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Los trabajadores de San José pasan el verano ayudando a personas y parroquias de la diócesis

Padre Julio Domínguez

Poner la otra mejilla

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Hace ya un buen tiempo que empezó la costumbre de quemar iglesias y publicarlas en medios sociales. Con esto se genera bastante circulación de publicidad y comentarios, que es en realidad lo que quieren quienes hacen estas cosas contra la Iglesia Católica.

Por una parte quieren generar miedo y decirnos que es mejor callar y ocultar la verdad. Por otro lado, desean generar odio tanto de los que están en contra como de los que están en favor de la Iglesia, haciendo ver lo que pueden hacer o lo que están haciendo.

Quieren centrarnos en el hecho que nos están destruyendo y por eso la quema de iglesias se está haciendo más y más común, pues nosotros mismos pasamos la información a otros. Se esfuerzan en presentar lo negativo de la historia de la Iglesia, pasando por alto lo positivo y hermoso que hay en ella.

Lo importante es saber poner la otra mejilla, como lo dijo nuestro Señor.

Sabemos que el cristianismo por su propia naturaleza va a ser golpeado y perseguido. “Los perseguirán por mi causa”, dijo el Señor refiriéndose a que Él es la Verdad, la única verdad que irá en contra de los criterios de este mundo cada vez más secularizado y ateo.

Debemos pensar que la verdad no puede ocultarse y que el cristianismo no fue hecho para pelear, para destruir, para implementar el odio, sino para regenerar lo que el enemigo intenta destruir, que la mayoría de veces es la dignidad de la persona humana. Debemos iluminar las tinieblas del error y presentar la luz de Cristo que nos hace libres.

Al inicio del cristianismo se hizo muy común la persecución de los cristianos. Se tomaban presas a miles de personas y eran martirizadas, quemadas, llevadas ante tribunales, ante leones en los circos, etc. Esto se hacía para infundir miedo a la gente y que no optaran por el cristianismo.

Sin embargo, el testimonio de los Santos Mártires era tan ejemplar y auténtico, que todos se sentían conmovidos y, en lugar de sentir odio hacia el cristianismo, quedaban fascinados al ver cómo era declarada la verdad, hasta el punto de dar la vida por ella.

En ese entonces no quemaban iglesias materiales, que con un poco de esfuerzo pueden ser restauradas, sino que quemaban vidas humanas tratando de acabarlas. Y sin embargo, después de veinte siglos, vemos esta misma Iglesia en pie, creciendo cada vez más y más.

Mi punto al escribir esto es que no debemos dejarnos llevar por el odio, o por el desánimo de esta persecución, y mucho menos hacernos portadores y transmitir lo que ellos hacen, sino tener una auto-edificación de la Iglesia de Cristo, que se logra sobre todo por la oración, el entusiasmo de ser cristiano y seguir perseverando en la regeneración de este mundo.

Vamos, si nos han de quemar todas las iglesias nos iremos a el Monte de las Bienaventuranzas, donde el Señor predicó al aire libre. El punto fuerte del cristianismo en todas las etapas de la vida ha sido el corazón fiel que sabe aferrarse a los valores fundamentales de Cristo que hace relucir en el modo más perfecto la dignidad de la persona humana y la santidad a la que está llamada.

La persecución seguirá queridos hermanos, eso es algo que no podremos evitar. Pero recuerden que “el que persevere hasta el fin de salvará”, y es por eso que hoy más que nunca debemos conocer mejor nuestros principios cristianos y ser fieles al Señor.

Que nadie se sienta desanimado, por el contrario, que nos sintamos con el mejor de los entusiasmos, sabiendo que si la Iglesia es perseguida es porque se está oponiendo a muchas cosas negativas que quieren introducirnos.

Oremos y venceremos, actuemos con auténtica paz y ejemplo y veremos grandes frutos en nuestras vidas y en las de tantos hermanos nuestros.

Dios les bendiga.

FOTO DE JAMES SARKIS (De izquieda a derecha) Los seminaristas universitarios y trabajadores de San José Ronan Ostendorf, Gabriel Lugo y Carson Cannon limpian el área de los alrededores de la gruta Mariana, cercana a la rectoría de la Catedral San Patricio en Charlotte el 12 de julio.

“Una luz para otros”

Los trabajadores de San José pasan el verano ayudando a personas y parroquias de la diócesis

SUEANN HOWELL REPORTERA SENIOR

MOUNT HOLLY — Siete jóvenes del Seminario Universitario San José se han convertido en los “trabajadores de San José” este verano, pasando su tiempo fuera de la escuela para trabajar en el jardín, reparar pisos, construir fogatas y otros.

