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RETROSPECTIVA
from NUMERO 35
CARS &Lifestyles
Alí Eid Alí Abo El Nour, una leyenda egipcia en Bolivia
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EL FARAÓN DE LAS RUTAS
Egipcio de nacimiento y boliviano de corazón, este piloto ha estremecido a los fanáticos del deporte tuerca en Bolivia por las conquistas obtenidas a fuerza de mucha garra y pasión. Por más de 20 años fue uno de los pilotos más carismáticos y queridos del automovilismo boliviano.
Textos: Mónica Briançon Messinger Fotografía: Luis Fernández
“El Padre de la Luz”, así dice que se traduce su apellido El Nour. Pero todos lo conocen como Alí Eid Alí, piloto de carreras de automóviles que vive en La Paz desde hace más de medio siglo. Sin ocultar su satisfacción explica que el Toyota de 8 válvulas es el que más le gusta porque le dio el campeonato nacional allá por la década de los 90 del siglo pasado, aunque también, remarca, el Toyota Corolla de seis válvulas también le proporcionó grandes satisfacciones. Dice que ha tenido muchos accidentes el peor fue cuando hizo la ruta de Coroico a Caranavi cuando le reventó una llanta, y que a pesar de que la cambiaron, volaron y llegaron a caer 50 metros. Tiene cicatrices por todo el cuerpo pero se siente agradecido “por la vida y por Alá que me ha dado todo un día, una vida, un día más”, manifiesta con esa sabiduría que sólo dan los años. El corredor que se considera egipcio, colla y boliviano, nació en AlejandríaEgipto y llegó a la sede de gobierno en 1972 como parte del cuerpo diplomático de la embajada de Egipto, por unos tres años. En ese momento tenía 24 años y una visión muy clara convertirse en el “mejor corredor de autos”, que en ese momento parecía solo una ilusión, pues no tenía el dinero, la formación, y tampoco el idioma para moverse en tierras andinas. Al poco tiempo, y por una controversia personal, salió de la embajada de Egipto, y se encontró solo, en un país donde no tenía a nadie, sin embargo encontró a gente amiga, que le abrió las puertas y lo acogió. Empezó de cero, como tantos otros, pero potenciando lo que más sabía hacer en ese momento, enseñar a cocinar comida árabe. Fue ahí donde descubrieron y él mismo descubrió el tremendo talento que tenía para vender. Un amigo muy querido, Rafael Mendoza, le dio la oportunidad de trabajar distribuyendo gaseosas de su fábrica, la actual Mendocina. Alí comenta que “nadie es profeta en su tierra, uno sale de su país para encontrar una vida mejor, es el sueño de cada uno. Trabajé de papayero con Rafael Mendoza, que en paz descanse, trabajé vendiendo autos en la cancha Zapata, fui tres veces campeón nacional, fui el número uno, dimos mucho que hablar. Tengo cicatrices en todo mi cuerpo por mi trabajo de papayero, hay que ganarle a la vida, he hecho estudiar a mis hijos, Rashid ha estudiado en Francia Comercio Internacional, habla tres idiomas, Faruk está en la Universidad, Ali estudio derecho, Shadiah trabaja en Unilever. Este incansable campeón, trabajaba muchas horas y se abría campo por todo lado, se destacaba como el mejor vendedor y era un ejemplo para sus colegas. Donde llegaba Alí, causaba un revuelo, a las “cases” les encantaba escucharlo hablar, con su acento árabe, cambiando las palabras, lo cual era una verdadera experiencia. Trabajó tanto hasta ahorrar lo suficiente para comprarse su primer camión y seguir distribuyendo las gaseosas pero como un “socio”, y así empezó su buena racha imparable. Su pasión por los autos, lo llevó al negocio en la Cancha Zapata, vendió su camión y compró dos autos, vendió los dos autos y compró cuatro, y así fue construyendo todo lo que hoy tiene, con mucha pasión, esfuerzo, perseverancia y un claro objetivo. En la década de los 80´s Alí empezó su carrera automovilística y cumplió su gran sueño, por más de 20 años, participó en diferentes competiciones, locales, nacionales e internacionales, alcanzado logros increíbles, y se coronó campeón en innumerables ocasiones. Alí dejó las competencias hace algunos años por temas de salud, y en la actualidad disfruta de su negocio de compra, venta y alquiler de autos Autoventa Alí, un patrimonio que con mucho esfuerzo construyó. Es padre de 5 hijos y abuelo de dos nietas.
