Pregón casa jaén de córdoba 2014

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‘Al atardecer nos examinarán en el amor’ Pregón de la Semana Santa de Andújar para la Casa de Jaén, en Córdoba

Escrito por Manuel Almansa González y pronunciado en la sede de la Casa de Jaén, de Córdoba, en la noche de Vísperas del viernes, 4 de abril de 2014


1. Renuncias Juncia y mastranzo sacramentales cubrieron la Andújar cristiana, por donde pisaba Jesús, Sacramento para las almas, contenido en su Custodia entre el tañer de campanas.

Era el Corpus, florido de Sol, cuando la ciudad, entre hosannas, proclamaba al Hombre-Dios Redentor de la condición humana.

Ahora, le volverán a ver caminar al llegar una nueva Pascua entre los compases alfareros nacidos al calor de esa banda que quiebra en dos el texto de la Sentencia romana, cuando su llanto se funde sobre el corazón de plata de una Dolorosa nacida al pie de su espadaña mientras convoca junto a Ella a costaleros de fe y de alma, para aflamencar su paso


al compás de cada marcha, recogiendo por martinetes saetas que son plegarias del “quejío” de este pueblo peregrino como el Jándula.

¡Así se define a sí misma y así me la enseñaron en casa: más que una fecha en el calendario es un refugio para la Esperanza, es el final de las Vísperas, es el tiempo de la Gracia, cuando Dios hecho hombre carga con su Cruz tallada entre la Sierra y el Guadalquivir sobre esta vega de ámbar, donde Cristo muere y Resucita como cada Semana Santa para quedarse siempre a vivir en mi Andújar sagrada!

2. Con la venia, cruzo el “Mercao”

Señor presidente de la Casa de Jaén, en Córdoba, don Juan Carlos López Eisman; querido mentor; maese Antonio Mendoza; queridísima hermana y presentadora en esta noche, Inmaculada Maldonado, junto a tu familia; querido hermano en la Cofradía de la Santa Vera-Cruz y maestro sobre la


huella histórica de las cofradías andujareñas, Maudilio Moreno; estimados socios y socias de esta entidad, a quienes ya os tengo por amigos; querida esposa e hijo; apreciada audiencia en esta noche de vísperas: gracias por vuestra cercanía y por vuestra atención.

Hoy vengo a contaros lo que he aprendido del mundo cofrade. Y si hay algo que marca estas enseñanzas es, ¡sin la menor duda!, la verdadera amistad; tal es el caso de la que recibimos mi familia y yo de mi presentadora en esta noche, Inma Maldonado Tenorio. Gracias, Inma, por tu complicidad y por tu insuperable ejemplo de cómo se ha de llevar una Cofradía, tal y como hiciste en nuestra querida Hermandad Matriz. Gracias por cada palabra que hoy has dicho… ¡y por cuanto dices sin palabras!, con esa cercana realidad de poder contar contigo para lo que sea. ¡Gracias siempre, hermana de caminos!

3. De escuadras a tramos

Como os decía, hoy me corresponde alabar la fe de quienes nos han precedido en esta catequesis pública que supone disponerlo todo para que los Misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo se rememoren, una nueva Semana Santa, por las calles iliturgitanas. Ha seguido Andújar un camino paralelo al surcado por otros muchos pueblos de España en el resurgir de su Semana Santa. Pero, junto a esta “puesta en común” de elementos, los andujareños tenemos que felicitarnos porque los viejos legajos y libros de inventarios y cabildos han sido encumbrados como eje vertebrador de ese crecimiento del que os hablo, sabiendo que el origen de esta forma de sentir y de creer tiene sólidos y firmes fundamentos en nuestra condición de cristianos. No

debemos

extrañarnos

ni

preocuparnos

porque

determinadas

tradiciones sean compartidas por distintos pueblos y ciudades, pues, no en vano, muchas veces llegaban a ellas contenidas en los cuadernos de bocetos


