Tzintzuntzan

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RESUMEN: TZINTZUNTZAN Esta obra enriquece el conocimiento del papel que ha jugado en la historia regional la cuna del Imperio Purépecha, la ciudad prehispánica que fungió como capital del legendario imperio michoacano.

El autor, nativo del lugar, se adentra a los tiempos más antiguos, para después avanzar y llegar a la Conquista, a la evangelización y a la Colonia, al resurgimiento del municipio, hasta arribar a sus fiestas tradicionales, resultantes de una comunidad artesanal y artística por excelencia. Aquí se asiste a la fundación del convento franciscano de Santa Ana, sobre las ruinas del templo de la diosa Xarátanga, pudiéndose por ello hablar del inicio de la evangelización del Occidente de México, y por tanto del nacimiento de las Provincia de San Pedro y San Pablo de Michoacán; también incluye estadísticas municipales de los tiempos más recientes, y una relación de las fiestas y tradiciones que se conservan en las comunidades, así como la problemática que se enfrenta en la actualidad, junto a las potencialidades y perspectivas para el futuro del municipio. Con estos materiales se consigue ofrecer un panorama sintético de uno de los municipios más emblemáticos del territorio purembe.


MONOGRAFÍA MUNICIPAL

DIRECTORIO Lic. Víctor Manuel Tinoco Rubí Gobernador del Estado Lic. Antonio García Torres Secretario General de Gobierno Lic. Salvador Castillo Núñez Coordinador de Apoyo Municipal y Vocal Ejecutivo del Centro Estatal de Estudios Municipales L.A.E. Felipe Sandoval Delgado Director de Capacitación Profr. Elesban Aparicio Cuiriz Presidente Municipal de Tzintzuntzan

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Monografía Municipal

TZINTZUNTZAN

ALBERTO RENDÓN GUILLÉN

GOBIERNO DEL ESTADO DE MICHOACÁN H. AYUNTAMIENTO CONSTITUCIONAL DE TZINTZUNTZAN 1996

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MONOGRAFÍA MUNICIPAL

Gobierno del Estado de Michoacán Coordinación de Apoyo Municipal Centro Estatal de Estudios Municipales H. Ayuntamiento de Tzintzuntzan, Michoacán 1996

CUIDADO DE LA EDICIÓN: Lázaro Andrade Méndez © 1996 por esta edición ISBN-968-7469-26-9 Alberto Rendón Guillén Gobierno del Estado de Michoacán Coordinación de Apoyo Municipal Centro Estatal de Estudios Municipales H. Ayuntamiento de Tzintzuntzan, Michoacán Michoacán, México, Diciembre de 1996.

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PRESENTACIÓN

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COORDINACIÓN de Apoyo Municipal, a través del Centro Estatal de Estudios Municipales y el H. Ayuntamiento de Tzintzuntzan, Michoacán 1996-1998, unificaron esfuerzos e hicieron posible la publicación de esta monografía que viene a enriquecer el conocimiento del papel que ha jugado en la historia de nuestro Estado, la que fue cuna del Imperio Purépecha y Ciudad de Michoacán. El autor es un asiduo investigador, que por años ha transitado por ese fascinante mundo de amalgamar las tradiciones orales, las manifestaciones culturales y la historia de nuestros pueblos. Es así como en este trabajo logra la información objetiva del pasado y presente de su pueblo. A través de su lectura sencilla, producto de un lenguaje ameno, nos adentramos a la explicación de la amplia gama de acontecimientos que ha vivido el municipio desde sus orígenes hasta la actualidad. Se retratan los grandes momentos de la época de esplendor de la gran urbe que fue el Tzintzuntzan prehispánico, los tiempos de la Conquista, la Evangelización, la Colonia, el Resurgimiento del Municipio, así como sus fiestas tradicionales. Es este un instrumento real de las manifestaciones populares, del trabajo cotidiano y las luchas de sus habitantes a través del tiempo. Por ello, conscientes de la importancia de este tipo de obras y con el afán de contribuir al conocimiento y difusión de la historia regional y local, y despertar el interés de los habitantes de este municipio y del público interesado en general, las dependencias participantes en este trabajo, lo ponen a su respetable consideración. A

Centro Estatal de Estudios Municipales del Estado de Michoacán

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PRÓLOGO

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en Tzintzuntzan y saber de la importancia de la ciudad en las antigüedades de Michoacán, así como el interés que existe de conocer su historia, fueron motivo para adentrarme en el estudio del pasado de nuestra comunidad hasta lograr tener un importante bagaje de información sobre la materia lo que, pasado el tiempo, me llevó a pensar en escribir sobre la misma y darla a conocer a mis paisanos, a Michoacán, a México y al mundo. Lo anterior tuvo por resultado que en el año de 1980 se diera a la imprenta el libro Tzintzuntzan, breve reseña histórica y turística, pensando en la imposibilidad de poder publicar un estudio más profundo de la historia del municipio, sobre todo porque el trabajo mencionado estaba dirigido especialmente al turismo que suele visitar nuestro estado. Hoy, en otras circunstancias y gracias al entusiasmo del Profr. Elesban Aparicio Cuiriz, Presidente Municipal, llega a su fin el estudio del municipio iniciado hace cerca de 30 años. La monografía municipal de Tzintzuntzan está integrada de un estudio geográfico del municipio (Capítulo I), así como de la historia del contorno desde la época prehispánica, en la cual destacó Tzintzuntzan como capital del Gran Imperio Michoacano, de donde salieron ideas y ejércitos que dominaron gran parte del Occidente de México durante varios siglos (capítulos del II al VI). Tzintzuntzan, como ciudad, jugó un papel importante en los primeros años de la colonización, al haber sido distinguida como capital de la provincia de Michoacán, así como sede episcopal michoacana y a donde llegaron los primeros evangelizadores franciscanos en 1525, para desde aquí proseguir con la evangelización del Occidente de México en la primera mitad del siglo XVI (capítulos VII y VIII). El devenir histórico de la ciudad y el municipio, aunque en circunstancias diversas, mantiene la atención de la gente de Tzintzuntzan, como república de indios, en la colonia (capítulo IX), y su secuencia a lo largo de los siglos siguientes, hasta la actualidad (capítulos X – XIII), con altibajos en diversos momentos de su historia. L HABER NACIDO

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Finalmente, las estadísticas municipales se hacen presentes a través de los censos más recientes (capítulo XIV); las fiestas y tradiciones que aún se conservan en sus comunidades (capítulo XV), así como la problemática que se enfrenta en los momentos actuales, junto a las potencialidades y perspectivas para el futuro del municipio (capítulo XVI); una reseña histórica de cada una de las comunidades (capítulo XVII); los personajes y familias que han morado en Tzintzuntzan (capítulo XVIII), y una importante serie de documentos de la ciudad en diferentes momentos de su historia (apéndices), es lo que el interesado en nuestro municipio puede encontrar en este libro que hasta ahora ha podido ver la luz. Nuestro objetivo es ofrecer una panorámica amplia del municipio. ¡Ojalá lo hayamos logrado!. Tzintzuntzan, Mich., invierno de 1996. Alberto Rendón Guillén

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CAPÍTULO PRIMERO Aspecto Geográfico Coordenadas Geográficas

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es uno de los municipios de Michoacán. Se encuentra ubicado en la región central de la entidad, en el margen oriente del Lago de Pátzcuaro y su cabecera es la Ciudad Primitiva de Tzintzuntzan. Las coordenadas geográficas que le corresponden a su cabecera son las de los 19º 39' de longitud oeste del Meridiano de Greenwich; la altitud promedio del municipio es de 1,998 msnm. y la superficie total está integrada por 156.49 kilómetros cuadrados. Sus límites están configurados por los municipios que le rodean y son: al norte, Quiroga; al oeste, Erongarícuaro y Pátzcuaro; al sur, Pátzcuaro y Huiramba, y al este, Lagunillas y Morelia. La cabecera municipal se encuentra, a 7 kilómetros de la Ciudad de Quiroga, a 25 de Pátzcuaro, a 52 de Morelia, capital del Estado y a 361 de la capital de la República, el Distrito Federal. ZINTZUNTZAN

Geología En el Estado de Michoacán predominan las rocas ígneas efusivas de diversas edades, dominando las de la era terciaria. Las principales rocas que se encuentran en el municipio son las de formación del cenozoico superior volcánico (del mioceno reciente), constituidas principalmente por lavas, basaltos, brechas, tobas basálticas y andesíticas. De esta forma, las lavas, basaltos, brechas y tobas, se integran de varias rocas más, entre las que se encuentran la homblenda, augita, hematita, arenas, andesitas o rocas sedimentarias, que al descomponerse dan lugar a tierras arcillosas obscuras, muy fértiles; de la misma forma, aparecen entre ellas las brechas calcáreas, conchíferas y volcánicas, que se encuentran por lo regular en la cima de los cerros y 8


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sus bordes son ásperos, sobre todo por haber sufrido arrastre. Las tobas están formadas por la cementación de materiales volcánicos como las cenizas, lapilli, bombas, entre otras, que casi siempre se encuentran en estado de desintegración y se localizan en las laderas de los montes, en las cañadas y los valles. Entre las andesitas se encuentran las de piroxena (de colores más o menos claros, rosado, gris o ligeramente verdoso), que se localizan en las serranías; las andesitas anfibólicas, que contienen microlitos de anfíbol (de colores claros, rosado, azul o gris), aunque son escasas y se encuentran en las cimas de algunos cerros, y las andesitas micáceas, que contienen microlitos de biotita (de color claro que contiene mica), se localizan en la falda de algunos cerros. Las andesitas, por lo general, están entre las rocas sedimentarias y las basálticas, que se encuentran dispuestas en capas gruesas y superpuestas que, en algunas ocasiones por la intemperancia, se nota la separación de las corrientes. Son de textura porfirítica, semejantes a las dioritas. Fisiografía El Estado de Michoacán ha sido dividido, tradicionalmente, en varias regiones naturales, atendiendo a ciertas características que las hacen diferentes. La división más aceptada es la siguiente: 1) La depresión del Lerma o Altiplanicie (Bajío y Ciénega de Chapala). 2) Región montañosa central (sistema volcánico transversal y valles intermontanos). 3) Región de Tierra Caliente (cuenca de Tepalcatepec y Depresión del Balsas). 4) Región montañosa costera (formada por la Sierra Madre del Sur y los terrenos del litoral del Océano Pacífico). Algunos otros autores dan más o menos, pero generalmente ésta es la más aceptada. El municipio de Tzintzuntzan se encuentra enclavado en la región montañosa central, compuesta por el sistema volcánico transversal, que atraviesa el estado de oriente a poniente, donde destacan innumerables elevaciones que dan una idea de la gran actividad volcánica en épocas remotas y aun recientes, dando por resultado la 9


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aparición de las mayores elevaciones de la entidad y en el municipio forman varios valles, con algunas elevaciones que se pueden apreciar en su territorio. Por otra parte, las sierras del Estado dan cabida a la formación de cuencas, valles y depresiones intermontanos como los de Pátzcuaro, Zacapu y Zirahuén, circundados por altos montes. La depresión de Pátzcuaro está formada por los valles de Quiroga, Pátzcuaro, Tzintzuntzan y Erongarícuaro, circundada por los cerros del Zirate, El Chivo, San Andrés, Acapián, San Miguel, del Frijol, La Vinata y el Tigre. El valle de Tzintzuntzan abarca todo el municipio y se encuentra fraccionado por algunos montes que se levantan en él, dando por resultado varios pequeños valles que reciben nombres locales como: el valle de Patambicho, Coenembo, Tzintzuntzan, Ciénega, Ihuatzio y Cucuchucho. Las elevaciones que dividen dicho valle están formadas por los cerros Tariakeri, al poniente de la Ciudad de Tzintzuntzan, rodeado por gran parte del Lago de Pátzcuaro; el cerro Yahuarato, al centro, que junto con el anterior forman un anfiteatro en el que se ubica la ciudad y cierran por el lado sur los cerros Carichuato y cerrito Colorado; más al sur se localiza el cerro del Tigre, siendo prácticamente los que forman la orografía municipal. Hidrografía El Estado de Michoacán es una de las entidades que cuenta con mayor número de ríos, arroyos, lagos y manantiales de toda la república. Todos ellos, sin embargo, se pueden reunir en seis grandes sistemas pluviales: tres endorreicos y tres exorreicos. Dentro de los exorreicos tenemos la cuenca del Lerma, la del Balsas y sistema pluvial costero, en los que se agrupa el caudal de la mayoría de los ríos y arroyos que nacen en la entidad y forman un verdadero sistema sanguíneo de Michoacán. Los sistemas endorreicos (cuencas cerradas o con poco drenaje hacia el mar) en el Estado son: Lago de Cuitzeo, Lago de Pátzcuaro y Lago de Zirahuén, entre otros, alimentados por innumerables arroyos y manantiales de escaso caudal, la mayoría de las veces. 10


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Tzintzuntzan pertenece a la cuenca del Lago de Pátzcuaro con una superficie de 1,525 Km.2, que da la formación al lago; éste es alimentado por numerosas corrientes subterráneas y superficiales que aportan un volumen medio anual de 81 millones de mt.3 La mayor parte de las aguas que recibe son de las lluvias de los meses de junio a octubre, de los montes que le circundan. El municipio coopera en estas corrientes a través del Río Chapultepec, que nace en los terrenos del municipio, así como los arroyos de Patambicho, Ojo de Agua y los manantiales del Jagüey, Itzío y Chuchuatiro, que con sus aguas permanentes ayudan a mantener el nivel del Lago de Pátzcuaro. Además, cuenta con un pequeño lago en la comunidad de Coenembo. La hidrografía del municipio se complementa con gran parte del lago, en cuyo interior se encuentra la isla de La Pacanda con un pequeño lago interno, que es un caso interesante en el lugar. De esta forma, la hidrología del municipio es amplia y extensa, aunque desgraciadamente no está adecuadamente aprovechada. Además, los terrenos no se prestan para integrarlos a un sistema de riego por estar constituidos generalmente por laderas. Climatología El suelo del Estado presenta innumerables accidente geográficos que dan por resultado una gran variedad de climas; sin embargo, esta variedad se puede circunscribir a zonas bastante bien definidas y por lo cual se puede delinear un mapa de los climas michoacanos sin ninguna dificultad. El clima frío se encuentra en los lugares que tienen una altura superior a los 2 mil msnm.; estos lugares se localizan en el sistema volcánico transversal y la sierra Madre del Sur, donde la temperatura media anual no rebasa los 10º C y en el invierno sobrevienen continuas heladas y, durante las lluvias, hay frecuentes granizadas. El clima templado, con lluvias en verano, se localiza en los lugares con una altura superior a los mil msnm. donde la temperatura media anual es de 18º C, con fríos en invierno y poco calurosos en verano; estos terrenos son los del norte del Estado y los valles intermontanos del sistema volcánico transversal. 11


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Los lugares que tienen la misma temperatura están unidos por las líneas llamadas isotermas, por lo que Tzintzuntzan se encuentra en la que une a lugares como Pátzcuaro, Quiroga, Zacapu y otros y pertenece al clima templado, en la isoterma de los 16º C de temperatura anual media. En dicha isoterma, a la que pertenece Tzintzuntzan, durante el invierno sobrevienen días de intensas heladas, sobre todo durante los meses de diciembre a febrero, siendo el número total de días con heladas entre 20 y 40. Sin embargo, durante el resto del año, se tiene un clima agradable entre los 16º y 22º C, no habiendo exceso de calor ni en los meses más cálidos del año. Ahora bien, los lugares que tienen la misma presión atmosférica están unidos por líneas llamadas isobaras, cuyas medidas son emitidas en milibares. La región central de Michoacán, en donde se ubica Tzintzuntzan, está regida por la isobara de los 1,018.7 milibares, y abarca los municipios de Quiroga, Pátzcuaro, Tacámbaro, Tzintzuntzan y otros. Esta isobara es de las intermedias, entre las meridionales y septentrionales, correspondiendo también a los lugares con mayor altitud. Unidos a la presión atmosférica se encuentran los vientos dominantes, pues se interrelacionan entre sí. Dentro del Estado, los vientos dominantes son los del nordeste, correspondientes a los alisios del hemisferio boreal; sin embargo, debido a las irregularidades del terreno e influenciados por la vegetación, el relieve y la hidrología, éstos no siempre están orientados en la misma dirección, por lo que se encuentran varias orientaciones en el Estado. Según los datos de los últimos años, los vientos dominantes en la cuenca del Lago de Pátzcuaro provienen del suroeste y llegan a alcanzar una intensidad hasta de 39.4 kilómetros durante los meses de enero, febrero, julio y agosto. Las isoyetas son líneas que unen los lugares con la misma precipitación pluvial. En el Estado intervienen varias isoyetas, determinadas por los relieves del terreno, la presión atmosférica y los vientos dominantes. La isoyeta mínima, en Michoacán, es la de 600 mm3 y corresponde a la depresión del Río Tepalcatepec y la máxima, de 1,600 mm3, corresponde al municipio de Uruapan. 12


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La isoyeta de 1,000 a 1,200 mm3 entra desde el Estado de Jalisco y continúa por los municipios de Cotija, Uruapan, Taretan, Santa Clara, Pátzcuaro, Tzintzuntzan, Quiroga, Morelia, Tuzantla, para continuar hacia el Estado de México. Tzintzuntzan tiene una precipitación pluvial media anual de 1,008.7 mm3 que abarca toda la cuenca del Lago de Pátzcuaro. En Tzintzuntzan, las estaciones no están bien definidas como en otros lugares, por lo que ordinariamente sólo se pueden identificar como épocas de secas y de lluvias, a excepción del invierno que se desarrolla entre los meses de noviembre y febrero, durante los cuales se tienen grandes heladas que alcanzan a poner el ambiente cercano a los 0º C e incluso llegan a dañar los cultivos y muchas de las plantas de la región. En cuanto a la época de lluvias, éstas se ubican en los meses de mayo a octubre, de tal manera que éstos son los meses de gran precipitación pluvial, con la media superior a los mil mm3, aunque en las últimas décadas ha llegado a reducirse a un mínimo de 3 meses, que van de julio a septiembre, por lo cual se ha hecho difícil la siembra de temporal, que en el municipio se realiza en la mayor parte de sus terrenos. Suelos De acuerdo a los estudios realizados, los suelos que tiene el municipio de Tzintzuntzan están integrados por los que se encuentran: 1) en proceso de calcificación, y se denominan suelos negros o chernozem, formados en regiones de escasa humedad y temperatura media anual de 16º C y una precipitación de 800 mm3, con un gran contenido de materia orgánica e importante valor para la agricultura; presentan colores negros grisáceos, en que se desarrolla la vegetación de pradera, conteniendo una profunda capa de humus. Los terrenos que tienen este tipo están comprendidos en el oriente y sur del municipio, en lugares como Patambicho, Coenembo, Las Cuevas, Los Corrales, El Rodeo, San Rafael, Ihuatzio, Cucuchucho y La Vinata. 2) Suelos en proceso de calcificación, denominados castañozem, con una formación similar a la de los chernozem, pero presentan una capa más delgada de materia orgánica, por lo que el horizonte del nivel 13


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superficial es más delgado y su color es un poco más claro. Se presenta en regiones con menor precipitación pluvial y deficiente humedad, en el que se encuentra vegetación de pradera, como Patambicho, Puerta de Coenembo, Santa Cruz, Los Corrales, Las Cuevas, El Tecolote, Ihuatzio, Cucuchucho, La Granada, La Vinata y Ucazanástacua. Los terrenos de este tipo no son los más indicados para la agricultura, como los chernozem, pero con un poco de ayuda de fertilizantes se pueden lograr buenas cosechas. 3) Los suelos acrisol, que corresponden al proceso de podsolización, contienen un horizonte de color blanco con una cubierta de materia orgánica, sobre un lecho de color café o gris café, donde se desarrolla la vegetación de coníferas y bosque mixto; son suelos forestales y no todos se deben utilizar para la agricultura sin peligro de una completa erosión. Este tipo de suelos se localizan en los cerros del Tigre, Tariakeri, Yahuarato, Colorado, Santa Cruz, Coenembo, La Noria, Ichupio, Tererio y Ucazanástacua. 4) Los suelos luvisol, pertenecientes al proceso de edafoización, se presentan en regiones de alta precipitación pluvial y escasa filtración, lo que hace que se desarrolle escasamente el humus, por la inclinación que propicia la erosión, a menos que estén cubiertos de bosque. Por lo general son inadecuados para la agricultura. Estos terrenos se localizan en Tzintzuntzan, Ojo de Agua, Ocurio, Patambicho, Carichuato, San Rafael, El Jagüey, Los Corrales, Santa Cruz, Puerta de Coenembo, El Tecolote, Santiago Tzipijo, Tziranga, Los Granjenos, Ichupio y La Pacanda. 5) Los suelos andosol, localizados en zonas volcánicas jóvenes, ricas en cristales y cenizas volcánicas y condiciones húmedas y frías; el principal fin a que se deben dedicar es al de pastizales y bosques, aunque son aptos para el cultivo por las substancias nutritivas que contienen, pero necesitan fósforo para un mejor rendimiento. Son terrenos que se ubican sobre todo en Santa Cruz, Los Corrales y El Molino. 6) Suelos vertisoles, de textura pesada, color negro, con arcilla cementante. Se hinchan con la humedad y se agrietan con lo seco; se encuentran en tierras planas y ligeramente onduladas que contienen lutitas calcáreas, margas, basaltos y aluviones de las mismas; con el agua se hacen chiclosas y se cierran las grietas, sucediendo lo contrario 14


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con las secas y las hace poco aptas para el cultivo; sin embargo, éste puede ser posible con riego. Suelos ubicados en Los Corrales, El Jagüey, El Molino, Sanabria, Santa Cruz, Las Cuevas, Ihuatzio y Cucuchucho. Ahora bien, los suelos del municipio son generalmente arcillosoarenosos de colores rojo a pardo claro y medianamente profundos, lo que los hace poco fértiles. Esto nos debe hacer pensar en la necesidad de una buena selección de fertilizantes, si se quiere conseguir que produzcan y hasta ahora no se ha tenido el cuidado de hacer, lo que repercute en unas pobres cosechas, tanto por la pobreza de los suelos como por el poco cuidado de variar los cultivos. Flora La flora de una región siempre está en relación con el clima, la precipitación y los suelos. Michoacán, por su variada morfología, presenta una gran variedad de vegetales —silvestres y cultivados— que le dan un aspecto muy especial. En Tzintzuntzan se pueden encontrar terrenos cubiertos con bosques de coníferas —bosques de pino—, que se localizan en terrenos de grandes altitudes de las principales sierras, entre los 2,600 y 3,500 msnm. con una temperatura máxima de 22º C y clima templado lluvioso, con lluvias en verano y cuya precipitación media oscila entre los 900 y los 1,600 mm3. Entre los terrenos con este tipo de bosques se cuentan las cimas de los cerros Tariakeri y El Tigre, que se encuentran poblados de pinos de diversas variedades, aunque por la tala inmoderada van quedando sin vegetación y en peligro de erosión. Bosque mixto —bosque de pino y encino—, localizable en las estribaciones de los montes y sierras del Estado; el clima apropiado para este tipo de vegetación es el templado lluvioso, con lluvias en verano, pero se pueden encontrar también en clima tropical. En Tzintzuntzan se localiza en las estribaciones de los montes Tariakeri, Yahuarato, Carichuato y Sierra del Tigre, que se encuentra entre los 1,000 y 2,200 msnm. y una temperatura máxima superior a los 22º C, en el mes más cálido y con una precipitación media anual de 800 a 1,000 mm3. 15


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Vegetación de pradera —matorral—, que se desarrolla en altitudes de 1,00 a 1,900 msnm., correspondiendo a los terrenos situados en los valles intermontanos del sistema volcánico transversal, por lo que podemos encontrarla en los lugares bajos del municipio y es la vegetación más extendida en Tzintzuntzan. Entre la vegetación que podemos encontrar en el municipio están las especies maderables como el pino, el aile, el abeto, nogal, fresno, sauce, zapote blanco, eucalipto, encino con diversas variedades y madroño, las que debido a la tala irracional han quedado reducidas a pequeñas áreas en las cimas de los montes o a ejemplares que se encuentran dentro de terrenos de pequeña propiedad, que sus dueños cuidan con esmero. Las especies espinosas son el huizache, en variedades diversas, así como el mezquite, la uña de gato y colorín. Ente los arbustos se pueden encontrar el acebuche, bejuco, cabello de ángel, chupire, dormilona, granjeno, hiedra, lengua de vaca, ortiga, patol, retama, sauco, tejocote, nurité, Tepuza, toloache, tronadora, zarzamora, cazahuate, entre otros, que se encuentran tanto entre los bosques de coníferas, como en el mixto y aun en las praderas. Entre las flores, tanto de ornato como silvestres, en el municipio se pueden encontrar el alcatraz, alhelí, amapola, anís, anisillo, artemisa, avena silvestre, azucena, andán, begonia, belén, bugambilia, cabello de ángel, cempoalzóchitl, cincollaga, crisantemo, dalia, diente de león, estrellita, flor de corpus, flor de mayo, floripondio, fucia, gardenia, geranio, girasol, gladiolo, hoja elegante, hortensia, jacaranda, laurel, lirio, llamarada, malva, margarita, maravilla, mastuerzo, mirto, narciso, obelisco, panalillo, pata de gallo, perritos, petunia, quiebra plato, rosa de Castilla, rosal, santa maría, sensitiva, siempre viva, tatzingui, tulipán, vara de San José, vastaguillo, verbena común, violeta silvestre, violeta, zarcillo, entre otras que en la época de floración y sobre todo durante la temporada de lluvias, pone la alegría en los campos michoacanos. La herbolaria cuenta en Tzintzuntzan con una importante variedad de plantas, que los lugareños utilizan para hacer remedios caseros, entre las que se encuentran el anís, el árnica, la artemisa, borraja, cedrón, gordolobo, hierba del cáncer, hierba de la golondrina, hierba del golpe, manzanilla, manrubio, mejorana, ruda, toronjil, entre otras 16


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que suelen dar buenos resultados en diferentes preparados, para aliviar algunas molestias leves entre los padecimientos comunes en la región. Los frutales también están presentes en el panorama de la flora del municipio de Tzintzuntzan, entre ellos podemos encontrar el aguacate, camote del cerro, capulín, chayote, chía, chirimoya, durazno, granada roja, granada china, guayaba, higuera, joconoxtle, lima, limón, manzana, membrillo, mora, naranjo, níspero, nogal, nopal manso, olivo, peral, plátano, zarzamora, etc., que dan oportunidad a los habitantes del lugar a disfrutar tanto de los frutales que en general crecen silvestres, como de aquellos que sólo producen cuando son cultivados, aunque no son grandes cantidades las que se consiguen. En los últimos tiempos han crecido las huertas, tanto de aguacate como de durazno, cuya producción aún no es del todo ni adecuadamente comercializada. De esta forma, Tzintzuntzan cuenta con un importante cuadro de la fauna de la región, aunque sus montes han sido agresivamente tratados y sus especies maderables han desaparecido, por lo que se hace necesario volver a reforestar y poner el cuidado adecuado para su preservación, ya que desde mediados del siglo pasado, y las primeras décadas del presente, sufrieron la devastadora presencia de quienes medraron a expensas de los montes y sus maderas, tanto para carbón para los fogones de los hogares y calderas, como para durmientes del ferrocarril y finalmente con el desmonte para el cocimiento de la alfarería que se trabaja en el lugar y es una de las principales fuentes de ingresos para numerosas familias. Fauna La fauna, que tiene características especiales y diferentes de las plantas, poseedora de medios de locomoción, evaden la influencia directa del medio ambiente; sin embargo, para un estudio de su distribución, es necesario tomar en cuenta factores como temperatura, luminosidad, humedad y flora. Tzintzuntzan, por ser un lugar de clima templado, vegetación de pradera y abundantes aguas, cuenta con animales que corresponden a este tipo de clima y vegetación y en sus terrenos se desarrollan algunas especies de animales, entre aves, mamíferos, reptiles y peces de 17


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diversas variedades; sin embargo, con la tala inmoderada de los montes y la erosión consecuente, el lugar está siendo abandonado por algunas de ellas y es por ello que en las últimas fechas ha decrecido el número de las que se pueden localizar en el contorno. De esta forma, la fauna del lugar se integra con animales como la ardilla, armadillo, conejo, coyote, cacomixtle, gato montés, rata, rata de campo, tejón, tlacuache, tuza, venado de cola blanca, liebre, zorra, zorrillo, que son algunas de las especies que sirven a los habitantes del lugar para el deporte de la caza. Entre las aves podemos encontrar a las de caza como la agachona, codorniz, correcaminos, garza, güilota, paloma arroyera, pato golondrino, pato triguero, pato negro, torcaz y a los depredadores como el gavilán, la lechuza, el tordo, el zopilote y el cuervo, entre otros, y entre las canoras tenemos al cenzontle, la calandria, primavera, gorrión, colibrí, jilguero, mulato y urraca. Otras variedades de la fauna del municipio son los reptiles, como la víbora de cascabel, chirrionera, alicante, coralillo, entre otros, mientras que entre la fauna acuática tenemos el pez blanco, la acúmara, el achoque, el charal, el tiro, la trucha y la carpa, que se pueden disfrutar a través de la pesca en el lago. También existe una gran variedad de mariposas, arañas, avispas, caracoles, chapulines, grillos, libélulas, lagartijas, etc. que dan variedad al ambiente de la fauna en el entorno del municipio; desgraciadamente, han ido disminuyendo poco a poco a causa de la deforestación y la cacería indiscriminada, así como a los cambios de clima que se han venido registrando en las últimas décadas y han venido a hacer emigrar a muchas de ellas, sobre todo en lo que respecta al venado y los patos, que han dejado de estar presentes en grandes cantidades como lo hacían hace unas décadas, y formaban parte de la dieta de los tzintzuntzeños. De esta forma, hemos dado una visión somera a la geografía del municipio de Tzintzuntzan, que cuenta con una problemática enorme y con muy pocas posibilidades de desarrollo, sobre todo porque son pocos los recursos para ello, a no ser por la creatividad que ha distinguido a sus habitantes y a través del tiempo han logrado aprovechar los recursos naturales para la elaboración de diversas 18


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artesanĂ­as, como es la madera, el barro y las fibras vegetales en general.

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CAPÍTULO SEGUNDO Tzintzuntzan en la Historia Antigua Etimología

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es un vocablo purembe que generalmente se ha definido como "lugar de colibríes", y tiene razón de ser si nos atenemos al sentido lato del término y por la cantidad de estas avecillas que existen en el municipio; pero si analizamos de cerca el origen de la palabra, nos encontramos que el significado que se le da corresponde a la palabra tzintzunio, que vendría de tzintzuni —colibrí— y o — locativo—, si se tratara de "lugar del colibrí"; pero si la pluralizamos, debería quedar constituida por tzintzunícharo o tzintzuniécharo, para que pudiera tener el significado de muchos o abundancia, y vendría de tzintzuni —colibrí—, el subfijo plural cha o echa —muchos— y el locativo ro, con lo que tendríamos, entonces sí, la significación de "lugar de colibríes". Por ello y de acuerdo a los entendidos en el idioma purépecha, etimológicamente la palabra Tzintzuntzan, con que se identifica tanto al municipio como a su cabecera municipal, estaría integrada de los elementos tzintzuni —colibrí— y la terminación tzan, que contiene en su forma el significado de sagrado, pero a la vez de construcción que tiene la forma de pico en su terminación, y viene a dar la idea de templo o en el caso michoacano de yácata, cuyo significado más aproximado a la integración de los elementos sería lugar en donde se encuentra el colibrí, o se levanta el templo dedicado al colibrí. Ante esto, podemos acercarnos a las conjeturas que hace sobre el origen de nuestra ciudad el Lic. Eduardo Ruiz, quien dice que fue edificada y habitada, por lo menos un bien tiempo, por gente de origen náhuatl y en especial por los aztecas, lo que confirma, en un momento dado, la Relación de Michoacán cuando nos dice que en el lugar se hablaba el idioma de estos señores, que posteriormente se trasladaron ZINTZUNTZAN

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al Valle de México pero dejaron una colonia que aún existía en el siglo XIV y fueron conquistados por el gran Tariácuri. Por lo tanto, estaríamos en posibilidades de hablar de la estancia de su dios principal, a su paso hacia el centro del país, pues Huitzilopochtli, dios de la guerra de los aztecas, en el idioma de los lagos se dice Tzintzuuquitzu —el colibrí izquierdo o colibrí del sur—, e incluso los propios nahoas denominaban a la capital del imperio michoacano como Huitzitzillan, que viene a significar "el lugar del templo del dios colibrí". Por otra parte, en la época prehispánica y los primeros años de la colonia, a Tzintzuntzan siempre se le denomina Mechuacan, que en aquellos viejos tiempos se denominaba Michihuacan, proviniendo de michi —pescado— y la desinencia uacan —abundancia o lugar de— de acuerdo al significado que tenía entre aquella gente la abundancia de aguas y la gran variedad de fauna acuática con que contaba el reino que presidía esta ciudad y abarcaba a toda la región gobernada por sus irecha —reyes— o cazonci, bajo la denominación de "lugar en donde abunda el pescado". De esta manera y por lo que posteriormente veremos, a Tzintzuntzan le corresponde, por antonomasia, el título de "Ciudad de Mechuacan", que le fuera otorgado por los reyes españoles en 1534, y posteriormente le disputaron, como correspondiente a la cabecera de la provincia, las ciudades de Pátzcuaro y Valladolid, hoy Morelia. Antigüedad Prehistórica De acuerdo a las investigaciones realizadas en todo el continente americano, el país y la región de Michoacán, se sabe de la presencia del hombre en estas tierras con varios milenios de antigüedad, cuyos vestigios se han encontrado en diversos lugares, a través de los cuales se puede tener una idea de las actividades que realizaban y la forma de vida que tenían. De esta forma, se encuentran rastros de los antiquísimos habitantes del continente, que vagaban a lo largo y ancho de su territorio en pos de las manadas de animales, por lo que su forma de vida era nómada y su principal actividad la caza, de la que se 21


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mantenían sin tener un lugar fijo para radicar; de esto hace cerca de 25 mil años. Ahora bien, en el período comprendido entre los 25 mil y los 8 mil a.C., se encuentran los primeros vestigios de la presencia del hombre, aunque durante ese tiempo no se encuentran más que hacia el norte de América y algunas pequeñas muestras por el Estado de Guerrero. Uno de los períodos más interesantes, pero menos estudiados, está entre los 5 mil y 3 mil a.C., cuando se produce un cambio de clima, con aumento de temperatura y disminución de humedad, llegando hasta la aridez. En estos momentos de la humanidad, en América, los primitivos habitantes se diseminan por todo el continente, de cuyas muestras se encuentran en Juchipila, Zac.; Cañada Marfil y Chupícuaro, Gto., con una economía en proceso de transformación, pasando de estar basada en la caza-recolección a la agricultura incipiente. Al paso del tiempo y en el período de 3 mil a 1,500 años a.C., con la desaparición de las grandes manadas de animales que les servían de alimento, como por la mayor organización que se iba dando, los grupos humanos tuvieron necesidad de otro tipo de vida, así como alternativas para la alimentación de la cada vez mayor población existente. Esto decidió que los grupos buscaran la domesticación de algunas variedades de animales y plantas y dio inicio a la agricultura y los lugares preferidos para sus asentamientos estuvieron relacionados con las corrientes o cuencas hidrológicas, por lo que se presume que Tzintzuntzan y los alrededores del Lago de Pátzcuaro se vieron poblados desde muy remota antigüedad, aunque los vestigios encontrados responden a las características de los encontrados y analizados en lugares de la cuenca de Chapala, Ciénega de Zacapu, Cuenca de Cuitzeo y la Meseta Purépecha, pero en la de Pátzcuaro, que no ha sido explorada convenientemente, no se han encontrado. Época Prehistórica o Antigua De acuerdo a los vestigios encontrados en sitios diversos de la geografía nacional y estatal, los estudiosos de la época prehispánica o antigua, han clasificado los distintos estadios de la vida humana en varios períodos, de acuerdo a las características de las construcciones, 22


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de la forma de vida, alimentación y artesanías que tenían, de los cuales hay muestras en la ciudad de Tzintzuntzan y sus alrededores. La distribución más aceptada de esta época es la siguiente, de acuerdo al tiempo y el avance que muestran las sociedades: a) Período formativo o preclásico, b) Período clásico, y c) Período postclásico, en cada uno de los cuales se van descubriendo determinadas características y formas de vida que los distinguen de los demás y que podemos descubrir en el municipio y sobre todo en la ciudad que nos ocupa en este estudio. Todas las fechas, como aún no se tienen documentos y bases firmes de precisión, no son rígidas, por lo que algunos autores le dan más o menos duración, lo que no es suficiente causa para que no se definan algunas características que mostraban sus habitantes, y corresponde casi siempre a los períodos de influencia de algunas de las culturas antiguas. a) Período Formativo o Preclásico (1,500-200 a.C.) Durante este período, los asentamientos humanos ya se encuentran diseminados por todo el territorio nacional, siendo sus principales grupos de influencia los localizados en La Villita, cerca de Lázaro Cárdenas; Zacapu, Cerro del Curutarán y el Lopeño, en el municipio de Jacona, y los márgenes del Lago de Cuitzeo, sobre todo Chupícuaro, que llevó sus dominios a grandes extensiones de la región. De la misma forma se encuentran influencias de Centro y Sudamérica, en la costa y de los olmecas en el centro, según nos lo muestran los restos de alfarería. Con ello se demuestra que las dos culturas que se disputaban el predominio eran la olmeca y la de Chupícuaro, logrando una mayor influencia esta última en gran parte de la región. Durante este período se comienzan a fabricar estatuillas, al parecer con fines mágicos, hechas de barro al pastillaje, sobre todo de tipo femenino, de las que se encuentran ejemplares en Tzintzuntzan; "también se da el aumento de la agricultura con cultivos de maíz, calabaza y frijol, y entre los instrumentos de labor aparece el hacha, la azuela, insinuando un sistema de roza. Comienza a aparecer el uso del jade, la serpentina, hematites, cuarzo y turquesa e inícianse los 23


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cementerios, con el culto a los muertos; asimismo, comienza la aparición de la urbanización de sus asentamientos". La organización social de los habitantes del preclásico se basaba en la función y actividades de los grupos; la división del trabajo se daba por sexos y edades, por lo que ya se comienzan a mostrar los resultados de los trabajos artesanales y agrícolas en forma incipiente. Además, el culto a los muertos se presenta a través de rasgos cerámicos y funerarios, como las llamadas tumbas de tiro encontradas en el Lopeño y son las más antiguas que se conocen en todo el continente. b) Período Clásico (200 a.C.-800 d.C.) El Período Clásico es la culminación del anterior y predominan las influencias toltecas, con su centro en Teotihuacan, que se intensifica durante los siglos del IV al VII y en Michoacán tenemos a Tingambato como uno de los lugares más destacados. Ya para este período las poblaciones importantes son más numerosas y sus vestigios se encuentran en lugares como La Villita, Apatzingán, Tepalcatepec, Purechucho (por Huetamo), Zirándaro, El otero, Zinapécuaro, La Bartolilla y el Lago de Cuitzeo. Como es lógico, la región de Pátzcuaro también debió estar habitada, aunque los estudios realizados hasta ahora nonos lo muestran, pero si Tzintzuntzan tiene muestras del período anterior, es posible la conjetura de que siguió con pobladores en sus alrededores. En el transcurso de este período se consolida la clase sacerdotal; la agricultura evoluciona y la producción artesanal se hace más variada. En esta etapa aparecen ya los centros ceremoniales como Tingambato, donde existe todo un complejo habitacional y se puede tomar como un gran centro de poder. Entre los utensilios conocidos se encuentran hachuelas, navajas, puntas de proyectil, manos y metates, tajadores, machacadores esféricos y navajas prismáticas. En la cerámica encontramos ya los matices y la coloración en café, rojo, naranja y blanco, en vasijas con incisiones finas, raspados o entresacados con motivos fitomorfos, algunas aves y diseños geométricos. En la agricultura se inicia la irrigación y el cultivo de textiles (algodón, yuca y maguey). 24