CARRERA El piloto radica en La Paz desde la década de 1950, por eso representó a este departamento en las diferentes competencias automovilísticas, entre ellas el Gran Premio Nacional de Automovilismo. Fue campeón nacional en 1993 y 1007, campeón departamental en 1989, 1993 y 1998. Subcampeón nacional en dos ocasiones en 1992 y 1998 y subcampeón departamental en 1990, 1992 y el 2001. Ganador del premio Jaime Paz en 1992. Compitió 77 veces, obtuvo 14 victorias nacionales, tuvo 16 triunfos locales, corrió en Arica en 1996. Atesora 115 trofeos y 31 plaquetas, en 1992 lo nombraron el mejor piloto paceño y la FEBAD le ha concedido, en 2005, la mayor distinción: la Súper Licencia. Tuvo cuatro vuelcos en la Doble Copacabana, en la Vuelta a La Paz, en la Integración del Oriente y en el Gran Premio Nacional. Indica que el automovilismo desde su tiempo ha cambiado mucho, ahora hay coches que tienen un valor entre 120 a 150 mil dólares. En su tiempo un vehículo para competir costaba máximo 15 mil dólares, “y llorábamos en ese tiempo,
pero gracias a Dios con ese dinero teníamos uno de 1.600 libre”. En julio de 2009 la prueba automovilística, disputada en Santiváñez, Cochabamba, llevó su nombre y la Asociación de Automovilismo Deportivo de Cochabamba (Adeco) le entregó una plaqueta recordatoria como homenaje a su extensa carrera y el permanente apoyo que dio al deporte tuerca. “Sólo quiero decirles a todos ustedes gracias, muchas gracias por todo el apoyo y el cariño que me dieron todos estos años y siguen manifestándolo”; repitió una y otra vez al recibir la plaqueta recordatoria de Adeco en un sencillo acto que precedió a la entrega de los trofeos a los ganadores del Rally de la Concordia.
ORURO Para Alí, Oruro siempre tuvo buena presencia en el automovilismo nacional y cada carrera que se disputaba allí se hacía con masiva presencia de espectadores en los tiempos de Víctor de los Heros, Armin Franulic, Óscar Crespo, René Rocha y el “Gringo” Justiniano, entre otros. Por eso una de las satisfacciones es que nunca le fallaron a Oruro, cuando compitió. “Vamos estar acá con nuestros hermanos orureños hasta el último cuando Alí Eid Alí, esté viejingo igual para llegar a mi hijo, a mis hijos, a

todos los corredores del país y ver a esa gente linda, orureña. He visto que Oruro ha cambiado mucho, muchas casas nuevas, ya casi nos hemos perdido para llegar acá porque ha cambiado bastante”, indica. Desde su punto de vista, cree que al automovilismo boliviano le falta unión y un reglamento que rija las competencias, ya que considera que no se pueden mezclar las categorías de acuerdo al tipo de vehículo. “No podemos mezclar porque el ´Evo 10´ es mucho más auto que el ´Evo 9´, eso es lo que falta al reglamento. Debemos mejorarlo cada día más, debemos mejorarlo, debe haber reuniones y los corredores seguro tendrán voz y voto sobre un reglamento nuevo, repito eso no está bien. Nos estamos juntando y hermanando cada día más con este deporte tan bello”, afirma. Pidió que los nuevos competidores sigan adelante, tengan siempre un buen motor para competir. Asimismo, dijo que muchos pilotos colgaron los guantes, pero sus hijos son los que ahora son protagonistas con buen manejo de los vehículos.