de algún artista, o a través de los detallados grabados y estampas piadosas, o sujetos al dictamen de los maestros de obras que trabajaron para las diferentes órdenes monásticas o para los cabildos diocesanos. El fin último de una Cofradía será siempre atender espiritualmente las necesidades de una comunidad de fieles. Con este impulso evangelizador surgieron en Andújar sus Cofradías de Penitencia en las postrimerías del siglo XV, y gracias al esfuerzo y la tenacidad de tantos buenos cofrades, en los últimos veinte años hemos podido recuperar, prácticamente, todas las hermandades que, en aquellas décadas manieristas, ofrecieron a los iliturgitanos el ejercicio de la penitencia y la especial atención a las obras de caridad cristiana ¡IN-DIS-PEN-SA-BLES para dar sentido a esta unión entre hermanos! Sólo la Cofradía de la Humildad de Mínimas ha quedado encerrada en el arcón del recuerdo, rompiendo su continuidad el paso de un siglo de inactividad. Aún así, de su herencia Franciscana Mínima, fiel al carisma de San Francisco de Paula, son buena muestra las actuales hermandades de Nuestra Señora de la Victoria en su Soledad y del Santo Sepulcro. He de señalar que el decanato de esta primera simiente cofrade andujareña recae en mi Cofradía de la Santa Vera-Cruz, la más antigua de las hermandades penitenciales andujareñas, creada por bula papal en el año 1427, y cuya historia fue conservada gracias al cuidado de una familia cristiana que guardó esta importantísima documentación histórica, junto con el tesón de un grupo de jóvenes cofrades que han llevado a la Cofradía Vera-crucera a recuperar a todos y cada uno de los Titulares a los que veneró en centurias pasadas. De aquellos primeros siglos aún persisten, aparte de las ya citadas de la Vera-Cruz, Soledad y Santo Entierro, las Cofradías del Nazareno de la Trinidad, conocido por el vulgo como “El Señor de los señores”; la de los Dolores del Carmen, actualmente Hermandad de la Paciencia; y la de la Virgen de las Angustias, que tributa veneración a la Imagen decana de nuestra


Semana, la de Nuestra Señora mostrando sobre su regazo el cuerpo inerte de Jesucristo. Y es que el Santísimo Cristo de la Caridad y Nuestra Señora de las Angustias fueron las únicas supervivientes de la sinrazón y el odio injustificable que supone una Guerra Civil. Las Imágenes renacentistas, barrocas y neoclásicas que veneraban nuestras Cofradías se perdieron para siempre,… ¡y es que el miedo resulta ser un mal consejero! Con el final de la contienda, se hizo preciso recuperar esta Catequesis tan próxima a los sentidos y a nuestra forma de ser, como es la sacra Imaginería procesional cristiana; pues, no en vano, se trata de un espejo para la palabra, de un catalizador para los sentimientos,… de una realidad cercana nacida para mejor entender la vida. En suma, las cofradías son y han sido siempre un instrumento inmejorable para compartir las enseñanzas recibidas. Fue por ello que la década de los años cuarenta del pasado siglo XX supuso para Andújar un segundo apogeo en la creación de Cofradías. Atendiendo a la memoria, y gracias al mecenazgo de familias cristianas para quienes la guerra no había supuesto un excesivo varapalo, fueron recuperándose algunas de las devociones más recordadas y sostenidas, tanto por la memoria colectiva como por aquellas viejas fotografías de primeros de siglo, conservadas en los anaqueles del cariño y de la fe. Y junto a los Titulares recuperados, vinieron a surgir nuevas Cofradías para rendir veneración a Cristo y a María bajo alguna de las advocaciones más celebradas en el orden cofrade español: se crearon las hermandades de la Esperanza, de los Estudiantes y del Gran Poder, y se reordenó la Cofradía de la Agonía en el Huerto (cuyos primeros estatutos aparecían ya en 1908 vinculados al Instituto Religioso fundado por San Vicente de Paúl), haciéndose todas ellas eco del deseo de manifestar la Fe con ese matiz Barroco contrareformista que tan buen asiento encontró en nuestra cultura popular andaluza.


