segundo premio memorial 68
L
a frase “2 de octubre no se olvida” ya es parte de la memoria de nuestro país, sin embargo ése es sólo el doloroso final de un movimiento que modificó la vida de los jóvenes en México. Con este concurso el Memorial 68 resalta los momentos positivos y brillantes de la lucha de miles de jóvenes de esta ciudad y del interior de la República. Jóvenes que en 1968 supieron crear una organización admirable: comités de lucha en cada escuela donde se consultaba cada paso a seguir o cómo enfrentar a los medios de comunicación aliados al poder con una creatividad desbordante, chicos y chicas que llenaron las calles de brigadas donde aprendieron a trabajar de forma igualitaria, a ser la voz del Movimiento en los mítines relámpago, haciendo pintas, distribuyendo volantes y siendo parte de manifestaciones pacíficas. Miles y miles de jóvenes que enfrentaron la represión del Estado en múltiples ocasiones
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G a n a d o re s
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Cuento
“DE LA MANO DEL SOLDADO BERRATE” Hecho por: Dians.
Premio Cuento Categoría de15 a 20 años De la mano del soldado Berrate de Diana Paola Martínez León
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“Podrán morir las personas, pero jamás sus ideas”. Ernesto “El Che” Guevara.
En memoria al pueblo Mexicano, a los caídos el 2 de Octubre de 1968 y a los que viven, luchan y hablan ante las injusticias día a día.
“¡Buenos días, joven Antonio Bérrate, espero acepte nuestra solicitud para unirse a nuestro cuerpo de granaderos!” Es lo que tengo que leer cada mañana cuando me levanto y mi madre se encarga de colocar esa nota en la taza de mi café, por mandato de mi padre, que hace ya meses nos había cambiado por su trabajo. Mi padre, un funcionario del gobierno de Ordaz, un encargado de hacer que las cosas funcionen en el país o bueno al menos lo intenta, por la misma razón me mando a prepararme para ser un gran militar… Qué tontería, no fui a un curso de militares para terminar siendo un granadero. ¿Sera mejor ser granadero o mujer joven en estos tiempos? Me gusta molestar a Alondra con eso, la niña de buena familia, hermana mía, ojos verdes, cabello rizado oscuro, una mirada que se te clava en el alma, pero solo si no la conoces, si la conoces con esa mirada puede llegar a ser peor de lo que imaginas… La futura enfermera de la familia, pero vaya que el título de “Señorita de la familia” no le queda nada bien, es revoltosa, rebelde, grosera… y me atrevo a decir que tonta, lo digo porque quien más aparte de los estudiantes de las escuelas públicas piensa que con unos simples mítines y pancartas se va a crear una revolución o un cambio en el país, creen que revelándose al gobierno van a cambiar las cosas, cosa que es obvio que no va a pasar, para poder lograr un cambio está la escuela, la preparación y el servicio social. -¡Me tiene con el alma en un hilo! Siempre dice mama cuando la cubre para que vaya con los mugrosos de la UNAM y el Politécnico, “es una tonta” lo he pensado tantas veces, es la más grande tonta, cuando se lo digo ella me contesta con un “Quisieras ser como yo, quisieras tener mis ideas, es eso, estas celoso, ya te gustaría
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tener mi espíritu liberal, mi espíritu de luchar frente a todos y contra todos, sobre todo con este asqueroso sistema”. A lo que yo siempre le respondo. -¿Celoso? Porqué me darían celos de una niña boba que va a terminar siendo arrestada por convivir con revoltosos y cuando eso suceda tendrán que llamar a papa de Estados Unidos para que mueva sus influencias y te pueda sacar, terminaras siendo una niña que viva tras los pantalones de tu papá, no tiene futuro tu mente “libre, liberada, soñadora”… Por Dios Alondra, eso no te lleva nada, te diría que te ocuparas de conseguir un esposo, pero dudo que con ese pensamiento llegues a un esposo, dedícate a la cocina y a ser buena esposa como mi madre… -Cállate Antonio, tu mente es más boba que yo, cerrado, que no te das cuenta lo que pasa en las calles, el gobierno no respeta a nadie, ha matado mujeres, maestros, niños sin deberla ni tenerla… Prefiero la muerte a… -¡Por un carajo, cállense los dos! Interrumpe mi madre, con lágrimas en los ojos y apretando su puño, en su mirada sé que hay desesperación de no poder calmar a sus hijos que no pueden dejar de pelear. -Ni tu eres menos por tus ideas ni tu más por las tuyas, están jodidos los dos, lo siento, mientras yo y su padre estemos con vida nadie hará nada que no sea correcto… Dice mi madre mientras nos