Pérez-de-Montalbán-1 (1)

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LA l\IAYOR CONFUSION

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A Lope Felix de Vega Carpio, Procurador fiscal de la C dmara A post6lica y su N otario descrito en el A rckivo romano.

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En Ja ~~cimat~rcia parte de sus Comedias de v. m. me dedico una (efecto mas de su amor que de mis me­ ritos), y aunque pagar sin ventajas e1 beneficio pueda llamarse agradeCimiento ingrato, asi 10 sinti6 Seneca: Ingratus est, qui beneficium reddit sine usura. Con todo esto, me parece mas piadosa 1a opini6n de Aristote1es en el VIII de su Filoso!{a moral: Retributio possibilis esse debetr non condigna, y en el segundo libra da 1a discu'ipa: Magistris enim, diis & pfmmtibus no potest reddi cequivalens. Esta novela de La mayor con!1~si6n, ~yo caso tie~ mucha .e.:;.rte de2.erdad,_ reEit~~ a _\': _m~_c.9ll.19 _COS9. s.EY~L~~_e. ~i 10 pOGQ.9. u~ Jle ~J~~I!:~ado. en_!l!}s pacos a!i0s 10 debo._~_s':l:.~o<::~rix:~ ~ .<:uy.os pecl~~s .I~e h~. cria­ ~~...si~E!lpr~, voly.e}.=_al_mar 10. qu_~ 'sali6 de Stl_.::tQ.llng§-n­ cia m~.s~_debc llamar.!es.tittg:i6n que ofrenda. Yo me holgara pareciera de v. m. porque, e~ aeto, de ~ ... ~~ Lope; aunque esto no fuera dificil de creer en muchos, ~~2..J>ensandO=-desfucJ_~.a.1tn!n.?S. .9bras rnJ~~' ~y vjendos~ .; convencidos a que esta.? escritas can acierto, se las atribuy~- v. _errorgr~n~e de' s~ mcJa. inten~i6?!

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puesE~dvierten que mejorindolas de dueno las~­ iis:~; y lomi"Smoque inte~~~_'p~ra des~~!!?ol~rme yie­ IJ~~_~.Yirmedepaneg!ri.c.Q. -Pero ya no me espanto que a m! me atropellen, siendo una bonniga, pues aun en los hombres pro­ vectos y que con eternas vigilias han merecido laure­ les y alabanzas quiere hacer suertes la envidia destos Menipos y Di6genes. Dichoso v. m. .que los castig~ sin ,­ responderlos; y ha vemdo a tiempo que hace gala de la 'persecuci6n, saliendo a la defensa de su causa t.I:~inta ,'y- tres 'Iibros hasta hoy impresos; las comed.LCl$_p~9,n J;;;i1, sin aut~s obra~ !'n::.t.:!~R~,' ~_.~.)en~:~,::: latina ~sin liahir-SlcIo ~atidiiticQ __de,_ Grargatica) en,tiende v. ~n. como la suya propia: los versos ha puesto en ef ~st~do ~~~, hoy tienen. -Ysetesto-- veida:d~ -saber euatro len,guas, haber visto infinitos poetas y. tener de iodas las noticiabastante para hablar en ellas, como si las hubiese profesado, no puede librarse de emu1a­ cione-i y-desatirios:~l'ero cua ii do-Ii -virtud'y-I~ verdad .no-pasaronpor-e;tos acciden tes? Y m~ en opinion de algunos que ponen eI credito de sus obras en el vitu­ pedo de las ajenas. Antigua debe de ser esta costum­ bre, y no segura para los que 1a siguen, pues dice dello San Jeronimo: Vilium fatis hominum est, &: suam lau­

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dem qucerentium alios viles facere. .' V. m. (si sus ocupaciones Ie pennitieren tiempo odoso) se sirva de leer y corregir esta novela con las demas; y si Ie parecieren bien, porque pienso est an escritas COIl cuidado, puede dedr 10 que Ciro, hermano de Arlaxerxes, alabando a Lisandro unos' arboles que eI mismo hab!a puesto: Mea manu sunt lata, pues yo !leva las flores, y v. m. ha~u1tivad~~l?ID~--:...A quien guarde Dios como deseo. Amigo de v. m., EL DOCTOR JUAN PEREZ DE MONTALBAN.


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NOVELA CUARTA En la ilustre villa de Madrid, corte de Felipe IV, tinieo duefio de dos mundos (cuya r-andeza, templos, edifieios y antigtiedades deseribiera'leomo hijo suyo, si el maestro ~ ~ coronista de Su Ma­ jestad, no hubiera cerrado la puerta tan de todo punto a esta materia, que s610 su ingenio, estudio y cuidado 10 pudiera haber conseg}lido cOn tanto acierto, a quien tiene Madrid no poca obligaci6n); en este .mar ~ dezas hubo ~a doneella principal llamada ~aIldia,! que por muerte de S~§i padres?e crl6 de15axo del am­ :paro -d~ deud;-;uyo con mas libertad gue pedia su noble?a; porque como_.nin~9 tenia-~-test.ad b~­ . t~nt::-E~~ sUje~arla, se ,atrevia a much~ casas, qtte, :SI ble!l con la mfiez se libran de ser culpas, son por 10 '~'e"nos escalones para lIegar a otras liviandades. . -EraCasandra "moderadamente hermosa, -pero acom­ pai'iaba su beIIc"za con tal travesura, as! en los ojos como en las acciones, que daba ocasi6n a que todos reparasen

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en su desenfado (que can este nombre disfraza el mundo

la_de~t~n~Jid.aiL de_~~ _riitljeres).E;;~:;:al'l: ~'! _-~o~ ""8<;sio cuanto la Jcdan, rcspondicndo· rna; de i~ que per..:> ~itian sus _afio~. Canfaba can admiraci6n y tenia otras muchas graciasj que el deseo de parecer bien y de verse

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querida Ie obligaba a preciarse de todo con perfecci6n. \on estas partes y diez d_ucados de do!.e__ <!i~ IUEar~<D:!...e mnchos asplrasen_a stl_casamiento:'unos, c§.1)Jivos de ~u _berrn9SJlr.al-y-clrQ~d)retendientes de su riqu-eza~Atodos miraba y a todos e;tret~nfa, m~s-por elansia de que Ia amasen que par estar prendada de alguno; y entre todos, quien s61amente mereci6 Ia ver­ ~ad de suo P~~~!~~_tie!..~rd.Q]pJJW~~~Y.0 y que se ha­ bfacria-d6 can ella, de buena presencia, dE'; mejor cara y de razonable juici~ ---­ . Llevaba Gerardo pesadamente Ia condici6n de su prima, viendo que a todas horas Ie daba muchas pesa­ dumbres, que pudiera excusarIe; porque, aunque Ie amaba, n_o_9.Eerfa por un _a!!?:0I .perder Ia gloria de tan­ ----y .._ _ . _ - - . - ..-.. ...._-­ tos, parecicndole..que mientras una mujer Ie tiene a un hombre, no"Ie-!)f~~-deen--crexarsequerer de ios demas. \ Pero quit6Ie este pensamiento Gerardo, diciendo que '. pues el se contentaba can ver sus ajos, ha~fa ella de ,/ hacer 10 mismo 0 se despidiese de verle en su vida. No pens6 Casandra que pudiera su primo cumplir amante 10 que habfa prometido celoso; y engafi6se, por­ que, anteponiendo Ia obligaci6n de su honor ala fuerza de su deseo, p'as6 quince dias sin verla ni pasar por_dQIlde estuviese. Sin-ti6 'Casandra·esfe-despego, porque aun­ que se holgaba de que los demas Ia solicitasep, como aquel gusto consistfa mas en su vanidad que en su cui­ dado, ninglin arnor pudo con ella tanto que borrase Ia memoria de su ausente primo. Y reparando con mas\ cordura en su peligrosa condici6n, conoci6 que Gerardo se quexaba justamente; y asi, se detennin6 a seguir su gusto, aunque s6Io dudaba haber de ser ella quien Ie ) llamase (que las mujeres, aun cuando agravian, quieren que las desenojen). Mas viendo que para quieil se ve culpada es el atajo echarse a los pies de la piedad, tom6 la pluma y escribi6 un papel, diciendo:

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«Par cierto, senor primo (I), que v. m. esta mas ri­ guroso can mi voluntad que imagine, pues tiene animo para no venne en tantos dias. Yo, a 10 menos, bien pue­ do decir que Ie quiero. mas, pues ya.,me falta aliento para llevar adelante esta ausencia. V. m. se dexe ver, que yo salgo a cualquier partido para que se satisfaga, que nada estimo como su voluntad; a quien guarde el cielo mil aiios y Ie traiga esta tarde a mis ojos, si acaso no hay otros que 10 estorben, que de un hombre en Ma­ drid y cnojado cualquiera cosa puede creerse.~ Can infinito gusto ley6 Gerardo el papel, y luego fue a ver a su hennosa prima y a darla satisfacion de sus honrados celos. Ella Ie recibi6 can los brazos, quedando confirmadas las paces de su amor. Y acordandose Ge­ rardo que Ie habia favorecido tanto aquella tarde que \ ':- .... par divertirse a mirarle, faltando al cuidada de la al­ \,0 --i-mohadilla, esmalt6 1a h~da can su hermosa sangre, se recogi6 a su aposento y escribi6 enamorado estos ver­ sos, que a la siguiente noche cant6 a ~ puerta:

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Prima, si cuando minUs tan cierta mi muerte veis, mas cruel me pareceis cuando mas piadosa est8is. Y aunque par mf despreciais esa fuente de rubi, no es favor, que os presumf tan tirana can los dos,

que os atrevereis a vas por verme morir a mt Mas si enfermastes, bien mfa, de achaque de vuestro amor, justo pareci6 el rigor, honesto fue el desvarlo. Del vuestra salud conffo, que si el calor nedo anduvo,

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Primero, en la edici6n de 1624.

