Uruapan

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RESUMEN: URUAPAN El Vergel Michoacano, o Paraíso de Michoacán, como merecidamente se denomina a Uruapan, es abordado aquí por una pluma docta pero accesible a todo tipo de lectores. Pese a lo mucho que hasta entonces se había escrito sobre Uruapan, faltaba una historia que recogiera lo disperso y lo hilvanara, como lo consiguió el doctor Francisco Miranda, entonces director del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de Michoacán. Con la experiencia directa de haber vivido en la ciudad y el apoyo de numerosos uruapenses, el autor tiene motivos para considerar que "Pátzcuaro es el mejor elogio a Michoacán cuyo ser mestizo le da la noble personalidad integrada de su herencia indígena y la inserción en ella de la sangre y la cultura hispánicas de sus grandes civilizadores". Durante el período colonial, dos figuras eminentes presiden la historia de Uruapan: Fray Juan de San Miguel, fundador de pueblos, y don Vasco de Quiroga, el primer obispo de Michoacán que tuvo un especial apego por ese hermoso terruño, que va cobrando importancia económica conforme avanza el tiempo virreinal, marcado por desgracia por la "terrible represión" ocurrida tras el motín de 1766. Con este antecedente, cabe presumir que Uruapan no fue contraria a la insurgencia, "pues todo la predisponía a apoyarla, ya que había sido precursora de ella y a tan alto precio, muchos años antes". Con este texto se tiene un fiel retrato de la ciudad "que está acostumbrada a la genialidad de los pinceles de los dos Manueles: Ocaranza y Pérez Coronado".


FRANCISCO MIRANDA

Monografía Municipal

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FRANCISCO MIRANDA

GOBIERNO DEL ESTADO DE MICHOACÁN 1979

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CRÉDITOS Coordinador General: Leopoldo Herrera Morales

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PRESENTACIÓN

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GOBIERNO DE MICHOACÁN edita esta serie de monografías municipales porque piensa que el conocimiento específico de uno de los municipios michoacanos contribuirá a una autoconciencia razonada de cada municipio, a un conocimiento más cabal del conjunto del Estado, a la divulgación de la belleza y los valores locales del terruño y a la mejor inteligencia del hombre en general. Estima, asimismo, que las monografías locales pueden ser un instrumento pedagógico de primer orden para iniciar a niños y adolescentes al través de su patria chica, a la que instintivamente aman, en la ciencia y el amor de la patria grande que es México, y porque está seguro que estas monografías fomentarán una acción social más consciente, vigorosa y audaz de los conglomerados municipales. Cada monografía se propone diseñar un conocimiento redondo de un municipio, aspira a la comprensión de sus hombres, al dibujo de su geografía, de su historia, de su economía, de su organización social, de su participación política y de su vida de relación con otras comunidades y busca la definición del municipio de que trata. Vamos a impulsar hacia un imperioso levantamiento espiritual los mejores hombres de cada lugar, que hoy están prisioneros del gravamen terrible del abandono y aislamiento. Vamos a hacerles saber a estos espíritus fraternos, perdidos en la inercia provincial que tienen en nosotros auxiliares y defensores. Vamos a tender una red de nudos de esfuerzo por todos los ámbitos michoacanos, red que a la vez será órgano de comunicación y órgano del estudio y conocimiento del hecho local y nacional; red, en fin, que forme un sistema nervioso por el que corran vitales oleadas de sensibilidad y, automáticas, poderosas corrientes de entendimiento y colaboración. Si alcanzamos estas metas, estaremos cumpliendo con el propósito esencial de esta serie monográfica y, a nivel estatal, colaborando en la realización de los propósitos nacionales expresados por el Presidente de la República, Licenciado José López Portillo. Finalmente, sobra decir que estas monografías no serán producto de una sola persona, sino de varias bien enteradas y muy distinguidas que nos han brindado su colaboración: sus escritos ó testimonios, así L

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como el resultado de sus investigaciones hechas sobre el pasado y la realidad actual. Morelia, Mich., septiembre de 1979 Carlos Torres Manzo Gobernador Constitucional del Estado

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PRÓLOGO JUSTIFICACIÓN NO PEDIDA

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se pregunten quién es el autor de esta Monografía sobre su ciudad y por qué un extraño se atreve a escribir sobre Uruapan, da su opinión sobre sus asuntos domésticos y les pone marco de referencia distintos a los que ellos están acostumbrados. Dar justificaciones es tarea obligada y ellas explican este estudio que ha debido urdirse en un tiempo extremadamente corto. El coordinador de este proyecto, profesor Leopoldo Herrera Morales, le pidió al autor su contribución al proyecto de Monografías Municipales deseado por el Gobernador don Carlos Torres Manzo y él aceptó con gusto contribuir con dos ó tres monografías. En agosto de 1978 apareció el estudio sobre Yurécuaro, el pequeño pueblo de las orillas del Lerma y ahora, a casi un año de distancia, ésta del mismo sobre el Vergel Michoacano. Ambas monografías han tenido su propia dificultad; para Yurécuaro hubo que rastrear escasos datos y componer con ellos su historia, tarea que el cariño al terruño hizo menos desagradable; para Uruapan el problema era inverso pues se imponía selección en las muchas fuentes de que se dispone tratando de conseguir una descripción que sin ser exhaustiva, diera razón de la historia de la ciudad. Alentando el propósito de dar a conocer Michoacán a sus propios habitantes para generar la conciencia de sus potencialidades, buscábamos, ampliar lo ya existente sobre la historia local. Vino al encuentro de nuestra inquietud el generoso mecenazgo del Gobernador michoacano que ordenó la elaboración de estas Monografías. Sobre los municipios que debíamos historiar, me tocó escoger el de Uruapan quizá porque allí fui a parar a mi regreso de Europa, después de una larga ausencia de siete años terminando mis estudios de historia. Me sentía orgulloso de su belleza que honraba a mi Estado y cuando tenía que enseñar algo de mi tierra orientaba a mis visitantes hacia allá, siempre la consideré cabecera de la región S FÁCIL QUE LOS URUAPENSES

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serrana a la que dediqué mucho tiempo y cariño en mis trabajos y adivinaba a Uruapan representativa del mejor mestizaje, en proceso, dentro de nuestro Estado. Sus habitantes nunca me hicieron sentir extraño a ella y su acogida calurosa, desde el primer momento, se ha prolongado en viejas y fieles amistades. Quizás todas y cada una de esas razones expliquen lo que ahora escribo. Este trabajo me ha conducido a uno más amplio sobre el origen y desarrollo del mestizaje en Michoacán que patrocina El Colegio de Michoacán, de reciente fundación en la ciudad de Zamora, donde trabajo como director del Centro de Estudios Históricos, a partir del presente año. Pocos son los que se han ocupado de escribir sobre Uruapan, aunque parezca extraño, quizás el primero que soñó en publicar su historia y dejó ricos apuntes para hacerla fue el licenciado don Eduardo Ruiz. Las páginas de sus libros están llenas de alusiones a la ciudad y en especial las de su "Guerra de Intervención" nos dan detalles de la vida cotidiana que son de gran valor. Don Eduardo de Heredia publicaba en 1925 sus apuntes sobre fray Juan de San Miguel y allí se dolía del abandono de la historia de su ciudad; Justino Fernández ilustró a Uruapan con un ensayo que nos fue imposible consultar. Marian Storm nos dejó en sus libros recuerdos e impresiones de la década de los treinta en que vivió allí. Muchos poetas han cantado sus hermosuras pero falta una historia que recoja lo disperso y lo hilvane, como ahora intentamos hacerlo. Muchos vendrán a completar el cuadro que ahora diseñamos, modificarán el enfoque y harán una descripción más completa. No había perdido contacto con las personas de Uruapan, así hubiera sido demasiado breve mi estancia allí, amigos sinceros y constantes a quienes recurrí cuando hubo que emprender el trabajo. Uno de ellos fue el padre Gonzalo Gutiérrez quien con generosidad me abrió su casa y la de sus amigos, puso a mi disposición los datos que él recordaba y sus archivos familiares, lo mismo hizo el señor cura José Luis Sahagún para la consulta del Archivo Parroquial, donde la cordialidad de los demás sacerdotes hizo grata mi estancia. Al licenciado Miguel Álvarez Mota debo especial ayuda al brindarme la posibilidad de consultar su archivo de familia que generosamente donó al Colegio de Michoacán, cuando esta institución se fundó en la 7


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ciudad de Zamora. El Ayuntamiento Municipal presidido por don Eduardo Martínez trató de auxiliarme lo más posible, deuda de gratitud a la profesora Ma. Teresa Magaña, al señor Antonio Méndez y al mismo don Eduardo. El doctor Juan Sepúlveda, el ingeniero Rosendo de la Peña, don José María Paredes, don Agustín Magaña Méndez, el ingeniero Mora Lerma y muchos otros que me pidieron permanecer anónimos fueron fundamentales en la elaboración de este estudio. A don Luis González y al profesor Álvaro Ochoa debo orientación e información valiosas. Uruapan es para mí una ciudad que agrega a su naturaleza espléndida el encanto de su rostro mestizo, sus calles empinadas, sus casas de aleros michoacanos, sus espléndidas plazas, las huertas abigarradas que todavía sobreviven, sus mercados al aire libre, son todos elementos que seducen al visitante y enamoran al que allí vive. Uruapan al igual que Pátzcuaro es el mejor elogio a Michoacán cuyo ser mestizo le da la noble personalidad integrada de su herencia indígena y la inserción en ella de la sangre y la cultura hispánicas de sus grandes civilizadores. Que la crítica benévola de los uruapenses sirva para hacer de este ensayo una obra mejor, un verdadero retrato de su ciudad que está acostumbrada a la genialidad de los pinceles de los dos Manueles, Ocaranza y Pérez Coronado.

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CAPÍTULO I ELOGIO A URUAPAN

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de Uruapan no puede empezar sin darle realce a su belleza, hacer el recuento de sus riquezas y referirse a su clima, a la abundancia de sus aguas, a su cielo sereno, a la tranquilidad que disfruta como bello rincón provinciano. Uruapan ha servido en todos los tiempos de justificado motivo de inspiración para los poetas; sirvámonos de lo que ellos han escrito para hacer nuestro primer encuentro con Uruapan. En desfile apresurado e incompleto queremos hacer Antología de quienes han dejado un elogio a Uruapan: FRAY ALONSO DE LARREA cronista de la provincia franciscana de Michoacán publicaba en 1639 su "Crónica de la Orden de nuestro seráfico padre San Francisco, Provincia de San Pedro y San Pablo de Mechuacan en Nueva España". El cronista franciscano quería hacer un recuerdo de fray Juan de San Miguel y no pudo dejar de estampar la primera descripción, que corre impresa, del pueblo fundado por el benemérito franciscano del siglo XVI: NA MONOGRAFÍA

"fundó el pueblo en el mejor lugar que contenía todo el reino de Mechuacan; repartiendo la población en sus calles, plazas y barrios con la mejor disposición que pudiera la aristocracia de Roma dando a cada vecino su posesión, mandando que desde luego hiciesen sus casas y huertas, plantando todas frutas, plátanos, ate, chico zapote, mamey, lima, naranja, limón real y centil; y así no hay casa de indio que no tenga todas estas frutas, y agua de pie para la verdura, con tan linda disposición y arte que todo el pueblo parece un país flamenco, de frutales tan levantados, que en competencia de los pinos, se suben hasta el cielo. A un lado del pueblo está un ojo de agua de doce varas poco más ó menos de circunferencia, tan profundo y corpulento que discurre hacia el poniente y a tiro de piedra es ya un río tan caudaloso que no se vadea, sirviendo de montaña tan espesa, que como esponja sedienta se bebe todo el raudal y le despide gota a gota por otra parte, y desmenuzándose entre los pinos, riscos y peñascos, parece una lluvia de aljófar, o copos de nieve. Aquí se pudiera enriquecer de aljófar, perlas y 9


FRANCISCO MIRANDA cristales, a todos los poetas que se precian de liberales. Apenas gana pie el agua y congrega los desperdicios de su copia, cuando discurre un hermosísimo río hacia el sur, y rinde muchas truchas y pescados. 1

FRAY ANTONIO DE CIUDAD REAL anterior al Padre Larrea, escribía su crónica "Los viajes del Padre Ponce" a finales de los 80 en el siglo XVI, sólo que se mantuvo inédita hasta el siglo pasado. La descripción que nos deja este religioso que llegaba a Uruapan el lunes seis de abril de 1587 acompañando al padre comisario general de la orden franciscana fray Alonso Ponce, Visitador de las provincias de su orden en Nueva España y Centro América, es la siguiente: "Es el pueblo de Uruapan de mediana vecindad y está fundado en llano y valle muy grande y espacioso, tierra caliente y de muchos arroyos. Dánse por allí muchas frutas de Castilla, así como membrillos, granados, higos, duraznos y manzanas; dánse melones, nabos, cardos y otras muchas hortalizas y legumbres, y es de tal temple y calidad, que por aquel tiempo que allí estuvo el padre comisario había abundancia de melones, duraznos y membrillos maduros y maravillosos de buenos; había rosas, claveles y clavelinas. Dánse en aquel pueblo más plátanos que en todos los de Michoacán; riegan los platanares con unas acequias de agua que descienden de unas sierras que están a la banda del norte, no lejos del pueblo, y junto a las mesmas casas, entre norte y sur, hay una fuente y ojo de agua tan grande, que en el mesmo nacimiento podrían moler dos molinos, tanta es el agua y tan recio el ímpetu con que sale debajo de unas peñas; luego, allí junto, se hace de este manantial y de otros muchos que se le juntan, un río tan grande y caudaloso que no se puede vadear".2

RAFAEL LANDÍVAR, el guatemalteco se considera el cantor clásico de las bellezas de la Tzaráracua. A mediados del siglo XVIII alabó la hermosura de la provincia mexicana en su célebre Rusticatio Mexicana (Por los campos de México); la traducción de Octaviano Larrea, fray Alonso, Crónica de la orden de nuestro seráfico padre San Francisco, provincia de San Pedro y San Pablo de Mechoacán en Nueva España, México, 1882. 2 Ciudad Real, Antonio de, Tratado curioso y docto de las grandezas de la Nueva España, México, UNAM, 1876, t. II, pp. 165-166. 1

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Valdés nos hace acercarnos un poco a la belleza del verso latino en que escribió Landívar: "Pero, cuánto más excelentes son los manantiales de fresca linfa, cuyo fluido cristal, brotando de macizo mármol, corre ágil alrededor de la amena Uruapan. Junto a la ciudad, al pie de alto monte, el agua con violento brío rompe la entraña roqueña de la tierra, y en fuga de las cavernas pavorosas, por nueve bocas de abertura de tres palmos, no separadas entre sí por mucho espacio, brota en arcos de plata, que riegan todo el álveo de burbujas orondas. Cada manantial fugitivo se liberta de la estrecha boca y afluyendo por rumoroso cauce al ancho canal, van a llenar con inagotables ondas un caudaloso río. El cual serpea entre el bosque con sonora carrera, baña a Uruapan y saliendo a campo descubierto, entre peñascales y sembradíos acelera su curso hacia el abismo, para despeñarse en la cavidad de una fosa erizada de riscos, cubierta de matorrales que pululan en las grietas de la roca, y poblada por el alado coro festivo de las aves. El agua del río, volando por el aire, se precipita a esta hondonada, con amenazadora caída. Mas la naturaleza no le concedió traspasar la barranca con salto uniforme; pues parte alcanza hasta las más altas peñas, pavorosos labios del canal; y desde allí con salto vertiginoso se arroja al hondo vacío, mientras lo restante del río se posa en el álveo anchuroso y a manera de estancada linfa finge calma. Y como el duro peñasco, suprimiendo su barrera aquí y allá, se raja de lado a lado con incontables hendiduras, a manera de un cedazo (Tzaráracua, en lengua de Michoacán) taladrado tupidamente por alguna punta, suministra ingeniosamente oculto camino a la prisionera linfa. De aquí que el peñasco briosamente lance a los aires, jugueteando, el contenido caudal separado en tantos chorros cuantas grietas se abren en el pétreo muro. Como la flecha disparada por la tirante cuerda, huyendo del arco reciamente curvado hiende el vacío con ímpetu feroz, así la onda brotante huye alada de las rocas. El raudal que salta por arriba del fragoso muro cae al medio y sofocado aquí y allá por los chorros brotantes del cedazo inagotable, canta con ellos las maravillas de la diestra divina, y así juntos azotan el caudal de la caída ya estancada; de donde el claro río, deslizándose entre las márgenes sinuosas, reanima a campos y bestias con sus aguas refrigerantes".3 Landívar, Rafael, Por los campos de México, Biblioteca del Estudiante Universitario, 1942, pp. 157-159. 3

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A finales del siglo XVIII, alrededor de 1790, el anónimo autor de la "Descripción de Uruapan y pueblos de su jurisdicción" cierra el breve recuento de los que durante la colonia nos han dejado testimonio sobre la singular belleza de Uruapan: "Su posición local es de rara y peregrina hermosura. La abundancia de sus claras aguas, que por todas partes le cruzan o pueden cruzar, la longitud y derechura de sus calles, la crecida multitud de sus huertos, llenos de platanales exquisitos, frondosos y copudos chirimoyos, naranjos dulces y agrios, duraznos, guayabos, limones, sidras, capulines y gigantescos aguacates, que sombrean las chozas de los indios y casas de los de razón: El templado y sano clima, los serenos días y las frescas noches, las campiñas de verdes trigos y amarillas milpas, las enredaderas de granadas de china y de chayotes que serpentean y alcanzan las ramas de tantos árboles. Todo forma un compuesto que recrea y sorprende. Las montañas que circundan esta feraz llanura, se presentan todas vestidas de encinos y pinos elevados, distinguiéndose a lo lejos la ceñuda sierra de Tancítaro, cuya extraordinaria elevación hace que su cima esté de ordinario superior a las nubes y aparezca siempre que a su falda se experimentan aguas nieves. El conocido río del Marqués tiene aquí su nacimiento en un ojo de agua, a un escaso cuarto de legua del pueblo, aproximándose a la sierra de Michoacán. A este ojo de agua se le agregan tantos otros, y a tan cortas distancias que juntos forman un río copioso y cristalino a un limitado trecho de su nacimiento".

Paraíso de Michoacán le calificó, el primero, JUAN JOSEPH MARTÍNEZ DE LEJARZA en su "Análisis estadístico de la Provincia de Michoacán en 1822" repitiendo elogios a la belleza singular de Uruapan: "Es el paraíso de Michoacán, y el plan, rectitud, cuadratura perfecta de manzanas, calles y solares, no pudieron formarse por manos más inteligentes. La amenidad, aguas y temperamento, que es más bien caliente que templado, por la situación del pueblo en una llanada al fin de la cadena central de la cordillera, y sobre la falda oriental de la sierra de Tancítaro, lo constituyen un lugar de delicias. La multitud de frutas, las más de países cálidos y los cereales americanos son sus producciones… Hacia la parte de noroeste, por el barrio de Santiago, 12


URUAPAN nace el río que llaman del Marqués y allí de Cupatitzio, el cual se reúne al caudaloso de las Balsas; mas sus aguas cristalinas en extremo, se entran a corta distancia de Uruapan bajo tierra, y forman después la célebre cascada de la Tzaráracua (o harnero) que tan bien pintó en versos latinos el P. Landívar, jesuita".4

EL GENERAL VICENTE RIVA PALACIO, militar del ejército republicano en tiempos de la Intervención Francesa en Michoacán, llegó a conocer palmo a palmo muchos de los rumbos que luego describiría en sus escritos, en su obra "Calvario y Tabor", publicada en 1868, logró esta acuarela de Uruapan: "La pequeña ciudad de Uruapan, que se extiende en el extremo de una gran llanura, como un tapete de flores de cristal había presenciado uno de los combates más reñidos, Uruapan es un paraíso: ríos transparentes, flores perfumadas, frutas exquisitas, mujeres hermosas, y todo esto en abundancia; allí no tendréis sino que inclinaros para cortar una violeta, no tendréis más que abrir los ojos para encontrar no una sino muchas mujeres bellas y provocativas. ¿Qué más puede decirse de una ciudad?".5

EDUARDO RUIZ ha sido en el último siglo, o poco más, el indiscutible cantor de Uruapan cuya belleza legendaria da inspiración a su "Michoacán, paisajes, tradiciones y leyendas" que se publicaba alrededor de 1891. Ambientando en maravilloso paisaje a los primeros purépechas, nos hace una soberbia descripción de Uruapan: "…y caminando siempre hacia el sur, en suave declive, llegaron a una elevada colina desde donde sus ojos encantados contemplaron el más espléndido panorama: Era un pedazo misterioso y alegórico del cielo de los tarascos. Imaginaos una extensa y apacible llanura, salpicada de pequeñísimos lagos, cruzada por bosquecillos de árboles frutales. De cuando en cuando, en aquellos campos de esmeralda, las cintas de agua cristalina Inspección ocular en Michoacán, regiones central y sudoeste. México, Jus, 1969, pp. 109-110. 5 Ruiz, Eduardo. Álbum de Uruapan recopilado por… Morelia, 1912, pp. 2021. 4

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FRANCISCO MIRANDA se convierten en espumosas cascadas, se escucha la voz truendosa de las aguas y como el ruido cesa a intervalos periódicos, se oyen entonces los dulces silbidos del mulato, la algazara de los sanates, el gorgeo de las primaveras o el canto del jilguero, como notas desprendidas de una arpa celestial. El ambiente está perfumado con el aroma de la huanita, del shure o juaquiniquil y de los verdes chirimoyos; y el extenso paisaje de ocho leguas cuadradas, es pedazo de cielo, está resguardado hacia los cuatro vientos, por cuatro augustas montañas. ¿Serán los dioses de las cuatro partes del mundo? Por el sur, el airoso cerro de las ventanas; por el oriente la cuesta de Taretan; por el norte el elevado pico de la Cruz y por el poniente la inmensa mole de Acahuato (El cerro Tancítaro es conocido por los marineros con el nombre de pico de Acahuato) cuya elevada frente ciñe el invierno con nívea diadema de luciente escarcha. Allí, sobre un trono de flores, reina soberana la madre naturaleza. El sol lanza sus rayos de oro, fecundando el prolífico seno de la tierra. Y por la noche, los pálidos rayos de la luna, se quiebran en las hojas de los árboles y se deslizan en la linfa de los ríos. Aquella tierra es Uruapan, el paraíso de Michoacán".6

El noruego LUMHOLTZ, vagabundo de la cultura, llega a Uruapan, a finales del siglo pasado y nos relata sus impresiones en su libro "El México desconocido": "La voz general designa a Uruapan como el paraíso de Michoacán, nombre que mucho merece por lo encantador del paraje, no menos que por lo agradable de la gente y lo delicioso del clima. La temperatura es suavemente cálida durante el día, y por las noches sopla una fresca brisa barriendo cuantos microbios pudiera haber. Cerca de la ciudad existe un magnífico manantial de donde nace un río cuyas cristalinas aguas acrecen la variedad de la belleza singularmente pintoresca del paisaje. Utilízase el agua para regar las huertas de plátanos y cafetos, y el café que allí se da, goza fama de ser el mejor de México".7

ALFREDO MAILLEFERT, el nieto del famoso hacendado del rumbo don Feliciano Vidales, reconocido poeta y escritor michoacano nacido en

Ibídem, pp. 23-24. Boletín de la Sociedad Michoacana de Geografía y Estadística, Morelia 1905, pp. 46-47. 6 7

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Taretan, nos ha dejado una visión impresionista de Uruapan en uno de los capítulos de su Laudanza de Michoacán: "Uruapan es un pueblo alegre ("anacreóntico pueblecillo", le llama un misántropo amigo mío que vive en Uruapan vida de encierro y lecturas). Uruapan es un pueblo alegre, y aun cuando está muy lejos del mar, no sé por qué sus músicas, sus plazuelas, sus gentes, todo nos deja aquí la impresión muy clara de costa. Es un puerto, sí, acogedor y azul, Uruapan. Puerto para el maderero, de recias botas y capote embreado para la lluvia, que se pasa la vida en los montes. Puerto para el hacendado y el sin fin de arrieros que llegan por soleados e interminables caminos, del fondo "del" tierra caliente… En lugar de barcas, casas blancas ó ennegrecidas, empavesadas de rojo. Lluvia y aire puro de montes, en vez de la brisa recia del mar. En vez del olor del yodo, el aroma fuerte de las serojas de los pinos. Ciudad alegre Uruapan. La alegría que le da el agente viajero, o el político que viene en el pulman a emborracharse en las huertas, no nos interesa. Nos interesa la cosa criolla; el rasguear de las guitarras, la copita de charanda que anda de mano en mano, cada vez con más comedimiento; las canciones en coro de las muchachas, junto al río Cupatitzio; en Cupatitzio, que puede compararse con un rebozo "palomo" de estas muchachas, tirado —azul y blanco— entre los verdes vástagos de platanar y la húmeda sombra, punteada de rojo, de los cafetales. Nos interesa hasta el alarido que lanza el charrito, rayando su cuaco, con un brío y con un arresto como el de López Velarde, en la "Suave Patria"… Uruapan: tierra lluviosa, colorada y fofa, por donde también pisó, resbalando a veces, la mula blanca que montaba don Vasco… Cupatitzio, río paradisíaco, ¿estás contento de que nosotros nos hayamos limitado a compararte con un rebozo de estas muchachas —Evas morenas y doradas— cuando, entre hojozos remansos, se bañan en tus ondas paradisíacas? Desde el jesuita Landívar, el de los versos latinos y desde el romántico don Eduardo Ruiz, ¡has oído ya tantas cosas! Creo que la más bella descripción y el mejor elogio, el que te hará saltar entre las peñas con espumas más blancas y remansarte bajo los encendidos ramos de las bugambilias con quietudes más azules, sería compararte con estos rebozos de las muchachas que cantan en coro los días de campo, y que pasean lentas, de noche, en las lánguidas serenatas del Jardín, a la hora en que, en la otra plazuela, están más animadas las 15


FRANCISCO MIRANDA loterías y el carcamán, en las iluminadas barrancas de manta: "As de oros, caballo de copas, sota de bastos". Pues de tu espléndida Tzaráracua, no diremos otra cosa, Uruapan: es también otro rebozo; es como el fleco, entre las peñas, del mismo rebozo…"8

JUAN URBINA, o cualquier otro de los que han hecho versos a Uruapan, conocidos o desconocidos para los actuales antalogistas, es el que inaugura esta sencilla colección de homenaje. En el año de 1860 escribió Urbina su poema A Uruapan, del que damos unos fragmentos: "Ven a cantar los amores de la uruapense gentil, y a gustar de los olores de las campesinas flores que adornan este pensil. Ven, poeta, a estas regiones, trae la lira y el pincel, te darán inspiraciones, las suaves emanaciones de este florido vergel… Ven aquí, que entre pensiles, en placeres infantiles y en inocente quietud, pasarás de tus abriles la ardorosa juventud. Para tu amor, hermosuras; para tu vista, llanuras; para tu lira poesía; ¿dónde hallará más venturas tu entusiasta fantasía?9

JUAN VALLE, otro poeta uruapense casi desconocido hoy en día, le cantaba a su tierra con parecidos acentos hacia 1864: 8 9

Maillefert, Alfredo, Laudanza de Michoacán. Apud Eduardo Ruiz, o. c. pp. 35-38. 16


URUAPAN "Tú eres, Uruapan, la mansión riente, la poblada y magnífica floresta, donde parece que perpetuamente, vestida la natura está de fiesta. Al respirar los plácidos aromas de tu corona de fragantes flores, con más ternura arrullan las palomas, cantan con más placer los ruiseñores. Tus cristalinas gotas de rocío, tus mariposas ricas y brillantes, te prestan más espléndido atavío que una reina sus perlas y diamantes…"10

GABINO ORTIZ, literato y político jiquilpense, dejó escrito uno de los encantadores sitios ya olvidados en el moderno Uruapan pero justamente famoso por aquel 1864 en que él nos habla de El Salto de Camela, en que recoge la hermosura de esa primera caída del Cupatitzio en el barrio de San Pedro: "Es ya la noche, la callada luna con blandos rayos amorosa riela sobre el blanco cristal, en que Camela impetuoso se arroja de su cuna. Nada su curso rápido importuna, su leve espuma por el aire vuela, mi alma a su aspecto de pavor se hiela, una imagen al ver de mi fortuna. Y presa el corazón de sus dolores, moribunda la luz de la esperanza, pensamientos me asaltan punzadores… Sobre las perlas que el torrente lanza y entre el olor de las dormidas flores, iré a buscar la paz y bienandanza".11

El poeta de Tuxpan JOSÉ MARÍA GUTIÉRREZ apunta su lirismo en su Adiós a Uruapan al tomar la palabra por los uruapenses ausentes y de 10 11

L. C. Ruiz, O. c. p. 49. 17


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aquéllos que una vez se habían enamorado de las bellezas de esa ciudad: "¡Adiós, Uruapan! Queda con tu río sobre la rica alfombra de flores y de musgo y de rocío; duerme y sueña a la sombra de tus naranjos llenos de azahares, donde el ausente que por ti suspira te consagra su amor y sus cantares al débil son de su inacorde lira.

O bien en el gozo del regreso, lamenta los tiempos perdidos lejos de sus hermosuras: "Esto me dije a solas al recorrer las márgenes floridas del Cupatitzio, cuyas limpias olas, en lluvia de brillantes convertidas, saltan al aire y dejan suspendidas sus gotas en las frescas amapolas. Aquí el alma descansa del ruido fugaz de los festines, y vuelve a la esperanza entre rosas y nardos y jazmines".12

MANUEL OCARANZA, el pintor uruapense por excelencia, tomó también la pluma para hacer el elogio de su Uruapan, y lo hizo con la plasticidad de quien está acostumbrado a manejar los colores al antojo de su inspiración: "Uruapan que, visto en conjunto, es tan sorprendente, no pierde nada en los pormenores: Las calles que dividen el extenso bosque de naranjos, están simétricamente delineadas y la monotonía que de esto pudiera resultar, se interrumpe por las desigualdades del terreno, y por la multitud de riachuelos alegres y bulliciosos que en todas direcciones atraviesan cantando. Los árboles de uno y otro lado de estas calles, unen 12

Ibíd. Pp. 51-53. 18


URUAPAN por la parte alta en perpetuo abrazo, sus ramas, cuajadas de frutas, formando así lindísimos toldos de verdura". 13

JUAN DE DIOS PEZA, que vino a Uruapan en octubre de 1893, en la inauguración del Monumento a los Mártires, no se perdonó un canto a tan hermosa ciudad: ¡Uruapan! son tus brisas como caricias blandas, aliento de la sombra que ofrecen tus zirandas sonrisas de las guaris que esconden tu jardín. Cuando me aleje ¡oh cielos! de tu recinto hermoso, te soñaré extrañando tu suelo esplendoroso como Boadbil soñaba su Alhambra y su Albaicín.14

O bien cincelaba en un par de versos el gran elogio de Uruapan al decir: Quien vivió en Michoacán ya fue felice y quien a Uruapan vio, ya vio la gloria.

Un zamorano que vivió en Uruapan a finales del siglo pasado, don Francisco Dávalos, cantó a la ciudad en un bello poema: "A ti la serranita princesa coronada de blancas azucenas acacias y arrayán. A ti la predilecta la bella engalanada a ti vengo a cantarte

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Ibíd. p. 62. Ibíd. pp. 85-88 y 83. 19


FRANCISCO MIRANDA vergel de Michoacán. A ti la de flotantes y verdes cafetales que ostentan sus penachos de bello tricolor".15

CON TOMÁS RICO CANO, inspirado poeta contemporáneo, damos un gran salto hasta nuestros días. Su nostalgia de Uruapan la comunica tanto en su Romance de Amor a Uruapan como en su bello libro de poemas de Fervor de Uruapan, del que tomamos el siguiente fragmento: "Uruapan, mucho antes de volver, al rumoroso viento de tus calles, te había entregado la sonora esquila de mis latidos que crecían al acercarme a ti. Qué poco puedo darte si regreso a pedirte del agua que nace en las orillas de tu nombre si vengo a que me lleves de la mano a mojarme en la espuma de tu río desde que, silencioso, nace bajo la luz de tus zirandas hasta que grita con coraje duro su proclama de tallos encendidos, su mensaje de brisa y de cascadas".16

FRANCISCO ALDAY, el poeta moreliano, en un magnífico tríptico al Cupatitzio va hablándonos de las grandezas de Uruapan que se inician en su manantial que hace nacer un río, al decirnos hermosamente: Hiende las peñas porque ya no cabe soterrado su grito.

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Apud Eduardo Ruiz, o. c. pp. 103-105. Rico Cano, Tomás, Fervor de Uruapan, Poemas, Morelia, 1971, p. 15. 20


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Al hablarnos del esplendoroso cauce que el pincel de Manuel Pérez Coronado inmortalizara nos traslada a ese mundo bucólico: Palmas de camedor, verdes cuchillas, trópico de lujurias el ambiente, gárrula boca de tierra caliente, bocetos para jícaras y arcillas.

Para rematar con la Tzaráracua: Para el cielo y la música un cedazo, un cedazo entre peñas, ¡oh blancura! ¿qué te puede colar? ¡Íntegra y pura Despéñate al abismo!... Latigazo.17

FRANCISCO HURTADO MENDOZA, moderno cantor de Uruapan a quien acompañan José María Paredes y contemporáneos poetas nos han seguido ilusionando con su visión poética, al igual que Concha Urquiza en años pasados, a José Zavala Paz. Hurtado Mendoza nos ha brindado entre otras muchas producciones suyas su Uruapan Jicarero, o su Uruapan, tradición y leyenda, aunque en realidad toda su producción se aliente en la inspiración que nuestra ciudad le ha brindado.

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Alday, Francisco, Obra poética, Morelia, 1970, pp. 113-114. 21


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CAPÍTULO II DEL LUGAR Y EL NOMBRE

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URUAPAN, paraíso de Michoacán, vergel edénico, tierra de la eterna primavera, es la cabecera de un distrito político que lleva su mismo nombre. Población que existía con ese mismo nombre y en ese mismo lugar antes de la venida de los españoles, debe a fray Juan de San Miguel el haberse fijado en ese sitio gracias a la obra urbanística del fraile franciscano, alrededor de 1533. Está situada en la vertiente sur de la sierra de Uruapan, prolongación de la de Apatzingán, formando parte del eje volcánico. Su altura sobre el nivel del mar se considera de 1,634 metros y queda situada a los 19º 24' 56" de latitud norte y 102º 03' 46" de longitud oeste del meridiano de Greenwich. En el año de 1971 la cabecera municipal alcanzaba una población de 118,683 habitantes siendo la segunda ciudad michoacana, después de Morelia, por su población. Además de la población urbana el municipio tiene una comunidad humana distribuida en 70 localidades que alcanza los 2,940 habitantes. Las tenencias más pobladas son las de Angahuan con 2,529 habitantes, Caltzontzin con 1,859, Capacuaro 3,246, Corupo 3,428, Jicalán 1,222, Jucutacato 1,147, Nuevo Zirosto 1,558, San Lorenzo 2,350 y Santa Ana Zirosto con 623. Las encargaturas del orden que pasan de los 500 habitantes son Cheranguarán con 577, El Sabino con 532, Toreo Bajo con 528 y Zumbpimito con 867. Los límites del municipio de Uruapan se marcan por los municipios de Tingambato, Ziracuaretiro y Taretan al este; nuevo Parangaricutiro al oeste; Paracho, Charapan y Los Reyes al norte y el Municipio de Gabriel Zamora (Lombardía) hacia el sur. La extensión geográfica del municipio alcanza una superficie de 1,286 kilómetros cuadrados y una densidad de 114 habitantes por Km. cuadrado. Este municipio goza de óptimas comodidades, además de poseer servicios de telégrafos, teléfonos, correos, radio y recibir las señales de TV, posee hasta el momento el mejor aeropuerto del Estado. Lo A CIUDAD DE

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toca la vía del ferrocarril Morelia-Pátzcuaro que continúa a Apatzingán y se enlaza paulatinamente a Ciudad Lázaro Cárdenas. Las carreteras de Carapan, Pátzcuaro, Apatzingán y San Juan Nuevo se agregan a una red de brechas transitables en todo tiempo que la unen a Los Reyes, Ziracuaretiro-Taretan, y casi todas las tenencias y poblaciones de su jurisdicción. Las características geológicas de la municipalidad de Uruapan son en parte las de la sierra tarasca en cuya zona periférica se sitúa. Gonzalo Aguirre Beltrán las describe en forma sintética: "muestra una lámina superficial formada por acarreos aluviales y sólicos, una capa subyacente de depósitos cinéricos, un lecho de basalto poroso, otro de basalto impervio y un profundo manto anderítico".18 Cuando hacia el 1940 visitaba esta zona el inspector fiscal don Pedro M. Llaca hacía caer en la cuenta de la baja producción de los terrenos agrícolas de Uruapan, atribuyéndolo a esa composición cinérica que urgía la utilización de fertilizantes: "Casi todo el estado de Michoacán pertenece a una inmensa, aunque extinta zona volcánica, cuyos movimientos geológicos y telúricos parecen haberse intensificado miles de años ha, en la región centrosuroeste del Estado, en la que está incluida Uruapan. A ello se debe que la mayor parte, por no decir la totalidad de las tierras laborables están formadas por cenizas volcánicas todavía en estado de descomposición, superabundantes en potasa y casi exhaustas de nitrógeno y otras sales minerales indispensables para formar el humus vegetal".19

Que la región de Uruapan es zona eminentemente volcánica lo recuerdan los numerosos conos volcánicos extinguidos que dan su característica al paisaje montañoso que entorna la ciudad. Si fuera necesario recordarlo, la cordillera en que se sitúa Uruapan es el área de más reciente vulcanismo en México, lo que la hace ser una zona de frecuentes temblores y todavía no se olvida el terror que provocó en sus habitantes la aparición en 1943 del volcán Paricutín, como les Aguirre Beltrán, Gonzalo, Problemas de la Población indígena de la Cuenca del Tepalcatepec, México, 1952, p. 10. 19 Llaca, Pedro M., Michoacán, México, 1940, T. II., p. 38. 18

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había espantado en 1759 la explosión del Jorullo en las cercanías de Ario. En el distrito de Uruapan se encuentran los tipos de suelos característicos de la meseta tarasca que Aguirre Beltrán clasifica en tres: el amarillo café de las altas montañas, el tupuri (marga arenosa fina) de los valles y laderas y el rojo arcilloso llamado charanda de los declives de la zona periférica en la que está asentada Uruapan.20 Las características orográficas del distrito de Uruapan la hacen parecer como "una alta meseta arrugada por grandes edificios volcánicos y sus contrafuertes, por conos cineríticos numerosísimos y por extensos derrames de lava conocidos regionalmente como malpaíses. Las elevaciones de los valles de la meseta fluctúan entre los 1,500 y los 2,500 metros… todos estos volcanes formados en el coceno, están compuestos por extensiones de andesita y algunos presentan vetas de cuarzo portadores de mineral".21 En efecto, consta por la tradición que esta zona de Uruapan fue zona de explotación cuprífera en la época prehispánica y buena parte de la colonial, centrándose la explotación y aprovechamiento de tal mineral en Xicalán el viejo, cuya exacta ubicación se desconoce en la actualidad, aunque hay un sitio de ese nombre en las vecindades de Charapendo. Don Mariano de Jesús Torres señalaba todavía a principios de siglo algunas minas en las vecindades de Uruapan: La Buenaventura, Dos Estrellas, Monte Carlo y La Valenciana. En el municipio cercano de Taretan señalaba él mismo abundantes minas cuyos nombres nos da en su Diccionario: San Francisco, San José, Ampliación de San José, La Estrella, Ampliación de la Estrella, Dos Estrellas, Ampliación Italo-Mexicana, Mina Verde, El Refugio, Santa Elisa, Minería, La Reina, Arista.22 Entornan la ciudad de Uruapan varias elevaciones, por el norte se encuentra el cerro de la Cruz perteneciente a los barrios de San Miguel y San Juan Bautista y el cerro de la Charanda; al oriente el cerro del Candelero y el cerro Colorado dando lugar a un extenso valle Aguirre Beltrán, o. c. p. 11. Ibídem, p. 28. 22 Torres, Mariano de Jesús, Diccionario histórico…, Morelia, 1905, t. I p. 417. 20 21

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entre ellos y la ciudad. Hacia el occidente Uruapan se repecha en el cerro Sapien desde donde corre una zona de malpaís hacia el suroeste que se interpone entre Uruapan y el cerro Jicalmi cercano a Jicatlán. El barrio de Santiago poseía antes el cerro de Cheranguarán vecino a la Basilia. Algunos de los cerros del municipio han conservado sus nombres purépechas como son los cerros de Shirundin, Arichan, Tzintzunzagua vecinos de Capacuaro, antiguamente se señalaba también en esa pertenencia el de Arorucua. El Tapanhuato, Piruani, Carapan y Cuatzion vecinos de San Lorenzo. El Zipichan, Pichambo, Huanimba, Tenjuato, Purujuata, Nanarijuata cerca de Corupo. Las barrancas de Huarindaro, Huirambastio, Huandiestacato cerca de Santa Ana Zirosto. El cerro de Zitzan, el Huahuacho, el Combundicata, el Zinzucu, el Nureto, el Paquichihuata, el Janamo, el Cusato, el Pacingo y el Angahuan cerca de esta población. El Eguacuaro, el Copitiro y el ya mencionado de Cheranguarán cerca de la Basilia.23 En 1885 se señalaban para el distrito grandes extensiones boscosas que se han ido extinguiendo, como las del cerro de las Ventanas de la hacienda de El Sabino con una extensión de 256 millones de metros cuadrados de bosque y el cerro de Palacio en la misma propiedad con 144 millones que se agregaban a los 64 del cerro de Mina. El cerro Colorado de la hacienda de Santa Catarina contaba con 16 millones de metros cuadrados de bosque y 196 millones el cerro de la Aguja en el rancho de Charapendo de Félix Vakausen en aquella época, mientras que las anteriores haciendas eran propiedad de don Feliciano Vidales, rico hombre de negocios de Taretan. Mientras que la riqueza forestal la conservaban entonces intacta en sus límites comunales San Lorenzo y Capacuaro, la del cerro de Zapien había caído en propiedad de San Yausi con su millón de metros cuadrados, quien asimismo poseía el cerro del Jabalí, el de las Varas, el Cerro de en medio, el cerro de Casanapitiro, el cerro Chino y el bosque llamado de Arandin con un total de 407 millones de metros cuadrados de bosque.

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EDENAL, cartas topográficas, E13B29, E13B39 y E14A31. 25


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La comunidad de Jicalán conservaba propiedad sobre el cerro de su nombre, y los bosques de Potrerillos, el Fuerte, Lagunillas, Copitiro, la Gloria, Rancho Viejo, Matanguarán, Pinos, Jicalán viejo, San Ignacio, Tequiscarán, Ingerto, Zillera y los del Cerro de Pueblo Viejo y el cerro del Malluco con un total de 483,528 000 metros cuadrados de bosques. Jucutacato contaba con el cerro de Santa Catarina y el bosque de la Tzaráracua con 24,500 000 metros cuadrados.24 La riqueza hídrica que, junto con el clima hace a Uruapan sitio tan especial, se explica por la particular composición geológica de las tierras altas de la meseta tarasca cuya porosidad hace que las aguas se resuman hasta topar con el lecho de basalto que las conduce a terrenos más bajos donde brotan aprovechando las fisuras del terreno. La abundancia de manantiales en la zona periférica marca el contraste con la casi total ausencia en la parte alta de la meseta. Una idea de la magnitud del almacenamiento subterráneo la puede dar el rendimiento mismo del manantial que genera al Cupatitzio y que llega a rendir un mínimo de 17 metros cúbicos por segundo. Además del manantial vulgarmente conocido como La Rodilla del Diablo, en Uruapan se conocen otros manantiales en torno a aquél aunque en realidad en toda la ciudad hay la posibilidad de tenerlos y de hecho en tiempos anteriores existían y eran utilizados en distintas casas y huertas. Los más notables hacia la parte noroeste son los de Gandarillas, Jerusalén, el de la Quinta, Riyitos, Ravelero y los múltiples que se van agregando al cauce del Cupatitzio. Haciendo el recuento hidrográfico en 1886 se señalaban los siguientes ríos y arroyos: El de los Conejos que naciendo en la ciudad de Uruapan pasaba por las haciendas de Arandin y Tanachuri, pueblo del Jucutacato y se reunía al Cupatitzio antes de la Tzaráracua. Utilizado en el regadío de hortalizas y trigales. El río de Santa Bárbara regaba las haciendas de San Marcos y el Sabino, saliendo del municipio por terrenos de esa hacienda y se usaba en regar plantíos de caña de azúcar. El arroyo de la Charanda que nacía en Los Ríos, que después de utilizarse en el regadío de Memoria sobre la administración pública del Estado de Michoacán, 1885, pp. 195-197. 24

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hortalizas y trigales se reunía al Cupatitzio antes de la Tzaráracua. El arroyo de Jicalán que se origina en dicho pueblo utilizado en el mismo tipo de riego que los anteriores y que asumía el Cupatitzio antes de despeñarse en la cascada de la Tzaráracua. El arroyo de La Alberca nace en el rancho de Toreo, pasaba por el de Piedra Blanca, saliendo del municipio por terrenos de la hacienda de Zirimicuaro.25 Pero sin duda el río más importante es el mismo Cupatitzio que "es un río joven que nace al oeste de Uruapan en la barranca acuífera que se inicia en la Rodilla del Diablo. En el fondo de esta barranca labró su curso el Cupatitzio erosionando las rocas basálticas por medio de una intensa abrasión… la velocidad de esta corriente es muy grande y de alto gradiente en 40 kilómetros, de 1,650 metros en su nacimiento hasta el río de la Parota a 450, desciende 1,200".26 La precipitación pluvial sigue siendo abundante en el municipio de Uruapan a pesar de que se ha venido observando una notable disminución por la tala inmoderada de los bosques. Se distinguen años secos de los lluviosos ó muy lluviosos, el promedio sin embargo resulta muy alto para regiones templadas como es en la que se ubica la ciudad pues el que se observó entre 1922 y 1946 fue de 1,622 mm. La media por mes de esa precipitación era la siguiente en ese mismo periodo de tiempo: Enero: 12.6 Febrero: 15.4 Marzo: 5.5 Abril: 3.7

Mayo: 28.1 Junio: 261 Julio: 332.7 Agosto: 351.3

Septiembre: 372.8 Octubre: 167.1 Noviembre: 37.5 Diciembre: 29.527

Íntimamente relacionada con la precipitación pluvial está la temperatura que se puede describir como templada con lluvias todo el año. En un periodo de 15 años, de 1921 a 1935, se obtuvieron las siguientes temperaturas promedio, advirtiendo que las oscilaciones Memoria sobre la administración pública del estado de Michoacán, 1886, p. 36 (anexo: Noticias hidrográficas). 26 Aguirre Beltrán, o. c. 40. 27 Foglio Miramontes, Geografía Económica Agrícola… Michoacán, México, 1936, T. I, p. 125. Aguirre Beltrán, o. c., p. 36. 25

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térmicas no son muy grandes por lo regular y que durante todo el año se conserva una agradable temperatura: Enero: 16.0 Febrero: 17.0 Marzo: 19.6 Abril: 21.5

Mayo: 22.4 Junio: 21.8 Julio: 21.1 Agosto: 20.8

Septiembre: 20.3 Octubre: 19.7 Noviembre: 17.7 Diciembre: 16.6

Las temperaturas máximas extrema y mínima, en los mismos quince años, fueron de 36.5 y 5.0 grados, aunque la pavimentación de la ciudad y la creciente deforestación las ha alterado.28 FLORA Y FAUNA del municipio de Uruapan se combinan por lo intermedio de la zona fría y caliente en que está situado el mismo. "En el suelo charandoso de la zona periférica a la mesa domina una asociación de pinos y quercus mezclada con plantas hidrófitas en el fondo de las barrancas acuíferas, como el jaboncillo y el palo blanco. En esta zona comienzan a aparecer los cultivos de caña, pero su característica fundamental es la frondosidad de las huertas de frutales: aguacate, chirimoya, café, plátano, mamey. En el suelo inclinado de la boca sierra de vegetación arbustiva que caracteriza al plan de Tierra Caliente".29 El inventario forestal de 1888 señalaba las siguientes especies poblando los montes del municipio: pino, encino, brasil, campicirán, cirián, cinco hojas, caulote, zangoricua, sabino, tepehuaje, cueramo y azulillo en los montes que corrían hacia la parte sur. Los del norte tenían: pino, encino, madroño, manzanillo, aya, pinabete, cedro, sirimo, aile, jaboncillo y nogal. En los montes de la parte suroeste: pinos, encinos, madroños, tepehuajes, palo dulce, zopilote, zangoricua, fresno, varil, vara blanca, inchahuevo, ucás cueramo, parota, zaiba, canelo sicomoro y otros no especificados.30 Foglio Miramontes, o. c. pp. 28-34 y 114. Aguirre Beltrán, o. c., p. 33. Aguirre Beltrán, o. c. p. 46. 30 Memoria… 1885, pp. 195-197. 28 29

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En el mismo nacimiento del Cupatitzio se encuentra el Parque Nacional cuya riqueza en especies vegetales no ha sido inventariada y que podría dar sorpresas importantes si, como es de desear, hubiera cuidado de proteger las especies raras y se aclimataran nuevas. Quedan como recuerdo aquellos que hacía notar Juan Joseph de Lejarza en 1822: "No es menos notable un árbol que crece hacia el molino del Sacramento, único en su especie, género e individuo que describe bajo el nombre de Huanita Uruapensis, que es desconocido a los botánicos de fuera, y procuro hacer propagar por sus virtudes medicinales".31 O aquel limón que describe Isidro Félix de Espinoza y que quizá equivale al limón centil referido por Larrea: "Y no sé si desde entonces se plantó un limón grande y exquisito que tiene dentro otro limón pequeño con corteza y pepitas como el mayo, que a cuantos lo han visto les ha causado curiosa admiración".32 O el famoso plátano con hueso que los chiquillos declamadores del Parque Nacional enseñan a los turistas. Foglio Miramontes señalaba como cultivo del municipio: la alfalfa, el café, la caña de azúcar, la cebolla, el chile verde, el frijol, la jícama, el jitomate, el maíz y el trigo, y los frutales tantas veces dichos. Ocupó Uruapan antes del auge último del aguacate que ha hecho descuidar el cultivo del café, uno de los primeros lugares en este producto que se sumaba a sus atractivos por la justa fama que adquirió a partir de mediados del siglo pasado. En junio de 1889, se producía un total de 19,178 arrobas de café que prácticamente se encontraba en todas las huertas de la localidad y acaparaban Espiridión Coria e Ignacio Valencia".33 El ser Uruapan punto de enlace entre las dos zonas, la fría y la caliente, lo hace ser tierra de venados, tejones, coyotes, gran variedad de pájaros y en cuanto aumenta el calor pueden aparecer en escuadrones los zancudos, las chancharras, los alacranes, gorupos, niguas, jejenes y otras especies de la Tierra Caliente que en la Martínez de Lejarza o. c., p. 140. Espinoza, Isidro Félix, Crónica de la Provincia Franciscana… de Michoacán, México, 1945, p. 148. 33 Memoria de la Administración Pública del estado de Michoacán… 1889. 31

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moderna asepsia y urbanización a nadie quitan el sueño. La zona no es muy abundante en el ramo de la ganadería pues el registro de esas distintas especies apenas daba en 1971 los siguientes números: 14,240 cabezas de ganado vacuno, 37,613 de porcino, 2,800 de ovino, 2,500 de caballar, 1,950 de mular y 450 asnos. A esas especies se agregaban entre los animales domésticos 60,000 aves y 1,200 cajones de abejas.34 La explotación moderna de los bosques ha hecho disminuir las reservas tradicionales de maderas industriales y a cambio se ha dado en hacer de Uruapan una importante zona aguacatera. Sin embargo el municipio cuenta todavía con un 52% de su superficie en recursos forestales. 87 empresas de explotación forestal en 1971 producían cajas de empaque, tablas y tablones, leña en raja, madera en rollo o los productos derivados como la brea, el aguarrás y las resinas y los rumores de la instalación de una fábrica de papel".35 Es esplendorosa la naturaleza en Uruapan; clima y agua, buen cielo y gentes amantes de la belleza han hecho de cada casa un jardín donde se encuentran azaleas, gardenias, rosas, claveles, nardos, gladiolas, malvas, aves del paraíso, magnolias, floripondios, jazmines, y una amplia gama de plantas y flores que es atractivo adicional a lo ya abundante del elogio que se ha hecho. Las etimologías del nombre de Uruapan no han dejado de traer problemas pues cada una de ellas tendrían justificativo en las características del lugar. La primera de ellas lo pondría en relación con esa eterna primavera de que hemos venido hablando, vendría su nombre de la palabra purépecha Uruapani palabra que significa el florecer y fructificar de una planta al mismo tiempo; don Eduardo Ruiz asegura que ésta es la raíz correcta al nombre de Uruapan, así lo averiguó entre los indígenas contemporáneos de hace más de un siglo. Una segunda etimología haría derivar el nombre de la palabra Urani que significa, según el padre Maturino Gilberti, jícara. Alude este nombre a una de las artesanías tradicionales de la población y que seguramente deriva desde los tiempos prehispánicos como es la Datos socio-económicos del Municipio de Uruapan, Mich., proporcionado por el Lic. Ricardo Ortiz González (Mecanoscrito). 35 Ut supra. 34

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decoración de las jícaras con el sistema propio del aje, de que nos ocuparemos más tarde.36 Hay quien quiera hacer derivar la palabra de la raíz Uruata, nombre genérico de una especie de frutas a la que pertenecen el zapote, el mamey y la misma chirimoya. Parece más convincente la etimología señalada por don Eduardo Ruiz que hemos visto confirmada por otros indígenas de distintos rumbos conocedores del idioma. Justamente esa constante floración ha dado fama al lugar ya desde los tiempos primitivos, aun antes de que se pudiera hablar de las artesanías del maque, que aún, siendo de origen prehispánico, tuvieron sus esplendores en la época colonial y le han mantenido hasta nuestros días, siendo común con las de otras poblaciones en las que inclusive recibieron nombre algunos de esos trabajos que se realizaron en Uruapan, como es el de las peribanas. El antropólogo y lingüista Pablo Velázquez Gallardo analizando la voz ÚRBUPANI la traduce: cosa que se extiende; cosa que se multiplica.37

Gilberti, Maturino, Diccionario de la Lengua Tarasca, p. 148. Eduardo Ruiz, o. c. 12. 37 Velázquez, Pablo, Diccionario de la Lengua Purépecha, México, 1978, p. 226. 36

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CAPÍTULO III EL URUAPAN PREHISPÁNICO

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de las montañas y del municipio, que ya hemos apuntado, agregados al nombre de la ciudad y de otros sitios en los alrededores, dan sabor indígena a este lugar y nos hace suponer una lejana ocupación humana que se pierde en el pasado. Se tuvo siempre idea de que en esta zona habitaron junto a los purépechas otros pueblos, se habla en las primeras crónicas y documentos después de la conquista, de grupos mexicanos ó tecos, como los que vivían en Jicalán. Cheranguarán, Temba, Cirapóndiro, Cirimo, Nureto, Zirimícuaro, Quirindavara, Tzesíngari, Mesa Purengue, Matanguarán, Zumpimito, Tiraca, Mesa Caripa, Cusato, Jocutacato y otros nombres que señalan barrancas, arroyos, bosques, llanos ó malpaíses nos están indicando a las claras de ese recóndito pasado que se aleja hacia lo desconocido. Desgraciadamente no tenemos noticias de exploraciones arqueológicas que permitan hacer un poco de luz sobre el pasado prehispánico de esta zona, excepción de las pocas que tendremos oportunidad de comentar. Ciertamente, la abundancia de restos de cerámica, utensilios, líticos, metálicos y de hueso ó concha nos hablan de que no fue una zona periférica a las grandes culturas que han sido ya estudiadas, pero resulta imposible aventurar cualquiera hipótesis razonable sin un buen acopio de datos y su análisis sistemático. Echándose a buscar entre las gentes curiosas de la ciudad no falta quien dé noticia de piezas que conserva tal o cual persona, de otras encontradas en cuevas de la orilla del río, o en exploraciones casuales. Hay quien haya ido coleccionando este material llegando inclusive a tener un buen número de piezas a estudiar aunque sin haberse registrado su procedencia, las circunstancias de su hallazgo, o respetado su misma integridad. El señor Antonio Méndez, actual encargado municipal de Promociones Culturales, ha venido preocupándose de hacer conciencia sobre esta riqueza arqueológica de Uruapan llegándose a proponer la fundación de un museo que OS NOMBRES INDÍGENAS

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permita acoger el material que muchas personas pretenderían donar a la ciudad, pero aunque hay entusiasmo queda por darse paso efectivo. Una noticia sobre la antigüedad de la presencia humana en la zona podría ser la que el mismo señor Méndez proporciona de la existencia de petroglifos y restos de cerámica en un lugar del malpaís a que se llega por una cueva vertical que se extiende a continuación, horizontalmente, sobre el terreno que cubrió la invasión de lava. Se ha dicho que dentro del área que ocupa hoy la ciudad, parte más antiguamente poblada sería la de Magdalena, en realidad ha habido hallazgos de restos arqueológicos en distintas partes, incluidas zonas actualmente tan céntricas como las de la plaza fray Juan de San Miguel encontrándose restos en la esquina de las actuales calles 5 de Febrero y Emilio Carranza. EL LIENZO DE JUCUTACATO sería uno de los documentos a esclarecer en la historia antigua de Uruapan y su rumbo. Lo variado de las interpretaciones que hasta aquí se le han dado dejan como segura su relación con el rumbo de Uruapan ya que en él aparecen, en la parte central, que es la más importante, sitios que actualmente conocemos como el mismo Uruapan, Matanguarán, Jucutacato, Capacuaro y posiblemente, el más misterioso, Jicalán. Algunos elementos de la pintura hacen suponer que su elaboración pertenece a la década de 1530 a 1540 aunque su información se refiere a etapas más antiguas y que hasta entonces se venía manteniendo en la tradición oral. La elaboración de este lienzo recuerda la de los códices prehispánicos de otras culturas mesoamericanas y más cercanamente tendría que ponerse en relación con los demás lienzos de elaboración colonial en el área de Michoacán en donde también se recogen datos de la historia indígena: el lienzo de Carapan, el de Puácuaro, el de Nahuatzen y la misma Relación de Michoacán. La localización del lienzo de Jucutacato se hizo a mediados del siglo pasado en la comunidad de Jicalán; no era desconocido del todo pues a él parece referirse el mismo padre Alonso de Larrea cuando nos habla de las tradiciones de los indígenas sobre sus orígenes: "Pintando estos indios tarascos el origen de su venida, en un lienzo antiquísimo que hoy está en el pueblo de Jucutacato, del 33