mira con ojos de cuidado, amor, dudo que haya amor más grande que el de una madre, mi madre, la que se parte el corazón, nunca ha dudado de nuestras capacidades, quizá por eso apoya siempre a Alondra y a papá le dijo que no era necesario que yo fuera militar; pero en esta casa como en todas el hombre es el que manda en los hogares, es muy poco probable que una mujer sobresalga, quizá es por eso que no tengo esperanzas puestas en Alondra ni en ninguna mujer que diga que quiere cambiar el mundo. Pasaron los días después de aquella discusión y mi madre murió; dijeron que fue un paro cardíaco… al parecer llevaba tiempo mal, supongo que nunca nos dijo nada por nuestro comportamiento y nuestras peleas del diario, tiene dos hijos con pensamientos tan diferentes que ni eso iba a causar un acercamiento entre Alondra y yo; al menos al morir dejo algo, en efecto nadie hizo nada indebido, ni siquiera Alondra, fue como si la muerte de mi madre le hubiera matado el corazón, las ilusiones, fue como si su vida también había sido enterrada junto con la de mi madre. Me pregunto si a papá le importamos, no regreso al funeral, tiempo después nos enteramos que ya llevaban tiempo separados, que papá trabajaba para el gobierno
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desde Estados Unidos, y que ya tenía una nueva pareja desde hace ya 6 meses, papá para remediar su mal al no venir a ver sus hijos intento que estuviéramos bien con unas simples tarjetas de resignación, diciendo que regresaría para las olimpiadas, que nos portáramos bien y que debíamos seguir con nuestras vidas, palabras tan secas creo que hasta el desierto tiene más vida cuando llueve que nosotros en estos momentos. -Las tarjetas para mí no significan nada, miles de personas nos han escrito lo mismo, pero leer esto de mi disque padre, es de verdad una asquerosidad, me da asco, esa persona me da asco… Al decir esto Alondra tomo sus llaves y dirigiéndose hacia la puerta, yo la tome del brazo y le dije con la voz entre cortada. -¿Es de verdad que saldrás?...Te da asco mi padre y sus palabras plasmadas en una hoja, pero tú, harás lo mismo, no harás nada para cambiar esto, en vez de que estudies, te prepares, sé que es lo que mamá quería, es lo que siempre quiso. Alondra quito mi mano de su brazo… lo hizo con tanta frialdad que pensé que me golpearía o que comenzaría a llorar, pero no, solo me dio un no con la cabeza y me dijo… “Quizás traicione a Mamá, quizás te de asco en este momento, pero da más asco ver cómo millones de personas mueren a manos de Ordaz y sus secuaces, da más asco quedarte callado, da más asco ser militar y granadero y no tener corazón, deberías pensarlo hermanito, quizás tu encajes en ese vil trabajo. No me esperes para comer”. Se marchó…no le dije nada, a partir de ese día cuando escuche esas palabras de Alondra comencé a pensar, quizás aceptando ser granadero Alondra entraría en razón y aceptaría que estaba mal, quizás con el susto de meterla a la cárcel y dejarla salir 3 días después le daría un buen escarmiento, lo consulte tanto, obvio no iba a permitir que la golpearan ni que la torturaran hasta decir quiénes eran los líderes del movimiento como lo leía en los periódicos por las tardes, esos periódicos hechos para comunicar al pueblo lo que estaba pasando de los que según decían la “verdad”; procuraba hacerlo cuando Alondra no estuviera en casa, para que no sospechara nada, para que no supiera de mi gran plan maestro para calmarla. Hasta que tome la decisión, metí papeles, y como sabían bien quien era mi padre no dudaron en decir “Si”, recuerdo que era 1 de Octubre del 68 cuando marcaron a casa, me dio tanto miedo que Alondra contestara el teléfono que Salí corriendo de mi cuarto, Alondra me miro con una cara de duda, Lo que el ejército me dijo es que tendría que ir a las 7 de la mañana del siguiente día en el campo militar n.1,
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yo solo le respondí “claro, con gusto yo estaré ahí” Alondra en ningún momento se alejó del teléfono, cuando mi llamada finalizo me dijo “Espero sea una novia, una mujer no te caería nada mal”, pero su mirada aún era de duda, aún me miraba con cara intimidante. “No es una mujer, es algo mucho mejor, en poco tiempo vas a tener que saber de qué se trata”, Toda esa noche no deje de pensar en mi cama que les diría a los soldados, esperaba que me ayudaran a detenerla, a mandarla a la cárcel y después que yo quedara como un héroe, para que entendiera que con el honor de la familia no se juega, lo pensé tanto que termine por dormir hasta las 3 de la mañana, después de girar