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la sangria cuerda estuvo como en su e!cto se ve; que sin duda en Mayo fu~, pues tantos claveles hubo. Distes licencia al cannin, que se esparci6 tan hennoso, que pudo el suelo dichoso pretender para jardIn. Previno el amor, en fin, un descuido liberal (dulce injuria del cristal) y el hierro a un angel aleve bordo margenes de nieve can arroyos de coral. Mas yo, prima, cuando os vi con mas rosas que solfa, tuve la herida por mfa, pues sus efetos senti; que como la causa fw, me alcanzO tanto dolor, que as perdonara el!igor (si asf se puede decir); porque danne que sentir no parece que fue arnor. , Entendieron los deudos de Gerardo su arnor, y tOdOS> convinieron en que se despachase aRoma por orden del senor Nuncio, para que Su Santidad concediese la dispensaci6n. , Supose entre los arnantes de Casandra (ql1'e eran muchos) este suceso; unos perdieron de todo punto las esperanzas; otros lloraron su corta fortuna, y otros ape­ laron a su nuevo estado. Pew quien 10 sinti6 con mas veras fue don ~rnardo de Zuniga',1 caballero natural de Cordoba, tan gran soldado, que par su espada habra sido capitan de caballos en Flandes. Estaba tan rendido ala belleza de Casandra y a sus hechizos, que Ie falt6.;poco para perder el j uicio y la vida. Era el de mas rneritos entre los que 5610 ten£an nombre de arnantes, y por esta

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razan el mas favoreeido de sus ojos; que como ella no se desdefiaba de eseuehar, de responder y aun de reee­ bir, don Bernardo tenia ereido que seria suya, yean esta esperanza habfa crecido su amor, de suerte que cuando quiso no pudo resistirle. Y asi, esperandola un ura de fiesta al salir de misa~, se lIego a ella turbado y deseolorido, y delante de las,,;> personas que la acompaiiaban la pregunt6 si Ie conoda. / -Sf-respondi6 Casandra-, y se la merced que>\. me habeis heeho, y 10 mucho que os he debido; pero y.a no estoy en tiempo que pueda pagaros esas obIiga­ ClOnes. -Pues 5i me conoceis-Dixo don Bernardo-y 5a-" beis mi amor, tde que ha servido, amando a Gerardo, favoreeerme para dexarme burlado y desvanecido? Es­ tos terminos, Casandra, no son de mujeres tan princi­ pales como vas, que s610 se usan entre las de tan baxos pensamientos que hacen oficio 10 que es gusto. -Basta-replic6 Casandra-, que de atrevido os vais a descortes, sin tener mas ocasi6n que la que os da vuestra soberbia; porque 10 que entre los dos ha pasado s6Io ha sido un entretenimiento honesto, fundado no en voluntad que os tuviese, sino en agradecer la que os de­ bia, pues por ~c~charo~. do-? ~!!es noches en una ~exa, no hiceeseritura de quereros~ Y as! teneis poca razon en_ andar demasiado conmigo, aunque yo os 10 perdonare ~. i can que de hoy mas sepais que Gerardo es mi primo y ha de ser mi esposo, no porque os aventaja en meritos, ·.sino porque 10 he querido desde que nad. Y haced.rne merced de aqui adelante de h1blar en mi honor con mas modestia, porque as puede estar mal otra cosa. -Sf hare, por cierto-respondi6 don Bernardo-, porque hablar en desprecio de las mujeres es de hom­ bres humildes, y yo tengo alguna parte en la casa de 0 Monterrey; mas 10 que no podra consentir mi arnor sera

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que Gerardo ill otro en el mundo os goce mientras tu­ viere esta espada y no se aplacaren mis celos. Qued6 Casandra can pesadumbr~, parque de otras ocasiones conoda la temeridad de don Bernardo y la , colera de su primo. EI cual, sabiendo de una cdada todo

J 10 que habfa pasado, sinti6 como era justa los celosde

","" su honra y el atrevimiento c1e don Bernardo.

En llegando la noche, con un broquel y gU espada

Ie fue a buscar, y no Ie hallando ni en la suya ni en

una casa de juego donde soHa acudir, se puso en la calle

de Casandra, pareciendole que, pues blasonaba de tan

amante, era fuerza acudir a su centro. Sucedi6le a Ge­ rardo como 10 imagino, aunque no como 10 deseaba (que

i I los desengafios en quien ama se buscan, pero no se ape­ \ tecen). Y apenas Ie conocio, cuando sin averiguar la '. verdad, ni esperar satisfaci6n (que 10 uno y 10 otro sue1e parecer cobardfa), saco la espada y se fue para el. Aguardole don Bernardo sosegado y valiente, par ser

el mas diestro que en aquel tiempo se conoda, como en

este 10 es el insigne don Luis Pacheco de Narvaez, gloria

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credito en esta parte, pues ha reducido a ciencia 10 que

hasta ahara ha sido acertar par accidente. Pero como la

destreza obra dificultosamente sin luz, por ser el prin­

cipal media para su execuci6n, no podia don Bernardo

ni hacer 10 que sabia, ni cumplir con el deseo.,de su ven­

ganza. Y cansado de que durase tanto la vida entre

dos celosos, hallandole el broquel un poco alto, Ie meti6

una estocada tan fuerte, que luego Gerardo se imagino

sin vida; y cayen~o a sus pies, Ie pidi6 con afecto cris­

tiano Ie dexase confcsar y arrepentirse de sus culpas.

Acudi6 infinita gente al ruido; sacaron luces de las

ventanas; llego la justicia a tiempo que ya don Bernar­

do se habia favorecido de una iglesia, aunque Ie apro­

vecho poco, pues a pesar suyo Ie sacaron de ella (que en

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tales casas suele ser mas segura la casa de un'embaxa:' dar que Ia de un monasterio). Llevaron a Gerardo a la de su prima, que bafiada en Iagrimas hizo tantos extre­ mos, que di6 mas Iastima ella viva que Gerardo muerto~ Remat6 su sentimiento con un desmayo tar). riguroso, . que en dos dias no pudo volver en sf. ­ ~. 1L~, perdonando primero a su enemigo~' "---- y rogando a sus padres y deudos no Ie hiciesen ofensa. Mas poco Ie correspondieron en esta parte, porque luego procedieron contra el con tanta fuerza, que, a no te­ ner en su favor la Iglesia y el am para de muchos prin.:. cipes que par su valor y sangre estimaban su persona, Ie sucediera una desdicha. Desta manera estuvo en 1a carcel mas de quince meses; Ia Iglesia Ie pedia y los jue­ ces tenian voluntad de darle, si la parte que era pode­ rosa se ablandara y estuviera menos rebel de en el per­ d6n. Y asi, interviniendo la autoridad de muchas per':' ~ sonas graves, procuraron para asegurar el honor de Ca;. / " sandra fuese don Bernardo su esposo, can que cesarian ' \ disgustos y pleitos. Consultaron este pensamiento can ella y respondi6 a los principios aspera y desabrida, quitando a todos la . esperanza de que por aquel camino tuviesen fin los ne­ gocios de don Bernardo. Pero como la firmeza de Ca:1 sandra era tan poco segura y su condici6n tan varia, ( a pocos dfas oy6 can mas piedad_las desdichas de doh o,) Bernardo, porque no tenia animo para estar muoho) tiempo sin consoIarse. Y asi, lastimada del, se resolvi6 a ser suya. Can 10 cual saIi6 libre (si puede llamarse con este nombre a quien se habia desposado en la car.. eel). AIabaron todos la noble piedad de Casandra, y ~ lebraron can fiestas y regocijos el nuevo empleo. Era don Bernardo imaginativo, y como conoda a. Casandra, empez6 a temerla, procurando quitar todas las ocasiones en que pudiese tropezar, si bien no 1a podii


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ir a la mana en las muehas galas y demasiado cuidado de su hermosura; pero pasaba por ello, porque no todas

'I veees Ie es lfcito a un marido da.r a entender a su esposa Ique vive deseonfiado de su virtud (que hay mujer qu~

: haee verdad 10 que se sospeeha, 5610- porque no la culpen

inoeente). D~oso h~, creciendo el \ arnor de los padres con el, y gozandose en esta confor­

midad algunos anos, hasta que la rnuerte (forzoso fin (

de todos los gustos) quit6 la vida a don Bernardo, 0 por

mejor deeir, Ie mataron los celos que padeda y las sos­ pechas que callaba. Sinti6 Casandra esta perdida can extremo, por ser grande el amor que ya Ie habla cobrado; y solamente la sirvi6 de consuela su mjo don Felix, que acompafiaba su soledad y la divertia de sustri'Stezas.