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La influencia tolteca abarca toda la extensión del territorio estatal, incluyendo la costa, en donde se presentaba la influencia de Centro y Sudamérica en el período anterior, lo que nos muestra su predominio. Comienzan también a aparecer las muestras de la gente que posteriormente vendría a formar el gran Imperio de Occidente y aunque aún no es decisiva su influencia, se nota en algunos lugares de la entidad. c) Período Postclásico (800-1,100 a.C.,) En esta etapa terminan las influencias teotihuacanas, suplidas por la presencia de grupos preponderantes de Jalisco, Tula, Colima y Puebla y en nuestra entidad se muestra un mayor número de comunidades con vestigios del grupo purépecha, así como existe un gran número de centros habitacionales en todo el territorio estatal. Entre dichos lugares, se encuentra Coahuayana, Coalcomán, Zinapécuaro, San Felipe de los Alzati, La Villita, San Vicente, Tingambato, El Ticuiz, San Telmo, La Placita, Rancho La Cofradía, La Bartolilla, Los Gatos, Zaragoza, Huandacareo, Zacapu, Teremendo, Tzintzuntzan, etc., donde se encuentra ya una clase sacerdotal dominante, con sus reyes-sacerdotes, y las artesanías, la agricultura y otras manifestaciones culturales ya definidas. En la cerámica nos encontramos con las coloraciones roja y café en ollas globulares, cuencos y platos con bordes divergentes, con soportes zoomorfos de serpientes estilizadas; los cuellos son rectos y las bases cóncavas. La orfebrería nos muestra los primeros objetos de cobre, como agujas, cascabeles, etc.; entre los artefactos líticos tenemos navajas prismáticas, puntas de proyectil, metates, etc., y la arquitectura ya da muestras de edificios populares, aunque éstos aún muestran las primeras hiladas de piedra, mientras que comienzan a proliferar las pirámides entre los edificios públicos. Los asentamientos humanos se ubican a lo largo de los ríos, en terrazas naturales, en laderas más o menos suaves, aunque aún no hay urbanización definida, seguramente porque éste era el estilo dominante en las poblaciones, como suele aparecer en la mayor parte del territorio estatal y nacional en la época prehispánica, cuando eran 25


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muy pocas las ciudades que contaban con trazos urbanos bien definidos y más parecían asentamientos irregulares que ciudades, no importando la mucha o poca población con que contaran las comunidades. La organización social de esta etapa se da en base a la división natural del trabajo, por edad y sexo, dirigidos por especialistas. La economía se basa en la agricultura, bajo la dirección de individuos que buscan la solución de problemas comunes y se consolida la división de las clases sociales. En el territorio michoacano se encuentran los primeros grupos organizados dominando pequeñas áreas, o pequeños reinos que encuentra el grupo purépecha que posteriormente dominó la región. En este período, Michoacán (Tzintzuntzan) aparece integrando un pequeño reino, con su sacerdote-rey y con un templo dedicado a Xarátanga, diosa tutelar del lugar. La población debió estar situada al sureste de la actual, pues se nos habla de que tenían el cu —templo— de Xarátanga, a donde iban a llevar ofrendas los purépecha cuando llegaban por leña para los fogones de los templos de Curicaueri a Yahuaro, un barrio de Michoacán. Por esta época debe ubicarse la estancia de los aztecas en suelo michoacano, durante su peregrinación hacia el centro de Mesoamérica, con testimonios de su paso en diversos lugares de la entidad y en Tzintzuntzan aún encontramos una colonia de ellos en el siguiente período, enfrentándose al grupo que finalmente se adueñó del contorno y logró integrar un gran reino. Tal vez por esto se confundan los dos grupos más importantes en Mesoamérica, en las postrimerías de la época prehispánica y a quienes muchos de los historiadores tratan de identificar como descendientes del mismo tronco. Este período generalmente se extiende hasta la llegada de los españoles y la conquista de Michoacán por los europeos, aunque, para una mayor información sobre el desarrollo de la ciudad, nosotros lo hemos subdividido, sobre todo para dar realce a la presencia del grupo purépecha en la entidad, que formó un gran imperio y hemos buscado hacer su análisis por separado, como a continuación se presenta. 26


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Los Purépecha en Michoacán Los llamados tarascos o purépecha, fueron un grupo que llegó a esta región de la zona ecuatorial de América, quizá del Perú, constructores de profundas tumbas, a las que se llamó de tiro, desde antes de la era cristiana, a los que se les llamó pretarascos y a cuya segunda oleada se denomina tarascos históricos. Los tarascos históricos o que finalmente han querido autodenominarse purépecha, aparecen en el siglo XII de nuestra era. Es el último grupo en llegar al territorio y encuentra ya habitado el contorno, cuyos pequeños reinos provenían de varios grupos americanos, asentados en donde mejor les parecía para fundar sus ciudades, poco después convertidas en reinos independientes y enfrentándose mutuamente. Entre dichos grupos se encontraban nahuas, tecos, otomíes, mazahuas e incluso purépecha que tenían sus propias poblaciones y luchaban por la hegemonía de la región, a quienes se impusieron los que se autodenominaban chichimeca uanacace y que capitaneaba Ireticátame (el señor raíz o el progenitor) al hacer su aparición por el rumbo de Zacapu. Ireticátame aparece con su grupo de belicosos uanacace en los montes de Zacapu y entra en contacto con el cacique más importante de la región, como lo era el sacerdote-rey que gobernaba Naranxan (actual Naranja de Tapia), Ziranzirancamaro, cuyos súbditos temen a aquella gente semi-salvaje que se adornaba con los frutos de los pinos y diestros en la cacería. Su principal alimento era el venado, de cuyas pieles armaban el lecho de su dios Curicaueri, aspecto que impone e incluso causa miedo entre los ya sedentarios habitantes. Ziranzirancamaro, con toda la tradición del estilo antiguo de los pueblos y tratando de evitarse enfrentamientos con los nuevos vecinos, además de buscar tenerlos como aliados, de inmediato ofrece en matrimonio a su hija Pispírema (flor de maravilla) al caudillo de los recién llegados, con lo que éstos también cuentan con la aceptación tácita de los antiguos habitantes del lugar. Sin embargo, como es normal entre ciudades-reinos de la antigüedad, las alianzas duran prácticamente la vida de los que las promueven, por lo que una vez muerto Ziranzirancamaro, sus hijos 27


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hacen la guerra a Ireticátame, su cuñado, al cual, ya viejo, dan muerte a pesar de su resistencia y las numerosas muertes que tal enfrentamiento produce. La muerte de Ireticátame la venga su hijo Sicuirancha (el señor desollador), en un nuevo encuentro con sus enemigos y, buscando la tranquilidad de su gente, prefiere trasladar su sede a otro lugar y se acerca al Lago de Pátzcuaro fundando para su pueblo la población de Uayameo (cerca del actual Santa Fe de la Laguna), en donde comienzan a hacerse fuertes e inician el intercambio con los pueblos comarcanos, como era el de Michoacán (Tzintzuntzan). La Ciudad entre la Historia y la Leyenda Las primeras noticias, más o menos verídicas de la ciudad, nos llegan de su existencia en el siglo XII, cuando estaba gobernada por su sacerdote-rey Taríaran y se le denominaba Michoacán. En esos tiempos, sus habitantes comienzan a tener contacto con los del grupo purépecha asentado en el margen norte del lago, con quienes tienen los primeros intercambios de ofrendas para los dioses de sus respectivos pueblos. Como sucede con los tiempos en que no existen documentos fehacientes de los hechos acaecidos, los datos que de la ciudad tenemos se encuentran entre la historia y la leyenda, pues se intercalan los hechos reales con la ficción exaltada por la imaginación de sus habitantes, que llega a hacerse inverosímil. De acuerdo con dichos datos, la ciudad contaba con un templo dedicado a Xarátanga, cuyo asentamiento se encontraba en las faldas del cerro yahyarato, hasta donde iban los purépecha, adoradores de Curicaueri, a llevar leña para su dios y de la que llevaban el templo de la diosa. Por su parte, los de Michoacán iban por leña para las ofrendas de la diosa hasta el monte Tamataho —cerca de Uayameo— y llevaban de ella al templo de Curicaueri, en este lugar, en donde sus adoradores ya le habían levantado su cu. Ya entrados en confianza, cuando los purépecha llegaban con su ofrenda para la diosa, los de Michoacán, como es una de sus costumbres, acogían a sus visitantes con el calor de su hospitalidad y 28


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les brindaban sus casas y sus alimentos y bebidas. En una de estas ocasiones, los participantes de dichas celebraciones pasaron de la alegría a la diversión y de ésta a la profanación, pues sus sacerdotes comenzaron a utilizar los adornos y vestidos de la diosa, de tal forma que le causaron enojo por tal desacato a su poder y a su investidura. El castigo llegó al día siguiente cuando los sacerdotes comenzaron a sentir las consecuencias de sus excesos y para curarse la atroz cruda que los atormentaba, enviaron a sus hermanas a buscar pescado para el almuerzo, pero no encontraron porque la diosa los había escondido todos y no pudieron encontrar más que una culebra a orillas de la laguna, la cual cogieron y llevaron para preparar, como una carne adecuada para dichos momentos. Una vez preparada y consumida, los sacerdotes Quahuen, su hermano Camexeran y sus hermanas Patzim-uaue y Zucur-aue, comenzaron a sentir escozores por todo el cuerpo y vieron con horror cómo sus extremidades inferiores iban conformando una sola pieza, hasta convertirse en la cola de una serpiente, en castigo por el sacrilegio que habían cometido con los sagrados atuendos de Xarátanga. Las culebras humanas se adentraron en el lago, enfilando hacia Uayameo, pero los purépecha los vieron llegar y les hicieron tanto escándalo que no los dejaron arribar a tierra, por lo cual se regresaron y se adentraron en el monte Tariakerio, por el rumbo de Tarerio, perdiéndose en su espesura. Al ver lo anterior, su sacerdote-rey, Taríaran, abandonó la ciudad con su gente y su diosa y fue a morar en otros lugares, por lo que Michoacán (Tzintzuntzan) quedó desierta por algún tiempo y sus monumentos se enyerbaron y se cubrieron de maleza, con lo que el lugar quedó sin habitantes, aunque la diosa volvió a pedir su reinstalación en su cu, tiempo después. Con esto nos damos cuenta de que la ciudad no tuvo una sino varias fundaciones y refundaciones, cuyas fechas se pierden en la obscuridad de los tiempos y por falta de los datos precisos se enmarcan entre la historia y la leyenda.

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Aztecas y Purépecha pelean por Tzintzuntzan Durante el tiempo que duró desierto Tzintzuntzan, los purépecha, que habían sentado sus reales en Uayameo durante el reinado de Sicuirancha y sus descendientes, Vapeani I y Pauácume I; en el reinado de Curátame I comenzaron a desintegrarse formando cinco grupos, cuatro de los cuales salen para formar reinos en los cuatro puntos cardinales, asentándose en Curínguaro, Pichátaro, Irámuco y Pareo, mientras el otro grupo, bajo las órdenes de Vapeani II y Pauácume II, se quedó en el mismo lugar, aunque posteriormente se trasladó a diversos lugares de la ribera del lago hasta llegar a Tarimichúndiro, barrio de Pátzcuaro. Aquí entraron en contacto con los habitantes de Xarácuaro, uno de cuyos pescadores les dio una de sus hijas que se casó con Pauácume II, de cuyo matrimonio nació Tariácuri, el formador del gran Imperio Michoacano. En estos tiempos fue cuando encontraron un claro en el bosque, en medio del cual estaban las paranguas sagradas —piedras del fogón— donde pensaron sería el lugar adecuado para fundar su ciudad sagrada y edificaron allí Pátzcuaro, en el lugar llamado Tzacapu-HamúcutinPátzcuaro. Por este tiempo, la ciudad de Michoacán nuevamente estaba habitada ahora bajo el mando del sacerdote-rey Tzurumban, con un reino bastante fuerte y dirigiendo los destinos de un importante territorio al este del lago de Pátzcuaro, en donde se encontraba su asiento cuando Tariácuri comenzó a hacer la guerra al contorno y, enfrentados, el señor de Pátzcuaro tuvo que salir huyendo de su población por miedo al señor de Taríaran (Tzintzuntzan), que en ese tiempo tenía el cu de Xarátanga hacia el poniente de su anterior asentamiento, ahora en las faldas del monte Tariakeri, mientras ellos hacían gala de tener el calendario y la forma de contar de los aztecas. De esta forma, desde Tariácuri hasta la consolidación del reino con su hijo, Hiquíngare y sus sobrinos Hirípan y Tanganxoan, lucharon los purépecha en contra de los aztecas que habitaban Michoacán (Tzintzuntzan), con cuya conquista se consolida el dominio del lago y gran parte de Michoacán y se dio inicio a la formación del imperio. 30


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Durante este tiempo se enfrentaron primero Tariácuri con Tzurumban, haciendo las paces a través del matrimonio de una hija del señor de Tzintzuntzan con el señor de Pátzcuaro, de cuyo matrimonio nació Hiquíngare, quien con sus primos, Hirípan y Tanganxoan se enfrentaron con Hiuacha, hijo y sucesor de Tzurumban en el trono de Tzintzuntzan, hasta someterlo al dominio purépecha. Esto dio inicio al engrandecimiento del Michoacán Imperial, que tuvo como capital principal y con mayor duración a Tzintzuntzan.

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CAPÍTULO TERCERO La formación del Imperio Michoacano

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A FORMACIÓN

del Imperio Michoacano no fue nada fácil, sobre todo cuando había muchos pequeños reinos o ciudades reinos, que se disputaban los dominios del contorno, a los que se tienen que enfrentan primeramente Vapeani II y Pauácume II, quienes son asesinados por sus enemigos y dejan a Tariácuri aún pequeño, hasta que crece y comienza a imponerse, sobre todo al contar con el apoyo de sus sobrinos Hirípan y Tanganxoan, así como su hijo Hiquíngari, a los que reparte su ya dilatado reino y quienes finalmente conforman un gran imperio. Por tanto, será importante darle un vistazo a todo este desarrollo de la historia, que abarca aproximadamente un siglo, hasta que se consolida Tzintzuntzan como capital del norte y capital de todo el imperio. Las luchas por el predominio Fundada la Ciudad de Pátzcuaro, por Vapeani II (el luchador) y Pauácume II (el conquistador del lago), casó éste con una mujer de Xarácuaro de quienes nació Tariácuri (Sacerdote del viento), por lo que fueron llamados y ungidos sacerdotes de los dioses de la isla. Sin embargo, comenzaron de inmediato los problemas, dado que los habitantes de otras islas y poblaciones ribereñas hicieron presión para que los echaran de allí, pues temían se hicieran fuertes. Al salir de la isla, Vapeani II y Pacuácume II comenzaron a ser hostilizados por los habitantes de Curínguaro, quienes con apoyo de los isleños pusieron varias emboscadas buscando dar muerte a estos señores, que tenían su asiento en Tarimichúndiro, un barrio de Pátzcuaro. Poco después, buscando por los alrededores, encontraron el lugar adecuado para la fundación de su ciudad, que fue en TzacapuHamúcutin-Pátzcuaro (el lugar en donde se encuentran las piedras del 32


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fogón —paranguas— para los sacrificios de los dioses) y donde hicieron su asiento y construyeron los cúes para Curicaueri. Los de Curíanguro no estuvieron conformes y sobre todo nada tranquilos, pues pensaban que los chichimecas se podrían vengar por lo que habían hecho a través de los isleños y buscaron la forma de seguir hostilizándolos, buscando la forma de terminar su obra y con engaños los llevaron hacia la rivera del lago y los emboscaron y dieron muerte a ambos líderes. Estos señores dejaron a Tzétaco (el que tuerce el algodón o el hilandero) y a Aramen (el guardián del agua), hijos de Vapeani II, y Tariácuri, de Pauácume II. Tariácuri aún era pequeño, por lo que sus primos lo cargaban, pero como eran licenciosos y lo traían dando malos ejemplos, los sacerdotes de Curicaueri se los quitaron y comenzaron a educarlo, haciéndole traer leña para los cúes y disciplinándose en las labores de la guerra, de tal forma que pronto comenzó a dar señales de buscar el desquite de lo que los isleños y los de Curínguaro habían hecho con su padre y su tío, por lo que comenzó a poner flechas por los caminos y hacer ahumadas en los montes, que era la declaración de guerra entre ellos. De tal forma, que el señor de la isla de Xarácuaro tuvo miedo por lo que habían hecho con sus antepasados y buscó la alianza con los de Curínguaro, así como con el señor de Taríaran (Tzintzuntzan), Tzurumban, buscando la forma de hacer la guerra a Tariácuri que no los dejaba ya salir por leña, ni para hacer sus siembras en la ribera y por lo mismo no sabían qué hacer. Tzurumban manda a Naca, uno de sus sacerdotes consejeros, a que invite a la guerra contra Tariácuri al señor Curínguaro, lo que, conocido por éste, busca la forma de frustrar los planes de sus enemigos, utilizando para ello a sus primos Tzétacu y Aramen, quienes detienen y sacrifican al sacerdote de Taríaran y aprovecha el señor de Pátzcuaro para hacer una broma al de Tzintzuntzan, enviándole parte del sacrificado diciéndole que es un sacrificio ofrecido a los dioses por el señor de Zirahuén, pero al final le hace saber que es parte de su propio mensajero, aunque ya había comido parte de lo recibido. Vista la broma de Tariácuri, Tzurumban manda a su gente a que destruyan la casa de los parientes del señor de Pátzcuaro, que estaban en Uacanámbaro y correspondían al señorío de Tzintzuntzan, por lo 33


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que los deshonraron y a sus mujeres, quitándoles los bezotes y las orejeras a los hombres, mientras que a las mujeres la desnudaron y a empujones los mandaron hacia Pátzcuaro. Sin embargo, a pesar de haberlo provocado, Tariácuri no se sintió nada seguro en contra de sus enemigos y creyendo que lo perseguirían, huyó de Pátzcuaro hacia el lado de Tzurumucapeo, para escapar de sus contrarios. Por esos rumbos duró un buen tiempo, mientras en la ribera del lago sus enemigos se disputaban incluso Pátzcuaro, por lo que los isleños mandaron por Tariácuri, a fin de que volviera a su asiento y casa de Curicaueri, cuando sus enemigos habían dado muerte a sus primos Tzétaco y Aramen. Vuelto Tariácuri a Pátzcuaro y viendo que su fuerza aumentaba, los de Curínguaro buscaron la forma de atraérselo para su partido, y su señor, Chánsori, le envió una de sus hijas como esposa, con la cual se casó y tuvo a Curátame II (sacerdote del dios del agua), aunque su infidelidad se hizo evidente, y el señor de Pátzcuaro la repudió y no quiso saber más de ella. Preocupado el señor de Pátzcuaro por la infidelidad de la mujer de Curínguaro, se dedicó a trabajar en hacer leña para los cúes y flechas para su arco, por lo que estuvo desmejorado hasta que una de sus tías le aconsejó que tomara mujer de Tzintzuntzan, hija de Tzurumban, por lo que fue a este lugar y logró su propósito, atrayéndose la voluntad del sacerdote de Xarátanga, aunque los celos de su anterior mujer incitó los ánimos de los de Curínguaro, quienes lo persiguieron haciéndolo salir de Pátzcuaro; ahora hacia Urecho, de donde trajo plumajes finos, motivo de nueva discusión con sus cuñados de Curínguaro, aunque aún no estaba del todo bien con los de Taríaran, pues un hijo de su señor, llamado Tzintzun, ayudaba a sus enemigos en contra de Tariácuri. Nuevamente dueño de Pátzcuaro, aunque aún con problemas con sus cuñados de Taríaran, Curínguaro y con los de las islas, se mantuvo en el lugar mientras buscaba a los hijos de sus primos, Tanganxoan e Hiripan, mientras que su hijo Hiquíngare creía y el hijo tenido con la mujer de Curínguaro tenía su asiento en Tzurumútaro, y buscaba la forma de quedarse con el poder que había logrado su padre, al ser el primogénito. 34


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Encontrados sus sobrinos, Tariácuri contó con un apoyo invaluable, pues Tanganxoan e Hirípan fueron su gran sostén en contra de sus enemigos, logrando dominar a los isleños primero, después a los de Taríaran, y finalmente hasta los de Itzi-Parámuco y Curínguaro, con lo que se tuvo el dominio total del lago. Con ello, Tariácuri, al final de sus días, logró ver cumplido su sueño de dominar y hacer señores a sus sobrinos, a quienes les repartió su reino y los hizo dueños de una parte de Curicaueri y de las ciudades de Pátzcuaro, en donde puso a su hijo Hiquíngare; Cuyacan (Ihuatzio), para Hirípan, y Michoacán (Tzintzuntzan), para Tanganxoan, que posteriormente siguieron y conformaron un gran imperio, dejado a sus descendientes, quienes a su vez lograron incrementar sus dominios mucho más de lo que es el actual estado de Michoacán. Edificaciones sagradas y sacrificios rituales Como pueblo teocrático, en que el líder era a la vez sumo sacerdote, tenía importancia total la práctica religiosa, por lo que era imprescindible el que los señores manifestaran un gran sentido de piedad y sobre todo de respeto para sus deidades, haciendo girar la mayor parte de las actividades en torno a los templos y a los rituales. Por tanto, la mayoría de las poblaciones comenzaban su edificación con el levantamiento de los cúes para sus dioses, como sucedía con el pueblo purépecha, a quienes siempre los encontramos accionando alrededor de los dioses y sus encomiendas. De tal forma era importante la religión, que cuando iban a una guerra de conquista siempre llevaban al dios de la guerra e incluso las expansiones del reino eran porque Curicaueri tomaba para sí los pueblos y los prisioneros se convertían en mensajeros de los dioses e intermediarios entre las divinidades y los hombres. Los michoacanos tenían como deidad principal a Curicaueri y éste tenía como representación el fuego, por lo que había que tenerle continuamente las hogueras en sus templos, para que les fuera propicio en sus labores de conquista y el engrandecimiento de sus flechas, tanto en número como en calidad. Por esto, Tariácuri, viendo que sus sobrinos eran piadosos y dedicaban mucho de su tiempo a traer leña para los cúes y hacían 35


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penitencia, pensó en darles parte del dios Curicaueri, a fin de que le hicieran un altar para ofrecerle rituales. Por ello los envía a traer a su presencia y dice: "ven acá, hijos, ¿qué lugar es donde traéis la leña para los fuegos de los dioses? Respondieron ellos: "Padre, no hacemos sino traer leña y ponella por allí", lo que significa que aún no tenían nada de ellos y seguían manejando a su divinidad en los templos existentes, por lo que Tariácuri les dijo:"Yo os quiero dar una parte de Curicaueri, ques una navaja de las que tiene consigo, y a ésta pondréis en mantas, y la llevaréis allá, y a ésta traeréis vuestra leña, y haréisle un rancho y un altar donde pondréis esta navaja". De esta forma, toman parte de las responsabilidades en el cuidado de su dios y sobre todo estarán en disposición de realizar sus propias actividades religiosas, por lo que, sigue el relato de la Relación, "pasaron la laguna y empezaron a hacer un cu, y una casa de los papas, y la casa llamada del águila, y una trox a la navaja que les había dado Tariácuri". Todos estos edificios debían estar siempre en los adoratorios, como explica Hirípan a Tariácuri, habían hecho el cu y la casa de los papas, y la casa del águila, que era la casa donde hacían la salva a los dioses, y la trox donde se habían de guardar los atavíos". Con todo, no era nada más hacer las construcciones, sino hacer los rituales adecuadamente una vez terminado el adoratorio, por lo que fueron a comunicárselo a su tío, quien al saberlo se disgustó mucho; sobre todo porque los consideraba aún inmaduros para su mantenimiento, por lo que exclamó: "Bellacos, ¿qué soberbia os tomó? Muchachos, mocosos, ¿quién os dijo id a hacer cúes? ¿Ya los habéis hecho? ¿Qué habéis de sacrificar en ellos? ¿Han de ser algunas mantillas que habéis de poner en la puerta? ¿Es por ventura nuestro dios Curicaueri como los demás dioses comunes y como los dioses primogénitos, que le habéis de echar vino en una taza y ponérsela a la puerta, o pan de bledos? Que los han visto ya los dioses desde el cielo, y los dioses de las cuatro partes del mundo, y el dios del infierno y la madre Cuerauápari". Sabiendo lo que habían hecho los jóvenes, Tariácuri se apresura a solucionar el problema en que se habían metido, pues aún no habían conquistado ningún pueblo y por lo tanto no contaban con los 36


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elementos necesarios para su dedicación, como eran los indispensables cautivos de guerra. Por lo tanto, emprenden una de las llamadas "guerras floridas", haciendo los convenios correspondientes con el señor de la isla de Pacandan, Uarápeme, quien enviaría hombres a las sementeras que tenían por las riberas del lago, por el rumbo de Hiuatzi-harata y por Ihuatzi-xanchacuyo, donde quedaron sesenta prisioneros que fueron repartidos entre los templos a Curicaueri en Pátzcuaro y Michoacán (Tzintzuntzan). "Y trujeron cuarenta a Pátzcuaro para sacrificar en los cúes, y sacrificaron veinte en el nuevo cu, para la dedicación de aquel cu, y así pasó aquella fiesta de la dedicación de aquel cu. Y empezaron otra vez a traer leña para los cúes, y tornaron a cativar más de la dicha isla, y hicieron otra entrada en un pueblo de Curínguaro llamado Itzi-parámuco, y cativaron cien hombres". Dicho templo debió estar por el rumbo del actual Ojo de Agua, pues estaba por "un lugar llamado Quereta-paratzicuyo, en Michoacán", que aun actualmente se conoce popularmente como la Querenda, de donde proviene Quereta". Otra forma de sacrificios era el que a los prisioneros enemigos, tomados en la guerra, eran sacrificados y repartidos entre los sacerdotes y los amigos de otras ciudades, con lo que se puede entender lo hecho por Tariácuri con el sacerdote Naca, que Tzurumban, señor de Taríaran había enviado a "hacer gente para la guerra", contra los chichimecas.

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CAPÍTULO CUARTO La capital del Imperio Michoacano y su entorno Los antecedentes de la Ciudad

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A CIUDAD,

a través del tiempo, ha sido conocida por varios nombres, iniciando por el de Michoacán (lugar de pescados) y se localizaba en las faldas del cerro Yahuarato; posteriormente se le conoce como Tariaran (lugar de viento) y se localizaba hacia el poniente de la actual ciudad, en las faldas del cerro Tariaqueri, y Tzintzuntzan o Huitzitzillan (el sitio en donde se levanta el templo del dios colibrí) como la conocían los aztecas. Los antecedentes de la ciudad de Michoacán (Tzintzuntzan) los encontramos por el siglo XIII, cuando los señores huacúsecha, por otro nombre purépecha, se asentaron en Huayameo, donde comenzaron a ponerse en contacto con los pueblos de la ribera de la laguna de Tzintzuntzan, como se le conoce durante la época colonial y desde los inicios de la conquista. De acuerdo con la Relación, "en ese tiempo tenía su cu Xarátanga en Michoacán y sus sacerdotes y señor llamado Taryaran, iba por leña a Tamataho –lugar cercano a Santa Fe– y sus sacerdotes llamados Uatárecha llevaban ofrenda de esta leña, algunas veces, a Curicaueri. Viendo esto, los purépecha, iban a un barrio de Michoacán llamado Yahuaro y de camino llevaban de esta leña a Xarátanga, en ofrenda, a Michoacán". Una de las borracheras rituales de los sacerdotes de la diosa enojó a ésta, por lo que los convirtió en culebras y tuvieron por agüero y dejaron la ciudad desierta. "Tomaron a su diosa y lleváronla a un lado del monte llamado Tariacaherio, donde entraron las culebras, y de allí la llevaron a Sipixo, cabe la laguna, e hiciéronle allí sus cúes y un baño y un juego de pelota y estuvo allí algunos años. Y quitándola de allí lleváronla a Uricho y de allí a Uirimangarun y después a Uacapu – 38


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donde está agora edificado Santangen– y de allí lleváronla a Taríaran, Acuecinzan, Harocotin". El documento no vuelve a hacer mención de esta ciudad sino hasta los tiempos en que Tariácuri ya comenzaba a hacer la guerra a los pobladores del contorno del lago, por lo que el señor de Xaráquaro se sintió amenazado y pidió ayuda a Tzurumban, señor de Taríaran, cuyos dominios alcanzaban hasta cerca de Pátzcuaro, donde moraba Tariácuri a quien le harían la guerra. Esta rivalidad entre Tariácuri y Tzurumban duró hasta que aquél se casó con una de las hijas de éste, de la que nació Hiquíngare. Ya con parte de Curicaueri, que les había dado Tariácuri, Hiripan, Tanganxoan e Hiquíngare estaban en Quereta Ychazincuyo (la Querenda), por Michoacán, en donde habían hecho "un cu, y una casa de los papas y la llamada del águila y una trox a la navaja que les dio Tariácuri", en cuya dedicación sacrificaron a prisioneros de la isla de la Pacandan. Ya en plena campaña de expansión del reino, Hirípan y Tanganxoan tuvieron sueños sobre lo que tenían que hacer y a éste se le apareció la diosa Xarátanga cuando estaba sobre el cerro Yahuarato, diciéndole: "Mira que soy Xarátanga. Ve por mí y limpia el camino por donde tengo que venir. Yo estoy en el pueblo de Taryaran, limpia a donde tengo de estar y ve a morir aquí abajo de este monte, donde está cerrado de zarzas, y verás el asiento de mi cu. Allí está mi casa donde se llama la casa de las plumas de papagayos y la casa de las plumas de gallina y mira a la mano derecha donde ha de estar el juego de pelota. Allí tengo de dar de comer a los dioses a mediodía. Y verás allí el asiento de mis baños que se llama Puque Huringuequa", lo que nos da la idea de que por esta parte de la ciudad había estado la primitiva población que anteriormente se había mencionado. Que la ciudad estaba y había estado habitada por aztecas, lo podemos asegurar cuando el hijo de Tzurumban y su sucesor en el señorío de Taríaran, Hiuacha, al visitarlo Hirípan y Tanganxoan, les dice: "¿Qué venís a decir? ¿Cómo, no venís a hablar de guerra? Esperad, contaremos los días: el día de la caña y el día del agua y el día de la mona y de la navaja". Poco antes de la toma de Taríaran, señorío de Hiuacha, Tariácuri les mostró los lugares en donde habían de poner cada uno su ciudad, 39


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por lo que dividía su reino en tres partes. Por ello, al morir Tariácuri, cada uno se fue al lugar asignado, cuando conquistaron Taríaran y habían hecho muchas de las principales conquistas, habiendo llegado hasta Chemengo, Zizupan (Tizupan) y Acuato (Acahuato). Muerto Tariácuri, se fue cada uno a su pueblo, por lo que hicieron casas a Hirípan en Cuyacán (Ihuatzio); a Tanganxoan, las suyas en Michoacán, y a Hiquíngare lo dejaron en Pátzcuaro, de donde salieron nuevamente a conquistar y lograron un gran reino. En este tiempo los tesoros se quedaron en Ihuatzio, en donde les hicieron una casa y asignaron los guardias correspondientes, como era su costumbre. Tzintzuntzan, capital del Imperio Tzintzuntzan, a lo largo del relato que hace la Relación de Michoacán, nos la presenta con varios nombres, que van desde los primeros contactos entre los purépecha con los de Taríaran (con antecedentes nahuas), cuyo asentamiento debió de estar por las faldas del cerro Yahuarato, por lo que dice Xarátanga a Tanganxoan al aparecérsele, estando en la cima de dicho cerro, y le manda: "mira aquí bajo de este monte, donde está cerrado con zarzas, y verás el asiento de mi cu. Allí es mi casa, donde se llama la casa de las plumas de papagayos, y la casa de las plumas de gallina… Limpia todo aquel lugar, donde yo estuve otra vez, y tómame a traer a Michoacán". Lo que se confirma al hacer sus incursiones entre sus enemigos, que al tomar algunos de Curínguaro se fueron "a un lugar llamado Quereta-paratzincuyo de Michoacán, y hicieron allí grandes ahumadas y fuegos, donde posteriormente, cuando tuvieron en su poder parte del dios Curicaueri, empezaron a hacer un cu, y una casa de los papas, y la casa llamada del águila, y una trox a la navaja que les dio su tío", y fueron consagrados con el sacrificio ritual de veinte prisioneros de la isla de Pacandan". Hasta el momento ya había cierta importancia, al contar con todo un complejo religioso, en el barrio de La Querenda, y por lo que al ser dividido el reino en tres partes, Tanganxoan se quedó con su capital en Michoacán (Tzintzuntzan), a donde llevó "plumas coloradas y verdes"; mientras Iquíngare se llevó a Pátzcuaro plumajes blancos y todo el oro 40


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y las joyas se quedaron en el templo que habían mandado construir en Cuyacán (Ihuatzio), que era el asiento del reino de Irípan. Una vez conquistado el reino de Hiuacha, que era Taríaran, y se localizaba en Michoacán, por el monte Tariacaherio, la capital de Tanganxoan se ensanchó y sobre todo se engrandeció territorialmente, comenzaron a integrarse lo que posteriormente llegó a ser la capital del imperio michoacano. Así, después de muerto Tariácuri, el reino de Michoacán quedó dividido "en tres señoríos: Hirípan fue señor de Cuyacán, y allí fue la cabecera porque estaba allí su dios Curicaueri, que era aquella piedra que decían que era el mismo Curicaueri. Tuvo un hijo llamado Ticátame, que fue señor en Cuyacán, después del padre. El Pátzcuaro fue señor Hiquíngare; tuvo muchos hijos, y por ser malos y se emborrachaban y mataban a la gente con unas navajas y se las metían por los lomos, los mandó matar. Con la conquista del antiguo reino de Taríaran, en la parte oriente del monte Tariaqueri, la ciudad de Michoacán se ensanchó totalmente, de tal forma que se constituyó en una gran ciudad. Por ello, comenzó a ostentar toda una serie de edificaciones importantes, entre las que estaba el palacio del cazonci, cerca de "donde estaban los cinco cúes grandes y las casas de los papas, que tenían diez varas que ellos llaman pirimu, en ancho". En ella vivía el rey michoaque acompañado de una brillante corte "en su palacio de Tzintzuntzan, palacio tan amplio que en él podían instalarse cómodamente varios centenares de personas, y que constaba de numerosas habitaciones, con un patio de dimensiones enormes".

