EDICIÓN ESPECIAL
El Santo Padre mira con esperanza a los Movimientos Eclesiales
El multitudinario encuentro que tuvo el Papa Benedicto XVI en las Vísperas de Pentecostés con miembros de los Movimientos Eclesiales y las Nuevas Comunidades provenientes de todos los rincones del mundo ha sido una elocuente expresión de la vitalidad del Espíritu Santo en la Iglesia.
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El Santo Padre lo hizo manifiesto cuando en su discurso de esa tarde habló «con emoción» del encuentro similar realizado en 1998 con el Papa Juan Pablo II y recordó que su antecesor acompañó y guió durante todo su pontificado a los movimientos. «Muchas veces definió de “providenciales”
vuestras asociaciones y comunidades, sobre todo porque el Espíritu Santificador se sirve de ellas para despertar la fe en los corazones de tantos cristianos y hacerlos descubrir la vocación recibida con el Bautismo, ayudándolos a ser testimonio de esperanza», señaló Benedicto XVI. El Papa señaló además que:
. Los Movimientos «han nacido de la sed de la verdadera vida. Son movimientos por la vida bajo todo aspecto. (...) Si queremos proteger la vida, entonces debemos sobre todo reencontrar la fuente de la vida; entonces la vida misma debe volver a emerger en toda su belleza y sublimidad; entonces debemos
dejarnos vivificar por el Espíritu Santo, la fuente creativa de la vida».
.
«Los Movimientos Eclesiales
quieren y deben ser escuelas de libertad», indicando que «ahí queremos aprender la verdadera libertad (...) Queremos la libertad verdadera y grande, aquella de los herederos, la libertad de los hijos de Dios. En este mundo tan lleno de libertades ficticias que destruyen el ambiente y al hombre, queremos con la fuerza del Espíritu Santo aprender a vivir juntos la libertad verdadera».
. Asimismo
les dijo: «Pongo las
intenciones de vuestros Movimientos y Comunidades en el
corazón de la Santísima Virgen María, presente en el Cenáculo junto a los Apóstoles (...) Sobre todos invoco la efusión de los dones del Espíritu, para que también en nuestro tiempo tengamos la experiencia de un renovado Pentecostés». Mensaje al II Congreso de Movimientos Eclesiales El Papa igualmente envió un Mensaje a los participantes en el II Congreso Mundial de los Movimientos Eclesiales y Nuevas Comunidades. En éste afirmó que «el cristianismo se ha comunicado y se ha difundido a lo largo de los siglos gracias a la novedad de vida de personas y de comunidades capaces de dar un testimonio incisivo de amor, de unidad y de alegría. Precisamente esta fuerza ha puesto a tantas personas en "movimiento" a lo largo de las generaciones. (...) También hoy, Cristo sigue haciendo resonar en el corazón de tantos aquel "ven y sígueme" que puede decidir su destino». Les pidió que los movimientos eclesiales «sean siempre escuelas de comunión. (...) Llevad -escribe- la luz de Cristo a todos los ambientes sociales y culturales en los que vivís. (...) ¡Iluminad la oscuridad de un mundo confuso por los mensajes contradictorios de las ideologías! (...)». El Papa puso de relieve que los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades forman parte de la «estructura viva de la Iglesia. Ella os da las gracias por vuestro compromiso misionero, por la labor
El Cardenal Ratzinger y los Movimientos Cuando era Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el Cardenal Ratzinger dictó una Conferencia en la apertura del I Congreso de Movimientos Eclesiales en 1998. En su intervención manifestó: «El Espíritu Santo, por así decirlo, había pedido de nuevo la palabra. Y en hombres jóvenes y en mujeres jóvenes renacía la fe, sin “si” ni “pero”, sin subterfugios ni escapatorias, vivida en su integridad como don, como un regalo precioso que ayuda a vivir. Después de todas estas consideraciones, es menester concluir con gratitud y alegría, pues es muy evidente que el Espíritu Santo continúa actuando en la Iglesia con nuevos dones, gracias a los cuales ella revive el gozo de su juventud (Sal 42, 4). Gratitud por tantas personas, jóvenes y ancianas, que siguen la llamada del Espíritu y, sin mirar atrás o alrededor, se lanzan alegremente al servicio del Evangelio». «Si se mira la historia de la Iglesia en su conjunto, salta a la vista que por un lado el modelo de Iglesia local está decididamente configurado por el ministerio episcopal, es el nexo y la estructura permanente a lo largo de los siglos. Pero ella está también permeada incesantemente por las diversas oleadas de nuevos movimientos, que revalorizan continuamente el aspecto universal de la misión apostólica y la radicalidad el Evangelio, y que, por esto mismo, sirven para asegurar vitalidad y verdad espirituales a las iglesias locales». de formación amplia en las familias cristianas, por la promoción de las vocaciones al sacerdocio ministerial y a la vida consagrada». Finalmente el Papa agradeció a los Movimientos su «disponibilidad para acoger las indicaciones operativas, no sólo del Sucesor de Pedro, sino también de los obispos
de las diversas Iglesias locales que, junto al Papa, son custodios de la verdad y de la caridad en la unidad. Confío en vuestra inmediata obediencia. (...) Los movimientos deben afrontar todos los problemas con sentimientos de comunión profunda, en espíritu de adhesión a los pastores legítimos».