por la cama, después de fumar un cigarro después de tanto caí rendido… Así que al otro día amanecí con tanto sueño, que le deje una nota a Alondra que decía “Esta tarde inicio una nueva oportunidad de vida, espero entiendas que todo es por ti, te amo, aunque seas boba y tus ideas no concuerden con las mías.” En otras circunstancias no lo hubiera hecho, es solo que ese día parecía ser diferente, fue como si el día de verdad me fuera a cambiar la vida, Salí de casa, el amanecer estaba tan rojizo que parecía que Dios lo hubiera bañado de rojo, un rojo como la sangre… Pero eran bobadas de mi parte pensar que Dios me mandaba señales, era bobo que por un simple uniforme nuevo y un nuevo empleo mi vida si iba a cambiar, y si así era me importaba poco, lo único que quería era que la vida de Alondra cambiara, que fuera mejor, de ahora en adelante somos ella y yo…me repetí durante el camino hacia el campo militar, mi pequeña boba será mejor, se dedicara a estudiar, a la casa y será una mujer tan ejemplar como lo fue mi madre, esa era mi motivación, eso era por lo que yo luchaba, para mí no existía nada más en ese momento que el bienestar mío y de mi pequeña hermana. Llegando al campo me asusto lo que vi, estaban sacando a unas personas golpeadas a la calle, bañadas en sangre, la mayoría salida desnuda, me habían preparado quizás para eso y más, pero mi mente jamás había imaginado que se trataba de algo tan inhumano y espantoso. -¿Eres hijo de Bérrate? Escuche eso, en cuanto volteo la mirada era el mismísimo Luis Echeverría, con esa forma de ser que tenía, siempre obedeciendo órdenes y esperando su turno de la presidencia. -Si señor…Es un gusto, estoy aquí para cumplir con mi misión. -Una larga misión Joven, no sabes lo que es lidiar con gente alborotada y sobre todo necia y terca como las mulas, pero esta tarde será el cambio que todos
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necesitamos, así que espero que no te tiemble la mano, porque hoy Bérrate, hoy será el día rojo. Me dijo esto mientras me llevaba donde los soldados jugaban baraja y esperaban las indicaciones de los altos gobernantes. “Espera aquí en unas horas te dirán a dónde vas a ir, hoy es tu debut”. Me dijo Echeverría mientras me dejaba con mi uniforme, mi arma y mi casco como todo un soldado, así me sentía, ya no granadero, me sentía como todo un militar. En mi estancia en ese lugar pude bañarme de ideas de los demás, unos decían que la muerte para los organizadores del movimiento sería lo mejor, otros reían y decían que Ordaz no se atrevía ni a matar a una mosca, otros no le daban importancia y yo solo esperaba que el reloj avanzara para poder darle por fin un buen escarmiento a mi boba, a la que llevaba del brazo cuando era pequeña, ojala así se hubiera quedado, ojala… Llego la hora, eran las 4 de la tarde y nos comentaron que iríamos hacia Tlatelolco donde se llevaría a cabo un mitin, nos pusieron en camiones de granaderos y partimos desde la estación de Buenavista, nos dieron indicaciones que cuando viéramos luces de bengala que cayeran del cielo, era nuestra señal. No sé por qué carajos yo no entendí de qué se trataba, quizás por ser el nuevo, mi cuerpo estaba ahí pero mi mente en otra parte… Recuerdo que llegamos a la plaza, a mí me colocaron junto con otros soldados y me dieron la orden de seguir a los demás, entre tanta gente que ahí se encontraba busque la sonrisa de la boba, mi hermana, esa sonrisa tan inconfundible, me duele aceptarlo pero la boba era hermosa, es por eso que todos jurábamos que sería el mejor ejemplo de nuestra familia. Buscándola tanto, la encontré, con una pancarta y gritando “Queremos revolución”, “Menos armas y más libros”, cuando la vi no pude evitar sonreír, tenía años que no la veía tan entusiasmada en algo, la última vez que la vi así fue cuando corría de mi mano por el balón, cuando jugábamos con papá, cuesta trabajo aceptarlo pero el tiempo ya había pasado y ambos crecimos, olvidamos, amamos, odiamos, cambiamos, pero en el fondo de nuestro corazón seguíamos teniendo el mismo anhelo de la felicidad. Mientras pensaba en todo esto y veía a mi pequeña hermana las luces de bengala sobrevolaron el cielo, yo lo pude ver, los soldados dijeron que estuviéramos preparados, pude observar a unas personas con un guante blanco en el edificio Chihuahua, pero nada que me importara, yo sabía a lo que iba… en ese momento escuche un “Fuego” seguido de un “Somos Batallón Olimpia” desde lo alto de los edificios, todos comenzaron a disparar, yo me quede inmóvil, hasta que me