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CAPÍTULO QUINTO El Imperio Michoacano y sus dominios

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el reino, después de haber realizado varias campañas para su conquista e impuesto sus condiciones, los emperadores michoacanos se dedicaron a la administración interna, integrando todo un aparato gubernamental para poder controlar el inmenso territorio que abarcaba a partir de la ciudad de Tzintzuntzan, que se había convertido en el único centro del poder michoacano. Para darnos una idea de lo que tenían que realizar y la forma de control de toda la extensión de este territorio, veremos a continuación, primero, cuáles eran los límites aproximados del Imperio Michoacano, las principales acciones de cada uno de los emperadores, las batallas que tuvieron que librar para defenderse de los invasores, para llegar finalmente a dar una descripción aproximada de lo que entonces integraba la sociedad michoacana. NA VEZ CONSOLIDADO

Los límites del Gran Reino Es opinión, generalmente aceptada, que el gran imperio michoacano abarcaba mucho más de los límites que tiene el actual Estado de Michoacán, aunque no siempre eran los mismos y en ocasiones eran mayores y otras eran menores, de acuerdo con la situación que guardaban las cosas de la administración pública, pues de todos es sabido que los reinos e imperios vecinos nunca estaban quietos y tuvieron que mantener continuas guerras con algunos de ellos y con otros se tuvieron que establecer guarniciones permanentes en sus fronteras. Así, por el norte siempre estaban causando problemas los aguerridos otomíes o chichimecas, que no pudieron ser nunca dominados, gracias a que no contaron con la estructura de un pueblo establecido y se mantuvieron en forma de tribus nómadas, estableciendo sus campamentos en los lugares en que les parecía más a 42


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propósito, según la temporada del año y a los productos de que se mantenían o la caza que se les presentaba. Esto lo vemos porque aun después de la conquista española, éste fue uno de los principales problemas que tuvieron que enfrentar los conquistadores, al permanecer aletas a las invasiones que estas tribus intentaban a los pueblos fronterizos, sobre todo en la parte norte del Imperio Michoacano. Con todo, los probables límites que se mantuvieron, sobre todo en el máximo esplendor del Imperio se alcanzaron a conocer a la llegada de los conquistadores, podemos hablar de que los purépecha dominaban por lo menos el territorio siguiente: Merced a las continuas conquistas de sus monarcas, el reino de Michoacán se ensanchó paulatinamente y ya en la segunda década del siglo XV tenía muy vastas proporciones. Resguardado en sus cuatro fronteras, estaba dividido en cuatro partes y se extendía hasta confinar con los llanos de Ixtlahuaca, en el oriente; y de aquí doblaba hacia el Mar del Sur, ceñía a Zacatula, y por el norte rebasaba el río Lerma en tierras situadas al sur de los Altos de Jalisco. Abarcaba pues el actual Estado de Michoacán y fracciones de los de Querétaro, Colima, Jalisco y Guerrero, recibiendo obediencia de 129 pueblos tributarios. Y aunque algunos han querido ver los límites del reino michoacano tan lejos como Sichu, en el Estado de Guanajuato, y Zibolan en el norte del país, e incluso hay quien dice que "hay datos que parecen suficientes para afirmar que el imperio tarasco abarcó Michoacán, gran parte de Guanajuato y Guerrero, Colima, Jalisco, Nayarit y Sinaloa, y más al norte el llamado territorio de los cíbolos habitado por los zuñi que llegaron hasta Nuevo México", tal vez por la afirmación que hace Swadesh en el sentido de que el purépecha sólo tiene parentesco con el zuñi, en los Estados Unidos y el quechua, los límites marcados con mayor acercamiento se dan como sigue: Por el poniente, los señores de Tuxpa, Tamazula y Zapotlán (Ciudad Guzmán), le estaban sujetos al Cazonci, quien los convocaba a la guerra cuando quería realizar acciones de conquista hacia Xalixco, que se completaba con Colima, hasta donde se habían quedado las conquistas de Tzitzispandácuare, así como Coalcomán, Tehuantepec y Huizontla. Sin embargo, también tenían fortalezas en lugares como Ahuatlán, Autlán, Cuzalapa, Tenamaztlán, Ameca, Izatlán y Zapotitlán, 43


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"asentado al pie de una cordillera de cerros altos y pelados y que, siguiendo con el patrón, era gobernador por un principal enviado desde Tzintzuntzan y los pueblos de Ávalos, que incluían Sayula, Atoyac, Teocuitatlán, Techaluta, Zacoalco y Cocula. Por el sur habían conquistado Zacatula, por el actual Estado de Guerrero, que seguía hacia Capulalcopulco, Ajuchitlán, Guayameo, Coyuca y Pungarabato. Hacia el oriente, las fronteras se mantenían por Cuitzeo, Cutzamala, Temazcaltepec y Ziróndaro, en donde "se obtenían tributos y organizaban la población para las guerras que traían con los habitantes de Toluca" y que mantenían continua oposición contra el fuerte de Oztuma y Tetela, en donde permanentemente tenía guarnición el Tlatoani de Tenochtitlan. Hacia el norte, la frontera se encontraba en Cuynaho y Curuzétaro, en donde el emperador mexicano tenía guarnición de otomíes y chichimecas resguardando su reino "que eran valientes hombres, y por eso los ponía Moctezuma en sus fronteras", que se complementaba con las poblaciones de Acámbaro y Yuririahapúndaro. Sin embargo, Acámbaro incluía en su jurisdicción áreas como Apaseo, muy al norte, y Coroneo, muy al este. Dada la extensión de estos dominios, en el reino purépecha se integraron diversas culturas, entre las que se encontraban los otomíes, tecos, mazahuas, matlazincas, chichimecas, tamazultecas, tiames, cohines, zayultecas, cuitlateco, chontales, etc. Los emperadores purépecha El reino de Michoacán comenzó a formarse con la intervención de Tariácuri, quien logró dominar gran parte de la región del lago de Pátzcuaro, en donde tenía su asiento y cuyos límites fueron ensanchados por sus sucesores Hirípan, Tanganxoan e Hiquíngare, formándose realmente lo que puede considerarse como un imperio, en el cual se incluían numerosos pequeños reinos que se fueron conquistando poco a poco. Por ello, creemos importante dar a conocer algunos datos de quienes lograron tamaña proeza, sobre todo porque la capital política, social, cultural y religiosa fue Tzintzuntzan. 44


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De esta forma, los que se pueden llamar emperadores y que moraron en la Ciudad de Michoacán (Tzintzuntzan), aproximadamente por dos siglos, fueron: Tanganxoan I (El errante) Nació en Pátzcuaro, hijo de Aramen. Quedó huérfano desde pequeño y con su primo Hirípan, una hermana de éste y su madre; llevaron una vida de privaciones y ambulantaje por diversos lugares de Michoacán, hasta que los encontró Tariácuri y los agregó al mando de sus tropas y por ende compartió con ellos el poder de su reino. Por sueños, la diosa Xarátanga le promete hacerlo señor de la Ciudad de Michoacán, en donde comenzó a edificar el templo de dicha diosa, por el lado del cerro de Yahuarato. Al hacer el reparto del reino, le asignó Tariácuri la ciudad de Michoacán (Tzintzuntzan), en donde construyó palacios y templos, iniciando con ello el engrandecimiento de lo que posteriormente fue la capital única del reino michoacano. Al repartirse el tesoro de los dioses, él llevó consigo solamente plumajes rojos y verdes, propios de los atuendos de la diosa tutelar de Tzintzuntzan, Xarátanga. Fue el principal elemento para el ensanchamiento del reino, siendo el general de los ejércitos, por lo que no le costó trabajo agenciarse el reino de Hiquíngare a la muerte de éste, con su capital Pátzcuaro, que quedó sujeta a Tzintzuntzan. Junto a sus primos, fueron los impulsores de las conquistas más grandes de la región del lago y lograron ensanchar los límites del reino casi hasta lo que actualmente es el Estado de Michoacán, a través de las propias conquistas y las de los principales isleños. Tzitzispandácuare (El que se adorna con flores) Es el Gran Conquistador. Hijo de Tanganxoan I y de Huanita. Nació en Tzintzuntzan. Es también al que algunos historiadores llaman Characu, tal vez por haber entrado a reinar muy joven. Acometió la conquista de Colima y Zacatula, que subyugó. Quitó al Señor de Coyuca, Ticátame, el dios Curicaueri y sus riquezas, incorporando más tarde el reino a su corona. Así quedó todo 45


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el antiguo imperio bajo su mando, teniendo como capital a Tzintzuntzan. En su tiempo, regía el fuerte imperio mexicano el rey Axayácatl, a quien los michoacanos llamaban Hacángari, quien quiso dedicar la piedra del sol con sacrificios de prisioneros purépecha por consejos de Tlacaelel, por lo que les declaró la guerra, en la que fue vendido cerca de Tzinapécuaro, donde incluso murió uno de los príncipes herederos. Ante esto, Tzitzispandácuare comenzó a amurallar la frontera con los mexicanos en Taximaroa. Ya bastante viejo, "hizo algunas entradas hacia Toluca y Xocotitlán y le mataron en dos veces diez y seis mil hombres. Otras veces traía cautivos. Con él llegó a su apogeo el esplendor del imperio michoacano, alcanzando las mayores dimensiones en su territorio y en su cultura. Zungua (El de la cabeza esforzada) Es el del Florecimiento Cultural. Hijo de Tzitzispandácuare, sube al trono a la muerte de su padre. Heredó el espíritu guerrero de su antecesor e hizo varias conquistas aumentando más y más el prestigio y nombradía de su nación. Enfrentó nuevamente a los aztecas en el reinado de Motecuhzoma II, Xocoyótzin, quien trató de resarcirles de la derrota de su padre Axayácatl. En principio envió a un valiente general prisionero, Tlahuicole, a quien le dio el mando de un poderoso ejército con orden de invadir Michoacán. Con valor y acierto condujo tal expedición el valiente Tlahuilole, llegándose a internar hasta Tzinapécuaro y se tuvo que regresar a México por no poder hacer más, llevando algunos prisioneros y ricos despojos. Más que victoria, propiamente fue para los mexicanos esta expedición una derrota, y para borrarla ordenó Motecuhzoma una segunda invasión con un ejército más poderoso, dando orden de no descansar ni cejar hasta conseguir la victoria. La batalla se dio entre Zitácuaro y Maravatío, en donde fueron vencidos más por la astucia que por la fuerza, pues el rey michoacano 46


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les preparó un banquete, con mucha comida y bebida, a los invasores y cuando estuvieron borrachos fácilmente fueron exterminados. No solamente las armas, sino también las artes y las letras tuvieron sus adelantos en el reinado de Zuangua, que construyó templos y palacios y terminó las fortificaciones de Taximaroa comenzadas por su padre, trabajo que causó la admiración de los primeros españoles que visitaron el reino. En el año de 1519, pisó Hernán Cortés las tierras del Nuevo Mundo y con este motivo, deponiendo antiguos agravios le fue enviada por Motecuhzoma II, emperador de México, una solemne embajada, en petición de auxilio para rechazar a los invasores. Sin embargo, recordando los antiguos enfrentamientos simplemente se limitó a enviar algunos espías a la ciudad de Tenochtitlan para saber lo que estaba pasando. Vueltos los enviados a México, comentaron cómo se encontraba la gran ciudad azteca y cómo la estaban destruyendo los invasores, "y vino luego una pestilencia de viruelas e cámaras de sangre por toda la provincia y murieron todos los obispos de los cúes, y todos los señores, y el cazonci viejo Zuangua murió de viruelas". Al parecer quienes habían ido a México volvieron contagiados por la viruela que había traído uno de los hombres de Pánfilo Narváez, de lo que murió en el año de 1520 y fue enterrado en Tzintzuntzan. En su lugar llegó al poder su hijo Tanganxoan II, Tzintzicha. Tanganxoan II (El que sesea) Hijo de Zuangua. Nació en Tzintzuntzan. Aún no concluían las ceremonias del duelo de la muerte de su padre, cuando nuevamente llegó otra embajada de parte de Cuauhtémoc. Vinieron nuevamente a pedir socorro y avisado el primogénito los mandó matar "para que fueran con el mensaje a su padre muerto". Sin embargo, no hizo nada por ayudar en contra de los conquistadores por razones desconocidas. Como primogénito fue invitado a suceder a su padre y temeroso de sus hermanos los mandó matar, como uno de los primeros actos de su gobierno, "por inducimiento de un principal llamado Timas, que decía 47


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al cazonci se echaban con sus mujeres, y que le querían quitar el señorío y quedó solo y sin hermanos". A él le tocó ver invadido su reino por los españoles, primeramente por Antón Caicedo, posteriormente por Francisco de Montaño y finalmente por Cristóbal de Olid y doscientos españoles en el año de 1522. Fue enviado a visitar a Cortés y posteriormente volvió por algunos evangelizadores, habiendo sido bautizado con el nombre de Francisco, en el año de 1525. A la llegada de la Primera Audiencia, con Nuño de Guzmán como presidente, fue requerido en México, en donde tuvo que soportar la prisión para posteriormente ser traído a Michoacán, juzgado inicialmente en Tzintzuntzan como instigador de rebelión y otros delitos, y ser ejecutado en Conguripo el 14 de febrero de 1530 y sus cenizas regadas por el río Lerma. Diversas causas se han dado y muchas explicaciones se han integrado sobre la actitud de Tanganxoan II, Tzintzicha, para no combatir a los españoles, pero con él concluyó el imperio michoacano que se mantuvo en pie durante cerca de dos cientos años. La organización social de los purépecha La organización social que encontraron en Michoacán los conquistadores, nos muestra que integraban una cultura madura y un reino con la madurez suficiente como para que no se tuvieran problemas de tipo social, a no ser los que solían dar aquellos que, por haber sido conquistados, de vez en cuando motivaban para buscar su emancipación o de parte de quienes buscaban la conquista de los pueblos que estaban bajo las enseñanzas de Curicaueri. Por esto, nos encontramos con que la sociedad michoacana estaba dividida por clases sociales, entre las que sobresalía la nobleza, integrada por el Cazonci y sus familiares, así como los gobernadores de los diversos reinos en que se dividía aquel gran imperio; a éstos les seguía la clase sacerdotal, que estaba integrada también por grupos según sus actividades; los grandes hombres y caciques también formaban otro grupo social, en donde estaban los guerreros y comerciantes, seguidos por la gente común y en el final de la fila se encontraban los esclavos, que generalmente eran aquellos que habían 48


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sido tomados prisioneros en las guerras de conquista, o por alguna necesidad, se habían vendido y no podían recuperar su libertad. A tal grado había llegado la organización, que existía una serie de cargos que integraban los responsables de las diversas actividades, como a continuación se verá. El Gobierno. En principio, el imperio estaba dividido en cuatro reinos, ubicados en las fronteras del imperio en donde el Cazonci ponía a cuatro señores muy principales, a quienes auxiliaban los caciques o caracha-capacha, que se ponían en cada pueblo, quienes entendían en hacer traer leña para los cúes con la gente que tenía cada uno, y de ir a la guerra a las conquistas. En este organigrama que tenían para su gobierno, en la cúspide se encontraba el Cazonci, representante de Curicaueri y por tanto sumo sacerdote, como también gran general de los ejércitos michoacanos. Después estaba su gobernador o angatácuri y un capitán generan en las guerras y los cuatro señores de los reinos fronterizos y "había otros llamados achaecha, que eran principales, que de continuo acompañaban al Cazonci, y le tenían palacio. Le seguían el tareta-uaxatati o mayordomo de sementeras; el quanicoqua-ucha, encargado de los que hacían arcos; el piruaquauándari o mayordomo de mantas de algodón; el pucuriquacha, de los que se dedicaban a cuidar los montes; el tecacha, encargado de los carpinteros; el uzquarecucha, que se ocupaba de organizar a los plumajeros; el caracha, que se ocupaba de los pintores; el cacacha, de los canteros; el quanicocha, de los cazadores. La clase sacerdotal. El Petámuti, era el sacerdote mayor y estaba sobre todos los sacerdotes y a quien se le tenía mucha reverencia. Estaban, asimismo, los llamados curitiecha, "que eran como predicadores, y hacían las ceremonias, "e tenían todos sus calabazas a las espaldas, y decían quellos tenían a sus cuestas toda la gente". En cada uno de los cúes o templos había un sacerdote mayor, "diputado sobre los otros sacerdotes. Llamaban a todos estos sacerdotes cura que quiere decir abuelo y todos eran casados, y veníanles por linajes estos oficios y sabían las historias de sus dioses y sus fiestas". Otros sacerdotes eran llamados curizitacha o cuiripecha, que se encargaban de poner incienso. 49


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Los thiuimencha eran los que llevaban a los dioses de la guerra a cuestas, sobre todo al dios de la guerra. De esta forma, el gobierno del cazonci estaba integrado por todo un ejército de responsables de cada una de las actividades que realizaban en las poblaciones, por lo que las familias, los barrios y las poblaciones realizaban una actividad específica y todo el reino tenía ocupación y se mantenía, tanto por las sementeras que hacían a los dioses y el señor de la provincia, como para los caciques y principales de los pueblos.

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CAPÍTULO SEXTO La cuna de la cultura purépecha

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como capital del imperio michoacano, se distinguió en el Occidente de México por ser la gran ciudad de esta parte del continente, en donde se gestaron las ideas y la cultura de los michoacanos y de otros lugares del país actual. Los purépecha, formadores de tal imperio, lograron una gran organización social, cultural, religiosa y política, que se centraba en su capital, de donde salían las ideas y los ejércitos a imponer sus dominios a otros lugares del contorno. De acuerdo con el centralismo que se manejaba en esa época, Tzintzuntzan era el pivote motor de todo el hacer y vivir del pueblo michoacano, con sus instituciones, tanto directoras como dirigidas, dentro del imperio de los antepasados michoacanos. Así, en el Estado purépecha, la religión y el gobierno eran las instituciones directoras y controladoras de las actividades de la sociedad, mientras que la familia y la organización del trabajo, eran instituciones dirigidas, que mantenían la cohesión del pueblo y lo hicieron progresar y llegar a la cúspide del poder. Depositario de la cultura intelectual y moral era el sacerdocio. Actividad característica de la religión y gobierno era la guerra. Y actividad connatural de las familias, en parte, y principalmente de "los gremios", era la industria en sus diversas formas, de obtención, transformación y transporte, y el comercio. La religión prehispánica La religión entre los purépecha era la institución fundamental. De ella derivaba su autoridad el cazonci y animaba y daba sentido a las demás instituciones, de tal manera que "decía esta gente que el que era Cazonci estaba en lugar de Curicaueri". El culto tenía una estrecha relación con la sociedad, como expresión de la ideología existente 51


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manifestada en ceremonias y rituales que buscaban la cohesión del grupo. Entre los purépecha, como entre otras culturas mesoamericanas, la religión tuvo un ritual muy complejo pero bien estructurado, a través de ciertas fiestas establecidas, de acuerdo a un calendario, que giraban alrededor de diversos dioses, varios de los cuales podían desdoblarse en distintas advocaciones. Los purépecha, como otros pueblos de Mesoamérica, practicaron los sacrificios humanos y juegos rituales que fueron parte importante de su religión. Para nuestros antepasados prehispánicos, el universo estaba dividido en tres partes: Auándaro, el cielo; Echerendo, la tierra, y Cumiehchúcuaro, la región inferior, lo profundo de la tierra, el llamado infierno en la cultura occidental. Los dioses antiguos En los momentos más solemnes de su vida, los purépecha siempre invocaban a "los dioses celestes engendradores"; así, en plural, ya sea porque ellos eran una pareja celeste: el principio masculino y el principio femenino, indispensable para poder engendrar: la dualidad divina, o porque invocaran a dos o más deidades engendradoras masculinas. Es indudable que la pareja divina engendradora es Cueráhperi, el creador, y Cuerahuáhperi, la creadora. Sus nombres significan literalmente "el que desata" y "la que desata en el vientre". Curicaueri y sus hermanos. Entre los principales dioses que tenían los purépecha se encuentra el dios Curicaueri (de curi, fuego, y caheri, grande), identificado con el sol, por lo que se le invocaba como Tata Huriata, así como con el fuego, por lo cual en sus altares siempre se debía mantener el fuego sagrado, pero significando el fuego creador, por representar al supremo hacedor y dador de vida. Su imagen, identificada con él mismo, era una navaja de piedra cuya forma recordaba la llama. Tenía por color distintivo el negro de humo. Algunas veces también aparece como águila blanca y era considerado como el dios nacional, por lo que donde estaba su cu principal estaba también la cabecera del reino y el templo de 52


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Tzintzuntzan le estaba dedicado. A él se le dedicaba el oro, pues consideraban que éste era su excremento. Los hermanos de Curicaueri eran dioses locales, entre los que estaba Hurendequauécara, dios del lucero, relacionado con Venus como estrella de la mañana y con la región oriente. Además, Chupí-tirípeme, que se ha traducido como hechicero hermoso y tenía su templo en Pacandan y se le identifica como dios del agua, pero además vive en la casa del centro, por lo que su color era el azul; Tirípeme-xungápeti (el amarillo), deidad del norte con su cu en Pichátaro; Tirípeme-turupten (dios blanco), deidad del poniente, con su templo en Irámuco; Tirípeme-caheri (negro), deidad del sur, con su templo en Pareo, y Tirípeme-quarencha (rojo), deidad del oriente, con su templo en Curínguaro. Estos dioses se pueden identificar como los puntos cardinales y representaciones de Curicaueri en cada una de las casas del sol, que se relacionan con las estaciones del año. Cuerauáperi. Literalmente significa "la que desata en el vientre" y estaba asociada al nacimiento y considerada como madre de todos los dioses, hombres, animales y plantas, por lo que se le identificaba con la naturaleza. También se le identificaba con la luna vieja, por lo que se le invocaba como Nana Cutzi, que formaba parte del grupo de los dioses celestes. A ella le estaba dedicada la plata, porque la consideraban su excremento. Su atuendo consistía en una falda, camisa larga, guirnalda de trébol y un pájaro contrahecho en la cabeza; cascabeles en las piernas y su cuerpo pintado de amarillo. Su templo principal estaba en Zinapécuaro y le estaban dedicadas las fuentes termales de Araró, en donde creaba las nubes con el vapor y la sangre de los sacrificados que echaban en dichas fuentes. Se le consideraba la diosa de la fertilidad y el nacimiento y sus principales fiestas eran las de Cuingo (desollamiento), Curíndaro (fiesta del pan), Equata-cósquiaro y Sicuíndiro. Curita-caheri. "El gran sacerdote o mensajero celeste", a quien se invoca también como "agüelo"; es decir, sacerdote. Sus atavíos consistían en una manta delgada, una guirnalda de colores en la cabeza, orejeras de palo y unas pinzas al cuello. 53


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Se ha relacionado con el dios del mar, al que se le ofrendaban conchas y caracoles. Es posible que haya sido la deidad de los sacrificios humanos, por los colores blancos y rojo que ostenta, asociados a los sacrificios y sobre todo por ser "el mensajero de los dioses". Por este hecho se le identifica con Venus, estrella de la mañana que precede al sol en el firmamento y lo anuncia. Xarátanga. Diosa tutelar de Tzintzuntzan, Xarátanga (la que aparece en lo alto o la que alumbra o brilla) se identifica con la luna llena. Estaba relacionada con los mantenimientos y se le describe como "una vieja de cabeza cana a trechos y unas naguas de yerbas, de una manta basta puestas y otra manta, de lo mismo, que traía cubierta". También se le representa adornada con su corona de chiles colorados, verdes y amarillos; en la muñeca una pulsera de frijoles colorados y negros, y de mazorcas de maíz coloradas y manchadas y en el cuello llevaba colgadas mazorcas de diversos colores que eran los mantenimientos que ella había traído a la tierra. Desde muy antiguo tenía su cu en Tzintzuntzan, aunque también tenía otras casas en los distintos puntos cardinales: al oriente la de plumas de papagayo, al poniente la de plumas de guajolote, al norte el juego de pelota y al sur su baño de vapor. En las fiestas que se le dedicaban se ofrecían patos y codornices y como adorno para sus sacrificados se le dedicaba la plata en forma de rodelas, discos y adornos para la cabeza. También se le relacionaba con el sexo y el pulque y le estaban dedicados los plumajes verdes y rojos y en el mercado le dedicaban un pabellón llamado xupáquata (arcoíris) hecho de mantas de colores. Otros dioses. En el panteón purépecha también se mencionan los dioses terrestres; dioses de las cuatro partes del mundo, dioses de la provincia, dioses de la mano derecha o del norte, dioses de la mano izquierda o del sur, dioses de los montes, y el dios del mar. A los dioses de la mano izquierda se les llama también dioses de la Tierra Caliente. Con los dioses terrestres también se encontraba Auicanime, diosa del hambre; Pungarancha, dios de la guerra y de los corredores. Finalmente, se menciona al dios del Infierno, a quien le estaba dedicada la fiesta de Cuingo y ciertos animales que se comían los 54


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cadáveres de los sacrificados y que pudieran estar asociados con este dios. Calendario purépecha El Calendario (Huriata Miúcua, cuenta de los días), para los prehispánicos señalaba las fiestas periódicas que había cada mes o cada luna (cutsi), como decían los purépecha, los cuales contaban "cada luna… veinte días". Su año, análogo, según parece al xihuitl de los nahuas, debió componerse de 18 meses de 20 días y un mes corto de 5. Sin embargo, ellos no contaban los siglos o por lo menos no hacen mención a ello en ninguna parte de la Relación de Michoacán, que es nuestra fuente más importante. Hasta ahora no se ha logrado integrar totalmente el calendario purépecha, aunque se han logrado localizar varias de sus fiestas, como la Hanziñásquari, "donde tiene lugar la ceremonia de empezar la guerra"; Caheri-cónscuaro, la "fiesta grande en que se vuelve a comer fruta", Caheribapánsquaro, 2el gran tiempo o mes de volver a cerrar", Coríndaro, "fiesta del pan"; Cuingo, "desollamiento", dedicada también a la diosa Cuerahuáhperi, que era vuelta a traer a la ciudad de Tzintzuntzan, para lo que se hacía con pan de bledos ciertas figuras de animales. Sacrificaban hombres después de haber peleado con ellos: muertos ya, los desollaban, vestíanse las pieles y bailaban. A los sentenciados los vestían con mantas blancas y rojas, los adornaban con flores y joyas y les ponían guirnaldas en la cabeza. Durante esta fiesta, los cautivos también llevaban adornos metálicos de cobre. Charapuzapi, "fiesta del pequeño alacrán". En ella se hacían ofrendas por los sacrificados y desollados en la de Sicuíndiro, por lo que deben haberse celebrado en fechas cercanas. Ecuata-cósquaro, "fiesta de las flechas", fecha en que generalmente se sacrificaban los malhechores. Hiquándiro, "donde se hechiza con la boca". Se festejaba la llegada de los ejércitos a Tzintzuntzan, de donde salían para la guerra. Para su realización se mandaba traer leña para los fogones, para honrar a los dioses antes de salir a la guerra y se reunía la gente que debía hacer las entradas a las poblaciones enemigas. 55


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Hubisperáquaro, "fiesta del canto de los huesos". Dedicada ala velación de los huesos de los cautivos por parte de quienes los habían prendido. Esto se hacía en los templos en donde los sacerdotes decían la historia de quienes habían hechos prisioneros a los sacrificados. Había cantares y danzas, en las cuales los señores bailaban con sus guirnaldas de trébol en las cabezas, e iban todos desnudos con "sólo una manta sobre los hombros". Las costumbres de los antepasados Entre los purépecha se conocen bien las relaciones de la sociedad conyugal, pero sabemos poco de las relaciones familiares entre padres e hijos (sociedad paterna) y de las de amos, criados y esclavos (sociedad heril). Esta última, alcanza un gran desarrollo en la casa del cazonci. La pequeña propiedad agraria de los plebeyos permitía a éstos algunos cultivos, mientras sus mujeres cocinaban y tejían prendas de vestir. En la sociedad conyugal, la poligamia era práctica común de señores y plebeyos. El cazonci guardaba en un encerramiento de su casa a muchas mujeres, llamadas "mujeres de Curicaueri", y "en éstas tenía muchos hijos", y "después casaba algunas de esas señoras con algunos principales". Tenía veinte mujeres más o menos. Y los plebeyos tenían a dos y a tres mujeres y las que querían y podían sustentar. El matrimonio presentaba variantes entre uno y otro grupo social. Entre los señores, los matrimonios se concertaban con el fin de servir como alianzas políticas y así obtener ayuda; demás, siempre se realizaba entre parientes. En una ceremonia muy simple, la novia era presentada y entregada por un sacerdote, el cual les hacía grandes recomendaciones, tanto al novio como a la novia; posteriormente había un convite, al término del cual el padre del novio le enviaba un obsequio al consuegro y la ceremonia se daba por concluida. Entre la gente del pueblo presentaba mayores variantes. En algunos casos se concertaba entre los parientes y en la entrega de la novia no había ningún sacerdote, sino era su propio padre el que lo hacía. También se "casaban por amores", y a pesar de que los padres se 56


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mostraban ofendidos al principio, ya que consideraba que la hija los había deshonrado, accedían al matrimonio, si el mancebo era del mismo barrio. En otros casos, las niñas eran escogidas desde pequeñas y el matrimonio se efectuaba cuando llegaban a la adolescencia. La educación se daba en el hogar, para lo cual el padre se encargaba de la enseñanza de los hijos y la madre, en el hogar, de las hijas. La sucesión hereditaria en el gobierno, en el sacerdocio y en los oficios industriales, exigía la adecuada instrucción y educación correspondientes. Los esclavos, llamados en general hapíngataecha, unos eran de los cautivos de las guerras que habían dejado de sacrificar; otros de los que habían cometido hurtos en las sementeras; otros, finalmente, habían comprado, bien fuese porque ellos mismos se habían vendido en alguna hambre para que les diesen de comer, bien porque los hubiesen ofrecido en venta los mercaderes. Se les dedicaba a los cultivos del campo y a los quehaceres domésticos. La esclavitud, sin embargo, no era hereditaria entre los purépechas. Los purépecha hacían sus comidas a base de maíz (ahtziri), frijol (thatsini), chile (cauás), cebolla (thzurups), jitomate (xucúpara), aguacate (cupanda), calabaza (cus), bledos y yerbas comestibles (uíricua), pescado (curucha), principalmente charal (charari), acúmara, blanco (grande muhtzuz), o pequeño cuerepu, y bagre; carne de venado (axuni) y de perros (uichu) que engordaban, y aun culebras y otros animales. La fruta era abundante: guayaba (enandi), capulín (xengua), tejocote (caras), ciruela (cupu), tuna (pare), piña (niniuari) y las variedades de zapote. De dulce servíales la miel de abeja (ehpus), la caña de maíz y los zumos de varias frutas. Hacían pan, ya de maíz seco en tortillas (curinda) o bien tamales (curunda); ya de maíz tierno (uchepu). Los hacían también de chía (chapata). Y en los matrimonios ofrecían a los invitados "pan de boda, que eran unos tamales grandes, llenos de frijoles y xicale". Preparaban también pozole o máscuaro. El vino (itsingua) era de maguey o blanco (urapi itsingua), de tejocote (caras i), de piña (niniuari i), de tuna (pare i), de ciruela (cupu i), de capulín (tanitsi) y de miel (charapi). 57


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La mayor parte de las tierras de cultivo eran para los dioses, para las guerras y para el cazonci. Pero también los señores y aun los plebeyos tenían sus sementeras. Los señores tenían esclavos que les labraban sus sementeras; que las sementeras del esposo habían de ser también de la familia de la esposa, y que el suegro mostraba a su yerno, cuando se casaba con su hija, las sementeras que les daba para sembrar. En la fiesta de Equata-cónsquaro, el sacerdote mayor o Petámuti, en la gran plaza de las yácatas, se reunía con el pueblo para narrarles la historia del pueblo, así como de las guerras que habían realizado sus antepasados para el servicio de los dioses. Las artes y los oficios Con respecto a las expresiones materiales de su cultura, los purépecha no habían desarrollado una arquitectura como la que tenían los aztecas o los mayas, pero la escultura y la cerámica del área estaba entre las más interesantes de Mesoamérica. Por ello, sus artistas no esculpieron, que sepamos, estatuas colosales, pero sí dejaron admirables y emotivas figuras de cerámica; la maravilla técnica de sus casi impalpables orejeras de obsidiana y la milagrería de sus mosaicos de plumas, admiración del Viejo Mundo. Su arte no ha muerto del todo. Aún en nuestros días tiene magnífica supervivencia en la decoración de las "lacas" de Uruapan, cuya técnica arranca desde antes de la era cristiana, en la alfarería, en la música, la danza y el canto. Para la ejecución del trabajo, habían desarrollado una especie de sistema gremial en las artesanías, en el que cada arte estaba bajo la autoridad de un mayordomo sujeto al cazonci. Eran especialmente capaces en las artes decorativas. Entre los principales responsables de los trabajos artesanales se encuentran: El Piruuaqua-uándari, que recogía y almacenaba en su casa las mantas y los petates para las necesidades del común. El Cacari, diputado entre los canteros y pedreros. El Uzquarécuri, diputado sobre los plumajeros.

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El Pucuríquari, que estaba diputado sobre los que guardaban los montes de donde se extraía madera para casas, templos y murallas, en lo que llegaron a ser verdaderos maestros. El Urani-atari, diputado sobre los demás pintores. El Cunicha, diputado sobre los demás pintores. El Hucátqiqua-uri, diputado sobre los que hacían platos y jarros. Arte plumario. Sus pinturas y figuras hechas de plumas eran valuadas como artículos de cambio hasta en Tenochtitlan. A este respecto el obispo Bartolomé de las Casas comentaba: "los oficiales que en esta arte a todos los de aquella Nueva España exceden son los de la provincia de Michoacán". Madera. La madera era una materia prima muy importante en la vida de la sociedad purépecha, dado que la mayoría de sus construcciones estaban hechas de este material, en el que llegaron a tener un gran desarrollo. Con ella fabricaban entre otras: casas, templos, juegos de pelota y fortificaciones. Todas las construcciones de los purépechas eran de madera, con excepción de las bases de los templos y quizás también las de los juegos de pelota y de algunas fortificaciones que fueron hechas de piedra. Las casas (cuahta), de planta rectangular, tenían paredes de carrizo, con palos o columnas de madera en los ángulos y puntos convenientes, y techos a dos o cuatro aguas, de paja, pues llueve en la región copiosamente. Las casas del cazonci (iréchequacuahta) eran de madera escogida y mejor labrada, con varias salas y con pórticos exteriores y situadas alrededor de un gran patio. Los templos (cúes), se componían de varios edificios o casas: la casa del dios, las de los papas, la de la vela, la de las águilas y la del tesoro o troje. Maqueros. El laqueado de vasijas de madera, que ha continuado como arte popular hasta nuestros días, tuvo sus orígenes en la época prehispánica, como se nota en la decoración de los guajes de los sumos sacerdotes y en algunos guajes pintados que fueron enviados a Cortés como regalo. El mismo Matías de Escobar nos dice que "la pintura de Peribán tuvo su origen en esta provincia y fuera de ser tan valiosa es tan permanente el barniz, que se defiende del tiempo, porque siendo en los colores propiedad desmerecer con la edad, esta pintura porfía, 59


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haciéndose uno el color con la madera… es el modo de esta obra: abrir con el buril las labores y en los huecos embutir los colores, supliendo la variedad de matices la carencia de maderas de aquellos colores". Escultura. En el campo de la escultura fueron los purépecha también grandes maestros, sobre todo a través de la técnica de la pasta de caña, con la que fabricaban sus dioses, tan ligeros que un hombre solo podía transportar uno de gran tamaño. Nuevamente es Escobar quien nos dice que "las esculturas las hacen de una pasta tan ligera y tan capaz. Para darle el punto, ellos fueron los inventores y es el modo, coger la caña de maíz y sacarle el corazón. Ésta la muelen y hacen una pasta con engrudo llamado tatzingui y así forman las esculturas, quedando tan livianas como si fueran de pluma". También tuvieron la escultura de piedra, aunque tal vez nunca fue abundante, por lo que queda poco y de mediano valor, entre lo que se encuentran chac mool y figuras de coyotes provenientes de Ihuatzio. Textiles. Los trabajos de hilados y tejidos, en Michoacán como en toda Mesoamérica, tienen una gran antigüedad y eran tarea exclusiva de la mujer y una enseñanza que se iniciaba desde los primeros años de vida en el hogar, cuyos conocimientos se pasaban de madres a hijas. Las mantas blancas, hechas de algodón, sirvieron como moneda o regalo a los dioses y señores, por lo que eran fabricadas en cantidades mayores que otro tipo de tejidos. Entre las prendas tejidas había camisetas, mantas, faldas, hilo para el adorno de la cabeza, cordeles para atar las puertas y jubones para la guerra. Las mantas eran de diferentes gruesos y colores. Se mencionan las de color azul índigo o pintadas de diversos colores, como las que formaban el pabellón de Mauina en los mercados o aquellas que se decoraban con plumas o pelo de conejo. Los tejidos podían servir para vestido, tanto masculino como femenino, así como cobertores para dormir sobre ellos, para envolver a los muertos y al dios; para ser quemados en los templos, como ofrenda, o para trueque y regalo. Entre los materiales usados para su confección se contaba con el algodón, las fibras vegetales, sobre todo del maguey y el pelo de conejo, cuyos colores se les daba con productos naturales como el añil y otras plantas, teniendo los colores más frecuentes el azul, negro, colorado y blanco. 60


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A través de los telares de cintura prehispánicos, en los hogares se confeccionaba toda la ropa de hombres y mujeres, consistentes en unas camisas largas que les llegaban más debajo de la rodilla, así como los taparrabos, en los hombres y los huanengos y blusa para las mujeres. "Lindas tejedoras y lindas labranderas de mantas galanas", llama Sahagún a las purépecha. Ceramistas. El barro, dócil al contacto con la mano que lo modela y por medio del fuego lo transforma en objetos permanentes, fue uno de los materiales más trabajados por los prehispánicos, en él se plasmaron parte de sus costumbres cotidianas y religiosas. Los michoacanos lograron una cerámica particular, que se localiza en los lugares que tuvieron la influencia de los purépecha, entre los que se encuentra la cerámica polícroma con decoración de pintura al negativo, considerada como representativa de esta cultura. Los trabajos muestran una gran especialización, ya que su factura se ha considerado como de una gran complejidad y riqueza en formas y decoración. De ella tenemos cajetes, ollas, patojos, tecomates hechos en barro fino en diversos tamaños, entre los cuales se encuentran vasijas en miniatura que han sido encontrados en abundancia en los entierros. Otra de las características de la cerámica michoacana es la decoración de pintura negativa, que se encuentra generalmente en objetos polícromos en los que se combina el negro, rojo y blanco principalmente, en motivos decorativos combinados en una aparente anarquía, pero que en realidad forman conjuntos independientes casi siempre con elementos geométricos, ocasionalmente acompañados de figuras de animales o humanas. Las escasas figurillas del área de Tzintzuntzan nos permiten apreciar el atavío y decoración de los grupos allí asentados. Generalmente se trata de representaciones femeninas, en las cuales el tocado, así como el adorno, es más importante que el vestido. Obsidiana. Sin duda alguna que los trabajos de obsidiana, realizados por los antiguos purépecha, tuvieron un gran significado dentro de su cultura, por haber estado directamente relacionado con su dios principal Curicaueri, que en nuestros días ha perdido su aplicación y por lo mismo es un trabajo que nos parece inútil en nuestros tiempos. 61


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En aquellos viejos tiempos en obsidiana se realizaban navajas, raspadores y puntas de flecha, instrumentos utilitarios para la explotación agrícola, la caza y la fabricación de las macanas o armas de guerra; artefactos con función religiosa como cuchillos de sacrificio, y objetos suntuarios como bezotes y orejeras. Pero su principal significación eral el ser el material con que se identificaba Curicaueri. Dado el valor que representaban los yacimientos de obsidiana, para todos los trabajos mencionados, éstos fueron codiciados por diversas culturas de Mesoamérica. Afortunadamente, para los purépecha, ellos dispusieron de las minas de Zinapécuaro (lugar de obsidiana) y probablemente haya sido la causa que estuviera controlado directamente por el estado, que incluso pudo haber sido objeto importante de intercambio con otros pueblos que carecían de él. Muy semejante era, sin duda, el manejo del jade, que es una piedra verde y que era muy apreciada por los prehispánicos, en toda Mesoamérica, dado que estaba relacionada con los dioses de la muerte y la eternidad, por lo que de ella se encuentran numerosos trabajos a través de cuentas, a la vez que eran símbolo del rango que ostentaba quien los portaba, por lo que incluso estaba prohibido del rango que ostentaba quien los portaba, por lo que incluso estaba prohibido para quienes no tenían los rangos requeridos para portarlo, sobre todo porque también estaba dedicado a los dioses. Muy relacionado con la obsidiana estaban los trabajos conocidos como de "mosaico", realizados en turquesa y piedras semi-preciosas, que en ocasiones se combinaba con aquélla para la realización de orejeras y bezotes, fundamentales en los atuendos del cazonci. Al lado de los trabajadores de la obsidiana y mosaico se encontraban los canteros, cuyo diputado era el cacari, que se encargaban de los revestimientos de los edificios civiles y religiosos, como se pueden ver los bloques de xanamu que recubrían los basamentos escalonados de las yácatas y del que también existen algunas esculturas. Los metales. La metalurgia fue una de las actividades que tuvieron especialistas entre los purépecha, traídos desde diferentes lugares, entre los que se encuentran Cojumatlán, en donde se han encontrado los realizados con la técnica de "falso alambre", mientras 62


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que de Apatzingán se obtenían alfileres con cabeza en forma de cascabel, pero en donde también existió el martillado y el fundido. En Tamazula, de acuerdo con los hallazgos, el desarrollo de la metalurgia tuvo un gran auge en la platería. Tzintzuntzan presenta un conjunto numeroso de objetos de metal que muestran un desarrollo individual, con tipos únicos en Mesoamérica. La variedad de objetos de metal, sobre todo de tipo ceremonial, nos permiten suponer la complejidad tanto política como religiosa de la sociedad purépecha. Sin embargo, algunos de estos tipos muestran una relación con ciertas formas y con algunos puntos de Sudamérica, como el Ecuador y Colombia. La posesión de objetos de metal fue un privilegio del grupo dominante, ya fuera sacerdotal o político, y formaba parte importante de sus atavíos. El cazonci se adornaba con orejeras, brazaletes, bezotes, cascabeles de oro y cobre; en tanto que el Petámuti o sacerdote mayor llevaba al cuello pinzas con espirales a ambos lados. El metal también estaba dedicado a los dioses o era usado como ofrendas a los muertos. Los cazonci eran quemados y sus cenizas depositadas en ollas acompañadas de máscaras, collares y otros objetos de metal. Ya que los objetivos del trabajo del metal era el dedicado a los dioses, los sacrificados se adornaban con objetos de ese material. Los adornos de plata eran llevados por los cautivos dedicados a la diosa Xarátanga, en tanto que los de cobre se utilizaban, especialmente, en las fiestas de Cuingo. Pero por supuesto, el metal se trabajaba también con el fin de utilizarlo en instrumentos de trabajo como anzuelos, punzones, hachas, puyas y azadas, muchos de los cuales eran realizados en una producción en serie y con moldes. Entre los trabajos que se han podido encontrar de la metalistería en Michoacán, se pueden mencionar: agujas, ajorcas, alambre, alfileres, anillos, anzuelos, argollas, azadas, bezotes, brazaletes, cascabeles, casquillos, conchas, cuentas, discos, figurillas, hachas, máscaras, orejeras, pinzas, punzones, tubos y vasijas. Las técnicas utilizadas en los trabajos de metal fueron el martillado, con el que conseguían hacer láminas del grosor y tamaño requerido, en donde también se aprecia el repujado. 63


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De la misma forma, se hacía el revestimiento metálico, cuya técnica consistía en recubrir, de manera parcial o total con una delgada lámina de metal, objetos realizados en diferentes materiales. El fundido era otra de las técnicas usadas por los purépecha en el trabajo del metal, con el que se realizaba el vaciado, tanto en moldes cerrados como abiertos, con un gran dominio del método de la "cera perdida", que algunos autores han identificado como "falsa filigrana" y que requería una gran especialización. En los trabajos de cobre los purépecha figuran entre los más avanzados de Mesoamérica, y que en forma legendaria se ha mencionado que llegaban a templar como el acero, por lo que se habían convertido en grandes guerreros con armas de dicho metal. Toda esta organización se tenía en los trabajos y la integración social de los purépecha y encontraron los conquistadores a su llegada a estas tierras, por lo que eran verdaderos gremios los que las realizaban y éstos se formaban tanto por familias como por poblaciones enteras, acorde a la situación en que se encontraban los asentamientos a los que pertenecían. De esta forma, cada grupo humano y cada población enviaba a la capital del imperio sus productos, controlados por los diversos personajes que estaban especialmente dedicados a ello y que se constituían en verdaderos economistas, dado que con su acopio tanto mantenían a la nobleza en su sitio, como daban a la población en general el apoyo requerido en los momentos difíciles, pues estaban convertidos en una sociedad comunitaria, en que nadie poseía nada en particular y sí todo en común cuyos productos se repartían equitativamente en los momentos de escasez o desastre.