LA HERENCIA El corredor egipcio, colla y boliviano, cultiva en uno de sus hijos la pasión que él siente por los coches. Alí Ernesto Abo El Nour Simon debutó en el automovilismo paceño y poco a poco irá avanzando en esta disciplina de riesgo. Así, el apellido Alí seguirá por las rutas del país. “Alicito (mide un metro con 95 centímetros) me chantajeó de todas formas (sonríe), me dijo que se sentía estresado, que no podía dormir por las noches, que quería correr; ante tanta insistencia le compramos su ‘joyita’ (por su auto). Pero las cosas son claras: corre mientras tenga buenas notas en la universidad y felizmente por ahora está bien en sus estudios. Es alguien a quien le gusta el deporte, el voleibol, el fútbol, pero su pasión por el automovilismo es más fuerte que otras cosas, así que no hay más que apoyarlo, consciente de que es un deporte de mucho riesgo en el que a veces se paga derecho de piso. Él sabe que yo tuve como diez vuelcos en mi carrera”, cuenta Alí papá. Desde su óptica, su hijo “maneja muy bien. Como se dice en el argot del automovilismo, tiene buena muñeca, calcula bien, es sereno, de manera que por ese lado tengo tranquilidad”. Hoy le toca a Alí Eid Alí vivir lo que las familias viven cuando uno de sus integrantes se expone a los riesgos del automovilismo. “Él pasó por todo eso, desde niño me acompañaba a las carreras, igual que ahora pasa con el más pequeño, Farud, que le acompaña a su hermano. Son dos locos, como su padre, que aman y llevan el automovilismo en la sangre. Creo que el apellido Alí perdurará por mucho tiempo en el automovilismo”. Alí hijo dice que si le gustan los fierros es
Varias escenas de la enorme carrera de Alí Eid Alí, el Faraón de las Rutas.




por su papá. “Viéndolo en sus ajetreos por tener todo en orden, ultimando los detalles en su coche, planificando su participación y finalmente corriendo. Todo eso lo sentí de cerca y por eso quise ser parte de ese mundo. Sé que es riesgoso, pero también puedo demostrarle que soy responsable. Ya lo comprobó porque me acompañó como navegante en una carrera, ahí le demostré que tengo capacidad. Yo manejo con control, tengo concentración, manejo con la cabeza, no con el corazón. Mi papá fue un gran piloto y yo quiero seguirle los pasos”. “Uno siempre sueña y yo sueño con participar de un rally Codasur. Si las condiciones se dan, quiero ser la mitad de lo que fue mi papá para el automovilismo. Tener un cuarto lleno de trofeos, de reconocimientos, ver todo eso, que es de mi papá, me llena de lágrimas los ojos porque fueron momentos especiales. Espero poder cumplir esos objetivos, sé que tengo las condiciones y las posibilidades. Es una meta que está marcada en mi vida”. De padre a hijo hay un solo consejo: “Le dije que no tiene que emocionarse ni apresurarse, que tiene que seguir un proceso, ir grada por grada, ir aprendiendo carrera a carrera. Le dije, en buenas cuentas, que no sea como yo, que me apresuré por llegar rápido y tuve muchos accidentes. Y sé que él es más inteligente”.
PREMIO DESTACADO El año pasado Alí Eid Alí recibió el Premio Maya, dice que está fuerte como una roca (tiene 73 años) y se prepara para lo que vendrá. Respecto al precio habla, usando su característico plural inclusivo “estamos felices, un gran saludo a la hinchada, amigos, un saludo especial a los amigos del premio Maya, Ramiro Serrano y toda la gente que me ha seguido paso a paso, se han acordado del hombre que ha trabajado, del que ha salido campeón nacional. Fue un gran orgullo cuando me premiaron y se referían al egipcio boliviano, un colla como me dicen en las carreras, recibimos el aplauso de más de dos mil bolivianos, era mi sueño, he recibido toda clase de premios, y faltaba ese”, dijo, Recuenta que cuando recibió el premio, contaron su historia, y comenzó a lagrimear de alegría “ese premio no se da a cualquiera, tiene mucho valor de trabajo, de triunfador, de haber hecho algo por este país. Con ese premio he hecho mi sueño realidad, porque siempre lo soñaba”. “El trofeo del Premio Maya lo veo todas las mañanas, y tiemblo, mi oficina está lleno de trofeos, pero este trofeo es muy especial, muy lindo, es el esfuerzo de toda mi vida. Van dedicado a mis cinco hijos, a la gente que trabaja conmigo en el AutoVenta, a mis amigos triunfadores, a toda la gente que me ha mandado mensajes por el wasap, miles de personas, me siento el hombre más feliz del mundo, recibí la felicitación de todas partes de Bolivia”, subraya. También cuenta que ha gastado mucho dinero en el automovilismo pero que le ha dado grandes satisfacciones. “He gastado en autos, cambiar caja, miles de cosas que me han pasado, pero en Bolivia, gracias al automovilismo el Autoventa ha crecido mucho, no soy mal agradecido, el automovilismo me ha dado mucho, yo también le di mucho. Soy el hombre más feliz del universo, mi carácter no ha cambiado, me he comprado un departamento en Cochabamba para ir por lo menos unos diez días, pero no puedo dejar La Paz… amo La Paz”- termina.