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Juli
florbarbero
Jeyly Carstairs
Evanescita
Val_17
Miry GPE
*~ Vero ~*
Vani
Valentine Rose
Janira
Annie D
Adriana Tate
Jasiel Odair
Sandry
Juli
3 Miry GPE
Laurita PI
florbarbero
Val_17
Itxi
Melii
NnancyC
Clara Markov
Juli
Meliizza
CrisCras & Juli
Yessy
Sinopsis Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11 Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14 Capítulo 15 Capítulo 16 Capítulo 17 Capítulo 18 Sobre las autoras
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“Nunca olvides que yo fui tu primer beso real. Nunca olvides que tú ser{s mi último. Y nunca dejes de amarme entre todos ellos. Nunca pares, Charlie. Nunca olvides.” Silas lleva una carrera a contrarreloj al tiempo que desentraña más verdades, mientras que otras se enredan aún más. Y ahora, cuando Silas está perdiendo el control y los otros comienzan a señalar con el dedo, las apuestas son más altas. Charlie está en problemas y él es el indicado para unir el abismo entre su pasado y su presente. Porque en algún lugar entre los “te amo”, los “nunca, nunca” y los “nunca m{s”, una verdad imposible de imaginar, invita a ser descubierta. “¿Dónde est{s, Charlie?” Never Never #2
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Silas Traducido por florbarbero & Val_17 Corregido por Miry GPE
Inicia lentamente. La lluvia. Una gota aquí, otra allí. Primero aparecen en el parabrisas frente a mí y luego contra las ventanas que me rodean. Las gotas comienzan a sonar como miles de dedos golpeando al unísono la parte superior de mi auto. Tap-ta-tap-tap-ta-tatap-tap-tap. El sonido es todo lo que me rodea ahora. Se siente como si viniera de mi interior, e intentara salir. Las gotas comienzan a correr por el parabrisas, lo bastante gruesas como para unirse y formar largas corrientes que se asemejan a lágrimas. Se deslizan hacia el fondo y desaparecen más allá del vidrio. Intento encender mi limpiaparabrisas, pero mi auto está apagado. ¿Por qué no está encendido? Limpio lo empañado de mi ventana con la palma de la mano para ver el exterior, pero la lluvia cae con tanta fuerza ahora que no puedo ver nada. ¿Dónde estoy? Me giro y miro en el asiento de atrás, pero no hay nadie allí. Nada. Veo hacia el frente de nuevo. Piensa, piensa, piensa. ¿A dónde me dirigía? Debo haberme quedado dormido. No sé dónde me encuentro. No sé dónde “me” encuentro. Yo... yo... yo...
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¿Quién soy yo? Parece tan natural que tus pensamientos contengan la palabra yo. Pero cada uno de mis pensamientos son huecos, sin sentido, porque la palabra “yo” no se adjunta a nadie. No recuerdo mi nombre, ni mi rostro. Soy… nadie. El zumbido de un motor roba mi atención cuando un auto frena junto al mío en la carretera. El agua salpica sobre el parabrisas a su paso. Enciendo y apago las luces traseras, mientras el auto frena y luego me adelanta. Luces de reversa. Mi corazón comienza a latir en mi garganta, mis manos, mis sienes. Las luces en lo alto del auto se encienden. Rojo, azul, rojo, azul. Veo cómo alguien sale del vehículo. Todo lo que puedo hacer es vislumbrar sus siluetas a medida que comienzan a acercarse a mi auto. Apenas muevo mi cuello mientras caminan hacia la puerta del copiloto, manteniendo los ojos fijos en ellos, en tanto llegan a la ventana. Un golpe. Tap, tap, tap. Pulso el botón de encendido para poder bajar la ventana —¿cómo supe hacer eso?— Bajo la ventana. Un policía. Ayuda, quiero decir. Olvidé a dónde iba, quiero decir. —¿Silas? Su voz me sobresalta. Es ruidosa. Trata de competir con el sonido de la lluvia gritando la palabra Silas. ¿Qué significa esa palabra? Silas. Tal vez él es francés. Tal vez me encuentro en Francia y Silas es un saludo. Tal vez debería decir Silas en respuesta. El hombre se aclara la garganta y luego dice—: ¿Tu auto se descompuso? No es francés. Miro los controles de mi tablero. Me obligo a separar los labios para poder formar una palabra. En su lugar, tomo aire, sin saber que he aguantado la respiración. Cuando suelto el aire de mis pulmones, sale tembloroso... embarazoso. Miro al oficial de pie junto a la ventana. —No —le digo. Mi voz me asusta. No la reconozco.
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El oficial se inclina y señala a mi regazo. —¿Qué tienes ahí? —pregunta—. ¿Instrucciones para llegar a alguna parte? ¿Te perdiste? Miro hacia abajo, a una pila de papeles poco familiar descansando en mi regazo. Los empujo al asiento del pasajero, queriéndolos lejos de mí, y niego con la cabeza de nuevo. —Yo, um. Solo estaba... Mis palabras son interrumpidas por un timbre. Un timbre alto, viniendo desde el interior del auto. Siguiendo el sonido, muevo los papeles del asiento y encuentro un teléfono celular por debajo de ellos. Miro el identificador de llamadas. Janette. No conozco a Janette. —Necesitas hacerte a un lado de la carretera, hijo —dice el oficial, dando un paso atrás. Presiono un botón en el lateral del teléfono para que se silencie—. Sigue adelante y regresa a la escuela. Gran partido esta noche. Gran partido. Escuela. ¿Por qué nada luce familiar? Asiento. —La lluvia debería detenerse pronto —añade. Golpea el techo de mi auto como si me despidiera. Asiento otra vez y coloco mi dedo en el botón que controla las ventanas—. Dile a tu padre que me guarde un asiento esta noche. Asiento de nuevo. Mi padre. El oficial me observa fijamente durante unos segundos más, con una mirada inquisitiva en su cara. Finalmente, niega con la cabeza y luego comienza a retirarse de nuevo a su auto. Miro hacia el teléfono. Justo cuando me encuentro a punto de presionar un botón, comienza a sonar de nuevo. Janette. Sea quien sea Janette, realmente quiere que alguien responda este teléfono. Deslizo el dedo por la pantalla y lo llevo a mi oído. —¿Hola? —¿La encontraste? —No reconozco la voz en el teléfono. Espero unos segundos antes de responder, con la esperanza de que corte—. ¿Silas? ¿Hola? Acaba de decir la misma palabra que dijo el oficial. Silas. Salvo que lo dijo como un nombre.
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¿Mi nombre? —¿Qué? —digo en el teléfono, confundido por todo. —¿La encontraste? —Hay pánico en su voz. ¿La encontré? ¿A quién se supone que busco? Me giro y compruebo el asiento trasero, una vez más, aunque sé que no hay nadie en el auto conmigo. Miro de nuevo al frente, sin saber cómo responder a la pregunta. —¿La encontré? — pregunto, repitiendo la pregunta—. Yo... ¿Tú la encontraste? Un gemido proviene de Janette. —¿Por qué llamaría si la encontré? Alejo el teléfono de mi oído y lo miro. Me siento tan confundido. Lo presiono contra mi oído de nuevo. —No —le digo—. No la encontré. Quizás esta chica es mi hermana pequeña. Suena joven. Más joven que yo. ¿Tal vez perdió a su perro y salí a buscarlo? Tal vez derrapé por la lluvia y me golpeé la cabeza. —Silas, ella no es así —dice Janette—, me diría si no iba a volver a casa o no se presentaría a la escuela hoy. Bueno, supongo que no hablamos de un perro. Y el hecho de que estoy bastante seguro de que discutimos sobre una persona, aparentemente perdida, me hace sentir muy incómodo, teniendo en cuenta que ni siquiera estoy seguro de quién soy ahora. Tengo que colgar antes de que diga algo equivocado. Algo incriminatorio. —Janette, tengo que irme. Seguiré buscándola. —Presiono fin y coloco el teléfono en el asiento junto a mí. Los papeles que se hallaban acomodados en mi regazo captan mi atención. Me acerco y los tomo. Las páginas se encuentran engrapadas, así que giro hasta la página principal. Es una carta, dirigida a mí y a algún otro chico llamado Charlie.
Charlie y Silas: Si no saben por qué leen esto, entonces han olvidado todo.
¿Qué demonios? La primera frase no es lo que esperaba leer. No sé qué esperaba. No reconocen a nadie, ni siquiera a ustedes mismos. Por favor, no entren en pánico y lean esta carta en su totalidad.
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Es un poco tarde para la parte de no entren en pánico. No estamos seguros de lo que pasó, pero tenemos miedo de que si no escribimos todo, podría volver a ocurrir. Por lo menos teniendo todo escrito en varios lugares, estaremos más preparados si sucede de nuevo. En las siguientes páginas, encontrarán toda la información que sabemos. Tal vez pueda ayudar de alguna manera. Charlie y Silas.
No pasé inmediatamente a la página siguiente. Dejo caer las páginas en mi regazo y me llevo las manos a la cara. Las froto hacia arriba y abajo, arriba y abajo. Echo un vistazo en el espejo retrovisor e inmediatamente alejo la mirada cuando no reconozco los ojos que se reflejan. Esto no puede estar pasando. Cierro los ojos y llevo los dedos hasta el puente de la nariz. Espero despertarme. Esto es un sueño, y tengo que despertar. Pasa un auto, y más agua es lanzada sobre el parabrisas. Observo mientras se escurre otra vez y desaparece bajo el capó. No puedo estar soñando. Todo es demasiado vívido, demasiado detallado para ser un sueño. Los sueños son borrosos, y no fluyen de un momento a otro como lo hace todo ahora. Tomo las páginas de nuevo, y cada oración se hace más difícil de leer. Mis manos se vuelven cada vez más inestables. Mi mente enloquece mientras reviso la siguiente página. Me entero que Silas es definitivamente mi nombre y que Charlie en realidad es el nombre de una chica. Me pregunto si ella es la chica perdida. Sigo leyendo, a pesar de que no puedo dejar de ser incrédulo ante las palabras que leo. No sé por qué no me permito creerlo, porque todo lo que leo, sin duda coincide con el hecho de que no tengo ningún recuerdo de nada. Es que si tuviera que dejar de lado mi incredulidad, admitiría que esto es posible. Que de acuerdo con esto, acabo de perder mi memoria por cuarta vez consecutiva. Mi respiración es casi tan errática como la lluvia que cae contra el techo de mi auto. Llevo mi mano izquierda hasta mi nuca y aprieto al leer el último párrafo. Uno que al parecer solo fue escrito hace diez minutos. Anoche Charlie se metió en un taxi en la calle Bourbon y nadie la ha visto desde entonces. Ella no sabe de esta carta. Encuéntrala. Lo primero que debes hacer es encontrarla. Por favor.
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Las últimas palabras de la carta están garabateadas, apenas legibles, como si se acabara el tiempo cuando lo escribí. Puse la carta en el asiento, contemplando todo lo que acabo de saber. La información corre por mi mente más rápido de lo que mi corazón late en mi pecho. Puedo sentir el inicio de un ataque de pánico, o tal vez una descompensación. Agarro el volante con las dos manos e inspiro y exhalo por la nariz. No sé cómo sé que eso produce un efecto relajante. Al principio, no parece funcionar, pero permanezco así por varios minutos, pensando en todo lo que acabo de saber. Bourbon Street, Charlie, mi hermano, La Camarón, la lectura del tarot, los tatuajes, mi afición por la fotografía. ¿Por qué nada de esto parece familiar? Esto tiene que ser una broma. Tiene que referirse a otra persona. No puedo ser Silas. Si yo fuera Silas, lo sentiría. No sentiría esta separación completa con la persona que se supone debo ser. Agarro mi teléfono de nuevo y abro la aplicación de la cámara. Me inclino hacia delante y estiro la mano detrás de mí, tirando de mi camisa por encima de la cabeza. Llevo la cámara detrás y tomo una foto de mi espalda, luego, acomodo mi camisa en su lugar y miro el teléfono. Perlas. Un collar de perlas negras se encuentra tatuado en mi espalda, como decía la carta. —Mierda —susurro, mirando hacia la imagen. Mi estómago. Creo que estoy a punto de... Abro la puerta del auto justo a tiempo. El contenido de lo que tomé en el desayuno se halla en el suelo a mis pies. Mi ropa se empapa mientras me quedo aquí, esperando a sentirme mal de nuevo. Cuando pienso que lo peor ha pasado, me subo al auto. Miro el reloj, y leo 11:11 am. Todavía no estoy seguro de qué creer, pero cuanto más tiempo paso sin recordar, más empiezo a asimilar la idea de que tengo un poco más de cuarenta y siete horas antes de que esto vuelva a suceder. Me inclino sobre el asiento y abro mi guantera. No sé lo que busco, pero estar aquí sentado sin hacer nada parece una pérdida de tiempo. Saco el contenido, dejando a un lado la información del vehículo y el seguro. Encuentro un sobre con nuestros nombres escritos Un duplicado de todo lo que acabo de leer. Sigo hojeando los papeles hasta que un pedazo de papel doblado, escondido en la parte inferior, capta mi atención. Tiene mi nombre escrito en la parte superior. Lo abro, leyendo
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primero la firma en la parte inferior. Es una carta de Charlie. Regreso a la parte superior de la página y comienzo a leer.
Querido Silas: Esta no es una carta de amor. ¿Bien? No importa cuánto trates de convencerte de que es así… no lo es. Porque no soy ese tipo de chica. Odio a esas chicas, siempre enamoradizas y repugnantes. Puaj. Como sea, esta es la nota anti-amorosa. Por ejemplo, no me gusta la forma en que me trajiste el jugo de naranja y la medicina la semana pasada cuando me encontraba enferma. ¿Y esa tarjeta? ¿Esperas que me sienta mejor y me amas? Pfft. Y definitivamente no amo la forma en que pretendes que puedes bailar cuando en realidad luces como un robot funcionando mal. No es adorable y no me hace reír. Oh, ¿y cuando me besas y te apartas para decirme que soy bonita? No me gusta ni un poco. ¿Por qué no puedes ser como los demás chicos que ignoran a sus novias? Es tan injusto que tenga que lidiar con esto. Y hablando de cómo lo haces todo mal, ¿recuerdas cuando me lastimé la espalda durante la práctica de porristas? ¿Y te saltaste la fiesta de David para frotar Biofreeze en mi espalda y mirar Mujer Bonita conmigo? Era una señal evidente de lo necesitado y egoísta que puedes ser. ¡Cómo te atreves, Silas! Tampoco toleraré las cosas que les dices de mí a tus amigos. Cuando Abby se burló de mi atuendo ese día y le dijiste que yo podría usar una bolsa de plástico y hacer que se viera de alta costura, estuvo muy fuera de lugar. Y estuvo aún más fuera de lugar cuando llevaste a Janette al oftalmólogo por sus continuos dolores de cabeza. Necesitas controlarte. Toda esta preocupación y consideración es tan poco atractiva. Así que estoy aquí para decirte que absolutamente no te amo más que a cualquier ser humano en este planeta. Y no son mariposas lo que siento cada vez que entras en una habitación, sino enfermas polillas borrachas con una sola ala. Además, eres muy, muy poco atractivo. Me estremezco cada vez que veo tu piel impecable y pienso: Oh, Dios míos, ese chico sería mucho más atractivo con algunas espinillas y dientes torcidos. Sí, eres asqueroso, Silas. Sin amor. Nada en absoluto. Nunca, Nunca. Charlie.
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Me quedo mirando la forma en que firmó y leí esas palabras un par de veces más. Sin amor. Nada en absoluto. Nunca, Nunca. Charlie.
Volteo la nota, esperando ver una fecha. No hay nada que indique cuándo fue escrita. Si esta chica me escribió cartas así, entonces, ¿cómo podía ser verdad todo lo que acabo de leer en mis notas sobre el estado actual de nuestra relación? Obviamente estoy enamorado de ella. O al menos lo estaba. ¿Qué nos pasó? ¿Qué pasó con ella? Doblo la carta y la pongo donde la encontré. El primer lugar al que iré es a la dirección indicada en el papel de la casa de Charlie. Si no la encuentro allí, tal vez pueda conseguir más información de su madre, o de cualquier cosa que pueda encontrar que podríamos haber pasado por alto antes. La puerta de la cochera está cerrada cuando estaciono en su camino de entrada. No puedo notar si alguien se encuentra en casa. El lugar está sucio. El bote de basura de alguien se encuentra al lado de la acera, la basura esparcida por la calle. Un gato está arañando la bolsa. Cuando salgo del auto, el gato huye por la calle. Miro a mi alrededor mientras me dirijo a la puerta principal. No hay nadie por aquí, las ventanas y las puertas de los vecinos están firmemente cerradas. Golpeo la puerta varias veces, pero nadie responde. Miro a mi alrededor una última vez antes de girar la perilla. Desbloqueada. Empujo lentamente la puerta para abrirla. En las cartas que escribimos para nosotros mismos, mencionamos el ático de Charlie un par de veces, así que es el primer lugar que busco. El ático de Charlie. Conoceré el ático antes de conocer a la chica. Una de las puertas en el pasillo está abierta. Entro y encuentro la habitación vacía. Dos camas, aquí debe ser donde duermen con su hermana. Camino hacia el armario y miro el techo; encuentro la entrada al ático. Empujo la ropa a un lado, y un olor llena mi nariz. ¿Su olor? Floral. Huele familiar, pero eso es una locura, ¿verdad? Si no puedo recordarla, no es posible que recuerde su olor. Uso los estantes del armario como escaleras y subo.
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La única luz dentro del ático proviene de la ventana al otro lado de la habitación. Es suficiente para iluminar por dónde voy, pero no por mucho, así que saco mi teléfono y abro la aplicación de la linterna. Me detengo y miro la aplicación abierta en mi teléfono. ¿Cómo sabía que se encontraba allí? Ojalá hubiera una explicación de por qué recordamos algunas cosas y otras no. Trato de encontrar un enlace común en los recuerdos, pero me quedo completamente en blanco. Tengo que encorvarme porque el techo es demasiado bajo para que permanezca erguido. Avanzo por el ático, hacia una sala de estar improvisada en el lado más lejano de la habitación. Hay un montón de mantas llenas de almohadas. ¿En serio duerme aquí? Me estremezco al tratar de imaginar a alguien pasando el tiempo de forma voluntaria en un lugar tan aislado. Debe ser una solitaria. Tengo que agacharme más para evitar golpearme la cabeza con las vigas. Cuando llego a la zona que ella ha hecho, miro los alrededores. Hay montones de libros al lado de las almohadas. Utiliza algunos como mesas, cubiertos con marcos de fotos. Decenas de libros. Me pregunto si los ha leído todos, o si solo los necesita para sentirse cómoda. Tal vez los utiliza como un escape de su vida real. Por el aspecto de este lugar, no la culpo. Me agacho y recojo uno. La cubierta es oscura, de una casa y una chica, fusionándose como uno. Es espeluznante. No me puedo imaginar sentado aquí solo, leyendo libros como éste en la oscuridad. Pongo el libro donde lo encontré, y mi atención cae en un baúl de madera empujado contra la pared. Parece pesado y viejo, quizás como si fuera algo que se ha heredado en su familia. Camino hacia él y abro la tapa. En el interior, hay varios libros, todos con cubiertas blancas. Recojo el que se encuentra en la cima y lo abro. Del 7 de enero al 15 de julio, 2011. Paso las páginas y veo que se trata de un diario. En la caja debajo de esta, hay al menos cinco más. Le debe gustar escribir. Miro el entorno, levantando las almohadas y mantas, buscando algo para poner los diarios. Si quiero encontrar a esta chica, necesito saber los lugares que
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frecuenta. Sitios en los que podría estar, gente que podría conocer. Los diarios son la manera perfecta para encontrar esa información. Encuentro una mochila desgastada y vacía en el suelo, a unos pocos metros de distancia, así que la agarro y meto todos los diarios. Empiezo a empujar cosas a un lado, sacudiendo los libros, buscando cualquier cosa y todo lo que podría ayudarme. Encuentro varias cartas en diversos lugares, un montón de fotos, notas adhesivas al azar. Tomo todo lo que pueda caber en la mochila y regreso a la entrada del ático. Sé que también hay un par de cosas en el dormitorio de mi propia casa, así que iré allí a continuación e investigaré todo lo más rápido posible. Cuando llego a la entrada, dejo caer primero la mochila por el agujero. Golpea el suelo con un fuerte ruido y me estremezco, sabiendo que debería ser más silencioso. Comienzo a bajar los estantes uno por uno, tratando de imaginar a Charlie subiendo y bajando por estas escaleras improvisadas cada noche. Su vida debe ser bastante mala si se escapa al ático por elección. Cuando llego a la parte inferior, agarro la mochila y me pongo de pie. La tiro por encima de mi hombro y comienzo a ir hacia la puerta. Me congelo. No estoy seguro de qué hacer, porque el oficial que tocó mi ventana antes, ahora me mira directamente. ¿Estar dentro de la casa de mi novia es ilegal? Una mujer aparece en la puerta detrás del oficial. Sus ojos son frenéticos y están bordeados con rímel; como si acabara de despertar. Su pelo es salvaje, e incluso a varios metros de distancia, el olor a alcohol se abre paso a través de la habitación. —¡Te dije que se encontraba allí arriba! —grita, señalándome—. Le advertí esta misma mañana que se quedara lejos de mi propiedad, ¡y regresó! ¿Esta mañana? Genial. Ojalá me hubiera informado a mí mismo de ese hecho en la carta. —Silas —dice el oficial—. ¿Te importaría venir conmigo? Asiento y procedo con cautela hacia ellos. No parece como si hubiera hecho algo malo, ya que solo me pide hablar con él. Si hice algo mal, tendría que leerme mis derechos de inmediato. —¡Él sabe que no debería estar aquí, Grant! —grita la mujer, caminando de espaldas por el pasillo, hacia la sala de estar—. ¡Lo sabe, pero sigue volviendo! ¡Solo trata de molestarme!