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CAPÍTULO SÉPTIMO La Conquista de Michoacán Los primeros españoles en Michoacán

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PARTIR DE LA CAÍDA de Tenochtitlan en poder de Hernán Cortés, nos dicen los historiadores, los conquistadores, moviéndose en todas direcciones fueron incorporando vastas comarcas al cetro de su emperador, y a medida que cesaba la violencia brutal del choque con las naciones indígenas, se hizo necesario asentar el dominio real en las tierras recién ganadas, de acuerdo a la legislación española y al régimen institucional que venía elaborándose para los dominios de ultramar. Desde antes de la rendición de Tenochtitlan, Cortés estaba informado de los pueblos que colindaban con el Imperio Mexicano y no tardó en buscar contactos con los más inmediatos. Así tenemos que hay, aunque parece fábula, la entrada de un tal Villadiego hacia Michoacán a fines de 1521, y resulta el inicio sugestivo para la historia de la irrupción de los españoles en la "tierra del pescado" y al parecer fue Gaspar de Villadiego. El primer contacto real entre los españoles y los purépecha ocurrió en la fortaleza fronteriza de Tajimaroa el 23 de febrero de 1521. Según la Relación: "Y vino nueva de que había venido un español y que había llegado a Taximaroa en un caballo blanco, y era la fiesta de purecoraqua (a veinte y tres de febrero) y estuvo dos días en Taximaroa y tornóse a México". Aunque algunos autores fechan esta visita en 1522, debió tener lugar en 1521, pues para el 18 de noviembre de este año ya habían visitado Michoacán algunos hombres de Cortés y habían llegado a Tzintzuntzan. Al parecer el español llegado a Taximaroa fue un tal Porrillas, que también es nombrado Parrillas, como nos ha llegado por la literatura. Este llevó a Cortés algunos objetos de plata labrada y a dos de los nativos. 65


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A Cortés le dio mucho gusto recibir información acerca de a nueva región y trató bien a los indios. Para impresionarlos con el poder de los españoles, los llevó a ver el ejército, con sus caballos, armas y artillería. Los de a caballo escenificaron una escaramuza y los soldados dispararon sus armas, todo lo cual causó gran admiración a los indios. Cortés los envió de nuevo a Michoacán con algunos regalos y con un mensaje para su rey: que los españoles eran tan fuertes para defender a los amigos como para combatir a sus enemigos y que él quería venir a su país para mostrarles sus errores, especialmente su idolatría y sus sacrificios humanos. Al llegar a Michoacán le dieron información al Cazonci de lo que habían visto y oído, debido a lo cual éste decidió enviar embajadores al conquistador. Tal vez a éstos haga referencia Cortés en su Tercera Carta de Relación, cuando dice que: "como la ciudad de Temixtitan era tan principal y nombrada por todas partes, parece que vino noticia de un señor de una gran provincia que está setenta leguas de Temixtitan, que se dice Mechuacán, cómo la habíamos destruido y asolado, y considerando la grandeza y fortaleza de la dicha ciudad, al señor de aquella provincia le pareció que, pues aquella no se nos había defendido, que no habría cosa que se nos amparase; y por temor o por lo que a él le plugo, envióme ciertos mensajeros, y de su parte me dijeron por los intérpretes de su lengua, que su señor había sabido que nosotros éramos vasallos de un gran señor, y que si yo tuviese por bien, él y los suyos lo querían ser también y tener mucha amistad con nosotros. Y yo le respondí que era verdad que todos éramos vasallos de aquel gran señor, que era vuestra majestad, y que todos los que no lo quisiesen ser les habíamos de hacer guerra, y que su gran señor y ellos lo habían hecho muy bien. Y como yo de poco acá tenía alguna noticia de la Mar del Sur, informéme también de ellos si por su tierra podía ir allá; y ellos me respondieron que sí, y roguéles que, porque pudiese informar a vuestra majestad de la dicha mar y de su provincia, llevasen consigo dos españoles que les daría; y ellos dijeron que les placía de muy buena voluntad, pero que para pasar al mar había de ser por tierra de un gran señor con quien ellos tenían guerra, y que a esta causa no podían llegar a la mar. Estos mensajeros de Mechuacán estuvieron aquí conmigo tres o cuatro días, y delante de ellos hice escaramuzar los de caballo, para que allá lo contasen; y habiéndoles dado ciertas joyas, 66


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a ellos y a los dos españoles despaché para la dicha provincia de Mechuacán". Aunque no lo dice Cortés, se supone que quienes llegaron a Tzintzuntzan, por primera ocasión, fueron Antón Caicedo y otros dos españoles, de que nos dice la Relación que "desde a poco vinieron tres españoles con sus caballos y llegando a la Ciudad de Michoacán, donde estaba el Cazonci. Y recibiólos muy bien y diéronles de comer y envió el Cazonci toda su gente, entiznados, a caza, muy gran número de gente, por poner miedo a los españoles y con muchos arcos y flechas tomaron muchos venados y presentáronles cinco venados a los españoles y ellos le dieron al Cazonci plumajes verdes y a los señores. "Y el Cazonci hizo componer a los españoles, como componían a sus dioses: con unas guirnaldas de oro y pusiéronles rodelas al cuello y a cada uno le pusieron su ofrenda de vino delante, en unas tazas grandes, y ofrendas de pan de bledos y frutas. Decía el Cazonci: "Estos son dioses del cielo. "Y dióles el Cazonci mantas y a cada uno dio una rodela de oro. Y dijeron los españoles al Cazonci que querían rescatar con los mercaderes, que traían plumajes y otras cosas de México, y díjoles el Cazonci que fuesen y por otra parte mandó que ningún mercader ni otro señor comprase aquellos plumajes y compráronlos todos los sacristanes y guardas de los dioses, con las mantas que tenían los dioses diputadas para comprar sus atavíos. Y compraron todo lo que los españoles les traían. Y dieron al Cazonci diez puercos y un perro y dijéronle que aquel perro sería para guardar su mujer. Y liaron sus cargas. Dióles el Cazonci mantas y jicales y cótaras de cuero y tornáronse a México". La Relación también nos dice que no muy convencido el Cazonci sobre la conveniencia de tener a dichos animales en su poder, los mandó sacrificar y los tiraron entre los herbazales. Con estos españoles, el Cazonci envía a Cortés algunos presentes para el monarca español, a los que quería acompañar él mismo, pero sus consejeros lo disuadieron para al final enviar a uno de sus primos, que en ocasiones nombra como su hermano, un guerrero llamado Huitziziltzi por los aztecas, mientras que la Relación nos lo menciona como Tasahuaco. 67


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Después, la conquista de Michoacán se dio por parte de Cristóbal de Olid, quien logró llegar a Tzintzuntzan y que le recibieran de paz. Esta acción nos llega por diversas fuentes, entre las que se encuentra el propio Cortés. Los tesoros de los reyes michoacanos Sobre la extracción de las riquezas de los señores michoacanos se han hecho bastantes conjeturas sobre el monto y costos, de lo que nos han llegado diversas informaciones a partir de los primeros contactos con los españoles, hasta el saqueo cometido por Nuño de Guzmán y algunos de sus allegados. De acuerdo a los datos cronológicos, tenemos que: Los primeros presentes enviados a Cortés para el rey de España, nos lo menciona la Relación, que se les entregaron a los primeros españoles llegados a Tzintzuntzan y se les entregan al tesorero Julián de Alderete el 18 de noviembre de 1521 y confirma el propio Cortés en sus Cartas de Relación. Al estar en la ciudad y saber de la existencia del tesoro en la casa del Cazonci, los españoles comenzaron a robarlos, lo que trataron de impedir las mujeres que apalearon a quienes lo hacían, hasta que Olid lo supo y mandó que sacaran todo aquel tesoro, del que lograron integrar doscientas cargas con las que mandó Olid a don Pedro para que las llevara a Cortés. De los tesoros de las islas sacaron suficiente para hacer trescientas cargas de oro y plata, que fueron enviadas por Olid con el Cazonci a Cortés a Coyoacán. Sobre el valor de los tesoros de los Cazonci, se dice que a la llegada a México de los expedicionarios, se hizo el reparto correspondiente. Nuevamente es Cortés el que nos hace conocer las riquezas sacadas del reino de Michoacán, pues al enviar a Olid a la Ciudad de Michoacán, allí fueron recibidos por su señor y los naturales, quienes además de darles aposento y proveerlos de lo necesario, "dieron hasta cinco mil pesos de plata envuelta en cobre que sería media plata, y hasta cinco mil pesos de oro, asimismo envuelto en plata, que no se le ha dado ley. Sin embargo, no hay acuerdo entre otras fuentes, como Gómara, que menciona los cinco mil pesos de oro aleados con plata, pero sólo los mil 68


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marcos de la aleación de plata con cobre. Añadía que el tesoro estaba constituido por objetos de adorno para el cuerpo. Luis de Cárdenas aseguraba que Olid envió a México ciento veintidós cargas de plata y cinco de oro que había tomado de los templos de Michoacán, pero es muy poco lo que dice sobre su valor. Todo se presentó en subasta pública, de lo que se obtuvieron nueve mil seiscientos y un pesos, cuatro tomines y seis granos. A la vez que se habla de que el mismo Olid en Michoacán había vendido algunos efectos que le habían regalado, de lo que obtuvo ciento cincuenta y nueve pesos, cuatro tomines de oro. La Encomienda de Tzintzuntzan Por lo que se sabe, a pesar de que pareció un desastre la visita de Olid a Michoacán, Cortés la aprovechó para dejar a uno de los suyos dedicado a recoger los tributos, como le achacan sus enemigos, de tal forma que la Relación dice que "después que vinieron a esta Provincia españoles, estuvo el Cazonci algunos años y mandó la Ciudad de Michoacán y todavía tenían reconocimiento los señores de los pueblos que era su señor, y le servían secretamente". "Sin embargo, "envió el señor marqués a la ciudad un hombre de bien llamado Cayzedo, que tuviese en cargo a los indios de la Ciudad. Y tenía consigo un intérprete buena lengua, español según dicen". Cuando vino a hacer una inspección Antonio de Carvajal, en15231524, de acuerdo con dicha información Cortés se dejó para sí los mejores emplazamientos, entre los que estaban Tzintzuntzan, Huaniqueo, Tamazula, Tuxpan, Amula y Zapotlán. Lo mismo hizo con sus amigos y familiares, sin olvidar por supuesto a los oficiales de la tesorería, para quedar bien con la corona, dicen. Por esto, durante la década de 1520, Cortés fue el principal encomendero en Michoacán, pues nada más de su encomienda de Tzintzuntzan, Uichila, obtenía 600 castellanos de oro al año, 800 tamemes cada 8 o 10 días, 44 cargas de maíz cada 20 días, 40 cargas de frijol, 40 cargas de ají, 40 cargas de pescado, 20 cargas de sal, 400 mantas y 80 jícaras. De esta manera, Cortés utilizaba a Tzintzuntzan como base del sustento de varias cuadrillas de esclavos que tenían trabajando en las minas de Tamazula. 69


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Sin embargo, a su salida hacia las Hibueras en busca de Cristóbal de Olid, en 1526, al no tener noticias suyas en la capital de la Nueva España, sus sucesores en el poder, Gonzalo de Salazar y Pedro Almíndez Chirinos, gobernadores interinos, hicieron correr la voz de que había muerto y por lo tanto le quitaron sus encomiendas de Michoacán, pero a su regreso volvió a recuperarlas. Durante el tiempo que estuvo Cortés ausente, los gobernadores aprovecharon para hacerse de riquezas a partir de Michoacán; siendo Tzintzuntzan una de las principales poblaciones estuvo entre sus objetivos. Por su cuenta enviaron a Caycedo y a Cindos de Portillo a la provincia y a sus áreas sujetas con la comisión de recolectar oro, plata y piedras preciosas de los indios incluso a través de la tortura y la prisión, según se los habían mandado. Portillo informó haber visto a los indios de Tzintzuntzan dar a Caicedo cerca de ochenta tejuelos plata. Mientras que Salazar y Chirinos habían puesto preso al Cazonci y le exigían oro y plata, en el año de 1525. Afortunadamente, al parecer los mismos gobernadores nominaron para la Ciudad de Michoacán como alcalde a Alonso de Ávila en 1525, quien posteriormente expresaba que había ido a Michoacán para apoyar y proteger a los nativos, para que nadie les hiciera daño, quien incluso llegó a quitar a Antón Caicero a los principales a quienes casi mataba a palos. Al saber Cortés la nominación de la Primera Audiencia, inmediatamente mandó a Tzintzuntzan a Andrés de Tapia para que dijera al Cazonci "que viene otro señor a la tierra que ha de estar en México y ha de ser gobernador, que se lo haga saber de su venido y que si le pidiera oro o plata que no se la dé, que envíe todo su tesoro de oro y plata donde yo estoy, que no se esconda nada ni quede nada. Que si se los pidiese, Nuño de Guzmán que le diga que ya me lo envió a mí para llevarlo al emperador. El Cazonci trajo dos veces oro y plata para Tapia, de lo que éste llevó a Cortés". Nueva visita a Michoacán se efectuó en 1528, para redefinir las encomiendas, por lo que el 17 de mayo de ese año, en el registro de tasación de tributos hecha por el visitador Juan de Ortega, Tzintzuntzan aparece como encomienda de Cortés. En la tasación, el Cazonci y don Pedro su hermano, dijeron que darían al señor don Fernando Cortés su amo, puestas en las minas, seiscientas cargas de 70


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bastimentos de maíz y cuarenta y cinco cargas de frijoles y veinte y cinco de ají y veinte de pescado y que lo ha de dar de treinta a treinta días, según fue apercibido. A la llegada de Nuño de Guzmán a México, como presidente de la Primera Audiencia, lo primero que hizo fue llamar a los señores de las provincias de Nueva España, entre los que estaba el Cazonci, a fines de 1528 para obtener por su medio riquezas fácil y rápidamente. También entre las consignas que traía la Audiencia estaba quitar a Cortés sus encomiendas de Michoacán, a quienes les llegaron las propuestas de fecha del 5 de abril de 1528, que debían poner directamente bajo la corona las encomiendas de Tamazula y Tzintzuntzan. Por lo pronto, al no acudir ante Guzmán el Cazonci, aquél envió a Antonio de Godoy a prenderlo y llevarlo preso a México, quien había sido enviado como alguacil mayor de la ciudad. Con ello comenzaba el martirio de Tanganxoan II, que concluiría con su ejecución un tiempo después. Con la disposición en su poder, Guzmán ordena al alcalde mayor de Michoacán, Antonio de Godoy, con fecha 14 de mayo de 1529, para que despoje a Hernán Cortés de su encomienda de Tzintzuntzan y demás pueblos sujetos que pasen a depender de la corona, informando al Cazonci de tal disposición. Godoy tomó posesión a favor de la corona de las encomiendas en Michoacán el 26 siguiente. Pero no sólo eso hicieron, sino que mandaron a Godoy a quebrantar las sepulturas de los naturales y sacase el oro, plata y joyas que en ellas estaban, de que hubieron más de 5,000 pesos de oro. Y el Cazonci, porque lo soltasen cuando fue prisionero en México, hizo dar mucha plata y oro y joyas y más de 5,000 marcos de plata. Nuño de Guzmán, teniendo preso al Cazonci, le sacó 10,000 marcos de plata y arriba de 10,000 pesos de oro. El 13 de septiembre de 1529, García de Llerena, en nombre de Cortés, presentó un escrito ante la primera Audiencia quejándose de que le habían quitado a su parte Tezcuco con su sujeto, y la provincia de Huejotzingo, y el pueblo de Mizante que tenían Sayavedra en nombre de don Fernando Cortés, y la provincia de Tehuantepeque y Soconusco, y la ciudad de Uchila, y otros muchos pueblos, y finalmente que su parte no se sirve de pueblo alguno que tenga. 71


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Los oidores respondieron que los pueblos de Tezcoco y Huexotzingo y Tehuantepeque y Soconusco y Uchila, que es verdad los dieron a su majestad de quien son; lo cual hicieron por su mandato, según parece por la instrucción que les fue dada. Cortés, in tener poder para ello, los tomó para sí, sin dar un indio de ellos a muchos encomenderos que fueron a ganar la tierra y morían de hambre. En el año de 1531, el marqués acude ante el rey para que se le restituyan los residuos de pueblos que tenía, a fin de que la merced que de ellos le hacen sea efectiva, dando información a los oficiales de la real hacienda, para lo que acuden ante García Holguín, alcalde ordinario, para hacer dicha información en la ciudad de Tenuxtitan, a 6 de noviembre de 1531, en cuyo documento se mencionan, entre otros, Tezcuco con su sujeto, Otumba y Tepeapulco con su sujeto, Chalco y Talmanalco con su sujeto, Tapa con su sujeto, Tututepeque con su sujeto, Soconusco con su sujeto, Ciudad de Mechuacán, Tamazula, Tuspa, Amula y Zapotlán. Un poco de alivio sin duda, llega con fecha del 4 de febrero de 1530, cuando la reina de España ordena nuevamente a los encomenderos de Michoacán que aligeren las cargas que pesan sobre los indios, para que éstos puedan dedicarse a terminar la construcción del convento de Tzintzuntzan, que por lo que vemos se estaba ya construyendo, aunque por lo que se sabe no fue tomada en cuenta, pues en esos momentos era cuando Guzmán estaba aplicando castigos más severos al Cazonci para que le diera más oro y plata. La Ciudad de Michoacán Tanto con la finalidad de tomar posesión de la provincia, como para buscar salidas al Mar del Sur, inmediatamente que Cortés se dio cuenta de su existencia y su muestra de aceptación de la soberanía española, envió un numeroso contingente al mando de Cristóbal de Olid, quienes poco después llegaron a Tzintzuntzan y ya a mediados de 1522, el antiguo reino de Michoacán se comenzó a denominar como "Provincia de Michoacán", una de las integrantes de la Nueva España. Durante el tiempo que estuvo Olid en la ciudad de Michoacán, "algunos historiadores dicen que fundó la Ciudad de Mechuacán, Tzintzuntzan, mientras otros dicen que sólo estuvo unos pocos días en 72


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ella de paso hacia la Mar del Sur, por lo que no tuvo tiempo de hacerlo. Aunque se puede afirmar que tuvo a esta ciudad como la cabecera del reino, en donde estaba el asiento de los reyes michoacanos, por lo que se dirigió a ella directamente". Por otro lado, se sabe que Cortés había propuesto incluso las autoridades que deberían estar al frente del gobierno de la ciudad, entre los que se menciona a "Andrés de Tapia, que fue nombrado alcalde y Alonso Campuzano, Antonio de Villarroel era también tesorero. Rodrigo Morejón de Lobrera y Cristóbal Martín de Gamboa estaban también en la lista de oficiales, pero sus puestos no se especificaban. Posteriormente, Cristóbal Martín de Gamboa en sus declaraciones alegaba que él había nombrado alcalde del pueblo y Andrés de Tapia decía que su posición propiamente era de justicia mayor". Sobre el que no se haya formado el municipio michoacano se dan varias razones, entre las que se encuentra que Cortés, al darse cuenta de la riqueza de la tierra, aunque Olid ya había fundado el pueblo en un buen lugar, el Capitán General le mandó volver a México y a los que querían poblar los mandó a Zacatula, por lo que durante dos años tomó a Michoacán para sí y no repartió ninguno de los pueblos en encomienda. Con todo y "sin importar la fundación de ciudad de españoles, aunque sí la toma de Tzintzuntzan para la corona, lo que sucedió a partir de 1523 fue que numerosos españoles se asentaron en la antigua capital imperial, lo que indujo a Cortés a hacer el primer repartimiento al regresar de las Hibueras, reservándose, desde luego las que pertenecían al Caltzontzin, mientras a los principales capitanes les asignó los pueblos principales y poco después se realiza la primera visita y tasación, por el Bachiller Juan de Ortega, que concluye el 30 de abril de 1528. Ortega ostenta, al llegar a Tzintzuntzan, el nombramiento de "Teniente de Alcalde Mayor de Michoacán", dado por Alonso de Estrada, por lo que se entiende que desde fines de 1527 se había creado ya dicha alcaldía, de la que era titular Estrada, quien envía a su teniente; es decir, una especie de subalcalde para hacer la tasación y visita de la provincia, con el manifiesto propósito de perjudicar a 73


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Cortés transfiriendo a la corona muchos de los pueblos que el conquistador había repartido para sí y sus amigos. Es más, la preeminencia de Tzintzuntzan se le confirma con la real orden del 5 de abril de 1528, cuando se ordena a la Primera Audiencia de que las cabeceras que su majestad mandó poner en su real corona son Uitzizilan, en Michoacán, que es cabecera de la provincia, con su tierra junto con Tenuxtitan México con su término. Tascaltecle y su tierra. Tezcuco y su tierra. Tamazula donde hay las minas de plata con su tierra. Más aún, con fecha de 29 de junio de 1529, una real cédula de Carlos V, ordena que no se haga ninguna variación en las encomiendas de Cortés, a excepción de Tzintzuntzan, por ser la capital de Michoacán. De esta forma, la cédula real del 28 de septiembre de 1534, a petición de autoridades civiles y eclesiásticas, le fue otorgada a Tzintzuntzan, hasta entonces identificada como Michoacán, Uichila y muy pocas veces mencionada en los textos de esa época como Tzintzuntzan. Por medio de ésta, el soberano español, Carlos V y su madre doña Juana, dicen que, según información que se les ha enviado, la Provincia de Michoacán es importante y fértil, siendo lo único que les falta el tener policía y juntarse "los naturales de ella en pueblos donde la puedan tener, porque dizque andan muy desparramados por los campos, sin tener conversación alguna unos con otros. Agora habemos mandado que los dichos indios que viven fuera de poblado, se junten en un pueblo, porque a causa de estar así apartados, no pueden ser industriados en las cosas de nuestra santa fe católica, de que Dios Nuestro Señor es servido; y por la voluntad que tenemos que el dicho pueblo se ennoblezca, e otros pobladores se animen a ir a vivir en él, es nuestra merced, y mandamos, que agora y de aquí adelante se llame e intitule Ciudad de Michoacán, e que goce de las preeminencias, privilegios e inmunidades de que puede gozar, por ser ciudad". Todo el siglo XVI la ciudad se mantuvo con dicho título e incluso se conocía a la cuenca como "Laguna de Tzintzuntzan" y no de Pátzcuaro, por lo que esta ciudad buscó la forma de cambiar su denominación, lo que consigue hasta mediados del siglo XVIII, mientras Tzintzuntzan obtuvo su cédula real y escudo de armas, bajo 74


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esta denominación en 1593. Ya Valladolid había obtenido su cédula y escudo de armas desde 1545. Es más, cuando Vasco de Quiroga obtuvo para Pátzcuaro escudo de armas y cédula real, se le dan bajo la denominación de Pátzcuaro y no de Ciudad de Michoacán, por lo que Tzintzuntzan siguió luchando por el reconocimiento de su título de 1534, lo que les es reconocido por la información enviada al rey en el año de 1567, cuando Felipe II le vuelve a reconocer su cédula real y le reexpide un duplicado. Esto no lo hubiera hecho el soberano español si se hubiera contrapuesto con las órdenes reales de su padre. Con ello, lo de Ciudad de Michoacán pasó al campo de la historia, para dedicar a toda la provincia la denominación de Michoacán, como hasta ahora se sigue conociendo y se le conoce desde recién conquistada la provincia. La muerte del último Cazonci Las dificultades entre los purépecha y los españoles se comenzaron a dar cuando los conquistadores quisieron aprovecharse de la actitud de los conquistados, por lo que en algunos lugares hubo asesinatos de algunos de ellos, como nos lo narra la Relación. La ambición del presidente de la Primera Audiencia llevó al borde del enfrentamiento a conquistadores y conquistados en Michoacán, por los atropellos cometidos entre la población indígena que culminaron con la despoblación de extensas áreas y el asesinato del último Cazonci. De acuerdo con la cronología de la expedición, la salida de Guzmán de la ciudad de México fue el 22 de diciembre de 1529; el 25 estuvo en Jiquipilco; el 27 en Ixtlahuaca y el 4 de enero de 1530 llegan a Tzintzuntzan, por lo que el día 7 fue después de la llegada del ejército de Tzintzuntzan, por lo que el día 7 fue tomado prisionero y retenido por Guzmán durante aproximadamente 15 días. Al ver que no obtenía las riquezas que ambicionaba y sediento de oro y plata, Nuño de Guzmán dejó que del Pilar, Godoy y Juan de Ortega amenazaran con dar tormento al Cazonci en la ciudad de Tzintzuntzan, hacia el día 22, mientras llegaron diversas acusaciones por parte de varios encomenderos, entre los que se encontraba el de Uruapan, Francisco de Villegas y poco después comenzaron a 75


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torturarlo, cosa que supo fray Martín y fue a ver a don Pedro y al Cazonci cómo estaban siendo castigados, por lo que los dejaron, aunque con el consabido disgusto de Guzmán que no logró, por el momento, sus intentos. Hacia el 22 de enero, Guzmán inicia el proceso contra el Cazonci, en el que comparecen varios de los encomenderos, entre ellos Francisco de Villegas. Incluso se le aplicaron tormentos de fuego en los pies, por lo que al salir de la ciudad, hacia el 29 de enero, era llevado en una hamaca, todavía con grillos en los pies, hasta las riberas del río. Allí lo siguieron atormentando y exigiéndole más oro, por lo que envió nuevamente por él, de lo que se reunieron cuatrocientas lunetas de oro y rodelas y ochenta tenacetas de oro, que le llevaron al cazonci, de lo que dieron a Guzmán nada más doscientas de aquellas joyas y lo demás lo regresaron con los principales que lo habían llevado. Junto al cazonci dieron tormento a don Pedro y don Alonso, yerno del cazonci, quienes incluso inculparon al mandatario michoacano de algunos de los delitos que le acusaban los encomenderos, además de afirmar que tenía gente de guerra en uno de sus pueblos llamado Cuinao. Por esto, el día siguiente, 14 de febrero, enojado Guzmán por el poco oro y plata que le habían llevado de lo que exigía, dio sentencia contra el cazonci, a quien condenó a morir arrastrado a la cola de un caballo y fuese quemado. De esta forma, el cruel Nuño de Guzmán se ocupó de dar marcha atrás a una obra que duraba ya más de 5 años por parte de los franciscanos.

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CAPÍTULO OCTAVO La Evangelización y el Obispado de Michoacán La Evangelización de Michoacán

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de los purépecha comenzó desde antes de la llegada de los franciscanos a estas tierras, pues poco después de que se hicieran los primeros repartimientos de Michoacán en encomiendas, el Cazonci fue a México y "díjole el Marqués si tenía hijos, o don Pedro, y dijeron que no tenían hijos, que principales había que tenían hijos Y mandólos traer para que se enseñasen la doctrina cristiana de San Francisco (convento de México), y estuvieron allá un año quince muchachos, que fueron por la fiesta de mazcoto, a siete de junio. Y amonestólos el cazonci que aprendiesen, que no estarían allá más de un año". De esta forma, la evangelización dio inicio entre los michoacanos, aunque, por lo visto, los primeros catequizados no fueron de la realeza, sino de algunos que probablemente hayan sido de los indígenas del pueblo, ya que los nobles y principales debieron desconfiar de los españoles para enviarles a sus hijos, como lo hicieron el Cazonci y don Pedro. De acuerdo con la datación de los acontecimientos, esto se dio en el mes de junio de 1525, cuando el Cazonci visitó a Cortés, antes de que éste saliera hacia las Hibueras en seguimiento de Olid, por lo que con ello se dieron los primeros pasos a la evangelización de la gente de Michoacán. Sin embargo, luego que el Cazonci tuvo noticias del boato del recibimiento de los doce frailes, descalzos, flacos y amarillos, por Cortés y los suyos, y cómo se habían repartido por los lugares cercanos a México, pidió personalmente al padre Valencia le concediera uno de ellos para sus dominios. El elegido fue fray Martín de la Coruña. En cuanto a la construcción del convento original de Tzintzuntzan, viendo que no era el lugar adecuado y buscando un mejor sitio se cambiaron a otros lugares, por lo que para 1538, quince años después, A EVANGELIZACIÓN

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habían asentado su convento en el lugar que hoy se ve, "por ser tierra movediza se les ha abierto por mucha parte". Según los cronistas Espinoza y Beaumont, los métodos catequísticos utilizados por los franciscanos era juntar a los niños para recibir una instrucción cuidadosa, ya que ellos aprendían más rápido las oraciones y podían enseñarlas a los más viejos. Toda la gente se reunía por las mañanas y en las tardes para repetir las oraciones después del sacerdote, palabra por palabra. Los que presentaban alguna dificultad en el aprendizaje recibían instrucción especial durante el día. También echaron mano de la habilidad de los indios para pintar, por lo que tenían pinturas y símbolos para ilustrar sus explicaciones; éstas se colocaban cerca del púlpito y con una vara señalaban los varios elementos según iban explicando. Trataban de impresionar a sus oyentes con el horror de los sacrificios humanos y la falsedad de sus ídolos y dioses. A todo ello oponían la hermosura de la fe cristiana, explicándoles la existencia de un solo Dios de los cielos y de la tierra, creador de todas las naciones y señor de todos los reinos. Una práctica muy común era la de buscar los ídolos que tenían los indígenas a quienes se los pedían para destruirlos, por lo que, según Muñoz, "juntaron todos los ídolos de todos los lugares donde estaban trabajando, quemaron todos los que se podían destruir de esa manera y arrojaron todas las ofrendas de oro, plata y piedras preciosas a una laguna profunda, con el objeto de destruir lo más posible el recuerdo de la idolatría. Que la evangelización del Occidente de México inició a partir de Tzintzuntzan, lo podemos apreciar por el hecho de que incluso los primeros que llegaron a nuestra ciudad, a los pocos años estaban predicando en otras partes de la Nueva España, como fue el caso del lego Fr. Andrés de Córdoba, quien para 1531 estaba con Nuño de Guzmán en la fundación de Culiacán. Murió en 1541 en Etzatlán, siendo uno de los incansables predicadores de la Nueva Galicia. A partir de 1537 los franciscanos contaron con el apoyo decidido de los agustinos, que llegaron a petición de Vasco de Quiroga, quien como obispo electo se interesó por su venida y dedicaron mayor ahínco a la evangelización de la región de la Tierra Caliente de Michoacán y la costa, destacando entre ellos fray Juan Bautista Moya, fray Diego de Chávez y sobre todo fray Alonso de la Veracruz, quienes plantaron su 78


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base en Tiripetío, en donde iniciaron incluso una casa de estudios mayores, en la que estudió D. Antonio Huitziméngari y Mendoza, hijo del último cazonci. La fundación de la Provincia Franciscana Con la llegada de los primeros franciscanos a Tzintzuntzan se funda la iglesia en Michoacán, por lo que a fray Martín de la Coruña se le puede nominar como padre de ella, por haber sido él quien venía al mando del primer grupo de misioneros hacia estas tierras. Con la fundación del convento de Santa Ana en Tzintzuntzan, sobre las ruinas del templo de la diosa Xarátanga, se puede hablar del inicio de la evangelización del Occidente de México, así como del nacimiento de la Provincia de San Pedro y San Pablo de Michoacán. Entre quienes estuvieron en el nacimiento de la iglesia en Michoacán, con fray Martín de la Coruña, nos encontramos a fray Antonio Ortiz y fray Andrés de Córdoba. Pasado el período crítico de la evangelización en Michoacán (15271533), que coincide con el de toda la Nueva España, se multiplicaron los conventos en la región partiendo del de Tzintzuntzan y de los de Uruapan, Ucareo y Tzinapécuaro, de modo que existían también ya los de Zapotlán, Amacueca y algunos más, por lo que se pudo erigir la Custodia de Michoacán al celebrar su primer capítulo provincial en 1536 la Provincia del Santo Evangelio, en México. Rápidamente se desarrolló la nueva Custodia, en su doble región de Michoacán y Jalisco, a tal punto que en el capítulo general de Valladolid (1565) fue erigida en Provincia de San Pedro y San Pablo de Michoacán, que para 1583 tenía 47 conventos: 21 en Michoacán y 26 en Jalisco. Al llegar Vasco de Quiroga como obispo y tomar posesión de su sede en Tzintzuntzan y no habiéndole dejado el convento que los franciscanos tenían en la parte baja de la ciudad y dándole el pequeño de Santa Ana, se iniciaron las discordias, por lo que ésta fue una de las principales causas de que haya optado por trasladar su sede a Pátzcuaro e incluso tener enfrentamientos abiertamente con algunos de los destacados frailes de dicha orden. 79


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Los problemas de los franciscanos con Vasco de Quiroga llegaron hasta las ideas y las actividades promocionales de la evangelización en Michoacán, pues mientras que los frailes habían llegado con anticipación y habían dado inicio a la catequesis, a la llegada de Quiroga sus panegiristas quisieron ensalzarlo de tal manera que se pensara que todo lo había hecho él en estas partes de la Nueva España. Con todo, los mismos franciscanos reconocen el apoyo dado por Vasco de Quiroga a su labor, como lo demuestra Beaumont, quien nos dice que "por los años de la toma de posesión del obispado por Vasco de Quiroga, por ese mismo tiempo comentó a dilatarse la fe en todos los pueblos y rancherías de la provincia de Jalisco, por los rumbos del poniente y norte haciendo sus entradas en ellos algunos religiosos de la custodia de Michoacán; es, a saber: los padres fray Antonio de Cuéllar, fray Juan de la Cruz y fray Francisco Lorenzo". Lo que no impide que hubiera habido ya algunos conventos antes, por lo que se había formado la Custodia. Vasco de Quiroga y el Obispado de Michoacán Ante la situación creada por los desmanes de Nuño de Guzmán, los propios reyes españoles se preocuparon por enviar una nueva audiencia que fue integrada por Sebastián Ramírez de Fuenleal, como presidente, así como Juan Salmerón, Alonso de Maldonado, Francisco Ceynos y Vasco de Quiroga, quienes llegaron a Nueva España en los primeros días de enero de 1531, habiendo desembarcado en el Puerto de Veracruz. Ellos traían la consigna de visitar todas las provincias a fin de poner orden en el caos que habían provocado sus antecesores, iniciando con algunas obras en la ciudad de México y sus alrededores, por lo que, buscando que los jóvenes y niños que habían sido evangelizados y bautizados no volvieran a las poblaciones de sus ancestros, se pensó en la creación de ciudades especiales para ellos, actividad encomendada a Quiroga, quien pronto llevó a cabo la fundación del Hospital de Santa Fe de México, cuya población estaba formada por jóvenes matrimonios de quienes habían egresado de los colegios franciscanos, en el cual trató de aplicar su idea sobre la forma de integración social. 80


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Seguramente no le costó mucho trabajo lograrlo, dado que los habitantes de la Nueva España estaban acostumbrados a vivir e integrarse por grupos ocupacionales, tal como lo hemos visto anteriormente en el gobierno de los indígenas michoacanos. Por ello mismo, al tener la encomienda de visitar la provincia de Michoacán, llega a la Ciudad de Michoacán (Tzintzuntzan), "en donde se valió de don Pedro para llamar a todos los principales, señores y caciques de Michoacán, ponderándoles la importancia de los negocios que con ellos iba a tratar y de las grandes ventajas que a ellos y a todos los naturales del país resultaría de aquellas conferencias". Lo que no habían logrado los franciscanos en muchos años, lo vino a hacer Quiroga en unos pocos días, por lo que logró integrar su nuevo hospital de Santa Fe, en Michoacán, al que dio sus ordenanzas de trabajo para todos los que en él viviesen, cuyos resultados fueron conocidos en México y por medio de escritos en España. Esta fundación se llevó a cabo en el año de 1533, fecha que aún festejan los actuales habitantes de Santa Fe de la Laguna. Al año siguiente ya se encontraba nuevamente en México encargado de realizar sus actividades como oidor, en donde le fue tomada su residencia, de la que salió bien librado gracias a los buenos informes que dieron de su actuación numerosos testigos, que habían visto con buenos ojos lo realizado en Michoacán, en donde se le había tomado aprecio. Como se le había encomendado, Quiroga quiso fundar una ciudad para los españoles cerca de la capital michoacana, a la cual nominó Granada, pero pronto se demostró que era un fracaso, pues casi todos los vecinos la abandonaron, por lo que tuvo que desistir de tal fundación. Desde 1534, el emperador Carlos V, a través de una cédula fechada en Toledo, había expresado su intención de "proveer prelados en las provincias de Michoacán, Guajaca y Guazacualco" y, atendiendo a las informaciones y propuestas de la Segunda Audiencia, ordenaba allí que se señalase los mojones, límites y distritos de esos obispados, junto con los ya existentes de México y Tlaxcala. A cada uno se le darían 15 leguas alrededor de su sede y el territorio sobrante entre una y otra se repartiría por mitad entre ellas. 81


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Siguiendo las instrucciones del soberano español, la segunda Audiencia, con fecha de 30 de julio de 1535, señala para el Obispado de Michoacán los siguientes mojones: El punto de partida era la ciudad de Tzintzuntzan y de allí a Taximaroa a 15 leguas, Maravatío a 15, Uriria a 12, Puruándiro a 8, Azanzan a 8, Tlazacalca a 10, Jacona a 15, Peribán a 15, Tancítaro a 15, Huacana a 15, Tuzantla a 18. Para gobernar la Diócesis de Michoacán, inicialmente fue nombrado como primer obispo fray Luis de Fuensalida, uno de aquellos doce primeros franciscanos que desembarcaron en la Nueva España y por esos días guardián del convento de Texcoco. Fuensalida, por humildad, no aceptó tan alta dignidad, prefiriendo seguirse dedicando a la evangelización de los indígenas de este Nuevo Mundo. En su lugar fue presentado como obispo de Michoacán, el 13 de noviembre de 1535, el Lic. Vasco de Quiroga y confirmado por el Papa Paulo III el 18 de agosto de 1536, que aun era laico y se seguía desempeñando en su puesto de oidor. El obispado de Michoacán fue erigido canónicamente el 6 de agosto de 1536, por la Bula del Papa Paulo III "Illius Fulciti Praesidio", en que se disponía que se erigiera en la Ciudad de Michoacán (Tzintzuntzan), teniendo como sede la iglesia de San Francisco. Apenas don Vasco recibió sus bulas, tomó posesión de su obispado el 6 de agosto de 1538 en Tzintzuntzan y al día siguiente se trasladó a Pátzcuaro. Fue consagrado en diciembre por fray Juan de Zumárraga en México, quien le confirió todas las órdenes sagradas, desde la tonsura hasta el episcopado, pues el nuevo obispo seguía siendo seglar hasta esos momentos. Cambio de sede y decadencia de la ciudad Una de las razones que esgrime Vasco de Quiroga para pedir el cambio de sede, tanto episcopal como civil, era que Tzintzuntzan y la iglesia estaban construidas en "un valle hondo y lleno de barrancas que está entre dos cerros y cercado casi todo de una laguna de agua de mala conversación, donde corre y reina un aire destemplado, malo y enfermo que viene de sobre la laguna acanalado sobre dicho sitio y valle donde está la dicha iglesia, con que muchos se hallan enfermos de la cabeza". 82


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Algo que realmente caló profundo en el ánimo de Quiroga y que le hizo buscar el traslado de su sede, fue el que los franciscanos, que habían llegado más de diez años antes, no le dejaron su convento e iglesia que ya hacían en la parte baja de la población y lo mandaron a su primitiva ermita de Santa Ana, como reiterativamente menciona el prelado y por lo que llegan a enemistarse. "Logró don Vasco su propósito de trasladar su sede y al ir a España consiguió cédula y escudo para Pátzcuaro. Con esta traslación, la corte de Tzintzuntzan quedó despojada tanto de la silla, como de sus papeles y por consiguiente del título de Ciudad de Michoacán que se adjudicaba la ciudad de D. Vasco". De esta forma, lo que inició con la salida de numerosas familias de Tzintzuntzan para la integración del Hospital de Santa Fe, en 1533, se siguió con el traslado de un gran número de familias indígenas y españolas hacia la nueva ciudad, continuando con la fundación de Valladolid, como Nueva Ciudad de Michoacán, en donde para 1549 nos encontramos a Luis Dávila, Juan Borrallo, Alonso Rangel, Gonzalo Gómez, formando parte de los fundadores de la nueva ciudad, con lo que, a pesar de que para estas fechas se le nombraba todavía Ciudad de Michoacán, y a Pátzcuaro, pueblo, paulatinamente éste ganaba terreno y, en ocasiones, no sólo hacía gala de la denominación de Michoacán, sino hasta de la de Huitzitzila que , ciertamente, no le correspondía. Al poco tiempo, Tzintzuntzan, que se había significado por ser la capital del reino y Ciudad de Michoacán, quedó subyugada por su antiguo barrio, por lo que ahora se le denominaba "barrio de la laguna".

