DMuerte #1

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dMuerte #1 Enero 2015

Personas dmuerte


Personas dmuerte



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La historia de la muerte

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Noch mal leben: retratos de la vida previa a la muerte

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Entrevista: Aubrey de Grey

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Londres: CafĂŠs de la muerte

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Valencia: Construye tu urna

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La muerte estrena su wiki


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Cuando morir se te hace eterno

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Muertos, pifias publicitarias y medios de comunicaci贸n

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Suicidios de m茅dicos

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Momentos dMuerte

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Historias dMuerte

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Arte dMuerte


Carla Cimino Directora carla@dmuerte.com Silvia Moreno Redactora Jefe silvia@dmuerte.com Marcus Hurst Redactor Jefe marcus@dmuerte.com Luis B Director de Arte luisb@dmuerte.com Gema Lozano Redacción gema@dmuerte.com David García Redacción david@dmuerte.com José Luis Colomina Redacción colo@dmuerte.com Teresa Cobo Redacción teresa@dmuerte.com Laura Bradley Edición laura@dmuerte.com

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Editorial Entendemos la muerte como un proceso, momento o motivo sobre el que experimentar, investigar y sobretodo debatir conjuntamente. Nos inquietan las personas que abordan la muerte y se enfrentan a ella o aquellas que la utilizan como medio de expresión artística. Tambien apoyamos a quienes creen que una educación sobre la muerte es necesaria y a quienes quieren acabar con ella e investigan sobre como alargar la vida. Es decir, optamos por apoyar, difundir y conocer todo aquello que pueda relacionarse con la muerte, por romper tabús y fomentar la libre expresión para construir una sociedad en la que la circule la libre información de una forma verídica y fundamentada. Carla Cimino, directora.


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La historia de la muerte

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a vida, geométricamente, tiene forma de tubo. Hay un boquete de entrada y otro de salida. Nacer resulta cada vez más sencillo. Pero morir es complicado. La cultura occidental lo ha ido haciendo cada vez más difícil. El humano se rebela emocionalmente ante su condición finita y, con los siglos, ha ido haciendo la salida del canuto existencial cada vez más dolorosa. La actitud ante la muerte tiene su propia historia. Empezó el día en que los humanos fueron conscientes de su extinción. Pero retrocedamos solo hasta la Edad Media. El historiador Philippe Ariès empieza ahí su investigación y en su recorrido hasta el siglo XX descubrió cómo ha ido cambiando la actitud de los europeos ante la muerte hasta convertirla en algo absolutamente terrorífico. Hace mil años la muerte estaba “domesticada”. El fin de la vida nunca se presentó en caída libre. Los caballeros de la canción de gesta o de las antiguas narraciones medievales sentían la llegada de su propia extinción. El rey Ban, en Las novelas de la Mesa Redonda, dijo: “¡Ah! Señor Dios, socórreme, pues veo y sé que mi fin ha llegado”. Ariès lo describe así

en su Historia de la muerte en Occidente. El historiador relata que el sentimiento de muerte era “una convicción íntima, más que una premonición sobrenatural o mágica”. Y así siguió a lo largo de los siglos. En el XVII, don Quijote dijo: “Yo me siento, sobrina, a punto de muerte”. También lo hizo un mozo en el relato Tres muertes, de Tolstói: “La muerte está aquí, eso es lo que me pasa”. Incluso en la Francia romántica del XIX. En 1941, Jean Guitton escribió: “Se observa cómo los Pouget, en esos tiempos antiguos (1874) pasaban de este mundo al otro como gentes prácticas y sencillas, observadores de los signos, y ante todo de los propios. No tenían prisa por morir, pero cuando veían la hora llegar, entonces, sin anticipación y sin retraso, justo como convenía, morían.”.


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Esta actitud empezó a verse en las estatuas del siglo XII. “En el cristianismo primitivo, el muerto era representado con los brazos extendidos en la posición del orante. Se espera la muerte echado, yacente. Esta actitud ritual viene prescrita por los liturgistas del siglo XIII”. “El moribundo debe estar echado de espaldas para que su rostro mire siempre al cielo”, decía el obispo Guillaume Durand de Mende. Los judíos, en cambio, se volvían hacia la pared, según el Antiguo Testamento. La religión católica creó el ritual de un final en la cama. El lecho de muerte era el lugar donde se concedía el perdón al moribundo por los errores de su vida. De lo humano pasaban después a lo divino. El sacerdote daba la extremaunción al enfermo y ya podía morir en paz. La muerte se convirtió así –según Ariès– en una “ceremonia pública, organizada por el moribundo, que la preside y conoce su protocolo”. Los asistentes se concentraban alrededor del enfermo y al acto acudían también los niños. Entonces, a diferencia del presente, la muerte no se escondía a la infancia. La desaparición de una persona era “aceptada y celebrada de manera ceremonial (…) pero sin carácter dramático ni excesivo impacto”.


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El historiador francés toma unas palabras del escritor ruso Aleksandr Solzhenitsyn (1918-2008), en su novela El pabellón de los cancerosos, para describir esta actitud durante “siglos o milenios”. “Sin fanfarronadas, sin aspavientos, sin presumir de que no iban a morir; todos admitían la muerte apaciblemente. No solo no retrasaban el momento de rendir cuentas, sino que se preparaban a ello tranquilamente y con antelación, designaban quién se quedaría con la yegua, quién con el potro… Y se extinguían con una especie de alivio, como si solo tuvieran que cambiar de isba”. Esta muerte es, para Ariès, “domesticada”. Es la actitud contraria a la actual. “La vieja actitud en la que la muerte es a la vez familiar, próxima, atenuada e indiferente se opone demasiado a la nuestra. La muerte da miedo hasta el punto de que ya no nos atrevemos a pronunciar su nombre”. En España esta escena no queda tan lejos. El catolicismo se coló por todas las rendijas durante el franquismo y, por supuesto, también en la habitación del agonizante. El descubrimiento de la propia muerte Hasta la Baja Edad Media, en Europa, el destino se concebía como algo colectivo. “El hombre experimentaba en la muerte una de las grandes leyes de la especie y no procuraba ni escapar de ella ni exaltarla”, escribió el historiador. “Simplemente la aceptaba con la justa solemnidad que convenía para marcar la importancia de las grandes etapas que toda vida debía franquear siempre”. Esa idea de lo colectivo fue tornándose hacia la individualidad y esto se ve reflejado en el arte sacro. La visión del apocalipsis y la alusión a una vuelta a la vida, que había dominado hasta el siglo XII, empieza a tambalearse con la idea del juicio final y el examen individual. La muerte sigue enmarcada dentro de una gran acción cósmica pero, a partir de entonces, un tribunal de justicia, con Cristo y su corte de apóstoles, juzga a cada hombre por el balance de su vida. El autor destaca, además, la aparición de un nuevo concepto en la muerte. Los libros y grabados del XV y XVI muestran una iconografía sobre el ‘buen morir’ o las ars moriendi. La transición final se traslada a los aposentos del

que agoniza. “Dios y su corte están allí para constatar cómo el moribundo se comportará en el momento de la prueba que se le propone antes de su postrer suspiro y que va a determinar su suerte en la eternidad. Esta prueba consiste en una última tentación (…). Su actitud, en el resplandor de ese momento fugitivo, borrará de golpe todos los pecados de su vida si rechaza la tentación o, por el contrario, anulará todas sus buenas acciones si cede a ella. La última prueba ha reemplazado el Juicio Final”. Fue entonces cuando apareció la creencia de que un individuo, al morir, ve pasar su vida en un recorrido de relámpago. El origen exacto es desconocido pero los historiadores creen que las órdenes medicantes divulgaron esta idea durante los siglos XIV y XV. El lecho de muerto cobró así una solemnidad y emoción desconocidas hasta el momento. Esta idea se fue extendiendo entre las clases más cultas hasta el XIX. Ese era el lugar donde redimir las faltas acumuladas durante toda una vida.


