May 7, 2021

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catholicnewsherald.com | May 7, 2021 10

Padre Julio Domínguez

A las madres en su día

C

uando Dios tuvo a bien pensar en la mujer, vio que el hombre se sentía solo y tuvo la gran idea de darle una compañera. A esta la llamó Eva pues sería la madre de todos los vivientes Desde el origen de esta maravillosa creación de Dios, la mujer ha sido pensada con un doble instinto, el primero ser compañía y el segundo ser madre. El primer instinto es muy esencial y hermoso a la vez, pues siempre veremos el papel de la mujer en nuestra sociedad, en nuestras vidas, como aquella que sabe identificar lo que nos agobia, lo que nos preocupa. Ese sexto sentido que ellas tienen es siempre un don que han recibido de Dios para poder acompañar al ser humano y estar al pendiente de los demás. Ese don de Dios es tan maravilloso pues podríamos decirlo que las asemeja a Dios en su divina providencia y cuidado por los demás. El segundo instinto es todavía mas sorprendente y maravilloso, me refiero al don de la maternidad. Ya desde el momento que Dios creo a la mujer, quiso poner en ella todas las facultades para que fuera fecunda, que fuera capaz de cooperar con Dios en la obra de la creación de un nuevo ser y sobre todo puso en ella todo ese amor, profundo y encarnado de proteger e incluso dar su vida por ese ser concebido en su seno. Ser madre no es cualquier cosa, es un don venido de lo alta, es un don al servicio de una humanidad que recibió el mandato de ser fecundos y multiplicarse. Ser madre toca las más íntimas fibras del ser humano. Es por eso que nuestras madres siempre están al pendiente de nosotros, aún cuando casi tengamos cincuenta años, ellas seguirán preguntando si estamos bien o si las necesitamos, ¿qué acaso no es lo mismo que hace Dios con todos nosotros que, a lo largo de nuestra existencia, no aparta sus ojos de nosotros? Nuestras mamás buscan el bien de nosotros, siempre tratando que seamos mejores, que tengamos éxito en la vida, que mejoremos en todo, incluso muchas veces en nuestras actitudes desviadas, porque saben que todo ello nos llevara a la felicidad. Al igual que Dios, ese ser extraordinario, que como bellamente diría el Papa Luciani o Juan Pablo I en su discurso del 10 de septiembre de 1978 “Dio e anche Madre-Dios también es Madre” refiriéndose a que Dios está siempre al pendiente de que nosotros vayamos triunfando, creciendo en sabiduría y en gracia, dándonos los medios para convertirnos siempre, asemejándonos a Él, haciendo relucir nuestra dignidad humana y sobre todo mostrándonos el camino hacia DOMÍNGUEZ, PASA A LA PÁGINA 20

El mayor regalo de una madre: entregar su hijo a Dios Como María, doña Esperanza Prieto dijo “Sí” a la voluntad divina CÉSAR HURTADO REPORTERO

CHARLOTTE — El 21 de febrero de 1971, a pocos días de cumplir 26 años de edad, la señora Esperanza Prieto recibió por primera vez en su vida la tarea más sublime que Dios puede encargar a una mujer: la de ser madre. Un año después, el 12 de abril de 1972, una nueva vida llegaría a la familia formada por Esperanza y Marcial Domínguez. El recién nacido, el nuevo vástago, a quien luego bautizaron con el nombre de Julio César, completaría la felicidad en el hogar junto a su primer hermanito, Luis Santiago. Esperanza y Marcial habían contraído nupcias en Altamira, estado de Tamaulipas, zona costera del Golfo de México de donde son originarios. Apenas casados, siguiendo el deseo de mejorar su vidas, se trasladaron a Tampico, a poco más de diez millas al sur de Altamira, donde la familia tendría mayores posibilidades de progresar y crecer. Además, los padres y hermanos de doña Esperanza se habían mudado a esta ciudad y el nuevo matrimonio no estaría solo. La familia, instalada en Tampico, vio crecer a sus niños bajo el amparo de Dios, siguiendo sus preceptos y enseñanzas. Los

padres, trabajadores, amorosos y piadosos, siempre proveyeron de cuidado espiritual y material a Luis Santiago y Julio César. “Mis hijos tuvieron una niñez de familia, rodeados por nuestro amor, el de mis hermanos, sus primos. Siempre

juntos”, dice doña Esperanza. Mientras don Marcial se desempeñaba como chofer, doña Esperanza se quedaba con los niños, trabajaba en las labores del hogar y también se las ingeniaba para buscar tareas que complementaran los ingresos de la casa. “A veces no alcanzaba, por los gastos de los estudios y todo, pero

puedo decir que siempre, como familia, hemos tenido una vida buena”, asegura.

