“¡Ánimo! ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre?” Por: Rosalba Quiroz, Directora ¡Cuántas luchas y tragedias hemos tenido este año! El 2020 trajo consigo muchos desafíos a todo el mundo, y el dolor más grande ha sido la partida de tantos hermanos nuestros que han perdido la vida por COVID-19. Nadie imaginaba que nuestra vida cambiaría tan drásticamente con este virus que vino a sacudir al mundo. Primero tuvimos que estar en casa resguardados por precaución al contagio, después han sido meses y más meses de restricciones en todos los lugares y hasta en nuestros propios hogares cuando algún miembro de nuestra familia tiene que ser puesto en cuarentena. Sin embargo, tenemos que estar muy agradecidos por todas las bendiciones que tenemos y la más grande es la esperanza de un mejor futuro. Ojalá el 2021 y los años venideros en nuestra vida traigan muchas bendiciones. Aunque cuando menciono un mejor futuro me refiero a la esperanza de la vida eterna. Sabiendo que esta vida en la tierra es temporal y que nuestro Señor nos tiene un lugar hermoso, sin dolor, sin sufrimiento y sí lleno de alegría y de paz para disfrutar por toda una eternidad. Como cristianos católicos, tenemos la firme fe de que esta vida es temporal y que nuestra verdadera residencia no está aquí si no en el cielo donde compartiremos con todos nuestros seres amados que ya han partido, con nuestros ancestros, con todos los santos y sobretodo en los brazos amorosos de Nuestro Padre Dios. Dios Padre quien desde el principio de los tiempos ha estado a nuestro lado, primero preparando a nuestros antepasados para la venida del Mesías y desde que Jesús vino a enseñarnos el verdadero amor y la manera que debemos vivir para poder ir un día con El al cielo, miles de personas han luchado por salvar sus almas y las de muchos otros. Entre esos santos tenemos a nuestro amado San Juan Diego, un hombre humilde, obediente, valeroso y lleno de fe que tuvo que ser firme y valiente para poder entregar el mensaje de nuestra Madre al Obispo de construirle un templo en el 24 THE CATHOLIC CONNECTION
Tepeyac. Pasaron casi 500 años para que la iglesia lo declarara Santo pero ahora es uno más que interceden por nosotros junto a nuestra Madre María, a nuestro hermano Jesús, quien vino al mundo como humano cien por ciento y divino también cien por ciento. San Juan Diego, como nosotros, tenía mucho que temer; la vida no era fácil en ese entonces ya que para ir a Misa tenía que cruzar el cerro, había quedado viudo sin tener hijos y vivía con su tío quien en esos días estaba muy enfermo. Aunque en algunos lugares remotos del mundo aún viven así, la mayoría de los humanos estamos conectados por medio de la tecnología, el transporte y muchos servicios que no había en la época de San Juan Diego. Ya no tenemos que caminar por caminos pedregosos para ir a Misa, por ejemplo. Por otro lado, con los cambios han venido otros muchos desafíos como el alto costo de todo, el materialismo, más adicciones y la resistencia a las cosas de Dios. Por eso, ahora más que antes, debemos recordar que nuestra Madre María está siempre abogando por nosotros ante Dios Padre y recordemos que así como le dijo a San Juan Diego, así nos dice también a nosotros “!Ánimo! ¿No estoy aquí yo que soy tu Madre?” Nota: Hasta que las autoridades nos lo pidan, debemos seguir teniendo las precauciones de usar el cubre bocas, guardar distancia, y mantenerse al margen de reuniones numerosas y encerradas. Sé que es difícil seguir estas normas ya que este mes, celebramos a la Virgen, las Posadas, la Navidad y Año Nuevo pero seamos obedientes y busquemos la manera de seguir las reglas y estar alegres al mismo tiempo sabiendo que Dios está en medio de nosotros. Con la ayuda de Dios esperemos que el próximo sea un año de prosperidad, especialmente espiritual y lleno de paz y amor. ¡FELIZ NAVIDAD!