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Esta mujer me odia. Mucho. Y no saber la razón hace que sea difícil disculparme por lo que diablos le hice. —Laura —dice—. Tendré una charla con Silas afuera, pero necesito que te calmes y te hagas a un lado para que pueda hacer eso. Da un paso hacia un lado y me mira cuando la pasamos. —Siempre te sales con la tuya, al igual que tu papá —dice. Aparto la mirada para que no pueda ver la confusión en mi cara, y sigo al oficial Grant, aferrándome a la mochila en mi hombro. Por suerte la lluvia ha cesado. Seguimos caminando hasta que nos encontramos de pie al lado de mi auto. Se gira para enfrentarme, y no tengo idea de si seré capaz de responder las preguntas que está a punto de lanzarme, pero espero que no sean demasiado específicas. —¿Por qué no estás en la escuela, Silas? Aprieto los labios y pienso en una respuesta para eso. —Yo, um… —Miro por encima del hombro a un auto que pasa por ahí—. Busco a Charlie. No sé si debí decir eso. Seguramente si no debía decirle a los policías que ella desapareció, habría aclarado eso en la carta. Pero la carta solamente afirmaba que tenía que hacer lo que fuera para encontrarla, y reportar su desaparición sería el primer paso. —¿A qué te refieres con que la buscas? ¿Por qué no está en la escuela? Me encojo de hombros. —No lo sé. No ha llamado, su hermana no ha oído de ella, no apareció hoy en la escuela. —Lanzo una mano detrás de mí en dirección a la casa—. Obviamente su propia madre se encuentra demasiado borracha para darse cuenta que está desaparecida, así que pensé que trataría de encontrarla por mi cuenta. Ladea la cabeza, más por curiosidad que preocupación. —¿Quién fue la última persona que la vio? ¿Y cuándo? Trago mientras me muevo incómodamente, tratando de recordar lo que se hallaba escrito en la carta sobre anoche. —Yo. Anoche. Tuvimos una discusión y se negó a irse a casa conmigo. El oficial Grant le hace un gesto a alguien detrás de mí para que se acerque a nosotros. Me doy la vuelta, y la madre de Charlie se encuentra de pie en la puerta abierta. Atraviesa el umbral y cruza el patio. —Laura, ¿sabes dónde está tu hija? Rueda los ojos. —Está en la escuela, donde es debido.
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—No está allí —interrumpo. El oficial Grant mantiene sus ojos fijos en Laura. —¿Charlie regresó a casa anoche? Laura me mira y luego de nuevo al oficial. —Por supuesto que sí —dice. Su voz se agudiza al final como si no estuviera segura. —Está mintiendo —espeto. El oficial Grant levanta una mano para silenciarme, aún dirigiendo sus preguntas a Laura. —¿A qué hora volvió a casa? Puedo ver la confusión inundando el rostro de ella. Se encoge de hombros. —La castigué por faltar a la escuela esta semana. Así que estuvo en su ático, supongo. Ruedo los ojos. —¡Ni siquiera se encontraba en casa! —digo, levantando la voz—. ¡Obviamente esta mujer se hallaba demasiado borracha para saber si su hija seguía dentro de la casa! Ella cierra la distancia entre nosotros y comienza a golpear sus puños contra mis brazos y pecho. —¡Fuera de mi propiedad, hijo de puta! —grita. El oficial la agarra por los brazos y mueve sus ojos hacia mi camioneta. — Por última vez, Nash. Vuelve a la escuela. Laura agita los brazos, tratando de liberarse. Ni siquiera se perturba en tanto que él la mantiene en su fuerte agarre. Esto parece tan normal; me pregunto si ha llamado antes a la policía por mí. —Pero… ¿qué pasa con Charlie? —Estoy confundido de por qué nadie más parece preocupado por ella. Especialmente su propia madre. —Como dijo su madre, probablemente está en la escuela —dice—. De todos modos, aparecerá en el juego de esta noche. Hablaremos allí. Asiento, pero sé muy bien que no voy a regresar a la escuela. Me llevo mi mochila con los secretos de Charlie y voy directamente a mi casa para encontrar más.
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Silas Traducido por Vani Corregido por Val_17
Lo primero que hago cuando atravieso la puerta de mi casa es detenerme. Nada de esto parece familiar, ni siquiera los cuadros en las paredes. Espero unos segundos, dejando que todo me inunde. Podría registrar la casa o echar un vistazo a las fotos, pero probablemente ya he hecho eso. Me estoy quedando sin tiempo, y si quiero averiguar qué pasó con Charlie —qué nos pasó— necesito mantenerme enfocado en las cosas en las que ya no hemos perdido el tiempo. Hallo mi dormitorio y camino en línea recta hacia el armario; a la estantería que contiene todas las otras cosas que hemos recopilado. Vuelco todo en mi cama, incluyendo el contenido de la bolsa de lona. Moviéndolo todo, trato de averiguar por dónde empezar. Hay tantas cosas. Agarro un lápiz así puedo tomar notas de lo que podría ser de utilidad si termino por olvidarlo todo de nuevo. Sé un montón de cosas sobre mi relación con Charlie en los últimos tiempos, pero eso parece ser lo mismo. No sé casi nada sobre cómo hemos llegado a estar juntos o cómo destrozamos a nuestras familias. Ni siquiera sé si algo de esto es un factor en lo que nos ha ocurrido, pero siento que el mejor lugar para empezar es el principio. Agarro una de las notas más antiguas dirigidas a Charlie, una que escribí yo mismo. Tiene fecha de hace más de cuatro años, y es solo una de las muchas cartas que agarré de su ático. Tal vez leer algo desde mi punto de vista ayudará a averiguar qué tipo de persona soy, incluso si esta carta tiene más de cuatro años. Me siento en la cama, me apoyo en la cabecera y empiezo a leer.
Charlie:
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¿Puedes recordar una sola vez que fuimos de vacaciones sin el otro? Hoy he estado pensando en eso. En la forma en que nunca es solo mi familia y yo. Siempre es con nuestros padres, Landon, Janette, tú y yo. Una gran familia feliz. Tampoco estoy seguro de que alguna vez hayamos pasado las fiestas separados. Navidad, Pascua, Acción de Gracias. Siempre las hemos compartido juntos, ya sea en nuestra casa o en la tuya. Tal vez por eso nunca sentí como si fuéramos solo mi hermano menor y yo. Siempre he sentido como si tuviera un hermano y dos hermanas. Y no puedo imaginar no sentirme de esa manera… como si fueras parte de mi familia. Pero tengo miedo de haber arruinado eso. Y ni siquiera sé qué decirte, porque no quiero disculparme por besarte anoche. Sé que debería lamentarlo, y sé que debo hacer lo que pueda para compensar el hecho de que podría haber arruinado oficialmente nuestra amistad, pero no me arrepiento. He querido cometer ese mismo error durante mucho tiempo. He estado tratando de averiguar cuándo cambiaron mis sentimientos por ti, pero me di cuenta esa noche que no han cambiado. Mis sentimientos por ti como mi mejor amiga no ha cambiado en absoluto, solo crecieron. Sí, te amo, pero ahora estoy enamorado de ti. Y en vez de mirarte como si fueras solo mi mejor amiga, ahora eres mi mejor amiga a quien quiero besar. Y sí, te he amado como un hermano ama a su hermana. Pero ahora te amo como un chico ama a una chica. Así que a pesar de ese beso, te prometo que nada ha cambiado entre nosotros. Solo acaba de convertirse en algo más. Algo mucho mejor. Anoche, cuando dormías a mi lado en esta cama, luciendo sin aliento por tanto reírte, no pude contenerme. Tantas veces me has quitado el aliento o me hiciste sentir como si mi corazón estuviera atrapado dentro de mi estómago. Pero anoche fue más de lo que cualquier chico de catorce años podría soportar. Así que tomé tu cara entre mis manos y te besé, como he estado soñando hacer por más de un año. Últimamente, cuando estoy cerca de ti, me siento demasiado borracho para hablar contigo. Y nunca he probado el alcohol, pero estoy seguro de que besarte es como estar borracho. Si ese es el caso, ya estoy preocupado por mi sobriedad porque puedo verme convirtiéndome en adicto a besarte. No he sabido nada de ti desde el momento en que me empujaste y saliste de mi habitación la noche anterior, así que estoy empezando a preocuparme de que no recuerdes ese beso como yo. No has contestado el teléfono. No has respondido mis mensajes. Así que te estoy escribiendo esta carta en caso de que necesites recordar cómo te sientes por mí. Porque parece como si estuvieras tratando de olvidar.
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Por favor, no olvides, Charlie. Nunca permitas que tu terquedad hable en creencia de que nuestro beso estuvo equivocado. Nunca olvides lo bien que se sintió cuando mis labios por fin tocaron los tuyos. Nunca dejes de necesitar que te bese así de nuevo. Nunca olvides la forma en que me acercaste… queriendo sentir mi corazón latiendo dentro de tu pecho. Nunca me impidas besarte en un futuro cuando una de tus risas me haga desear de nuevo ser una parte de ti. Nunca me impidas abrazarte como finalmente te abracé anoche. Nunca olvides que fui tu primer beso real. Nunca olvides que tú serás mi último. Y nunca dejes de amarme entre todos ellos. Nunca pares, Charlie. Nunca olvides. ~Silas. 20 No sé cuánto tiempo me quedo mirando la carta. El tiempo suficiente para estar más confundido por la forma en que me hace sentir. Cómo a pesar de que no conozco a esta chica en absoluto, de alguna manera creo en cada palabra de esta carta. Y tal vez incluso lo siento un poco. Mi pulso comienza a acelerarse, porque he hecho todo lo que sé en la última hora para encontrarla, y la necesidad de saber que se encuentra bien es inminente. Estoy preocupado por ella. Necesito encontrarla. Agarro otra carta para buscar más pistas cuando suena mi teléfono. Lo recojo y respondo sin mirar el identificador de llamadas. No tiene sentido rechazar las llamadas, ya que no conozco a ninguna de las personas que me estarían llamando. —¿Hola? —Te das cuenta de que esta noche es uno de los juegos más importantes de tu carrera en el fútbol, ¿verdad? ¿Por qué diablos no estás en la escuela? La voz es fuerte y enojada.
Debe ser mi padre. Aparto el teléfono de mi oído y bajo la vista hacia él. No tengo idea de qué decir. Tengo que leer más de estas cartas antes de saber cómo normalmente le respondería Silas a su padre. Necesito saber más sobre estas personas que parecen saber todo sobre mí. —¿Hola? —repito. —Silas, no sé qué sucede… —No puedo oírte —digo más fuerte—. ¿Hola? Antes de que él pueda volver a hablar, termino la llamada y dejo caer el teléfono sobre la cama. Agarro todas las cartas y diarios que caben en mi mochila. Salgo rápidamente porque no debería estar aquí. Podría aparecer alguien con el que no estoy preparado para interactuar. Alguien como mi padre.
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Charlie Traducido por Vani Corregido por Miry GPE
¿Dónde estoy? Esa es la primera pregunta. Luego, ¿quién soy? Sacudo la cabeza de lado a lado, como si ese simple acto pudiera hacer funcionar de nuevo mi cerebro. Normalmente las personas despiertan y saben quiénes son... ¿verdad? Me duele el corazón; palpita tan rápido. Tengo miedo de sentarme, temerosa de lo que veré cuándo lo haga. Me siento confundida... abrumada, así que empiezo a llorar. ¿Es raro no saber quién eres, y sin embargo entender que no eres una llorona? Estoy tan enfadada conmigo misma por llorar, que limpio mis lágrimas de un golpe y me siento, golpeando muy fuerte la cabeza en el proceso contra las barras de metal de una cama. Me estremezco, frotando mi cabeza. Estoy sola. Eso es bueno. No sé cómo le explicaría a alguien que no tengo ni idea de quién soy o dónde estoy. Me encuentro en una cama. En una habitación. Es difícil saber qué tipo de habitación, porque está muy oscuro. No hay ventanas. Un foco parpadea en el techo. No es lo suficiente fuerte como para iluminar la pequeña habitación, pero me doy cuenta que el piso es de brillantes baldosas blancas, y las paredes están pintadas de blanco y desnudas salvo por un pequeño televisor empotrado a la pared. Hay una puerta. Me pongo de pie para ir hacia ella, pero hay una sensación de pesadez en mi estómago al tiempo que coloco mis pies uno delante del otro. Estará con llave, estará con llave... Está con llave.
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Siento pánico, pero me tranquilizo y me obligo a respirar. Tiemblo mientras presiono mi espalda contra la puerta y miro hacia mi cuerpo. Visto una bata de hospital y calcetines. Paso mis manos sobre las piernas para comprobar cuán velludas se encuentran; no demasiado. ¿Eso significa que me afeité recientemente? Tengo pelo negro. Coloco un mechón delante de mi cara para examinarlo. Ni siquiera sé mi nombre. Esto es una locura. O tal vez estoy loca. Sí. Oh Dios mío. Estoy en un hospital psiquiátrico. Eso es lo único que tiene sentido. Me doy la vuelta y golpeo la puerta. —¿Hola? Presiono mi oído contra la puerta y escucho por si hay algún ruido. Puedo oír el zumbido suave de algo. ¿Un generador? ¿Un aire acondicionado? Es algo de maquinaria. Me da escalofríos. Corro hacia la cama y me acurruco en la esquina, así puedo ver la puerta. Levanto mis rodillas hasta mi pecho, respirando con dificultad. Tengo miedo, pero no hay nada que pueda hacer más que esperar.
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Silas Traducido por Annie D Corregido por NnancyC
La correa de la mochila se clava en mi hombro mientras me abro espacio a través del enjambre de estudiantes en el pasillo. Pretendo que sé lo que estoy haciendo —a dónde voy— pero no sé nada. En lo que a mí respecta, esta es la primera vez que he pisado esta escuela. La primera vez que estoy viendo los rostros de estas personas. Ellos me sonríen, mueven sus cabezas en señal de saludo. Yo respondo lo mejor que puedo. Subo la mirada hacia los números en los casilleros, avanzando por los pasillos hasta encontrar el mío. De acuerdo con todo lo que escribí, estuve aquí esta mañana, buscando en este casillero, hace horas. Obviamente no encontré nada entonces, así que estoy seguro que no encontraré nada ahora. Cuando por fin estoy frente a mi casillero, siento evaporarse la esperanza que ni yo sabía que tenía. Supongo que una parte de mí esperaba encontrar a Charlie de pie allí, riéndose de esta ingeniosa broma que hizo. Tenía la esperanza de que este desastre terminara. No soy tan afortunado, obviamente. Primero ingreso la combinación del casillero de Charlie y lo abro en un intento de encontrar algo que pasamos por alto antes. Mientras rebusco en su casillero, puedo sentir que alguien se me acerca por detrás. No quiero darme la vuelta y tener que interactuar con un rostro desconocido, por lo que finjo que no me doy cuenta que están parados aquí con la esperanza de que se alejen. —¿Qué estás buscando? Es la voz de una chica. Ya que no tengo idea de cómo suena Charlie, me doy la vuelta, esperando que sea ella. En cambio, me encuentro con la mirada de
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alguien que no es ella. Basado en su aspecto, supongo que es Annika. Encaja con la descripción que Charlie escribió de nuestros amigos en las notas. Ojos grandes, cabello rizado y oscuro, te mira como si estuviera aburrida. —Solo estoy buscando algo —murmuro, volviendo a mirar el casillero de Charlie. No encuentro pistas en absoluto, así que lo cierro y empiezo a ingresar la combinación en mi propio candado. —Amy dijo que Charlie no se encontraba en la casa esta mañana cuando fue a recogerla. Janette ni siquiera sabía dónde estaba —dice Annika—. ¿Dónde está? Me encojo de hombros y abro el casillero, tratando de hacer que pase desapercibido que estoy leyendo la combinación de una hoja de papel en mi mano. —No lo sé. Aún no he escuchado nada de ella. Annika se queda en silencio detrás de mí hasta que he terminado de buscar en mi propio casillero. Mi teléfono comienza a sonar en el bolsillo. Mi padre está llamando de nuevo. —¡Silas! —grita alguien al pasar. Subo la mirada para ver un reflejo de mí mismo, solo que más joven y no tan... intenso. Landon—. ¡Papá quiere que lo llames! —grita, caminando hacia atrás en la dirección opuesta. Sostengo el teléfono en alto, con la pantalla frente a él, para que sepa que estoy al tanto. Sacude la cabeza con una risa y desaparece por el pasillo. Quiero decirle que vuelva. Tengo tantas preguntas que quiero hacerle, pero sé lo loco que todo sonaría eso. Presiono un botón para ignorar la llamada y lo deslizo de nuevo en mi bolsillo. Annika continúa de pie aquí, y no tengo idea de cómo quitármela de encima. El viejo Silas parecía tener un problema con el compromiso, así que estoy esperando que ella no fuera una de sus conquistas. El viejo yo seguro está dificultándole las cosas al yo actual. Justo cuando empiezo a decirle que necesito llegar a mi última clase del periodo, veo a una chica sobre el hombro de Annika. Mis ojos se traban con los suyos, y rápidamente mira en la otra dirección. Me doy cuenta por la forma en que se escabulle que debe ser la chica a la que Charlie se refirió como La Camarón en nuestras notas. Porque de verdad se parece un poco a un camarón: piel rosada, cabello claro y ojos oscuros, pequeños y brillantes. —¡Oye! —grito. Se sigue moviendo en la otra dirección.
