Abuso Sexual Infanto Juvenil Liliana Pauluzzi El abuso sexual infantil es un crimen contra la infancia, y aún hoy sigue estando lo suficientemente oculto, como para que podamos decir que nuestra sociedad está preparada como para erradicar este flagelo; en muchas ocasiones reproduciéndose tras las paredes del hogar contamina como un virus varias generaciones. Reflexionando con respecto a nuestra sociedad, se hace imprescindible pensar acerca de las generaciones que nos precedieron y su comportamiento con relación a los derechos de la infancia, la sexualidad y la violencia y de qué forma ese imaginario social dificulta en la actualidad, la posibilidad para lograr un verdadero compromiso social acerca de la prevención positiva de este flagelo. Pensemos que quienes han nacido en la mitad del siglo que finalizó, fuimos testigos de los relatos de nuestras abuelas, que se casaban a los 14 o 15 años con hombres que la doblaban en edad, muchas veces sin conocerlos o por arreglos de las familias, en la total ignorancia de las cuestiones sexuales. Siendo muchas de ellas, víctimas de violación dentro del matrimonio. Sin embargo, esto no era algo repudiado, ni siquiera registrado, se lo llamaba débito conyugal. Los países americanos que tuvieron grandes movimientos migratorios, cuentan con muchas historias donde las jovencitas eran entregadas por sus padres a hombres "trabajadores" y "honestos" que migraban desde el viejo continente a buscar nuevos horizontes. A veces sin siquiera conocerlos. Y por ser "trabajadores" y "honestos", merecían el respeto y la obediencia, por lo que la subordinación y el sometimiento de estas mujeres, al interior de la familia estaban naturalizados. La sexualidad era algo de lo que no se hablaba y pasara lo que pasara, tenía que ser aceptado como "lo que debía ser". Que el sexo era cosa de hombres estaba instaurado dentro de la doble moral transmitida por las familias tradicionales y dentro de ese mundo privado, la ley era impuesta por el jefe del hogar. Por lo que los derechos de las mujeres y los hijos e hijas no eran tenidos en cuenta. Sí bien en la actualidad estos derechos son esgrimidos socialmente, existen resabios de ese imaginario social. "Socialmente se delega a la familia el poder manejar la agresividad, los cuidados y la
sexualidad en el interior de su vida privada. Esto provoca un cierre de las fronteras de la familia en lo que concierne a la protección de la infancia, lo que tendrá una doble implicación en la emergencia de la violencia y el abuso sexual intrafamiliar. Primero existe la creencia sacrosanta de que la familia, sobre todo los adultos, deben solucionar por sí solos los problemas ligados a la vida familiar, lo que obstaculiza la legitimidad de la intervención social en las familias, encerradas en sus creencias y comportamientos abusivos. Esto favorece la cronicidad de estas culturas familiares violentas, facilitando su trasmisión transgeneracional" 1 Esta ideología generalmente impide el logro de una verdadera contención y protección de la 1
Jorge Barudy “El dolor invisble de la infancia. Una lectura ecosistémica del maltrato infantil” Paidos Barcelona 1998, pag72
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