Pérez-de-Montalbán-2 (1)

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lugar este deseo a que pensase en otras casas, ni quisiese divertirse a otros gustos. Y sin poder reducir a raz6n su apetito, se resolvi6 a llegar a los brazos can don Fe- , lix, cosa~e §:.un i}:naginadCl._ofende los <?fdos. Bien echa­ ba de ver que llltentaba un imposible, pero todo 10 faci­ .1itaba su amor; que como la voluntad nace sin ojos, ni mira los inconwnientes ni se recela de los peligros. Tenia Casandra una criada de quien fiaba todo su pecha (cuyo nombre era Lisena), la eual rogo a su se­ nora, yiendola tan desabrida, la diese parte de sus congoxas, que sin duda eran muchas, pues la obligaban a semejantes extremos. -jAy amiga!-respondi6 Casandra-, plugiera aDios fueran mis tristezas, 0 capaces de remedio 0 menos in­ dignas de referirse; mas quiere mi fortuna que las pa­ dczca y calle, para que me cansuma mi propio silencio. Pera mal hago en no contarte 10 que me tiene sin gus­ to, sin salud y sin vida, sabiendo de tu amor que to­ mara. por su cuenta mi desgracia j me aliviara. la pesa­ dumbre, pues quien cscucha piadosamente consuela el alma, ya que no remedia lao pena. Bien se que Ie ha de costar a mi verguenza algunos colores"; pero no habla con ningun extrano: mujer eres como yo y que deseas mi bien. Y supuesta esta verdad, aye la mayor desdicha que puede haberle sucedido a una mujer de mis prendas. :t\ace mi desasosiego y poco gusto, ioh amiga Lisenar.> de amar a un hombre, que con ser tan bueno como yo (y estar cierta de que me qui ere bien, es imposible pueda 19ozarme. Dirasme, (que es la eaUSa de hallar dificultad en 10 que pareee que no la tiene, y mas habiendo igual­ dad y correspondencia de parte de entrambos? Pues para sacarte desta duda, y tambien para que prevengas tu ingenio en mi remedio, 6yeme un rata, aunque des- ,";! pues te espantes de mi liviandad. Yo ama a mi propio hijo; yo adoro a don Felix, y esto, de manera que

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ha de costanne la vida el ver que no puedo executar mi deseo. Yo he procurado estorbarme esta resoluci6n; pero ni el ver que voy contra las Ieyes de la Natura­ leza, ni el considerar que es un intento temerario, y, sabre todo, saber que se ha de enojar el cielo tan grave­ 1118nte, ha sido bastante para olvidar este pensamiento: tanto es 10 que se ha apoderado de mi albedrfo. Mira tu si tengo ocasi6n para llorar y desear mi muerte, ha­ Jlandome en estado que me falta poco para perder la opinion y Ia vida. / Admirada eseueh6 Lisena el indigno amor de Casan­ dra, y despues de haberla persuadido a que Ie borrase de su memoria, la dixo: -Plugiera a Dios, senora mfa, que el amor que me tiene a m! don Felix pudiera remediar el tuyo, que yo

te traspasara algunas finezas; porque ha dado en per­

seguirme de manera que muchas veces, por tener miedo

a sus demasfas, no me atrevo a estar sola delante de sus

ojos. Yean tener los merecimientos que ves, te aseguro

que nunca me he determinado a mirarle can mas volun­

tad que lit f1u~ Ie debo par hijo tuyo y dueno mio. Y tam­

bien 10 que me· ha detenido los pasas es el no estar tan

I libre de una pasion que me consienta otros desvelos..

, Yo quiero bien, y soy pagada; dos casas que me tienen

can rienda los ojos. Hete dicho esto, parque no presu­

mas que par verme querida, haya tenido atrevimiento . para ofender tu casa. ., Con ateneion, y aun can envidia, 1a oy6 Casandra, y del veneno que la pudieran dar los ce1os, mirando go­ zar 10 que ella no mereda, saco medicina que curase los accidentes de su pasion. Y en un punta Ie ofreci6 su entendimiento una traza tan ingeniosa para lograr su :: laseivo deseo, que no pudiera e1 padre de tearo, que fue instrumento de la deshonra de Pasifae, im,eginarla mas a su proposito. Y llamando en secreto a Lisena,Ja