Si bien no es un aspecto formal de la formación en el seminario, este trabajo destinado a favorecer a las personas y parroquias de la diócesis tiene como objetivo ayudar a fortalecer espiritual y socialmente a los jóvenes, un aspecto importante del enfoque holístico en la formación sacerdotal que ofrece el Seminario Universitario San José, dijeron los líderes del seminario.

“Comenzamos el programa en el verano de 2018 como un medio para brindar a los seminaristas universitarios continuidad en su formación al permitirles permanecer en el seminario, darles acceso a los sacramentos y la oración comunitaria, así como el continuar construyendo su fraternidad al compartir una vida y trabajo en común”, explicó el Padre Matthew Buettner, director espiritual de esa casa.

Uno de los proyectos se realizó en la Catedral San Patricio en Charlotte, donde los trabajadores limpiaron y renovaron el área alrededor de la gruta mariana cercana a la rectoría.

El Padre Christopher Roux, párroco, dijo que los trabajadores han sido de gran ayuda. “Es fantástico tener a los jóvenes aquí. No solo podemos completar algunos proyectos adicionales, sino que también se están reuniendo con personas que vienen a la iglesia y la oficina, y esto les permite ser conocidos en persona”.

El seminarista Peter Townsend, feligrés de la parroquia Santa Ana en Charlotte, es uno de los trabajadores de San José de este año.

“El programa es una gran oportunidad para seguir viviendo la vida de un seminarista durante las vacaciones de verano”, dijo Townsend. “Puede ser difícil, especialmente después de acostumbrarse a la vida del seminario y su horario diario, volver a una rutina más relajada”.

“Sin embargo, con el programa puedo mantener nuestro horario de oración, permanecer en comunidad y vivir con el Santísimo Sacramento mientras viajo a diferentes lugares de la diócesis para servir al pueblo de Dios”.

Agregó que los seminaristas desean participar en el programa para poder permanecer conectados con la oración, la hermandad y la Sagrada Eucaristía durante las vacaciones de verano.

“Espero que nuestro testimonio permita que la gente nos conozca a un nivel más personal. ¡No somos solo caras en una tarjeta! Y les haremos saber que estamos dispuestos a servirles”, señaló, refiriéndose a los posters de los seminaristas y las tarjetas de oración que se encuentran en todas las parroquias de la diócesis.

“Creo que el carácter de un hombre se revela en la forma en que trabaja y asume sus responsabilidades”, dijo Townsend. “Como resultado, los seminaristas del programa esperamos que trabajando bien, siendo una luz para los demás y poniendo todo nuestro esfuerzo en cualquier proyecto, la gente de la diócesis pueda saber que trabajaremos igual de duro como sus pastores y sacerdotes. Hay jóvenes buenos y muy trabajadores en el programa este año y estoy orgulloso de trabajar con ellos donde sea que vayamos y hagamos lo que hagamos”.

El programa de trabajadores de San José beneficia a las parroquias y familias que los contratan al tener contacto con los jóvenes, conocerlos y contribuir a su formación, además de apoyar las vocaciones en general.

“Un hombre que contrató a los seminaristas me dijo: ‘Son jóvenes increíbles. Trabajan duro, rápido y con inteligencia’”, dijo el Padre Buettner. “Otro hombre que trabajó con ellos me informó: ‘Los jóvenes que envió hicieron un trabajo fabuloso. Me impresionó mucho el conocimiento que ya tenían, su comprensión rápida del alcance del proyecto y lo bien que tomaron la dirección’”.

El Padre Buettner señaló que el programa ha crecido tan bien en su corta historia que, por primera vez este verano, los trabajadores no tuvieron que buscar trabajo para hacer. “Las solicitudes de trabajadores de San José se extendieron más allá de lo que podían lograr en un verano”, dijo.

Padre Leo Tiburcio

Nació en 1978 en Santa María Zacatepec, Cholula, Puebla, México. Tercero de nueve hijos de Felipe Tiburcio y Herlinda Ordaz. Emigró en 1994 a Nueva York, donde Tiburcio por más de seis años trabajó en restaurantes. En 2001 viajó a Atlanta, donde continuó su trabajo en las actividades de la industria restaurantera. A finales de 2004 pidió su traslado a Charlotte y, buscando una iglesia donde congregarse, comenzó a asistir a Nuestra Señora de Guadalupe. Ingresó en 2005 a la casa de discernimiento parroquial, invitado por el Padre Vicente Finnerty, después de inicialmente descartar la propuesta. Tras una breve pausa y completar sus estudios de GED, decidió seguir la vocación de servicio sacerdotal y asistir al Seminario Menor en Nueva York. En 2014 se trasladó a Filadelfia donde concluyó sus estudios y pronunció sus votos temporales. En 2018 ofreció sus votos perpetuos y fue ordenado diácono. El 1 de junio de 2019, fue ordenado sacerdote. El domingo 2 de junio de 2019 celebró su primera Misa en la Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe, en compañía de otros sacerdotes de su congregación. Posteriormente fue nombrado vicario parroquial. Ante el anuncio de la partida del Padre Gregorio Gay, fue nombrado párroco de la Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe por el Reverendísimo Peter J. Jugis, Obispo de Charlotte.