Las Imágenes llegadas de los talleres de arte sacro de Valencia fueron devolviendo oraciones a las capillas y retablos de los templos andujareños. El nombre del tratante en obras de arte, señor Merlo, y la figura de José Garcés, uno de los escultores que trabajará para todo el entorno jiennense, resuenan en los libros de cabildos de esta época. No fue el único cauce la escuela valenciana de Postguerra; maestros de la talla de Federico Coullaut Valera también aportaron muestras de su espiritualidad religiosa a nuestra Imaginería penitencial andujareña, como es el caso de Jesús Caído. También llegaban a nuestros templos y cenobios esculturas nacidas de los más afamados imagineros de andaluces, como es el caso del cordobés Amadeo Ruiz Olmos, del malagueño Francisco Palma Burgos, del extremeño, afincado en Sevilla, Juan Blanco Pajares o de los sevillanos Antonio Illanes y Antonio Castillo Lastrucci. A ellos hay que unir el trabajo imaginero realizado por un maestro local, pintor dotado del don de la verdad en sus pinceles, que dejó su huella en el arte escultórico, para mayor honra de su fe, a través de la efigie de Cristo orando en el Huerto junto al ángel confortador; me refiero al recordado maese Luís Aldehuela. Este proceso de recuperación de la Imaginería religiosa también estuvo acompañado por el tallado de nuevos retablos y pasos procesionales para albergarlas, trabajos de carpintería en los que destacó el taller del ebanista andujareño Antonio Rodríguez Mefre. Coetáneo a la labor de la talla se llevó a cabo la adquisición de bellas piezas patrimoniales, especialmente en el ámbito de los mantos procesionales que habrían de honrar y dignificar la Imagen de la Madre de Dios, destacando, de manera especial, el manto bordado en oro sobre terciopelo negro por las Madres Adoratrices de esta ciudad de Córdoba para la Virgen de los Dolores,


aposentada en el antiguo convento andujareño de Capuchinos, entre el frescor de las huertas, más allá de la ermita de San Lázaro. Pero, por mor de la propia esencia de la vida, que es un ciclo continuo, como bien sabemos, después de estas tres décadas de ebullición cofrade, la ciudad habría de sufrir la laxitud de los años 70, cuando la Religiosidad Popular se consideraba más un asunto de nuestras abuelas, quienes acudían con su velo negro a la celebración de Triduos y Novenarios, y con la tradicional mantilla española para acompañar a Cristo y a María durante su procesionar de Semana Santa. ¡Nos debemos felicitar porque así pervivió este sentimiento de fascinación y gusto por lo cofrade: el arte que lo sustenta, su liturgia, sus significados, su anecdotario particular, sus sonidos… sus sabores! En mi caso, esa luna que queda colgada cuando la última Cofradía se encierra en cualquiera de los días de Semana Santa tiene su eco en la blancura de un buen tazón de arroz con leche que nos recibe al volver a casa. ¡Hay costumbres que no deben perderse! Aquellos años setenta será un tiempo de discreta pero cabal permanencia que no hemos de olvidar, ya que aquella fidelidad a la FE recibida, permitió que buena parte de nuestras tradiciones no se perdieran. Mi más ferviente admiración para todos los cofrades que se mantuvieron junto a la Cruz, auténticos héroes para nuestra memoria. Habrían de llegar los ochenta y con ellos, un grupo de familias de amigos que convirtieron en una realidad su fascinación y acrecentado conocimiento de las formas procesionales sevillanas, creando en Andújar la Hermandad del Buen Remedio, cuyos sagrados Titulares, fueron tallados por el sevillano Dubé de Luque. Esta fue la primera hermandad que hizo gravitar sobre la cerviz de sus costaleros la mecida de sus pasos, ayudándose para ello de la morcilla de lana, enrollada en el seco costal de arpillera, manera de cargar los pasos procesionales que ahora emplean todas las hermandades andujareñas de