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dixo en breves palabras que s610 en ella estribaba el fin de su deseo, porque con su ayuda sena cierto que Ie cumplirfa. Confusa qued6 Lisena con 1a nueva esperan· sa de su senora, y 10 que la respondi6 fue decir que de su parte estaba dispuesta a intentar por su gusto eual­ quiera osadia, aunque aventurase la vida y la, honra. Entonces Casandra proo;iguio oiciendo: -Supuesto, Lisena, como ttl dices, que no tienes amor a don Felix, te has de mostrar de aquf ade1ante tan reconocida a su amor y tan pagada de su talle, que vcnga a creer Ie tienes aJguna voluntad y prosiga en e1 deseo de gozarte. Y 1a noche que te pareciere Ie has de dar licencia para que te hable en tu aposento. Y esa misma noche estare yo en t'i y gozare can este engano 10 que ha tantos dlas que me tiene como sabes, pues, hallandome sin luz, sera imposible que me conozca. No Ie desagrad6 a Lisena 1a traza, y 1uego empez6 a executarla. Y as! por agradar a quien habfa men ester, como porque Casandra 1a consintiese algunas livianda· des que tenia. Y a pocos lances concert6 con don Felix que en medio del si1encio de 1a noehe entrase sin que nadie Ie sintiese en su aposento, pero con prevenci6n de que hablase poco, porque no Ie escuchase aIguna cria­ da que 1a deseompusiese can su madre. Prometi61a don Felix ser mudo, porque el no babfa de ir a parlar con ella, sino a llegar a sus brazos, en 1~ . cuales se eomuniea e1 alma sin haber menester a la \ lengua. Vino la noche, y aviso Lisena a Casandra; 1a cual aguard6 par galan al mismo que habfa trafdo en sus en­ trafias. Lleg6 e1 engafiado don Felix, y ajeno de seme­ jante maldad, pensando que estaba en los brazos de una eriada, goza 1a belleza de su indigna madre, de la \ '__.-leual se despidi6 arrepentido, como todos. Y Casandra oD qued6 tan corrida y avergonzada consigo misma, que

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\ quisiera haber perdido la vida antes que poner por obra

tan ruin pensamiento. Tallto es el dolor que traen los

gustos dcspues de conseguidos, y mas cuando proceden

,de causa que no puede tener diseulpa; que un delito feo ~- no ha menester mas castigo que corneterse, pues a todas : horas esta abrasando el alma y dando en los ojos con 1a ::,culpa. Ya Casandra pasaba por estos rigores, porque la

Naturaleza misma pareee que se quexaba de su vio­

len cia; y como a las espaldas de la posesi6n viene siem­

pre eI arrepentimiento, no sabia que hacerse para huir

de sf misma, queya era su mayor enemigo. Y no par6

en esto sus desdichas, sucediendola aun pear de 10 que imagin6; porque en su falta de salud y en otras faltas conoci6 que no Ie salfa tan barato su desatino que pu­ diese estar secreto muchos dias. Sinti6se prefiada, y antes que pasase adelante, quiso ~e-deremedios

crueles para arrojar sin tiempo aquel desdichado fruto;

pero no Ie aprovecharon medicinas ni diligencias contra

1a fuerza de su destino. Y as!, considerando euan a pe­

ligro estaba su opinion y que el tiempo habia de des­

cubrir su liviandad, aunque no el autor della, hizo que

dentro de un mes se partiese don Felix a Flandes can

- una ventaja y una letra de dos mil escudos, no sin gusto (~fsuyo porque deseaba ver mundo y salir de Espanf' por ,,.~ber que nunea la patria trata a sus hijos como madre. " Y Iuego, para no verse murmurada del vulgo, de sus parientes y de sus amantes, fingiendo una promesa a Guadalupe, se fue a una pequefia aldea donde tenia Li­ sena a sus padres, y alIi estuvQ secretamente hasta que di6 a 1m una hermosa ~, a quien llam6 ~ ~ xando orden para 9..l,le--.la criaseEL' se volvi6 a su casa,

vivien do despues con tanTa--cordunl. que cobro e1 honor

que tenia perdido en opinion de muchos, que por sus

pocas galas sospechaban mal de su virtud.

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Creeie Diana, y truxola consigo, dando a entender a todos que una noehe la habian hallado las criadas 'a su puerta, y que para divertir la ausencia de don Felix la qucria tener en lugar de lilja. Ya don Felix en este tiempo era muy gran soldado, bienquisto y amado de todos, as! por su valor como par sus muehas gracias; era cortes y liberal, y, sabre todo, tan virtuoso, que siendo soldado ni juraba ni jugaba. Pero como nunea falta un azar que desbarate el sosiego y gusto de un hombre, sucedi6 que estando cierta noehe hablando con una senora flamenca, pas6 por la 2aTfe'""un cal:!alleroque habfa slClo duei'io de aquella a mucho· tiempo; y aunque ya no 10 era (porque la t~Cdama,-vTeridose abor~~~~, ~abla preten.d.ido diver­ tlrse)~-con-todo queria consentir que alguno la solicitase;opor hac-erla' 0 porque a eI Ie pesaba; quews celossuelen despertar la voluntad mas dormi­ d~" La no~he -era algo" oseura, y Por esta oeasien ni el caballero ni dos musicos que traia consigo vieron a don Felix, que abrasado de colera hubiera sacado la espada, aunque estaba solo, si no se 10 impidiera la dama, poniendole 'por delante SU opini6n. Acercaronse los musicos, y en concertando los instrumentos, a pro­ p6sito de 10 que entonces pasaba por su dueno, can­ taron as!: Ya Ueg6. senora, el dia ." en que de mi arnor te cansas, pues sosiegas y descansas sin rnatarte por ser m::"a. Y aunque es forzoso que sienta que del alma me sacaste, siquiera, porque me amaste, me huelgo que estes contenta. Alegrate y no estes triste, que yo podre consolanne, con que no puedes quitanne el arnor que me tuviste;

