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Batalla de 5 de Mayo 1962
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Antecedentes
La batalla de Puebla fue un combate librado el 5 de mayo de 1862 en las cercanías de la ciudad de Puebla, entre los ejércitos de la República Mexicana, bajo el mando de Ignacio Zaragoza, y del Segundo Imperio Francés, dirigido por Charles Ferdinand Latrille, conde de Lorencez, durante la Segunda Intervención Francesa en México, cuyo resultado fue una victoria importante para los mexicanos ya que con unas fuerzas consideradas
como inferiores lograron vencer a uno de los ejércitos más experimentados y respetados de su época. Pese a su éxito, la batalla no impidió la invasión del país, sólo la retrasó, sin embargo, sería la primera batalla de una guerra que finalmente México ganaría. Los franceses regresarían al siguiente año, con lo que se libró una segunda batalla en Puebla en la que se enfrentaron 35 000 franceses contra 29 000 mexica-
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nos (defensa que duró 62 días), y lograrían avanzar hasta la Ciudad de México, lo que permitió establecer el Segundo Imperio Mexicano. Finalmente, ante la incapacidad de consolidar un imperio y después de perder 11 000 hombres debido a la actividad guerrillera que nunca dejó de subsistir,1 los franceses se retiraron incondicionalmente del país en el año de1867.
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En octubre de 1861, Francia, Inglaterra y España suscribieron la Convención de Londres, en la cual se comprometieron a enviar contingentes militares a México para reclamar sus derechos como acreedores por una deuda que ascendía a alrededor de 80 millones de pesos, aproximadamente eran 69 millones para los ingleses, 9 millones para los españoles y 2 millones para Francia.
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Batalla Zaragoza estableció su cuartel a unos cuantos metros de la línea de batalla, donde estableció el plan para la defensa de la plaza (ver tabla superior), que consistió en concentrar los pertrechos en el sur y oriente de la ciudad, esperando evitar que los franceses alcanzaran al área urbana de Puebla. El 4 de mayo, los exploradores mexicanos volvieron con noticias de que una columna de conservadores a caballo, al mando de Leonardo Márquez y José María Cobos, marchaba por la zona de Atlixco para unirse con las fuerzas de Lorencez en el ataque a Puebla. Zaragoza envió una brigada de 2000 hombres bajo el mando de Tomás O’Horán y Antonio Carbajal, con el fin de detenerlo, lo cual lograron. Aunque sus fuerzas habían disminuido, los mexicanos se prepararon para la defensa de Puebla. Contaban con dos baterías de artillería de batalla y dos de montaña, cubriendo los fuertes con 1200 hombres y formando a otros 3500 en cuatro columnas de infantería con una batería de batalla y una brigada de caballería por el lado del camino a Amozoc. El ala derecha mexicana la cubrían las tropas de Oaxaca dirigidas por Porfirio Díaz. El centro de la línea lo ocuparon Felipe Berriózabal y Francisco Lamadrid con las tropas del Estado de México y San Luis Potosí. La izquierda se apoyó en el cerro de Acueyametepec ubicado en el norte de la ciudad y en cuya cumbre se ubicaban los Fuertes de Loreto y Guadalupe, con el general Miguel Negrete a la cabeza de la Segunda División de Infantería. La artillería sobrante la colocaron en los fortines
Batalla de 5 de Mayo 1962 Pag. 7 y reductos dentro de Puebla, quedando al mando del general Santiago Tapia. A las 9:15 de la mañana del 5 de mayo, los franceses aparecieron en el horizonte, avanzando desde la cercana Hacienda de Rementería, cruzando fuego con las guerrillas de caballería que se batían en retirada y que no se replegaron hasta que las líneas francesas estuvieron formadas y listas para avanzar. La batalla se inició en forma a las 11:15 de la mañana, anunciándose con un cañonazo desde el Fuerte de Guadalupe y acompañado por los repiques de las campanas de la ciudad. En ese momento se dio una maniobra sorpresiva: la columna francesa, que venía avanzando en orden de oriente a poniente, se dividió en dos: la primera, compuesta por aproximadamente 4000 hombres y protegida con su artillería, dio un violento viraje hacia la derecha y se dirigió hacia los fuertes; mientras que la segunda columna, compuesta por el resto de la infantería, quedó como reserva. Los conservadores Almonte y Antonio