penitencia, a excepción de la Cofradía del Santo Sepulcro, que aún lleva sus parihuelas sobre el hombro de sus portadores. No habría de acabar la creación de nuevas hermandades en nuestra ciudad, pues, con el milenio, Andújar verá nacer a la última de sus cofradías ¡por el momento!; la más joven y al tiempo, la que le da sentido a todas las demás: la Hermandad de Cristo Resucitado: Cofradía que encumbra la Cruz como lábaro hasta los limpios cielos andujareños, junto con el lema: “Cristo vence”. Fue esta realidad una ensoñación de un sacerdote que movió (¡textualmente!) cielos y tierra para que en Andújar naciera una Hermandad que venerase el Fin primordial de toda la Pasión de Cristo. Y es que la Redención de Dios nos llega a Andújar como ese viento que azota el paño de pureza de Cristo, que se ha venido a vivir entre nosotros, en el barrio más joven de la ciudad. A don Antonio Garrido de la Torre y a toda la feligresía de San Eufrasio les corresponde el reconocimiento de todas de las gentes de bien de Andújar, porque ellos nos han traído ese fuente de agua viva que brota del Amor de Cristo, vencedor de la muerte. Como podéis ver, después de casi seis siglos, las Cofradías andujareñas han sabido sobreponerse a cambios radicales, a prohibiciones y decretos que las privaban de algunos de sus ritos y privilegios; han resistido el envite de algunas modas,… ¡y han sucumbido a otras!, buscando, en muchas ocasiones, su propia supervivencia; Han padecido dolorosísimas pérdidas y fríos abandonos, junto con maravillosas muestras de amor y de entrega absolutas. ¡Este es el mundo al que nos enorgullece pertenecer! ¡Esta es la gloria de nuestras Cofradías: ser auténticas comunidades de fe VIVA!


4. Revelaciones Es este un mundo que se cura a si mismo las heridas causadas por folklorismos al uso; sin dejar de ser lo que siempre fue: la manera más cabal de ir tras de Cristo, ¡y es que Dios vive, y respira azahar por los altozanos de Andújar, cada vez que la primavera reverdece! Para este Pregón os confieso que he contado con los sabios consejos de mi hijo Manuel. Juntos, cruzábamos el dintel abierto de los templos y, en orden inverso a su llegada a nuestro pueblo, fuimos dialogando con Cristo y María. ¡Esta es la manera en la que Manuel ha aprendido a quererlos! RESUCITADO Es Cristo Resucitado Manantial de Luz y Pureza que tiene el amor en sus manos y entre sus llagas de madera. -¡Resucitando, de vida en vida!-, va recuperando almas en pena, que vagan saliendo del vacío roto por su sola presencia Vive Dios en un desmayo, ya el sudario se borda de estrellas mientras su Barrio de San Eufrasio alza para Él una Iglesia. ¡Que por qué Dios resucita en Andújar? es bien fácil la respuesta: Cristo vuelve a la vida en Andújar, por primavera, “pa” montar en un mulillo tordo y marcharse para la Sierra,


donde le espera SIEMPRE su Madre nuestra Virgen bendita de la Cabeza! DOLORES DE VERA-CRUZ Dolores de Vera-Cruz es tan bonita como una noche de Domingo de Ramos en la que no se vieran sobre el cielo más que la Luna y sus estrellas. ¡De hecho, la misma luna se quedó en su creciente ante las plantas de nuestra Dueña! El escultor cordobés Manuel Luque Bonillo la trajo al mundo junto a la Iglesia de Jesús, Divino Obrero, de vuestro barrio del Cerro. Es por eso que Dolores tiene en la mirada el brillo del Guadalquivir, reflejando en sus lágrimas la silueta de la catedral cordobesa. Ahora, la llevan por Andújar, siguiendo a Jesús, ¡a su vera!, una cuadrilla de ángeles, ¡costaleros de la Estrella!, que unidos a sus hermanos, avanzan sembrando de perlas las calles del Barrio viejo, donde florecen las azucenas al chocar su Rosario de ámbar contra el brocal de las macetas. No se puede sentir de otra forma; no se puede decir de otra manera, porque mi Dolores de Vera-Cruz ES LA MADRE DE DIOS, y además de guapa, ¡es Reina!