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que haberme querido bien no me 10 puedes negar, pues yo te vi suspirar y te vi llorar tambien. Y aunque de ti me despidas, yo, Flora, tengo entendido que es mas 10 que me has querido que 10 que ahora me olvidas. Y a tratar verdad aquf, aunque mas cruel te miras, yo se, Flora, que suspiras y que te acuerdas de mt Hanme dicho que a otro quieres, y no es mucho, te prorneto, que eres rnujer, en efeto, y aprendes de las rnujeres. G6cesle por rnuchos afios, que tambien era locura sujetar esa herrnosura a mis desdenes y engai'ios. Pero no pienses que estas por eso en tu amor vengada, que admitir a otro picada es para abrasarte mas. Y si acaso e:. nuevo empleo te diere, Flora, disgusto, escoge un hombre a tu gusto y cliferencia el deseo. Que aunque al honor no es decente,

con tantos puedes hablar

que al fin vengas a topar

alguno que te contente.

Mas no 10 llevani bien

mi amor, porque en caso tal,

despues que Ie trates mal,

pienso que te mira bien.

Picarrne, Flora, has querido,

y no pienso que has errado,

pues quien no te quiso amado

te enamora aborrecido.

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Mas aunque muera por ti, no te 10 dare a entender, porque no me quiera ver como te viste por mt

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En cantando, se lieg6 el caballero a la rexa, para ver si Ie hablan escl1chado; mas viendo que Ia ocupaba atro, sufriendo mal la conformidad de entrambos, Ie dixo a don Felix se tuviese por avisado de que daba pesadum­ bre en solicitar el cuidado de aquelias rexas, y asi, se excusase de darla, porque podia costarle mucho dis­ gusto hacer otra cosa. -No pienso yo-replica don Felix--que habra run­ guno que me Ie de conociendome. Esta calle es del Rey, que Dios guarde, y esta dama no tan vuestra que pase por 10 que decis; pues es cierto que si os amara no es­ tuviera conmigo. Yo no he de prameter 10 que despues ha de ser imposible que cumpla; y supuesta esta deter­ minaci6n, elegid el medio mas canveniente a vuestro amor como yo no pierda. -El medio sera-respondi6-echaros de la calle a cuchilladas y quitaros despues la vida, para que cesen tantos enfados. -Pankeme que no 10 habeis recabado conmigo-re­ tI plic6 el valiente espafiol-, porque la he sabido defender en otras ocasianes de mas peligro. Y sacando la espada, a los primeros golpes, esmalt6 el arrogan te flamenco con su sangre las piedras. Y viendd que la gente que trafa acudfa a su defensa, Ie fue forrosa \ a don Felix retirarse a la casa de un caballero amigo) suyo, donde estuvo algunos dfas, hasta que sabiendo q~e su enemigo era de los mas principaJes de aquel Es'. fado, y que por esa causa, aunque sanara de la herida, habia de estar can el mismo riesgo, se parti6 a ~~!?}SE; y despues de admirar sus grandezas, determin6"dar la 10

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vuelta a Espana, a gozar su patrimonio y descansar de los trabajos de la guerra. Lleg6 a Madrid, donde Ie recibieron sus deudos y su madre con infinitos regocijos y fiestas. Tendria Diana entonces hasta catorce ailos, y estaba tan bella, que can ser Madrid '~n;g;d~nde menos lucen las hermo­

suras por haber tantas, Diana entre todas tenia opi­

nion. Pregunt6 don Felix quien era; respondi61e Casan­

dra que no la conoda mas padres que al cielo y a su

piedad, y que por llevar con mas blandura el rigor de

su soledad, la habfa criado desde sus tiernos ailos.