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domicilio de Uruapan, a distancia de una legua, pintaron aquellas nueve naciones saliendo de las siete cuevas del poniente y juntamente que pasaban el brazo estrecho de mar o rio caudaloso que atraviesa de norte a sur, en balsas de madera o zarzos de cañas gruesas y apretadas, de donde veremos que estos tarascos son de aquellas nueve familias, que vinieron con los mexicanos conducidos de aquel fabuloso pájaro… Marcharon en tropas desde este lugar de Aztlán (que así se llamaba) hasta otro donde estaba un árbol muy corpulento y grueso: el Demonio, como oráculo de estas gentes, les hizo parar a su sombra, en cuyo tronco erigieron altar al ídolo Huitzilopuchtli, donde tuvo principio la idolatría de estas gentes: sentáronse a comer con el recelo que engendra el cuidado de la novedad nunca vista y, cuando (estaban) más descuidados, dio el árbol un estallido y hendió por el medio…"38 La moderna interpretación de este lienzo es a partir de su localización en el pueblo de Jucutacato, donde lo había descrito Larrea, y se debe al doctor León a quien han sucedido otros estudiosos de las antiguallas mexicanas. El doctor Pablo García Abarca ejercía la medicina en Uruapan a mediados del siglo pasado y atendiendo a una india cacica de Tololán, doña Luisa Magaña, lo obtuvo a cuenta de honorarios. Enterado del misterioso documento un hermano suyo, don Crescencio, se lo pidió para exhibirlo en la Primera Exposición de Michoacán del año de 1877 que se celebró en Morelia. Pocos años después el propietario, a indicaciones del cura de Uruapan don Anastasio Toribio Sánchez, lo regaló a la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística de México en cuyo poder estuvo, deteriorándose, antes de que el investigador michoacano don Nicolás León lo diera a conocer en 1886. SU PRIMERA DESCRIPCIÓN nos la da el mismo don Nicolás en la siguiente forma: "Este lienzo es un tejido muy fino de fibra de algodón que mide 2 metros 63 centímetros de largo por 2 metros y 3 centímetros de ancho. Los colores usados en él son el negro y el anaranjado, León, Nicolás, Noticias para la historia primitiva y conquista de Michoacán, México, 1904, pp. 17-18. 38

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dominando aquél. Todo el lienzo está sembrado de inscripciones en letras europeas y en lengua náhuatl; la forma y el estilo de aquéllas acusa una época muy cercana a la conquista, y desde luego se viene en cuenta de ser ellas posteriores a las figuras que descifran ó explican, así como también las construcciones de forma europea; comprobadas ambas cosas por el examen del color usado en ellas. Toda la pintura está dividida en cuadretes rectangulares y poligonales en número de 35, de tamaño aproximadamente el mismo, con excepción de tres, que son incomparablemente más grandes que el mayor de cualquiera de los otros".39 Las interpretaciones que se han dado al tema del lienzo son múltiples aunque todos coinciden en que se trata de la peregrinación de una tribu que va recorriendo diferentes lugares identificables unos y desconocidos otros. Ya el padre Larrea lo refería a la peregrinación de las tribus chichimecas. El doctor Nicolás León intentó la suya propia, lo mismo que Eduardo Ruiz en su Michoacán, paisajes, tradiciones y leyendas, don Francisco del Paso y Troncoso, Eduard Seler, Othón de Mendizábal, José Corona Núñez y el maestro Wigberto Jiménez Moreno. Bien haría falta levantar el inventario de esos distintos estudios para ver en qué punto se está, pues alguna de las interpretaciones llega a concluir que se trata de la llegada de un grupo de religiosos agustinos dejándose llevar por algunos instrumentos que se interpretan del culto cristiano. Yendo las opiniones en las más diversas direcciones y presentando problema la misma interpretación de las leyendas en lengua náhuatl, que se encuentran mutiladas y a veces resultan ilegibles, nos podemos contentar por el momento con el resumen de algunos puntos en que la mayoría coincide y que Jiménez Moreno presenta en la siguiente forma: "El códice trata de la migración de un grupo (no necesariamente numeroso) de artífices nahuas (llamado tlacoccalca), que, procedente originariamente de las playas de Veracruz (a donde habrían llegado del mar) van luego a Valle de México y de allí a la zona de Zacapu y a las cercanías de Uruapan, en la zona teca de Michoacán, hasta establecerse en Xiuhquillán, de donde más tarde partirán cuatro 39

Ibídem, p. 20. 35


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expediciones ó movimientos migratorios; tres en busca de minas (una hacia Coalcomán y dos hacia la zona cuitlateca de Guerrero) y una más hacia Pátzcuaro para establecer quizá un gremio de orfebres en el corazón del Señorío Tarasco".40 Todos parecen coincidir también en que se trata de un documento relacionado con la técnica del cobre en Michoacán, al presente se parece aceptar que el lugar central de lo que se relata está relacionado con un punto cercano a Uruapan, posiblemente Jicalán, en donde hasta épocas muy tardías y ya entrada la época virreinal, se seguía trabajando la artesanía de ese metal. A ese enigmático Xiuhquillan se ha llegado a relacionarlo por su etimología con el añil, elemento que posiblemente jugó un papel importante en la refinación del cobre. Uruapan, Capacuaro, Matanguarán y Cucuhtacato, son parte del municipio que nos ocupa. A manera de simple hipótesis y dado que probablemente la elaboración del lienzo haya que referirlo a la década del 1530 a 1540, ¿no habrá alguna relación entre él y la visita que realiza don Vasco de Quiroga en 1533 para averiguar los yacimientos de cobre en Michoacán, su explotación y la manera de beneficiarlos por parte de la corona?. Valdría la pena volver a retomar el estudio del tema que inició el padre Larrea en el siglo XVII, pues él nos haría avanzar en lo que parece transmitirnos sobre los orígenes de los habitantes de Michoacán y daría explicación a sus avanzadas técnicas en el trabajo de cobre; vendría a llenar el hueco que quedó al perderse la primera parte de La Relación de Michoacán en donde se trataba de responder a la pregunta de dónde vinieron los habitantes indígenas de Michoacán. LA RELACIÓN DE MICHOACÁN, ese precioso manuscrito que recoge las tradiciones indígenas sobre la antigüedad de los purépechas, es también documento que nos da noticias de la época prehispánica de Uruapan. Fue recopilado alrededor de 1540 por el fraile franciscano fray Jerónimo de Alcalá, colaborando con él los sacerdotes paganos y Jiménez Moreno, Explicación del Lienzo de Jucutacato, apud El Occidente de México, México, 1948, p. 154. 40

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los ancianos sabios de Tzintzuntzan quienes proporcionaron el recuerdo de sus tradiciones que, organizadas por el fraile, fueron presentadas a don Antonio de Mendoza, virrey entonces de la Nueva España. Sabemos por este documento que aun antes de ser Uruapan anexado al señorío del triunvirato Pátzcuaro-Tzintzuntzan-Ihuatzio, hacia el año de 1,400, ya existía como lugar, pues de allí, se nos dice, era originaria la cacica Quenomen que casó con Carocomaco señor de Xacapu, antes de la conquista que los señores del lago hicieron de los pueblos de la sierra.41 Cuando los señores que suceden a Tariácuri: su hijo Hiquíngare y sus sobrinos Irípan y Tangáxoan, deciden la expansión de su señorío confían a sus aliados, isleños de la laguna, la conquista de Uruapan que desde entonces se anexa, juntamente con Paracho y otros pueblos de la sierra, al señorío del lago de Pátzcuaro. La desolación de la guerra ponía en peligro región tan productiva por lo que los conquistadores se decidieron a restablecer a los señores naturales, en el excepcional lenguaje de La Relación se nos describe ese momento tan importante en que los reyes invitaron a volver a su vida ordinaria a las poblaciones conquistadas diciéndoles: "Id, tomad vuestros pueblos, morad en ellos como de antes y tornad a tomar vuestros árboles de fruta y vuestras tierras y sementeras. ¡Basta ya! Nuestro Dios Curicaueri ha usado de liberalidad y os lo torna. Traed leña para sus cúes y cavad sus sementeras para la guerra y estad a las espaldas de sus escuadrones y acrecentad sus arcos y flechas y libradle cuando se viere en necesidad. "Y todos respondieron que así lo harían y lloraban todas las viejas y viejos y muchachos y fuéronse todos a sus pueblos. Y no hacían asiendo los pueblos como no tenían regidores y cabezas, que se meneaban los pueblos y no estaban fijos, y de continuo estaban temiendo y alterados:42 Fue el cacicazgo de Uruapan renglón importante, por lo que enseguida veremos, en la organización del imperio tarasco; desde él se controlaba una importante zona hacia la Tierra Caliente, se 41 42

La Relación de Michoacán, p. 114. Ibídem, pp. 153-154. 37


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supervisaba la industria del cobre fue buscado lugar de refugio para los soberanos al tiempo de la invasión española en Michoacán. Es opinión segura que en esta región se mantuvieron comunidades de lengua náhuatl, según ya se ha dicho, y quizá a ello debió Uruapan la final que le da un sabor mexicano. Ciertamente pertenecen a esos grupos TECOS los antiguos pueblos de Jicalán y Jucutacato; la influencia sobre ellos de la región lacustre y serrana hizo que cultural y lingüísticamente fueran lentamente asumidos en el estilo purépecha. EN URUAPAN BUSCÓ REFUGIO el último Cazonci al final de su corto reinado, en la incertidumbre de la invasión española a Michoacán. Tzintzicha Tangáxoan, hijo del rey Zuangua, había heredado un reino amenazado y dividido en facciones que lo hicieron adoptar actitudes crueles hacia los demás pretendientes al gobierno a quienes eliminó. La Relación de Michoacán nos cuenta esos meses de angustia que se vivieron en Michoacán y la lenta pero inexorable absorción de estas tierras por el conquistador de Tenochtitlan Hernán Cortés; algunos nobles recomendaban la resistencia mientras que otros eran favorables a la sumisión pacífica, el soberano michoacano adoptó una postura indecisa semejante a la de Moctezuma y creyó que ocultándose iba a pasar el peligro que amenazaba a su reino. Algunos de entre los principales de su corte llevaron su intriga hasta sugerirle que se arrojara al lago para evitar el dolor de la conquista, quizá no era sólo la avaricia de los tesoros reales lo que los llevaba a tratar de eliminar al soberano sino que buscaban quitarlo de por medio para organizar una resistencia a la que la actitud temerosa y supersticiosa de Tangáxoan se oponía. El grupo que era favorable a una actitud pacífica y complaciente le aconsejó se ocultara en Uruapan, desde donde podía seguir el curso de los acontecimientos y tomar una decisión. Pronto descubrieron los primeros el lugar de su refugio y hasta allá fueron para hacerlo ir más lejos en su huída de los españoles, pero él no quiso seguir su consejo. A su llegada a Tzintzuntzan los españoles encontraron el trono vacío y la versión de que el soberano había muerto ahogándose en la laguna. Ya muy avanzado el tiempo de permanencia en la capital michoacana el capitán Cristóbal de Olid 38


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descubrió el engaño y forzó a algunos de los principales a que le revelaran el escondite del Cazonci; la estancia de Olid en Michoacán en 1522 duró seis meses y a él le tocó enviar en su búsqueda, para llevarlo a Cortés. El capitán de los tarascos Huitzitziltzi recibió el encargo de ir por el soberano; en su misión debía hacerse acompañar de algunos españoles, logró despistarlos en el camino y adelantarse para exponer al soberano la realidad de la situación. Fue la primera vez que las gentes de Uruapan tuvieron contacto con los extranjeros que una vez llegados apoyaron la vuelta del soberano a su capital de donde debía ir a Tenochtitlan.43 A propósito de La Relación de Michoacán, precioso relato indígena de su historia, tradiciones, creencias, gobierno, costumbres y modo de concebir la vida, don Eduardo Ruiz hizo una glosa en estilo legendario que dio tema al primer volumen de su libro Michoacán, paisaje, tradiciones y leyendas. Don Eduardo trató de completar con su imaginación y los supuestos o reales relatos de los ancianos de Paracho, una historia del Michoacán prehispánico que naturalmente toma en cuenta a Uruapan cuya conquista nos describe poniéndonos la hermosa relación que hemos insertado en el primer capítulo de esta obra. Lástima que tan curioso y amante investigador de la antigüedad prehispánica de su raza y de su pueblo adoptivo, Uruapan, no nos haya dejado manera de rescatar de su crónica los datos que debió a sus informantes y que algo completarían las escasas noticias que hasta aquí hemos procurado insertar. LA JURISDICCIÓN DEL URUAPAN PREHISPÁNICO se nos describe en un documento publicado por el investigador J. Benedict Warren y que se encuentra en el Archivo General de Indias de Sevilla (España). Se trata de la visita que hizo a esta región el juez español don Antonio de Carvajal a finales de 1523. Los conquistadores apenas empezaban a darse cuenta de la enorme riqueza y posibilidades de la provincia de Michoacán que se les había entregado pacíficamente, urgía un inventario de tributarios y una exploración que permitiera premiar a los que habían colaborado en la conquista de la Nueva España. El 43

La Relación de Michoacán, pp. 254 y 260. 39


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visitador Carvajal llegó a Uruapan y de inmediato comenzó su visita apuntándonos los pueblos que estaban sujetos a ese cacicazgo, es ésta la primera y última noticia escrita que nos pone en contacto con el Uruapan prehispánico al que hemos venido dedicando este capítulo. Por la importancia del documento se dispensará que lo insertemos aquí en la versión que el investigador norteamericano nos proporciona: "Después de lo susodicho, martes veintidós días del dicho mes de diciembre, llegamos al pueblo de Uruapan y el dicho señor visitador hizo parecer ante sí al señor de él, que se llama Hornaco (Horimco en otra copia) y le preguntó cuántos pueblos tiene sujetos a éste y éste cuántas estancias casas (copia: cuántas casas) tiene y de qué vive y él a quién es sujeto. El cual dijo que tiene este pueblo y a Carana (copia: Ciranga) y a Tumba (copia: Tacuba ó Ticuba) y a Chichangueto y a Ypala y a Chirapan y que él con ellos son sujetos al Cazonci y que no tiene minas de ningún metal y que este pueblo tiene treinta casas y que viven de sus labranzas. "Está asentado en una vega al pie de una sierra montuosa que se llama Terecinta. Es lugar fresco. Pasan por él dos ríos que se llama el uno Arlecici (copia: Atlacece) y el otro Zenzun (copia: Zenzum). Traen el agua por los vecinos. Que aquí se tiene muchos árboles de fruta. Vióse y paseóse y moderóse en ciento y cincuenta casas. Hay quince leguas a Uchichila. Es lugar templado él y su tierra.44 De esta primera descripción de Uruapan sabemos que el asentamiento actual corresponde al antiguo pueblo prehispánico, abundoso en aguas que aprovechaban los vecinos para la abundancia de huertas de que vivía la población. El cacique estimaba la población de la cabecera en 30 casas mientras que el español visitador, contando a manera descubre un número muy superior llegando a señalar 150. ¿A qué población equivalía? Parece que el criterio del español era el material de contar los edificios que estaban en pie, aunque hay que advertir que muchos de ellos estarían vacíos pues hacía poco que la viruela había asolado a Michoacán y, entre otros, Warren, J. Benedict. La conquista de Michoacán 1521-1530, Morelia, Fimax, 1977, pp. 392-394. AGI Justicia 138, Francisco de Villegas vecino de la ciudad de México con Juan Infante… 1541. 44

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había causado la muerte al Cazonci Zuangua padre de Tzintzicha Tangáxoan. La costumbre indígena de cómputo era diversa según nos lo dice La Relación pues ellos contaban por cabeza de familia, modo que todavía se estila en las comunidades indígenas de la sierra tarasca, habiendo entre los dos criterios grande diferencia: "Estas casas no cuentan ellos por hogares, ni vecinos, sino cuantos se llegan en una familia, que suele haber en alguna casa dos o tres vecinos con sus parientes. Y hay otras casas que no están en ella más de marido y mujer, y en otras madre e hijo, o así de esta manera".45 VISITANDO EL CONTORNO para ser exacto en su relación, don Antonio de Carvajal nos hace llegar a otra serie de pueblos, conocidos hasta el día de hoy algunos, otros desaparecidos cuando se haga la congregación de población en Uruapan en los años siguientes, con fray Juan de San Miguel. Ese mismo día 22 de diciembre de 1523 el visitador y sus acompañantes visitan Cupacuaro que entonces estaba sin cacique aunque tenía derecho a él. Recuérdese que aquí había tenido lugar el asesinato del principal Timas por orden del Cazonci algún tiempo antes, al considerárselo traidor, según los relata la Relación.46 Se nos describe como una comunidad de veinticinco casas: "Asentado en unos montes al pie de una sierra, muchas quebradas de ella, que se llaman Xaguaronchito. Pasa por él un río que se llama Xaraquaquaro. Es lugar fresco". De allí se pasa a otro pueblo sujeto a Uruapan, el de Chichanguataro a distancia de una legua de Uruapan, que por el curso de la visita debía quedar también al norte. No tenía tampoco cacique en esos días y su población se calculaba a quince casas. Su descripción es la siguiente: "Asentado entre unas sierras montuosas que se llama Chantadavan. Beben de una fuente que se llama Charachanda".

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La Relación de Michoacán, pp. 173-174. Ibídem, pp. 262-263. 41


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Al día siguiente, 23 de diciembre, llegaban a Anguagua que también se encontraba sin cabeza. Su ubicación era a tres leguas de Uruapan y tenía una población distribuida en noventa casas: "Asentado entre dos sierras grandes y montuosas que se llama la una Yncharquaro y la otra Chapata. Beben de una fuente (copia: que se llama) Vyehara". De allí se siguieron al sitio llamado Chicaya cuyo cacique se llamaba Quarascaro y presidía también una población de 90 casas, la distancia a Uruapan era de cuatro leguas. "Asentado en una ladera alrededor de una serrajón pequeño de poco monte que se llama Chaca. Beben de una fuente que se llama Chata". Poco a poco, después de haber seguido hacia el noroeste por los rumbos que se nos dan se habían vuelto a acercar a Uruapan donde visitan a media legua Charangua, comunidad pequeña de 8 casas y sin cacique: "Asentada en una quebrada entre dos sierras que se llama la Taxuata y la otra Charagua. Beben de una fuente que se llama Areche". Tangua era el nombre del cacique de Chire otra comunidad con siete casas a una legua de Uruapan, que parece ser se encontraba hacia el suroeste, pues: "Está asentada en una quebrada en un pinal que se llama Antan. Pasa por ella un arroyo que se llama Chire". El jueves 24 de diciembre se llega a lo que probablemente era Jucutacato (Quequecato, Quequetacato en la copia) donde también encontraron cacique de nombre Carachato que presidía sobre doce casas, a una distancia de Uruapan de media legua: "Está asentada al pie de un serrajón pelado que se llama Pirinda. Pasa por él un arroyo que se llama Pacayo". Otro lugar del mismo rumbo fue Arenjo cuyo cacique Macamijo (copia: Macuymijo) estaba situado a un cuarto de legua del pueblo cabecera de Uruapan y tenía quince casas: "Está asentada en la ribera de un río que se llama Pantau". A una legua de Uruapan encontraron doce casas en un lugar llamado Cachaquaro: 42


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"Asentada en un lomo de una quebrada de un serrajón de poco monto en un pinar que se llama Ychavatiro. Pasa por él un río que se llama Chiripan". De Arachuel, sito a legua y media de Uruapan y con ocho casas, el visitador nos dice: "Está asentada en un pinal al pie de una sierra montuosa que se llama Churata. Pasa un río por ella que se llama Atayaque". Por la abundancia de aguas de estos últimos lugares sospechamos que se trata de poblaciones situadas al sur de Uruapan, en el filo de la Tierra Caliente. Los dos pueblos restantes de la descripción son conocidos hasta nuestros días con esos nombres aunque no sabemos si se movió su ubicación en los siguientes años, son ellos Zirosto y Charapan. El primero tenía un cacique de nombre Antayo quien informó que: "Viven de sus labranzas" y el visitador hizo cuenta de sesenta casas y lo describió como "asentado al pie de una sierra muy alta algo montuosa que se llama Chapacavan. Corren las casas por unos pinares abajo. Beben de una fuente que se llama Chirasto". El nombre mismo del pueblo es el de Chirusto. Charapa, pueblo sujeto al anterior y a distancia de tres leguas de Uruapan se encontraba sin cacique contando con 30 casas: "Asentado en un llano entre muchos pinares media legua de Chirasto. Corren las casas hasta una sierra de tres cabezas que se llama Huamuda. Pasa un arroyo por medio de él que se llama Chinanpa".47 LA NAVIDAD EN URUAPAN se celebra por primera vez por parte Antonio de Carvajal y sus acompañantes, sólo que no nos han dejado constancia de la forma en que pasaron aquel día allí; lo acompañaban otros españoles como Francisco Morcillo que era el escribano y Tomás de Rijoles el intérprete de la lengua purépecha y quizá de la mexicana, ambas necesarias para recorrer la región y sacar con exactitud los datos. Sabemos que Carvajal tomó verdadero empeño en esta visita no sólo para explorar con minuciosidad y describir los sitios que visitaba 47

Warren, o. c. pp. 392-394. 43


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personalmente, sino para exhortar a los indígenas a olvidar su antigua religión y los sacrificios que sus ídolos les pedían, y también para irles dando noticia de la fe cristiana antes de que aparecieran en Michoacán los primeros misioneros franciscanos que traerá hacia 1525 el Cazonci, ya bautizado con el nombre de Francisco. El trabajo de Carvajal iba a servir para hacer el primer reparto de pueblos entre los conquistadores, dándose principio en Michoacán a la encomienda con que la corona quería premiar a los que habían trabajado en la conquista y primera exploración del territorio mexicano. FRANCISCO DE VILLEGAS será el primer encomendero de Uruapan por merced que se le hace el 25 de agosto de 1524.48 Natural de Castaxiana (Extremadura, España) había pasado muy joven a América en 1507, colaborando en la exploración y conquista de Tierra Firme, Cuba y el Darién, antes de venir a México. Hijodalgo y pariente de Hernán Cortés, ocupó el cargo de alcalde de Santiago de Cuba en 1520 y llegó a México en 1521 contribuyendo a la conquista del territorio con armas y caballos y viniendo él mismo a su costa.49 El encomendero Villegas debió encariñarse pronto con su encomienda y no precisamente por la belleza del lugar y sus posibilidades de cultivo en tan dotada zona de buen clima y aguas abundantes, sino más bien por la riqueza humana que le ofrecía posibilidades para desarrollar negocios más productivos. De entre sus súbditos iba a sacar gruesa leva, para los trabajos de las minas ó para emplear su fuerza en producir bastimentos que luego se pudieran realizar a muy buen precio entre los mineros. La minería había seducido a la mayor parte de los que habían venido a conseguir capitales rápidos sin exponerse a las eventualidades de la ganadería ó la agricultura. La codicia de Villegas y de otros de los favorecidos con encomiendas los llevó a extremos de explotación de la comunidad indígena que pusieron en pie de guerra a los indómitos indígenas Ibídem, p. 135. Diccionario de conquistadores, II, p. 604, Diccionario autobiográfico de conquistadores y pobladores I, p. 189. 48 49

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michoacanos, situación que hizo necesaria la visita del bachiller Juan de Ortega quien, apoyado en la fuerza de las armas, quiso someter a los indios en revuelta y trató de corregir los abusos que motivaban el alzamiento. Muchos españoles, de entre los sirvientes de los encomenderos, habían sido asesinados por los indios en distintos puntos. La Relación de Michoacán nos habla de la llegada del nuevo visitador a tierras de Uruapan por el año de 1528. En Xicalán los indios habían matado a un español y la justicia española actuó con gran energía en la represión de los culpables, que era toda la comunidad: La mayor parte de la población fue reducida a esclavitud y casi se despobló el lugar.50 Don Eduardo Ruiz interpreta esta noticia forjando una leyenda sobre la muerte del español Villadiego que se enamoró de una india y que los indígenas castigaron descolgándolo a una cueva de un acantilado, en compañía de su amante Atzimba. La barranca de Curincuaro, hoy Jicalán el viejo, fue mudo testigo de la tragedia.51 En las vecindades de Charapendo aparece todavía marcado en los mapas el lugar llamado Jicalán el viejo que probablemente coincide con ese primer asiento de ese pueblo tan importante en la historia prehispánica del rumbo. Testimonios de los contemporáneos nos relatan con detalle los métodos suaves de Ortega para someter a los indios: esclavitud, aperreamiento y quema.52 Pero al menos la visita puso un freno a la explotación incontrolada del encomendero Villegas que recibió medida para lo que debía exigir a sus encomendados y que consistía en 200 cargas de maíz, ají y frijoles que a costa de los tributantes se debían poner en las minas cada veinte días.53 La ambición del encomendero tendía a crecer hasta no topar con la justicia real ó con la de otro español igualmente avariento y avorazado. Tal fue el caso de don Francisco Villegas que había querido ampliar sus derechos sobre otros pueblos del rumbo que hubo quien La Relación de Michoacán, p. 267. Ruiz Eduardo, Michoacán, paisajes, tradiciones y leyendas, Morelia, 1971, p. 435. 52 Warren, o. c. p. 181. 53 Ibídem, p. 245 (AGI, Justicia 198). 50 51

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le disputara, así cuando además de Uruapan empezó a cobrar los tributos de Capacuaro y Sevina, le salió al paso don Juan Infante, encomendero de los pueblos de la Laguna de Pátzcuaro con quien tuvo que entablar pleito. Avala la ejemplar conducta de Infante el largo pleito que sostuvo contra él don Vasco de Quiroga que con decisión se opuso a los abusos en defensa de los indios de su pueblo de Santa Fe a lo que don Juan pretendía explotar.54 MINAS Y PORQUERIZAS significó para el encomendero Villegas la encomienda de Uruapan. Muy poco se asomaba por el pueblo el gran señor que vivía en la capital, México-Tenochtitlan, cuidando del apoyo político de sus intereses y solapando sus abusos. Subordinados suyos se hacían cargo de la explotación de personas y de bienes, la mayor parte de ellos aventureros que esperaban su golpe de suerte para salir de pobres ya fuera al encontrar una mina ó hacerse independientes con un ejército de esclavos que les trabajaran algún filón de las ya descubiertas ó tratando de encontrar lugares sin dueño donde poder montar sus negocios de producción de alimentos, los puercos especialmente, que vendían a precios de oro en los minerales. Mientras les llegaba su oportunidad no desperdiciaban el tiempo y eran buenos servidores de los ya encumbrados, como Luis Cabrera que fue administrador de la encomienda de Villegas en Uruapan de 1527 a 1532 ó Gonzalo Sánchez que había sido contratado para servir de porquero al mismo Villegas en sociedad formada por este y el herrero de México, Fernando Alonso, el 25 de agosto de 1525. Al porquero le tocaría una quinta parte de las ganancias mientras que a los socios capitalistas correspondían las cuatro restantes. Gonzalo Sánchez debía llevar cien puercas a Michoacán puestas por Alonso quien daría el maíz para alimentarlas, indios para cuidarlas y la alimentación para Sánchez y sus ayudantes. Gonzalo Sánchez debía construir a su costa las porquerizas y procurar cuidarlas; al final del año y medio del contrato se pagaría religiosamente el diezmo y se repartirían las ganancias.55

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Warren, o. c. 254. Ibídem, p. 277, Diccionario de conquistadores, II, 604. 46


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LA MUERTE DEL CAZONCI entraba en los cálculos de los encomenderos de Michoacán y el de Uruapan tomó su parte. La antigua autoridad indígena no dejaba de interferir con su presencia en los inconmensurables sueños de riqueza de los españoles avecindados en Michoacán, que la querían pronta, abundante y a cualquier precio. Las acusaciones contra el soberano destronado llegaban continuamente al centro, fue necesario que ocupara la autoridad alguien como Nuño de Guzmán, que no les iba a la zaga en ambición, para que se resolviera su muerte pagando su sumisión pacífica y el haber sido señor de tierra tan promisoria. El encomendero Villegas sentía particularmente fuerte la influencia en su territorio de don Francisco Tangáxoan y es él el primero que se aprovecha de tan buena coyuntura para liquidar lo que sentía se oponía a su control absoluto en Uruapan. Haciendo caso a las acusaciones y con el deseo de alcanzar buena tajada, el presidente de la Audiencia Nuño Beltrán de Guzmán hace venir a México al Cazonci y chantajea su libertad haciéndolo pagar a precio de oro la promesa de dejarlo libre. En sus planes estaba superar la hazaña de Hernán Cortés y brindar a la corona conquistas que opacaran las del entonces Marqués del Valle; quería extender al doble lo que actualmente se poseía y organizó así la conquista de la Nueva Galicia, pero para adentrarse en tamaños sueños debía contar con el control absoluto de Michoacán, que daba muestras de cansancio de los abusos españoles. Los preparativos de la expedición lo hicieron retener junto a sí al Cazonci y una vez que logró enrolar en su empresa a todos los más de entre los españoles de la ciudad, emprende camino a su conquista tomando el de Michoacán. Una vez llegados a Tzintzuntzan, con el monarca michoaque prisionero, se inicia su proceso y toca al encomendero Francisco de Villegas presentar la acusación formal contra don Francisco Tangáxoan. Sus cargos eran haber interferido el Cazonci en el funcionamiento adecuado de las encomiendas reteniendo a los señores de los pueblos en su corte, sobornar a las justicias españolas para que no lo castigaran según la petición de los encomenderos; se agregaba a lo anterior el que era en lo oculto idólatra, a pesar del bautismo recibido, que tenía costumbres 47


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sodomíticas y que había favorecido ó solapado las muertes de los españoles por los indios. Villegas encabezó el grupo de acusadores y se preocupó de presentar testigos para lograr la condenación del reo. De Tzintzuntzan tuvo que moverse el ejército rumbo a Puruándiro, camino a lo desconocido, y el proceso siguió su marcha. En las orillas del Río Lerma, esperando a los exploradores, llega a su término el juicio. Contra el Cazonci se vuelven sus propios súbditos amedrentados por las torturas y uno de ellos, don Pedro Panza que le sucederá en la gobernación indígena de Michoacán y que había gozado de las confianzas del soberano, al grado de considerarlo su hermano, es quien viene a dar fuerza a los acusadores españoles: Confirma la interferencia de don Francisco Tangáxoan en el régimen de encomiendas y le achaca el haber autorizado la muerte de españoles en la provincia, dos de ellos asesinados en Uruapan hacía dos años y medio.56 El 14 de febrero de 1530 se cumplió la sentencia de muerte dada contra el último rey de Michoacán, su ejecución trataba de no ocultar el gozo de quienes lo habían procesado, pues además de ser arrastrado por un caballo, después de martirizarlo para que confirmara las acusaciones que se le hacían, se le estranguló y su cuerpo fue quemado con orden expresa de regar sus cenizas. La tragedia del Michoacán indígena quedaba sellada con la muerte de su soberano. La Relación de Michoacán nos trasmite relación de este trágico momento al habernos guardado las circunstancias de esta ejecución.57 Una carta de Antonio de Godoy, figura siniestra en los hechos relatados, dirigida al mismo Nuño de Guzmán con fecha 20 de junio de 1529 nos habla del precio que se prometía a Villegas por su activa participación en los asuntos de Michoacán que tanto interesaba al Presidente de la Primera Audiencia. Escribe Godoy a Guzmán:

Proceso contra Tzintzicha Tangáxoan el Caltzontzin… año de 1530, pp. 36-42. 57 La Relación de Michoacán, p. 275. 56

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"En lo que decís del pueblo de Uruapan de Villegas, habiendo acá alguna cosa buena, yo holgaré de dársela aunque con el trueque y sin el trueque y cuando acá tornare se podrá hablar de ello".58 Con la muerte de don Francisco Tangáxoan culminaba un largo periodo de lucha de los encomenderos para someter a sus órdenes totalmente a los nativos, pretensiones que juzgaban entorpecían los nobles indígenas encabezados por su rey; así, a principios del verano de 1529 (25 y 28 de junio) se acusaba a los antiguos caciques de despoblar las encomiendas, de sembrar campos para la casa real indígena en los distintos pueblos y que debían atender a los indios encomendados, impidiéndoles así que dieran un servicio completo a sus señores. Se quería, con la desaparición del Cazonci, cerrar un capítulo de la historia de un pueblo y hacerlo entrar de lleno en la colonia.59

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Warren, o. c. 436. Ibídem, 319-320. 49


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CAPÍTULO IV SAN FRANCISCO URUAPAN

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que sobrevino a la muerte del Cazonci vino la colonia. La Relación de Michoacán nos lo describe en forma escueta y trágica cuando nos dice: "Y echó a huir la gente por su muerte, de miedo… después de la muerte del Cazonci echaron prisiones a la gente porque se huía… que se perdería Michoacán".60 Sobre el pánico de la gente poco podían hacer los pocos religiosos que vivían en Michoacán y que no habían podido impedir la crueldad y la injusticia de la muerte del soberano. Fray Juan de San Miguel estaba ya presente entre los evangelizadores, había venido en una segunda expedición de religiosos franciscanos a Michoacán probablemente entre 1528 y 1530. A él correspondió el mérito de la pacificación de Uruapan y el echar las bases para su nueva organización política y religiosa. Gran mérito suyo, en la historia colonial de Michoacán, es haber puesto las bases para la congregación de muchos de sus pueblos; el principal y prototipo de ellos fue éste de Uruapan. Poco se sabe, a ciencia cierta, sobre su patria, y mucho de su intensa actividad social queda todavía en la penumbra. Deponiendo San Miguel en el juicio de residencia que se promovió contra don Vasco de Quiroga al final de su gestión como oidor, en 1536, nos dice que es de edad de 36 años y a la sazón guardián del convento de Uruapan. Sabemos que había acompañado una expedición encabezada por el capitán Diego Becerra en 1534, presa del desánimo que se apoderó de todos sus compañeros al ver el caso que la acción cruel de Nuño de Guzmán había traído sobre Michoacán; fracasada la expedición vuelve a retomar su labor misional ahora con mejor éxito gracias a las nuevas condiciones que había creado la Segunda ESPUÉS DEL CAOS

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La Relación de Michoacán, p. 276. 50


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Audiencia y a los frutos que la visita del oidor don Vasco de Quiroga había conseguido con su administración de justicia en Michoacán. 61 La resistencia a la evangelización, en los indios michoacanos, estaba relacionada con la actitud abusiva de los españoles encomenderos, la venalidad de las autoridades que debían corregir los males y los excesos de crueldad de los últimos años. Precisamente la visita de don Vasco trató de corregir tamaños abusos y fue parte en ello la fundación del Hospital Pueblo de Santa Fe de la Laguna, según se atestiguó en ese famoso juicio de residencia en que depuso fray Juan de San Miguel. Se dice, ahondando en la personalidad de este fraile, que una de sus primeras actividades fue el establecimiento en Guayangareo, después ciudad de Valladolid, de un colegio para la instrucción de los indios que llevó el nombre de San Miguel y que sobreviviría hasta fundirse en el de San Nicolás, cuando se trasladó la sede del obispado de Pátzcuaro a aquella ciudad en 1580; desconocemos documentación contemporánea que pueda avalar este aserto. Tal fundación se efectuaría en los años anteriores a su llegada a Uruapan, según los que así lo aseguran, lo cual resulta francamente difícil por la situación de caso a que nos hemos referido. Parece ser que la fundación de tal institución hay que colocarla en la década de los cuarentas y no sabemos que por esos años haya estado fray Juan en Guayangareo. De hecho el establecimiento de un colegio para la instrucción de los hijos de los españoles allí avecindados y no de los indios, será causa de fricciones entre los vecinos de Guayangareo y don Vasco de Quiroga.62 Fray Juan de San Miguel, prescindiendo de otros méritos, va a tener el de haber echado los cimientos para la reorganización de Uruapan; esto a partir de 1534, pues él mismo dice en su testimonio del juicio de residencia, que antes de la venida del licenciado Quiroga a Michoacán no era posible hacer nada, pues los indígenas andaban huidos, en desnudez, idolatrías y borracheras, sin hacer caso de los frailes. Posiblemente había tratado de iniciar labores en Uruapan

Beaumont, fray Pablo, Crónica de Michoacán, t. III, p. 153. Miranda Francisco, Don Vasco de Quiroga y su colegio de San Nicolás, p. 146. 61

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antes de esas fechas y el ambiente de desasosiego lo había desanimado. NUESTRA SEÑORA DE LA CONCEPCIÓN de Uruapan fue el primitivo nombre que se impuso al convento que fray Juan de San Miguel comenzó a edificar en el pueblo semidestruido. Sabemos con seguridad que en la primavera de 1535 estaba nuestro padre San Miguel echando los cimientos de la iglesia y convento de Uruapan al mismo tiempo que pensaba en la mejor manera de poner en práctica una serie de iniciativas para mejorar la vida civil, económica y religiosa de su comunidad. La obra social de don Vasco en Santa Fe de la Laguna le dio buena inspiración pues los resultados del nuevo género de vida allí impuesto, en que se contemplaba no sólo el aspecto religioso sino el civil, social y económico y un nuevo estilo de sociedad, estaban a la vista. Fray Juan de San Miguel se refiere expresamente a la experiencia quiroguiana en su deposición: "En él acude mucha gente pobre y huérfanos de partes remotas, y allí les dan todo lo que han menester… en el cual dicho hospital se dicen las horas cada día y en el domingo cantan, y su misa beneficiada de canto, e que allí se casan a la ley y a bendición, e que otros se bautizan, los que no están bautizados, e que en todo hacen mucho servicio a Dios Nuestro Señor, según en la muestra e parecer lo dan a entender".63 Los indios de Santa Fe habían encontrado tal apoyo y comprensión en el guardián de Uruapan que, no obstante la distancia, acudían continuamente a consultarlo, a confesarse y a platicar con él, pues sin duda fue uno de los que se esforzaron primero en aprender el idioma de los indios. Fray Juan nos refiere esa interminable peregrinación de los santafesinos en forma por demás sencilla y humilde: "Este testigo es guardián de Uruapan, como dicho tiene, e vienen de dicho hospital de Santa Fe, de quince en quince, de diez en diez, a confesarse al dicho monasterio de Uruapan y en todo muestran ser buenos cristianos".64 63 64

Beaumont, o. c. p. 276. L. c. 52


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LA TRAZA Y ORDEN de un nuevo pueblo, en el hermoso sitio que ocupaba Uruapan, va cobrando cuerpo en la mente del fraile y a medida que se avanza en las obras del convento y de la iglesia se comienzan a dar los pasos necesarios para realizar tan audaz proyecto. Fray Juan de San Miguel comienza por congregar en Uruapan a algunos de los pueblos sujetos a él para brindarles mejores oportunidades para su vida cristiana. No sabemos a punto fijo cuáles pueblos de los descritos en el informe de Carvajal vinieron a ocupar los lugares que San Miguel les había dispuesto para una convivencia pacífica en sus propios barrios. Quizá el número de nueve barrios corresponda precisamente a otras tantas comunidades trasladadas al nuevo lugar de habitación, y quizá estuvieron también otros, como el de San Lorenzo ó Narín, que regresaron a sus primitivos sitios. Hay tradición en Charapan que ellos también formaron parte de Uruapan, al tiempo de esta congregación.65 En 1565 se mencionan como pueblos sujetos a Uruapan los de San Lorenzo, Santa Catarina, San Gregorio Taciran, Xicalán, Corroi y Churapan debiendo suponer que si estuvieron allá congregados, ya habían vuelto a sus primitivos lugares quedando, sin embargo, los nueve barrios en que seguirá organizado el pueblo.66 Los cronistas franciscanos nos presentan la obra civilizadora y organizativa de fray Juan de San Miguel como el modelo del que se partió para todos los demás pueblos que se fundaron. Descontando el fervor apologético del cronista fray Alonso de Larrea, es muy hermosa la página en que nos habla de la traza y orden que fray Juan de San Miguel dio al pueblo de Uruapan: "Fundó el pueblo en el mejor lugar que contenía todo aquel valle, y que tiene todo el reino de Mechoacán; repartiendo la población en sus calles, plazas y barrios con la mejor disposición que pudiera la aristocracia de Roma, dando a cada vecino su posesión, mandando desde luego hiciese casas y huertas, plantando de todas frutas, plátanos, ate, chico zapote, mamey, lima, naranja, limón real y centil: y así no hay casa de indio que no tenga todas estas frutas y agua de pie para la verdura… Hay dentro de este pueblo, además de este río, otros 65 66

Aguirre Beltrán, o. c. p. 80. L. c. 53


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muchos ojos de agua, con que pudo este siervo de Dios encañarla por todas las calles y casas del pueblo, sin que haya alguna que no la tenga y así todo el año hay fruta y verdura, por ser la tierra tan fértil y tanto, que en todo su circuito se está sembrando, cogiendo, espigando y naciendo el trigo en todos los tiempos del año, porque ayuda la fertilidad del suelo. Siempre está dando fruto y así se ven en todo el contorno a unos segando, a otros sembrando y a otros aventando el trigo, a un mismo tiempo. Y es la razón porque a las cinco de la tarde se levanta una marea tan suave y fresca, que estorbando las inclemencias del cielo, dura hasta las cinco de la mañana y así nunca yela, con que se ha conservado el pueblo…"67 Del modo de vivir en que empezó a educarse la gente michoacana por el benéfico influjo de los indios de Santa Fe y el asiduo trabajo de sus misioneros, estimulados y apoyados por la autoridad de la Segunda Audiencia representada acá por don Vasco de Quiroga, nos habla el mismo padre San Miguel en su testimonio prestado en la residencia de don Vasco. Por su declaración sabemos de esos primeros pasos que daba la comunidad de Uruapan en el nuevo estilo de convivencia impuesto por los frailes: "En la Provincia de Michoacán tienen todos los naturales esta costumbre, que cada uno que labra su sementera, luego pone una cruz en medio de la labranza, e acompañado de muchos ramitos verdes e florecitas y con tanto acato y reverencia que andan temblando, e que por cierto debe ser inspirado por Nuestro Señor, pues tanto se ha hecho y en tanto ejemplo ha venido; y así mismo tienen sus chocitas y en ellas cruces y oratorios en que andan y rezan de manera que de todo dan buena cuenta, e se confiesan como buenos cristianos".68 Bien sabemos la importancia que tuvo la instrucción catequística en ese hacer nuevos hábitos que necesitaba una comunidad cristiana, sin ella hubiera sido imposible introducirse en la nueva fe que requería suficiente preparación y aclarar muy bien los motivos. De la primera evangelización sabemos precisamente de Uruapan el uso que se hacía de material gráfico en la catequesis; un contemporáneo nos describía el uso allá de un cuadro con que se ilustraba el tema del 67 68

Ruiz, Eduardo, Álbum de Uruapan, pp. 5-7. Beaumont, o. c. p. 276. 54


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Juicio Final: En él se veían los religiosos en medio del purgatorio sacando almas en pena. Franciscanos y dominicos se veían empeñados en esta tarea pero no dejaba de notarse, y así lo declara el testigo, la parcialidad de los hijos de San Francisco pues mientras ellos rescataban almas en gran número, los dominicos apenas podían conseguir unas cuantas y algunas de ellas se les caían de nuevo al fuego. Su observación le causó una acusación ante la inquisición.69 Para elaborar este material, los frailes debieron aprovechar las habilidades de los indios en la pintura o esforzarse en enseñársela y perfeccionarla. La mentalidad plástica de los indios exigía presentarles las verdades cristianas ayudados por ese material gráfico. LOS HOSPITALES DE LOS PUEBLOS michoacanos que se irán estableciendo profusamente en todo el territorio de la diócesis a la que se nombrará primer obispo en la persona de don Vasco, y distintos de los Hospitales Pueblo de Santa Fe de México y la Laguna, tuvieron en Uruapan un lugar privilegiado para su desarrollo lo que hace que se atribuya a fray Juan de San Miguel la primera idea para fundarlos. Problema no resuelto es esa protofundación de los mismos que mientras los cronistas franciscanos la atribuyen a su orden, los agustinos, jesuitas y clérigos dan el mérito a Quiroga. Se recogen en su estructura patrones organizativos de la sociedad prehispánica y se transforman en institución cristiana: guardando continuidad con su función de integración social deben ser lugares para el ejercicio de las obras de misericordia. ¿En qué consistían esos hospitales michoacanos? En cada pueblo de la diócesis se estableció un sitio especial de culto donde la comunidad se reunía y a cuyo cuidado delegaba algunos de sus miembros que se consagraban por espacio de un año a su atención y servicio. Hacía centro de él la capilla de la Inmaculada Concepción que se entornaba con salas amplias y patio donde se celebraban una serie de fiestas comunitarias, se reunía a los enfermos de la comunidad para atenderlos en forma más apropiada, se socorría a los pobres con alimentos, se hospedaba a los peregrinos y era una especie de granero comunal que guardaba de los excesos alimenticios para proporcionarlos a buen precio cuando la escasez lo requería. 69

Warren, o. c. p. 118. 55


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Las altas autoridades de él se renovaban cada año y consistían en un prioste, un mayordomo, un fiscal y un escribano a las que auxiliaban una serie de funcionarios menores entre los que cobraba especial importancia el grupo de vírgenes delegadas para cuidar y transportar la imagen de la Virgen en las procesiones, llamadas Guananchecha. Cada comunidad, según el número de sus habitantes, aumentaba nuevas formas de servicio; en algunas se tenía cada ocho días la presencia de matrimonios que por semana iban a servir al hospital, en otras este servicio se reducía al mes de mayo y generalmente eran escogidos estos semaneros de entre los recién casados. El trabajo que desarrollaban durante ese periodo iba encaminado en beneficio del hospital y en acrecentamiento de sus bienes, cultivando las tierras con que la comunidad había dotado la institución, acrecentando los ganados que le pertenecían, reparando las casas y ayudando en la preparación de las fiestas. Cada sábado se celebraba con especial devoción a Nuestra Señora cuya imagen se adornaba con flores y era trasladada a la iglesia parroquial el viernes por la noche para, acompañada por todo el pueblo y en hombros de las guananchecha, volverla al hospital en la madrugada del sábado, rezando el rosario, cantando y celebrándose la misa. A las autoridades del hospital se les confiaba la administración de los bienes y cada año debían entregar cuentas de lo recibido y gastado que debía ser aprobado por el sacerdote encargado del monasterio ó la parroquia a la que pertenecía el pueblo. De esos bienes se tomaba para las limosnas, atención de los enfermos, acogida a los peregrinos, celebración de misas y responsos por los difuntos y otras ayudas en bien de la comunidad. El paso por los cargos del hospital era importante para ganar ascendiente y prestigio en la comunidad e ir llegando al consejo de notables o cabildos de definitiva influencia en las decisiones que afectaban a todos. El hospital vino a constituirse en la espina dorsal de la república indígena pues las autoridades civiles eran tomadas de entre los notables del pueblo que habían dado señal de ser útiles a la misma por medio del servicio religioso en el hospital o Guatapera, como en algunas partes se llamó. 56


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LOS BARRIOS DE URUAPAN que en la fundación de San Miguel respondían a otras tantas comunidades congregadas, y permanecían en cierta manera autónomas, permitían mantener su identidad clánica y de costumbres. Es tradición que fray Juan les sostuvo en esa conciencia creándoles capillas con sus respectivos patronos. Servía este sistema a una más fácil catequización de los naturales pues los misioneros los tenían acostumbrados a reunirse tarde a tarde en los atrios de las capillas para hacer oración y recitar en coro la doctrina cristiana. Allí mismo se sepultaban los difuntos del barrio. El cronista Larrea nos anota la disposición de estos oratorios de barrio: "Cada capilla está en los remates de las calles, unas a otras se están mirando y hermoseando la disposición del pueblo. Y como está dividido en nueve barrios, son nueve las capillas, cada una con su ornamento y órgano".70 Los nombres de los barrios, siguiendo su disposición por la parte norte y dando vuelta al pueblo en el sentido de las manecillas del reloj, eran los siguientes: San Juan Bautista, San Miguel, San Francisco, La Magdalena, San Juan Evangelista, San Pedro y Santiago. En el centro del pueblo el de la Trinidad y en la zona conocida actualmente como Los Riyitos, el barrio de Los Reyes. Don Eduardo de Heredia en su biografía de fray Juan de San Miguel nos da noticias suplementarias sobre los barrios, que rescató de la tradición. En cada uno de los barrios había molinos cuyo fin era ayudar a sufragar los gastos de la fiesta patronal. Molinos movidos por agua "con ruedas de paletas curvas y eje vertical llamado rodezno y piedra fabricada en el malpaís próximo a Uruapan. Durante los días anteriores a la fiesta del barrio los indios del mismo tenían derecho indiscutible de hacer uso de todo el caudal de agua para el molino, sin que nadie pudiera tomarla ni aun para riegos. Los citados molinos de trigo tenían la siguiente ubicación: "San Juan Bautista, estuvo ubicado en la huerta de la Morena, movido por agua de Ravelero. San Miguel, en la primera calle de la Canoa Alta, movido con agua de Ravelero. San Francisco en la calle del Espinazo, movido con agua de Ravelero.

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Ruiz, Álbum, pp. 8-9. 57


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"La Trinidad y La Magdalena, en el sitio llamado Puente de San Nicolás (hoy Puente Nuevo), movido con agua de la Canoa Alta y de Ravelero. San Juan Evangelista, en la primera calle de la Floresta, movido con agua del Cupatitzio. "San Pedro, en la cuarta calle de San Pedro, movido con agua de Gandarilla. Santiago, llamado ahora molino de la Quinta, movido con agua de la Rodilla del Diablo".71 LA MANUFACTURA DE LAS LACAS que ha hecho famosa a Uruapan hasta nuestros días, parte también de estos primeros tiempos en que fray Juan de San Miguel organiza los barrios del pueblo aunque desde antes ya existían en otros lugares. Es generalmente admitido que los indígenas no recibieron esta artesanía de los españoles sino que desde los tiempos prehispánicos la poseían. En la Relación de Michoacán se nos dice que el Petamuti ó sacerdote mayor traía a las espaldas un calabazo ó jícara decorado y en él engastadas piedras preciosas, la decoración de jícaras y bateas era también conocida. La particular técnica de embutir los colores era usado no sólo en la madera sino también en la cerámica. A fray Juan de San Miguel, en el caso de Uruapan, y a don Vasco de Quiroga en otros lugares, tocó velar por la conservación de esas artesanías y organizar la producción para que no se echara a perder tan buen medio de vida en competencia anárquica, luchando por estructurar los mercados a donde concurrieran los indígenas con sus trabajos y recibieran en trueque los de los otros pueblos. Aguirre Beltrán ha hecho un estudio más pormenorizado de esa diversificación artesanal que caracteriza a los pueblos de la meseta tarasca y nos hace notar el carácter de interdependencia que generaba en las distintas comunidades. Las artesanías se ligaban al carácter endogámico de los pueblos ó barrios y las habilidades y secretos se heredaban de padres a hijos. La técnica de elaboración de las lacas ha sido largamente estudiada y descrita en obras como la de J. Guadalupe Zuno, Lacas michoacanas de Uruapan, defendiendo su carácter autóctono. Se supone que para asentar la artesanía en

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Heredia, Eduardo de, Fray Juan de San Miguel, Uruapan 1925, p. 17. 58


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Uruapan fray Juan trajo al pueblo a los mejores obreros de Parácuaro, Tingambato, Jicalán el viejo y Tepalcatepec.72 Por tratarse de un testimonio antiguo y dado por un visitante extranjero que veía con ojos nuevos las técnicas propias del maqueado, transcribimos lo que Karl Lumholtz dejó escrito sobre esa artesanía que a finales del siglo pasado se había concentrado al barrio de Santiago: "Se producen cubiertas de mesa, jícaras y sobre todo bateas, en su mayor parte de forma redonda y de todos los tamaños, desde unas delicadas miniaturas de apenas una pulgada y media hasta de dos pies de diámetro ó más grandes. Las piezas de madera sin pintar se las compran a indios de otro lugar que van en ciertas estaciones al cerro de Tancítaro para entregarse a la fabricación de dichos utensilios. "Para lacar cada pieza, cúbrenla primero con una mano de litomarga (variedad de arcilla plástica) en que trazan los dibujos. Recortan éstos luego con un cuchillo, y llenan todas las incisiones de diversos colores que frotan con el dedo pulgar. A veces una misma persona dibuja y pinta. Los detalles se van agregando con un punzón muy agudo. Pónese luego el barniz y se produce el hermoso pulimento bruñendo pacientemente la superficie con una pelotilla de algodón. Tan fuerte llega a ser el lacado que resiste durante tiempo a la acción del agua. Las jícaras se barnizan sólo por fuera. Se obtiene dicha pintura de unos ácidos ó pulgones llamados aje que durante las aguas juntan los indios de Huetamo, seis días de camino al sureste de Uruapan… Los dibujos representan casi siempre flores que el artista copia de modelos que tiene a la vista… La mejor pintadora tenía ochenta y siete años de edad…".73 EL MERCADO DE URUAPAN era importante en la organización social y económica de la comunidad, ya hemos dicho cómo la especialidad de cada uno de los pueblos ó barrios se complementaba con esos mercados periódicos que en días y lugares fijos se celebraban en el rumbo y a donde concurrían a comerciar de los demás pueblos.

Zuno J. Guadalupe, Lacas michoacanas de Uruapan, p. 14 Aguirre Beltrán, o. c. p. 220. 73 Lumhotlz, o. c. p. 47. 72

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El Padre Larrea, hablándonos de Uruapan, nos da una curiosa descripción de su mercado: "El pueblo en su primera fundación, que fue de más de mil fuegos aunque con las pestes que han sido tan grandes en estos años se ha minorado, pero no el comercio que como en todo el reino, no cesa la contratación en todos los géneros de la provincia y de la tierra y así el concurso es tan numeroso que obligó al pueblo a que introdujera todos los días tianguis, a quien nosotros llamamos ferias, donde se vende, compra y trueca desde las cinco de la tarde hasta las nueve de la noche. Y para evitar la confusión de la noche, así en la feria, como para volverse a sus casas, usan los indios atar en unos quiotes, tan largos como una asta, manojos de ocote ó tea, que encendidos hacen una llama muy hermosa y son tantos que todo el pueblo parece un incendio troyano y así venden y compran y se vuelven a sus casas".74 Naturalmente se trata de una institución también ésta que existía desde los tiempos prehispánicos y que se regularizó en el nuevo sistema económico. El mercado indígena supone un espacio abierto al aire libre. Señalaban todos esos lugares el centro de la población. Se organizaba la venta por géneros de mercaderías trayéndose a vender los más variados productos de artesanías, granos, animales, frutas, siendo los comerciantes los mismos productores, resgatones o más tarde comerciantes profesionales. Los productos llegaban a hombro de las gentes que usaban los huacales para llevar las cargas hasta que poco a poco se fueron introduciendo entre el pueblo los animales de carga.75 Heredia sitúa este mercado al aire libre en el espacio que corre de la Guatapera a la parroquia de San Francisco y "de norte a sur desde la calle primera del Beaterio (hoy 16 de septiembre) hasta el Portal Carrillo y de oriente a poniente desde el Portal Santos Degollado hasta el Jardín de los Mártires".76 EL SEÑOR ENCOMENDERO de quien tan malas noticias tenemos para los años anteriores, es figura imprescindible del Uruapan del siglo XVI. Francisco de Villegas acompañó a Nuño de Guzmán, Ruiz, Álbum, pp. 7-8. Heredia, o. c. p. 19. 76 L. c. 74 75

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después de la ejecución del Cazonci, en su expedición de conquista de la Nueva Galicia y es nombrado regidor de la Villa de Compostela fundada por el conquistador. Vuelve a Michoacán para ser uno de los primeros vecinos de la Ciudad de Granada que don Vasco intentó fundar en 1533 para dar asiento a la población española dispersa en la provincia y nefasta a las comunidades indígenas. Fracasada la nueva ciudad se regresa Villegas a Compostela donde continúa de regidor hasta el año de 1536 en que es elegido Alcalde de la Ciudad de México, lo que le ayudará a favorecer sus negocios. Es él el clásico encomendero favorable a la esclavitud y aguerrido defensor de la encomienda que concebía una propiedad absoluta que la corona española entregaba a los que habían tenido alguna parte en la conquista y colonización de estas tierras. Las dificultades de Villegas con sus indios encomendados de Uruapan no eran novedad partiendo de su concepción de señor de vidas y haciendas. El 22 de junio de 1543 el corregidor de Michoacán don Luis de León Romano interviene en los problemas de Uruapan haciendo nueva tasación de lo que los indios debían pagar a su señor. A Uruapan se le aumenta Zirosto. Después de discutir las posibilidades de salir adelante con el tributo que se les señala, los indios aceptan darle a su encomendero cada ochenta días doce cargas de mantas torcidas, cada una de cuatro piernas, cada pierna de dos brazas y cuarto de largo y de ancho tres palmos y en cada carga veinte mantas, en total 240. Como escaseaba para ellos el algodón, que tenían que comprar a los indios de Tierra Caliente, se aseguran los indios de que se les reciba en dinero el importe de su tributo a razón de seis tomines de plata por cada manta.77 No paraba allí la gabela pues además de lo anterior se comprometían a hacer al encomendero una sementera de treinta zitakuas, cada zitacua de veinte brazas "de las que ellos suelen medir". Para otra sementera de trigo de diez zitakuas Villegas debía darles la semilla. De servicio le debían proporcionar 20 indios diarios para que trabajaran en las huertas y morales que don Francisco tenía en el rumbo, pero advirtiendo que no irían a trabajar, según él lo Diccionario de conquistadores, t. II, p. 604. Diccionario autobiográfico de conquistadores y pobladores, t, I, 189. 77

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pedía, a las estancias ganaderas que tenía el encomendero en Acámbaro "porque es tierra caliente". Se añadía al tributo anterior dos guardianes o "cozistes" para la huerta de Uruapan y hacer la cerca cuando se cayera. Cada año también debían dar veinte panes de sal, ají y frijoles, añadiéndose un tributo especial para el mayordomo que Villegas tenía en el pueblo y que consistiría en dos criados, dos cargas de yerba para los caballos, media hanega de maíz, dos cargas de leña y dos gallinas. No paraba allí la cosa, pues cuando Villegas, su hijo ó su yerno tenían la ocurrencia de venir al pueblo, el tributo del mayordomo se aumentaba con seis cargas de yerba, cinco "cozistes", dos gallinas de la tierra o guajolotes, dos de Castilla y media hanega de maíz.78 Se comprenderá fácilmente que cuando la corona quiso quitar las encomiendas por las Leyes Nuevas, la familia Villegas se haya opuesto con toda su alma a tal medida y empeñó todo su esfuerzo en impedir la ejecución que en 1544 había venido a realizar el visitador Francisco Tello de Sandoval. SAN MIGUEL DEJA URUAPAN para seguir su obra de fundador de pueblos en que llegó a especializarse. Sabemos que dicho fraile tuvo que ver en la fundación de Tlazazalca, Patamban y otros pueblos de la sierra pues en general se le pedía consejo para escoger el mejor lugar para los asentamientos humanos. Él llegó a ser un experimentado y observador guía para señalar dónde convenía fijar pueblos atendiendo a la vecindad de las canteras de materiales de construcción, la suficiencia de ojos de agua, el mejor soplo de los vientos. Desconociendo como desconocemos más detalles de su vida es imposible fijar con exactitud su actividad fundacional en ese sentido. Hay noticia de que tuvo que ver en la ordenación de Acámbaro que había sido fundada por el cacique indio Nicolás de San Luis en 1526. Por el año de 540 fray Juan de San Miguel es guardián de esa población donde también estableció un hospital al estilo del que dejaba fundado en Uruapan. En el año de 1542 lo encontramos en la fundación del pueblo de San Miguel, en Guanajuato, adentrándose en la región ocupada por los chichimecas y luego poniendo los cimientos al pueblo de Xichú. 78

Libro de las Tasaciones, p. 211. 62


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No sabemos cuándo haya vuelto a la sierra tarasca ni de sus demás actividades, excepto que quizá por esos años echó las bases del Colegio de San Miguel en Guayangareo, según lo anotamos más arriba. El padre Torquemada en su Historia Eclesiástica Indiana señala su muerte en Tarecuato aunque sin indicarnos la fecha, donde debió quedar enterrado.79 Don Eduardo Ruiz, siguiendo al Padre Larrea, asegura que San Miguel murió en Uruapan en el hospital y quedó sepultado en este pueblo: "Anciano ya, inclinado su cuerpo al doble peso de los años y de las fatigas, volvió a Uruapan, habitó la celda que en ruinas se conserva todavía sobre la capilla del Santo Sepulcro en el edificio del hospital… ¿Cuándo se verificó el glorioso trance? ninguna crónica lo dice; la tradición misma lo ha olvidado. Sólo existen en la inscripción que hemos venido citando las siguientes líneas: "Falleció en el cuarto de la convalecencia que se halla cercano a la capilla del Santo Sepulcro desde donde se le dio sepultura eclesiástica en la Parroquia de este pueblo, en donde descansa su cuerpo. El Padre Larrea dice que está enterrado al lado del Evangelio".80 ¿CUÁNTOS HABITANTES TENÍA URUAPAN? se preguntará cualquiera que haya caído en la cuenta de lo pesado de los tributos si se tratara de una población pequeña y menos si llegara a los mil fuegos u hogares de que nos habla Larrea. En la Suma de Visitas se nos habla de una población que alcanzaba en Uruapan 430 casas de tributarios que daban un total de 2,189 personas casadas, sin contar los solteros, viudos, enfermos, ancianos y niños que no estaban sujetos al tributo. A esa población hay que agregarle la de Xicalán con 43 casas y un total de 131 tributarios. Dando a cada tributario una equivalencia de cuatro personas que no pagaban tributo resultaría apenas una población total para el distrito de menos de 10,000 gentes lo que está lejos de los cálculos de los cronistas que le suponen el doble de población. En el siglo pasado don J. Guadalupe Romero fue explícito en esos fantásticos 20,000 habitantes.

