elias. Algo se tro de hacer 10 que eI mas deseaba; p 10 que su buen discipulo pedia, s610 p interes alguno. Abraz61e el negro y diole un beso del contento que Ie habia causado l aquel dia dio de comer a Loaysa tan en su easa, y aun quiza mejor, pues pu Ie faltara. Lleg6se la noche, y en la mitad de menzaron a cecear en el torno, y lu era la catila, que habia lIegado, y l bajaron del pajar, con la guitarra b templada. Pregunt6 Luis quien y cua ehaban. Respondieronle que todas, si daba durmiendo con su marido, de pero con todo eso, quiso dar princip tentar a su discipulo, y tocando m tales sones hizo, que dej6 admirado rebano de las mujeres que Ie escuchaba Pues lque dire de 10 que elias sintie el Pesame della 42 y acabar con el end rabanda 43, nuevo entonces en Espan bailar, ni moza que no se hiciese ped con silencio extrano, poniendo centin despertaba. Cant6 asimismo Loaysa c con que acab6 de echar el sello al gu que ahincadamente pidieron al negro

tan hien: EI lex(o. ,,(ambien». pesame dello: "Pesame delio, herman mi alma / ... »; era un "baBe popular mu tima decada del siglo XVI» (F. Rodriguez res, II, pags. 127-28). Covarrubias 10 regi pesame de veras y mucho.» 43 zarahanda: Vease La gilal/illa. n. 8.

44 seguida: seguidilla: vease La gitanilla, 41

42


milagroso muslco. EI negro les dijo que era un pobre mell­ digante, el mas galan y genEI hombre que habia en toda la pobreria de Sevilla. Rogaronle que hieiese de suerte que elias Ie viesell, y que no Ie dejase ir en quince dias de casa, que elias Ie rega­ larian muy bien y darian cuanto hubiese menester. Pregun­ taronle que modo habia tenido para mclerle cn casa. A esto no respondi6 pal<l bra; a 10 dem;ls dijo que para poderlc ver hieiesen un agujero pequeno en el torno, que despues 10 ta­ parian con cera; y que a 10 de tenerle en casa, que el 10 pro­ curaria. Habl61as tambien Loaysa, ofreciendoseles a su servicio, con tan buenas razones, que elias echaron de vcr que no salian de illgenio de pobre mendigante. Kogaronle que otra noche vinicse al mismo puesto; que elias harian con su senora que bajasc a escucharle, a pesar del ligero sueilo de Sll senor, cuya ligereza no nada de sus muchos anos, sino de sus muchos celos. A 10 cual dijo Loaysa que si elias gustaban de oirle sin sob res alto del viejo, que el les daria unos polvos que Ie echasen en el vino, que Ie harian dormir con pesado sueno mas tiempo del ordinario. - iJesus, valme -dijo una de las doncellas-, y si eso fuese verdad, que buena ventura se nos habria entrado pOl' las puer­ tas, sin sentillo y sin merecello! No serian ellos polvos de sueno para eJ, sino polvos de vida para todas nosotras y para la pobrc de mi senora Leonora, su IIlujer, que no Ie deja a sol ni a sombra ni la pierde de vista un solo momento. jAy, senor mio de mi alma, traiga esos polvos, asi Dios Ie de todo el bien que desea! Vaya y no tarde; traigalos, senor mio, que yo me ofrezco a mezclarlos en el vino y a ser la es­ canciadura; y pluguiese a Dios que durmiese el viejo tres dias con sus noches, que otros tantos tendriamos nosotras de gloria. -Pues yo los traire -dijo Loaysa-; y son tales, que no hacen otro mal ni dano a quien los tom a si no es provocarle un sueiio pesadisimo. Todas Ie rogaron que los trujese con brevedad, y que dan do de hacer otra noehe con una barrena el agujero en el torno de traer a su seiiora para que Ie viese y oyese, se despi­ dieron; y el negro, aunque era casi el alba, quiso tomar Ilician, la cual Ie dio Loaysa, y Ie hizo entender que no habia lejor oido que el suyo en cuantos discipulos tenia: iY no abia el pobre negro, ni 10 supo jamas, hacer un cruzado! Tenian los amigos de Loaysa cuidadu de venir de noche

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a escuchar por entre las puertas de la calle les decia alga 0 si habia menester alguna cosa seiial que dejaron concertada, conocia Loay la puerta, y por el agujero del quicio les del buen termino en que estaba su negocio earceidamcnte buscasen algllna cosa que pr para darselo a Carrizales, que el habia oido unos polvos para este efeto. Dijeronle que t amigo que les daria el mejor remedio que sup habia; y animandole a proseguir la empresa de volver la noche siguiente con todo recaud pidieron. Vino la noche, y la banda de las palom clarno de la guitarra. Con elias vino la sim merosa y temblando de que no despcrtase aunque ella, vcncida deste temor, no habi tantas cosas Ie dijeron sus criadas, especialm la suavidad dc la mllsica y de la gallarda di sico pobre (que, sin haberle visto, Ie alababa Absal6n y sobre Orfeo) 4\ que la pobre seno persuadida dellas, hubo de hacer 10 que no jamas en voluntad. Lo primero que hicie el torn a .para ver al musieo, cl cual no esta de pobre, sino con unos calzones grandes de a la marineresca 4(,; un juban de 10 mismo oro, y una montera de raso de la misma almidonado, con grandes puntas y encaje; q proveido en las alfOljas, imaginando que se ocasian que Ie conviniese mudar de traje. Era mozo y de gentil disposici6n y buen habia tanto tiempo que todas tenian hecha l viejo de su amo, pareci61es que mirabari a u una al agujero para verle, y luego otra; y diesen vel' mejor, andaba el negro paseand arriba abajo con el torzal de cera encendido todas Ie hubieron visto, hasta las negras boza la guitarra, y cant6 aquella noche tan extre las acab6 de dejar suspensas y atanitas a t como a las mozas, y todas rogaron a Lu

4, Absaf<}n Ort!"'. Ve,lse n. 37 (Odeo); A ffiosura viril (Reyes, II, XIII-XIV). 46 rnarineresca: marinesca, a 10 marino.