EL SEÑOR DE LA PAZ El cómputo de los años nos demuestra que la Palabra de Cristo es tajante: La Paz os dejo, mi Paz os doy. Y la Paz entra en Andújar por la Puerta del Sol, a lomos de una mulilla serrana, de aquellas que pacían entre las huertas de la Lagunilla, y se hace revuelo de chiquillos con túnicas a la usanza hebrea, siguiendo al Maestro, que es mecido por una cuadrilla de hombres y mujeres costaleras, que brindan tanto amor que hasta parece que se mece por bulerías la salomónica palmera, mientras Cristo le va hablando a mi gente, con un brillo de sol en su tez morena. JESÚS NAZARENO Jesús Nazareno de luz de luna, bronce de carne divina, Escultura Santa con la que el escultor Francisco Romero nos interpretó la piel de Dios para generaciones enteras de fieles cristianos, que acudimos ante su presencia, en la parroquia de San Bartolomé, cada atardecer del Domingo de Ramos. Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero llevando sobre su hombro la maldad de los hombres, como nudos del sagrado Leño; esa Cruz que sostienen sus manos de y que da a besar un nazareno, intercalado, como los misterios del Rosario, entre afiladas filas de cipreses negros. De la misma naturaleza que el Padre, por quien todo fue hecho, avanza por la calle Jordán mi Cristo Nazareno, que por nosotros y por nuestra Salvación, bajó del Cielo, padeció la flagelación y fue sentenciado por el infame Pilato, Expiró en el Peso la Harina y en la Plaza Vieja fue sepultado y Resucitó al tercer día, ¡y después de subir a los Cielos, volvió a San Bartolomé para seguir siendo Nazareno, para enseñarnos a amar cada día, y a entregarnos por completo, como Él lo hizo por nosotros, desde el Altar de Sagrado Madero. SENTENCIA Viendo Pilato que nada consigue, dicta la cobarde sentencia en el Hospital Viejo, que salva al mundo entero por tan divina Entrega, gracias al Amor, hecho sudor de sangre y desgarro de flagelos, y reverenciado por su Banda de cornetas,… ¡”na” más cruzar por la plazuela!


Buen Remedio de lo que está por llegar y de cuanto queda por vivir. No tengo miedo junto a ti, Madre mía del Buen Remedio, porque tuya es la mano que dirige mis pasos, la de mi familia y la de los amigos a los que quiero. ¡Con una Madre así, quien va a tener miedo! ROSARIO Un Rosario musitado entre los pétalos de una rosa blanca; Cincuenta Avemarías cosidas con hilo de eneldo para hacer una cotilla con la letanía mariana. Tres siglos de vida carmelitana prendidos sobre el pecho de la Judería, como una medalla del Niño de los Dolores sosteniendo los atributos Pasionistas, mientras la Virgen niña de Andújar atrapando auroras por la calle Mezquita, siente como le nacen madroños entre las cuentas de nácar de su palio de crestería! PROVIDENCIA Providencia de siglos, y un vítor escrito entre las siglas de la calle encalada donde reza la Andújar capillita, costalera y nazarena de Esperanzas infinitas. Providencia de suspiros nacida al arrullo de siete siglos de devoción y leyenda. Providencia que no deja lugar para la fortuna. Rezo de las abuelas en tardes de Estación y Reserva ante el Pan de la Misa. Providencia de las gentes del pueblo que ante el Crucificado abandonan sus pesares a razón de un “Padre nuestro”… y diez “Ave Marías”. Providencia del Altozano, Cristo nunca del todo muerto, rezo de las alpargatas que desgasta el racheo costalero. Providencia de monaguillos con canastillas que calman el amargor del dolor nazareno. Providencia de Dios, Providencia divina, Providencia que a los iliturgitanos nos llegó del propio Cielo y que ahora, cada Martes Santo, se hace Camino de la Cruz sobre las calles de mi pueblo; Providencia de mis días y de mis sueños, Cristo Muerto y Resucitado de la Providencia, guarda siempre, entre el hueco de tus manos traspasadas, el alma fiel, que tanto te quiso en