~ra don ..Felix galan y t~u~

-.............__-- -..disereto, . .... . diera envidiarle -la -_ cara cualquiera dama;- tenia linda .. --- - ---. --.

CQI!,:,e!:~a~n y _~~C!...PQr ~xtremo agradable. PIUgiera1

a Dios no 10 fuera tanto, pues di6 ocasi6n (aunque

sin culpa suya) a1 mas extrano delito que ha conocido

el mundo. ­ Pretendlan en este tiempo muchas personas princi­

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era que Casandra tenia un arnor secreto, tan injusto, ' . ~ 'c.' -, . que ella misma estaba con vergiienza de hablar en el;< :":;..f .. :~'.:, ': porque viendo en su propio mjo el entendirniento, elf;'::'~~: .~ 'f:;::·'.·. talle y la gallardia, se dex6 veneer de un pensamiento:>+~: :.~'::~" ',~ tan liviano, que Ie vino a mirar con animo de :gozarle ' ~:::;~'€ ':,.'{.~ deshonestamente. Estaba ya tan ciega, que no Ie daba'~ ·S~t~ .<i;/;:

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lugar este deseo a que pensase en otras casas, ni quisiese divertirse a otros gustos. Y sin poder reducir a raz6n su apetito, se resolvi6 a llegar a los brazos can don Fe- , lix, cosa~e §:.un i}:naginadCl._ofende los <?fdos. Bien echa­ ba de ver que llltentaba un imposible, pero todo 10 faci­ .1itaba su amor; que como la voluntad nace sin ojos, ni mira los inconwnientes ni se recela de los peligros. Tenia Casandra una criada de quien fiaba todo su pecha (cuyo nombre era Lisena), la eual rogo a su se­ nora, yiendola tan desabrida, la diese parte de sus congoxas, que sin duda eran muchas, pues la obligaban a semejantes extremos. -jAy amiga!-respondi6 Casandra-, plugiera aDios fueran mis tristezas, 0 capaces de remedio 0 menos in­ dignas de referirse; mas quiere mi fortuna que las pa­ dczca y calle, para que me cansuma mi propio silencio. Pera mal hago en no contarte 10 que me tiene sin gus­ to, sin salud y sin vida, sabiendo de tu amor que to­ mara. por su cuenta mi desgracia j me aliviara. la pesa­ dumbre, pues quien cscucha piadosamente consuela el alma, ya que no remedia lao pena. Bien se que Ie ha de costar a mi verguenza algunos colores"; pero no habla con ningun extrano: mujer eres como yo y que deseas mi bien. Y supuesta esta verdad, aye la mayor desdicha que puede haberle sucedido a una mujer de mis prendas. :t\ace mi desasosiego y poco gusto, ioh amiga Lisenar.> de amar a un hombre, que con ser tan bueno como yo (y estar cierta de que me qui ere bien, es imposible pueda 19ozarme. Dirasme, (que es la eaUSa de hallar dificultad en 10 que pareee que no la tiene, y mas habiendo igual­ dad y correspondencia de parte de entrambos? Pues para sacarte desta duda, y tambien para que prevengas tu ingenio en mi remedio, 6yeme un rata, aunque des- ,";! pues te espantes de mi liviandad. Yo ama a mi propio hijo; yo adoro a don Felix, y esto, de manera que

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ha de costanne la vida el ver que no puedo executar mi deseo. Yo he procurado estorbarme esta resoluci6n; pero ni el ver que voy contra las Ieyes de la Natura­ leza, ni el considerar que es un intento temerario, y, sabre todo, saber que se ha de enojar el cielo tan grave­ 1118nte, ha sido bastante para olvidar este pensamiento: tanto es 10 que se ha apoderado de mi albedrfo. Mira tu si tengo ocasi6n para llorar y desear mi muerte, ha­ Jlandome en estado que me falta poco para perder la opinion y Ia vida. / Admirada eseueh6 Lisena el indigno amor de Casan­ dra, y despues de haberla persuadido a que Ie borrase de su memoria, la dixo: -Plugiera a Dios, senora mfa, que el amor que me tiene a m! don Felix pudiera remediar el tuyo, que yo

te traspasara algunas finezas; porque ha dado en per­

seguirme de manera que muchas veces, por tener miedo

a sus demasfas, no me atrevo a estar sola delante de sus

ojos. Yean tener los merecimientos que ves, te aseguro

que nunca me he determinado a mirarle can mas volun­

tad que lit f1u~ Ie debo par hijo tuyo y dueno mio. Y tam­

bien 10 que me· ha detenido los pasas es el no estar tan

I libre de una pasion que me consienta otros desvelos..

, Yo quiero bien, y soy pagada; dos casas que me tienen

can rienda los ojos. Hete dicho esto, parque no presu­

mas que par verme querida, haya tenido atrevimiento . para ofender tu casa. ., Con ateneion, y aun can envidia, 1a oy6 Casandra, y del veneno que la pudieran dar los ce1os, mirando go­ zar 10 que ella no mereda, saco medicina que curase los accidentes de su pasion. Y en un punta Ie ofreci6 su entendimiento una traza tan ingeniosa para lograr su :: laseivo deseo, que no pudiera e1 padre de tearo, que fue instrumento de la deshonra de Pasifae, im,eginarla mas a su proposito. Y llamando en secreto a Lisena,Ja

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dixo en breves palabras que s610 en ella estribaba el fin de su deseo, porque con su ayuda sena cierto que Ie cumplirfa. Confusa qued6 Lisena con 1a nueva esperan· sa de su senora, y 10 que la respondi6 fue decir que de su parte estaba dispuesta a intentar por su gusto eual­ quiera osadia, aunque aventurase la vida y la, honra. Entonces Casandra proo;iguio oiciendo: -Supuesto, Lisena, como ttl dices, que no tienes amor a don Felix, te has de mostrar de aquf ade1ante tan reconocida a su amor y tan pagada de su talle, que vcnga a creer Ie tienes aJguna voluntad y prosiga en e1 deseo de gozarte. Y 1a noche que te pareciere Ie has de dar licencia para que te hable en tu aposento. Y esa misma noche estare yo en t'i y gozare can este engano 10 que ha tantos dlas que me tiene como sabes, pues, hallandome sin luz, sera imposible que me conozca. No Ie desagrad6 a Lisena 1a traza, y 1uego empez6 a executarla. Y as! por agradar a quien habfa men ester, como porque Casandra 1a consintiese algunas livianda· des que tenia. Y a pocos lances concert6 con don Felix que en medio del si1encio de 1a noehe entrase sin que nadie Ie sintiese en su aposento, pero con prevenci6n de que hablase poco, porque no Ie escuchase aIguna cria­ da que 1a deseompusiese can su madre. Prometi61a don Felix ser mudo, porque el no babfa de ir a parlar con ella, sino a llegar a sus brazos, en 1~ . cuales se eomuniea e1 alma sin haber menester a la \ lengua. Vino la noche, y aviso Lisena a Casandra; 1a cual aguard6 par galan al mismo que habfa trafdo en sus en­ trafias. Lleg6 e1 engafiado don Felix, y ajeno de seme­ jante maldad, pensando que estaba en los brazos de una eriada, goza 1a belleza de su indigna madre, de la \ '__.-leual se despidi6 arrepentido, como todos. Y Casandra oD qued6 tan corrida y avergonzada consigo misma, que

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\ quisiera haber perdido la vida antes que poner por obra

tan ruin pensamiento. Tallto es el dolor que traen los

gustos dcspues de conseguidos, y mas cuando proceden

,de causa que no puede tener diseulpa; que un delito feo ~- no ha menester mas castigo que corneterse, pues a todas : horas esta abrasando el alma y dando en los ojos con 1a ::,culpa. Ya Casandra pasaba por estos rigores, porque la

Naturaleza misma pareee que se quexaba de su vio­

len cia; y como a las espaldas de la posesi6n viene siem­

pre eI arrepentimiento, no sabia que hacerse para huir

de sf misma, queya era su mayor enemigo. Y no par6

en esto sus desdichas, sucediendola aun pear de 10 que imagin6; porque en su falta de salud y en otras faltas conoci6 que no Ie salfa tan barato su desatino que pu­ diese estar secreto muchos dias. Sinti6se prefiada, y antes que pasase adelante, quiso ~e-deremedios

crueles para arrojar sin tiempo aquel desdichado fruto;

pero no Ie aprovecharon medicinas ni diligencias contra

1a fuerza de su destino. Y as!, considerando euan a pe­

ligro estaba su opinion y que el tiempo habia de des­

cubrir su liviandad, aunque no el autor della, hizo que

dentro de un mes se partiese don Felix a Flandes can

- una ventaja y una letra de dos mil escudos, no sin gusto (~fsuyo porque deseaba ver mundo y salir de Espanf' por ,,.~ber que nunea la patria trata a sus hijos como madre. " Y Iuego, para no verse murmurada del vulgo, de sus parientes y de sus amantes, fingiendo una promesa a Guadalupe, se fue a una pequefia aldea donde tenia Li­ sena a sus padres, y alIi estuvQ secretamente hasta que di6 a 1m una hermosa ~, a quien llam6 ~ ~ xando orden para 9..l,le--.la criaseEL' se volvi6 a su casa,

vivien do despues con tanTa--cordunl. que cobro e1 honor

que tenia perdido en opinion de muchos, que por sus

pocas galas sospechaban mal de su virtud.

