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I Con la iglesia hemos topado
Con la iglesia hemos topado
Yo no soy especialmente seguidor del Papa, pero ni de éste ni de ninguno de los anteriores que he conocido, que ya son tres. Han sido siempre bastante intrascendentes en mi vida, pero soy consciente sobre el poder de influencia que pueden llegar a tener, ya que cada uno de sus mensajes es capaz de dar la vuelta al mundo y de calar hondo en muchos de sus más fervientes seguidores. De ahí que suelan ser, en la mayoría de casos, cautos con lo que dicen, puesto que las consecuencias de cualquiera de sus manifestaciones pueden ser tremendas, para bien o para mal.
Sin embargo, no parece ser así con el Papa Francisco que, coincidiendo con la Conferencia Europea de la Juventud llevada a cabo en Praga durante el pasado mes de julio, le ha parecido a bien apuntarse a la corriente anti cárnica al recomendar a los jóvenes consumir menos carne para así contribuir a la salvación del medio ambiente. ¿De verdad? ¿No ha pensado en la salvación de la ganadería, del mundo rural y de la contribución proteínica que aporta la carne antes de intentar adoctrinar aún más a la juventud con mensajes de este tipo?
Es indignante la presión que se les pone a los jóvenes de hoy en día con discursos totalmente dirigidos hacia fines concretos que, bajo mi punto de vista, son bastante reprochables y lo único que consiguen además es impedirles hacer lo que les dé la gana. En este caso, que disfruten de un buen filete cuando quieran sin tener que sentirse mal. Se dice que la juventud actual es la más informada y, por ello, la más exigente, pero cuando les escuchas hablando sobre ciertos temas de ‘candente actualidad’, molesta ver que a muchos de ellos les llega a causar gran preocupación este tipo de alarmismos infundados.
Concienciación dirán algunos. Suena genial, si no fuera porque casi siempre se trata de una sensibilización dirigida por entidades y lobbies que tienen caras ocultas y un sinfín de intereses.
Al Papa no sé quién le habrá ‘comprado’ para que salga con este tema y no aproveche, por ejemplo, para denunciar a todos esos gobiernos que están haciendo continuamente pruebas atómicas en el mar, que seguramente están teniendo consecuencias devastadoras para el planeta y por las que no existe ningún tipo de concienciación, ni entre la sociedad, ni dirigidas desde ningún ámbito. Pero claro, luego la vaquita es malísima y tenemos que dejar de comer carne.
De verdad, Francisco, cómase un filete, dedíquese a lo suyo y déjese de populismos baratos, que se le ve el plumero
Jorge Cocero
Director editorial