traza como el senor su maestro cntrase alla dentro, para oirle y verle de mas cerca y no tan por brujula como por el agujero, y sin el sobresalto de eslar lan apartadas de su senor, que podia cogcrlas de sobresalto y con el hurto en las manos, 10 eual ni sucederia ansi si Ie tuviescn escondido dentro. A este contradijo su senora con muchas veras, diciendo que no se hiciese la lal cosa ni la lal entrada, porque Ie pe­ saria en el alma, pues des de alli Ie podian ver y oir a su salvo y sin peligro de su honra. -lQue honra? -dijo la duena- . El Rey Hene harta 47 Estese vuesa mcrced enccrrada con su Matusalen, y (U~jcnos a nosotras hoI gar como pudieremos. Cuanto m£ls, que este senor parecc tan honrado, que no querra otra cosa dc nosotras mas de 10 que nosotras quisieremos. - Yo, senoras mias -diio a esto Loaysa-, no vine aqui sino con intenci6n de servir a todas vuesas mercedes con e1 alma y con la vida, concblido de su no vista c1ausura y de los ratos que en este estrecho genero de vida se pierden. Hombre soy yo, por vida de mi padre, tan seneillo, tan manso y de tan buena condiei6n, y tan obediente, que no hare mas que aquello que se me mandare; y si cualquiera de vuesas mercedes dijere: «Maestro, sientese aqui; maestro, pasese alli; echaos aea pasaos aculla», asi 10 hare como el mas do­ mestico y ensenado perro que salta por el Rey de Francia 48. -5i eso ha de ser asi -dijo la ignorante Leonora-, lque medio se dara para que entre aca denIm cI senor maeso? -Bueno -dijo Loaysa-; vuesas mercedes pugnen por 47 £1 Rey lie/l/! harta: Es deeir. el rey sobra de honra y asi tiene bastante para todos; «usado como adverbio vale baslanlemenle. so­ bradamenle» (Aut.). 48 salta por el Rey de Frallcia: Es deeir, haec eualquier eosa que Ie diga; Rodriguez Marin, Nove/as ~;emplares. II, pags. 280-81, explica que «era habilidad que de ordinario ensefiaban los degos y los truhanes a sus perros. los euales saltaban, en seftal de agrado, par el Rey de Francia ... "; eila lambien un texlo del Dr. Carlos Garcia (La oposicio/l Y cOllju/lcilJ/l de los dos Rrandes fuminares de fa lierra ... , Paris. 1617), que semeja mucho ,\I lexlo de Cervantes: «... y aviendole [un eiegoJ eeh6 danzas al son de un Psalterio que eolgando del hombro lraia, eomenz6 a haeelle eierl<1s pregunlas, y entre otras Ie dijo: .. i,que haras pOl' el Re.\' de Fr<1neia'!". En­ tonees el perro eomenz6 a danzar, saltar y regoeijarse de tal suerte, que si como era bruto luera raeional, sin duda el que Ie viera Ie juz­ gara maniaeo 0 frenetieo: tales eran los meneos y saltos que daba».

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sacar en cera la Ilave desta puerta de en me que manana en la noche venga hecha otra ta servir. -En sacar esa llave -dijo una doncellatoda la casa, porque es Ilave maestra. -No por eso sera peor -replic6 Loaysa. -Asi es verdad -dijo Leonora-: Pem senor, primero, que no ha de hacer otra e aea dentro sino cantar y taner cuando se 10 ha de estar encerrado y quedito donde Ie pusie -5i juro -dijo Loaysa. -No vale nada ese juramento -respondi6 ha de jurar por vida de su padre, y ha de besalla que 10 veamos todas. -por vida de mi padre juro -dijo Loa senal de cruz, que la beso con mi boca sucia 49 Y haciendo la cruz con dos dedos, la bes6 t Esto hecho, dijo otra de las doncellas: -Mire, senor, que no se Ie olvide aquel que es el tuautem So de todo. Con esto ces6 la platica de aquella noche, muy contentos del concierto. Y la suerte, mejor encaminaba los negocios de Loaysa, horas, que eran las dos despues de la med calle a sus amigos, los cuales, haciendo l brada, que era tocar una trompa de Pari habl6 y les dio cuenta del termino en que si6n, y les pidi6 si traian los polvos, 0 otra habia pedido, para que Carrizales durmiese. Dijoles asimismo 10 de la Ilave maestra. El los polvos, 0 un ungiiento, vendria la siguie virtud que, untados los pulsos y las sienes un sue.no profundo, sin que del se pudiesc

49 boca sucia: Era expresion eorrienle qlle in de una persona; pem aqui -con baslante im mar de una manera opuesta.

so luaU/elll: la cosa mas imporlanle. 10 impres cOllele V Corladil/o. 11. 197.

"I /;olllpa de Paris: cs un birimbao: Rodrig ~;el11plar/!s. II. p[tg. U7. encuenlra mil.\' parecida gallega 0 cl pio poyo andalllz. 52 los: Ellcxlo. ,do<.


