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Paul Medrano

Carlos Denegri: let’s for the money

Gerardo Antonio Martínez

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Hay hombres tan encantadores que sólo generan desconfianza. Uno de ellos fue Carlos Denegri, leyenda negra del periodismo mexicano que a mediados de siglo veinte hizo del “chayote” una industria que le permitió sablear a cachorros de la revolución y nuevos ricos a base de chantaje y extorsión.

Los testimonios de sus coetáneos coinciden en reconocer su talento periodístico. El dominio de varias lenguas, una asombrosa capacidad de trabajo por largas jornadas y un “derecho de picaporte” —heredado de las relaciones paternas en el mundo diplomático— hacían de él un reportero envidiable para cualquier periódico. En contraste, también abundan las historias de los vicios que encarnó para convertirlo en el prototipo del influyente que abusa de sus credenciales periodísticas para lucrar con la información y recibir favores personales.

Estos contrastes entre la leyenda negra y el hombre atormentado por sus fracasos sentimentales llevaron a Enrique Serna a hacer una minuciosa investigación sobre la vida profesional y privada de quien fue uno de los referentes del periodismo mexicano entre los años treinta y hasta su escandalosa muerte en 1970. El resultado es la novela El vendedor de silencio, una lección sobre el uso político de la información, la relación entre los grupos de poder con los líderes de opinión (hoy llamados influencers) y la incapacidad de un hombre para enfrentar sus traumas afectivos.

Su estructura es la de un torbellino. Los recursos que sostienen la narración son la biografía (apócrifa) y el diálogo, un duelo de verdades en el que su amigo incómodo Jorge Piñó Sandoval desnuda sus complicidades con políticos y empresarios gangsteriles de la especie de Maximino Ávila Camacho y Jorge Pasquel. Finalmente, asistimos a la confesión de un “machirrín” que prefiere morir antes de vivir en el lado de los jodidos, porque Denegri siempre supo estar del lado de los “chingones”, aunque su conciencia católica le reclamara los excesos para luego limpiar culpas a base de billetazos en obras de caridad. El vendedor de silencio no sólo es una biografía novelada de Carlos Denegri, sino de una generación de periodistas que debatieron los temas públicos en distintas órbitas del poder. Entre muchos otros, circulan personajes como Julio Scherer, Carlos Septién, Jacobo Zabludovski, Alfredo Kawage, Mario Huacuja, Francisco Zendejas, Renato Leduc y José Alvarado. Mención aparte merece Rodrigo de Llano, a quien el personaje Denegri dedica

El vendedor de silencio Enrique Serna México, Alfaguara, 2019, 488 pp.

un engolado discurso en las oficinas de Excélsior a cinco años de su muerte (1963) y a quien agradece su formación periodística. Lo que no dice en público, pero confiesa en privado a Piñó Sandoval, es que del “Skipper”, como apodaban al viejo periodista, también aprendió los redituables vicios del oficio periodístico.

En el primer capítulo, Serna se sirve del género de la biografía para adentrarse en la personalidad de su protagonista, como las memorias fallidas en las que el personaje Denegri quiso honrar a su padre adoptivo, el diplomático Ramón P. Denegri, aunque de pronto se ve enmendando estas memorias para ocultar sus travesuras, las paternas y las propias. El complemento en esta escuela de la simulación —su familia— es su propia madre, a quien halaga en público, pero ante su confesor, el padre Alonso, vilipendia por su pasado de vedette y trepadora, origen del trauma irreparable que deriva en su misoginia y el maltrato de sus sucesivas parejas.

