ENTREVISTA
GUADALUPE NETTEL El zoológico de las relaciones humanas La escritora mexicana pone un espejo entre sus personajes y ciertas especies animales para reflejar algunas emociones inconfesables. Lo ha vuelto a hacer en “El matrimonio de los peces rojos” (Páginas de Espuma), III Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero. texto BEGOÑA PIÑA fotos ASÍS G. AYERBE
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l universo de bichos raros y personajes marginales de Guadalupe Nettel ha cumplido la mayoría de edad. Tras El huésped, novela con la que se la conoció en España, y El cuerpo en que nací, inspirado en su propia infancia, pero sobre todo después de Pétalos y otras historias incómodas, donde ella misma insistió en su interés por los frikis del planeta, la escritora reaparece con El matrimonio de los peces rojos, libro de cuentos en el que vuelve a poner el foco en personajes no del todo normales, aunque esta vez lo más inconveniente en ellos son sus emociones inconfesables. Con estos relatos, la autora por fin ha comprendido que “no hay gente normal, que todos somos un poco frikis”. Ganadora del III Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero que organiza la editorial Páginas de Espuma, esta obra nació de un ejercicio de observación, al que siguió un experimento, el de colocar un espejo entre algunos animales y los seres humanos y comparar sus comportamientos. Como no podía ser de
otra manera, las especies elegidas por Nettel no son precisamente las previsibles, con la excepción, tal vez, de los gatos. Hay en este libro una pareja de peces rojos, Betta Splendens o Luchador de Siam. Procedentes de Asia, son de agua dulce y muestran una ferocidad que le conviene especialmente a la autora para hablar de la violencia que existe en la convivencia de algunas parejas. Una plaga de cucarachas que provoca una auténtica guerra entre especies, los felinos mencionados, unos insistentes y resistentes hongos que aparecen en los genitales de unos personajes y una víbora muy venenosa, la Daboia Russelii, pueblan los otros relatos. ¿Qué fue primero en este libro, los animales o los humanos?
Pues… todo es por una cosa que yo creo que le pasa a todo el mundo, que de repente ves personas que te recuerdan a animales. Vas por la calle y piensas “ese señor tiene cara de pájaro o de algo…”, y piensas lo mismo con algunos comportamientos también. Y, además, creo totalmente en eso de que los animales se parecen
a sus dueños. Siempre he tenido este tipo de mirada sesgada acerca de los animales. No es que me planteara un libro y pensara a ver qué cuento se me ocurre, sino que ya había visto algunas similitudes entre animales y personas. Similitudes como la del cuento de los gatos, lo de los peces, las cucarachas, que era una historia que tenía en la cabeza… La historia de la serpiente sí salió durante la escritura del libro y la de los hongos, también. Con el cuento de los hongos riza el rizo…
¿Es demasiado gore? No, más bien es arriesgadísimo, porque asemejar a las personas con unos hongos, de los que no puedes ni imaginarte su aspecto…
Sí, los hongos, cuando los miras, es verdad que no tienen cara. Algunos tendrán olor, aunque yo no lo sé… O, sí, sí, claro que huelen, el hongo de la humedad huele. Los hongos no tienen cara, pero tienen una gran fuerza vital, son de “sobrevivo porque sobrevivo”. ¡Eso de quitarse un hongo de una uña es la cosa más pesada de la tierra! Cuando a uno le sale un honQUÉ LEER
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go en algún lugar tienes que recurrir a toda la química… Con ellos puedo hablar de unas emociones concretas que se les asemejan. Sí que me parece que hay emociones así, como ese tipo de enamoramiento no deseado del que uno diría: “Póngame una inyección, saquen un pedazo de cerebro, lo que sea, pero extírpenme esto”. Se parecen a los hongos, cómo no se pueden sacar… Y qué pena esa cucaracha sola y asustada…
Es que las cucarachas solo quieren estar ahí, ellas creen que la casa donde están es su casa. Pero, ¿has vivido alguna vez en una casa invadida por cucarachas? Llega un momento que dices “¡ya!”, y te lanzas a por ellas sin ninguna piedad. Un libro lleno de violencia ¿Hay algo que una a estos animales, además de su singularidad?