,

elias si no era lavandose con vinagrc todas las partes que se habian untado; y que se les diese la llave en cera, que as i­ mismo la harian hacer con facilidacl. COil csto se despidieron, y Loaysa y su discipulo durmicron 10 poco que de la noche les quedaba, esperando Laaysa con gran dcseo la venidera, por ver si se Ie cumplia la palahra prometida de la llave. Y pucs­ to que el tiempo parecc tardio y pcrezoso a los que en cl cs­ peran, en fin. corrc a las parejas con el mismo pensamiento, y llega el tcrmino que quiere, porque uunca para ni sosicga. Vino, pues, la noche y la hora acoslumbrada de acudir al torno. donde vinierol1 toclas las criadas de casa, gral1dcs y chicas, l1cgras y blancas, porque todas estaban deseosas dc ver dentm dc su serrallo al senor mllsieo; pero no vino Leo­ nora. y pregnnlando Loaysa pOl' ella. Ic rcspondierou que estaba aeostada con su velado. el eual tenia ccrracla la lJUcrta del aposento donde dormia, eon !lave, y despucs de haber eerrado se la ponia debajo dc la almohada. y que su senora les habia dicho que, en durmicndose el viejo. haria par tomarle la llave maestra y sacarla en cera, quc ya Ilevaha preparada y blanda, y que de alii a un poco habian dc ir a requerirla por una gatera. Maravillado qued6 Loaysa del recata dcl viejo; pero no por esto se Ic desmay6 el deseo; y estando en esto oyo la trompa de Paris. Acudio al pucsto; hallo a sus amigos, que Ie dieron un botecico de ungiiento de la propiedad que Ie habian sig­ nificado: lomolo Loaysa, y dijoles que esperasen un poeo, que les daria la muestra de la llave. Volviose al torno y dijo a la duena, que era la que con mas ahineo mostraba desear su entrada, que se 10 llevase a la senora Leonora, dicicndole la propiedad que tenia y que procurase untar a su marido con tal tiento que no 10 sintiese. y que veria maravillas. Hizolo asi la duena, y, llegandose a la gatera, hallo que estaba Leo­ nora esperando tendida en el suelo de largo a largo, puesto el rostro en la gatera. Llego la duena y, tendiendose de la misma manera, puso la boca en el oido de su senora, y con voz baja Ie dijo que traia el ungiiento S1 y de la manera que habia de pro bar su virtud. Ella tom6 el ungiiento, y respondio a la duena como en ninguna manera podia tomar la llave a su marido, porque no la tenia debajo de la almohada, como solia, sino entre los dos colchones y casi debajo de la mitad de su cuerpo; pero que dijese al maeso que si el ungiiento .'13 e/ ullj.;ilell!O:

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EI texto, liel un ungiiento)),

obraba como el decia, con facilidad sacari las veces que quisiesen, y ansi, no seda en cera. Dijo que fuese a decirlo luego. y que el ungiiento obraba, porque luego luego a su velado. Baj6 la duena a decirlo al maeso Loaysa sus amigos. que esperando la llave estaba pasito, y casi sin osar despedir el aliento Leonora a untar los pulsos del celoso marid unt6 las ventanas de las narices, y cuando pareda que se estremeda, y ella quedo mo que la habia eogido en cl hurto. En efeto, Ie acabo de untar lodos los lugares que Ie sarios, que fue 10 mismo que haberle emb sepultura. Poeo espacio tard6 el alopiado s4 ungiie fiestas sen ales de su virtud, porque luego viejo tan grandes ronquidos, que se pudier musica a los oidos de su esposa mas acordad de su negro; y aun mal segura de 10 que y Ie estremeci6 un poco, y luego mas, y l mas. por ver si despertaba; y a tanto se atr de una parte a otra. sin quc despertase. fue a la gatera de la puerta y, con voz no primera. llamo a la duena, quc alii la esta dijo: -Dame alhricias, hermana, que Carrizale un muerto. _ i,Pues a que aguardas a tomar la lla la duena-. Mira que esta el musico aguard una hora. -Espera, hermana, que ya voy por ella nora. Y volviendo a la cama, metio la mana chones y saco la llave de en medio dellos, sintiesc; y tomandola en sus manos, come de contento, y sin mas esperar abrio la pu a su duena, que la recibio con la mayor a Mando Leonora que fuese a abrir al ml jese a los corredores, porque eIla no osab por 10 que podia suceder; pero que ante S4

a!opiado: opiado; cs italianismo {allofJpiato}


que de nuevo ratificase el juramento que habia hecho de no haeer mas de 10 que el1as Ie ordenasen, y que si no Ie qui­ siese confirmar y hacer de nuevo, en ninguna manera Ie abriesen. -Asi sera -dijo la duefia-; y a fe que no ha de entrar si primero no jura y rejura y besa la eruz seis veees. -No Ie pongas tasa -clijo Leonora-; besela el, y sean las veees que quisiere; pero mira que jure la vida de sus padres y por todo aquel10 que bien quiere, porque con esto esta­ remos seguras y nos hartaremos de oide eanlar y tafier, que en mi anima que 10 hace delieal dalmente. Yanda, no te deten­ gas mas, por que no se nos pase la noche en platieas. Alzose las fafdas la buena duefia, y eon no vista ligereza se puso en el torno, clonde estaba toda 1<\ gcntc dc easa esperandola; y habiendoles mostrado la l1ave que traia, rue tanto el contento de todas, que la alzaron en peso, como a catredatic0 55 , diciendo: «iViva, viva!», y mas cuando les dijo que no habia neccsidad de contrahacer la l1ave, porque segun el untado viejo dormia. bien se podian aprovechar de la de casa Lodas les veces que la quisiesen. -jEa, pues, amiga -dijo una de las doneel1as-, abrase esa puerta y entre este sefior, que ha mucho que aguarda, y demonos un verde de musica 56 que no haya mas que ver! -Mas ha de haber que ver -replico la duefia-: que Ie hemos de tomar juramento, como la otra noehe. -EI es tan bueno --dijo una de las esclavas-. que no re­ parara en juramentos. Abrio a esto la duefia la puerta, y teniendola entreabierta llamo a Loaysa, que todo 10 habia estado escuchando por el agujero del torno; el cual. l1egandose a la puerta, quiso entrarse de golpe; mas poniendole la duefia la mana en el pecho, Ie dijo: -Sabra vuesa merced, sefior mio, que, en Dios y en mi conciencia todas las que estamos dentro de las puertas desta casa somos doncel1as como las madres que nos parieron, ex­ cepto mi sefiora; y aunque yo debo de parecer de cuarenta

anos, no teniendo treinta cumplidos, porque meses y medio, tambien 10 soy, mal pecado; y s vieja, corrimientos 57, trabajos y desabrimientos a los afios, y a veces dos, seglin se les antoja. ansi, como 10 es, no seria razon que a trueco tres, 0 cuatro cantares nos pusiesemos a perde dad como aqui se encierra; porque hasta esta llama Guiomar, es doncella. Asi[es]que, senor vuesa merced nos ha de hacer primero que en reino un muy solene juramento de que no ha d 10 que nosotras Ie ordenaremos; y si Ie parece q que se Ie pide, considcre que es mucho mas tura. Y si es que vuesa merced viene con b poco Ie ha de doler el jurar, que al buen duelen prendas. _ Bien y rebien ha dicho la sefiora Marialo de las doncellas-; en fin, como persona disc en las cosas como se debe; y si es que el s jurar, no entre aca dentro. A esto dijo Guiomar la negra, que no era mu _ Por mi, mas que nunca jura, entre con que aunque mas jura, si adJ. estas, todo olvida. Oyo con gran sosiego Loaysa la arenga de rialonso, y con grave reposo y autoridad respon -Por cierto, sefioras hermanas y compaf nunca mi intento fue, es, ni sera otro que da tento en cuanto mis fuerzas alcanzaren, y 'lsi cuesta arriba este juramento que me piden yo que se fiara algo de mi palabra, porque sona como yo soy, era 10 mismo que hacer guarentigia 59; y quiero hacer saber a vuesa me del say'll hay al 6o , y que debajo de mala cap buen bebedor. Mas para que todas esten seg deseo, determino de jurar como catolico y bu