INIMAGINABLE Lo que nunca imaginaría doña Esperanza, es que más adelante tendría que compartir el amor de su hijo Julio César con cientos, miles de otras personas a las que él sirve con amor paternal. Julio César, el menor, sería ordenado sacerdote por el Obispo Willian Curlin el siete de julio de 2003 junto a los sacerdotes Enrique González Gaytán y Matthew Ryan Beuttner. Julio César es nuestro Padre Julio Domínguez, Director del Ministerio Hispano de la Diócesis de Charlotte. “César (como llaman en la familia al Padre Julio), siempre fue un niño al que no le gustaban las bromas pesadas. Mientras él siempre quería ir al Catecismo, su hermano no, lo que me reclamaba porque tenían que ir juntos”. La devoción de la familia por la Virgen de Guadalupe, pero “también por el principal, al que vamos a seguir sus pasos toda la vida, a Jesús”, marcó la vida del Padre Julio César Domínguez. “Ya desde que era niño me di cuenta que mi hijo se animaba para el sacerdocio”, MADRE, PASA A LA PÁGINA 20

Caridades Católicas tiene nuevo local WeeCare Shoppe SUEANN HOWELL REPORTERA SENIOR

CHARLOTTE — Por cerca de 35 años, Caridades Católicas de la Diócesis de Charlotte viene sirviendo a madres en necesidad con una tienda Wee Care Shoppe localizada en Winston-Salem proveyendo ropita, frazadas, bottles, pañales, pañitos de limpieza y otros suministros a las familias con bebés. Ahora, la oficina de Caridades Católicas en Lenoir ha abierto una tienda Wee Care Shoppe para ayudar a las personas que residen en los condados Alexander, Burke, Caldwell y Catawba que se ven en apuros para proveer cuidados a sus niños, especialmente durante la pandemia de COVID-19. “Las familias están luchando para llegar a fin de mes, incluso aquellas en las que ambos padres trabajan”, señaló Joe Purello, director de la Oficina de Asuntos

Sociales y Defensa de Caridades Católicas. Solo en el primer trimestre de 2021, la oficina de Lenoir asistió a 46 hogares, con un total de 201 personas. Purello dijo que en Lenoir, “una gran cantidad de participantes que recogen los pañales o vienen por la distribución de pañales o suministros para bebés son papás”. Becky DuBois, directora de la oficina regional en Winston-Salem, acredita la generosidad de las personas, ministerios parroquiales y otros grupos que han donado artículos a Wee Care Shoppe. “El Ministerio Wee Care Shoppe puede ayudar a reducir el estrés de los padres”, dijo. En el condado Forsyth, Triad Baby Love Plus brinda servicios de administración de casos y referencias a recursos comunitarios para familias con recién nacidos y bebés de hasta 18 meses de edad. Con frecuencia derivan a las familias a Wee Care Shoppe por ayuda. Baby Love Plus agradeció recientemente

a Wee Care Shoppe, citando Mateo 25:35 en su reconocimiento: “Porque tenía hambre y me diste de comer, tenía sed y me diste de beber, era extranjero y me diste la bienvenida”. “Ustedes invitaron a nuestros participantes a su Wee Care Shoppe y les permitieron recibir fórmula para bebés, pañales, ropa y otros suministros necesarios. Nos gustaría decirles ‘gracias’ por mostrarnos su apoyo”, dijo la agencia.

¿Quiere donar? Para hacer una donación segura online, visite www.ccdoc.org/donate. Llame con anticipación a la oficina de Winston-Salem al 336-727-0705 o a la oficina de Lenoir al 828-434-5710 para programar una entrega de donaciones. No se aceptan sillas y muebles para bebés. ¿Puede organizar una campaña de WEECARE, PASA A LA PÁGINA 20


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