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Creeie Diana, y truxola consigo, dando a entender a todos que una noehe la habian hallado las criadas 'a su puerta, y que para divertir la ausencia de don Felix la qucria tener en lugar de lilja. Ya don Felix en este tiempo era muy gran soldado, bienquisto y amado de todos, as! por su valor como par sus muehas gracias; era cortes y liberal, y, sabre todo, tan virtuoso, que siendo soldado ni juraba ni jugaba. Pero como nunea falta un azar que desbarate el sosiego y gusto de un hombre, sucedi6 que estando cierta noehe hablando con una senora flamenca, pas6 por la 2aTfe'""un cal:!alleroque habfa slClo duei'io de aquella a mucho· tiempo; y aunque ya no 10 era (porque la t~Cdama,-vTeridose abor~~~~, ~abla preten.d.ido diver­ tlrse)~-con-todo queria consentir que alguno la solicitase;opor hac-erla' 0 porque a eI Ie pesaba; quews celossuelen despertar la voluntad mas dormi­ d~" La no~he -era algo" oseura, y Por esta oeasien ni el caballero ni dos musicos que traia consigo vieron a don Felix, que abrasado de colera hubiera sacado la espada, aunque estaba solo, si no se 10 impidiera la dama, poniendole 'por delante SU opini6n. Acercaronse los musicos, y en concertando los instrumentos, a pro­ p6sito de 10 que entonces pasaba por su dueno, can­ taron as!: Ya Ueg6. senora, el dia ." en que de mi arnor te cansas, pues sosiegas y descansas sin rnatarte por ser m::"a. Y aunque es forzoso que sienta que del alma me sacaste, siquiera, porque me amaste, me huelgo que estes contenta. Alegrate y no estes triste, que yo podre consolanne, con que no puedes quitanne el arnor que me tuviste;

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que haberme querido bien no me 10 puedes negar, pues yo te vi suspirar y te vi llorar tambien. Y aunque de ti me despidas, yo, Flora, tengo entendido que es mas 10 que me has querido que 10 que ahora me olvidas. Y a tratar verdad aquf, aunque mas cruel te miras, yo se, Flora, que suspiras y que te acuerdas de mt Hanme dicho que a otro quieres, y no es mucho, te prorneto, que eres rnujer, en efeto, y aprendes de las rnujeres. G6cesle por rnuchos afios, que tambien era locura sujetar esa herrnosura a mis desdenes y engai'ios. Pero no pienses que estas por eso en tu amor vengada, que admitir a otro picada es para abrasarte mas. Y si acaso e:. nuevo empleo te diere, Flora, disgusto, escoge un hombre a tu gusto y cliferencia el deseo. Que aunque al honor no es decente,

con tantos puedes hablar

que al fin vengas a topar

alguno que te contente.

Mas no 10 llevani bien

mi amor, porque en caso tal,

despues que Ie trates mal,

pienso que te mira bien.

Picarrne, Flora, has querido,

y no pienso que has errado,

pues quien no te quiso amado

te enamora aborrecido.

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En cantando, se lieg6 el caballero a la rexa, para ver si Ie hablan escl1chado; mas viendo que Ia ocupaba atro, sufriendo mal la conformidad de entrambos, Ie dixo a don Felix se tuviese por avisado de que daba pesadum­ bre en solicitar el cuidado de aquelias rexas, y asi, se excusase de darla, porque podia costarle mucho dis­ gusto hacer otra cosa. -No pienso yo-replica don Felix--que habra run­ guno que me Ie de conociendome. Esta calle es del Rey, que Dios guarde, y esta dama no tan vuestra que pase por 10 que decis; pues es cierto que si os amara no es­ tuviera conmigo. Yo no he de prameter 10 que despues ha de ser imposible que cumpla; y supuesta esta deter­ minaci6n, elegid el medio mas canveniente a vuestro amor como yo no pierda. -El medio sera-respondi6-echaros de la calle a cuchilladas y quitaros despues la vida, para que cesen tantos enfados. -Pankeme que no 10 habeis recabado conmigo-re­ tI plic6 el valiente espafiol-, porque la he sabido defender en otras ocasianes de mas peligro. Y sacando la espada, a los primeros golpes, esmalt6 el arrogan te flamenco con su sangre las piedras. Y viendd que la gente que trafa acudfa a su defensa, Ie fue forrosa \ a don Felix retirarse a la casa de un caballero amigo) suyo, donde estuvo algunos dfas, hasta que sabiendo q~e su enemigo era de los mas principaJes de aquel Es'. fado, y que por esa causa, aunque sanara de la herida, habia de estar can el mismo riesgo, se parti6 a ~~!?}SE; y despues de admirar sus grandezas, determin6"dar la 10

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vuelta a Espana, a gozar su patrimonio y descansar de los trabajos de la guerra. Lleg6 a Madrid, donde Ie recibieron sus deudos y su madre con infinitos regocijos y fiestas. Tendria Diana entonces hasta catorce ailos, y estaba tan bella, que can ser Madrid '~n;g;d~nde menos lucen las hermo­

suras por haber tantas, Diana entre todas tenia opi­

nion. Pregunt6 don Felix quien era; respondi61e Casan­

dra que no la conoda mas padres que al cielo y a su

piedad, y que por llevar con mas blandura el rigor de

su soledad, la habfa criado desde sus tiernos ailos.

Mirola con atencion don Felix, y como para amarla

no era menester sino dexarse mirar, no pudo resistir el

fuego de sus divinos ojos. Y asf en cualquiera ocasion

<'~ ! procuraba darla a entender su amoroso cuidado. Era discreta Diana, y entendiole (que un amor grande can facilidad se conoce) y no la peso, porque no tenia don Felix entendimiento ni talle para que ninguna se des­ agradara de su empleo; aunque viendo la desigualdad que juzgaba haber de par medio, se fue a la mana y rino a sus ojos algunas travesuras, que el recato llama dcs­ . cuidos, por .E9__ .e.mpciia~ en~~5).r ..9.ul? !10 .h_abia. d.f: parar eutin honesto. Pero como en los primeros afios esti el aJmaTan-dispuesta a cualquier voluntad, la de '\: Diana confes6 dentro de su mismo pecho que amaba a \1 I don Felix. EI eual, sufriendo los desdenes de su hermo­ sura, nacidos de su honestidad, no de su desprecio, se

resolvi6 a porfiar hasta vencerla.

Salfa de noche y paseabase por su misma casa, como

si fuera ajena, por no excusarse de las finezas de galan.

Y avisando una noche a ciertos amigos mlisicos para

obligar a la discreta Diana, cantaron entre todos dcsta

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,..' Aunque me mate Diana, ;, . rio estorMis, selvas, mi muerte, ' . . : que pues yo la solicito sin duda que no m~ ofende ." jQue os dire de sus cabellos, . " que con rizos diferentes atrevidamente hechizan, .lisonjerarnente prendenl ,. Basta decir que son suyos, y que DLma los tiene para guarnecer can oro ... -, juridicciones de nieve. De su~ ojos se declros " que quien los mira, los teme; , . . lay de mi, que los he visto, y- he visto en eUos mi muerte! .." '., 5610 consigo campiten, .: .". '" que el Sol no puede ni quiere, ." cbmosabe 10 que valen, intentar desvanecerse; .....:; antes humilde los mira . '~. '-y'por amigos los tiene, , ." por siacaso ha menester .: ',' atguna luz que Ie presten. . ,'.).;,: Las mexillas son de ro$8., " '.' ; :'.<iue sabre el marfil parece , o' ',.:: '" .que quiSo el cielo casar :: ,azucenas y claveles. '~'-:'~::- La~, de nieve y grana, ::' ::-: .es'un aposento breve, :'"caxa de mejores perlas '. " que Neptuno en conchas tiene. -, ..-" < Las manos son de cristal tal). hermoso y transp2.rente, ,: ::. A,ue cn belleza y en blancura '. nodeben nada a la nieve. :(':.. La de!D-3.s que no se toea ,- . I).i.a los ojos se consiente, ,.: ~in duda que es mas perfeto, , ._piles imaginado enciende.. :'.' "~: -',: '. En fin, me ha muerto Diana; .'. . --.':, :'pe:ro ~sto.samente. :2§ .,~~-r~ _'~.~,~ ~-':~~' ._~~:\~~~'J.'~ >. -, .>~;-" ::":";:\(", ~.:- /'c· ~-.

