Triunfo Arciniegas
cuando el mundo era así
ilustraciones de
Álvaro Sánchez
1 el zorro y el cuervo
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Fatigado, el cuervo se quedรณ dormido >
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>
en la primera rama que encontró.
Había volado todo el día. Al otro lado de la montaña tenía unos amigos muy queridos. Picotearon frutas, recordaron los viejos tiempos y fueron felices. El cuervo soñó con banquetes, con música y risas, con nubes rosadas y ríos de miel. Y cuando despertó era demasiado tarde: el zorro lo había atrapado. —Ha llegado tu último día —sentenció el zorro. —No digas esas cosas —dijo el cuervo, disimulando el susto. —Voy a comerte. —Estoy flaco, mírame, sólo soy un montón de plumas. —Tengo hambre. —No soy más que un bocado —dijo el cuervo—. Si me comes, quedarás con hambre. Y te perderás de todo lo que puedo enseñarte. —¿Qué puedes enseñarme?
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—Te puedo enseñar a volar, por ejemplo —dijo el cuervo. —Los zorros no vuelan. —Serás el primero. ¿Puedes imaginártelo? Todos los zorros del mundo te adorarán. Serás como un dios. Vivirás en las nubes. El zorro se imaginó como el dios de los zorros y le gustó la idea. ¿Sería posible tanta dicha? El cuervo no dejaba de hablar. Quería emborrachar al zorro con sus palabras. Al fin y al cabo, su propia vida estaba en juego. Habló, habló y habló. —Quiero aprender a volar —dijo el zorro. —¿Qué dijiste? —dijo el cuervo, sorprendido. —Enséñame a volar —dijo el zorro, ansioso. —Tengo un programa de entrenamiento —dijo el cuervo, muy solemne—. Complicado pero efectivo. Uno tras otro, inventó ejercicios disparatados y ciertas frases mágicas. 11
Obligó a permanecer al zorro como una estatua en las posiciones más difíciles y le hizo repetir unas cuarenta veces: Soy un zorro muy hermoso, soy un zorro prodigioso. Y ahora verán que vuelo hasta el más profundo cielo. Pronto el cuervo le encontró el gusto al juego. Hizo que el zorro corriera de aquí para allá, que saltara como un sapo y se retorciera como una serpiente, hizo que bebiera agua hasta casi reventar y que probara unas hierbas amargas que de noche provocaban intensos dolores de estómago. Al final lo llevó al borde de un abismo. —Lánzate y vuela —dijo el cuervo. —No tengo alas —dijo el zorro, cansado y sudoroso. —Es cuestión de fe —aseguró el cuervo. El zorro se lanzó y rodó hasta el fondo del abismo. —Zorro de poca fe —dijo el cuervo. Y se fue volando.
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primera edición
marzo de 2017 @ Cataplum Libros, 2017 @ del texto Triunfo Arciniegas, 2015 @ de las ilustraciones Álvaro Sánchez, 2017 dirección editorial
Cataplum Libros
dirección de arte y diseño
Camila Cesarino Costa isbn
978-958-59619-1-3
hecho el depósito legal impresión
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