vida, de mi abuelo materno. ¡Va por ti, José González Camello, maestro de cofrades buenos! GRAN PODER Días de ensayos costaleros en la platea del Cine Avenida. Y Dios que se hace uno de nosotros y entra de lleno en nuestras vidas: -Nos nace en San Miguel, por la Navidad, cuando la familia entera acude a la Misa del Gallo a rogarle para que nos sea fértil la vida recibida. - Crece al amparo de una familia buena, que le enseña y transmite las enseñanzas de la fe, porque es la familia la que educa… ¡y Jesús no se quiere quedar sin explicarnos esa verdad, poniéndonos como ejemplo la bondad de sus días junto a José y María! - Que acude al templo para implorar a Dios su protección y su guía, y que nos llama a ser templos de Dios, pues debemos aspirar a la Santidad recibida al ser criaturas creadas por la Sabiduría Divina. ¡Ese es el Gran Poder de Dios!: el de enseñarnos con su ejemplo, ¡como hemos de vivir nuestras vidas! AMARGURA Entre las retamas que colman el Gólgota, se pliega en dolorosos canales el manto de Amargura. Esta Virgen estudiantil andujareña tiene la cara blanca de nardo y pena, y un pucherito de su llanto se desata al escuchar las saetas que al Señor le van quitando las espinas que su frente huellan, mientras aguarda perfumar aquel Cuerpo Santo la fe de Santa María Magdalena. Ese es el Calvario de mi Hermandad de los Estudiantes, ¡donde la Expiración de Cristo se derrama a manos llenas!


DOLORES DE CAPUCHINOS Dolorosa Capuchina y Pastoreña, quiebro torero de cintura, junto al coso centenario, frescor y fertilidad de las huertas, ramillete de azahar de los naranjos junto al Arco, fragilidad de una Virgencita, bajo Palio de argenta, donde juegan los bordados, que tallaron sobre el oro la oración hecha labor, de monjitas cordobesas. SOLEDAD Sola junto al camino viejo; sola en la Ermita de Santa Elena; sola sobre suaves surtidores que serpentean desde la dehesa buscando morir en la vega. Sola de Humildad Franciscana ¡pero Victoria de raíz andujareña!, que eres Soledad de oración contenida entre el hueco de manos nazarenas, de Madre que ve morir a su Hijo, abandonado hasta el sacrificio, sobre la mortal y fría piedra. ¡Sola nunca Soleá, ¡que “pa” tu cuadrilla eres la Reina! ¡La que pone broche al Viernes Santo, cuando cruzas bajo el dintel de tu puerta! SEÑOR DE LOS SEÑORES Desgajada la capilla Sacramental entre el Sagrario y el arco con querubes en su cenefa, ha venido a recalar en un nuevo puerto para la súplica y la confidencia, la figura del Nazareno de la Trinidad, aquel que se veneró junto a las reliquias de la mano blanca y la mano negra.


Señor de los señores de entonces, Padre Jesús en este nuevo alborear de su cofradía trinitaria andujareña, cuando una cuadrilla de hijas suyas, costaleras, que le bordan de oro los alamares de su túnica nazarena! ¡Y es que tiemblan los cimientos de Andújar cuando el Señor cruza, por San Miguel, la luz de su portada plateresca! CRISTO YACENTE Cristo muere, a falta de aire, de amor, de bondad y de compasión. Cristo muere por la envidia y el miedo. Cristo muere por el abandono y la codicia. Cristo muere por la mentira y la vanidad. Cristo muere en la Cruz y desde la Cruz, por su entrega absoluta y su inocencia infinita nos redime de todas estas falacias… y nos gana la vida. AGONÍA EN EL HUERTO Un Cristo alfarero, de tez morena y nacimiento andujareño, tiene en la Pastora su Cenáculo, su Getsemaní y el Cáliz que ha de beber y apurar hasta su gota postrera. Es Jesús, que predicó ante el pueblo, y que llamó para que le siguieran a Pedro, a Santiago y a Juan cuando pescaban junto a la rivera. Es Dios que permanece despierto; mientras nosotros dormimos,… ¡Él vela! Es Dios, que cuida de todos sus hijos, protegiendo hasta la última de sus ovejas. CAÍDO Caído y vencido en tierra, agotado y ensangrentado,