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que sue10 de amores loco agradecerla mi muerte. Mirad si tengo mal gusto y si puede libremente perderse un hombre de bien, si esto puede ser perderse. Y asi, decilda, si acaso a visitaros viniere, que se acuerde de mi arnor y de mis penas se acuerde. Ingrata era Diana a todas estas finezas, porque po­ dia con ella mas su recato que su amor. Y as! Ie dixo una manana que no se cansase e::\ conquistar su pecho, porque serfa mas facil reducir a numero las arenas del dorado Tajo y haDar piedad en las entranas de una pena. Bien pudiera desmentirla su propio coraz6n; pero muchas veces huye una roujer de 10 propio que adora, porque 10 que mas ama suele ser su mayor enemigo. . AIcanz6 Casandra a saber esta voluntad, y turb6le alma el intento de su hijo, por el peligro que habia en

\' que Diana, como muchacha, se dexase veneer de sus

'"palabras. Y asi, llamandola aparte, culp6 el atrevimien­

"10 de milar a don Felix, sabiendo que no podia intentar

sino su deshonra, porque no habra de casarse can una

i mujer que no canada padres; y advirtiese que ella es­ - ,\taba resuelta a casarla tan bien que nadie pensase smo que era hija propia; pero sena con la cond.ici~n de no salir un punto de su obediencia; porque si tenia otro pensamiento, desde luego podia dexar su casa y dispo­ ner de su libertad a su gusto. Respondi61a can lagrimas Ia hermosa Diana que ya sabfa que no merecfa a su senor don Felix, por no cono­ cer a quien la habia dado el ser; pero que tampoco te­ nia raz6n en dedrselo can tanto desprecio, pues en fin' era cosa en que no tenfa culpa, y que mirase que~e que­ xaba injustamente de su honestidad, porque de la mis­

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rna manera que no habfa estado en su mana tener tan sospechoso nacimiento, as! no era culpada en que su \ senor don Felix la amase, si acaso era tenerla amor de­ cirla aJgunas veces cuatro razones mejor sentidas que escuchadas. l\fas si alguna criada con informacion falsa, con envidia 0 can celos, la decfa otra cosa, entendiese que la enganaba; porque en ella no habra mas ocasi6n que tener aquella desgraciada hermosma. Y que para mas satisfacion de su verdad, tratase desde 1uego de darla estado, como no fuese casandola, porque no se sentfa con animo de sufrir un marido. Y pues (com~ ella deda) tenia tanto deseo de remediarla, monasterios habfa en la Corte, donde podia acabar su vida, para librarse de escuchar una afrenta a cualquiera que 1a conociese' l Con muchos abrazos 1a respondio Casandra, agrade­ ciendo 3U santa determinaci6n; porque aunque era ver­ dad que 1a amaba como madre y habia de sentir su ausencia, menos inconvenicnte era \rivir sin ella que {estar a peligro de que don Felix, moze, atrevido yena­ Irnorado, pasase adelantc en su locura, y despues de un I yerro tan grande se siguiese otro mucho mayor, pues I aunque Diana se rcsistiese, la podia, el amor y los \ ruegos 10 sujetan todo. Y con este animo concert6 secretamente en un convento su dote, donde la llev6, y en breves horas troc6 su casa por una celda y sus ga­ las por ~_-h~~jtC!_.Q_~_§an..E.lanc~. • El sentimiento de Diana fue grande, viendose en es­ tado tan diferente de sus intentos y esperanzas; porque siempre las habia tenido de ser esposa de don Felix; tantas eran las muestras de amor que miraba en el. :Mas considerando que fuera mayor torrnento vivir en brazos de un hombre que no fuese don Felix, empez6 a divertir la memoria de los pasados pensamientos, con­ forman dose con su fortuna y entregando la libertad a';; mejor Esposo.

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nora, Ie abri6; pera apenas ley6 la firma, cuando Ie hiro pec1azos (que no es eordura refresear la memoria con I;') que despues ha de dar pesadumbre). Estuvo suspensa un gran rato, imaginando 10 que podia· escribirla un hombre que la habfa querido, y que esperaba perder~ tan presto. Y si va a decir verdad, la peso de haberle rompido. Y juntando turbada los divididos pedazos, . fj dio a cada uno su Iugar y luego ley6 asi: «De tus palabras siempre erei que no me querias; pero de tus ojos nunea me pude persuadir a que no me adorabas. Y en esta parte pienso que son los testi­ gos mas abonados; pero mintieron, hennosa Diana, que, en fin son de mujer, aunque son tuyos. Perdonarne si te hablo atrevido; y pues tengo razen, ni te discuIpes ni me castigues; y advierte que no es mi intento impe­ dir el estado que tienes; que gracias a Dios bien se que es el mas segura, aunque no es el mas faci!o Lo que te quiera preguntar es si mi madre, con algUn genera de violencia, te ha persuadido a que Ie sigas sin gusto tuyo; porque, si es as!, hagote saber que te ha de costar el obedeeerIa vivir desesperada y perder con Ia vida el alma; porque un estado a disgusto no suele tener otros fines. Tiempo tienes, Diana, para volver por tu liber­ tad; y para que yeas si mi arnor es fingido, porque te arno y porque tengo por eierto que vives ahora contra tu voluntad, digo que desde aqui prometa ser tu espo-­ so; que para m! no he menester mas calidad que ~u virtud y tu cara, que si me tienes arnor, can esto te he dicho harto. Tu esposo don Felix.• Admir61e a Diana la resoIuden de don Felix, y como el fuego de su amor, aunque estaba suspendido no estaba muerto, volvio a dar nuevo aliento a las ealientes cenizas. En fin, sali6 decretado de su enten­ dimicnto que era locura vivir descontenta toda la vidi3.£. por hacer el gusto de Casandra; y pocos dfas antes de

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la profesi6n la rogo no se cansase en fiestas ni en pre­ venciones, porque ella no se hallaba can animo de perseverar en aquel estado; fuera de que tenia marido que 10 estorbase. Y en este tiempo vino don Felix, que ya estaba avisado, y confirm6 que Diana era su esposa. Sacaronla luego del monasterio con lagrimas de l todas, y aun con envidia de alguna que se holgara de . i; acompanarla. Qued6 Casandra muerta, y llamand01a en secreto con determinacion de decirla quien era, 1a rog6 no la diese tanto pesar, que se casase con don Felix; porque el dfa que 10 hiciera, seria el Ultimo que 1a habla de ver; y que si queria casarse con otro, pro­ metfa favorecerla con tantas veras que se espantase el mundo de su liberalidad. -Por cierto, senora-replica Diana-, que no aca­ bo de entender la causa que te obliga a sentir tan mal de estas cosas, porque si como tu dices me tienes tanto amor, pareceme que amar a una persona no es qui­ tarla e1 bien que la promete el del0, procurando escu­ recer su fortuna. Y si piensas que obligas a tu hijo estor­ bando Sil arnor, porque mi sangre no Ie iguala, es enga­ no conocido; porque quitarle el gusto mas rnerece el nombre de tiranla. Mi calidad no puedo decir que es mas ni menos, porque ignoro los padres que tuve; pero . como suele un hombre hacer hermoso el objeto que \ ama con la imaginaci6n, aunque no Ie sea, asl don . Felix puede presumir que soy noble, pues no le'cuesta ! mas que encornendarlo a su pensamiento; que harta nobleza me sobra, pues tuve suerte para agradarle. Y si esto cs verdad, ide que sllve ser tan cruel con tu sangre y conmigo; y que siendo tu quien mas habla de alentarme, seas solamente quien me desanime? ~espon_derla quiso Ca~ndra._~Tl_.eL.d~n.~~o; J2ero l~_~r~(ienza y el temor la_pllSleJ~nu~~__a la_g~r­ ganta; qu~~?to de llegar a quitarse una mujer el honor

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a S1 misma es dificultoso en su natur.aleza, Mucho

erraba c~ili~-~;call~;';q~~l1~'verdad, que a todas \

horas la estaba dando voces en el pecho, mas la extra­

\ fieza del delito la disculpa; y as!, viendo resuelta a Diana de gozar por esposo al que era hermano y padre

suyo, buscaba medios que estorbasen el amor de en- /

trambos, Y acordandose de una sefiora a quien don

Felix antes de amar a Diana habia querido, y que se

murmuraba que la debra su homa, se fue a su casa y

la dixo que ella se habia infonnado de que su hijo la \

tenia obligaciones, que no pod!an satisfacerse menos

que can ser su esposo, y que no era justo que se casase can una criada suya, cuyo nacimiento podfa deslucir su sangre, teniendo tan antiguas deud_as_,__ Con justa admiraci6n la escuchc{Fu]genciad (que as!