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Torquemada, fray Juan, Historia Eclesiástica Indiana, t, III, p. 507. Ruiz, Michoacán, 2ª. parte, p. 232. 63


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Ateniéndose a la sola traza Eduardo de Heredia hace el siguiente cálculo: "Cada una de las manzanas del pueblo, según antigua y constante tradición, fue dividida por fray Juan de San Miguel en seis solares de cuarenta varas de frente por sesenta de fondo, de manera que en las ciento cincuenta manzanas del pueblo había novecientos solares, que a razón de cinco personas por solar, dan un total de cuatro mil quinientos habitantes y admitiendo que en el lugar que ocupa el extinto barrio de Los Reyes hubieran habitado otros quinientos indios, se tendría un total de cinco mil habitantes en el pueblo de Uruapan".81 El mismo autor nos da otros datos sobre esa primitiva población del Uruapan cristiano que sin duda da razón a la fama que tuvo de ser población magníficamente trazada, como lo advertía el Padre Larrea: "La orientación de las calles es sensiblemente de norte a sur y de oriente a poniente. Sus ciento cincuenta manzanas tienen el mismo perímetro, excepción hecha de cinco de ellas: la primera y novena del cuartel tercero y la primera, segunda y séptima del cuartel cuarto, las cuales han sufrido modificaciones en épocas recientes. Las doscientas setenta y cinco calles de la población tienen idénticas dimensiones, ciento veinte varas de largo, según la antigua medida, y están trazadas a cordel, de manera que las manzanas son cuadriláteros rectángulos según el trazo primitivo, pues las irregularidades que en la actualidad presentan, obra son de los modernos constructores de casas, no del admirable fundador de la ciudad". LA ORGANIZACIÓN DEL GOBIERNO INDÍGENA que también se atribuye al fraile fundador, nos hace entrar en esa característica de las poblaciones como Uruapan que fueron fundadas agrupando a distintas poblaciones en un mismo lugar. El sistema de los barrios casi siempre revela esa necesidad de conservar la original organización de los grupos que se cambiaban de un sitio para agruparlos en pueblo, mantenían su carácter endogámico, sus tradiciones, sistemas propios de trabajo y en lo posible cierta independencia en su régimen. La denominación de barrio preexistía a la congregación de la población en un mismo lugar, así Pátzcuaro se 81

Heredia, o. c. p. 9. 64


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consideraba un barrio de Tzintzuntzan aunque hubiera distancia entre los dos. Desde la época prehispánica existían, naturalmente, los cargos de autoridad que desempeñaban diversas personas presidiendo el cacique en cada pueblo a quien auxiliaban otros funcionarios. La Relación de Michoacán nos habla de los ocambecha que tenían a cargo el juntar la gente para las obras de utilidad pública y de llevar estricta cuenta de los súbditos; otros entendían por los pueblos en que se cultivaran las tierras del Cazonci ó las dedicadas al culto ó a la guerra. Junto a esos funcionarios existía una casta sacerdotal dividida en rangos y diseminada por los pueblos quienes se preocupaban de atender el culto, conservar las tradiciones, desempeñar como ofrecedores de incienso, guardianes de los templos, sacrificadores, encargados de hacer conjuros y oraciones, músicos y atabaleros. Naturalmente la conquista no podía destruir de golpe toda esta organización social política y religiosa que tendió a subsistir. La genialidad de fray Juan de San Miguel y de otros legisladores religiosos-sociales fue el darle un cauce adecuado dentro de las nuevas pautas sociales y religiosas impuestas por los españoles cristianos. Muchas de las instituciones a que nos hemos referido trataban de tender puente entre uno y otro orden. Generalmente todos estos funcionarios gravaban sobre la comunidad que los mantenía y en el nuevo orden consiguieron quedar exentos de las cargas generales. Alcaldes, alguaciles, fiscales, sacristanes, cantores, sirvientes de los conventos resultaron los continuadores de la antigua burocracia. Fray Juan de San Miguel fue consciente que para salvar de nuevos conflictos a los naturales de las comunidades que fueron movidas de su sitio era importante respetar en la traza de los nuevos pueblos un lugar geográfico distinto donde se organizaran cada uno por sí mismo, por eso resultaba indispensable la construcción de su propia capilla, el patrocinio de un santo particular con su fiesta titular que ayudaba a mantener la unión del clan, pero se debía tender a que unos barrios se complementaran con otros formando la unidad de la población y de la república indígena. Larrea se fija en este aspecto cuando nos refiere la sagacidad de San Miguel en su obra organizativa: 65


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"Puso sus conatos en lo espiritual y político, asistiendo en persona al examen de la doctrina, criando alcaldes, mayordomos y fiscales, adornando el pueblo de todos los oficios y poniendo en ellos a todos los muchachos de la doctrina para que los aprendiesen y juntamente escuelas de canto y música, para que siempre la iglesia tuviera cantores y organistas".82 Se ha mantenido en la traición de Uruapan esa conciencia de autonomía de los barrios con sus propias costumbres y autoridades, con rentas y tierras de comunidad propias, que ayudaban a los gastos de sus celebraciones, pero todos se unificaban debajo del gobernador del pueblo a quien acudían cuando surgían dificultades entre sí o con otros barrios. A la totalidad del gobierno se llamaba república de indios y gozaba de autonomía en sus asuntos protegida por las leyes y tenía derecho a nombrar sus propios alguaciles y a imponer sus propias penas, que nunca deberían llegar ni a la mutilación ni a la muerte.83 Se dice que el gobernador de Uruapan usaba en las funciones y actos oficiales de la comunidad un bastón de fina madera con empuñadura de plata y que era muy respetado por la comunidad. Junto a estas autoridades civiles existían las religiosas que encabezaba el prioste del hospital y mantenía estrecha relación con los sacerdotes a cargo de la comunidad. LA VISITA DE MOTOLINÍA al Uruapan recién organizado la refiere una carta de 1549 escrita en la ciudad de Pátzcuaro por el vicario general de don Vasco, don Juan García. En ese año el obispo michoacano había tenido que salir a España donde urgía su presencia para el arreglo de muchos asuntos relacionados con su iglesia, el escrito nos relata su feliz llegada a Sevilla y cómo toda la ciudad se había regocijado al grado que se hicieron procesiones en Pátzcuaro en acción de gracias. Los franciscanos del convento de la ciudad fueron invitados y a ellos se unieron un buen grupo de los que volvía del capítulo de la orden que se acababa de celebrar en Uruapan presidiéndolo fray Toribio de Benavente ó Motolinía. Por la fecha en que se escribe la carta, el 12 de marzo, tal concentración de frailes debió ser a principios de ese mes. 82 83

Ruiz. Álbum. Bravo Ugarte, José, Historia sucinta de Michoacán, t. II, pp. 94-96. 66


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Allá se habían ocupado de los problemas que se ofrecían en la evangelización de los pueblos, y de los asuntos de la orden franciscana que cada día se extendía a nuevos lugares, así como del nombramiento de los guardianes de las distintas casas. A cuenta vino la actitud a tomar respeto a las normas estrictas que don Vasco imponía para la regularización de los matrimonios de los indios convertidos que ya eran casados en su infidelidad: a la mayor parte les pareció excesiva la meticulosidad y restringía la iniciativa acostumbrada de los frailes. En ese clima de tensión llegaron los frailes a Pátzcuaro y el vicario de don Vasco no lo podía ocultar a su superior. En Pátzcuaro los frailes, con Motolinía a la cabeza, admiraron la traza de la nueva catedral que construía el obispo y alababan: "La christiandad y buena horden della que halló en el obispado de vuestra Señoría que yba dando gracias a Nuestro Señor diciendo que en toda la Nueva España, entre los naturales no había la mitad de la christiandad ni de tres partes una como en la provincia de Mechuacán, y llevaba gran voluntad de lo comunicar con el señor visorrey".84 En Uruapan habían admirado la labor de su hermano de hábito que se hacía notar en organización descrita, en la magnificencia de la iglesia "de cal y canto y tan costosa, que consumiera muy grandes patrimonios a no ser el suyo de Aquel que dat afluenter et non improperat…".85 Adornada con retablos, ornamentos y órgano. Lo mismo que la majestad del hospital tan bien organizado. PEDRO DE VILLEGAS hijo menor de Francisco, es quien sucede a su padre en la encomienda de Uruapan, mientras que el mayor homónimo del fundador de la encomienda se queda en Zirosto. Pedro había nacido en Zafra, pequeño pueblo de la provincia de Badajoz y era hijo de Isabel González. Había llegado a la Nueva España en 1539 contribuyendo en la pacificación de Nueva Galicia en compañía del virrey don Antonio de Mendoza. A partir de ese momento va ocupando cargos en el Ayuntamiento de la ciudad de México siendo regidor, tenedor de bienes de difuntos, quien llevaba la cuenta del 84 85

AGI, Justicia 204. Ruiz, Álbum, p. 8. 67


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trigo del diezmo y que luego se encargaría de recoger, obrero mayor de la ciudad, procurador de la misma, encargado de la sisa de las carnicerías y visitador de estancias de ganado. En 1552 es nombrado corregidor de Otumba y entra de lleno al negocio de la cría de ganados en las haciendas que la familia tenía por el rumbo de Apaseo.86 Desde 1553 empieza a intervenir en los asuntos relacionados con la encomienda de Uruapan. Así en 17 de octubre hace cambiar la anterior tasación por una nueva, que ahora le será pagada en pesos contantes y sonantes: "Atento lo que por la dicha información consta y la calidad del dicho pueblo y la gente que en él hay y la comida y servicio personal en que estaban tasados y que ahora, de conformidad de partes, la quieren dar en cada un año, ochocientos pesos de oro común, de a ocho reales cada uno y doscientas hanegas de maíz… y no sean obligados a los sacar, ni llevar fuera… en la cual se incluye el tributo, comida, servicio y lo demás que antes solían dar".87 Casi no se modificó la tasación desde ese año hasta el de 1560, aunque para estas fechas se apunta la tributación de Xicalán agregada a la de Uruapan. Uruapan debía reunir para su encomendero el tributo que se aumentó a 870 pesos, pero en esa cantidad se incluía tanto el tributo en dinero como el precio del maíz. Xicalán debía por su cuenta entregarle "cobre, sábanas, pañizuelos, manteles, que vale trescientos cincuenta pesos".88 En 1565 se vuelve a hacer reajuste a los tributos por parte de la Audiencia Real notándose un aumento desmedido en relación a lo anterior pues ahora debían entregarse al encomendero 2,004 pesos y cuatro tomines de oro común por año y ochocientos cuarenta y cuatro hanegas de maíz al tiempo de la cosecha; el monto en dinero se dividía en tres pagos hasta hacer la suma de 1688, quedando lo sobrante para los gastos de la comunidad según disposiciones que ahora se habían hecho para ayudar a los gastos de las repúblicas de indios. Diccionario de conquistadores, t. II, 605-607. Libro de Tasaciones, p. 212. 88 Paso y Troncoso, Francisco. Epistolario de la Nueva España, t. IX, pp. 16, 30, 30-31. 86 87

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El tributo iba siempre en relación a la población pues cada tributario debía contribuir con cantidad fija, así sabemos que hasta 1560 la población tributaria de Uruapan era de 1,220 personas hábiles y que en 1565 fueron reconocidos ya en 1,700, lo que daría un total, en la proporción de cuatro personas por tributario, de 4,880 habitantes para la primera fecha y de 6,800 en la segunda, aunque quizá en este último dato se haya sumado a Uruapan el pueblo de Xicalán que se venía considerando aparte. En los años siguientes sobrevendrán gravísimas epidemias que diezmarán a los indios al grado que a finales del siglo apenas se cuentan 1,129 tributarios para todo el partido, lo que hace una población de 4,516 personas. URUAPAN Y DON VASCO DE QUIROGA aparecen íntimamente ligados pues en aquel pueblo floreció en forma especial la obra de los hospitales. Se dice también que el buen obispo venía con frecuencia a Uruapan haciendo la visita pastoral de la sierra; D. Eduardo Ruiz le ha dado importante lugar en sus leyendas recordando el lugar de la sierra donde según la tradición comió el obispo ó se hundió el pie de la mula sobre la que viajaba. En Uruapan debió recibirlo según él, fray Juan de San Miguel y ambos varones apostólicos debieron haber tenido importantísima conversación. La tradición asegura que en la Guatapera vino a morir el primer obispo de Michoacán, un 14 de marzo del año de 1565. Sin duda que en todo lo anterior hay mucho de verdad, excepto que lo relativo a la muerte parece haber sucedido de distinta manera pues murió en la ciudad de Pátzcuaro, como inclusive lo afirma el mismo cronista franciscano fray Alonso de Larrea: "Vivió (don Vasco de Quiroga) en aquesta silla veintiocho años con la opinión que el mundo sabe y murió con las esperanzas que le aseguraban sus muchos servicios, en la ciudad de Pátzcuaro".89 Sin embargo la tradición sostiene que su muerte sucedió en Uruapan y ya el biógrafo del obispo, Juan Joseph Moreno, así lo asegura lo mismo que las inscripciones de alguno de los cuadros en que se representa al santo obispo. ¿Cuándo y en qué bases se originó esta conseja? No lo sabemos. Recorriendo la documentación contemporánea al hecho encontramos una información del año de 1573 que promueven los 89

Miranda, o. c. p. 191. 69


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sacerdotes de la catedral de Michoacán donde se afirma explícitamente: "que el dicho reverendísimo don Vasco de Quiroga primer obispo que fue deste obispado falleció de esta presente vida en esta dicha ciudad por el año de mil e quinientos e sesenta e cinco, próximo pasado, principio de él". La diversidad de testigos que para la información se presentan, muchos de ellos presenciales del hecho y de las más distintas categorías: canónigos, estudiantes, vecinos de Pátzcuaro, hace moralmente imposible que la muerte haya acaecido en Uruapan".90 LA GUATAPERA ES EL LUGAR que se señala para la muerte tanto de fray Juan de San Miguel como de don Vasco, era en sí misma lugar notable al grado de describirla Larrea como "hospital para el recurso de los enfermos… tan costoso y capaz que por sí sólo es obra memorable".91 En la actualidad se conserva este edificio recientemente remodelado para convertirlo en Museo de Artesanías. Una interesante descripción hecha por D. Eduardo de Heredia hacia 1925, nos pone ante lo que fue como edificio lo que ahora contemplamos: "El hospital en su primitiva estructura era un gran paralelogramo rectángulo circunscrito por las calles de Vasco de Quiroga, 2ª del Beaterio, 1ª de las Carmelitas y por la plaza fray Juan de San Miguel. "En su interior tenía un gran patio limitado al norte por un ala del edificio con habitaciones que daban a un corredor, al oriente por la iglesia del hospital y su sacristía, al sur por una cerca de piedra en la que se hallaba la puerta de entrada al hospital ó Guatapera; y al poniente por la capilla del Santo Sepulcro y otra ala del edificio que en ángulo recto se unía con la del norte y que como ésta tenía un corredor al que daban las habitaciones. Este patio era llamado por los indios patio de las cocinas por las que en él tenían los cargueros que vivían en el hospital ó Guatapera. En la parte norte del paralelogramo… estaba un gran solar anexo al hospital y en el cual vivían los indios semaneros… ("La Capilla del Hospital dedicada a la Inmaculada) estuvo situada enfrente y como a nueve metros de la cruz de piedra que aun 90 91

L. c. Ruiz, Álbum, p. 9. 70


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se conserva en el patio del hospital y tenía diez metros de ancho por veinte de largo, aproximadamente. Toda ella era de piedra, de muy buena fábrica, y en sus principios sirvió de parroquia durante varios años. Su situación era de oriente a poniente, el altar mayor dedicado a la Purísima Concepción estaba al lado oriente y la puerta principal daba al poniente, al lado de la cruz, teniendo además otra puerta al lado sur de la cual daba a un reducido atrio de cuatro metros de anchura por veinte de longitud. Tenía un pequeño coro y sacristía y dos campanas, que por carecer de torre la capilla, estuvieron muchos años colgadas en el corredor norte del hospital las cuales fueron fundidas para hacer una de las que ahora se encuentran en la torre de la parroquia. La imagen de la Purísima Concepción, patrona del hospital, era una bella escultura que fue retocada y ahora se encuentra en la nueva iglesia… "En el ángulo suroeste del hospital y con vista a la plaza, se encuentra la capilla del Santo Sepulcro… mide diez metros cincuenta centímetros de ancho y tiene en su portada un arco de medio punto con pilastras de piedra labrada, ricamente ornamentados, y en la parte superior una hornacina con una estatua de San Francisco de Asís, tallada en piedra. A ambos lados de la hornacina hay dos escudos también de piedra, uno de la orden franciscana con las cinco llagas, los otros tres clavos y la corona de espinas; y el otro fue el escudo de los reyes de España y del cual únicamente se conserva la corona pues al igual de sus similares, fue destruido en los primeros años de nuestra independencia".92 LAS CASAS DEL AYUNTAMIENTO INDÍGENA posiblemente estuvieron en la parte opuesta de la plaza, frente a la capilla del Santo Sepulcro, al menos allí se encontraban hacia mediados del siglo pasado. Servían al gobernador indígena y a su cabildo como lugar de reunión y les estaba anexa la cárcel. Sabemos que las autoridades indígenas intervenían en los asuntos importantes de la comunidad y a ellas se tenía que recurrir en toda modificación del tributo al mismo tiempo que a ellas les tocaba recogerlo. Siempre se les designa en estos primeros años como "cacique y principales".

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Heredia, o. c. 13-14. 71


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En la tasación de 1565 se reservaba una parte de los tributos que se recogían para los gastos del común que, para prevenir tentación en quienes los manejaban de utilizarlos en provecho propio, se establecía: "Y los restantes trescientos y diez y seis pesos y cuatro tomines quede y sea para la comunidad del dicho pueblo y se meta en una caja de tres llaves, la una de las cuales tenga el gobernador y la otra el mayordomo y la otra un alcalde y presentes todos tres, y no de otra manera, se saque lo que se hubiere de gastar y distribuir y en cosas necesarias y convenientes a su república y de ello tengan cuenta y razón en un libro para la dar cada vez que les sea mandado".93 De estos gastos no se debía tomar nada para el culto, ornato de la iglesia ó sustento de los religiosos que debía correr por ley a cargo del encomendero quien debía pagarlo de lo que se le entregaba de tributo. FRAY JUAN DE SAN MIGUEL en la leyenda ocupa un capítulo entero de la historia de Uruapan aun antes de que romanceara su figura el licenciado Eduardo Ruiz, quien recogió mucho de lo que conocemos, en la tradición popular. A él se atribuye aquel famoso exorcismo que restituyó el agua a Uruapan y que causó la Rodilla del Diablo al huir despavorido Satanás ante la oración del buen fraile; se dice que la imagen de la fachada de la capilla del Santo Sepulcro es una representación de él que los indios hicieron en agradecimiento a su labor, tradición que recoge ya el padre Larrea en el siglo XVII: "Le levantaron estatua labrando una piedra de su misma estatura y rostro, retratándole con primor y la erigieron en el frontispicio del hospital en memoria de su fundación, fábrica de la iglesia y demás obras para que allí fuese perpetuo padrón de su obligación y memoria eterna de su agradecimiento… la cual tienen en tanta veneración que temerosos de que otros pueblos que fundó no la hurtasen, la tapiaron a cal y piedra en el mismo nicho. Y aconteció que algunos años después cayó un rayo en el mismo hospital y mató treinta y tres personas; asombrados los indios del estrago, levantaron las voces diciendo que aquel era castigo del cielo porque tenían la estatua de su padre cubierta. Y así luego la descubrieron y la tienen con la

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Libro de Tasaciones, p. 213. 72


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veneración que merecen sus obras y la velan con sumo cuidado por no verse en el peligro que les representan sus sospechas…".94 Completa Eduardo Ruiz la historia de esta estatua refiriendo que en cierta ocasión, en una de las muchas batallas de que Uruapan ha sido escenario, una bala de cañón partió en dos uno de los brazos de la estatua. Avisados los indios principales reunieron a un grupo de entre los indios, que entre las balas, se apresuraron a soldar el miembro desprendido. En la época de la Reforma se puso el nombre de fray Juan de San Miguel a la plaza que quedaba frente al hospital y que hoy forma parte de la plaza Morelos. Recientemente se ha levantado un monumento a fray Juan a la entrada de la ciudad para perpetuar su memoria. Casi desconocido para las gentes de la ciudad es el retrato que se conserva en la sacristía de la Iglesia de San Francisco con dos inscripciones: En el ángulo superior están estos versos: "Pobre, humilde y religioso a fray Juan de San Miguel lo presenta aquí el pincel por ser pastor tan celoso, y más cuando prodigioso la tierra que volaba decía misa en San Gregorio, y en este pueblo es notorio que la mayor la cantaba". En la parte baja del retrato está esta inscripción: "Verdadero retrato de fray Juan de San Miguel, uno de los doce primeros religiosos obreros que vinieron a la conversión de este reino, quien en la administración de este pueblo y los anexos de San Gregorio, Jicalán el viejo y Santa Catarina Jucutacato, habiéndolos instruido en la fe católica en los admirables progresos de su administración, dejando en testimonio fiel de sus virtudes el agua del Copalito en la tierra cortada, la que inagotable e incorrupta, se preserva en una piedra viva sin estiladero ni manantial alguno: quien 94

Ruiz, Álbum, pp. 10-11. 73


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habiendo a su solicitud fabricado este Real Hospital, falleció en el cuarto de la convalecencia que se halla cercano a la capilla del Santo Sepulcro, desde donde se le dio sepultura eclesiástica en la Parroquia de este pueblo, en donde según tradiciones descansa su cuerpo".95 Según D. Eduardo de Heredia el famoso "copalito en la tierra cortada" está situado en terrenos del rancho de San Ignacio de la hacienda vieja de Tequecarán. El pueblo de San Gregorio (Tacirán) quedaba situado en Tierra caliente como a 70 kilómetros de Uruapan en la margen derecha del río Tepalcatepec. Jicalán el viejo "estaba en lo alto de la orilla derecha de la barranca llamada aun de Jicalán, junto a una pequeña laguna y a 20 kilómetros de Uruapan".96

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Heredia, o. c. pp. 24-25. L. c. 74


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CAPÍTULO V URUAPAN EN LA VIDA COLONIAL

L

PADRE PONCE en 1587, a que ya nos hemos referido, encuentra a Uruapan reponiéndose de la tremenda peste que había asolado a la región diez años antes. Mucho del daño que hubiera podido ocasionar se mitigó con la existencia de los hospitales en casi todos los pueblos del obispado de Michoacán; en Uruapan hubo motivo nuevo para agradecer a su fundador lo bien organizado de esta institución. La cofradía de la Inmaculada, que respaldaba las obras de misericordia que se ejercían por la comunidad y en bien de la comunidad, empezaba a recoger bienes de los frutos de las tierras que se le habían dedicado para el servicio del hospital. Fray Juan de Torquemada advierte la gran ayuda que estos hospitales prestan en esa calamidad: "Y fue de tanto efecto en aquella tierra este recurso, que en la pestilencia grande que hubo el año de 1577, donde murieron la mayor parte de los indios, estuvieron en algunos hospitales de éstos más de cuatrocientos enfermos, donde eran servidos y proveídos con mucho cuidado y caridad y se les administraban con facilidad los sacramentos: lo cual era de todo punto dificultoso fuera de allí, respecto del mucho número de los enfermos y pocos los ministros que nadaban administrándolos". Fray Antonio de Ciudad Rodrigo, compañero y secretario del padre Alonso Ponce nos relata el recibimiento de que fueron objeto por parte de la comunidad de Uruapan: "Muchos principales y algunos españoles de los ya avecindados allí, salieron a recibirlos media legua del pueblo, toda la población estaba adornada con arcos y enramadas y a la entrada del convento, los esperaba la música 'de canto de órgano y trompetas, flautas y chirimías". No deja de notar fray Antonio la incipiente mezcla que se empezaba a propiciar en el pueblo con la cada día más numerosa vecindad de españoles. De entre los indios se distinguían los de origen tarasco de aquellos que siendo de raza mexicana empezaban a asimilarse a la cultura y lengua de la mayoría. A VISITA DEL

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El convento donde se hospedaron los visitantes causó impresión por lo amplio y capaz, tenía claustro y suficientes habitaciones y quedaba contiguo a la iglesia que ya ahora se indica con la advocación de San Francisco, a pesar de que otro cronista nos dice que su titular original era la Inmaculada Concepción. Estaban de planta cuatro religiosos que atendían además de los barrios, al pueblo de San Lorenzo, Santa Catarina, Taciran, Xicalán, Corroi y Churapan, según una fuente contemporánea.97 Aprovechó el padre visitador la estancia en Uruapan para celebrar capítulo provincial en el que se renovaron los guardianes y salió electo provincial el que ocupaba ese puesto en Tarecuato: fray Buenaventura de Marbella. El capítulo reunió a más de 60 religiosos y como en él se nombraría el personal para las distintas casas, vinieron muchos indígenas de los distintos pueblos para acompañar de regreso a los frailes que irían a estar con ellos. Según la costumbre indígena, todos se presentaron en Uruapan con regalos para el visitador, consistentes en los productos de las regiones: melones, plátanos, panales, pescados, panes de sal, pan de todas clases, "botijuelos y calabacillos de miel", escudillas y platos, pañizuelos y muchas gallinas, formaban los presentes. Era tiempo de fiesta para Uruapan que rompía la monotonía del diario; en el domingo intermedio se hizo una solemne procesión del convento al hospital que acompañaron los indios con sus danzas y participaron gentes de todo el rumbo, que se habían juntado a la novedad.98 LA FAMILIA VILLEGAS mantiene en Uruapan su propiedad todavía a finales de este siglo. Pedro, el segundo poseedor moría el 8 de diciembre de 1585 y, después de muchas dificultades, autorizó el virrey que le sucediera su hijo Martín, a pesar de que se había establecido que con el sucesor del encomendero original se extinguiría el privilegio. El virrey Marqués de Villamanrique, en carta dirigida a Felipe II fechada en México el 14 de diciembre de 1585, da la noticia de la muerte de don Pedro y pide que se le continúe la merced a la familia Villegas; alegaba que las familias acaudaladas de 97 98

Ciudad Real, Antonio de, Tratado curioso y docto, c. XCVI, pp. 166-167. L. c. 76


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la colonia en otras épocas, pasan por un mal momento y es conveniente ayudarlas. El rey concedió la petición de reservar todavía Uruapan a los Villegas encomenderos.99 La tasación del pueblo había bajado a 1,296 pesos y seiscientas hanegas y media de maíz, señal clara del impacto que sobre la población habían tenido las pestes. Los encomenderos pretendían que sus repartimientos se les concedieran a perpetuidad, tanto los Villegas de Uruapan como los que continúan en Zirosto se unen naturalmente a esta gestión. Por el año de 1597 todavía seguían usufructuando de los tributos de los indios y Martín Villegas asegura que en Uruapan tienen 1129 tributarios.100 Es durante la primera mitad del siglo siguiente que se liquida la encomienda de Uruapan, sin embargo por los libros de bautismo de la parroquia sabemos que hacia 1628 residían en el pueblo descendientes de los Villegas: Pedro de Villegas y Peralta casado con Agustina de Sandoval apadrinan al hijo de Pedro de Jaramillo e Isabel de Sandoval. En los mismos libros de bautismo aparecen nombres de criados de la casa de los Villegas lo que hace patente su posición social relevante. Ese mismo año Pedro de Villegas y su mujer María de Barona y Padilla bautizan a un hijo y todavía en 1631 siguen en el pueblo pues presentan a bautizar un par de mellizos, Juan y Catalina, que apadrina doña Juana de Acuña casada a su vez con otro Pedro de Villegas."101 Estos distintos vástagos de Francisco de Villegas, el encomendero que hacía más de un siglo se había introducido en la vida de la población, se irán extinguiendo lentamente ocupando su lugar otras familias españolas, haciéndose el núcleo de criollos suficientemente importante como para ir borrando el carácter indígena de la comunidad en un lento pero constante mestizaje. LAS VISITAS DE LOS OBISPOS eran en aquellos años los sucesos que rompían la monotonía del aislamiento en que vivía Uruapan. Por el año de 1591 el obispo fray Alonso Guerra celebra allí órdenes de estudiantes jesuitas y recibe el subdiaconado Hieronimo de Santiago. ENE, XII, 162-164. ENE, XII, 43 y 33. 101 APU, Libros antiguos de bautismo. 99

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Se aprovechó la presencia del obispo para la administración de las confirmaciones y la visita pastoral de la comunidad.102 Las crónicas franciscanas nos salvan pocas noticias de la guardianía de Uruapan durante estos años de fin de siglo y principios del siguiente. Fray Isidro Félix de Espinoza nos relata someramente la estancia en ese convento de un padre Juan de Ocaña quien era excelente latino y había estado en la universidad, distinguiéndose en la facultad de derecho, notable por sus conocimientos de la lengua purépecha. Misionero durante 40 años por diversos rumbos de la provincia, llegado a la edad de 70, vino a morir a Uruapan, causando el ejemplo de sus virtudes grande edificación. Uno de los guardianes fue el padre Alonso Templado de quien el mismo cronista ha salvado un hecho fantástico: En cierta ocasión llegó al convento un español comerciante que andaba terminando de arreglar algunos asuntos antes de volver a España a reunirse con su esposa e hijos. Consigo traía una fuerte suma de dinero pero no quería seguir llevándola por el evidente peligro, teniendo necesidad de cobrar otras cantidades que le debían, pidió al padre guardián le guardara lo que llevaba. Fray Alonso viendo la importancia que tenía aquel dinero para la familia del comerciante, que se había quedado en España, hizo a un lado cualquier escrúpulo de su regla y llamó al prioste del hospital encargándole que guardara aquel dinero; enterráronlo los indios en uno de los cuartos del hospital. El español no volvió nunca a reclamar su depósito, murió el guardián y los indios que poseían el secreto, pues la peste del año de 1756 no dio tiempo a dejar razón. Pasaron muchos años y siendo ya guardián el padre Antonio Hernández, religioso observante y muy apreciado por los indios por sus conocimientos de la lengua, sucedió algo insólito: teniendo costumbre de irse al coro de la iglesia de cinco a seis de la tarde a hacer oración, "saliendo una tarde de esta santa ocupación, cerca de la noche, se arrimó a un antepecho del claustro enfrente de la puerta que salía al dormitorio. Volvió accidentalmente el rostro hacia un lado, movido acaso en lo interior, y vio venirse para él un religioso calado de capilla, las manos metidas en las mangas, sesgado el cuerpo y desconociéndolo le preguntó quién era. 102

M. M. t. III, 602. 78


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—¿No me conoce, padre guardián? Yo soy fray Alonso Templado que siendo guardián de este convento me entregó fulano tanta cantidad de plata para que se la guardase, porque quería irse a España donde era casado y con hijos: se murió él y también yo sin acordarme de ella. Este descuido y falta de memoria ha más de treinta años que estoy pagando en el purgatorio y así vengo, de parte de Dios a decírselo a Vuestra Reverencia para que vaya a tal parte y cave la tierra que allí hallará la plata sin que falte nada, para que la despache a tal parte en España, a sus hijos y nietos (de los que le dijo los nombres y el del padre). Esto me mandó Dios dijese a Vuestra Paternidad de su parte, yo por misericordia me voy a descansar". Se cuenta que al otro día el guardián fue al lugar señalado donde encontró 6,000 pesos en plata en un envoltorio liado y puesta como si no hubiese sido enterrada. En la primera flota salió aquel tesoro hacia su destino.103 LOS REPARTIMIENTOS DE INDIOS para las obras públicas suplieron en buena medida los abusos que parecían terminarse con la supresión de la encomienda, y en muchos casos lo superaron. A la república de Uruapan le tocó tomar la voz para protestar contra algunos mandamientos de la autoridad que los diezmaba en los trabajos de las minas de Guanajuato, lo mismo que a muchos de los pueblos del rumbo. Jueces repartidores distribuían entre distintos pueblos el número de trabajadores que las autoridades ordenaban para tal ó cual obra en beneficio de las ciudades de españoles. Una vez acordado el número de gentes que cada comunidad debía facilitar, su repartimiento, salían alguaciles a recoger por la fuerza a los indios para llevarlos a donde se les había destinado. Los abusos de estos "acarreadores" hicieron protestar a varias comunidades por los modos como se realizaba y no guardar consideración a los que estaban dispensados de este tipo de servicio: los cantores, el maestro de la doctrina, el alguacil de la iglesia y otros oficiales de la república. Si se moría algún indio de los señalados cobraba el acarreador a su viuda ó a sus hijos cinco pesos por daños y perjuicios, encarcelándolos ó vendiéndolos si no los pagaban. El resultado de esa queja fue una cédula en que naturalmente se prohibían esos abusos. 103

Espinosa, Crónica Franciscana de Michoacán, 387-388; 413-415. 79


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La comunidad de Uruapan se quejaba además de que los jueces repartidores les pedían más de lo que por la tasación le estaba señalado, obligando a que tributasen, las viudas, las solteras, los cantores y oficiales de la república. Don Rodrigo Pacheco Osorio, Marqués de Cerralvo volvió a mandar que se obrase en el asunto con justicia y estampó su firma en el documento que se le había pedido para terminar los abusos: México, 15 de marzo de 1629.104 Otra queja de los naturales iba contra los "gobernadores, alcaldes y principales" de la misma comunidad que tenían por costumbre eximir del servicio del repartimiento no sólo a los que habían sido autoridades sino a sus hijos y parientes, aun hermanos y colaterales, haciendo gravar el peso del repartimiento sobre los maceguales ó gente pobre "con que casi todo el año están ocupando servicio personal". Nueva orden al juez repartidor para que no consintiese abuso: 6 de abril de 1629. 105 Melchor López de Haro el procurador, volvió con muchas cédulas virreinales que las comunidades recibían alborozadas; en ellas se corregían todos los abusos, el gestor cobraba y la comunidad pagaba, hasta que volvía a hacerse insoportable la situación y se juntaba dinero para encomendarle asuntos que pelear en la corte virreinal y que él tomaba con gusto, pues de eso vivía y para eso estaba. Las comunidades de San Juan Parangaricutiro y Chilchota se unían a la protesta de los de Uruapan para que en los repartimientos no fueran llevados a las minas de Guanajuato sus indios y López de Haro lo conseguía, al menos en el papel.106 TIEMPO DE TRAPICHES y de haciendas es este del comienzo del siglo XVII. El cultivo de la caña de azúcar se había iniciado desde mediados del siglo anterior y el mismo hijo del Cazonci, D. Antonio Huitziméngari se había dedicado a tan productivo renglón agrícola; los padres agustinos de Tingambato fundaban la hacienda de Taretan que dará impulso al beneficio de la caña por el rumbo de Uruapan. El clima, la abundancia de agua y la facilidad de la mano de obra Zavala, Silvio, Fuentes para la historia del trabajo, v. VI, 415, 417, 421, 422. 105 Ibídem, 441, 506. 106 Ibídem, 505. 104

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indígena hicieron que prosperara esa industria que tentó y sedujo a muchos españoles de los que se iban estableciendo en Uruapan. Marca la introducción del cultivo de la caña la primera presencia estable de población negra en el rumbo, ellos demostraban más resistencia que la raza indígena a las pesadas faenas de los cañaverales, al clima caliente y a la humedad de los riegos, además de que las pestes habían diezmado a los indios y los que quedaban estaban constantemente empleados en las tareas públicas y servicios comunes, como ya hemos visto por los repartimientos. A la merced de la encomienda, que cesaba por estas épocas haciendo que los privilegios de muchas familias entraran en crisis, sucede la concesión de mercedes para sitios de estancia con gran riesgo de las propiedades de las comunidades indígenas pues se empezaron a invadir en muchos casos los fundos legales de los pueblos. Es tiempo de gran demanda de ganado en las regiones mineras, la tierra templada y fría del entorno de Uruapan no ofrecía mayores perspectivas aunque en su vecindad se ofrecía el horizonte inconmensurable de la Tierra caliente sólo que las dificultades para colonizarla eran enormes. Así la explotación de trapiches y estancias tiene que mantenerse en la zona templada con perjuicio de los indígenas uruapenses. Del padre Diego Basalenque tenemos noticias, como cronista de la orden de San Agustín de Michoacán, sobre el buen rendimiento del ingenio de Taretan que en el año de 1625, en un trienio, había dejado libres más de 21 mil pesos, lo que sin duda animaba a otros que se lanzaban por el camino de esa riqueza.107 EL GRUPO DE ESPAÑOLES que lentamente se ha ido estableciendo en Uruapan, forma una comunidad dentro de la comunidad y toma al pueblo como lugar de residencia para atender sus negocios fuera de él; al paso de los años van adquiriendo propiedades. El pueblo por su servicio parroquial de Uruapan, que se conserva desde el año de 1627, nos damos cuenta de los parentescos de sangre ó espirituales que se estructuran entre la población blanca, el lento incremento del

Basalenque, Diego, Historia de la provincia de S. Nicolás de Tolentino, p. 222. 107

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mestizaje y la aparición de las castas, a partir de la introducción de esclavos. Entre las familias españolas de estos años destaca la de Juan Bautista de Carasa y su mujer Juana de Acuña; Nicolás de Chávez y Beatriz de Diedma, Martín de Izazaga y Micaela de Mendoza, escogerán a los primeros para que bauticen a sus hijos. Carasa buscará a Juan de Luévana casado con doña Antonia de Villarroel como padrino de su hija Juana. Juan de Mercado, Francisca de Cárdenas, Isabel de Sandoval, Pedro de Jaramillo, Cristóbal de Tapia, María de Vargas, Juan de Victoria Bazán, Manuel de Silva, Juan de Mercado, Gonzalo de Antunes, Joseph Méndez Pacheco, doña Elena de Arévalo, Alonso Sánchez, Magdalena Toral, junto con los Sajavedra y los Villavicencio forman el no muy numeroso grupo de españoles de Uruapan.108 La presencia de esclavos de la casa de Francisco Franco, las listas de criados de la casa de los Carasa, los sirvientes chinos de los Villegas, todos sumados a las familias españolas, conforman ese núcleo extraño a la comunidad indígena que se va desarrollando en su seno. A ellos se asimilan los indios sirvientes de las casas de los españoles y el grupo de los "naboríos" que se reconocen como parte de las familias, en los servicios domésticos. FRAY ALONSO ENRÍQUEZ, obispo de Michoacán visita a Uruapan entre 1624 y 1628 dejándonos en su libro de visitas la descripción de Uruapan: partido de indios administrados en lo espiritual por los franciscanos que reciben su estipendio de Pedro de Villegas, sucesor de los primitivos encomenderos, quien les pasa doscientos pesos en reales y cien hanegas de maíz con que se ayudan los religiosos para su subsistencia. El obispo hace cuenta de ocho vecinos españoles cabezas de familia junto a quinientos trece jefes de casa indígenas, a los que sumaban cuarenta vecinos indios en Jicalán, veinticinco familias de indígenas en Cucutacato, treinta en San Lorenzo y 40 en San Gregorio Tatzirán, siendo el total de tributarios 648, casi la mitad de los que se habían computado a finales del siglo anterior. Existían pocas haciendas de españoles aunque se notaba ya su crecimiento. En 1628 el obispo Enríquez anota la labor de trigo de 108

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Tzerécuaro y la estancia de Sixto del capitán Juan Bautista Carasa con producción de cien fanegas de trigo. Su sucesor, el obispo Francisco de Rivera, pocos años después señalaba que en el partido había poco ganado mayor: en el potrero de Francisco Franco donde se crían mulas de diferentes personas que lo alquilan y tiene algunas vacas. Matías de Izazaga, yerno de Franco, tenía también unas pocas vacas en otra hacienda pequeña cerca de la de su suegro.109 LOS BIENES DEL HOSPITAL de los indios han crecido en todo este tiempo. Al obispo interesaba tomar cuenta del uso que de ellos se hacía pues los consideraba muy importantes en el ejercicio de las obras de misericordia para lo que habían sido creados los hospitales por el señor Quiroga. Ya desde el siglo anterior se atribuía por parte de los obispos la fundación de estos lugares a don Vasco y exigían a los frailes un estricto respeto de sus bienes, en 1591 el cabildo eclesiástico de Michoacán decía, refiriéndose a la importancia que en la visita de los obispos tenía el supervisar esas instituciones: "Ha comenzado ansí mismo a entender (el obispo Alonso Guerra) en la visita de los hospitales que en él están fundados en los pueblos de los indios, tomando cuenta en qué se distribuyen y gastan los bienes de ellos para que con más comodidad sean socorridos los pobres y necesitados que allí se recogen. Y fuele puesto impedimento por vuestra Real Audiencia de México diciendo presumirse ser de vuestro Real Patronazgo y fundados en su nombre, no siendo sino solamente unos lugares píos disputados para recoger y guardar las dichas limosnas sin que haya habido patrón cierto ni fundador conocido y si alguno hubo fue don Vasco de Quiroga primer obispo de este obispado, varón santo, el cual comenzó a fundar en él los dichos hospitales y con este principios se han ido continuando y ampliando y así demás de ser derecho su visita y administración es a cargo e incumbe al dicho obispo".110 Que no era fácil tal visita, por los intereses que su crecido capital despertaba, nos lo indica la misma carta anterior al referir el origen de las dificultades para el ajuste de las cuentas: López Lara, Ramón. El obispado de Michoacán en el siglo XVII, pp. 185186. 110 AGI, Audiencia de México, p. 375. 109

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"Este estorbo principalmente lo han procurado los religiosos de los dichos pueblos porque se les impide que ellos de su mano no gasten ni distribuyan los bienes de los dichos hospitales a su voluntad, como comúnmente suelen hacer, lo cual tiene mucha necesidad de remedio".111 Los bienes del hospital de Uruapan al tiempo de la visita del obispo Enríquez consistían en un molino de trigo que rentaba ciento cincuenta pesos anuales, una sementera de trigo que les daba cincuenta fanegas, el arrendamiento de unas tierras propias que le rendían veinte pesos, un rebaño de cuarenta cabras y, además, el donativo de un minero de Guanajuato de mil pesos que debía cobrarse. Los demás hospitales de la jurisdicción no tenían ni propios ni rentas".112 EL LIBRO DEL HOSPITAL DE URUAPAN se ha conservado en el Archivo del Arzobispado de Morelia, ahora en la Casa de Morelos, y su cuenta empieza en el año de 1640. Se nos da en él noticia al pormenor del cambio de autoridades que lo regían, de sus ingresos y sus gastos, lo mismo que la intervención de los guardianes del convento, que lo hacían por disposición episcopal, en el ajuste de entradas y salidas de dinero. La intervención de los gobernadores y alcaldes y los inventarios de bienes, aparecen en sus páginas. En algunas de ellas se utiliza la lengua purépecha que luego se sustituye por la Castellana hasta el año de 1688 en que se termina.113 En ese primer año entregan sus cargos Miguel Tsitsiqui prioste, Juan Ochoa mayordomo, Mateo Cuihtsi carari ó escribiente y Pedro Tsitsiqui fiscal. Lo toman Maturino Cuhnesi como prioste, Maturino Pihtaque como mayordomo, Francisco Apahtsi carari y Martín Tsitsiqui fiscal; el guardián es fray Juan Rodríguez, el gobernador Miguel Uindari y como alcaldes fungen Juan Phariua y Alonso Tzahca. Día de cambio de autoridades era el 8 de diciembre y debía entregarse por inventario lo que poseía el hospital; en ese año de 1641 Ibídem. López de Lara, o. c. p. 185. 113 AAOM, Libros Parroquiales, 21. Agradecemos la gentileza del Profr. Álvaro Ochoa y del Lic. Castañeda, quienes nos han proporcionado copia Xerox de este importante documento. 111

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los del anterior ejercicio entregaban: 197 pesos y dos tomines, 10 platos de china, 6 tazas para el chocolate, 10 platos de la tierra, una jícara grande, 3 cobijas de Castilla y 5 de las hechas aquí, un incensario, una cuchara grande, un cazo, un hacha, tres tinajas, 6 morrales; además de manteles, candelas y otras menudencias. Y también 110 cabezas de ganado, entre vacas chichiuas, novillos, becerros y bueyes y 3 solares en el pueblo, plantados de plátanos. A través del año se van registrando en el libro de ingresos, que provienen principalmente del trabajo del molino que administra el mayordomo, meses fuertes en la molienda son los de abril y mayo en que produce 12 pesos. A esto se agrega lo que rentan las huertas de plátanos que en algunos meses alcanzan a producir 8 pesos; se agregan las limosnas que distintas personas van dejando al hospital, así españoles como indios, vivos y difuntos, en legado, presentes ó ausentes. El descargo enumera al pormenor en qué se va gastando el dinero resultando el prioste responsable de su buen uso al momento de entregar su cargo: alimentos, limosnas, compra de utensilios, atención de enfermos, gastos de fiesta, sufragio por los difuntos, visita de las autoridades de la orden, comidas de la Semana Santa, gastos de siembra de las sementeras del hospital, etc.114 FRAY MARCOS RAMÍREZ DE PRADO realiza la visita pastoral al pueblo de Uruapan el 24 de mayo de 1642. Su llegada reviste para Uruapan grande importancia siendo el obispo de la diócesis y hermano de orden de los frailes del convento. Su guardián lo sale a recibir "revestido con capa, cruz alta y ciriales". Acompañaba al prelado el bachiller Lorenzo Anguiano intérprete de la lengua tarasca que era la que comúnmente se hablaba en el pueblo. Al día siguiente de su llegada hace el obispo la visita de la iglesia, inspecciona el estado que guarda el bautisterio, el adorno de los altares, la decencia del sagrario y cita a la población para que escuche el edicto general de la visita, imponiendo pena de un peso, aplicable a la fábrica de la iglesia, a los que no se encontraren presentes. Las confirmaciones se tendrían esa misma tarde y en los días siguientes.

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Alaba el aseo y limpieza de todo después de inspeccionar la pila de bautismo, "muy grande de cantería" y examinar el estado de las crismeras de los óleos. El altar mayor y el sagrario guardaban las normas de derecho en cuanto a ara, manteles y frontal. La inspección de los libros del archivo, era otro paso de la visita.115 La personalidad de fray Marcos se impone entre los sucesores de don Vasco, fue un obispo que volvió a reorganizar a fondo su diócesis y en ese poner orden era importante la minuciosa visita que iba haciendo a las parroquias que estaban en su jurisdicción. A Ramírez de Prado le interesó sobremanera poner sobre buenas bases el régimen de los hospitales que a sus antecesores había preocupado. Recorriendo los libros de los hospitales de distintos pueblos casi siempre se encuentran las anotaciones que el obispo visitador dejaba para su buen gobierno, especificando lo que había que corregir y lo que se debía tener en cuenta para adelante haciendo hincapié en la exactitud del registro de los bienes, su buen uso y el cumplimiento de los fines que perseguían esas instituciones. En el libro del hospital de Uruapan también dejó asentadas precisas indicaciones de lo que había que cumplir. LA VISITA GENERAL a los hospitales de la jurisdicción nos hablan claramente de ese empeño que don fray Marcos tenía en que estas instituciones cumplieran con sus fines. Hizo congregar, pues, durante su visita a todos los priostes de los hospitales de la jurisdicción: al de San Lorenzo, San Francisco Jicalán, Cucutacato. Le debían traer "Los cuadernos y cartapacios de su cuenta que se les tomaron según que de los autos de la visita de cada uno de los dichos hospitales consta". El obispo no encontró la claridad, orden y buena disposición necesaria y "conveniente a la perpetuidad y aumento de dichos hospitales" por lo que dictó una serie de normas que debían guardarse en ellos: "Que ante todas cosas guarden el auto de visita general del Ilustrísimo y Reverendísimo señor don fray Francisco de Rivera de gloriosa memoria, su antecesor, advirtiéndoles que por esta vez perdonaba el multarlos por haber faltado en algunas cosas… "Otrosí, que en cada año, en los días que acostumbran hacer elecciones de priostes de dichos hospitales la hagan sin diferirlo para 115

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otro día presidiendo en ella el padre guardián que es o fuere de este dicho convento y que los priostes y demás oficiales, cumplido su año, no puedan ser reelectos para el siguiente pena de ser nula la dicha elección y que serán multados en pena arbitraria. "Otrosí luego, el día siguiente a dicha elección, juntos los priostes y oficiales que hubieren cumplido sus oficios den sus cuentas a los nuevamente electos, asistiendo con ellos el dicho padre guardián y si se les hiciera alcance lo paguen luego en reales de contado a los nuevamente electos y que los unos y los otros tengan sus cuadernos y cartapacios, en que con distinción de meses y de años asienten el recibo y gasto que tuvieren para que así se facilite el ajustar las cuentas… "Otrosí dijo su Ilustrísima que dichos priostes no puedan hacer ni hagan gasto extraordinario alguno sin parecer y licencia de dicho padre guardián so pena de no pasarles en cuenta el que así hicieren. "Otrosí dijo que mandaba y mandó que en un aposento de cada uno de dichos hospitales se recojan los fructos y semillas que tuvieren de cosecha o recogieren de limosna, en donde han de estar guardados y encerrados debajo de dos llaves, una que ha de tener dicho padre guardián que es o fuere y otra el prioste de dicho hospital. Que no ha de poder prestar ni vender al fiado semillas ni fructos de dichos hospitales so pena de que se le hará cargo de su valor en reales, que ha de exhibir el día que diere dichas cuentas, porque de otra forma no se le han de recibir en data ni descargo, ni por fiado, ni diligenciado".116 Terminó el obispo gravando la conciencia del guardián en su responsabilidad de velar por la buena marcha de los hospitales y sus bienes, que eran de los pobres, y a cada uno de los cuadernos presentados les hizo las correspondientes anotaciones que debían presentarse en el próximo examen que se hiciera de los mismos. LAS CAPILLAS DE LOS BARRIOS recibieron la visita personal del obispo que se interesaba en que cada una de ellas tuviera el decoro que exigía el culto divino. De gran interés para la historia de Uruapan es esa descripción de las capillas hecha, por el obispo Ramírez de

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Prado, al mismo tiempo que remata su visita con la inspección del hospital: "Otrosí, martes siguiente día (27 de mayo de 1642) en la tarde, salió a mula su ilustrísima el obispo mi señor y visitó las hermitas de los barrios del Señor San Francisco, La Magdalena, San Juan Evangelista, San Pedro, Santiago, San Miguel, San Juan Bautista, Los Reyes y la de la Santísima Trinidad y por haberlas hallado todas, su Ilustrísima, abiertas, sin tener rejas, balaustradas ni puertas con llaves mandó a los naturales de los dichos barrios de las hermitas errojasen de balaustres de pilares a pilares y en medio pusiesen puertas con llaves porque no se profanasen dichas ermitas y que, interim que no las cerrasen para que estén con la debida paciencia, no se pueda celebrar misa en ninguna de ellas aunque sea el día del titular de su fiesta. Y por cuanto la hermita de la Santísima Trinidad tenía el techo por algunas partes abierto mandó a los naturales de dicho barrio la reparasen de manera que no pudiese llover y que hasta que esto se hiziese y se cerrase dicha capilla en la forma dicha, no se pudiese celebrar en ella. "Otrosí, miércoles en la tarde a veintiocho de dicho mes y año, fue su Ilustrísima en persona a visitar el hospital de aqueste dicho pueblo de Uruapan, vio la capilla de él y reprendió al prioste porque en cumplimiento del auto de visita del Ilustrísimo señor don fray Francisco de Rivera su antecesor, no le había puesto puerta con llave y mandó no se celebrase en ella hasta tanto que se pusiese y habiendo visto la ropa de los enfermos, después de haberlos visitado y dádoles limosna, y echado de ver no se había proveído dicho hospital de lo que el dicho señor obispo su antecesor dejó ordenado por su auto de visita se comprasen, esto es doce fresadas, veinticuatro sábanas, otras tantas almuadas y doce colchones, dijo que dicho prioste exhiba ante el dicho padre guardián los sesenta y un pesos y seis tomines en que fue alcanzado y que dice tener de manifiesto, en reales, para que con ello se merque la dicha ropa y que todos los sábados de cuenta el prioste al dicho padre guardián de lo que aquella semana hubiese rentado el molino para que haya cuenta y razón del recibo y gasto de ello".117 117

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NUEVA PRESENCIA EN LA COMUNIDAD hacen por esos años de 1640 apellidos españoles como el de los Tapia, Bazán, Bedoya, Dávila, Usquiza, Velázquez, Córdoba, Grijalva, Gutiérrez de Aragón, Ortiz y Sánchez de Mendoza, lo mismo que un clérigo de la familia Acuña, el bachiller Mateo Gutiérrez de Acuña quien al parecer ha venido a residir a Uruapan al amparo de su familia y con frecuencia se acomide a ayudar a los religiosos en la administración de sacramentos. Por estos años empiezan a aparecer en los libros de bautismo, con más frecuencia, los mulatos, como la hija de Diego Gómez y María de Mendoza. O Isabel esclava del capitán Juan Bautista Carasa. Ya de antes, y quizá de todos los tiempos, los hijos de padres desconocidos son aceptados al bautismo anotándolos como "hijos de la iglesia" y solicitando a vecinos conocidos fungir como padrinos de los infantes. Una larga lista de apellidos indígenas se recoge de los registros bautismales de esta década de los cuarenta, en el siglo XVII: Mintzita, Chipaque, Chucumu, Quacari, Piesqua, Apacha, Tzipaqua, Huitzaqua, Tsitsiqui y muchos otros que revelan todavía el apego de las familias a su tradición familiar pero que lentamente irán siendo sustituidas por apellidos españoles ó la adopción de nombres propios como apellidos. La comunidad es todavía consciente de su origen indígena, los tarascos señalan el carácter de mexicanos de los habitantes de Jicalán.118 LA ESCLAVITUD EN URUAPAN, que se había comenzado a insinuar en la primera mitad del siglo XVII, toma auge en su segunda parte. Aparecen como dueños de esclavos Domingo López de la Herrán, Francisco de Escobar y Miranda, Magdalena Torán, Bartolomé de Magaña, Micaela de Mendoza, Elena Torán, Joseph de Magaña, aunque no sabemos el número de esclavos que cada uno de ellos tenía. Estas nuevas familias van sustituyendo a las que años antes habían ocupado un primer plano y que a veces aparecen ya en apellidos compuestos como los Mollinedo de Caraza ó los Mendoza y Acuña. Por tomar un año, el de 1673, entre agosto y octubre, ocurren tres bautismos de gente de color en distintos tonos: mulatos, morenos y 118

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negros. El incremento de la gente de color y el generarse de las castas va dando ocasión a las anotaciones tan complicadas que la época tiene: coyotes, lobos, moriscos, etc. Entre los esclavistas aparece la familia de los Villavicencio que se perpetuará en Uruapan. Hacia 1681 empezando su visita a la comunidad el 22 de febrero. Lo acompaña su familiar don Alonso Aguiar y Lobera y encuentra en la guardianía a fray Alonso Martínez. Casi diez años antes, el 4 de junio de 1672 había estado su antecesor fray Francisco Sarmiento de Luna. Las confirmaciones, en las que principalmente se ocupó el obispo, se celebraron los días 23, 24 y 25 de febrero. El obispo era un hombre devoto que edificó a la comunidad con su piedad y fortaleció la devoción del santo rosario que personalmente gustaba de recitar con la gente y lo recomendaba insistentemente. Se pasa visita a los libros de la parroquia, insiste el obispo en que se separen los bautismos de los españoles de aquellos de los indios y de ambos se aparten los que tocan a mestizos y castas. Los priostes de los hospitales de Xicalán, Cucutacato, San Lorenzo y del propio pueblo, desfilan ante su Ilustrísima para la revisión de sus libros. Diego Maruate de Xicalán recibe el agradecimiento del prelado por haber cumplido con el culto divino haciendo celebrar misas y acudiendo con lo necesario aguzando el ingenio, aunque don Francisco recomienda que "el prioste actual y los que le sucedieren procuren sembrar sus sementeras de maíz y trigo y tener las demás grangerías que puedan pues sus procedidos se convierten en pro y útil del dicho hospital", dado que ese hospital no poseía bienes algunos.119 El prioste de Uruapan, Bernardo Chanacua, presentó 375 pesos y medio que era el alcance de las cuentas desde la última visita que el guardián había hecho a ellos. La visita de la iglesia nos muestra adelanto en lo material con relación a la hecha por Ramírez de Prado, pues mientras la caja de los crismas era de madera ahora se presenta una cajuela de plata "muy curiosa". El bautisterio, situado a la mano izquierda de la entrada, estaba en perfecto orden; el sagrario también lo encontró con mucha decencia y enriquecido con buenos vasos sagrados y la sacristía con 119