Han sido más de 100 los Movimientos y Nuevas Comunidades presentes en la multitudinaria celebración de fe y oración en torno al Papa. Para alguno quizás hablar de movimientos resulte todavía un tema novedoso. Pero, ¿son una novedad los Movimientos en la Iglesia? ¿Es que en los dos mil años de historia de la Iglesia no ha existido algo semejante? Y, de ser así, ¿cuál sería entonces la especificidad de este florecimiento que el Papa Juan Pablo II llamó «una nueva primavera en la Iglesia», y cuya vitalidad Benedicto XVI ha señalado como «un signo de la presencia activa del Espíritu Santo»? Podemos abordar estas preguntas remitiéndonos al artífice de esta realidad eclesial que conocemos como movimientos. Y éste no es otro que el Espíritu Santo. Es Él quien ha suscitado en nuestro tiempo esta pluralidad de comunidades que, en el marco de la comunión eclesial, plantean caminos concretos para seguir al Señor. Y esto, ¿es algo nuevo?
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En un sentido, no lo es. Desde el día en que descendió sobre Santa María y los Apóstoles en Pentecostés, el Espíritu Santo no ha dejado de impulsar a la Iglesia en la misión recibida de su Señor: anunciar a todo el mundo la Reconciliación. Y en ese impulso, el Espíritu suscita personas, grupos de personas, que comparten una experiencia de vida cristiana y que, bajo su soplo y en
íntima correlación con los Sucesores de los Apóstoles, crean espacios propicios para vivir esa vida en Cristo y poder así mejor cumplir con la misión apostólica. Esos movimientos han estado siempre en la marcha del Cuerpo del Señor en la historia. Podemos recordar algunos. Los movimientos, en su gran mayoría de laicos, de las primeras comunidades cristianas de los siglos II y III; el gran movimiento misionero surgido de los monasterios europeos en los siglos VI y VII, gracias al cual el anuncio del Evangelio llegó a Irlanda y a los pueblos germanos; el movimiento evangelizador y reformador de los siglos XV y XVI que encuentra altas expresiones en la Devotio Moderna y la Reforma Española, con participación de laicos, consagrados, sacerdotes. Y así viene ocurriendo hasta nuestros días en donde, especialmente luego de ese
maravilloso acontecimiento que fue el Vaticano II, han surgido otros movimientos eclesiales y comunidades a través de los cuales el Señor busca responder a los desafíos propios de esta época, haciendo audible el mensaje de Redención que es siempre el mismo a los hombres y mujeres de este tiempo. ¿Hay novedad? Sí, pero en el marco de una continuidad que nos remite al origen mismo de la Iglesia. «Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo» dice San Pablo (1Cor 12, 4). Los movimientos eclesiales que han surgido en estos tiempos tienen sus propias espiritualidades y estilos. Son todos asociaciones de la iglesia, pero no son idénticos. Cada cual tiene sus características, que de ser reconocidas como válidas por la Iglesia, se constituyen en un nuevo sendero para la realización de las personas y el cambio del mundo según el Plan de Dios.
Recordando la enseñanza del Papa Benedicto XVI, señaló que para la educación en la fe de los jóvenes es necesario «presentarles al Señor Jesús como quien ilumina su realidad personal, sus preguntas más inquietantes, su horizonte, su despliegue como la clave definitiva para comprender el sentido de la vida, el camino para llegar a la realización personal, y a su plenitud en el encuentro definitivo con Dios».
Presentar a los jóvenes al Señor Jesús, «como la clave definitiva para comprender el sentido de la vida, el camino para llegar a la realización personal, y a su plenitud en el encuentro definitivo con Dios» fue la invitación realizada por D. Luis Fernando Figari en su participación.
