Pérez-de-Montalbán-4 (1)

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segu{a, porque eligiese estado, Cosa que era imposible viviendo don Felix y estando ya sin el estorbo de Ful­ gencia. Ofreci6sele en cste tiempo a Casandra haeer una ausencia de Madrid por quince dfas, y mirando a Diana con tan poco gusto, no se atrevi6 a decirla que la acompanase, por saber 10 que habfa de responder;/ -:;610 la manc16 que en tanto que estaba ausente pensase

10 que habla de hacer de su vida, porque ya estaba can­

sada de los importunos ruegos de sus amantes, y si a la

vuelta no la hallaba determinada;, podia hacer cuenta

que no la conoda. Fuese con esto y qued6 Diana afligida de ver que era

forzoso ser ingrata a 10 mucho que debfa a su senora.

Y estando una tarde l1orando su fortuna y la ausencia

de don Felix, lieg6 a ella un hombre diciendo que Ie traia un recado de cierta amiga suya, y asegurandose

primero de que era Diana, Ia dixo que en un Iugar de

las Indias estuvo con un caballero, el cual, sabiendo

que venia a Espana, Ie habia rogado Ie diese en secreto

aquel pliego. Tutbada entonces Diana, Iey6 el sobres­

crito, y conociendo que la letra era de su ausente

dueno, Ie respondi6 antes de abrirle:

-Bien pienso que me habreis visto en los ojos el

alma, y asi me puedo excusar de encarecer el gusto que

he recebido; mas porque no quisiera que la gente de

mi casa sospechara algo, no tne detengo con vos y por~

que el deseo de saber 10 que me escribe don Felix D9

me consiente mas cortesia.

-Harto tengo que deciros acerca de su ausencia

-Teplico el criado-, y asf mirad en que ocasi6n puedo

hablaros con menos testigos.

-De dJa sera. imposible---dixo Diana-, porque ten~' go muchos fiscales, que no Bevan bien cualquiera cosa

de don Felix en tocando a esta voluntad; pero si no os

cansais de hacerme merced, venid esta noche Y p.or esta 0

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rexa baxa podremos hablar mas seguros y os pagare e1 porte de 1a carta. Despidieronse con este concietto, y Diana, 10ca con 1a nueva alegria, se retir6 a su cuarto, y mas 10 estuvo cuando leyo la carta, porque toda venia llena de hu­ mildades y 1astimas, encareciendo la triste vida que pa­ saba sin su hermosura; pero que tenia confianza de que antes de muchos dias habia de verse en sus brazos, y que el mensajero la darla cuenta de su determinaci6n. En tanto que Diana solenizaba su dicha, se lleg6 la noche y la hora en que habia de saber los varios suce­ sos de don Felix. Bax6 a 1a rexa y vi6 junto a ella un hombre solo, que en sintiendo ruido y conociendo que era Diana, 1a dixo. que por 10 menos no podia acusarle de perezoso, porque habla mas de dos horas que la es­ peraba. -Yo os prometo--respondi6 ella--que tampoco' ha sido descuido mlo, sino advertencia de aguardar a que toda la gente de mi casa se rccoja para poder hab1ar con menos miedo. -Sin e1 no estare yo-replic6 algo turbado e1 hom­ bre-, porque los galanes que conquistan estas paredes son tantos, que si os confieso verdad, mas temor he te­ nido en e1 tiempo que he paseado esta calle que en al­ gunos afios que me ha visto Milan a los ojos de los ene­ migos. Y as! os quisiera suplicar -(si vuesqo amor 10 consiente) se dilate para otro dfa esta conversaci6n, pues estoy, como digo. can algtin recelo por estar solo y no can bastantes armas para defenderme. -No se yo--respondi6 Diana-la ocasi6n que pue­ den haber dado mis ojos a nadie para que mire atrevi­ damente estas rexas; porque os puedo asegurar que desputs que se ausent6 don Felix aun no he tenido animo de preguntar a un espejo por mi hermosura, que en faltando1e a una mujer e1 gusto ni se acuerda de 1a