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suficientes ornamentos. Pegado a la iglesia se encontraba el cementerio con su cruz, y la visita del prelado motivó una procesión para orar por los difuntos.120 Un asunto especialmente preocupó al prelado: la ausencia del pueblo de muchos de los esposos en los matrimonios, lo que le obligó a advertir sobre el caso al guardián: "No consienta en todo este pueblo y su distrito de la dicha doctrina varones o mujeres ausentes de sus moradas y ellos de sus mujeres, a los cuales notificará que salgan de esta doctrina a buscar sus mujeres o vayan asistir con ellos a las partes en donde ellos tienen sus moradas, agravándoles con pena de censura a los que son capaces de ella, y a los que no lo son de veinte días de cárcel y ser remitidos a su costa ante su Señoría Ilustrísima y así mismo para remediar los pecados públicos que hubiere en su territorio, para que no den mal olfato en la república, valiéndose para ello de las justicias reales a quienes su Majestad, que Dios guarde, encarga mucho en sus reales cédulas ayuden mucho a los ministros eclesiásticos para pedir el real auxilio para algunas prisiones y destierros, si necesario fueren, y caso que por ser algunas personas poderosas que están en pecados públicos, o por otra razón no pueda poner remedio, dará cuenta a su Señoría Ilustrísima para proveer dello lo más conveniente".121 Dentro del informe de visita se nos incluye noticia del gran número de confirmados, más de 850, aunque no sabemos si entre ellos se incluía a personas de fuera de la jurisdicción eclesiástica de Uruapan. EL AUGE ECONÓMICO DEL RUMBO se nota por el poblamiento de nuevos sitios en los alrededores de Uruapan. Dos sitios, por lo menos, se agregan a los tradicionales: el rancho de la Capilla poblado de mestizos y el trapiche de Pindiro. El auge del grupo español se registra en nuevos apellidos como el de los Herrera y Solórzano propietarios del mencionado trapiche; Ávalos, Castañeda, Bayo, Aguirre, Armas. Con el bienestar económico de algunas familias se relaciona un problema curioso: la limpieza de sangre. Envueltos en un proceso 120 121

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contra uno de los párrocos de Uruapan se encontrarán varias de las familias de Uruapan que habían adquirido prestigio social y económico en la comunidad. Por 1731 es destinado a Uruapan un religioso entre otros, fray Francisco de Thejada, quien estará allí en distintas ocasiones hasta ser nombrado cura hacia el final de la primera mitad del siglo XVIII. El párroco tuvo sus quéveres con las familias más en vista y un buen día empieza a anotar los libros de bautismo hacia atrás, tachando la pretensión de españoles que muchos de ellos tenían y anotándolos como de origen mulato. El buen fraile aclara en una nota su proceder: "OJO: Muchas partes se hallarán anotadas en este libro, están muy bien tildadas, los padres hebdomadarios suelen ser nuevos y así todos los que se bautizan dicen ser españoles: yo sé los que son y advierto esto porque otro mulato no meta su barba en el cáliz poco duro y ya los que juraron en falso están juzgados de Dios, que fueron otros de la calidad de tal sacerdote. Fray Francisco de Thejada cura ministro, Uruapan y agosto de 1750".122 El "predicador general jubilado, guardián y cura ministro" iba a armar una verdadera revolución social en su comunidad y cuando se enfrenta a los poderosos núcleos de los Velázquez, Magaña, Ysasagas, Sotos, Campos, Aguirre, Chacones, que formaban el pequeño mundo de la aristocracia del Uruapan del siglo XVIII. Pero no anticipemos acontecimientos. Las familias se habían ido entrecruzando: Magaña-de la Serna; Velázquez-Aguirre; Villavicencio-Borja; Gómez-Aguirre; YsasagaOcaranza; González de Aguirre-de Soto; de la Bárcena-Armas; López de Miranda-Velázquez; Mercado-Castañeda; Bustamante-Armas; Montes-Velázquez; de la Bárcena-Saldaña; Céspedes-Estrada. EL INFORME DE URUAPAN DE 1743, que copiara casi a la letra D. Joseph Antonio de Villaseñor y Sánchez en su Theatro Americano, nos habla de una población diezmada por las epidemias y mezclada totalmente. Se compone Uruapan de la cabecera y 10 barrios en su alrededor que ya se van marcando distintos del centro que está ocupado por 200 familias de "españoles y gente de razón" y 50 de indios. Los barrios apenas alcanzan a llegar a las 125 familias en total. 122

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El modo de vivir de la gente que allí está es la siembra del maíz y el trigo, atención de las huertas, pintura de cajas y bateas aunque empieza a desarrollarse el comercio. Jucutacato, dos leguas al sur, mantiene 30 familias de naturales. Xicalán que se sigue ocupando de "labrar cobre", atiende la agricultura y huertas, está poblado por 19 familias de naturales y una de razón, posiblemente mulatos. San Gregorio, situado ya en la Tierra Caliente, empieza a ver la invasión de sus tierras por ranchos de ganados mayores que las gentes del pueblo consienten a personas extrañas alquilándoles el terreno para luego alquilarse ellos como vaqueros de los arrendatarios, su núcleo lo constituyen 7 familias de naturales que son atendidos en lo espiritual por los franciscanos de Apatzingán. En San Lorenzo la población ha quedado reducida a 10 familias de naturales. Santiago Angaguan y sus 20 familias se ocupan en sus milpas y el tejido de mantas. En los límites occidentales del partido está Zacán que ha venido a albergar 80 familias de naturales y 5 de razón y Zirosto con 60 familias de naturales y una de razón.123 URUAPAN EN NOMBRES se nos presenta en los padrones de cumplimiento pascual de estos años, dos de ellos, el de 1746 firmado por el guardián fray Ignacio Gil y el de 1747 presentado por fray Francisco de Sotomayor se completan mutuamente. Por ellos sabemos en forma pormenorizada que la población de las "gentes de razón" ha absorbido el barrio de la Trinidad que ha pasado a incorporarse a Uruapan que cuenta con 145 familias, mientras que el barrio de San Juan Evangelista registra 22 casas, la Magdalena 28, el barrio de San Francisco 25, el barrio de San Miguel 26, el barrio de Santiago 12, el de San Juan Bautista 17, el de Los Reyes 12, y el de San Pedro 10. Españoles por el apellido aunque no todos por la pureza de la sangre aparecen los Thorán, Campos, Gutiérrez, Villavicencio, Machuca, Velázquez, Patiño, Rosas, Mesa, Serna, Saldívar, García Acuña, Navarrete, Munguía, Moreno, Santa Cruz, Bayo, Herrera, Huerta, Estrada, Armas, Amezcua, Tabera, Aguirre, Galván, Tena, Magaña, Rosales, de Soto, Sotelo, Gómez, Mora, de los Reyes, AGI, Indiferente General, 108. Villaseñor y Sánchez, Josef de, Theatro Americano, t. 2, pp. 22-24. 123

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Berdusco, Flores, Juárez, Medina, Tapia, Melgarejo, Coria, Sánchez, Ortiz, Romero, Arciniega, Núñez, Rodríguez, González de la Bárcena, Cerón, Covarrubias, Bustamante, Elorza, Izazaga, Ocaranza, Sotomayor, Méndez, Saldaña, Mendoza, Roxas, Ponce, Montes, de Chávez, Cervantes, Beharano, Sandoval, Duarte, Vargas, Negrón, Chacón, López Tobar, Avendaño. Sobresalen entre todos los grupos de los Villavicencio, los Isasaga, los Velázquez, los Magaña, los Santa Cruz, los Mercado, los Soto y los Campos. Propietarios de esclavos son don Manuel de Rosas, Pedro Villavicencio, Juan Gutiérrez, doña Juana de Armas, don Domingo de la Bárcena, don Juan Bustamante, don Domingo Martínez de Zilla, Sebastián de Soto, Buenaventura Velázquez, Juan Montes, Miguel Gutiérrez, don Melchor Velázquez, patriarca de una extensa familia de seis varones: Pedro, Francisco, Joaquín, Sebastián, Melchor y José hijos de su esposa doña Ana de Villavicencio. Completan la lista de los esclavistas, María Méndez y Manuel Ascencio Gutiérrez, doña Agustina Bedoya, doña Manuela Bayo y don Pedro de Lorza y Aguirre. Los apellidos indígenas han perdido terreno, quedan todavía los Curinda, Ziqua, Tsitsiqui, Parandu, Tara, Sanacu, Cuparan, Uitzaqua, en el barrio de San Juan Evangelista. En el de la Magdalena, Cupatan, Tzapan, Vuipe, Tangun, Azumba. En el barrio de San Francisco, los Curinda, Turipa, Vindari, Openya, Vacuincho, Chanacu, Turis, Chanapa, Truritzi, Churitzi, Titas. Por el barrio de San Miguel, Chanaca, Cupatan, Curinda. Por San Juan Bautista, los Aracuti, Sanguari, Sangua. En el barrio de Los Reyes ya no aparecen nombres indígenas. En Santiago quedan los Tungui, Huriqua, Chupicua, Isenbi, Curinda, Tzaquina, Tzupiqua, Guacuxa, Tzapina. En el barrio de San Pedro hay Curinda y Tzipaqua. En Jicalán, los Tungui y los Guiriri. En Jucutacato, los Cuin y en San Lorenzo, los Tzipa, Vuapa, Tzicata y Tzira.124 LAS CURIOSAS NOTAS del padre Thejada debieron causar gran contrariedad a los afectados: Joseph de Campos quien había sido apuntado como español siendo de padres desconocidos, el juicioso AAOM, leg. 183, a. 1746 Padrones y leg. 193 a. 1747. Debo la copia Xerox gráfica al Profr. Álvaro Ochoa. 124

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párroco tacha y enmienda con mulato y añade ¿cómo lo supieron? Joseph Antonio español, él añade lobo, hijo de Mathías González de Aguirre y Ángela de Soto. María de los Dolores, mulata, hija de Miguel Mercado y Margarita Castañeda; igual anotación se hace a otro hijo de ese matrimonio, el de Joseph Manuel de la Trinidad. María Magdalena hija de Antonio de Magaña y Francisca de la Serna aparece como mestiza y su madre notada de india. A Joseph Juachim hijo de Phelipe Gómez y de María de Aguirre, añade a la anotación de español el comentario muy expresivo de Ginea. Thomas, hijo de Agustín de Isasaga y Gertrudis de Ocaranza se le nota de mulato. Lo mismo sucede con otra hija de este matrimonio, Magdalena Sebastiana. María Candelaria de española a coyota pues es hija de Juan Chacón y María Rosa Álvarez que dicen ser españoles, coyotes. Con quien la emprende en forma total es contra los Velázquez cuyas partidas están constantemente tachadas y para acabar pronto anota todos los Velázquez lo son al tachar español y añadir mulato. En los antecedentes de la familia están el capitán Sebastián Velázquez y doña Petrona, Petronila ó Petra de Aguirre. A toda la descendencia el párroco se tomará la molestia de anotarle su origen mulato para no dejar dudas.125 EL JUICIO PROMOVIDO por los Velázquez hizo intervenir a las autoridades eclesiásticas en lo que creía injurioso para su honra, al considerarlos Thejada mulatos. Una nota al pie de la página, en la revisión de los libros, aclara la resolución: "Se les borró a los contenidos en la partida antecedente la nota de mulatos y se les puso la de españoles en virtud de lo mandado por el señor provisor y vicario general de este obispado de Mechoacán Dr. D. Pedro Javarrieta en el auto proveído en treinta de septiembre de este año en los seguidos por don Pedro y don Francisco Velázquez vecinos de Uruapan contra el R. P. fray Francisco de Thejada, su párroco y para que conste pongo esta razón. Valladolid octubre 16 de 1766. Virviesca, notario mayor". 125

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El padre Thejada siguió en Uruapan hasta el mes de agosto de ese año en que se preparaba la entrega de la parroquia al clero secular, que se haría cargo de ella y que había estado confiada desde su fundación a los franciscanos. En 1775 seguían los Velázquez urgiendo la ejecución del juicio y sentencia anteriores para que se les borrara la anotación de mulatos de todos los libros del archivo parroquial. Se sirven para ello de don Juan de Montes quien hace la instancia ante el bachiller D. Francisco Gutiérrez de Robles cura interino y el licenciado D. Joseph Antonio Mafra abogado de la Real Audiencia, y Juan Joseph Pérez de Rivera notario receptor. El resultado de la gestión fue la anotación que se mandó poner, firmada por Joaquín Cayetano Virbiesca notario mayor de la audiencia eclesiástica: "Presentado en aquel superior tribunal suficientes informaciones, con testigos fidedignos y de mayor excepción de este pueblo, todos contestes sobre la buena y común opinión de la limpieza de sangre que los dichos Velázquez sus progenitores y ascendientes siempre han gozado, por lo que el señor provisor y vicario episcopal de este obispado de Michoacán, que lo era el doctor don Pedro de Jaurrieta, por su decreto de 30 de septiembre del año pasado de mil setecientos sesenta y seis mandó se borrasen las anotaciones de mulato en las partidas de bautismos y casamientos puestas por el párroco que era entonces, como más latamente consta de los autos de la materia; y aunque por dicho notario mayor se borraron muchas anotaciones no fue en todos los libros por no haberlos manifestado el R. P. Cura, ya difunto, y aunque asentó haberse quemado no parece ser así por existir los libros antiguos y habiendo presentado el mencionado testimonio a el R. P. Cura que le subcedió no tuvo efecto el que se borraran las dichas anotaciones".126 LAS CLASES EN EL CEMENTERIO que establece el obispo don Martín de Elizacochea en la visita a Uruapan celebrada el 1 de marzo de 1747, son indicio de esa tensión que existe en la sociedad emergente de la población. Si hay alguna característica que se pueda notar a la población que se prepara a entrar en la segunda mitad del siglo XVIII es precisamente su característica de mezcla racial: españoles, 126

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mestizos, mulatos, indios, todos conviven sin demasiados escrúpulos, como luego lo veremos, a no ser por la mayor ó menor prosperidad económica. El obispo visitador, en la revisión de los libros, urgen la separación de los grupos étnicos para que se guarde constancia de "la calidad del baptizado". En los libros de defunciones se extrema la presión que pesaba sobre la comunidad que empezaba a exigir la separación en clases. Todos los entierros debían pagarse a excepción de los indios y con esas limosnas el obispo quería favorecer la fábrica espiritual. El panteón había adquirido para estas fechas un reflejo de la comunidad que luchaba por respetar rangos de familia. En consecuencia el obispo establece que los derechos se cobren no sólo por el entierro sino también tomando en cuenta el "tramo en que ésta se verificó" ó los demás servicios que los familiares pedían, como el toque de campanas ó "las insignias que sirven en dichos entierros".127 Estos derechos no irían en perjuicio de las obvenciones de los señores curas sino que debían ser percibidos por un mayordomo de fábrica que su Ilustrísima nombraría, el cual debía llevar un libro donde constara el lugar de las sepulturas para los consiguientes derechos. Se piden informes entre los vecinos españoles para designar el tal mayordomo cuyo nombre no se asienta. Aparece en estas circunstancias el padre cura, fray Francisco de Thejada, quien de su cuenta quiere dar los mismos servicios a la gente humilde que no puede pagarlos: con padre, cruz alta, ciriales, doble de esquilas y toda pompa, sepulta a la Zamora, al indio sacristán, a un indio limosnero, al hijo de Dolores la Abreja, a Jacinto el platero, a Pedro Ventura sastre de Pátzcuaro, al maestro de escuela, al inocente Chape José, todos pobres de solemnidad. Para él la muerte iguala a todos los feligreses de su comunidad, así sean pobres ó ricos, llenos de letras ó ignorantes, castellanos ó indígenas, mulatos ó mestizos.128

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APU, Libros antiguos de defunciones. Ibídem. 97


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CAPÍTULO VI EN VÍSPERAS DE LA INDEPENDENCIA

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y sucesos del virreinato, ó al menos de la diócesis de Michoacán, no dejaban de hacer su presencia en el pueblo de Uruapan, que por fuerza de los tiempos, de su hermosura, de la riqueza de sus frutas, de su buen clima y de ser entrecruce de caminos, empezaba a ser frecuentado por cada vez más numerosos arrieros. Una población venida de fuera y establecida aquí, poco a poco, no dejaba de sentir curiosidad por lo que pasaba fuera de su mundo, aunque éste fuera paradisiaco, que no lo era. Las visitas de los obispos, de los frailes superiores de la orden, de religiosos nuevos o de paso, de otros tiempos, era ahora de militares, gentes de gobierno, ganaderos, mineros, comerciantes, que empezaban a llegar no sólo del rumbo de Pátzcuaro sino también de la sierra y del occidente, máxime desde que se había instalado la próspera región del Valle de los Santos Reyes que producía para estas fechas abundantes azúcares y mieles. Noticias del obispado llegaban usando el famoso sistema de cordillera: De Valladolid se expedía un decreto ó se hacía girar una información, la diócesis dividida en rumbos era provista de otras tantas copias que empezaban a caminar, el curato inmediato a la capital debía pasarlo a su vecino y así sucesivamente hasta hacerlo retornar a la cabecera, con anotación firmada de su recorrido. De entre las novedades que llegaron por esos años a Uruapan fue una, la dedicación de la catedral de Valladolid el 10 de mayo de 1750. El obispo recién nombrado, D. Manuel Escalante, así lo notificaba y mandaba que en su diócesis se recordara año con año esta fecha y se acompañara de octava su celebración fijándose en el domingo de sexagésima. Los derroteros que se envían por todos los partidos debían llevar la alegre noticia guardándose en cada partido copia de la AS NOTICIAS

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comunicación antes de pasarla al siguiente, hasta llegar al último de donde se remitiría a la secretaría de Cámara y gobierno.129 Por el novedoso presagio de tiempos nuevos, no debió pasar en silencio la libertad de una hija de la esclava Bárbara de Villavicencio que se le concede haciéndolo constar por instrumento público el 6 de marzo de 1750, ante el teniente don Constanzo Antonio Gómez de Butrón. Un mapa de la feligresía del tiempo del obispo Pedro Anselmo Sánchez de Tagle, quien toma posesión en 1758, consigna todos los habitantes del partido de Uruapan de más de siete años, así españoles y castas como indios. Uruapan ha llegado a tener 1,953 habitantes de los cuales 1,090 son del primer grupo y 863 pertenecen al grupo indígena.130 EL MOTÍN DE URUAPAN DE 1766, y su terrible represión, marcarán con fuego a la comunidad en la segunda mitad del siglo XVIII que se prepara así a los tiempos nuevos que pocos advierten ya cercanos. En 1765 llegaba de España un funcionario que se hará tristemente célebre en la historia de Uruapan, aunque sea benemérito por muchos motivos en la reorganización de la colonia de la Nueva España, don José de Gálvez. Entre las múltiples encomiendas que el funcionario plenipotenciario traía, estaba el implantar nuevas medidas que llevaran a un mejor y efectivo control de Nueva España que permitiera a la corte de Carlos III hacer efectivo su estilo de gobierno absoluto. Para auxiliar la ardua labor del visitador Gálvez, se decidió un robustecimiento de las fuerzas armadas, tarea que se encomendó al teniente coronel Juan de Villalba quien venía acompañado de oficiales españoles veteranos y del Regimiento de América. Se debían formar, con leva obligatoria, los nuevos cuerpos de Milicias Provinciales. Una de las misiones secretas del Visitador de Gálvez era recoger información sobre la Compañía de Jesús y actuar su expulsión de América.131

APU, Libros antiguos de bautismo. ABPRM, miscelánea, t. X, fs. 230-232. 131 Mendoza Briones, María Ofelia, Sentencia contra los naturales de San Francisco de Uruapan, 1767, pp. 7-10. 129

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Por el año de 1766 estaba Michoacán en plena efervescencia por el reclutamiento de los nuevos milicianos que, naturalmente, se hacía entre las clases menos favorecidas: mulatos y castas, mestizos e indígenas. Pero tal medida encontró la resistencia de las comunidades de Pátzcuaro, Apatzingán, Uruapan y Tancítaro, que de simples capitulaciones escritas, poniendo condiciones, pasaron de la resistencia al violento reclutamiento. La república de Uruapan actuó en las dos formas: presentó sus capitulaciones y, ante la ineficacia de ellas, expulsó a los soldados que habían venido a promover el reclutamiento. LA VERSIÓN DEL PADRE GRANADOS, religioso franciscano del siglo XVIII, en sus Tardes Americanas, nos da algunos datos sobre este grave incidente: "Los de Uruapan, no permitiendo alojamiento a los militares que se destinaban al arreglo de las milicias y porque perseveraron en su intento, sin respetar lo sagrado de lo que representaban, condenaron a uno de los oficiales a la pena de azotes, y hubieran todos pagado con la vida, si no intervinieran los oficios, empeño y eficacia de los padres de San Francisco, que por entonces administraban la Doctrina y Curato, exponiendo, por libertar aquéllas, las suyas a gravísimo peligro".132 Compara el padre Granados aquella resistencia a la de los comuneros, en tiempos del rey Carlos I de España, dándonos el clima general que se generó en las poblaciones y ciudades donde el núcleo de españoles y criollos era importante en medio de las castas y grupos indígenas: "Las calles se poblaban de corrillos, las casas de maquinadores y los campos de escándalos; en unas partes se escuchaban llantos, en otras risas, y en todas el terrible sonido de ¡mueran, mueran! Esta melancólica voz, que lastimosamente sonaba en las orejas de los atribulados e inocentes, hacía que unos se aprestaran a la defensa, otros a la fuga, pocos a los templos, y muchos atrincherados en una u otra casa, labraban muros de las paredes para repararse del furor y defenderse hasta morir. De donde resultaba, que con este inexcusable Granados, Joseph, Tardes Americanas, apud Ruiz, Eduardo, Michoacán, paisajes, tradiciones y leyendas, p. 315. 132

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desamparo de intereses y familias, saqueaban los almacenes, destrozaban las tiendas, violaban las casadas, estupraban a las vírgenes, y hasta las imágenes sagradas de la majestad grabadas en los lienzos llegaron a borrar, con el desacato más inaudito, inmundo y horroroso…"133 El golpe parecía ir primero contra los gachupines, pero se incluía a los criollos sentenciosos y despreciativos, aliados de aquéllos. La alianza de las clases inferiores, entre los que se encontraban también españoles pobres era capitaneada por líderes como el herrero Pedro Soria Villarroel apodado Armola, de Pátzcuaro. Una curiosa reivindicación de los antiguos señoríos indígenas robustecía la mística de la rebelión contra la corona, pues curiosamente Soria aseguraba ser descendiente de los antiguos señores indígenas de Michoacán. Distintos tumultos en distintos lugares michoacanos hace que las autoridades se preocupen por el creciente ambiente hostil contra los españoles. A ello vino a sumarse la noticia de la expulsión de los padres de la Compañía ampliamente conocidos en el rumbo ya que tenían casas en Pátzcuaro y Valladolid. La real orden de expulsión se dio a conocer la mañana del 26 de junio de 1767 procediendo a darle cumplimiento inmediato apoyándose los funcionarios en los cuerpos militares de milicianos y en el Regimiento de Dragones. Los españoles, y los que se les asimilaban, temieron lo peor pues ya tenían antecedentes en los motines del año anterior, mas la cosa no pasó a mayores. LA JUSTICIA ESPAÑOLA empezó lentamente a preparar la represión. Los jueces designados para hacer la averiguación de los cargos eran don Fernando Joseph Mangino corregidor de Zacatlán de las Manzanas y alguacil mayor del visitador, el Alcalde Mayor de Valladolid don Luis Vélez de las Cuevas Cabeza de Vaca, el licenciado don Tiburcio Zedano y el probable uruapense don Juan Manuel Bustamante, tocando hacer las confesiones a los reos al subdelegado don Juan Varela. El cargo que se hace a la comunidad de Uruapan es el de: "Repetidas y escandalosas sediciones con que la plebe compuesta de indios, mulatos y otras castas del pueblo de San Francisco Uruapan 133

Ibídem, p. 315. 101


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y otros de esta provincia de Michoacán cometieron los mayores insultos y atentados en este año y el anterior contra la Real Autoridad y el honor de algunos oficiales y soldados que osada y alevosamente fueron maltratados por el ínfimo pueblo que atentó echar(los) del referido de San Francisco Uruapan".134 Para el 20 de noviembre de 1767 se tenían listas las cosas para proceder al castigo. La sentencia dictada por el Visitador don José Gálvez, "del Consejo de su Magestad en el Real y Supremo de las Indias, fiscal de la Regalía, Intendente del ejército, visitador general de todos los tribunales, cajas y ramos de la Real Hacienda de este Reino de la Nueva España y sus provincias, comisionado en jefe con las omnímodas facultades del virrey y capitán general de este reino", nos ha quedado como ejemplo de represalia contra una comunidad que había puesto mal ejemplo a las demás destacándose contra el Soberano. Se condenaba con la pena capital, que debían sufrir en la horca, a los diez principales cabecillas de la sedición empezando por el gobernador, coyote de casta, Juan Alonso Juepec; el alcalde Joseph Castillo, Pedro Arcaute regidor del cabildo, Manuel Huerta español que llevaba el sobrenombre de el carpintero. Joseph Phelipe, Manuel Calixto, Pedro Santos, Joseph Galván, Joseph Domingo alias el cocinero y el indio de Jiquilpan Joseph Antonio Vidal. Los anteriores serían ahorcados en la plaza pública de Uruapan donde debían quedar suspendidos durante cinco horas para que luego el verdugo degollara los cadáveres y cada una de las cabezas las pusiera en otros tantos palos altos que se clavarían en los lugares donde habían tenido sus casas, que serían destruidas y sembradas de sal, siendo sus mujeres e hijos arrojados del pueblo y la provincia, sin que jamás pudieran volver. Las cabezas deberían quedar a la intemperie hasta que enteramente se consumieran y nadie podía quitarlas bajo la amenaza de pena de muerte. La confiscación de los bienes de los reos hacía que la pena se llevara al extremo. El resto de las autoridades del pueblo, tanto civiles como religiosas, fue castigado en distintas formas. En las listas de los demás reos las condenas iban desde el destierro perpetuo y trabajos forzados 134

Mendoza, o. c. p. 27. 102


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en San Juan de Ulúa ó en la Plaza de La Habana, a disposición del virrey Marqués de Croix, para Francisco López, alcalde del Pueblo y Antonio Quintana. Destierro perpetuo y doscientos azotes a Francisco Chanaqua, regidor, a Juan Romero prioste del hospital, a Antonio Camela, a Antonio Cupatan, Juan Francisco Cervantes, Francisco Curipas, Pascual Jacobo Ramírez, Phelipe Domingo y Francisco Bejarano, mulato. Con prisión perpetua y los mismos doscientos azotes a Juan Bautista Taximaroa, Nicolás Lázaro Guindiri, Juan Agustín alias Chiquito, Juan Morales alias Peinado, castizo, y Juan Méndez, coyote. Con trabajos forzados por ocho años se condenaba a Joseph Hermenegildo y al servicio de las armas durante el mismo tiempo, en el Regimiento de la Corona, a Francisco Xaramillo, mestizo. Destierro durante diez años se decretó contra Joseph Saldívar y Eugenio Laureano, mestizos, Diego Manuel, Antonio Gungui, Domingo Romero y Miguel Luis. Con destierro perpetuo del pueblo y la provincia a Salvador Romero alias Confites, mestizo, y al mulato Juan Francisco Salas. Con doscientos azotes, finalmente, se condenaron los restantes: Juan Luis, Ignacio Ángel, Joseph Manuel Martínez y Joseph Joaquín mulato. Tan crecido número de sentencias afectaba a los familiares de los 39 reos, lo que significaba pena muy parecida a la que se había impuesto al pueblo de Xicalán muy al comienzo de la conquista, según se recordará. Al resto del pueblo se le perdonaba aparentemente, pues una serie de penas y castigos quedaban pendientes sobre los habitantes si se volvían a registrar motines o alzamientos. Se quitaba a la república de indios cualquier voz, por condicionar las Reales Órdenes: "Y con atención a que los oficiales comisionados por el Superior Gobierno del Excelentísimo Señor Virrey para la formación de Milicias Provinciales en esta Ciudad (Valladolid), en la de Pátzcuaro y sus distritos salieron ignominiosamente de aquella en el mes de octubre del año próximo anterior a consecuencia de unas escandalosas capitulaciones que propuso la plebe de indios, mulatos y demás castas de aquel vecindario lo que ejecutó el de Uruapan a viva fuerza en diciembre del mismo año; declaro y ordeno para lo sucesivo en el Real nombre de su majestad que por el mismo hecho de 103


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presentarse cualquier vasallo a proponer condiciones con el fin de embarasar o diferir el cumplimiento de las órdenes superiores que se dieren, sobre asuntos de justicia o gobierno, sean tenidos por sediciosos e incurran en las penas de rebelión y que los magistrados, jueces y otras personas públicas o privadas no puedan admitir ni conceder semejantes propuestas en ningún caso por estraordinario que sea, bajo la misma conminación y penas".135 Seguía a lo anterior una serie de penas igualmente graves como era el pago extra de un peso "en parte de satisfacción de los excesos y delitos cometidos" a los indios, mulatos y demás castas que "componen el bajo pueblo" de Uruapan, ello se debía cobrar en término de un mes para costear el armamento de las Milicias Provinciales que se habían de establecer. En represalia también, se privaba a los indios de poder componer cabildo, elegir oficiales de la república o nombrar gobernador o justiciales, sujetándolos a la justicia española representada por el Justicia Mayor y sus tenientes y alcaldes ordinarios. Se quitaban las exenciones en el pago de tributo que debería rigurosamente pagarse según nuevo padrón. Se quitaba a indios, mulatos, mestizos y castas cualquier permiso de portar armas pues no podían llevar "arcos, flechas, palos esquinados ni otras armas algunas, blancas o de fuego so pena de la vida al que se halle con ellas sin licencia por escrito del Superior Gobierno y Capitanía General de este reino"; se hacía excepción naturalmente de los que servían como soldados milicianos, de los pardos o mestizos, o los comisarios de justicia. Una última pena renovaba la política segregacionista que se tenía en la colonia y que poco a poco se había ido olvidando: "Que todos los naturales observen irremisiblemente la puesta prohibición que tienen por leyes reales de montar a caballo y se les precise que anden en su propio traje de tilma y barcarrota descubierta sin permitirles que usen el capote de españoles para que no se confundan con los mestizos, mulatos y demás castas, pena de cien azotes y una mes de cárcel por la primera vez al indio que contraviniere, y de destierro perpetuo de la provincia por la 135

Ibídem, pp. 27-29. 104


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reincidencia; y que las indias usen también su propio traje de huipiles pena de un mes de reclusión y de ser despojadas en público si vistieren otro".136 LA EJECUCIÓN DE LAS PENAS se hizo efectiva en Uruapan y en otros pueblos que se habían rebelado, dándonos el padre Granados el clima que reinó en la ejecución de la sentencia: "Todas las cabecillas, unas fueron condenadas a la pena ordinaria, otras a acabar la vida en tormentos y las de menos consecuencia a destierro. Con casi noventa cuerpos de los impíos y traidores se llenaron las orcas de miedos, las escarpias de sustos y los caminos, calles y plazas de los pueblos, de horrores y espantos".137 Eduardo Ruiz liga estos sucesos a una supuesta rebelión general organizada por los jesuitas para apoderarse del reino sirviéndose de las clases bajas y dirigiendo el alzamiento desde Pátzcuaro. Según él las comunidades de Tancítaro y Charapan habían enviado ya a Uruapan numerosos escuadrones de flecheros y honderos. Dice él que la memoria de los hechos la recogió de "la tradición fresca y constante hasta hace algunos años en Pátzcuaro, Uruapan, Apatzingán, Tancítaro y Charapan y que se conserva entre algunas personas que existen todavía".138 Del delito perseguido y de las penas nos hace el licenciado un relato legendario que sobrepone los hechos y abulta las condenaciones: "En esos días había llegado a Uruapan un regimiento de caballería con el pretexto de organizar en aquel pueblo las milicias que se habían mandado levantar con motivo de la ocupación de La Habana por una escuadra inglesa. Los sublevados se arrojaron sobre el cuartel, desarmaron a los Dragones y se apoderaron de los oficiales. Con estos últimos se dirigieron a la plaza del Santo Sepulcro, en donde se alzaba la picota. Allí, en medio de la espantosa gritería de más de diez mil bocas, estaban los indios a punto de azotar a los prisioneros, cuando del claustro del convento contiguo salió una

Ibídem, pp. 29-30. Granados, o. c. p. 316. 138 Ruiz, Michoacán, p. 317 y ss. 136 137

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procesión de frailes franciscanos, llevando el padre guardián la custodia y entonando todos un cántico sagrado. "Los amotinados se hincaron de rodillas y entonces uno de los padres les exhortó a que no llevaran adelante el suplicio de los españoles. Tanto amaban los indios a aquellos religiosos, que desistieron de su intento y ya iban a poner en libertad a los prisioneros, cuando entre la muchedumbre se oyó una voz que dominaba el inmenso ruido: 'Al río, ¡vamos a echarlos al agua!'. Entonces resonó una carcajada general, quién sabe cómo en aquellos momentos se hicieron de unos burros, montaron en ellos a los oficiales y la inmensa muchedumbre que no cesaba de reír se dirigió por las calles de Cupatitzio, llegó al Puente Ancho y uno a uno, jinete y su asnal cabalgadura, fueron lanzados al agua, en tanto que de diez mil bocas brotaba una inmensa carcajada…"139 Sobre el castigo que las autoridades españolas impusieron a la comunidad rebelde el mismo autor nos relata la aplicación de la pena: "Sofocado el tumulto de Uruapan, más por la intervención de los padres franciscanos que por la tropa que desde Valladolid envió el visitador Gálvez, los jueces especiales que llegaron con la expedición comenzaron desde luego a proceder contra los rebeldes. Noventa de éstos perecieron en las horcas que se levantaron en las plazas de la población y a lo largo de las calles de Cupatitzio; centenares de infelices sufrían el castigo de azotes que se les infligía al pie de la picota, y la totalidad de los indios habitantes del lugar fueron obligados a conducir piedras y a pavimentar con ellas todas las calles de la extensa ciudad, en el concepto de que todas carecían de empedrado. Los ancianos, de cuyos labios oímos esta tradición, agregaban que a causa de que el trabajo se hizo como castigo, las calles quedaron tan mal empedradas que no parecía sino que se hubiese trasladado a ellas un pedazo del pedregal que se extiende al sur poniente de la población".140 LOS VIOLENTOS SUCESOS que acabamos de referir, en la versión histórica del documento ó en la exagerada de la leyenda, se completan con otro que sin duda debió conmover igualmente a la población al 139 140

Ibídem, pp. 319-320. Ibídem, p. 322. 106


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secularizarse la parroquia que había estado desde la fundación en manos de los religiosos franciscanos, queridos y estimados por la población. Muchos son los nombres de los que habían administrado los sacramentos desde que fray Juan de San Miguel erigiera el templo y convento. Los libros parroquiales se remontan al año de 1627 en que era guardián fray Andrés de Medrano y compañeros suyos fray Martín de Arreola, fray Joseph Pérez y fray Juan Rodríguez, cuando era ministro provincial fray Pedro de Leyva que había visitado el convento el 1° de octubre de ese año. Por si alguna utilidad tuviera damos por décadas los nombres de los religiosos que a través de todo ese tiempo estuvieron en Uruapan, todos ellos patentes en el registro de los bautismos que hicieron cristiana a la comunidad de Uruapan: 1630-40: fray Juan Suárez, Francisco Carmona Tamariz, Thomás Mejía, Alonso Martínez, Antonio Enríquez, Bartolomé Sánchez, Joseph de Torquemada, Gaspar Garcés, Diego Pacheco, Joan Marín, Joan de Rojas, Baltazar Varela, Agustín Ponce de León, Francisco de Aguilar, Pedro Vallejo, Juan Ardiel, Nicolás Yrazabal, Manuel de San Antonio. 1640-50: Juan Rodríguez, Blas de Olmedo, Domingo de Villalobos, Pedro de Aguilar, Alonso García, Juan Lobo. En 1644, 23 de enero, volvía en visita a Uruapan, el antiguo guardián fray Andrés de Medrano convertido ahora en ministro provincial y comisario del Santo Oficio de la Inquisición. Están allí en esta decena Alonso Pérez, Diego de Orduña, Sebastián Velázquez, Juan de Paz, Manuel de Lemos, Sebastián de Arteaga, Pedro de Palma, Juan de Valderrama, Antonio Antunes. Hay en los libros parroquiales un gran hueco que corre desde el año de 1646 al de 1670. De este año al de 1680 los nombres de los religiosos presentes en la comunidad son los siguientes: Juan de Urbina, Diego Romero Sarabia, Bartolomé Guerra, Francisco Roca, Joan de Rojas, Miguel de Lezca, Diego de Moya, Diego de Avendaño, Antonio Caparán, Joan de Urbina, Juan de los Santos, Nicolás de la Parra. De 1680 a 1700: Fray Alonso Martínez, guardián del convento al principio y por esos años: Cristóbal de Nava, Diego de Moya, Ángel 107


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Serra, Juan de los Santos, Antonio Maestro, Fernando Flores, Juan Gutiérrez de Arreola, Alonso Núñez, Pedro de Lugo, Miguel de Aguilera, Joseph Niño de Guevara, Bernardino de la Cruz, Félix Hilario, Pedro García, Manuel Barón, Antonio Puente. Con el principio del siglo XVIII vemos cargarse de apellidos los nombres de los frailes, respondiendo a la pomposidad de la época. En 1700 están en Uruapan: Jerónimo La Heiva de la Vega, Juan de Arteaga, Luis de Figueroa, y continúan en esa primera década: Joseph del Valle, Diego Vargas, Toribio de Orellón, Francisco de Poza, Cristóbal de Alvarado y Diego Guisado. De 1710 a 1720 administran la parroquia: Pedro Ortiz del Castillo, Pedro García, Andrés de la Roza, Juan Cabal, Diego Salmerón, Joseph de Albis, Nicolás de Ribera, Buenaventura Estrada, Juan de Torres, Thomás Camargo, Buenaventura de Cárdenas, Antonio Núñez, Joseph de Guevara, Agustín de Fonseca, Manuel Andaluz. En la década de los veinte aparecen Bartolomé Salas Colmenero, Jerónimo Javera de la Vega, Francisco de Oro, Carlos Antonio Gutiérrez, Francisco de Chávez de Neve, Miguel de Azeda, Francisco de Moya, Pedro de Lugo, Francisco de Fonseca, Francisco Hernán, Joseph de Aguirre, Francisco Antonio de Galván, Juan Antonio de Aleante, Joaquín Sáenz de Albornoz, Joseph de Rosas, Miguel de Rosas, Joseph de San Francisco. De 1730 a 1740 están allí Francisco de Revilla, Pedro de Ortiz, Joseph Antonio de Coria, Diego Camargo, Fernando Valladares y por primera vez fray Francisco de Thejada; Lorenzo de Cuevas y Zúñiga, Joaquín Corzo, Francisco Cayetano, Pedro de Echagoran, Ignacio Gil, Joseph de Aragonés, Pedro de Alcántara Meléndez y Huete, Antonio Ruiz, Domingo Saavedra, Manuel López, Francisco Rodríguez Novoa, Gabriel Velasco, Manuel Joseph Domínguez, Antonio Tamayo, Francisco de Escandón, y ayuda con frecuencia el clérigo bachiller Claudio Antonio de Armas emparentado con familias bien del pueblo. De 1740 a 1750 se registran los nombres de Francisco de Guevara, Toribio Pérez, Joseph de Ibáñez, Bartolomé Miguel Roche, Joseph de Zúñiga, Joseph Santos, Francisco Fernández, Eusebio de Castro, Miguel Mariano Rivero, Marcelo Aguirre, Jerónimo Cardoso, Joseph Rojo de Soto, Luis Antonio Núñez Camargo, Antonio Araujo, Joseph Bernardo Fonts, Joseph Mesones, Juan Erasmo González, Joseph de 108


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Uraga, Eusebio de Castro, Joseph Manuel de Guevara, Joaquín de Uriondo, Francisco de Sotomayor, Joseph de Vetancourt, Joseph de Fontanes, Francisco Hernández de Silva, Miguel de Rosa, Francisco María Villaseñor, Joseph Antonio de Huerta Escalante. A mitad de siglo está de cura nuestro fray Francisco de Thejeda y lo acompañan fray Joseph Saavedra, Agustín de Herrera, Antonio Montaño, Francisco Javier López Morán, Juan Antonio Villaseñor, Vicente Samaria, Joseph Espinoza, Joseph Cayetano Sánchez Grimaldo, Manuel Villanueva, Antonio Morales, Luis de Mesa, Santiago Ignacio Aldrete. De 1760 a 1767, últimos años de los franciscanos en el pueblo: Juan Palomas, Cristóbal Torrecilla, Joseph Antonio Huerta Escalante, Francisco Hernández, Antonio Jiménez y Pedro Dávila y sigue en pie todavía en 19 de agosto de 1766 fray Francisco Thejada y Ponce de León, mientras que desde el 25 de diciembre se habían empezado a hacer los trámites para la entrega de la parroquia al sacerdote secular bachiller Luis de Hermida a quien acompaña el vicario Francisco Corza.141 EL PADRÓN DE 1787 levantado por el párroco José Antonio Macías que luego se hará célebre siendo cura de La Piedad en 1810, cuando se une al movimiento del cura Hidalgo, nos da detalles muy interesantes sobre la población, su número, composición étnica, situación social, lo que resulta de incalculable valor para estos años de finales del siglo XVIII. La comunidad se ha ido reponiendo del tremendo castigo que le infligiera la autoridad española y nada parece intranquilizar a los habitantes de la población. En pormenor la población de Uruapan y su partido es la siguiente: República y barrio de Santiago Barrio de San Juan Bautista Barrio de San Miguel Barrio de San Juan Evangelista Barrio de la Trinidad Barrio de San Francisco

141

De razón 548 " 469 " 320 " 271 " 309 " 184

APU, Libros antiguos de bautismo. 109

Indios 186 " 168 " 74 " 126 " 126 " 276


FRANCISCO MIRANDA Barrio de la Magdalena Barrio de San Pedro Pueblo de Xicalán Pueblo de Jucutacato

" 150 " 108 " 00 " 13

" " " "

226 48 144 179

Los lugares de población no indígena han ido aumentando sensiblemente en la jurisdicción, mientras que en el mismo pueblo los únicos barrios con mayoría indígena son sólo el de San Francisco y la Magdalena, mientras que vuelve a aparecer el de la Trinidad y ya no se registra el de los Reyes. Esos lugares nuevos y su población son los siguientes: Rancho de Camaten " de Cutzato " de Tzacándaro " de Santa Catarina Mártir " de Xicalán viejo " de Pindero " de Chimilpa " de Tiamban " de Santa Catarina Caraza " de Cario " de la Virgen " de los Pastores de Coapa " de San Marcos " de la Barranca " de El Sabino " de Agua Caliente " de Cieneguilla " de Ucás

De razón " " " " " " " " " " " " " " " " "

9 33 8 63 22 4 13 7 99 7 32 155 24 28 11 8 3 9

El conjunto de la población daba un total de 4 446 habitantes distribuidos en: 2 907 gentes de razón y 1 553 indígenas.142

APT, Padrón de Uruapan 1787. Debo noticia de su localización en Tlazazalca al P. Agustín Magaña y el permiso para copiarlo al P. Antonio Méndez. 142

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UN ANÁLISIS SUPERFICIAL de las noticias que nos ofrece este padrón nos lleva a destacar las gentes en vista de la comunidad, que empiezan por la misma casa del señor cura, seguida de la del teniente don Pablo Morellón y el notario don Juan José de Morellón. Las familias que siguen en el pueblo, y que hemos venido encontrando de tiempo, son las de los Velázquez, los Villavicencio, los Isasaga, los Sotomayor y apellidos asociados con ellos, como el de los Galván, Arriaga, Sotelo, Morales, Saldaña y Solórzano. Dos gentes nos guían a los que ejercen oficios en la comunidad ya que habían adoptado el apoyo de su profesión: don Juan el platero y Mariano Lejarza el panadero. Muchos de los que habitan los barrios comienzan a señalarse por sobrenombres, entre ellos, el muy tradicional de Confites para los Romero, Juana María la Sebastiana, María Francisca Ramírez la Currida, Rosa Guiteria Pérez la Guaraqui, María Guadalupe Ramos la Prudencia, María Manuela Márquez la Flora, Juana Josefa Espinoza la Jarrita, Juana María de Arroyo la Pelona, María Micaela la Borrega, María Josefa Sotomayor la Jaconeca, María Francisca Garibay la Negrona, Javiera la Abranita. Casi todas ellas son señaladas como mulatas. Otros oficiales son Juan Sánchez el carpintero, Vicente el cargador, José Hernández el escultor, José Guillermo Guerrero el velero, Andrés Güitrón el cantor, José Antonio Juárez el cigarrero, Rafael Triana también velero. Hombres con apodos: José María el Queretano, Diego Gutiérrez el Chico, Salvador el Barqueño. Son ya muy pocos los apellidos indígenas pues han desaparecido con la invasión de la comunidad por castellanos, mestizos, mulatos y castas, quedan todavía los Chupiqua, Tingui, Capi, Chaque, Titas, Cuin, Guipe, Guarota, Aracutin, Iscuti, Cupatan, Xumbira, Socar, Insun, Taqua, Tangango, Curinda, Charapicho, Xapina, Changa, Xuxa, Tzipaqua, Tarengo y Cocupao. Hay muchos ausentes, es vicio viejo en la comunidad el abandono del esposo o la esposa; una persona penada con excomunión anda entre los huidos, José Tovar, algunos de los que no están tenían varias pascuas sin cumplir con el precepto de la comunión y se habían huído para evitar penas. Los propietarios de esclavos van ya en franca disminución: Joaquín de Villavicencio, Juan de Villavicencio, José Antonio López y 111


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doña Antonio Saldaña en el barrio céntrico de la Trinidad que concentra a los más pudientes. En el barrio de San Francisco aparecen Ana Teresa de Soto y María Antonia de Rivas. Gentes de otros pueblos se han ido avecindando aunque sin perder su procedencia: de Ucumicho, Tangancícuaro, Taximaroa, Querétaro, Jacona, Charapa, Penjamillo. Llama la atención la frecuente presencia de muchos en la comunidad.143 EL INVENTARIO DE LA IGLESIA nos habla de las devociones de las gentes de Uruapan por estos tiempos: Varias son las imágenes de Cristo crucificado, las de la Virgen, y entre los santos destacan señor San José "con su diadema, vara y cacles y potencias de Niño, todo de plata. Una castrina de plata en el mismo altar del santo rodeada de dijes". Están también a la veneración San Juan, San Antonio, San Francisco, en dos imágenes. Las imágenes de Jesús Nazareno, el Señor de la Columna y el Señor de la Caña; imágenes de Nuestra Señora en su advocación de la Concepción, del Rosario, la Dolorosa y de San Juan, con bastantes alhajas y objetos de plata. Sumando los objetos de culto hechos del argentífero metal que se nos indican en el inventario nos queda la impresión de una iglesia bien provista: Un sagrario de plata, una custodia de una arroba de peso, otra de cuatro marcos y otra pequeña de dos marcos. Un copón de marco y medio, más otro del mismo peso. Los cinco cálices pesaban media arroba. Hostiario, vinajeras, incensario, naveta, ampolletas, cruces, ciriales, atriles, blandones, lámpara del Santísimo sumaban, con llaves y acetres y otros objetos de plata, cerca de 8 arrobas todo junto. Considerable riqueza que se había venido acumulando en el transcurso de los años y que mostraba la abundancia y devoción del vecindario. Suficientes ornamentos y en distintas telas: damasco, lustrina decorada con flores de plata, razo, bretaña para los manteles, cambray, tela de Querétaro. El paño para los funerales era "un paño grande y otro mediano nuevos para la tumba, con sus calaveras, de paño blanco y cruz encarnada". Paño de ruan para secar las manos, sotanas u opas de los acólitos de "paño encarnado de Querétaro", 143

Ibídem. 112


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albas, sobrepellices para los sacristanes y otra abundante dotación no daban impresión de pobreza en el culto. En el solemne acompañamiento del viático a los moribundos iban cuatro linternas de vidrio fina, un palio de color nácar con su puntada de oro sostenido con varas de madera. Una mesita ajuaratada con manteles, palia, corporales, acetre e hisopo completaban lo necesario para la administración de los últimos sacramentos. Las comodidades en la iglesia no eran para aquellos tiempos en que sólo había siete bancas y no por falta de madera ó quién las hiciera, sino por la costumbre de la gente humilde de acuclillarse los hombres y sentarse sobre sus talones las mujeres del pueblo.144 LOS SACERDOTES SECULARES se habían sucedido en la parroquia a partir de 1767: En 1768 el padre Francisco Thorres y en la década de los setenta: Antonio Martínez, Francisco Medal, Miguel Guerra, Manuel García, Francisco Gutiérrez de Robles que funge como cura interino en 1774 antes de que llegue el propio, Joseph Antonio Mafra. Los vicarios Francisco Xavier de Caro, Francisco Antonio de Olaziregue, Joseph Miguel de Silva, Joseph María Ramos, Joseph Antonio Martínez de Borja, Joseph Tadeo Carranza, Joseph Joaquín Garduño, Ignacio Agustín de Solórzano, Bernardo María de Abarca. En 1781 es nombrado cura don Joseph Antonio Villaseñor y con él trabajan los bachilleres Ignacio Rivera, Pedro de Zúñiga, Juan Francisco Velázquez, Nicolás de Espinoza de los Monteros, Joseph Antonio Montes, Francisco Rincón, Pedro Díaz de León, Francisco Gil de Hoyos. El párroco José Antonio Macías aparece en Uruapan en 1786 y le ayudan como vicarios Joseph Domingo de Arriaga, Juan Domingo Ponce de León, José Vicente Victoria. En 1788 está ya de cura el bachiller Nicolás Santiago de Herrera que permanecerá largos años tocándole a él el final de siglo, la guerra de independencia y sus problemas, según referimos adelante, son sus vicarios a través de todo ese tiempo: Manuel de Herrera, José Rafael de Labarrieta, Vicente Palacios, José Phelipe Castrejón, Pedro Ahumada, José Claudio Narciso Robles que se establece en Uruapan como sacerdote domiciliario, José Vicente Santacruz, Francisco Javier Orozco, José María Calvillo, Clemente Antonio Isasaga, José Joaquín de Rivera, 144

APU, Inventario s. XVIII. 113


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Manuel Patricio de Herrera, Ramón Sánchez, Juan José Bravo. En el 1810 está allí Rodrigo Esquivel y en los siguientes años José Ignacio de Ocampo, Antonio Ruiz Chávez, Francisco Toral, Juan José Cervantes, Antonio Chávez y José María Enríquez.145 EL BACHILLER HERRERA es figura importante en la vida de Uruapan como cura propio de ese partido, de su tiempo nos ha llegado una preciosa descripción a la que ya nos hemos referido y que publicada forma parte de la Inspección Ocular en Michoacán.146 Según ese documento la población india del pueblo se reducía ya para estas fechas a 340 tributarios que seguían sufriendo las penas de la rebelión de 1767 al no permitírseles la elección de judiciales y sólo tenían un comisario con cuatro ayudantes para la recaudación de los tributos. La ocupación de la población indígena era la agricultura, atender sus huertas cuya fruta llevaban a vender a Pátzcuaro y Valladolid y ocuparse en hacer y pintar cajas, jícaras y bateas. La ausencia de vida política de la república de indios había logrado la ruina de las casas reales y de la cárcel, describiéndose como inhabitables las primeras y la segunda sin capacidad ni seguridad. La iglesia parroquial se nos describe como de una nave y ya estrecha para el vecindario, sus altares con retablos dorados aunque de pobre escultura lo mismo que las imágenes que ya hemos enumerado. El Hospital había también decaído con la represión de la comunidad indígena, su capilla la seguían barriendo los encargados pero lo demás apenas dejaba adivinar otros tiempos y todo "indica haber sido en otro tiempo obra aplicada a los enfermos, pues aun existen las señales de las enfermerías, botica y otras oficinas que hoy están sin uso, abandonadas y en estado de ruina". Las limosnas de la institución, que se recordaban cuantiosas, junto con sus bienes y rentas habían desaparecido, enajenadas éstas y las primeras recogidas por los eclesiásticos de la parroquia. En ninguno de los barrios se decía ya misa por el mal estado de sus capillas. Sin embargo, la parte no indígena mostraba señales de prosperidad pues en ellos quedaban los oficios de arrieros, las once 145 146

APU, Libros antiguos de bautismo. Bravo Ugarte, José, Inspección ocular en Michoacán, pp. 109-112. 114


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tiendas, los tres patrones plateros, los dos maestros pintores, los dos carpinteros, un cantero, siete sastres, seis herreros, dos zapateros, un picador de borceguíes y tres barberos. Había receptoría de Alcabala, estanco de tabaco y estafeta para el correo. Después del alzamiento indígena se tenía una compañía de milicianos y había un delegado. Con el bachiller Herrera atendían la comunidad en lo espiritual otros dos sacerdotes y en el tiempo de cuaresma venía a auxiliar algún religioso. Se nos dan algunos detalles del pindecuario, que luego nos ocupará, y que producían a la parroquia ingresos que llegaban a los 1,164 pesos 32 reales además del salario del cura. Pagaban por los funerales de cada difunto y se recibía una arroba de cera. Todos los días ofrecían al cura: sal, chile, atole, tortillas y tamales al medio día y a la noche y leche los días de vigilia. Cada ocho días un peso de carne y 38 pesos anuales para verdura y terneras, sebo para el gasto de la casa, el zacate, agua, leña, ocote, carbón y huevos, además de sirvientes: pazaris, mitates, caballerangos y petates, cantores, sacristanes y campaneros. Se agregaba a lo anterior una dotación de 28 manteles más 28 pollos. Pesada carga para la ya muy diezmada comunidad indígena que sin duda los hacía recordar los antiguos tiempos del encomendero.147 ALGUNAS PINCELADAS nos ayudarán a reconstruir el cuadro de aquellos años con el sabor de las costumbres indígenas que se empezaban a perder en Uruapan. El anónimo autor de la descripción que nos ocupa nos cuenta las fiestas de la Santa Cruz y el Corpus; dejémosle darnos los pormenores: "Nombran estos indios capitanes de moros y soldados para la función de la Santa Cruz y forman bailes, obligando el último día a su padre cura a que dance con ellos y si lo resiste se contristan extraordinariamente. "En la procesión del Corpus salen también diferentes danzas y los naturales con las insignias respectivas a sus oficios: adornan a uno que representa al arcángel San Miguel y a otro visten de demonio, forman un tablado y el que hace papel de santo arcángel, invocando las mismas palabras que en la caída de Lucifer, le da un golpe con la espada desenvainada y desciende por una reata hasta el suelo. La 147

Ibídem, pp. 110-111. 115


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tarde del mismo día llevan en procesión al indio que representa a San Miguel a las casas reales y pide al justicia las llaves de la cárcel y pone en libertad, si hay, algunos presos de corto delito.148 Después de recorrer y describir los pueblos sujetos de San Lorenzo, San Francisco Xicalán y Santa Catarina Jucutacato el anónimo escritor nos da una hermosísima descripción de la Tzaráracua: "A tres cuartos de legua al sur de este pueblo se encuentra el río del Marqués en una profunda barranca, a la que cae despeñado por la altura casi perpendicular a como 35 varas. El paredón por donde se precipita tiene innumerables agujeros por donde se cierne y traspasa el agua en infinitos hilos, que caen en un tanque inferior: cuya singularidad dio motivo que se le llame Tzaráracua, voz tarasca que equivale a cedazo en castellano. La cascada ó chiflón principal arrastra tan copiosa agua y con tal rapidez arrebatada, que aparece una columna de nieve, forma olas en el tanque y despide circularmente a mucha distancia una lluvia menuda que como abundante rocío, moja al espectador. El paraje es tan sombrío, que sólo por una parte le penetran los rayos del sol y esto es justamente en un sentido opuesto, con lo que resultan los accidentes más vistosos de la luz ya en arcos iris, ya en porciones iluminadas de menudas gotas, que esparcidas aparecen formales llamaradas azufrosas, ó cantidades de harina agitada por los vientos. "Muchas son las singularidades que ofrece la perspectiva de los juegos diferentes y combinados de tantos raudales, todos cristalinos, todos precipitados y todos en la más bella proporción de recibir con el sol las figuras más vistosas y pintorescas. En cualquier parte donde se fije la vista aparece una maravilla y tantas son las diversidades de los colores, como las situaciones del observador".149 LAS PRIMERAS ESCUELAS de Uruapan estaban ligadas íntimamente a la comunidad y a la parroquia. Por el informe de 1790 sabemos que existía enseñanza en la población y que el maestro que la impartía recibía de salario anual 123 pesos que se recogían de los tributos descontándoles real y medio por tributario, completándose el resto de 148 149

Ibídem, pp. 111-112. Ibídem, pp. 114-115. 116


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los bienes de la comunidad, a los que sin duda se agregaba la ayuda de vecindario para gastos especiales y el respaldo del párroco para satisfacer el salario.150 Sorprende que en fechas tan tempranas cuenten también con escuela comunidades como las de San Lorenzo, Jicalán y Jucutacato. La primera población había sido asignada a la atención espiritual del cura de Capacuaro pero su relación política seguía siendo con Uruapan. Quizá su separación del curato de Uruapan estaba ligada a la secularización del curato a finales de 1767. Allí se mantenía maestro y aunque la comunidad se componía apenas de 26 tributarios, a quienes se les descontaba el consabido real y medio, ellos aportaban 30 pesos para el sostenimiento del maestro de los arrendamientos de dos predios, Zirundan y Tzintzungo. En Jicalán los 49 tributarios indios no llegaban lejos con su real y medio pero de algún modo lograban cubrir 60 pesos para el sueldo del maestro. En Jucutacato era también la población indígena de 48 tributarios incapaz de satisfacer íntegro el pago de quien se ocupaba de la enseñanza pero esforzándose conseguían reunir 95 pesos.151 Ya a finales de la primera mitad del siglo XVIII se anotó el entierro de un maestro que por su pobreza tuvo que ser sepultado gratuitamente por el padre Thejada. A principios del XIX Juan José Bravo aparece como preceptor de gramática. Del resto desconocemos sus nombres. Sin embargo, dignificó la escuela de Uruapan la presencia allí de don José María Morelos.

