Miércoles, 8 de diciembre, 2021
COMO EN LOS DÍAS DE NOÉ Por Nasareno Turushima
El Señor estaba lleno de tristeza por la condición de la raza humana; le dolía el corazón. Pero, ¿por qué? ¿Por qué decidió destruir la tierra con un diluvio? ¿Cómo se relacionan los días de Noé con los nuestros? “Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos” (Lucas 17:26, 27).
EL MUNDO ANTEDILUVIANO “Antes de la destrucción del mundo antiguo por un diluvio, había hombres talentosos, hombres que poseían habilidad y conocimiento. Pero se corrompieron en sus pensamientos porque dejaron de lado a Dios en sus planes y consejos. Eran sabios en hacer lo que Dios nunca les había dicho que hicieran; sabios para hacer el mal.”1 La raza humana se expandió rápidamente, al igual que la maldad. Sólo pasaron diez generaciones antes de que “vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal… Se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia” (Génesis 6:5, 11). La escena era de total depravación. No había nada bueno en la raza humana; sus corazones estaban tan corrompidos que sólo “los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los 16
hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” surgían de ellos. (Mateo 15:19.) Como resultado de que el pueblo ignoró “voluntariamente” la palabra de Dios, se ahogó en las aguas del Diluvio.
¿CUÁL FUE SU ERROR? ¿CÓMO SUCEDIÓ ESTO? “El pecado de los antediluvianos consistió en pervertir lo que era lícito en sí mismo. Corrompieron los dones de Dios usándolos para complacer sus deseos egoístas. La complacencia del apetito y de las bajas pasiones hizo que sus pensamientos fueran completamente corruptos. Los antediluvianos eran esclavos de Satanás; guiados y controlados por él.”2
COMIENDO Y BEBIENDO “Dios no condenó a los antediluvianos porque comían y bebían; les había dado los frutos de la tierra en gran abundancia para satisfacer sus necesidades materiales. Su pecado consistió en que tomaron estas dádivas sin ninguna gratitud hacia el Dador, y se rebajaron entregándose desenfrenadamente a la glotonería.”3 “Los habitantes del mundo de Noé fueron destruidos porque se corrompieron debido a la complacencia del apetito pervertido.”4 “Les complacía destruir las vidas de los animales. Los usaban para alimento, y esto aumentaba su ferocidad y violencia, y les hacía mirar la sangre de los seres humanos con indiferencia sorprendente.”5
CASÁNDOSE Y DÁNDOSE EN CASAMIENTO “Era lícito que [los antediluvianos] se casaran. El matrimonio formaba parte del plan de Dios; fue una de las primeras instituciones que él estableció. Dio instrucciones especiales tocante a esta institución, revistiéndola de santidad y belleza; pero estas instrucciones fueron olvidadas y el matrimonio fue pervertido y puesto al servicio de las pasiones humanas.”6 Lo que dio lugar a corromper esta institución divina fue el estar unidos en yugo desigual. Los fieles hijos de Set perdieron tristemente su brújula moral al fijar sus ojos en la deslumbrante belleza de las impías hijas de Caín, eligiéndolas como esposas, no por sus virtudes, sino únicamente por su belleza. “Al mezclarse los hijos de Dios con los hijos de los hombres, se corrompieron, y al unirse con ellos en matrimonio, perdieron, mediante la influencia de sus esposas, su carácter peculiar y santo, uniéndose a los hijos de Caín en su idolatría. Muchos desecharon el temor de Dios y hollaron sus mandamientos.”7 Al introducirse la poligamia, los hombres multiplicaban sus esposas y aumentaba la maldad y la miseria. “Hizo Satanás un premeditado esfuerzo para corromper la institución del matrimonio, debilitar sus obligaciones, y disminuir su santidad; pues no hay forma más segura de borrar la imagen de Dios en el hombre, y abrir la puerta a la desgracia y al vicio.”8
The Reformation Herald, Vol. 62, No. 6