herido y por morir, el Nazareno llega al altozano, aguardando un cirineo que le ayude a seguir sujetando el Sol con sus manos. Pero esta tierra nunca es leve, e instigado por el centurión romano ¡Cristo se volverá a levantar alzado por el amor de sus hermanos! EXPIRACIÓN Cristo se nos muere en San Bartolomé, y se le queda la última palabra entre los labios justo cuando los vencejos del otro lado del río, vuelven a posarse sobre la torre de piedra. Expira Cristo entre capas negras, mientras cíngulos de esparto con los nudos de sus llagas abiertas, oprimen la cintura de la Hermandad de Estudiantes entre un duelo de clarines desfilando por la Corredera. En el Arrabal Mayor de Andújar, Cristo entrega el alma bajo el tronco de dos palmeras. ESPERANZA La primera túnica que colgó de las perchas de mi casa tenía los colores blancos y verdes de mi Esperanza andujareña. Y fue el águila de San Juan sobre su escudo la primera heráldica cofrade que yo recibí como emblema. Mi abuelo José fue capataz de Esperanza, a Esperanza le rezaba mi abuela, mi hermano Paco escoltó su Cruz y yo la pude sentir muy cerca, pues, al pronunciar mi Pregón para la Semana Santa andujareña, sus hermanos me invitaron a llevarla de la Sacristía hasta la Iglesia, cuando ya su vestidor, la había vestido de hebrea.


¡Qué grande es la Esperanza, que abarca a mi familia entera! ¡Gracias por todo, Señora, y… si algo más te pidiera, sería que cuides a mi hijo, para que también te conozca y te quiera! ATADO A LA COLUMNA No le tiemblan los pulsos a la guardia romana que azota a Cristo. En aquel tiempo, la justicia imperante derrama sangre para subsanar cualquier revuelta o causa de conflicto. Ejemplarizante llaman a este castigo. Y Cristo, inmolando por la cruel tortura de los flagelos, deja que aquel Cuerpo que horas antes nos ha sido entregado en el Sacrificio Eucarístico, sea ahora ultrajado en blasfemo tormento para dar testimonio de la mayor heredad que nos honra a sus seguidores: la entrega absoluta y el perdón como único instrumento. ¡Todo un testimonio verdaderamente ejemplar, que el mismo Dios nos hace, revestido de su condición humana! PACIENCIA Fue conocida como la Cofradía de los carpinteros e hizo gala, desde antiguo, de servir a Cristo, revestido con la púrpura clámide y sentado junto a la columna del tormento, humilde en su silente Paciencia. Obra del cordobés Amadeo Ruiz Olmos, Jesús de la Paciencia cobija junto a Él a sus devotos, que le rezan y le portan, en penitente cortejo, durante la noche del Miércoles Santo, precedido por el blanco y morado cortejo nazareno que impregna de luz, con el vuelo de sus capas, el corazón antiguo de la ciudad; esas mismas capas que, en una ocasión, llegaron a proteger a Cristo de una imprevista tromba de agua que lo sorprendió, asaetando corazones, al pasar por la Ollerías. Paciencia de Dios que se entrecorta a los sones de una Banda entre mecidas de pentagrama, entre el joven cortejo que siempre ha dado vida a sus filas penitentes y costaleras. ¡Gloria la memoria de tan buenos cofrades andujareños, que ya nos precedieron en las Vísperas Celestiales, y que mantuvieron viva la Cofradía tal y como el Conde de la Quintería la recuperara en los difíciles años de la Postguerra.