D. Lucas Alamán en su Historia de México nos pormenoriza esta contribución de la comunidad para la enseñanza agregando otras contribuciones propias de este final de la colonia: "medio real de ministros, medio real de hospital y uno y medio de cajas de comunidad destinados la primera al pago de sus defensores en la Audiencia, la segunda a la manutención del hospital real en que eran socorridos y la última a los fondos de cada pueblo con que se hacían los gastos del culto y escuelas y se atendía a sus necesidades en caso de calamidades públicas, como pestes y escasez o carestía de comestibles". t. v, p. 298. Precisamente por esos años Uruapan había sufrido las hambres de 1786 según lo recordará un siglo después don Teodoro Herrera en su informe al que luego haremos alusión. 151 Bravo Ugarte, o. c. pp. 112-114. 150

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MORELOS PRECEPTOR EN URUAPAN, probablemente a principios de 1796, dejó huella en la comunidad a la que sirvió en la escuela del lugar. Morelos se introduce en la vida de Uruapan desde que adolescente se tiene que trasladar al rancho de Tehuejo donde trabaja para la subsistencia de su madre y hermana de 1779 a 1790. Perteneciente la hacienda a la jurisdicción de Apatzingán, Uruapan era el camino entre su tierra natal Valladolid y su lugar de trabajo. Pasados los duros años de su vida de labriego en Tierra caliente, don José María ingresa al Colegio de San Nicolás para estudiar la carrera sacerdotal. El 19 de diciembre de 1795 recibía Morelos la ordenación de subdiácono y poco después partía hacia Uruapan donde el cura don Nicolás Santiago Herrera le encargó de la enseñanza, al mismo tiempo que auxiliaba en algunos ministerios eclesiásticos. Estando en Uruapan se prepara a pasar el examen requerido para el diaconado que recibe de manos del obispo fray Antonio de San Miguel el 21 de septiembre de 1796. Su ordenación sacerdotal se verifica el 21 de septiembre del año siguiente, lo que no impide que siga en Uruapan ejercitando su ministerio y con facultad de confesar, predicar y celebrar misas en la jurisdicción del curato aunque él solicita se le extiendan sus facultades a los curatos cercanos a donde va a auxiliar a sus compañeros con permiso de su superior inmediato el bachiller Herrera. La estancia de don José María en Uruapan se prolonga hasta el 25 de enero de 1789 en que se le nombra párroco de Churumuco. El informe que Herrera da de su subordinado muestra la complacencia del párroco y se refiere al año que pasó allí como subdiácono dado que a continuación se ocuparía más prevalentemente en los ministerios sagrados. "Se halla desempeñando en este pueblo (don José María Morelos) el título de preceptor de gramática y retórica presentando en estos días a pública oposición tres niños que ya pueden estudiar filosofía y otros dos que pasen a estudiar medianos y mayores, sin dejar por esta bien empleada actuación el estudio de materias morales y rúbricas, tratando sus puntos y conferenciándolos con grande aplicación y fundadas dudas… Ha ejercido su oficio cantando epístolas y evangelios, asistiendo a las procesiones y a los actos de devoción dando en todo muy buen ejemplo y frecuentando los santos 118


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sacramentos con notoria edificación y predicando el santo Evangelio con acierto e instrucción en cuatro sermones panegíricos y dos pláticas doctrinales que le he encomendado… asiste a ver practicar los sagrados ritos de bautismos, entierros, casamientos, viáticos… para instruirse no sólo en la teoría sino también en la práctica".152

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Lemoine Villicaña, Ernesto, Morelos, su vida revolucionaria, p. 24. 119


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CAPÍTULO VII EN TORNO A LA INDEPENDENCIA

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más absoluta parecía reinar en el pueblo de Uruapan en vísperas de los trascendentales hechos que llevarían al país a la independencia. Los hombres acomodados del pueblo han encontrado en la explotación de las haciendas, los trapiches y el comercio buena base a su prosperidad económica mientras que al resto de la población se le sentía apagado después de la sangrienta represión de 1767 que ya hemos descrito. Los atajos de mulas y el constante tráfico de la arriería llevaban y traían a Uruapan los productos de la Tierra caliente y los de las zonas templadas y frías, todos tenían allí en la suficiencia de las huertas del pueblo recursos para llevar una vida pobre pero independiente. Ya hemos notado cómo el decaimiento de la comunidad indígena es notable en el abandono de instituciones tan fundamentales para el pasado como era el servicio del hospital y el nutrido ciclo festivo que ella sustentaba. Las "gentes de razón", presentes desde tan lejanos tiempos, habían echado raíces en el pueblo que lentamente había ido pasando de la propiedad de los indígenas al acaparamiento de los grupos en ascenso y expansión. En la segunda mitad del siglo XVIII muchas transacciones de compra venta hacen pasar la propiedad comunal a los particulares, no sólo en el barrio de la Trinidad sino en todos los demás barrios. La tradicional forma de adquirir los solares entre los nativos se nos describe en documentos de ese tiempo. El 23 de diciembre de 1809 ante el encargado Ventura Velázquez y el subdelegado don José María Buenrostro, por la ausencia de escribano, se presenta María Francisca Pacheco, la Fandango, de calidad india, quien presenta tres testigos que la acreditan como poseedora de tres solares y una cocina que había recibido por testamento de su madre, fechado el 26 de diciembre de 1746, como constaba por un papel que exhibió firmado por el gobernador de la comunidad indígena don Pedro Capi; el testimonio de los tres testigos españoles que juran por la señal de la Cruz la demuestra en pacífica A NORMALIDAD

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posesión en la venta que hace a don Manuel Galván de su propiedad en la cantidad de 100 pesos. Los solares tienen una extensión de 55 varas de fondo por 40 de frente y están situados en el barrio de Santiago.153 Una segunda escritura de compraventa en el mismo barrio de Santiago se verificó en presencia de don Juan Zarco y Serrano lugarteniente del corregidor del pueblo y su partido, el Licenciado D. Juan Sevillano, abogado de los reales consejos y teniente de capitán general y corregidor por su Majestad, a falta de escribano real. La transacción en la que don Fernando Vedolla había comprado solar a Lorenzo Guitrón, exhibía como comprobante la compra "un papel de venta ante el gobernador que era en aquel tiempo de este pueblo que así lo acostumbraban los naturales que vendían solares" lo que se alegó ante la objeción de falta de legalización ante el juez real.154 Fácil es comprender las posibilidades que la gente con más luces podía tener para adjudicarse propiedades con el simple recurso a la autoridad presentando testigos que se la legitimaran. El doctor Ernesto de la Torre se ocupó con más amplitud de este proceso de invasión de las propiedades indígenas analizando otro renglón: el de las cofradías y la vida festiva de la comunidad. Los gastos que suponían las fiestas a los cargueros de dichas organizaciones religiosas fueron factor importante para que muchos indígenas llegaran a enajenar sus propiedades ante el apremio de los cargos que tomaban y que encontraban solución en la hipoteca de sus propiedades por un tiempo, que generalmente se refrendaba al no poder el interesado satisfacer sus compromisos, pero que podía dar lugar al acreedor abusivo de apoderarse a bajo precio de los bienes inmuebles de los indígenas.155 LAS AUTORIDADES DEL PUEBLO de Uruapan han dejado de ser las indígenas desde el tiempo que se castigó a la república por los motines ya referidos, cuyo ámbito se había restringido al cobro del tributo y a las funciones religiosas y no tienen ya ninguna importancia AER, pp. 9-2. Ibídem. 155 De la Torre Villar, Ernesto, Las cofradías y la propiedad territorial en Michoacán, p. 410 ssl 153

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para las actividades civiles y judiciales en el pueblo. Los cargos de tipo religioso ya no le aportaban el beneficio del hacerla unirse y sentirse el centro de la vida cultural pues la había tenido que compartir con los demás pobladores de Uruapan en franca mayoría. Desde finales del siglo pasado se nos habla de la presencia de un subdelegado; la autoridad del corregidor y su lugarteniente, la presencia de los cuerpos milicianos y la visita de otros funcionarios españoles habían hecho caer sobre ese núcleo de la comunidad toda la importancia civil y política. Junto a esas autoridades encontramos noticia de la presencia del grupo de Acordada que en 1804 tiene un juzgado que preside un miembro de la familia Velázquez, que gira el cura don Nicolás Santiago de Herrera el siguiente oficio: "Muy señor mío: Sírvase Usted mandar dar sepultura eclesiástica a el cadáver de Juan Bautista Olivo a quien la tarde del día de ayer mató de una estocada José Lorenzo Zabala que se halla preso de mi orden en la Real Cárcel de este pueblo y aunque resulta que éste estaba ebrio no lo estaba el muerto, que podrá servir de gobierno el que hasta ahora le han dado de limosna: quatro pesos que están a la disposición de ustedes para sufragar en parte sus derechos por quanto muerto y matador son unos infelices. Juzgado de Acordada, Uruapan junio 1 de 1804".156 LAMENTABLE SUCESO en la vida ordinaria de la población fue el que nos dejó registrado el mismo señor cura y que hubiera fácilmente pasado a tragedia: "En 25 de marzo de 806 se estrenó en esta parroquia un tabernáculo con (gran) peso de marcos de plata y vidrieras y en la tarde rezando el rosario la maior parte de la gente, tembló la tierra diez o doce minutos. Algunos se salieron y caídas dos o tres personas las pisaron mucho pero nadie murió y regresándose a seguir el rezo repitió el terremoto por uno o dos minutos; en el primero cayó el campanil de la sachristía sobre ella, muchas piedras de la cruz y almenas de la portada, los 3 arcos del presbiterio del hospital (donde) regularmente se reza el rosario en semejantes días y no éste por motivo del tabernáculo… en dicho tabernáculo se han gastado unos 156

APU, Libros antiguos de bautismo (hoja suelta). 122


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ochocientos o mil pesos, inclusive la plata que tenía el tabernáculo antiguo, algunos marcos que se juntaron de limosna, como los reales de la manufactura. Que todo prueba la devoción o el Divinísimo Sacramento y la atención de este Sacramentado Dueño del Pueblo…" Continúa narrando Herrera cómo se había propuesto la bendición del tabernáculo desde el último diciembre por falta de plata y desidia de los plateros. Se iba a estrenar el día de San José pero sin causa alguna no se hizo, el acontecimiento iba a llevar mucha gente al hospital… el temblor ha sido general en el rumbo y hubo muchas desgracias en otros lugares. "Este día era regular haber rezado con igual concurso en el hospital donde hubieran perecido muchos porque cayeron los tres arcos del presbiterio correspondientes a las tres naves. Bendito sea Dios que proporcionó este motivo para evitar muchas muertes especialmente la del cura que ese día tomó la capa por no haber parecido el vicario a quien tocaba su turno…" El buen párroco concluye la noticia que nos ha dejado inserta en los libros del archivo parroquial. "¡Ojalá y sacrifiquemos la vida y los intereses en obsequio de este Sacramentado Dueño de las almas que parece se esmera cada día más en adoptar por pueblo suyo a estos feligreses (y) que se desentiende de la indignidad e ingratitud de su pastor inútil. Miemento mei lector. Nicolás Santiago de Herrera".157 Una serie de misas de acción de gracias pusieron el fervor en la comunidad que gradecía a San Emigdio y San Cristóbal el milagro. El sábado de gloria habían continuado los temblores, la imagen de la Purísima se llevó en procesión y se restituyó al hospital de donde se la había sacado por el peligro de derrumbe. EN LA GUERRA DE INDEPENDENCIA, ya a las puertas, la comunidad de Uruapan vio el cumplimiento del presagio que habían tenido en el temblor como derrumbe del orden antiguo. No tenemos noticia de la acogida que tuvo en la comunidad de Uruapan el alzamiento de gentes tan conocidas para ellos como don José María Morelos y el padre Macías, su antiguo párroco, o la participación de don José María Izazaga. Quizá las clases pudientes de la población, que no 157

Ibídem. 123


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podían presumir de mucha liga con las aristocracias españolas ó criollas, fueron las más sensibles al alzamiento, aunque quizá muchos de los grupos inferiores vieron la oportunidad de una reivindicación pues el recuerdo de los castigos de hacía 50 años no se les había borrado de la memoria. En general Uruapan no parece haber sido contraria a la insurgencia pues todo la predisponía a apoyarla ya que había sido precursora de ella y a tan alto precio, muchos años antes. Pronto volverá a recobrar su característica de lugar de refugio, como en los primeros años de la conquista, al hospedar en repetidas ocasiones a los dirigentes del movimiento insurgente. La primera presencia que hemos encontrado de la insurgencia en el pueblo además de ser de Uruapan don José María Izazaga, es la estancia en él de don Ignacio López Rayón. Por el libro de bautismos del tiempo sabemos que allí le nació uno de sus hijos, José María; lo curioso del registro nos invita a transcribirlo: "(a.m. Hánlo pedido los interesados se pusiese la fe de bautismo en los términos siguientes). "En el año del Señor de mil ochocientos trece, en doce días del mes de agosto el señor cura de Monte Alto licenciado D. Francisco Silva de licencia parrochi exorcisó solemnemente, puso óleo y crisma a un infante de tres días de nacido a quien puso por nombre José María del Carmen Miguel Lorenzo en la advocación de Jesucristo, hijo del señor Licenciado don Ygnacio López Rayón presidente de la Superior Junta Interinaria de la Nación Americana y su ministro Universal y de la señora doña Mariana Martínez nativos de Tlalpujagua el primero y la segunda de Querétaro. Padrino el señor intendente de Tlalpujagua don José María López Rayón nativo de dicho Tlalpujagua y la señora doña Inés Fernández Mancilla nativa de Zapotlán el Grande, abuelos paternos el señor don Andrés Mariano López Rayón nativo de Tlalpujagua casado con la señora doña María Rafaela López Aguado nativa de Maravatío y por la línea materna el señor don José Martínez natural de la Rioja en la península de España casado con la señora doña Ana Rulfo nativa de Tlalpujagua y para que conste lo firmé. Bachiller Francisco Silva".158

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Ibídem. 124


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La personalidad de don Ignacio es de gran importancia en la historia de la guerra insurgente, nacido en 1773 en el Real de Tlalpujahua, como él mismo lo indica, pasa a estudiar a Valladolid a muy temprana edad, alumno del Colegio de San Nicolás donde don Miguel Hidalgo era rector, consigue el bachillerato allí, recibiéndose de abogado en el colegio de San Ildefonso de la ciudad de México en 1796. Después de ejercer la abogacía, lo encontramos como administrador de correos en su lugar de origen al tiempo de la sublevación de Hidalgo, cuando se sumó al movimiento insurgente, uniéndose al cura de Dolores en Maravatío. Sirvió de secretario al movimiento, y se le confirmó en Guadalajara su puesto al ser nombrado Secretario de Estado y Despacho. Tras la derrota y aprehensión de Hidalgo, don Ignacio vuelve a Michoacán donde se convierte en el alma de la insurrección organizando en Zitácuaro la Junta Nacional Americana en compañía de don José María Liceaga, del doctor José María Cos y de don José Sixto Berduzco. Diputado al Congreso de Chilpancingo, lo encontraremos presente en las labores de esa magna asamblea y activo en distintos rumbos de Michoacán siendo célebre su resistencia en el fuerte de Cóporo, cerca de Zitácuaro. A la muerte de Morelos continúa la lucha en su estado natal, tiene dificultades con otros jefes insurgentes que lo hacen prisionero y es liberado por el ejército realista que estuvo a punto de fusilarlo. El proceso largo y lento que se le siguió le hizo aprovechar el indulto que concedió a varios cabecillas rebeldes el virrey Apodaca. Al triunfo de las fuerzas independentistas fue nombrado intendente de San Luis Potosí por Iturbide y a su caída fungía como diputado al Congreso que elaboró la Constitución de 1824. La permanencia de Rayón en Uruapan está en relación con las dificultades que tuvieron entre sí los miembros de la Junta de Zitácuaro, hasta disolverla. EL CONGRESO DE CHILPANCINGO convocado por Morelos en el año de 1813 sucedió a la Junta de Zitácuaro. Logró don José María reunir allí a los principales ideólogos de la independencia que él encabezaba. El 11 de septiembre de 1813 iniciaba Morelos las labores legislativas dándole un reglamento, el 14 de septiembre se hizo la inauguración leyendo Los sentimientos de la Nación redactados por él, al día siguiente se le nombró generalísimo y encargado del poder ejecutivo, el 5 de octubre se dio el decreto de abolición de la esclavitud y el 6 de 125


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noviembre se hacía la declaración de independencia. Las dificultades militares de los ejércitos insurgentes hicieron que, sin clausurarse, tuviera que emigrar a distintos sitios del Estado de Michoacán; llegó así a Tancítaro de donde pasó a Uruapan antes de reunirse en Apatzingán para redactar la Constitución que se proclamó allí el 22 de octubre de 1814. Nuevas persecuciones de los ejércitos realistas hacen que los miembros del Congreso busquen refugio en pueblos del Estado de Michoacán como Ario, Puruarán, Tancítaro hasta volver a establecerse en Uruapan donde encontramos que estuvieron del 14 al 22 de noviembre de 1814. Después de otra serie de dificultades que los hacen salir del pueblo regresan allí a fines del mes de julio de 1815, fechas en las que se concentró allí el Tribunal de Justicia presidido por don José María Ponce de León. Por los riesgos que se corrían en Michoacán decide Morelos la traslación del Congreso a Tehuacán, siendo hecho prisionero durante el trayecto. En Uruapan se mantuvo vivo el recuerdo de la casa donde se reunió el Congreso: "Existe aun en la ciudad de Uruapan la casa en que se reunía el Congreso Constituyente y en la cual estuvo alojado el Generalísimo Morelos. Esa casa, que en aquella época pertenecía al licenciado don José María Izazaga, se encuentra ubicada en el extremo sur de la avenida Ocampo".159 De hecho fueron varios los edificios que ocuparon los miembros del gobierno insurgente, a uno de ellos se le llamó Palacio del Supremo Gobierno en Uruapan, otro era el Palacio de las Sesiones Legislativas en donde se nombra la Junta Subalterna Gubernativa que asumirá el poder ejecutivo a fines de 1815 y que quedó integrada por el Lic. D. Ignacio Ayala, don Manuel Muñiz, don Felipe Carvajal, don Domingo García Rojas y don José Pagola. El licenciado Izazaga fungía durante todo este tiempo como diputado secretario del Congreso. Don José María Morelos que se encontraba en Uruapan ese 21 de septiembre de 1815 no pudo asistir a la elección por estar preparando el traslado del Congreso. La Junta se fija en Taretan y a los pocos

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Recuerdos de la guerra de independencia, l.l. 126


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meses fue desconocida, instalándose otra junta paralela en Uruapan de la que formó parte el licenciado Izazaga. De entre los recuerdos que conocemos de la estancia de los poderes insurgentes en Uruapan hemos visto una escritura actuada allí el 8 de julio de 1815, en que el secretario de Morelos, don Antonio Basilio de Vallejo, actúa como "juez nacional de justicia mayor y primer comandante de patriotas de esta villa y su jurisdicción por su Alteza Serenísima el Supremo Gobierno Mexicano". Es de una escritura de compra venta que Vallejo legaliza.160 ¿IZAZAGA URUAPENSE?, es importante dar una respuesta a la anterior pregunta sobre la patria del ilustre insurgente, casi desconocido. Hemos venido encontrando la presencia de la familia Izazaga en Uruapan desde el siglo XVII pero no sabemos con precisión si él mismo nació en Uruapan aunque aparezca ligado a la población antes y después de la estancia de los poderes insurgentes allí. Al parecer estudió en el Colegio de San Nicolás de Valladolid, formó parte de la conspiración de 1809 en compañía de don Mariano Michelena y otros. Romero Flores afirma que formó el regimiento de la Purísima Concepción de Nuestra Señora la Virgen María del que fue coronel, ocupando con su fuerza la población de Ario. Diputado al Congreso constituyente fue secretario del mismo y luego miembro de la Junta Gubernativa que se organizó en Uruapan en contraste con la establecida en Taretan. Lo encontramos en Uruapan en 1816, cuando el doctor José de San Martín, canónigo lectoral de la catedral de Oaxaca, da poder al bachiller Ignacio Ocampo para que bautice en Tancítaro un hijo del Lic. Izazaga, y de su mujer doña María Rita Armendares, el 26 de julio de ese año.161 En 1823 Don José María fue miembro del Congreso que elaboró la Constitución de 1824. La casa que se encuentra en la Plaza Izazaga se dice que le perteneció y ha quedado hasta fechas recientes en poder de sus familiares. Se sabe que gustaba de venir a pasar temporadas a la población.

AER, pp. 9-2. APU, Libros antiguos de bautismo. Romero Flores, Diccionario: IZAZAGA. 160 161

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RECUERDOS DE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA le quedaron a Uruapan por muchos años, la presencia en la población de las autoridades máximas del movimiento, su huída precipitada ante el ataque realista y lo trascendental de los momentos que se vivían, darán un sentimiento patriótico a sus habitantes. Don Lucas Alamán nos refiere un hecho de esos días de estancia de los poderes de la Nación en Uruapan. Estando en la población el Congreso, el Gobierno y el Tribunal de Justicia el doctor Cos desobedece a esas autoridades que lo retiraban del mando de su tropa, el 30 de agosto de 1815 es tomado prisionero y está a punto de ser fusilado; el cura de Uruapan, bachiller don Nicolás Santiago Herrera, "quien por su edad, luces y virtudes, disfrutaba de un eminente concepto y generalmente era llamado el venerable Herrera", se presentó de rodillas a la puerta de la sala de sesiones y suplicó la vida del padre Cos arguyendo que no se debía manchar la causa con la sangre de un sacerdote, apoyó su petición el licenciado Izazaga, y el doctor Cos salvó la vida.162 En el transcurso del año de 1817 el Padre Torres, insurgente piromaníaco, cayó sobre el pueblo y lo incendió "con su iglesia, sin sacar aun los ornamentos y vasos sagrados". En torno al 1818 aparecen por el pueblo los misioneros apostólicos de Santa Cruz de Querétaro quienes vienen a dar misiones al pueblo, son ellos el padre José Cardoso, fray Juan Bautista González y fray Ramón Liberos. Se bautiza con gran solemnidad a un mayor de 18 años sirviendo de padrinos el comandante de la plaza y capitán de Dragones don José Ramón de Castañeda y su esposa doña María Isabel de Rivas. El vecindario asistió en masa al solemne, cuanto extraño, bautismo, quedándonos noticia de los trámites seguidos para administrarle a tamaño pagano el sacramento del bautismo y el de la Eucaristía.163 Por el 1818 causa curiosidad al vecindario la muerte de don Juan Felipe Madariaga, marqués de Casa Alta y conde de Torrealegre que acaece en la casa del licenciado Izazaga. Se piden informes de las

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Alamán, Lucas, Historia de México, t. IV, p. 187. APU, Libros antiguos de bautismo. 128


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causas del deceso y las circunstancias de su entierro. Definitivamente la población no estaba acostumbrada a muertos tan ilustres.164 Don Juan José de Lejarza en su Análisis Estadístico de la Provincia de Michoacán en 1822 nos describe a Uruapan como: "pueblo grande, cabecera de partido y subdelegación". Parroquia y curato secular, se ha establecido un ayuntamiento constitucional. La abundancia de frutas lo caracteriza y hace mención de la industria decadente del maque que apenas empieza a recuperarse, el comercio de los arrieros (algodón, sales y añiles de la costa) que era grande en otro tiempo, vuelve a tomar nueva vida después de haberse extinguido. "Este pueblo se había elevado a un grado considerable de riqueza y engrandecimiento en los primeros años del presente siglo, por ser el entrepuesto de comercio con los ingenios y haciendas de Tierra Caliente; pero fue después varias veces quemado, saqueado y miserablemente destruido, comenzando ahora a repararse; se reedifica el templo y las casas del circuito".165 La población de Uruapan en ese año de 1822 es la siguiente: Hombres: solteros, 1,345; casados, 783; viudos, 69. Mujeres: solteras, 1,478; casadas, 783; viudas, 272. Total: 4,730 habitantes. A la población de la cabecera se sumaban los 250 habitantes de Jicalán, los 314 de Jucutacato y los 466 de San Lorenzo. Añadíanse cuatro ranchos y hacienda de Santa Bárbara. Lejarza insiste en la postración de la economía de la región durante la guerra de independencia lo que ha hecho que los caudales y giros hayan sido destruidos. En la jurisdicción sólo "hay la hacienda de Santa Bárbara, de labor, y que antes sembraba ocho fanegas de maíz, tenía más de 200 reses y 4 manadas de yeguas; y algunos ranchos de caña, que últimamente apenas se sembraban. El pueblo de Uruapan, tenía con sus ranchos más de dos mil reses, de que han quedado bien pocas".166 A partir del 10 de septiembre de 1822 se da orden de suprimir toda distinción de castas en los que se lleven a bautizar, y aun las APU, Libros de defunciones. Martínez de Lejarza, Juan Joseph, Análisis estadístico, pp. 139-141. 166 Ibídem, p. 146. 164 165

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anotaciones nuevas de: Ciudadano de este imperio, ciudadano agraciado, ciudadano español, ciudadano agraciado de este estado, ciudadano agraciado por la silla apostólica, pero la rutina mantiene en los libros parroquiales la anotación apostólica, pero la rutina mantiene en los libros parroquiales la anotación relativa a los de origen indígena hasta el mes de mayo de 1924.167 EL PINDECUARIO DE LA COMUNIDAD es fuente riquísima para el conocimiento de uno de los aspectos más íntimos de la vida de la misma. No sólo se nos habla allí de las obvenciones parroquiales, que parecen en algunos momentos exageradas, sino también de la devoción del pueblo y la forma en que se llenaba el ciclo festivo y lo que les daba cohesión y sentido de pertenencia. El documento, que nos ha llegado en la copia que realizó don Pedro Rafael Conejo el 4 de julio de 1832 recogiendo las anotaciones de su antecesor el licenciado Herrera, recoge la memoria colectiva de la comunidad en la celebración de las fiestas, las obligaciones que se imponían a cada uno de los barrios o sectores y lo que el cura por su parte, también debía cumplir. Se trata de un pindecuario en que la parte no indígena aparece en forma relevante, las devociones criollas de finales de siglo se robustecen ahora con un creciente culto a Nuestra Señora de Guadalupe, el sostener la devoción a San José y la muy arraigada y característica de la cofradía del Santísimo Sacramento. Las deudas de capitales gravan sobre muchas familias que tienen comprometidas sus propiedades y son exigidos a pagar con los réditos aniversarios de misas por sus antepasados, sufragar fiestas o sostener gastos tradicionales; el cura ha dejado de exigirles con la rigurosidad de antes aunque manifiesta el deseo de recuperar en su vastedad esas obligaciones. El curato aparece ampliamente provisto por la comunidad, y la parte indígena presta todavía los servicios que se le exigían de épocas anteriores.168 Teniendo la imposibilidad de reproducir todos y cada uno de los puntos que se explican con amplitud en las 28 hojas del manuscrito, nos parece de interés dar una somera idea de su contenido. Se van 167 168

APU, Libros antiguos de bautismo. APU, Pindecuario. 130


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anotando mes por mes las fiestas que ocurren y las deudas que hay que cobrar para cumplir las mandas piadosas que gravan sobre distintas fincas de familias, se explica en pormenor el desarrollo de la fiesta y los gastos que ella ocasiona y de dónde se cubren. Al final se llega a la anotación de los servicios tradicionales de los barrios indígenas, a los derechos que causan los entierros, presentaciones y casamientos de cada uno de los grupos, que aunque oficialmente ya no se registraban, seguían manteniéndose claros en la mentalidad de las gentes. Mes a mes eran fijas las siguientes celebraciones: La misa del primer domingo de mes correspondía a la Cofradía de Nuestro Amo; la del segundo domingo a la Tercera Orden de San Francisco; la del día 12 a los devotos de Nuestra Señora de Guadalupe y la del 19 a los de San José. En el mes de enero se tenía en forma especial la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe con rosario por las calles, procesión en el cementerio, sirangua y mayordomo a cargo, separados los indios de los "de razón". En este mes se hacía también la fiesta pospuesta de la Inmaculada, en Jicalán, con ofrenda o paroqua. El día 20 ocurría la fiesta de San Sebastián con ofrendas de plátanos u otros bastimentos a la imagen. El mes de febrero se abría con la fiesta de la Purificación o de la Candelaria y en ella bendición de candelas, ofrendas a la imagen de la Virgen y rogativas por las ánimas. En Jicalán, si caía en el mes, se celebraba el carnaval con ofrendas y función a San Francisco. El mes de marzo casi siempre coincidía con la celebración de la cuaresma, cuyo segundo viernes celebraban los indios de la Magdalena con la fiesta de San Nicolás. Se tenía la fiesta mayor y de señor San José con lucido novenario. La fiesta de la Encarnación, el viernes de Dolores con novena, si había devotos que sufragaran los gastos. Los indios guarotas del barrio de San Juan Bautista celebraban la misa al Santo Entierro y entregaban el fruto de dos solares que se sembraban de trigo herencia de un cierto Olanda que nadie recordaba quién había sido. La Tercera Orden de San Francisco tenía a devoción encargar seis misas para los viernes de cuaresma. En ese mes se pasaba un buen tiempo en los pueblos de Jicalán y Jucutacato oyendo las confesiones para el cumplimiento pascual. 131


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La Semana Santa revestía una solemnidad especial pues excepción hecha del lunes, los días restantes eran de abrumadora actividad: el martes santo se celebraba por cuenta del barrio de San Juan Bautista al llamado Señor de San Juan ó Santo Escomo en recuerdo de una vieja promesa, trayendo su imagen a la capilla, pues durante el año estaba a cargo de un mayordomo que sufragaba el culto. Los indios del barrio de la Trinidad se hacían también presentes en este día. El miércoles celebraba el día de la Cofradía del Santísimo con una misa a la Sangre de Cristo. El jueves se pasaba en los sermones del mandato, de la institución, en el arreglo del monumento, la adoración del Santísimo, la comida a los apóstoles, música y cantos, ceras y procesiones de los Santos Cristos de los barrios que venían a la parroquia en sus respectivas andas al cuidado de un encargado y llenos de ofrendas. El viernes era día igualmente lleno con la procesión de los Cristos, sermón de las tres caídas plática del encuentro, sermón de la soledad, sermón del descendimiento, procesión de las madres que acompañaban a la Soledad, beso de la Santa Cruz. El sábado en la noche todo el gobierno indígena se trasladaba a la casa cural para dar al cura las pascuas: gobernador y su cabildo, mayordomo y funcionarios del hospital. El tercer día de la pascua tocaba al barrio de la Magdalena hacer procesión en su cementerio y presentar sus ofrendas. El mes de abril se agregaban a las festividades de rutina, la celebración del patrocinio de San José y la fiesta solemne de San Marcos con letanías, moros y soldados con especial acento en las danzas que ejecutaban y en las que era de rigor, según se ha dicho, que también el cura bailara un poco. Para mayo se iniciaba el día 1° con la fiesta de San Felipe y Santiago de los indios. Seguía la fiesta de la Santa Cruz del día 3, y caía muy frecuentemente en ese mes la fiesta de la Ascensión, que se juntaba con las de San Isidro el día 15 de mayo para el barrio de San Juan, la de San Juan Nepomuceno, la pascua del Espíritu ó Pentecostés, y a veces el Corpus. El mes de junio podía tener la representación de la aparición de San Miguel, pero ciertamente celebraba la fiesta de San Antonio el día 13. Casi siempre se hacía cuenta para este mes de la celebración del Corpus con procesiones, músicas, participación de los gremios, octava 132


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e infraoctava. De allí se seguía a la fiesta de San Juan Bautista y de San Pedro cuyos barrios echaban la casa por la ventana. El mes de julio ó el mes anterior, se celebraba desde hacía algunos años la fiesta del Sagrado Corazón que había tomado a su cargo el bachiller José Francisco Velázquez con gran esplendidez pues se arreglaba altar y se quemaba abundante pólvora de "cohetes, ruedas, cámaras y pedreros". El 16 celebraban los indios el triunfo de la Cruz, el 22 era la festividad de la Magdalena y el 25 la de Santiago, cuyos barrios se lucían honrando a sus patronos. En agosto se tenía por parte de los terciarios la fiesta o jubileo de la Porcíuncula en que era necesaria la presencia del cura de Capacuaro para ayudar en las numerosas confesiones. El día 12 se celebraba a Santa Clara en el barrio de San Juan Bautista, el 16 a San Roque, el 19 a San Joaquín. El 22 la Asunción en San Juan Evangelista de parte de la familia Huitzacua, fiesta que también se tenía en Jicalán y Jucutacato. Septiembre no era tampoco mes tranquilo pues ocurría la fiesta de la Natividad, la exaltación de la Santa Cruz el día 14, la fiesta de San Miguel el 29 y otras celebraciones de los terciarios franciscanos que se preparaban a octubre, fiesta de San Francisco. En octubre, el día 4 era la fiesta principal del pueblo, por costumbre en ese día el párroco ofrecía refrescos a todos los indios del pueblo y de los sujetos, se renovaban autoridades de la Orden Tercera, San Francisco era honrado en su barrio y en Jicalán, y se añadían las otras celebraciones fijas de cada mes. En el mes de noviembre ocurrían las celebraciones de ánimas, primero y dos del mes había necesidad de invitar otros sacerdotes para satisfacer a los responsos que los indios y la comunidad en general encargaban; las ofrendas de plátanos, pan, elotes cocidos, calabazas y otras, llenaban el cementerio. Se celebraba en este mes el Patrocinio de Nuestra Señora y todas las cofradías se acordaban de sus socios difuntos. La fiesta a Señor San Diego se celebraba el día 12, Santa Catalina patrona de Jucutacato el 25, el 30 San Andrés en que se congregaban los regidores de los barrios. Diciembre se iniciaba con la fiesta a Santa Bárbara el día 4, seguían las fiestas de la Inmaculada y el novenario de la Navidad con las misas de aguinaldo que concluían en la del gallo. La celebración de 133


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la Navidad, la fiesta patronal de San Juan Evangelista el 27, terminaban el ciclo festivo bastante intenso en que vivía ocupada la comunidad. LA FINCA DE CAPITALES de que se pagaban una serie de obligaciones culturales estaba situada en las casas ó posesiones de muchas de las familias conocidas de la comunidad: Don Joaquín de Villavicencio, don Miguel de Villalobos, don Francisco Martínez y su esposa doña Guadalupe Colza, don Antonio Bravo devoto al dulce nombre de Jesús, don Simón Tapia vecino de Valladolid, doña María Saldaña alias Bárcena, doña Bárbara Sotomayor, don Francisco Izazaga, don Manuel Toribio Villavicencio que había dejado solares, don Domingo Ortiz de Zárate vecino también de Valladolid al igual que don Ignacio Cardoso y don José Antonio López. Sobre la hacienda de Santa Catalina de don Antonio de Mendoza gravaba importante capital; don Francisco Díaz había gravado a sus herederos como devoto de la Virgen de la Luz; igual don Juan Izazaga devoto de San Juan Nepomuceno, lo mismo que don Ignacio Arreaga a quien habían sucedido en la deuda don Miguel Sánchez y doña Cornelia Huerta. Don Manuel Arias, don Arcadio Pérez, don Manuel Ponce, don Francisco López a quien había sucedido Juan Madrigal, don Francisco Treviño y don Anastasio Huerta, don Agustín Farías, doña Lorenza Gandarilla, don Manuel Orozco, las señoras Gutiérrez, los albaceas de doña Petra Elorra y Aguirre, don Vicente Magaña y don Miguel Santa Cruz que honraban a San Cayetano, don Ignacio Guiza sucesor de don José Colsa, don Vicente Magaña por el alma de Juan de Rosa, don Florencio Martínez, el bachiller Miguel Gómez, don Francisco López, doña Juana Rodríguez y doña Antonio Arreaga por sucesoras de don Pedro Garibay del barrio de la Trinidad, don Luis Ocaranza, don Miguel Ignacio Villalobos, don Ignacio Arriaga y don Francisco Ocampo, el maistro cohetero don Gregorio Martínez alias Changá por estar fincado en solar del barrio de San Miguel perteneciente a la iglesia, don Manuel Arias sucedido por don Manuel Farías, don Ubaldo Solórzano que mandaba celebrar misas por el alma del antiguo cura de Charapan don Manuel Jaso de la Vega: Todos ellos reconocían deudas sobre sus fincas con que se cumplían actos de culto. 134


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Es grande el capital que estos pagadores de réditos tienen que respaldar para dar cumplimiento a promesas devotas de los originarios bienhechores. Ello permite tener suficiente dinero para alquiler de cera, pagar músicos, cantores, sacristanes, prestes y otros ministros que celebran con grande esplendor vigilias, misas, procesiones, responsos y otras memorias que hacen intensa la vida religiosa y cultural del pueblo. La mayoría de estos capitales fincados es de la gente "de razón" y lo han heredado gentes de esa misma condición. PESADA ERA LA CARGA DEL PINDECUARIO para la comunidad, por lo que ya hemos venido viendo, pero para la comunidad indígena se agravaba en los servicios que debían prestar y que en rápida enumeración eran los siguientes: Cargueros de curato: que daban leña a diario para el gasto de la casa del cura; 8 cocineros que debían facilitar La Magdalena, San Juan Evangelista y San Juan Bautista dando cada uno dos; 4 verduleros procedentes de Santiago, San Francisco, la Magdalena y San Juan Evangelista. Hospital: Fiscal del hospital ó caricherango quien debía mandar aplicar una misa por cada uno de los indios que morán en el año de su cargo. Combites ó correos que debían sustentar mulas aparejadas para lo que se ofrecía además de 7 tercios de salitre, uno por cada uno de ellos; indios oficiales: pasari, mitate y caballerango que proporcionaban diversos servicios. Indios petapes que debían proveer al cura de rastrojo, zacate y paja todo el año. Indios hueveros que debían entregar a la parroquia todos los jueves, vigilias, témporas, toda la cuaresma y el adviento, 40 huevos. Un fiscal se encargaba de presidir el grupo y tenía ayudantes en cada uno de los barrios. Otra serie de servicios correspondían a los mayordomos de cofradías ó de fiestas, así se juntaba a través del año la cera, el vino, el sebo, la carne, plátanos, jícaras y otras ofrendas con que la comunidad participaba en la celebración de las fiestas y en el sustento de las autoridades religiosas del pueblo. DE LAS ENFERMEDADES que afligen a Uruapan tenemos una curiosa lista en los libros de defunciones que por tanto nos hablan de las que llevaron al extremo trance a los dolientes haciendo caso omiso 135


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de dolores de muelas, jaquecas, indigestiones ligeras, vahídos, derrames de hiel, caídas de mollera, torceduras, disloques, hernias y otras del diario. Una enfermedad endémica de la comunidad señalaba ya don Juan Josef Martínez de Lejarza y luego la notará Lumholtz: el bocio. Haciendo el elogio del buen parecer de las gentes de Uruapan anotaba Lejarza: "El buen parecer, limpieza y traje de aquellos indios, descendientes sin duda de los primeros fundadores, de raza más bien mestiza, admira sobremanera y a no ser por la enfermedad del bocio ó buche, endémica en aquellos países, que tanto los desfigura, serían quizá los más perfectos y bien formados de la Provincia".169 O lo que Lumholtz, 80 años después, anotaría: "Hay muchos indios con paperas ó buches y consiguientemente muchos sordomudos ó imbéciles". Ya notábamos en el análisis del padrón de 1787 la presencia de muchos mudos en la comunidad y de algún retrasado, fruto de la misma enfermedad. Por el 1830 el cura José María Carriedo anota que en ese año se han muerto de hidropesía, dolor de estómago, fiebre, dolor de costado, decrepitud, dolor de cabeza, puñalada, golpe de toro, riumas, hinchazón, disentería, tiricia, viruela, tos, tisis, ético, detención de menstruación, hemorragia, gota, mal de tierra caliente, pujos, ahogado, dolor de garganta, cáncer en un pie, o porque "no pudo mamar", de insulto, catarro, miserere, de ponzoña, empacho, mal de piojo, ansia, tos purgada, quemada, erisipela, fríos, mal parto, desbarrancado, ó alferecía.170 En el año de 1833 se echó sobre Uruapan y otras comunidades la peste del "cólera morbus", que sirvió de motivo para empezar a tomar providencias higiénicas y sanitarias a nivel de las autoridades civiles; se empiezan a difundir normas de prevención que se hacían necesarias para no sucumbir a las distintas epidemias que van asolando las poblaciones ya desprovistas de los primitivos, pero efectivos, métodos tradicionales que se habían ejercido desde los hospitales de las comunidades. 169 170

Martínez, o. c. p. 140. APU, Libros de defunciones. 136


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IMPORTANCIA POLÍTICA NUEVA va a adquirir Uruapan a partir de la guerra de Independencia, aunque sea informalmente se le había declarado Villa, título que le será confirmado en sucesivas ordenaciones políticas. El 15 de marzo de 1825 se dividió el territorio michoacano en 4 departamentos quedando Uruapan en el del Sur como cabecera de partido. La segunda división que se hizo el 10 de diciembre de 1831, robustece la importancia de la cabecera agregándole municipalidades y tenencias. Las municipalidades sujetas a Uruapan fueron las de Paracho, Parangaricutiro y Nahuatzen, haciendo entrar casi toda la sierra en su jurisdicción, mientras que se apartaba buena parte de la Tierra Caliente que se asignaba a Apatzingán y a Taretan. Quedaban debajo de la municipalidad de Uruapan: Jicalán, Jucutacato, San Lorenzo, junto con la barranca honda de Guacapo, la estancia de Tamacuaro, Minas de cobre de Apupato, rancho de Caulote, Pilas, Gallina y Charapendo.171 En 1838 se establece en Uruapan juzgado de primera instancia. "La Voz de Michoacán" del 22 de diciembre de 1842 da noticia de que Miguel Montaño, el comandante militar de la villa de Uruapan, se adhiere al pronunciamiento de San Luis Potosí en favor de don Antonio López de Santana y don Nicolás Bravo y arrastra tras sí a su regimiento y luego a los miembros del gobierno local y vecinos principales, pasando a desconocer al Congreso Constituyente. Los que firmaron la adhesión, con fecha 17 de diciembre, son Juan Ignacio Martínez prefecto del distrito, Manuel Orozco, Antonio Huacuja, José María Galván, José Ignacio Victoria, Juan Calderón, José María Farías, Vicente Díaz, Rafael Treviño, José Mendoza, José María Gracián, Ignacio González, Vicente Barcino, Miguel Gutiérrez, Luis Coria, José María Magaña, Ramón Farías, Ramón Suasnabar, Ignacio Samudio, Miguel Sánchez, Manuel Sierra, Francisco Magaña, José María Vela, Francisco Coria y Antonio Alfaro.172 EL CAFÉ DE URUAPAN que hará célebre al pueblo en los próximos años, es cultivo que se inicia en este tiempo entre los huerteros del

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Coromina, Amador, Recopilación de Leyes de Michoacán, v, 8-13. Debo la nota al Profr. Álvaro Ochoa. 137


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vecindario. La historia repetida de la introducción de su cultivo es más o menos la siguiente: Don Mariano Michelena, vallisoletano de nacimiento y activo en la insurgencia, fue nombrado ministro plenipotenciario en 1831 por parte del gobierno de Anastasio Bustamante para que fuera a Inglaterra; hombre piadoso, aprovechó su estancia en Europa para darse una escapada a los Santos Lugares y de paso por el puerto de Moka en Arabia (Yemen), en el mar Rojo, tomó consigo algunas matitas de café del tan prestigiado que se cultivaba allí. De regreso a su tierra logró aclimatar el café en su hacienda de La Parota en las vecindades de Taretan donde pronto se hizo maleza por el clima del terreno. Se comenzaron a propagar los cafetos como planta de adorno en los alrededores y se trajeron a la villa de Uruapan donde don Manuel Farías fue uno de los que las plantó en su huerta del barrio de Santiago y en la casa que tenía en el portal norte. Durante la guerra de la Reforma el general Miguel Contreras Medellín se alojó en la casa de La Palma y mandó que le prepararan un poco de café haciendo el elogio del mismo al compararlo al entonces famoso de Platanarillo en Colima. Por ese mismo tiempo coincidió en semejante opinión don Luis González Gutiérrez, destacado maestro de San Nicolás de Hidalgo, mejorando la opinión del general y dándole vuelos mundiales, pues él mismo se cuidó de cortarlo, secarlo, tostarlo y molerlo preparándoselo a su gusto. Esto dio ánimos para enviar muestras a la Exposición de Filadelfia donde logró en 1866 un premio que lo hizo famoso, comenzándose a propagar su cultivo por las huertas. Don Eduardo Ruiz hace merecido elogio, como favorecedor del cultivo del café en Uruapan, de don Miguel Treviño quien se preocupó de plantarlo en la huerta en las vecindades del puente de San Pedro y gustaba de hablar del futuro del cultivo, daba consejos para un mejor rendimiento y regalaba a las gentes plantas de café para que lo aprovecharan. Para 1881 la producción de café alcanzaba las 12,000 arrobas y se exportaba principalmente a México, Manzanillo con vía al extranjero y Guanajuato. Para 1889 se registraba una producción de 19,178 arrobas y don Ignacio Palencia era uno de los principales

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productores con Espiridión Coria, a los que se unían los demás vecinos.173 VISITANTE ILUSTRE DE ESTA ÉPOCA es la famosa marquesa Calderón de la Barca esposa de don Ángel, primer ministro diplomático de España en México, quien visita la ciudad en compañía de su esposa a finales de noviembre y principios de diciembre de 1841. Madame Calderón de la Barca (la escocesa Frances Erskine Inglis) nos da en sus cartas una magnífica descripción de las penalidades que se sufrían para llegar a la ciudad por el camino de Pátzcuaro compensadas por la belleza del mismo y la espléndida naturaleza de Uruapan. Huéspedes del señor Izazaga, en su casa de detrás de la parroquia, tuvieron en su familia una agradable compañía para explorar la villa que todavía no se había recuperado de los cuatro incendios que en la guerra de la independencia le habían causado alternativamente insurgentes y realistas. Del señor Izazaga nos asegura la marquesa que es originario de Morelia aunque por lo que nos dice de su vida puede identificarse con nuestro célebre don José María pues "ha tomado parte activa en todas estas revoluciones y fue amigo personal de Hidalgo. Sus aventuras y escapatorias darían material para un volumen". La belleza de Uruapan fascinó a los visitantes, lo mismo que la limpieza y colorido de los trajes indígenas que nos describe, y se vuelve lenguas hablando de lo bien parecido de las gentes. Le toca presenciar la fiesta de San Andrés de la que nos relata los adornos de flores, las banderas, la profusión de cera, la música de un tono "alegre y travieso" en contraste con la tristeza que todo mundo les atribuía a los indios. Admira el virtuosismo del organista, le fascinan las flores de Nochebuena, advierte las costumbres indígenas del matrimonio, de las fiestas y de los entierros. Nota junto a la sencillez del traje de las mujeres la típica vanidad de su sexo en sus collares de coral y en sus vajillas decoradas, en sus cocinas limpias y adornadas de multitud de jarros. La visita al nacimiento del Cupatitzio, el recorrido por su cauce, su excursión a la Tzaráracua que nos describe como "salvajemente 173

Ruiz, Eduardo, Guerra de intervención en Michoacán, pp. 31-32. 139


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majestuoso", son un constante elogio a la ciudad y con justicia es la pionera del turismo moderno a Uruapan. Nos describe las artesanías del maque de las que compra piezas extraordinarias, lo mismo que de prendas de vestir que las gentes fabrican en la industria casera. Nos habla de la presencia del francés Genould en plena promoción de la plantación de moreras aunque ella sugiere que en lugar de la industria de la seda se piense en un mejor aprovechamiento de las maderas y del azúcar. El barrio de la Magdalena le fascina con sus enormes árboles que sombrean las calles, y entre ellos las casas de los indígenas, particularmente hermosas por su limpieza. Todavía estaba lejos el fin del siglo para hablarnos de una población iluminada por lo que la marquesa Calderón de la Barca nos relata sus paseos en la oscuridad de la noche "en medio de los ladridos, aullidos y gruñidos de los perros que brotaban de cada casa de Uruapan, conforme pasábamos".174

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Calderón de la Barca, marquesa, La vida en México, t. II, p. 339 ss. 140


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CAPÍTULO VIII CIUDAD DEL PROGRESO Y GUERRA DE INTERVENCIÓN

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creciente para la población de Uruapan va a significar esta segunda parte del siglo XIX. Apenas recuperada de las guerras insurgentes se demuestra centro importante en el comercio del Estado y del rumbo, ayudándolo su estratégica posición entre el Bajío y la Tierra Caliente. Familias llegadas de otros rumbos, entre los que cobran particular relieve las de origen cotijense y de Purépero que encuentran acogida en la villa, logran estabilizar su situación debido a las facilidades que se prestan por parte del gobierno a concederles en 1847 derecho a celebrar una de las cuatro ferias autorizadas en el estado.175 En la vertical del comercio Bajío-Costa michoacana, se ubican estratégicamente en forma horizontal Uruapan, Zacán y Peribán. En los tres lugares las familias pudientes están entrelazadas por lazos de parentesco e intereses económicos, al mismo tiempo que son colonizadores y productores en las zonas inmediatas que se internan en la Tierra Caliente, donde mantienen haciendas ganaderas y explotan en las inmediaciones de su residencia trapiches azucareros. Por ese tiempo se concede a Peribán feria y se renueva el permiso para la tradicional de San Lucas que desde 1827, por lo menos, se tenía en Zacán.176 Era sobremanera favorable la concesión de feria pues se eximían de impuestos los artículos que allí concurrían. En torno a la fiesta patronal de Zacán se celebraba allí la célebre feria que atraía a los comerciantes, hacendados y familias de posibilidades del rumbo llegando a concurrir a ella la familia de don Diego Moreno de la ROSPERIDAD ECONÓMICA

Coromina, o. c. IX, pp. 54-55. Ibídem, La Feria de Zacán, ya se tenía a finales del siglo XVIII, Bravo Ugarte, Inspección ocular, pp. 95-98, donde se pide se suprima por los desórdenes. 175

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Hacienda de Guaracha que rentaba troje, habitualmente, para pasar esos días. La feria de Uruapan se iniciaba el día de la Candelaria y se prolongaba hasta el 5 de febrero, mientras que la de Peribán cubría el jueves, viernes y sábado de la semana de Dolores para concluir el domingo de Ramos que lo hará convertirse en Peribán de Ramos. El 28 de noviembre de 1856 se renovaría para Uruapan la concesión de la feria, restringiéndose la exención de impuestos a los artículos que permanecían en la localidad y gravando los que se sacaran de la villa. Un nuevo decreto reforzaría el carácter tradicional de tal celebración en 1861, ampliando el plazo de duración del 2 al 9 de febrero.177 LA INSTRUCCIÓN PÚBLICA que tradicionalmente se había venido teniendo en esta localidad desde la época virreinal, se mantiene e incrementa en estos años, nuevos métodos habían sustituido a los antiguos adoptándose el sistema lancasteriano. La compañía Lancasteriana formada en México para la instrucción el 23 de febrero de 1822 se había extendido a los Estados teniendo éxito particular en Michoacán. Por la ley del 30 de mayo de 1831 se daba forma a la instrucción en el Estado estableciendo una escuela normal en Morelia para la habilitación de los maestros que luego llevarían a las comunidades el sistema de enseñanza. Se obligaba la instrucción gratuita de los pobres debiendo pagar pensión los que tenían posibilidades. El fin era la enseñanza del "leer y escribir con corrección y principios de aritmética con total arreglo al sistema de Bell y Lancaster, los catecismos religiosos y civil y máximas de buena educación". Para que el sistema funcionara se debía formar una junta central inspectora de instrucción pública y sus subalternas donde existieran escuelas, éstas, formadas por el cura del lugar y dos vecinos designados por el gobierno. Los fondos para el pago de rentas, dotación de útiles escolares y pago de maestros se sacarían de una imposición sobre los licores nacionales, del estanco de la nieve, de los derechos de desagüe, el décimo de la contribución directa, del coliseo y peleas de gallos, trucos y billares, de una anualidad de los empleados y funcionarios, de la pensión de los niños con posibles 177

Coromina, o. c. XIII, 43, XV, 233. 142


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además de agregar los fondos existentes de otras fundaciones para la instrucción. En Uruapan sabemos que funcionaba tal tipo de escuela por el 1847 siendo el director don Juan N. Gil que ganaba 500 pesos de sueldo anual, 180 pesos se pagaban por los gastos de renta de local y útiles y tenía 80 alumnos. Las materias que se enseñaban y los textos eran la ortología según el compendio de don José María Cortés, la caligrafía de don Rafael Silva arreglado por Quiroz, la ortografía de don Vicente Salvá, la aritmética de don Vicente Lora, la religión según el catecismo del padre Ripalda, la historia sagrada por Fleuri y Pinton, la urbanidad por la edición de Galván, los derechos del hombre en sociedad y las prácticas de lectura, escritura y aritmética. De los fondos de las comunidades indígenas se sacaron recursos para la instrucción pública justificando su empleo en esto pues "antes los destinaban a los más infames y depravados; y cuando no, a la congrua sustentación de los curas, cuyos feligreses están apindecuados".178 CIUDAD DEL PROGRESO es el título que se concede a la villa el 28 de noviembre de 1858, "tomando en consideración las razones expuestas por el vecindario de Uruapan, en un ocurso elevado a este gobierno, así como los buenos e importantes servicios prestados por aquella población a la causa de la libertad".179 Desde los tiempos de la independencia Uruapan había adquirido condición de cabecera del rumbo suroeste del Estado. En la división política del 25 de enero de 1856 se le había hecho cabeza de uno de los seis departamentos en que se dividía el Estado quedando en su territorio los partidos de Los Reyes, Santa Clara, Tancítaro y Coalcomán y dentro del propio de la población, los municipios de Paracho, Nahuatzen y Taretan.180 El 27 de abril de 1859, en plena guerra de la Reforma, las autoridades liberales en funciones decretan trasladar la capital del

Memoria sobre el estado que guarda la administración… 1848, Nº. 25. Coromina, o. c. XV, 46. 180 Ibídem, XIII, 47. 178 179

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Estado fuera de Morelia y escogen a Uruapan, que hospedó a los poderes del 28 de abril al 3 de mayo de ese año.181 Ya con anterioridad, el 5 de noviembre de 1847, había sido escogida la población como sede del Congreso michoacano en caso de que se creyera conveniente variar la residencia "por las eventualidades de la guerra con el Norte".182 Responsabilidad y honor que caía de novedad a Uruapan puesto que en distintas épocas había venido sirviendo de zona de refugio, según se recordará. Tamañas distinciones de parte del gobierno liberal no la exceptuaron en los préstamos forzosos que las distintas poblaciones tenían que suministrar al gobierno en las condiciones apuradas en que siempre andaba. El 9 de junio y el 9 de octubre de 1860 correspondió a Uruapan facilitar dos partidas de 600 pesos que se distribuyeron entre los vecinos más pudientes, según se catalogaron sus posibilidades. El 8 de agosto de 1861 se le señalaba la contribución para el ejército de 250 caballos que se debía recoger en su distrito.183 En las siguientes divisiones políticas se le mantendrá el rango de cabecera de distrito aunque éste se le restrinja a los municipios de Taretan y Parangaricutiro puesto que los subordinados de Coalcomán, Los Reyes, Tancítaro y Paracho adquieren igual rango en 1861.184 El 24 de noviembre de 1863 "en atención a las circunstancias en que actualmente se encuentra el Estado, se declara por ahora capital del mismo la Ciudad de Uruapan. A esta ciudad se trasladarán oportunamente el gobierno, el tribunal supremo de justicia y las oficinas superiores de hacienda".185 Obedecía la nueva huída hacia Uruapan a la invasión del territorio por el ejército francés que pronto llegará a Uruapan en persecución de los chinacos ó liberales allí refugiados. La permanencia legal de los poderes se fijará en Uruapan hasta que el triunfo liberal permita regresar a Morelia, a mediados de febrero de 1867. Allí ocurrirá el nombramiento del general Felipe B. Ibídem, XV, 73. Ibídem, IX, 13. 183 Ibídem, XV, 154. 184 Ibídem, XVI, 40. 185 Ibídem, XVII, 226. 181

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Berriozábal como Gobernador y comandante militar de Michoacán quien será sustituido el 21 de marzo de 1864 por el también general Juan B. Caamaño. ACCIONES DE GUERRA constantes se registrarán en estos años. La importancia estratégica de la población va a ponerla en la mira de los combatientes que se suceden en un ocupar y desocupar la ciudad al tiempo de la guerra de intervención. Ya desde 1854 los pobladores de la ciudad tuvieron la primera experiencia de esas luchas constantes que la iban a ensangrentar. Los coroneles Epitacio Huerta y García Pueblita habían llegado a la población en apoyo del Plan de Ayutla y tuvieron que enfrentarse al coronel José María Huerta que fue derrotado por los primeros en Cherenguarán. En 1862 el mismo general Caamaño había librado acciones de guerra. Don Eduardo Ruiz en su libro Historia de la guerra de intervención en Michoacán, señala el constante fragor de la lucha que hizo perder la tranquilidad a los uruapenses. La prevalencia de los liberales y su constante presencia allí marcará para el futuro el alma de la ciudad que se verá favorecida por los gobiernos triunfantes que la identificarán decididamente con la roca fuerte del liberalismo michoacano, aunque no dejaba de haber en su seno seguidores del partido conservador y simpatizantes de la intervención y el imperio que tuvieron que plegarse a aceptar la victoria de los liberales. Tuvo la suerte Uruapan de contar en este tiempo con la presencia de sacerdotes tan positivos como el cura don Francisco García Ortiz de quien nos ha dejado un retrato admirable don Eduardo Ruiz; el padre Pachito, como familiarmente se le conocía, pudo evitar los excesos que fácilmente llevaba la enemistad política entre los habitantes siendo eficaz intercesor ante los vencedores, obteniendo misericordia para los vencidos. "Hubo en Uruapan, allá por los años de 1855 a 1869 un cura párroco llamado D. Francisco García Ortiz, antiguo catedrático del Seminario de Morelia, y a quien en el colegio y en la feligresía llamábamos el padre Pachito. Era este sacerdote, inteligente, humilde, caritativo, casto, trabajador, juvenil, desprendido de los bienes terrenales, ajeno a las pasiones políticas; de un carácter tan apacible que creo que se fue de este mundo al otro sin saber lo que era un enojo. Desde antes de las leyes de Reforma había abolido en 145


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Uruapan las obvenciones parroquiales. Su tarifa para los ricos señalaban como máximun "lo que buenamente pudieran dar". De este caudal hacía los gastos más precisos para su vida y distribuía el resto entre los miserables de su parroquia, lo que se sabía por ellos, pues que el cura jamás daba nada en público. Entre sus feligreses los preferidos eran los enfermos. "Tenía un vicio: engordar gallinas para repartirlas entre las mujeres más pobres, cuando acababan de dar un nuevo habitante al mundo, y además tenía el capricho de no recibir nada por el subsecuente bautismo, pues decía que a él le gustaban los cristianos de balde… "…una correspondencia escrita por una señora de Uruapan y enviada al periódico oficial de Michoacán, la cual, fechada en 18 de abril de 1869, daba noticia del fallecimiento del padre Pachito: "El hombre inmaculado, el imitador de Jesucristo acaba de morir. A las siete de la mañana de hoy, sorprendida la familia del señor cura de que éste no estuviese en pie, a hora para él tan avanzada, entraron a su pieza y lo encontraron en su cama, como entregado a un sueño apacible. ¡El señor cura estaba muerto! La noticia circuló en el acto en toda la población: cesó el comercio en la plaza, se cerraron silenciosamente las puertas de las tiendas y las casas y se escuchó en toda la ciudad un llanto desgarrador. El curato se llenó de gente, las madres llevaron a sus hijos para que tocaran el santo cadáver, pidiendo para ellos una postrera bendición. Muchos niños fueron solos y arrodillados besaban los pies del sacerdote. Todo el mundo se arrodilló a su ejemplo, y yo no puedo describir esa escena que veía a través de mis lágrimas".186 EL AMBIENTE DE LA CIUDAD en 1863, en vísperas del recrudecimiento de la guerra, nos lo pinta admirablemente don Eduardo refiriéndonos la presencia de las chimoleras que tenían sus fondas a la sombra de los famosos fresnos de la plaza de Uruapan, como aquella Ña Rita, la Carrión, la Diabla, que como otras mujeres del pueblo vendían comidas de las llamadas de tlaco y tlaco (uno por el mole y otro por las tortillas), quien se auxiliaba con su trabajo para vivir atesorando, y después gastarlo en las fiestas, el producto de sus 186

