Cuentos para Diego y Cuentos para Bruno Selección de ilustraciones, realizadas en mixta de papel recortado sobre papel para dos libros de cuentos infantiles de la escritora chilena Ana María Del Río, en el año 2008. Diagramado en formato carta apaisado. Santiago de Chile.
Carolina Labbé Jeria
Por fin sabía cuál era su misión. Sabía para qué servía y cuál era su papel en esta tierra. Se acercó a mirar su dibujo de cerca. Luego se alejó. De lejos la veía mejor. Era su animal. Su dulce animal de patas bifurcadas, de cabeza pequeña y triangular, sobre un cuello largo y un lomo suave como una pendiente amable. Era igual, igual a una llama.
Akaroo
La gente del barrio comenzó a sufrir las bromas pesadas de los hermanos Santini: perseguían a los perros, amarraban tarros a la cola de los gatos, ponían pegamento en las ramas de los árboles para que los pájaros se quedaran pegados, ponían billeteras amarradas con un cordelito y cuando la gente se agachaba a recogerlas, ellos tiraban el cordel y arrancaban riéndose a carcajadas.
Alambrito
Ami iba en la guata de su mamá y sabía que esa era una manada especial de llamas. Eran las llamas rojas. Caurani, las llamaban los hombres. Y eran una manada que nunca había sido acorralada. Las guiaba Cauro, el jefe de la manada, un llamo especial. Habían hecho un largo camino. Venían caminando mucho antes de que Ami existiera y que tal vez ninguno de los de esa manada naciera.
Ami, la llamita blanca
Ami creció se convirtió en una gigantesca llama blanca. Nunca dejó de ser blanca como la nieve. Siempre andaba junto a la niña ocre, que fue creciendo y se transformó en una mujer muy bella. Pasaron los años y Ami no moría. Parecía que iba a vivir para siempre. Sólo cuando la niña ocre, ya viejita, murió, una mañana, suavemente, tan silenciosa como la nieve que cae sobre la tierra, Ami se acostó junto a ella mirando el cielo y se quedó allí, sin moverse, como una estatua de sal alba y quieta, para siempre. También había muerto. Ella y la niña, inseparables, se habían volado hacia otros prados.
Ami, la llamita blanca
“¿Dónde está mi superhéroe?” Nadie sabía que aquella frase iba a resultar cierta. Un día, la mamá, después de bañarlo se puso a secar a Beltrán. En ese momento se fijó en que Beltrán tenía dos redondelitas naranjas, perfectas, una en el hombro derecho, una en el hombro izquierdo. Al principio, la mamá pensó que eran lunares. Pero después no. Eran demasiado redondas y perfectas.
Beltrán
Beltrán tomó a Kasandra por la cintura delgadita y la levantó. No pesaba casi nada. Entonces, impulsándose con sus botas rojas, se fue volando por sobre las calles y las avenidas y los árboles de la ciudad, volando muy rápido, sobre los hoyos, y las alcantarillas, y los charcos.
Beltrán
Entonces Blas miró por su ventana y en el auto de al lado vio a la niñita más bella que había visto en su vida. Iba con un hombre, al parecer su papá, que esperaba en el taco con cara de impaciencia. La niñita tenía ojos cafés muy brillantes en forma de almendras, pelo oscuro, casi azul y una nariz preciosa. Era más o menos de su edad y lo miraba fijamente. De pronto puso una cara de miedo y los ojos muy abiertos. Luego, la niñita abrió la boca y dijo algunas palabras sin ruido, a través del vidrio del auto. Luego volvió a mover la boca mientras miraba a Blas con sus grandes ojos castaños.
Blas
Esa noche, en el noticiario de las nueve, apareci贸 el alcalde con una noticia que aparec铆a en todos los canales. Las brujas prendieron la tele y se metieron en la cama con un guatero. Vieron que el alcalde, muy sonriente, estaba dando un comunicado de prensa.
Cayetana
Lo primero que Cayetana vio al llegar a Santiago fueron los basurales y los negros techos de las fábricas y el humo negro que rodeaba a la ciudad. Se elevó más para no toser tanto, llegó hasta la Cordillera de los Andes y miró desde ahí a Santiago. Era muy feo. Lleno de desperdicios a la entrada, rodeado de poblaciones de casas medio destruidas, como si hubiera caído una bomba.
Cayetana
–Qué entrete. Soy igual al Cuco y la gente grande se muere de miedo cuando me ven. Porque la gente grande es la única que ha oído hablar del Cuco. Vamos a aprovechar para hacer algunas bromas. Y se acercó a la ventana de una casa, donde había una mamá muy enojada, que les decía a los niños: - Si no se comen toda la comida voy a llamar al Cuco. -Aquí estoy, a sus órdenes, dijo Cu, muy divertida, apareciendo en la ventana, negra e inmensa como el mismo Cuco. -¡Ayyyyy!, chilló la mamá y con el susto se cayó de la silla quedando con la cuchara de la comida y los pies para arriba. Los niños se rieron mucho de ver a su mamá en una postura tan divertida.
Cu
En ese momento un gran rebaño de Nubes Normales pasó por el cielo, empujadas por el viento del sur. Parecían corderos gigantes en el cielo azul. Vieron a Cu, recién lavada, en la plaza, rodeada de gente y le hicieron señas.