Como preámbulo al encuentro multitudinario de los Movimientos eclesiales y el Papa Benedicto XVI, se realizó el Segundo Congreso Mundial de los Movimientos Eclesiales y Nuevas Comunidades en Rocca di Papa (Italia), organizado por el Pontificio Consejo para los Laicos. El Congreso, tuvo como lema «La belleza de ser cristiano y la alegría de comunicarlo». Asistieron 300 delegados de unos 80 movimientos y nuevas comunidades que cuentan con la aprobación de la Sede Apostólica, así como Cardenales y Obispos integrantes del Pontificio Consejo para los Laicos. Algunos temas sobre los que se reflexionaron fueron «El encuentro con la belleza de Cristo. Itinerarios educativos», «La madurez eclesial: un desafío y un camino por recorrer. Los carismas y la educación a la belleza que es Cristo», «Dar razón de la belleza de Cristo en los escenarios del mundo contemporáneo». Luis Fernando Figari, como Fundador del Movimiento de Vida Cristiana, participó en dicho Congreso. En su intervención realizó una presentación sucinta
sobre la educación de los jóvenes en la fe «como respuesta a sus necesidades más profundas, a sus preocupaciones diarias, a sus dilemas existenciales y a sus horizontes», desde «la luz de la verdad, la bondad y la belleza que Jesús despierta en cuantos aprenden a responder a su llamado y se abren al dinamismo de su amor y reconciliación». Al iniciar su intervención, Figari recordó que el mundo de hoy presenta diversos obstáculos a las personas que se quieren adherir al Señor Jesús, tanto externos como internos. Estas situaciones, afirmó, «deben ser tenidas en cuenta para que al hablar de educación en la fe de la juventud no se quede uno en abstracciones y buenos propósitos».
A continuación profundizó en forma orgánica sobre algunos presupuestos a considerarse en este desafío, el primero de ellos acercarse al proceso educativo con la consciencia de que la persona humana es creada a imagen y semejanza de Dios. «Aproximándonos al tema desde la perspectiva de la fe de la Iglesia y del hombre completo -subrayó-, tenemos que será necesario conocer el misterio de la salvación y sus alcances en la personalización del ser humano (fe en la mente); será necesario adorar a Dios, adherirse vitalmente y dejarse configurar al Señor Jesús (fe en el corazón); vivir la vida cristiana, dar testimonio de la esperanza y ayudar a la transformación de la sociedad y la cultura según el divino Plan (fe en la acción)». Al respecto de la «fe en la mente» recordó que «corresponde al espíritu del sujeto cognoscente», cubrir «el aspecto intelectual, pero no en un sentido frío, sino vital»,
destacar del rico depósito de la fe aquellos acentos que respondan a un proceso orgánico orientado a los educandos, atendiendo su determinada realidad», señaló citando a la II Conferencia General de los Obispos Latinoamericanos en Medellín.
que va a la «dimensión existencial del ser humano, lo que resulta especialmente atractivo para el joven». Asimismo, destacó que «el aspecto categorial de la fe no es eludible. Más aún, la verdad es el alma de la belleza». Por otro lado señaló que «una fe mal conocida será una fe mal vivida», advirtiendo el efecto negativo del abandono de la formación religiosa o su reemplazo «por procedimientos subjetivistas, en muchos casos con un marcado sesgo emotivo y sentimental, como si la fe fuese un asunto sin importancia sobre la cual cada uno puede opinar lo que le parece o lo que su capricho le dicta». «Durante todo el proceso de la formación cristiana se debe desarrollar una pedagogía apelante de manera que se pueda captar y mantener el interés del educando. Ello no es un asunto de artificio, sino de ahondar en la verdad, de dejarse iluminar por su esplendor y
Hablando de la «fe en el corazón» destacó que ésta «corresponde al campo de los sentimientos y la voluntad». «No basta la captación cognoscitiva de la verdad, es necesaria su asimilación vital. Debe llegar a lo profundo de la persona joven». Afirmó que «la adhesión a Jesús, y su seguimiento ardoroso por el camino de la fe, son dimensiones fundamentales de un encuentro vital y de una apertura tan efectiva como sólidamente afectiva a Aquel que es la respuesta plena al hambre de infinito, de bondad, de belleza, de verdad del ser humano». Sobre la «fe en la acción» afirmó que «es la proyección, mediante la expresión en la vida cotidiana y el testimonio, de la fe en la mente y en
el corazón. Es menester señalar que la fe en acción, en el aspecto educativo, no consiste sólo en p r o m o ve r e l a c t u a r, s i n o fundamentalmente en la creación de hábitos de recta acción y su ulterior empleo en el obrar en respuesta al Plan de Dios para la realización del ser humano en sí y en relación con los demás». En este campo, señaló, «es fundamental referirse a la liturgia, puesto que ésta, bien conducida y entendida, produce un impacto altamente positivo en las áreas cognoscitiva y afectiva, al tiempo que es sustento y expresión de la vida cristiana, que de ella nace y a ella conduce». «Igualmente, es necesario recordar el sentido funcional diacónico que tiene el cristiano. La vida es servicio». Al concluir su intervención, L.F. Figari subrayó que «todo el esfuerzo de la educación de la fe busca cooperar con el don de Dios a la persona que se beneficia del proceso educativo, teniendo como objeto acompañarla en su caminar de fe». «En tal sentido -añadió- debe expresar una reverencia por un proceso mayor, en donde la educación es sólo uno de los factores y ciertamente no el principal, por lo que el respeto real y efectivo a la libertad debe ser una de sus características, así como la no imposición de una manera de ser o h a c e r, s i n o c o m u n i c a r e l entusiasmo por la adhesión al Señor Jesús y lo que ésta significa en la realización integral de la persona, que incluye la dimensión comunitaria», señaló en su orientadora intervención sobre un asunto crucial para la Iglesia como es la educación en la fe de la juventud.