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empujaron y me dijeron “Mata, mata, hombre, Ordaz no pagara gratis”, busque a Alondra, gente corría, gente lloraba, me tocó ver como caían tras las balas, no había hacia donde correr era como si el mundo se terminara ahí, era como si todo se acabara, ¡Alondra!, grite interminables veces en plaza, ¡Alondra!, me tocó ver como un soldado le disparo a unos niños y a una embarazada, “Maldito asesino, suelta esa arma” grite, pero pocos segundo después me tocó ver como una bala que caía desde el edificio le quitaba la vida. Corrí como pude hacia los elevadores del Chihuahua, ahí estaban poniendo en fila a la gente, los estaban obligando a que se desnudara, a los hombres los obligaban a quitarse el pantalón y cada segundo llegaban más granaderos con gente golpeada, niños, mujeres, estudiantes, maestros, la muerte y el maltrato esta vez no permitía edad ni condición social. Los soldados se reían, se burlaban del dolor que reinaba en cada persona que se encontraba en ese lugar, jugaban con el dolor de la gente, otros tantos subían a las casas del Chihuahua a tocar a las casas y bajar a todos aquellos que solo pedían piedad, asustando a los habitantes del edificio. Cuando volteo la mirada pude ver que las puertas de la iglesia que se encontraba al lado estaban totalmente cerradas y miles de jóvenes pedían por la Piedad de Dios que les abrieran la puerta, mi cuerpo estaba ya intacto, pero mi corazón pedía a gritos encontrar a mi pequeña boba… ¡Alondra! Volví a gritar, de repente vi como un soldado golpeaba a una joven que solo suplicaba que la dejaran en paz, me acerque, mi corazón se detuvo, fue como si mis ganas de vivir y de sentir se hubieran acabado… era Alondra, avente como pude al soldado agarre a Alondra y ella me dijo con voz cortada, de lamento “Ya no me hagan nada, mejor mátame”, le susurre al odio “Soy yo, tu hermano, ese que tomabas de la mano y corrías”, el mundo se detuvo en ese instante, lo juro por Dios…”En qué clase de persona te has convertido” “perdóname Alondra, te debo la felicidad de mi infancia, te debo esas peleas te debo”… “Es el fin” me interrumpió con eso, me callo, me dejo helado. “No dejes que por lo que he luchado se vaya al carajo”… El mundo volvió a tomar su rumbo, pero su vida no, todo regreso, pero ella ya no, ella se fue, acabo su vida ahí… Solo me solté a llorar, tome su cuerpo y con un golpe en la cabeza caí desmayado, entre gritos, llantos, balas perdidas y demás perdí el conocimiento, lo más que recuerdo fue cuando comenzó a llover, el cielo teñido de rojo por la mañana lloraba, como si los ángeles y Dios mismo estuvieran abriendo las puertas del cielo a estas almas…Desperté al otro día en una cama de hospital, no recuerdo
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nada, solo las noticias de la televisión donde decía que habían sido 30 estudiantes, pero yo sabía que no era cierto… ¿Cómo callas la verdad?; ¿Cómo olvidas lo que viviste? Ahora estoy aquí, frente a la tumba de mi hermana, ese cuerpo que papá pudo rescatar de las manos sucias y manchadas de sangre del gobierno, después de negar lo ocurrido, después de amenazas, dinero y traición ya no me queda nada. Pienso solo en mí, pero que egoísta, miles de familias ni siquiera pudieron recuperar el cuerpo de sus familiares, quizás ni siquiera sepan que ya están muertos, salieron por la mañana y no hubo noticia después de ellos, que manera tan cruel y despiadada de perder familia, amigos, hijos, hermanos… Ahora estoy escribiendo esta historia, esperando que algún día esta historia pueda llegar a manos de alguien que entienda que callar nunca será la mejor opción, no sé si algún día lo ocurrido en la Plaza de las 3 culturas salga a la luz, no sé y no me interesa, yo ahora estoy aquí llorando por perder a la única mujer que me quedaba, ese día mi vida se acabó, mi alma dejo de sentir, yo sé que no solo mi alma, la de millones de personas, es la historia de un triste soldado que tuvo que ver partir a su boba, su consentida, En mi cabeza solo puedo pensar “Si es que existe un Dios, que me perdone, a mí y a los miles soldados que le arrancamos su vida a los miles de estudiantes, a los dirigentes, los maestros, los niños, les arrancamos sus ideales, todo por un ¡capricho! Y aunque yo no dispare ni una bala, la culpa también es mía por callar, por no cuidarla, no escucharla… Dios perdone y que cuide a los otros tantos que ahora están en Lecumberri, en el campo militar, aquellos que fueron tratados como viles delincuentes, sin deberla ni temerla”… Sostengo en mis manos la nota que ella me dejo y que leí hasta después de enterrarla, las siguientes palabras son las que me harán ruido toda mi vida, las palabras de una mujer que lucho hasta el final, como millones más lo hicieron… “Sera un día de cambio, espero este día te marque tanto a ti, como a mí, te amo hermano, eres el único soldado de quien caminaría de la mano, hoy aprenderemos cosas juntos. No olvides que Unidos venceremos e iremos hasta la victoria juntos, Porque yo voy caminando de la mano con el Soldado Berrante”