Mirola con atencion don Felix, y como para amarla

no era menester sino dexarse mirar, no pudo resistir el

fuego de sus divinos ojos. Y asf en cualquiera ocasion

<'~ ! procuraba darla a entender su amoroso cuidado. Era discreta Diana, y entendiole (que un amor grande can facilidad se conoce) y no la peso, porque no tenia don Felix entendimiento ni talle para que ninguna se des­ agradara de su empleo; aunque viendo la desigualdad que juzgaba haber de par medio, se fue a la mana y rino a sus ojos algunas travesuras, que el recato llama dcs­ . cuidos, por .E9__ .e.mpciia~ en~~5).r ..9.ul? !10 .h_abia. d.f: parar eutin honesto. Pero como en los primeros afios esti el aJmaTan-dispuesta a cualquier voluntad, la de '\: Diana confes6 dentro de su mismo pecho que amaba a \1 I don Felix. EI eual, sufriendo los desdenes de su hermo­ sura, nacidos de su honestidad, no de su desprecio, se

resolvi6 a porfiar hasta vencerla.

Salfa de noche y paseabase por su misma casa, como

si fuera ajena, por no excusarse de las finezas de galan.

Y avisando una noche a ciertos amigos mlisicos para

obligar a la discreta Diana, cantaron entre todos dcsta

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,..' Aunque me mate Diana, ;, . rio estorMis, selvas, mi muerte, ' . . : que pues yo la solicito sin duda que no m~ ofende ." jQue os dire de sus cabellos, . " que con rizos diferentes atrevidamente hechizan, .lisonjerarnente prendenl ,. Basta decir que son suyos, y que DLma los tiene para guarnecer can oro ... -, juridicciones de nieve. De su~ ojos se declros " que quien los mira, los teme; , . . lay de mi, que los he visto, y- he visto en eUos mi muerte! .." '., 5610 consigo campiten, .: .". '" que el Sol no puede ni quiere, ." cbmosabe 10 que valen, intentar desvanecerse; .....:; antes humilde los mira . '~. '-y'por amigos los tiene, , ." por siacaso ha menester .: ',' atguna luz que Ie presten. . ,'.).;,: Las mexillas son de ro$8., " '.' ; :'.<iue sabre el marfil parece , o' ',.:: '" .que quiSo el cielo casar :: ,azucenas y claveles. '~'-:'~::- La~, de nieve y grana, ::' ::-: .es'un aposento breve, :'"caxa de mejores perlas '. " que Neptuno en conchas tiene. -, ..-" < Las manos son de cristal tal). hermoso y transp2.rente, ,: ::. A,ue cn belleza y en blancura '. nodeben nada a la nieve. :(':.. La de!D-3.s que no se toea ,- . I).i.a los ojos se consiente, ,.: ~in duda que es mas perfeto, , ._piles imaginado enciende.. :'.' "~: -',: '. En fin, me ha muerto Diana; .'. . --.':, :'pe:ro ~sto.samente. :2§ .,~~-r~ _'~.~,~ ~-':~~' ._~~:\~~~'J.'~ >. -, .>~;-" ::":";:\(", ~.:- /'c· ~-.

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que sue10 de amores loco agradecerla mi muerte. Mirad si tengo mal gusto y si puede libremente perderse un hombre de bien, si esto puede ser perderse. Y asi, decilda, si acaso a visitaros viniere, que se acuerde de mi arnor y de mis penas se acuerde. Ingrata era Diana a todas estas finezas, porque po­ dia con ella mas su recato que su amor. Y as! Ie dixo una manana que no se cansase e::\ conquistar su pecho, porque serfa mas facil reducir a numero las arenas del dorado Tajo y haDar piedad en las entranas de una pena. Bien pudiera desmentirla su propio coraz6n; pero muchas veces huye una roujer de 10 propio que adora, porque 10 que mas ama suele ser su mayor enemigo. . AIcanz6 Casandra a saber esta voluntad, y turb6le alma el intento de su hijo, por el peligro que habia en

\' que Diana, como muchacha, se dexase veneer de sus

'"palabras. Y asi, llamandola aparte, culp6 el atrevimien­

"10 de milar a don Felix, sabiendo que no podia intentar

sino su deshonra, porque no habra de casarse can una

i mujer que no canada padres; y advirtiese que ella es­ - ,\taba resuelta a casarla tan bien que nadie pensase smo que era hija propia; pero sena con la cond.ici~n de no salir un punto de su obediencia; porque si tenia otro pensamiento, desde luego podia dexar su casa y dispo­ ner de su libertad a su gusto. Respondi61a can lagrimas Ia hermosa Diana que ya sabfa que no merecfa a su senor don Felix, por no cono­ cer a quien la habia dado el ser; pero que tampoco te­ nia raz6n en dedrselo can tanto desprecio, pues en fin' era cosa en que no tenfa culpa, y que mirase que~e que­ xaba injustamente de su honestidad, porque de la mis­

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