Una auténtica fiesta de fe se vivió la tarde de 03 de junio en la Plaza San Pedro al celebrarse el multitudinario encuentro del Papa Benedicto XVI con miembros de los Movimientos Eclesiales y las Nuevas Comunidades provenientes de todos los rincones del mundo. «Pertenecéis a diversos pueblos y culturas, ustedes aquí representan a todos los miembros de los Movimientos Eclesiales y de las Nuevas Comunidades, espiritualmente congregados alrededor del Sucesor de Pedro, para proclamar la alegría de creer en Jesucristo, y renovar el compromiso de serle fieles discípulos en este nuestro tiempo», dijo el Papa
Benedicto XVI en la homilía que pronunció durante el rezo de las Vísperas de la Solemnidad de Pentecostés. Desde tempranas horas millares de peregrinos colmaron la Plaza San Pedro para participar en el encuentro, que congregó a aproximadamente 250 mil personas. La gran multitud presente se extendió por la Vía de la Conciliación hasta alcanzar el río Tiber. Entre los asistentes destacaba una nutrida delegación de más de dos mil integrantes del Movimiento de Vida Cristiana que viajaron de diversos países para este evento. En todo momento expresaron su
alegría y entusiasmo de encontrarse con el Papa y con los demás integrantes de otros movimientos eclesiales. Se estima que había delegaciones de más de 150 movimientos eclesiales. Antes de la llegada del Pontífice se proyectaron videos con imágenes del primer encuentro de los movimientos con el Papa Juan Pablo II, que tuvo lugar el 30 de mayo de 1998. Asimismo se dio lectura a diversos textos del Cardenal Joseph Ratzinger, escritos antes de ser elegido a la Cátedra de Pedro, y se proyectó también un video con palabras tomadas de la solemne inauguración del
fundador de la Comunidad de San Egidio, Kiko Argüello, iniciador del Camino Neocatecumenal, y el sacerdote Julián Carrón, Presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación. Momentos antes se había dado lectura a un mensaje enviado por Chiara Lubich, fundadora de los Focolari, quien por razones de salud no pudo hacerse presente.
pontificado de Benedicto XVI. Se alternó estos momentos con diversos cantos. A continuación tuvieron lugar testimonios y reflexiones a partir del Segundo Congreso de Movimientos Eclesiales y Nuevas Comunidades. Luego del rezo del tercer misterio glorioso del Rosario, a las 17:30 hora romana, el Papa Benedicto XVI llegó a la Plaza San Pedro. Cuando el Papa traspasó en su vehículo blanco el «Arco de la Campana» fue recibido con inmenso júbilo e incesantes vítores por los presentes. El Santo Padre fue recorriendo lentamente la Plaza San Pedro, saludado y bendiciendo a los peregrinos. Incluso avanzó por toda la Via de la Conciliación, con gran alegría de la multitud allí presente, y finalmente se dirigió al estrado especial, delante de la Basílica Petrina. Al lado derecho del Santo Padre, en el Sagrato, estaban ubicados los fundadores de movimientos y los responsables mayores de los mismos, invitados especialmente para la solemne ocasión.
