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El libro de los pequeños milagros The Book of Small Miracles
JUAN JACINTO MUÑOZ RENGEL
A pesar de no haber cumplido los 40 años, el malagueño se ha convertido en un escritor de culto para los amantes del género fantástico gracias a novelas como El asesino hipocondríaco, con siete ediciones en español y publicado en una decena de países. Además, Rengel es un reputado autor de relatos, con más de 50 premios nacionales e internacionales en su haber. El libro de los pequeños milagros es su primera tentativa en el microrrelato. Cuentos de pequeño tamaño pero vigoroso músculo. Although he has yet to turn 40, this writer from Málaga has become a cult author among fantasy enthusiasts thanks to novels like The Hypochondriac Killer, now in its seventh edition in Spanish and published in ten other countries. Rengel is moreover a reputed writer of short stories who has won over 50 national and international awards. The Book of Small Miracles is his first attempt at flash fiction, with stories that are very short but vigorously muscular.
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© RAQUEL APARICIO TORINOS
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IMPRONTA Mi última novia imaginaria apareció en mi vida cuando to tenía doce años. Siguió conmigo en el instituto y también en la universidad, donde compartíamos campus y, al fin, habitación y cama en el colegio mayor. Contrajimos matrimonio antes de cumplir los treinta. No tuvimos hijos, claro. Pero para mi significó una impagable compañía que me hizo mas fácil adentrarme en las crudas acacias de una madurez solitaria. Hace apenas dos semanas quedé viudo. Un conductor borracho; ni siquiera la vio. Desde entonces la gente no ha dejado de darme el pésame. Mi madre, para mi asombro, me llamó para preguntarme si quería que se viniera unos días a la ciudad. Era tan joven todavía, me dice la señora del segundo, agarrándome las manos. El periódico local publicó una breve nota del suceso, con una fotografía. Ahora acaba de llegarme una carta de condolencia de sus compañeros de facultad, que la recuerdan, y quieren hacerle un homenaje.
INEXPLICABLE Tenía dos hijos gemelos, idénticos. Ella los vestía con la misma ropa y les preparaba simétricos desayunos cada mañana. Ellos se comportaban de la misma manera y parecían tener una única personalidad. Los dos sacaban las mismas notas en el colegio, se magullaban la misma rodilla —el mismo día, a la misma hora—, les gustaba la misma chica, hablaban a la vez para decir una frase semejante. Ella los arropaba por igual cada noche, en sendas camas gemelas, cada uno bajo su propio edredón azul de plumas. Luego, se acercaba con sigilo a uno de ellos, siempre el mismo, y le susurraba al oído: «Tú eres mi favorito».
GANADO En las regiones del norte de la comarca, inesperadamente, una vaca había comenzado a hablar; dominaba todas las lenguas romances, tres lenguas caucásicas, cuatro lenguas muertas, el sánscrito, el japonés y el persa. En la zona más árida de la llanura, no tardó en aparecer otra vaca que había sido capaz de desarrollar la demostración de la conjetura de la distribución de los ceros de la hipótesis de Riemann. Más tarde, llegaron noticias de una tercera, en los valles de la aldea de Ivy, que tenía intención de publicar una teoría revisada y perfeccionada del materialismo dialéctico de Marx y Engels. En cuanto llegó a oídos del Gobernador que, desde que comenzaron a manifestarse estos fenómenos, las vacas habían dejado de dar leche, ordenó su inmediato sacrificio.
Fragmento de El libro de los pequeños milagros, de Juan Jacinto Muñoz Rengel, publicado por Páginas de Espuma. ronda iberia | 123
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IMPRESSION My last imaginary girlfriend appeared in my life when I was twelve. She stayed with me all through high school and also university, where we shared the campus and, in the end, a room and bed in the hall of residence. We married before we had turned thirty. We had no children, of course. But for me she meant priceless company, making my entry easier into the harsh decades of a solitary middle age. Just two weeks ago, I was widowed. A drunk driver. He didn’t even see her. Since then, people have been incessantly offering their condolences. My mother, to my amazement, called me to ask if I wanted her to come to town for a few days. She was still so young, says the lady on the second floor as she grasps my hands. The local paper published a brief report with a photograph. Now a letter of condolence has just arrived from her companions at university, who remember her and want to organise a tribute.
INEXPLICABLE She had two sons, identical twins. She dressed them in the same clothes and made them symmetrical breakfasts every morning. They behaved in the same way and seemed to have a single personality. Both got the same grades at school, bruised the same knee (the same day, at the same hour), liked the same girl, spoke at the same time to say similar things. She tucked them both up every night, in two twin beds, each under his own blue feather duvet. Then she would creep up to one of them, always the same, and whisper in his ear: “You’re my favourite”.
LIVESTOCK In the northern regions of the land, unexpectedly, a cow had begun to talk. It spoke all the Romance languages, three Caucasian languages, four dead languages, Sanskrit, Japanese and Persian. In the driest part of the plain, another cow soon appeared that had managed to devise a proof for the distribution of zeros in the Riemann hypothesis. News arrived later of a third, in the valleys of the village of Ivy, that intended to publish a revised and perfected version of the theory of dialectical materialism of Marx and Engels. As soon as it reached the ears of the Governor that the cows had ceased to produce milk ever since these phenomena had commenced, he ordered their immediate slaughter. © RAQUEL APARICIO TORINOS
An excerpt from The Book of Small Miracles, by Juan Jacinto Muñoz Rengel, published by Página de Espuma. 124 | ronda iberia