57 eorrimielll"': "Corrido. cl eonluso y alrenl 0 vcrgiienza» (Cov.). 5K mas que diahlo: Es deeir. aunque no jur

la tal eon{usillll 55 Clllredalico: asi reza el texto. por metittesis. nmy eorriente durante esta cpoea; alzar ell peso quiere deeir !cvanlar en triunfo al recien elegido catcdriitico. coslumbrc universilaria de 13 epoea. 5(1 lUI I'crde de f1111sica: Darsc un verde es "holgarse en ban­ quetes y plaeercs [... J saeiar y hartar I. ·1» (COl'. i; aqui, eelebrarse con musica.

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los diablos; vease M. Moliner. II. pitg. 359a (m eesivo).

59 r;uarelllir;ia: garanlia legal: "se aplica a1 c caritder cjeculiv,)o> (M. Moliner, I, pitg. 1435a). ('<l 0.1. olra eosa.


juro por la intemerata eficacia, doncle mas santa y larga­ mente se contiene, y pOl' las entradas y salidas del santo Libano monte, y pOl' todo aquello que en su proemio encierra la vcr­ dadera historia de Carlomagno, con la muerte del gigante Fierabras, de no salir ni pasar del juramento hecho y del mandamiento de la milS minima y desechada destas seiioras, so pena que si otra cosa hicierc 0 quisierc haecI', desde ahora para entonces y dcsde cntonces para ahora 10 doy pOl' nulo y no hecho n i valedcro" I. Aqui llegaha con su juramcnto el hucn Loaysa, cllanclo una de las dos doncellas, que con atencion Ie hahia cstado cs­ cuehando, dio una gran voz dicienclo: -jEste si que es juramento para entcrncccr las piedras! i Mal haya yo si milS quiero que jures, pues con solo 10 ju­ rado podias entrar en la misma sima de Cabral Y asiendolc de los gregiicseos, Ie metio dentro, y luego todas las demitS se Ie pusicron a la redonda. Luego fue a dar las nuevas a su senora, la eual estaba haeiendo ccntinela al suefio de su esposo, y euando la mensajera Ie dijo que ya subia el mllsico se alegro y se turbo en un punto y pregunto si habia Jurado. Respondiole que si, y con la mits nueva forma de juramento que en su vida habia visto. -Pues si ha Jurado -dijo Leonora-, asido Ie tenemos. jOh, que avisada que anduvc en haeelle que jurase! En esto liego toda la caterva (,2 junta. y el musico en medio, alumbritndolos el negro y Guiomar la negra. Y viendo Loaysa a Leonora, hizo muestras de arrojitrselc a los pies para be­ sarle los manos. Ella, callando, y pOl' seiias Ie hizo levanlar, y todas estaban como mudas, sin osar hablar, temerosas que su senor las oyesc; 10 eual eonsiderado pOl' Loaysa, les dijo que bien podian hablar alto, porque el ungiiento con que es­ taba untado su sefior tenia tal virlud que, fuera de quitar la vida, ponia a un hombre como muerto. -Asi 10 erco yo -dijo Leonora-; que si asi no fuera, ya e1 hubiera despertado veinte veces, segun Ie hacen de suefio sus muchas indisposiciones; pero despues que Ie unte, ronca como un animal. - Pues eso es asi -dijo la dueiia-, vamonos a aquella

hJ I" doy pOl' flul" vU/c'dI'1'O: otra !rase legal, esta de eseri­ ballos y abogados de la epoca.

1>2 wlerl'u: Illuchedlllllbre;

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multituel de personas.

sala frontera, donde podremos oil' cantar a cijarnos un poco. -Vamos -(l1jo Leonora-; pero quedes guarda, que nos avise si Carrizales despiert A 10 cual respondio Guiomar: ~iYo, negra, quedo; blancas, van: Dio Quedose la negra; fueronse a la sala, d estrado, y eogiendo al senor en medio, Y tomando la buena Marialonso una vel de arriba abajo al bueno del musico, y u copete que tiene tan lindo y tan rizado blancura de dientes! jMal aiio para pifi mas blancos ni mas lindos sean!» Otra: grandes y tan rasgados! Y pOl' el siglo de verdes, que no parecen sino que son d alababa la boca, aquella los pies, y toda una menuda anatomia y pepitoria. Sola L miraba, y Ie iba pareeiendo de mejor En esto, la dueiia tomo la guitarra, que la puso en las manos de Loaysa, rogand que cantase unas coplillas que entonces das en Sevilla, que decian:

Madre, la mi madre, guardas me poneis

Cumpliole Loaysa su deseo. Levantarons zaron a hacer pedazos bailando. Sabia y cantolas con mas gusto que buena voz, y

Madre, la mi madre, guardas me poneis, que si yo 110 me guardo 110 me guardareis.