Tras la llegada del Santo Padre al pórtico de la Basílica de San Pedro, el Arzobispo Stanislaw Rylko, Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, dirigió unas palabras de acogida al Santo Padre, y expresó su agradecimiento «por el don de la esperanza que los Movimientos Eclesiales y las Nuevas Comunidades representan para la Iglesia. Porque es gracias a estos carismas que una muchedumbre de hombres y mujeres de nuestro tiempo, a pesar de los vientos contrarios, han descubierto la belleza de ser cristiano y han encontrado la alegría de comunicarlo a los otros». «Como prueba de ello, su presencia festiva en la Plaza San Pedro convertida en un cenáculo al abierto, testimonia al mundo que ser discípulos de Cristo es bello, que encontrar a Cristo es la más grande y fascinante aventura que se pueda vivir», afirmó Mons. Rylko. Como parte del rezo de las vísperas, luego del canto del himno «Veni Creator Spiritus», los salmos y el cántico del Apocalipsis fueron comentados por Andrea Riccardi,
Tras las palabras del Santo Padre tuvo lugar lo que se denominó memoria litúrgica del Sacramento de la Confirmación, caracterizada por el rito del fuego, por la invocación del Espíritu Santo y por la profesión de fe, y posteriormente se realizaron las preces en diversos idiomas. Simbolizando los siete dones del Espíritu, una serie de siete recipientes ordenados delante de la ubicación del Santo Padre fueron encendidos por siete miembros de movimientos. No faltó la presencia mariana, central en Pentecostés con el canto del Magníficat y el Regina Caeli. Millares de bellos folletos con los cantos y oraciones en latín e italiano fueron repartidos por la Santa Sede, con el título de «Vigilia de Pentecostés». Antes de la bendición final, dieron las gracias al Papa Benedicto XVI Patti Gallagher Mansfield, una de las iniciadoras de la Renovación Carismática Católica, y Luis Fernando Figari, Fundador del MVC, quienes al concluir sus palabras pronunciadas ante las decenas de millares de peregrinos que colmaron la Plaza San Pedro se acercaron al Papa para expresarle su adhesión, reconocimiento y gratitud.
A continuación ofrecemos el texto de las palabras que a modo de respuesta de los movimientos y agradecimiento dirigió en el encuentro con los Movimientos Eclesiales y las Nuevas Comunidades D. Luis Fernando Figari, Fundador del Movimiento de Vida Cristiana, al Papa Benedicto XVI:
«Beatísimo Padre: En esta fiesta de fe quiero compartir la intensa experiencia que me produce meditar sobre aquel bello pasaje de la Escritura que dice: “Estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo”. El Señor Jesús se presenta como quien pide ser recibido. Toca respetuosamente la puerta del corazón y pide ser admitido, para ingresar al ámbito personal. ¡Qué humildad la del Señor! ¡Su amor misericordioso no conoce límite! Llama insistente a la intimidad de cada uno, y pide ser escuchado. ¡ Q u é f i e l p e r s e ve r a n c i a ! S e descubre una finalidad escatológica, pero su dinámica empieza aquí en esta tierra con el llamado de Jesús. Oír y abrir al Señor es encontrarse con Él, es guardar su Palabra, es hacerse partícipe de su amor transformante. Quien responde según lo que dice la Virgen María en Caná, “Haced lo que Él os diga”, escucha y obedece a Cristo, y se abre también al Padre, quien pone su morada en él. La cena nos habla de la comunión a la que estamos invitados, pero también del camino en comunión y amistad con Jesús. Pienso que es una de aquellas magníficas síntesis que nos ofrece la Escritura para alentarnos a recorrer la senda hacia el encuentro plenificador.
Él hace manifiesta nuestra identidad más profunda, y responde a las preguntas existencialmente más acuciantes que se hace el ser humano. Hoy existe un mundo que se cierra a la voz y a la luz de Cristo. La Iglesia, Ecclesia Sua, busca con amor iluminar y dar calor a los seres humanos. Como las llamas de fuego de Pentecostés, hoy también el fuego del Espíritu busca incesante iluminar las mentes, arder en los corazones, irradiar en la vida. Por ello el Señor Jesús toca a nuestra puerta e invita a una respuesta libre a los hombres y mujeres de hoy.