se llamaba esta dama), y despues d~ ericarece~ el favor

que ]a hacia, y dexar salir algunos suspiros, que la

ingratitud de don Felix tenia depositados en su pecha,

la dixo: -Debe de haber ocho mescs que, salicndo una ma­ nana de Mayo con dos amigas y una criada a curar el

achaque de una opilaci6n, aunque mas can deseo de

ser vista que con animo de tamar el acero, me vi6 don

Felix, y llegando a comprar unos ramilletes en Provin­ cia, donde todas las mananas deste mes i'lay un jardin

portitil, seglin el dixo Ie pared bien; perc engafiaron­ me sus ojos y sus palabras, pues las obras me 10 han r

clicho tan a mi costa, y con despejo de soldado, si bien

con la cortesia que se debe tener can las mujeres, se

lleg6 a mi (0 por mas hermosa 0 par mas desdichada)

con los engafios y lisonjas que en semejantes ocasiones

dicen todos. No pude culparle de atrevido, porque \,...

cuando las mujeres van dando ocasi6n, no es mucho /

que pierdan el respeto a su decoro. Sigui6me toda la manana, galan y cortesano, encareciendo con menti- '-

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ras y amores (que en mi opini6n todo es uno) el que me tenia, hasta que me dex6 en mi calle. Apenas al siguiente dia el amante de Dafne esparda sus rayos, cuando vi a don Felix que estaba a la puerta de mi casa aguardcindome. Sali con mas cuidado, asi en el . vestido como en la cara, pareciendome que ya tenia /.quien me mirase con alguna atenci6n. Llevaba un fal­ l delHn de damasco verde con pretinillas de 10 mismo, I sombrero de color can plumas, pies pequefios con zapa­ \ tos de am bar; y sabre todo, muy poco juicio. Porfi6. don Felix, y en efeto, 10 que result6 fue que, enterne­ cida a sus ruegos, confiada en sus palabras, y 10 que mas es, perdida por su taile, Ie hice duefio de mi honor: tan poderoso es el amor de una mujer, el engafio de un hombre y la ocasi6n de entrambos. Prometi6 ser mi esposQ, si pien no es b.astante disculp<l.-pi'r~~rYerro,' que no la tiene ~a nlUjer que se fla de quien con la fuerza- dercleseo promete .10 gue suele .nega!, arrepen­ tido: "Bien 10 tengo' experimeiitacfo, pues apenas'-me­

g~z6 cuando halle e1 desengafio desta verdad; porque luego empez6 a descuidarse tanto conmigo, que se ...

pasaba muchos dias sin que Ie viese. Lo que entonces sent{ y 10 que 1l0n~ no 10 digo, porque ni se ni puedo. Supe que la causa de olvidarme era por amar can extremo a una criada suya, que sin duda debe de ser esa misma. Vime burlada y aborrecida, dos agravios para una IDujer de bien, los mayores que puede usar la traici6n de los hombres. Procure hablarle por sarier la ocasion que Ie obligaba a semejante ingratitud; mas no 10 pudieron alcanzar mis ruegos ni mis 1clgrim as: que los hombres en viendose culpad'os, por no satisfacer no escuchan; y asi, me oblig6 a decir mis quexas a un papel y mi liviandad a una amiga, para que Ie rifiese sus sinrazones. Pero la respuesta fue de suerte que aun ~ ahora Ia temo. lAy senora mia, si una IDujer cuand:>.

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\,' aventura su opinion se acordara del pago que han dado a otras, que cierto seria que hubiera menos burladas en el mundo! Lo que me respondi6 fue que cuando dixo que me tenia amor, estaba empleado en Diana; y que par despicarse de sus dcsdenes, y parecerle que yo recibia con gusto su vo1untad, habia proseguido en desvanecenne; y ~si!.-E.rocurase alvidar los pensam;en­ .~ (si tenia algunos) de Ser suya~ porque. erairnp9?i- " ble,yde pn~fenderlQ.~61()...P.QdJaseguirse tenerle menos obiiga"do'y"haee"r mas publica" desh~nn;'. "Bie~ me que;clJandO-pasel0s'ojos'por" estas razo­ nes, quisiera tenerle delante para hacerle pedazos y satisfacer con su sangre mi justa venganza. Mas viendo que si ponia en manos de 1a justicia 1a mucha que tenia, era quedar con etema infamia, porque e1 habia de saUr con vitoria de todo, por tener hacienda que Ie solicitase las sentencias, me detennine a callar mi agravio, Esto es, senora, 10 que me debe don Felix; mirad vas si tengo causa bastante para ser suya y para quexarme mientras viviere de su trato y de mi desdicha. Grande fue el contento que recibi6 Casandra con 1a historia de Fulgencia por haber hallado ocasi6n tan fuerte para dividir a Diana yadon Felix. Y asi, des­ pues de consolar a la triste y afligida dama, habl6 a sus padres y les cont6 1a traici6n de su hijo, discul­ pando en todo a.Fulgencia; y prometiendoles que habia de ser su esposo, aunque Ie pesase, porque quien podict' hacer dudoso el pleito era ella, gastando dos mil escu­ dos para librar a su hijo; pero que estaba de tan dife­ rente parecer, que si fuera necesario juraria contra don Felix. De manera que par cualquier camino esta­ ria e1 pleito seguro, pues 10 mas que el podia hacer, si Ia aborreda, era casarse y dexar luego a Espana, y eso importaba poco, pues en cuanto a su honra ya ,~

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lcLfQQIaDa con set 5n !Halide>; y en 10 demas ella tenia seis mil ducados cada ano can que podia haber mode­ radamente para todos. Sintieron los padres de Fulgen­ \ cia su liviandad, mas viendo 10 que Casandra Ies pro­ n\metia, disimularoncuerdarnente; y sin dilatarlo mas, Ihicieron inforrnaci6n con toao secreta. Ya Diana esperaba par puntos a don Felix, que mas enamorado cada dia de sus herrnosos ojos iba abre­ viando su desposorio, y el padre de Fulgencia, pensan­ do que can buenas palabras pudiera reducirle a 10 que despues habla de hacer forzado, se lleg6 a habIarIe, y Ie refiri6 todo 10 que pasaba; mas respondi6Ie don Felix tan colerico y libre, que le obligo a sacar un 11()mbra­ rnient() para prenderle y hacer ~-E:~cleE~_s.~_~n.la. carcellos brios que habia cobrado en Ia soIdadesca. No fill6" quien avisase aaon-F~lix--d~l rie~go que tenia si Ie prendiesen, porque su madre era quien mas Ie per­ segula; y receIandose de alguna violencia, se lleg6 a Diana y diciendola que por quererla tanto era forzoso estar algunos dias sin verla, se despidi6 de sus ojos y de sus brazos. Confusa qued6 Diana escuchando novedad tan gran­ de; mas cuando vi6 que la justicia hacia diligencia para buscarIe, no podia entender 10 que encerraba aque1la enigma. Y aunque la dixeron 1a causa, no quiso creerla. porque del arnor de don Felix Ie pareda irnposible que hubiese mirado otros ojos; pero cuando advirti6 que se ponia el pleito, que don Felix faltaba y que Fulgen­ cia decfa que era su marido, porque las obligaciones que la tenia eran de tal peso que no podian pasar sin paga, creyoIo de suerte que con sus propias manos quiso poner fin a su vida. -lAy ingrato!--deda bafiandose en su mismo al­ fojar-, 2.este es el amor can que me esperabas? Muy bien has pagado rni voluntad, pues sabe Dios que no ---- ,>.--:=> -wi;

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te 10 he merecido; pero sin duda es venganza del cieIo,

que quien dex6 de ser esposa suva par estimarte, bien merece-cualquier castigo. Nunca pense, traidor, que en -, \ los hombres principales habia baxt=z.ai; per~ engane~e, , parque son si esto hacen con nos­ otras, (como nos infaman murmurando de nuestras costumbres y d_e nuestra naturaleza? Una casa sOla­ mente me ha de semr de consue10, y es que ninguno ha de engafianne segunda vez, porque si don FeliX~ cuando esta mas fino y cuando haee tantos generos de locuras, tiene aquesto encubierto, (que puede espe­ rarse de los demas? Pankeme que si e1 estuviera aqui, J me respondiera que no par gozar un hombre de otros brazos, dexa de amar a1 duei'io principal. Pero dixerale yo que menHa, que quien ama de veras no ha de tener animo para mirar otros ojos, aunque sea de burlas, porque la vo1untad, cuando es verdadera, no puede pa­ sar por semejantes traiciones. Confieso que he tenido r~, , mucha culpa en haberte cre!do; pero ~por que no te habfa de creer mil veces, viendote intentar por tu iI ~o~r~:no finezas, sino desatinos? IAh traidor don , tX;stComo te di 1ugar en e1 alma consintiera en otros deseos buena quedara mi honestidad, pues ya e.;asa]eno!iQ~i6n'duda-queen ,~u~Fi~re~yarteteaIa- ' ... bar~s-d~, .h~:Qei_~I)ga,fia{i9J vencido el fecat·o'de- dos t· " ';Ujeres principales? Pues engaMte-tupres-uiici6n, que t~ . a;:rnque que Fulgencia, no por eso me 01vido de mi honor, que amar a un hombre y servirle " hasta perder 1a vida, es eosa justa, y mas si se llama esposo 0 10 solicita; pero aventurar Ia homa antes que t", 10 sea, por cumplir sus locos antojos, no hay voluntad' · 0 aconse]e. -,-' / que 10 mande m. 1 t..~ .' Asi se g,u_exaba la hennosa Diana, pidiendo al cielo ,,' que antes, que --:Je~-v.ie,s-~ en poder de FuIgenci~ a <?_ -a---&(los quitase la vid~~-- " -- -- ,.. ---, :.\

