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Una visita a Turquía implica entrar en los caminos de la historia y del arte.

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TURQUIA

Desde los tiempos más antiguos hasta las manifestaciones actuales. Turquía cuenta con amplias zonas montañosas. Así, paralela a la costa mediterránea, están los Montes Tauro cuya altura máxima alcanza los 4.000 metros de altura y las más bajas los 2.500 metros. A lo largo de la costa del Mar Negro se extienden los Montes Pónticos cuya altura oscila entre los 1.500 metros y los 3.600 en la zona este. Turquía disfruta de más de 8.333 metros de costa. Un total de sesenta y cinco millones de personas viven en Turquía. De ellos, unos tres millones viven en el extranjero y el setenta por ciento de la población de Turquía vive en las ciudades. El treinta por ciento en las zonas rurales. Las ciudades más pobladas son Estambul, Ankara, İzmir, Adana, Antalya y Bursa. La población turca es una población joven, debido a la alta natalidad. Uno de los mejores sitios para conocer el carácter abierto del pueblo turco son los cafés o `kahve´. Aquí se reúnen los hombres a tomar café o a

La Mezquita Suleymaniye en Estambul capital de Turquía.

jugar al `tavla´. Se puede fumar una pipa `Shisha´ en los cafés de Turquía. El baile es una de las formas de expresión artística más variadas de Turquía. Cada una de las culturas turcas tiene el suyo propio. Por ejemplo, el Horon es el baile del Mar Negro. Es un baile masculino en el que cada hombre va vestido con un traje negro muy ajustado con adornos de plata, moviéndose rápidamente al son del `kemençe´, un instrumento musical muy parecido al violín. El Kaşık Oyunu o `Baile de la Cuchara´ es típico de la zona de Konya y Silifke. Es un baile en el que participan hombres y mujeres vestidos con trajes de vivos colores al ritmo que producen con las cucharas que llevan en las manos. Los turcos muestran su gastronomía como una de las grandes virtudes del país y no es para menos. La mesa turca se prepara con los ingredientes más frescos, buscando la más armónica de las combinaciones. Los restaurantes suelen abrir las veinticuatro horas del día y tienen en cualquier momento, una gran selección de sopas, entrantes, platos de verdura

y carne, ensaladas, postres dulces y las irresistibles frutas. Cuatro mares bañan el país por lo que los pescados y mariscos no podían ser más frescos y selectos. Turquía se distingue además por sus cervezas y por sus vinos. El rakı es un tipo de anisete que suele acompañar a los entremeses y que se bebe acompañado de agua. El té y el café turco son una auténtica maravilla. Los turcos son aficionados al primero, por lo que suelen ofrecerlo en todos los sitios. El ir de compras constituye todo un aprendizaje cultural, la riqueza de la artesanía del pueblo turco, el ambiente de los bazares y la cálida acogida de sus gentes, hacen de esta actividad todo un placer. Entre los objetos más apreciados están las alfombras, la orfebrería, los trabajos en cerámica y latón, las joyas, la piel, las figuras de madera, el ónice, las pieles, los tavla (es un tablero del juego backgammon), tableros de ajedrez, atriles para el Corán (rahle) o cajitas de todas formas y tamaños adornadas con plata o nácar. Turquía ofrece todo tipo de actividades culturales, así como

deportivas. Entre los deportes más practicados está el submarinismo, el rafting, el windsurf, la pesca, el golf, la caza y la espeleología, además de los deportes de invierno y los de montaña y claro no podemos dejar de mencionar la pasión que sienten los turcos por la Fórmula uno. Estambul tiene un circuito donde se desarrolló la máxima de las categorías de 2005 hasta 2011y este 2020 está de retorno. Con una superficie total de 2.215 millones de metros cuadrados, el circuito se recorre en sentido contrario a las agujas de un reloj, y tiene una longitud de 5 kilómetros. El trazado presenta 14 curvas en total (seis hacia la derecha y ocho hacia la izquierda). Con una recta principal de más de 650 metros de extensión, el circuito tiene 4 niveles de altura diferentes. En 2005 se estimó que la máxima velocidad alcanzable por un auto de Fórmula 1 sería en 320,5 km/h. Tanto el circuito como las instalaciones que lo rodean fueron proyectados por el arquitecto Hermann Tilke, quien afirmó que diseñó el trazado de forma tal que “sacara a los pilotos de la pista”. El primer Gran Premio de Turquía se caracterizó justamente por la gran cantidad de despistes ocurridos durante todo el fin de semana. Una de las curvas que más llamó la atención en el primer Gran Premio fue la número 8. Se trata de un curvón de alta velocidad con cuatro ápices, en la cual muchos de los pilotos perdieron el control de sus autos. Tanto espectadores como pilotos elogiaron la curva 8, comparándola con curvas históricas tales como Eau Rouge. Incluso se llegó a comparar al circuito con el trazado belga de Spa-Francorchamps.

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