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cara ni otr05 accidentes. Las pesadumbres, los celos y

las ansias con que me dex6 fueron de manera que, si

no es hoy, no puedo decir que he tenido un hora de

gusto. Esto as he dicho; porque si alguno se desvanece,

no imagineis que soy parte en su locura, porque las

mujeres principales, cuando se empenan en amar a__ !l~

h~re, no es para divertirse a-atros -desve1OS·.-Pero

volviendoavuestro-tem~r, dig;-q~e·rii que vos

esb~is con ese disgusto, ni yo he de pader pasar esta

noche sin hablar en don Felix. Y asi me parece, que

en viendo que no pasa gente, llegareis a esa primera puerta, abriendo con esta llave, y yo os estare aguar­ dando; para que con mas seguridad podais, hasta que lIegue el dla, hacerme el favor que deds. Hizo1o asi, y recibi61e Diana can grandes muestras de alegria; y apenas estuvo dentro, euando vi6 que el hombre que trafa consigo era don Felix. £1 eual, abra­

zandose della, estuvo un gran rata sin poder hablar.

Volvi6 a mirarle Diana, y qued6 tan suspensa, que casi

Ie abrazaba can miedo, pensando que era alguna ilusi6n

de su fantasia, que sue1e con las especies que conserva

de las casas vistas proponer a los ojos una forma seme­

jante a 10 que se desea; y don Felix, par no tenerla

turbada, dixo:

-Despues que supe, Diana, la resoluci6n de Ful­

gencia por aquella pasada travesura, no quise esper~r

los rigores de la justicia, y mas sabiendo 10 mucho que

favorecen las leyes e1 honor de cualquiera mujer. Y

estando en la casa de un amigo can animo de ausen­

tarme, Ie pareci6 a el ya m{ que era mejor media que­

clarme en Madrid, hasta ver el fin que tenian estas

casas, determinandome primero a no salir de una sala

en todo este tiempo. Y para que desconfiada de ser mfa

dispusiese Fulgencia de su voluntad, escribf aquella.\

carta fingiendo que estaba en Sanlucar. Supe despues

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que Fuigencia era religiosa y que habfa profcsado; can que, seguro de mis temorcs, me prometi Ia cierta pose­ sion de tu divina hermosura, y cuando estaba ya dis­ puesto para venir publicamente a mi casa, me dixeron que se ausentaba mi madre por algunos dfas, y porque no pudiese impedir (c.omo otras veces) nuestros amores, aguarde a que se fuese. 1 uego te envie la carta que ayer recebiste, y despues ha sucedido 10 que has vista. Esta es, hermosa Diana, Ia bre\'e relacion de mi historia, que no puedo llamar ausencia, pues siempre he tenido el mismo lugar en tu memoria, Yo te adoro por tu virtud y firmeza, y estoy dispuesto a cumplir Ia pala­ bra que con tanta raz6n te debo; pues por 10 menos ahora ni Casandra 10 puede estorbar ni hay otra Ful­ gencia que 10 impida, Par bien empleado di6 la hermosa Diana cuantos trabajos habia padecido, viendo que paraban en tanto gusto, y dixo a don Felix que ya estaba satisfecha de su voluntad, y que as£, procurase, antes que viniese su senora, trazarlo de modo que no pudiera deshacerio su diligencia; pero advirtiese que primero habfa de ser su esposo, para no aventurarse con peligro de su honesti­ dad, porque en siendo de otra suerte [no] Ia habia de perdonar. Y como don Felix Ia amaba para propia, esti­ mo por favor: aquella honesta resistencia, y la rog6 que Ie esperase y vena con cuanta facilidad la aseguraba. Fue luego en casa de su amigo, y con el un criado y el cura de la misma parroquia volvi6 don de estaba , Diana, y en desposandolos se despidieron, quedando ----' Diana tan contenta de 10 que habia sucedido como ver­ , gonzosa de 10 que Ie espcraba (que aun en las casas '\ que se desean tiene su Iugar eJ. recato), Vino la descuidada Casandra, y hallando tan im­ pensadamente a don Felix, que ya se llama:.ba esposo de Diana, y ~~igi~ndQ-.!?, <iue podna haber p~do