Las anécdotas sobre su vida profesional y privada no carecen de importancia. El segundo capítulo, “Contrapuntos”, es un surtido rico de episodios de la vida periodística mexicana a mediados del siglo veinte y del arribismo de la naciente clase media. La larga borrachera que Denegri se toma en la cantina Tío Pepe con Piñó Sandoval, exdirector de la revista Presente —caso excepcional de revista crítica al gobierno de Miguel Alemán— deviene en confesionario mutuo de complicidades y reproches que describe a esa generación de periodistas con tantas ambiciones, públicas y privadas, como la nuestra, y que los alejaban y acercaban del poder según sus conveniencias. Demasiado humanos, quizá. En El vendedor de silencio asistimos al derrumbe de un periodista para quien el “chayote” no tenía el mismo valor sin el suculento ingrediente de la humillación de su víctima. El placer de doblegar lo mismo a un gobernador, a un poderoso líder campesino, o el uso de sus influencias para llevar a una mujer a la cama, alimentaban su audacia periodística frente a la frustración por no mantener relaciones afectivas duraderas. El personaje Carlos Denegri navega entre el astuto seductor que aprovecha sus encantos para salirse con la suya y el periodista sin escrúpulos, personajes ya abordados por la literatura mexicana. Imposible no referirse a otras obras que de alguna manera se emparentan con El vendedor de silencio: Casi el paraíso (1956), de Luis Spota, protagonizada por Amadeo Padula, un vividor que se hace pasar por un aristócrata italiano para estafar a empresarios y mujeres de la alta sociedad; “Pepe Vargas al teléfono” (1925), cuento de Antonio Helú, sobre la degradación ética de un periodista frente a las tentaciones del dinero, y la obra de teatro A ocho columnas, con la que Salvador Novo ajustó cuentas personales con Denegri por el maltrato que éste le daba en sus artículos. El vendedor de silencio no podía ser más significativa en un momento donde los bulos y los linchamientos mediáticos viven una época dorada en las redes sociales, donde los agoreros virtuales de todos los colores manosean los hechos a su conveniencia. Carlos Denegri es trazado como un individuo atormentado por la frustración y las exigencias de la ficción que construyó en torno a sí mismo; porque descubrió que hay hombres tan encantadores que ellos mismos desconfían de su conciencia. Demasiado humanos, quizá.

David Barrios Rodríguez. Maestro en Estudios Latinoamericanos por la unam, actualmente concluye su doctorado dentro del mismo posgrado. Desde 2008 forma parte del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica (olag) donde se dedica a estudiar las formas de militarización contemporáneas, especialmente en América Latina y el Caribe. Mariana Bernárdez (Ciudad de México, 1964). Estudió comunicación (Universidad Anáhuac) y tiene maestría y doctorado en Letras Modernas (Universidad Iberoamericana). Algunas de sus publicaciones son Simetría del silencio (2008) y Ramón Xirau hacia el sentido de la presencia (2010). Verónica Bujeiro (Ciudad de México, 1976). Egresada de la licenciatura en Lingüística de la enah, guionista y dramaturga. Es autora de los libros La inocencia de las bestias y Nada es para siempre. Ha sido becaria del imcine, del Fonca y de la Fundación para las Letras Mexicanas. Fabiola Eunice Camacho (Ciudad de México, 1984). Maestra en Estudios Latinoamericanos por la unam y doctora en Sociología por la uam. Ha publicado en revistas como Revista de la Universidad, Casa del tiempo, Tierra Adentro, Pliego 16, Fundación, Este País, Otros diálogos y Sociológica. Becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas en el área de Ensayo de 2011 a 2013, así como del programa Jóvenes Creadores 2018-2019. Abril Castillo es una escritora, editora, ilustradora y gestora cultural mexicana. Licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas por la unam. Licenciada en Artes Plásticas y Visuales por la Escuela Nacional de Pintura Escultura y Grabado enpeg La esmeralda. Su más reciente publicación es la novela Tarantela (Antílope, 2019). Nora de la Cruz (Estado de México, 1983). Autora de la novela Te amaba y me chingaste (Vodevil, 2018), y el libro de relatos Orillas (Paraíso Perdido, 2018). Compiladora del volumen Bidi Bidi Bom Bom: diez y cinco writers en torno a Selena (Paraíso Perdido, 2019). Ingrid Fugellie (Punta Arenas, Chile, 1946) es psicóloga, artista visual, escritora, docente y gestora cultural. Ha publicado artículos, ensayos y reseñas sobre teoría y crítica de arte en revistas y periódicos mexicanos de difusión cultural. Su producción visual se ha exhibido en gran cantidad de muestras individuales y colectivas en museos, galerías y casas de cultura de Chile, México, Guatemala, Honduras, Ecuador, Argentina, Suiza, Estados Unidos y Malawi. Jesús Vicente García (Ciudad de México, 1969). Estudió Letras Hispánicas (uam). En 2009 obtuvo el segundo lugar en el ix Premio de Narrativa Breve Tirant lo Blanc, organizado por el Orfeo Catalán. Su libro más reciente es Después de bailar, ¿qué?, bajo el sello Fridaura. Ricardo Garibay (1923-1999). Narrador, ensayista, cronista y dramaturgo mexicano. Miembro del snca, como creador emérito, desde 1994. Premio Mazatlán 1966 por Beber un cáliz. Premio Nacional de Periodismo 1987. Premio al Mejor Libro Extranjero publicado en Francia 1975 por La casa que arde de noche. Premio Nacional de Narrativa Colima para Obra Publicada 1989 por Taíb. Medalla de Oro de la Sogem por su labor en el cine. Clara Grande Paz (Ciudad de México, 1982). Periodista y docente. Estudió Ciencias de la Comunicación y la maestría en Historia del Arte en la unam. Ha colaborado en La Discusión, El Universal, Arte y Cultura de México, el portal Arte y Cultura, la revista Variopinto y Timeout México.