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miedo
Mario Valladares
Premio Cuento Categoría 20 años en adelante Miedo, de Mario Ruiz González
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El sol cubre de rojo la explanada de las tres culturas, como lo hizo hace 48 años, aquella fatídica tarde. En la ciudad de México, acaba de amanecer, pero antes de que el sonido de los televisores encendidos de los departamentos del complejo departamental Chihuahua, empiece, un extraño sonido despertó junto con el calor que se sentía, a la señora Florencia en estas mañanas de Marzo. Era el sonido de un par de botas, mismas que se acercaban por el pasillo. Doña Florencia volteo a ver la cama de su padre, Don Francisco, quien dormía en la misma habitación que ella, Don Francisco ya era un hombre maduro, estaba en sus setenta y tantos años de edad. -Papá ¿Estas bien? Don Francisco, se había despertado a consecuencia de el mismo sonido, estaba completamente pálido y sudando frio. Doña Florencia se levantó y se acercó a la cama de su padre, quien tenía la mirada petrificada clavada en el techo. Alguien comenzó a tocar a la puerta del departamento de forma violenta, como a quien le urge entrar. -¡Quién!- Doña Florencia grito desde la habitación mientras tomaba su bata. -Espera hija, me buscan a mí- Dijo Don Francisco mientras se sentaba y sacaba sus pantuflas debajo de la cama. -¿Pero quién te viene a ver tan temprano papá?- Doña Florencia reprocho pero a Don Francisco no le importo, él sabía perfectamente quien tocaba a la puerta. Doña Florencia se dirigió a la cocina a preparar el desayuno, abrió el refrigerador, tomo el galón de leche y un par de huevos, dos sonidos fuertes interrumpieron la calma matutina, la leche cayó al suelo, destino que siguieron los huevos, Doña Florencia se tapó los oídos y se hincó en el suelo, eran sonidos de bala.
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-¿Papá? ¿Papá?- Doña Florencia decía en voz muy baja mientras se acercaba a la sala y a la puerta principal, buscando la respuesta de su papá. Un cuerpo en el piso fue lo que hayo, corrió a tumbarse a su lado, tenía un disparo en la frente y uno en el pecho, acerco su oído al pecho de su padre para ver si aún se escuchaba el latir de su corazón pero fue en vano. -¿Papá, Quien te hizo esto?- decía entre sollozos, en ese instante decidió gatear hacia fuera del departamento y asomarse al pasillo, para ver si alcanzaba a ver al asesino, pero fue en vano, aquel sujeto que los había despertado con el retumbar de sus botas, se había marchado, sin hacer ningún ruido o quizás nunca se marchó. -Bienvenida agente Leticia Espinoza y agente Carlos González –Dijo el Director de homicidios de la PGJ de la Cuauhtémoc, Alberto Martínez- He pedido a su sección de su colaboración para resolver un caso que no tiene explicación, según mis detectives, sé que ustedes tienen experiencia resolviendo este tipo de casos... ¿Cómo llamarlos? -¿Paranormales Señor? -No quiero adelantarme agente Espinoza, el oficial Rodríguez les mostrara la evidencia que tenemos hasta ahora- Dijo refiriéndose a un cuarto agente en la oficina. -Acompáñenme, por favor- Dijo Rodríguez mientras salieron rumbo a la oficina de gestión de evidencias. Rodríguez caminaba en el pasillo unos pasos delante de los agentes. -¿Qué opinas Espinoza?-Comenzaron a cuchichear los agentes. -Otro caso de parrillicidio probablemente- contesto la agente Espinoza muy segura de sí. -Anduve, husmeando en la prensa amarillista local, y me enterado que este es el quinto asesinato en contra de gente de la tercera edad en el edificio Chihuahua en lo que va del año y apenas estamos en marzo, además que las víctimas fueron de los principales testigos de lo ocurrido en el 68. -Que estas insinuando González, ¿alguna especie de conspiración por parte del gobierno para callar algo que esta gente sabe? -Puede ser, solo imagínate, si esta gente mayor en su juventud fue comprada o extorsionada para ocultar lo que vio aquella tarde, que mejor momento para revelar sus secretos que la edad adulta ya qué vivieron la mayor parte de sus vidas, además el cargo de conciencia, al final les pasaría factura.
