IDEAS DE EVANGELIZACION “Quien no busca la cruz de Cristo, no busca la gloria de Cristo” (S. Juan de la Cruz)
El relativismo del "estado secular" demuestra que los Papas del siglo XIX tenían razón: No cabe la posibilidad de tener un espacio público religiosamente neutral. El entorno social será religioso o irreligioso, o será cristiano o anticristiano. El secularismo siempre se destruye a sí mismo en la ideología intolerante. Hace mucho tiempo que escuchamos que la solución a los problemas sociales, incluyendo los problemas que viven los católicos en las modernas democracias occidentales, es que el mundo entero debería "vivir y dejar vivir" que todos deberíamos defender el estado secular y contentarnos con vivir en una tierra donde la gente sea libre de vivir como quiera, siempre y cuando permita a otros vivir de la misma manera y siempre y cuando nadie haga daño a nadie. No hay razón para el conflicto si simplemente seguimos ese sentido común de tolerancia. Eso suena bien en teoría, pero ¿funciona en la práctica? La realidad es que la práctica de la religión y la oposición violenta a ella constituye el ateísmo moderno como una cosa pública y política. El ateísmo moderno, a su vez, no es menos público ni menos político: busca deshacerse de todos los símbolos religiosos, como los crucifijos, procesiones y pesebres de Navidad, y si pudiera, también aboliría los domingos y los días festivos, como está ocurriendo ya. Si los ateos pudieran hacer lo que quisieran, no habría lugar ni respeto para el cristianismo en el espacio público. En este sentido, el laico no es alguien que piense que se debe permitir que todas las visiones del mundo florezcan; por el contrario, cree que la única visión que se puede tolerar es la que dice que ninguna visión es lo suficientemente verdadera como para tener alguna salvaguardia o prerrogativa sobre las demás. Desde esa "lógica", el ateísmo se convierte, de hecho, en la audiencia estándar y el credo político. Podemos ilustrar el problema con un claro ejemplo. Cuando alguien escucha música en su propio coche a todo volumen, está obligando a todos los que están a su alrededor a escuchar lo que él escucha. Su "libre elección" de escuchar impone a los demás una situación que no han elegido libremente. Esta persona está forzando a otros a someterse a su libertad. Así pues, "dar libertad a todo el mundo" es una ilusión; el ejercicio de la propia libertad puede y muy probablemente afectará a los derechos de los demás.
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