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CAPÍTULO NOVENO Época Colonial Tzintzuntzan lucha por sus fueros

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despoblada y empobrecida como lo vimos en el capítulo anterior, no cejó en su empeño de exigir el reconocimiento de sus tradiciones y privilegios, y los pleitos contra Pátzcuaro, comenzados en 1540 por la traslación de la sede episcopal, se continuaron por más de medio siglo. Lo que inicialmente Vasco de Quiroga mencionó como barrio de Pátzcuaro, poco a poco fue tomando para sí el nombre de Ciudad de Michoacán y a la antigua capital imperial se le fue asignando el de "barrio de la laguna", dado que hasta ese momento la laguna se mencionaba como de Tzintzuntzan, por lo que los papeles se fueron cambiando, sobre todo en base a las imposiciones legalistas del obispo, quien ahora se mostraba incluso déspota con los habitantes de la antigua metrópoli. Los enfrentamientos llegaron hasta la prisión de algunos tzintzuntzeños, que ya para 1549 habían sido absueltos, entre los que se encontraban don Francisco y don Bartolomé y los de Valladolid, que se habían alzado con su fundación exigiendo que pasara la sede episcopal a dicha población, en donde para la misma fecha anterior se estaba construyendo el acueducto, a base de canoas, a donde iba mucho número de indios, entre los que estaban asignados también los de Tzintzuntzan, quienes por no ir a hacer canoas habían pagado a los de Capula y Tiripitío y a otros, cuatrocientos pesos de tepusque. Con fecha del 15 de enero de 1567, los nobles y principales levantaron una información y probaron plenamente que antes de la venida de los españoles Tzintzuntzan era la corte, y después fue ciudad y cabecera de la provincia, donde se erigió la catedral y residió la real justicia, en tanto que Pátzcuaro sólo había sido su sujeto y lugar de recreo de los monarcas michoacanos. Se quejaron de que habiendo sido la verdadera capital de la provincia, de donde Vasco de Quiroga 84


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había llevado indios por la fuerza para su nueva ciudad, recibía muchas molestias pues estaba obligada a conducir bastimentos e indios de servicio a Pátzcuaro. Por ello, Tzintzuntzan concretó sus peticiones ante el virrey, Marqués de Falces, en su deseo de ser relevada de estos vejámenes y quedar en su antigua situación de cabeza de los pueblos que le estaban sujetos, con gobernador y justicia propios, e independientes de Pátzcuaro y Valladolid. Dicha información fue recibida por el juez Hernando Pantoja, quien la remitió a D. Gastón de Peralta, Marqués de Falces, con fecha del 28 de enero de 1567. Con ello, los de Tzintzuntzan logran incluso que Felipe II les renueve la cédula real de 1534, "la cual, por ser tan antigua, estaba maltratada, como de ella constaba de que se hizo presentación". Hay que tener presente que para estas fechas ya Vasco de Quiroga había muerto y Pátzcuaro ya no contaba con la casi omnipotencia del prelado, que mantuvo su férrea voluntad, contra viento y marea, de su ciudad ante Tzintzuntzan y Valladolid durante toda su vida episcopal. Sin embargo, los de la antigua capital no estuvieron conformes con la provisión real, por lo que siguieron insistiendo y hacia 1580, siendo gobernador de Tzintzuntzan don Constantino Huitziméngari, presentaron nuevamente dicha información, hasta conseguir la cédula real del 3 de noviembre de 1593, en que se hacía merced de título y honor de ciudad de Tzintzuntzan, cuya confirmación se la dieron los autos de posesión dados por el virrey D. Luis de Velasco II, en el año de 1595. A través de ellos, se ordenó que "por siempre jamás fuera y se intitulara ciudad de Tzintzuntzan de la provincia de Michoacán y quedara relevada perpetuamente de la servidumbre de Pátzcuaro y tuviera jurisdicción exenta por sí". Para mayor énfasis de lo anterior, el propio virrey Velasco II, con fecha del 5 de febrero de 1595 expide otro mandamiento por el que, al quedar separada la ciudad de Tzintzuntzan de la de Pátzcuaro, sus habitantes puedan dar el servicio personal a que están obligados, pero de por sí y sin orden de la dicha ciudad de Pátzcuaro.

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La ciudad colonial y su cambio de asentamiento Tzintzuntzan contaba con numerosos barrios que se ubicaban en las laderas de los cerros Tariaqueri y Yahuarato. Comenzando por el oriente, nos encontramos que al extremo se sigue contando con Patambicho, aunque un poco más al norte que su asentamiento original; le sigue Ocurio, cuyos habitantes siguieron el recorrido de las aguas del lago, por lo que dejaron su antiguo asentamiento y se trasladaron también un poco más al norte. Lo que fue el barrio de La Querenda, posteriormente formó la comunidad de Ojo de Agua, al norte de su asentamiento prehispánico. Sin embargo, lo que antiguamente se conoció como el Barrio de Yahuaro, se convirtió en San Bartolo, en donde se construyó la primera capilla cristiana y dio inicio la evangelización de la población indígena michoacana, así como fue el lugar en que Vasco de Quiroga tomó posesión de su obispado en el año de 1538. Seguían San Mateo, La Magdalena, San Miguel y al extremo noroeste San Pedro, junto al lago. Todavía a fines del siglo XVI se nos mencionan los barrios de La Trinidad, que no se ha podido ubicar adecuadamente. Para el año de 1595, en los mandamientos del virrey para nombrar autoridades en la Ciudad de Tzintzuntzan, se hace mención de los barrios de la ciudad como San Bartolomé, La Trinidad, San Pablo, San Juan y La Magdalena, que existían y se conocían por sus nombres, junto a sus doctrinas y pueblos sujetos. La Ciudad durante la Colonia En el año de 1539, el primer virrey, D. Antonio de Mendoza, expide un mandamiento para que el corregidor de Malinalco tome a su cargo el hacer camino que va de Zinapécuaro a Tzintzuntzan, para lo cual se hace necesario que todos los indios de once pueblos, tanto de corregimientos como encomendados contribuyan a las obras. Para 1562, con fecha 13 de octubre, se tasa el tributo de la Ciudad de Michoacán en 13,839 hanegas y 9 almudes de maíz al tiempo de la cosecha, según lo manifiesta Silvio Zavala en su Encomienda Indiana. Muerto Quiroga y presentada la información sobre la preeminencia antigua de la ciudad sobre la provincia y sobre todo de 86


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las demás poblaciones, con fecha del 23 de junio de 1590, los naturales de Tzintzuntzan piden al virrey D. Luis de Velasco II, "para que la Justicia de Pátzcuaro no pida indios de servicio para sus casas, pues les pide semanalmente seis o siete indios para su servicio, así como mucha cantidad da gallinas y hierba para sus caballos". De la misma forma, con fecha del 19 de septiembre de 1591, piden que el alcalde mayor de Michoacán tome posesión del hospital de Nuestra Señora de la Concepción a nombre de su majestad, tratando de obtener algunos beneficios para la propia dependencia. Oída y protegida por las autoridades la ciudad, que ha sido separada de Pátzcuaro con fecha del 16 de marzo de 1595, para el día 31 del mismo mes, por una parte se aprueba que en Tzintzuntzan haya carnicerías y que cada año se rematen por pregón al mejor postor. De la misma forma, se proveyó en esta fecha, que "no se administre justicia en Pátzcuaro ni en Valladolid, sino en la propia ciudad", así como que en la "propia ciudad se recauden los tributos para su majestad, sin tener que presentarlos en Pátzcuaro ni en Valladolid, sino que se haga una cuenta aparte". Tzintzuntzan logra su independencia de las ciudades cercanas, como Pátzcuaro y Valladolid, por lo que a partir del siglo XVII, ya se le menciona por separado y por lo que nos habla un informe de 1619 que se hace del obispado, diciendo que "es la ciudad de Tzintzuntzan toda de indios, con un suntuosísimo y grandioso convento de muy rico edificio de San Francisco, donde hay guardián, y suele ser sede de comunidad, y haber en él estudio y noviciado, y cuando le hay, asisten 30 religiosos poco más o menos y al presente le habitan seis o siete con el guardián". Alrededor de dos décadas después, un nuevo informe nos presenta a Tzintzuntzan como una "ciudad de indios y en ella estuvo la primera catedral de este obispado; adminístranle religiosos de San Francisco y el cura que los administra tiene salario de doscientos pesos y cien fanegas de maíz, seis arrobas de vino y tres de aceite que paga su magestad de su real caja. "Tiene como pueblos la ciudad de Tzintzuntzan, con dos pueblos que tiene por sujetos, uno que llaman Higuatzeo, que tiene veinte indios, y otro que llaman Cucuchucho, que tiene otros veinte indios, 87


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que con éstos y los que hay en la dicha ciudad tiene de administración trescientos indios (bien serán en todos cuatrocientos indios). "Hospitales: en la ciudad de Tzintzuntzan hay hospital y tiene sesenta y ocho reses, vacas y bueyes. Y siembran sementeras de maíz para el gasto del hospital". Una última e interesante descripción de Tzintzuntzan y sus sujetos, nos la da la Inspección Ocular de Michoacán, escrita hacia 1790, en que se nos dice que "su población fue muy numerosa antes y hoy apenas es figura de su primitiva opulencia e importancia, pues en tiempos de la gentilidad residía aquí o en sus inmediaciones, el monarca de Michoacán, y aun en épocas posteriores indican las ruinas subsistentes y solares recién abandonados, la palpable y moderna disminución de los vecinos. Consiste su caserío en edificios bajos de paredes de adobe, con techos de tejamanil, dispuestos en forma de calles y en huertas con algunos duraznos, perales, membrillos, chirimoyos, zapotes blancos, nogales y tal cual aguacate. "Contiene cien familias de españoles y dieciséis de castas, que principalmente se emplean en la arriería y labranza de maíz de temporal, y algunas cortas porciones de trigo y frijol; y en trescientos setenta y cuatro tributarios indios, sujetos a república, que nombran para su gobierno económico, gobernador, dos alcaldes, regidor mayor, dos menores, alguacil mayor, seis mandones, cuatro topiles y un escribano. Tiene tales mazas, conservan la sangre más pura y se ocupan en fabricar loza ordinaria y las vasijas usuales domésticas que se consumen en toda la provincia y circunvecinas. "Es cabecera de curato, que comprende además de los pueblos de San Diego Cocupao, San Francisco Ihuatzio y San Pablo Cucuchucho, y las cortas haciendas de maíz y trigo nombradas de Azimbo, Cuerembo, Lomas del Metate, Tziparamuco, Tziranga, y ranchos de la Tenería y San Lorenzo. "Hay escuela sin asistencia a ella de los niños, y los salarios del maestro se satisfacen de las rentas comunes, que consisten en el anual de setenta pesos y en la milpa de comunidad que beneficia a todo el común. "La iglesia consta de una nave, torre adjunta, piezas separadas de sacristía y bautisterio, coro alto, órgano sin uso, entablados superior e inferior, techo de teja, nueve altares formales y otros tantos retablos 88


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todo en buen estado y decente aspecto, con casas curales anexas, descuidadas, pero habitables, distinguiéndose entre todo un gran lienzo colocado al frente principal de la sacristía, que representa a Jesucristo, descendiendo de la Cruz, y que manifiesta en el colorido, encarnación, dibujo y disposición de las figuras, ser de diestra mano. "Hay también una capilla de la Soledad de excesiva longitud, con un solo retablo dorado, cielo superior de tablas, mal pintado y paredes de adobe, distinguiéndose entre sus efigies la de Jesucristo acostado en un decente urna. "La capilla del hospital es la menos aseada y capaz, y las ruinas a ella vecinas, manifiestan hubo en otro tiempo formales enfermerías, y demás piezas conducentes a la curación de los enfermos, de las que hoy sólo queda una ruin casa con nombre de semanería". Los tumultos y la milicia Durante la Colonia y probablemente como resultado de la antigua grandeza que había adquirido gracias a la belicosidad de su gente, Tzintzuntzan se mantiene en continuo estado de alerta, habiendo tenido que enfrentar, desde los inicios de la Colonia, los embates de los conquistadores entre los que estuvo Vasco de Quiroga con quien tuvo un largo pleito por el reconocimiento de sus fueros y por lo que algunos de sus vecinos sufrieron cárceles. Esto nos habla del por qué los dos siglos de historia legal de Tzintzuntzan pueden resumirse en sucesivas presentaciones de sus títulos obtenidos a partir de 1534 y posteriormente en 1595, ante tenientes, alcaldes mayores frente a otros tantos intentos de imponerle magistrados foráneos y servicios personales de diversos tipos. Las autoridades españolas, en general, se quejaban uniformemente de que los indígenas de Tzintzuntzan vivían como si fuesen independientes y resistían continuamente toda intervención externa en sus asuntos, por lo que eran fáciles a cualquier sublevación y los alcaldes ordinarios de Pátzcuaro no se atrevían a entrar allí por temor a un tumulto. Tzintzuntzan, más que ninguna otra comunidad michoacana, tuvo lo que puede describirse como una fuerte tradición de defensa violenta y tumultuaria de sus derechos en contra de la intrusión de poderes externos. 89


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Cuando se trató de integrar las milicias de la Nueva España, sobre todo a partir de la toma de La Habana por los ingleses, en 1762, el virrey marqués de Cruillas quiso hacer una leva en todo el territorio. En esta ocasión Tzintzuntzan se unió a otros pueblos, como fueron los casos de Pátzcuaro, en que de los 24 convocados sólo se presentaron 13; en Santa Clara, los 17 enlistados desaparecieron; el igual que 30 de los 38 españoles y 9 de los 12 mulatos de Uruapan, y en Tzintzuntzan se presentaron únicamente 7 de 21 enlistados. En esta ocasión entre Tzintzuntzan y Cocupao formaron una compañía de caballería española, que salió rumbo a Veracruz. En septiembre, en 1766, llegaron a Michoacán para hacer la leva, pero bajo la amarga experiencia del año de 1762, cuando los enlistados fueron llevados a Veracruz y no bien tratados, hicieron que se levantaran tumultos en Morelia, Tarímbaro, Chucándiro, Indaparapeo, Tiripetío, y en Pátzcuaro tuvieron que salir huyendo los integrantes de la comisión para estas actividades y estuvieron a punto de provocar el alzamiento general, sino se ha contado con la intervención del obispo, que impidió a las fuerzas militares buscaran dar escarmiento a los amotinados. En 1767, en Pátzcuaro fue electo Gobernador de la república de indios Pedro Soria de Villarroel "Armola", que al llegar al poder mandó circulares para que ayudaran a la reconstrucción de la capilla de San Pedro, que se tenía como símbolo del poder que mantenía la nobleza indígena. La mayoría de las comunidades acudieron, buscando lograr el liderazgo que necesitaban para levantarse en armas en contra de los peninsulares, cuya orden debía ser obedecida bajo pena de tres meses de cárcel y 50 azotes, a los alcaldes y regidores de los pueblos remisos. Ante tal situación, algunos pueblos se resistieron e incluso apelaron a las autoridades españolas, como fue el caso de Tzintzuntzan y sus sujetos, así como Purenchécuaro, Ziróndaro y Santa Clara, que siguieron su ejemplo, aunque al parecer poco convencidos pues después se sumaron a los que apoyaban al gobernador.

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Fondo legal, haciendas y estancias Las propiedades particulares hicieron su aparición desde los primeros años de la Colonia, por lo que ya para mediados del siglo XVI, aparecen Juan Puruata, casado con Juana Abrego y Castilleja, como propietarios de las haciendas de Chapultepec y Los Corrales. Ya para la tercera década del siglo XVII, las haciendas se han multiplicado, de tal forma que un informe nos habla de la existencia de Sanabria, que es de los religiosos de San Agustín, del convento de Pátzcuaro, en donde tienen algunas vacas y siembran maíz y está a cargo de un fraile. La hacienda de Juan de Luévana, vecino de Pátzcuaro, que es la de Chapultepec, en la que tiene doscientas reses, algunas yeguas y ganado de cerda. Poco después aparece como dueño de ella Hernando Altamirano, en donde siguen las reses y siembran trigo de riego. La hacienda del Molino, para ese tiempo es de Los Rueda, vecinos de Pátzcuaro, que tienen algún ganado y poco después pasa a manos de Álvaro Díaz Barriga. Amaro Martínez, al parecer ya tenía la propiedad de Tziranga, aunque de ella dicen que "más es una casa para pescadores que labor, aunque siembra algo". También mencionan, aunque no la definen, una hacienda de Nicolás de Rueda. Hacia 1765, los informes son de que existen las haciendas de Tziranga, como lo mencionábamos anteriormente, así como Sanabria, Itziparámu, sin dar mayores datos sobre sus propietarios y sus actividades, por lo que, si en el siglo anterior se habían formado las haciendas del lado sur, ahora también estaban hacia el oriente, reduciendo las propiedades que habían tenido inicialmente los habitantes de Tzintzuntzan, mientras se iba fraccionando la tierra entre nuevos colonos. En esta forma y desligadas de ella varias comunidades, por la formación de nuevos partidos, como el de Cocupao, Tzintzuntzan ve llegar el nuevo siglo y por supuesto se enfrentará a la fase independiente de México y Michoacán.

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CAPÍTULO DÉCIMO Tzintzuntzan en el Siglo Décimo Nono Tzintzuntzan en el siglo pasado

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que más se distinguió en las luchas por la Independencia de México fue Michoacán, por lo que en ella se dieron la mayoría de las actividades de los insurgentes que tuvieron algunos de los lugares de la entidad su refugio preferido, como fue la región de Tierra Caliente, pero también en el centro de la entidad se dieron muchos de los hechos sobresalientes; de tal forma que se integraron algunos fuertes como el de Janitzio, Jaujilla, Cóporo, El Gallo, etc. De la misma forma, en la isla de Pacanda se integró un presidio, que funcionó durante los primeros años de las luchas independentistas y que se mantuvo vigente por algún tiempo. En cuanto al Fuerte de Janitzio, se nos dice que "durante la independencia se fortificó la isla de Janitzio por parte de los insurgentes. Hacia fines de 1816, por órdenes de Calleja llegó Castañón a Pátzcuaro y a mediados de septiembre estaba en la región. De acuerdo con un historiador, los principales sucesos que ocurrieron en Michoacán, durante la primera República Federal, fueron: la expulsión de los españoles (1827 y 1829), la grave agitación provocada por Salgado en sus dos administraciones, de carácter yorquino la primera (1827-1830) y liberal progresista la segunda (1833). Posteriormente fueron los yorquinos adictos a Guerrero los que se pronunciaron (enero 1830), entre quienes estaban Salgado y Juan José Codallos. Tzintzuntzan había venido decayendo poco a poco, a tal grado que la visita de Madame Calderón de la Barca, realizada a Michoacán hacia 1840, la población no le atrajo para visitarla y se conformó con hacer mención de que se "ve a lo lejos desde Chapultepec", aunque hace mención de su pasado glorioso y del papel que desempeñó en la antigüedad, así como las ruinas que en ella existen. NA DE LAS REGIONES

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Hacia 1860, hay una descripción que se nos da de la parroquia de Tzintzuntzan y de su población, de la que se dice que antaño fue la sede de los reyes michoacanos y antes de la conquista llegó a tener hasta 40,000 habitantes; hoy apenas llega a 2,600, y a 4,000 los del territorio del curato. Con los acontecimientos de revueltas y asonadas del siglo pasado, todo el Estado se mantuvo en continuos enfrentamientos de unos bandos contra otros, lo que llevó a las poblaciones a adherirse a unos u otros, de acuerdo a sus preferencias, por lo que tuvieron diversas suertes pero siempre atenidos a quienes estaban en la cúspide del poder. Por ello, en la división territorial del 1 de mayo de 1874, se dio de baja al municipio de Tzintzuntzan debido sobre todo a que el año anterior, a partir de septiembre, se habían puesto en vigor las Leyes de Reforma, por las cuales se debía hacer el juramento de todos los funcionarios municipales a la nueva Constitución y nuestras autoridades fueron de las que no lo hicieron, como sucedió en varios lugares, por lo que se decretó su desaparición asignándola como tenencia del municipio de Quiroga. Aunque sus habitantes protestaron y buscaron que se les restituyera o se le vinculara con los municipios de Pátzcuaro o Morelia, no lo lograron, por lo que a lo largo del resto del siglo así permanece. Ahora menudean los problemas con las autoridades de Quiroga, por lo que el 9 de junio de 1894 los de la tenencia se quejan ante las autoridades estatales de que el Presidente Municipal ha ido segregando algunos ranchos de la tenencia, entre los que se encuentran: El Tigre, Atzimbo, Coenembo, Puerta de Coenembo y Zirandangacho. A la vez dicen que no apoya en nada a la tenencia para sus obras comunitarias. Requerida la autoridad al respecto, el presidente contesta, en el mes de agosto, diciendo que los ranchos acuden a la cabecera municipal por comodidad y no porque los haya sustraído, mientras que sobre los apoyos aduce, como toda buena autoridad, que los dineros que ingresan a la tesorería son insuficientes para las necesidades de la cabecera y por lo tanto para las demás comunidades no hay nada. Con esta panorámica, la tenencia de la ciudad de Tzintzuntzan está a punto de traspasar los umbrales del nuevo siglo, casi en la exanimidad y bajo un yugo muy pesado que le imponen las autoridades 93


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municipales, que ahora se aprovechan de la situación para dominar a quienes por siglos fueron los moradores de la cabecera en la región. Tzintzuntzan y las divisiones territoriales En el campo de las divisiones territoriales, a partir de la formación del Estado federado de la República y de acuerdo a la ley número 17 de diciembre de 1831, queda como uno de los municipios de Michoacán, con la tenencia de Ihuatzio en su demarcación. Al cambiar el régimen, con la implantación del centralismo en 1835, se volvió a legislar sobre la división territorial de Michoacán, ahora convertido en Departamento y por ley del 30 de diciembre de 1836, queda convertido en Departamento y por ley del 30 de diciembre de 1836, queda dentro del Distrito del Sur y como parte del Partido de Pátzcuaro, como cabecera municipal y con la tenencia de Ihuatzio, en su comprensión. Lo mismo sucede con la división del 25 de marzo de 1837. Nuevamente triunfantes los federalistas, siendo Gobernador de Michoacán Gregorio Ceballos, entre sus disposiciones estuvo una nueva división territorial, con fecha del 26 de abril de 1856, quedando Tzintzuntzan dentro del Partido de Morelia, como cabecera municipal y las tenencias de Ihuatzio y Cucuchucho. Por decreto Núm. 170, del 27 de abril de 1861, el general Epitacio Huerta, como homenaje a la capital del imperio michoacano, designó a Tzintzuntzan como "Ciudad Primitiva", por haber sido la primera ciudad en la época prehispánica. Este título se ratifica por la Ley sobre Gobierno económico-político del Estado Núm. 29, del 20 de noviembre de 1861, que también hace una nueva división territorial, quedando la municipalidad de la Ciudad Primitiva de Tzintzuntzan ahora dentro del Distrito de Cocupao de Quiroga, con las tenencias de Ihuatzio y Cucuchucho. Se mantiene en la división hecha el 28 de septiembre de 1863, que hace el general José López Uraga, quedando dentro del Departamento de Morelia y el partido de Cocupao. Una nueva división territorial se da a partir del 10 de abril de 1868, publicada en el Periódico Oficial del 24 de abril siguiente, cuando nuevamente Tzintzuntzan, con sus tenencias de Ihuatzio y 94


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Cucuchucho, pertenece al Distrito de Pátzcuaro, con los municipios de Santa Clara, Pátzcuaro y Erongarícuaro. Finalmente, por los disturbios que ha causado la puesta en vigor la ley del 27 de septiembre de 1873, por la que se obliga a todos los funcionarios y empleados, cualesquiera que sea su clase y categoría, hagan la protesta de obediencia a las adiciones constitucionales y como de esto se han aprovechado algunos para realizar movimientos en contra del gobierno y en algunos lugares no se ha logrado hacer que se obedezcan dichas leyes, "se faculta al Ejecutivo del Estado para que nombre a una o más personas que desempeñen las funciones municipales, o en su caso a desaparecerlas".

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CAPÍTULO DÉCIMO PRIMERO Los inicios del presente siglo La Tenencia de la Ciudad de Tzintzuntzan

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N CASO INTERESANTE,

para la historia de nuestra cabecera municipal, es el hecho de que Tzintzuntzan recibió el siglo actual con todo su título de Ciudad Primitiva, pero con categoría de tenencia de la municipalidad de Quiroga, mientras que sus antiguas tenencias, Ihuatzio y Cucuchucho, estaban sujetas al municipio de Pátzcuaro y en la Isla de la Pacanda apenas si se iniciaba la integración de una nueva población, después de haber estado deshabitada la mayor parte de la época colonial. Ya en los finales del siglo pasado, la jefatura de Tenencia se queja de que la Presidencia de Quiroga ha ido segregando algunos de sus ranchos para aprovecharlos su cabecera, a la vez que la tesorería de la misma municipalidad nunca tiene fondos para apoyar obras en dicha Tenencia, a lo que responde el Presidente Municipal que los fondos apenas si alcanzan para las necesidades de la administración pública, por lo que no da apoyos a las comunidades, como Tzintzuntzan que pide para mejoras materiales. Para el año de 1907, la Tenencia de la Ciudad de Tzintzuntzan estaba integrada por las comunidades de Coenembo, Las Cuevas, Patambicho, Puerta de Coenembo, Santa Cruz, Tarerio y Ucazanástacua, en donde podemos ver la desaparición de Chapultepec y El Molino de San Rafael, así como Atzimbo, que habían pasado a formar parte los dos primeros del municipio de Pátzcuaro y el último del de Quiroga. Mientras la isla de la Pacanda, que el siglo anterior fuera de Tzintzuntzan, ahora pertenecía a Pátzcuaro. Para la década de los veintes, de acuerdo a informaciones emitidas por las autoridades agrarias, la mayoría de los de Tzintzuntzan se dedicaban a la alfarería, con ingresos hasta de $300.00 anuales; mientras que había otros que se dedicaban a la pesca con ingresos hasta de $1,000.00 anuales, y no había quienes se dedicaran a las 96


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tareas del campo. Esto se debía probablemente a que no se contaba con los terrenos adecuados y suficientes, como lo hemos manifestado anteriormente, por haberse quedado sin sus tierras comunales desde 1875 en que fueron repartidas. En lo religioso, el cura que estuvo al frente de la parroquia durante la cristiada fue Esteban Avilés, quien tuvo que andar huyendo y escondiéndose de los agraristas, por lo que incluso se habla de que fue el tiempo en que se construyó la capilla de Ucazanástacua, en la que aún existe un compartimiento secreto en donde se ocultaba. También en esos años y a partir de la constitución de la Unión Nacional Sinarquista, en Tzintzuntzan se integró un gran grupo, entre los que se destacaron los habitantes de El Ojo de Agua, en donde hasta los años cincuentas se realizaban enormes concentraciones con contingentes provenientes de diversos lugares de la región, que mantuvieron su apoyo a las autoridades eclesiásticas en sus discrepancias con las autoridades civiles, de lo que aún existen testimonios entre los habitantes de nuestra ciudad. Los tzintzuntzeños y la Revolución Mexicana Como todos los mexicanos, los tzintzuntzeños viven los momentos de la historia patria con el entusiasmo del momento, a la vez que con las tribulaciones que les marcan los diferentes acontecimientos que se producen en la sociedad. Por ello, cuando se comienza a sentir el ambiente de la revuelta, por los desmanes que han cometido terratenientes y adinerados en contra de la generalidad de la ciudadanía, casi nadie queda al margen y hace lo que puede por intervenir en los movimientos sociales que se avecinan. En Tzintzuntzan, en los primeros momentos de la lucha armada todo quedó tranquilo, como la mayor parte de la entidad, aunque para finales de mayo de 1911, Salvador Escalante estaba en Pátzcuaro, a donde mandó el Dr. Silva una comisión para tratar la entrada de sus fuerzas a Morelia. Sin embargo, a la muerte de Madero, un grupo de tzintzuntzeños se adhirió a las ideas revolucionarias y en la población, al grito de ¡Viva Madero! Se lanzaron a la calle, tomaron la jefatura de tenencia, y saquearon y quemaron el archivo en el año de 1913, cuando 97


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los generales Joaquín Amaro y Gertrudis G. Sánchez, habían tomado el mando del estado, al haber llegado a la capital de la entidad. Una vez terminada la lucha entre las grandes facciones, siguieron las pequeñas partidas de facinerosos, que al amparo de las armas que les habían quedado de la revuelta y con la costumbre de vivir de forma fácil y por la fuerza de los grupos, siguieron merodeando por la región diversos individuos, que entraban y salían de las poblaciones cometiendo infinidad de desmanes. Entre los facinerosos que mantuvieron sus dominios en el contorno se encuentran: José Inés Chávez, Jesús Zepeda "El Tejón", Luis V. Gutiérrez "El Chivo Encantado", José Cíntora, entre otros. La lucha por la tierra En cuanto a la situación económica y social, la llamada paz porfiriana y el engrandecimiento de los latifundios deja a la población sin tierras para sus cultivos; más aún, los poblados vecinos le disputan la propiedad de los montes que sirven de astillero para la leña de uso doméstico. Con este motivo, se suscitan problemas que ponen en peligro la paz del lugar, pues entre los comuneros de Tzintzuntzan e Ihuatzio se escenifican enfrentamientos por los terrenos que hasta esta fecha se encuentran en litigio, mientras grupos de ambas comunidades quieren hacer uso de dichos predios. Para el año de 1900, con fecha del 18 de abril, el apoderado de los de Tzintzuntzan expone que el reparto de los bienes comunales se llevó a cabo desde hace mucho tiempo, por lo cual sólo ha quedado en común un astillero para las necesidades de la sociedad, por lo que no tienen que pagar los impuestos prediales que les cobra el encargado de rentas de Pátzcuaro, que quiere seguir cobrando sobre los 13,400 pesos en que estaban valuados los terrenos comunales y deben cobrarles sólo por 4,125 pesos en que se valúan los bienes que ahora poseen proindiviso. Los ejidos En los principios del siglo, entre las más grandes haciendas del contorno se contaban las de El Tigre y Lomas del Metate, propiedad de 98


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D. José María Torres Ortiz. Asimismo estaban las de Sanabria, aumentada con grandes porciones del cerro Tariaqueri; la de la Tenería, por el lado de Patambicho, incrementada con casi todo el cerro Yahuarato; ambas en manos de Jesús Villanueva; la de Las Cuevas, con Carichuato, de Juan Fuentes, así como las de Chapultepec y Los Corrales, de la familia Arriaga. Todas ellas estrangulaban a la comunidad de Tzintzuntzan, cuyos terrenos se integraban prácticamente con los solares y la extensión de la ciudad prehispánica y aun reducidos, teniendo en cuenta que la familia Villanueva había llegado a hacerse incluso del Cerrito Colorado y San Lorenzo, mientras Juan Fuentes era dueño de Carichuato. Esta era la situación que presentaban las comunidades mexicanas y michoacanas en general en los inicios del siglo y fue la causa principal de que se levantara en armas el pueblo mexicano en 1910. El triunfo del general Francisco J. Mújica, para Gobernador del Estado, provocó la inquietud entre los terratenientes, sobre todo por el amplio programa de reparto agrario que consideraba en su plan de trabajo, y logró diversas reacciones entre los hacendados y latifundistas, quienes hicieron lo necesario para quedar exentos de los posibles repartos y afectaciones de sus propiedades. En esta forma, la señora Soledad Tovar, viuda de Villanueva, propietaria de gran parte de los terrenos de Tzintzuntzan, decidió vender a la comunidad el predio denominado Cerro Colorado, en 1923, expresando que la única finalidad era beneficiar a los compradores cuya ocupación habitual era la de la alfarería, dado que en dichos terrenos se encontraban las minas de barro necesario para dicha labor. En abril de 1925 se levantó el padrón para la correspondiente dotación, cuyos resultados fueron que había una población de 1,180 personas, con 320 jefes de familia, en su mayoría se dedicaban a la alfarería y a la pesca, con buenos resultados, por lo que no se requerían tierras para reparto agrario, dado que casi nadie se dedicaba a la agricultura, según el informe del ingeniero responsable del estudio; aunque sí eran necesarios los montes para la leña que ocupaban para el cocimiento de las piezas de alfarería trabajada por ellos. Con todo, señaló como afectable la hacienda de Los Corrales, entonces en manos de la señora Dolores Díaz Barriga viuda de Arriaga. 99


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Finalmente, la resolución presidencial se dio con fecha 2 de febrero de 1928, por medio de la cual se favoreció al núcleo ejidal con 518 hectáreas 40 áreas, de las cuales 336 eran de la hacienda de Sanabria y 181 de Los Corrales, que aún tuvieron que llevarse algún tiempo para poder disfrutar de sus terrenos, debido a diferentes causas, entre las que se encontraban incluso los enfrentamientos con los demás habitantes de Tzintzuntzan, que consideraban una arbitrariedad de las autoridades cuando estaban acostumbrados a que todos los bienes se manejaran en común u ahora sólo había algunos beneficiados. Fue hasta el año de 1940 cuando el ejido se consolidó, aunque aún siguieron las fricciones, tanto con los propietarios aledaños como de los ejidos colindantes, que continuaron interfiriendo en las tierras proporcionadas a los ejidatarios de Tzintzuntzan.

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CAPÍTULO DÉCIMO SEGUNDO El resurgimiento del Municipio de Tzintzuntzan

V

las demandas que hicieron los tzintzuntzeños para que se le devolviera la categoría municipal a su tenencia, que a lo largo de 60 años no fueron escuchadas por diversos motivos. Sin embargo, ellos no cejaron en su intento y siguieron insistiendo. Se hacen las peticiones en varias ocasiones, como aparecen en el año de 1922, cuya solicitud se lleva a la sesión del Congreso del 15 de mayo y salió publicada el 19 de octubre, por la que los vecinos de Tzintzuntzan piden se eleve aquella tenencia a municipio, a la que se les contesta que por falta de presupuesto no se puede llevar a cabo tal erección. El 12 de febrero de 1926 se vuelve a enviar solicitud, haciendo referencia a su escrito anterior, por lo que se aceleran los trámites y el 24 de febrero se les contesta que se ha recibido en Gobernación, mientras que el Congreso contesta haberlo recibido con fecha 19 de abril; además, se dice que se recaban los datos correspondientes. Finalmente, después de tanto luchar, se publica el decreto que el Ejecutivo hace que circule y observe, por lo que aparece en el Periódico Oficial el jueves 2 de octubre de 1930. De esta forma el nuevo municipio se integra con las tenencias de Cucuchucho, Ihuatzio e Isla de La Pacanda, hacienda Los Corrales y ranchos Molino de San Rafael, La Verdolaga, El Tigre, Las Pilas, La Noria, Ucazanástacua, Tarerio, Ichupio, Patambicho, Cuenembo, Puerta de Cuenembo, Santa Cruz y Las Cuevas. Se desliga de la jurisdicción de Quiroga, municipalidad a la que pertenecía desde 1874. Para ello, se segregan del Municipio de Quiroga, la tenencia de la Ciudad de Tzintzuntzan y los ranchos de El Tigre, Las Pilas, La Noria, Ucazanástacua, Tarerio, Ichupio, Patambicho, Cuenembo, Puerta de Cuenembo, Santa Cruz y Las Cuevas. De Pátzcuaro las tenencias de Cucuchucho e Ihuatzio; Isla de ARIAS FUERON

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La Pacanda y ranchos La Verdolaga y Molino de San Rafael y la hacienda de Los Corrales. Judicialmente, la nueva municipalidad pertenece al Distrito de Pátzcuaro, lo mismo que electoralmente. En los inicios del nuevo municipio, se encuentra al frente del mismo Néstor Calvo, quien venía fungiendo como Jefe de Tenencia, hasta que con fecha del 6 de octubre de 1930, Lázaro Cárdenas, Gobernador Constitucional y por las facultades que se le habían concedido desde el año de 1925, hace los nombramientos correspondientes. Así, a Adalberto Estrada se le extiende nombramiento como Primer Regidor Propietario Provisional; a Néstor Calvo, como Segundo Regidor Propietario Provisional; Patricio Estrada, Tercer Regidor Propietario Provisional; Abraham Ramos, Cuarto Regidor Propietario Provisional, del nuevo cabildo, que les son enviados a Tzintzuntzan en la mencionada fecha y cuyas copias se encuentran en el archivo municipal. En este cabildo, los tres primeros son personas de Tzintzuntzan, cabecera municipal, mientras que el cuarto es de la tenencia de Cucuchucho y el quinto es de la tenencia de Ihuatzio. Automáticamente, según la ley, el primer regidor propietario se convierte en Presidente Municipal, quien comienza a despachar en su nuevo puesto a partir del día 13 de octubre siguiente.

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CAPÍTULO DÉCIMO TERCERO Actualidades Municipales

H

ASTA LOS AÑOS SESENTAS,

las principales actividades económicas de los habitantes de Tzintzuntzan eran las artesanías, en comunidades como Tzintzuntzan, Ihuatzio, Cucuchucho, Ichupio, Tarerio, Ucazanástacua y Ojo de Agua, a través de la alfarería y la elaboración de petates y cestos con tule y carrizo. La pesca se realizaba en Tzintzuntzan, Ichupio, Ojo de Agua, Tarerio, Ucazanástacua, Cucuchucho e Ihuatzio, tanto con chinchorros como son cherémecua. Desgraciadamente, la pesca sufrió un descalabro duro a partir de los últimos años de los cincuentas, por lo que decreció grandemente de tal forma que para 1974 en Tzintzuntzan sólo una persona obtenía ingresos totales a través de ella. Al decaer la pesca y con la aparición de nuevas manufacturas, algunas de las comunidades cambiaron de actividad, como fueron Ichupio, Tarerio y Ucazanástacua, que compitieron con la cabecera municipal en las artesanías de panicua, lo mismo que Ihuatzio. Sin embargo, poco a poco han ido dejando de hacerse nuestras artesanías, sobre todo la alfarería, que en la cabecera municipal mantuvo su hegemonía durante siglos, pues tiene sus orígenes en la época prehispánica. Un impulso importante para las comunidades fue la década de los sesentas, cuando hubo algunos programas gubernamentales que incentivaron la producción artesanal, promovida su mejoría a través de las enseñanzas de los becarios del CREFAL a partir de 1953, y aunque apreciablemente no tuvo efectos inmediatos, finalmente se retomaron, ante la diversificación de los pigmentos y la proliferación de los mercados. En estos momentos es cuando aparecen los primeros locales comerciales en el bordo de la carretera, a partir de 1955, que llegaron a contar varias decenas y que fueron origen a la construcción e los dos mercados que ahora existen, el primero de los cuales fue inaugurado en 103


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septiembre de 1974 y el segundo en el año de 1977, con los integrantes de uniones de artesanos. En la década de los sesentas, también se integraron varias uniones de artesanos, que desgraciadamente no dieron los resultados apetecidos y la mayoría de ellas fracasaron por la falta de costumbre en la organización de este tipo y la poca asesoría con que contaron. Durante este tiempo fueron numerosos los intermediarios y productores que se hicieron de clientela, tanto a nivel nacional como internacional, con un gran auge entre las artesanías, entre quienes destacaron el Fondo Nacional de las Artesanías y la Casa de las Artesanías de Michoacán, que mantuvieron sus índices de adquisiciones entre los productores locales, pero que han ido decreciendo al paso de los años hasta llegar a un límite mínimo en los últimos tiempos. En los años recientes se han visto decrecer los mercados de las artesanías, por lo que éstas se mantienen en el límite de la sobrevivencia para los productores, por lo que cada vez son más las familias que la han dejado de elaborar, mientras que las nuevas generaciones muy poco se quieren dedicar a ellas. También en esa década de los sesentas, fue cuando la porcicultura tuvo un importante incremento en Michoacán, por lo que fue aprovechado por varias familias de Tzintzuntzan y se mantuvieron por algunos años con buenos resultados, hasta que se hizo inoperante y dejaron de producir lechones y cerdo de engorda. También la agricultura ha decrecido, de tal forma que son cada vez menos quienes se dedican a las labores del campo, por lo que ahora han quedado muchas parcelas sin ocupación. Esto ha sido evidente en los últimos tiempos, sobre todo con la desaparición de las grandes haciendas que se mantuvieron por siglos en los alrededores, siendo la última la de Los Corrales, que fue dividida entre sus trabajadores en la década de los cincuenta y otra parte fue cedida para formar el ejido de Fontezuelas. Con ella, los grandes terratenientes han desaparecido para dar paso a la pequeña propiedad, que se mantiene en los límites de producción del consumo familiar y muy poco dedicado al mercado regional, estatal o nacional, pues no hay mucho sobrante después de aprovisionar para el resto del año a las familias. 104


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La producción artesanal, agrícola y pesquera, en que se basaba la economía hasta la década de los sesentas, ha cambiado para dar paso a la de servicios, en que se han incrementado los trabajos de los de Tzintzuntzan, siendo éstos desde los servicios públicos, cuyos puestos son pocos en el municipio y tienen que emigrar para buscar nuevas opciones en las ciudades, hasta la albañilería y la industria a donde van a buscar fuentes de trabajo los jóvenes en los tiempos actuales.