El Verbo Eterno hecho hombre en la Inmaculada Virgen María para redimir a los seres humanos, viene al encuentro de cada uno para introducirnos en el maravilloso regalo de la reconciliación, con Dios, con uno mismo, con el prójimo, con la creación toda. Él nos llama con amorosa insistencia a vivir la vida cristiana en cada momento, nos enseña desde su luminosa presencia entre nosotros a ser personas según el Plan de Dios,
Cada tiempo tiene sus oscuridades; son los desafíos de esa época. Las crisis personales, la ruptura entre fe y vida, el secularismo asfixiante, el relativismo, el agnosticismo funcional, la pérdida de la identidad cristiana, la hegemonía de lo superficial y rutinario, la incomprensión de lo que significa la realización humana según Dios, nuevas y viejas ideologías y psicologismos que alejan al hombre de su senda, la masificación, las injusticias, el flagelo de la pobreza, la violencia, son todas voces que muchas veces sin saberlo están clamando por una respuesta veraz, de amor, que
traiga paz y reconciliación a las personas y a los pueblos. ¡Ése es un clamor por el Señor Jesús! ¡Y es que sólo Él es la respuesta a las rupturas e inquietudes del ser humano! El Espíritu que cubrió a la Virgen en la Anunciación-Encarnación, Aquel que con la manifestación de ardientes lenguas de fuego tocó las mentes y los corazones en Pentecostés, es el mismo que ha suscitado en este tiempo una ola de movimientos eclesiales y otras comunidades de fieles para vivir la vida cristiana, para anunciar al mundo que Cristo es real, que reconcilia al hombre, que le muestra su identidad y lo invita al amor y a la comunión, a participar de la naturaleza divina. Es Dios que viene en auxilio de los seres humanos y, como en tantas otras ocasiones en nuestra bimilenaria historia, suscita
en el seno de la Iglesia movimientos que, mostrando la riquísima pluralidad eclesial, contribuyen desde la comunión con Pedro y bajo Pedro a la gran misión de la Iglesia: anunciar al Señor Jesús al mundo, invitando a la transformación del hombre y de las realidades terrenas según el divino Plan.
sus enseñanzas, desde la experiencia de quien ha escuchado Su llamado, ha oído Su voz y se ha abierto a Él en un encuentro vital, dando testimonio, según nos sea concedido por el Espíritu, de la fe, la esperanza y la caridad hasta los confines de la tierra y en todas las realidades de la humanidad.
Beatísimo Padre, con inmensa gratitud por sus muy apreciadas enseñanzas y por su aliento tan entusiasta, los integrantes de los movimientos eclesiales y de las nuevas comunidades hemos de sentirnos, a pesar de nuestra fragilidad, impulsados a un mayor compromiso en la Nueva Evangelización, avivando el ímpetu por la coherencia y el ardor testimonial en la Iglesia, buscando nuevos y audaces métodos y expresiones para anunciar a Cristo y
Con corazón profundamente agradecido, Beatísimo Padre, le decimos: ¡Ayúdenos a seguir el camino de Cristo! ¡Guíenos! ¡Confírmenos en la fe! Muchísimas gracias por todo». Luego de sus palabras, el Fundador del MVC se arrodilló unos momentos ante el Santo Padre, expresando su adhesión y fidelidad al Sucesor de Pedro, en un momento particularmente emotivo de la celebración.
«Ha sido un especial motivo de acción de gracias para los peruanos que la Santa Sede haya tenido el gesto de elegir esta canción», según expresaron nuestros compatriotas presentes en el Encuentro de los Movimientos Eclesiales con el Papa.
D e todas las composiciones musicales que se interpretaron en la Plaza San Pedro, ante los 250 mil peregrinos llegados de todo el mundo con motivo del Encuentro de los Movimientos Eclesiales y Nuevas Comunidades con el Papa, la única canción en lengua castellana fue de origen peruano. La canción se llama «No tengo miedo» y ha sido compuesta por el peruano Jorge Ocampo, quien es miembro del Sodalicio de Vida Cristiana y, a sus 24 años, actualmente estudia teología en Colombia para ser sacerdote. Al comentar esta composición su autor explicó que la hizo «sobre todo, con la intención de expresar una experiencia personal de encuentro con el Señor Jesús. Esto es lo que creo que marca este canto». Jorge Ocampo añade que al componer esta canción quería contar «la experiencia de muchos jóvenes que tienen anhelos de verdadera libertad y deseos de romper con todo lo que les impide amar al Señor pues Él es el único que es capaz de llevarlos a ser coherentes con la grandeza de su vida». «No tengo miedo» fue seleccionada por los organizadores del reciente
Encuentro con el Papa y su interpretación estuvo a cargo en p r i m e r a s vo c e s d e R i c a r d o Trenemann y Ricardo Braz, ambos sodálites, y del coro que estuvo acompañando la intensa jornada espiritual vivida en Roma. Varios integrantes de la Familia Sodálite fueron invitados por los organizadores para integrar el coro del Encuentro. UN ESPECIAL MOTIVO DE ACCIÓN DE GRACIAS «Ha sido para los peruanos un especial motivo de agradecimiento a Dios que la Santa Sede haya tenido
el gesto de elegir esta canción», según expresaron nuestros compatriotas presentes en aquella importante cita mundial de fe y vida cristiana. A Jorge Ocampo le llenó de alegría saber que este tipo de manifestaciones de la espiritualidad de la Familia Sodálite permiten «compartir con los otros movimientos eclesiales la vivencia de la apertura al Espíritu Santo». Por Internet esta canción puede ser escuchada en: www.noticiasdelsodalicio.com/mp3/no _tengo_miedo.mp3
Desde Perú, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, Costa Rica, Canadá, Inglaterra, Alemania, Italia, Filipinas, y Angola, entre otros países, llegaron hasta Roma más de 2,000 emevecistas para expresar su fidelidad al Santo Padre.
