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Carmina Araujo
Y, hay que estar loco. Si no se está loco no se es nadie. “Desde el momento en que uno deja de estar loco se vuelve tonto”, escribió Marcel Proust. Pero, si se ha sabido enloquecer, se puede ser un gran poeta, o un artista. Y, ser poeta es más que ser artista. Ah, es necesario estar loco de verdad, no apenas medioloco, Sino loco totalmente, así como uno al que le dicen: “¡Adiós, Napoleón!”. Y él ni contesta, porque ya sabía que también era Napoleón. Y que, con sólo quererlo, podría asimismo adoptar cualquier otro ser, pero es bonito para el loco que crean que él es Napoleón. ¡Ah, Napoleón! ¡Napoleón sí que estaba loco! Él solo enloqueció a medio mundo, porque, como se sabe, la locura es contagiosa. En Barranquilla hay un joven que está loco, encadenado en un sótano, a nadie puede ver. Sólo recibe a un amigo. Con él se muestra cariñoso, le lame las manos. Porque la locura se da por falta de amor, la locura es falta de amor. Y, el amor domestica, amansa, sujeta. Po