Gerardo Antonio Martínez. Secretario de redacción del suplemento Confabulario, del periódico El Universal. Adán Medellín (Ciudad de México, 1982). Licenciado en Lengua y Literaturas Hispánicas por la unam. Es autor de Vértigos (Instituto Mexiquense de Cultura, 2010), Tiempos de Furia (Ediciones B, 2013) y El canto circular (Instituto Literario de Veracruz-Conaculta - inbal, 2013). Paul Medrano. Narrador y periodista mexicano. Autor de tres libros. Ha colaborado en Punto de Partida, Tierra Adentro, Replicante, Los Noveles, Hermano Cerdo, Palabras Malditas, Milenio Diario, Semanario Trinchera, La Mosca en la Red, La Jornada Semanal, Plátano Verde y Narrativas. Obra suya forma parte de dos antologías nacionales. Fue finalista del segundo Virtuality Literario 2008 Caza de Letras. Lucila Navarrete Turrent. Doctora en Estudios Latinoamericanos por la unam; periodista cultural para la Revista de Coahuila y docente del Colegio de Estudios Latinoamericanos y la Universidad de la Comunicación. Alberto Ortiz (Nochistlán de Mejía, Zacatecas, 1965).Licenciado en Letras, maestro en Estudios Novohispanos y doctor en Historia. Investigador nivel 1 del sni. Sus tres últimas obras son Maldits (2015), Tenamaztle, la piedra de fuego (2016) y Mala gente (2018). Mario Panyagua (Ciudad de México, 1982). Fue becario en Poesía del programa Jóvenes creadores del Fonca durante 2015-2016. De su autoría son los libros Pueblerío, Una película extranjera sin subtítulos (inédito) y Los cisnes no cantan cuando mueren. Actualmente se desempeña como docente en el Programa de talleres de la uacm. Marina Porcelli (Buenos Aires, 1978). Es editora. Ha colaborado en el suplemento Laberinto, del periódico Milenio. Su primer libro de cuentos, De la noche rota, fue publicado por la Universidad de La Plata en 2009. Brenda Ríos (Acapulco, 1975). Escritora, editora, traductora, profesora universitaria. Premio Nacional de Poesía Ignacio Manuel Altamirano 2013. Autora de los libros Las canciones pop hacen pop en mí. Ensayos sobre lo ridículo, lo cotidiano, lo grotesco; Empacados al vacío. Ensayos sobre nada y Raras, entre otros. Bernardo Ruiz (ciudad de México, 1953). Escritor, editor y traductor, es miembro del Sistema Nacional de Creadores. Tiene más de veinte libros publicados, entre ellos, El último elefante, Los caminos del hotel, Olvidar tu nombre, así como la colección de ensayos Asunto de familia. Héctor Antonio Sánchez (Minatitlán, 1982). Estudió Letras Hispánicas en la Universidad Veracruzana y el Bridgewater College de Virginia. En 2003 recibió el Premio Latinoamericano de Cuento Edmundo Valadés. Ha sido becario del ivec, el Centro Mexicano de Escritores, la Fundación para las Letras Mexicanas y el Fonca. Eduardo Saravia (Ciudad de México, 1977). Ha sido becario de la Fundación para las Letras Mexicanas, del Fonca y del Focaem. Fue ganador de los Juegos Trigales del Valle del Yaqui Bartolomé Delgado De León en el 2008 y del Premio Nacional de Poesía Clemencia Isaura en el 2009; obtuvo el Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta 2012, convocado por el Estado de Guanajuato y el Premio Hispanoamericano de Poesía San Román 2016, así como el Premio Nacional de Novela y Poesía Ignacio Manuel Altamirano en 2018. Alicia Sandoval. Comunicóloga. A partir de las entrevistas que hizo al compositor Mario Lavista, el Colegio Nacional publicó 13 comentarios en torno a la música. Ha ilustrado para páginas web, revistas y editoriales. Su trabajo más reciente son los collages de El cuento de la luna inextinguible, de Boris Pilniak.

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