D esde hace varios meses los miembros del MVC se venían preparando para este importante Encuentro con el Sucesor de Pedro. Diversas actividades se desarrollaron con miras a este evento. Entre ellas, especialmente significativa fue una campaña internacional de oración que los emevecistas ofrecieron por el Papa.
MONS. CIPRIANO CALDERÓN P R E S I D I Ó M I S A PA R A PEREGRINOS Una semana antes del gran Encuentro con el Papa Mons.
Cipriano Calderón Polo, Vicepresidente emérito de la Pontifica Comisión para América Latina, celebró una Eucaristía en Roma a la que asistieron centenares de miembros del MVC. Durante la Misa, celebrada en la iglesia de Sant'Agostino, Mons. Calderón señaló que la fiesta de Pentecostés es «la gran fiesta de la evangelización» y que el encuentro con el Papa daría nuevo impulso a la gesta evangelizadora. Por eso invitó a los emevecistas provenientes de América, Europa, Asia y África a «evangelizar sus tierras con nuevo ardor».
EL PAPA SALUDÓ AL MVC DURANTE AUDIENCIA Los emevecistas tuvieron la oportunidad de participar en la Audiencia General de los Miércoles que el Papa presidió en la Plaza San Pedro el 31 de mayo. En esa ocasión el Santo Padre les dirigió un emotivo y especial saludo. Al finalizar su catequesis, el Pontífice se dirigió a los peregrinos en lengua castellana, y expresó en primer lugar sus saludos a los miembros del MVC presentes. Ellos, por su parte, expresaron su
gran entusiasmo y alegría por encontrarse con el Papa. Al finalizar la Audiencia, dos delegados del MVC hicieron entrega al Papa de un cuadro con la imagen de la Virgen Inmaculada Dolorosa y el Niño Jesús, regalo que simboliza un millón 500 mil oraciones y ofrecimientos por las intenciones del Papa que los emevecistas realizaron en los últimos meses. El Santo Padre agradeció el significativo obsequio al bendecir la imagen. EN PROCESIÓN POR LAS CALLES DE ROMA Un día antes del gran encuentro, la delegación del MVC realizó una multitudinaria procesión por las calles de Roma en honor a Nuestra Señora de la Reconciliación. Con devoción, entusiasmo, recogimiento y en medio de una torrencial lluvia que no logró disminuir los ánimos-, los emevecistas recorrieron las calles de la ciudad en procesión, llevando en andas una imagen de la Virgen. Numerosos cargadores, sahumadoras y cantoras llevaron la imagen de la Virgen desde la
Basílica de la Santa Cruz de Jerusalén hasta la Basílica de San Juan de Letrán, en un recorrido que estuvo marcado por la oración y el recogimiento al entonar diversos cantos marianos. Antes de ingresar a la Basílica los hermanos cargadores hicieron que el anda con
la Virgen bailara al ritmo de una popularísima tarantela italiana, así como de una marinera peruana. CATEQUESIS DEL FUNDADOR DEL MVC Los más de dos mil miembros del Movimiento de Vida Cristiana presentes en Roma participaron en un intenso encuentro con su Fundador, D. Luis Fernando Figari, que tuvo lugar en la Basílica de San Juan de Letrán, que es la Catedral del Papa. El encuentro tuvo lugar tras la procesión mariana por las calles de Roma, y durante el mismo Luis Fernando dirigió a los presentes una iluminadora catequesis. «¡Qué hermoso estar en Roma como peregrinos! ¡Es una plasmación y signo de la eclesiología de
comunión que bebemos del Concilio Vaticano II», señaló L.F. Figari durante la catequesis, en la que pidió que "todo emevecista sea cada vez más un apóstol infatigable". «Que Dios nos conceda ser cada vez más fieles a nuestro llamado y a vivir nuestro compromiso y misión eclesial desde ese amor apasionado por la Iglesia que ha caracterizado toda la existencia del Movimiento d e Vi d a C r i s t i a n a » , s e ñ a l ó asimismo. «Queridos hermanos y hermanas, pongamos esta visita a Roma en manos de María, Madre Nuestra, y hagamos cuanto esté de nuestra parte para no poner obstáculo alguno al fuego del Espíritu Santo, dejando que arda en nuestro interior y nos impulse por la senda de la santificación, haciendo de nuestra vida un acto continuo de gloria y alabanza a Dios».