Las circunstancias de la muerte y la conducta del moribundo podían limpiar un pasado pecaminoso. El arte y la literatura de los siglos XIV, XV y XVI mostraron de un modo más que la muerte se había convertido en algo individual. En los cuadros y los libros empezaron a aparecer representaciones de cadáveres descompuestos. Un siglo después, la morte secca (el esqueleto y los huesos) se mostraban en las chimeneas y muebles de las casas. “El horror de la muerte física y de la descomposición es un tema familiar a la poesía de los siglos XV y XVI”, escribe Ariès. “El hombre de fines de la Edad Media tenía una conciencia muy aguda de que estaba muerto aplazadamente, de que el plazo era corto, de que la muerte, siempre presente en el interior de sí mismo, quebraba sus ambiciones y emponzoñaba sus placeres. Y ese hombre tenía una pasión por la vida que nos cuesta entender hoy, quizá porque nuestra vida se ha vuelto más larga”. El testamentoz Era el último escrito. El que expresaba, de forma personal, los pensamientos más profundos, la fe religiosa, las declaraciones de amor, las decisiones que había tomado para salvar su alma… Eso era el testamento entre los siglos XIII al XVIII. “Era el medio que tenía todo el mundo de afirmar sus pensamientos profundos y sus convicciones, en la misma medida –y aún superior– que un acto de derecho privado para la transmisión de una herencia”.

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Pero a mitad del XVIII, la redacción de este documento cambia notablemente. Ariès cuenta que en “todo Occidente cristiano, protestante o católico”, desaparecen las “cláusulas piadosas,la elección de las sepulturas, las mandas de misas y servicios religiosos y limosnas” y el testamento adopta la forma actual: “un acto legal de distribución de las fortunas”. El testamento se vuelve laico y esto significa, según el historiador M. Vovelle, que la sociedad de la época se está “descristianzando”. “Desde mediados de la Edad Media”, relató el francés, “el hombre occidental rico, poderoso o letrado, se reconoce a sí mismo en su muerte: ha descubierto la propia muerte”.

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Los ‘duelos histéricos’

”Ya no se lleva ropa oscura, no se adopta ya una apariencia diferente de la de los otros días. Una pena demasiado visible no inspira ya piedad, sino repugnancia”

La desaparición, hasta entonces, se había llevado con cierta calma y aceptación. Pero en el siglo XVIII llegó la exaltación. El foco pasa del sentido de la propia muerte a la muerte del otro, según Ariès. Es la muerte romántica y retórica. Y este enardecimiento del recuerdo del ausente provocó el culto a las tumbas y los cementerios del XIX y XX. “La muerte en el lecho de otro tiempo tenía la solemnidad, también la banalidad, de las ceremonias estacionales. Era una cosa esperable y la gente se prestaba a los ritos previstos por la costumbre. En el siglo XIX, una pasión nueva se adueñó de los asistentes. La emoción los agita. Lloran, rezan, gesticulan”, indica la obra. Los vivos ya no admiten la idea de la muerte.


El luto llegó a sus más altas cotas en el siglo XIX y Ariés ve aquí un claro significado: “Quiere decir que a los supervivientes les cuesta más que en otro tiempo aceptar la muerte del otro. La muerte temida no es entonces la muerte de uno mismo, sino la muerte del otro”. Fue entonces también cuando nació el culto a las tumbas y los cementerios. En la Edad Media, los difuntos se abandonaban en las iglesias y los familiares no se preocupaban por el lugar exacto donde se encontraban los restos del desaparecido. A partir del XVII y, sobre todo, desde finales del XVIII, los familiares empiezan a interesarse por el punto preciso de la sepultura. Las tumbas se convierten en un lugar de visita y un altar al que llevar flores. Es un culto laico, según el historiador. No se piensa en un más allá, sino en un espacio donde conservar la memoria del difunto. Tanto que algunos llegaban a conservar en sus hogares, a la vista, restos de cadáveres en grandes tarros de alcohol. “El sentir generalizado quiso bien conservar a los propios muertos en casa, enterrándolos en la propiedad familiar, bien poder visitarlos si habían sido inhumados en un cementerio”. Los más asiduos a las tumbas, en Francia, en el XIX y XX, fueron los anticlericales y agnósticos. “El carácter exaltado y conmovedor no es de origen cristiano. Es de origen positivista”, escribió. Aunque “los católicos se adscribieron enseguida a él y lo asimilaron tan perfectamente que pronto lo creyendo propio”. Laicos y religiosos, en su fervor, introdujeron de nuevo los cementerios en las ciudades, después de que la Edad Media hubiese borrado esta tradición de la Antigüedad.

La muerte se vuelve tabú EEUU glorificó la felicidad y el optimismo. El pesar se convirtió en ese país en una actitud de perdedor hace poco más de un siglo. Ariès creía que, probablemente, ahí estaba el origen del tabú. La idea del fin de la existencia se llega a hacer tan insoportable que los familiares del enfermo empiezan a esconderle que su muerte parece estar a la vuelta de la esquina. “La primera motivación de la mentira fue el deseo de proteger al enfermo, de hacerse cargo de su agonía”, escribió. “Pero muy pronto, este sentimiento (…) fue recubierto por una sensación diferente, característica de la modernidad: evitar, no ya al moribundo, sino a la sociedad, al entorno mismo, una turbación y una emoción demasiado fuertes, insostenibles, causadas por la fealdad de la agonía y la mera irrupción de la muerte en plena felicidad de la vida, puesto que ya se admite que la vida es o debe ser siempre dichosa. Esto sacó a la muerte de casa. “Se muere en el hospital porque este espacio se ha convertido en un lugar en el que se procuran cuidados que no pueden ofrecer en casa. En otro tiempo era el asilo de los miserables y los peregrinos. Se transformó primero en un centro médico en el que se cura y se lucha contra la muerte. Todavía conserva esa función curativa, pero un cierto tipo de hospital empieza también a ser considerado como el lugar privilegiado de la muerte. Uno muere en el hospital porque los médicos no han logrado curarlo.Se va o se irá al hospital ya no para curarse, sino precisamente para morir”.

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Los sociólogos estadounidenses hablan, así, de ‘enfermos graves arcaicos’, que prefieren morir en casa, y los ‘modernos’, que “van a morir al hospital, porque en casa se ha convertido en un inconveniente”. El nuevo lecho mortuorio fulmina el ritual de una ceremonia presidida por el moribundo. La muerte pasa a ser “un fenómeno técnico conseguido por el cese de los cuidados, es decir, (…) por una decisión del médico y de su equipo. A menudo, la persona ha perdido ya la conciencia. La muerte ha sido descompuesta, dividida en una serie de pequeñas etapas, de las cuales, no sabemos cuál constituye la muerte auténtica: aquella en la que se ha perdido la conciencia o aquella en la que se ha perdido el último aliento. Todas esas pequeñas muertes silenciosas han reemplazado y difuminado la gran acción dramática de la muerte”. El funeral también cambia. En los países occidentales se intenta que la muerte pase rápido, en silencio. Que ningún niño la vea. “Las manifestaciones aparentes de luto son condenadas y desaparecen. Ya no se lleva ropa oscura, no se adopta ya una apariencia diferente de la de los otros días. Una pena demasiado visible no inspira ya piedad, sino repugnancia”. De ahí surge el auge de la incineración. Es una muerte limpia, que no deja la huella de un lugar al que peregrinar para visitar al desaparecido. Algo así como una “supresión casi radical de todo lo que recuerde a la muerte”.

La muerte como producto de consumo La familia y los amigos se ocupaban de los funerales de sus personas queridas hasta principios del XIX. El crecimiento de las ciudades modificó las costumbres. A partir de entonces los carpinteros, los propietarios de carros y caballos, y los sepultureros empezaron a realizar estas tareas. “La manipulación de los muertos se convirtió en una profesión”. En algunos lugares, como EEUU, nació la figura del funeral director. En el pasado eran los ‘enterradores’, pero desde 1885 ese nombre resultaba poco glamouroso y elevaron su prestancia. El precio podría ascender del mismo modo que aumentaba la categoría. No es lo mismo contratar a un sórdido enterrador que a un director de funerales vestido en traje bien planchado. Además, esta figura cumplía una nueva función. “Es un doctor del dolor, un experto en devolver las mentes atormentadas a la normalidad en el menor tiempo posible. El luto (…) se ha convertido en un estado mórbido que hay que curar, abreviar y borrar”.


