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Relaciones sociales, la llave para una vida saludable
Los seres vivos hacemos parte de un todo en donde la naturaleza sabiamente nos incorpora en los medios y hábitat en los que hay ciertas posibilidades de sobrevivir, y que requieren de estar en movimiento para lograr vencer las dificultades que se presenten en el transcurso del tiempo.
El hecho de estar vivo corresponde a un equilibrio que se presenta por la causalidad y se especula un poco sobre la casualidad de cada evento que permite la vida. Por ende, es más sencillo el no existir que el acontecimiento de respirar.
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El ser humano es conformado por la unión de diferentes microorganismos que cumplen una función específica dentro de los sistemas que integran el cuerpo, desempeñando diversas tareas, siendo importantes todas para el funcionamiento.
Así mismo, cada sujeto social hace parte de una estructura funcional que permite una ganancia tanto individual como grupal, esta estructura se compone de diversas formas de ver el mundo, culturas, creencias, impulsos, decisiones, etc.
En el momento mismo que el ser humano entiende su lugar en el entorno que le rodea, más allá de la simple tarea productiva que se nos inculca desde el natalicio, y puede vislumbrar la riqueza de su labor para construir lo que como raza nos define y nos impulsa, eso que solo cada uno puede descubrir y disfrutar.
Ese descubrimiento se logra por medio de la continua exposición a estímulos y choques que forman el carácter y la conducta por medio del habla y de la escucha, de la sabiduría popular y natural, del contacto y el distanciamiento. Estos elementos y muchos otros, generan retos por vencer, problemas por solucionar y ocasiones que puedan causar gozo, disfrute o por el contrario, fastidio y repulsión.
Muchas veces subestimamos la importancia de los factores y grupos sociales para la salud, la manera en la que pensamos, nos comportamos y sentimos depende mucho de los grupos a los que pertenecemos. A medida que perdemos interacción, la vida comienza a peligrar; la salud física y mental se transforma en una serie de ataques progresivos que nada tienen que ver con la edad o el género, pero de igual forma se atribuyen a estos.
Robert Waldinger subraya que la clave para una vida larga y saludable son las buenas relaciones sociales. Por el contrario, la soledad mata; no importa si se es rico o pobre.
En 2010, la Universidad Brigham Young analizó 148 estudios con un total de más de 300.000 personas. Según constataron, el deporte y una actividad física moderada guardan una mayor relación con una elevada esperanza de vida. De este modo, las personas que mantenían buenos hábitos presentan un 50 por ciento más de posibilidades de supervivencia, en comparación con las que carecían de este tipo de actividades. Los resultados no se debían a otros factores, como la edad, el sexo o el estado inicial de salud de los participantes.
Otros beneficios que podemos encontrar son la reducción del riesgo de recaída en las personas con antecedentes de depresión, la pertenencia a un grupo social sobre las mejoras en memoria, atención y concentración, su importancia aumenta con la edad. De esta manera, las personas de 50 años que pertenecen a muchos grupos, en promedio, resuelven las tareas cognitivas con mayor facilidad. Por otro lado, los participantes vinculados a grupos de actividad física muestran la capacidad mental de una persona más joven.
En 2016, científicos investigaron durante los seis primeros años de retiro, evidenciando que una persona que pertenecía a dos grupos, uno familiar y otro laboral y que perdía ambos grupos, tenía una probabilidad del 12% de iniciar un deterioro físico y mental a una velocidad mayor de lo normal en el periodo en estudio, tras retirarse de la vida laboral. El riesgo se reducía al 5% cuando perdía solo un grupo, y al 2% cuando continuaba siendo miembro de ambas comunidades. Al contrario, cuando alguien se unía a un nuevo grupo durante su retiro (un coro, un club de pesca o una parroquia), se reducía el riesgo de fallecimiento incluso a menos del 1%.
Cuando nos convertimos en miembro de un grupo, y con ello el grupo en una parte de nosotros, accedemos a muchos recursos. Experimentamos apoyo social, pertenencia, sentido y una mayor sensación de control. Por tanto, las comunidades influyen en el modo en que evaluamos los posibles factores de estrés y en cómo tratamos de afrontarlos.
La mayoría de nosotros conoce momentos en la vida en los que no es tan fácil establecer contactos ni conservarlos durante mucho tiempo. Cuando nos mudamos a otra ciudad por motivos laborales y trabajamos hasta altas horas de la noche o cuando tras una separación se rompen amistades. Según las encuestas, sobre todo los adultos jóvenes se ven afectados por la soledad.
Casur se destaca como una Entidad pública pionera en la lucha contra los factores que afectan la salud de nuestra población objetivo, actualmente, contamos con actividades físicas, sociales y psicológicas que se dan bajo el marco del bienestar integral.
Los participantes reciben información sobre diversas actividades grupales (por ejemplo caminatas, celebraciones, asesorías, deportes y el uso adecuado del tiempo libre)