Dicen que esta escri y con gran razon, ser la privacion causa de apetito; crece en infinito encerrado amor; pOl' eso es mejor que no me encerreis; que si yo, etc.


juro por la intemerata eficacia, donde mas santa y larga­ mente se contiene, y por las entradas y salidas del santo Libano monte, y pur todo aquello que en su procmio encierra la vcr­ dadera historia de Carlomagno, con la l11uerte del gigante Fierabras, de no salir ni pasar del juramenta hecho y del mandamiento de la mas minima y desechada destas senoras, so pcna que si otra cosa hiciere () q uisiere haeer, desde ahora para entonces y dcsdc cntonces para ahora 10 doy por nulo y no hecho ni valedero'>l. Aqui llegaba can su juramento el Imen Loaysa, euando una de las dos doneellas, que con ateneion Ie hahia cstado es­ cuchando, dio una gran voz dieicndo: -jEste si que es juramcnto para enterneeer las piedras! jMal haya yo si m[\s quienJ que jures, pues eon s610 10 ju­ rado podias entrar en la misma sima de Cabral Y asiendole de los gregiiescos, Ie meti6 dentm, y luego todas las demas se Ie pusieron a la redonda. Lucgo fue a dar las nuevas a su senora, la eual estaba haciendo eentinela al sueno de su csposo, y cuando la mensajera Ie dijo que ya subia el musico se alegro y se turbo en un punta y pregunt6 si habia jurado. Respondiole que si, y con la mas nueva forma de juramento que en su vida habia visto. -Pues si ha jurado -dijo Leonora--, asido Ie tenemos. jOh, que avisada que anduve en haeelle que jurase! En esto llego toda la caterva 62 junta, y el musico en medio, alumbrandolos el negro y Guiomar la negra. Y viendo Loaysa a Leonora, hizo muestras de arrojarselc a los pies para be­ sarie los manos. Ella, eallando. y por senas Ie hizo levantar, y todas estaban como mudas, sin osar hablar, temerosas que su senor las oyese; 10 eual considerado por Loaysa, les dijo que bien podian hablar alto, porque el ungiiento con que es­ taba untado su senor tenia tal virtud que, fuera de quitar la vida, ponia a un hombre como muerto. -Asi 10 creo yo -dijo Leonora-; que si asi no fuera, ya el hubiera despertado veinte veces, segun Ie hacen de sueno sus muchas indisposiciones; pero despues que Ie unte, ronca como un animal. -Pues eso es asi -dijo la duena-, vamonos a aquella

61 10 doy flor I/ulo .,,,I,,d('f'(): otra frase legal, esta de cscri­ banos y abogados de la epoca. 62 e(l1",v,,: muehcdumbre; multilud de personas.

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sala frontera, don de podremos oir cantar a cijarnos un poco. _ Vamos -ClIjo Leonora-; peru quedes guarda, que nos avise si Carrizales despiert A 10 cual respondio Guiomar: ~-iYo, negra, quedo; blancas, van: Dio Quedose la negra; fuerollse a la sala, d estrado, y cogiendo al senor en medio, Y tomando la buena Marialonso una vel de arriba abajo al bueno del musico, y u copete que tiene tan lindo y tan rizado blancura de dientes! iMal ano para pin mas blancos ni mas lindos sean!» Otra: grandes y tan rasgados! Y por el siglo de verdes, que no parccen sino que son d alababa la boca, aquella los pies, y todas una mcnuda anatomia y pepitoria. Sola L miraba, y Ie iba pareciendo de mejor t En csto, la duena tomo la guitarra, que la puso en las manos de Loaysa, rogand que cantase unas coplillas que entonces das en Sevilla, que decian: Madre, la mi madre, guardas me poneis

Cumpli61e Loaysa su deseo. Levantaronse zaron a hacer pedazos bailando. Sabia y cantolas can mas gusto que buena voz, y f

Madre, la mi madre, guardas me poneis, que si yo no me guardo no me guardareis.

Dicen que esta escrit y con gran razon, ser la privacion causa de apetito; crece en infinito encerrado amar; por eso es mejor que no me encerreis; que si yo, etc.


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5i la voluntad por si no se guarda, no la haran guarda miedo 0 calidad: rompera, en verdad, por la misma muerte, hasta hallar la suerte que vos no entendeis; que si yo, etc. Quien tiene costumbre de ser amorosa, como mariposa se ira tras su lumbre, aunque muchedumbre de guardas Ie pongan, y aunqlle mas propongan de hacer 10 que haceis; que si yo, etc. Es de tal manera la fuerza amorosa, que a la mas hermosa la vuelve en quimera: el pecho de cera, de fuego la gana, las manos de lana, de fieltro los pies; que si yo no me guardo, mal me guardareis. Al fin lIegaban de su canto y baile el corro de las mozas, guiado por la buena duena, cuando lIego Guiomar, la centi­ nela, toda turbada, hiriendo de pie y de mana como si tu­ viera alferecia 63, y, con voz entre ronca y baja, dijo: - jDespierto senor, senora; y, senora, despierto senor, y le­ vantas y viene! Quien ha visto banda de palomas estar comiendo en el campo sin miedo 10 que ajenas manos sembraron, que al fu­ rioso estrepito de disparada escopeta se azora y levanta, y 01­ vidada del pasto, confusa y atonita cruza por los aires, tal

se imagine que quedo la banda y corro de las bailadoras, pasmadas y temerosas, oyendo la no esperada nueva que Guiomar habia traido; y procurando cada una su disculpa y todas juntas su remedio, cual por una y cual por otra parte, se fueron a esconder por los desvanes y rincones de la casa, dejando solo al musico, el cual, dejando la guitarra y el canto, lIeno de turbaci6n, no sabia que hacerse. Torcia Leonora sus hermosas manos; abofeteabase el rostro, aunque blandamente, la senora Marialonso; en fin, todo era confusion, sobresalto y miedo. Pero la duena, como mas as­ tuta y reportada, dio orden que Loaysa se entrase en un apo­ sento suyo, y que ella y su senora se quedarian en la sala, que no faltaria excusa que dar a su senor si alii las hallase. Escondiose luego Loaysa, y la duena se puso atenta a es­ cuchar si su amo venia, y no sintiendo rumor alguno, cobro animo, y poco a poco. paso ante paso, se fue lIegando al aposento donde su senor dormia, y oyo que roncaba como primero, y asegurada de que dormia, alz6 las faldas y volvio corriendo a pedir albrieias a su senora del sueno de su amo, la cual se las mando h4 de muy entera voluntad. No quiso la buena duena perder la coyuntura que la suerte Ie ofrecia de gozar, primero que todas, las gracias que esta se imaginaba que debia tener el musico; y as!, diciendole a Leo­ nora que esperase en la sala en tanto que iba a llamarlo, la dejo y se entro donde el estaba, no menos confuso que pen­ sativo, esperando las nuevas de 10 que hacia el viejo un­ tado. Maldecia la falsedad del ungiiento y quejabase de la cre­ dulidad de sus amigos y del poco advertimiento que habia tenido en no hacer primero la experiencia en otro antcs de hacerla en Carrizales. En esto lIeg6 la duena, y Ie 6S asegur6 que el viejo dar­ mia a mas y mejor. 50sego el pecho y estuvo atento a muchas palabras amorosas que Marialonso Ie dijo, de las cuales coli­ gi6 la mala intenci6n suya, y propuso en Sl de ponerla por anzuelo para pescar a su senora. Y estando los dos en sus platicas, las demas criadas, que estaban escondidas por diver­ sas partes de la casa, una de aqui y otra de alli, volvieron aver si era verdad que su amo habia despertado; y viendo que todo estaba sepultado en silencio, lIegaron a la sala donde habian dejado a su senora, de la cual supieron el sueno de 04