Se quiere transformar la muerte, maquillarla, sublimarla, pero no pretenden que desaparezca. Evidentemente, ello supondría también el final de las ganancias

Aunque no tan rápido. La memoria del muerto puede exprimirse monetariamente un poco más. “Se quiere transformar la muerte, maquillarla, sublimarla, pero no pretenden que desaparezca. Evidentemente, ello supondría también el final de las ganancias (…). La visita al cementerio y una cierta veneración hacia la tumba persistirán”, indica el historiador. “Por eso (…) a losfuneral directors les repugna la incineración, que hace desaparecer los restos demasiado rápida y radicalmente”. Los funerales se convierten en un producto de mercado más durante la segunda mitad del siglo pasado. Primero en EEUU y poco después en Europa. Pasan a ser “objeto de una publicidad vistosa, como cualquier otro artículo de consumo, un jabón o una religión”. El autor cuenta en el libro: “Yo he visto, por ejemplo, en los autobuses de Nueva York, en 1965: The dignity and integrity of a Gawler. Funeral costs no more… Easy acces, private parking for over 100 cars. Los ‘funeral homes’se anuncian en calles y carreteras mediante una publicidad vistosa y personalizada.

Dios, efectivamente, como avanzó Nietzsche, murió para muchos europeos y estadounidenses. El ateísmo avanza rápido a finales del XX y los mercados bursátiles ocupan el Olimpo. En estos últimos años que Ariès ya no pudo contar, porque falleció en 1984, la muerte se ha mercantilizado más aún. Han surgido decenas de empresas que construyen ataúdes customizados con todo tipo de alusiones pop y compañías que, abanderando la causa ecológica, venden urnas biodegradables para el último viaje de las cenizas. El catálogo de urnas es amplio. Adoptan formas y diseños que aluden a una pretendida, y a menudo megacursi, solemnidad. Una compañía mexicana anuncia conchas de mar biodegradables elaboradas con papel reciclable y “decoradas manualmente por un artista experto, dándole un toque único y distintivo”. Ofrecen también una urna llamada Sal de Vida, “elaborada de manera individual por artesanos capacitados”, con bloques de sal del Himalaya. Estas son algunas de las múltiples ofertas para los que se conforman con recordar a sus ausentes tan solo en la memoria. Pero el dios mercado no desatiende a nadie. También creó productos para los que se resisten a la desaparición física total. La misma empresa vende un “corazón hecho de plata y diseñado especialmente para almacenar una pequeña porción de cenizas de su ser querido consigo.

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Esta retórica, sin embargo, no encaja con todos los clientes de la muerte. Muchos occidentales prefieren el humor, el espectáculo, la diversión... Los funerales se apegan al día a día. La idea de espiritualidad molesta. Muchos ateos, agnósticos y talibanes de la ciencia se sienten incómodos entre pensamientos de trascendencia y, por eso, reservan para su despedida un acto que, en cierto modo, da esquinazo a la idea de muerte y centra la atención en una pasión vital. Hay funerales en los que suena el himno de un equipo de fútbol y, sobre el féretro, reposa la bandera del equipo. El negocio de la creatividad también ha entrado en los funerales y ataúdes. Desde hace décadas se celebran ceremonias con un cierto aire festivo. Así fue la de Willie The Wimp. El matón y traficante de drogas fue asesinado en 1984 y, para suhomenaje final, el padre encargó un ataúd que imitaba a un Cadilla Seville, equipado con faros intermitentes, luces traseras, parabrisas y una matrícula con su apodo familiar. Esa intención de ‘funeral alegre’ ha ido creciendo en los últimos años. La filosofía de Epicuro podría estar en esta especie de himno para ‘que no acabe la fiesta’. No acabe, incluso, la vida. El avance de la tecnología ha vuelto a encender el deseo de muchos alquimistas de eternizar la existencia.

La medicina regenerativa intenta frenar el envejecimiento. Expertos en esta ciencia, como Aubrey de Grey, trabajan para que en dos o tres décadas los humanos puedan alcanzar una edad de 150 años aproximadamente. Dmitry Itskov va más allá con su Iniciativa 2045. El multimillonario ruso pretende averiguar la forma en la que una vida humana puede traspasar a un ciborg. De este modo, cuando un cuerpo físico sucumba, la personalidad, los recuerdos y los sentimientos de una persona podrán encarnarse en un humanoide o ser cibernético. Esa es la resistencia a la muerte del yo. Pero también se sigue negando el fallecimiento de los demás. La serie británica Black Mirror trata en uno de sus capítulos este deseo de inmortalidad del otro. La vida se extiende después de la muerte en forma de mensajes electrónicos. Un programa informático rastrea las redes sociales y los mails de un fallecido y, con esa información, crea un perfil que va generando nuevos mensajes similares a los que hubiese escrito esa persona antes de morir.


La historia de la humanidad es también la historia de cómo tapar el final de ese tubo que es la existencia. El humano actual difícilmente acepta su condición humana. Odia la finitud. Al quedar sin dioses, él mismo quiere ser dios. Pero un tubo es un tubo. Por muchas vueltas que se le dé.

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Noch mal leben  retratos de la vida previa a la muerte

Esta serie de sombríos retratos tomados de la gente antes y después de que hubieran muerto es un estudio difícil y conmovedor. El trabajo por el fotógrafo alemán Walter Schels y su compañera Beate Lakotta, que grabó entrevistas con los sujetos en sus últimos días, revela mucho acerca de la muerte - y de vivir. La vida antes de la muerte está en la Wellcome Collection de 9 abril-18 mayo.

Barbara Gröne, 51 Años. personas dmuerte


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Heiner Smitchz, 52 A単os.

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Maria Hai-Anh Tuyet  52 Años.

” La muerte no es nada”, dice Maria. ” Yo abrazo la muerte. No es eterna. Después, cuando nos encontramos con Dios, nos volvemos preciosos. Nosotros sólo estamos llamados a la Tierra si seguimos apegados a otro ser humano en los últimos segundos”


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Michael Lauer, 56 A単os. 25


Aubrey de Grey 26

el investigador que quiere curar la vejez Silvia Moreno

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Aubrey de Grey le han llamado muchas cosas, entre ellas “transhumanista”, término por el que no siente demasiado apego. “Inmortalista” es otro de los calificativos con los que se describe a Grey y a su compañero Bill Andrews en un documental emitido en South by Southwest el mes de marzo. Ante la mención de la palabra “inmortalidad”, de Grey suele poner los ojos en blanco. Este gerontólogo británico se considera un “simple investigador médico”, si bien su investigación consiste en jugar con células para lograr detener el proceso de envejecimiento de los seres humanos y quizá lograr posponer la muerte de forma indefinida.

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¿Crees que la gente puede empezar a pensar que el verdadero enemigo es el envejecimiento?

En primer lugar, analicemos algunas noticias recientes. Hace un par de semanas, científicos de Harvard vincularon el sistema circulatorio de un ratón joven al de otro de mayor edad. El resultado fue el rejuvenecimiento de algunos tejidos de este último ejemplar. ¿Qué implicaciones tiene?  Es muy importante. Desde hace un tiempo se especulaba con la idea de vincular dos animales de distintas edades —se denomina parabiosis heterocrónica— para estudiar los efectos del envejecimiento. Aquí en SENS trabajamos en estrecha colaboración con algunos de los responsables de ese estudio en Harvard. Obviamente, no vamos a hacer lo mismo con el ser humano. En general, el experimento nos ha llevado a hacer un hallazgo de gran utilidad: existe una proteína específica en el torrente sanguíneo de los ejemplares jóvenes, la GDF11, que contribuye a reactivar ciertos elementos de la división celular en determinadas partes del cerebro. Pero eso es solo una pequeña parte; hay mucho más que todavía desconocemos. Yo espero que, en los próximos cinco años, se descubran al menos otros seis factores rejuvenecedores. ¿Podríamos decir que este experimento es el primer paso para ganar la lucha contra el envejecimiento? Yo no diría tanto. Lo único que sabemos es que la GDF11 estimula la división de determinados tipos de células que habían dejado de desarrollar esa actividad por los efectos del envejecimiento. Pero la división celular no es el único elemento en juego. De hecho, a veces resulta una mala idea provocar que las células se dividan con más frecuencia, ya que se aumenta el riesgo de cáncer. No obstante, es una nueva herramienta de gran importancia.