«DAR TESTIMONIO DE VIDA CRISTIANA EN EL MUNDO DE HOY» El Cardenal Giovanni Battista Re, Prefecto de la Congregación para los Obispos y Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, presidió la Santa Misa que concluyó el encuentro del Movimiento de Vida Cristiana en la Basílica de San Juan de Letrán. Un momento significativo fue el de las peticiones que se realizaron en diversas lenguas, donde además de las usuales en occidente se escuchó una en un dialecto de Angola, y otra en Cebuano, un dialecto de las Filipinas, pues representantes emevecistas de ambas naciones estuvieron presentes en la peregrinación.
Durante su homilía, el Card. Re expresó a los integrantes del Movimiento de Vida Cristiana y de la Familia Sodálite su
reconocimiento «por haber venido a Roma en tan gran número. En particular, quisiera manifestaros mi aprecio por los sentimientos, ideales y valores que os animan en el empeño de dar testimonio de vida cristiana en el mundo de hoy, siendo los acentos principales de vuestra labor: Santidad, Servicio, Apostolado». «Desearía exhortaros a tener confianza en la elección que habéis hecho de formar parte del Sodalicio de Vida Cristiana y de la Familia Sodálite (...) Es un testimonio que el mundo necesita más que nunca, porque necesita no perder el sentido de Dios y comprender la i m p o r t a n c i a d e l o s va l o r e s espirituales», dijo el Cardenal. La Basílica de San Juan de Letrán, donde tuvo lugar esta celebración, es la Catedral del Santo Padre, y fue durante muchos siglos la residencia
oficial de los Pontífices. Hasta el año 1870 los Papas eran coronados ahí. PLENA DISPONIBILIDAD APOSTÓLICA El jueves 1 de junio, en la Basílica de Santa María Mayor -colmada de peregrinos de la Familia Sodálitecuatro integrantes de la Fraternidad Mariana de la Reconciliación realizaron sus compromisos de plena disponibilidad apostólica a perpetuidad. Las cuatro fraternas estuvieron acompañadas de familiares y amigos, así como de centenares de peregrinos del MVC.
Lima, y Mons. Karl Josef Romer, Secretario del Pontificio Consejo para la Familia, así como más de veinte sacerdotes de diferentes nacionalidades. La Fraternidad Mariana de la
Reconciliación fue fundada en 1991 por D. Luis Fernando Figari. Desarrollan principalmente sus labores en el campo de la juventud, la educación, la solidaridad con los pobres, la promoción de las familias, y la evangelización de la
La Misa fue presidida por el Cardenal Paul Poupard, Presidente del Pontificio Consejo para la Cultura. Concelebraron la Eucarística Mons. Miguel Irízar, Obispo del Callao, Mons. José Antonio Eguren, Obispo Auxiliar de
Los esposos José Luis y Marita Villasante recibieron un gran regalo durante la Peregrinación Pentecostés 2006: el poder entregarle al Papa Benedicto XVI un cuadro colonial con la imagen de la Virgen Inmaculada Dolorosa y el niño Jesús de parte del Movimiento de Vida Cristiana. La imagen simboliza un millón 500 mil oraciones y ofrecimientos por las intenciones del Papa que los emevecistas han realizado en los últimos meses como preparación espiritual para el Encuentro de los Movimientos Eclesiales con el Santo Padre. Los Villasante son un matrimonio joven. Tienen 6 años de casados y dos hijos: Mateo y Adrián de 4 y 2 años respectivamente. Se vincularon al Movimiento por un curso de novios en agosto del 2000 y, luego de casados, forman parte de Familia de Nazaret. Ambos trabajan en un banco de la ciudad de Lima.