Pag. 8 de Haro y Tamariz, que acompañaban a los franceses, habían sugerido que el ataque se dirigiera a las inmediaciones del ex Convento del Carmen, en el sur de la ciudad, tomando como antecedente lo que sucedió en el sitio durante la Guerra con Estados Unidos. Lorencez, confiado en la superioridad de sus tropas, así como en el auxilio que esperaba del contingente de Márquez, desoyó el consejo y decidió concentrar el ataque en los fuertes, donde los mexicanos contaban con la ventaja. Zaragoza advirtió la maniobra y rápidamente replanteó su plan de batalla, movilizando las tropas hacia las faldas del cerro. El 6o. Batallón de la Guardia Nacional del Estado de Puebla,6 bajo el mando del entonces coronel Juan Nepomuceno Méndez, fue el primer cuerpo del Ejército de Oriente en hacer frente a los franceses, al ubicarse en la línea comprendida entre los fuertes, y rechazar su ataque.7 Zaragoza hizo avanzar a
Batalla de 5 de Mayo 1962 Pag. 9 las fuerzas de Berriozábal a paso veloz entre las rocas, situándolas entre la hondonada que separa a Loreto y Guadalupe. Mientras, el general Antonio Álvarez con su brigada protegió el flanco izquierdo de los reductos
En ese momento los zuavos, el regimiento de élite de la infantería francesa, iniciaron su ascenso por el cerro hacia Guadalupe, perdiéndose de la vista de los fusileros mexicanos. De repente, aparecieron disparando frente a la fortificación. Sin embargo, el fuego lanzado por los mexicanos los detuvo en seco. En ese instante, los soldados de Berriozábal los recibieron con sus bayonetas, por lo que tuvieron que retirarse en buen orden hasta ponerse fuera de tiro. Se repusieron rápidamente y se lanzaron de nuevo intentando tomar el fuerte
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Consecuencias Mientras se libraba la batalla, en el Palacio Nacional y en la Ciudad de México en general se vivía un ambiente de tensa espera. Lo último que se sabía de Puebla era el telegrama enviado por Zaragoza hacia las 12:30 del día, en el que avisaba que el fuego de artillería de ambos lados había iniciado. Luego, silencio. Ante la incertidumbre, el gobierno había hecho salir precipitadamente al general Florencio Antillón al mando de los Batallones de Guanajuato, quedando como guardianes de la capital sólo 2,000 hombres del Regimiento de Coraceros Capitalinos y algunos centenares de milicianos pobremente armados. Si las tropas guanajuatenses se perdían, la capital quedaría desprotegida. A las 4:15 de la tarde finalmente se recibieron noticias: ... Sobre el campo a las dos y media.— Dos horas y media nos hemos batido. El enemigo ha arrojado multitud de granadas.— Sus columnas sobre el cerro de Loreto y Guadalupe han sido rechazadas y seguramente atacó con cuatro mil hombres. Todo su impulso fue sobre el cerro.— En este momento se retiran las columnas y nuestras fuerzas avanzan sobre ellas. Comienza un fuerte aguacero.— I. Zaragoza8 Zaragoza envió más tarde otro telegrama en el que dijo que los franceses habían iniciado la retirada hacia Amozoc, pero sin mencionar el resultado final de la batalla. Finalmente, a las 5:49 de la tarde se recibió otro parte, dirigido al ministro de Guerra, que causó júbilo (y un gran alivio) en Palacio Nacional:
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... Las armas del Supremo Gobierno se han cubierto de gloria: el enemigo ha hecho esfuerzos supremos por apoderarse del Cerro de Guadalupe, que atacó por el oriente de izquierda y derecha durante tres horas: fue rechazado tres veces en completa dispersión y en estos momentos está formado en batalla, fuerte de más de 4,000 hombres, frente al cerro de Guadalupe, fuera de tiro. No lo bato, como desearía, porque el Gobierno sabe (que) no tengo para ello fuerza bastante. Calculo la pérdida del enemigo, que llegó hasta los fosos de Guadalupe en su ataque, en 600 o 700 entre muertos y heridos; 400 habremos tenido nosotros. Sírvase vd. dar cuenta de este parte al C. Presidente.
Con excepción del Grito de Dolores, la conmemoración de la Batalla de Puebla es la fecha más significativa del calendario cívico mexicano, al tratarse de una de las escasas victorias ante un ejército extranjero invasor. Simbólicamente, representa la consecución de una gran empresa por parte de los mexicanos, que puede conseguirse si se olvidan las divisiones y se sobreponen éstas a las carencias, como lo demuestra el hecho de que se consiguió la victoria, con valor y dedicación, pese a que se tenía todo en contra: inferioridad numérica y material, la moral disminuida por la tragedia de Chalchicomula, y la simpatía de algunos sectores de las élites y de la clase política hacia los invasores.