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Empujo a Annika al pasar y sigo rápidamente a la chica. De nuevo grito—: Oye. —Pero ella incrementa su ritmo y se escabulle aún más, sin darse la vuelta nunca. Debería saber su nombre. Probablemente se detendría si la llamara por él. Estoy seguro de que si le gritara: ¡Oye, Camarón!, no me ganaría ningún favor. Qué apodo. Los adolescentes pueden ser tan crueles. Me da vergüenza ser uno de ellos. Justo antes de que su mano alcance el pomo de la puerta de un aula, me deslizo frente a ella, con la espalda contra la puerta. Da un paso rápido hacia atrás, sorprendida de verme dirigir mi atención a ella. Abraza los libros a su pecho y mira los alrededores, pero hemos llegado al final del pasillo y no hay ningún estudiante cerca de nosotros. —¿Qué... qué es lo que quieres? —pregunta; su voz es un susurro disperso. —¿Has visto a Charlie? —La pregunta parece sorprenderla más que el hecho de que le esté hablando. Inmediatamente se distancia con otro paso. —¿Qué quieres decir? —pregunta de nuevo—. No me está buscando, ¿verdad? —Su voz suena temerosa. ¿Por qué tendría miedo de Charlie? —Escucha —digo, echando un vistazo al pasillo para asegurar nuestra privacidad. Vuelvo a mirarla y percibo que está conteniendo la respiración—. Necesito un favor, pero no quiero hablar de eso aquí. ¿Podemos vernos después de la escuela? Otra vez con la expresión sorprendida. Inmediatamente niega con la cabeza. Su reticencia a querer tener algo que ver con Charlie o conmigo despierta mi interés. Ella o sabe algo y lo está ocultando, o sabe algo que no tiene idea que podría ayudarme. —¿Solo por unos minutos? —pregunto. Niega con la cabeza de nuevo cuando alguien comienza a caminar en nuestra dirección. Interrumpo la conversación de golpe y no le doy la oportunidad de decir otra vez que no—. Nos vemos en mi casillero después de clases. Tengo un par de preguntas —digo antes de alejarme. No miro atrás. Me muevo por el pasillo, pero no tengo idea de dónde estoy yendo. Probablemente debería ir al departamento de deportes para encontrar mi casillero allí. De acuerdo con lo que leí en nuestras notas, en el vestuario hay una carta que todavía no he leído, junto con algunas fotos. Rodeo la esquina a toda prisa y tropiezo con una chica, causando que tire su bolso. Murmuro una disculpa y doy un paso a su alrededor, continuando por el pasillo.
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—¡Silas! —grita. Me detengo. Mierda. No tengo idea de quién es. Me vuelvo lentamente y está de pie, tirando de la correa del bolso más arriba en su hombro. Espero que diga algo más, pero me mira fijamente. Después de unos segundos, lanza las manos en el aire. —¿Y bien? —dice, frustrada. Inclino la cabeza en confusión. ¿Está esperando una disculpa? —Bien… ¿qué? Resopla y cruza los brazos sobre el pecho. —¿Encontraste a mi hermana? Janette. Esta es la hermana de Charlie, Janette. Mierda. Me imagino que es bastante difícil buscar a una persona desaparecida, pero tratar de buscarlos cuando no tienes idea de quién eres, quiénes son ellos, o quién es cualquier otra persona se siente como apuntar a lo imposible. —Todavía no —le digo—. Sigo buscando. ¿Tú? Se acerca un paso y baja la barbilla. —¿No crees que si la hubiera encontrado no te lo habría preguntado a ti? Doy un paso atrás, poniendo una distancia segura entre esa mirada fulminante y yo. De acuerdo. Así que Janette no es una persona muy simpática. Debo escribir eso en las notas para futura referencia. Saca un teléfono de su bolso. —Voy a llamar a la policía —dice—. Estoy muy preocupada por ella. —Ya hablé con la policía. Dispara sus ojos hasta los míos. —¿Cuando? ¿Qué dijeron? —Yo estaba en tu casa. Tu madre llamó a la policía cuando me encontró en el ático buscando a Charlie. Le dije al oficial que ha estado desaparecida desde anoche, pero tu madre lo hizo sonar como si estuviera exagerando, por lo que no se lo tomaron en serio. Janette gruñe. —Me imagino —dice—. Bueno, los llamaré de nuevo. Debo salir para tener una mejor señal. Te avisaré lo que dicen. —Da un paso alrededor de mí para ir afuera. Una vez que se ha ido, me dirijo en la dirección donde creo que podría estar el edificio deportivo.
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—Silas —dice alguien detrás de mí. ¿Estás bromeando? ¿No puedo caminar más de dos metros en este pasillo sin tener que responderle a alguien? Me doy vuelta para enfrentar a quien está haciéndome perder el tiempo, solo para encontrar una chica —o mujer, más bien— que encaja perfectamente con la descripción de Avril Ashley. Esto es exactamente lo que no necesito en este momento. —¿Puedo verte en mi oficina, por favor? Aprieto mi nuca y sacudo la cabeza. —No puedo, Avril. No revela nada de lo que pasa por su cabeza. Me mira con una expresión estoica y luego dice—: A mi oficina. Ahora. —Se da la vuelta y camina por el pasillo. Contemplo correr en la otra dirección, pero llamar la atención hacia mí no me hará ningún favor. De mala gana, la sigo hasta que llega a la puerta de administración. La sigo más allá de la secretaría y dentro de una oficina. Doy un paso a un lado cuando cierra la puerta, pero no me siento. La estoy viendo con cuidado, y ella todavía no me ha regresado la mirada. Se dirige a la ventana y mira afuera, envolviendo los brazos alrededor de sí misma. El silencio es torpe en el mejor de los casos. —¿Quieres explicar lo que pasó la noche del viernes? —pregunta. De inmediato comienzo a buscar en mi nueva memoria algo de lo que podría estar hablando. Viernes, viernes, viernes. Sin mis notas en frente de mí, me encuentro con las manos vacías. No hay manera de que pueda recordar cada detalle de lo que he leído en las últimas dos horas. Cuando fallo en responder, deja escapar una risa suave. —Eres tan increíble —dice, volteándose hacia mí. Sus ojos lucen rojos, pero hasta el momento están secos—. ¿Qué en el mundo te poseyó para que golpearas a mi padre? Oh. La cafetería. La pelea con el propietario, el padre de Brian. Espera. Me paro más derecho, los vellos se levantan en la piel de mi cuello. ¿Avril Ashley es la hermana de Brian Finley? ¿Cómo es eso siquiera posible? Y, ¿por qué Charlie y yo estaríamos involucrados con ellos?
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—¿Tuvo que ver con ella? —pregunta. Está lanzándome demasiado de una sola vez. Me agarro de nuevo la nuca con mis manos y aprieto algunos de los nervios. No parece importarle que no esté de humor para discutir esto ahora. Da varios pasos rápidos hacia mí hasta que su dedo me está pinchando en el pecho. —Mi padre le ofreció un trabajo, sabes. No sé lo que estás planeando, Silas. —Gira y camina hacia la ventana, pero luego levanta las manos en frustración y me enfrenta—. En primer lugar, entras aquí hace tres semanas y actúas como si Charlie estuviera destruyendo tu vida a causa de su relación con Brian. Me haces sentir lástima por ti. Incluso me haces sentir culpable solo por ser su hermana. Y luego utilizas eso para manipularme para que te bese, y una vez que por fin cedo, te presentas cada día por más. Después vas al restaurante de mi padre y lo atacas, luego le sigue terminar las cosas conmigo. —Retrocede y pone una mano en su frente—. ¿Te das cuenta de la cantidad de problemas en los que yo podría estar, Silas? —Comienza a pasearse de un lado al otro—. Me gustabas. Arriesgué mi trabajo por ti. Diablos, arriesgué mi relación con mi propio hermano por ti. —Sube la mirada al techo, colocando las manos en sus caderas—. Soy una idiota —dice—. Estoy casada. Soy una mujer casada con un título, y aquí estoy metiéndome mano con un estudiante simplemente porque es atractivo y soy tan malditamente tonta para saber cuándo alguien me está usando. Sobrecarga de información. Ni siquiera puedo responder mientras proceso todo lo que acaba de decir. —Si le cuentas a alguien sobre esto, me aseguraré que mi padre presente cargos en tu contra —dice con una mirada amenazante. Encuentro mi lengua con ese comentario. —Nunca le diré a nadie, Avril. Lo sabes. ¿Lo sabe? El viejo yo no parecía ser muy confiable. Mantiene los ojos clavados en los míos durante varios minutos hasta que parece satisfecha con mi respuesta. —Vete. Y si necesitas un consejero para el resto del año escolar, haznos un favor a ambos y transfiérete de escuela. Coloco la mano en el pomo de la puerta y espero a que diga algo más. Cuando no lo hace, intento compensar las cosas por el viejo Silas. —Si sirve de algo... lo siento. Sus labios se presionan en una línea apretada. Gira y camina con enojo a su escritorio. —Lárgate de mi oficina, Silas. Con mucho gusto.
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Charlie Traducido por Sandry Corregido por Juli
Debo haberme quedado dormida. Oigo un sonido suave y luego el del metal deslizándose contra otro metal. Mis ojos se abren de golpe e instintivamente me presiono con más fuerza contra la pared. No puedo creer que me quedara dormida. Tuvieron que haberme drogado. Ellos. Estoy a punto de descubrir quiénes son. La puerta se abre y mi respiración se acelera mientras me retuerzo contra la pared. De pie, con zapatillas planas blancas, y luego… la cara sonriente de una mujer. Ella entra tarareando y le da una patada a la puerta para cerrarla detrás de sí. Me relajo un poco. Parece una enfermera, vestida con una bata de color amarillo pálido. Su cabello es oscuro y recogido en una coleta baja. Es mayor, tal vez de unos cuarenta años. Por un breve segundo, me pregunto cuántos años tengo. Mi mano se desplaza hasta mi cara, como si pudiera sentir mi edad en la piel. —Hola —dice alegremente. Todavía no me ha mirado. Está ocupada con la bandeja de comida. Envuelvo los brazos alrededor de mis rodillas con más fuerza. Ella coloca una bandeja en una mesita junto a la cama y levanta la vista por primera vez. —He traído tu almuerzo. ¿Tienes hambre? ¿El almuerzo? Me pregunto qué pasó con el desayuno. Cuando sigo sin contestarle, sonríe y levanta la tapa de uno de los platos, como para tentarme. —Hoy hay espaguetis —dice—. Te gustan los espaguetis.
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¿Hoy? Entonces, ¿cuántos días llevo aquí? Quiero preguntarle, pero mi lengua se congela con miedo. —Te encuentras confundida. No pasa nada. Estás a salvo aquí —dice. Es curioso, yo no me siento segura. Me ofrece un vaso de papel. Me quedo mirándolo. —Tienes que tomarte los medicamentos —dice, sacudiendo la taza. Puedo oír el ruido de más de una píldora dentro. Estoy siendo drogada. —¿Cuál es? —Me sobresalto al oír el sonido de mi voz. Sale áspera. No la he utilizado desde hace mucho tiempo, o he estado gritando mucho. Sonríe de nuevo. —Lo de siempre, tonta. —Me frunce el ceño, poniéndose seria de repente—. Sabemos lo que sucede cuando no te tomas los medicamentos, Sammy. No quieres volver a ir por ese camino. ¡Sammy! ¡Quiero llorar porque tengo un nombre! Alcanzo el vaso. No sé a qué se refiere, pero no quiero ir otra vez por ese camino. Probablemente esa sea la razón por la qué me encuentro aquí. —¿Dónde estoy? —pregunto. Hay tres pastillas: una blanca, una azul, una marrón. Ladea la cabeza hacia un lado al tiempo que me entrega un vaso de plástico con agua. —Estás en el hospital de San Bartolomé. ¿No te acuerdas? La miro fijamente. ¿Se supone que debería? Si cuestiono sus preguntas, ella puede pensar que estoy loca, y por el aspecto de todo, puedo ya estarlo. No quiero empeorar las cosas, pero… Suspira. —Mira, estoy tratando de esforzarme mucho contigo, niña. Pero tienes que mejorar esta vez. No podemos tener más incidentes. Soy una niña. Causo incidentes. Por eso debo estar encerrada aquí. Inclino el vaso hasta que siento las pastillas en la lengua. Ella me da el agua y yo la bebo. Tengo sed. —Vamos, traga —dice, aplaudiendo. Jalo la bandeja hacia mí. Estoy muy hambrienta. —¿Te gustaría ver un poco de televisión?
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Asiento. Ella es muy agradable. Y me gustaría ver la televisión. Saca un mando a distancia de su bolsillo y lo enciende. El espectáculo es sobre una familia. Todos están sentados alrededor de una mesa, cenando. ¿Dónde está mi familia? Sigo mirando hasta que me siento soñolienta otra vez.
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Silas Traducido por Jeyly Carstairs & Miry GPE Corregido por Laurita PI
Es increíble lo mucho que puedo aprender con solo mantener la boca cerrada. Avril y Brian son hermanos. Avril está casada, sin embargo de alguna manera, la convencí de tener una especie de relación inapropiada. Y es bastante reciente, lo cual no me lo esperaba. También parece extraño que haya recurrido a ella en busca de consuelo, sabiendo que Charlie y Brian se encontraban juntos. Basado en lo que he aprendido de Silas —de mí— no me veo queriendo estar con alguien que no sea Charlie. ¿Venganza? Tal vez solo usaba a Avril para conseguir información sobre Charlie y Brian. Paso los próximos diez minutos reflexionando sobre lo que he aprendido mientras me abro camino en el campo en busca del departamento de deportes. Todo se ve igual: las caras, los edificios, los estúpidos carteles de motivación. Por último me doy por vencido y entro a un aula vacía. Tomo asiento en una mesa junto a la pared del fondo y abro la cremallera del morral repleto con mi pasado. Saco los diarios y algunas cartas, organizándolas por fechas. La mayoría de las cartas son entre Charlie y yo, pero algunas son de su padre, escritas para ella desde la cárcel. Esto me entristece. Existen unas pocas de personas desconocidas; amigos de ella, supongo. Esas notas me molestan; llenas de poca profundidad, angustia adolescente y mala ortografía. Frustrado, las lanzo a un lado. Tengo la sensación de que lo que sea que pasa con nosotros tiene poco que ver con alguien más. Agarro una de las cartas que le escribió el padre de Charlie y la leo primero.
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Querida, Manicito: Recuerdas porque te llamaba así, ¿verdad? Eras tan pequeña cuando naciste. Nunca había sostenido a un bebé, y recuerdo que le dije a mamá: ¡Es pequeña, igual que un pequeño maní humano! Te extraño, cariño. Sé que esto debe ser difícil para ti. Sé fuerte para tu hermana y tu mamá. Ellas no son como nosotros, y necesitan que te ocupes de las cosas por un tiempo. Hasta que vuelva a casa. Confía en mí, me estoy esforzando para regresar con ustedes. Mientras tanto, he estado leyendo un montón. Incluso leí ese libro que te gustó tanto. El de la manzana en la portada. ¡Guau! Ese Edward es… como lo dijiste… ¿de ensueño? De todos modos, quería hablar contigo de algo importante. Así que escúchame, por favor. Sé que has conocido a Silas por mucho tiempo. Es un buen chico. No lo culpo por lo que hizo su padre. Pero tienes que mantenerte alejada de esa familia, Charlize. No confío en ellos. Ojalá pudiera explicártelo todo, y lo haré algún día. Pero, por favor, mantente alejada de los Nash. Silas es solo un peón en el juego de su padre. Temo que te usen para llegar a mí. Prométeme, Charlize, que te mantendrás alejada de ellos. Le dije a mamá que utilizara el dinero de la otra cuenta para sobrevivir por un tiempo. Si es necesario, vende sus anillos. No querrá hacerlo, pero véndanlos de todos modos. Te amo, Papá.
Leo la carta dos veces para asegurarme de que no se me escapa nada. Lo que sea que paso entre mi padre y su padre fue grave. El hombre se encuentra en la cárcel, y por lo que leo en la carta, no cree que su sentencia sea justa. Eso me hace preguntarme si mi padre es en realidad culpable. Pongo la carta en una nueva pila para mantenerla separada. Guardo todas las cartas que pueden significar algo en su propia pila, si volvemos a perder nuestros recuerdos, no tendremos que perder tiempo leyendo las cartas que no sirven para ningún propósito. Abro otra carta que parece ha sido leída cientos de veces.
Querida, Charlie bebé: En verdad, te enojas cuando tienes hambre. Te transformas en una devoradora. Es como si ni siquiera fueras la misma persona ¿Podemos conservar barras de cereal en tu bolso o algo? Es solo que me preocupo por mis bolas. Los chicos comienzan a comentar que
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soy un sometido. Y sé que eso parece. Ayer, corrí como un joven ciervo para conseguirte un balde de pollo y me perdí la mejor parte del juego. Me perdí la mayor remontada en la historia del fútbol. Todo porque estoy tan aterrorizado enamorado de ti. Tal vez soy un sometido. Te veías muy sexy con toda esa grasa de pollo en la cara. Rasgando la carne con los dientes como una salvaje. Dios. Solo quiero casarme contigo. Nunca, Nunca Silas.
Puedo sentir que una sonrisa comienza a formarse en mi cara, y la borro de inmediato. El hecho de que esta chica se halla en algún lugar y no tiene idea de quién es o dónde se encuentra no deja lugar a sonrisas. Tomo otra carta, esta vez con ganas de leer algo de ella para mí.
Querido, Silas bebé: El mejor. Concierto. De todos los tiempos. Puedes ser más lindo que Harry Styles, en especial cuando haces ese movimiento del hombro y finges que fumas un cigarrillo. Gracias por encerrarnos en el cuarto de escobas y luego mantener tu promesa. Me gustó MUCHO el cuarto de escobas. Espero que podamos repetirlo en nuestra casa un día. Solo tenemos que ir allí y hacerlo mientras los niños duermen. Excepto que con aperitivos, porque… soy devoradora. Hablando de comida, me tengo que ir porque los niños que cuido están botando un tarro de pepinillos en el inodoro. ¡Ups! Tal vez solo deberíamos tener un perro. Nunca, Nunca Charlie.
Me agrada. Incluso me gusta un poco como soy con ella. Un dolor sordo empieza a atravesar mi pecho. Lo froto mientras miro su letra. Es familiar. Es tristeza. Recuerdo lo que se siente estar triste. Leo otra de mis cartas para ella, esperando obtener una visión más clara de mi personalidad.
Charlie bebé:
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Te extrañé hoy más de lo que alguna vez te he extrañado. Fue un día duro. En realidad, ha sido un verano difícil. El juicio se acerca, y junto con no poder verte, ha hecho oficialmente de este el peor año de mi vida. Y pensar que empezó tan bien. ¿Recuerdas esa noche que me colé por tu ventana? Lo recuerdo vívidamente, pero eso podría ser porque todavía lo tengo en video y lo veo cada noche. Pero sé que sin importar si tuviera el video o no, todavía recordaría cada detalle. Fue la primera vez que pasamos la noche juntos como pareja, a pesar de que, en realidad, no me debí haber quedado. Pero despertar y ver el sol, a través de la ventana, brillando sobre tu cara hizo que se sintiera como un sueño. Como si esa chica que sostuve en mis brazos durante las últimas seis horas no fuera real. Porque la vida no podía sentirse tan perfecta y tan despreocupada como en ese momento. Sabes, a veces paso un mal rato pensando en lo mucho que me gustó esa noche, pero creo que es porque nunca te dije por qué. Después de que te quedaste dormida, acerqué más la cámara de video a nosotros. Envolví los brazos a tu alrededor y te escuché respirar hasta quedarme dormido. A veces cuando tengo problemas para dormir, reproduzco ese video. Sé que es raro, pero eso es lo que te gusta de mí. Amas lo mucho que te amo. Porque sí. Te amo demasiado. Más de lo que alguien merece ser amado. Pero no puedo evitarlo. Haces que amarte así sea normal. Me haces amarte como loco. Algún día este lío pasará. Nuestras familias olvidarán lo mucho que se han dañado la una a la otra. Verán el vínculo que seguimos teniendo y estarán obligados a aceptarlo. Hasta entonces, nunca pierdas la esperanza. Nunca pares de amarme. Nunca me olvides. Nunca, Nunca Silas.
