Guinea tiene duende… literario Formación literaria en el CCEM Texto: Aurelia Bestué Borja
Dice la cuarta acepción del diccionario de la RAE, que duende es “el encanto misterioso e inefable”. Podemos comprobar el duende literario de los futuros escritores de Guinea Ecuatorial a través de dos textos, donde una alumna y un profesor que han formado parte de los talleres literarios del CCEM nos cuentan su propia experiencia. Nunca se había pasado por mi mente escribir para una revista y mucho menos para una revista de tirada nacional. La propuesta tuvo su origen en un bar de desayunos, de esos sencillos que abundan en cualquier barrio. Con una servilleta como única libreta, anoté lo que Andrea me fue contando que tenía entre manos para la nueva edición de Atanga. Me planteó que escribiera sobre mi experiencia en los talleres de literatura en Guinea Ecuatorial. Si contara todas las experiencias adquiridas a lo largo de estos años, o todos los talleres a los que he asistido, necesitaríamos muchos días y varias tazas de café, así que intentaré ser lo más breve y menos aburrida posible. Mi experiencia en los talleres, cursos, certámenes literarios..., etc. ha logrado mostrarme que en Guinea hay un sinfin de jóvenes soñando con ser los nuevos C. Dickens, J. London o los más cercanos Donato Ndong o Ávila Laurel. La mayoría de ellos no cuenta con ningún profesional que les enseñe a pulir el talento en bruto que llevan dentro o simplemente no son capaces de encontrar motivos convincentes para avivar su llama literaria. Poder leer un libro recomendado por alguien en la escuela o en una biblioteca supone un reto en el mundo de escritores noveles en nuestro país, como descubrir un camino hacia el infinito o como la sensación que se experimenta en las rebajas del mercado de asamsé.
En el año 2011, con apenas dieciocho años cumplidos y animada por mi gran amigo Alfonso, me inscribí en el Certamen Literario del 12 de Octubre donde presenté mi primera obra narrativa El carnicero. En dicho certamen logré ganar el Premio Especial Raquel Ilonbé. Era el primer año que se otorgaba y representó una importante inyección de autoestima personal. Si mal no recuerdo, eran cuatro premios incluido el que me concedieron, y los restantes fueron destinados a tres chicos. En 2012, coincidiendo con la Feria del Libro de Malabo, se organizó un certamen literario para estudiantes. Decidí probar suerte y para mi sorpresa, quedé en el segundo puesto. Sin embargo, no me rendí, al contrario, me convencí de que podía hacerlo mucho mejor, porque haber sido elegida por el jurado significaba que estaba entre las mejores. Más tarde me di de baja por maternidad... pero en 2014 volví a incorporarme a mis dos mundos: la interpretación y la literatura. Posteriormente, en el “Taller de iniciación a la escritura”, di un paso adelante gracias a la valiosa colaboración del inolvidable Luis T. Melgar. Lo cierto es que, después de escribir El carnicero, pensé que ya no sabría cómo crear para entretener a ningún lector, pero