Así es. Finalmente se está entendiendo lo que llevo años tratando de explicar. La gente empieza a entender que las enfermedades propias 27 de la edad avanzada no son realmente enfermedades: son aspectos del envejecimiento, efectos secundarios del hecho de estar vivos. Si se quiere curarlas, lo primero que hay que hacer es seguir estando vivos, algo que no podemos hacer. Por ello hay que tomar medidas preventivas de mantenimiento, es decir, identificar los daños moleculares y celulares que el cuerpo se causa a sí mismo como resultado de su operación metabólica normal. Una vez identificados, cosa que ya hemos logrado, hay que encontrar un modo de reparar esos daños y evitar que sigan produciéndose y que deriven en una patología. ¿Qué estás tratando de lograr, realmente? ¿La longevidad o la inmortalidad? Bueno, en primer lugar, cualquier beneficio que pudiera conseguir en cuanto a longevidad sería un efecto secundario. Mi objetivo no es la longevidad, sino la salud. A lo largo de la historia, lo que ha matado a la gente ha sido... que no estuvieran sanos. Por tanto, la gente sana vivirá más. ¿Cuánto más? Depende de cuánto tiempo más podemos mantener sana a la gente. Actualmente, lo mejor que podemos decir es que el cuerpo humano es una máquina. Por tanto, podría darse el caso que el cuerpo humano sufra los mismos efectos que las máquinas por él fabricadas, como los coches. Como digo, por el momento nos centramos en realizar un mantenimiento preventivo, en reparar el daño antes de que se caigan las puertas. Parece funcionar muy bien con los coches; todavía hay coches de hace cien años circulando por ahí. Por tanto, con un mantenimiento adecuado, no hay límites. Deberíamos poder mantener el cuerpo humano en buenas condiciones de forma indefinida, por el tiempo que queramos.


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Eso... es inmortalidad, ¿no? No uses la palabra inmortalidad cuando hables de mi trabajo. Ya está cogida; es una palabra religiosa. La inmortalidad significa cero riesgo de morir de cualquier causa, y yo no trabajo para evitar que la gente muera atropellada por un camión, trabajo para mantenerla sana. Por cierto, ¿qué relación tienes con la religión? Personalmente, no tengo creencias religiosas. Sí que han arremetido contra mí personas religiosas que me acusaban de jugar a ser Dios. Por otro lado, resulta muy curioso lo fácil que es hacer que la gente religiosa entienda que sería un pecado no investigar sobre esto. Eso se debe a que el envejecimiento provoca mucho sufrimiento, y las Sagradas Escrituras dicen que nuestro deber es aliviar el sufrimiento. He tenido éxito con ese argumento. De acuerdo. Y ¿qué hay de las consecuencias sociales y políticas que puede conllevar la posibilidad de prolongar indefinidamente la vida? He abordado el tema un par de veces, y me he dado cuenta de que el error que la gente siempre comete es pensar que yo digo que viviremos mucho más tiempo en un contexto en el que no cambiaría nada más. Piensan, “el mundo seguirá como ahora, pero la gente se quedará en los 25 años biológicos para siempre”. Evidentemente, eso son tonterías. Habrán pasado muchas cosas hasta que logremos hacer que la gente viva hasta los 200 años. Por ejemplo, a muchos les da pánico la idea de tener que pagar las pensiones de los que sean más longevos. Pero ¿por qué ibas a necesitar una pensión si gozas de buena salud? Ni siquiera existirá el concepto del trabajo tal como lo conocemos ahora, puesto que los procesos cada vez estarán más automatizados. Aún tendrán que pasar cien años antes de que existan personas de 200 años de edad.

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Pero supongo que tendríamos que empezar a planearlo todo antes. Por ahora, nadie piensa que vaya a ocurrir. Si finalmente lo lograrais, algún día, pillaríais a la sociedad desprevenida. Eso es cierto, pero no voy a tratar todos y cada uno de los problemas —pensiones, niños, recursos— que pudieran surgir en una sociedad del posenvejecimiento. Prefiero ayudar a la gente a centrarse en el hecho de que tenemos un problema, en la actualidad, y uno muy grave: cada día mueren 100.000 personas a causa de la edad. Eso es lo importante, y no preocuparnos por problemas hipotéticos. Desgraciadamente, la gente parece estar programada para buscar razones en contra de la prolongación de la vida, principalmente porque temen a lo desconocido, ya que el mundo sería muy distinto si no envejeciéramos. ¿No te da miedo que vivir, digamos, mil años pueda resultar aburrido? Creo que es una pregunta muy triste. De todas las preguntas absurdas que me hacen sobre el tema, esa es la más triste. Cualquiera que haga esa pregunta se merece una vida miserable. La verdad es que no estoy muy contento con mi vida, en estos momentos. ¿Cómo se te puede pasar por la cabeza que podrías llegar a quedarte sin cosas que hacer? Yo tengo una lista larguísima de cosas que haría si pudiera vivir 1.000 años: piensa en todas las películas que no has visto, todos los libros que no has leído. Y para cuando los hubieras terminado, tendrías nuevos libros y películas para mil años más. Pero lo que la gente más disfruta en la vida es estar con otras personas, la interacción. Y hay siete mil millones de personas con las que puedes interactuar. Pero incluso aunque solo hubiera siete millones, esas personas cambian, con el tiempo, así que nunca te aburrirías.


¿Te consideras un transhumanista? No me gusta que me llamen transhumanista, la verdad. Suena como si estuviera haciendo algo raro. No hago nada distinto a lo que haría cualquier otro investigador médico, a excepción de que las consecuencias pueden ser muy importantes. Es un error etiquetar a los tecnólogos visionarios con la etiqueta “trans”. Provoca una especie de separación psicológica muy contraproducente. Pero, ¿harías algunas de las cosas que defienden los transhumanistas, como cargar tu mente en un ordenador? Me gusta mi cuerpo de carne, pero si no tuviera elección, preferiría continuar mi existencia en alguna forma de hardware a dejar de vivir. Pero todavía está por ver qué va a pasar. Por el momento, me temo que cargar la mente en un ordenador es aún más difícil. ¿Estás llevando a cabo alguna práctica para prolongar la vida, en la actualidad? Claro: estoy haciendo esta entrevista. Quiero decir, no es que siga una dieta o práctica específica, porque lo que tenemos hoy en día no sirve. Lo importante ahora es difundir el mensaje, ayudar a que las cosas sucedan antes, acelerar el desarrollo de terapias. ¿Qué posibilidades hay de que alguno de nosotros vivamos mil años? No lo sé, pero estoy trabajando en ello. Seguro que va a ocurrir, solo que no sabemos cuándo. Mi trabajo es acelerar lo inevitable. Para mí es muy importante, porque cada día que avanzo en la lucha contra el envejecimiento, estoy más cerca de salvar 100.000 vidas, y eso me hace muy feliz. Deberíamos poder mantener el cuerpo humano en buenas condiciones de forma indefinida, por el tiempo que queramos.

Deberíamos poder mantener el cuerpo humano en buenas condiciones de forma indefinda, por el tiempo que queramos.

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Mi hija me pregunta por qué tenemos que morir, ¿qué debo decirle?

Envejecer es algo que se puede remediar con intervención médica, algo que la medicina debería poder arreglar.

Puedes decirle que el cuerpo humano es una máquina, una máquina muy complicada, pero no debe sorprendernos que deje de funcionar, porque eso les pasa a todas las máquinas, como los coches. La buena noticia es que los coches pueden durar mucho más que lo que estaba previsto si se les da un mantenimiento realmente bueno y completo. Es por eso que hay coches que tienen cien años aunque fueran diseñados para durar diez o veinte. Debería ser lo mismo para el cuerpo humano y la única razón para que no suceda es que nuestro cuerpo es tan complicado que no hemos comprendido aún cómo hacer ese mantenimiento. Pero estamos en ello, y de eso va mi trabajo. Usted ha dicho alguna vez que envejecer es una enfermedad como la malaria. Bueno, no digo exactamente eso, digo que envejecer es algo que se puede remediar con intervención médica, algo que la medicina debería poder arreglar. No es lo mismo que decir que es una enfermedad... Me gusta decir que es una ‘ubernefermedad’, compuesta de todos los problemas que provoca el paso del tiempo.