Cierro los ojos con fuerza y libero una lenta respiración. ¿Cómo es posible extrañar a alguien que no puedes recordar? Coloco las cartas a un lado y comienzo a revisar los diarios de Charlie. Necesito encontrar los acontecimientos que se relacionan con nuestros padres. Parece que fueron el catalizador en nuestra relación. Tomo uno y lo abro en una página al azar. Odio a Annika. Oh dios mío, es tan estúpida.
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Doy vuelta a otra página diferente. Siento que también odio a Annika, pero ahora eso no es importante. Silas horneó un pastel para mi cumpleaños. Sabía horrible. Creo que olvidó los huevos. Pero fue el fracaso de chocolate más hermoso que he visto en mi vida. Me sentía tan feliz que ni siquiera hice cara de arcadas cuando me comí una rebanada. Pero, oh dios, sabía tan horrible. El mejor novio de todos los tiempos. Quiero seguir leyendo, pero no lo hago. ¿Qué tipo de idiota olvida los huevos? Doy vuelta unas páginas adelante. Hoy se llevaron a mi padre. Me siento más derecho. Hoy se llevaron a mi padre. No siento nada. ¿Los sentimientos vendrán? O tal vez lo siento todo. Todo lo que puedo hacer es sentarme aquí y mirar a la pared. Me siento tan impotente, debería hacer algo. Todo ha cambiado, y me duele el pecho. Silas sigue viniendo a la casa, pero no quiero verlo. No quiero ver a nadie. No es justo. ¿Por qué tener hijos si solo vas a hacer estupideces y dejarlos? Papá dice que todo es un malentendido y que la verdad saldrá a la luz, pero mamá no ha dejado de llorar. Y no podemos utilizar ninguna de nuestras tarjetas de crédito, porque todo ha sido congelado. El teléfono no para de sonar, y Janette se encuentra sentada en su cama, chupando su dedo como cuando era pequeña. Solo quiero morir. Odio a quienquiera que le hizo esto a mi familia. Ni siquiera puedo… Adelanto algunas páginas. Tenemos que mudarnos de nuestra casa. El abogado de papá nos lo dijo hoy. El tribunal tomará posesión de ella para pagar su deuda. Solo lo sé porque escuché junto a la puerta de la oficina cuando se lo dijo a mamá. Tan pronto como se fue el abogado, se encerró en su habitación y no ha salido en dos días. Tenemos que salir de nuestra casa en cinco. Empecé a empacar algunas de nuestras cosas, pero ni siquiera estoy segura de qué se nos permite conservar. O dónde se supone que debemos ir. Mi cabello comenzó a caerse desde hace una semana. En grandes mechones mientras me lo cepillo y mientras me ducho. Y ayer, Janette se metió en problemas en la escuela por arañar a una chica en la cara cuando se burló del hecho de que nuestro padre se encuentra en la cárcel. Tengo un par de miles de dólares en mi cuenta de ahorros, pero en serio, ¿quién me rentará un apartamento? No sé qué hacer. Aún no he visto a Silas, pero viene cada día. Hago que Janette le diga que se vaya. Me siento tan avergonzada. Todo el mundo habla de nosotros, incluso mis amigos. Accidentalmente, Annika me incluyó en un grupo de texto donde se enviaban unos a otros memes de prisión. Ahora que lo pienso, no creo que fuera un accidente. Le encantaría poner sus garras en Silas. Ahora, tiene su oportunidad. Tan pronto como él se dé cuenta de la gran vergüenza en la que se convirtió mi familia, no querrá tener nada que ver conmigo.
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Argh. ¿Era yo ese tipo de persona? ¿Por qué piensa eso? Jamás habría... Creo que jamás habría... ¿Lo haría...? Cierro el diario y me froto la frente. Me comienza a doler la cabeza y no me siento más cerca de descifrar esto. Decido leer una página más. Extraño mi casa. Ya no es mi casa, ¿puedo seguir llamándola así? Extraño la que solía ser mi casa. A veces voy ahí, permanezco de pie en la calle, y recuerdo. Ni siquiera sé si la vida era tan genial antes de que papá fuera a prisión, o si yo vivía en una burbuja de lujo. Por lo menos, no me sentía así. Cómo una perdedora. Todo lo que hace mamá es beber. Ya ni siquiera se preocupa por nosotras. Y tendrías que preguntarte si alguna vez lo hizo, o si Janette y yo éramos solo accesorios en su vida glamorosa. Porque, ahora, solo se preocupa por cómo se siente. Me siento mal por Janette. Al menos yo tenía una vida real, con verdaderos padres. Ella sigue siendo pequeña. Eso la arruinará, porque ni siquiera sabrá lo que es tener una familia completa. Se siente tan enojada todo el tiempo. También yo. Ayer me burlé de un chico hasta que lloró. Se sintió bien. También se sintió mal. Pero tal como dijo papá, mientras sea más mala de lo que son ellos, no pueden tocarme. Los atacaré hasta que me dejen en paz. Vi a Silas por un momento después de la escuela. Me invitó con una hamburguesa y luego me llevó a casa. Era la primera vez que veía el pozo de mierda en el que vivimos ahora. Pude ver el asombro en su rostro. Me dejó, y luego, una hora más tarde, escuché una cortadora de césped afuera. Fue a su casa a recoger una cortadora de césped y algunas herramientas para arreglar el lugar. Quería amarlo por eso, pero solo me avergonzó. Finge que no le importa lo mucho que ha cambiado mi vida, pero sé que no es cierto. Tiene que importarle. Ya no soy la misma de antes. Mi padre me ha escrito. Dice algunas cosas, pero no sé qué creer. Si tiene razón... no quiero ni siquiera pensar en eso. Miro algunas cartas de su padre. ¿De cuál habla? Entonces la veo. Se me revuelve el estómago.
Querida Charlize: Ayer hablé con tu madre. Me dijo que aún ves a Silas. Me siento decepcionado. Te advertí acerca de su familia. Su padre es la razón por la que me encuentro en prisión, y aun así continúas amándolo. ¿Comprendes lo mucho que me duele? Sé que crees que lo conoces, pero no es diferente de su padre. Son una familia de serpientes. Charlize, por favor, entiende que no trato de hacerte daño. Quiero mantenerte a salvo de esas personas, y aquí me hallo, encerrado detrás de estas barras, incapaz de cuidar
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de mi propia familia. Una advertencia es todo lo que puedo hacer, y espero que prestes atención a mis palabras. Perdimos todo; nuestra casa, nuestra reputación, nuestra familia. Y ellos aún tienen todo lo que era suyo, así como también todo lo que era nuestro. No es correcto. Por favor, mantente alejada. Mira lo que me hicieron. A todos nosotros. Por favor, dile a tu hermana que la quiero. Papá.
Después de leer la carta, siento simpatía por Charlie. Una chica dividida entre un chico que obviamente la amaba y un padre que la manipulaba. Necesito visitar a su padre. Encuentro una pluma y escribo la dirección del remitente de las cartas que le ha enviado. Saco mi teléfono y lo busco en Google. La prisión se encuentra a unas buenas dos horas y media en coche desde Nueva Orleans. Dos horas y media solo de ida es un montón de tiempo perdido cuando en total solo tengo cuarenta y ocho horas. Siento que ya he perdido mucho tiempo. Tomo nota de las horas de visita y decido que si para mañana a la mañana no he encontrado a Charlie, le haré una visita a su padre. Basado en las cartas que acabo de leer, Charlie es más unida a su padre que a cualquier otra persona. Bueno, además del antiguo Silas. Y si yo no tengo ni idea en dónde se encuentra, es probable que su padre sea uno de los pocos que podría saberlo. Me pregunto si incluso estaría de acuerdo en reunirse conmigo. Me estremezco en mi asiento cuando suena la campana, señalando el fin del día escolar. Conservo las cartas separadas y las coloco con cuidado dentro de la mochila. Es el último período de clase, y espero que La Camarón se encuentre donde le pedí que estuviera.
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Charlie Traducido por Valentine Rose Corregido por Laurita PI
Estoy encerrada en un cuarto con un chico. El cuarto es pequeño, y huele a lejía. Es incluso más pequeño que la habitación en que me encontraba antes de quedarme dormida. No recuerdo despertar y haberme trasladado pero aquí estoy, y seamos honestos; últimamente no recuerdo mucho. Él se encuentra sentado en el suelo con su espalda apoyada contra la pared, y sus rodillas separadas. Observo como levanta la cabeza, y canta a todo pulmón el coro de la canción del grupo The Vamps, Oh Cecelia. Es bastante atractivo. —Oh, Dios mío —digo—, si vamos a estar encerrados juntos aquí, ¿podrías, al menos, cantar algo bueno? No sé de dónde provino eso. Ni siquiera conozco al tipo. Termina, enfatizando la última palabra con un muy desafinado eh-eh-eh-eh. Es entonces que me doy cuenta que no solo reconozco la canción que canta, sino que también sé la letra. Las cosas cambian y, de un momento a otro, ya no soy la chica. Observo a la chica mirar al chico. Estoy soñando. —Tengo hambre —dice ella. El chico levanta las caderas del suelo e indaga en su bolsillo. Cuando saca la mano, sostiene un caramelo. —Eres un salvavidas —declara ella, arrebatándoselo. Le patea el pie, y él le sonríe. —¿Cómo es que no estás molesta conmigo? —pregunta el chico.
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—¿Por qué? ¿Por arruinar nuestra noche al hacernos perder el concierto así podríamos besarnos en el armario de limpieza? ¿Por qué demonios estaría molesta? —Hace un espectáculo al deslizar la menta entre sus labios—. ¿Crees que nos escucharán aquí cuando termine el concierto? —Eso espero. De no ser así, te enfadarás bastante y serás mala conmigo toda la noche. La chica se ríe, y luego ambos se sonríen como idiotas. Puedo escuchar la música. Esta vez es algo lento. Se encerraron aquí para besarse. Es muy tierno. Siento envidia. Ella gatea hasta el muchacho, y este baja las piernas para acomodarla. Cuando se encuentra sentada a horcajadas, él acaricia su espalda arriba y abajo. Usa un vestido morado y unas botas negras. Un par de mugrientos traperos y un gigante balde amarillo están situados junto a ellos. —Prometo que no pasará esto cuando veas a One Direction —dice él con seriedad. —Odias a One Direction. —Sí, pero supongo que tengo que compensártelo. Ser un buen novio y todo eso. —Sus manos juguetean con la piel expuesta de su pierna. Pasa los dedos por su muslo como si estos estuvieran caminando. Casi puedo sentir la piel de gallina por ella. Esta vez, ella echa su cabeza hacia atrás y comienza a cantar una canción de One Direction. Combina con la música que se oye atrás, y es una peor cantante que él. —Oh, cielos —dice el chico, cubriéndole la boca—. Te amo, pero no. —Aleja su mano, y ella vuelve a tomarla para besar su palma. —Sí, me amas. Yo también te amo. Despierto cuando se besan. Siento una intensa decepción. Permanezco muy quita, esperando quedarme dormida de nuevo así puedo ver qué pasa con ellos. Necesito saber si salen a tiempo para ver a The Vamps tocar al menos una canción. O si él cumple su promesa y la lleva a ver One Direction. Su conexión me ha hecho sentir tan enormemente sola, que entierro mi rostro en la almohada y lloro. Me gustaba más su sofocante cuartito que el mío. Comienzo a tararear fuera de tono la canción que sonaba, y entonces de repente me siento en la cama. Sí, lograron salir. Durante el intermedio. Puedo escuchar la risa del chico y ver la confusión en el rostro del conserje que les abrió la puerta. ¿Cómo lo sé? ¿Cómo puedo ver algo que nunca pasó? A no ser que…
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No fue un sueño. Pasó. A mí. Oh, cielos. Esa chica era yo. Levanto la mano para tocar mi rostro, sonriendo un poco. Me amaba. Era tan… lleno de vida. Vuelvo a recostarme, preguntándome qué pasó con él, y si es la razón por la que me hallo aquí. ¿Por qué no ha venido a buscarme? ¿Puede una persona olvidar ese tipo de amor? ¿Y cómo, con exactitud, mi vida pasó de eso… a esta pesadilla?
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Silas Traducido por Sandry Corregido por Juli
La escuela ha estado cerrada durante más de quince minutos. El pasillo está vacío, y sin embargo, aquí estoy, a la espera de que aparezca La Camarón. Ni siquiera estoy seguro de qué le preguntaría si apareciera. Tengo una sensación cuando la veo; la sensación de que oculta algo. Tal vez es algo que ni siquiera se da cuenta de estar escondiendo, pero quiero enterarme de lo que sabe. ¿Por qué odia tanto a Charlie? ¿Por qué me odia tanto? Suena mi teléfono. Otra vez mi padre. Presiono ignorar, pero luego veo que de alguna manera no he visto algunos mensajes. Los abro, pero ninguno es de Charlie. No es que pudieran serlo, ya que me quedé con su teléfono. Simplemente he aceptado el hecho de que todavía tengo algo de esperanza de que todo esto sea una broma. Que ella vaya a llamar o mandar un mensaje o aparecer hasta reírse de ello. El mensaje más reciente es de Landon. Mueve tu culo al entrenamiento. No te voy a cubrir de nuevo, y tenemos un partido en tres horas. No tengo ni idea de qué movimiento hará un uso más eficiente de mi tiempo. Seguramente no será la práctica, teniendo en cuenta que no me podría importar menos el fútbol en este momento. Pero si a esta hora normalmente estoy en el entrenamiento, debería estar allí en caso de que aparezca Charlie. Después de todo, todo el mundo parece pensar que va a estar en el partido de esta noche. Y ya que no sé dónde más mirar o qué otra cosa hacer, supongo que voy a buscar allí. No parece que La Camarón haya aceptado mi petición.
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***
Por fin localizo los vestuarios, y me siento aliviado de encontrarlos vacíos. Todos los demás se encuentran en la cancha, así que utilizo la privacidad para buscar la caja sobre la que escribí en las cartas para mí mismo. Cuando la localizo en la parte superior del armario, la bajo y me siento en el banquillo, levantando la tapa. Reviso rápidamente las imágenes. Nuestro primer beso. Nuestra primera pelea. Cuando nos conocimos. Por último llego a una carta en la parte inferior de la caja. En la parte superior está el nombre de Charlie, escrito con el puño y letra que he llegado a reconocer como la mía. Miro a mi alrededor para asegurarme de que sigo teniendo total privacidad, y luego despliego la carta. Está fechada de la semana pasada. Solo un día antes de que perdiéramos nuestra memoria por primera vez.
Charlie: Bueno, supongo que eso es todo. Nuestro fin. El final de Charlie y Silas. Por lo menos, no vino como una sorpresa. Los dos sabíamos que, desde el día en que tu padre fue condenado, no íbamos a ser capaces de superar eso. Tú culpas a mi padre, yo, al tuyo. Ellos se culpan unos a otros. Nuestras madres, que solían ser las mejores amigas, ni siquiera dirán los nombres de la otra en voz alta. Pero bueno, al menos lo intentamos, ¿verdad? Nos esforzamos, pero cuando dos familias se rompen como la nuestra, es un poco difícil mirar hacia el futuro que podríamos tener y emocionarte al respecto. Ayer, cuando te dirigiste hacia mí por lo de Avril, lo negué. Tú aceptaste mi negación, porque sabes que nunca te miento. De alguna manera, siempre parecías saber lo que está pasando en mi cabeza antes de que lo sepa yo, así que nunca me cuestionas si digo o no la verdad, porque ya lo sabes. Y eso es lo que me molesta, porque aceptaste tan fácilmente mi mentira, cuando sé que tú sabes que es verdad. Y eso me lleva a creer que yo tenía razón. No estás viendo a Brian porque te gusta. No le estás viendo a mis espaldas para vengarte de mí. La única razón por la que estás con él es porque tratas de castigarte a ti misma. Y aceptaste mi mentira, porque si rompes conmigo, te liberarías de tu culpabilidad.
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No quieres liberarte de la culpabilidad. Tu culpabilidad es tu manera de castigarte por tu reciente comportamiento, y sin ella, no serás capaz de tratar a la gente de la manera en que has estado tratándoles. Sé esto de ti, ¿porque tú y yo, Charlie? Somos iguales. No importa lo mala que has estado tratando de actuar últimamente, yo sé que en el fondo tienes un corazón que sangra en presencia de la injusticia. Sé que cada vez que arremetes contra alguien, te hace temblar por dentro. Pero lo haces porque crees que es lo debido. Porque tu padre te manipula en la creencia de que si eres lo suficientemente vengativa, la gente no te toca. Me dijiste una vez que demasiada bondad en la vida de una persona va a atrofiar su crecimiento. Dijiste que el dolor es necesario, porque para que alguien tenga éxito, primero debe aprender a vencer la adversidad. Y eso es lo que haces... entregas la adversidad donde mejor te parezca. Tal vez lo haces para ganar respeto. Para intimidar. Sean cuales sean tus razones, no puedo seguir con esto. No puedo ver cómo destrozas a las personas con el fin de construirte tú misma. Preferiría amarte hasta el final, que despreciarte en lo más alto. No tiene por qué ser así, Charlie. Se te permite amarme, a pesar de lo que dice tu padre. Se te permite ser feliz. Lo que no se te puede permitir es que la negatividad te ahogue hasta que ya no respiremos el mismo aire. Quiero que dejes de ver a Brian. Pero también quiero que dejes de verme. Quiero que dejes de tratar de encontrar una manera de liberar a tu padre. Quiero que dejes de permitirle que te engañe. Quiero que dejes de resentirte cada vez que defiendo a mi propio padre. Te comportas de una manera frente a todos los demás, pero por la noche, cuando estoy hablando por teléfono contigo, me muestras a la verdadera Charlie. Va a ser una tortura no marcar tu número y escuchar tu voz antes de irme a dormir cada noche, pero no puedo seguir con esto. Solo puedo amar esa parte de ti, la parte real de ti. Quiero amarte cuando hablo contigo por la noche y también quiero amarte cuando te vea durante el día, pero estás empezando a mostrar dos caras diferentes de ti misma. Y solo me gusta una de esas partes. Por más que lo intento, no puedo imaginar lo herida que te encuentras desde que se fue tu padre. Pero no puedes dejar que eso cambie lo que eres. Por favor, deja de preocuparte por lo que piensen los demás. Deja de permitir que te definan las acciones de tu padre. Averigua lo que hiciste con la Charlie de la que me enamoré. Y cuando la encuentres, voy a estar aquí. Te lo dije antes, nunca dejaré de amarte. Nunca voy a olvidar lo que tenemos. Pero últimamente, parece que te has olvidado.
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He incluido algunas fotos que quiero que revises. Espero que te ayuden a recordar lo que podríamos volver a tener algún día. Un amor que no fue dictado por nuestros padres o definido por nuestra situación familiar. Un amor que no podría parar ni aunque lo intentáramos. Un amor que nos ayudó a superar algunos de los momentos más difíciles de nuestra vida. Nunca olvides, Charlie. Nunca pares. ~ Silas.