63

126

aiferecfa: Vease Ellicenciado Vidriera, n. 36.

6."

maud(): prometi6; M. MolineI', II. pag. 325b. Ie: El texto, «(sen.

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su amo; y preguntandole por el musico y por la duena, les diio d6nde estaban, y todas, con el mismo silencio que habian traido, se llegaron a escuchar por cntre las puertas 10 que entrambos trataban. No falt6 de la junta Guiomar la negra; cl negro si, porque asi como oy6 que su amo habia despertado, se abraz6 con su guitarra y se fue a esconder en su pajar, y, cubierto con la manta dc su pobre cama. sudaba y trasudaba de miedo; y con todo eso, no dejaba de tentar las cuerdas dc la guitarra: tanta era (encomcndadO' Cl sea a Satanas) la afici6n que tcnia ala musica. Entreoyeron las mozas los requiebros de la vieja, y cada una Ie dijo el nombre de las Pascuas (,(,; ninguna la llam6 vieja que no fuese con su epiteeto y adjetivo de hechicera y de barbuda, de antojadiza y de otros que por buen respecto se callan; pero 10 que. mas risa camara a quien entonces las oyera, eran las razones de Guiomar la negra, que, por ser portuguesa y no muy ladina, era extrana la gracia con que la vituperaba. En efeto, la conclusi6n de la platica de los dos fue que el condecenderia con la voluntad della cuando ella primero Ie entregase a toda su voluntad a su senora. Cuesta arriba se le hizo a la duefia ofrecer 10 que el mu­ sico pedia; perc a trueco de cumplir el deseo que ya se Ie habia apoderado del alma y de los huesos y medula h7 del cuerpo, Ie prometiera los imposibles que pudieran imaginarse. Dej6le, y sali6 a hablar a su senora; y como vio su puerta rodeada de todas las criadas. les dijo que se recogiesen a sus aposentos, que otra noche habria lugar para gozar can menos 0 con ningun sobresalto del musico, que ya aquella noche el alboroto les habia aguado el gusto. Bien entendieron todas que la vieja se queria quedar sola; pero no pudieron dejar de obedecerla, porque las mandaba a todas. Fueronse las criadas, y ella acudi6 a la sala a persuadir a Leonora acudiese a la voluntad de Loaysa, can una larga y tan concertada arenga, que pareci6 que de muchos dias la tenia estudiada. Encareci61e su gentileza, su valor, su 66 ... rwmbre de las Pascuas; «Es decir a alguno palabras inju­ riosas a sensibles" (Aut.); Correas, pag. 691a: "Esto es: los llombres grandes y solencs; llamaronse "bcllacas". "putas", "alcahuetas".» 67 medulas: No era palabra eSdr\ljula en el siglo XVII; «••. pero hoy esta generalizada la barbara acentuaci6n csdrujula, que la Acad. ya da como predominante en 1867" (Corominas. III, pag. 348b).

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donaire y sus muchas gracias. Pint61e de cua serian los abrazos del amante mozo que los asegurandole el secreta y la duraci6n del d cosas semejantes a estas, que el demonio Ie pu llenas de colores ret6ricos, tan demonstrativo movieran no s6lo el coraz6n tiemo y poco simple e incauta Leonora, sino el de un end IOh duenas, nacidas y usadas en el mundo de mil recatadas y buenas intencionesl jOh, gadas tocas, escogidas para autorizar las sal de senoras principales, y cuan al reyeS de usais de vuestro casi ya forzoso oficio! En duena, tanto persuadi6 la duena, que Le Leonora se engan6 y Leonora se perdi6, con todas las prevenciones del discreto Carriz el sueno de la muerte de su homa. Tom6 Marialonso por la mano a su se fuerza, prenados de lagrimas los ojos, la lle estaba, y echillldoles la bendici6n con una ri nio, cerrando tras si la puerta, los dej6 enc puso a dormir en el estrado, 0, por mejor su contento de recudida. Pero como el desve noches la venciese, se qued6 dormida en el es Bueno fuera en esta sazon preguntar a saber que dormia, que ad6nde estaban s catos, sus recelos, sus advertimientos, sus altos muros de su casa, el no haber entrad en sombra, alguien que tuviese nombre d estrecho, las gruesas paredes, las ventanas s miento notable, la gran dote en que a Leon los regalos continuos que la hacia, el buen criadas y esclavas, el no faltar un punto a eI imaginaba que habian menester, que po ya queda dicho que no habia para que pre dormia mas de aqdello que fuera meneste y acaso respondiera, no podia dar mejor res los hombros y enarcar las cejas y decir: «jT par los fundamentos la astucia, a 10 que yo holgazan y vicioso, y la malicia de una f inadvertencia de una muchacha rogada y Dios a cada uno de tales enemigos, co hay escudo de prudencia que defienda n que corte.