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Su discurso sobre el envejecimiento me recuerda al de Raymond Kurtzweil sobre la tecnología y la singularidad, que son predicciones muy optimistas pero nunca acaban de llegar. Para mí es fácil ser optimista, porque yo veo todos los pequeños avances que se van produciendo en el laboratorio, las pequeñas piezas del puzle. La meta está acerándose y se está progresando. Pero por supuesto, desde fuera, hasta que no veamos a animales o gente viviendo realmente más, será difícil verlo. Y eso no sucederá hasta que no pongamos todas las piezas del puzle en su lugar. Pero lleva usted hablando de esto una década, ¿ha habido algún avance? Una cosa que ha pasado es que podemos hacer células madres de células normales, algo que no sucedía en 2007, por ejemplo. Y hay otros muchos campos en los que hemos avanzado. Uno de ellos es de nuestro propio trabajo. Nos ha llevado mucho tiempo pero hemos encontrado las enzimas en bacterias para eliminar los residuos que se acumulan en las arterias y provocan la arteriosclerosis. Ahora debemos probarlos en ratones, algo que podremos hacer en uno o dos años. Hablando de ratones, diez años después aún no han entregado a nadie el premio Matusalén [premio a la técnica que alargue la longevidad de estos animales]. Es verdad, pero es lo que esperábamos. Porque aunque haya avances en algunas áreas no ha habido avances en todas. Para un diseño tecnológico necesitas que todas las partes funcionen, es como en un coche,que no se moverá si no funcionan todas las piezas.

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Londres

— Cafés de la muerte

David García

Las palabras de tu epitafio o la canción de tu funeral son algunas de las cuestiones que se abordan en estos encuentros. L a muerte siempre ha sido concebida como la realidad más certera de la vida.

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Los inicios de las charlas fúnebres

El café siempre acompaña estas charlas sobre la muerte

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na cita inquebrantable que antes o después tiene reservado un hueco en las agendas. Mientras llega, se opta por ignorarla. Por eso no es de extrañar que una pareja salga despavorida de una cafetería de Hampstead, al norte Londres, después de que un completo desconocido les pregunte si ya han escogido las palabras del epitafio que sus familiares grabarán en su lápida. Este tipo de cuestiones articulan la esencia de los llamados cafés de la muerte. No, no se trata de una reunión de góticos que beben cócteles de sangre, ni de una fiesta de Halloween fuera de temporada en la que el portero porta una guadaña mientras revisa tu DNI.

Precisamente eso es lo que inspiró a Jon Underwood, el padre del café de la muerte, a finales del 2011. A su juicio, la sociedad occidental ha relegado el debate acerca de la muerte a médicos, enfermeras, sacerdotes y empresarios de pompas fúnebres. «Hemos perdido el control de uno de los eventos más importantes que alguna vez tenemos que enfrentar», comenta Underwood. Al principio, trató de implantar su idea en algunos bares y cafeterías de Londres. El rechazo frontal que obtuvo como respuesta no hizo más que subrayar la necesidad de celebrar reuniones de este tipo. La primera fue organizada en su casa de Hackney, al este de Londres, y dirigida por su madre, Sue Barsky Reid, psicoterapeuta de profesión.

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Valencia — Construye tu urna funeraria Mar Abad

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l público al que se dirigirán el wEstudio Mr. Simon y el ceramista Juan Carlos Iñesta (Do manises) para el workshop que impartirá en la escuela de diseño de Valencia (EASD) este julio es aquel susceptible de morirse algún día. El nombre de la cita es R.I.P, diseña tu urna funeraria. Seres eternos, abstenerse. Estos creadores proponen una nueva forma de trabajar la artesanía. «Se trata de hacer diseño desde un punto de vista conceptual. Acercarnos a la autoproducción y alejarnos de la idea de crear cosas con un fin estrictamente comercial», dice Nacho, uno de los componentes de Mr Simon junto a su compañero Aarón. Su idea es que, después de este, sigan otros talleres con artesanos de otras especialidades en los que los asistentes aprendan a trabajar alguna técnica artística partiendo de la base de los conceptos. «¡Todos vamos a morir!», anuncia a la humanidad este inventor del handmade pensante. «¿Y que mejor manera de afrontar este suceso que diseñando el contendor que albergará nuestras cenizas para los restos?», opina. Partiendo de un concepto original, los 20 asistentes que podrán inscribirse al taller «diseñarán y prototiparán en cerámica un objeto que invite a la reflexión sobre la vida y la muerte, desdramatizando tales conceptos», en palabras de los convocantes. Los tarros que enseñará a hacer Iñesta -para las futuras cenizas que cada uno de sus alumnos elija- no se aprenden a trabajar desde el barro, sino desde las ideas. «El primer día no se modela ningún contenedor, sino que en el taller, en grupo, se hará un análisis del concepto de vida y del concepto de muerte. Que los asistentes debatan y mediten sobre estas materias, y que busquen respuestas: ¿dónde te gustaría que descansaran tus restos?, ¿qué tipo de urna podría representarte?». En una segunda clase los alumnos se adentran en el diseño artesano de la cerámica, aunque se trata más de un trabajo con boina de pensadores que con traje de alfareros. «Se hace desde los conceptos que cada uno se ha definido», dice Nacho, «se conceptualiza la artesanía».

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¿dónde te gustaría que descansaran  tus restos?

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La Muerte estrena su wiki Gema Lozano 36

E s un tema tabú del que sólo nos acordamos (porque no nos queda otra) cuando nos toca de cerca o por estas fechas porque así lo marca el calendario. H ablar de muerte sigue generando cierto repelús en la mayoría de los casos. ¿Acaso no mentar a la ‘bicha’ nos puede librar de ella? Está claro que no. Entonces ¿por qué no hablar de ella con naturalidad?

E

s lo que pretende Tanatopedia, la wiki sobre temas funerarios. La idea de crear una enciclopedia virtual sobre todo lo que rodea a la muerte se gestó en el seno de la empresa Serveis Funeraris Integrals (SFI). Concretamente fue Fidel Martínez, asesor de servicios a las familias en uno de los tanatorios que la compañía dispone en la provincia de Barcelona, el que la propuso en 2009 para el concurso de nuevas ideas que SFI convoca anualmente entre sus trabajadores. El proyecto, que arrancó el día 1 de noviembre aprovechando la celebración de la fiesta de Todos los Santos, funcionará como una wiki abierta a todos los que deseen conocer o elaborar de forma compartida diversos aspectos del ámbito funerario. “Estudiantes, psicólogos, periodistas, funerarios, personas que padezcan la defunción de un ser querido… Pretendemos que toda la comunidad pueda participar de este proyecto. Por ello nuestros esfuerzos se centran en garantizar que los contenidos sean informativos y por que no se entre en la frivolidad”, apunta Josep Ventura, director de Servicios Funerarios de SFI. Los artículos de laTanatopedia podrán elaborarlos los usuarios que previamente se registren. Conceptos y terminología relacionada con la muerte, obituarios, curiosidades, aspectos psicológicos o de ayuda ante la defunción de un ser quierdo o rituales funerarios tanto de España como de otras culturas, son algunos de los contenidos disponibles en el site del que sus responsbles aseguran que es un ejemplo más de la modernización de los servicios funerarios.

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de los servicios funerarios.

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Cuando morir se te hace eterno Ángeles García

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i te dicen que un filme está basado en hechos reales, seguramente tu morbo se despierte. La acción suele estar garantizada en este tipo de películas en las que al protagonista le van a hacer pasar las de Caín. En esta que se presentó ayer simultáneamente en el Pequeño Cine Estudio de Madrid y en internet, el protagonista sufre mucho. Muchísimo. Durante 24 horas de proyección. Sí, estas leyendo bien. Es una peli de 24 horas de duración basada en la vida de un hombre anónimo pero real. 24 lentas, agónicas horas que muestran sin filtros, sin cortes y descarnadamente la rutina de un enfermo de cáncer terminal. 1.500 minutos, uno detrás de otro, inexorables. Aunque, en realidad, no es un película. Es un anuncio. El anuncio más largo del mundo.

La intención de esta campaña publicitaria que ha realizado La Despensa para la Asociación Federal Derecho a Morir Dignamente no es solo batir un récord como el spot de más duración. Su objetivo es más importante: movilizar a la opinión pública y conseguir que se regule la eutanasia en nuestro país, el derecho a que toda persona decida sobre su muerte y pueda optar a acabar con su sufrimiento con dignidad. La campaña incluye además la recogida de firmas, a través de la plataforma Change.org, a favor de una futura ley que regule este derecho, tanto a nivel nacionalcomo internacional. La cinta ha sido realizada por la productora Attic Films con la dirección creativa de La Despensa, y ha contado con el actor Juan Carlos Catalá como protagonista de la historia.