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Silas Traducido por florbarbero Corregido por Itxi
—Silas, el entrenador quiere que te alistes y estés en el campo en cinco. Me enderezo cuando escucho la voz. No estoy sorprendido de no reconocer al chico parado en la puerta de los vestuarios, así que asiento como si lo hiciera. Empiezo a guardar todas las fotos y la carta en la mochila, y la coloco en mi casillero. Iba a romper con ella. Me pregunto si llegué a hacerlo. Todavía tengo la carta. Fue escrita el día anterior a que perdiéramos nuestros recuerdos. Nuestra relación obviamente iba en un rápido declive. ¿Tal vez le di la caja, la leyó y luego me la devolvió? Infinita cantidad de posibilidades y teorías plagan mi mente al tiempo que intento ponerme mi uniforme protector de fútbol. Tuve que buscar con mi teléfono en Google cómo hacerlo. Fácilmente transcurren diez minutos para el momento en que estoy vestido y caminando hacia el campo. Landon es el primero en fijarse en mí. Rompe la formación y trota en mi dirección. Pone sus manos sobre mis hombros y se apoya. —Estoy cansado de cubrirte. Arregla la mierda que arruina tu cabeza. Es necesario que te concentres, Silas. Este juego es importante, y papá estará cabreado si lo arruinas. Libera mis hombros y regresa trotando al campo. Los chicos están alineados, haciendo lo que parece ser un montón de nada. Algunos se pasan los balones de ida y vuelta. Otros se sientan en la hierba, extendidos. Tomo asiento en la hierba al lado de donde acaba de desplomarse Landon, y empiezo a copiar sus movimientos.
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Me gusta. Solo puedo recordar dos conversaciones que hayamos tenido en nuestra vida, y ambas consistieron en Landon espetándome algún tipo de orden. Sé que soy el hermano mayor, pero parece actuar como si lo tratara con respeto. Tuvimos que ser unidos. Noto por la forma en que me mira, que sospecha de mi comportamiento. Me conoce lo suficientemente bien como para saber que algo está pasando. Trato de usar esto para mi ventaja. Estiro mi pierna al frente y me inclino hacia adelante. —No puedo encontrar a Charlie —le digo—. Estoy preocupado por ella. Landon se ríe por lo bajo. —Debí haber sabido que esto tenía que ver con ella. —Mueve las piernas y me enfrenta—. ¿Y qué quieres decir con que no puedes encontrarla? Su teléfono se encontraba en tu auto esta mañana. No puede llamarte. Probablemente está en casa. Niego con la cabeza. —Nadie la ha visto desde anoche. Nunca llegó a casa. Janette denunció su desaparición hace una hora. Sus ojos se clavan en los míos y luce preocupado. —¿Qué hay de su madre? Niego con la cabeza. —Ya sabes cómo es. Ella no ayuda. Landon asiente. —Es cierto —dice—. Es una lástima en lo que se ha convertido. Sus palabras me hacen pensar. Si ella no fue así siempre, ¿que la hizo cambiar? Tal vez la condena la destruyó. Siento una pequeña pizca de simpatía por la mujer. Más de la que sentía esta mañana. —¿Qué dijo la policía? Dudo que la consideren una persona desaparecida, si todo lo que hizo es faltar a la escuela hoy. Necesitan más evidencia que eso. Cuando la palabra evidencia sale de su boca se me queda grabada. No he querido admitírmelo, porque quiero centrarme en buscarla, pero en el fondo me preocupa un poco cómo me afectará esto. Si realmente ha desaparecido y no aparece pronto, tengo la sensación de que la única persona a la que la policía querrá cuestionar, es a la última que la vio. Y teniendo en cuenta que tengo su billetera, su teléfono, y cada carta y diario que escribió, no presagio nada bueno para mí. Si me interrogan… ¿cómo sabré qué decirles? No recuerdo nuestra última charla. No recuerdo lo que llevaba puesto. Ni siquiera tengo una excusa válida de por qué tengo todas sus pertenencias. Cualquier respuesta que les dé sería una mentira en un polígrafo porque no recuerdo nada de eso.
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¿Y si algo le pasó y soy el responsable? ¿Qué pasa si he sufrido algún tipo de shock, y es por eso que no puedo recordar nada? ¿Qué pasa si la lastimé y este es el método de mi mente para convencerme que no lo hice? —¿Silas? ¿Estás bien? Mis ojos parpadean a Landon. Tengo que ocultar la evidencia. Presiono mis palmas en el suelo y me pongo de pie de inmediato. Giro y corro en dirección a los vestuarios. —¡Silas! —grita detrás de mí. Sigo corriendo. Corro hasta llegar al edificio, y empujo la puerta tan fuerte que golpea la pared detrás. Corro directamente a mi casillero y lo abro. Introduzco las manos, pero no siento nada. No. Toco las paredes, la base de la taquilla; paso mis manos por cada centímetro vacío. Desapareció. Arrastro las manos por mi cabello y doy vueltas, buscando en todo el vestuario, esperando tal vez haber dejado la mochila en el suelo. Abro el casillero de Landon y tiro todo lo que tiene. No está allí. Abro el siguiente casillero y hago lo mismo. Abro el siguiente. Nada. La mochila no está en ninguna parte. O me estoy volviendo loco o alguien estuvo aquí. —Mierda. Mierda, mierda, mierda. Cuando el contenido de los armarios de toda la fila se encuentra en el suelo, me muevo hacia la otra pared y empiezo a hacer lo mismo. Miro dentro de las mochilas de los demás. Vacío los bolsos, mirando como la ropa de gimnasia cae al suelo. Encuentro de todo; teléfonos celulares, dinero y preservativos. Pero no hay cartas. No hay diarios. No hay fotografías. —¡Nash! Me giro para ver a un hombre llenando la puerta, mirándome como si no tuviera idea de quién soy o que se ha metido en mí. Ya somos dos. —¿Qué demonios estás haciendo? Miro a mi alrededor, hacia el lío que he hecho. Parece que un tornado arrasó por el vestuario.
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¿Cómo voy a salir de esto? Acabo de destruir cada casillero. ¿Qué explicación daré? ¿Estoy buscando pruebas que me robaron para que la policía no me arreste por la desaparición de mi novia? —Alguien… —Aprieto la parte posterior de mi cuello de nuevo. Debe ser uno de mis viejos hábitos, apretar mi cuello para eliminar el estrés—. Alguien robó mi billetera —murmuro. El entrenador mira hacia todo el vestuario; la ira ni una sola vez abandona su rostro. Me señala. —¡Limpia esto, Nash! ¡Ahora! ¡Y luego lleva tu culo a mi oficina! —Se aleja, dejándome solo. No pierdo tiempo. Me siento aliviado por haber dejado toda mi ropa en el banco y no en mi casillero, con las cosas que fueron robadas. Mis llaves siguen en el bolsillo de mi pantalón. Tan pronto como me quito el equipo de fútbol y vuelvo a ponerme mi ropa, salgo por la puerta, pero no voy a las oficinas. Me dirijo directamente al estacionamiento. Directo a mi auto. Tengo que encontrar a Charlie. Esta noche. De lo contrario, podría terminar sentado completamente indefenso en una celda de la cárcel.
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Charlie Traducido por florbarbero Corregido por Clara Markov
Oigo la cerradura volviéndose a abrir, y me incorporo. Las píldoras que la enfermera me dio me hacen sentir somnolienta. No sé cuánto tiempo dormí, pero no pudo ser tanto como para que ya sea hora de comer otra vez. Sin embargo, sostiene otra bandeja. Ni siquiera tengo hambre. Me pregunto si antes me terminé el espagueti. Tampoco puedo recordar comerlo. Debo estar mucho más loca de lo que pensé. Pero recuerdo algo. Me debato en contárselo, pero se siente privado. Algo que quiero mantener para mí. —¡Hora de la cena! —dice, acomodándola. Levanta la tapa para revelar un plato de arroz y salchichas. Lo miro con cautela, preguntándome si tendré que tomar más píldoras. Como si me leyera la mente, me entrega un vasito de papel. —Todavía estás aquí —digo, intentando pararme. Estas pastillas me hacen sentir pésimo. Sonríe. —Sí. Toma tus píldoras para que así puedas comer antes de que se te enfríe. —Las coloco en mi boca mientras me mira, y bebo un sorbo de agua—. Si te comportas, podrás ir a la sala de recreo en la mañana. Sé que debes tener ganas de salir de esta habitación. ¿Qué significa comportarse? Hasta ahora no he hecho nada más terrible que levantarme. Como mi cena con un tenedor de plástico en lo que me mira. Debo ser una auténtica delincuente si me tienen que supervisar durante la cena. —Prefiero usar el baño en vez de la sala de recreo —le digo. —Come primero. Regresaré para llevarte al baño y a tomar una ducha. Me siento como una prisionera en lugar de una paciente.
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—¿Por qué estoy aquí? —pregunto. —¿No lo recuerdas? —¿Preguntaría si lo recordara? —respondo. Me limpio la boca en tanto sus ojos se estrechan. —Termina tu comida —dice con frialdad. Inmediatamente mi enojo aumenta, por la forma en que dicta cada segundo de mi vida como si fuera la suya. Arrojo el plato al otro lado de la habitación. Se estrella contra la pared cerca de la televisión. El arroz y las salchichas vuelan por todas partes. Eso se sintió bien. Se sintió más que bien. Se sintió propio de mí. Entonces me río. Tiro la cabeza hacia atrás y me río. Es una risa profunda, malvada. ¡Dios mío! Es por esto que me encuentro aquí. Loooooca. Soy capaz de ver los músculos de su mandíbula tensarse. La molesté. Bien. Me levanto y corro por un fragmento roto del plato. No sé qué sucede conmigo, pero se siente bien. Defenderme se siente bien. Trata de agarrarme, pero me deslizo fuera de su alcance. Recojo una enorme pieza de porcelana. ¿Qué tipo de hospital mental te da platos de porcelana? Es un desastre a punto de ocurrir. La apunto con el trozo y me acerco un paso. —Dime lo que pasa. No se mueve. Lo cierto es que parece bastante tranquila. Es entonces cuando debe abrirse la puerta a mi espalda, porque lo siguiente que sé es que siento un fuerte escozor en el cuello y caigo al suelo.
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Silas Traducido por Adriana Tate Corregido por Meliizza
Me estaciono a un lado de la carretera. Aprieto el volante, en un intento de calmarme. Todo se ha ido. No tengo ni idea de quien se las llevó. Es probable que alguien esté leyendo nuestras cartas en este momento. Leerán todo lo que nos escribimos para nosotros mismos, y dependiendo de quién se las llevó, tal vez parezca certificablemente loco. Agarro una hoja de papel blanco que encuentro en el asiento trasero, y comienzo a escribir cosas. Todo lo que puedo recordar. Estoy molesto, porque no puedo recordar ni siquiera una fracción de lo que estaba en las notas dentro de la mochila. Nuestras direcciones, las contraseñas de nuestros casilleros, nuestros cumpleaños, todos los nombres de nuestros amigos y familiares; no recuerdo nada de eso. Lo poco que puedo recordar, lo anoto. No puedo dejar que esto me detenga de encontrarla. No tengo ni idea de a dónde ir después. Podría visitar la tienda de tarot de nuevo; ver si ha regresado allí. Podría intentar encontrar la dirección de la propiedad que tiene la puerta que está en la foto en su habitación. Ahí tiene que haber una conexión con la tienda de tarot que muestra esa misma foto. Podría conducir hasta la cárcel y visitar al padre de Charlie, ver lo que sabe. Sin embargo, la cárcel probablemente es el último lugar al que debería ir en estos momentos. Agarro mi teléfono y comienzo a revisarlo. Me desplazo por las fotos de anoche. Una noche de la que no recuerdo un solo segundo. Hay fotos de Charlie y de mí, fotos de nuestros tatuajes, fotos de una iglesia, fotos de un músico callejero.
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La última foto es de Charlie, de pie junto a un taxi. Parece ser que estoy del otro lado de la calle, tomándole una foto mientras se prepara para montarse en el coche. Esa tenía que ser la última vez que la vi. En la carta decía que ella se subió al taxi en la Calle Bourbon. Amplío la foto; mi emoción queda atrapada en mi garganta. Hay una placa en la parte delantera del taxi y un número de teléfono a un lado. ¿Por qué no pensé en esto? Anoto el número de teléfono, la matricula del taxi y marco el número. Siento como si por fin estuviera progresando.
***
La compañía de taxis casi se negó a darme información. Al final convencí al operador que era un detective y que necesitaba interrogar al conductor sobre una persona desaparecida. Eso es solo una mentira a medias. El tipo al teléfono dijo que tenía que consultarlo y devolverme la llamada. Se demoró cerca de treinta minutos antes de que mi teléfono sonara de nuevo. Fue con el propio conductor del taxi con el que hablé esta vez. Dijo que una chica que coincide con la descripción de Charlie paró su taxi anoche, pero antes de que él la pudiera llevar a cualquier parte, le dijo que lo olvidara y cerró la puerta y se fue. Ella simplemente… ¿se fue? ¿Por qué haría eso? ¿Por qué no se reencontraría conmigo? Tenía que saber que yo me encontraba probablemente cerca de la próxima esquina si ahí fue donde nos separamos. Tenía que tener una agenda. No recuerdo una sola cosa sobre ella, pero basado en lo que he leído, todo lo que hace parece tener un propósito. ¿Pero cuál pudo haber sido su propósito en la Calle Bourbon a esa hora de la noche? Las únicas cosas que se me vienen a la mente son la tienda de tarot y la cafetería. Pero en las notas, afirma que Charlie nunca se presentó de nuevo en la cafetería, basada en la información de alguien llamada Amy. ¿Iba a encontrar a Brian? Siento una punzada de celos al pensar en ello, pero casi estoy confiado de que ella no lo hubiera hecho.
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Tiene que ser la tienda de tarot. Busco Google en mi teléfono, sin ser capaz de recordar el nombre exacto del lugar escrito en nuestras notas. Marco dos de ellos en el Barrio Francés y fijo mi GPS para que me lleve allí.
***
En la entrada me doy cuenta casi de inmediato que esta es la tienda que describimos en las notas. La que visitamos justo anoche. Anoche. Dios. ¿Por qué no puedo recordar algo que acaba de suceder hace un día? Camino de arriba abajo por cada pasillo, capturando todo a mi alrededor, sin siquiera estar seguro de qué estoy buscando. Cuando llego al último pasillo, reconozco la foto que cuelga en la pared. La foto de la puerta. Está allí por decoración. No es algo para vender. Me pongo de puntillas hasta que mis dedos agarran el marco, y la bajo para inspeccionarla más de cerca. La puerta es alta, guardando una casa al fondo que apenas puedo distinguir en la foto. En la esquina de una de las enormes columnas unidas a la puerta está el nombre de la casa. Jamais Jamais. —¿Puedo ayudarte? Levanto la mirada para ver a un hombre más alto que yo, lo cual es impresionante. Mido un metro ochenta y seis, según mi licencia de conducir. Tiene que medir un metro noventa y ocho. Señalo la fotografía en mis manos. —¿Sabe de qué es está foto? El hombre me la arrebata de las manos. —¿En serio? —Parece agitado—. No sabía de qué era cuando tu novia me preguntó anoche, y todavía no sé de qué es esta noche. Es una maldita foto. —La cuelga de regreso en la pared—. No toques nada a menos que esté a la venta y planees comprarlo. —Comienza a alejarse, así que lo sigo. —Espere —le digo, dando dos pasos ante sus largas y únicas zancadas—. ¿Mi novia? No deja de caminar hacia la caja registradora. —Novia. Hermana, prima. Lo que sea.
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—Novia —le aclaro, a pesar de que no sé por qué lo aclaro. Obviamente no le importa—. ¿Regresó aquí anoche? ¿Después de que nos fuimos? Camina hacia la parte de atrás de la caja registradora. —Cerramos justo después de que los dos se fueron. —Fija su mirada en la mía y arquea una ceja—. ¿Vas a comprar algo, o simplemente me vas a seguir por todas partes con preguntas estúpidas el resto de la noche? Trago saliva. Me hace sentir más joven. Inmaduro. Él es el epítome del hombre, y el hueso en su entrecejo me hace sentir como un niño asustado. Supéralo, Silas. Tú no eres un cobarde. —Solo tengo una estúpida pregunta más. Comienza a marcarle a un cliente. No responde, así que continúo—: ¿Qué significa Jamais Jamais? Ni siquiera me mira. —Significa Nunca, Nunca —dice alguien detrás de mí. Inmediatamente me giro, pero mis pies se sienten pesados, como si me hubiera hundido en mis zapatos. ¿Nunca, Nunca? Esto no puede ser una coincidencia. Charlie y yo repetimos esa frase una y otra vez en nuestras cartas. Miro a la mujer a la que le pertenece la voz, y me está mirando fijamente, con el mentón levantado y el rostro serio. Su cabello está tirado hacia atrás. Es oscuro, esporádicamente veteado de canas. Tiene puesto una larga pieza de tela suelta que se acumula alrededor de sus pies en el suelo. Ni siquiera estoy seguro si es un vestido. Parece como si simplemente hubiese fabricado algo de una sábana y una máquina de coser. Tiene que ser la que lee el tarot. Está interpretando bien el papel. —¿Dónde está ubicada esa casa? ¿La de la foto en la pared? —Señalo a la fotografía. Se gira y la mira durante varios largos segundos. Sin mirarme de nuevo, chasquea los dedos para que la siga, y comienza a dirigirse hacia la parte de atrás de la tienda. Renuentemente la sigo. Antes de que pasemos por una puerta de cortinas de mostacillas, mi teléfono comienza a vibrar en el bolsillo de mi pantalón. Vibra contra mis llaves, y la mujer se gira y me mira por encima del hombro. —Apágalo.
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Bajo la mirada hacia la pantalla y veo que es mi padre de nuevo. Coloco en silencio el teléfono. —No estoy aquí para una lectura —le aclaro—, simplemente estoy buscando a alguien. —¿A la chica? —dice, tomando asiento en el otro lado de una mesita en el centro de la habitación. Me hace señas para que me siente, pero rechazo su oferta. —Sí. Estuvimos aquí anoche. Asiente y comienza a barajear un mazo de cartas. —Lo recuerdo —dice. Una pequeña sonrisa de suficiencia se muestra en la comisura de su boca. La observo mientras separa las cartas en pilas. Levanta la cabeza y su rostro está inexpresivo— . Pero solo uno de nosotros lo recuerda, ¿no es así? La declaración envía escalofríos por mis brazos. Doy dos rápidos pasos hacia delante y agarro la parte de atrás de la silla desocupada. —¿Cómo sabe eso? —balbuceo. Señala la silla de nuevo. Esta vez me siento. Espero para que hable nuevamente, para que me diga lo que sabe. Es la primera que tiene idea de lo que me está pasando. Mis manos comienzan a temblar. Mi pulso está palpitando detrás de mis ojos. Los cierro con fuerza y paso mis manos por mi cabello para ocultar mis nervios. —Por favor —le digo—. Si sabe algo, por favor dígame. Comienza a sacudir la cabeza lentamente. De un lado a otro, de un lado a otro. —No es tan fácil, Silas —dice. Sabe mi nombre. Quiero gritar Victoria, pero todavía no tengo ninguna respuesta. —Anoche, tu carta se hallaba en blanco. Nunca he visto eso. —Pasa la mano por una pila de cartas, extendiéndolas en una línea—. He escuchado de ello. Todos hemos escuchado que eso sucede. Pero no sé de nadie que en realidad lo haya visto. ¿Carta en blanco? Siento como si recuerdo leer eso en nuestras notas, pero no ayuda cuando ya no las tengo en mi posesión. Y a quien se está refiriendo cuando dice todos hemos escuchado de ello. —¿Qué significa eso? ¿Qué puede decirme? ¿Cómo encuentro a Charlie? — Mis preguntas salen disparadas de mi boca y se tropiezan unas con las otras. —Esa foto —dice—. ¿Por qué tienes tanta curiosidad de esa casa? Abro la boca para decirle sobre la foto en la habitación de Charlie, pero la cierro de golpe. No sé si puedo confiar en ella. No la conozco. Es la primera en
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saber qué está pasando conmigo. Eso podría ser una respuesta, o podría significar un indicio de culpabilidad. Si Charlie y yo estamos bajo algún tipo de hechizo, probablemente es una de las pocas que sabría cómo hacer algo de esa magnitud. Dios, esto es ridículo. ¿Un hechizo? ¿Por qué siquiera me estoy permitiendo estos pensamientos? —Tenía curiosidad sobre el nombre —le digo, mintiéndole sobre mi indagación de la casa en la foto—. ¿Qué más puede decirme? Continúa realineando las pilas de cartas, sin voltearlas nunca. —Lo que te puedo decir… lo único que te voy a decir… es que necesitas recordar que es lo que alguien tan desesperadamente quería que olvidaras. —Sus ojos se encuentran con los míos, y levanta su mentón de nuevo—. Debes irte ahora. Ya no soy de más ayuda para ti. Se aleja de la mesa y se pone de pie. Su vestido se arruga con el rápido movimiento, y los zapatos que tiene debajo me hacen preguntarme su autenticidad. Yo asumiría que una gitana estaría descalza. ¿O es una bruja? ¿Una hechicera? Lo que sea, quiero desesperadamente creer que puede ayudarme más de lo que ha hecho. Me doy cuenta, basado en mi vacilación, que no soy el tipo de persona que cree en esta mierda. Pero mi desesperación es más fuerte que mi escepticismo. Si se necesita creer en dragones para encontrar a Charlie, entonces seré el primero en empuñar una espada delante de su fuego. —Tiene que haber algo —le digo—. No puedo encontrar a Charlie. No puedo recordar nada. Ni siquiera sé por dónde comenzar a buscar. Tiene que darme más información. —Me pongo de pie; mi está voz desesperada y mis ojos incluso más. Simplemente inclina la cabeza y sonríe. —Silas, las respuestas a tus preguntas yacen con alguien que está muy cerca de ti. —Señala la puerta—. Debes irte ahora. Tienes un montón de búsqueda por hacer. ¿Muy cerca de mí? ¿Mi padre? ¿Landon? ¿A quién más soy unido aparte de Charlie? Miro las cortinas de mostacillas y luego de regreso a ella. Ya se está alejando, hacia una puerta en la parte de atrás del edificio. La observo mientras se va. Paso las manos por mi cara. Quiero gritar.
