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Escribir contra sí mismx: Mi Nuevo Testamento por Gerónimo Ghiraldo

“No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén”, corona la Oración al Padre Nuestro que incontados domingos escuché llenar los rincones de un espacio habitado por un grupo de religiosos. Grupo del que, en lo que parece otra vida, no fui ajeno, sino todo lo contrario.

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Como el adolescente consternado, aislado y perdido que supe ser, hubo un período de mi vida en el que caí y me regocijé en el calor efímero que me generó el amparo del Señor, tragándome la Historia de la Salvación como si fuera el pan de cada día. Y mi voz, por un tiempo que hoy es anecdótico, solía perderse entre las tantas monótonas ondulaciones que emitían el sonido de estas palabras de imploro en el recitar frío y colectivo.

¿Cuál era esta tentación a la cual no debía caer? o ¿De cuál mal debería ser liberado? Son algunas de las tantas preguntas que empezaron a resonar en mi interior y en su momento traté de aplacar con el poder de la oración. Como la buena fe, elegí por un tiempo ser ciego, y tardé años en entender que mi cuerpo se estaba alimentando de un banquete que le era prohibido, y que las pulsiones que explotaban en mi interior (y traté de callar) eran la definición de lo que la tajante moral cristiana decía que estaba mal.

Empezó entonces, con el pasar de los años, un proceso de desromantización y despertar, en el que noté que dentro mío la Sangre y el Cuerpo de Cristo se estaban pudriendo, y las imágenes renacentistas de la Salvación se fueron diluyendo. Logré ver que

nada de lo que representaba mi deseo podría ser aceptado por su imposición heteronormativa, y entendí que en esa liberación del mal, al que hacía lo que no se debía se lo dejaba arder en el fuego eterno, y que el amor fraterno de los unos a los otros no le era correspondido al distinto, no normativo, disidente o subversivo.

Todo esto dio pie a que, como Jesús, terminé exiliándome al desierto. Un desierto diferente sin embargo, en donde dejé que me acunara la noche larga y oscura, mientras iba regando el closet con lágrimas. Fue acá en donde me terminé por desbordar, y elegí tirarme de lleno a la tentación que ya nadie iba a callar. Me di cuenta que la represión me iba a llevar a la destrucción, y decidí desfilar con la frente en alto por los pasillos del mal.

El escribir contra sí mismx me significó, entonces, incinerar esa idea de querer ser aceptado, enderezado o curado, hasta volverme ignífugo. Fue un legitimar mi existencia, un exaltar mi deseo de libertad para así vivir y encarnar mi realidad. Me significó abrazar el pecado, no necesitar confesarlo, ni permitir que me ahoguen con culpa, mi culpa, mi gran culpa.

Escribir contra mí mismo, contra otrxs mismxs, organismos mismos, instituciones mismas, y cualquier otro mismo que pretenda arrebatarme mi libertad, para corroer el incuestionable dogma, y tener como frente de batalla lo que querían hacerme sacrificar. Recuperar mi voz, desantificar mi cuerpo, humanizarlo, reconocerlo como la materia que es, gozarlo y llevar como bandera la “condición” que amenazaron con curar.

En definitiva, y citando a Susy Shock, escribir contra mí mismo me significó el “ser yo entre tanto parecido, entre tanto domesticado”, para así escribir un nuevo versículo, un nuevo testamento; mí nuevo testamento, que hoy, y los días por venir, canto a viva voz.

Cartas a mi misme por Eduardo Inostroza.