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entre dos que se amaban y no tenian quien los estor­

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base, se qued6 difunta. Y por no hacerse sospechosa con sus hijos, acredit6 la prudente e1ecci6n de entram­

bas; pero cuando se vi6 sola, considerando que ella

tenia la culpa de aquel suceso, se deshada en u!l.per:­

petuo llanto, y se volvia loca, vi~ndOque-c~n-la. licen­

ci<C5ie-~~cien casaao.§esfabanltirit~ todas horas.

-----~------_._--_.- ---- -- - - .~-Dos afios vivi6 Casandra can eternas Iagrimas y

profunda tristeza, hasta que Ia muerte la ataj6 este

sentimiento; porque una enfennedad, aunque de poca

consideraci6n, bast6 a quitarle la vida; que no ha me­

nester mucha causa quien vive muriendo. ~n

F:elix Ia muerte de su madre, y mas 10 que por su oca­

si6Ii-ie~q~~d6que padecer; pues fue Ia mayor desgracia

que Ie puao-sucederaunhombre que tenia tanto arnor,

tanto gusto y tantas obligaciones; porque cuando ya .

C~-esfa...~ea~do con la muerie-,-o'IP:ciLaCOrl-(J

sej ada ~_~.1a_ persona ~l2-n 'guieri,~orrlun.ic6 e~~e _caso. D ! ~nsando,qu~__a~~~fa_~~, Ie llam6 y ~9,~~~peI, diciendo: i

., -Hijo, si acaso este nombre basta a enternecerte,

te mego que hasta que yo haya pasado desta triste "ida, y tenga mi cuerpo aquel breve sepulcro que ha de aposentar a tantos, no Ie leas, y despues Ie mires con atenci6n y adviertas que solamente 10 que en el

te digo me ha puesto en el estado que Yes. Y echandole

mil veces su bendici6n, se volvi6 a un crucifijo, y hacien'f'

do los ojos y el coraz6n 10 que ya no podia la lengua,

se despidi6 el alma de los humanos lazos, con admira­

cion y l3.stima de los presentes. Hizolo as! don Felix,

y despues de haber cumplido con las exequias y honras

ultimas, se recogi6 a su aposcnto, y abriendo el papel

vi6 que con mal formadas letras decfa:

«Don Felix: yo te doy licencia, que cuando leyeres

estos rengiones me tengas por la mujer mas desdichada '.

y mas infame que ha nacido en el mundo. Y porque

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creas mejor esta verdad (que no estoy en tiempo para

no deeirla), has de saber que yo nad con tan mala

inelinaei6n, que euanto miraba me pareda bien; y en

eieto, fill tan loea, liviana y deseompuesta, que ven­

}, cida de un laseivo pensamiento puse los ojos en tu per­

sona; y sabiendo que como mozo mirabas bien enton­ ces a una criada mfa, que llamaban Lisena, trace con

ella que yo te aguardase en su lugar, para que me

:gozases con aquel engano; pero fue tan desgraciada­

~_.:'mente, que luego me senti prenada, cosa que me obligo /a enviarte fuera de Espana y que yo me ausentase de "-¥.il-~d en tanto que salla a luz Diana, que es la que tienes en posesi6n de tu esposa, siendo tu hija por haber­ la engendrado y tu bermana por ser bija mfa; y esta fue la causa porque en tantas oeasiones estorbe tu amor; \ \ ~ro,_e~ fin, pudo mas mi desdicha que mi deseo: Esto te he Glcho, porque des orden de buscar el remedio que mas importe a la seguridad de tu alma y no quieras vivir como barbaro, o ~ o al__ g~_a la Natu­ , raJe~·L

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solaban; pero como suele un hombre (in juicio ni saber . -. -. ,.., }o que llace ni <hrender a 10' que Ie dicen, a~f don Felix·<\~~.~~~.[:

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dad de alj6far sobre las mexillas, que por estar faltas

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blanca, Ie rogaba que, pues sabia que no podia ella de

tener mas vida que 10 que durase Ia suya, no se la qui­

tase tan rigurosamenteo Volvia a mirarla el afligido

caballero, porque 1a voz Ie Iastimaba el alma y su dueiio tenfa gran imperio en su voIuntad; mas presumiendo que podrfa enojarse su sangre, si la miraba con OjDS d~sposo ~.caanriccli3as d~~~~or~~o,·hU1a d~a Como... )"

Sl..~O Ia a.II1A@";Y5ei.bcr~aI campo a dar voces y quexas

<;ontra la cruetd_aQ..<ie sot! m~gre', pues- pudieci-Callar-su

deshqr.iiiy dexarle vivir c;n aquefengaffo-.----- - ----- . '-Andaba todo eI dia como embelesado, ofendido de tristes irnaginaciones, sin hallar camino por donde pudiese vivir con sosiego; porque contarle 1a causa a su esposa, era escandaJizarla y no caso.. para fia,r:I~_deL secreto de un~~~jer. Vivir con ella y gozarla. ~IrtQ, soHa, em d~r ocasi6n a nucvos._dafioso A:U~EJarse de sus ojo?,.Ilo enLp-osi.b1e. Pues cstar en su c~I?paiii~ ~in ,. . correspon9.t::.I.:.a gus.to.s de. amafite..y_.akudas..de marido, era ha~e~s,e_ s~.s'pechs:>so~~_s.u_a_I!lQ.r_GQILeUa.y aun a dar oca~~n a s~9.e?honra..; que mas de una mujef·p:oi'yer de~~uidad~ a su esposo hi- intentado alglin d~~th.!.o. En fin, eI triste don Felix en todo hallaba inconvenien­ tes y dificultades, vivie!.1_do_~9I~}~ IIlayor.fonfUS!on 9!!e t-:h~ padecido h.~~~n ~Elun~o..; y 10 que mas Ie afli-.

lj,' gfa eran'1irara Diana tan llorosa y muena; que Ie atra­ ~. . vesaba el coraz6n cada vez que 1:1. via, y esto con tanto

r~ extremo, que ocasiun6 su melancolla.. alguna.. d.estem­ ~~: planza en saludJ~;;~m;"~a calcnturadespues de

;;;\." ... --_._---_ . . . _.- :\!~ pcsad~.!.I1J)fe sea _el m9or_ cQntrano que tlellela_

~" ..'ida, du.D Felix, poco a poco, apoder~do ~l coraz6n de

~: unam'oifiirtri;Teza, em pez"6-a· descon.fi'P"..de .la..suya, y

~. °sffi-51rre?asfasen-remedios humanos. porque su malno

~.. tenia, si~odelo, -muf16- dentI-o ae'vemte dfas~

ii, Ta:~ta' f~eiza 'tiene p'ena- arraiga-aa .el t,;r. mascuando .quien Ia."j?asa ~abe se~.tir ~~o debe.

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No sera menester encarecer e1 sentimiento de Diana, supuesto que por tantas causas debia querer a su difun­ to dueno, y asi, por no oir e1 eeo de otras bodas, que fuera hacer'mayor su martirio,se determin6 de ofre­ cerse aDios todaJ acabando la ~~_ ~Qnv_ento~ ---~-------. donde yiyi6 £0p- granae ..aprobaci6n de cuantas admira­ ban su virtud. Cuyo exemplo puede servir de escar­ mie;tQ- a' las muj~IeS~--!llli.liVianamen.te..:-~-.ai.HU~. ofender no- s61~ a Dios, sino a la misma Naturaleza. Pues' no se -pu-~den -esper-ar de 'semejanteS'detemiina­ cfones sino mue"I-ies-; lla_nto:s--y-·ariepeiitlffir~nt9~_~Y_l.Q que es manchar el ~lma y ofender la divina justicia. -

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a

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:<':N DE LA CUARTA NOVELA

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