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Charlie Traducido por Juli Corregido por florbarbero
Cuando me despierto, todo está limpio. No hay arroz, ni salchichas, ni fragmentos de porcelana para lastimar a una zorra. ¡Vaya! ¿De dónde salió eso? Me siento chiflada. Ella tenía todo esto programado a la perfección. Dejar inconsciente a Sammy, traer su comida de mierda, dejar inconsciente a Sammy, traer su comida de mierda. Pero esta vez, cuando regresa, no tiene la comida de mierda. Sino que lleva una toalla y una barrita de jabón. ¡Por fin! Un baño. —Ya es hora de ducharse —dice. Esta vez no es tan agradable. Su boca forma una línea apretada en su cara. Me pongo de pie, esperando balancearme un poco. La aguja en el cuello fue más fuerte que las otras cosas que me han estado dando, pero no me siento mareada. Mi mente está bien despierta; mi cuerpo listo para reaccionar. —¿Por qué eres la única que viene? —le digo—. Si eres una enfermera, debes trabajar por turnos. Ella se da la vuelta y camina hacia la puerta. —¿Hola…? —Compórtate —dice—. La próxima vez, las cosas no resultarán muy bien para ti. Cierro la boca porque me va a sacar de este sitio, y tengo muchas, muchas ganas de ver lo que hay detrás de esa puerta.
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La abre y me deja salir primero. Hay otra puerta enfrente. Me siento confundida. Ella gira a la derecha y veo que hay un pasillo. Justo a mi derecha hay un cuarto de baño. No he utilizado el inodoro desde hace horas, y al instante en que lo veo, comienza a dolerme la vejiga. Me entrega la toalla. —La ducha solo tiene agua fría. No te demores mucho tiempo. Cierro la puerta. Es como un búnker. No hay ventanas, las paredes de hormigón están sin refinar. El inodoro no tiene tapa ni asiento, sólo un agujero sin montura con un lavabo a su lado. Lo uso de todos modos. En la cima de la bañera hay una nueva bata de hospital y ropa interior. Estudio todo mientras hago pis, buscando algo. Cualquier cosa. Hay una tubería oxidada cerca del suelo que sobresale de la pared. Limpio el baño y me muevo hacia ella. Meto la mano y tanteo lo que hay dentro. Qué asqueroso. Una parte de la tubería se ha ido desgastando. Voy a abrir el grifo de la ducha, en caso de que ella esté escuchando. Es un diminuto pedazo de metal, pero con un poco de esfuerzo, soy capaz de separarlo de la pared. Es algo, por lo menos. Lo llevo a la ducha conmigo, sosteniéndolo en una mano mientras lo lavo. El agua es tan fría que no puedo detener el castañeo de mis dientes. Trato de apretar la mandíbula, pero mis dientes siguen repiqueteando dentro de mi cabeza a pesar de lo mucho que trato de detenerlos. ¿Qué tan patética soy? No tengo control sobre mis propios dientes. Ni sobre mis propios recuerdos. Ni tampoco sobre cuándo como, duermo, me ducho o hago pis. Lo único que siento que puedo controlar es mi eventual escape de dónde sea que me encuentre. Agarro la tubería en mis manos con todas mis fuerzas, sabiendo que podría ser lo único que me devuelva algún tipo de control. Cuando salgo del baño, está envuelta en papel higiénico y escondida en mi ropa interior; unas simples bragas blancas que dejó para mí. Todavía no tengo un plan; voy a esperar el momento adecuado.
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Silas Traducido por evanescita Corregido por Laurita PI
Ya es de noche. He conducido durante más de dos horas sin la menor idea de a dónde ir. No puedo volver a casa. No puedo ir a la casa de Charlie. No conozco a nadie más, así que lo único que puedo hacer es conducir. Tengo ocho llamadas perdidas. Dos son de Landon. Una de Janette. El resto son de mi padre. También tengo ocho mensajes de voz, los cuales aún no he escuchado. No quiero preocuparme por ninguno de ellos ahora. Ninguno de ellos tiene la menor idea de lo que pasa en realidad y nadie me creería si se lo dijera. No los culpo. Lo reproduzco todo el día en mi cabeza y hasta a mí se me hace demasiado ridículo creerlo siquiera, y soy yo quien lo está viviendo. Es demasiado ridículo, pero de manera muy real. Me detengo en una gasolinera para llenar el tanque. Ni siquiera estoy seguro de haber comido algo hoy, excepto que me siento mareado, así que dentro de la tienta agarro una bolsa de papas fritas y una botella de agua. Todo el tiempo en que lleno el tanque con gasolina, pienso en Charlie. Cuando regreso a la carretera, aún sigo pensando en Charlie. Me pregunto si comió algo. Me pregunto si se encuentra sola. Me pregunto si alguien la cuida. Me pregunto cómo se supone que voy a encontrarla, cuando podría estar en cualquier parte del mundo en estos momentos. Todo lo que hago es conducir en círculos, frenando cada vez que paso a una chica que va caminando por la acera. No sé dónde buscar. No sé a dónde ir. No sé cómo ser el tipo que va a salvarla.
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Me pregunto qué hace la gente cuando no tiene un lugar a donde ir ni un lugar donde quedarse. Me pregunto si esto es estar loco. Certificadamente loco. Me siento como si no tuviera el control de mi propia mente. Y si no soy quien tiene el control… ¿quién lo tiene? Mi teléfono suena de nuevo. Miro el identificador de llamadas y veo que es Landon. No sé por qué contesto. Tal vez sólo me siento cansado de pensar en lo mismo y no obtener ninguna respuesta. Me estaciono a un lado de la carretera para hablar con él. —¿Hola? —Por favor, dime qué diablos pasa. —¿Alguien puede oírte? —No —dice—. Apenas terminó el partido. Papá está hablando con la policía. Todo el mundo está preocupado por ti, Silas. No respondo. Me siento mal por que estén preocupados, pero lo que es peor es que nadie parece preocuparse por Charlie. —¿Ya encontraron a Charlie? Puedo oír a la gente gritando a lo lejos. Parece que me llamó al segundo en que terminó el partido. —La siguen buscando —dice. Pero hay algo más en su voz. Algo que omite decir. —¿Qué pasa, Landon? Suspira otra vez. —Silas… También te buscan. Ellos piensan… —Su voz se torna grave con preocupación—. Piensan que sabes dónde se encuentra. Cierro los ojos. Sabía que esto sucedería. Me seco las palmas frotándolas en mis pantalones. —No sé dónde está. Varios segundos pasan antes de que Landon hable de nuevo—: Janette fue a la policía. Dijo que actuabas extraño, así que cuando encontró las cosas de Charlie en una mochila dentro de tu casillero del gimnasio, se las entregó a la policía. Tenías su billetera, Silas. Y su teléfono. —Encontrar las cosas de Charlie en mi poder apenas es una prueba de que soy responsable de su desaparición. Esa es una prueba de que soy su novio. —Ven a casa —dice—. Diles que no tienes nada que ocultar. Responde a sus preguntas. Si cooperas, no tendrán ningún motivo para acusarte.
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Ja. Ojalá fuera tan fácil responder a sus preguntas. —¿Crees que tengo algo que ver con su desaparición? —¿Lo tienes? —pregunta de inmediato. —No. —Entonces, no —dice—. No creo que tengas nada que ver con eso. ¿Dónde estás? —No lo sé. Oigo un ruido sordo, como si estuviera cubriendo el teléfono con la mano. Oigo voces a lo lejos. —¿Te comunicaste con él? —le pregunta un hombre. —Sigo intentándolo, papá —dice Landon. Más murmullos. —Silas, ¿estás ahí? —pregunta. —Sí. Tengo una pregunta —digo—. ¿Alguna vez oíste hablar de un lugar llamado Jamais Jamais? Silencio. Espero a que responda, pero no lo hace. —¿Landon? ¿Has oído hablar de él? Otro fuerte suspiro. —Es la antigua casa de Charlie, Silas. ¿Qué diablos te pasa? Estás consumiendo drogas, ¿no? Jesucristo, Silas. ¿Qué diablos tomaste? ¿Eso es lo que pasó con Charlie? Es por eso… Cuelgo el teléfono mientras sigue realizando demasiadas preguntas. Busco la dirección de la casa de Brett Wynwood en internet. Toma un tiempo, pero aparecen dos direcciones en los resultados. Reconozco una, porque estuve allí hoy. Es donde vive Charlie ahora. La otra no la reconozco. Es la dirección de Jamais Jamais.
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LA CASA SE ENCUENTRA SITUADA EN SEIS HECTÁREAS, CON VISTAS AL LAGO BORGNE. FUE CONSTRUÍDA EN 1860, EXACTAMENTE UN AÑO ANTES QUE COMENZARA LA GUERRA CIVIL. LA CASA FUE
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ORIGINALMENTE LLAMADA “LA TERRE RENCONTRE L’EAU”, QUE SIGNIFICA “TIERRA ENCUENTRA AGUA.” FUE USADA COMO HOSPITAL DURANTE LA GUERRA, VIVIENDA DE LA CONFEDERACIÓN DE SOLDADOS HERIDOS. AÑOS DESPUÉS DE LA GUERRA, LA CASA FUE COMPRADA POR UN BANQUERO, FRANK WYNWOOD, EN 1880. LA CASA PERMANECIÓ EN LA FAMILIA, TRANSMITIDA A TRES GENERACIONES, LEGADA EN ÚLTIMA INSTANCIA A MANOS DEL ENTONCES TREINTAÑERO BRETT WYNWOOD EN 1998. BRETT WYNWOOD Y SU FAMILIA OCUPARON LA CASA HASTA EL 2005, CUANDO EL HURACÁN KATRINA CAUSÓ DAÑOS CONSIDERABLES EN LA PROPIEDAD. LA FAMILIA FUE OBLIGADA A ABANDONAR LA CASA Y PERMANECIÓ SIN TOCARSE POR VARIOS AÑOS ANTES DE QUE COMENZARAN LAS RENOVACIONES. LA CASA ENTERA FUE DESTRUIDA Y RECONSTRUIDA, CON SOLO PARTE DE LAS PAREDES EXTERIORES ORIGINALES Y TECHOS RECUPERADOS. EN 2011, LA FAMILIA WYNWOOD REGRESÓ A SU CASA. DURANTE LA INAUGURACIÓN, BRETT WYNWOOD ANUNCIÓ QUE LE HABÍA DADO A LA CASA UN NUEVO NOMBRE: “JAMAIS JAMAIS.” CUANDO SE LE PREGUNTÓ POR QUÉ ELIGIÓ LA TRADUCCIÓN FRANCESA DE NUNCA NUNCA, DIJO QUE SU HIJA DE CATORCE AÑOS, CHARLIZE WYNWOOD, FUE EN REALIDAD LA QUE ELIGIÓ EL NOMBRE. “ELLA DIJO QUE ERA EN HOMENAJE A LA HISTORIA FAMILIAR. NUNCA OLVIDEMOS A LOS QUE NOS FALICITARON EL CAMINO ANTES. NUNCA DEJEMOS DE TRATAR DE MEJORAR EL MUNDO PARA QUIENES LO HABITEN DESPUÉS”. LA FAMILIA WYNWOOD HABITÓ LA CASA HASTA EL 2013, CUANDO ENTRÓ EN EJECUCIÓN HIPOTECARIA TRAS UNA INVESTIGACIÓN SOBRE EL GRUPO FINANCIERO WYNWOOD-NASH. LA CASA FUE VENDIDA EN UNA SUBASTA A FINALES DEL 2013 A UN POSTOR ANÓNIMO. Añado la página a mis favoritos en el teléfono y tomo nota del artículo. Lo buscaría después, cuando llegara a la propiedad; a la puerta principal. La altura de la puerta es impresionante, es como si dejara que los visitantes sepan que las personas más allá de esta puerta son más poderosas que los demás habitantes. Me pregunto si así es como se sintió el padre de Charlie viviendo aquí. Me pregunto cómo de poderoso se sintió cuando alguien más tomó posesión de la propiedad que llevaba generaciones en su familia.
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La propiedad se encuentra al final de un camino aislado, como si el camino también perteneciera a la puerta. Después de intentar encontrar un camino alrededor o a través de la puerta, llego a la conclusión de que no lo hay. Es de noche, así que podría habérseme pasado una ruta o una entrada alternativa. Ni siquiera estoy seguro de por qué quiero ir más allá de la puerta, pero no puedo evitar sentir que las fotografías de esta propiedad son como pistas. Teniendo en cuenta que me buscan para interrogarme, probablemente es mejor si esta noche no conduzco más por los alrededores, así que decido quedarme aquí hasta mañana. Apago el auto. Si voy a ser capaz de hacer cualquier cosa mañana, tengo que tratar de conseguir por lo menos un par de horas de sueño. Inclino mi asiento hacia atrás, cierro los ojos y me pregunto si soñaré esta noche. Ni siquiera sé si me gustaría soñar. No puedo soñar si no duermo y tengo la sensación de que quedarme dormido esta noche va a ser imposible. Mis ojos se abren con el recuerdo del video. El video. En una de mis cartas, mencioné conciliar el sueño con un video de Charlie durmiendo. Busco en mi teléfono hasta que lo encuentro. Presiono reproducir y espero a escuchar la voz de Charlie por primera vez. 66
Charlie Traducido por Juli Corregido por Clara Markov
Dormí más. En esta ocasión no es a causa de las pastillas. Fingí tragarlas y las guardé en mi mejilla. Ella se quedó tanto tiempo que comenzaron a disolverse. Tan pronto como la puerta se cerró a su espalda, las escupí en mi mano. No más somnolencia. Debo estar con la mente despejada. Dormí por mi propia voluntad y soñé más. Con el mismo chico que apareció en el primer sueño. ¿O debo decir el primer recuerdo? En este, el muchacho me llevaba por una calle sucia. No me miraba, tenía la vista puesta al frente y todo su cuerpo era atraído hacia adelante como si una fuerza invisible se hubiese apoderado de él. En su mano izquierda había una cámara. Se detuvo de repente y miró al otro lado de la calle. Seguí su mirada. —Allí —dijo—. Mira. Pero no quería mirar. Le di la espalda a lo que él observaba y en su lugar miré un muro. Entonces, de la nada, su mano soltó la mía. Me volví y lo vi cruzar la calle y acercarse a una mujer sentada con las piernas cruzadas contra una pared. En sus brazos, sostenía un bebé pequeño envuelto en una manta de lana. El chico se agachó delante de ella. Hablaron durante mucho tiempo. Le entregó algo y ella sonrió. Cuando se levantó, el bebé comenzó a llorar. Fue en ese momento cuando él tomó la foto. Aún podía ver su rostro cuando me desperté, pero no era una imagen de la vida real, era una foto. La que tomó. Una madre andrajosa con el cabello anudado, mirando a su bebé, que abría la boquita en un grito; el telón de fondo era la pintura descascarada de una puerta azul brillante.
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Cuando el sueño terminó, no me sentí triste como la última vez. Quería conocer al chico que documentó el sufrimiento en tales colores vivos.
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Me despierto en medio de lo que supongo es la noche. Ella regresa con el desayuno. —Otra vez tú —digo—. Nunca tienes un día libre… ni una hora. —Sí —dice—. Estamos escasos de personal, así que trabajo en turnos dobles. Come. —No tengo hambre. Me ofrece el vaso de píldoras. No lo tomo. —Quiero ver a un médico —le digo. —El médico se encuentra muy ocupado hoy. Puedo programarte una cita. Probablemente puedas verlo en algún momento de la próxima semana. —No. Quiero verlo hoy. Quiero saber qué medicamento me estás dando y quiero saber por qué estoy aquí. Es la primera vez que he visto algo más que no sea una amabilidad aburrida en su rostro. Se inclina hacia delante y puedo oler el café en su aliento. —No seas una mocosa —sisea—. No demandarás nada aquí, ¿me entiendes? —Me pasa las pastillas. —No las tomaré hasta que un médico me diga por qué estoy aquí —le digo, señalando las píldoras—. ¿Tú me entiendes? Creo que me golpeará. Tanteo debajo de la almohada en busca del pedazo de tubo. Con los músculos de los hombros y la espalda tensos, y la parte posterior de los pies presionadas contra el azulejo, estoy lista para saltar si es necesario. Pero la enfermera se da la vuelta, inserta la llave en la puerta y se va. Oigo el clic de la cerradura y luego me vuelvo a quedar sola.
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Silas Traducido por *~ Vero ~* & Janira Corregido por Juli
—No puedo creer que te saliste con la tuya —digo. Dejo caer mis manos a su cintura, empujándola hasta que su espalda se encuentra contra la puerta de su dormitorio. Coloca las palmas contra mi pecho y me mira con una sonrisa inocente. —¿Salirme con la mía con qué? Me río y presiono mis labios contra su cuello. —¿Es un homenaje a la historia de la familia? —Me río, moviendo mis labios hasta su cuello, acercándome a su boca—. ¿Qué vas a hacer si alguna vez quieres romper conmigo? Estarás atascada viviendo en una casa que fue nombrada por una frase que usas con tu ex-novio. Niega con la cabeza y me empuja para poder pasar por delante de mí. —Si alguna vez quiero romper contigo, solo haré que mi papá cambie el nombre de nuestra casa. —Él nunca haría eso, Char. Creyó que el significado s.a. que le diste era de una genialidad. Se encoge de hombros. —Entonces la quemaré. —Se sienta en el borde del colchón y tomo asiento a su lado, empujándola sobre su espalda. Se ríe al tiempo que me inclino sobre ella y la enjaulo con mis manos. Es tan hermosa. Siempre he sabido que era hermosa, pero este año ha sido muy bueno para ella. Muy bueno. Miro hacia su pecho. No puedo evitarlo. Se han vuelto tan… perfectos este año. —¿Crees que tus senos han acabado de crecer? —pregunto. Se ríe y me da una palmada en el hombro. —Eres repugnante.