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Pasaronse muchos dfas sin tener nuevas de don Felix; el pleita estaba tan bien solicitado, que 5610 Ie aguardaban para concluirse. Casandra vivla confusa y Fulgcncia con esperanzas de cobrar el honor perdido; mas a todas sae6 de duda una carta que desde Sanlu­ car eseribi6 don Felix a su madre, que deda: ~Pues en v. m. no he tenido madre que me ampare, sino enemigo que me persiga, tenga por cierto que no me venln sus oios en Espana. Manana me embareo con intento de llegar a Lima, que aun en el otro mundo no se si €stare libre de llegar segura de sus erueldades. La razon que me obliga es solamente huir de quien aborrezco, porque me pareee menos peligroso el mar que un easamiento a disgusto. Y si acaso v. m. se hu­ biere cansado de ser tirana eonmigo, dfgale a Diana que siempre me debe una misma voluntad; y si vale el ruego de un ausente, la suplieo no disponga de Ia suya, porque aun no he perdido las esperanzas de ga­ zarIa. De Sanlucar, ete.& Mucha diO que dudar y que sentir esta carta, y mas 'a Fulgencia, que, v,.iendose sin gusto y sin homa, mur­ / / murada de sus deu'dos y martirizada de sus padres, que I a todas horas la aeusaban de f<lei! y liviana, se resolvi6 a hui. de todos en el sagrado de un eonvento, donde estuvo e1 primer ana tan contenta y favoreeida del cieIo, que casi tuvo a ventura su yerra, por haber sido causa de haDar estado tan libre de las desdichas que suelen \ sobrar en el siglo. Y en efeto, olvidada de don~' Felix, hizo su profesion y di6 gracias al cielo de que la habfa alumbrado el alma, cuando estaba mas ajena de reme­ dio y de gusto. Bien diferente 10 pasaba Diana, porque sin pedeI' borrar de 1a memmia. a don Felix y haber ana y media qu~_no Ie via, Ie llorabc: ~omo si se acabase de ausentar. Y 10 que mas la ofendfa era ver a su senora que 1~ per­

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segu{a, porque eligiese estado, Cosa que era imposible viviendo don Felix y estando ya sin el estorbo de Ful­ gencia. Ofreci6sele en cste tiempo a Casandra haeer una ausencia de Madrid por quince dfas, y mirando a Diana con tan poco gusto, no se atrevi6 a decirla que la acompanase, por saber 10 que habfa de responder;/ -:;610 la manc16 que en tanto que estaba ausente pensase

10 que habla de hacer de su vida, porque ya estaba can­

sada de los importunos ruegos de sus amantes, y si a la

vuelta no la hallaba determinada;, podia hacer cuenta

que no la conoda. Fuese con esto y qued6 Diana afligida de ver que era

forzoso ser ingrata a 10 mucho que debfa a su senora.

Y estando una tarde l1orando su fortuna y la ausencia

de don Felix, lieg6 a ella un hombre diciendo que Ie traia un recado de cierta amiga suya, y asegurandose

primero de que era Diana, Ia dixo que en un Iugar de

las Indias estuvo con un caballero, el cual, sabiendo

que venia a Espana, Ie habia rogado Ie diese en secreto

aquel pliego. Tutbada entonces Diana, Iey6 el sobres­

crito, y conociendo que la letra era de su ausente

dueno, Ie respondi6 antes de abrirle:

-Bien pienso que me habreis visto en los ojos el

alma, y asi me puedo excusar de encarecer el gusto que

he recebido; mas porque no quisiera que la gente de

mi casa sospechara algo, no tne detengo con vos y por~

que el deseo de saber 10 que me escribe don Felix D9

me consiente mas cortesia.

-Harto tengo que deciros acerca de su ausencia

-Teplico el criado-, y asf mirad en que ocasi6n puedo

hablaros con menos testigos.

-De dJa sera. imposible---dixo Diana-, porque ten~' go muchos fiscales, que no Bevan bien cualquiera cosa

de don Felix en tocando a esta voluntad; pero si no os

cansais de hacerme merced, venid esta noche Y p.or esta 0

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- 160­

rexa baxa podremos hablar mas seguros y os pagare e1 porte de 1a carta. Despidieronse con este concietto, y Diana, 10ca con 1a nueva alegria, se retir6 a su cuarto, y mas 10 estuvo cuando leyo la carta, porque toda venia llena de hu­ mildades y 1astimas, encareciendo la triste vida que pa­ saba sin su hermosura; pero que tenia confianza de que antes de muchos dias habia de verse en sus brazos, y que el mensajero la darla cuenta de su determinaci6n. En tanto que Diana solenizaba su dicha, se lleg6 la noche y la hora en que habia de saber los varios suce­ sos de don Felix. Bax6 a 1a rexa y vi6 junto a ella un hombre solo, que en sintiendo ruido y conociendo que era Diana, 1a dixo. que por 10 menos no podia acusarle de perezoso, porque habla mas de dos horas que la es­ peraba. -Yo os prometo--respondi6 ella--que tampoco' ha sido descuido mlo, sino advertencia de aguardar a que toda la gente de mi casa se rccoja para poder hab1ar con menos miedo. -Sin e1 no estare yo-replic6 algo turbado e1 hom­ bre-, porque los galanes que conquistan estas paredes son tantos, que si os confieso verdad, mas temor he te­ nido en e1 tiempo que he paseado esta calle que en al­ gunos afios que me ha visto Milan a los ojos de los ene­ migos. Y as! os quisiera suplicar -(si vuesqo amor 10 consiente) se dilate para otro dfa esta conversaci6n, pues estoy, como digo. can algtin recelo por estar solo y no can bastantes armas para defenderme. -No se yo--respondi6 Diana-la ocasi6n que pue­ den haber dado mis ojos a nadie para que mire atrevi­ damente estas rexas; porque os puedo asegurar que desputs que se ausent6 don Felix aun no he tenido animo de preguntar a un espejo por mi hermosura, que en faltando1e a una mujer e1 gusto ni se acuerda de 1a

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cara ni otr05 accidentes. Las pesadumbres, los celos y

las ansias con que me dex6 fueron de manera que, si

no es hoy, no puedo decir que he tenido un hora de

gusto. Esto as he dicho; porque si alguno se desvanece,

no imagineis que soy parte en su locura, porque las

mujeres principales, cuando se empenan en amar a__ !l~

h~re, no es para divertirse a-atros -desve1OS·.-Pero

volviendoavuestro-tem~r, dig;-q~e·rii que vos

esb~is con ese disgusto, ni yo he de pader pasar esta

noche sin hablar en don Felix. Y asi me parece, que

en viendo que no pasa gente, llegareis a esa primera puerta, abriendo con esta llave, y yo os estare aguar­ dando; para que con mas seguridad podais, hasta que lIegue el dla, hacerme el favor que deds. Hizo1o asi, y recibi61e Diana can grandes muestras de alegria; y apenas estuvo dentro, euando vi6 que el hombre que trafa consigo era don Felix. £1 eual, abra­

zandose della, estuvo un gran rata sin poder hablar.

Volvi6 a mirarle Diana, y qued6 tan suspensa, que casi

Ie abrazaba can miedo, pensando que era alguna ilusi6n

de su fantasia, que sue1e con las especies que conserva

de las casas vistas proponer a los ojos una forma seme­

jante a 10 que se desea; y don Felix, par no tenerla

turbada, dixo:

-Despues que supe, Diana, la resoluci6n de Ful­

gencia por aquella pasada travesura, no quise esper~r

los rigores de la justicia, y mas sabiendo 10 mucho que

favorecen las leyes e1 honor de cualquiera mujer. Y

estando en la casa de un amigo can animo de ausen­

tarme, Ie pareci6 a el ya m{ que era mejor media que­

clarme en Madrid, hasta ver el fin que tenian estas

casas, determinandome primero a no salir de una sala

en todo este tiempo. Y para que desconfiada de ser mfa

dispusiese Fulgencia de su voluntad, escribf aquella.\

carta fingiendo que estaba en Sanlucar. Supe despues

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que Fuigencia era religiosa y que habfa profcsado; can que, seguro de mis temorcs, me prometi Ia cierta pose­ sion de tu divina hermosura, y cuando estaba ya dis­ puesto para venir publicamente a mi casa, me dixeron que se ausentaba mi madre por algunos dfas, y porque no pudiese impedir (c.omo otras veces) nuestros amores, aguarde a que se fuese. 1 uego te envie la carta que ayer recebiste, y despues ha sucedido 10 que has vista. Esta es, hermosa Diana, Ia bre\'e relacion de mi historia, que no puedo llamar ausencia, pues siempre he tenido el mismo lugar en tu memoria, Yo te adoro por tu virtud y firmeza, y estoy dispuesto a cumplir Ia pala­ bra que con tanta raz6n te debo; pues por 10 menos ahora ni Casandra 10 puede estorbar ni hay otra Ful­ gencia que 10 impida, Par bien empleado di6 la hermosa Diana cuantos trabajos habia padecido, viendo que paraban en tanto gusto, y dixo a don Felix que ya estaba satisfecha de su voluntad, y que as£, procurase, antes que viniese su senora, trazarlo de modo que no pudiera deshacerio su diligencia; pero advirtiese que primero habfa de ser su esposo, para no aventurarse con peligro de su honesti­ dad, porque en siendo de otra suerte [no] Ia habia de perdonar. Y como don Felix Ia amaba para propia, esti­ mo por favor: aquella honesta resistencia, y la rog6 que Ie esperase y vena con cuanta facilidad la aseguraba. Fue luego en casa de su amigo, y con el un criado y el cura de la misma parroquia volvi6 don de estaba , Diana, y en desposandolos se despidieron, quedando ----' Diana tan contenta de 10 que habia sucedido como ver­ , gonzosa de 10 que Ie espcraba (que aun en las casas '\ que se desean tiene su Iugar eJ. recato), Vino la descuidada Casandra, y hallando tan im­ pensadamente a don Felix, que ya se llama:.ba esposo de Diana, y ~~igi~ndQ-.!?, <iue podna haber p~do