Ruiz, Michoacán, paisajes, tradiciones y leyendas, pp. 297-299. 146


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huertas, de sus siembras de maíz y trigo y el beneficio de los pozos de la Charanda donde se juntaba en tiempo de aguas el barro que luego servía para la fabricación de adobes.187 Después de pintarnos la decadencia del pueblo en tiempos de la guerra insurgente, don Eduardo nos describe el nuevo auge a que ya hemos aludido completándonos el cuadro con la descripción de las cualidades de la población, por "su espíritu de empresa, su amor al trabajo y su hábito de economía, así como por su civismo, han alcanzado bienestar para ellos y mejoramiento para su población".188 Su situación geográfica, el trato y buena índole de la gente, la abundancia de mantenimientos, todas eran circunstancias que la hacían ser atractivo para propios y extraños, como cuando el coronel Margueritte del ejército francés invasor escribía a un amigo: "Estamos a diez y seis leguas de Pátzcuaro: la vegetación es espléndida y se encuentran frutos variados, naranjas, plátanos, etc. Se pierden de vista horizontes montañosos, de los que surge allá abajo el volcán de Colima, ¡Este país es hermoso y fértil!".189 UNA ENORME POBLACIÓN FLOTANTE se establece en Uruapan con el traslado de los poderes del Estado a sus términos, la constituían los empleados del Tribunal Supremo de Justicia, los de las oficinas de Hacienda, de la Administración General de Correos, de la Secretaría de Gobierno. Muchos refugiados se sumaron a ellos provenientes de Veracruz, Puebla, México, Toluca, Querétaro, Morelia y otros puntos, llegando a cerca de un millar de personas que se sumaban a los 12 mil de Uruapan. El mismo don Eduardo Ruiz nos pinta el clima de esa emigración masiva a la ciudad por noviembre de 1863: "Desde mediados de noviembre reinaba gran animación en la ciudad. No había casa que no tuviera alojada alguna familia de los emigrados; las calles se veían llenas de gente; en los barrios hacían su agosto las indias, vendiendo las exquisitas frutas de sus huertas; las márgenes del río se veían visitadas por numerosos paseantes que elogiaban la pureza de aquellas aguas cristalinas. Los forasteros todos

Ibídem, pp. 295-296. Ruiz, Historia de la guerra de intervención en Michoacán, p. 24. 189 Ibídem, p. 65. 187

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hablaban de aquel aire embalsamado, de aquella temperatura tibia, voluptuosa, del bienestar, en suma, que allí se disfrutaba. "En tanto, en las calles se notaba una animación de distinto género. Se descargaban de los carros los cajones que contenían los archivos públicos de los lugares abandonados por los emigrantes, el vestuario de las tropas, los útiles para la fabricación de parque, los equipajes de las familias. Los empleados se instalaban en las casas donde iban a establecerse las oficinas, los mesones estaban ocupados por algunos piquetes de tropa; en las tiendas no alcanzaban a dar abasto los dependientes; los agricultores vendían bien sus semillas, los artesanos trabajaban sin descanso en sus talleres. Jamás, ni en los días de las antiguas ferias de Uruapan, hubo tal afluencia de gente ni se gastaba tanto dinero. Uruapan no desmerecía de su categoría de capital del Estado".190 UN GRUPO DE POETAS, POLÍTICOS Y BOHEMIOS se daba cita en la fonda "La Embarcación" donde circulaban chismes, se mejoraba el mundo, se criticaba a los amigos ausentes, se hacían planes para tiempos mejores y se soñaba disfrutando la tranquilidad pasajera de aquellos breves días de calma. El poeta Ramón Valle evocaba el ambiente de tertulia en la famosa fonda dándonos de paso una lista de los comensales: "Al derredor de una mesa reunidos a esta hora estaban los emigrados, que asilo en Ciudad Progreso hallan: Sobre unos blancos manteles se miran sabrosas viandas, cuyo olor incita el hambre, a esas horas nada escasa. …Allí don Justo Mendoza abre a la alegría el alma, su gravedad abandona: y también entra en la charla Gabino Ortiz el poeta 190

Ibídem, pp. 27-28. 148


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joven, de cabeza cana, leyendo sabrosos versos, entre copas de champaña. También Joaquín Villalobos, su jovialidad desata, recita coplas, sonetos, ó algún trozo de "la Patria". Pérez Jardón, que un periódico en miniatura redacta, no se niega a la alegría y hace su presencia grata. Eduardo Ruiz, abogado que de recibirse acaba y que del tarasco idioma sabe explicar las palabras; Alvírez, que enamorado cual Diego Marcilla se halla, y González de González de corazón y noble alma, todos amistad se juran y riendo se acompañan. Don Florentino Mercado, que del foro, antorcha clara, en el Libro de los Códigos supo a México dar fama, procurador general de la nación mexicana, no se desdeña tampoco de estar a la hora citada, y con sus dichos agudos el festín amenizaba; y su hijo, más tarde mártir en las aras de la patria, y su sobrino Manuel, que goza de la confianza, muy merecida, por cierto, del general Berriozábal; 149


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y Carlos Shéridan, hijo de las mexicanas playas, y Julián Montiel, el bardo que en lira jónica canta; y el buen general Ortiz, y el licenciado Eugenio Acha, cuyo humor alegre siempre, hasta Sileno envidiara, los Alvas y el viejo Tena y el capitán Manuel Alas, …Allí Pancho Montes de Oca, Agradable en sus palabras, médico caritativo… Juan Valle, el poeta ciego jamás a la cita falta.191 Don Eduardo Ruiz añade a los comensales descritos por el poeta los nombres de Juan Huerta Antón, eterno oficial segundo de la Secretaría de Gobierno y Casimiro Pacheco; ó nos da las ocupaciones de algunos de ellos, como la de Celso Alvírez empleado de Correso, o se refiere al jurisconsulto Agustín Tena y a Aristeo Mercado, entonces joven empleado de gobierno. GRAN TENTACIÓN debió ser para los intervencionistas la toma de Uruapan a donde se había trasladado tan gran número de gentes del partido contrario y que además era un perfecto arsenal, pues además de una máquina para hacer capsulería que allí se había establecido desde el tiempo de la guerra de Reforma, ahora se contaba con una fábrica de armas en toda forma y se aumentaba la producción de parque que se almacenaba en cajas para la continuación de la guerra. Una máquina de sellar metal de cobre y hacer tlacos se había traído también a la ciudad y de paso por sus cercanías, el general Uraga había dejado cañones y material rodante en el llano de Cherenguarán. Viendo lo apetitoso que se volvió semejante aprovisionamiento pensaron los republicanos en cambiarlo de sitio y decidieron enviar

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Ruiz, Álbum de Uruapan, pp. 45-48. 150


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convoyes que lo trasladaran por Apatzingán y Peribán para concentrarlo en el pueblo de Coalcomán. La confusión sucedió pronto a la calma y al ambiente bucólico que hemos descrito; hacían falta bestias de carga para mover todos los impedimentos que habían sido concentrados al saberse que el general Douay había tomado de Zamora rumbo a Uruapan por el camino de Los Reyes y era fácil que se topara con uno de los convoyes, como en efecto sucedió apresando el que iba hacia Peribán y consistía en la máquina selladora de dinero. Prisa se daba Berriozábal, comandante de la plaza y Gobernador provisional para hacer salir lo más rápido que fuera posible a los refugiados que podían ser hechos prisioneros. Nos relata ese clima de angustia el mismo don Eduardo Ruiz: "Los equipajes se cargaban en los pocos animales que se habían conseguido; las calles estaban obstruidas; señoras y niños caminaban en burros ó a pie, costándoles trabajo pasar entre aquella aglomeración de objetos… por fin, todo aquel caos de tropas, familias, caballos, mulas, burros, vacas y ganado cabrío, logró salir de Uruapan y dirigirse a Taretan. No sé quién dio orden ó quién sin ella prendió fuego a los cajones del archivo que no habían podido ser llevados…"192 Con el primero del año de 1864 hicieron su ingreso en la ciudad las tropas extranjeras que entraban acompañados de marchas marciales, pero el temor se había apoderado de todo mundo ante lo que pudiera pasar; las tropas invasoras destacaron vigilancia en las capillas de los barrios y el resto de la soldadesca empezó a emborracharse; zuavos y argelinos requisaban en todas las tiendas aguardiente y se obligó a los comerciantes a no cerrar los negocios y a quienes tuvieran maíz lo pusieran a disposición de las tropas que no dejaron buenos recuerdos de su estancia. De allí en adelante caerá la ciudad en manos de uno y otro bando; en julio de 1864 entraba en ella el general Manuel García Pueblita, que luego evacuó ante la proximidad de tropas contrarias más numerosas. Era difícil para la población mantenerse serena y continuar su vida ordinaria pues no se sabía qué les depararía el día siguiente por el estado incierto de la guerra que los había tomado de blanco. 192

Ruiz, Guerra de intervención, pp. 58-62. 151


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UN ALZAMIENTO EN FAVOR DEL IMPERIO, que don Eduardo Ruiz relata en su Historia de la intervención, fue presidido por don Isidro Paz y don Florencio Gutiérrez, el primero ocupando el cargo de prefecto municipal y el segundo tomando el mando de las tropas. Hechos como éste traían necesarias represalias sobre los partidarios del bando contrario como ahora sucedió, en el mes de diciembre de 1864, con don Miguel Treviño y el licenciado Antonio Florentino Mercado que fueron hechos prisioneros y se molestó a los que demostraban simpatías a los republicanos. Se acusó al padre Bruno Gutiérrez, "criollo de Uruapan, de ideas exaltadísimas en favor de la monarquía extranjera, fanático en extremo y cuya constante ambición era llegar a ser canónigo", el haber instigado la rebelión contando con la complicidad de su hermano don Florencio quien sublevaría a los rancheros de Parácuaro. El mismo don Bruno había empezado a organizar a los pronunciados de la ciudad. La fecha del alzamiento, que se verificaría también en Taretan tuvo lugar el 20 de diciembre: "Al amanecer del día 20 estaban reunidos en el portal de las casas consistoriales doce señores respetables, cada uno acompañado de sus dependientes, de sus mozos y de algunos amigos, formando un total de sesenta hombres… a la una de la tarde, con músicas, cohetes y repiques, salió una comitiva a fijar en las esquinas las actas del pronunciamiento, haciéndose esto con toda la solemnidad posible". Don Eduardo Ruiz, decididamente contrario a él, hace burla de este motín al que dice se apodó como "el pronunciamiento de los doce apóstoles" por la edad de los que lo capitaneaban, que sin embargo, trabajaron por organizar sus efectivos que llegaban a quince hombres de infantería y cuarenta y cinco de caballería, dando nombramientos para el mando de la pequeña tropa. Además de Paz y Gutiérrez tomaron parte don Justo Contreras y don Gabriel Hurtado, uno de los cuatro que quedaron muertos cuando en la tarde entró en la Ciudad Agustín García, jefe de un grupo de chinacos que formaba parte de la gavilla de Cantaritos. Los que pudieron, de entre los sublevados, se ocultaron para luego trasladarse a la ciudad de Pátzcuaro donde se

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reorganizaron esperando poder volver a la ciudad como en efecto sucedió cuando el viento sopló favorable a los imperialistas.193 LA TOMA DE LA PLAZA a sangre y fuego por los republicanos sobrevino en los meses siguientes. En una de las alternativas en la posesión de Uruapan se hizo cargo de ella el comandante Francisco de P. Lemus a quien los republicanos respetaban por su valor. Es de este tiempo la fortificación de la plaza que hará difícil su toma y convertirá al lugar en escenario de acciones heroicas. El ejército mandado por el general Vicente Riva Palacio y el general Arteaga, a cuyas órdenes combatían una serie de soldados intrépidos como el general Régules, se distinguirá en el asalto a Uruapan. La guarnición de la plaza se componía de menos de mil hombres pero tenía a su favor unos preparativos cuidadosos con puntos fortificados cuyo centro era la parroquia y sus dependencias cuya manzana se había aislado con un ancho y profundo foso. Para robustecer la seguridad de la defensa se habían instalado fortines en las esquinas frente a la parroquia, el primero en la esquina del norte en la casa que pertenecía a D. Ambrosio Madrigal, hacia el sur estaban los fortines y en la parte noroeste otro más. Las piezas de artillería con que se contaba eran suficientes para hacer difícil la toma pues una estaba en la puerta que daba a la barda del norte y la última en el ángulo noreste. Los fuegos se cruzaban haciendo prácticamente imposible la toma de la plaza, a punto estuvo de retirarse la fuerza republicana, pero la audacia del general Régules hizo que se le encomendara intentar el asalto que tuvo lugar el 19 de junio de 1865. Con acciones, que don Eduardo Ruiz describe al pormenor, lograron los republicanos copar a las tropas imperiales cuyo cuartel fue tomado, el templo se convirtió en campo de batalla emprendiéndose el combate cuerpo a cuerpo quedando vencidos los defensores; el cura Francisco García Ortiz se dedicó heroicamente a auxiliar a los heridos; ya sin salida posible, fueron hechos prisioneros más de cuatrocientos soldados de las tropas de Lemus. A las doce del día eran presentados al general Arteaga los prisioneros que ahora eran más de quinientos, de entre ellos se escogió al jefe de la guarnición, a don

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Ibídem, pp. 276-282. 153


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Isidro Paz y a don Florencio Gutiérrez para ser fusilados; Lemus demostró una serenidad a toda prueba en su ejecución. También había sido hecho prisionero padre Pachito, alguien lo acusaba de haber exhortado a los imperiales a que no se rindieran; ya había dado el general la orden de fusilarlo cuando algunos vecinos intercedieron por su vida asegurando que el padre García era totalmente ajeno a la política. Lo mandaron registrar porque lo habían visto esconderse algo en el pecho, al abrirse la sotana se vio que lo que ocultaba era el ara sagrada que había recogido del altar mayor. El general Arteaga dio la orden de que se le dejara libre y lo recibió en su casa el escribiente don Toribio Ruiz, padre de don Eduardo, ya que la parroquia, el atrio y la casa cural habían quedado sembrados de cadáveres, llegando a más de trescientos los caídos en la acción. El día 21 de junio se concedió indulto a los que habían participado en el alzamiento del año anterior y favorecido al imperio quedando la plaza por la república.194 EL GENERAL GARCÍA PUEBLITA no alcanzó ya en Uruapan a las tropas republicanas que habían dejado la plaza, cuando con pocos hombres se presentó a recibir instrucciones del cuartel general que lo había citado. Al llegar, el día 23 de junio, encontró una ciudad destrozada: "La ciudad de Uruapan presentaba un aspecto de desolación, de ruinas y de luto, que en los tres días anteriores habían hecho poco sensibles la animación que producía en las calles la presencia de las tropas, la alegría por el triunfo que se acababa de adquirir y la actividad en el comercio".195 Pueblita se fue a alojar a la casa de D. Hermenegildo Solís, en el centro de la población, y los principales civiles favorables a la república lo fueron a saludar, entre ellos el licenciado Eugenio Acha, el doctor Teodoro Herrera, don Trinidad Bravo y don Toribio Ruiz, quienes le comentaron que Arteaga había salido de la ciudad la noche anterior por la noticia del avance de tropas francesas y le exhortaron a no detenerse. Doña Ramona Izazaga, manifiesta partidaria del Imperio, se unió al consejo que le daban los otros vecinos, pero el 194 195

Ibídem, pp. 413-422. Ibídem, p. 425. 154


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general no oyó las sugerencias que juzgó temores infundados y se puso a almorzar tranquilamente. No había pasado un par de horas cuando ya estaba el ejército enemigo rodeando la manzana de la casa en donde se hospedaba el general, apenas si intentó escapar saltando bardas y yéndose a esconder en el tapanco de una de las casas mientras la tropa enemiga cateaba la manzana en su búsqueda. Al asomarse Pueblita desde su escondite uno de los soldados lo descubrió disparando sobre él quedando muerto en el acto. El cadáver fue arrojado a la calle donde fue arrastrado y, al retirarse las tropas mandadas por el general Clinchant, fue recogido por el cura mandándolo enterrar en el interior de la iglesia.196 LOS MÁRTIRES DE URUAPAN señalan el punto álgido de la historia de la guerra de intervención en Uruapan. Las derrotas sufridas por el Ejército Republicano del Centro lo hicieron reconcentrarse de nuevo en Uruapan por el mes de octubre de ese año de 1865, al frente de él estaba el general Arteaga. El día 5 se pasó revista a las tropas y la población ofreció un banquete a la oficialidad en una de las quintas, en el que la banda de Paracho interpretaba sones de la sierra, recuerda el cronista Ruiz, uno compuesto en recuerdo de la batalla de Puebla. Tampoco ahora fue demasiado larga la estancia pacífica en la ciudad para el ejército republicano que salía unos dos días después ante la proximidad de las tropas imperialistas del coronel Ramón Méndez. Se dividió el ejército republicano y tomó distintos rumbos; uno de los cuerpos se retiró hacia Paracho, el otro capitaneado por Arteaga siguió hacia Tancítaro y el tercero se dirigió a Parangaricutiro. Riva Palacio había opinado que se esperara a los enemigos y se les presentara combate pero se aprobó el fraccionar la tropa. Ramón Méndez, al llegar a Uruapan, decide seguirle los pasos al grupo mandado por el general Arteaga al que sorprende en Santa Ana Amatlán el 13 de octubre a las dos de la mañana, alcanzándolo a marchas forzadas. La derrota de los republicanos de Arteaga fue completa cayendo en poder del comandante Méndez todo el armamento, las municiones y los caballos y un buen número de 196

Ibídem, pp. 425-428. 155


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prisioneros entre los que se contaban el mismo Arteaga, el comandante general Salazar, los coroneles Jesús Díaz Paracho, Villagómez, Pérez Milicua y Villada y muchos oficiales. Los prisioneros fueron conducidos hasta Uruapan a pie durando en el camino siete días bajo un sol abrasador y con alguno de ellos herido. Tras un breve descanso les fue notificada su ejecución; los sentenciados a ser fusilados eran don José María Arteaga, jefe del ejército del Centro que contaba apenas 33 años de edad, quien antes de morir escribió unas conmovedoras líneas a su madre reafirmando el credo político por el cual moría: haber peleado por la independencia de su país; el general Salazar que había sido de los combatientes en el sitio de Puebla bajo las órdenes del general Zaragoza, acción cuya importancia simbólica era grande pues se apodaba a los republicanos los Zaragozas; el coronel Jesús Díaz originario de Paracho por lo que se agregaba a su nombre esa denominación, y que había ocupado los puestos de prefecto del distrito y comandante militar; el coronel Trinidad Villagómez, antiguo estudiante del Colegio de San Nicolás que se había distinguido meses antes en la toma de Uruapan al lado de Régules. Don José María Vigil en el México a Través de los Siglos discrepa de don Eduardo Ruiz en cuanto al nombre del quinto fusilado que para éste fue el capitán Juan González, antiguo fraile mercedario que había dejado los hábitos desde el tiempo de la guerra de Reforma. Según Vigil lo fue el coronel Pérez Milicua. Ruiz parece haber tenido mejor información como que su padre residía en Uruapan y estaba al tanto de los acontecimientos y él mismo siempre se interesó por recoger y escribir los detalles de la guerra de intervención. El 2 de octubre había aparecido un manifiesto de Maximiliano, confirmado al día siguiente por un decreto, en el que se declaraba que habiéndose perdido la legalidad del gobierno de Juárez al salir éste del territorio nacional, y dada la persistencia de los enemigos del Imperio, se consideraba a los que se encontraran con las armas como "gavillas de criminales y bandoleros". La promesa de inflexibilidad con los prisioneros se aseguraba y tuvo su primera aplicación trágica en estos prisioneros de Uruapan que cayeron fusilados el 21 de octubre de 1865 causando su muerte desaprobación general en los distintos medios y especialmente en el grupo de soldados belgas, 156


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prisioneros de los republicanos en Tacámbaro y pertenecientes al cuerpo de guardia de la emperatriz Carlota, quienes escribieron airados a Maximiliano. Sonó para muchos esta ejecución como una negra venganza de las muertes que Arteaga había sentenciado meses antes, el 19 de junio, contra los defensores de esa misma plaza de Uruapan.197 LA BATALLA DE MAGDALENA dejaría a los uruapenses un recuerdo más de la crueldad de aquella ya larga lucha fratricida. De nuevo los combatientes fueron el ya general Ramón Méndez que ataca al ejército mandado por don Vicente Riva Palacio. El general republicano deseaba el combate y no desconociendo el terreno, escogió el cerro de la Magdalena para librarlo pues le parecía que podría ganar dadas las ventajas de su emplazamiento: El cerrito se destaca sobre la llanura y domina quedando a unos trescientos pasos el río Cupatitzio y muy cerca el camino de Zumpimito, vía a Tierra Caliente. La gente de Uruapan familiarizada ya con los soldados de los ejércitos convirtió el campamento en sitio de fiesta: "Iban a visitar a los amigos que tenían entre los chinacos… recorrían aquel lugar más de cien vendedores ambulantes con nieve, cigarros, dulces, fruta y licores; hombres, mujeres y niños de la población llevados por la curiosidad de ver un campamento la víspera de la batalla invadieron la colina y todo lo examinaban…".198 El día 20 de febrero de 1866 se libró la batalla que fue ganada con dificultad por las tropas de Méndez, que sufrió considerables bajas y perdió gran parte de su bagaje que encandiló a los republicanos y que fue parte en la desorganización de las fuerzas de Riva Palacio. De los prisioneros no se fusiló a ninguno a pesar de la crueldad de la lucha que llenó de muertos el campo. EL PINTOR MANUEL OCARANZA está ligado por nacimiento a Uruapan, donde vio la luz el 7 de junio de 1845. Era hijo de una de las familias principales del pueblo y su padre don Luis era respetado en la ciudad. Desde muy joven mostró inclinación por la pintura que llegó a Ibídem, pp. 488-503. Vigil, José María, México a Través de los Siglos, t. V. pp. 744-745, 735-738. 198 Ruiz, Guerra de intervención, p. 610 ss. 197

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perfeccionar años después en Europa, patrocinado por sus paisanos don Manuel y don Jacobo Mercado. Manuel fue testigo de la guerra que ensangrentó a su tierra natal y ha dejado testimonio pictórico de sus protagonistas, son célebres sus cuadros del Zuavo y del Chinaco que ilustran el libro de don Eduardo Ruiz sobre la guerra de intervención. A la muerte de su padre el pintor se había dedicado a cuidar de su madre doña Dolores Hinojosa pero no dejaba de formar parte de la bohemia que se juntaba en "la Embarcación". El 31 de mayo de 1866 se encontraba el grupo celebrando el santo de Manuel, día del Corpus; Ocaranza propuso un brindis a la memoria de los caídos el 21 de octubre anterior, lo que fue pretexto para que el comandante militar imperialista de Uruapan, Luis Vargas Madrigal, lo hiciera detener con sus amigos Ramón Romero y Martín Calvillo. Éstos, pagada la multa quedaron en libertad, no así Manuel que no pudo pagarla y quedó preso, tiempo que aprovechó para mandar traer sus pinceles y pintar su famoso retrato del jinete Ronda en su caballo tordillo El Forey que había pertenecido al general francés De Potier, cuadro que luego envió a Coeneo al mismo Ronda. Madrigal, enfadado con la actividad del artista prisionero lo mandó poner en libertad.199 A fines de septiembre y principios de octubre de 1866 las acciones de los republicanos aumentan disminuyendo el aliento de los seguidores de Maximiliano; logran las tropas republicanas de Villada apoderarse de la ciudad de Uruapan. Uno de los escuadrones de caballería al mando del comandante Félix Esparza se llamaba "Lanceros de Uruapan", tomó parte en la reconquista de la plaza tantas veces perdida y ganada por ambos bandos. El general Villada, jefe de los vencedores, se rehusó a fusilar al jefe Madrigal a quien dejó escapar para que salvara la vida, última secuencia de la guerra de intervención en Uruapan que nos habla de lo absurdo de aquella guerra fratricida que tendría punto final con el fusilamiento de Maximiliano en Querétaro, el 19 de junio de 1867. El 18 de febrero de ese año el Gobernador Justo Mendoza da comienzo a la restauración, su decreto quitaba a Uruapan su dolorosa calidad de capital del Estado: 199

Ibídem, pp. 656-657. 158


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"En uso de las amplias facultades de que me hallo investido y teniendo en consideraci贸n que han desaparecido las circunstancias que determinaron el decreto de este gobierno de 24 de noviembre de 1863 que declar贸 capital del Estado la ciudad de Uruapan, he tenido a bien decretar lo siguiente: La ciudad de Morelia vuelve a ser la residencia de los Poderes del Estado y en ella se establecer谩n las oficinas superiores de Hacienda a que se refiere el decreto antes mencionado".200

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Coromina, o. c. XVIII, l. 159


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CAPÍTULO IX MUCHA ADMINISTRACIÓN

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de Uruapan se había afianzado con el triunfo de las fuerzas republicanas, muchas veces presentes en la ciudad durante la guerra de intervención y el imperio. Varios de los uruapenses pasarán a ocupar puestos públicos en los regímenes que sucedieron al triunfo de Querétaro. Las relaciones de simpatía de los poderes del Estado con la población y sus familias lograrán canalizar a Uruapan importantes recursos para su recuperación económica, haciendo posible en este periodo muchas mejoras materiales de la ciudad. Los efectos de las leyes de desamortización, de la supresión de obvenciones parroquiales, y de la misma Constitución de 57 y Leyes de Reforma se sintieron en Uruapan aunque sin mayores conflictos entre la población y las autoridades eclesiásticas locales; ya vimos cómo el partido liberal y las fuerzas conservadoras hicieron campo de batalla a la hermosa población. Había que restañar heridas y los uruapenses se dedicaron al trabajo para lograrlo y se unieron en sus propósitos de mejoramiento colectivo. En junio de 1867 la postulación de candidatos hecha por el partido liberal para las elecciones de diputados y ministros del Supremo Tribunal del estado, toma en cuenta a varios uruapenses distinguidos. El candidato propietario para la diputación era por Uruapan don Manuel A. Mercado y suplente el doctor Francisco L. Páramo. Al Supremo Tribunal se postulaba como propietario el licenciado don Eduardo Ruiz y como suplente don Ramón Farías. El periódico La Bandera de Ocampo del 20 de julio de 1873 nos habla de la elección de diputados al VII congreso constitucional por el distrito de Uruapan del mismo licenciado Manuel A. Mercado y su suplente el licenciado Pedro Equihua.201 A FILIACIÓN LIBERAL

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La Bandera de Ocampo (Morelia) 20 de julio de 1873. 160


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LOS BIENES DE LA COMUNIDAD INDÍGENA fueron afectados en forma sensible por la ley Lerdo sobre la desamortización de bienes del 25 de junio de 1856, cuya aplicación trató de efectuarse desde aquel tiempo pero sólo logró hacerse efectiva en estos años posteriores al triunfo liberal. Ya hemos visto cómo la comunidad indígena había perdido prácticamente su influencia social y política en Uruapan por el aumento creciente de la población criolla y las castas, su misma vida festiva se había disminuido y sus instituciones habían dejado de ocupar el centro de interés de la población. Unos curiosos títulos, falsos a todas luces, nos hablan sin embargo de una tardía reacción de los indígenas de la comunidad quienes tratan de defenderse, no frente a los invasores internos, sino en los pleitos con las comunidades vecinas. En ellos se nos dan los límites de lo que San Francisco Uruapan consideraba sus linderos por los cuatro vientos y que los barrios harán valer en los distintos pleitos posteriores con otras comunidades aledañas y luego contra la explotación posterior de su riqueza forestal por parte de compañías madereras. La posesión de límites se da a los indígenas por don Sancho Caniego ó Coruego en nombre de la Majestad de Carlos rey de las Españas, después de recibido el vasallaje y "ostentar sus visarrías, rindiendo ara y flecha y arcos y sus útiles armas y se vistieron con sus vistosas galas"; eran dichos linderos: "El viento oriente sea la parte del cerrito del Castillo en donde hicimos mansión… se construyó… una moxonera;… pasa la posesión…sobre el cerro que llaman Sirandaparo, que tiene tierras de cultivo de buena calidad, atravesando lomas, abras, barrancas, arroyos hasta el lugar de la Siranda y de esta moxonera pasa la posesión al nacimiento del oxo de agua de Coru". Al oriente de este lindero se reconocía la posesión a los naturales de Taretan señalándose como límite la barranca de los amoles ó Seohtrocthotopet, quedando mojonera en la esquina nororiental que respetaba la propiedad de la Hacienda de Caracha. Corrían por la parte norte los límites con el pueblo de Capacuaro hasta llegar a la mojonera del extremo norte-poniente en la siguiente forma: "De esta moxonera de la barranca de Xacalosuchil pasa la posesión al poniente reconociendo el viento norte… sobre la sierra atravesando riscos, relices, abras, quebraduras, barrancas y sobre 161


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toda la sierra fría, hasta el oxo de agua de Sirapondiro… pasa esta posesión por el puerto de la Mansanilla… sobre la cima del cerro Xalcotetitlán hasta la Cruz Gorda corre la posesión sobre parte del mismo cerro Xalcotetitlán que llaman de la Palma". Se reconoce la vecindad a las comunidades de San Felipe de los Herreros y de San Lorenzo "como familias pobladores descendientes de este mismo pueblo de San Francisco Uruapan". De la Palma se da vuelta hacia el sur: "Reconociendo la posesión directa al oxo de agua Noruen lindando con tierra del pueblo de San Salvador Paricutin: pasa la posesión al cerro cucho en donde construimos moxonera de calicanto; y correrá… hasta el cursamiento de los caminos que llaman de Guananguritiro… corre… lindando al de Titandopaco, de la barranca de La Culebra… atravesando el camino que viene del pueblo de Tancítaro… a la orilla de un camino junto a la boca de una barranca… esquina poniente a sur…" Los linderos de la parte meridional eran con los de Tancítaro y de Urecho: "…Corre la posesión directa al punto de la Cruz Barrida… sobre la sierra que llaman Thaltataticuaro (Phaltaticacuaro) línea recta hasta la Piedra Parada que está sobre la sierra… haciendo una quebrada al recodo del arrollo del Salitre… hasta la barranca del río Coru". Por el lado sureste serían vecinos los mencionados de Urecho, los de Parácuaro y los de Charapendo, aunque sin perjudicar los límites de la Hacienda del Guayabo. De allí se volvía a llegar al cerro del Castillo punto de partida del supuesto reconocimiento de linderos. La fecha del documento, supuestamente, era el 5 de enero de 1530 e intervenían personajes tan fantásticos como el ya difunto Cristóbal de Olid, el intérprete Francisco alias Oclhuymat ó don Fray Juan de Zumárraga, el conquistador Fernando Cortés y el virrey Antonio de Mendoza que llegará hasta 1535, la transcripción del "original" la hacía en Morelia el notario Nicolás Pérez el 13 de mayo de 1866".202 LA PROPIEDAD URBANA Y RÚSTICA del Distrito de Uruapan que por la ley de desamortización se afectó, tuvo efectos reales, según se desprende de las consultas que el Prefecto hace a la superioridad 202

Debo copia de este documento al Sr. Miguel Rodríguez. 162


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sobre el modo de proceder en su aplicación. No se trataba de las propiedades eclesiásticas, relativamente escasas en la población, sino de los bienes de la comunidad indígena del propio Uruapan y sus sujetos. Un caso de desamortización de propiedades eclesiásticas que nos ha sido posible conocer por la documentación consultada, es el de los solares pertenecientes a la capellanía de don Bruno Gutiérrez que quedaron en posesión de la familia Velázquez Huerta. El capital que reconocían y sobre el que pagaban réditos al 5% anual era de 550 pesos. En 1858 se les había hecho pagar la redención de ese capital, y el mismo interesado, ahora canónigo fundador del cabildo de la nueva diócesis de Zamora, les había condonado los réditos de 250 pesos. Se comprometía la poseedora a un arreglo con la autoridad eclesiástica, "por mis convicciones religiosas pues de ninguna manera quiero que caigan sobre mí los anatemas de la iglesia y si por el tiempo transcurrido me hubiere hecho acreedora a ellas. Suplico al Ilustrísimo Señor me liberte de ellas", escribía en 1882 doña Tulita Velázquez. Explicaba la señorita Velázquez, que el prefecto había urgido la redención desde el 12 de octubre de 1858.203 Los bienes de los indígenas habían sufrido con la ley de desamortización y desde su publicación estaba establecida su liquidación en un plazo de tres meses. Sin obstáculos ya en su camino, los pobladores no indígenas de Uruapan toman la dirección de la ciudad. La feria tradicional había tenido sus altibajos y la situación turbulenta de los años anteriores poco la había favorecido. Lo que en 1872 preocupaba al prefecto político era la liquidación de la propiedad indígena y consulta sobre el modo de proceder en los casos conflictivos: ¿Están sujetos a la denuncia y adjudicación los bienes que los indígenas poseen individualmente como el usufructo de sus porciones de terreno?. ¿Lo están igualmente los que la comunidad de los indígenas en general posee y tiene dados en arrendamiento y cuyas rentas aplica a sus necesidades comunes?. ¿Todavía se sigue considerando válido el plazo de tres meses para la adjudicación de bienes de comunidad?. 203

AMA (El Colegio de Michoacán). 163


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¿Los actuales arrendatarios suplieron en el derecho de adjudicación a los primitivos inquilinos o se les debe considerar a aquéllos como sujetos mejor acreditados y pasan a ser los segundos, denunciantes?. ¿Son denunciables y adjudicables los bienes que poseen los indígenas con valor superior a los 200 pesos?. ¿Era competencia exclusiva del prefecto el atender las denuncias o se extendía a los presidentes municipales?. Da respuesta la Secretaría de Fomento el 21 de febrero de 1872 a la consulta del gobierno de Michoacán del 22 de enero anterior. En ella se advertía del peligro de especulación en la adjudicación de los bienes de las personas morales pues la adquisición evitaba el pago de impuestos y podía frustrar el fin de la ley que era la movilidad de la propiedad y una más amplia distribución de los múltiples poseedores. Advertía: "Se está abusando de la ignorancia de los labradores pobres y en especial de los indígenas para hacerles ver como opuesta a sus intereses la ley de desamortización cuyo principal objeto fue, al contrario, el de favorecer a las clases más desfavorecidas". Queriendo beneficiar a los inquilinos y evitar la especulación, se establece que para poder adjudicarse en pública almoneda dichos bienes, se debía hacer constar la expresa renuncia a su derecho de adquisición por los primeros, sólo así se lograba la subdivisión de la propiedad y su circulación.204 A pesar de todo es de estas fechas el desmedido crecimiento de la propiedad rural en las vecindades de Uruapan, de que ya hemos dado noticia cuando hablamos de los que llegan a acaparar la zona boscosa, disminuyendo los bosques comunales. LA INDUSTRIALIZACIÓN DE LA CIUDAD marca el ingreso de la población a la época moderna. Desde el año de 1842 se había iniciado un movimiento industrial en Michoacán con la suscripción de acciones para la Compañía de la Seda. En ella se había cifrado mucha ilusión, el Gobernador, varios vecinos notables y aun eclesiásticos de Morelia y otras poblaciones del Estado, incluida Uruapan, habían apoyado económicamente la iniciativa del francés Esteban Guenot 204

Coromina, XXI, pp. 25-26. 164


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para la importación de maquinaria y operarios franceses, pero la experiencia había fracasado por la falta de materia prima y las dificultades entre el director y los operarios, además de la intranquilidad sobrevenida con la invasión norteamericana. En la industrialización de Uruapan es muy importante el año de 1860 en que, bajo el impulso del norteamericano William Henry Bradbent, se trata de organizar una sociedad con un capital de 30,000 pesos con los cuales se importaría maquinaria de Estados Unidos para sentar una fábrica de hilados y tejidos, que constaría de 25 telares. El "gringo" se comprometía a traer las máquinas, a su instalación y a la instrucción de operarios nombrándosele director con un sueldo anual de 1,500 pesos que empezaría a percibir desde el momento en que se consolidara la sociedad y se le indicara la compra de las máquinas. Le toca a don Toribio Ruiz, ya emigrado a Uruapan de su natal Paracho y padre de don Eduardo, fungir como escribano público para firmar los convenios y hacer la constancia de los accionistas encabezados por el licenciado Manuel Valdés y don Miguel Treviño. Bradbent, solicitaba un anticipo de 12,000 pesos que avalan John Halterman y Herman Stolle establecidos en Colima y propietarios de la Halterman-Stolle y Compañía, que no sabemos qué negocios giraban en aquella ciudad, quienes fueron bien aceptados para la fianza, además de participar en la empresa como accionistas. La lista de los accionistas nos da razón de los haberes y el entusiasmo de las personas económicamente pudientes de Uruapan. Se nombra tesorero de la empresa a don Ramón Farías, quien debía recoger las cuotas del abono de las acciones cuyo primer pago se entregaría alrededor del 10 de agosto de 1860. El negocio hermanaba a gentes de los distintos grupos políticos como el mismo Toribio Ruiz e Isidro Paz. El más pudiente de los accionistas uruapenses era don Antonio M. Gutiérrez que con 10 acciones debía aportar mil pesos, el norteamericano suscribe 20, el Lic. Valdés toma 5, Antonio Hernández, Mariano Pulido, Basilio Barajas, Miguel Treviño y muchos otros se van comprometiendo con distinto número, algunos llegando a tomar hasta un octavo de acción. Junto a los accionistas de la ciudad, encontramos socios de otras poblaciones encabezados por el Gobernador de Michoacán Epitacio Huerta, quien toma 4 acciones. Gentes de Taretan, Tancítaro, 165


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Apatzingán, Parácuaro, Paracho, Peribán, Tangancícuaro, Coalcomán, Puruándiro, Santa Ana Amatlán y Colima cubrieron la suscripción participando inclusive la comunidad indígena de Santa Ana. Don Antonio Chapina, prefecto del departamento, en cuya imprenta a cargo de S. Ojeda se imprime el reglamento, daba a la empresa también su apoyo.205 La guerra subsecuente en que se vio envuelto el país, impidió la realización de la empresa para la que los accionistas ya habían aportado dinero cuya suerte desconocemos. El 20 de febrero de 1871 se vuelve a la idea del establecimiento de otra empresa textil; Uruapan era el sitio ideal por su abundancia de agua. Es hasta el 27 de julio de 1874 cuando don Ramón Farías, Antonio Treviño e Ignacio Reinoso solicitan y obtienen el permiso para establecer la tan soñada fábrica. El gobierno trató de ayudarlos eximiéndolos de contribuciones industriales, prediales y de alcabalas en los materiales de construcción por un periodo de cinco años. Se agregaba el apoyo gubernamental en la subvención de 100 pesos por dos años. El nombre que los fundadores impusieron a este primer establecimiento textil de la ciudad fue el de "Paraíso de Michoacán", que luego se cambió por el que hasta el día de hoy lleva, "La Providencia", pasando de la propiedad de los fundadores a la del rico hacendado don Feliciano Vidales. LA SALUD DE LOS URUAPENSES se vio auxiliada por la presencia en la plaza de un boticario, don Agustín Díaz, quien se establecía allí en 1857. En 1865 el señor Tomás Torres funda la farmacia de "La Purísima", que personalmente atiende como farmacéutico recibido, y surte las recetas de los escasos médicos de la ciudad, aunque parecían inútiles sus afanes cuando por esos años se difunde, con intensa publicidad, el uso de las "píldoras universales vegetales del Dr. Brandreth" pues servían para curar todos los males. Agencias en todo el occidente, controladas desde Guadalajara por Follin y Niles, las hacen llegar a las gentes de Uruapan, Colima, Pátzcuaro, Jiquilpan, Zamora, Puruándiro, Morelia, Zapotlán, Los Reyes y otros puntos. La propaganda desvanecía todas las dudas sobre tan maravilloso medicamento: cartas, que publicaban los distribuidores, de las más 205

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maravillosas curaciones, en las cuatro partes del mundo y el desafío que se hacía a un grupo de médicos que dudaban, y a quienes se invitaba a comprobar los efectos curativos sugiriendo que, ante notario, se les administraran las píldoras a 40 lazarinos, 20 epilépticos, 20 sifilíticos y otros 20 de cualquier enfermedad. Los convencidos iban en aumento. Había que evitar mojarse para no estorbar la eficacia de tamaño medicamento contra la lombriz solitaria, la estitiquez, la inflamación del estómago, la fiebre tifoidea, los cólicos, las calenturas, el pujo, el cólera morbus, los ataques biliosos, los cánceres, las diarreas, los sarampiones, la tisis de laringe, el gálico, el mal de San Lázaro, la epilepsia, la apoplejía, el insulto, la gota, el mal de San Vito, el mal de San Antonio, la hipertrofia, la parálisis, los lamparones, las llagas, las úlceras o cualquier enfermedad de la sangre, pues precisamente en curarla radicaba la virtud de la medicina. Se advertía: "Esta medicina purifica y limpia la sangre causando en ella un cambio continuo de fluidos", además de ser un efectivo purgante, demostraba su eficacia haciendo arrojar la bilis. Siendo eficaz en toda clase de enfermedades era sin embargo importante observar una estricta dieta que, a nosotros que nos ha tocado el acoso de la medicina vegetariana, nos convence que no hay nada nuevo bajo el sol: "Aconsejamos tomar agua de cebada cocida por agua de uso y que los alimentos sean frescos y sanos… no siendo irritantes ni ácidos… no deben usar… carne de puerco y toda clase de comidas muy grasosas, chile, frijoles, especias…" Completaban la eficacia de tamaña panacea los Emplastos Porosos Fortificantes Allcock que además de reumatismo, diarrea, afecciones nerviosas, dolores e inflamaciones, curaba numerosos etcéteras. Don Juan A. Bennnet desde su botica "La Salud", en la segunda calle de San Francisco y Vergara de la ciudad de México, era quien surtía a los de Guadalajara que desde "La Fuente de Vida" llenaron en poco tiempo de píldoras el rumbo cobrándolas "invariablemente por menor a cuatro reales la caja". Siendo en Uruapan el vendedor J. Ignacio González.206 206

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LAS DIVERSIONES también eran negocio productivo y para organizarlas y fomentarlas se une en sociedad otro grupo de uruapenses en la Sociedad del Comercio que se organiza en el año de 1872. Se trataba de montar un casino en el Portal Ocaranza; se tendría billar, cantina, café y juego de cartas. Como socios capitalistas tenemos a don José María Mercado, don Mariano Velázquez y Eloy Medina dejando la administración a José María Gutiérrez. Tres secciones, con su respectiva contabilidad, separaba el billar de la cantina y el café y éstos del juego de cartas. De la vida festiva de la comunidad nos ha quedado noticia de la escenificación de una pastorela, o melodrama bíblico del poeta Gabino Ortiz que se programó para el 29 de diciembre de 1878 y en la que intervinieron jóvenes de las familias más en vista como los: Mendoza, Mercado, Villavicencio, Armas, Farías, Calderón, Velázquez, Treviño, de la Peña, Medina, Gil, Guido, León, Sosa, Robles y Rodríguez. Los provechos de la representación se emplearían en obras públicas siendo el precio de patio y platea de dos reales, uno costaba el palco y medio las galerías. Tal éxito tuvieron los artistas que al año siguiente algunos de ellos se atrevieron a más, presentándose como "Compañías unidas lírico-dramáticas" con la zarzuela "La gallina ciega" invitados por la junta patriótica que deseaba dar lustre a las fiestas septembrinas; los beneficios que Sofía de la Peña, Carolina Robles, Jesús Rodríguez, Adrián Armas y Eloy Medina consiguieran en su actuación se destinarían también a las obras públicas, siendo el precio de los boletos por los sitios ya indicados de 31, 18 y 12 centavos". LAS MEJORAS MATERIALES en la ciudad se habían empezado desde 1858 y quizá desde un poco antes, con la construcción del puente sobre el río Cupatitzio en la calle de ese nombre. Suspendida la obra por varios años vino a terminarse hasta 1869 en que don Justo Mendoza, ya Gobernador de Michoacán, dio ayuda eficaz. El costo se hacía subir a 3,000 pesos. Una obra importante en el mejoramiento del pueblo fue la construcción de un nuevo local para escuela, entre 1870 y 1872, con los 3,000 pesos que donó don Feliciano Vidales y los materiales que facilitó el Ayuntamiento. 168


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La forestación de la ciudad se vio impulsada por orden del gobierno, a Uruapan y otras poblaciones, el 10 de agosto de 1868, para que sus ayuntamientos poblaran de moreras los paseos, las plazas, cementerios y caminos principales tratando de fomentar el cultivo del gusano de seda, y se impulsara el cultivo de los algodonales, olivares y viñedos donde el clima les fuera propicio. El Monumento a los Mártires de Uruapan debía haberse empezado cuando el Congreso de la República mandó su erección, el 28 de mayo de 1874 (la conmemoración fúnebre se venía haciendo ya desde 1869), costeado de los fondos públicos. Para enmarcarlo, la ciudad construye en el antiguo cementerio parroquial el Jardín de los Mártires, en 1877, con un donativo que el Presidente González hace de 400 pesos de los sobrantes de alcabalas. Uruapan que contaba con correo desde épocas anteriores, ahora ve la perspectiva del telégrafo que se empezaba a difundir por el Estado y cuyo reglamentos se daba a conocer el 1° de enero de 1869, aunque sólo hasta el 28 de junio de 1881 se puede inaugurar el servicio poniéndose en contacto con Morelia por una línea que pasaba por Tingambato y Taretan, municipios que con el de Uruapan contribuyen con los postes. Al ingeniero Isasi le tocará dirigir los trabajos y será él uno más de los enamorados de Uruapan al grado de dedicarle a su despedida, en 1882, un bello poema.207 EL PERIODISMO fue cultivado en Uruapan desde los tiempos de la guerra de intervención cuando estuvieron allí los republicanos cuyo impresor Gregorio Pérez Jardón siguió publicando el diario oficial La República haciendo en él sus primeros pininos literarios don Eduardo Ruiz. Fue sin embargo hasta 1880 que aparece el primer periódico local en Uruapan, según nos lo relata don Mariano de Jesús Torres; fue éste El Precursor Uruapense, aunque en ese mismo año aparecía El Independiente. De los próximos años es el nacer y morir de una serie de publicaciones que en cronología son las siguientes: 1884: El Observador. 1885: El Mendigo de Pablo Abarca.

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Memoria del gobierno del Estado… 1882. Ruiz, Eduardo, Álbum… p. 102. 169


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1889: El Panteón, periódico de circulación una vez al año, donde se difundían las calaveras que se escribían por los poetas de la localidad encabezados por Florentino Mercado e impreso en el establecimiento de Manuel Farías a cargo de Francisco Vigil. 1891: El Zancudo de Manuel Farías. 1892: El Cupatitzio y Pensamiento Libre. 1893: El Paraíso. 1896: El Provincialismo. 1904: La Estrella de los Mares, con que se impulsa en fiestas jubilares de la Inmaculada la construcción de la Iglesia y que dirigía Lauro Treviño. 1905: La Luciérnaga. 1907: La Evolución. 1910: La Voz del Obrero, órgano éste del centro de obreros católicos de Uruapan dirigido por Joaquín Macouzet e impreso en los talleres de don Manuel Farías; y El Duende de José López.208 El profesor Romero Flores agrega a esta lista otros títulos de los que no nos da la fecha de publicación: Reportajes, El Noticiero, Crítica, El Chinaco, La Voz de Uruapan y El Dictamen. LA DÉCADA DE LOS OCHENTA a la que ya hemos entrado con las noticias de la llegada del telégrafo y el aparecer del periodismo local se singulariza por una decidida voluntad de mejorar el pueblo en lo material colaborando con generosidad los vecinos. En 1882 se inaugura la plazuela de fray Juan de San Miguel frente a la Guatapera al mismo tiempo que se coloca un retrato del fundador de Uruapan en la sala de cabildos del Ayuntamiento, obra de Saturnino Rodríguez. El párroco don Ramón Paz pone el ejemplo del empedrado en las calles costeando el pequeño tramo de la calle Francisco García Ortiz, a un costado de la parroquia donde actualmente se encuentra la entrada principal de la Casa Municipal. Se construye en 1882 el puente sobre el río en La Magdalena con ayuda de Espiridión Coria mientras que Ignacio Valencia ayuda a hacer el de San Pedro. Se arreglan las calles en San Juan Evangelista, La Magdalena, la calle de 208

Torres, Mariano de Jesús, Diccionario PERIÓDICOS. 170


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la Canoa Alta (ahora 16 de Septiembre) rematando con un puente de vigas sobre el arroyo que la cruzaba en lo que colabora don Félix Bárcena. José María Heredia, Miguel Ortiz y doña Eugenia Ponce ayudan a empedrar las calles de Bravo y de la Unión y don Ignacio Valencia la de Santiago. Se arregla el arroyo de la calle de las Camelias. La misma cárcel, en donde se establece escuela, se ve mejorada con el ripeo y el blanqueo plantándose eucaliptos y fresnos en el asoleadero que vulgarmente se llamaba "el cajón". Se construyen lunetas en la Plaza de los Mártires; don Aristeo Mercado, funcionario en ascenso y amigo de Uruapan, regala al Ayuntamiento 10 aparatos para el alumbrado de la plaza que viene a sumarse a las 48 farolas con que contaba la ciudad desde el año anterior de 1881. Él mismo regala una producción del árbol genealógico de historia natural, entonces tan en boga. Se construyen banquetas de piedra en el atrio del antiguo hospital, ahora convertido en escuela; el cura Paz construye una alcantarilla en el atrio y en la plazuela de la Democracia se hace una fuente pública, volviéndose a poner empeño en el empedrado general del pueblo.209 LAS ESTADÍSTICAS son muy importantes para los gobiernos de esta época y de las Memorias del Estado recogemos algunas que puedan ilustrar la situación de la población en esta década de los 80. A empezar por 1880 se nos dice que había en el municipio, que comprende además de la ciudad, a San Lorenzo, Capacuaro, Arantepacua, Jicalán y Jucutacato, 14,333 habitantes, de los cuales radicaban en la cabecera 8,300. En la ciudad se contaba con prefecto, juez de primera instancia, administrador de rentas, dos escuelas oficiales (de niños y niñas) y varias particulares. En 1880 se registraron 65 matrimonios, nacimientos de hombres 166, de mujeres 160. En 1881 se registraron 54 matrimonios, nacimientos de hombres 196, de mujeres 182. En 1882 se registraron 83 matrimonios, nacimientos de hombres 300, de mujeres 174. 209

Memoria del gobierno del Estado… 1884. 171


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La mortalidad en 1880 había sido: hombres 241, mujeres 219. La mortalidad en 1881 había sido: hombres 231, mujeres 181. La mortalidad en 1882 había sido: hombres 242, mujeres 197. El valor de la propiedad rústica era de 909,910 pesos, el de la urbana de 321,789 quedando exenta de pago la que equivalía a 121,009 pesos. La alcabala de julio de 1877 a marzo de 1883 había recaudado 61,451.55 pesos. Las estadísticas escolares nos dan para el año de 1881 un total de 448 niños en instrucción de los cuales concurrían a las dos escuelas oficiales 65 niños y 85 niñas, mientras que las dos particulares registraban 145 niños y 180 niñas. Para 1885 la asistencia a las escuelas oficiales era d e87 niños y 45 niñas. Se nos proporciona noticia de las temperaturas medias de estos años: En invierno el termómetro fluctúa durante el día entre 15 y 20 grados y en la noche va de 13 a 15. La temperatura diurna en verano es de 22 y la nocturna de 20 a 21.210 EL INVENTARIO ECONÓMICO de la población para el año de 1882 nos indica una producción anual de café de 12 mil arrobas, se nos habla de las enormes posibilidades del Cupatitzio para el establecimiento de molinos en sus márgenes donde efectivamente se han sentado varios morteros para martajar café, como en otros rumbos de la ciudad, y dos molinos de harina. Hay en la ciudad o en sus vecindades 2 ingenios de azúcar, 2 fábricas de aguardiente localizadas éstas en las haciendas del Sabino y San Marcos propiedad ya para entonces de don Feliciano Vidales, el rico de Taretan. Se nos da noticia de dos máquinas de aserrar madera movidas por rueda hidráulica. Se asocia en buena medida a la de Uruapan la intensa actividad agrícola de Taretan con sus numerosos ingenios de Tomendán, La Purísima, Zirimícuaro, Santa Teresa, Patuán, Tehuejo, Caracha, San Joaquín, Terrenate, Hoyo del Aire, Vainilla, Palo Macho, Tigre y El Guayabo cuya producción de 20 mil barriles de refino y Holanda, 100 mil arrobas de azúcar purgada, 27,500 arrobas de piloncillo daban amplio tráfico a la ciudad que se llenaba de arrieros de ida o de vuelta a Guanajuato que era el principal mercado. 210

Ibídem. 172


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Completaba la descripción económica de Uruapan la fábrica de hilados y tejidos de que ya hemos hablado, donde se ocupaban más de 100 operarios y cuya producción, en la flamante maquinaria inglesa que al fin se vino a importar, era de 200 a 300 piezas de manta semanalmente". LAS COMUNICACIONES empiezan a resultar demasiado importantes para la ciudad que se ha vuelto punto de enlace. Así se hace por terminar los caminos que la comuniquen con los rumbos. El más fácil era el de Pátzcuaro que luego la ponía en contacto con Morelia y de allí con el Bajío. El camino de Morelia a Uruapan era de 15 leguas o 62.850 kilómetros y hacía el siguiente recorrido: Hacienda de la Huerta, Hacienda de Coincho, Rancho de la Eurapilla, pueblo de Santiago, rancho de la Puerta del Atole, pueblo de Tiripitío, rancho de los Pastores, pueblo de Huiramba, rancho de la Venta, rancho del Pinito, rancho de la Puerta de la Cadena, Pátzcuaro, pueblo de Ajuno, San Juan Tumbio, rancho de La Escondida, Ziracuaretiro, hacienda de Zirimícuaro, hacienda de Santa Catarina hasta llegar a Uruapan. De Uruapan se podía seguir a Apatzingán pasando por Jicalán, Jucutacato, Cutzato, rancho de La Escondida, rancho de Carátacua, de Orapóndiro, del Tepehuaje, de Maravatío, la hacienda de los Bancos, villa de Parácuaro, hacienda de la Huerta hasta llegar a Apatzingán distante de Uruapan 23 leguas y media, de donde se podía seguir a Aguililla, Coalcomán ó Tepalcatepec. El camino del occidente llegaba a Los Reyes y tenía el siguiente recorrido: Charanguerán, Tinajas, Paredes, Ojo de Agua de Panzinguio, San Juan Parangaricutiro, Barranca Seca, rancho de los Pastores, San Francisco Peribán y Peribán en donde se podía continuar a Coalcomán ó bien separándose en Parangaricutiro tomar el camino de Zirosto, Cipicha, el mismo San Francisco Peribán, el rancho de Imbarácuaro y San Gabriel, hasta llegar a la villa de Los Reyes. Los caminos de la Sierra eran el de Paracho que pasaba por la Venta de las Cocinas, llegaba a la villa de Paracho, seguía al pueblo de Aranza y remataba en Cherán. O bien el camino de Nahuatzen que pasaba por Capacuaro, seguía a Arantepaqua y continuaba a Nahuatzen, por donde se podía seguir por Sevina, Pichátaro y Ajuno a Pátzcuaro. O bien el de Charapan por Angahuan y Corupo. O el de 173


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Tingambato por el rancho de la Cofradía, el de Toreo el bajo y el rancho de Coru. Muy transitado el camino de Taretan que distaba 8 leguas pasando por la hacienda de Santa Catarina, la de Zirimícuaro hasta llegar a la villa. O el de Tancítaro con 14 leguas que tocaba el rancho de la Fundición, el de Arandín, el de Santa Catarina, de las Barrancas, Araparícuaro hasta llegar a la villa de Tancítaro.211 LAS AUTORIDADES DE LA CIUDAD en el año de 1884 están presididas por el prefecto Leocadio Pulido y como regidores le ayudan Ramón Farías, Juan Martínez León, Espiridión Coria, Juan Mucio Pérez, Silviano Hurtado, Jesús Martínez, Florencio Martínez, Carlos Alcocer. Son suplentes de los anteriores Eutimio Pérez, Adrián Armas, Juan Tovar, José María Velázquez, Martín Treviño, Damián Treviño y el síndico Justo Contreras. El Juez de primera instancia es Pelagio Macías, su secretario Mariano Padilla. El secretario de la prefectura es don Dionisio Carrasquedo. En los años siguientes ocupará la prefectura don Manuel Coria. Las autoridades contaban desde 1881 con el auxilio de un resguardo nocturno que se componía de un cabo y cuatro gendarmes "uniformados de paño azul y armados con rifles". Los delitos del distrito eran de los más variados pues no faltaba mes sin su muertito, quedando a buen resguardo además de los homicidas, los que en riñas habían herido o cometido los delitos de rapto, injurias, robo, hurto, ultrajes a la moral, seducción, incendio, estupro, abigeato, violación de correspondencia, allanamiento de domicilio, difamación y calumnia, incesto, violación, ó el tremendo de infanticidio, según las estadísticas de la cárcel de Uruapan por estos años.212 DON TEODORO HERRERA era un hombre dedicado a su profesión de farmacéutico en la que nos demostrará su competencia cuando se le pide que haga el inventario de recursos en la flora del distrito de Uruapan pedido en 1884 por el Ministerio de Fomento. Admira la seriedad del informe que nos abre los ojos sobre una serie de fuentes de riqueza que la espléndida vegetación de Uruapan, con un clima, 211 212

Memoria del gobierno del Estado… 1886. Memoria del gobierno del Estado… 1888. 174


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una altura y una tierra ideales hacían rentables; el buen hombre lamenta que Uruapan no posea el ferrocarril. Nos habla de la importancia que tendría el cultivo de la linaza y cómo se podría obtener un precio bajo para el mercado del país pues era posible obtener doble cosecha al año, calculando su costo a menos de cinco pesos la carga. Se ocupa de las posibilidades de producción de ajonjolí a cuatro leguas de la ciudad, admira la fecundidad de la semilla que produce 3,800 por una y de la que se obtiene un 48% de aceite, 25% de primera calidad para usarse como aceite comestible. La chía se le antoja para usos industriales por lo fino de su aceite comparable al de la nuez y la menta que sólo se emplea en aguas frescas y tamales. Nos describe sus experimentos con la semilla de la higuera infernal de donde se extrae el aceite de ricino que en su laboratorio ha logrado destilar a una temperatura de 300 grados obteniendo alcohol, usando la potasa ó la sosa y quedando en el fondo del alambique un sedimento al que le ve aplicaciones muy importantes para el alumbrado del tiempo. Calcula el rendimiento de ricino en un 40% y apunta que se puede obtener en la cantidad que se quiera a un costo de 12 reales fanega. Nuestro científico uruapense ha descubierto que de la resina de los pinos se puede producir barniz de "una brillantez admirable, bastante resistente, de fácil aplicación y de un precio módico". Ha descubierto en el malpaís del sur poniente el inguambo que nos describe como "planta dicotiledona, de flores hermafroditas, polipétalas y estambres hipojineos" de la familia de las verberidas. La semilla produce un aceite de color sangre que resulta un tinte resistente sobre las telas. Sugiere que se tome en cuenta su descubrimiento para sustituir el aceite tourneante de importación. La corteza y las hojas del mismo árbol producen una pintura indeleble de color amarillo también aplicable a la tintorería. Iguales observaciones va haciendo sobre otros productos no utilizados y existentes en los alrededores de Uruapan como el palo de Brasil, el de Campeche, el Palo Amarillo y el Tampintzirán ó rosa mexicano. Sugiere métodos para extractar del palo de Brasil la tintura y así evitar los costos de transportación.213 213

