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I Y que nos dejen ya en paz
Y que nos dejen ya en paz
Es desesperante, frustrante y tremendamente agotador. Un continuo nadar a contracorriente que te lleva a la extenuación. Y esas son sólo algunas de las sensaciones que me produce ver permanentemente cómo la dictadura en contra de la carne sigue atacando de manera incansable a nuestra industria con el firme propósito de que, quizá algún día, todo el planeta pueda alimentarse de productos que no provengan de animales.
Para conseguir cualquier fin es recomendable pensar siempre a lo grande para no desvanecerse a lo largo del camino, pero creer que en algún momento la población mundial podrá dejar de lado los alimentos cárnicos, que están incluidos en su dieta desde antes incluso del origen del homo sapiens, es tirar demasiado alto diría yo.
Pero vamos, está claro que esta corriente anti cárnica hay que tomársela en serio porque poco a poco va realizando avances cada vez más preocupantes. El último de ellos viene de la ciudad de Haarlem, en Países Bajos, que va a prohibir a partir de 2024 el anuncio de cualquier producto cárnico en cualquiera de sus espacios destinados a tal fin, igual que ocurre en muchos lugares con el tabaco o las bebidas alcohólicas.
Las autoridades de esta localidad justifican esta prohibición aludiendo que, ante la crisis climática en la que nos encontramos inmersos, no pueden promocionar productos que son parte del problema.
Este hecho es muy grave porque puede ser la semilla que haga expandirse este tipo de medidas restrictivas a muchas otras ciudades europeas, o de otros continentes. En este mundo globalizado, la tiranía moral sobre lo que está bien y lo que está mal se extiende como la pólvora y es posible que antes de finalizar el año, más de una localidad u otra se apunten al carro iniciado en Haarlem, aunque sólo sea por darse un poco de bombo y salir en los medios.
Como sigamos así, veo que los que continuemos comiendo carne y disfrutemos con ello, vamos a tener que reunirnos en lugares clandestinos para deleitarnos con estos manjares. Seremos considerados bárbaros o yonquis de la carne. Seguramente seres inferiores, eso sin duda.
En cualquier caso, solamente espero y deseo que la situación con el tiempo termine por calmarse, se ponga el foco en algún otro elemento y, mientras tanto, aunque seamos menos comedores cárnicos que ahora, los que quedemos todavía tengamos sitios a los que ir para disfrutar tranquilamente de uno de los productos alimentarios más antiguos, nutritivos y saludables de nuestra gastronomía
Jorge Cocero
Director editorial