Para la Edu, Tus pensamientos, tus ideas, idas y vueltas son un vaivén de no materia que queda en esa nada misma. Y sí, estoy criticando tu inacción frente a este mundo injusto que te rodea, tu mundo burbuja en la que creíste cuando eras un pibete. Me refiero a eso que es algo así como preservar tu heterosexualidad virgen para un amado en el que las cosas devienen porque “son las cosas que hay que hacer”: pareja, casamiento, moto, auto, casa e hijos, etc., como en línea recta. Todo eso no va a existir por que decidiste que así fuera, y eso tiene un costo en este mundo que te vió nacer. Pero no es el punto, no es necesario ahondar en tu rebelión de esos mandatos familiares, porque después vinieron los mandatos de “ser gay”. Que el arito, que la manito, que el bailecito, que la ropita, que los colores y la mar en coche,

eso ¿No te es suficiente? ¿Por qué tener que rebelarte a lo gay, si “ser gay” es “feliz” según traducen los yankees? Me parece que eso sucede en yankilandia, donde la gente no tiene los mismos problemas, porque el dinero de esos trabajos que no hacen los yankees te sirve para “progresar”. No lo sé, pero no importa. ¿Por qué esa necesidad de volver a doblegarse frente a lo impuesto? ¿De dónde viene? Si tu familia es tan cristiana y predican el orden natural de las cosas.

Una vez más, tus formas no alcanzan, la injusticia duerme en la esquina de tu casa mientras lees esto y parece nada cambiar frente a tus “granitos de arena” en las que apostás por un mundo que incluya a todos. ¿No ves que cada vez hay menos para todes y dejá de pensar en el otro que la responsabilidad afectiva en un punto es chamuyo, o no te diste cuenta que el mundo gira en torno a lo no dicho? La sinceridad bajó su cotización en bolsa y te tenes que dar cuenta de lo que el otro quiere decir y no confundas explicitar con sinceridad por que son dos cosas diferentes. En fin, quisiera comprender para qué salir de tanta norma si el mundo sigue igual, o peor, parece no cambiar te diste cuenta. Es lo que veo por la tele y la tele no miente eduardito.

Un beso. Para el Edu,

Porque considero que para motorizar el cambio hay que hacer temblar las bases con cuestionamientos incisivos y punzantes, hay que empezar por une. “Yo” y “vos”, son intercambiables en el lenguaje, a veces soy uno y a veces soy otro, puedo ser otredad en el todo si quiero, pero me lo tengo que imaginar. Y ahí está el de pe a pa de la cuestión: Imaginar es un acto de creación, hacer como hizo Dios instantáneamente en tu cabeza y crearlo para vos, para mi, para ellxs, para todes.

Si el objeto de deseo es el cambio, ¿Hay que empezar por dentro, no? como con una política de escritura, de nombrarte, de vestirte, de significar en este mundo, el pequeño mundo en el que vivís para que se destrocen las bases casi endurecidas de un “yo” y que no se solidifique y realmente esté así como un chicle bubbaloo masticado después de sacarle el juguito. Blandito y durito a la vez. Es como un proceso de esos que se dan en el interior de la tierra, supuestamente ¿No? en el que el magma denso y caliente se mueve a una velocidad imperceptible bajo nuestros pies, pero que ante la acumulacion de presión insostenible, hace temblar el aparente equilibrio de la realidad en la superficie. Por eso pienso que a la heterosexualidad le faltan cuestionamientos! No pretendo que todos tengan experiencias homosexuales, pero siento que le haría

tan bien al mundo entero si por lo menos el culo se desimaginara sólo como excretor y se pensara como un lugar de encuentro con el placer. Sí, placer! Ese que tanto se reprimen hasta por la piel. Y no hablo de tortura Rosista, esa que forjó una nación a puro desgarramiento anal, hablo del placer que se construye con la respiracion. Para que se inunden de oxígeno esos vasos sanguíneos tan diminutos y se abra ese agujero exxxcretor al camino del placer anal. Pero, ¿Pensaste alguna vez por qué no desgenitalizar lo sexual? ¿Por qué siempre pensar desde el glande o el culo Eduardo? La ternura puede ser más desestabilizadora que la deuda externa, el cariño más perturbador que una escena gore y los cuidados horizontales más fuertes que los familiares. Eso lo sabés, como también que imaginar no les gusta a todxs pero su potencia cruza límites materiales, nos carga de esperanza y de ganas de vivir un munde, un munde. Sí con “e”, porque escribir contra sí misme es también deformar lo conocido y abrazarlo con fuerza.

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