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entre dos que se amaban y no tenian quien los estor­

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base, se qued6 difunta. Y por no hacerse sospechosa con sus hijos, acredit6 la prudente e1ecci6n de entram­

bas; pero cuando se vi6 sola, considerando que ella

tenia la culpa de aquel suceso, se deshada en u!l.per:­

petuo llanto, y se volvia loca, vi~ndOque-c~n-la. licen­

ci<C5ie-~~cien casaao.§esfabanltirit~ todas horas.

-----~------_._--_.- ---- -- - - .~-Dos afios vivi6 Casandra can eternas Iagrimas y

profunda tristeza, hasta que Ia muerte la ataj6 este

sentimiento; porque una enfennedad, aunque de poca

consideraci6n, bast6 a quitarle la vida; que no ha me­

nester mucha causa quien vive muriendo. ~n

F:elix Ia muerte de su madre, y mas 10 que por su oca­

si6Ii-ie~q~~d6que padecer; pues fue Ia mayor desgracia

que Ie puao-sucederaunhombre que tenia tanto arnor,

tanto gusto y tantas obligaciones; porque cuando ya .

C~-esfa...~ea~do con la muerie-,-o'IP:ciLaCOrl-(J

sej ada ~_~.1a_ persona ~l2-n 'guieri,~orrlun.ic6 e~~e _caso. D ! ~nsando,qu~__a~~~fa_~~, Ie llam6 y ~9,~~~peI, diciendo: i

., -Hijo, si acaso este nombre basta a enternecerte,

te mego que hasta que yo haya pasado desta triste "ida, y tenga mi cuerpo aquel breve sepulcro que ha de aposentar a tantos, no Ie leas, y despues Ie mires con atenci6n y adviertas que solamente 10 que en el

te digo me ha puesto en el estado que Yes. Y echandole

mil veces su bendici6n, se volvi6 a un crucifijo, y hacien'f'

do los ojos y el coraz6n 10 que ya no podia la lengua,

se despidi6 el alma de los humanos lazos, con admira­

cion y l3.stima de los presentes. Hizolo as! don Felix,

y despues de haber cumplido con las exequias y honras

ultimas, se recogi6 a su aposcnto, y abriendo el papel

vi6 que con mal formadas letras decfa:

«Don Felix: yo te doy licencia, que cuando leyeres

estos rengiones me tengas por la mujer mas desdichada '.

y mas infame que ha nacido en el mundo. Y porque

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creas mejor esta verdad (que no estoy en tiempo para

no deeirla), has de saber que yo nad con tan mala

inelinaei6n, que euanto miraba me pareda bien; y en

eieto, fill tan loea, liviana y deseompuesta, que ven­

}, cida de un laseivo pensamiento puse los ojos en tu per­

sona; y sabiendo que como mozo mirabas bien enton­ ces a una criada mfa, que llamaban Lisena, trace con

ella que yo te aguardase en su lugar, para que me

:gozases con aquel engano; pero fue tan desgraciada­

~_.:'mente, que luego me senti prenada, cosa que me obligo /a enviarte fuera de Espana y que yo me ausentase de "-¥.il-~d en tanto que salla a luz Diana, que es la que tienes en posesi6n de tu esposa, siendo tu hija por haber­ la engendrado y tu bermana por ser bija mfa; y esta fue la causa porque en tantas oeasiones estorbe tu amor; \ \ ~ro,_e~ fin, pudo mas mi desdicha que mi deseo: Esto te he Glcho, porque des orden de buscar el remedio que mas importe a la seguridad de tu alma y no quieras vivir como barbaro, o ~ o al__ g~_a la Natu­ , raJe~·L

§~~~j~~f~f~~;:~~;~:f~i1 ~.· !.~•_ ~,.i':;.:, ·.~i,

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solaban; pero como suele un hombre (in juicio ni saber . -. -. ,.., }o que llace ni <hrender a 10' que Ie dicen, a~f don Felix·<\~~.~~~.[:

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dad de alj6far sobre las mexillas, que por estar faltas

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- 165 ­

blanca, Ie rogaba que, pues sabia que no podia ella de

tener mas vida que 10 que durase Ia suya, no se la qui­

tase tan rigurosamenteo Volvia a mirarla el afligido

caballero, porque 1a voz Ie Iastimaba el alma y su dueiio tenfa gran imperio en su voIuntad; mas presumiendo que podrfa enojarse su sangre, si la miraba con OjDS d~sposo ~.caanriccli3as d~~~~or~~o,·hU1a d~a Como... )"

Sl..~O Ia a.II1A@";Y5ei.bcr~aI campo a dar voces y quexas

<;ontra la cruetd_aQ..<ie sot! m~gre', pues- pudieci-Callar-su

deshqr.iiiy dexarle vivir c;n aquefengaffo-.----- - ----- . '-Andaba todo eI dia como embelesado, ofendido de tristes irnaginaciones, sin hallar camino por donde pudiese vivir con sosiego; porque contarle 1a causa a su esposa, era escandaJizarla y no caso.. para fia,r:I~_deL secreto de un~~~jer. Vivir con ella y gozarla. ~IrtQ, soHa, em d~r ocasi6n a nucvos._dafioso A:U~EJarse de sus ojo?,.Ilo enLp-osi.b1e. Pues cstar en su c~I?paiii~ ~in ,. . correspon9.t::.I.:.a gus.to.s de. amafite..y_.akudas..de marido, era ha~e~s,e_ s~.s'pechs:>so~~_s.u_a_I!lQ.r_GQILeUa.y aun a dar oca~~n a s~9.e?honra..; que mas de una mujef·p:oi'yer de~~uidad~ a su esposo hi- intentado alglin d~~th.!.o. En fin, eI triste don Felix en todo hallaba inconvenien­ tes y dificultades, vivie!.1_do_~9I~}~ IIlayor.fonfUS!on 9!!e t-:h~ padecido h.~~~n ~Elun~o..; y 10 que mas Ie afli-.

lj,' gfa eran'1irara Diana tan llorosa y muena; que Ie atra­ ~. . vesaba el coraz6n cada vez que 1:1. via, y esto con tanto

r~ extremo, que ocasiun6 su melancolla.. alguna.. d.estem­ ~~: planza en saludJ~;;~m;"~a calcnturadespues de

;;;\." ... --_._---_ . . . _.- :\!~ pcsad~.!.I1J)fe sea _el m9or_ cQntrano que tlellela_

~" ..'ida, du.D Felix, poco a poco, apoder~do ~l coraz6n de

~: unam'oifiirtri;Teza, em pez"6-a· descon.fi'P"..de .la..suya, y

~. °sffi-51rre?asfasen-remedios humanos. porque su malno

~.. tenia, si~odelo, -muf16- dentI-o ae'vemte dfas~

ii, Ta:~ta' f~eiza 'tiene p'ena- arraiga-aa .el t,;r. mascuando .quien Ia."j?asa ~abe se~.tir ~~o debe.

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No sera menester encarecer e1 sentimiento de Diana, supuesto que por tantas causas debia querer a su difun­ to dueno, y asi, por no oir e1 eeo de otras bodas, que fuera hacer'mayor su martirio,se determin6 de ofre­ cerse aDios todaJ acabando la ~~_ ~Qnv_ento~ ---~-------. donde yiyi6 £0p- granae ..aprobaci6n de cuantas admira­ ban su virtud. Cuyo exemplo puede servir de escar­ mie;tQ- a' las muj~IeS~--!llli.liVianamen.te..:-~-.ai.HU~. ofender no- s61~ a Dios, sino a la misma Naturaleza. Pues' no se -pu-~den -esper-ar de 'semejanteS'detemiina­ cfones sino mue"I-ies-; lla_nto:s--y-·ariepeiitlffir~nt9~_~Y_l.Q que es manchar el ~lma y ofender la divina justicia. -

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:<':N DE LA CUARTA NOVELA

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