El hilo conductor no es premeditado, pero existe. Todos estos animales tienen algo de silencioso, de sosegado, de soterrado… son animales como de fondo. Y eso está relacionado con emociones no muy confesables, no muy agradables. Hay emociones que uno quisiera promocionar, pero estas, no. Los celos, las ganas de matar al marido, el agobio por la maternidad… no provocan orgullo. ¿De dónde sale la necesidad de hablar de estas emociones?
Por un lado, siempre he estado interesada en hablar de lo que nos cuesta trabajo confesar, veo belleza en eso. La novela El huésped, que tiene que ver con el miedo a la ceguera y con un grupo de indigentes subterráneos que están intentando cambiar el mundo, siempre dije que era un libro que había nacido de una experiencia con los indígenas de Chiapas, que me dijeron que “hay que mirar aquello que nos da vergüenza y eso es lo que nos dará integridad como país”. Fue una megaenseñanza para mí. Y la literatura, por lo menos a nivel personal, me ha servido para explorar esas partes que determinan a todo el mundo. Ha sido catártico, terapéutico. En el libro ha evitado lo obvio, comparar animaladas, las que ha62
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cemos los humanos, que se parecen a las que hacen los animales. ¿Quería evitar el camino fácil?
La verdad es que tenía tres historias en la mente, la de las cucarachas estaba incluso empezada, y había pensado en la de los peces y los gatos. Luego los hongos fue la primera que escribí y la de la serpiente fue la última. Escribí el libro en un período bastante corto, en menos de un año, y creo que por eso tiene unidad. Hay una unidad de algo medio pesimista, como medio opresivo, porque tiene que ver con una etapa vital muy particular. Quizás, si se hubiera extendido el proceso de escritura, habría habido más variedad en los cuentos. Pero yo quería concursar, meterlo al premio, y fue un incentivo tener un plazo. Se ha ido por las ramas, como algún mono de alguna selva tropical. Yo le preguntaba por las animaladas….
¡Ah! No es que me haya propuesto evitar esas comparaciones, no me lo propuse, pero… no se me había ocurrido. ¿No se le había ocurrido, en un mundo cada vez más violento y donde la gente cada vez tiene más reacciones animales?
Es que yo siento que el libro está lleno de violencia. Por ejemplo, en el cuento de los peces, la violencia de esa pareja es… Se identifica con los peces que se matan unos a otros. Ahí hay mucha violencia soterrada. También la hay en el cuento de las cucarachas, porque no es solo que las personas las combatan, es que hay como una guerra entre especies. Pero en ese relato también está la violencia que siente el niño de parte de su familia, que lo margina… En otros cuentos la familia es el foco del problema. ¿Por qué?
Porque es el territorio que conozco más. Muchas veces me preguntan si hay elementos propios de la literatura femenina y este es uno. Las mujeres escribimos más acerca de la familia... Pienso en Alice Munro, en Natalia Ginzburg, sin compararme a esos enormes talentos. Aunque hay algunos escritores hombres que también escriben sobre la familia, como Singer o Bernhard.
historia paralela te da orden. Y esta es la primera vez que escribo cuentos de esta extensión, más largos, que te permiten más libertades. La extensión aquí ha sido una exigencia de la historia, estos cuentos son como tramas de novelas cortas. Aunque están reducidos a la mínima expresión, no podían ser más cortos.
¿La familia es el origen del que surge todo?
Todos los problemas sociales vienen de las relaciones familiares. Yo tengo un padre que es psicoanalista y sé que los orígenes de todos los comportamientos vienen del núcleo familiar. Autora (y madre) al margen También habla de la maternidad, en el cuento de los gatos. Y, ahí, la chica protagonista no puede decidir, mientras que los gatos sí. Con ello no quiere decir que los gatos hacen mejor uso de la libertad de decidir que los seres humanos, ¿verdad?
En México hay una relación con los animales que no existe en España, sobre todo porque aquí se ven menos. Usted ha escrito desde París, Barcelona, México… ¿el lugar desde influye mucho en su literatura?
Bueno, es que eso es algo que sucede en muchos casos. Yo veo que nosotros, los seres humanos, estamos muy condicionados por lo que se espera de nosotros, por lo que se supone que tendría que ser nuestra vida, por lo que vamos a hacer. ¿Por qué una mujer va a tener un hijo si no está casada, si no tiene ni pareja, si es muy joven…? La sociedad te condiciona, te limita, te dice que no es el momento o que sí lo es. Los gatos, no; ellos tienen su libertad. La gata de este cuento es muy joven también para tener hijos, pero los tiene, a pesar de que eso hubiera sido peligroso. Pero, si hubiera salido mal, se los hubiera comido y ya. Los seres humanos, con nuestro exceso de razón, nos autolimitamos. El hecho de poder pensar, que nos da libertad, también nos limita.