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CAPÍTULO DÉCIMO CUARTO Estadística actual Población

A

NTECEDENTES.-

Como se puede ver a lo largo del presente trabajo, la población de Tzintzuntzan, como ciudad y municipio, ha sufrido importantes cambios a partir de la conquista, de tal forma que en ocasiones se ha visto casi desaparecer, pero vuelve a resurgir y a aumentar el número de sus habitantes. Así nos lo dicen los datos de la época prehispánica: hacia 1520 Tzintzuntzan, con los alrededores del lago logró tener más de 250,000 habitantes, mientras que la capital imperial tenía alrededor de 60,000, que a la llegada de los conquistadores, con las epidemias y cambios de asentamiento y sedes de poder, pronto quedó reducida a muy corta población, lo mismo que sucedió en toda la geografía michoacana y nacional en general, de tal forma que a lo largo de los pasados cuatro siglos, las cifras fluctúan en diversas direcciones. Para 1822, la ciudad contaba con 2,254 almas. Hacia 1860, la comunidad tenía alrededor de 2,600 habitantes, mientras que el curato tenía cerca de 4,000. Según los últimos censos, en 1950 la cabecera contaba con 1,336 habitantes, mientras el resto del municipio tenía 5,014, para hacer un total de 6,350; para 1960 en la ciudad había 1,840 personas, mientras en el resto eran 5,980, para totalizar 7,820; en 1970 la población total era de 9,130, de los cuales 2,174 vivían en la cabecera y 6,965 en el resto de las comunidades, y en 1980 se contabilizaban 10,440 en el municipio; en la cabecera había 2,109 y en el resto eran 8,431 habitantes. Para 1990, los resultados del censo arrojaron los siguientes números: La población general era de 11,439 habitantes (5,454 hombres y 5,985 mujeres), distribuidos en las siguientes localidades: Tzintzuntzan, Coenembo, Los Corrales, Cucuchucho, Las Cuevas, Granada-Vinata, Granjenos, Ichupio, Ihuatzio, Isla de La Pacanda, El 106


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Jagüey, Lázaro Cárdenas, La Noria, Nuevo Rodeo, Ocurio, Ojo de Agua, Patambicho, El Pozo, Puerta de Coenembo, La Quesera, San Rafael, Sanabria, Santa Cruz, Santiago Tzipijo, Tarerio, El Tigre, Tziranga, y Ucazanástacua. Idioma indígena.- Del total de la población, 2,548 hablan alguna lengua indígena. Religión.- Población de 5 años y más, según religión, tenemos que son 9,887, de los cuales 9,519 son católicos, 26 son protestantes, 2 profesan la religión judaica, 4 tiene otra religión, 44 no profesan ninguna y 112 no especificaron. Finalmente, según el conteo de población y vivienda, realizado por el INEGI en el año de 1995, los resultados preliminares nos dieron por resultado una población municipal de 12,394, de los cuales 5,876 son hombres y 6,518 son mujeres. Censo.- De acuerdo con el censo de 1990, en Tzintzuntzan hubo los siguientes resultados sobre la población en el campo de la economía: Del total de la población, la económicamente activa estaba integrada por 3,149 personas, mientras que 4,080 eran económicamente inactivas. La población ocupada se integraba por 3,098 personas, distribuidas por 906 dedicadas a la agricultura y ganadería, 1,118 al comercio y 734 a los servicios. Educación.-Las estadísticas del ciclo escolar 1995-1996, de acuerdo a la matrícula captada, son las siguientes: En la zona 137, de educación primaria y de acuerdo con los informes proporcionados por el Profr. J. Refugio Fabián Cerna, en el ciclo hubo una inscripción de 1,543 alumnos, de los cuales concluyeron siendo promovidos (aprobados), 1,346. Por su parte, la Supervisión escolar 514, del Departamento de Educación Indígena en el municipio, bajo la dirección de Andrés Martínez Gaona, tuvieron una inscripción de 782 alumnos, con la aprobación de 743 de ellos. Comunicaciones.- En la actualidad, se cuenta en el municipio con caminos pavimentados por 17 Km., mientras que existen 28 Km. de terracería, con la que se comunican casi la totalidad de las comunidades del municipio. 107


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Por otra parte, se han puesto en funcionamiento los servicios telefónicos que comunican a comunidades como Tzintzuntzan, Ihuatzio, Coenembo, Los Corrales con el mundo entero, mientras que existen agencias de correos en Ihuatzio y Tzintzuntzan, aunque en este último lugar con bastante deficiencia, aunque en este último lugar con bastante deficiencia, por lo que no es muy práctico, aunque en los últimos años se ha establecido una oficina de mensajería que ha logrado interesar a los habitantes de la cabecera municipal, sobre todo porque es de servicio internacional y hay gran cantidad de tzintzuntzeños fuera del país. También en el campo de las comunicaciones, por cerca de tres años se mantuvo el semanario "Miiukua", bajo la dirección de Alberto Rendón Guillén, en el cual se publicaron tanto los acontecimientos de actualidad como partes de la historia y tradiciones de nuestras comunidades, que desgraciadamente no contó con el apoyo del público ni de las autoridades, por lo que se tuvo que suspender. Producción La extensión territorial del municipio, en hectáreas, es de 16,515 de tierras. El número de ejidos y comunidades agrarias en el municipio es de 5, que tienen una superficie de 3,663 hectáreas de tierras ejidales. De la superficie ejidal de Tzintzuntzan, 1,045 hectáreas están parceladas, mientras que 2,618 no están parceladas, por lo que es la menor área parcelada en la región económica del centro de Michoacán, dividida entre 541 ejidatarios existentes, de los cuales 519 cuentan con su parcela individual. De acuerdo con el destino de las tierras ejidales, en Tzintzuntzan, de las 3,663 hectáreas, 970 están dedicadas a la agricultura, mientras que 1,104 son de bosque o selva; 1,534 son de pastos naturales y 55 están dedicadas a otro uso. Del total de la superficie, 843 hectáreas son de temporal y 127 de riego. De los ejidos y comunidades agrarias, 4 dedican su superficie mayoritariamente a la agricultura, mientras que la restante se dedica preferentemente a otras actividades. La más importante fuente de ingresos para la mayoría de las comunidades es la manufactura artesanal, a la cual se dedican 813 de 108


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los 3,098 ocupados en el municipio, lo que significa prácticamente un 30 por ciento de ellos. Desgraciadamente, la mayor parte de estas producciones se encuentran en la fase de talleres familiares, que no son suficientes para buscar la comercialización a gran escala y se ha mantenido en la de autoconsumo y un pequeño excedente que busca mercados en las poblaciones aledañas, sin llegar a mayores posibilidades que puedan significar un factor importante de desarrollo municipal.

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CAPÍTULO DÉCIMO QUINTO Fiestas y tradiciones Calendario festivo

C

hace más de cuarenta años un investigador de la comunidad de Tzintzuntzan: "en pocas comunidades campesinas se encuentra una vida religiosa más elaborada y llena de colorido que en Tzintzuntzan. Desde la sencilla dramatización de la visita de los Tres Reyes Magos a Cristo Niño, en la Epifanía, pasando por la elaborada pieza de la Pasión (Judea) de la Semana Santa, hasta las manifestaciones populares del clásico Corpus Christi español y la vigilia nocturna en el cementerio del día de Todos Santos, culminando en las fiestas navideñas en que se rompe la piñata, y la cena y algún acto religioso de interés. Para la mayoría de los tzintzuntzeños la religión es una fuerza vital que permea casi todos los aspectos de la vida. Los primeros frailes franciscanos hicieron muy bien su trabajo, y durante cuatrocientos años Tzintzuntzan ha sido intensamente católico". Desgraciadamente, mucho de lo que se describe de esos tiempos ha cambiado, aunque aún hay mucho que se conserva. De esta forma el calendario festivo de Tzintzuntzan está integrado por las celebraciones patronales de cada una de las comunidades, así como varias festividades de otras ocasiones, en que se constituyen en centro de atracción para propios y extraños y en las que se vuelca la emotividad de los habitantes de la comunidad y del municipio. Entre las más destacadas se encuentran las que se realizan con motivo de las fiestas patronales en La Pacanda, Ichupio, Ucazanástacua, Santa Cruz y Cucuchucho, unidas a otras de la tradición popular que se realizan en otras de las comunidades del municipio. Así, tenemos que el día 25 de enero, en la Isla de La Pacanda, se festeja la Conversión de San Pablo, que se solemniza con la celebración eucarística, danzas de los moros y soldados, bandas de música y castillo. Para ello, se nombra dos cargueros correspondientes a los dos OMO DIJERA

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barrios en que se divide la población y que se encargan de la organización de la fiesta. Señor del Rescate. El martes anterior al de carnaval, en Tzintzuntzan se festeja a una imagen de Jesús en el Pretorio, cuya tradición se remonta a los días de las grandes epidemias del inicio de la época colonial. En una de estas ocasiones, el prior del convento, al ver que la población era diezmada por una enfermedad, pidió a la imagen que "rescatara" a su pueblo, mientras se comprometía a que el pueblo le celebrara una fiesta recordando el hecho. La epidemia cesó y el pueblo desde entonces le celebra una gran fiesta, que es la más grande en el municipio y que divide el año para los tzintzuntzeños en antes y después de la Función, como se le conoce popularmente. Dichas festividades integran las celebraciones religiosas y populares durante tres días que van desde el lunes hasta el miércoles de dicha semana, en los cuales hay procesiones, misas, primeras comuniones, confirmaciones así como música de banda, danzas tradicionales, tianguis artesanal, juegos mecánicos y pirotécnicos, jaripeos y cocina regional, que hace que la ciudad entera se vista de júbilo para recibir a los numerosos visitantes que llegan, tanto de la región como del Estado y del país, y algunos incluso del extranjero. San José. El 19 de marzo, en la comunidad de Santa Cruz, celebran al Santo Patrono, San José Obrero, con música de banda, celebraciones eucarísticas, fuegos artificiales, jaripeos y baile popular por la noche, con la participación de toda la comunidad, así como visitantes de diversas comunidades del municipio y los aledaños. Semana Santa. (Fecha móvil) En Tzintzuntzan y El Tigre. Para conmemorar la Pasión y Muerte de Cristo, en Tzintzuntzan se inician las actividades desde el Domingo de Ramos, con la procesión de ramos, en que inician las escenificaciones de la entrada de Jesús a Jerusalén, para proseguir con la aparición de "los espías" que buscan a Cristo para crucificarlo, desde el día martes en que recorren las calles de la población. El Jueves Santo, por la noche, se lleva a cabo la celebración de la institución de la Eucaristía, así como el Lavatorio de los Pies de Jesús a sus discípulos, dentro de las actividades litúrgicas, mientras que popularmente se escenifican partes de la vida de Cristo a través de la 111


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Última Cena, el Lavatorio, la Oración en el Huerto, el Prendimiento y el Sanedrín. Para el Viernes Santo, desde temprana hora salen los "penitentes", cargados de grillos en los pies y pidiendo una limosna para el Santo Entierro y se prosiguen las escenificaciones de la Pasión y Muerte de Cristo, para concluir con la Sentencia y el Vía Crucis por todo el atrio de los olivos, hasta la crucifixión, el Sermón de las Siete Palabras y la Velación del Señor, en el templo de La Soledad. Por la noche, salen un sinnúmero de "penitentes" que, cargando cruces o grillos recorren la ciudad con el Vía Crucis por las calles de la población. A la media noche, se lleva a cabo la Procesión del Silencio, por el atrio de los olivos, mientras en el templo de La Soledad innumerables velas alumbran la urna del Santo Entierro, mientras los cantos de velatorio no cesan durante toda la noche, en que gran número de personas permanece en vela alrededor del cuerpo de Cristo. En la comunidad de El Tigre, se realizan algunas escenificaciones de la Pasión y Muerte de Cristo durante los días Jueves y Viernes Santo, con la participación de la comunidad y miembros del seminario que se encuentra en el lugar. El Señor de la Exaltación. En Ihuatzio, del domingo al miércoles de Pascua, se celebra a una imagen de Cristo bajo esta advocación, siendo la fiesta principal de la localidad con celebraciones litúrgicas, danzas, bandas de música, jaripeos y tianguis popular, en donde existe aún el sistema de cargo a través de los barrios en que se integra la comunidad para organizar dicha festividad. El Señor de las Maravillas. El viernes siguiente al de Semana Santa, en Patambicho, se festeja una imagen de Cristo bajo este nombre, con celebraciones litúrgicas, fuegos artificiales, música y tianguis populares. Santa Cruz. (El 3 de mayo) En Tzintzuntzan, festejan al más grande signo de nuestra redención, cuyos antecedentes se encuentran en la llegada de los primeros evangelizadores, quienes entre otras cosas pusieron en las entradas y salidas de los pueblos cruces para motivar el fervor de los nuevos conversos, mientras les dedicaban sus cargueros que se preocuparan por organizarles sus fiestas. En la ciudad, por tradición se festejaban algunas de las cruces que había por parte de los primeros evangelizadores, así como algunas 112


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existentes de los Cristos de los barrios, para ir en aumento en los últimos años, haciendo proliferado tanto que se llevan casi dos semanas en las celebraciones y abarcan los diferentes rumbos de la población. En dichas cruces, se encuentran integrados los grupos de cargueros que el día de los festejos contratan música, cohetes y celebraciones eucarísticas. En los últimos años, los festejos de las cruces dan inicio con el mes de mayo y concluyen hasta el día 5 o 7 del mismo, para dar ocasión de que haya lugar para cada una de las cruces que se han instituido por toda la población. En La Pacanda se celebra la Santa Cruz el día dos por la noche, lo mismo que en el Ojo de Agua. San Isidro. El 15 de mayo, en Ichupio. Patrono de los agricultores, San Isidro ha sido adoptado como patrono de la comunidad, que le festeja su santo con una serie de actividades populares, que incluyen las celebraciones eucarísticas, música de banda, encuentros deportivos, comida regional, danzas y procesiones. Espíritu Santo. (Fecha móvil), en Ucazanástacua, festejan a su Santo Patrono el Espíritu Santo, por lo cual incluso en ocasiones se le conoce por este nombre, cuyos habitantes solemnizan la festividad con tres días de actividades, para lo cual se organizan los Encargados del Orden con los cargueros de la comunidad, para realizar un programa que incluye música de banda, danzas y comida regional, así como encuentros deportivos y jaripeo. Corpus Christi (fecha móvil) en las comunidades de Tzintzuntzan, Ichupio, Tarerio y Ucazanástacua. Para completar el ciclo de la Pascua del Señor, la iglesia festeja el Cuerpo de Cristo, con una celebración dedicada a los gremios de actividades sociales que en Tzintzuntzan se manifiesta en una fiesta comunitaria, a través de la organización de los grupos de las diversas manifestaciones productivas. Los festejos se realizan en diferentes fechas, en cada una de las comunidades, iniciando con la Ciudad de Tzintzuntzan el Jueves de Corpus, en que los grupos organizados de agricultores, alfareros, cazadores, comerciantes, pescadores, etc., se integran con sus grupos musicales para festejar el cuerpo de Cristo, con una celebración 113


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eucarística y una procesión en el atrio parroquial, para finalizar con la participación social en que se comparte la comida, bebida y los productos del trabajo de cada uno de los grupos, en un juego popular al que asisten numerosos vecinos de la localidad y la región. En las demás localidades se realizan los festejos en los siguientes domingos, iniciando con Ucazanástacua, el siguiente, después en Tarerio y finalmente en Ichupio, en donde, a semejanza de la cabecera municipal, participan todos los habitantes de las localidades, con sus grupos y productos, además de las celebraciones litúrgicas. San Pedro (29 de Julio), en Cucuchucho, se festeja el Santo Patrono con celebraciones litúrgicas, bandas de música, danzas, tianguis, comida regional y fiesta popular. Aniversario del Municipio (2 de octubre). A partir de 1930, año con año se festeja emotivamente la reerección a Municipio Libre de Tzintzuntzan, con un desfile y programa cívico-cultural, en el que participa un gran número de escuelas de la región, así como contingentes de la Defensa Nacional e instituciones de educación superior del Estado, así como grupos artísticos diversos y los discursos alusivos a dicha fiesta, como la lectura del decreto respectivo y el discurso oficial, para lo que se cuenta con importantes personalidades de los tres niveles de gobierno y diversas dependencias oficiales. Como generalmente se tiene la presencia del Gobernador del Estado, se aprovecha para inaugurar obras realizadas durante el año o poner algunas más en marcha; se tiene un banquete y comida para todos los participantes. Por la noche, se realiza un baile público con destacados grupos musicales. Noche de Muertos (1 de noviembre) en Tzintzuntzan, Ihuatzio, Cucuchucho y La Pacanda, se celebra a los "angelitos" (muertos pequeños) por la mañana del día primero de noviembre, con ofrendas, celebraciones litúrgicas y velación en los panteones. Por la noche, se celebra a los Fieles Difuntos (muertos grandes), con ofrendas, velaciones y ceremonias litúrgicas, a partir de las 10 de la noche del día primero y hasta la mañana del dos, en una manifestación sincrética que presenta parte de las concepciones prehispánicas de la población, así como la parte religiosa de la cristiandad. 114


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La parte prehispánica está presente a través de las ofrendas que se le llevan a los difuntos a las tumbas, con los alimentos y bebidas de su preferencia en vida, a semejanza de lo que se hacía antaño en que la filosofía purépecha manifestaba la nivelación de los planos de la muerte y de la vida en la humanidad, por lo que quienes morían tenían en ultratumba las mismas necesidades que cuando estaban vivos, mientras sorteaban los peligros en busca del lugar del eterno descanso. Por ello, los vivos tenían que proporcionarles los elementos necesarios para su manutención y que se manifiesta tanto en las ofrendas de las tumbas, como en los altares familiares en los hogares. Con la llegada de la evangelización, la iglesia introdujo sus propias manifestaciones a través de las velas, por lo que en la actualidad se integran ambas partes en los panteones de las mencionadas comunidades, lo que se ha tomado como uno de los atractivos turísticos de más impacto en la región. Virgen de Guadalupe (12 y 13 de diciembre), en Tzintzuntzan y Tarerio. Integrándose a los festejos que a nivel nacional se realizan a la Virgen del Tepeyac, en Tzintzuntzan se venera a la Virgen de Guadalupe en su santuario del Ojo de Agua, con celebraciones litúrgicas, procesiones, fuegos artificiales, castillo, banda de música, tianguis popular, comida regional y encuentros deportivos. Como preparación, el día 12 de noviembre la imagen de la Virgen se lleva en procesión al templo parroquial, para regresarla a su santuario la noche del 11 de diciembre, y a partir de la madrugada del día siguiente se llevan a cabo todas las manifestaciones religiosas y populares mencionadas. Al día siguiente, en Tarerio se festeja a la imagen que ha sido adoptada como patrona de la capilla que se ha construido en su honor y que desde hace un poco de tiempo se tiene en la comunidad, misma que íntegra participa en los festejos del 13 de diciembre, con bandas de música, castillos, fuegos artificiales y alegría popular. Posadas. (Del 16 al 24 de diciembre) En Tzintzuntzan, la comunidad se divide en barrios y calles para celebrar cada una de las jornadas que hicieron los Santos Peregrinos en su camino de Nazaret a Belén, en un novenario instituido por la Iglesia para la cristiandad mexicana desde el siglo XVI y que se sigue manteniendo en comunidades como ésta. 115


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De esta forma, lugares como el Ojo de Agua, Yahuaro, calle Victoria poniente, calle Juárez, calle Hidalgo, Pueblo Nuevo, Plaza Principal, Avenida Lázaro Cárdenas y templo parroquial, se organizan para celebrar un día de la novena, en donde hay cuadros vivientes del nacimiento del Niño Dios, con los consabidos villancicos, el Portal de Belén, luces de colores a cambio de los tradicionales faroles de antaño, música, piñatas, reparto de los cacahuates y colaciones, hasta concluir con la misa de Pascua de Navidad el día 24 de diciembre por la noche. En Ihuatzio, la noche del 24 y el día 25, se suele presentar la pastorela y una danza dedicada al Niño Dios. Costumbres populares Hasta hace cincuenta años, en Tzintzuntzan y aun hoy día en las comunidades de origen purépecha, la vida social y religiosa de sus habitantes giraba alrededor de las mayordomías y cargos, a través de los cuales los individuos iban logrando prestigio y respetabilidad en la sociedad, que en la cabecera se describen de la siguiente forma: Existían cuatro series de "cargos chicos": cargueros de Nuestra Señora del Rosario, cargueros mandones, capitanes de barrio y cargueros de la Judea. También existían tres "cargos principales", que eran: cargueros de la Cruz, Cargueros de la Soledad, y Cargueros de la Kenguería. Además, estaban los cargueros de la Virgen de Guadalupe, en el Ojo de Agua. Los cargueros de nuestra Señora del Rosario eran el mayordomo, el capitán y el fiscal, que tenían a su cargo la Capilla Abierta de la Concepción, en donde se guardaba dicha imagen. Entre otras cosas, tenían a su cargo la oración de los sábados llamada "kénekua", en la cual se reunían con todos los demás cargueros con sus respectivas imágenes, para concluir en una procesión por el atrio con ellas. Cargueros mandones. Éstos no tenían nombres específicos, pero estaban asociados al viejo sistema de barrios y sus principales obligaciones estaban relacionadas con el carnaval, durante el cual se juntaban varias docenas de pollos y recorrían la ciudad visitando a los "principales" para, frente a sus casas, bailar la "danza del descabezado", pues en esos momentos se colgaba un pollo frente a la 116


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casa de cada uno de ellos, bailaban con un carguero y descabezaban al pollo y se quedaban con él. Capitanes de Barrio. Como cada uno de los barrios de Tzintzuntzan tenía su imagen y sobre todo su Cristo, contaba con un cabeza que mantenía la imagen en su casa de por vida, además de un capitán ceremonial y un carguero que duraban en el puesto un año para la atención de dichas imágenes, a las cuales dedicaban una fiesta en su respectivo barrio la víspera de la virgen de la Concepción, en la cual daban atole, pozole y pan y en su casa colocaban un bacín para recoger un real que daban los varones y medio las mujeres, que llevaban en procesión, bailando con su orquesta hasta la Kenguería, en donde los recibían los cargueros de ellas, quienes patrocinaban la fiesta de la Concepción el 8 de diciembre. Cargueros de Judea. Estos son los cinco que aún siguen, aunque en la actualidad casi nadie los menciona más que como los cargueros de haba, dado que durante los viernes de Cuaresma se encargan de preparar el Vía Crucis y hacen pozole que en lugar de carne lleva habas, por lo que toma su nombre de este hecho. Cargueros de la Cruz. Hasta mediados del siglo, los cargueros de la Cruz eran tres (capitán, sargento y alférez) que tenían obligaciones el Día de la Santa Cruz y la Fiesta de San Francisco. Cargueros de la Soledad. Estos eran cuatro cargueros: mayordomo, fiscal, diputado y escribano, mismos que se mantuvieron hasta 1942, cuando los desapareció el cura de la parroquia. Cargueros de la Kenguería. Eran cuatro cargueros con los nombres de kenguí, prioste, escribano y fiscal, siendo los dos primeros los de rango superior y un individuo tenía que desempeñar o bien uno o el otro de estos cargos antes de conquistar el rango de "principal". Cargueros de la Capilla de Guadalupe. Hasta principios del siglo, estos cargueros eran tres y a partir de los cuarentas se aumentó su número al de 12, por lo que se hacen cargo un mes cada uno de ellos, durante el cual se encargan del cuidado de la capilla, así como pagan la misa y los adornos de la misma y ofrece comida a los demás. Inician su encargo con la promoción y organización de la primera posada el día 16 de diciembre y concluyen con la organización de la fiesta de la Virgen de Guadalupe, el 12 de diciembre, cuando hacen entrega de su comisión. 117


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Bautismos. En nuestras comunidades, el nacimiento de un hijo aún es motivo de alegría, tanto para los padres del niño como para todos los integrantes de la familia, comenzando por los abuelos paternos y maternos y siguiendo con los hermanos, hermanas de los padres, así como los demás parientes del nuevo ser. Pero si el hecho de nacer tiene un gran significado dentro de la familia, lo es aun más el recibirlo en el seno del cristianismo a través del sacramento del bautismo, que generalmente se realiza después de algunos meses de nacido el pequeño. Matrimonio. Otro de los grandes momentos de la vida es sin duda el matrimonio, que convierte al ser humano en un hombre responsable y jefe de familia. La serie de actividades y ceremonias que se realizan en torno a este acontecimiento son importantes para el desarrollo del nuevo hogar dentro de la comunidad, en el que juega un papel importante el padrino de bautismo del novio. En las viejas costumbres, los padres de los futuros esposos comprometían a los pequeños, cuyos padres del novio tenían que mandar a los padres de la novia lo necesario para su manutención, por lo que solían casarse muy pequeños, para evitarse los gastos extras con la otra familia. En la actualidad rigen las normas del pedimento de mano o la fuga con la pareja, en donde los padrinos de bautismo del novio tienen una participación destacada, pues son los que presiden las ceremonias de petición de mano o formalización del compromiso, hasta la compra de los zapatos de la novia. Hasta hace unas décadas, la joven tenía que demostrar que estaba apta para hacerse cargo del hogar, para lo que tenía que hacer atole para los familiares del novio, sobre todo cuando huía con él, mientras el joven novio tenía que madrugar por la leña para el hogar. Ahora el más importante elemento será el padrino de bodas, quien viene a ser un nuevo padre dentro del nuevo hogar y quien estará en posición de buscar el padrino de bautismo de los hijos de la nueva familia y se convierte con ello en una especie de abuelo de los pequeños, que en las comunidades indígenas es efectivo y actuante aún. 118


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Aún ahora, en algunas comunidades se conserva la tradición de que los familiares y amigos del novio se reúnan para que sean las mujeres de la familia quienes vistan a la novia para la ceremonia. Hasta hace poco tiempo, en Tzintzuntzan y aun hoy día en algunas comunidades de ascendencia purépecha, la boda se realiza por la mañana, y a la salida de la iglesia se encuentra la banda que les sigue por las principales calles de la población hasta la casa del padrino, quien ofrece el desayuno, con chocolate y pan. A la hora de la comida, que será en casa del novio, los amigos de la familia acuden por los padrinos y los padres de la novia con música, para llevarlos al banquete, a cuya llegada, antaño, se formaban dos filas de jóvenes amigas de la familia y daban la bienvenida a todos los invitados a través del regalo de flores para las mujeres que iban llegando. Durante el recorrido, desde la casa de los padrinos, la música acompaña a los invitados mientras se baila el torito, al que capotean caporales y señoras de la familia del novia, al que toman de rehén hasta que los familiares del mismo ofrezcan lo suficiente para soltarlo, consistente principalmente en una importante ración de vino. El banquete ordinariamente consiste en la comida tradicional de la región, entre lo que se encuentran el mole, las corundas, el churipo, el atole y el vino. En el banquete, los padrinos y los padres de la novia son distinguidos con una importante ración de comida, como invitados especiales. Concluido el banquete, se prosigue con el tradicional baile hasta muy entrada la noche, para concluir con los tradicionales "abrazos", por los que se formalizan las nuevas relaciones familiares entre los participantes. En ocasiones, los nuevos desposados pasan los primeros días en casa del padrino de matrimonio, el término de los cuales vuelven a llevarlos a la casa del novio o a su nuevo hogar, en donde encuentran muchos utensilios para el hogar que les fueron obsequiados el día de la boda.

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Danzas tradicionales Las tradiciones populares de las comunidades de Tzintzuntzan conservan aún la noción de la convivencia familiar y comunitaria, en las que se manifiestan las relaciones que se mantienen entre las familias, por lo que se siguen conservando, entre las que se encuentran: Teatro tradicional. Entre las tradiciones populares que han existido en Tzintzuntzan, seguramente una de la más importantes es sin duda la que mantienen aún en Cucuchucho sobre la escenificación de la pastorela, que se hace para el día 25 de diciembre, en la que participa un número indeterminado de hombres, mujeres y niños. Esta tradición, según los informantes, tienen una antigüedad de más de cien años y su conservador actual es Prodigio de Jesús, cuyo acompañamiento se hace con una guitarra o acordeón. En la escenificación de la parte bíblica del nacimiento del Niño Dios, que seguramente tienen sus antecedentes en lo que por tradición se ha hecho a lo largo de la historia de nuestro país, desde la llegada de los evangelizadores. Para su presentación, los participantes no usan vestuario especial; sin embargo, se procura que todos lleven ropas blancas con combinaciones en azul, al igual que las capas que utilizan. Coloquio. En Ihuatzio, como en Cucuchucho, se sigue manteniendo el tradicional "Coloquio de la pastorela", que se presenta durante los días 24 y 25 de diciembre con una antigüedad de más de cien años y podríamos pensar que son parte de las antiguas representaciones de los pasajes bíblicos del nacimiento del Niño Dios, que iniciaron con la llegada de los evangelizadores, como suele suceder en la mayor parte de los lugares en que aún siguen vigentes dichos coloquios. Los participantes son entre 25 y 30 personas, niños y adultos, acompañados por una banda y sus conservadores son los cargueros de esta ocasión. Irisituecha (niños que se divierten). Coloquio que se presenta para el día 6 de enero, pero en una forma muy especial, dado que está integrado por danza y cantos por parte del grupo de niños que participan, en el cual no hay diálogos, pero sí cantos en honor del Niño 120


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Dios, con representaciones de los pastores que van a Belén y lo hacen en el atrio del templo. El acompañamiento de este coloquio es con banda y su conservador y maestro ha sido Pablo Quiroz Hernández. Coloquio. En El Jagüey, el 24 de diciembre suelen hacer la presentación de un coloquio en el que participa un número indeterminado de hombres y mujeres acompañados por una banda, bajo las enseñanzas y la conservación de Anita Fuerte. Está dedicado al tema bíblico del Nacimiento del Niño Dios. Danza de los Viejitos (tarhepiticha). Esta es una de las danzas tradicionales que se mantiene en Cucuchucho, cuya antigüedad le calculan los informantes entre 50 y 100 años. Los ejecutantes son 7 hombres, quienes danzan acompañados por una jarana y se presenta el día 3 de mayo y el 2 de noviembre. El vestuario consiste en calzón blanco bordado, camisa blanca y faja roja (dos delgadas cuelgan entre las extremidades), sombrero de palma ancha con listones, máscara de barro y gabán, huaraches y batón de otate. Esta es una de las más difundidas danzas de nuestra región, que mantienen semejanza con las que existen en otros lugares, aunque aquí se sigue manteniendo sin mucha sofisticación, como lo han hecho las que se han popularizado de Janitzio y Jarácuaro. Danza del Corpus. En Ichupio, como en otras comunidades, se siguen manteniendo las tradiciones populares de nuestro pueblo y aquí se ha manifestado un fenómeno importante, como es el hecho de que hayan creado algunas danzas para su recreación popular, entre las que se encuentra la danza del Corpus, creada por Pedro Dimas hace unos 20 años, para presentarla en la fiesta a la que está dedicada. Sus integrantes son 4 hombres y 4 mujeres y se acompaña con orquesta de cuerdas que interpreta sones regionales y abajeños. Los integrantes visten a la manera tradicional de la región y sus coreografías se hacen a base de líneas en que se cruzan y hacen círculos. La creación de esta danza se debió a la búsqueda de mantener las viejas tradiciones populares de la comunidad y que ha logrado ser aceptada por sus habitantes, quienes la han adoptado. Danza del Pescador. A través de la actividad de los señores Pedro Dimas y Donaciano Reyes, en Ichupio se ha conservado la danza 121


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del Pescador (uarhuri), que también está dedicada a la festividad del Corpus, con acompañamiento de orquesta. La música para su ejecución es de sones abajeños, con la coreografía tradicional del pescado, en la que participa un número variable de hombres y mujeres. Danza del Pescado. Originaria de Ihuatzio, se presenta el día Jueves de Corpus en la comunidad, en la que tienen participación 7 hombres y dos mujeres, con acompañamiento de orquesta de cuerdas, que toca sones abajeños y su conservador es Magdaleno Morales. La danza se divide en tres partes, en la que los danzantes intentan atrapar a un pez con su red, mientras zapatean fuerte en torno a quien carga el pez, que con gran habilidad trata de esquivar a sus perseguidores bailando también vigorosamente, hasta que es atrapado. El vestuario de los pescadores está compuesto de calzón y camisa de manta blancos y bordados de colores rojo y azul; el de las mujeres, que con pausados pasos representa a las que acompañan a los hombres en el desarrollo de la pesca y les llevan sus alimentos, se integra de rollo, uanengo y rebozo terciado. El intérprete del pescado lleva un armazón de cartón y carrizo en figura de pez. Danza del Pescado. En el Ojo de Agua, se conserva la danza del pescado y está dedicada a la fiesta de Corpus, en la que participan 13 hombres y una mujer, acompañados por un grupo de música norteña (acordeón, vihuela, guitarra y contrabajo). Los conservadores son Maurilio Francisco y Abel Andrés, quienes anualmente participan con ella en las actividades populares que se desarrollan en el atrio parroquial. Huacaleros. Un grupo de niños, con el atuendo tradicional y cargando pequeños huacales, se presenta para la fiesta del Corpus acompañados por un conjunto de música norteña y baila en el atrio parroquial bajo la dirección del señor Jesús Peña, quien la ha mantenido a lo largo de muchos años. Danza de los Soldados. Dedicada al santo patrono San Francisco de Asís, la Danza de los Soldados se presenta en Ihuatzio el día 4 de octubre y es interpretada por 4 hombres y acompañada por orquesta de cuerdas. Su conservador es el señor Magdaleno Morales y los maestros son Gonzalo Méndez y Magdaleno Morales, con más de 100 años de 122


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antigüedad, aunque al parecer es parte de la que en la época colonial se integraba por Moros y Soldados, que ahora se presentan independientemente. El vestuario de los danzantes se integra de levita de color negro, camisa blanca, espada de madera y corona que lleva una pluma y dos escobillas. Danza "El Colorado". Esta es una danza que se conserva en Ihuatzio y está dedicada al carnaval, como una danza-juego y se presenta durante los días domingo, lunes y martes con integrantes de entre 8 y 10 años, en un número indeterminado. Danza del Señor del Rescate o de la Sonaja. Esta es propia de Tzintzuntzan, se presenta durante los días de la Fiesta del Señor del Rescate y se integra de un número indeterminado de participantes, en los que aparecen las reinas, los sonajeros y los diablos. Su acompañamiento es con grupo de música norteña, pero ejecutando una tonada especial en la que interviene el acordeón, guitarra y contrabajo, que ejecutan tres sones diferentes y suelen durar todo el día en el atrio parroquial. Las Huapanas. La danza de las Huapanas, en Ihuatzio, se presenta el día 1 de enero y está integrada por varias mujeres y dos hombres, que bailan acompañados por una banda y sus pasos son los del ritmo de la música que les tocan, cuyos conservadores son los cargueros que se hacen responsables de las actividades de la ocasión. Los Viejitos. En Ihuatzio, se presenta esta danza de Los Viejitos el 1 de noviembre y está integrada por 6 hombres, que se acompañan con una orquesta de cuerdas para su ejecución y se ha mantenido bajo la dirección y enseñanza del maestro Teófilo Valentín, con una antigüedad que le calculan de más de 200 años. El vestuario se compone de calzón y camisa de manta blancos con bordados en azul y rojo; llevan gabán, bordón y sombrero redondo con listones de diferentes colores. Los Tumbías. En Ichupio, se conserva la danza de los tumbicha (muchachos), que está dedicada a los festejos de Navidad, por lo que se presenta el día 25 de diciembre y en la que participan 4 hombres y 2 mujeres y cuenta con más de cien años de antigüedad, de acuerdo con los informes que se han recabado. 123


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Para su interpretación, se hace necesaria la participación de la orquesta de cuerdas, que interpreta sones abajeños. En esta danza, las mujeres van vestidas con uanengo blanco, rollo rojo y rebozo cubriéndoles la cabeza y llevando una red en las manos que extienden en un momento de la danza, mientras que los jóvenes llevan calzón blanco y camisa de manta blanca con bordados en azul y rojo y sombreros redondos. Tanto unos como otras, llevan huaraches y se integra de seis partes en sus coreografías. Pastorela. Hasta hace unos 30 años, durante el 24 de diciembre se presentaba la pastorela en Tzintzuntzan, en la que se integraba un importante grupo de mujeres con el acompañamiento de la banda de música, que habían conservado los cargueros de la Virgen de Guadalupe y que acompañaba a las procesiones del Niño Dios. Danza de los Negros. Se integraba por un número aproximado de 10 o 12 ejecutantes, quienes vestían pantalón y chaleco negro y camisa blanca y máscara de madera negra. El acompañamiento era con música de banda y participaba en la fiesta de la Virgen de Guadalupe, preferentemente. Música Las manifestaciones artísticas siempre han estado presentes en el ambiente cultural de nuestro municipio, de tal forma que desde la época prehispánica se han manifestado las creaciones de sus habitantes, abarcando diferentes ramas del arte, que van desde las manualidades hasta la pintura, literatura, teatro, danza y música. En el campo de la música tenemos que ésta desempeñó un papel muy importante en la tarea misionera, a juzgar por la amplia dotación de instrumentos musicales que nos arrojan las fuentes pictográficas y escritas. La Relación y algunos códices aluden al uso de instrumentos de tiempos prehispánicos, como bocinas o trompetas de pabellón alargado, rodelas de tortuga, huesos de caimanes y sonajas para la danza. También había silbatos y flautas de barro y caracoles. Por otra parte, los instrumentos europeos entraron principalmente por la vía del culto religioso y los servicios cristianos durante la colonia, manufacturados al parecer en su gran mayoría en 124


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Tzintzuntzan y Pátzcuaro, tales como campanas, chirimías, trompetas metálicas y sacabuches. También aparecen guitarras, arpas, vihuelas de arco, violas de braccio, cometas, bajón, bajoncillo, orlo, órgano y violoncelo o bajo de viola. Por lo anterior, se puede conjeturar que los maestros lauderos construían y enseñaban la música, por lo que adquirieron un papel importante en su comunidad y la región, al existir una fuerte demanda de instrumentos para el servicio cristiano, distribuidos desde Pátzcuaro y Tzintzuntzan a toda la Nueva España, alrededor de 1586. Por esto nos damos cuenta de la época tan temprana que Tzintzuntzan es manifiesta con empuje en el campo de la música, que ha sido transmitida de padres a hijos de generación en generación y ha llegado hasta nosotros. En nuestros días podemos decir que a lo largo de estas décadas en Tzintzuntzan se han formado diversos grupos, en los que han tenido presencia las bandas, mariachis, grupos corales y otras organizaciones musicales que han dado prestigio a nuestro pueblo.

