CULTURA Y DESAROLLO, UNA RELACIÓN PARA EL DESARROLLO
«El desarrollo cultural exige tener en cuenta, al menos, cinco dimensiones: la libertad de los individuos y las comunidades para expresarse –la libertad cultural en una ciudad diversa–; las oportunidades de los creadores para desarrollar todas sus potencialidades y proyectarlas –la ciudad creativa–; la riqueza y la variedad de agentes y actores culturales en un equilibrio entre mercado cultural y espacio institucionalizado por la cultura –un ecosistema cultural denso y productivo–; la preservación de la memoria a través del patrimonio acumulado –la ciudad en el tiempo–, y finalmente, la preservación del espacio público como lugar de encuentro, diálogo e intercambio –la ciudad es espacio público–.» La calidad de vida, en consecuencia está fuertemente correlacionada con esas cinco dimensiones de la libertad. La dimensión simbólica está ligada al desarrollo a través de otras dimensiones como la promoción de la cultura de la paz frente a los efectos desestructurantes de la violencia, cultura e igualdad de género, cultura y respeto a la diversidad, tal y como recoge la Convención sobre la Diversidad, cultura y libertad de expresión, cultura y participación, cultura y pobreza, cultura y sostenibilidad, cultura y cooperación, cultura y preservación del paisaje, etc. Sin embargo todas estas perspectivas pueden recogerse en la aproximación que realizamos través de los conceptos de cohesión social y calidad de vida que quedan definidos en cada comunidad concreta a partir de sus propias circunstancias históricas, sus condicionantes institucionales y su propio grado de desarrollo. Es cierto que la cultura puede jugar un papel como vacuna de amplio espectro de la articulación social y en la configuración del territorio, pero de acuerdo con nuestra interpretación inicial, hay que tener en cuenta que para objetivos específicos (vease capítulo siguiente) hay que desarrollar herramientas concretas de intervención de las políticas culturales que, persigan coherentemente dichos objetivos. La multidimesionalidad de la realidad cultural es un arma de doble filo, ya que no implica que se puedan cubrir todos los objetivos con cualquier implementación de política pública, sino que significa trabajar en entornos complejos donde las relaciones causales no son siempre biunívocas, estables y persistentes en el tiempo y que además tiene, como medicina social numerosas contraindicaciones, en muchos de los casos, no previstas
EL MARCO DE LA ACCIÓN DE LA POLÍTICA CULTURAL Si aceptamos las tesis de los párrafos anteriores, es decir que la dimensión simbólica deviene en un elemento relevante en las posibilidades de desarrollo de un determinado territorio, la consecuencia, desde la lógica de la acción
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