_J_


Pero, con todo esto, el valor de Leonora fue tal, que en el tiempo que mas Ie convenia, Ie mostro contra las fuerzas villanas de su astuto enganador, pues no fueron bastantes a vencerla, y 61 se canso en balde, y ella quedo vencedora, y entrambos dormidos. Y. en esto, ordeno el cielo que, a pesar del ungiiento, Carrizales despertase, y como tenia costumbre. tento la cama pOl' todas partes, y no hallando en ella a su querida esposa, saito de la cama despavorido y atonito, con mas ligereza y denuedo que sus muchos aiios prometian. Y cuando en el apossento no hallo a su esposa, y Ie via abierto y que Ie faltaba la Ilave de entre los cokhones. penso perder el juicio. Pero, reportandose un poco, salio al corredor, y de alIi, andando pie ante pie por no ser sentido, lIego a la sala donde la dueiia dormia, y vi6ndola sola, sin Leonora, fue al aposento de la dueiia, y abriendo la puerta muy quedo vio 10 que nunca quisiera haber visto, via 10 que diera por bien empleado no tener ojos para verlo. Vio a Leonora en brazos de Loaysa, durmiendo tan a sueiio suelto como si en ellos obrara la virtud del ungiiento y no en el celoso anciano. Sin pulsos quedo Carrizales con la amarga vista de 10 que miraba; la voz se Ie pego a la garganta, los brazos se Ie cayeron de desmayo, y qued6 hecho una estatua de marmol frio; y aunque la colera hizo su natural oficio, avivandole los casi muertos espiritus, pudo tanto el dolor, que no Ie dejo tomar aliento. Y, con todo eso, tomara la venganza que aquella grande maldad requeria si se hallara con armas para poder tomarla; y asi, determino volverse a su aposento a tomar una daga, y volver a sacar las manchas de su honra con sangre de sus dos enemigos, y aun con toda aquella de toda la gente de su casa. Con esta determinacion honrosa y ne足 cesaria volvio, con el mismo silencio y recato que habia venido, a su estancia, donde Ie apreto el corazon tanto el dolor y la angustia que, sin ser poderoso a otra cosa, se dejo caer desmayado sobre el lecho. Llegose en esto el dia, y cogio a los nuevos ad61teros en足 lazados en la red de sus brazos. Desperto Marialonso, y quiso acudir por 10 que, a su parecer, Ie tocaba; peru viendo que era tarde, quiso dejarlo para la venidera noche. Alborotose Leonora viendo tan entrado el dia, y maldijo su descuido y el de la maldita duena, y las dos, con sobresaltados pasos, fueron donde estaba su esposo, rogando entre dientes al cielo que Ie hallasen todavia ron cando; y cuando Ie vieron encima

de la cama callan do. creyeron que todavia pues dormia, y con gran regocijo se abra otra. Llegosc Leonora a su marido. y asie Ie volvi6 de un lado a otro, pOl' vcr si despe en necesidad de lavarle con vinagre. com nester para que en si volviese. Pero con cl Carriz,ales de su desmayo, y dando un prof una VOl. lamentable y dcsl11ayada dijo: -iDesdichado de ml. y a que tristes term mi fortuna! No enlendi6 bien Leonora 10 que dijo su Ie vio despierl0 y que hablaba, admirada de del ungiienl0 no duraba tanto como habi lleg6 a el, y poniendo sn roslro can el su trechamente abrazado, Ie dijo: -i,Que teneis, senor mio, que me par quejando? Oyo la voz de la dnkc enemiga suya el y abriendo los ojos deseneasadamente, com lesado, los puso cn ella, y con grande ahinco na, la esluvo mirando una gran pieza, al cab -Hacedme placer, senora, lJue luego lue a vues1ros padres de mi parte, porque sie el eorazon, que me da grandisima fatiga, mcnte me va a quitar la vida, y querria me muriese, Sin duda crey6 Leonora ser verdad 10 decia, pensando antes que la fortaleza del que habia visto, Ie tenia en aquel trance; que haria 10 que la mandaba, mando al n punto fuese a lIamar a sus padres, y abraz poso, Ie hacia las mayores caricias que jam preguntandole que era 10 que sentia, con t rosas palabras como si fuera la cosa del mu ba, Ella miraba con el embelesamiento siendole cada palabra 0 caricia que Ie h que Ie atravesaba el alma. Ya la dueiia habia dicho a la gente de la enfermedad de su amo, encareciendoles q momento 68, pues se Ie habia olvidado de

68 momento: de importancia: vease Don Quij gina 28n,

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_ _ _ _ _J _


puertas de la calle cuando el negro sali6 a llamar a los padres de su senora; de la cual embajada asimismo se admiraron, por no haber entrado ninguno dellos en aquella casa despues que casaron a su hija. En fin, todos andaban callados y suspensos, no dando en la verdad de la causa de la indisposici6n de su amo, el cual de rato en rato, tan profunda y dolorosamente suspiraba, que con cada suspiro parecia arrancarsele el alma. Lloraba Leonora por verle de aquella suerte, y reiase el con una risa de persona que estaba fuera de si, considerando la falsedad de sus lagrimas. En esto llegaron los padres de Leonora, y como hallaron la puerta de la calle y la del patio abiertas y la casa se足 pultada en silencio y sola, quedaron admirados con no pe足 queno sobresalto. Fueron al aposento de su yerno, y halla足 ronle, como se ha dicho, siempre davados los ojos en su esposa, a la cual tenia asida de las manos, dcrramando los dos muchas lagrimas; ella, con no mas ocasi6n de verlas derramar a su esposo; el, por ver cuan fingidamente ella las derramaba. Asi como sus padres entraron, habl6 Carrizales, y dijo: -Sientense aqui vuesas mercedes, y todos los demas dejen desocupado este aposento, y s610 quede la senora Marialonso. Hicieronlo asi, y quedando solos los cinco, sin esperar que otro hablase, con sosegada voz, limpiandose los ojos, desta manera dijo Carrizales: - Bien seguro estoy, padres y senores mios, que no ser{\ menester traeros testigos para que me creais una verdad que quiero deciros. Bien se os debe acordar, que no es posible se os haya caido de la memoria, con cuanto amor, con cuan buenas entranas, hace hoy un ano, un mes, cinco dias y nueve horas que me entregastes a vuestra querida hija por legitima mujer mia. Tambien sabeis con cuanta liberalidad la dote, pues fue tal la dote que mas de tres de su misma calidad se pudieran casar con opini6n de ricas. Asimismo se os debe acordar la diligencia que puse en vestirla y adorarla de todo aquello que ella se acerto a desear y yo aleance a saber que Ie convenia. Ni mas ni menos habeis visto, senores como, llevado de mi natural condici6n y temeroso del mal de que, sin duda, he de morir, y experimentado por mi mucha edad en los extranos y varios acaescimientos del mundo, quise guar足 dar esta joya, que yo escogi y vosotros me diste[i]s, con el mayor recato que me fue posible. Alee las murallas desta casa, quite la vista a las ventanas de la calle, doble las cerraduras de