El Padre Leo Tiburcio asume un nuevo rol como párroco de Nuestra Señora de Guadalupe

CÉSAR HURTADO REPORTERO

CHARLOTTE — El 6 de julio, el Padre Leo Tiburcio fue oficialmente instalado como pastor de la Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe en Charlotte, la parroquia que cuenta con la feligresía hispana más numerosa en la Diócesis de Charlotte.

El Padre Tiburcio, quien anteriormente se desempeñaba como vicario parroquial en esta misma iglesia, pertenece a la orden de la Congregación de la Misión, más conocida como Vicentinos, y fue ordenado el 1 de junio de 2019 por el sacerdote Vicentino Padre Alfonso Cabezas, Obispo Emérito de Villavicencio, Colombia, en el Santuario de la Medalla Milagrosa en Philadelphia, Pennsylvania.

El Padre Leo, como cariñosamente lo llaman los fieles, es una vocación local que fue guiada por el Padre Vicente Finnerty, quien fue pastor de la parroquia alrededor de dos décadas y dejó Charlotte en 2019.

Durante el rito de instalación, al inicio de la Misa, se dio lectura a la carta oficial de designación en la que el Reverendísimo Peter J. Jugis, Obispo de Charlotte, “en acuerdo con el Muy Reverendo Stephen M. Grozio, C.M., Provincial Superior de la Provincia del Este de la Congregación de la Misión”, señalaba al Padre Tiburcio como párroco desde el 4 de julio de 2021.

“Estoy agradecido por el buen trabajo pastoral y cuidado que ha dado a los feligreses durante su ministerio como vicario parroquial. Gracias por su celo en el servicio a Cristo y su Iglesia”, dijo.

Después, de rodillas ante el altar, el Padre Tiburcio hizo una profesión de fe, renovó su juramento de fidelidad a la Iglesia y se comprometió a ayudar “fielmente a los obispos diocesanos para que la acción apostólica que he de ejercer, en nombre y por mandato de la Iglesia, se realice siempre en comunión con ella”.

Posteriormente, y teniendo como testigo al Padre Hugo Medellín, vicario de la misma parroquia, y a un feligrés, firmó los documentos oficiales de nombramiento que le presentó el Obispo Jugis.

Bromeando sobre el tiempo que se tomaban los testigos y el Padre Tiburcio en firmar los documentos, el Obispo Jugis explicó que eran varias las copias de la profesión de fe y del juramento de fidelidad que se destinaban a diferentes oficinas de la parroquia y la diócesis, “por eso son muchas las firmas”, añadió sonriendo.

Luego, el Obispo Jugis leyó el documento oficial de instalación en inglés. Al finalizar dio un fuerte aplauso al flamante párroco, acto que fue imitado por la feligresía GRAN RESPONSABILIDAD

Durante su homilía, el obispo resaltó la gran responsabilidad que le espera al Padre Leo. “Pero no está solo, porque tiene a su lado una multitud de ustedes, todos los parroquianos, que primordialmente rezan por él y también dan su ayuda para que juntos, como una parroquia, una sola familia, evangelizar y anunciar la Buena Nueva a todo el pueblo”, subrayó.

Siguiendo con el rito, el Obispo Jugis, en compañía del P. Hugo Medellín, mostró al Padre Tiburcio los puntos más importantes de la iglesia, dándole recomendaciones para el buen cumplimiento de su labor como párroco.

“Usted Padre Leo, ya tiene las llaves de esta iglesia como signo de autoridad. Cuide de abrirla oportunamente para que los fieles puedan acudir a celebrar los misterios cristianos y a orar en la presencia del Señor que está siempre aquí”, le dijo el obispo en la puerta del templo.

Frente a la pila bautismal, a la que definió como “la fuente de la vida que emana del costado de Cristo y limpia los pecados del mundo”, el obispo dijo que ahí el Padre Tiburcio “hará renacer, por el agua y el Espíritu Santo, tanto a los niños que le presenten los padres cristianos como los adultos que se conviertan a la fe”.

En el confesionario, que se encuentra dentro de la oficina parroquial, el obispo dijo que su ministerio “realizará maravillas en los corazones arrepentidos”, por lo que debe cuidar de “reconciliar con Dios a los fieles que, después del bautismo, hayan recaído en el pecado y a aquellos que acudan a ti deseando convertirse más plenamente a Dios. Este es el trono de la gracia para alcanzar misericordia”.

