The Catholic Connection: October 2020

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Del Obispo Bishop Francis I. Malone Cuando llegué a Shreveport en enero, me puse a planear metas para el 2020. La primera meta era tener una visita personal con cada sacerdote que trabaja en la diócesis. Aunque el COVID-19 hizo lento ese proceso, pude completar esta primera meta después de unos meses. El propósito de esta reuniones era poder conocer un a mis más cercanos colaboradores, los sacerdotes. Les preguntaba de donde eran originalmente, sobre su familia, su formación de fe, y su vocación de sacerdotes. Con Puedo decir con honestidad que estas reuniones fueron muy agradables. Aprendí mucho sobre nuestros sacerdotes, y también aprendí mucho de nuestra diócesis. Estoy muy contento de haber podido cumplir con esta primera meta con la alegría que sentí en cada reunión. Nuestra diócesis está llena de sacerdotes santos, maravillosos, y dedicados a su labor que me siento privilegiado de ser su obispo. La segunda meta que me propuse fue visitar cada una de las parroquias y capillas antes del primero del año 2021. Esta meta no la he podido cumplir todavía, porque como ya saben el Coronavirus me frenó de visitar con la frecuencia que yo esperaba hacerlo. Aun así, si incluyo las visitas de las Confirmaciones que he tenido la bendición de hacer, creo que he podido visitar una docena o más de parroquias. También he podido visitar todas las escuelas católicas que tenemos en Shreveport y Monroe y como mucho tiempo de mi sacerdocio ha sido dedicado a las escuelas, he disfrutado muchísimo estas visitas. Las he visitado todas y, aunque son pocas, he disfrutado cada minuto de poder estar una vez más de regreso en un salón. Quiero que se sientan orgullosos, que aunque el número de escuelas católicas en nuestra diócesis es muy pequeño, son excelentes en su totalidad; desde el

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equipo de administración y maestros hasta los niños que asisten a su escuela, aun si por ahora es virtual. Esto es lo que he encontrado en mis visitas a nuestras parroquias y escuelas: he visto gente que ama la Iglesia. Hay una amplia y visible evidencia de cómo nuestras parroquias y nuestros miembros parroquiales han enfrentado las restricciones del COVID-19, y aunque lamentablemente viendo hacia la congregación “frente a mi” con sus cubre bocas cubriendo sus caras – sus ojos son claramente visibles, y como “espejos de su alma” muestran la felicidad que el cubre bocas esconde. He visto que hay gozo verdadero en nuestras comunidades parroquiales cuando celebramos la Misa – aun sin la música que acompañe a nuestras oraciones. Me he dado cuenta que la reverencia por la Eucaristía es claramente visible cuando nuestros miembros se acercan al santuario a recibir el Cuerpo y Sangre de nuestro Señor. Y me he encontrado con que nuestros miembros son un grupo hospitalario de gente llena de fe, que nos saluda con amabilidad, aun cuando estos encuentros son muy breves. Mi esperanza es que muy pronto regresaremos a participar en la Misa como lo hemos hecho siempre y hasta antes de que llegara el virus a nuestras vidas. Cuando salgamos de esto, a menos que no puedan participar en la Misa por razones de salud – y aunque hayan sentido que es fácil participar en la Misa viéndola virtualmente – comiencen el camino de regreso a la Iglesia, claro que con su cubre bocas y guardando la distancia recomendada – para que tengan ese nuevo encuentro con su sacerdote que tanto los ama, con sus hermanos y hermanas en Cristo para caminar juntos y lo más importante, con el Señor que nos da su Cuerpo y Sangre con mucho amor.


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