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LA PRINCIPAL RIQUEZA DE URUAPAN en estos tiempos seguía siendo el café, no podía dejar don Teodoro de ilustrarnos sobre este producto. Según los datos de que disponía fijaba la producción en 8 ó 10 mil quintales que calculaba a un precio de diez pesos y añadía: "Tal vez no llegue jamás a pasar aquella cifra, porque los cafetales están en su perfecto desarrollo, y está suficientemente probado que sólo en la población puede prosperar con ventaja. La fama de su excedente calidad, ha dado casi la vuelta al mundo y el Ayuntamiento de esta ciudad conserva la medalla con que lo premió la Exposición de Filadelfia, sobre las muchas muestras que en aquel certamen fueron presentadas. "La fácil alteración de su extracto, ha dificultado hasta hoy la resolución de un problema que cuando se resuelva hará la fortuna del que lo consiga, por las innumerables ventajas que proporcionaría. Por si fuere de alguna importancia en el uso del café, daré a conocer la opinión que tengo respecto de este fruto. "Parece indispensable el uso del azúcar en el café para que despierte en nuestro paladar ese amargo agradable que se siente, pero que no puede definirse; decía indispensable al menos que se quiera hacer aquella ostentación de paladar fino y educado que lo gusta solo, pues yo con la idea de que la naturaleza nada produce inútil, y viendo por otra parte que en la pulpa del fruto se encuentra cierta cantidad de azúcar distinta de la de caña que es la que sirve en el café, estoy en la inteligencia de que debería tomarse el café con su mismo azúcar, y aun podría esperarse, obrando de este modo, evitar los efectos nerviosos tan pronunciados en las personas delicadas."214 Para estas épocas la producción ha exigido la modernización y quien de sus huertas ó de la compra de las de los demás juntaba una cantidad respetable de grano se veía en la necesidad de buscar una manera de mejorar el tradicional método de descascarar el café manualmente; es cuando surgen en la orilla del río los morteros que en forma ingeniosa utilizaban la fuerza de la corriente hidráulica para hacer que pequeños mazos de madera martajaran la semilla hasta limpiarla. El ingeniero Rosendo de La Peña ha tenido la idea de reconstruir una de estas máquinas, que le tocó conocer, y ponerla a la 214

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curiosidad del público, lo mismo que la reconstrucción de uno de los viejos molinos que se encontraban situados en las vecindades del actual parque nacional y en el barrio de San Pedro. Una medida desafortunada para la industria cafetalera fue el impuesto del 5% que se decreta el 31 de mayo de 1882 pero que afortunadamente se deroga el 15 de diciembre de ese mismo año."215 EL FERROCARRIL MICHOACANO era la empresa que emprendió, la primera, la construcción del ferrocarril a Uruapan, el 12 de agosto de 1886; ocupando la gubernatura interina don Epifanio Reyes, se aprueba el contrato con el señor Carlos Sommer, que se comprometía a tender una línea para unir a Pátzcuaro y de allí con la línea nacional, las poblaciones de Tacámbaro, Ario, Taretan y Uruapan; con la vía férrea se tendría comunicación telefónica a Uruapan, según el plan. El ferrocarril se especificaba de vía ancha para unirse sin dificultad a la Nacional Mexicana y usaría la tracción de vapor, comprometiéndose los concesionarios a realizar el trabajo en 6 años de los que utilizarían los dos primeros en hacer los estudios y los trazos debiendo construirse a partir del tercer año un mínimo de 50 kilómetros anuales. Realizada la obra se concedería a los empresarios su disfrute por 99 años advirtiéndose que la mayoría de los accionistas fueran de origen mexicano, que se debían adquirir los terrenos por donde pasara, comprometiéndose el gobierno michoacano por su parte a conseguirle a la empresa la franquicia aduanal para la importación de maquinaria y librar del servicio militar a sus empleados.216 Todavía antes de este proyecto se había hablado de la construcción en Uruapan de un ferrocarril urbano, proyecto que se llegó a aprobar haciéndose la concesión a los señores Villada que se interesaban en construir también los tranvías de Pátzcuaro, Zamora, La Piedad, Maravatío, Puruándiro y de la misma Morelia, sin embargo el proyecto no llegó a realizarse a pesar de su aprobación, el 18 de diciembre de 1882, para realizarlo en plazo de un año.217 Más de diez años pasarían antes de que pudiera tenderse la línea férrea que unió a Uruapan con Pátzcuaro; inaugurada el 19 de marzo Coromina, XXVI, p. 94. Ibídem, XXVIII, p. 61. 217 Ibídem, XXVI, p. 101. 215

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de 1899, y que había sido realizada por Roberto S. Simons y la del tranvía que corrió de la propia estación del ferrocarril a la Plaza de los Mártires cuyo propietario era don Luis G. Valencia y cuya inauguración fue el 1° de noviembre de 1900, teniéndose el propósito de extenderla a Jicalán y Jucutacato. Dentro de sucesivos proyectos ferrocarrileros se vino incluyendo a Uruapan pero ninguno más pudo realizarse: en 1896 se hablaba del ferrocarril que uniría La Piedad, Zamora, Uruapan, Taretan y Ario. En 1907 Juan Simmons hablaba del de Tingüindín, Uruapan, Ario y Tacámbaro, para unirlo luego al que pasaba por Zitácuaro. El mismo Simmons gestiona en 1909 otro que uniría a Zamora con Uruapan; desde ese mismo año José Arce y Francisco Fernández Castelló someten a aprobación del Congreso su proyecto de ferrocarril de Uruapan a Apatzingán, Inguarán, La Unión (Guerrero) hasta hacerlo llegar a Zihuatanejo.218 Hay que destacar el gran empeño que puso el mismo Gobernador Aristeo Mercado en la construcción del ferrocarril a Uruapan. Él personalmente gestionó en la capital condiciones favorables a los constructores de la Compañía del Camino de Fierro Nacional que recibirían 300 pesos de subvención por kilómetro construido soñando en un principio que la vía podría llevarse hasta el mar, debiéndose contentar al final con que llegara hasta Uruapan. Datos complementarios del tranvía inaugurado en el año de 1900: 2,511 metros y una vía de 914 milímetros de anchura. Existía también un ferrocarril particular, el de Conuy. EL HOSPITAL CIVIL de Uruapan se construye en 1889, "autorizado el ejecutivo para establecer un hospital en Uruapan, después de comprar una casa que tenía en lo posible las mejores condiciones por su situación y por el número y distribución de sus piezas, acordó que continuaran haciéndose a aquella finca las reformas prevenidas con anterioridad y mandó construir los muebles que aun faltaban". En efecto se pidió al señor don Juan Lucatero la cesión de su casa en 1,200 pesos el 9 de agosto de 1889, a ella se le hicieron reparaciones por otros 385 pesos pudiéndose inaugurar el 18 de julio de 1890 y

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quedando su dirección en el doctor Eutimio Pérez. El hospital tenía posibilidades para recibir 25 enfermos.219 Nuevas adaptaciones y reformas se le siguieron haciendo: introducción de agua, baño, descanso; se compró instrumental, se le dotó de cocina y lavandería y se contrató iguala con una de las boticas para surtir las medicinas. En el año de 1895 se constituyó la junta de sanidad en la ciudad y pudo así auxiliar en las epidemias de tifo y viruela de esos años. Las principales enfermedades que se registraban entonces eran la malaria, la fiebre intermitente y enteritis, sífilis y reumatismo, pulmonía, diarrea e influenza. Del 1° de enero de 1896 al 31 de diciembre de 1899 habían ingresado 933 enfermos de los cuales murieron 107, un 11.46%. La población médica de la comunidad estaba compuesta por el Dr. Vicente E. Guerrero, don Félix Ortiz, don Cristóbal Treviño, médico farmacéutico, don Daniel Valencia y el propio Eutimio Pérez a los que se sumará en los siguientes años el doctor J. Jesús Silva cuyo nombre lleva el actual hospital civil. La ubicación del antiguo hospital corresponde al edificio ocupado actualmente por la secundaria para obreros Benito Juárez. LA COMPOSICIÓN ÉTNICA y otras estadísticas sobre el modo de vivir de los uruapenses son de gran utilidad para entrar al conocimiento del Uruapan de finales del siglo XIX que distaba mucho de ser una población de marcada cara indígena a pesar de que el romanticismo de sus barrios así nos lo sugiera. La estadística nos da datos no sólo de la cabecera sino del distrito municipal: era directora la señorita Mª. de Jesús Barajas y al parecer mixto, al menos en sus grados inferiores; los otros del Colegio del Sagrado Corazón y corresponden a los exámenes públicos del año de 1907 y 1909. Las recitaciones, las ejecuciones al piano, los coros, los discursos, las alumnas distinguidas y sus madrinas, constituyeron eventos sociales de importancia.220 LA PRODUCCIÓN AGRÍCOLA de Uruapan en los años 90 se había ufanado de participar en la Exposición Universal de París de 1889 presentando legumbres y frutas, azúcares junto con confitería, hilos y tejidos de algodón, vestidos indígenas, lencería y productos minerales. Una curiosa lista de productores de estos años se conoce, 219 220

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en la que Ramón Farías es el máximo cultivador de aguacate; Luis G. Valencia produce calabaza; Jesús Martínez exporta 7 mil docenas de chirimoyas; Manuel Campos 40 millares de chayotes; Antonio Lozoya y Juan Ramírez, granada de China; Teófilo Bejarano y el citado Luis G. Valencia empacan guayabas. Otros productores son José María López, Rafael Murguía, Juan Urbina, Juan Yanci que cultiva uva silvestre, el mismo don Ramón Farías con la exportación de plátano chico y guineo. Se produce además cebada, trigo, maíz, frijol, chile verde y el famoso café de Uruapan del que Ramón Farías llega a producir 5 mil quintales. Muy importante la producción de azúcares pues sólo Feliciano Vidales produce 27 mil arrobas de mieles. Antonio Treviño es productor de 2 mil barriles de aguardiente de caña y 2,500 de refino, Juan Calderón produce 500 arrobas de pulque, Francisco Salazar trabaja el vino de membrillo. Otros se apuntan en otros ramos: jícama, manzanas, mameyes, naranjas, pitahayas, etc.221 La explotación de los bosques todavía no adquiere vuelo, aparece como ocupado en su beneficio Aurelio Cortés que pronto tendrá la ayuda de las sierras que empiezan a moverse con corriente hidráulica. EL MONUMENTO A LOS MÁRTIRES cuya erección se había decretado en 1847 quedó en el olvido, por 1887 Aristeo Mercado, diputado al Congreso de la Unión, volvió a hacer gestiones para su ejecución y en 1890 el ayuntamiento mismo de Uruapan pidió que se cumpliera la ley que decretaba su erección, propósito que toma sobre sí el ya entonces Gobernador interino D. Aristeo Mercado, urgiendo al ministro de Comunicaciones, general Manuel González Cosío y logrando que se haga el diseño y se apruebe el costo de 10,368 pesos para construirlo. El 21 de octubre de 1891 se podía poner al fin la primera piedra, lográndose terminar el 1° de agosto de 1893 para hacer su inauguración el 21 de octubre del mismo año, en la esperanza de contar con la presencia de Don Porfirio y de su secretario de Comunicaciones, pero ninguno de ellos asistió. Tuvo que hacer la inauguración el mismo Aristeo Mercado, ya entonces "dignísimo Gobernador" quien llega a la ciudad el día 20 acompañado de numerosa comitiva, la música de la guarnición de 221

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Morelia, repartió programas de las piezas que iba a ejecutar en las recepciones, serenatas, inauguración, audiciones de mañana y tarde con que se homenajeaba a los uruapenses, programa que firmaba el director de la banda Lorenzo Arguimbau". 222 Correspondió a don Eduardo Ruiz pronunciar discurso histórico en que recordaba el fusilamiento de sus correligionarios y que transcribe en su Historia de la guerra de intervención. Para estas fechas contaba ya la ciudad con un teatro, el Juárez, ubicado en 1ª del Salto y 2ª de la Paz (20 de noviembre y Madero), donde se celebró el banquete y allí lucieron su inspiración Juan de Dios Peza, que en toda circunstancia era requerido para que hiciera unos versos. Joaquín Trejo es otro de los acompañantes que no quiere dejarse opacar y también recita en el banquete. Quedaba al ayuntamiento celebrar el aniversario año con año, hasta nuestros días, lo que ha venido cumpliendo con ejemplar asiduidad desde los primeros tiempos en que ocuparon la presidencia don Lauro Treviño y el doctor J. Jesús Silva hasta los presentes en que está al frente don Eduardo Martínez López. LA NOMENCLATURA de las calles y el ordenamiento de la ciudad en cuarteles es de estos tiempos, no que ahora se inventen los nombres de las mismas que a veces son tan antiguos como la misma ciudad, sino que los que nacieron en ella y los que han venido dándoseles a las calles en el correr del tiempo, se ordena que se fijen según la disposición firmada por el secretario del Congreso del Estado, D. Luis B. Valdés, según el acuerdo de los diputados del 15 de octubre de 1892. Se escogerían dos calles para hacerlas vértices, una de norte a sur y otra de oriente a poniente". 223 En Uruapan se tomó como eje de norte a sur la calle de San Miguel hasta llegar a la plaza y hacia el sur la del Cupatitzio, del oriente al centro serviría la de San Francisco que continuaba hacia el occidente en la de Santiago. A partir de esos ejes se numeraban las manzanas de cada uno de los cuarteles en que quedaría dividida la ciudad. Al cuartel primero que englobaba la Trinidad y la Magdalena y parte de San Francisco, se le contaron 45 manzanas irregulares que 222 223

AMA, impresos Coromina, XXXII, p. 3. 181


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se fueron numerando de poniente a oriente hasta llegar al extremo este, donde quedaba el viejo camino de Charapendo. El segundo cuartel numeró 37 manzanas, que a partir de la primera del norte corría hacia el sur, quedando en éste los barrios de San Pedro y San Juan Evangelista y el nuevo cementerio. El tercer cuartel era el de Santiago y San Juan Bautista ó Quemado, con 43 manzanas más regulares que se numeraban de sur a norte, lo mismo que las del cuarto ó de San Miguel y San Francisco con sólo 26 manzanas, que remataban en el camino a Pátzcuaro. Obedeciendo al decreto, la numeración de las casas corrían en pares y nones según la acera, siendo también gradual la numeración de las manzanas a partir del eje de donde arrancaba la primera, segunda y siguientes según se alejaran, lo cual hacía muy fácil la identificación del sitio exacto si quedaba en la 2ª de la Paz ó en la 3ª del Olvido. Para 1895 tenemos noticia de la puesta en práctica de la nomenclatura y numeración de casas al mismo tiempo y se siguen las mejoras materiales con el nuevo prefecto don Silviano Martínez. Se reparan los puentes de Páramo, Santa Catarina, San Miguel y se construye el de Jicalán. La nueva nomenclatura y división cuartelaria quedaba consignada en el plano de Uruapan de 1897 que tipográficamente ejecutó la Escuela Industrial Militar Porfirio Díaz de Morelia y que se presentó con el retrato del pintor Manuel Ocaranza grabado por José T. Silva, al que se agregaban algunas noticias de la ciudad, como que se le asignaron 9,330 habitantes, se decía que estaba a punto de comunicarse por medio del ferrocarril, que tenía ya telégrafo y teléfono y que una diligencia hacía viajes a Pátzcuaro cada tercer día. Y en resumen: "cuenta la ciudad con buenos establecimientos mercantiles, con talleres en donde se ejercen las artes, oficios e industrias a que generalmente se dedican los habitantes… hay en ella dos fábricas de hilados y tejidos de lana y algodón… una fábrica de ladrillo y otros materiales de construcción, en regular escala, y la maquinaria competente para el alumbrado eléctrico con que hace poco tiempo se cuenta. El espíritu de empresa de los habitantes y los elementos propios de la localidad han impreso un grande impulso al adelanto material de la población y hace esperar progresos mayores e incesantes… Prefecto, dos jueces de letras, 182


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administradores de rentas, del timbre y de correos, ayuntamiento y alcaldes o jueces menores" forman el grupo de burócratas.224 Las calles que corrían de oriente a poniente hacia el norte a partir de la de Santiago (Emilio Carranza) y San Francisco (Álvaro Obregón), eran la del Beaterio (Corregidora) e Independencia, la de la Canoa Alta (16 de Septiembre) y de la Industria (Pino Suárez), la de García Pérez (Hidalgo), la del Encuentro (Manuel Doblado) y del Torito (Lerdo de Tejada) al igual que la de Fernando Chávez (Justo Sierra). En la misma orientación hacia el sur corrían la de Morelos, la de la Paz (Madero), la de Bravo (Américas) la de la Libertad, la de la Trinidad (Reforma), la de Camela (Abigail Patiño) la de la Magdalena (Juárez), la de Arteaga, la del Caracol, la de Salazar, la de Belén (Marcos W. Méndez), la de Mendoza (González Ortega), de las Lechugas y de la Gran Parada. De Sur a norte hacia el oriente estaban las de Cupatitzio y San Miguel (Juan Delgado), la de Francisco García Ortiz, la del Mirador (V. Carranza), de Vasco de Quiroga, de la Unión (5 de Febrero), de las Camelias (Constitución), de las Flores (Aldama), del Espinazo (Nicolás Romero), de las Amapolas (Dr. Silva), de Pueblita, Cinco de Mayo, Calle Ancha, Justo Mendoza, de González, de los Purépechas, de la Palma y de Villagómez. Hacia el poniente quedaban la de San Juan (Manuel Ocaranza), la del Salto (20 de Noviembre), de la Hortensia (Juan Ayala), del Venado (Artículo 123), de la Aurora (Aquiles Serdán), la de Miguel Treviño, la del Olvido (Carrillo Puerto), la de San Pedro (Jesús García), del Desierto (Revolución), la de Pedro García y la de la Pradera (Colón). ELECTRICIDAD Y NUEVAS FÁBRICAS, según ya se insinuó arriba, se introducen en el Uruapan de finales de siglo. La inauguración del alumbrado eléctrico fue el 5 de mayo de 1896 obteniendo la concesión los señores Narciso Sandoval, Manuel y Atenógenes Álvarez con la exención durante cinco años de todo impuesto, concesión que se podía prorrogar con arreglos entre ellos y el ayuntamiento. Se aprovechó para generarla el Salto de la Camela y se distribuyeron 150 lámparas por la ciudad, costando 3 pesos cada una por su instalación y otro por el servicio. La nueva fábrica de hilados y tejidos de algodón, 224

Mapa de la Ciudad de Uruapan, 1897 (El Colegio de Michoacán). 183


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lana, lino, huinari y otros materiales textiles era de la sociedad constituida por Hurtado, Cerda y Compañía. Las exenciones de los impuestos prediales, de uso de las aguas y sobre materias primas se aumentaba con el permiso para fabricar driles y cambray. La nueva fábrica de San Pedro se sumaba a la de la Providencia y fue concentrándose en las manos de Leopoldo Hurtado, que adquiere las acciones de Silviano Martínez y Wenceslao Hurtado y se amplía con instalación de una planta de luz.225 DESDE TIEMPO de la visita de la Marquesa Calderón de la Barca, esta distinguida dama había sugerido el aprovechamiento del curso del Cupatitzio para la operación de máquinas movidas por su agua que en rápida pendiente alcanza Tierra Caliente. Así, hasta estos finales del siglo y principios del siguiente, se cumple plenamente la sugerencia de la ilustre visitante. El 28 de diciembre de 1904 se concedía a don Dante Cusi y a sus socios Eduardo y Alfredo Noriega, benefactores del valle de Zacapu, con sus obras de desecación, el permiso para generar electricidad a las márgenes del río a partir de Zumpimito. Sorprende lo amplio de la concesión pues se prevé que se pueda recurrir a la expropiación por parte de los empresarios de los terrenos que necesiten. La amplitud de miras del colono italiano hace prever en el contrato la autorización de telégrafo, teléfono, vía férrea, acueductos, canales y una dotación permanente para la generación de la electricidad de 9 mil litros de agua por segundo.226 A don Teodoro W. Osterheld se le aprueba contrato, el 31 de diciembre de 1900, para establecer "casa de matanza destinada al empaque y refrigeración de carnes" que todavía en 27 de noviembre de 1907 no lograba establecerse concediéndosele distintas prórrogas. La fábrica se nombraba la "United States Packing Company" y estaba representada en 1906 por don Enrique Dekay y luego por John W. Dekay y se le cambió el nombre a "Mexican National Packing Company" al adquirir los derechos y obligaciones de Osterheld que representaba a la "American Beef Company". Se ampliaba el permiso al ramo de la curtiduría "en grande escala" e inclusive a "extractos curtientes y artefactos de cuero". Al parecer la empacadora 225 226

Coromina, XXXIII, pp. 297-298. Ibíd., XXXIX, pp. 139-140. 184


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funcionaba ya en 1900 con el nombre de Popo y tenía una inversión de cerca de un millón de pesos. UN INCENDIO PROVENIENTE de un motor de aserrar madera hizo conscientes a los uruapenses de que no todo era libre de riesgos en el progreso alcanzado, por lo que se dispuso un mayor control de las nuevas técnicas que los llevó a retirar los establecimientos que usaban electricidad de los puntos céntricos. En este mismo tiempo se entuba el agua para el servicio de la población tomándola de los manantiales del noroeste de la ciudad lo que disminuía la importancia de los viejos canales que la hacían llegar a todas las casas y que únicamente se emplearán para el riego de las huertas. Todavía quedan vestigios en la población de ese antiguo sistema de riego que en el mapa de 1897 constituyen una extensa red que cruza las calles del pueblo y en algunos puntos las atravesaba por medio de canoas alzadas sobre horcones. Una curiosa relación de distribución de aguas nos ha quedado, ella se refiere a la acequia del barrio de San Juan Bautista y San Miguel "que corre entre el arroyo de la Charanda y la acequia del molino de San Miguel". Convenidos entre sí los vecinos y avalados por el ayuntamiento se distribuía el agua en la siguiente manera: "Los días 31, 1, 2, 3 y 4 de cada mes hará uso de toda el agua D. Félix Bárcena para su propiedad llamada El Vergel. Los días 5, 6 y 7 la usará don Jesús Martínez para su propiedad del lado del arroyo. Los días 8 y 9 la usará don Martín Calvillo y sus convecinos en la mañana. Los días 10 y 11 la tomará Zira, don Jesús Martínez y Mercado. Los días 12 y 13 la usará la Güera Inés y demás propiedades de la manzana. Los días 14, 15, 16, 17 y 18 la usará el Mirador. El día 19 la tomará don Rafael Rubio y Rita. Los días 20 y 21 la usará la manzana de la Capilla y don Alejo Madrigal. El 22 la tomará D. Manuel Coria y doña Micaela Patiño. Los días 23 al 30 la usará don José María Mercado dando la parte correspondiente a las propiedades anexas". El escrito fechado el 15 de marzo de 1887 debió surtir efectos importantes de armonía y conciliación entre los vecinos.227 LA VIDA FESTIVA de entresiglos nos ha quedado insinuada en ya numerosos impresos que producen las imprentas establecidas en la 227

AMA (El Colegio de Michoacán). 185


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ciudad y que ahora se completan con la de don José López, venido de Taretan, "La Imprenta Moderna"; compañías de teatro y de zarzuela visitan periódicamente la ciudad como cuando el 7 de febrero de 1897 está la tiple Amada Morales que presenta la zarzuela "La Niña Pancha" y el juguete cómico "Champagne frappé" ó baila "La Charra Poblana", la dirección es de José María Pérez. La compañía dramática "María del Carmen Martínez", bajo la dirección de Carlos J. Vargas, tiene que reducir su temporada en mayo de 1905 "por las excepcionales circunstancias por que atraviesa esta ciudad", mientras presentaban "Caridad" de Echegaray y la zarzuela "La Trapera", con la primera actriz Mª. del Carmen Martínez. Bien se cuidaban los actores de halagar a las principales familias de la población acogiéndose a su protección en la actuación.228 En la imprenta de Manuel Farías se editaba por estos años el programa de la corrida de toros de la plaza El Porvenir con toros del Sabino, desfile de charros y toreros de la localidad: Ignacio Valencia, Mariano Hurtado, Ramón García y la asistencia médica del Dr. Jesús Silva. El programa hecho en verso remataba: "A la sombra seis reales, bueno y corriente, y estarán cómodamente en lo que grada se nombra. Un peso vale lumbrera. Dos reales ha de exhibir el que quiera recibir los rayos de primavera".229 Las veladas se organizan en la alegre ciudad, en distintas fechas y con distintos motivos, como la que don Ramón Farías celebra para festejar el fin de siglo por diciembre de 1900 en la casa número 5 de la 1ª Calle de la Paz en la que echa un discurso el Dr. Teodoro Herrera, hay orquesta, cantos, cena y baile. El quiosco que se levanta por 1904 entretenía al pueblo en general con las actuaciones de orquestas y bandas mientras que la tradición liberal y conservadora se reflejaba en los atuendos de las damas que usaban rojo y verde respectivamente al dar vueltas o pasear por distinta banqueta. Fin de siglo en que el Club Liberal Constitucionalista presidido por Uriel Franco y Federico R. Flores urge a los uruapenses a tomar conciencia del momento histórico en su muy particular estilo: "Un siglo más acaba de inscribirse en el Gran Libro Cronológico del 228 229

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mundo, y otro, con los arreboles matutinos de este día, se presenta en el grandioso escenario de las Ciencias y de las Libertades… mecido en una atmósfera de luz y felicidad" y augura que "la cuna del XX… sea la Cosmopolita de la Verdad y la Justicia, sobre el solio de todas las maldades y todas las opresiones".230 LA PROFANACIÓN DEL SACRAMENTO llegó a conmover a la ciudad a pesar de los aires liberales que se respiraban. Fue la noche del 27 al 28 de abril de 1902 cuando los ladrones robaron los vasos sagrados y se llevaron las Sagradas Formas. Una cruz en la esquina noroccidental de la parroquia de San Francisco recordará a las generaciones futuras el hecho. Y con el sacrilegio se aprovechó la reacción devota de la comunidad para reiniciar las obras abandonadas del templo de la Inmaculada organizando a la sociedad el cura D. Ignacio García Romero y editándose entonces, bajo la dirección de Lauro Treviño, "La Estrella de los Mares". Benemérito párroco de finales del siglo había sido don Ramón Paz Romero y las familias de Uruapan conocían entre los sacerdotes a los uruapenses P. Gilberto Pizarro, Antonio Izazaga, José Ma. Carrillo, Bruno Gutiérrez, destacado canónigo zamorano. Por estos años visitaba la ciudad don José María Cázares, el obispo de Zamora, que gustaba quedarse allí largo tiempo, y su auxiliar don J. Jesús Fernández. El auge de la enseñanza particular se marca con la ya referida llegada de las religiosas del Sagrado Corazón y de los Maristas y su colegio de los Sagrados Corazones en la calle de Hortensia (Juan Ayala) Nº 8 que tuvo de maestros al Hno. Armancio, al Hno. Remigio y al Hno. Josías. Fervor y práctica religiosa que no rompía la paz de la población liberal y que en opinión de las autoridades "no había habido mayores violaciones a las leyes de la Reforma", pues los actos de culto externo eran moderados, se notaba el avance de la tolerancia por la educación popular y hacían su presencia pacífica los propagandistas del culto protestante.

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CAPÍTULO X EN LA OLA REVOLUCIONARIA

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se antojaba externa para las clases bien de Uruapan compuestas por ricos empresarios, liberales con estrella, burócratas en ejercicio, profesionistas respetables y extranjeros recién llegados, aunque la inquietud social pusiera reivindicaciones en los grupos de obreros que sostenían la incipiente vida industrial de la ciudad y tuviera el silencioso respaldo del pueblo menudo que seguía viviendo de los productos de sus huertas y de sus artesanías y de los numerosos peones de las haciendas de Tierra Caliente cuyos ricos propietarios habían escogido Uruapan como tranquilo lugar de residencia. Así, con anticipación, se organizaban por 1907 las fiestas del Primer Centenario de la Independencia presididas por don Porfirio. De los ciudadanos uruapenses formarían la comisión respectiva en la ciudad don Luis G. Córdoba, prefecto de Distrito, el doctor Félix Ortiz y los ciudadanos Manuel Álvarez, Luis Coria, Joaquín López, Hipólito Rodríguez, Narciso Borja, Celso M. Calvillo y los licenciados Ignacio Hernández y Tiburcio Contreras. El licenciado Ruiz que había destacado con brillante carrera política durante los finales del siglo XIX había muerto trágicamente de una caída de caballo hacia el 1902, en su pequeño paraíso de la "Quinta Ruiz".231 Antes había ocupado los puestos públicos del distrito o del municipio, presididos por el Gobernador Aristeo Mercado, Salvador Gutiérrez, Celso Martínez y Rubén C. Navarro como prefectos. En la presidencia Francisco Camorlinga y el ya citado Dr. Félix Ortiz. Otros puestos menores de estos años estuvieron ocupados por Rafael Díaz Farías, Ángel Sosa, Salvador Ramos, Pascual Arias y como juez don Pedro Uribe, ayudado por Heliodoro Mora y Abel Silva como escribanos. A PAZ PORFIRIANA

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Memoria… comisión nacional del Centenario, p. CLVI. 188


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"La Empacadora" de Silviano Hurtado ofrecía azúcares de las haciendas de "Los Bancos" y "Palmira", manufacturas de la fábrica de San Pedro, vinos y conservas importados, a la vez que pintura indígena de "maques". Joaquín López era el agente en plaza de la Cervecería Cuauhtémoc de Monterrey, el "Gran Hotel Treviño" y el San Carlos se repartían el todavía escaso comercio turístico. El Dr. Enrique T. Orozco se ofrecía para curar las enfermedades venéreas y daba sus consultas en el primero de los hoteles; Juan A. Ramírez se anunciaba como sastre de señoras y caballeros en la calle de García Ortiz número 6. Las tiendas de Pedro Echeverría "Los dos Mundos", "Al Puerto de Veracruz" de Juan Villegas, "El Puerto de México", de Emilio Pérez, "La Fragata" de Celso M. Calvillo, "La Estrella de Oro" de Julián Pérez, "Las Palomas" de Emigdio Santacruz que expendía los cigarros "La Camelia" y "La Bonita", se agregaban a los comisionistas en la compra y venta de semillas que encabezaban J. Fernández y Compañía, el ya citado Joaquín López y Gonzalo A. Ojeda. Existía la cantina y salón de billares del Hotel Treviño que regenteaba Pedro Torres Orozco y la ferretería "La Palma" de Juan Adresen.232 INTENSA VIDA COMERCIAL la de Uruapan a donde había llegado el ferrocarril pero que sin embargo seguía teniendo en los arrieros una de las instituciones que le habían traído riqueza y aumento de población en el siglo pasado. De Purépero eran muchos de los que se habían quedado en Uruapan cuando su fortuna los hizo aumentar el atajo y pudieron confiar a otras gentes el tráfago de los caminos quedándose a invertir en empresas que habían dado impulso a la vida económica de Uruapan. De Caracha, de Taretan, de la Costa Michoacana, a Guanajuato, Puebla, Veracruz, Tabasco y aun Guatemala llegaban los azúcares de las haciendas, los refinos, el añil ó las artesanías indígenas que intercambiaban en el transcurso del viaje que duraba meses y meses, sin prisas, siendo esperados como las golondrinas en los lugares rituales de su peregrinas ó en los meses de su regreso. Alfredo Maillefert en su Ancla en el Tiempo nos recuerda esa figura mítica de nuestros arrieros cruzando los caminos de 232

AMA, La voz del Obrero, marzo 13, 1910. (impresos). 189


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Michoacán: "Van entre la húmeda niebla del camino, viéndose aquí y allá la laguna, entre los cerros bermejos, azules… el calzón rivaliza en blancura con las nubes. El gabán —de áspera lana, de un gris austero— ostenta una bella franja roja. Caminan lentos. ¡Qué manera de cargar! ¡Cómo ha puesto el arriero la carga en sus burros! Se diría que la ha puesto como con los dedos, como se pone en los borriquitos de cera de los "nacimientos"; tan bien hecha está y tan delicadamente la ha puesto".233 La larga lista de los mesones que se recuerdan en Uruapan nos habla de lo intenso del tráfico arrieril, sus mismos nombres nos cuentan con nostalgia de esos tiempos heroicos el mesón del Nopal, del Paso Preciso, de La Libertad, del Negro, del Ferrocarril, de la Providencia, de la Despedida, del Marinero, de Hidalgo, de los Hernández, de León, de don Luis, de la Salud, de la Reina, de la Reforma, del Venado, del Mosaico. Don Enzio Cusi nos hace sentido hincapié en la importancia que esos arrieros tuvieron en el desarrollo del país de antes del ferrocarril y la carretera: "Con estoicismo y sacrificio extraordinarios, desafiaban todos los peligros, las incomodidades, las inclemencias del clima, lluvias, tempestades, calores y los constantes asaltos de bandidos que asolaban todos los caminos y hacían muchas víctimas… Los arrieros formaban una especie de casta separada de todas las demás actividades y sentíanse verdaderamente orgullosos de pertenecer a ella, como se sienten los soldados de algún glorioso ejército. Veían con indiferencia a todos los trabajadores ocupados en otras actividades y por ningún motivo hubieran cambiado su dura y azarosa vida para dedicarse a cualquier otro trabajo que consideraban denigrante. Eran como una especie de soldados de fortuna que amaban su oficio tal vez por los mismos peligros que encerraba y por la vida azarosa, semisalvaje e independiente que llevaban. "Dejaban una población del centro del país con rumbo a algún pueblo de la costa… donde no había más vías de comunicación que los caminos llamados reales y que en su mayor parte eran sólo veredas pedregosas, fangales en tiempo de aguas y en algunas partes, a través de barrancas casi intransitables con profundos abismos donde 233

Maillefert, Ancla en el tiempo, pp. 121-122. 190


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solamente en ciertas horas del día podían pasar para no encontrarse con algún atajo que viniera en sentido contrario. El camino tallado en los precipicios, era tan angosto que no daba paso a dos animales a la vez y con frecuencia rodaban las pobres mulas con su preciada carga al abismo. Ya muy tarde pernoctaban en los parajes de costumbre, donde sabían había agua para abrevar a sus pacientes y sufridos animales, y ahí descansaban después de estar en pie y luchar desde las cuatro de la mañana… a todo hacían frente, siempre de buen humor, cantando sus alegres y picantes canciones, salpicadas de gritos con expresiones de fuerte calibre, dirigidas a algún animal lento ó que se echaba en son de protesta por el esfuerzo que se exigía de él, seguían sin flaquear, hasta llegar a su meta. Seguido se encontraba al lado de los caminos, cruces indicando el lugar donde había caído algún esforzado arriero vencido por el cansancio ó muerto por traidora bala de cruel forajido".234 LOS HACENDADOS Y MADEREROS que hacen grandes fortunas en estos años encuentran lugar de refugio en Uruapan. Notable en estos años es la empresa que monta el italiano Dante Cusi, abriendo grandes zonas de Tierra Caliente al cultivo del arroz y de los cítricos y a la producción en grande de cabezas de ganado. Su grande voluntad y lo visionario de sus empresas hacen que se le pueda señalar como el prototipo del acaudalado hombre de empresa. Sus hijos crecieron y recibieron su primera instrucción en Uruapan, donde la familia mantuvo casa. Las compras de Matanguarán, Zumpimito, el arrendamiento de la hacienda de Uspero, propiedad del general Manuel Treviño, la colonización de los Llanos de Antúnez, la importación de maquinaria, la construcción del sifón del Marqués, el establecimiento de vías férreas en sus propiedades, la irrigación, el uso del teléfono, el mejoramiento de los cultivos, la mecanización de la agricultura, son todos títulos que colocan a los Cusi en primera línea entre las gentes progresistas de la región. Junto a ellos había otros propietarios agrícolas que también derivaban riqueza al comercio de Uruapan y cobra volumen la explotación maderera. De los primeros se señalaban como terratenientes de principios de siglo a Ramón Farías, Antonio Sierra, 234

Cusi, Enzio, Memorias de un colono, pp. 267-268. 191


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Manuel Treviño, Félix Bárcena, Ramón Farías Bravo, Manuel Farías Bravo, Wenceslao Hurtado, Feliciano Vidales, José Ma. Vidales, Francisco Farías, el mencionado Dante Cusi, Luis Brioschi, Rosa Treviño de Hurtado, Pilar Amézquita de Treviño, Manuel Coria, Manuel Campos, Luis Acha y otros más. De entre los madereros destacaban Alberto Treviño y Rafael Álvarez con la explotación del rancho del Durazno, Celso Calvillo con su aserradero en Los Riyitos, Luis Fernández en Teamban, Santa Catarina, San Isidro. El "gringo" Slade con la explotación mecanizada en Las Palomas, Conuy, Tecumanganio, San Isidro, Braulio Mejía en Milpillas, Ignacio Díaz en los montes del barrio de San Juan, Luis Coria Guido en Gandarilla, Juan Goñi en los Riyitos y la Estación del Ferrocarril, Muniain hermanos en el Rancho de Sindio, Tiburcio Indar en Los Riyitos, Pedro Narvarte en La Basilia, Roberto Heatley en El Leal.235 Las resineras de Manuel Santacruz en Angahuan, las de Luis Ramírez y David Cerda en La Quinta, junto a los establecimientos industriales del siglo anterior, las fábricas de jabón, de aguardiente, de cigarros y cerillos, de sodas, las fábricas de hielo, las talabarterías, imprentas, billares y cantinas, montepíos y relojerías, daban buena impresión de riqueza del Uruapan que a principio de siglo contaba con una población de apenas 9 808 habitantes. Un numeroso grupo de extranjeros había venido a establecerse a Uruapan en estos años, así los Inart, los Yanci, Narvarte, Noriega, Echeverri, Muniain, Goñi, Martín, de la Concha, Sabater, Munin, Ifarraguerri, Haces, Llanderal, Cuevas, Rodríguez, Sicilia, Arañó, Pujol, Díaz, Fernández, Diez, Pastor y Septién de origen español, junto a los ingleses Heatley y Davis, los alemanes Andresen, Wolff y Vollrath, los belgas Beaurain y Ryentiens, los franceses Camino, Ollivier, Jaubert, Turón, Vernier, Coutolenc, Caire, Peraldí, Provenzal; los italianos Cusi, Brioschi, Armella, Ponti, Ghibellini, Anguissola, Sizzo, Leveroni, Dadda, Dóddoli, Borri, Volpi, Collaabella, di Pratta, Alberici, Ragazzi, Robbioni, Bianchi, Massini, Nechi, Tangocii; los estadounidenses Slade, Gibson, Kershaw, Wadley,

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Paredes, José María, Apuntes de principios de siglo. Ms. 192


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Beach, Brooks, Winters, Neill, Welch, DeKay, o los sirio-libaneses Zeter, Jansen, Fajer, Chalita, Hagg ó Miguel.236 EL MOVIMIENTO OBRERO organizado de Uruapan, de tendencias socialistas, nos es casi desconocido en estos años de finales del porfirismo y es tema que merece ser estudiado, lo mismo que los grupos que preparan el cambio en la situación política. De entre los pocos ecos que hemos podido recoger del incipiente movimiento obrero es la presencia en Uruapan de los círculos obreros de inspiración cristiana que organiza en la diócesis de Zamora el recién llegado obispo don José Othón Núñez, en 1909. El grupo de Uruapan tuvo su periódico "La Voz del Obrero", a principios de 1910, dirigido por Joaquín Macouzet y en la directiva Rafael Sierra, Salvador Ramos, Luis G. Martínez, Manuel Coria, Manuel Farías, Atanasio Barajas, Daniel Navarro, Jesús Orozco y Prisciliano Morales. Una de las preocupaciones del grupo es combatir la embriaguez y atender espiritualmente a obreros y artesanos que se buscaba ligar a la Iglesia y al cual prestaba servicios de asesor eclesiástico el cura del lugar, don Manuel Sandoval. El círculo de Uruapan se une a los que existen en otras ciudades como Zamora donde tenían también los obreros de los círculos el periódico "La Bandera Católica". No se adivinan notables tensiones entre estos círculos y los sectores pudientes de la ciudad y quizá ayudaban a acallar las situaciones injustas de relación entre el capital y el trabajo, su labor es más bien moralizadora: "El taller y la taberna… templo del trabajo es el primero donde el hombre cumple su misión sobre la tierra… el taller es luz… es honradez… es virtud… es amor… La taberna… es el antro obscuro y sombrío donde la moral y la virtud retroceden… gangrena que corroe a las multitudes y es la sombra fatídica que amenaza terminar con toda la idea de regeneración y de grandeza".237 EL INCENDIO DE URUAPAN del 25 de abril de 1910 que motivó una exención de impuestos para las fábricas nuevamente construidas, reponiendo las que se destruyen, va a cambiar el aspecto de la ciudad sustituyendo el uso del tejamanil por el de "la teja ó materiales no inflamables" quedando las fincas que lo usaran exentas del impuesto 236 237

Ibídem. AMA, La Voz del Obrero, marzo 13, 1910. (impreso). 193


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predial por 10 años. Era presagio del cambio radical que se sufriría de allí a pocos meses. Todavía pudo firmar don Aristeo Mercado ese decreto del 25 de mayo de ese año de 1910, quien dejaría el gobierno el 12 de mayo siguiente en manos del secretario Luis B. Valdés.238 Respondiendo al alzamiento maderista, las autoridades municipales fueron depuestas, en las inmediaciones de Uruapan se tiene el alzamiento de Marcos V. Méndez y Rafael Olivares y de Eutimio Díaz y Félix A. Ramírez en Paracho. Las preocupaciones políticas de los uruapenses dividen a la población en los inicios de la revolución siguiendo unos al Partido Liberal Silvista que adoptó el color rojo y otros al Partido Católico Nacional que tomó para sí el verde. La participación política de los católicos era orientada en esos días por la pastoral del arzobispo de Morelia don Leopoldo Ruiz, quien el 20 de febrero de 1912 hablaba sobre los deberes de los ciudadanos: "Todo católico que goce de los derechos ciudadanos está obligado en conciencia a entrar en política con el doble fin de mirar por el verdadero bien de la patria y defender los derechos de Dios, de Jesucristo y de la Iglesia".239 En tres puntos resumía el arzobispo los principios a que se debía atener: "Adhesión inquebrantable a la doctrina de la política cristiana enseñada por la Iglesia, franqueza en confesarla, valor en defenderla y firmeza hasta el sacrificio en sostenerla. En cuanto a sus correligionarios: Unidad absoluta y perfecta concordia en los principios católicos, unión de todos en la acción política, prescindir del propio parecer en obsequio de lo resuelto por la mayoría, siempre que esto no sea contra la conciencia… Cuanto a sus adversarios políticos: lealtad en la lucha, guerra al error sin faltar a la caridad, amor al prójimo extraviado sin condescender con sus errores".240 Para el prelado esas eran las bases que harían posible la lucha política de los católicos y advertía sobre el papel que le tocaba al clero y a los prelados: "No han de limitar su acción a la enseñanza y defensa de los principios católicos y advertía sobre el papel que le tocaba al Coromina, XL, 490. AMA, impresos. 240 Ibídem. 238 239

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clero y a los prelados: "No han de limitar su acción a la enseñanza y defensa de los principios católicos sus obligaciones morales en los diversos trabajos políticos, así como las obligaciones que pueden o no imponer a sus candidatos, lo mismo que las cualidades en general que en ellos deben buscar; pero cuando se da el caso de diversidad de pareceres en materia opinable, salvo siempre los principios de verdad y de justicia, lo mismo que al tratarse de reuniones meramente políticas, designación de candidatos, propaganda en favor de determinadas personas y asuntos semejantes, el clero y los prelados harán bien en abstenerse y dejar a los católicos que procedan con entera libertad, dentro de los límites de una sana democracia y siempre fieles a los principios de su bandera".241 EL HUERTISMO DIO AL TRASTE con tan hermosas esperanzas de democracia y pronto la lucha cívica se transformó en armada. Uruapan cayó en poder de las fuerzas federales del dictador y vino a tomar la prefectura el mayor Librado Castillo mientras que el mando de las tropas lo asumía el ingeniero Manuel Fernández Guerra, desde el 15 de mayo de 1913. El general constitucionalista Joaquín Amaro mandó pedir la plaza el 2 de junio atacándola al día siguiente, queriendo sorprender la guarnición que se defendió con auxilio de civiles. Amaro tuvo que incendiar parte de las manzanas para desalojar de las trincheras a los federales que huyeron por el rumbo de Lombardía, la represalia contra la ciudad se aplicó en un préstamo forzoso por valor de 30 mil pesos que se repartieron entre los pudientes, quienes se libraron de mayores males gracias a la intervención del cura Sandoval y del joven presbítero Agustín Magaña. La comunicación ferroviaria iba a traer y llevar tropas para defender o atacar a Uruapan, así las de Amaro no pudieron sostenerse en la ciudad ante el avance de los coroneles Aguirre y Gómez que volvieron a ocupar la ciudad el 5 de junio. A finales de junio vuelve de nuevo a tomar la plaza el revolucionario de la coqueta atacando al 10º Regimiento de caballería a las órdenes de Gabriel Cuevas quien estaba seguro de que en el momento oportuno contaría con refuerzos. Las tropas de Amaro atacaron por los rumbos de La Charanda y La Cruz y 241

Ibídem. 195


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hacen que las fuerzas gobiernistas tengan que replegarse y luego huir pues se enteraron que estaba cortada la comunicación ferroviaria y no podían esperar refuerzos. Durante 1913 y 1914 la ciudad pasa de unas a otras manos. En una de esas acciones llega a Uruapan la 2ª División del Noreste cuya columna expedicionaria comanda el general Francisco Murguía quien el 20 de diciembre decreta la emisión de billetes por un millón de pesos, de circulación forzosa, y con valor de 1 y cinco pesos. Se lanza en septiembre de 1916 por Uruapan la candidatura al Congreso Constituyente el coronel José Álvarez y su suplente Vicente Medina Domínguez que naturalmente obtienen el triunfo. Es el tiempo en que empiezan a asolar el rumbo los bandoleros al estilo de "el Tejón" Jesús Zepeda, el Chivo Encantado y el mismo Inés Chávez García, quienes especialmente hicieron sentir su presencia a los dueños de las haciendas de Tierra Caliente. El poeta uruapense Juventino Herrera nos ha dejado en su "Romance del Ausente" una breve reseña de lo que fue para Uruapan la revolución: "Ni Amaro el de la arracada en tiempos de la Revuelta, que al buen cura Sandoval unía amistad muy sincera, por lo que a muchos contrarios libertó de muerte horrenda ni el torvo Chivo Encantado un cobarde en la contienda que ebrio de sangre inocente mataba a gente indefensa; ni Mastache que burlaba los furores de la guerra ni el feroz Chávez García, ni el Tejón el de Taretan; ni Cíntora, ni Moreno que conquistaba a la fuerza las plazas entre el incendio y entre gritos y blasfemias: 196


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Plazas en las que adelante diciéndose coronela en su penco bien montado entraba María la Prieta orgullosamente altiva luciendo sus carrilleras… ¡Sí, todos esos centauros de la fratricida guerra, no te hicieron tanto daño como la gente de fuera que habla de revolución y en su interior la detesta!"242 De una u otra forma están relacionados con Uruapan varios jefes revolucionarios de estos años a empezar por el general Marcos V. Méndez, Joaquín Amaro, Juan Espinosa y Córdoba, Martín Castrejón, Rentería Luviano que impuso también préstamos forzosos a la población, Inocencio Lugo, Jesús Cíntora, Alejo Mastache, Benigno Serratos, Ireneo Rauda y otros. EL GRAN PARTIDO LIBERAL SOCIALISTA que se organiza por el año de 1917 para sostener la candidatura a la gubernatura del general Francisco J. Múgica encontró partidarios en la Ciudad que encabezaron J. Jesús Ramírez Mendoza, Arturo Soto Reyes, Miguel Mora y José García Chapina quien fue postulado por sus adherentes a la presidencia municipal. La actividad principal se realizaba entre los obreros de "La Providencia" y para 1918 se suponía contaba el Partido con 1,200 miembros contra 800 que se atribuían al Partido Liberal de oposición que a nivel estatal presentaba como candidato a la gubernatura al Ing. Pascual Ortiz Rubio. Una serie de reveses políticos los fue desintegrando y más cuando su jefe en el Estado asumió por otros quehaceres a nivel nacional. La división interna del mismo impedía acciones en más profundidad dado que el grupo de Uruapan tenía malas impresiones de algunos de los pro-hombres como Isaac Arriaga. Se mostraron desde luego activos en la candidatura del 242

Herrera, Viejo Arcón, pp. 28-29. 197


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general Álvaro Obregón que estuvo en la ciudad el 24 de diciembre de 1920 encomendándosele el discurso al joven licenciado Mora Velázquez.243 Heraclio Barragán era el presidente del Centro Liberal Socialista de Uruapan y su secretario Rafael Cano, quienes junto con los anteriores miembros serán activos en la política local ocupando sucesivamente la presidencia municipal. Recorriendo los nombres de las autoridades municipales de Uruapan admira la brevedad de permanencia en los puestos públicos; tremenda lucha se libraba en la ciudad. El periódico moreliano "El Orden" del 27 de marzo de 1920 daba cuenta de que el Ayuntamiento se resistía a admitir a Heraclio Barragán en lugar de Jesús Ceja Barajas, otro de los políticos locales. Una idea de la intranquilidad referida nos la da la lista de presidentes municipales de estos años: Del 1° de enero al 8 de octubre de 1917: Eloy Medina González. Del 9 de octubre al 11 de diciembre de 1917: José García Chapina. Del 12 al 31 de diciembre de 1918: Carlos Mendoza. Del 1° de enero al 4 de junio de 1919: Jesús Quezada. Del 5 de junio al 31 de diciembre de 1919: Enrique Santacruz. Del 1° de enero al 7 de mayo de 1920: Homobono T. Portugal. Del 8 de mayo al 14 de mayo de 1920: Heraclio Barragán. Del 15 al 17 de mayo de 1920: Silviano Mendoza. Del 18 al 19 de mayo de 1920: Jesús Ceja Barajas. Del 20 al 22 de mayo de 1920: Silviano Mendoza. Del 23 al 31 de mayo de 1920: Jesús Ceja Barajas. Del 2 de junio al 12 de octubre de 1920: Jesús Morales. Del 13 de octubre al 31 de diciembre de 1920: Heraclio Barragán. Del 1° al 8 de enero de 1921: José Bejarano Armas. Del 9 de enero al 16 de febrero de 1921: Crescencio Armas. Del 18 al 27 de febrero de 1921: Silviano Mendoza. Del 28 de febrero al 3 de marzo de 1921: José Bejarano Armas. Se van sucediendo Rafael Cano Vargas, José Arredondo Tena, Bejarano Armas, Alfredo Álvarez Treviño, Melchor Ortega, José 243

AMA (El Colegio de Michoacán). 198


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Álvarez, Alfonso Navarro Onderete, Miguel Mora Velázquez, Miguel Borja, José Sandoval, Arturo Chávez, Joaquín Cano. Algunos de ellos se repiten con frecuencia en los cortos periodos en que se van intercambiando los poderes. NO FUE TRANQUILA la década de los veinte por lo que se puede deducir de los datos anteriores, la ciudad había sufrido con la revolución como el resto del estado. El ser centro ferroviario la había distinguido con más frecuentes ataques en la época violenta y ahora la hacía centro político de importancia a donde llegaban con obligada regularidad los candidatos a la Presidencia de la República, al gobierno del Estado y la conmovían las campañas de sus propios políticos que querían llegar al Congreso local ó a la Cámara Federal. Armó revuelo en la ciudad la presencia, por el año de 1925, del general Plutarco Elías Calles que venía a asistir al matrimonio civil del hijo de doña Rosa Treviño de Hurtado, quien casaba con una hija de un residente belga en la ciudad desde los años de la intervención, Carolina Beaurain, matrimonio que tuvo fin pocos años después con la muerte de Mariano Hurtado, el novio. Se siguió contando durante muchos años de la llegada del tren presidencial, de los invitados a la rumbosa ceremonia, del banquete en la plaza municipal y de la presencia de algunos oficiales como el jefe del Estado Mayor, el entonces coronel Lázaro Cárdenas, quien significaría tanto para la posterior vida de Uruapan. De las revueltas del tiempo llegaban chicoteadas a la ciudad como el tiroteo librado entre los delahuertistas y las tropas federales el 22 de enero de 1924 ó la breve entrada de los cristeros el 18 de agosto de 1928, pero no dejaron más huella que un poco de susto ya que la ciudad se mantuvo al margen. La población había subido en 1921 a 19,526 habitantes y en esta década alcanza los 23,976. Las huertas seguían siendo el principal atractivo de la ciudad en el homenajear a los huéspedes distinguidos, a los turistas que empezaban a llegar y servían también para celebrar santos, bautismos, bodas o fiestas con cualquier pretexto. Seguía teniendo la primacía la Quinta Ruiz, a la que seguían la Quinta Hurtado, el Vergel del Dr. Treviño que por esos años se intentaba fraccionar, la Charanda de Eduardo Chávez, la Camelina de José Aceves, los Cedros 199


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de los Hurtado, San Pedro de Ignacio y Luis Valencia, la de Chapina por el camposanto y otras muchas. INQUIETUDES POLÍTICO SOCIALES dan nacimiento a "El Luchador" que nace como periódico sindical a principios de 1932, sugerido por el líder Miguel Rincón quien invitó a los empleados de comercio y de otras empresas particulares a agruparse para apoyar la lucha sindical. Eran las postrimerías del cardenismo en Michoacán antes de que don Lázaro alcanzara la relevancia nacional de los próximos años. Dirigían el periódico José Rueda Herrera y J. Jesús Orozco, Santiago Guzmán y Pablo Zulayca. A través de sus páginas podemos seguir la vida agitada de esos años y las principales corrientes que cruzan la ciudad, su progreso lento pero constante. Desde el primer número hace su aparición la campaña nacionalista que invade el país con cierta tendencia antijudía. Los diputados al Congreso del Estado serían Rosendo de la Peña y Miguel Rincón. En febrero de 1932 se celebra el primer Congreso Agrario en el Teatro Juárez al mismo tiempo que se daba cuenta de la exposición viajera de productos nacionales. Junto a este periódico se publica en Uruapan "El Proletario" con cierta rivalidad entre los dos pues los del grupo de Rueda no aceptan ser llamados comunistas. Una serie de asesinatos políticos van a conmover a la población empezando por los de Miguel Rincón y Genaro Rodríguez; mucho se atribuye en estos crímenes a la política anticardenista del general Benigno Serratos. La muerte de Rincón a quien se le tributan honores de mártir obrero, es motivo para la exaltada oratoria de Pedro Díaz Leal, que encuentra eco en la prensa nacional pues allá se le atribuyen acusaciones contra el clero y el capital, dándole un marcado carácter subversivo. En años posteriores será asesinado el folclórico general Ireneo Rauda y otros personajes de la vida local, asesinatos que indican lo difícil de los tiempos en la política y lo comprometido en ella de muchos uruapenses, entre los que destacará Roberto Cerda Espinoza. La presencia de los generales José Tafolla y Félix Ireta en la ciudad se hará sentir por el impulso material y cultural que promueven. Problemas particulares de estos tiempos son los relativos al Hospital Civil que se comprueba insuficiente, los múltiples problemas con la compañía de luz que hace a los uruapenses unirse en busca de 200


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una solución al problema. Se pavimentan las calles a partir de la Avenida Juárez, se levanta monumento a Zapata en el centro, se dan pasos para establecer la escuela secundaria, hay escándalos continuos en la zona de tolerancia, un hecho que conmueve a la ciudad es la muerte de Ma. Teresa Hernández, ocurrida en el "Valle de las Delicias", en que fue parte el médico militar Pedro Torres Enríquez. Se busca dar solución al problema de los incendios comprando mangueras para combatirlos y organizando el cuerpo de bomberos. Se establece la competencia al teatro-cine Juárez, regenteado por Francisco M. Sabater, con el establecimiento del cine Odeón de J. Jesús Fernández; se recogen noticias de todo el rumbo sobre los enfrentamientos entre agraristas y guardias blancas, los cristeros hacen todavía su aparición, pero sin llegar a Uruapan. Se construye una carretera a la cima del cerro de La Charanda, se oye hablar de plagios entre los que destacó el del profesor José Izazaga. Se organiza el comité para ayudar a los repatriados de Estados Unidos en los años de la depresión, se exige a los empresarios de los cines la exhibición de películas en español. Se establece un servicio de tren diario de ida y vuelta a México, se habla de la posibilidad de tener comunicación aérea y mejorar el servicio telefónico. Aparece por estos años la publicación satírico-jocosa de Bernardo Quezada, "El Tecolote". El Hotel Progreso es el centro festivo de la ciudad y origen de muchos escándalos en la sociedad distinguida mientras éstos no faltan en las cantinas, salones y burdeles que proliferan en rumbos de la ciudad bien determinados hasta el día de hoy. En la colonia proletaria por excelencia, la Ramón Farías, hay siempre truculentas noticias que ayudan a aumentar la circulación del periódico.244 EL CENTENARIO DE LA FUNDACIÓN de Uruapan fue buen motivo para recordar la tradición y estimular a los uruapenses a la búsqueda de la paz y la concordia y buena falta hacía, pues desde hacía algunos meses grupos contrarios se habían apoderado del edificio de la Guatapera, por una parte la Federación Única de la Región de Uruapan y por otra la Federación Autónoma de Trabajadores, llamados los de "La Única" y los "de la Autónoma", quienes por la fuerza querían hacer valer mejores derechos en el monopolio de las 244

El Luchador, semanario de información y variedad, 1932-1938. 201


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fuerzas populares e indígenas. La Guatapera había sido en el correr de la historia de la ciudad como el lugar distintivo de la población y servía de termómetro a la armonía y unificación de las fuerzas positivas en el mejoramiento de la ciudad. De diez años antes nos ha quedado una descripción que nos habla del estado de abandono de tal establecimiento, nos la da don Eduardo de Heredia en la biografía de fray Juan de San Miguel: "De las dos capillas pertenecientes al Hospital, la de la Purísima Concepción fue derribada hace treinta y cinco años (escribe en 1925) y la del Santo Sepulcro está por desaparecer, pues se halla en estado de ruina y el día que esto suceda no solamente Uruapan sino el Estado de Michoacán y la República entera perderán en ella un tesoro artístico de incalculable precio. Del edificio del Hospital quedan aun corredores de tres metros de anchura por veintiuno y medio metros de longitud sostenidos por diez columnas de piedra cuyos fustes son de una sola pieza. En la base de la segunda columna del corredor del poniente está grabada la fecha de 1781, que parece indicar el año en que fue verificada alguna restauración en el citado corredor. De las puertas y ventanas primitivas se conservan en el corredor del norte, tres pequeñas puertas con arco de medio punto (una de ellas clausurada), y una ventana encuadrada por un marco de piedra labrada, de forma original y con interesante y rara ornamentación. En este corredor del lado norte hay unos aposentos sin más techumbre que el tejado y en el ángulo noroeste se encuentra una pieza en que los encargados del Hospital conservan algunas antiguas imágenes que pertenecieron a la capilla derruida. En el corredor del lado poniente fueron bárbaramente destrozadas dos puertas y dos ventanas de la misma antigüedad y estilo que las descritas y con el fin de dar tres habitaciones en arrendamiento han sido abiertas cinco puertas a la calle de Don Vasco de Quiroga. En el centro del patio del Hospital se levanta sobre una mutilada base de cantera una gran Cruz de piedra labrada en dos secciones… Causa profunda desolación y tristeza la contemplación de tan veneradas ruinas, que no tanto son obra de la inexorable mano del tiempo, cuanto de las ineptas manos de hombres carentes de cultura y de amor patrio".245 245