ANGUSTIAS Este pregón nació durante la estancia junto a mi Madre en el hospital de Andújar. Las palabras que he pronunciado fueron escritas junto a una cama hospitalaria y en la soledad de una capilla. Las oraciones formuladas, la amistad recibida, el cariño otorgado y la fe mantenida están entre estas hojas y estas imágenes; ¡las sostienen!, ¡les dan vida! En aquellas jornadas recé a Dios, pidiendo la intercesión de Beata Petra de San José, para que mi madre se repusiera de su enfermedad… ¡Y me atreví a formular el deseo de que para la fiesta de San José ya pudiera estar en la Casa que el Santo Patriarca le otorgó en Andújar a la obstinada monja malagueña! ¡Así sucedió! El pasado 19 de marzo pude postrarme ante Nuestra Señora de las Angustias, de cuya cofradía Inma es hermana, y darle gracias a Dios y a nuestra Madre por aquel favor alcanzado. Alcé la vista y contemplé, una vez más, a Cristo muerto sobre el regazo de su Madre. En esos días, además, la madre de uno de nuestros hermanos de camino, había fallecido. Fue entonces que sólo acerté formular la primera oración que recuerdo haber aprendido de pequeño ante la fuerza y el amor que provienen de una Madre. Mi Manuel me miraba mientras yo recitaba el: “Bendita sea tu pureza, y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tu graciosa belleza; a ti celestial princesa, Virgen Sagrada María, te ofrezco en este día, alma vida y corazón: Míranos con compasión, ¡no nos dejes, Madre mía!

5. Toque de oración Nuestros hijos nos hacen querer ser mejores personas. A solas con mi Manuel, ante Cristo, en nuestra iglesia, intento explicarle cuanto está viendo, y pienso como se lo explicarán su madre y sus abuelas, para que nuestra palabra sea testimonio de una verdad vivida, de una realidad que sentimos


cerca. Creo que nuestros hijos nos acercan a Dios; nos hacen querer ser cristianos de veras.

Este pregón se ha consumado. Ya no se atreve a respirar, igual que la madera cuando siente a Dios muerto sobre la tallada cúspide y la Sangre redentora surca la piel del leño.

La voz queda en silencio como el Mestanza que calla durante su encierro mientras busca el cauce final del viejo Betis. Muere Cristo sobre el Árbol que extenderá su luz, eliminando las sombras. Su carne se abre en un estridente estruendo de estrías, y en Andújar, una luna primera que semeja el pan de la Misa, se apresta a hilvanar el latir de las cornetas sobre un Cielo al que ya sólo pueblan las golondrinas.

Es el tiempo en que la muerte cree gobernar, mientras la vida duerme, aletargada de tréboles y coronas de cardos y espinas. Es Dios que devuelve los denarios a Caronte y le priva de su último viaje; porque Cristo ha cerrado los infiernos ¡y ha devuelto a Dios el hombre!

No es por la carne o la vigilia; no es por la peina o la mantilla; no es por el capirote o el ceñidor; no es por el costal o la almohadilla de guata; no es por el silencio o por el ronco tañido de la banda… La Semana Santa es la multiplicación, a siete días, de la primera Pascua del Hijo de Dios entre nosotros… y eso, amigos míos, ¡hay que gritarlo a los cuatro vientos!

Os esperamos en Andújar:


en cada templo, en cada postulación, en cada altozano, frente a cada azulejo viendo a Jesús en el Cenáculo, presenciando su Agonía en el Huerto, pintando de claveles un canasto tallado, permaneciendo junto a la Madre, consolando su sufrimiento, poniéndole fin a las eternas vísperas visitando a Jesús en el Monumento. ¡LA SEMANA SANTA YA HA DADO COMIENZO!

He dicho. Andújar, 3 de abril de 2014


‘Al atardecer nos examinarán en el amor’ Pregón de la Semana Santa de Andújar para la Casa de Jaén, en Córdoba

Escrito por Manuel Almansa González y pronunciado en la sede de la Casa de Jaén, de Córdoba, en la noche de Vísperas del viernes, 4 de abril de 2014


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