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CAPÍTULO DÉCIMO SEXTO Problemática, potencialidades y perspectivas

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del presente siglo, Tzintzuntzan permanecía en una estática tradicionalista que no daba opciones de desarrollo para la comunidad, pues no había familias que se preocuparan porque sus hijos buscaran mayores campos de superación académica, incluso con todas las oportunidades que se daba a comunidades como las nuestras, con el elemento indígena de que dispones; a muchos de nuestros jóvenes se les ofrecían becas para realizar estudios superiores, que en otras comunidades se aprovecharon y ahora hay muestras evidentes de lo que se puede lograr con buenos profesionistas que se preocupen por la superación de sus comunidades, mientras aquí quedaron al margen. A partir de los sesentas fue cuando comenzó a despertarse el deseo de la superación y de la profesionalización de la gente de Tzintzuntzan, cuando aparecieron los primeros profesionistas en el campo de la educación y posteriormente se han ampliado a la mayor parte de los campos de la actividad humana, habiendo en la actualidad un buen porcentaje de profesionistas en todas las comunidades del municipio. Problemática. El principal problema para la integración de los profesionistas es el rechazo que hay de parte de la población en general, dado que antes los esfuerzos que se hacen por buscar la superación se encuentran con el cumplimiento del adagio de que nadie es profeta en su tierra y nadie cree en que puede ser importante su actividad, en un lugar en que de siempre se conoce su problemática y en donde se haría lo posible por sacar provecho de los recursos existentes para la superación. Perspectivas. Existen buenas perspectivas para la integración de grupos de profesionales que hagan lo necesario para la búsqueda de alternativas de desarrollo general de las comunidades, dado que es un importante índice poblacional el que integran, si es que realmente se ASTA MEDIADOS

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quiere apoyar el despegue cultural, social y económico de las poblaciones del municipio. Recursos naturales Los recursos naturales son numerosos en Tzintzuntzan, en donde desgraciadamente no se han explotado adecuadamente y sobre todo se han desperdiciado inútilmente por la falta de organización social y el individualismo a ultranza que se mantiene en nuestra sociedad. En principio, es importante la parte del lago que le corresponde al municipio, mismo que en ningún momento se le ha sacado el provecho necesario en el campo de la pesca, a no ser en tiempos anteriores, pues incluso se nos dice que a principios del siglo quienes se dedicaban a ello llegaban a obtener ingresos superiores a los mil pesos anuales, en comparación con los 300 que obtenían los alfareros, que era el 50 por ciento de los jefes de familia existentes en la ciudad. Por otra parte, siempre fueron amplios los montes correspondientes a la comunidad de Tzintzuntzan, mismos que fueron devastados a finales del siglo pasado en aras del desarrollo y ampliación del ferrocarril en la entidad, pero siendo disfrutados por personas ajenas a la ciudad y al municipio, como fue la Maderera Nacional a través del coronel Jesús Villanueva, de Quiroga, quien se había apropiado de vastas extensiones de tierras en los montes pertenecientes a las comunidades del municipio. En la agricultura, se nos habla de que se pudieran obtener mejores cosechas y resultados, si se integrara un sistema de riego que sería bastante barato, si tomamos en cuenta el gran vaso acuífero del que se dispone y la distancia a que se encuentra, como lo dice un autor de Ihuatzio que es "un lugar pintoresco y risueño que podía ser extremadamente fértil y próspero si, elevando el agua del lago, a cuyas orillas se encuentra, se regasen las tierras de que dispone. Esto significaría un esfuerzo mínimo en comparación con las ventajas que reportaría y el gasto que tendría que hacerse podría devengarse con creces.

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Perspectivas Lo mejor que se podría hacer en todos los campos de la producción en Tzintzuntzan, sería el acercamiento con las dependencias gubernamentales, así como los centros de enseñanza superior que podrían proporcionar el auxilio técnico correspondiente, a través del servicio social o la asistencia técnica que hace falta. Lo mismo podría hacerse a través de la utilización de los propios recursos humanos que se encuentran en la comunidad, dado que han logrado realizar estudios en diversas ramas del saber sus propios vecinos, como han sido los agrónomos y los veterinarios, que siguen buscando ocupación fuera de la población e incluso fuera de la entidad. En este campo podrían hacer un buen papel de gestores los integrantes de los ejidos, así como la Asociación Ganadera Local, los grupos artesanales, que al parecer no saben ni para qué se han constituido y menos ofrecer alternativas para el desarrollo de sus agremiados, a no ser para seguir esquilmando gente sin respuesta adecuada a sus requerimientos. Turismo La historia de nuestra ciudad, que abarca todo el contorno del lago y en especial el territorio municipal, con los numerosos monumentos prehispánicos, coloniales, paisajes naturales y las artesanías, es un campo fértil para el aprovechamiento del turismo, si se buscan las alternativas para su promoción, siendo hasta ahora el movimiento natural de la inercia lo que ha mantenido su flujo hacia nuestras comunidades. Época prehispánica. De la época prehispánica, el municipio es rico en vestigios arqueológicos que se distribuyen por toda el área de las ciudades prehispánicas de Tzintzuntzan e Ihuatzio, reiterando que lo que constituyó la capital del imperio michoacano y posteriormente la Ciudad de Michoacán, que tiene mucho que ofrecer a sus visitantes, la mayoría de los cuales no conocen más que la zona arqueológica de las Yácatas, que con ser el monumento más grande, no es el único, pues existen en cada uno de los lugares que integraban los antiguos barrios los cimientos de los adoratorios de sus respectivos dioses. 128


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Desgraciadamente, tanto la ignorancia de nuestra gente, como la voracidad de los buscadores de tesoros que no enterraron, han dado fin a muchas de las antiguas pirámides que existían en los alrededores de lo que actualmente es la ciudad y que fue la ciudad prehispánica. Estos asentamientos siempre han sido motivo de admiración por parte de muchos estudiosos, así como de visitantes de todo el mundo, lo que podría ser un motivo de aprovechamiento adecuado para atraer turismo. En general nadie sabe de la existencia de la zona del Mercado, el antiguo templo de Xarátanga o el primitivo asentamiento de la primera catedral de Michoacán. Sin embargo, desde mediados del siglo XVIII se han hecho excavaciones en las yácatas con la finalidad de buscar las formas de sus construcciones, siendo Domingo Corral, hacia 1750, quien hizo las primeras excavaciones, a quien siguió el P. Aguirre a mediados del siglo pasado, para continuar con Nicolás León hacia 1884 y a finales del siglo Carl Lumholtz también hizo su parte. Ya en el presente siglo y por medio del Instituto Nacional de Antropología e Historia, inicialmente fue Alfonso Caso el que llegó en una temporada de exploraciones en 1937, a quienes siguieron Rubín de la Borbolla, Román Piña Chan, Marcia Castro Leal y otros quienes han realizado temporadas de exploración y restauración del conjunto arqueológico, que ha seguido la misma suerte que el de Ihuatzio y que han puesto al alcance del público importantes vestigios de la época prehispánica, que desgraciadamente es poco en comparación de lo que falta por hacer, en pro de incrementar el flujo turístico hacia nuestro municipio. Actualmente está a cargo de las zonas arqueológicas del municipio el arqueólogo Efraín Cárdenas, quien ha realizado varias temporadas de exploración, tanto en Tzintzuntzan como en Ihuatzio, pero es demasiado poco para lograr lo que pudiera ser un polo de desarrollo turístico importante para el Estado y el país, al poner ante el turismo una importante muestra de las manifestaciones culturales de nuestro glorioso pasado. Época colonial. Tzintzuntzan conserva un importante número de edificios arquitectónicos y espacios religiosos de gran relevancia para la cristiandad de esta parte de la Nueva España, que se 129


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complementan con algunos de los que existen en comunidades como Ihuatzio y Cucuchucho, de los cuales daremos algunos datos a continuación. El Atrio Parroquial. Al lado poniente de la Avenida Lázaro Cárdenas, en el extremo de Tzintzuntzan, se encuentra la entrada al atrio parroquial, que actualmente se antoja demasiado extenso para una población como la que tiene nuestra ciudad en estos momentos, aunque apenas acorde al numeroso vecindario que tenía en la época colonial. Este es una gran extensión de terreno que se enmarca en un interesante grupo de olivos plantados por los primeros evangelizadores franciscanos, que en sus buenos tiempos fueron importantes productores de aceite de oliva para el consumo de los templos franciscanos de la región e improductivos a causa de las disposiciones reales al ver que eran una gran competencia para los olivares de la península ibérica. Estos forman una calzada, a lo largo de la cual se ubican las estaciones del Camino del Calvario, en donde practicaban la religión los franciscanos con los nuevos conversos escenificando el camino de la Cruz de nuestro Redentor, que ellos hacían más vívido para motivar la piedad de los habitantes de estas tierras. La calzada que lo divide y que corre de oriente a poniente, cuenta en el centro del mismo con una cruz de cantera, en cuyo poste se encuentran esculpidos los signos de la crucifixión de Cristo, con una fecha del 6 de junio de 1736 en que se supone fue erigida, según la tradición. El lugar sirvió de cementerio durante toda la época colonial y hasta mediados del presente siglo, por lo que en varios lugares se encuentran aún partes de las lápidas de los sepulcros que allí existieron, hasta que en la década de los treintas se compró el terreno que ahora sirve para el efecto y que al construir la carretera fue dividido en dos partes. Ex Convento Franciscano. Al fondo del atrio, hacia el sur, se localiza el grandioso edificio del ex convento franciscano del siglo XVI. Fue el primer edificio conventual de Michoacán, cuyos inicios datan de la década de 1530. Adosado al muro, un poco al sur de la entrada principal al claustro, se encuentra el altar abierto y que en los primeros tiempos de 130


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la evangelización se debió utilizar frecuentemente, dada la forma de los templos que tenían los purépecha y los evangelizadores aprovecharon para atraerlos a la nueva religión. Aunque junta al mismo se encuentra una placa que dice que allí se celebró la primera misa en Michoacán, esto no es cierto, dado que ya con anterioridad se había contado con la ermita dedicada a Santa Ana, que se ubicaba en la ladera del cerro Tariaqueri, de donde posteriormente se cambiaron a este sitio. Al extremo sur del edificio, se encuentra una entrada, que era la utilizada por los viajeros y huéspedes que llegaban a pernoctar en el edificio y que quedaba independiente del claustro principal en donde hacían su vida los frailes y los novicios del centro de formación que significó por mucho tiempo este convento. Al norte del altar y casi junto a la llegada de la calzada atrial, se encuentra la entrada al convento, cubierta con un arco de medio punto y rodeada de poyos de piedra que debieron servir para que se sentaran los que iban a ver a alguno de los frailes y esperaban mientras el hermano portero los atendía. En el techo de la portería se encuentran el sol y la luna dibujados, a los que se les ha dado tanto el significado de las representaciones de los dioses principales de los purépecha, en su denominación de Tata Huriata y Nana Cutzi, como los del hermano sol y hermana luna del pobrecito de Asís, a cuya regla pertenecían sus primitivos moradores y constructores. Trasponiendo la puerta de entrada se contemplan los retratos del Padre Pila y el P. Bilbao al fresco, que fueron sepultados por la pintura que se les puso encima el siglo pasado, cuando se hicieron los murales que se conocen en toda la planta baja del claustro principal, pero vueltos a rescatar en la restauración general que se hizo en la década de los setentas, aunque no del todo adecuadamente. En el cubo de la escalera de acceso a la segunda planta, se encuentra el retrato de fray Jacobo Daciano, con su cayado y cubierto con su manto. Bajo dicha pintura, se conserva la mejor muestra de lacería morisca (influencia que dejaron los moros en la vieja España y quienes vinieron a la Nueva España trajeron consigo) y de lo que podemos tener una idea al contemplar lo que aquí se encuentra y que ha sido descubierto en las restauraciones que ha sufrido el edificio. También 131


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son dignos de admiración los restos de los alfarjes que se conservan en las esquinas del corredor interior; ésta es una gran obra de imaginación, en la que el ojo humano pierde la pista al querer seguir los movimientos de la madera en el dibujo. A lo largo y ancho de las paredes, se encuentran los retratos de los franciscanos que destacaron en la orden o de algunos de los que aquí vivieron, sobre los cuales se pintaron los siete sacramentos el siglo pasado, por órdenes del cura que tenía a su cargo dicha parroquia a mediados del siglo. En la esquina sureste, se encuentra lo que se supone ser el único retablo de pasta de caña que existe y que forma parte de la hermosa colección de imágenes de este material que conserva Tzintzuntzan de los años más antiguos de la colonia. Complementaban las esquinas grandes cuadros religiosos que aún se encuentran en el edificio, aunque no es su sitio, como un cuadro de San francisco en Oración sobre el propio convento de Tzintzuntzan; un cuadro de la flagelación de Cristo y otro de la Purísima Concepción aplastando una de las cabezas de la sierpe apocalíptica. En la parte alta se observan pasajes de la vida de San Antonio de Padua, al que debieron tener gran devoción aquellos santos varones. Templo Parroquial de San Francisco. Este edificio forma parte del anterior, cuya fachada es continuación de la del convento, cuyo patrono es San Francisco de Asís y fue nominado como primera catedral del obispado de Michoacán, que fue el origen del pleito entre los franciscanos y Vasco de Quiroga, pues aquéllos no se lo quisieron ceder y lo mandaron a la antigua ermita de Santa Ana, a medio cerro, lo que no le gustó al prelado y prefirió cambiar su sede a Pátzcuaro, incluso cambiando la advocación patronal por la de San Salvador. Su conservación data de 1550, que comenzó desde sus cimientos el padre Pila, en cuya fachada nos encontramos una muestra del auténtico plateresco del siglo XVI en muy buenas condiciones y que es lo único que se conserva de la construcción original. En ella, la puerta consta de un arco de medio punto, acusado por una archivolta de rico diseño; las jambas o pilastrillas, que bordean la archivolta y la profusión de conchas o veneras, tienen un relieve bien marcado. Sobre este conjunto está el ajimez, que forma cuerpo separado, también rodeado por conchas platerescas, complementado con el portaluz, en 132


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forma de columna balaustre, y cobijado por una gran concha que, como toldo, cubre todo este conjunto de arte exquisito. El resto del edificio es nuevo, dado que el antiguo, que era de madera, pereció en un incendio que se declaró el jueves 6 de abril de 1944, en el que se quemaron todos los altares, las imágenes de escultura y las de pintura artística, como el famoso cuadro del Entierro de Cristo atribuido a Tiziano y la venerada imagen del Señor del Rescate, aunque aún hay dudas de si perecieron o fueron sustraídas y provocado intencionalmente el incendio para disimular el robo. En la actualidad, su interior consta de una nave y cúpula; al centro y en lo alto del altar se encuentra San Francisco, vestido de cuerda y sayal, presidiendo el culto de esta iglesia. A medio templo y al lado derecho, se encuentra la capilla del Señor del Rescate que tanto se venera en el lugar. Después del incendio volvióse a reconstruir y se puso en funciones en el año de 1957, quedando como se encuentra hasta hoy día. Templo de la Tercera Orden. Siguiendo hacia el norte, colateral al templo parroquial, encontramos una construcción moderna y que constituye la actual Casa Cural, hecha en el año de 1994, cuya portada está fuera de todo contexto por las "aportaciones profesionales del personal del INAH", que hizo se quitara un arco de medio punto, que compartía el entorno antiguo, para dejarla en un rectángulo de mal gusto y de pésimo respeto hacia todo lo que existe en este plano en derredor, como lo demuestran todos los arcos de medio punto existentes, como el que está a continuación de esta construcción y que constituía el templo de la Tercera Orden de San Francisco, que aún estaba en pie en 1860, pero 20 años después se había caído sin encontrar una explicación de ello y sólo manteniéndose en pie parte de la fachada plateresca que tenía, con su arco de medio punto y su ventana superior. En su portada, vemos dos cuerpos de composición idéntica: tanto el ingreso como la ventana coral están enmarcados por pilastras toscanas que sustentan un medio punto. Las pilastras se elevan hasta las cornisas que señalan el término de cada elemento. Las claves de los arcos están marcadas, el de abajo con un nicho y el de arriba con una cruz. 133


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Templo de la Soledad. Otro edificio de gran interés es sin duda el templo de La Soledad, que se encuentra al lado norte del atrio. Está dedicado a la Virgen de la Soledad que se encuentra, labrada en cantera, sobre el arco que constituye la puerta del mismo y fue construido a instancias del prebendado Manuel de Silva, quien lo puso bajo la advocación del Santo Entierro, mientras que los trabajos estuvieron a cargo de José Francisco Velasco hasta dejarlo listo para recibir la cubierta y el artesón, por lo que se puso en la portada la fecha de 1805, al parecer la conclusión de dichos trabajos, sin la cubierta. El frontispicio tiene tres niveles, el primero de los cuales forma la portada con un arco de medio punto flanqueado por dos pilastras de capitel indefinido a la altura de la imposta, y el fuste se eleva hasta recibir el entablamento de friso tablereado. La archivolta del arco presenta gruesas molduras. Dos gruesas columnas se adosan al paramento, una a cada lado que llegan hasta el arco. Sobre la cornisa se apoya la ventana del coro, con dos medios puntos sobre pilastrillas en los extremos y una columna al centro; ésta de fuste helicoidal y aquellas con estrías y un capitel de inspiración corintia. La Capilla Abierta de la Concepción se encuentra al lado oriente del Templo de La Soledad, en el lado norte del atrio, independiente de todo el conjunto religioso pero en íntima relación con el mismo. La capilla consta de un portal de mampostería con tres arcos de medio punto apoyados en pilares dóricos y fuste tablereado. El paramento exterior de los arcos muestra molduras, algunos motivos florales y conchas. Arriba, tres conchas más grandes acompañadas del sol y la luna. En el muro interior se halla el arco escarzano apoyado en pilastras que dan paso al recinto del altar y cuya archivolta luce molduras y motivos que armonizan con los arcos del portal. Un alfiz enmarca el arco que distingue la sillería del resto del muro que estaba encalado. El recinto del altar es rectangular y en él se conservan restos de un retablo de madera, de un tipo barroco estípite. A los lados del altar hay restos de pinturas con imágenes sagradas que están a punto de perderse. La capilla fue concluida en 1619, según está fechada; fue restaurada en el año de 1962, cuando se derrumbó la que se le había anexado y dejándola en su estado original, cuyo portón fue colocado, 134


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con su arco de medio punto, en la parte norte del recinto que da a la calle Tariácuri. Capilla de Guadalupe, dedicada a la Virgen del Tepeyac, se encuentra al extremo oriente de la población, en la comunidad del Ojo de Agua, cuya primera mención se hace de ella a fines del siglo XVIII. Su decoración interior se hizo en el presente siglo, como la bóveda de madera y el retablo del altar mayor. Templo de San Pedro Apóstol, en Cucuchucho, cuyas noticias más antiguas son de finales del siglo XVIII, en que se describe como "una nave con paredes de adobe, techo superior de tablas, tejado de tejamanil, pieza separada de sacristía, coro alto al que se sube por una escalera de desván. De tierra el pavimento; lo material del edificio en buen estado, y con sólo tres altares formales y otros tantos retablos chicos dorados", según dice la Inspección Ocular de Michoacán, que se restauró en el año de 1947, cuando también se trabajó en la fachada, conservándose algunas partes de la misma. Capilla de Nuestra Señora de Guadalupe, en Cucuchucho, lo que fuera la capilla del hospital y dedicada a la Inmaculada Concepción, se ha transformado en Santuario de la Virgen de Guadalupe y se ubica casi al centro de la población. Su fachada es muy sencilla. Dos pilastras toscanas reciben el medio punto de cantera que da acceso al interior, y arriba la ventana coral con marco, repisa y dintel escarzano que luce la fecha de su reconstrucción, del 15 de junio de 1893. El frontis culmina con el triángulo resultante de la cubierta a dos aguas con tejado. Las perspectivas que ofrecen estos atractivos son grandes, pues que no se han explotado hasta ahora y tienen todo el potencial necesario para convertirse en destino para muchos paseantes de la entidad, el país y el extranjero, con los antecedentes históricos de la región que convierten a nuestro municipio en una meta final para muchos. Problemática. Desgraciadamente, hasta el presente los más beneficiados con la afluencia del turismo, como son los artesanos, no han puesto nada de su parte para lograr la promoción y difusión de las artesanías o de los atractivos con que cuenta nuestro municipio, manteniéndose sin pensar en invertir para poder obtener mejores ingresos con un mayor flujo de visitantes. 135


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Deportes Tzintzuntzan tiene una historia muy corta en el campo de los deportes, dado que hasta las décadas más recientes se ha contado con grupos organizados de deportistas y cuyos resultados se vieron incrementados a su máximo en las décadas de los sesentas y setentas, al lograr un reconocimiento en la región por sus equipos, tanto de fútbol como básquetbol. Básquetbol. Los primeros intentos de formación de equipos data de la década de los cincuentas, cuando los jóvenes de entonces integraron quintas que hicieron de la plaza pública su centro de operaciones en la práctica del básquetbol, en cancha con piso de tierra y lograron buen nivel de competencia en la región. Vóleibol. Otros campos del deporte en el que participaron los tzintzuntzeños fue el vóleibol, aunque más como pasatiempo que como competencias, pero que sí motivaron la formación de varios equipos. Atletismo. Hasta ahora, ha sido poco lo que se ha hecho por esta disciplina deportiva, aunque ha habido quienes se han ocupado por ella como es el caso de Abel Pérez, quien en forma personal y con el apoyo de amigos y conocidos, ha mantenido una carrera atlética que se realiza el 12 de diciembre, dentro de las festividades de la Virgen de Guadalupe que, con interrupciones, se viene llevando a cabo desde el año de 1893. Infraestructura Dentro de la infraestructura urbana, en Tzintzuntzan se puede hablar de que en el municipio existen, según el censo de 1990, 2,045 viviendas, de las cuales 2,045 son particulares ocupadas por 11,436 personas, con promedio de 5.59 personas por vivienda y 1.85 ocupantes por habitación. De esas 2,045 viviendas particulares, 21 tienen paredes de lámina de cartón o materiales de desecho, 155 tienen techos de lámina de cartón o material de desecho; 1,118 tienen piso diferente a tierra; 134 son de un solo cuarto, y 455 tienen dos cuartos que incluyen la cocina. Restaurantes, cuyos antecedentes los encontramos por el año de 1977-1978, cuando Armando Saldívar intentó poner a funcionar un 136


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pequeño servicio de restaurante en su casa de la Calzada de las Yácatas, pero que no mantuvo más que unos pocos meses y cerró ante la inoperancia del mismo, tanto por la falta de incentivos, como por la inexperiencia en dicha actividad. Posteriormente se abrió lo que se llamó La Mansión del Rey Purépecha, en terrenos de Las Pilas, cuyos propietarios no era de la región y se mantuvieron por un buen tiempo, hasta que los empleados que trabajaban allí los hicieron desistir, ante la puesta en marcha del plan de exigencias como mejoría de salarios, mejores condiciones de trabajo y llegando hasta las huelgas y paralización de las actividades. Hoteles, cuyo antecedente más antiguo se remonta también a los años de 1877-78, cuando Teófilo Saldívar construyó un pequeño hotel con varias habitaciones que mantuvo en servicio por varios años, hasta que tuvieron que cerrar ante la falta del personal necesario para la adecuada atención de los huéspedes, cuya infraestructura aún se conserva aunque no en funciones como debiera ser, ante la falta que hace dicho servicio en el municipio y en especial en la ciudad de Tzintzuntzan. A este servicio se unió la señora María Luisa Arriaga, con sus Cabañas de Tzintzuntzan, que desde la década de los ochenta se ha mantenido con su oferta de hospedaje, aunque son insuficientes para la demanda que hay de lugares para pernoctar en la región, sobre todo en determinadas fechas del año en que son insuficientes los establecimientos de este giro en la entidad entera. Perspectivas existen en este renglón, pues está todo por hacer y mucho por conseguir, pues el municipio cuenta con los atractivos suficientes y necesarios para convertirse en una potencia turística, que incluso se ha puesto en evidencia con la llegada de capitales foráneos, mismos que no han dado los resultados que se habían previsto.

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CAPÍTULO DÉCIMO SÉPTIMO Comunidades del Municipio En este capítulo se dedicará un párrafo al menos a cada una de las comunidades del municipio, en su situación actual, a fin de dejar un testimonio de lo que hay en estos momentos en cada una de ellas, ya que a lo largo de nuestro texto se han dado datos de los tiempos idos. Tzintzuntzan Esta es la ciudad prehispánica que fungió como capital del gran imperio michoacano que, a lo largo del tiempo ha ido decayendo, como casi todas las poblaciones de la provincia y actual Estado de Michoacán, pero que de su antiguo esplendor no le queda más que el título, como lo han manifestado los historiadores a lo largo de los últimos tiempos. Sin embargo, fue una de las 3 ciudades que se mantuvieron a lo largo de la época colonial, junto a Pátzcuaro y Valladolid. En su suelo se inició la evangelización del estado y el occidente de México, a partir del convento franciscano que se estableció en este lugar. El emplazamiento actual tuvo su origen a finales del siglo XVI, pues hasta entonces la gran ciudad había estado ubicada en las faldas de los cerros Tariaqueri y Yahuarato, por lo que allí quedan los vestigios de la ciudad prehispánica. De la misma forma, le queda el conjunto arquitectónico de la época colonial y que muestra la grandeza de la ciudad de entonces. Hasta los sesentas, muchas casas aún mantenían sus techos de tejamanil o cartón, y la mayoría tenía muros de adobe enjarrado y pintado a la manera tradicional, con zapolín y cal. Por ello en la actualidad nos encontramos con una ciudad diferentes a lo que era hace apenas tres décadas, con una urbanización muy completa y sus casas habitación más nutridas en su emplazamiento antiguo. 138


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En la década de los sesentas se hicieron las primeras casas de dos pisos, que en los años recientes se han multiplicado ante la falta de espacios de que antes disfrutábamos; lo mismo que se incrementa día a día la utilización de concretos y tabique en las construcciones, perdiendo cada vez más su aspecto típico que le valió su declaración, en la década de los setentas, como Población Típica. No fue sino hasta los setentas cuando se fundó una pequeña colonia cercana al panteón, con la que inició su ampliación territorial para dar forma a la Colonia Lázaro Cárdenas, posteriormente la Tzintzuntzita y finalmente la de El Llanito. Ichupio La comunidad de Ichupio (etimológicamente tiene los significados de ichupe, lugar donde se extiende algo, o Ichupio, lugar de cargadores), se localiza inmediatamente al poniente de Tzintzuntzan, por la brecha que circunda el lago de Pátzcuaro. Se supone que la integran los restos de lo que fue uno de los barrios de la ciudad prehispánica de Tzintzuntzan, aunque por diversas causas se ha visto disminuida su población en diferentes momentos de su historia, por lo que aún sigue siendo un núcleo poblacional pequeño, pero que lucha por la superación de su entorno y su gente. Actualmente cuenta con los servicios de electricidad, capilla dedicada a San Isidro Labrador, cancha de básquetbol para la práctica del deporte por parte de sus jóvenes y está a punto de conseguir la introducción de la red del agua potable y el servicio de telefonía. Tarerio Etimológicamente, Tarerio tiene los significados de tare, instrumento de labranza, e io, lugar de, por lo que podría ser lugar de labradores, asimismo, puede venir de Tareri, alicante, y o, locativo, por lo que significaría lugar de alicantes, o de Tare, viejo, y el locativo rio, que también podría ser lugar de viejos. Se encuentra ubicada al poniente de la anterior, por la ribera del Lago de Pátzcuaro y se supone que formó la parte más occidental de la antigua ciudad de Michoacán. 139


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A lo largo de la historia ha sufrido modificaciones su vecindario, por lo que se ha mantenido entre las pequeñas comunidades del municipio. Cuenta con servicio de luz eléctrica y se comunica con el resto del mundo a través de la brecha que circunda el lago y le falta el servicio de agua potable en sus viviendas. Ucazanástacua Su etimología, según los entendidos, vendría de ucaz, árbol de flores aromáticas llamado ucaz, y anástacua, donde está la vuelta del camino, por lo que vendría a significar "en donde está el ucaz en la vuelta del camino". Es la comunidad que se encuentra en la punta de la península que forma el lago de Pátzcuaro alrededor del cerro Tariaqueri y tiene una gran panorama sobre gran parte del lago, desde donde se contemplan las islas del lago que están casi al frente. Por tradición se ha dividido en dos barrios que se denominan Ucazanástacua o barrio de La Punta y El Espíritu, o barrio de la capilla, por lo que en ocasiones se nombra indistintamente o se hace referencia a dos comunidades distintas. Cuenta con luz eléctrica desde la década pasada, pero carece de agua potable en los hogares. Isla la Pacanda Isla situada al centro del lago de Pátzcuaro, al norte de las demás y perteneciente al municipio de Tzintzuntzan con categoría de tenencia. Esta es una isla que se encuentra habitada desde la época prehispánica, bastante importante en los días de los señores Vapeani II y Pauácume II, pues cuando entraron en contacto con los habitantes del lago, encontraron que en Pacandan había un gran cu. En ella se adoraba a dioses como Chupi-tirípeme y otro Unazihírecha y su hermana Camauáperi y otros muchos dioses, y el señor de ella era Zuangua. A él le siguió su hijo Uarápeme, que fue conquistado por los formadores del imperio michoacano. 140


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Ya unificada la capital del imperio en Tzintzuntzan, sus emperadores repartieron su tesoro en varios lugares, por lo que a la llegada de los españoles de allí sacaron "cuatro arcas de rodelas de plata fina". La Vinata Esta es una pequeña comunidad que se ubica entre Ucazanástacua y Cucuchucho que, según parece, se formó el siglo pasado a partir de la integración de una Vinata para la explotación de los magueyes, hacia 1845, donde se quedó y que también es conocida como La Granada. Cucuchucho La etimología de Cucuchucho viene de cucuche, tecomate, y cho, de abundancia, lo que vendría a tener el significado de "lugar de tecomates", y es una de las comunidades de Tzintzuntzan ubicada en la parte posterior del cerro Tariaqueri, en relación a la cabecera municipal, pero al borde del lago de Pátzcuaro, por lo que tradicionalmente su gente se ha dedicado preferentemente a la pesca y a la manufactura de cestos de chuspata y tule, así como a los petates de tule. Se supone que es una de las comunidades de la época prehispánica y de acuerdo a su localización, podría corresponder a uno de los barrios de la antigua Ihuatzio por lo que en las épocas remotas no aparece su nombre en ninguna ocasión. Su categoría política es de tenencia y en 1980 contaba con 575 habitantes. Su población ha ido aumentando poco a poco, por lo que para 1930 tenía 329 habitantes, en 1950 tenía 440. Su templo principal está dedicado a sus santos patronos, San Pedro y San Pablo, a quienes se les dedica una gran fiesta con motivo de su día, con música, danza, fuegos artificiales y jaripeos. También cuentan con una capilla del antiguo hospital, dedicada a la Virgen de Guadalupe, a quien se le dedica su fiesta el día 12 de diciembre, con música, danza y fuegos artificiales. Otra de las grandes tradiciones populares de Cucuchucho es sin duda la Noche de Muertos, que se realiza con las tradicionales ofrendas 141


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a los difuntos en el cementerio local, durante la noche del primero al dos de noviembre, con todo el sabor tradicional de nuestros pueblos. Cuenta con un importante grupos de chirimías (pifaneros), que representan uno de los más originales grupos musicales de épocas pasadas. También cuenta con un grupo de danza de los viejitos y una banda de música. Ihuatzio La etimología del nombre proviene de huatzi, coyote, y la o, locativa, por lo que vendría a ser lugar del coyote, por haber sido su dios tutelar este animal. Se encuentra ubicado en la península Tariácuri, en los 19º 33' de latitud norte y 101º 29' de longitud oeste del Meridiano de Greenwich, a una altura de 2,220 msnm y con una extensión aproximada de 1.5 km. Ihuatzio es una de las tenencias del municipio de Tzintzuntzan y se localiza a 9 kilómetros de la ciudad de Pátzcuaro, unido al resto de la humanidad a través de una carretera pavimentada a 5.5 Km. del entronque de la carretera Quiroga-Pátzcuaro. La población tiene sus antecedentes en la época prehispánica cuando junto con Pátzcuaro y Tzintzuntzan formó parte del asiento de los poderes del gran reino que había integrado Tariácuri. La traza podría definirse como retícula irregular, que se adapta a la topografía del lugar, y que es el resultado de su estrecha relación con el lago. La ladera sobre la que se emplaza el poblado está compuesta casi en su totalidad por roca de color negro. Esto le ha proporcionado un aspecto peculiar, ya que las construcciones, en combinación con los muros de adobe de color blanco, establecen un contraste matizado con el color de las techumbres de barro naranja. El esquema general consta de tres calles principales, más o menos de tres kilómetros de largo, paralelas a la costa, que son atravesadas a su vez por otras tres calles importantes que conducen al lago. De las calles principales se desprenden callejones que, por un lado descienden al lago y por otro ascienden hacia el norte para conectar con la zona menos densa del poblado. 142


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En un nivel más bajo, sobre el lado poniente del conjunto religioso, se encuentra la plaza pública, que se compone de una cancha de básquetbol, un pequeño kiosco, los edificios del poder público y la Sala de Cultura. A la plaza llegan dos calles a través de escalones y está, como la mayoría del pueblo, fuertemente arbolada por eucaliptos, cedros y jacarandas. Las calles principales se encuentran empedradas, recientemente remodeladas con cemento ahogado, aunque son generalmente estrechas, a excepción de la entrada principal del pueblo que se pavimentó el año de 1995. Santiago Tzipixo Pequeña población que se formó con el reparto que se hizo de los terrenos comunales de su nombre, entre gente de Ihuatzio, a partir del año de 1878 y que pertenece a la tenencia de Ihuatzio. Tziranga Esta es una de las haciendas que se formó desde el siglo XVII, con tierras de la comunidad de Ihuatzio, que en los siglos siguientes aparece como una casa de pescadores. En el siglo pasado (1848), los habitantes de Ihuatzio la compraron a Francisco Alcocer y Miguel Jáuregui, terrenos que se repartieron en el año de 1868. Sanabria Una de las primeras estancias que se formaron en la región, desde 1600 y que por muchos años perteneció a los frailes agustinos del convento de Pátzcuaro, cuyos productos eran abundantes durante los primeros siglos de la colonia y que seguía en su poder aún en el siglo XVIII. Pasó a diferentes manos, hasta que en el presente siglo perteneció a la descendencia del coronel Jesús Villanueva, cuyas tierras fueron divididas para formar un ejido en los años treintas, cuyos ejidatarios 143


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mantienen sus propiedades, mientras que el casco de la hacienda sigue vigente y actualmente se encuentra instalado en él un restaurante. Cuenta con energía eléctrica, agua potable y escuela primaria. Las Cuevas Una de las antiguas haciendas que se mantuvieron durante la mayor parte de la Colonia, hasta la primera mitad del presente siglo, como parte importante de las propiedades de la familia Arriaga, junto con Chapultepec, El Molino de San Rafael y Los Corrales. Nuevo Rodeo Núcleo poblacional que se formó como consecuencia de la integración del ejido de Tzintzuntzan, cuyos habitantes adquirieron las tierras de sus iniciales poseedores, por lo que integraron la comunidad a mediados del presente siglo. Por eso, es una de las comunidades recientes en el municipio. Molino de San Rafael Una de las haciendas que aparece ya desde el siglo XVII, junto a Chapultepec, que se conservó durante toda la época colonial y aun a principios del presente siglo y fue repartida como ejido en la primera mitad del presente siglo, por lo que no ha quedado más que el casco de la misma. Hacia 1631, la hacienda pertenecía a los Rueda, en que tenían un desarrollo ganadero. Poco después pasó a poder de Álvaro Díaz Barriga, y para 1679 pertenecía a Nicolás Ponce de León y Cárdenas. El Jagüey Este es un núcleo poblacional que se integró en base al reparto agrario de mediados del presente siglo, con parte de las propiedades de la familia Arriaga en la hacienda de Chapultepec y Molino de San Rafael,

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Los Corrales Una de las haciendas más antiguas del contorno, que formaron parte de las propiedades de la familia Arriaga, integrada por los antiguos peones de dicha hacienda. Al no querer participar en el reparto agrario obtuvieron sus pequeñas propiedades integradas prácticamente por los solares, mientras que el resto de la antigua hacienda fue repartida para formar el ejido de Fontezuelas, que tiene circundado al núcleo poblacional de Los Corrales. Santa Cruz Aún existe la hacienda de los Mendoza, cuyo propietario actual es José Verduzco Mendoza. En su suelo nació el que fuera arzobispo de Michoacán, José Ignacio Árciga Ruiz de Chávez(1830-1900). Coenembo Como rancho, Coenembo aparece en la historia ya desde la lejana fecha de 1631, dedicado a la agricultura por sus dueños. En 1937, los habitantes de Coenembo piden se les dote de tierras para ejido, para lo cual proponen se afecte las propiedades de la señora Soledad Trovar, con predios de La Sauceda y La Joya de Atzimbo, mientras que de Javier Torres pedían se afectara el rancho de San Diego. El Pozo Pequeña ranchería que se integró en los terrenos de la hacienda de los Mendoza, que en la actualidad cuenta con agua potable, aunque deficiente en el servicio, escuela primaria y una pequeña capilla para sus actividades religiosas. En su mayor parte, sus habitantes varones suelen pasar gran parte del tiempo emigrados en los Estados Unidos, por lo que su población parece estar desierta. 145


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Puerta de Coenembo En 1990 sus habitantes eran 30 (16 hombres y 14 mujeres), de los cuales 3, de entre 6 y 14 años, sabían leer y escribir y 3 no sabían; 8, de más de 15 años, eran alfabetas y 5 eran analfabetas. La Noria En 1990 tenía una población de 62 (34 hombres y 28 mujeres) habitantes, de los cuales 11, de entre 6 y 14 años, sabían leer y escribir, 8 no sabían; 17, de más de 15 años eran alfabetas y 17 eran analfabetas. El Tigre Población situada al extremo oriente del municipio, que se formó desde hace varios siglos alrededor de la hacienda de su nombre, que para principio del siglo pertenecía a José María Torres Ortiz y se encontraba entre las más extensas de la región. En el año de 1949 se formó el ejido de su nombre con tierras de la hacienda que entonces pertenecía a los sucesores de su antiguo dueño. Sus habitantes han buscado la mejoría de su situación económica y desde hace unos años se han dado a la tarea de integrar adecuadamente su plaza cívica en el centro de la población. En su suelo se ha mantenido, desde hace varios años un seminario de estudios humanísticos, que ha ayudado a la superación general de la población. Los Granjenos Una comunidad situada al sureste de Patambicho, hacia el oriente del municipio, que para 1990 contaba con 19 habitantes. Patambicho Poblado que por su nombre da la idea de haber sido establecido desde la época prehispánica, que probablemente haya estado integrado a la 146


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capital del imperio Tzintzuntzan, por lo que no aparece en la historia hasta el presente siglo. En la comunidad se han integrado varios talleres de trabajos de cantera, en los que se han distinguido algunos de sus habitantes. Ocurio Esta es una de las comunidades que corresponden a los emplazamientos prehispánicos de los barrios de la ciudad imperial de Tzintzuntzan, que con el tiempo cambió de emplazamiento, un poco más al norte del que tenía anteriormente. Ojo de Agua Una comunidad que corresponde a lo que antiguamente era el barrio de La Querenda, por lo que su origen se encuentra antes de la conquista, estando un poco hacia el sur de su localización de ahora. Su actual emplazamiento debe haberse ocupado a finales del siglo XVI, cuando se hicieron las nuevas congregaciones. Es probable que desde esos tiempos tengan su capilla dedicada a la Virgen de Guadalupe, porque ya para 1790 aparece como parte de los edificios religiosos con que contaba la ciudad de Tzintzuntzan. Colonia Tzintzuntzita Un asentamiento humano de reciente creación; podríamos decir que es el Benjamín del municipio, que nació a raíz de la búsqueda de un espacio para la venta de las artesanías de los habitantes de Tzintzuntzan, por lo que pidieron a la representación de bienes comunales y se les concedió a partir del 18 de marzo de 1978, aunque se instalaron con fecha del 1 de julio de 1990, por lo que apenas han cumplido su quinto aniversario en el lugar. A la fecha existe una población aproximada a los 100 habitantes, y cuentan para su bienestar con una escuela primaria atendida por el INI, que en el ciclo 1995-96 contó con una asistencia de 19 alumnos; obtuvieron el servicio de electricidad en el año de 1992, así como el 147


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agua y actualmente han dado los primeros pasos para integrar su propia capilla para los servicios religiosos.