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El agente Rodríguez detuvo su marcha seguido por los agentes quienes junto con el entraron a una pequeña habitación llena de cajas. Rodríguez echo un vistazo a una lista que se encontraba en el lugar y camino hacia los estantes y tomo una caja. Saco unos DVDs y los reprodujo en una computadora asignada en el lugar. -¿Qué es esto?-Pregunto Espinoza, con algo de intriga. -Miren agentes este es el video de las cámaras de seguridad del lugar, estas son las primeras tomas de la mañana del suceso. -¿Revisaron a toda la gente que ingreso esa mañana supongo?-Dijo el agente Carlos González. -A eso iba agente- Dijo Rodríguez, señalando en el monitor de la computadora como en una de las cámaras que apuntaban a hacia el pasillo, donde se hallaban aquella mañana la señora Florencia y su padre, se alcanzó a distinguir un sujeto que empezó a caminar por el pasillo vestido de verde. -¿Acaso ese no es un soldado?-Pregunto Espinoza. -“Seguro” agente- Afirmo Rodríguez de forma irónica-, si este fuese el año de 1968 y ese fuese el uniforme del cuerpo militar actual. -¿Cómo es posible que haya aparecido en ese pasillo, sin haber sido grabado por las escaleras y pasillos aledaños al departamento? -No lo sé agente, es por eso que ustedes están aquí- Terminó por decir Rodríguez mientras los agentes Espinoza y González se miraron mutuamente reflejando la incógnita. De vuelta a su oficina en el oasis de Magdalena Contreras los agentes Espinoza y González discutían sobre el tema. -Según el informe se revisó el edificio en busca de alguna especie de túnel por el cual entro el agresor, además de que se han cateado en todos los departamentos y hasta en la basura de los inquilinos, en busca del uniforme y el arma homicida, pero la búsqueda no arrojo resultado, ha y por cierto no hay balas y la autopsia a los cuerpos no arrojan rastros de dinamita- Dijo González desde su silla de oficinista. -Necesitaremos ir nosotros mismos a comprobar eso- Dijo la agente Espinoza al momento de que sonó el teléfono. -¿Diga?...hace cuanto ocurrió eso...vamos para allá. Los agentes salieron rápidamente de su oficina para dirigirse a la plaza de las tres culturas a seguir el reporte telefónico. -Buena tarde venimos de la PGJ, tenemos asignado el caso, somos los agentes
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González y Espinoza- Dijo la agente a un policía que se halla en el pasillo de la unidad habitacional Chihuahua, resguardando el departamento número 25, Luisito un niño que vive con su madre en el lugar, aseguraba haber visto a un soldado en el pasillo. -Hola Luisito soy el agente de la PGJ Carlos González, me comentaron que viste a un señor vestido de soldado, ¿Me lo puedes describir? -¿Pasa algo?-Cuestiono el menor algo asustado. -No, nada de qué preocuparse -Para ese momento los homicidios en el edificio Chihuahua habían sido tomados como un hecho aislado, y a los medios de comunicación se les había solicitado su discreción para no alarmar a la gente, en lo que se resolvía el caso. -Gracias Luis, nos será de ayuda tu información- El agente González saco de su saco una paleta y se la dio al menor y se retiró. Los agentes notaron como ancianos se asomaban por las ventanas de sus departamentos con cara de susto, fue imposible no notarlo para los agentes, al parecer alguien o algunos en el lugar sabían perfectamente lo que estaba sucediendo. Al siguiente día, a falta de pruebas, los agentes citaron a toda la gente mayor del lugar, en la explana de la plaza de las tres culturas, 18 adultos mayores aparecieron en el lugar, donde el agente González ya había colocado algunas sillas. González se paró frente a la comunidad de adultos mayores del edificio y comenzó a hablar. -Como es sabido por todos los que estamos aquí, en días anteriores han ocurridos una serie de sucesos lamentables en el edificio, en contra de la población mayor, hemos estado investigando pero a lo largo de nuestras investigaciones nos hemos percatado de algo extraño en su comportamiento señores, pareciera que algo están tratando de ocultarnos, nosotros como representantes de la policía les podemos decir que si alguien está en riesgo son ustedes, pero solo ustedes por lo que hemos visto y sabemos, son capaces de salvarles -Los ancianos guardaron silencio y se miraban entre ellos. -Para mí es raro que las victimas tengan como conexión entre ellos haber sido testigos y haber dado su testimonio en programas de televisión y documentales sobre lo ocurrido en el 68- Dijo González. -¿Qué está tramando? -Pregunto el agente Rodríguez a Espinosa, quienes esperaban de pie detrás de él.