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Muertos, pifias publicitarias y medios de comunicación José Luis Colomina

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a muerte es una de esas cosas a las que todos tenemos un respeto reverencial. Seguramente sea el miedo, porque, quieras que no, no debe ser agradable -imagino, nunca me he muerto- y porque -quitando a Elvis, a Fidel y a un puñado de elegidosnos toca a todos. Pero a veces, en los medios de comunicación, por falta de supervisión, falta de sensibilidad o caprichos del destino,se olvidan estas cosas. Y no se libra ni la prensa impresa, ni la digital, ni la televisión. Por eso hay gente que desarrolla una sensibilidad especial con esas cosas e intenta evitar cualquier tipo de mención. Gente a la que el humor negro, incluso en su versión más naif como la del primer párrafo,se escandaliza. Yo soy de los que suele bromear casi con cualquier cosa y la muerte no es excepción. A pesar de eso, hay situaciones de sensibilidad mínimas en las que quizá un poco de mano izquierda no estaría de más. Ejemplo práctico número uno: la campaña de ‘Recicla’ y la actriz Mariví Bilbao. Sí, esa en la que la vecina cotilla de Aquí no hay quien viva da una sonora colleja a alguien por no reciclar. La cuestión es que Mariví Bilbao murió meses atrás y la campaña ha seguido circulando en televisión durante mucho tiempo y sigue activa online. Será que es un buen ejemplo de ‘reciclaje’ el aprovechar que se ha pagado un dinero a una persona por tantos meses de emisión.

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¿Por qué se suicidan tanto los médicos? Teresa Cobo 42

A pesar del tope de 80 horas de trabajo semanal para residentes, la medicina sigue siendo una de las profesiones más desgastantes física y emocionalmente, tributando vidas al estrés y las largas jornadas. El testimonio de un par de médicos jóvenes puede iluminar este panorama

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er médico es una profesión de riesgo: algunos estudios muestran que los médicos tienen el doble de probabilidad de suicidarse que las personas que no ejercen esta profesión; la probabilidad se triplica en el caso de las mujeres. La nanocirugía avanza a pasos agigantados, al igual que el prospecto de nuevos tipos de transplantes y vacunas contra enfermedades hasta hoy incurables; sin embargo, los médicos no pueden comportarse como robots: siguen enfrentándose finalmente al ciclo de vida y muerte al que todo organismo está expuesto, y para algunos es simplemente demasiado difícil. Se estima que al menos 400 médicos cometen suicidio cada año en Estados Unidos, más que el promedio de la población general y más que en cualquier otro grupo académico-ocupacional –y la tendencia es más pronunciada entre psiquiatras y anestesistas. La paradoja de que los médicos no puedan diagnosticar sus propios malestares asociados con el ejercicio de la profesión (como estrés, aislamiento social y abuso de drogas) ha sido documentada estadísticamente, pero algunas voces al interior del gremio están de acuerdo en que se requieren cambios de fondo.

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Pranay Sinha es un médico de primer año de residencia en el departamento de medicina interna del Hospital de Yale-New Haven. Su teoría es que los médicos (en especial los residentes en EE.UU.) son formados de acuerdo al ideario del ensayo “Aequanimitas” de Sir William Osler, fundador del primer programa de residentes del Johns Hopkins Hospital en 1889. El médico debe proyectar ecuanimidad intelectual, emocional y física, muchas veces más allá de las que posee realmente. Sinha se dio cuenta de que es sólo cuestión de tiempo para que el médico tenga que enfrentarse a la realidad estresante de aquello que, paradójicamente, también le genera satisfacción: certificados de defunción, diagnósticos mal establecidos, prescripciones erradas…“Descubrimos que algunos enfermos no se curan pero se sanan” Los dramas médicos no ocurren solamente en Dr. House o Grey’s Anatomy: la supuesta infalibilidad de los médicos ha sido cuestionada también en un contexto latinoamericano en el libro Permiso para morir. Cuando el fin no encuentra un final, de próxima aparición en Argentina.


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El caso del músico Gustavo Cerati y su innecesaria agonía dan pie a una reflexión de Daniel Flichtentrei sobre el derecho a la muerte voluntaria, pues “hay investigaciones que señalan que los médicos realizamos maniobras de reanimación cardiopulmonar hasta en un 85% de los casos, aun considerando que serán inútiles o que sólo prolongarán la agonía” .

Aprendemos a “ser” y no sólo a “hacer”. Leemos, tomamos cursos de postgrado, asistimos a congresos y a simposios para adquirir como médicos las habilidades que teníamos antes de ingresar a la facultad y que habíamos perdido al salir de allí. Las competencias elementales para comprender el sufrimiento ajeno y para permitirnos sentir el propio.

La educación “enfática” de los médicos, como la llama Flichtentrei, parte de la premisa de que toda vida merece ser vivida, lo que lleva muchas veces a la construcción de un nuevo tipo de paciente: los familiares del enfermo que ven al paciente convalecer innecesariamente, cuando las esperanzas clínicas han sido agotadas.

La habilidad para articular lo analítico y lo narrativo. Una mañana al entrar en la sala del hospital nos damos cuenta de que podemos escuchar y no sólo preguntar. Que el “escuchatorio” puede articularse con el interrogatorio. Que la gente tiene cosas valiosas para decirnos y que son ellos mismos, con sus propias historias, quienes le dan sentido a la vida que se les termina. Descubrimos que algunos enfermos no se curan pero se sanan. Que ellos se sienten mejor. Y nosotros también.

Aunque Flichtentrei no se refiere propiamente a la singular tasa de suicidios entre médicos, su propuesta para afrontar con una nueva humildad el ejercicio de la medicina podría beneficiar a otros practicantes, especialmente por el enfoque de ida y vuelta que plantea:


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Las funerarias de Nueva Zelanda se enfrentan al problema de que los féretros más amplios no entran en los crematorios David García

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Tan obesos que no caben en sus ataudes, su peso se ha convertido en un problema para las funerarias.

La población de Nueva Zelanda está engordando tanto que su peso se ha convertido en un problema para las funerarias, pues los ataúdes más amplios ya no caben en los nichos de los crematorios. Eso obliga a muchas familias a gastarse más dinero en comprar o alquilar tumbas en cementerios, mientras la anchura media del féretro ha sido ampliada de 48 a 58 centímetros, informó hoy la agencia NZPA. «Los ataúdes se están haciendo más grandes para que quepa la gente, esperamos así resolver el problema por ahora», indicó el presidente de la Asociación de Directores de Funerarias de Nueva Zelanda, Tony Garing. Fuentes del sector admiten que la obesidad de algunos cuerpos impide la cremación porque no caben en los nichos. Por si esto no fuera suficiente, los féretros de gran tamaño tienen que ser enterrados en los extremos de las filas dentro del cementerio, para que no derriben a otras tumbas. Algunas familias han optado por comprar o alquilar dos espacios juntos, cada uno de 1,2 metros de ancho y que por separado cuestan unos 1.865 dólares. Uno de cada cuatro neozelandeses padece obesidad, según datos del Ministerio de Sanidad. –

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Bajo un suave cielo equinoccial, la luz matutina se derramaba sobre el cemento blanco de la entrada del planetario. Cerca de los estanques de barro agrietado, la ruinosa cúpula del planetario y los pechos corroídos de Marilyn Monroe aparecían invertidos. En los distantes bloques de apartamentos casi ocultos por las dunas nada se movía. Tallis esperó en la terraza desierta del café, junto a la entrada, raspando con una cerilla usada los excrementos de gaviota que habían caído sobre las mesas verdes de metal, a través del toldo andrajoso. Se levantó cuando el helicóptero apareció en el cielo. J.C Ballard