Cu
Subieron a sus camionetas verde oscuro y se fueron. Los oímos irse, con las máquinas amarillas y las botas de los cazadores, marchando hacia el bosque, apurados, buscando otro lugar más productivo, decían, mirando a todas partes con sus anteojos larga vista y marcando líneas rojas en sus mapas.
Diario de un chungungo
Y entonces, cada uno de mis hermanos, cada uno de mis primos, cada una de mis primas y yo, nos hundimos bajo el agua y comenzamos a cavar el fondo de barro para plantar una plantita de alga. En poco tiempo más habría un jardín de algas más grande que el que habíamos tenido. Volveríamos a jugar en el bello bosque acuático donde habíamos nacido.
Diario de un chungungo
-Miren, dijo. –Este sello vale millones. Y fue hecho en honor a la mariposa Monarca, que es el insecto pequeño que más viaja. Cada año recorre dos mil novecientos kilómetros en su viaje de Canadá a México. Allí va a pasar el invierno, porque es muy friolenta y no soporta el frío de Canadá. Flai no podía escuchar lo que oía. ¡Dos mil novecientos kilómetros! Eso era más que toda la mancha azul del mar en el mapa. Ella tenía que hacer lo mismo.
Flai
La carta de Flai iba a un país muy lejano cerca de Serbia, donde había muchos bosques y en los grandes árboles, Flai vio muchas mariposas. Pero ella llegó a una ciudad muy gris, donde no había jardines y sólo había soldados porque estaban en una guerra muy terrible. Luego se metió en otro sobre que iba a Holanda y quedó maravillada con los jardines de kilómetros y kilómetros de tulipanes de todos los colores. Pero como siempre le gustaba viajar y viajar, se volvió a meter en otro sobre y en otro y en otro y en otro más y conoció muchos jardines de muchos países.
Flai
Esta arañita era muy linda y su mamá la llamó Knit, que en castellano quiere decir tejer. La mamá le puso así porque todas las arañitas del mundo tienen que tejer y ella quería que su hija fuera una gran tejedora. Knit era muy linda. Tenía pies largos, como de atleta y un cuerpo transparente y luminoso que parecía encendido todo el tiempo, como si se hubiera tragado un pedazo de luna.
Knit
Esa noche, Knit llegó muy cansada. Comió un plato de mosquitas que le había guardado Nudito. Estaba muy bella. Sus patas se habían fortalecido mucho con los continuos saltos de árbol en árbol y a veces le había ganado la carrera a Brinc, que era muy curiosa y siempre estaba saltando de árbol en árbol para enterarse de todos los rumores del bosque.
Knit
No tenía letras para su nombre. ¡A él, que lo que más que le gustaba en el mundo eran las letras que salían en los libros! ¡Se quedaría sin aprenderlas! Entonces, los niños se acercaron muy despacio. Cada uno llevaba una letra. -Yo te presto una A, dijo uno. -Yo te presto una E, dijo otro. -Yo te presto una I, dijo una niñita. -Yo te puedo prestar la O, dijo otra niñita. -Y yo, te regalo la U porque tengo dos, dijo un niñito, muy simpático. –Somos tus amigos, no llores. Nosotros te ayudaremos en todo, murciélago.
Mus
En ese momento, la mamá de Mus pasó volando por afuera de la sala. Iba en su viaje diario a buscar moscas. Y entonces, vio a su hijito más pequeño sentado en el colegio con todos los niños. Fue tan grande su sorpresa, que chocó contra el vidrio de puro asombro. ¿Qué hacía su hijito yendo a clases en un colegio nuevo y sentado a un banco?
Mus
Para salir a vacaciones hace falta dinero. Ostos se fue a la sala de historia también en puntillas. Abrió la tapa de cristal del armario de muestras históricas y sacó algunas monedas muy antiguas, que tenían dibujada la cabeza de gente como emperadores y cosas así. Ya estaba solucionada la cuestión dinero, pensó. Sabía que no estaba muy bien lo de sacar dinero sin permiso, pero él necesitaba con urgencia salir a vacaciones.
Un esqueleto en vacaciones
Entonces Astrágala miró a Ostos sorprendida. Esta vez fue ella la que se puso roja. Bueno, no roja, sólo un poco roja, rosada, como las piedras de Rosetta. Se veía más bonita que nunca y bajó la cabeza.
Un esqueleto en vacaciones
En ese invierno una culebra – Filu- y una lagartija – Macuñi- llegaron a vivir en la misma cueva. Como todos los inviernos, cerraron los ojos y se quedaron muy quietas, con la sangre corriendo muy lentamente por sus venas. Apenas respiraban. No hacían el más mínimo movimiento, para que el duro cuchillo del frío y del viento del invierno no las fuera a pescar. Filu y Macuñi estaban hibernando, pero ninguna sabía de la existencia de la otra.
La lagartija mentirosa
Entonces Filu se dio cuenta de que del sol estaba alto y derramaba su calor amarillo y ancho sobre la tierra y vio cómo los pétalos de las flores estremecían el campo de colores y formas nuevas, recién nacidas, y sintió sobre su viejísima piel el calor de la vida y la nueva madera de los árboles.
La lagartija mentirosa
Muestra diagramación cuento La lagartija mentirosa. El relato se ubica en la zona de la araucanía, la lagartija y la culebra adoptan nombres indígenas.
Carolina Labbé Jeria. Santiago Chile. 2014.