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Llevo mis dedos hasta donde su camiseta cae por su cuello. Acaricio su pecho con mis dedos hasta que me encuentro con el escote de su camiseta. — ¿Cuándo crees que me dejarás verlos? —Jamais, Jamais —dice con una risa. Me quejo. —Vamos, Charlie bebé. Te he amado desde hace catorce años. Debo ganar algo por eso, un vistazo rápido, una mano por debajo de la camiseta. —Tenemos catorce, Silas. Pregúntame de nuevo cuando tengamos quince. Sonrío. —A mí me faltan solo dos meses. —Aprieto mis labios contra los de ella y puedo sentir su pecho levantarse contra el mío con su rápida inspiración. Dios, la tortura. Su lengua se desliza dentro de mi boca mientras su mano acuna la parte posterior de mi cabeza, acercándome más. La dulce, dulce tortura. Bajo la mano a su cintura, subiendo su camiseta poco a poco hasta que mis dedos tienen acceso a su piel. Abro mi mano sobre su cintura, sintiendo el calor de su cuerpo contra mi palma. Sigo besándola mientras mi mano explora más de ella, palmo a palmo, hasta que uno de mis dedos se reúne con la tela de su sujetador. Quiero seguir adelante, para sentir la suavidad bajo mis dedos. Quiero… —Silas. Charlie se hunde en el colchón. Todo su cuerpo es absorbido por las sábanas y yo me quedo tanteando su almohada vacía. ¿Qué demonios? ¿A dónde fue? La gente no se desvanece en el aire. —¡Silas, abre la puerta! Aprieto los ojos. —¿Charlie? ¿Dónde estás? —¡Despiértate! Abro los ojos y ya no estoy en la cama de Charlie. Ya no soy un niño de catorce años, a punto de tocar una teta por primera vez. Soy… Silas. Perdido y confundido, y durmiendo en un maldito coche. Un puño golpea mi ventana del lado del conductor. Les concedo a mis ojos unos segundos más para adaptarse a la luz del sol que se vierte en mi coche antes de levantar la mirada.
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Landon se encuentra de pie en mi puerta. Me siento de inmediato y me giro, mirando detrás de mí, a los lados. Es sólo Landon. No hay nadie más con él. Alcanzo la manija de la puerta y espero a que se haga a un lado antes de abrirla. —¿La encontraste? —pregunto, saliendo de mi coche. Niega con la cabeza. —No, continúan buscando. —Se aprieta la nuca, como hago yo cuando estoy nervioso o estresado. Abro la boca para preguntarle cómo supo dónde encontrarme. Pero luego la cierro, al recordar que le pregunté acerca de esta casa justo antes de colgar. Por supuesto que buscaría aquí. —Hay que ayudarles a encontrarla, Silas. Tienes que decirles todo lo que sabes. Me río. Todo lo que sé. Me apoyo en mi coche y doblo los brazos sobre mi pecho. Dejo de reír debido a la ridiculez de la situación, y fijo la mirada en mi hermano pequeño. —No sé nada, Landon. Ni siquiera te conozco. Y en lo que respecta a mi memoria, nunca he conocido a Charlize Wynwood. ¿Cómo se supone que voy a decírselo a la policía? Landon inclina la cabeza. Mir{ndome fijo… en silencio y curioso. Piensa que me he vuelto loco; puedo verlo en sus ojos. Quizá tenga razón. —Entra en el coche —digo—. Tengo mucho que decirte. Vamos a dar una vuelta. Abro la puerta y subo. Espera unos segundos, pero luego se dirige hacia el coche aparcado en la cuneta. Lo bloquea y luego camina hacia mi puerta del pasajero.
***
—Déjame ver si lo entiendo —dice, inclinándose hacia adelante en la cabina—. Charlie y tú han perdido sus recuerdos por más de una semana. Ustedes se han estado escribiendo cartas. Esas cartas estaban en la mochila que encontró Janette y entregó a la policía. La única persona que sabe de esto es una lectora del tarot al azar. Sucede en el mismo momento del día, cada cuarenta y ocho horas, y ¿dices no tener ningún recuerdo de lo que ocurrió el día antes de su desaparición?
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Asiento. Landon se ríe y vuelve a caer contra su asiento. Sacude la cabeza y toma su bebida, metiéndose la pajita en la boca. Toma un largo trago y luego suspira profundamente mientras regresa su vaso a la mesa. —Si esta es tu forma de tratar de librarte de su asesinato, vas a necesitar una coartada mucho más fuerte que una estúpida maldición vudú. —No está muerta. Levanta una ceja interrogante. No lo puedo culpar. Si fuera al revés, no hay manera en que creyera todo lo que acaba de salir de mi boca. —Landon, no espero que me creas. De verdad. Es ridículo. Pero, por favor, ¿me seguirías la corriente por unas horas? Solo finge que me crees y responde preguntas para mí, aunque pienses que ya conozco las respuestas. Y mañana me puedes entregar a la policía si todavía crees que estoy loco. Sacude la cabeza y me mira decepcionado. —Incluso si pensara que estás loco, nunca te entregaría a la policía, Silas. Eres mi hermano. —Le hace un gesto al camarero para que venga y rellene su bebida. Toma un sorbo y luego se pone cómodo—. Bueno. Dispara. Sonrío. Sabía que me gustaba por una razón. —¿Qué pasó entre Brett y nuestro padre? Landon se ríe por lo bajo. —Esto es ridículo —murmura—. Sabes más de eso que yo. —Pero luego se inclina hacia adelante y comienza a responder a mi pregunta—. Una investigación se inició hace un par de años, debido a una auditoría externa. Mucha gente perdió mucho dinero. Papá estaba limpio y Brett fue acusado de fraude. —¿Es papá realmente inocente? Landon se encoge de hombros. —Me gustaría pensar que sí. Su nombre fue manchado y perdió la mayoría de su negocio después de lo ocurrido. Ha estado tratando de reconstruirlo, pero ahora nadie le confía su dinero. Pero supongo que no nos podemos quejar. Aun así, nos fue mejor que a la familia de Charlie. —Papá acusó a Charlie de sacar algunos archivos de su oficina. ¿De qué hablaba? —No pudieron averiguar dónde fue el dinero, por lo que suponen que Brett o papá lo esconden en cuentas en el extranjero. Hubo un tramo antes del juicio durante el cual papá no durmió en tres días. Repasó todos los detalles de cada transacción y cada recibo registrado durante los últimos diez años. Una noche salió
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de su oficina sosteniendo un archivo. Dijo que encontró dónde guardaba el dinero Brett. Por fin tenía la información que necesitaba para seguir responsabilizándolo de toda la situación. Llamó a su abogado y le dijo que iba a entregar la evidencia tan pronto como consiguiera un par de horas de sueño. Al día siguiente… no podía encontrar los archivos. Te acusó a ti, suponiendo que le habías advertido a Charlie al respecto. Cree hasta el día de hoy que Charlie tiene esos archivos. Ella lo negó. Tú lo negaste. Y sin las pruebas que decía tener, nunca podrán acusar a Brett de todos los cargos. Probablemente estará fuera de la cárcel en cinco años, con un buen comportamiento, pero por lo que dice papá, esos archivos lo tendrían encerrado de por vida. Jesús. Esto es mucho para recordar. Levanto un dedo. —Ya vuelvo. —Salgo del reservado y salgo corriendo del restaurante, directamente a mi coche. Busco más papel para tomar notas. Landon sigue allí cuando vuelvo. No hago otra pregunta hasta que escribí todo lo que me dijo. Y entonces le doy un poco de información sólo para ver cómo responde. —Soy yo el que tomó esos archivos —le digo a Landon. Levanto la vista hacia él y sus ojos se estrechan. —Pensé que habías dicho que no puedes recordar nada. Niego con la cabeza. —No puedo. Pero tomé nota sobre algunos archivos que descubrí que estaba escondiendo. ¿Por qué crees que me los habría llevado si demostraban la inocencia de papá? Landon reflexiona sobre mi pregunta por un momento, y luego niega con la cabeza. —No lo sé. Quien los tomó nunca hizo nada con ellos. Así que la única razón por la que los habrías escondido sería para proteger al padre de Charlie. —¿Por qué iba yo a querer proteger a Brett Wynwood? —Tal vez no lo estabas protegiendo por su propio bien. Quizás lo hacías por Charlie. Dejo caer el lapicero. Eso es. La única razón por la que habría tomado esos archivos es si lo hiciera para proteger a Charlie. —¿Estaba unida a su padre? Landon ríe. —Mucho. Era una niña de papi de la cabeza a los pies. Con toda honestidad, creo que la única persona a la que amaba más que a ti era a su padre. Se siente como si estuviera descifrando una pieza de un rompecabezas, incluso si no es el rompecabezas que debería resolver. Conociendo al viejo Silas, hubiera hecho cualquier cosa para hacer feliz a Charlie.
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—¿Qué pasó con Charlie y conmigo después de eso? Quiero decir… si amaba tanto a su padre, se podría pensar que el hecho de que el mío lo pusiera tras las rejas hubiera causado que no me quisiera volver a hablar. Landon sacude la cabeza. —Eras todo lo que tenía —dice—. Estuviste a su lado a través de todo, y nada molestó más a papá que saber que no lo apoyaste al cien por ciento. —¿Pensé que papá era inocente? —Sí —dice—. Decidiste no tomar lados cuando eso les ocurrió a él y a Charlie. Desafortunadamente, para papá eso significaba que tomaste su lado. No han estado en los mejores términos por uno o dos años. Las únicas veces que te habla es cuando te alienta desde las gradas en los juegos del viernes en la noche. —¿Por qué se encuentra tan obsesionado con que juegue al fútbol? Vuelve a reír. —Le ha obsesionado que sus hijos entren a su alma máter desde antes de saber que tendría hijos. Trató de meternos en la cabeza el fútbol desde que pudimos caminar. No me importaba, pero tú siempre lo odiaste. Y eso hizo que se resienta aún más contigo, porque tienes talento para ello. Está en tu sangre. Pero nunca quisiste nada más que ser capaz de alejarte. —Sonríe—. Dios, deberías haberlo visto cuando apareció ayer y no te encontrabas en el campo. En realidad trató de parar el juego hasta que pudiéramos encontrarte, pero los oficiales no lo permitieron. Hago una nota de eso. —Ya sabes… no puedo recordar cómo jugar al fútbol. Una sonrisa toca su boca. —Eso es lo primero que dices hoy que puedo creer en serio. El otro día, cuando nos encontrábamos reunidos en grupo, parecías perdido. “Tú. Haz esa cosa.”—Se ríe ruidosamente—. Así que añádelo a tu lista. Olvidaste cómo jugar al fútbol. Qué conveniente. Lo añado a la lista. Recuerdo letras de canciones. Olvidé a las personas que conocemos. Recuerdo a las personas que no conocemos. Recuerdo cómo usar una cámara. Odio el fútbol, pero me veo obligado a jugarlo. Olvidé cómo jugar al fútbol. Miro la lista. Seguro que tenía anotadas muchas cosas más en la antigua, pero me cuesta recordar algo de ella.
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—Déjame ver eso —dice Landon. Se desplaza por las notas que ya había tomado—. Mierda. En realidad te lo estás tomando en serio. —La mira por unos segundos y luego me la entrega—. Parece que puedes recordar cosas que querías aprender tú mismo, como lo de las letras de canciones y la cámara. Pero cualquier otra cosa que te enseñaron, se te olvidó. Pongo la lista delante de mí y la miro. Podría tener un buen argumento, algo además del hecho de que no puedo recordar a la gente. Hago una nota de eso y luego continúo con mis preguntas. —¿Cuánto tiempo ha estado Charlie viendo a Brian? ¿Rompimos? Se pasa la mano por el cabello y toma un sorbo de su gaseosa. Levanta los pies y se recuesta contra la pared, estirando sus piernas en el asiento. —Vamos a estar aquí todo el día ¿no? —Si es necesario. —Brian siempre tuvo algo por Charlie y todo el mundo lo sabe. Brian y tú nunca se han llevado bien por eso, pero lo intentas por el bien del equipo de fútbol. Charlie empezó a cambiar después de que su padre fue a prisión. No era agradable… no es que alguna vez fuera la más agradable. Pero últimamente, se convirtió en algo así como una matona. Ahora ustedes no hacen más que pelear. Honestamente, no creo que lo haya estado viendo por mucho tiempo. Comenzó prestándole atención cuando te encontrabas por ahí, para poder molestarte. Supongo que continuó con eso para guardar las apariencias cuando estaban solos. Sin embargo, no creo que le guste. Es jodidamente más inteligente que él, y si alguien fue utilizado, ese era Brian. Anoto todo, pero también asiento. Tenía la sensación de que no se encontraba muy interesada en el tipo. Parece que mi relación con Charlie fue estirada hasta quedar tan delgada como el aire, y que solo hacía lo que podía para poner a prueba nuestra fortaleza. —¿Cuáles son las creencias religiosas de Charlie? ¿Es conocida por practicar vudú, hechizos o algo así? —No que yo sepa —dice—. Todos nos criamos como católicos. En realidad no lo practicamos a menos que sea una fiesta importante. Hago una nota de eso y trato de pensar en otra pregunta. Tengo muchas, y no sé cuál hacer a continuación. —¿Hay algo más? ¿Algo fuera de lo común que sucediera la semana pasada? Me doy cuenta de inmediato que oculta algo, por el cambio en su expresión relajada y la forma en que se mueve en su asiento.
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—¿Qué pasó? Quita su pie del asiento y se inclina hacia adelante, bajando la voz. —La policía… estuvieron hoy en la casa. Los escuché interrogando a Ezra por encontrar algo inusual. Al principio lo negó, pero creo que la culpa la supera. Mencionó haber encontrado sábanas en tu habitación. Dijo que tenían sangre. Me recuesto en el reservado y miro al techo. Eso no es bueno. —Espera —digo, inclinándome hacia adelante otra vez—, eso fue la semana pasada. Antes de que Charlie desapareciera. No pueden ser de ella, si es lo que piensan. —No, lo sé, Ezra también se lo dijo. Eso fue la semana pasada y vio a Charlie ese día. Pero aun así, Silas. ¿Qué demonios hacías? ¿Por qué había sangre en tus sábanas? La policía probablemente asume que golpeaste a Charlie o algo parecido, y que fue demasiado lejos. —Nunca la heriría —digo a la defensiva—, amo a esa chica. Tan pronto como las palabras dejan mi boca, sacudo la cabeza, sin entender por qué las dije. Ni siquiera la he conocido. Nunca le he hablado. Pero que me jodan. Simplemente dije que la amo, y lo hice directamente desde mi corazón. —¿Cómo puedes amarla? Afirmas no poder recordarla. —Puedo no recordarla, pero segurísimo que sigo sintiendo algo por ella. — Me levanto—. Y por eso necesitamos encontrarla. Comenzando por su padre.
***
Landon trata de calmarme, pero no tiene ni idea de lo frustrante que es perder ocho horas cuando solo tienes cuarenta y ocho en total. Son más de las ocho en punto de la noche, y oficialmente hemos perdido todo el día. Tan pronto como salimos del restaurante, nos dirigimos hacia la prisión para visitar a Brett Wynwood. Una prisión que se encuentra a casi tres horas de distancia. Sumado a dos horas de espera, y lo único que nos dijeron fue que no nos hallamos en la lista de visitas y que no hay nada que podamos hacer para cambiarlo… Me encuentro m{s que molesto.
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No me puedo permitir cometer errores cuando solo me quedan unas horas para averiguar dónde se encuentra, antes de perder todo lo que he aprendido desde ayer. Nos detenemos al lado del auto de Landon. Apago el motor y salgo de él, caminando hacia la verja; hay dos candados en ella, y parece que nunca han sido utilizados. —¿Quién compró esta casa? —le pregunto. Escucho su risa detrás de mí, así que me giro. Ve mi falta de humor en esta situación, así que gira la cabeza. —Vamos, Silas. Deja de actuar ya. Sabes quien compró esta casa. Respiro constantemente por la nariz y la boca, recordándome que no puedo culparlo por pensar que me invento todo esto. Asiento y luego vuelvo mi rostro hacia la verja otra vez. —Sígueme la corriente, Landon. Puedo escucharlo patear la grava y gruñir. Y luego dice—: Janice Delacroix. El nombre no significa nada para mí, pero regreso a mi camioneta y abro la puerta para anotarlo. —Delacroix. ¿Es un nombre francés? —Sí —dice—. Es la dueña de una de esas tiendas turísticas de la ciudad. Lee las cartas del tarot o alguna mierda como esa. Nadie sabe cómo es capaz de permitirse la casa. Su hija va a nuestra escuela. Dejo de escribir. La lectora del tarot. Eso explica la foto, y también por qué no quería darme más información de la casa, ya que le parecía extraño que le preguntara sobre su casa. —¿Así que en realidad hay gente viviendo allí? —digo, volviéndome para mirarlo. Se encoje de hombros. —Sí. Solo dos personas: ella y su hija. Probablemente usan una entrada diferente. No parece que esta verja se abra mucho. Miro m{s all{ de la verja… a la casa. —¿Cuál es el nombre de su hija? —Cora —dice—. Cora Delacroix. Pero todas la llaman La Camarón.
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Charlie Traducido por Valentine Rose Corregido por Val_17
Nadie viene por un largo rato. Creo que estoy siendo castigada. Tengo sed y necesito ir al baño. Después de aguantarme tanto como puedo, al final hago pipí en un vaso de plástico de mi bandeja del desayuno, y sitúo la copa llena en la esquina del cuarto. Me paseo de un lado a otro, tirándome del cabello hasta que creo que me voy a volver loca. ¿Y si nadie vuelve? ¿Y si me han abandonado aquí para morir? La puerta no se mueve; mis puños tienen moretones por golpearla. Grito para que alguien venga a ayudarme hasta que mi voz se vuelve ronca. Estoy sentada en el suelo con la cabeza en mis manos cuando finalmente la puerta se abre. Salto. No es la enfermera; esta vez es otra persona, más joven. La bata cuelga de su diminuto cuerpo. Luce como una niña jugando a disfrazarse. La observo con cautela mientras cruza mi pequeño cuarto. Nota el vaso en la esquina y levanta las cejas. —¿Necesitas usar las instalaciones? —pregunta. —Sí. Baja la bandeja y mi estómago gruñe. —Pedí ver al doctor —digo. Sus ojos van de izquierda a derecha. Está nerviosa. ¿Por qué? —El doctor se encuentra ocupado hoy —responde sin mirarme. —¿Dónde está la otra enfermera? —Es su día libre —dice. Puedo oler la comida. Tengo tanta hambre. —Necesito usar el baño —anuncio—, ¿puedes llevarme?
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Asiente, pero parece tenerme miedo. La sigo, saliendo de la pequeña habitación y entrando al insignificante pasillo. ¿Qué tipo de hospital tiene sanitarios en un área apartada de la habitación de los pacientes? Mantiene su distancia mientras uso el baño, retorciéndose las manos y enrojeciendo de un terrible tono rosa. Cuando termino, comete el error de voltearse hacia la puerta. Cuando la abre, saco el pedazo de tubería de mi bata de hospital y lo agarro con fuerza, apuntando a su cuello. Se gira para mirarme otra vez, y sus ojos saltones se abren completamente por el miedo. —Suelta las llaves y retrocede lentamente —digo—, o te clavaré esto directamente en la garganta. Asiente. Las llaves resuenan contra el suelo, y avanzo hacia ella con mi arma extendida hacia su cuello. La obligo a retroceder, entrando en la habitación y la empujo hacia la cama. Cae de espalda y suelta un grito. Después salgo por la puerta, llevando las llaves conmigo. Cierro la puerta cuando se lanza hacia esta, con su boca abierta lista para gritar. Luchamos por un momento; ella intenta abrirla mientras pongo la llave en el cerrojo, y escucho el metal cerrarse. Mis manos tiemblan a medida que cambio las llaves, intentado encontrar la correcta para abrir la próxima puerta. La verdad es que no sé qué esperar cuando salga. ¿Un pasillo de hospital, enfermeras y doctores? ¿Alguien estará allí para arrastrarme de vuelta a la diminuta habitación? No. Me rehúso a volver. Dañaré a cualquiera que intente impedirme salir de aquí. No veo un hospital, un equipo médico o a alguien más cuando abro la puerta. En cambio, lo que veo es una muy impresionante bodega de vino. Hay botellas sucias situadas en cientos de hoyitos. Huele a fermento y mugre. Hay una escalera instalada a un lado de la bodega. Hay una puerta en la cima. Corro hacia la escalera, golpeándome con fuerza el dedo del pie en el cemento y sintiendo la húmeda sangre recorrer mi pie. Casi me caigo en la escalera, pero agarro la barandilla a tiempo. La cima de la escalera lleva a una cocina; una sola luz ilumina las encimeras y suelos. No me detengo a echar un vistazo. Necesito encontrar… ¡una puerta!
