Sábado, 11 de diciembre, 2021
ESPERANDO Y APRESURÁNDOSE Por Elí Tenorio
MÁS CERCA QUE NUNCA Como adventista, perder a un ser querido a causa de la muerte a comienzos de 1844, probablemente no sería tan triste y doloroso como lo es hoy. Aunque hoy nos consuela la seguridad de la resurrección, no sabemos con exactitud el día en que ocurrirá, pero en 1844 todos los adventistas estaban seguros de que Cristo vendría el 22 de octubre de ese año y, por lo tanto, volverían a encontrarse con sus seres queridos resucitados que descansaban en sus tumbas. ¡Qué consuelo para las familias en duelo! Charles Fitch, uno de los fervientes pioneros adventistas, murió apenas ocho días antes del día en que la iglesia esperaba el regreso de Jesús. Con treinta años, todavía era joven, pero enfermó aparentemente como resultado de realizar bautismos en unos días fríos, antes de morir el lunes 14 de octubre de 1844. Podemos imaginar lo reconfortante que fue para su esposa y sus dos hijos creer que lo volverían a ver el martes de la semana siguiente. Oh, ¡cómo esperaban ese día! Pero Jesús no vino el 22 de octubre y ahora tan sólo podemos imaginar la decepción de aquella madre y de sus dos hijos. Probablemente, ese martes lloraron todas las lágrimas que no habían derramado la semana anterior. Han pasado casi dos siglos, pero pronto esa madre y sus dos hijos, que ahora también duermen, tendrán el privilegio de reunirse con su querido esposo y padre. Porque 24
aunque los pioneros adventistas malinterpretaron el acontecimiento que ocurrió en 1844 (Cristo entró en el lugar santísimo del cielo en lugar de regresar a la tierra), la profecía no ha fallado y la promesa de que Jesús regresará, se mantiene firme y ahora está más cerca que nunca. “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:1–3). Las profecías sobre el fin de este mundo se han cumplido y se están cumpliendo: Cierto día, “estando [Jesús] sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (Mateo 24:3). Respondiendo Jesús, dijo: “Y oiréis de guerras y rumores de guerras… Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares” (Mateo 24:6, 7). “El sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias que están en los cielos serán conmovidas” (Marcos 13:24, 25). “Y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los
hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra” (Lucas 21:25, 26). “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14). Todas las profecías anteriores, mencionadas por Cristo, se han cumplido o se están cumpliendo, excepto una de ellas, la cual, por la gracia de Dios, es nuestra responsabilidad cumplir: “Será predicado este evangelio del reino en todo el mundo”. Y la Biblia nos dice que podemos apresurar la venida de Jesús: “Esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán” (2 Pedro 3:12).
¿CÓMO PODEMOS APRESURAR SU VENIDA? A. Predicando el evangelio. Una forma de apresurar la venida de Jesús es involucrarse más en la difusión del evangelio. No podemos limitarnos a nuestra vida diaria de trabajo para conseguir cosas temporales; sí, tenemos necesidades y debemos trabajar para satisfacer nuestras necesidades temporales, pero eso no es suficiente. ¿Qué estás sacrificando por Cristo hoy? “Somos soldados de Cristo; y se espera que los que se alistan en su ejército realicen tareas difíciles, tareas que consumirán sus energías hasta lo sumo. Debemos comprender que la vida de
The Reformation Herald, Vol. 62, No. 6