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-No lo sé. -Bueno señores, como no me dejan más opción los tendré que evacuar del complejo departamental... -Espere agente yo tengo que decir algo- Uno de los ancianos levanto la voz. -Calla Ramón, Le dijeron varios. -Yo le diré la verdad- González, Espinoza y Rodríguez que eran los únicos agentes presentes lo escucharon con atención. -Es preciso aclarar que no todos de los aquí presentes están involucrados, de los 18 adultos que estamos aquí solo seis, pertenecen al destino que le voy a contar, Hace 48 años, cuando este lugar se convirtió en un campo de batalla nosotros éramos estudiantes, como los que aquí murieron, pero a diferencia de ellos, nosotros nos centramos en nuestros estudios y no participamos en ningún mitin y en ninguna marcha, aquella tarde mientras todo aquello sucedía en este lugar, nosotros estábamos en nuestros departamentos con nuestras familias – La voz de aquel anciano se quebró y comenzó a llorar- nosotros nos equivocamos ese día, y él ha regresado para cobrarse. -¿De quién habla? ¿Quién ha regresado?- González pregunto. -El soldado... Nosotros los seis ancianos que estamos aquí tenemos algo en común con los que ya no están y con gente que al irse a vivir a otro lugar que vivía aquí falleció, Nosotros aquel día no abrimos las puertas de nuestros departamentos a los estudiantes que subieron a pedir ayuda, varios de ellos murieron al pie de nuestras puertas y eso nunca no lo perdonaremos. Independientemente de eso, sucedió algo que quizá nunca antes hemos contado pero lo cual nos tiene muy preocupados, aquella tarde después de los balazos y los gritos de los estudiantes, justo después de que comenzaron a recoger los cuerpos, varios de nosotros fuimos testigos de cómo un soldado comenzó a gritar justo en la explanada, al parecer su hermano y su hermana que eran estudiantes y pertenecían a los “rojillos” habían sido abatidos por sus mismos compañeros, el soldado se volvió loco al mirar los cadáveres de sus hermanos menores, mismos que él estaba apoyando económicamente con sus estudios, comenzó a disparar hacia los demás soldados y hacia los tanques, al momento de acabársele las balas, sus compañeros lo sometieron, y uno de los altos mandos dio la orden de ejecutarlo en el lugar por miedo de que fuese a filtrar información de lo ahí ocurrido, además de que podía pasarlo como una víctima de los estudiantes terroristas, de los cuales hablaba el gobierno. Momentos antes de
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ser ejecutado juro que volvería por todos aquellos que no abrimos la puerta para ayudar a sus hermanos, ¿Cómo el sabría en que puerta tocaron sus hermanos? Desde ese día comenzaron a pasar sucesos extraños en el lugar, aquellos que no abrieron la puerta ese día, he intentaron irse a vivir a otro lugar para limpiar su mente de los constantes remordimientos, murieron asesinados de la misma forma que mis amigos que murieron estos días, no sabemos cuál de nosotros será el siguiente en escuchar el sonido de sus botas, le ruego señor ayúdenos. González les miro mudo, por lo que había acabado de escuchar. Mientras los ancianos le miraban asustados. De vuelta en las oficinas de la PGJ de la Cuauhtémoc, los agentes discutían. -¿Has encontrado algo Espinoza? -Efectivamente, me he adentrado a los “asesinatos sin resolver” que se dieron bajo las mismas circunstancias que los actuales, es decir, disparo de metralla y sin bala homicida, y como te contó aquel anciano, en todos los casos esa gente vivió en el edificio Chihuahua en las fechas ocurrido lo del 68. -¿Qué opinas? -Científicamente la historia contada es imposible de creer, es decir, que un soldado venga de la muerte para vengar a sus hermanos, no es algo que pase todos los días. Pudiendo buscar a sus hermanos en el más allá. -¿Pero qué dices Espinoza? Un soldado asesino de estudiantes por más que haya perdido a sus hermanos, lo que hizo no le daría el permiso de volver a verlos jamás. -¿Estás diciendo que tenemos el fantasma de un soldado que como consolación esta asesinando a los culpables indirectos de la muerte de sus hermanos?- Espinosa se quedó en silencio por un rato, meditando lo que había dicho y prosiguió ¿Podemos averiguar algo de los soldados que participaron en dicho evento? -No lo creo, esa información está en manos del ejército y nos será imposible averiguar los nombres de aquellos soldados. A partir de ese día los agentes decidieron montar una guardia permanente en el lugar, a la espera de que el misterioso sujeto o espectro que esperaban, apareciera en el lugar. La guardia consistía en que dos oficiales estarían asignados por pasillo, vigilando los departamentos de los ancianos que pudieran estar en la lista del presunto asesino. Espinoza y González se quedaron en el pasillo del departamento del señor Ramón, la noche había caído y González cenaba un café y un sándwich, Espinosa miraba desde el barandal hacia abajo.