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Agarro la perilla, y esta vez no estรก cerrada. Suelto un grito de triunfo cuando se abre. El aire nocturno azota mi rostro. Lo respiro con gratitud. Y luego huyo.
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Silas Traducido por Jasiel Odair & Miry GPE Corregido por Itxi
—¡No puedes entrar de forma ilegal, Silas! —grita Landon. Estoy intentando escalar la verja, pero mi pie sigue deslizándose. — Ayúdame a subir —le grito. Se acerca a mí y me ofrece sus manos, con las palmas hacia arriba, a pesar de que todavía intenta detenerme verbalmente para que no escale más. Me apoyo en sus manos y me impulso más alto, lo que me permite agarrar las barras hacia la parte superior de la puerta. —Vuelvo en diez minutos. Solo quiero revisar la propiedad. —Sé que no cree una palabra de lo que he dicho, así que omito el hecho de que creo que esta chica, Cora, sabe algo. Si se halla dentro de esa casa, voy a obligarla a hablar conmigo. Finalmente llego a la parte superior y bajo por el otro lado. Cuando mis pies tocan el suelo, me levanto. —No te vayas hasta que yo vuelva. Me doy la vuelta y echo un vistazo a la casa. Se encuentra a unos ciento ochenta metros de distancia, oculta detrás de hileras de sauces llorones. Se ven como largos brazos, balanceándose hacia la puerta principal, coaccionándome para seguir adelante. Poco a poco me abro paso por el camino que conduce a la terraza. Es una casa hermosa. Puedo ver por qué Charlie la extrañaba tanto. Levanto la vista hacia las ventanas. Dos de ellas se hallan iluminadas en la planta superior, pero la planta baja se encuentra completamente a oscuras. Estoy casi en el pórtico que se extiende por todo el frente de la casa. Mi corazón se acelera en mi pecho tan rápido que realmente puedo oírlo. A parte del
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ruido ocasional de insectos y los latidos de mi pulso, está completamente silencioso aquí. Hasta que no lo está. El ladrido es tan fuerte y cercano que retumba en mi estómago y vibra a través de mi pecho. No puedo ver de dónde viene. Me congelo en seco, con cuidado de no hacer movimientos bruscos. Un gruñido profundo atraviesa el aire como un trueno. Poco a poco miro por encima de mi hombro sin girar el cuerpo. El perro se encuentra de pie detrás de mí; los labios retirados en un gruñido, sus dientes tan blancos y afilados que parece que brillan. De pie sobre sus patas traseras, y antes de que pueda correr o buscar algo con lo que luchar, está en el aire, lanzándose hacia mí. Directo a mi garganta. Puedo sentir sus dientes perforar la piel de la palma de mi mano, y sé que si no hubiera cubierto mi garganta, esos dientes estarían en mi yugular justo ahora. La fuerza masiva de este animal me tira al suelo. Puedo sentir la carne en mi mano cediendo mientras el animal agita la cabeza de lado a lado y trato de luchar contra él. Pero entonces algo se estrella contra él o encima de él —un gemido y luego un ruido sordo. Y luego silencio. Está demasiado oscuro para ver lo que acaba de suceder. Tomo una respiración profunda y trato de ponerme de pie. Miro hacia el perro, y una fuerte pieza de metal sobresale de su cuello. Se acumula sangre alrededor de su cabeza, tiñendo la hierba del color de la medianoche. Y luego un fuerte aroma de flores… lirios… me rodea en una ráfaga de viento. —Eres tú. Reconozco su voz de inmediato, a pesar de que solo es un susurro. Ella se encuentra de pie a mi derecha, con el rostro iluminado por la luz de la luna. Las lágrimas corren por sus mejillas, y su mano cubre su boca. Tiene los ojos abiertos, mirándome en estado de shock. Está aquí.
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Está viva. Quiero tomarla en mis brazos, abrazarla y decirle que está bien, que vamos a resolver esto. Pero es más que probable que no tenga ni idea de quién soy. —¿Charlie? Baja lentamente la mano de su boca. —¿Mi nombre es Charlie? —pregunta. Asiento. La expresión de terror en su rostro se transforma poco a poco en alivio. Se adelanta y lanza sus brazos alrededor de mi cuello, presionando su cara contra mi pecho. Ahora los sollozos empiezan a estremecer su cuerpo. —Tenemos que irnos —dice entre lágrimas—. Tenemos que salir de aquí antes de que me encuentren. ¿La encuentren? Envuelvo los brazos a su alrededor el tiempo suficiente para abrazarla, y luego la tomo de la mano y corremos hacia la puerta. Cuando Landon ve a Charlie, se apresura a la puerta y comienza a quitar las cerraduras. Trata de encontrar una manera de sacarnos sin que tengamos que pasar por encima, pero no puede. —Usa mi auto —le digo—. Fuerza la puerta. Tenemos que darnos prisa. Mira hacia mi auto y luego de nuevo a mí. —¿Quieres que derribe la puerta? Silas, ese coche es tu bebé. —¡Me importa una mierda el auto! —grito—. ¡Tenemos que irnos! Actúa rápido, corriendo directamente hacia el coche. Cuando se sube, grita—: ¡Fuera de mi camino! —Pone la marcha en reversa y arranca hacia atrás, luego, presiona el acelerador a fondo. El sonido de hierro contra el metal no es tan fuerte como el sonido de mi corazón al ver el coche rasgado en pedazos. Por lo menos no estaba tan ligado a él. Solo lo he conocido durante menos de dos días. Él tiene que echar marcha atrás y conducir hacia adelante dos veces más para doblar el hierro lo suficiente para que Charlie y yo escapemos. Una vez que nos encontramos al otro lado de la puerta, abro la puerta del asiento trasero del auto de Landon y la ayudo a entrar. —Dejemos mi coche aquí —digo—. Podemos preocuparnos de eso más tarde. Cuando estamos todos en el coche y, finalmente, alejándonos de la casa, Landon coge su teléfono. —Voy a llamar a papá y a decirle que la encontraste, así puede informar a la policía.
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Agarro el teléfono de sus manos. —No. Sin la policía. Golpea su mano contra el volante con frustración. —¡Silas, tienes que decirles que está bien! Esto es ridículo. Ambos están siendo completamente ridículos con esto. Me volteo en mi asiento y lo miro fijamente. —Landon, tienes que creerme. Charlie y yo nos vamos a olvidar de todo lo que sabemos en poco más de doce horas a partir de ahora. Tengo que llevarla a un hotel, así puedo explicárselo todo, y entonces necesito tiempo para tomar notas. Si notificamos a la policía, podrían separarnos para prepararnos para el interrogatorio. Necesito estar con ella cuando esto ocurra de nuevo. No me importa si no me crees, pero eres mi hermano y necesito que hagas esto por mí. No responde a mi solicitud. Entramos al final de la calle, y puedo ver el rodar de su garganta cuando traga, tratando de decidir si girar a la izquierda o la derecha. —Por favor —digo—. Solo necesito hasta mañana. Libera una respiración contenida y luego gira a la derecha; la dirección opuesta a nuestros hogares. Doy un suspiro de alivio. —Te debo una. —Más como un millón —murmura. Miro al asiento de atrás, a Charlie, y ella me mira, obviamente aterrorizada por lo que acaba de escuchar. —¿Qué quieres decir con que esto volverá a suceder mañana? —pregunta con voz temblorosa. Me paso al asiento trasero con ella y la presiono contra mí. Se recuesta en mi pecho, y puedo sentir su corazón latiendo contra el mío. —Te lo explicaré todo en el hotel. Asiente, y luego dice—: ¿Te llamas Silas? ¿Ese es tu nombre? Su voz es ronca, como si hubiese gritado hasta quedarse ronca. No quiero ni pensar en lo que ha pasado desde ayer. —Sí —digo, frotando mi mano arriba y abajo por su brazo—. Silas Nash. —Silas —dice en voz baja—. Me he estado preguntando cuál era tu nombre desde ayer. Me pongo rígido inmediatamente y la miro. —¿Qué quieres decir con que te has estado preguntando? ¿Cómo te acuerdas de mí? —Soñé contigo.
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Ella soñó acerca de mí. Saco mi corta lista de notas de mi bolsillo y le pido a Landon un lapicero. Saca uno de su consola y me lo da. Hago una nota sobre los sueños y cómo Charlie me conocía sin tener recuerdos míos. También observo que mi propio sueño de ella se sentía más como un recuerdo. ¿Podrían nuestros sueños ser pistas sobre nuestro pasado? Charlie me mira mientras escribo todo lo que ha ocurrido en la última hora. Sin embargo, no me cuestiona. Doblo el papel y lo deslizo de nuevo en el bolsillo. —Entonces, ¿qué pasa con nosotros? —pregunta—. ¿Estamos como… enamorados y esa mierda? Me río a carcajadas por primera vez desde ayer. —Sí —digo, sin dejar de reír—. Al parecer he estado enamorado, y esa mierda, de ti durante dieciocho años.
***
Le dije a Landon que viniera a nuestra habitación de hotel mañana a las once y media de la mañana. Si esto sucede de nuevo, vamos a necesitar tiempo para adaptarnos y leer las notas para amoldarnos a nuestra situación. Dudó, pero finalmente accedió. Dijo que iba a decirle a papá que ha estado fuera buscándonos todo el día sin suerte. Me siento mal por hacer que la gente se preocupe hasta mañana, pero no voy a ponerme en una situación en la que la dejo fuera de mi vista de nuevo. Demonios, ni siquiera dejé que cerrara la puerta cuando dijo que quería tomar una ducha. Una ducha caliente, aclaró. Cuando llegamos al hotel, le dije todo lo que sabía. Lo cual, una vez que saqué todo, no pareció ser mucho. Me dijo lo que le había pasado desde ayer por la mañana. Me alivia saber que no fue nada demasiado serio, pero me perturba que la mantuvieran en el sótano. ¿Por qué La Camarón y su madre mantendrían a Charlie en contra de su voluntad? La mujer estaba, obviamente, tratando de engañarme ayer cuando dijo—: Las respuestas a tus preguntas se encuentran con alguien que está muy cerca de ti. Sí, diría yo. La persona con respuestas se hallaba muy cerca de mí. A solo dos metros de distancia. Siento que esta información es una de las mejores pistas que hemos conseguido en la última semana, pero no tengo ni idea de por qué mantenerla
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cautiva. Eso es lo primero que quiero averiguar mañana. Es por eso que estoy asegurando que nuestras notas sean detalladas y precisas, así puedo conseguir una mejor ventaja. Ya le hice una nota a Charlie para que vaya a la estación de policía y pida que le devuelvan todas sus pertenencias. Ellos ya no pueden conservarlas ahora que ya no se encuentra desaparecida, y necesitamos desesperadamente esas cartas y diarios. La clave de todo podría estar escrito en alguna parte, y hasta que todo esté de nuevo en nuestro poder, estamos completamente atascados. La puerta del baño se abre más, y la escucho caminar hacia la cama. Me hallo sentado en el escritorio, aun escribiendo notas. La miro mientras se sienta en el colchón, sus pies cuelgan por el borde de la cama mientras me mira. Esperaba que después de su terrible experiencia estuviera más conmocionada, pero es fuerte. Escuchó atentamente cuando le expliqué todo lo que sabía, y nunca dudó de mí. Incluso ella misma proporcionó unas cuantas teorías. —Conociéndome, probablemente trataré de huir mañana si me despierto en una habitación de hotel con un chico que no conozco —dice—. Probablemente debería escribirme una nota a mí misma y pegarla sobre el pomo de la puerta, diciéndome que espere al menos hasta el mediodía antes de salir pitando de aquí. ¿Ves? Fuerte e inteligente. Le paso un pedazo de papel y una pluma, y se escribe una nota, luego se dirige a la puerta de la habitación. —Debemos tratar de dormir un poco —digo—. Si esto vuelve a ocurrir, tenemos que estar bien descansados. Asiente y sube a la cama. Ni siquiera me molesté en pedir dos camas. No sé por qué. No es que tenga alguna idea acerca de lo que deparará la noche. Creo que simplemente soy muy protector con ella. La idea de no saber que se encuentra a mi lado me hace sentir demasiado incómodo, incluso si hubiera sido una cama diferente a solo unos centímetros de distancia. Configuro la alarma a las diez y media de la mañana. Eso nos dará tiempo de despertar y prepararnos, mientras espero que nos dé unas buenas seis horas de sueño. Apago las luces y me meto en la cama junto a ella. Ella se encuentra en su lado y yo en el mío, hago todo lo posible para no acercarme a ella y ponerme en cucharita, o al menos rodearla con mi brazo. Sin embargo no quiero asustarla, pero de alguna forma se siente como algo natural el que yo haga esas cosas.
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Ahueco mi almohada y le doy la vuelta para que el lado más frío esté contra mi mejilla. Me coloco de frente a la pared y mantengo mi espalda hacia ella para asegurarme de que no se sienta incómoda al tener que compartir la cama conmigo. —¿Silas? —susurra. Me gusta su voz. Es reconfortante y a la vez eléctrica. —¿Sí? Puedo sentirla girarse hacia mí, pero mi espalda sigue estando hacia ella. — No sé por qué, pero siento que dormiremos mejor si me rodeas con tus brazos. No tocarte parece más incómodo que tocarte. Aunque la habitación se encuentra oscura, trato de luchar contra mi sonrisa. Inmediatamente me giro, y acerca su espalda contra mi pecho. Envuelvo mi brazo a su alrededor y la jalo hacia mí —su cuerpo se curva perfectamente contra el mío— sus pies se fijan alrededor de los míos. Esto. Esto debe ser el porqué sentía una constante necesidad de encontrarla. Porque hasta este mismo momento no sabía que Charlie no era la única perdida. Cuando desapareció, parte de mí debió desaparecer junto con ella. Debido a que esta es la primera vez que me siento como yo —como Silas Nash— desde el segundo en que me desperté ayer. Encuentra mi mano en la oscuridad y entrelaza sus dedos con los míos. — ¿Estás asustado, Silas? Suspiro, odiando que se duerma pensando en eso. —Estoy preocupado — digo—. No quiero que vuelva a suceder. Pero no estoy asustado, porque esta vez, sé dónde estás. Si fuera posible escuchar una sonrisa, la suya sería una canción de amor. —Buenas noches, Silas —dice en voz baja. Sus hombros suben y bajan cuando toma un profundo suspiro. Su respiración comienza a disminuir después de unos pocos minutos, y sé que se ha dormido. Antes de cerrar mis ojos, reajusta ligeramente su posición y capto un vistazo de su tatuaje. La silueta de los árboles se deja ver por la parte superior de la espalda de su camiseta. Deseo que hubiera una carta donde describiera la noche que conseguimos estos tatuajes. Daría cualquier cosa por recuperar ese recuerdo; ver cómo era entre nosotros cuando nos amábamos el uno al otro lo suficiente como para creer que era para siempre.
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Tal vez soñaré con esa noche si me duermo pensando en eso. Cierro los ojos, sabiendo que esto es exactamente lo que se supone que debe ser. Charlie y Silas. Juntos. No sé por qué siempre empezamos distanciándonos, pero estoy seguro de una cosa: nunca permitiré que suceda de nuevo. Le doy un suave beso en el cabello. Algo que probablemente he hecho un millón de veces, pero las ebrias polillas con alas que se agitan en mi estómago, lo hacen sentir como la primera vez. —Buenas noches, Charlie bebé.
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Charlie Traducido por Juli Corregido por Melii
Me despierto con la luz del sol. Ingresa por la ventana y me calienta la cara. Me doy la vuelta para buscar a Silas, pero su almohada se encuentra vacía. Por un momento, temo que me haya dejado, o que alguien se lo ha llevado. Pero entonces escucho el tintineo de una taza y el sonido de sus movimientos. Cierro los ojos con gratitud. Puedo oler la comida. Me doy la vuelta. —Desayuno —dice. Me arrastro fuera de la cama, sintiéndome consciente de la forma en que debo verme. Me peino el cabello con los dedos y me limpio los ojos. Silas está sentado en el escritorio, bebiendo café y escribiendo algo en un papel. Saco una silla, me siento frente a él y agarro una medialuna, metiendo mi cabello detrás de las orejas. No quiero comer, pero lo hago de todos modos. Él quiere que estemos bien descansados y alimentados antes de que el reloj marque las once de la mañana. Pero mi estómago se halla lleno de nervios, pensando en cómo se sintió despertar sin recuerdos hace dos días. No quiero que vuelva a suceder. No me gustó entonces, y no me va a gustar esta vez. Cada pocos segundos, él alza la vista hacia mí y nuestras miradas quedan fijas en la otra antes de que regrese al trabajo. También parece nervioso. Después de la medialuna, como el tocino, luego los huevos, a continuación, una rosquilla. Termino el café de Silas, bebo mi jugo de naranja, y aparto mi silla de la mesa. Él sonríe y se palmea el lado de la boca. Alzo la mano y limpio las migajas de mi cara, sintiendo que el calor sube por mis mejillas. Sin embargo, no se ríe de mí. Lo sé.
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Me entrega un cepillo de dientes que sigue empaquetado y me sigue hasta el baño. Nos cepillamos los dientes juntos, mirándonos el uno al otro en el espejo. Su pelo está erizado en los extremos, y el mío, enredado. Es un poco cómico. No puedo creer que me encuentre en la misma habitación que el chico de mis sueños. Se siente irreal. Miro el reloj cuando dejamos el cuarto de baño. Tenemos diez minutos para irnos. Silas ya tiene listas sus notas, al igual que yo. Las dejamos en la cama para que todo quede a nuestro alrededor. Todo lo que sabemos está aquí. Esta vez va a ser diferente. Estamos juntos. Tenemos a Landon. Vamos a resolver esto. Nos sentamos, uno frente al otro en la cama, tocándonos las rodillas. Desde donde nos encontramos, veo las letras rojas de la alarma del reloj cambiar a 10:59. Un minuto. Mi corazón se acelera. Tengo mucho miedo. Comienzo la cuenta regresiva en la cabeza. 59... 58... 57... 56... Cuento hasta los treinta, y Silas se inclina hacia adelante de repente. Sus manos acunan mi cara. Puedo olerlo; siento su aliento en mis labios. Pierdo la cuenta. No tengo ni idea de con cuál segundo se supone que debo seguir. —Nunca, nunca —susurra. Su calidez, sus labios, sus manos. Aprieta la boca contra la mía y me besa profundamente y yo...
Continuará...
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Colleen Hoover vive en Texas con su esposo y sus tres hijos. Es adicta al talento de la banda The Avett Brothers. El 99% de su lista de reproducción es de ellos. El otro 1% es Eminem y Jason Mraz. Es la autora #1 del New York Times por su novela Hopeless, junto con sus otras dos novelas, Slammed y Point of Retreat. Tarryn Fisher es nacida en Sudáfrica, vivió allí durante la mayor parte de su infancia, luego se mudó a Seattle, y actualmente vive en Washington con su familia. Es la autora de la trilogía “Love me with lies”, convertida en todo un bestseller, según el New York Times.
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