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las puertas, piisele torno, como a monaste tuamente della todo aquello que sombra tuviese. Dile criadas y esdavas que la sirv a elIas ni a ella cuanto quisieron pedirm comuniquele mis mas secretos pensamient mi hacienda. Todas estas eran obras para siderara, yo viviera seguro de gozar sin sob me habia costado y ella procurara no da ningiin genero de temor celoso entrara e Mas como no se puede prevenir con dil castigo que la voluntad divina quiere dar no ponen del todo en todo sus deseos y mucho que yo quede defraudado en las m haya sido el fabricador del veneno que me v Pero porque yeo la suspension en que tod de las palabras de mi boca, quiero condui bulos desta platica con deciros en una pa posible decirse en millares dellas. Digo. todo 10 que he dicho y hecho ha parado e gada halle a esta. nacida en el mundo pa sosiego y fin de mi vida -y esto, senala en los brazos de un gallardo mancebo, desta pestifera duena ahora esta encerrado. Apenas acab6 estas iiltimas palabras C Leonora se Ie cub rio el corazon, y en las su marido se cay6 desmayada. Perdi6 la y a las gargantas de los padres de Leon un nudo que no les dejaba hablar pa guiendo adelante Carrizales, dijo: -La venganza que pienso tomar desta de ser de las que ordinariamente suelen to que, asi como yo fui estremado en 10 q venganza que tomare, tomandola de mi m culpado en este delito; que debiera conside estar ni compadecerse en uno los quince an con los casi ochenta mios. Yo fui el qu de seda, me fabrique la casa donde mu culpo joh nina mal aconsejada! -y dicie y beso el rostro de la desmayada Leon digo, porque persuasiones de viejas taimad mozos enamorados facilmente vencen y tr genio que los pocos anos encierran. Ma mundo yea el valor de los quilates de la


que te quise, en este ultimo trance de mi vida quiero mos­ trarlo de modo que quede en el mundo por ejemplo, si no de bondad, al menos de simplicidad jamas oida ni vista; y asi, quiero que se traiga luego aqui un escribano, para hacer de nuevo mi testamento, en el cual mandan'~ doblar la dote a Leonora y Ie rogan§ que despues de mis dias, que seran bien breves, disponga su voluntad, pues 10 podra hacer sin fuerza, a casarse con aquel mozo, a quien nunca ofendieron las canas dcsle lastimado viejo; y asi vera que, si viviendo, jamas sali un punta de 10 que pude pensar ser su gusto, en la muerte hago 10 mismo, y quiero que Ie tenga con el que ella debe de querer tanto. La demas hacienda man dare a otras obras pias. y a vosotros, senores mios, dejare con que podais vivir honradamente 10 que de la vida os queda. La venida del escribano sea luego. porque la pasion que tengo me aprieta de manera. que a mas andar me va acortando los pasos de la vida. Esto dicho, Ie sobrevino un terrible desmayo, y se dejo caer tan junto de Leonora, que se juntaron los rostros: jextrafto y triste espectaculo para los padres, que a su querida hija y a su amado yerno miraban! No quiso la mala duena es­ perar a las reprehensiones que pense Ie darian los padres de su senora, y asi, se salio del aposento y fue a decir a Loaysa todo 10 que pasaba, aconsejandole que luego al punto se fuese de aquella casa, que ella tendria cuidado de avisarle con el negro 10 que sucediese, pues ya no habia puertas ni lIaves que 10 impidiesen. Admirose Loaysa con tales nuevas, y to­ mando el consejo, volvio a vestirse como pobre y fuese a dar cuenta a sus amigos del extrano y nunca visto suceso de sus amores. En tanto, pues, que los dos estaban transportados, el padre de Leonora envio a lIamar a un escribano amigo suyo, el cual vino a tiempo que ya habian vueIto hija y yerno en su acuer­ do. Hizo Carrizales su testamento en la manera que habia dicho, sin declarar el yerro de Leonora, mas de que por buenos respectos Ie pedia y rogaba se casase, si acaso eI mu­ riese, con aquel mancebo que eI 'Ia habia dicho en secreto. Cuando esto oyo Leonora, se arrojo a los pies de su marido y, saltandole el corazon en el pecho, Ie dijo: - Vivid vos muchos aftos, mi senor y mi bien todo, que puesto caso que no estais obligado a creerme ninguna cosa de las que os dijere, sabed que no os he ofendido sino con el pensamiento. 134

Y comenzando a disculparse y a contar p dad del caso, no pudo mover la lengua, yarse. Abrazola asi desmayada el lastima ronla sus padres; 1I0raron todos tan amarg garon y aun forzaron a que en elias les cribano que hacia el testamento, en el cu a todas las criadas de casa, horras las es y a la falsa de Marialonso no Ie mando otr de su salario; mas, s~a 10 que fuere, el dolo nera, que al seteno dia Ie lIevaron a la sepult Quedo Leonora viuda, llorosa y rica; y peraba que cumpliese 10 que ya el sabia su testamento dejaba mandado, via que den se entro monja en uno de los mas recogid la ciudad. EI, despechado y casi corrido, se Quedaron los padres de Leonora tristisimos laron con 10 que su yerno les habia dejad su testamento. Las criadas se consolaron c esclavas y esclavo, con la libertad; y la ma pobre y defraudada de todos sus malos pens Y yo queM con el deseo de liegar al ejemplo y espejo de 10 poco que hay que nos y paredes cuando queda la voluntad l que hay que confiar de verdes y pocos an oido exhortaciones destas duenas de mon y tocas blancas y luengas. Solo no se qu Leonora no puso mas ahinco en desculpars a su celoso marido cuan limpia y sin ofe en aquel suceso; pero la turbacion Ie a priesa que se dio a morir su marido no dio


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