4 minute read
El marco de la acción de la política cultural
CULTURA Y DESAROLLO, UNA RELACIÓN PARA EL DESARROLLO
«El desarrollo cultural exige tener en cuenta, al menos, cinco dimensiones: la libertad de los individuos y las comunidades para expresarse –la libertad cultural en una ciudad diversa–; las oportunidades de los creadores para desarrollar todas sus potencialidades y proyectarlas –la ciudad creativa–; la riqueza y la variedad de agentes y actores culturales en un equilibrio entre mercado cultural y espacio institucionalizado por la cultura –un ecosistema cultural denso y productivo–; la preservación de la memoria a través del patrimonio acumulado –la ciudad en el tiempo–, y finalmente, la preservación del espacio público como lugar de encuentro, diálogo e intercambio –la ciudad es espacio público–.»
Advertisement
La calidad de vida, en consecuencia está fuertemente correlacionada con esas cinco dimensiones de la libertad.
La dimensión simbólica está ligada al desarrollo a través de otras dimensiones como la promoción de la cultura de la paz frente a los efectos desestructurantes de la violencia, cultura e igualdad de género, cultura y respeto a la diversidad, tal y como recoge la Convención sobre la Diversidad, cultura y libertad de expresión, cultura y participación, cultura y pobreza, cultura y sostenibilidad, cultura y cooperación, cultura y preservación del paisaje, etc. Sin embargo todas estas perspectivas pueden recogerse en la aproximación que realizamos través de los conceptos de cohesión social y calidad de vida que quedan definidos en cada comunidad concreta a partir de sus propias circunstancias históricas, sus condicionantes institucionales y su propio grado de desarrollo. Es cierto que la cultura puede jugar un papel como vacuna de amplio espectro de la articulación social y en la configuración del territorio, pero de acuerdo con nuestra interpretación inicial, hay que tener en cuenta que para objetivos específicos (vease capítulo siguiente) hay que desarrollar herramientas concretas de intervención de las políticas culturales que, persigan coherentemente dichos objetivos. La multidimesionalidad de la realidad cultural es un arma de doble filo, ya que no implica que se puedan cubrir todos los objetivos con cualquier implementación de política pública, sino que significa trabajar en entornos complejos donde las relaciones causales no son siempre biunívocas, estables y persistentes en el tiempo y que además tiene, como medicina social numerosas contraindicaciones, en muchos de los casos, no previstas
Si aceptamos las tesis de los párrafos anteriores, es decir que la dimensión simbólica deviene en un elemento relevante en las posibilidades de desarrollo de un determinado territorio, la consecuencia, desde la lógica de la acción
48
CULTURA Y DESAROLLO, UNA RELACIÓN PARA EL DESARROLLO
pública, será que si queremos afectar y transformar las oportunidades de desarrollo de un espacio, hemos de ser capaces de manipular, a través de implementación de políticas públicas, el contexto que de significado cultural a un territorio. Es en este sentido desde donde nos proponemos definir la política cultural, como todas aquellas intervenciones, que deliberadamente tratan de afectar al significado simbólico de un territorio. La definición de la conferencia de Mónaco de la UNESCO definía a la política cultural como el «Conjunto de principios operacionales, prácticas sociales conscientes y deliberadas y procedimientos de gestión administrativa y presupuestaria, de intervención o no intervención que deben servir de base a la acción del Estado tendente a la satisfacción de ciertas necesidades culturales mediante el empleo óptimo de recursos materiales y humanos de los que la sociedad dispone en un momento dado». Esta definición nos resulta poco proactiva, en el sentido que se plantea como respuesta a la «satisfacción de ciertas necesidades culturales» cuando ya en este punto hemos acordado que la cultura no sólo tiene que ver con «necesidades culturales» sino que afecta al conjunto de la frontera de posibilidades de desarrollo de un territorio. Así en sentido amplio la política cultural sería toda aquella acción de agentes públicos o privados que tuviera incidencia sobre el universo de significados compartidos por los habitantes de un determinado espacio geográfico y aquí cabría incorporar no sólo a la política cultural en sentido estricto, sino también a la política educativa que conforma los relatos sobre la historia, el sentido y los atributos de una comunidad, la política lingüística en aquellas comunidades con más de una lengua, la política de información y comunicación que tiene que ver con los mecanismos de transmisión de los relatos y finalmente todo otro conjunto de políticas sectoriales como son la política turística, las politicas industriales orientadas a los sectores culturales (industria editorial, audiovisual y fonográfica) o las nuevas políticas de la sociedad de la información relacionadas con la gestión de las tecnologías de la comunicación y la información así como las políticas sobre gestión de la propiedad intelectual.
Es evidente que el universo simbólico de una comunidad es el resultado de la interacción compleja de numerosas variables presentes, de su devenir histórico y de su proyección hacia el futuro, por lo que la racionalización del proceso de gestión de dicho conjunto de significados compartidos implica necesariamente una aproximación holística e integral, que dificulta notablemente su incorporación en un espacio de intervención pública. A pesar de la constatación de esa compleja realidad, la aproximación del presente texto, en aras de aportar herramientas operativas y plausibles de intervención, va a considerar a la política cultural en sentido estricto y más aún vamos a ceñirnos a las limitadas actividades que enumera Bianchini (Bianchini, 1996) como ámbitos sujetos a la planificación cultural:
•El patrimonio histórico, artístico,arqueológico y antropológico;
•La imagen externa del territorio que se expresa a través de las canciones, los mitos, la gastronomía las guías turísticas, los reportajes de las revistas, la radio o La televisión y las representaciones culturales;
49