Experiencias en barrios al Sureste de Caracas Rosa de Peña y Grupo de Investigación la PRODUCCIÓN DE BARRIOS URBANOS Boletín trimestral Nº5 Caracas, Julio 1996
¿Ciudades de la Gente? Experiencias en barrios al Sureste de Caracas ROSA DE PEÑA Y GRUPO DE INVESTIGACIÓN LA PRODUCCIÓN DE LOS BARRIOS URBANOS
"El reconocimiento de los derechos de los habitantes a nivel nacional, y la existencia de una política de rehabilitación comprometida en no expulsar a los habitantes de sus barrios, es un acto esencial para potenciar su status social". (Declaración de Salvador de Bahía 1993)
Incertidumbre, inseguridad, zozobra, miedos, son sentimientos que acompañan en su vida cotidiana a la gran mayoría de los habitantes de barrios caraqueños. Es el caso de Rosa y sus vecinos, que viven en la incertidumbre pues no tienen título de propiedad del terreno donde han construido sus casas y tampoco permiso de habitabilidad de éstas... La situación de inseguridad que viven aparece en la más minia conversación. La palabra de viejos y nuevos vecinos viene impregnada del sentimiento de quien se sabe ocupante, sin que sus construcciones puedan ser registradas. La gran mayoría, al decir de ellos mismos, compró las bienhechurías donde se han hecho las casas (unifamiliares, aisladas), pero nunca han podido obtener la regularización de la tenencia de la tierra. A veces se presentan los dueños o supuestos dueños ¿Cómo saber si son los verdaderos propietarios? ¿Cómo comprobar quiénes son y qué buscan? Algunos de los habitantes ya se han acostumbrado a la presión, a esa vida de incertidumbre, otros más novatos se atemorizan y sienten que van a ser desalojados, encarcelados, piensan que quedarán en la calle. Además de ser ocupantes de un terreno ajeno, el espacio ocupado ha sido declarado zona protectora de la ciudad, donde muchos usos podrían y son aceptados, pero jamás el de un barrio de ranchos. En resumen, cuando no son los dueños de la tierra quienes los quieren desalojar, es la fuerza pública (Guardia Nacional) que se presenta a amedrentarlos, tumbarles las casas, y a veces también a construir ellos el rancho que luego darán o venderán al que les interesa. Al decir de los vecinos el tráfico de ranchos es también alimentado por los agentes del Estado encargados de mantener el orden. Esta situación no es de ayer. Para algunos, los primeros campesinos pisatarios, ésta data de principios de siglo, otros dicen que la heredaron de sus antepasados que vivieron ahí desde el pasado siglo. No obstante, a pesar de los riesgos a los cuales nos hemos referido, y de otros que contaremos, cada vez, hay más familias que, con temor y todo, hacen el rancho que transforman en confortables casas en tiempos y espacios imposibles de determinar al avance... Son barrios al
sur-este de la metrópoli capitalina, divididos y/o servidos (?) por la autopista regional del centro, construida después de haberse iniciado los barrios aludidos. Rosa nos dice: "Los niños, son enseñados a cruzar la autopista para ir a la escuela, a los 8 años ya la cruzan solos. Todos se van acostumbrando..." Nosotros decimos: poco a poco van superando el temor a arriesgar la vida cotidianamente. El novato puede sucumbir. ¿Cuántos han muerto?1, ¿Cuántos han quedado heridos o lisiados? Entre los muertos se cuenta un hermano de Rosa. Al respecto nos contó: "Hace 7 años estaba atravesando la autopista y lo mató un carro. Pero fue que no supo calcular bien. Estaba recién llegado, era mayor, además a ciertas horas, cuando la luz del sol es muy poca y no se ven las luces de los vehículos, es muy peligroso pasar..." ¿Es eso vivir? A pesar de todas las dificultades que confrontan cotidianamente, los hacedores de ciudad defienden el derecho al sitio conquistado, defienden lo construido, y no quieren que su barrio se hacine como pasa en tantos otros de la Capital. Los barrios del sureste son un caso más de tolerancia por falta de oferta de terreno urbanizado y de vivienda para amplios sectores de la población (no sólo los más pobres). En la zona los ranchos más precarios conviven con las lujosas residencias. Hay también restaurantes, comederos, talleres, caballerizas y muchas cosas más; unas que se perciben cuando uno recorre la zona, otras que nos cuentan Rosa y sus vecinos. Hemos constatado que la lucha por la seguridad de la tierra une a pobres y ricos. La porfía de los vecinos organizados, primero en una Liga Campesina, luego en Asociaciones de Vecinos, ha logrado que los gobiernos de turno les ayuden a construir algunos servicios y equipamientos, como calles, veredas y escalinatas. La luz eléctrica en algunos sectores puede ser robada, en otras puestas por la compañía. El agua potable en algunos sectores la obtienen de manantiales que todavía subsisten... Las cloacas no existen, pero como hay tantos terrenos aún no construidos, hacen pozos sépticos y sumideros. Los equipamientos son pocos y como cada día hay más familias ocupantes, éstos se hacen insuficientes. Hay varias escuelas, un dispensario, uno que otro lugar que usan para juegos. Así crece la metrópoli caraqueña realenga, sin gobierno, o con autoridades que no saben qué hacer y optan por la vía más fácil o la aceptada por los usos y costumbres de hacer ciudad en Venezuela. Dejar hacer, dejar pasar,
tolerar pero sin reconocer el derecho de los que han auto producido sus barrios y sus viviendas superando todos los obstáculos, arriesgando diariamente la vida al cruzar la autopista e incluso, enfrentando la Guardia Nacional, como es el caso de Rosa y sus vecinos. Una experiencia de hacer un barrio, de hacer sus casas, en la forma como las ha producido ya un poco más de la mitad de la población urbana venezolana (más de 10 millones de personas, en casi 2 millones de viviendas). Una práctica que seguramente no es calificada de Best Practice. Pero que ha resuelto la necesidad de un hogar a millones de familias. Pedimos que HABITAT II, la Cumbre de la Ciudad, se pronuncie por: Regularizar la situación de los que viven en los barrios urbanos del planeta y entre éstos los venezolanos. Para nosotros esto significa hacer la rehabilitación integral de los mismos basándose en los principios de la Declaración de Salvador de Bahía, 1993. Para esto es necesario que se tome en cuenta la realidad del medio ambiente construido urbano, en su particular morfología, en sus formas de producción, en los agentes sociales que aseguran su producción, en las diferentes figuras sui géneris que han inventado los usuarios para el financiamiento de sus construcciones, es conveniente recordar que este debe respetar y adecuarse a los ritmos sociales de los habitantes de barrios. Además, es indispensable crear una oferta de terrenos urbanizados y de viviendas adecuadas a la demanda de la población de más bajos e inestables ingresos que existe en nuestro país.
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Rosa se puso a recordar con sus hijos y contaron 22 muertos desde 1974, año en que ella y su familia se mudaron, ¡Uno por año!