La exhibición de atrocidades

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Literatura, Cine   y Muerte

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esde los inicios de la literatura, la muerte ha sido un tema recurrente desde diferentes perspectivas y géneros. La primera narración escrita de la Historia, El poema de Gilgamesh –datado del año 2000 a.C., y perteneciente a la cultura sumeria, en la antigua Mesopotamia-, incorpora ya esta temática. Según los críticos, se trata de la primera obra literaria con referencia a la mortalidad y a la inmortalidad. Aunque no se considere exactamente literatura, sino de un conjunto de textos funerarios, El libro de los muertos, del antiguo Egipto, acompañaba a los difuntos en su viaje al más allá. También en Grecia se hallan múltiples reflexiones alrededor de la muerte en los primeros textos literarios, cuyos autores tocaban sin miedo. Es el caso de La Odisea de Homero, que aborda la función ideológica de morir. Uno de sus personajes, Aquiles, representa el ideal de héroe que aún pervive en nuestros días, al asumir el destino inevitable de una muerte gloriosa para ser recordado eternamente. Otro autor griego, Séneca, en uno de sus escritos, recomienda a una serie de personas que no sufran por la muerte, puesto que la certeza es que desde que nacemos tenemos que morir. En la Eneida, del poeta romano Virgilio, la muerte es también tratada de forma heroica a través de Eneas, pero se trata también el suicido por amor de Dido. De la literatura clásica romana es interesante destacar su división según las muertes de sus emperadoras más importantes: del origen de Roma hasta la muerte de Livio Andrónico, de la muerte de este último hasta el fallecimiento de Sila, desde la muerte de éste hasta la de Augusto, y así sucesivamente. Las mil y una noches, la recopilación de cuentos árabes orales de Oriente Medio, realizada en el siglo IX, hace también alusión a la temática de la muerte. Según la leyenda, los cuentos son inventados por la hija de un visir, Scheherazade, para impedir que el sultán la matara. Gracias a su imaginación, sabiduría y perspicacia, la joven consigue salvar su vida cada noche, hasta convertirse en reina.

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Uno de los ejemplos más relevantes en la literatura de finales de la época medieval es La Divina Comedia de Dante (1265-1321), que se puede considerar como un gran tratado sobre la muerte. Tiempo después, también el dramaturgo británico William Shakespeare (1564-1616), en su obra póstuma Hamlet, planteó el tema de la muerte con cotidianidad, a través de la figura del enterrador, como única solución a la miseria de la vida. La muerte fue una de las obsesiones del célebre escritor en su trayectoria literaria. En la literatura española, Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes (1547–1616), considerada una de las mejores obras de la literatura universal, tampoco escapa a esta temática. El autor trata la muerte como una posibilidad presente en cualquier acción, por lo que concibe la vida como un mero trance hasta la muerte. La muerte es la razón de ser de uno de los géneros literarios más vivos de la literatura actual, la novela negra. El detective Pepe Carvalho, creado por Manuel Vázquez Montalbán (1939-2003), convirtió este género en un fenómeno de masas en España, mientras que con el detective Wallander, de Henning Mankell (1948), empezaría la potente escuela sueca de novela negra. En el ámbito de la novela policiaca o criminal, la inglesa Agatha Christie (1890-1976) representa uno de los ejemplos más famosos y prolíficos. Es la creadora de otro célebre detective, Hércules Poirot, inspirado en el personaje de Sherlock Holmes, de su admirado Sir Arthur Conan Doyle (1859-1930).


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La muerte es la razĂłn de ser de uno de los gĂŠneros literarios mĂĄs vivos de la literatura actual.

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Existen varias leyendas y especulaciones alrededor de fenĂłmenos extraĂąos con algunas obras. Casos de libros satĂĄnicos o prohibidos, novelas que envenenan e incluso autores condenados a muerte por su obra.

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La literatura de terror lleva implícita la muerte y el temor a ésta por parte de sus personajes. El estadounidense Edgar Allan Poe (1809-1849) es uno de sus máximos representantes con sus cuentos de terror. Curiosamente, la propia muerte del escritor sigue siendo hoy en día un misterio. Uno de los referentes actuales el género de terror es el norteamericano Stephen King (1947), cuyas novelas han sido superventas. La literatura infantil no esquiva la muerte y muchos autores han incorporado esta temática a los más pequeños, de forma más o menos directa, para que se familiaricen con ella y deje de ser un tabú. Desde los clásicos cuentos algo terroríficos de los Hermanos Grimm, el personaje del niño que debe enfrentarse a las miserias y a la muerte en el Londres del siglo XIX en Oliver Twist, de Charles Dickens, hasta la novelista Ana María Matute, que en su obra intenta explicar temas como la muerte con absoluta naturalidad. Ejemplo de ello es la Fiesta al Noroeste, novela en la que la muerte y el funeral de un niño son el hilo conductor. Hasta los fenómenos de masas o best sellers juveniles como Harry Potter, de J. K. Rowling (1965), incorporan en su argumento una lucha constante entre el bien y el mal, entre la vida y la muerte. En Oriente, el caso más sorprendente es el del famoso escritor y dramaturgo japonés Yukio Mishima (1925-1970), que ya desde joven manifestó su obsesión por la muerte, hasta el punto de acabar con su vida haciéndose la hara-kiri. Es destacable también el caso de la literatura africana, con representantes como el premio Nobel de Literatura Wole Soyinka (1934), que fue de los primeros a tratar temas como el genocidio ruandés. La muerte y la literatura mantienen en ocasiones un vínculo más allá de los argumentos y los géneros. Existen varias leyendas y especulaciones alrededor de fenómenos extraños con algunas obras. Casos de libros satánicos o prohibidos, novelas que envenenan e incluso autores condenados a muerte por su obra (como el polémico Los versos satánicos del autor británico de origen hindú Salman Rushdie). A pesar de algunas diferencias, puede afirmarse que la muerte,en tanto que correspondencia de la vida, es un tema instalado en todas las literaturas y épocas. Es evidente que la historia política y social hace que se vea de formas diferentes, pero, tal como manifestó el poeta Rilke (1875-1926), “la muerte vive dentro de nosotros” y está conectada indefectiblemente al día a día”.


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La asesina ilustrada Enrique Vila-Matas Editorial Lumen Publicada por primera vez en 1977, La asesina ilustrada supuso la revelación de Enrique Vila-Matas como escritor. Se trata de un texto breve, donde ya se anuncian lo que luego serán las constantes de su obra: juegos intertextuales, la telaraña de la ficción... En este caso, el escritor se propuso la tarea imposible de escribir una novela que provocara la muerte de quien la leyera.

La muerte de la polilla y otros escritos Virginia Woolf Editorial Capitán Swing Esta antología es fundamental para acercarse al particular mundo de Virginia Woolf. Para ella, parte de los méritos atribuibles a un ensayo son “ese libre relampagueo de la imaginación, esa destellante fractura de genialidad en medio de ellos, que los deja defectuosos e imperfectos, pero iluminados de poesía”.

Los vivos y los muertos Joe Williams Editorial Alpha Decay

101 tragedias de Enrique Metínides Enrique Metínides Editorial Blume

En un remoto y árido pueblo de Arizona se producen conexiones mágicas: los vivos desean morir sin acabar de conseguirlo, y los muertos se resisten a desaparecer del todo. Los dos planos espirituales se confunden y el tiempo se enreda en un bucle alucinado por el que vaga la maravillosa colección de personajes creada por Joy Williams en esta formidable novela, finalista del Premio Pulitzer en 2001.

Selección que hace Enrique Metinides de las 101 imágenes clave de su vida como fotógrafo de escenas de crimen y accidentes en México, para diarios locales y nota roja. Sus textos acompañan cada una de las imágenes, y a través de ellos describe la situación, los personajes y la vida en las calles, la tristeza de las familias, los criminales y el heroísmo de los equipos de rescate, lo que deja entrever una gran parte de sí.

La muerte: un amanecer Elisabeth Kübler-Ross Editorial Luciérnaga Esta antología es fundamental para acercarse al particular mundo de Virginia Woolf. Para ella, parte de los méritos atribuibles a un ensayo son “ese libre relampagueo de la imaginación, esa destellante fractura de genialidad en medio de ellos, que los deja defectuosos e imperfectos, pero iluminados de poesía”.

Emilio, los chistes y la muerte Fabio Morábito Editorial Anagrama Ésta es la historia de la relación entre un niño de doce años que tiene un exceso de memoria y una mujer de cuarenta que quisiera olvidarlo todo. Emilio, que no tiene amigos ni hermanos, y Eurídice, masajista que acaba de perder a su único hijo, se encuentran de manera casi clandestina en un cementerio enorme y descuidado, donde los nombres de los muertos lucen incompletos.