Heredia, Fray Juan de San Miguel, pp. 15-16. 202


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Para las fiestas centenarias se publicó en entregas el libro de Eduardo de Heredia, se proyectó una feria ganadero-agrícola a verificarse del 10 al 20 de diciembre, se presentó el entonces famoso torero michoacano Chucho Solórzano, se eligió reina entre las candidatas Lupita Martínez, Cholita Villicaña, Lilia Hurtado, Bertita Espinoza y Maruca Murguía, resultando favorecida la primera. El día 9 de diciembre se iniciaron las fiestas con una velada literario-musical en el teatro Juárez. El día 10 se inauguraba la exposición de la plaza principal, se descubría una placa conmemorativa en el Hospital y en la noche hubo combate de flores y confeti con serenata. El resto del programa a desarrollar contaba con un concurso de músicas típicas, danzas y bailes, juegos del deporte en boga, el béisbol, en el campo deportivo "Uddusa", carreras de caballos, corridas de toros, bailes de las canacuas, concurso de tiro al blanco, excursiones a la Tzaráracua que por estos años estrenaba un elevador, juegos atléticos en la plaza de fray Juan de San Miguel, carros alegóricos, jaripeo a cargo de la Asociación de Charros de Uruapan y elegante baile. "Todas las noches habrá serenatas y lucidos fuegos pirotécnicos, así como peleas de gallos y otros juegos permitidos por la ley. En la forma anterior — concluía el reportero— es como Uruapan evocará la memoria del ilustre varón fray Juan de San Miguel, que hace cuatrocientos años le fundó".246 LÁZARO CÁRDENAS es benefactor de Uruapan desde que por estos años se presenta como candidato a la presidencia de la República y luego obtiene ese cargo. A él se debe la reiniciación de los planes para llevar a cabo el viejo y soñado proyecto del ferrocarril a Apatzingán y Zihuatanejo. Una invasión de trabajadores vino a perturbar la ya poco tranquila vida de la ciudad; fue sin embargo una importante derrama de dinero que benefició en gran medida a los propietarios de cantinas y casas de asignación, aunque también a los comerciantes, fonderas y hoteleros. Un segundo gesto del general presidente fue la compra de la Quinta Ruiz que, a propuesta del Ing. Miguel Ángel de Quevedo, debía declararse Monumento Nacional; un donativo de 15 mil pesos viene al encuentro de la urgente necesidad que la ciudad venía 246

El Luchador, 10 de diciembre de 1933. 203


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experimentando de un hospital que relevara al viejo "Mariano Matamoros" del siglo pasado. La euforia cunde en la población y hay un clima generalizado por cuidar las bellezas de las huertas de la ciudad que ahora se ven amenazadas por el deseo de hacerlas otros tantos fraccionamientos ante el rápido incremento del valor de la propiedad. A iniciativa del mismo Miguel Ángel de Quevedo se establece en la ciudad la Escuela de Guardería Forestal y se sueña con poner estanques piscícolas en los tanques del Cupatitzio, trayendo para el efecto técnicos japoneses. El 3 de febrero de 1937 firma el general Cárdenas un decreto declarando la veda forestal por un periodo de 20 años; en lo relacionado con Uruapan se declaraba "Zona protectora forestal vedada… por el norte del cerro de Cherenguarán al cerro de la Alberca, al cerro Colorado prosiguiendo los linderos hasta Zirimícuaro; por el sur, de Zirimícuaro a la Tzaráracua y por el occidente de la Tzaráracua al cerro Chino continuando los linderos hasta el punto de origen", quedaban comprendidas 13,664 hectáreas en que estaría "prohibida la explotación comercial de los bosques así como el ensanchamiento de los cultivos agrícolas".247 Una serie de movimientos políticos acompañaba en la ciudad esa presencia preferencial de Cárdenas que aprovechaba diversas oportunidades para venir a visitar a sus amigos uruapenses que le organizaban espléndidas recepciones encabezadas por la logia local "Mártires de Uruapan". Se invita a visitar Uruapan al Cuerpo Diplomático que ayuda a dar a conocer la ciudad a un nivel más amplio, alguna vez se facilita la venida de la orquesta típica "Lerdo de Tejada". Es clima propicio para organizar el grupo Radical Socialista de la Región de Uruapan, la ciudad ayuda con entusiasmo al pago de la deuda por la expropiación petrolera con el comité "Pro recuperación nacional"; se celebra el V Congreso agrario e indígena de la región, el Congreso de estudiantes socialistas y la unión de maestros elabora en 1936 estatutos que regirán a la "Avanzada Magisterial Revolucionaria de la octava zona escolar del distrito de Uruapan". Mientras tanto se siguen realizando obras de beneficio colectivo y se termina de organizar la nueva nomenclatura de la 247

Ibídem, marzo 7 de 1937. 204


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ciudad pasando a la historia los nombres tradicionales de algunas calles: La Hortensia se convierte en Hidalgo, la Aurora en Aquiles Serdán, la del Olvido en Felipe Carrillo Puerto, la del Desierto en Revolución, la de Pradera en Colón, la del Salto en 20 de Noviembre, la del Venado en Artículo 123, la de San Pedro en Jesús García, la de la Paz se convierte en la Francisco I. Madero, la de los Tiquiches es asignada al profesor Juan Ayala, político local muy recientemente desaparecido (el 19 de noviembre de 1934), quien "la mayor parte de su vida la dedicó a la enseñanza de la niñez de este lugar", según rezaba el elogio fúnebre, la de la Lechuga se convierte en Abasolo, Belem en Jiménez, la de Amapolas en Dr. Miguel Silva, la de las Camelias en Av. Constitución, la del Mirador en Venustiano Carranza, la de Canoa Alta en 16 de Septiembre, la del Aguacate en Jesús Carranza, la del Juaquiniquil en Cuauhtémoc, la de García Pérez en Isaac Arriaga, la de Industria en Pino Suárez, la del Jazmín en Amado Nervo, la de Fernando Chávez en Justo Sierra y la de la Trinidad en Reforma. Las empresas madereras establecidas en la localidad no dejaron de hacer sentir su inconformidad con la veda que ponía legalmente coto a su explotación y así a través de los medios informativos se emprende una campaña para derogar el decreto; la principal empresa era la "Compañía Maderera y Resinera del Pacífico, S. A.", bajo la gerencia de don Gaspar Centeno, quien procuraba mostrarse espléndido regalando madera para construir alguna aula de escuela; mientras las comunidades indígenas siguen sufriendo presiones en la explotación de los montes como la del cerro de la Cruz hecha por Ramón Núñez. La Compañía maderera de J. Antonio Márquez y Cía., era también empresa activa en tratar de frustrar la legislación.248 EL BALANCE ECONÓMICO de estos años nos lo ayuda a hacer el inspector fiscal don Pedro M. Llaca en su estudio sobre Uruapan donde señala las posibilidades enormes que el futuro le ofrece en el ramo de los frutales y la urgencia de adoptar nuevos métodos en la agricultura utilizando los abonos. Sobre la veda forestal el inspector se declara pesimista pues ha sido testigo de la explotación fraudulenta 248

Ibídem. 205


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que ha hecho evadir los impuestos y arrasar el bosque, lo que sucede —según él— por falta de suficiente vigilancia y de un total descuido de las autoridades locales; el problema ejidal agrava la dificultad de proteger el bosque: "Tantos los montes como las tierras laborables han sido repartidos en ejidos; los primeros los proporcionan de inmediato sin más esfuerzo que el del corte y acarreo y en la mayoría de los casos ni aun eso para el ejidatario porque éste vende su parcela de monte a cualquier explotador de maderas y obtiene enseguida el dinero necesario que no le sirve para otra cosa más que para fomentar sus vicios quedando después sumido en una miseria mayor aun y sin los menores deseos de trabajar".249 Desconsolado el inspector trató de volver los ojos a otros giros y encontró que efectivamente Uruapan tenía posibilidades industriales aunque muchas de ellas fueran íntimamente ligadas a la explotación forestal: aserraderos, carpinterías, fábricas de aguarrás, fábricas de muebles ó de cajas mortuorias. El resto de industrias que apuntaba señalaban las dos antiguas fábricas de hilados, seis fábricas de aguardiente (La Charanda, Uruapan, La Perla, Eréndira, Cupatitzio y Los Riyitos), que con el común nombre de "Charanda" distribuía por la ciudad, la región, el Estado y el país 549,400 litros anuales de licor. Incipientes los ramos de productos cítricos, de elaboración de chocolates, se iniciaban, en la ciudad giros requeridos por la modernización como los talleres de acumuladores, las vulcanizadoras ó las gasolineras. Con buen ojo don Pedro M. Llaca apuntaba ya la importancia que podría tomar en la región la elaboración de productos cítricos utilizando los terrenos extraordinarios de Tierra Caliente. Se habla en su informe del reciente establecimiento de un vivero forestal que podría favorecer ese desarrollo frutícola que debía producirse fuera del clima frío de Uruapan y redundaría en beneficio de los uruapenses. La parte comercial era importante para Uruapan en ese iniciar la década de los cuarenta pues bien lo hace notar Llaca cuando advierte: "Es Uruapan una de las principales plazas comerciales del Estado, después de la Capital, porque constituye la puerta de entrada y salida 249

Llaca, Pedro M. Michoacán, t. II, p. 30. 206


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para la rica Tierra caliente michoacana del suroeste ó sean las regiones de Taretan, Lombardía, Nueva Italia, Apatzingán, etc., y porque a ella afluyen multitud de indígenas de los alrededores para intercambio comercial de sus productos y manufacturas".250 El giro comercial pormenorizado señalaba para entonces 14 tiendas de abarrotes, 10 boticas, 27 carnicerías, 76 cantinas, 12 salones de billar, 186 tendajones, 6 zapaterías, 4 gasolineras, 2 cines, 3 cabarets, 7 hoteles, 4 mesones, 3 peluquerías, 9 restaurants, 7 baños, 12 expendios de pulque, 4 neverías, 3 relojerías, 2 salones de belleza. Y el resto, de agencias de bicicletas, autos, refaccionarias, paleterías, peleterías y otros giros más. El tren significaba un ingreso comercial importante para la ciudad pues hasta antes de 1938 era el medio de acceso único que había venido a tener la competencia de la reciente carretera de Carapan que unía a Uruapan al eje México-Morelia-Guadalajara. El principal movimiento del ferrocarril, por estos años, era el transporte de arroz, de ajonjolí, de cascalote, de brea, de aguarrás, de fruta (limones principalmente) y en menores cantidades de café, cacahuate, piloncillo, sal, trigo, parafina y otros productos.251 Las potencialidades en producción eléctrica del cauce del Cupatitzio no dejan de ser anotadas por el inspector y se refiere particularmente a la construcción de la Planta Hidroeléctrica de Zumpimito que proyecta la Comisión Federal de Electricidad y que se plantea en franca competencia con las antiguas plantas de San Juan y San Pedro que había comprado la Compañía Eléctrica Morelia y tenían una fuerza de 1 000 H. P.; la nueva planta se planea con una capacidad de 6 000 K. V. A. En cuanto a las instituciones de crédito se nos habla de que había funcionado en la ciudad hasta el año de 1910 una sucursal del Banco Nacional de México que se suprimió durante mucho tiempo. Una corresponsalía a cargo de comerciantes locales fue lo único que se tuvo hasta que en marzo de 1941 se vuelve a establecer agencia. Sigue analizando don Pedro otros renglones como la salud, la educación, el turismo y las comunicaciones para venir a dar un informe del aspecto 250 251

Ibídem, p. 34. Ibídem, p. 36. 207


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hacendario, objeto de su visita, que daban un ingreso de 37,448 34 en el año fiscal de 1940. Complacido de su estancia en la ciudad lamenta sólo el descuido de las gentes en procurar atraer al turismo y deja su muy particular impresión: "La quietud de la población se ve interrumpida, en forma que altera cualquier sistema nervioso, por unos magnavoces anunciadores colocados en cada uno de los tres jardines centrales con que cuenta la población, lo que es imposible dejar de oír, aun obstruyendo los conductos auditivos con algodón, porque trabajan a la más alta sonoridad que les es posible. "Otro de los graves inconvenientes, que causa verdadera repugnancia en un lugar como éste, es la gran inmundicia en que se encuentra el centro de la población debido a la falta de mercados, a la ninguna limpieza de las calles y a los excusados públicos que se encuentran en algunos lugares muy céntricos".252 Hablaba de 1941. LA CREACIÓN DE EJIDOS y su dotación definitiva en el municipio de Uruapan corresponde en muchos casos a estos años; con el nuevo sistema llegan a su término muchos de los latifundios del rumbo, aunque seguirá presente en gran medida la propiedad particular pues según el V Censo Agrícola Ganadero y Ejidal de las 394,043.9 hectáreas, 371 007.8 pertenecen a 664 particulares siendo el resto de 16,957.8 hectáreas la que se ha repartido entre 1,242 ejidatarios. Algunos de los ejidos tomaron el nombre de las antiguas haciendas repartidas, en orden de antigüedad señalamos la extensión y fecha de posesión definitiva de los distintos ejidos que el referido censo menciona: El ejido de Zumpimito se constituyó con tierras de D. Dante Cusi, de La Loma de Epitacio Murguía y algunas del antiguo barrio de la Magdalena, con una extensión de 607.6 hectáreas repartidas entre 63 ejidatarios, el 27 de febrero de 1939. El ejido de la Basilia se dotó con 793.1 hectáreas repartidas entre 362 ejidatarios y se constituyó como restitución a la ranchería existente, el 13 de abril de 1939. El ejido de Tiamba con 681.6 hectáreas se repartió entre 49 ejidatarios, el 1° de mayo de 1939. 252

Ibídem, p. 41. 208


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En esa misma fecha se constituyó el ejido de Toreo el Alto con 1,195.2 hectáreas repartidas entre 72 ejidatarios. El ejido de Zirapóndiro tuvo 523 hectáreas repartidas entre 34 ejidatarios dándosele posesión definitiva, el 1° de mayo de 1939. El de Santa Catarina ó Tejerías tomó las tierras de la hacienda del mismo nombre y gozó de una superficie de 519 hectáreas para 31 ejidatarios que entraron en posesión el 20 de diciembre de 1939. El ejido del Sabino que perteneció últimamente a los BautistaPérez y Cía., constó de 1,328 hectáreas que se repartieron entre 64 ejidatarios, el 6 de enero de 1940. El ejido del Terrero con 484 hectáreas repartidas entre 34 ejidatarios se entregó el 12 de febrero de 1940. El ejido de Cherenguarán tuvo 764 hectáreas repartidas entre 21 ejidatarios, el 3 de mayo de 1940. En años posteriores se hará el reparto de los ejidos de Jucutacato y su anexo la Cañada con 2,041.5 hectáreas repartidas entre 61 ejidatarios, el 20 de agosto de 1944. El ejido de la Quinta con 1,046.7 hectáreas repartido entre 179 ejidatarios, el 2 de junio de 1948. La comunidad de San Francisco cuyo fundo de más de 5,000 hectáreas superaba lo que pedía la repartición ejidal tuvo que promover una restitución que la dotó en el sistema ejidal de 6,598.7 hectáreas repartibles entre 462 ejidatarios, el 23 de febrero de 1950. El ejido de Corupo, finalmente, con 375.4 hectáreas es el de más reciente creación pues sólo hasta el 2 de junio de 1969 se repartieron dichas tierras entre 110 ejidatarios. La constitución de nuevos municipios ha puesto fuera del de Uruapan los restantes ejidos que al tiempo de la primitiva repartición aparecían dentro de sus términos, es el caso de los ejidos de Arandín, Carátacua, el Guaco, Matanguarán, Valle de los Reyes y Zirosto. Por los datos anteriores se podrá notar que la repartición ejidal fue mínima en el distrito municipal de Uruapan lo que luego tendrá consecuencias en el crecimiento de la misma ciudad de Uruapan y en el auge que en los días presentes ha tomado el cultivo de productos tan rediticios como el aguacate.

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CAPÍTULO XI URUAPAN CONTEMPORÁNEO

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que hemos venido narrando nos ha traído hasta la época contemporánea de la que muchas gentes han sido testigos y actores; resulta difícil para el historiador que la estudia en tan estrecha perspectiva tener una apreciación adecuada para seleccionar de ella lo significativo, la abundancia de hechos parece hacernos perder el hilo conductor; una ciudad que se transforma haciéndose enorme en población, multiplicando sus recursos, encontrando nuevas perspectivas económicas y convirtiéndose en el entrecruce de muchos caminos de un Michoacán en marcha, dificulta el trabajo de síntesis y diagnóstico. Algunos hechos, sin embargo, se imponen como ruta para allegar materiales que permitan al historiador futuro relatar la historia que para nosotros es presente, aunque cubra un periodo de más de cuarenta años: EL VOLCÁN DE PARICUTÍN está como doloroso principio de los tiempos nuevos. El día 20 de febrero de 1934, a las 17.30 un indígena de la comunidad de San Salvador Paricutín fue solitario testigo de la aparición de un nuevo volcán. Desde principios de febrero, o quizá antes, los habitantes de la no muy pacífica ciudad que salía de la decena de los treinta y se internaba en los cuarenta, con el agobio de la guerra mundial y la intranquilidad política en su seno, empezaron a comentar la novedad de temblores cada día más frecuentes que los hicieron recordar los sufridos en la década anterior y un buen día vieron llover ceniza que cubrió con rapidez los techos de las casas, ensombreció la tarde y puso una capa opaca al brillo de las hojas de los árboles en las huertas. Poco a poco fue invadiendo la noticia de la aparición del volcán y el pánico se apoderó del pueblo. De informar más ampliamente sobre el extraño fenómeno para la mayoría de la población, se encargaron los periódicos, la radio y el comentario constante de la gente que decía lo que le habían contado ó su imaginación le ponía en mente; el temor y la incertidumbre A HISTORIA

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anidaba en los más, ¿sería el fin de Uruapan? La curiosidad de miles de personas que llegaban en el tren, se hacían transportar en camiones de redilas para continuar a lomo de mula hasta donde se verificaba el fenómeno, hizo que los uruapenses se unieran a los extraños y fueran a enterarse por sus propios ojos de lo que era un volcán. La economía de la región sintió la derrama especial del turismo y los comerciantes empezaron a ver el lado bueno de las cosas, mientras que el resto de la población no lograba hacerse idea exacta de lo que el futuro le escondía. Grupos de extranjeros, equipos de científicos, caravanas de curiosos habían impuesto una nueva presencia al rumbo y a la ciudad. El volcán arrojaba humo, lanzaba bombas y un río de lava avanzaba inexorablemente sobre los bosques vírgenes de Parangaricutiro llegando en poco tiempo hasta las orillas del famoso pueblo del Santo Cristo Milagroso. Las poblaciones aledañas tomaban conciencia del terrible desastre que se avecinaba y los extraños los sacaban de su ensimismamiento al advertirles de la necesidad de emigrar dejando sus hogares, sus muertos y su pasado. San Salvador había desaparecido, San Juan estaba a punto de ser ahogado por la lava, pero la amenaza se cernía sobra Angahuan, Zacán, Zirosto y nadie sabía todavía si también haría emigrar a San Lorenzo, Corupo, Charapan, San Francisco Peribán… Trágicas fueron esas migraciones en busca de nuevos hogares que tomaron a Uruapan como camino y la ciudad volvió a renovar su tradición de lugar de refugio que casi había olvidado. La hacienda de Santa Catarina dio acogida a los que huían de Paricutín, la hacienda de los Conejos albergó a los que se desplazaron de San Juan de las Colchas viniendo a nacer dos nuevos pueblos a pocos kilómetros de Uruapan. Las viejas trojes volvieron a ser desmontadas y montadas, la solidaridad que dieron acogida provisional en sus casas a sus amigos indígenas de los pueblos afectados mientras encontraban asiento definitivo y de ellos muchos se quedaron en la propia ciudad que todavía ignoraba su propia suerte ante un seguir el volcán en actividad y contemplarse la ruina de los bosques y de los campos agrícolas que habían quedado cubiertos con gruesa capa de ceniza y arena. 211


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La curiosidad había hecho camino por Uruapan y paradójicamente la ciudad tuvo en el volcán uno de los primeros impulsores de su progreso y desarrollo moderno descubriéndose la riqueza de la moderna industria turística, los hoteles tuvieron que multiplicarse, aumentó la demanda alimenticia en restaurantes, fondas y puestos de antojitos, el comercio tuvo su primer gran auge después de la revolución. Al término de la Segunda Guerra Mundial, que había valorizado la producción agrícola del rumbo, aquella enorme población que se había estacionado sin futuro en la ciudad, encontró un gran cauce en la contrata de braceros que fueron a los Estados Unidos, estableciéndose allí uno de los reenganches para alistar brazos, lo que hizo llegar a Uruapan nuevas caravanas de gentes en la ilusión de El Dorado americano. LA COMISIÓN DEL TEPALCATEPEC que se fundara por decreto presidencial del 1° de mayo de 1947 hizo a Uruapan capital de un inmenso territorio de 18,000 kilómetros cuadrados que debía atender el desarrollo de la Cuenca del Tepalcatepec. El 1° de agosto iniciaba sus actividades bajo la dirección del general Lázaro Cárdenas quien pronto fijaría la sede del organismo en la ciudad de Cupatitzio iniciando un enorme programa de desarrollo económico, social y educativo de la zona de Tierra Caliente que tanto lo había obsesionado. Varias razones, además del cariño del general por la ciudad, convencían de que Uruapan tenía que ser el centro de tan importante obra: mejores posibilidades de servicios públicos y privados, la más alta población de la cuenca, mejores establecimientos comerciales que de antes acaparaban un alto porcentaje del comercio de la zona, mejores comunicaciones incluidas las aéreas, las mejores escuelas para los hijos de los empleados residentes quienes venían a pasar los fines de semana con sus familias, el incomparable clima que lo hacía ciudad residencial ideal, los mejores servicios para atender la salud. Y Uruapan tuvo que salir del paso tradicional de desarrollo para dar acogida a la demanda, Cárdenas mismo estuvo atento a que la ciudad se modernizara, adquiriera y ampliara sus recursos educativos, aumentara sus posibilidades económicas, aceptara el nuevo ritmo de progreso y desenvolvimiento: se ampliaron calles, se inauguraron centros educativos, se hermoseó su aspecto, organizó sus servicios; 212


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todas etapas indispensables que se tradujeron en avenidas, ampliación de plazas, construcción del hospital, erección de secundarias, preparatorias y la Facultad de Agrobiología de la Universidad Michoacana, arreglo del Parque Nacional, construcción de hoteles y nuevos barrios residenciales. De las tierras abiertas a la irrigación en Tierra Caliente tocó a los uruapenses buena parte, despertó en ellos la vieja vocación de hacendados. El valle de Apatzingán tenía el ejemplo de los Cusi y fue lugar de un milagro económico con cultivos agrícolas de alto rendimiento como el de los cítricos, del algodón y el melón. Estratégicamente situada, Uruapan supo aprovechar la oportunidad de mejorar su economía y fueron sus hijos en gran medida los que impulsaron el auge industrial y agropecuario de las nuevas tierras mientras que su comercio hizo filial al de la ciudad de la Constitución. Fábricas de cítricos, despepitadoras, empacadoras ó comercios de Apatzingán encontraron en el dinamismo uruapense una firme base. Una ligera idea de lo que el trabajo de la Comisión del Tepalcatepec supuso para esa amplia zona del occidente centro y sur del Estado nos la puede dar el que las 12 hectáreas que se cultivaban de algodón en 1950 se convirtieron en 4,100 en 1960 y llegaran a 42,000 en 1965.253 En el año de 1960 la Cuenca del Tepalcatepec pasó a ser parte de la Comisión del Río Balsas por decreto del Congreso de la Unión y ésta se organizó en Alto, Medio y Bajo Balsas, perteneciendo la antigua Cuenca a esta última sección. La amplitud de la nueva zona hizo que don Lázaro dejara su residencia habitual en la ciudad de Uruapan desde donde se desplazaba antes con relativa facilidad para atender los problemas de la Cuenca; situaciones nuevas de tipo político habían hecho cambiar también la relación íntima de los uruapenses con su benefactor. El cultivo del aguacate es un tercer renglón de gran importancia en la historia contemporánea de la ciudad. Del tradicional aprovechamiento del aguacate criollo de las huertas de la ciudad se pasó a la explotación racional y modernizada de un aguacate

Martínez Margáin, José Luis, La ciudad de Uruapan, Mich. Su desarrollo económico y perspectivas, p. 73. 253

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mejorado en nuevas clases: Hass, Fuerte, Bacon, Wurtz, Rincón, Azteca, Reed. "El beneficio a Uruapan con estas plantaciones consiste en que antes estaban cubiertas de bosques de pino, las cuales fueron desmontadas (y quedaron) como tierras ociosas expuestas a la terrible erosión enemiga de la población. Al ser plantadas con aguacate dichas áreas ociosas se logró la reforestación de las mismas con un bosque más alto en ingresos y del que se obtiene cosecha año tras año, a diferencia del bosque forestal. Las huertas de aguacate también, son factores climáticos, que además de conservar el suelo fértil en la colina, regulan las variaciones bruscas de temperatura y absorben el agua de las lluvias para alimentar los manantiales, cuyas aguas son el elemento vital para la agricultura".254 El incremento en la producción aguacatera de Uruapan y su zona de control hacen que merezca el calificativo de "capital mundial del aguacate" pues si en 1973 se consideraba que había plantados 200,000 árboles para el 1980 es seguro que se rebase el millón de plantas. La constancia de la producción, su alto rendimiento, la amplitud del mercado que ha alcanzado a Japón, Francia, Norteamérica, Canadá y otros países, hacen del cultivo del aguacate un renglón de los más sanos en la economía de Uruapan. Ha abierto un amplio mercado de trabajo para la población, si como parece hay que calcular el servicio de dos personas por hectárea de huerta en producción. En previsión de un desplome en el mercado por el aumento de cosecha de fruta fresca que ha cobrado gran auge en los municipios de Peribán, San Juan Nuevo, Tingüindín y Ario se debe estudiar "el desarrollo de programas e investigaciones para la industrialización del aguacate, su conservación en forma de pulpa, etc., así como la extracción de aceites que como materia prima sirvan a la industria de los cosméticos que tiene gran demanda".255 EL TURISMO es también importante capítulo en el auge económico de la ciudad de Uruapan, poseyendo bellezas naturales que lo hacen punto obligado de visita en Michoacán, se ha aumentado la posibilidad de encauzar hacia Uruapan la corriente turística 254 255

Ibídem, p. 80. Ibídem, p. 81. 214


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internacional con el acondicionamiento de albergues y restaurantes. El crecimiento hotelero ha transformado sustancialmente el antiguo cuadro de la década de los cuarenta en que había que escoger entre los hoteles Villa de Rosas, Mirador, París, Europa, Colón, Progreso y Palacio y la situación presente en que se cuenta con más de cincuenta hoteles y cupo superior a 3,000 personas, cinco por lo menos de ellos de primera categoría. De las sugerencias que José Luis Martínez Margáin hace para el desarrollo de la industria turística de la ciudad de Uruapan apuntamos las siguientes: "A fin de lograr una política adecuada en el aprovechamiento y conservación de los recursos turísticos es necesario el estudio de las intersecciones del desarrollo turístico y la ecología, lo que conduce a medidas legislativas y administrativas para prevenir la polución y conservación del patrimonio de la ciudad. "Se podría buscar la manera que los hoteles de Uruapan, de acuerdo a su categoría, pagaran una cuota anual a fin de conservar las bellezas naturales del Parque Nacional y de la Tzaráracua, en beneficio de ellos mismos… Otra de las principales políticas para el beneficio de Uruapan respecto al turismo es la que está enfocada a despertar la conciencia turística de los habitantes de la ciudad respecto a la significación económica y cultural que implica el turismo".256 Se hace necesario, según apunta el mismo autor, la integración de servicios de hoteles, moteles, trailers park, restaurantes, bares y centros nocturnos, salones de belleza, lavanderías, casas artesanales, agencias de viajes, guías turísticos, renta de automóviles, alquiler de caballos, con las líneas de autotransportes, ferrocarriles, camino que la Delegación de Turismo de la ciudad empieza a andar. La apertura de la carretera panorámica Pátzcuaro-Uruapan ha significado un fuerte impulso turístico para Uruapan. EL AUGE INDUSTRIAL DE LA CIUDAD ha venido a colocar a Uruapan en el segundo lugar en el Estado, a las tradicionales fábricas del siglo pasado y a las que ya existían antes de los cuarenta se han venido a agregar nuevos giros. El que en fechas recientes se haya logrado 256

Ibídem, p. 113. 215


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continuar el viejo proyecto del ferrocarril que une a Uruapan con la costa hará derivar hacia Uruapan mucho del auge económico que se avistó para Michoacán en la década de los ochenta con la siderúrgica Lázaro Cárdenas y la explotación cuprífera El Verde, además de beneficiarse con la mantenida explotación agrícola de Tierra Caliente. Uruapan se encuentra así situada en el eje de desarrollo industrial Uruapan-Apatzingán, Lázaro Cárdenas. Uno de los sueños del general Cárdenas fue la adecuada utilización de los potenciales forestales de Uruapan y su comarca, con el establecimiento de una fábrica de papel se va camino a una racional explotación del bosque, a ello debería continuarse con el establecimiento de industrias relacionadas con los productos maderables: fábrica de triplay, de aglomerados de madera, de muebles de madera, mejorar los empaques para frutas, productos derivados de la resina: jabones, veladoras, pinturas, barnices, lacas, etc. Es significativa la presencia de capitales uruapenses en las industrias de la ciudad, lo mismo que en el renglón hotelero. Ello inaugura un nuevo concepto para el capital de nuestra provincia que tiende a emigrar hacia las ciudades grandes especialmente México y Guadalajara, en lo que ha sido eficiente promotor el grupo financiero Fomento Industrial de Uruapan, A. C. El número de industrias instalado en Uruapan hasta 1975 era notable, pues el Centro Canacintra señalaba 166 con distintos capitales y en ellos bien representadas las del capital uruapense. Afronta un serio problema la ciudad para un amplio desarrollo industrial por la escasez de terrenos adecuados para la industria aunque esto se va solucionando con la habilitación de zonas hacia Taretan donde existen ya cuatro industrias: La Chocolatera Uruapan, S.A., Artifibras, S.A., Fibraco, S.A. y la Papelera Mexicana, S.A. EL AUMENTO DE POBLACIÓN es fiel reflejo de ese proceso acelerado que ha vivido la ciudad en estos últimos años. Uruapan ha pasado de los 23,976 que le señalaba el censo de 1930 a 37,541 en 1940. 1950 la encontró con 52,587 y en esa década alcanzó los 61,221 que registró el censo de 1960 para dar un tremendo estirón que hizo subir el censo de 1970 a los 102,649. Población debida no sólo al crecimiento natural sino también a la inmigración interna. Para el año de 1977 se 216


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calculaban 123,377 habitantes, haciendo notar que lo anterior revela a los entendidos una evidente prosperidad que coloca a Uruapan como una de las ciudades más favorecidas del centro de México al lado de León, Guanajuato. De 1971 a 1975 se registra el nacimiento de 25,256 niños. El cuadro de natalidad y mortalidad en Uruapan, Mich., que nos presenta José Luis Martínez Margáin es de por sí ilustrativo: Año 1960 1961 1962 1963 1964 1965 1966 1967 1968 1969 1970 1971 1972 1973 1974 1975

Nacimientos 3 644 3 684 4 055 4 100 4 200 4 133 4 117 4 100 4 156 3 888 4 116 4 421 5 582 5 313 5 232 4 708

Defunciones 817 965 954 951 956 934 1 074 993 1 041 1 094 1 134 1 211 1 294 1 284 2 056 1 235

Matrimonios 368 335 285 360 332 328 304 318 356 314 366 333 1 350 600 690 630

Divorcios 7 5 8 -6 5 10 10 6 7 6 8 8 9 2 6257

De la población registrada en 1877, el 48% es de hombres y el 52% de mujeres. En la pirámide de edades el 57.9% está por debajo de los 20 años, y el 4.1% sobrepasa los 65 años. El 86.8% es de carácter urbano y sólo el 13.2% mantiene carácter rural. De 1960 a 1970 hubo una inmigración de 6 278 personas y nacieron fuera del municipio el 5.4% de los residentes. El mayor número de las personas económicamente activas (37.0%) desempeñaba labores comerciales y de servicios: 42.3%; trabajaban en la industria el 25.6%. Había 2,020 profesionistas, 784 funcionarios superiores y personal directivo en empresas públicas y 257

Ibídem, p. 56. 217


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privadas, 2,611 pertenecían al personal administrativo, 4,061 eran comerciantes y vendedores, 5,487 eran trabajadores en servicios diversos y conductores de vehículos y junto a ellos 7,833 se ocupaban en labores agropecuarias y 9 837 eran obreros. Se apuntaron 513 desocupados (año 1977). La presencia de las mujeres en el mundo del trabajo remunerado representa apenas el 0.5%. Los ingresos económicos de la población en 1969 eran inferiores a 500 pesos mensuales para el 43.5% siendo entonces el promedio general de 687.00 pesos según la Comisión Nacional de Salarios Mínimos. De las 16,932 viviendas que se registraron en el censo de 1970 eran propias de los inquilinos 10 141 y en los restantes 6,791 se pagaba renta (62.1% contra 37.9%). De esas viviendas 3,490 seguían siendo de adobe, 7,911 ya eran de tabique y quedaban 5,069 de madera al lado de 114 de embarro y 348 de otros materiales. Contaban con servicio de agua 13,519 y sin él 3,413. Tenían drenaje 10,278 frente a 6,654 sin este servicio. La mayoría contaba ya con servicio eléctrico y el combustible usado era el de gas ó electricidad en 8,743, de petróleo o tractolina en 1,765 y se seguía usando leña ó carbón en 6,424 viviendas. LA SALUD DE LOS URUAPENSES se ha mejorado en relación al pasado en que estaba amenazada por endemias y epidemias; de distinta índole son los males que dan suficiente clientela al Hospital Civil, a la Clínica del IMSS y del ISSSTE y a un buen número de sanatorios particulares y sostienen una población numerosa de profesionistas de la salud. Estos centros sirven no sólo a la municipalidad sino que sus instalaciones tienen en cuenta la demanda de amplia clientela de Tierra Caliente y de la Sierra. El Hospital Civil J. Jesús Silva tiene 82 camas y corresponde al 58 distrito sanitario. Se agregan 12 camas en la Cruz Roja cuyo radio de acción es de 50 kilómetros. En 1971 se construyó la clínica tipo T-2 del Seguro Social, la segunda más importante en el Estado, que da servicio a más de 45,000 derechohabientes y se instaló ampliamente disponiendo de un terreno de 7 mil metros cuadrados, donde tiene servicios de laboratorios (hematología y bacteriología), sala de rayos X, 9 estaciones para encamados, aire acondicionado en las salas de cirugía, laboratorios y secciones de la clínica. 218


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Un Centro de Salud, una Clínica de especialidades, la Central Médica, el Sanatorio San Martín, la Clínica del Dr. Saborio, el Instituto Mexicano de Psiquiatría junto al antiguo hospital del Dr. Alfaro, la presencia de la acupuntura y la homeopatía y la quiropráctica, hacen que los uruapenses no vivan angustiados por sus problemas de salud. En el aspecto asistencial se termina de construir un moderno asilo de ancianos por el rumbo de Jicalán que se debe a la generosidad de personas modestas ayudadas por todo el pueblo de Uruapan, un asilo de niños huérfanos que es más conocido como la casa hogar de los peloncitos, y el servicio social y casa de cuna fundado por el padre Juvencio Méndez redondean soluciones a problemas sociales de la comunidad. Desde hace años funciona la Casa del Niño, también por el rumbo de Jicalán, donde además de los aspectos educativos formales se imparten enseñanzas de oficios y artesanías. LA PRÁCTICA RELIGIOSA en Uruapan tiene amplia atención en las numerosas iglesias y en el suficiente número de sacerdotes adscritos. A las tradicionales capillas de los barrios, de las cuales sobreviven y se emplean en el culto, la de San Miguel, Santiago, La Magdalena, San Pedro, San Francisco, se agrega la antigua parroquia de San Francisco y el templo de la Inmaculada construido en el lugar de la capilla del hospital, a finales del siglo pasado, y terminado por los años veinte; una nueva construcción fue la del Santuario de Guadalupe por los cuarenta. Fue importante la división en cuatro parroquias que casi correspondió a los cuatro cuarteles de la ciudad, hecha en 1954. Se habilitaron como sedes de las nuevas parroquias el templo de Cristo Rey que se construyó por entonces y se encomendó al padre Daniel Galván; la capilla de la Sagrada Familia cuyo primer párroco fue el padre José I. Betancourt para después pasar a ser atendido por los religiosos de la Sagrada Familia y el Santuario de Guadalupe. A partir de entonces se han construido diversas iglesias y capillas por distintos rumbos de la ciudad, como las de Zumpimito, Colonia E. Zapata, Los Ángeles, y otras más modestas en las distintas colonias proletarias que se han multiplicado en Uruapan. La comunidad en su mayoría ha seguido bautizando a sus hijos y casándose en el culto católico, lo que no impide que haya modestas iglesias protestantes que reúnen 219


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pequeños grupos de fieles entre los que se cuentan: bautistas, presbiterianos, aleluyos, pentecostales ó testigos de Jehová. Fuerte impulso para la religiosidad dio, por los años de 1940, el Congreso Eucarístico organizado por el entonces párroco don José Ochoa Gutiérrez; en años posteriores es notable el esfuerzo en la catequesis parroquial auxiliado por las religiosas catequistas guadalupanas; es importante la presencia en la ciudad del seminario menor de la diócesis de Zamora, y de las numerosas comunidades de religiosas en la enseñanza: Hermanas del Sagrado Corazón, de la Sagrada Familia, Salesianas, Guadalupanas, las del Orfanatorio, las Esperancitas por algún tiempo, y de los maristas. A ellos se agregan en la vida contemplativa las religiosas Capuchinas. Gran importancia religiosa ha tenido en Uruapan el Santuario del Santo Cristo en el recién fundado pueblo de San Juan Nuevo que trae miles de peregrinos en torno al 14 de septiembre y constituye un lugar de peregrinación para los uruapenses facilitándose su acceso con la construcción de una moderna carretera pavimentada. El Movimiento Familiar Cristiano, el de Cursillos de Cristiandad, la Orden Tercera, las asociaciones tradicionales del Apostolado de la Oración, Hijas de María y Vela Perpetua, además de la Adoración Nocturna, han mantenido el fervor apostólico de los fieles; el sentido moderno de apostolado y el compromiso cristiano más claro ha hecho más dinámica la militancia en el trabajo de las parroquias. Las iglesias han brindado acogida al arte con la ejecución de murales religiosos, empezando por el realizado en la de Cristo Rey por Francisco Zenteno, el de la Sagrada Familia, la decoración de otros tiempos de la Iglesia de la Inmaculada, y el muy reciente trabajo que realizó en la de San Francisco el pintor iraní Sciddel. En 1959 se puso en el atrio de San Francisco la obra escultórica del maestro José María Paredes con que la ciudad de Uruapan quiso recordar a fray Juan de San Miguel, el busto a su memoria se trasladó luego al monumento que se le levantó a la entrada de la ciudad frente al Parque Nacional. LOS FRACCIONAMIENTOS Y LAS COLONIAS NUEVAS, exigidas por el crecimiento demográfico, se han venido a sumar a la antigua de Ramón Farías y corren por los distintos rumbos de la ciudad. Así hacia el norte se encuentran situados los de La Antena ó El Mirador, 220


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el Manantiales de Uruapan, el San José, el Fraccionamiento Hurtado, el de la Huerta, Calvillo y las colonias Ma. Auxiliadora, Buenos Aires, Lázaro Cárdenas, Francisco Mújica y el Potrero de Bravo. Hacia el occidente se cuenta con el fraccionamiento San Pedro y la colonia Cupatitzio. Por el rumbo Sur, a partir de la Magdalena, se han venido poblando las antiguas huertas con el fraccionamiento Purépechas, Jardines del Cupatitzio, Los Ángeles, América, La Joyita, Los Pinos, Paseo de la Loma, Pinera del Cupatitzio y la colonia Emiliano Zapata, además del San José junto al moderno aeropuerto. Hacia el oriente y en las vecindades de la estación del ferrocarril, se encuentran las colonias de Toreo el Alto, Eduardo Ruiz, la Colonia Popular y el fraccionamiento La Mora y el Jardín. A los lados de la carretera a Pátzcuaro se han ido construyendo los fraccionamientos Don Vasco, Bellavista, Guadalupe Victoria y Popular Campestre. Las huertas que todavía se defendían en los años treinta han pasado a ser fraccionadas y pobladas en el mismo centro para albergar bancos, hoteles u oficinas y han exigido imaginación para combinar el progreso y el desarrollo de la ciudad con la belleza típica del Uruapan tradicional aunque en algunos casos no lo han logrado. Los tradicionales portales de la plaza principal han logrado sobrevivir hasta nuestros días pero la plusvalía de esa zona los amenaza constantemente y la ciudad tiene problemas para defenderlos. Todavía quedan aleros en las calles de Uruapan y ellos le dan ese aspecto de ciudad michoacana aunque se hayan perdido muchos por la escasez de madera para reponerlos, el mal gusto de la gente que prefiere las modernas construcciones de fachadas planas y por la construcción de los edificios modernos aludidos. LA NUEVA CENTRAL CAMIONERA, que en estos días se ha inaugurado, culmina un largo proceso por dotar a Uruapan de medios de comunicación rápidos y eficaces. El aeropuerto es hasta el presente el mejor del Estado, perdura la vieja estación del ferrocarril que ahora será punto de llegada de la costa michoacana. De los días heroicos de las terracerías sobrevive la Cooperativa Galeana que, ilustrando sus 25 años de servicio, hablaba de aquellos tiempos en que para servir a Apatzingán, Coalcomán, Tepalcatepec, Aguililla y la costa había que proveerse de una buena dosis de audacia y buena suerte para llegar al final de la ruta. Las modernas carreteas, 221


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a partir de la que enlazó a Uruapan con Carapan, la de Apatzingán y Playa Azul y la panorámica a Pátzcuaro, son seguidas por la que comunica con San Juan Nuevo y continúa a Tancítaro, la que lo une con Los Reyes y por allí a Zamora, la de Taretan y Ziracuaretiro, además de las brechas a los ranchos de la municipalidad. Numerosas líneas de autobuses, en distintas direcciones, traen y llevan gente haciendo de Uruapan importante punto de llegada ó de enlace: Autotransportes Galeana, Tres Estrellas, La Piedad Cabadas, Autobuses de Occidente ó Flecha Amarilla, se suman a las numerosas líneas de transportes de carga y a las líneas de servicio urbano que se aumentan con los 8 sitios de automóviles de alquiler. Líneas comerciales aéreas ó aerotaxis tocan el moderno aeropuerto y dan rapidez a la comunicación. El ferrocarril todavía sigue dando la batalla con sus servicios a México y Apatzingán que se constituyen por un doble servicio de y hacia cada uno de los rumbos, teniéndose el servicio de Pullman a la capital y empleándose poderosamente en la carga el de Apatzingán. El teléfono ha superado las 3,000 líneas en la ciudad y se ha automatizado. El telégrafo y el correo prestan eficientes servicios teniendo éste además de la oficina central 5 agencias urbanas. Tres difusoras de radio, la XEFN, XEIW y la decana XEUF, que se lanzó al aire el 14 de noviembre de 1941 desde las Oficinas del Banco Nacional de Crédito Ejidal, han cubierto muchas de las horas del Uruapan contemporáneo y ahora han tenido que hacer lugar a la televisión que trae los programas, 2, 5 y 13 de México y cuenta con telecable para captar las señales de esas difusoras televisivas y de las de Guadalajara. La estación de microondas se enlaza con la ruta Cerro CuliacánUruapan en la sección Morelia-Uruapan y posee una terminal con capacidad de un doble canal de radiofrecuencia para TV direccional, un canal de TV y un calan de radio auxiliar con reserva de 24 canales telefónicos, utilizándose de éstos el que da servicio al aeropuerto federal de la ciudad. El servicio de Telex se tiene en la ciudad. La electricidad, ya tan antigua en Uruapan, es generada en las plantas de Zumpimito que tiene una capacidad de 6,400 K.W. y en la de la planta de Bebidas Purificadas del Cupatitzio, ésta de combustión interna, con capacidad de 200 KW. El servicio a la ciudad se proporciona a través de la 222


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Comisión Federal de Electricidad, División Occidente. El alumbrado de casi toda la ciudad es de luz mercurial. LOS PERIÓDICOS que actualmente se publican en Uruapan tienen tras de sí una larga tradición que se inició en el siglo pasado, son ellos: La Opinión de Michoacán que dirige Carlos Andrade Rincón, El Diario de Michoacán de Odiseo Ibáñez, El Diario de Uruapan de José Ríos Flores, El Heraldo de Michoacán, Vanidades y El Cruzado, de Roberto Murillo y Gilberto García, La Semillita y El Atómico. En rápida enumeración el profesor José Ma. Paredes recuerda los siguientes: La Voz de Uruapan del profesor Ruperto Torres, El Dictamen, El Luchador de Antonio Gutiérrez y Pedro Eudave, El Pueblo de los años cuarenta y cincuenta. El Mosquito, El Noticiero, El Pueblo, de Quezada. En 1918 El Tirabuzón, 1920 El Colmillo, 1921 Ocampo, 1922 Liga Social; 1925 Pluma Libre, 1926 El Socialista, ese mismo año La Razón, 1928 El Tecolote y El Fénix, 1954 La Espiga, 1960 La Palabra, 1964 El Sol de Uruapan de Sabás Razo y El Oidor. De entre las revistas que en los últimos años se han publicado: Mira hacia 1957, Vida y Cultura hacia 1975, Floricanto de la preparatoria "Eduardo Ruiz" y algunas más. El semanario Guía de Zamora edita un suplemento de carácter religioso para Uruapan, y últimamente ha aparecido La Voz Magisterial de José Ma. Paredes. Muchas han sido las imprentas que han existido en Uruapan desde el siglo pasado, famosa la de Manuel Farías, la de Francisco Vigil y la de los López que ha llegado hasta nuestros días convirtiéndose en editorial. Actualmente son activas las de Ramiro Quezada, la imprenta Contreras, Impulsa Impresores, Impresos Nolasco y el emporio de López Impresores. En 1958 se organizó el Sindicato Nacional de Redactores de Prensa, en su sección 39 correspondiente a Uruapan, que hizo la primera exposición de periódicos de la ciudad; sin embargo, fuera de alguna gente curiosa, se ha perdido el rastro de esa activa vida periodística de la ciudad por lo que urgiría organizar la hemeroteca quizá aprovechando los alientos culturales del Ayuntamiento en funciones. Se han publicado algunos libros en Uruapan, se recuerda una edición casi desconocida de la vida de Vasco de Quiroga de Juan José 223


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Moreno, hecha por Fabián Cervantes quien tenía su imprenta en la calle de Cupatitzio. Allí mismo se imprimió un drama sobre los Mártires de Uruapan de autor desconocido para nosotros. Daniel Ochoa Vega publicaba 500 ejemplares de sus Apuntes históricos de Uruapan, ciudad tarasca, en 1942. Folletos, libros de poesías, literatura comercial, volantes, tarjetas de visita, periódicos y pocas cosas más ocupan el no muy grande repertorio editorial de los tiempos modernos. LA EDUCACIÓN ocupa un renglón muy importante en la Uruapan contemporánea, ya vimos las dificultades que se tuvieron para poder contar en la década de los 30 con una escuela secundaria. Buena parte del florecimiento de los establecimientos educativos parte de la presencia en la ciudad de don Lázaro Cárdenas. Se cuenta con la Facultad de Agrobiología de la UMSNH y el Centro Cultural Don Vasco tiene un par de carreras profesionales; a nivel técnico se tiene la Escuela de Guardias Forestales y la Escuela de Enfermería. La ciudad cuenta con 5 jardines de niños, sus 55 escuelas primarias reciben una población de 44,000 alumnos. Hay un buen número de escuelas secundarias particulares que con las secundarias federales "Lázaro Cárdenas", que en doble turno tiene 2,000 alumnos, y la escuela secundaria número 2 atienden a una población que supera los 5,000 alumnos, además de los adultos que reciben instrucción secundaria en las escuelas matutina y vespertina Moisés Sáenz y Benito Juárez que funcionan en el antiguo edificio del Hospital Civil. Las escuelas preparatorias federales y particulares se han enriquecido con un Centro de Estudios Tecnológicos, pero todavía se siente la necesidad de robustecer este renglón. De gran interés ha sido la promoción de la educación hecha por el padre Gonzalo Gutiérrez y el Patronato del Centro Cultural Don Vasco, que con grande ilusión luchan por cubrir parte de la deficiencia educativa, a niveles medio y superior, de la población y tratan de que los profesionistas no emigren de sus lugares de origen sino que allí propicien nuevos modos de vida, logren el cambio y lo dirijan. Uruapan cuenta con 5 escuelas comerciales para preparar secretarias y mecanógrafas, hay academias para aprender cultura de belleza, una Asociación para el estudio de idiomas, y algunas academias de artes plásticas. Ha sido importante la promoción 224


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artística lograda por Manuel Pérez Coronado en la Academia Posadas, dependiente del INBA, que se continúa en la Escuela Félix Parra que dirige Francisco Moreno Duarte. Por el año de 1958 se fundó la Escuela Libre de Arte Manuel Ocaranza, bajo el impulso y la dirección de José María Paredes. Gaspar Castro, Rafael Gallegos y otros artistas continúan la tradición de Antonio Villanueva y Silviano Rodríguez, de Juan Barrientos, del maestro Comparán, del Güero Zamora, de Ontiveros, Corza, José Paredes Martínez y otros. El Ayuntamiento ha querido agregar fuerza al movimiento artístico con el apoyo al Jardín del Arte en la antigua plazuela Izazaga-Eduardo Ruiz y fundando un Museo donde se expongan documentos culturales y artísticos de la ciudad, obras de arte y curiosidades de la vida cotidiana de otros tiempos. La maestra Ma. Teresa Magaña y el señor Antonio Méndez han dedicado pasión a esta promoción cultural en bien de Uruapan. El Gobierno Municipal sostiene una biblioteca pública que continúa la gloriosa tradición del siglo pasado, se recuerdan distintos esfuerzos para no dejar caer esta tradición de cultura de los uruapenses. Eduardo de Heredia, se dice, donó a la ciudad una biblioteca; el ingeniero Gutiérrez Armas debió haber prestado igual servicio y en septiembre de 1936 Ramón Medina tenía el propósito de fundar una biblioteca en honor de su padre del mismo nombre y apellido. ENORME ATRACTIVO PARA EL TURISMO representa el Parque Nacional que en distintas maneras trata de mejorarse, atendiendo a su limpieza y seguridad, haciendo en parte del mismo un jardín botánico, tratando de que haya límite al avorazamiento de los comerciantes que acosan al turista y en otras mil formas. El centro de Uruapan sigue manteniendo el sabor de la tradición con la recién remozada Guatapera que sirve de museo artesanal, con la instalación del mercado de antojitos que desalojó de los portales a quienes allí expendían sus productos y que ahora han buscado acomodarse en el nuevo recinto ó han continuado por otros rumbos de la ciudad su actividad. Allí se puede encontrar el churipo, las carnitas, los atoles (de tizún, de chaqueta, de grano), tamales, enchiladas, tacos y otros antojos que lo convierten en interesante exhibición de platillos típicos michoacanos. 225


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Uruapan es un enorme frutero de los climas que allí confluyen, en todas las estaciones se van encontrando las de los distintos rumbos: mameyes, mangos, zapotes, plátanos, chicos, cocos y changungas de Tierra Caliente. Membrillos, duraznos, manzanas, peras de la Tierra Fría, combinadas con naranjas, limas, chirimoyas y otras de la templada. El café tan famoso en otras épocas queda ya como reliquia que hay que buscar en "La Lucha" ó conseguir misteriosamente con éste o aquél que todavía recoge algunos kilos de las huertas en extinción. Todavía en tiempos recientes se quiso hacer resurgir su cultivo en Zirimícuaro pero sin mayores resultados ante la mayor demanda y fuerza del aguacate que ha capitalizado la producción frutícola aunque se le hace a regañadientes lugar a las guayabas de Jicalán ó a las ya escasas chirimoyas. EL URUAPAN FESTIVO se hace todavía cargo de las manifestaciones tradicionales de los barrios, sigue celebrando el aniversario luctuoso de los Mártires, tiene su Domingo de Ramos con grandiosa Feria, sus actos cívico-culturales en la Pérgola, la fiesta del 12 de octubre en el Santuario de Guadalupe y una serie de festividades religiosas por los rumbos de la ciudad, pero en realidad allí siempre hay ambiente de fiesta por el carácter alegre de sus habitantes. Desde que en 1933 se fundó el Club Recreativo Social Uruapense se han seguido organizando grupos y clubes para canalizar la intensa vida social y de esparcimiento de la población. Siempre ha contado con plaza de toros y de vez en cuando se organizan corridas en la que siguen tomando parte los aficionados locales; hay una Unidad Deportiva en donde se cultivan los deportes de moda y que si en otro tiempo capitaneaba el béisbol ahora ha dejado el lugar al fútbol. Muchos particulares tienen sus frontones, canchas o lugares para nadar, desde tiempos antiguos fue famoso el Frontón que organizara el general Tafolla, los iniciados en ramas distintas de deportes los saben encontrar en la ciudad con facilidad. Los cines también han aumentado pues de los que existían a finales de los treinta, el Juárez y el Odeón, sólo ha sobrevivido el segundo estableciéndose además el Tariácuri, el Américas, el Colonial, el Cupatitzio y el Uruapan. Casi todos los hoteles rumbosos ofrecen servicio de bar y lugares de baile para su clientela y para el alegre público de la ciudad. La calle de Francisco Villa es lugar de 226


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ruido y diversión para las clases más humildes y con frecuencia se hacen gestiones para cambiar de ese lugar y rumbo tradicionales la zona de tolerancia. Con frecuencia pasan por la ciudad circos y carpas que se agregan a los esparcimientos establecidos en la plaza, al uruapense le gusta el teatro y abarrota los lugares donde se presentan los artistas de las tablas, la carpa Eva de los treinta se continúa en el Tayita de años recientes. Donde se baila, y en Uruapan se baila mucho, hay necesidad de música y así los conjuntos musicales han sido numerosos, de los años 50 se recuerda a los Hernández Pacheco, pero antes y después de ellos ha habido numerosos conjuntos que tocan la música de moda. Se puede recordar a la orquesta Águilas de José Zapién, a los "Magos del Ritmo". O bien la orquesta que dirigía Tomás Solorio por los años veinte, o el grupo de los Polveados de igual época. El maestro Cendejas ha mantenido una tradición de música coral y religiosa. Se recuerda a los destacados virtuosos Miguel Zamora, Manuel Arceo y Juan Ramírez. Actualmente son numerosos los grupos musicales y los mariachis, pero no se cuenta con orquesta municipal ó banda típica que interprete las ricas partituras de los compositores de la región tierracalenteña y de la Sierra. LA TESORERÍA MUNICIPAL dispuso para el año de 1978 de 30 millones de pesos para una infinidad de cuidados que pesan sobre el Ayuntamiento, lo que se revela totalmente insuficiente ante la creciente demanda de servicios por parte de la ciudad. Se esfuerza todo mundo por hacer rendir los escasos recursos y así atender la limpieza, la seguridad, la educación, la salud, la ayuda social, pero no se llega. Una atención pormenorizada al aseo de los mercados de San Francisco, al de la Colonia Ramón Farías, y a los numerosos que se organizan en distintos rumbos de la ciudad pediría mejores recursos que los que se destinan; lo mismo que el aseo público de la ciudad y la atención de los jardines y plazas públicas, el mantener el estado de viabilidad en la ciudad. El servicio de seguridad pública está encomendado a dos sargentos, cuatro cabos y 100 gendarmes y 15 agentes especiales. La cárcel municipal debe de tener también suficiente personal. La Junta de Conciliación y Arbitraje, el juzgado municipal, el departamento de 227


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trabajo y previsión social, lo mismo que las oficinas de urbanismo y obras públicas son otros tantos ramos que tienen como misión prestar servicios a los ciudadanos uruapenses. La participación cívica es intensa en la ciudad, en años anteriores fueron los grupos socialistas, luego hubo buena presencia de sinarquistas y aun los panistas tuvieron la suficiente fuerza para tomar la presidencia municipal en las elecciones de la entredécada 60-70, sin embargo estas divergencias políticas no han quitado la unidad a los uruapenses para seguir luchando por su ciudad y su mejoramiento. Sus políticos han apoyado las justas ansias de tener los servicios públicos indispensables y la iniciativa privada no se ha quedado a la zaga. LA GALERÍA DE CELEBRIDADES de la ciudad de Uruapan tiene buen número de nombres, ya lo hemos visto en el correr de esta historia. El más conocido de todos es quizá el pintor Manuel Ocaranza, lo siguen don Eduardo Ruiz, don Juan Delgado, don José María Izazaga, don Florentino Mercado, entre los del siglo pasado. De los de este siglo son muchos los que se han distinguido en el ramo de la educación, en la política, en las artes ó simplemente han ocupado sus vidas en el mejoramiento de su ciudad. Hombres de empresa, escritores, poetas, soñadores, sacerdotes, voluntarios en el cuerpo de Bomberos, en la Cruz Roja ó figuras indispensables como don Quirino el panteonero, deberían contar con una historia que los recordara a todos, pero para quien selecciona siempre hay el riesgo de omisiones y más cuando la historia se está escribiendo desde fuera como es esta crónica. Falta haría conocer en detalle muchas otras cosas que a los curiosos que hasta aquí me han seguido parecerán faltar, la cooperación de los que fueron requeridos con información ha hecho que no resulte demasiado incompleto este capítulo que está muy lejos de satisfacer. Réstanos, para terminar, poner colofón a esta Monografía de Uruapan con la evocación que Maillefert hacía de la ciudad: "Escribí el nombre de Uruapan, hace un rato, y se ha quedado resonando en mis oídos un rumor como de hojas de árbol frondoso, o como ruido lejano de aguas soleadas y espumantes que van saltando entre piedras. No sé si son los frondosos fresnos de la plaza, aquellos bellos árboles que dejan caer de cuando en cuando, en la atmósfera 228


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límpida —o en el día lluvioso— algunas hojas secas sobre los anchos tejados de las casonas de los portales. O si es el agua límpida del Cupatitzio, ahí por el Agua Azul, en la Huerta de la Camelina, ó un poco más abajo, entre llorones sauces… y prefiero no pensar ya en nadie y seguir sólo atento a este fresco rumor, que no sé bien si es del Cupatitzio ó de los bellos fresnos de la plaza".258

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Maillefert, Ancla en el tiempo, pp. 119-120. 229


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FRANCISCO MIRANDA

ÍNDICE Pág.

PRESENTACIÓN

4

PRÓLOGO JUSTIFICACIÓN NO PEDIDA CAPÍTULO I ELOGIO A URUAPAN

6 6 8 8 8

CAPÍTULO II DEL LUGAR Y ELNOMBRE

22 22

CAPÍTULO III EL URUAPAN PREHISPÁNICO

32 32

CAPÍTULO IV SAN FRANCISCO URUAPAN

50 50

CAPÍTULO V URUAPAN EN LA VIDA COLONIAL

75 75

CAPÍTULO VI EN VÍSPERAS DE LA INDEPENDENCIA

98 98

CAPÍTULO VII EN TORNO A LA INDEPENDENCIA

120 120

CAPÍTULO VIII CIUDAD DEL PROGRESO Y GUERRA DE INTERVENCIÓN

141 141

CAPÍTULO IX MUCHA ADMINISTRACIÓN

160 160

CAPÍTULO X EN LA OLA REVOLUCIONARIA

188 188

238


URUAPAN CAPÍTULO XI URUAPAN CONTEMPORÁNEO

210 210

BIBLIOGRAFÍA

230

239


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