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CAPÍTULO DÉCIMO OCTAVO Personajes y familias de Tzintzuntzan

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N ESTE CAPÍTULO,

dejamos espacio para integrar un pequeño diccionario de los personajes destacados de Tzintzuntzan, así como de las familias que han vivido en su suelo, entre las que destacan algunas desde la época prehispánica y descendientes de quienes formaron el gran imperio michoacano, para verse aumentadas con las llegadas con la conquista que, al final, en el presente siglo luchan unidas por la superación de sus comunidades. Personajes de la historia Taríaran (El señor del viento). Es el primer personaje con que se encuentran los purépechas a su llegada a las riberas del Lago de Pátzcuaro. Dirigía un reino teocrático, por lo que era sacerdote-rey y había edificado su cu a Xarátanga, diosa tutelar de Tzintzuntzan por el siglo XII de nuestra era. A él le toca emigrar con la diosa, por la profanación de sus atuendos y deja desierta la ciudad de Michoacán (Tzintzuntzan). Tzurumban (El del cuello cónico). Sacerdote-rey de Taríaran (Tzintzuntzan); en el siglo XIII era sacerdote de Xarátanga, que se enfrenta a Tariácuri cuando se estaba haciendo fuerte en Pátzcuaro y a quien hace huir de su población. Por indicaciones de una tía suya, Tariácuri se casa con una hija de Tzurumban, con lo que se reconcilian y de cuyo matrimonio nace Hirquíngare, que será, junto con sus primos Hirípan y Tanganxoan, los formadores del imperio michoacano. Hiuacha. Sucesor de Tzurumban, dirige los destinos de Taríaran en el siglo XV, pero es conquistado por el hijo y sobrinos de Tariácuri, con lo que Tanganxoan logra hacerse de más amplios terrenos en Michoacán (Tzintzuntzan). 149


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Utúcuma. Principal que ayudó en la conquista del imperio michoacano, en la expansión del reino. Conquistó varios lugares. Pedro Cuiniarángari. Gobernador. Nació en Tzintzuntzan, primo de Tanganxoan II. Era el Angatácuri (gobernador) a la llegada de los españoles, por lo que le tocó levantar gente de guerra para combatirlos y fue a encontrarlos a Taximaroa cuando llegó Cristóbal de Olid, donde fue tomado preso y dejó de enfrentarse a los conquistadores y más bien los ayudó. Fue enviado por Olid con las primeras cargas del oro saqueado de Michoacán, para Cortés, a quien encontró en Coyoacán. Fue el encargado de dar muerte a Timas, que había querido matar al cazonci. Convertido al cristianismo, tomó el nombre de Pedro, con cuyo nombre se le ha conocido en la historia, dado que a la muerte del cazonci él fue el que quedó en su lugar, por ser "la segunda persona del Calzontzin, el señor más principal de la provincia, a partir de 1530, cargo que desempeñó hasta su muerte, en 1543. Ayudó a Vasco de Quiroga en el cambio de sede a Pátzcuaro y dio a éste los terrenos en donde se edificó el Hospital de Santa Fe de la Laguna. Francisco Tariácuri (El Characu). Nació en Tzintzuntzan. Sucedió a D. Pedro, que había entrado a reinar a la muerte de su padre. Murió sin descendencia. Este fue el último characu, quien debería haber gobernado el reino michoacano al morir Tanganxoan II. Aprendió la doctrina cristiana en el monasterio de San Francisco de la provincia de Michoacán. Antonio Huitziméngari Mendoza y Calzontzin (El déspota ilustrado). Nació pocos años antes de la conquista en Tzintzuntzan. Estudió primeramente en el convento de Tzintzuntzan y pasó a la ciudad de México en donde vivió por algunos años en la corte virreinal, en donde aprendió el castellano y el latín, además de formar parte de los pajes del palacio. Al abrir sus puertas el colegio de estudios del convento de Tiripetío, bajo la dirección de Fr. Alonso de la Veracruz, ingresó a dicha casa de estudios, en donde instruyó en el purépecha a su maestro, mientras que él aprendió el latín, griego y hebreo, por lo que llegó a ser un gran humanista a quien se le atribuyen traducciones 150


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de los evangelios y un devocionario, así como una historia de la gentilidad, que desgraciadamente permanecen inéditos. Con Vasco de Quiroga, se cambió a Pátzcuaro, en donde vivió y logró llegar a gobernador. En 1545, ya como gobernador, se queja de que toda la provincia se había puesto en la corona real sin dejarle a él siquiera algunos pueblos para su sustentación. El rey le hizo merced de 300 pesos de oro de minas y por cédula del 25 de junio de 1548 insistió en que se le pagase dicha cantidad, tanto a él como a un hijo suyo, de los tributos de la provincia de Ávalos, como lo había tenido su hermano hasta su muerte. Aparte de lo anterior D. Antonio recibía plata, piedras preciosas y otros objetos de valor y servicios, por vía de tributo y reconocimiento de los señores y antiguos vasallos de su padre. A partir de 1554 se hizo cargo de los pueblos de la laguna, que había tenido en encomienda Juan Infante, los cuales desde entonces le pagaron tributo. Poseía un molino por el rumbo de Opopeo y en 1560, con otro español, inició la explotación de un ingenio de azúcar llamado Tomendán. Participó en la campaña contra los chichimecas rebeldes y después contribuyó a probar tres villas en el camino de Michoacán a Zacatecas (entre ellas San Felipe). Hacia 1550 inició el camino de Zitácuaro a Acámbaro y poco después el que conducía a las minas zacatecanas, a fin de que pudiera ser carreteado su producto. Pablo Huitziméngari (El príncipe cristiano). También llamado Pablo de Guzmán Huitziméngari. Al quedar huérfano muy pequeño, se le asignó como tutor a Alonso Gómez, quien pronto fue sustituido por Cristóbal López y éste a su vez, por malos manejos de la hacienda del príncipe, por Pedro de Abrego, quien tuvo que luchar contra el anterior y contra Pedro de Arellano, corregidor de Pátzcuaro, por las posesiones reales. Por otra parte, tuvo que enfrentar a su propio medio hermano, Juan Bautista Huitziméngari, quien le disputó su primacía en las herencias. En esto, mientras Pátzcuaro le profesó una gran lealtad, Tzintzuntzan se puso de parte de D. Juan. María Cahtacua. Hija de Tanganxoan II, nació en Tzintzuntzan y fue mujer de Alonso Ecuángari, quien estuvo junto al último Cazonci 151


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hasta el fin de su vida y quien recibió la consigna de llevar sus cenizas a Tzintzuntzan a su muerte. Diego Tomás Quesúchigua. Hijo de Tanganxuan II, aunque se le menciona como ilegítimo. Nació en Tzintzuntzan. Peleó y venció a los chichimecas en compañía de Hernán Cortés, al que prestó ayuda inapreciable con dinero y hombres. En premio a sus servicios, el emperador lo declaró hijodalgo, por cédula del 12 de agosto de 1532, reconociéndolo como cacique y principal de los caciques de la provincia de Michoacán y lo nombró capitán general de la frontera de guachichile, haciéndole merced de diez mil varas por cada viento para que pudiese hacer la fundación del pueblo de San Francisco de Pénjamo, por 1549. Josefa Antonia Gallegos Díaz de Nuestra Señora de la Salud (La Beatita de Pátzcuaro). 1688-1750. Nació en Tzintzuntzan el 1 de julio de 1688. Hija de Mateo Gallegos y María Díaz. Pasó a Cocupao y posteriormente Pátzcuaro, en donde se dedicó a ejercer la caridad en la forma más humilde que se pueda imaginar, donde se le conoció como La Beatita de Pátzcuaro, y después de su muerte como La Abeja de Michoacán. Allí tuvo la idea de fundar un convento de monjas dominicas, lo que le comunicó a su confesor, José Antonio Eugenio Ponce de León, quien la reprendió por la imposibilidad del proyecto. Sin embargo, sin que supiesen nada de esta idea, algunas personas prominentes de Pátzcuaro llamaron a su vez al padre Ponce de León y le expusieron el proyecto que consideraban necesario: fundar un convento de monjas dominicas en Pátzcuaro. El asombro del padre fue grande y entonces se convenció de que la "basurilla", como se llamaba a sí la propia beatita, había recibido realmente una revelación divina. José Ignacio Árciga Ruiz de Chávez. Arzobispo. Nació en la comunidad de Santa Cruz, del municipio de Tzintzuntzan, el 19 de mayo de 1830 y murió en la ciudad de México el 7 de enero de 1900. Fue alumno del Seminario de Morelia, así como catedrático de matemáticas, física y teología en el mismo, y su restaurador en Celaya –a una con el rector D. Ramón Camacho--, después de la suspensión de 1859. De 1862 a 1866 es cura de Guanajuato, sin tener conflictos con el Gobernador Doblado y recibiendo de Maximiliano la Cruz de la Orden de Guadalupe. Fue luego canónigo magistral de Morelia y en 152


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1867 coadjutor de monseñor Munguía, a quien sucedió en el arzobispado a partir del 21 de diciembre de 1868. Gobernó el arzobispado durante 32 años con tanta efectividad, que se le ha llamado "El Segundo Padre de la Iglesia Michoacana". Vuelto del Concilio Vaticano, emprendió una obra restauradora, que fue amplia y tuvo por base la reiterada visita pastoral de las parroquias, que prolongaba en cada una de las ocasiones hasta por meses, explicando la doctrina cristiana, predicando el pueblo unciosamente y dando por sí mismo los ejercicios espirituales. El Seminario resurgió en magnífico edificio, con sus numerosas cátedras, rica biblioteca, gabinetes y observatorios, y gran cantidad de alumnos. Anexo a él fundó el Colegio de San Ignacio como internado de estudiantes pobres (1883) e instaló también allí la "imprenta y Librería de San Ignacio". Y de sus manos recibieron las órdenes sagradas unos 800 diáconos y 764 presbíteros. En vez del Colegio de Guadalupe, que fructuosamente sostuvieron las Hermanas de la Caridad hasta su expulsión en 1875, abrió en otro suntuoso edificio el Colegio Teresiano (1890). Y a su muerte estaba ya listo el edificio del Instituto Salesiano, para la niñez desvalida, esperando a sus directores. Muchos templos, desde el parroquial de Guanajuato hasta el parroquial de Pátzcuaro, fueron por él restaurador, y la catedral de Morelia dos veces decorada. En 1897 celebró el Primer Concilio Provincial Michoacano, con la idea de que se consignara entre sus cánones "las prácticas que habían dado vida a su acción episcopal". Y en 1899, muy enfermo ya, hizo la coronación pontificia de Nuestra Señora de la Salud. Murió junto al Tepeyac el 7 de enero de 1900. Filiberto Reyes Villagómez (1928-1964). Músico. Nació en Tzintzuntzan el 2 de junio de 1928 y murió en el Distrito Federal el 19 de octubre de 1964. Con sólo algunos años de educación primaria, se desempeñó en los oficios ordinarios de la gente de Tzintzuntzan, como fue el de leñador, en donde también inició su oficio de filarmónico en la banda de música del lugar, bajo la dirección de su tío Ponciano Villagómez tocando el "trombón de clavos", que le regaló su maestro. Recibió un reconocimiento de la banda de Zirahuén, por haber tocado como auxiliar emergente durante la Fiesta del Señor del Rescate 153


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en Tzintzuntzan con ellos, por lo que en 1952 se traslada a Morelia, aconsejado también por el trombonista Eloy Gochi, de Naranja de Tapia, Municipio de Zacapu, que tocaba en la Orquesta de Pablo Beltrán Ruiz, quien le sugirió probar suerte fuera de su ciudad natal. Ya en Morelia, formó parte de la orquesta del maestro Salvador Próspero, con lo que inició profesionalmente sus actividades musicales. Buscando mejores horizontes, se trasladó a la ciudad de Guadalajara en donde se dio de alta en el ejército mexicano, pasando de inmediato a formar parte de la Banda de Música de la 15ª Región Militar, en la que llegó a ocupar la posición de trombonista, hasta llegar a ser el solista, ahora tocando el trombón de vara. En su vida y por su actividad, llegó a obtener el grado de capitán del ejército mexicano, como solista de trombón de vara, obtuvo varios reconocimientos, militares, sociales, televisivos, radiofónicos y cinematográficos. Es autor del paso doble "Jaime Estrada", que se encuentra grabado en el disco de Bandas Militares, dedicado a otro destacado tzintzuntzeño que se dedicó al toreo. Plácito Pablo. Artesano. Nació en Cucuchucho, en donde fue llamado por D. Lázaro Cárdenas para que se hiciera cargo de las enseñanzas de las artesanías de tule en la Escuela de Artes y Oficios que había promovido en Tzintzuntzan 1928. Al llegar a dicho plantel, D. Lázaro le encomendó que buscara nuevas formas para la aplicación del tule a las artesanías, iniciando los tapetes y estrellas y ampliando cada vez más el número de figuras trabajadas con este material. Su creatividad lo llevó a participar en la Feria Internacional de Otawa, Canadá, en donde le fue otorgado un premio especial por su trabajo en 1966 al elaborar cristos de panikua. Con sus creaciones, obtuvo muchas distinciones en diversos lugares del Estado y del país, así como ha dado origen a una serie de manifestaciones artesanales, que han dado trabajo a numerosas familias en la región. Pedro Silva. Artesano. Nació en Ihuatzio en los últimos años del siglo pasado y desde su infancia se dedicó a la fabricación de artesanías tradicionales en su comunidad y, junto con tata Plácido, fue el creador 154


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de una serie de manifestaciones artesanales en Ihuatzio, aunque en forma plana, mientras que las de éste eran tridimensionales o en escultura. También, como el anterior, logró el reconocimiento internacional, por lo que fue invitado a varios países a presentar su trabajo, entre los que se encuentra Inglaterra, en donde fue entrevistado por una televisora. Julio Villagómez Calderón. Médico especialista en reumatología. Nació en Tzintzuntzan el 21 de noviembre de 1956. En su actividad docente, ha impartido numerosas conferencias y cursos sobre su especialidad, a partir del año de 1991, siendo en su oportunidad Presidente de la Sociedad Mexicana de Reumatología, Capítulo Michoacán. Familias indígenas Aunque conocemos poco de la época prehispánica y no tenemos noticia de los nombres de las familias que habitaron la ciudad en aquellos viejos tiempos, se sabe algo de los años ya inmediatos a la conquista, así como algunos nombres nos han llegado, a través de la historia, de los habitantes que tuvo Tzintzuntzan a través de la época prehispánica, cuyos descendientes siguen manteniendo su prestigio y actividad hasta muy entrada la época colonial, entre los que encontramos a Timas, Ecango, Quazequampare, Xamando, Xanaqua, Guangari, Huimaxe y Vibil, Nanuma,Cinácore, Cipaque, Juan de Ortega, Martín Bicha, Alonso, Ávalos, Gabriel de Castañeda, Bartolomé y Francisco, Pedro Cico y Lucas Miguel, entre otros muchos. Familias españolas A partir de 1523 comenzaron a llegar numerosas familias españolas a Tzintzuntzan que, como capital del reino michoacano, era el lugar más poblado y que presentaba las mayores comodidades para ese tiempo, por lo que ya para 1538 hay incluso algunos de ellos fungiendo como regidores y formando parte del cabildo. Como Luis Dávila, conquistador, Juan Borrallo y Alonso Rangel, regidores, quienes hicieron aclaraciones a Vasto de Quiroga de que 155


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Pátzcuaro no era terreno apto para ciudad de españoles, cuando éste estaba empeñado en cambiar su sede episcopal a la ciudad que pensaba fundar. Nicolás de Arriaga y Fernández, originario del pueblo de Salvatierra. En el pueblo de Ario desempeñó el oficio de lugarteniente de alcalde mayor y pasó a Tzintzuntzan por el año de 1673. El Lic. Buenaventura de Arriaga y Villegas, clérigo del obispado de Michoacán. Alejo López, en el año de 1783 aparece como apoderado de las tierras comunales de Tzintzuntzan, quien pide copia de la información sacada en el año de 1758. Los apellidos en el presente siglo A principios del presente siglo aparecen listas de personas que vivían en Tzintzuntzan, tanto descendientes de los primeros pobladores de las familias prehispánicas, cuyos apelativos aún subsisten, como descendientes de españoles que se mantenían desde siglos en estos lugares entre los que nos encontramos apellidos como: Cuiriz, Huape, Morales, Pérez, Chichipan, Estrada, Medrano, Ángel, Saldívar, Urbano, Calvo, Flores, Aparicio, Castellón, Farías, Villagómez, Alonso, Ortiz, Contreras, Hinojosa, Corona, Lara, Arriaga, Molinero, Guillén, Rendón, Molina, Maturino, Cervantes, Huetzen, Tzintzún, Zacapu, Huacuja, Reyes, Ramírez, Huipe, León, Cuín, Cira, Ávila, Victoria, Sixtos Cananeo, Enero, Vázquez, Marín, Custodio, López, Leandro, Margarito, Movellón, Picho, Jerónimo, Campos, Pablo, Nieves, Santiago, Trinidad, Nicolás, De Jesús, Francisco, Servín, De la Cruz, Gámez, Ponciano, Hipólito, Fuentes, Timoteo, Rangel, Ramos, Domingo, Rojas, Silvestre y Rodríguez.

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APÉNDICES Escudo de Armas de la Ciudad de Tzintzuntzan El Escudo de Armas de la Ciudad de Tzintzuntzan, está partido en tres cuarterones: en el de arriba están tres reyes tarascos pintados en pie hasta más abajo de la cintura, con sus reales vestiduras, cuyos nombres son: al centro el Rey Tzintzicha, el último gran caltzontzin con el cetro en la mano izquierda; al lado derecho está el rey Chiguacua, con un arco en la mano derecha y el cetro en la mano izquierda, y al lado izquierdo está el rey Chiguangua, teniendo una flor en la mano derecha y el cetro en la izquierda. En uno de los dos cuarterones que terminan el escudo, el derecho significa el triunfo de las armas españolas, donde se encuentran otros tres personajes en traje español, mientras que en el otro se nos muestra al gran Caltzontzin, Tzintzicha Tanganxoan, ceñida la cabeza con la corona y el cuerpo cubierto con la púrpura y armiño real, en ademán de persuadir a sus vasallos a que admitan la fe, presentándoles un crucifijo que tiene en su mano derecha, y en el de manifestar su poder, teniendo en su mano izquierda inclinada la hoja de su espada sobre sus dos cabezas y al pie tres templos, significando los cúes de los dioses antiguos o yácatas del rey, con una leyenda que dice "Caltzontzin pidió el bautismo y abrazó la verdadera Ley de Jesucristo". Un recuadro inferior nos presenta dos montañas como las que circundan a la ciudad, una de ellas rodeadas por las aguas del lago y en su cúspide un templo cristiano, aludiendo a la capilla de Santa Ana que estuvo en las faldas del cerro Taraqueri. Todo está enmarcado en medio de un arco de medio punto sostenido por columnas dóricas. La orla del escudo está floreada de azul, encarnada en oro. Lleva la corona imperial encima y a ambos lados se ven el sol y la luna, con dos estandartes apareados. El rótulo de abajo dije: "Armas del señorío de la Ciudad de Tzintzuntzan".

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Cédula Real de la Ciudad de Mechuacan, del 28 de septiembre de 1534. Don Carlos, por la Divina Clemencia Emperador siempre augusto Rey de Alemania, e doña Juana, su madre, por la misma gracia de él, Reyes de Castilla, de León, de Aragón, de las dos Cicilias, de Jerusalén, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mayorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarbes, de Gibraltar, de las Islas Canarias, de las Indias Orientales y Occidentales, Islas y Tierra Firme del Mar Océano, Condes de Barcelona, señores de Vizcaya y de Molina, Duques de Atenas y de Neopatria, Condes de Rosellón y de Cerdania, Marqueses de Aristán y de Gociano, Archiduques de Austria, Duques de Borgoña y de Brabante, Condes de Flandes, e de Tirol, etc.- Por cuanto somos informados, que la Provincia de Michoacán, que es en la Nueva España de nuestras Indias del Mar Océano, es tierra muy fértil y abundosa de mantenimientos, e otra cosas, e que no tienen otra falta sino de policía y juntarse los naturales de ella en pueblos donde la pueden tener, porque dizque andan muy desparramados por los campos, sin tener conversación alguna unos con otros. Agora habemos mandado que los dichos indios que viven fuera del poblado, se junten en un pueblo, porque a causa de estar así apartados, no pueden ser industriados en las cosas de nuestra santa fe católica, de que Dios Nuestro Señor es servido; y por la voluntad que tenemos que el dicho pueblo se ennoblezca, e otros pobladores se animen a ir a vivir a él, es nuestra merced, y mandamos, que agora y de aquí adelante se llame e intitule Ciudad de Mechoacan, e goce de las preeminencias, privilegios e inmunidades de que puede y debe gozar, por ser ciudad. Y encargamos al ilustrísimo Príncipe don Felipe, nuestro muy caro y amado nieto, e hijo, y mandamos a los Infantes, Ricoshomes, Maestres de las órdenes, Priores, Comendadores, alcaides de los castillos y casas fuertes y llanas, y a los del nuestro Consejo, Presidentes y Oidores de las nuestras Audiencias, Alcaldes e Alguaciles de nuestra Casa, y Corte, e Chancillerías, e a todos los Corregidores y Gobernadores, Alcaldes, Merinos, Prebostes, Veinticuatro Caballeros, Escuderos, Oficiales buenos de todas las ciudades, villas y lugares de los nuestros reinos y señoríos de las nuestras Indias, islas e tierra firme del Mar Océano, que 158


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guarden y hagan guardar y cumplir lo contenido en esta nuestra carta, e contra el tenor, e forma de ella no vayan, ni pasen, ni consientan ir, ni pasar por alguna manera, so pena de la nuestra merced, y de diez mil maravedís para la nuestra Cámara. Dada en Palencia, a veintiocho días del mes de septiembre de mil quinientos y treinta y cuatro años.- Yo, el Rey.- Fray García Cardinalis Seguntinus.- El doctor Beltrán.Licentiatus Suárez de Carabajal.- El doctor Bernal.- Licenciatus Mercado de Peñalosa.- Yo, Francisco de los Cobos, Comendador mayor de León, Secretario de sus Cesáreas Majestades, lo hice escribir por su mandado.- Registrador.- Bernadarias.- Por Chanciller.- Blas de Saavedra. (Tomada de Beaumont, Pablo, Crónica de Michoacán, T. II, Balsal Editores, Morelia, 1985, Pág. 401). Bula Pontificia de erección del Obispado de Michoacán PAULO, OBISPO, SIERVO DE LOS SIERVOS DE DIOS, PARA PERPETUA MEMORIA. Asistidos por la fuerza de Aquel que es dueño de los goznes mismos de la tierra, que gobierna los pensamientos de los hombres y que con su providencia genera y sostiene el orden del universo, juzgamos oportuno y necesario, en virtud del oficio que hemos recibido de lo alto, intervenir en los asuntos que pueden llevar un rayo de luz a quienes viven en tinieblas, para que puedan llegar al que es la luz verdadera, Cristo Jesús. Así, cuando lo exigen las necesidades locales y otras causas razonables, implantamos nuevas sedes y episcopales y nuevas iglesias, en dependencia y por gracia de la Sede Apostólica. Es así como puede aumentar el número de pueblos que presen adhesión a la iglesia militante. De esta forma podrá surgir, dilatarse y florecer la profesión de la fe católica y de la religión cristiana. De esta forma, en fin, llegará la luz aun a los lugares más humildes, y sus habitantes encontrarán un camino más expedito para obtener el premio de la eterna felicidad, sostenidos por el Señor y asistidos por prelados honorables. Por auspicios de nuestro carísimo hijo en el Señor, Carlos, Emperador Romano siempre augusto, rey de Castilla, de León y de 159


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Aragón, en los pasados años han sido descubiertas varias provincias en las islas de las Indias. Entre ellas se encuentra una, llamada "De Michoacán", cuyos habitantes han conocido la ley de Dios, y muchos de ellos son ya cristianos. Y es deseo del mismo señor Don Carlos, hombre de piadosa fe, que en dicha provincia de Michoacán se difunda el culto de Aquel que es dueño del orbe de la tierra y de cuanto en él existe. Es también nuestro deseo que sus habitantes sean conducidos a la luz de la verdad, que se procure la salvación de sus almas, y que, para ello, el pueblo llamado "Michoacán", de la citada provincia, sea erigido en ciudad, y su Iglesia, dedicada a San Francisco, se erija en catedral. En estas circunstancias nos, después de madura deliberación con nuestros hermanos y por consejo de los mismos ante la súplica humilde del emperador Carlos; para gloria y alabanza de Dios omnipotente; para honor de su Santísima Madre la Virgen María y para honor también de toda la corte celestial y exaltación de la fe católica, por la autoridad y el tenor de las presentes letras erigimos e instituimos en forma definitiva el mencionado pueblo en ciudad, y su Iglesia en Iglesia Catedral, bajo la advocación que ya tiene. Será sede de un solo obispo, que en breve será nombrado y habrá de presidirla. Cuando tome posesión de su sede, el obispo se dará a la tarea de ampliar la Iglesia, dándole forma de Catedral. Deberá predicar la palabra de Dios dentro de ella, en la ciudad y en la diócesis. Deberá empeñarse en la conversión de sus habitantes a la fe ortodoxa; una vez convertidos, deberá instruirlos, catequizarlos y darles la gracia del bautismo. A ellos y a todos los fieles que haya en la ciudad y en la Diócesis, aunque hayan de vivir allí por poco tiempo o solamente estén de paso, procurará que les sean administrados, por sí o por otro, los sacramentos de la Iglesia y los demás servicios espirituales. Podrá el obispo ejercer la jurisdicción, la autoridad y la potestad episcopales dentro de la Iglesia Catedral, en la ciudad y en la diócesis. Podrá también erigir e instituir dignidades, canonicatos y prebendas, con y sin cura de almas. Tendrá cuidado de establecer y apoyar otros cargos y oficios que respondan a las necesidades del culto divino y de la salvación de las almas, con tal de que sean sometidos, de acuerdo al Derecho, al parecer del metropolitano, el Arzobispo de Sevilla. Gozará del derecho de exigir y percibir diezmos, primicias y demás derechos, sin excluir la sede y la mesa episcopales, tal como lo hacen 160


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los obispos en España por costumbre o por fuerza del Derecho. Podrá exigirlos y percibirlos de todo lo que allí se produzca, con excepción del oro, la plata y demás metales, gemas y piedras preciosas, pues es nuestra voluntad que todo esto pase íntegramente a los reyes de Castilla y León. Le concedemos las insignias, jurisdicciones episcopales, privilegios, inmunidades y demás gracias que por derecho o por costumbre tienen las catedrales de España y sus prelados; estará en facultad de ostentarlas y usufructuarlas. Le asignamos como ciudad episcopal, el mencionado pueblo de Michoacán, erigido por nos en ciudad; como Diócesis, la parte de la Provincia del emperador y Rey Don Carlos, de los réditos anuales que a él le correspondan en esa Provincia, hasta el momento en que la mesa episcopal disponga de una cantidad equivalente a doscientos ducados. Finalmente, el emperador Don Carlos, como también los reyes de Castilla y de León, les otorgamos hoy y para siempre el derecho de patronato y el derecho de presentar personas idóneas para ocupar puestos y oficios, de la forma siguiente; al quedar vacante la Sede Episcopal, el derecho de presentar al Sumo Pontífice, con excepción de esta primera vez, candidatos idóneos para ese ministerio, en el término de un año; y el derecho de presentar el Obispo de Michoacán personas idóneas para las dignidades, canonicatos, prebendas y beneficios, ya se trate de otorgarlos subsiguientemente a su erección, o bien al quedar vacantes. A nadie sea permitido infringir esta página que consigna lo que hemos erigido, concedido, asignado y decretado. Será una temeridad oponerse a ella. Y si alguien tiene la presunción de atentar contra la misma, sepa que ha incurrido en la indignación de Dios Omnipotente y de sus santos apóstoles Pedro y Pablo. Dado en Roma, desde San Marcos, el año de mil quinientos treinta y seis de la Encarnación del Señor (6 de agosto) segundo de nuestro Pontificado. (Tomado de Vasco de Quiroga y Obispado de Michoacán, Arzobispado de Morelia, Págs. 22-24).

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Cédula Real del Título de Ciudad, de Tzintzuntzan del 3 de noviembre de 1593. Don Felipe, por la gracia de Dios Rey de Castilla, de León, de Aragón, de las dos Cicilias, de Jerusalén, de Portugal, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mayorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarbes, de Algeciras, de Gibraltar, de las Islas Canarias, de las Indias Orientales y Occidentales, islas y tierra firme del Mar Océano, Archiduque de Austria, Duque de Borgoña, de Brabante y Milán, Conde de Apsburgo, de Flandes, de Tirol, de Barcelona, señor de Vizcaya y de Molina, etc.Por cuanto por parte del pueblo de Tzintzuntzan, de la Provincia de Michoacán, en la Nueva España, se me ha hecho relación, que el dicho pueblo siempre fue cabecera de la dicha Provincia, y a donde residían los reyes de ella, y que de allí salieron a darme la obediencia con mucha paz y amor de toda la Provincia; como constaba por una información hecha en ella, que se presentó en mi Consejo de las Indias, suplicándome, ante de ello, y a lo que conviene, que el dicho pueblo vaya en aumento, y para esto se gobierne con policía y en forma de República bien ordenada, mandase darle título de ciudad. Y visto por los de mi Consejo de las Indias, y la dicha información, y una carta que sobre ella me escribió mi virrey de la Nueva España: acatando lo sobredicho, he tenido a bien, y así por la presente quiero, y es mi voluntad, que ahora, y de aquí adelante, para siempre jamás, el dicho pueblo sea y se intitule la ciudad de Tzintzuntzan, de la dicha Provincia de Michoacán; y, asimismo, quiero que sus vecinos gocen de todos los privilegios, franquezas y gracias de que gozan y deben gozar todos los otros vecinos de semejantes ciudades, y que ésta pueda tener el dicho título, y se ponga en todas las escrituras, autos y lugares públicos, y así se lo llamen los reyes que después de mí vinieren, a los cuales encargo que amparen y favorezcan esta nueva ciudad, y le guarden y hagan guardar las dichas gracias y privilegios, y mando a todos mis súbditos y naturales de mis reinos y de las dichas Indias, eclesiásticos y seculares, de cualquier dignidad, preeminencia y calidad que sean, que llamen e intitulen al dicho pueblo, la CIUDAD DE TZINTZUNTZAN, y que ninguno vaya, ni pase contra este mi privilegio, el cual hagan guardar todos, y cualesquiera Justicias de estos dichos mis reinos y de las dichas Indias, 162


TZINTZUNTZAN

como si en particular fuera dirigido a cualquiera de ellos, a quien fuere mostrado, y pedido su cumplimiento; de lo cual mandé dar la presente, firmada de mi nombre y sellada con mi sello, en San Lorenzo, a tres de noviembre de mil y quinientos noventa y tres años.- Yo, el Rey.- Yo, don Juan de Ibarra, secretario del rey nuestro señor, la hice escribir por su mandado.- Pedro de Ledesma.- Por el canciller.- Pedro de Ledesma. (Tomada de Beaumont, Pablo, Crónica de Michoacán, T. II, Balsal Editores, Morelia, 1985, Pág. 409). Decreto que le dio el título de "Ciudad Provincia de Tzintzuntzan". EL C. EPITACIO HUERTA, GOBERNADOR DEL ESTADO DE MICHOACÁN, A TODOS SUS HABITANTES. SABED: Que en uso de las facultades de que me hallo investido, he decretado lo siguiente. Núm. 170.- Artículo Único.- Siendo la población de Tzintzuntzan la primera Ciudad que llevó este nombre en la extinguida Provincia de Michoacán, para perpetuar este recuerdo en lo sucesivo se denominará LA CIUDAD PRIMITIVA. Y para que llegue a conocimiento de todos, mando se imprima, publique, circule y se le dé el debido cumplimiento. Palacio del Gobierno de Michoacán, Morelia, abril 27 de 1861. Epitacio Huerta.- Francisco Figueroa. Secretario. (Tomado de León, Nicolás, Historia, Geografía y Estadística de la Municipalidad de Quiroga, Pág. 41). Decreto de reerección del Municipio de Tzintzuntzan en 1930 PERIÓDICO OFICIAL DEL GOBIERNO CONSTITUCIONAL DEL ESTADO LIBRE Y SOBERANO DE MICHOACÁN DE OCAMPO. Registrado como artículo de segunda clase con fecha 26 de noviembre de 1921. Tomo LI, Morelia, jueves 2 de octubre de 1930. Núm. 26. 163


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PODER EJECUTIVO LÁZARO CÁRDENAS, Gobernador Constitucional del Estado Libre y Soberano de Michoacán de Ocampo, a todos sus habitantes hace saber que: El H. Congreso Local se ha servido dirigirme el siguiente Decreto: El Congreso de Michoacán de Ocampo decreta: Número 2. Artículo 1º.- Se erige en Municipio Libre la Tenencia de Tzintzuntzan de la actual jurisdicción de Quiroga; perteneciendo al nuevo Municipio las Tenencias de Cucuchucho e Ihuatzio, Isla de La Pacanda, hacienda Los Corrales y ranchos Molino de San Rafael, La Verdolaga, El Tigre, Las Pilas, La Noria, Uacazanástacua, Tarerio, Ichupio, Patambicho, Cuenembo, Puerta de Cuenembo, Santa Cruz y Las Cuevas. Artículo 2º.- Se segregan el Municipio de Pátzcuaro, las Tenencias de Cucuchucho e Ihuatzio; Isla de la Pacanda y ranchos La Verdolaga y Molino de San Rafael, y la hacienda Los Corrales. Artículo 3º.- Se segregan del Municipio de Quiroga, los ranchos de El Tigre, Las Pilas, La Noria, Uacazanástacua, Tarerio, Ichupio, Patambicho, Cuenembo, Puerta de Cuenembo, Santa Cruz y Las Cuevas. Artículo 4º.- La jurisdicción del nuevo Municipio de Tzintzuntzan seguirá perteneciendo electoralmente al 2º Distrito. Artículo 5º.- Se modifica la Ley de División Territorial en los conducentes. TRANSITORIOS. I.- Se autoriza al Ejecutivo del Estado para que con cargo a la partida número 154 "Gastos Imprevistos de Gobernación" desde la fecha y por el período que el mismo estime conveniente, ministre al Ayuntamiento de Tzintzuntzan, la cantidad de $100.00 mensuales para atender a su sostenimiento. II.- El Ejecutivo y Supremo Tribunal de Justicia del Estado, procederán desde luego a hacer el nombramiento de las autoridades respectivas. 164


TZINTZUNTZAN

III.- Los mismos Poderes dictarán las disposiciones que sean necesarias para encauzar la vida administrativa y judicial del nuevo Municipio. El Ejecutivo del Estado dispondrá se publique, circule y observe. Palacio del Poder Legislativo.- Morelia, a 19 de septiembre de 1930. Diputado Presidente, Enrique M. Ramos.- Diputado Secretario, J. Jesús Ordorica.- Diputado Pro-Secretario, Ernesto Ruiz Solís.Rubricados. Por tanto, mando se imprima, publique, circule y observe. Palacio del Poder Ejecutivo.- Morelia, a 24 de septiembre de 1930. El Gobernador Constitucional del Estado, L. Cárdenas. El Secretario General de Gobierno, Lic. Agustín Leñero.

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MONOGRAFÍA MUNICIPAL

BIBLIOGRAFÍA Archivos. Archivo General de Notarías de Michoacán. Títulos de Tierras y Aguas en la Época Colonial. Archivo Histórico de la Ciudad de Pátzcuaro. Ramos diversos. Archivo Histórico del Poder Ejecutivo de Michoacán. Ramos diversos. Archivo Municipal de Tzintzuntzan. Ramos diversos. Hemerografía. El Michoacano Libre, Periódico semanario, Año de 1830. El Relox y la Rosa, Revista, Núm. 2, año de 1990. La Voz de Michoacán, Diario, Año de 1983. Periódico Oficial. Diversos años. Uandari, El Semanario Michoacano, Revista, Nos. Del 1 al 9, 1990. Bibliografía: Álvarez Constantino, Jesús, Efemérides de Michoacán, en La Voz de Michoacán, año de 183. Alcalá, Fray Jerónimo de, Relación de Michoacán, Colección "Estudios Michoacanos", V, Versión paleográfica, separación de textos, ordenación coloquial, estudio preliminar y notas de Francisco Miranda Godínez, FIMAX Publicistas, Morelia, 1980. Anónimo, Relación de Michoacán, Reproducción facsímil con transcripción de José Tudela, Estudio preliminar de José Corona Núñez, Balsal Editores, Morelia, 1977. Anónimo, Visión ocular de Michoacán, Regiones central y sudoeste, Introducción y notas de José Bravo Ugarte, Colección Testimonia Histórica No. 2, Ed. JUS, México, 1960. Anónimo, El Obispado de Michoacán en el siglo XVII, Informe inédito de pueblos y lenguas, Colección de Estudios Michoacano, No. III, Nota preliminar de Ramón López Lara, FIMAX Publicistas, Morelia, 1973. Archivo General de la Nación, El Libro de las Tasaciones de los Pueblos de la Nueva España, Siglo XVI, Prólogo de Francisco González de Cosío, México, 1952. 166


TZINTZUNTZAN

Arzobispado de Morelia, Vasco de Quiroga y obispado de Michoacán, 1536-1986, Edición pastoral del 450 aniversario, Morelia, 1986. Basalenque, Diego, Arte de la Lengua Tarasca, seguido de la Toponimia Tarasco-Hispano-Nahoa de Cecilio A. Robelo, Editorial Erandi-Gobierno del Estado, Morelia, 1962. _______________ Historia de la provincia de San Nicolás Tolentino de Michoacán, Colección "México Histórico", No. 18, Ed. JUS, México, 1964. Beaumont, Fray Pablo, Crónica de Michoacán, 3 Tomos, Balsal Editores, Morelia, 1985. Bravo Ugarte, José, Historia Sucinta de Michoacán, 3 Tomos, Colección "México Heroico", No. 15, Editorial JUS, México, 1972. Cabrera V, Ma. del Refugio y Benjamín Pérez González, El Estado P'urhépecha y sus fronteras en el Siglo XVI, Gobierno del Estado, Morelia, 1991.

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MONOGRAFÍA MUNICIPAL

ÍNDICE Pág.

PRESENTACIÓN

5

PRÓLOGO

6

CAPÍTULO PRIMERO ASPECTO GEOGRÁFICO

8 8

CAPÍTULO SEGUNDO TZINTZUNTZAN EN LA HISTORIA ANTIGUA

20 20

CAPÍTULO TERCERO LA FORMACIÓN DEL IMPERIO MICHOACANO

32 32

CAPÍTULO CUARTO LA CAPITAL DEL IMPERIO MICHOACANO Y SU ENTORNO

38 38

CAPÍTULO QUINTO EL IMPERIO MICHOACANO Y SUS DOMINIOS

42 42

CAPÍTULO SEXTO LA CUNA DE LA CULTURA PURÉPECHA

51 51

CAPÍTULO SÉPTIMO LA CONQUISTA DE MICHOACÁN

65 65

CAPÍTULO OCTAVO LA EVANGELIZACIÓN Y EL OBISPADO DE MICHOACÁN

77 77

CAPÍTULO NOVENO ÉPOCA COLONIAL

84 84

CAPÍTULO DÉCIMO TZINTZUNTZAN EN EL SIGLO DÉCIMO NONO

92 92

CAPÍTULO DÉCIMO PRIMERO LOS INICIOS DEL PRESENTE SIGLO

96 96

168


TZINTZUNTZAN

CAPÍTULO DÉCIMO SEGUNDO EL RESURGIMIENTO DEL MUNICIPIO DE TZINTZUNTZAN

101 101

CAPÍTULO DÉCIMO TERCERO ACTUALIDADES MUNICIPALES

103 103

CAPÍTULO DÉCIMO CUARTO ESTADÍSTICA ACTUAL

106 106

CAPÍTULO DÉCIMO QUINTO FIESTAS Y TRADICIONES

110 110

CAPÍTULO DÉCIMO SEXTO PROBLEMÁTICA, POTENCIALIDADES Y PERSPECTIVAS

126 126

CAPÍTULO DÉCIMO SÉPTIMO COMUNIDADES DEL MUNICIPIO

138 138

CAPÍTULO DÉCIMO OCTAVO PERSONAJES Y FAMILIAS DE TZINTZUNTZAN

149 149

APÉNDICES

157

BIBLIOGRAFÍA

166

169


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