Influyen México y las experiencias que he tenido en otros países. El cuento de los peces y el matrimonio es más posible entenderlo en una ciudad donde los pisos son microscópicos, como París, donde hay gran necesidad de espacio. Ese era un buen lugar para situar la historia. Por otra parte, yo he adoptado ahora en México un estilo de vida poco social, vivo bastante encerrada, veo poca gente, no salgo. Me gusta la gente, pero he encontrado mi equilibrio en esta forma de vida. También el trabajo de un escritor es solitario y, además, soy madre de dos pequeños, y eso también te aisla. Como madre hay miles de cosas que no puedes hacer. Por eso no creo que ahora esté influyendo mucho en mi escritura el entorno.
En la forma. Sobre todo en lo que voy a decir trato de ser lo más suelta posible. Hay que buscar, por un lado, soltura, espontaneidad, pero, a la hora del acabado, sí tienes que ser riguroso y poner límites. Al escribir salen metáforas que a lo mejor son demasiado descabelladas y entonces saltan del texto. Por ejemplo, el cuento de los gatos está inspirado en una cosa que le ocurrió a una amiga, la gata parió, como en el cuento, en su cama, y lo hizo el día de su cumpleaños, pero si yo hubiera puesto lo de su cumpleaños hubiera sido demasiado.
Los límites en la estructura son buenos porque te dan seguridad. Saber que no puedes lanzarte a contar una
¿Empezó a sentirse un poco menos friki, entonces?
Probablemente. Aunque ese acento en los personajes frikis sobre todo pasó con Pétalos y otras historias incómodas. Yo siempre me sentí un poco friki, por el hecho de ver distinto
“Todos tenemos cosas que ocultar. La única gente normal es la que no conocemos.”
¿En qué se ha autolimitado usted en este libro?
¿Y los límites de estructura y extensión?
problemas del ojo, por ser extranjera, sí me sentí siempre aislada, un poco outsider. Además, escribía literatura fantástica, cuando no lo hacía nadie. Fue entonces cuando dije aquello. Aunque, desde la segunda novela, sí encontré autores en ese mismo tipo de búsqueda en la que estaba yo.
Otra vez, al margen, como cuando dijo que no se sentía de ninguna generación. Ese es un sentimiento que parece compartir con muchos escritores. ¿Qué está pasando hoy en la literatura?
El matrimonio de los peces rojos Guadalupe Nettel Páginas de Espuma 128 págs. 14 ¤.
Creo que sí, que esto es algo de ahora. Borges tuvo su grupo; otros, también. Lo de ahora quizás es común a los hijos de esos padres del 68, hijos que se sienten poco entusiastas alrededor de movimientos sociales, literarios... Vivimos una época fragmentada donde las minorías se reconocen y se da más valor a eso. Yo, por los
que los demás, un poco al margen. Tengo una especie de catarata congénita y en la escuela llevaba un parche, no tengo visión bifocal y tengo una sensación de profundidad diferente, además era extranjera en otro país. Eso ha hecho que me identifique con los personajes atípicos y siempre he querido reivindicar sus valores. Con aquel libro de cuentos quise enfocar la luz hacia aquello. Ahora estoy convencida de que todos tenemos cosas que ocultar y que la única gente normal es la que no conocemos, precisamente, porque no la conocemos. Todos somos un poco frikis. Alguna vez ha dicho que Enrique Vila-Matas es una influencia para usted. ¿Qué pensó cuando supo que era presidente del jurado de este premio que ha ganado?
Me sentí halagada. Vila-Matas es muy inteligente, muy creativo, se sale de los moldes. Es un excéntrico que ha creado un movimiento estético. ¿Podría comparar el comportamiento editorial con el de algunos animales?
Sí. En España, como los dinosaurios, hay grandes grupos, vejestorios, un poco pesados, con alcurnia, pero en extinción. Y luego están los hongos, que son las editoriales pequeñas que luchan por sobrevivir e imponerse y propagarse. ■ QUÉ LEER
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