Ya en el Sagrario, “preparado para preservar el cuerpo y la sangre santísimos de Jesucristo”, el obispo pidió que se “cuide de llevar la Eucaristía a los moribundos y a los demás enfermos”, así como que sea “asiduo en adorar el Santísimo Sacramento del altar” y que enseñe a los fieles a que constantemente visiten a Nuestro Señor Jesucristo.

Retornando al altar, el obispo pidió que “como cooperador de tu obispo, ocupando esta sede y siendo imagen de Jesucristo”, predique el Evangelio y presida la oración de la Iglesia que se reúne en esta parroquia.

En la mesa del Señor, le indicó debe congregar “a los hijos de la Iglesia”, y en nombre de Jesucristo presidir “la Eucaristía para que tus fieles puedan unirse al sacrificio de Cristo y participen así de la Cena del Señor”.

“De esta manera, el Padre Leo Tiburcio Ordaz queda jurídica y litúrgicamente constituido párroco. Le brindamos un fuerte aplauso y le deseamos que la gracia y el espíritu le ayuden”, dijo la lectora oficial, tras lo cual nuevamente la feligresía estalló en aplausos.

Al término de la Misa, el Padre Tiburcio agradeció la presencia del Obispo Jugis, de la feligresía, sus padres, hermanos y familiares en la celebración. Citando las palabras del obispo, dijo que fieles y sacerdotes “caminamos juntos en la fe, no hay nadie delante sino que todos vamos unidos hacia un mismo lugar, hacia Nuestro Señor Jesucristo”, “y de mi parte, y el Padre Hugo, estamos aquí para servirles. Cuenten con nuestras oraciones y, por favor, oren por nosotros para que sigamos fieles a lo que es el ministerio y a lo que hoy acabamos de profesar”. “Que el Señor los bendiga”, finalizó.

El flamante párroco, instalado por el Obispo Peter Jugis durante una Misa celebrada el 6 de julio, al término de la celebración agradeció la presencia del Obispo Jugis, de la feligresía, sus padres, hermanos y familiares. Citando las palabras del obispo, dijo que fieles y sacerdotes “caminamos juntos en la fe... Por favor, oren por nosotros para que sigamos fieles a lo que es el ministerio y a lo que hoy acabamos de profesar”.

CÉSAR HURTADO | CATHOLIC NEWS HERALD

Más online

En www.facebook.com/CNHEspañol: Vea videos y fotografías de la Misa de instalación del Padre Leo Tiburcio

Lecturas Diarias

18-24 JULIO

Domingo: Jeremías 23:1-6, Efesios 2:1318, Marcos 6:30-34; Lunes: Éxodo 14:5-18, Mateo 12:38-42; Martes: Éxodo 14:21-15, Mateo 12:46-50; Miércoles: Éxodo 16:1-5, 9-15, Mateo 13:1-9; Jueves (Santa María Magdalena): Cantar de los cantares 3:1-4b, Juan 20:1-2, 11-18; Viernes: Éxodo 20:1-17, Mateo 13:18-23; Sábado: Éxodo 24:3-8, Mateo 13:24-30

‘Santa Ana, San Joaquín y la Virgen’, óleo sobre lienzo de Francisco Camilo (Madrid, 16151673). Imagen cortesía del Museo del Prado, Madrid. 25-31 JULIO

Domingo: 2 Reyes 4:42-44, Efesios 4:1-6, Juan 6:1-15; Lunes (Santos Joaquín y Ana): Éxodo 32:15-24, 30-34, Mateo 13:31-35; Martes: Éxodo 33:7-11, 34:5b-9, Mateo 13:3643; Miércoles: Éxodo 34:29-35, Mateo 13:4446; Jueves (Santos Marta, María y Lázaro): Éxodo 40:16-21, 34-38, Juan 11:19-27; Viernes: Levítico 23:1, 4-11, 15-16, 27, 34b-37, Mateo 13:54-58; Sábado (San Ignacio de Loyola): Levítico 25:1, 8-17, Mateo 14:1-12 1-7 AGOSTO

Domingo: Éxodo 16:2-4, 12-15, Efesios 4:17, 20-24, Juan 6:24-35; Lunes: Números 11:4b-15, Mateo 14:13-21; Martes: Números 12:1-13, Mateo 14:22-36; Miércoles (San Juan María Vianney): Números 13:1-2, 25:14, 26a-29a, 34-35, Mateo 15:2128; Jueves: Números 20:1-13, Mateo 16:13-23; Viernes (Fiesta de la Transfiguración del Señor): Deuteronomio 7:9-10, 13-14, 2 Pedro 1:16-19, Marcos 9-2-10; Sábado: Deuteronomio 6:4-13, Mateo 17:14-20

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