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-Nunca imagine en la academia dedicarme a perseguir fantasmas ¿Y tú González? -No lo veas así Espinoza, velo por el lado positivo, estamos resguardando la integridad de un grupo de personas - Espinoza lo volteo a ver y le regalo una sonrisa amistosa. -¿Escuchaste eso?-Ambos agentes se pusieron alertas y desenfundaron sus armas- Unos pasos de botas se escucharon. Ambos voltearon a donde daban las escaleras del pasillo, y un hombre vestido de soldado, dio la vuelta en la esquina, ambos agentes quedaron congelados, sintieron como un especie de escalofrió recorrió su espina dorsal. Aquel hombre vestía como un saldado lo habría hecho en aquel año del 68, sus facciones eran extrañas, era como ver una fotografía de aquel tiempo en movimiento, el hombre avanzaba por el pasillo a una gran velocidad. -¡Deténgase o disparo!- Grito la agente Espinoza entre la angustia y el espanto, pero aquel sujeto apretó fuerte su rifle y al pasar junto a ella pero sin voltear a verle, la empujo con el rifle hacia el barandal, provocando que la agente Espinosa se saliera del barandal y quedara sujetada por sus manos al barandal, a punto de caer del edificio, el arma de la agente siguió su camino al suelo de la explanada y al tocar suelo se acciono, dejando salir un disparo a cualquier sitio. -¡Espinoza!- Grito González mientras se hacía a un lado, dejando el camino libre de la puerta del señor Ramón al soldado. El soldado comenzó a tocar bastante fuerte usando la culata de su arma. El señor Ramón movió la cortina de la ventana y se asomó, al momento de que vio al soldado fijamente a los ojos, aquel extraño sujeto vestido de soldado, disparo contra el cristal, provocando que los vidrios cayeran por todas partes. González apretó el puño asiéndose de valor y corrió a empujar al soldado, provocando que este soltara el rifle y este cayera a la explanada. El soldado ya sin arma, se abalanzó contra González trenzándole del dorso y derribándolo pero justo antes de tocar el suelo del pasillo, el peso del soldado desapareció y González cayó solo al suelo, el soldado había desaparecido mientras caían, González estaba pálido del susto y aún más por la impresión. -Vamos ayúdame- Grito Espinoza quien colgaba del barandal. El viejo Ramón no recibió el disparo que iba para él, pero por el contrario sufrió un ataque al corazón debido a la impresión, al recoger el rifle del soldado que
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cayó a la explanada, este se hallaba viejo y oxidado, nunca nadie supo explicar de dónde salió, se realizaron bastantes misas en el lugar y se bendijo aquel rifle con la finalidad de que el espectro descansara en paz y así fue. -¿Se le dará seguimiento al caso señor? -¿Cuál caso agente Espinoza? –respondió el director Alberto Martínez sentado desde su escritorio. -Por el que nos mandó a llamar- Repuso González -No sé de qué caso me hablen- Los agentes entendieron la indirecta y se marcharon de la oficina. -Esperen agentes, tendrán su recompensa por su labor, gracias, pueden retirarse. Los agentes subieron al automóvil y volvieron a la delegación Magdalena Contreras a la espera de un nuevo extraño caso y del suceso nunca nadie se entero.
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Recuerdos del 68 María José Betancourt
Premio Cómic Categoría de15 a 20 años Recuerdos del 68 de María José Betancourt
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Se busca una voz Carlos Augusto Gutiérrez Mora
Premio Cómic Categoría 20 años en adelante Se busca una voz de Carlos Augusto Gutiérrez Mora
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La nueva Brigada Luis Mario Lugo Vado
Premio Cortometraje CategorĂa de 15 a 20 aĂąos La nueva Brigada de Luis Mario Lugo Vado
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Silencio
Jorge Luis Hernández Rosas
Premio Cortometraje Categoría 20 años en adelante Silencio de Jorge Luis Hernández Rosas
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www.tla telolco.unam .mx Ricardo Flores MagĂłn 1, Nonoalco-Tlatelolco, Ciudad de MĂŠxico segundo premio memorial 68