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¡Viva la muerte! Rafael Núñez Florencio Editorial Marcial Pons ¡Viva la muerte! es el grito de Millán Astray, fundador de la Legión. En efecto, vive la muerte podía ser la triste constatación de su rival, Miguel de Unamuno, en la ceremonia que tiene lugar en la Universidad salmantina en 1936. Pese a su disparidad, entre la mística necrófila del fascismo y el pesimismo de la inteligencia, se aprecia una base común: la abrumadora presencia de lo macabro en la cultura y política españolas del siglo XX.

Hermana Muerte Thomas Wolfe Editorial Periférica «Uno de los textos más hermosos y enigmáticos de Thomas Wolfe», dijo Faulkner de esta narración. La muerte en Nueva York de cuatro personajes anónimos le sirve para abordar uno de sus grandes temas: la desolación de las grandes ciudades contemporáneas. La primera de esas muertes se produce en el simbólico mes de abril, durante el primer año de la vida del autor en Nueva York.

Aurora de sangre. Vida y muerte de Hildegart Eduardo de Guzmán Editorial La linterna sorda Hildegart Rodríguez fue una fascinante figura en tiempos de la Segunda República española. Niña prodigio, en su corta vida estudió tres carreras universitarias, escribió 15 libros -abundando sobre la revolución sexual- y una centena de artículos periodísticos y opúsculos divulgativos; actividades unidas a una militancia obrera, social y feminista.

La comisión para la inmortalización John Gray Editorial SextoPiso Gray reflexiona sobre los conceptos de ciencia y religión, para demostrar que incluso ahora que vivimos en una época formalmente secular al menos desde el punto de vista político y científico, las sociedades continúan evadie ndo el miedo a la muerte mediante sistemas de pensamiento que permiten creer al hombre en su inmortalidad.

Huida del corredor de la muerte Edward Bunker Editorial Sajalín Tras la muerte de Edward Bunker en 2005, se encontraron entre sus papeles una novela inédita (Stark) y varios relatos en los que el escritor angelino estaba trabajando, reunidos ahora bajo el título de uno de ellos, Huida del corredor de la muerte. Los relatos abordan algunos de los temas como el sistema judicial y penitenciario norteamericano, la discriminación racial en la cárcel y la pena de muerte.

Sentir la muerte hoy Mª Rosario Belloso Editorial Prensas UZ Sentir la muerte hoy es un libro que habla, desde la sociología de la muerta, de la feminización del proceso de morir y de la muerte.Cómo es el final de la vida para las personas moribundas y sus acompañantes, principalmente mujeres, y cómo el género se ve transformado por la propia muerte son los temas centrales de esta obra.

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Le parfum Tom Tykwer 2006

Million Dollar Baby Clint Eastwood 2004

Bambi James Algar 1942

El protagonista creció en un ambiente hostil; nadie le quería, porque había en él algo excepcional: carecía por completo de olor. Estaba, sin embargo, dotado de un extraordinario sentido del olfato. A los veinte años, después de trabajar en una curtiduría, consiguió trabajo en casa del perfumista Bandini, que le enseñó a destilar esencias. Pero él vivía obsesionado con la idea de atrapar otros olores: el olor del cristal, del cobre, pero, sobre todo, el olor de algunas mujeres.

Los dos principales protagonistas van descubriendo que comparten un espíritu que trasciende el dolor y las pérdidas de su pasado. Los personajes sufren el conflicto de conciencia ante la muerte, respira auténtico respeto y sensibilidad ante el dolor y quien lo sufre, y se percibe sinceridad en su director al plantear la duda moral entre un pretendido “derecho a morir” y la licitud al dejar de poner medios extraordinarios para mantener la vida.

Bambi es una película clásica de animación y en color, basada en el cuento Bambi, una vida en el bosque, publicada en 1923 del autor austriaco Felix Salten. Es la historia de un pequeño ciervo contada desde su visión de los hechos, con sus amigos, y su futura pareja Faline, descubrirá sabias lecciones sobre el amor y la vida. Es una de las películas más recordadas por los fanáticos de Disney por la trágica y antológica escena de la muerte de la madre de Bambi.

Volver Pedro Almodóvar 2006

The Shining Stanley Kubrick 1980

Los otros Alejandro Amenabar 2001

Volver no es una comedia surrealista, aunque en ocasiones lo parezca. Vivos y muertos conviven sin estridencias, provocando situaciones hilarantes o de una emoción intensa y genuina. Es una película sobre la cultura de la muerte en Mancha. El modo en que los muertos continúan presentes en sus vidas, la riqueza y humanidad de sus ritos hace que los muertos no mueran nunca. Volver destruye los tópicos de la España negra y propone una España tan real como opuesta. Una España blanca, espontánea, divertida, intrépida, solidaria y justa.

Basada en la novela del escritor Stephen King, la película relata la historia de un hombre que, al poco de llegar a un solitario hotel de alta montaña al que se había trasladado con su familia para ocuparse de la vigilancia y el mantenimiento durante el invierno, empieza a sufrir inquietantes trastornos de personalidad. Debido a la incomunicación, al insomnio, a sus propios fantasmas interiores y a la influencia maléfica del lugar, se verá inmerso en una espiral de violencia contra su mujer y su hijo, quienes al mismo tiempo parecen víctimas de espantosos fenómenos.

Isla de Jersey, 1945. La II Guerra Mundial ha terminado, pero el marido de Grace no vuelve. Sola en un aislado caserón victoriano, educa a sus hijos dentro de rígidas normas religiosas. Los niños sufren una extraña enfermedad: no pueden recibir directamente la luz del día. Los tres nuevos sirvientes que se incorporan a la vida familiar deben aprender una regla vital: la casa estará siempre en penumbra, y nunca se abrirá una puerta si no se ha cerrado la anterior.

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De fosa en fosa Jan Cvitkovic 2006

Amor Michael Haneke 2012

Tu vida en 65 ‘ Maria Ripoll 2001

Película que cuenta la historia de Pero, un chico que vive en un pequeño pueblo de Eslovenia junto con su padre Dedo, su hermanas y su sobrino. Pero, tiene una profesión un tanto singular: redacta y lee discursos en los funerales sobre las personas fallecidas. En estas lecturas no sólo elogia a los fallecidos, sino que él aporta su sello personal y filosofia de vida.

George y Anne, los ochenta cumplidos, son dos profesores de música clásica jubilados con una gran cultura. Su hija también se dedica a la música y vive fuera de Francia con su familia. Un día, Anne sufre un infarto. Al volver del hospital, tiene un lado del cuerpo paralizado. El amor que ha unido a la pareja durante tantos años será puesto a prueba.

Un domingo cualquiera, tres jóvenes amigos leen la esquela de quien suponen es un compañero del colegio al que hace tiempo perdieron la pista. Acuden al tanatorio y se dan cuenta de que se han equivocado: aquel entierro no es el de su compañero de escuela. A partir de aquí la confusión y el azar tejen una historia de amistad, de amor y de muerte.

Ahora o nunca Rob Reiner 2007

Forever Heddy Honigmann 2006

Stoker Chan-wook Park 2012

Película que se basa en las vivencias de dos enfermos terminales, que comienzan a hacer una lista de las cosas que harían antes de morir, por lo que escapan del hospital y emprenden un viaje. El encuentro casual de dos ocasos trasnochados, uno culto y sin oportunidades pasadas, otro rico pero solitario y pobre en su interior. La amistad surge espontánea y terminal en una habitación sin vistas.

Este documental es perfecto para iniciar un recorrido sobre la manera de enterrar a los muertos en nuestra cultura a través del tiempo y también en otras culturas, las costumbres funerarias y los ritos. En Père-Lachaise, uno de los cementerios más famosos y bellos del mundo, reposa una serie de grandes artistas de todas las épocas y lugares. Algunos de ellos, como Piaf, Proust, Jim Morrison y Chopin, son venerados aún hoy en día.

Cuando India Stoker, una adolescente, pierde a su padre en un trágico accidente de coche el día en que cumple 18 años, su vida se hace añicos. Su impasible comportamiento oculta profundos sentimientos que sólo su padre comprendía. Cuando su tío Charlie, hermano de su padre del que desconocía su existencia, aparece por sorpresa en el funeral, éste decide quedarse una temporada en casa de India y de su inestable madre. –

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