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>?=@4A?)-:;7?6;8B Jorge Bellini Gustavo Di Marzio Mario Javier Firmenich Eduardo Halliburton Luis Ilarregui Juan Manuel Marzullo Fernando Navarro José Ottavis Ernesto Paillalef Emilio Pérsico Martín Piqué Gerardo Rico Donato Spaccavento Oscar Valdovinos Carlos Villalba Christine Woollet >?=@4A?)&@4@?6 Jorge Alemán Quim Arrufat Daniel Barraco Roberto Baschetti Jorge Beinstein Arnaldo Bocco Gilberto Buenaño Luis Buonomo Manuel Canelas Íñigo Errejón Ramon Franquesa Ana Jaramillo Gabriel Mariotto Enrique Mario Martínez Alicia Muñoz Arcadi Oliveres Felipe Pigna Isabel Rauber Marcelo Ruiz Carmelo Sardinas-Tayta Ullpu Jorge Taiana Miguel Ángel Trinidad Daniel Vaca Narvaja Carlos Vilas Edita: Cedesur www.cedesur.org Ilustraciones: Diego Cáceres Diseño y maquetación: EstudioKA

Las colaboraciones firmadas expresan la opinión de sus autores y no reflejan necesariamente la de la revista.

Estimad@s lector@s: Tenemos la alegría y el agrado de presentarles Nuevo Sur. Debates y Propuestas para la Discusión Política, ideada y editada por el Centro de Estudios del Sur. Esta institución, de reciente conformación, pretende afianzarse como una herramienta colectiva orientada a colaborar con los movimientos y gobiernos populares latinoamericanos, y en general del Sur, tanto en términos analíticos como propositivos y en general divulgadores.

En esta revista podrán encontrar variopintos artículos de análisis político, social, económico, etc. encarados desde diversos enfoques heterodoxos. Así como también entrevistas, reportajes y documentos de mayor profundidad, con vocación por el debate constructivo y la discusión crítica. En suma, esperamos desde este primer paso en nuestra andadura poder viabilizar nuestro humilde granito de arena, en pos de consolidar y diversificar las nuevas alternativas que van surgiendo desde el Sur geopolítico. Alternativas que -en honor a nuestros principios- deseamos fomentar sin distinción, siempre que tiendan a trascender el actual (des) orden internacional y natural de forma integralmente armoniosa, humanista y perdurable. Desde las periferias geográficas, políticas y/o existenciales de este mundo que -en nuestra opinión- avanza hacia un 'punto múltiple' de no retorno, queremos volcarnos en multiplicar todas las voces que concentran sus esfuerzos en pos de un mundo efectivamente mejor.

Secretaría de Redacción

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!"#$"%&'#$(#)(*** &"#)(+)"%,("-"./)0&" Asistimos a un momento más de reordenación del tablero internacional a una situación de múltiples polos de poder, que no a una revisión de los problemas propios de la Guerra Fría. Desde nuestra perspectiva vemos la escalada del conflicto entre Ucrania y Rusia como parte del gran juego global de movimientos tácticos, guiados por el principio de balance de poder. Esto es evidente en el papel de Estados Unidos (EEUU) tanto para contrabalancear el poder ruso en su área de europea de influencia, como para mantener un ordenamiento pacífico y unipolar, gestionado por la Secretaria de Estado norteamericana. !"#"$"%&'()*&+,%-./"0,102#

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Parece ser noticia vieja la ‘primavera árabe’ y los recientes conflictos políticos en Medio Oriente. Cuando algunas voces occidentales creían vislumbrar tras la revolución en Túnez y Egipto, la guerra civil y avanzada sobre Líbano, junto con el giro acuerdista con Irán, una pax islámica. Sin embargo la prolongación del opaco y complejo conflicto sirio ha impedido tal ensoñación. Este proyecto de paz contemplaba la apertura de una instancia de diálogo para delimitar las líneas rojas del área de influencia estadounidense, así como de las otras grandes potencias.

En esta situación emerge el conflicto ucraniano. Luego de la destitución del Presidente prorruso Viktor Yanukovich, destituido en Febrero de este año, la oposición política puso en su lugar a un conjunto, desconocido para la opinión pública, de agentes neofascistas. Pero Ucrania-al igual que siempre en la historia-es demasiado importante para Rusia, y lo que finalmente se vislumbró fue la línea roja de Putin, indispuesto a permitir sobre excesos militares de Kiev en la incipiente guerra civil ucraniana, que parece avanzar a paso firme hacia un desmembramiento definitivo entre las ‘dos Ucranias’, sino se facilita un nuevo pacto federalista para aquel país.

La expulsión de Rusia del G8 y las crecientes acciones punitivas del bloque occidental agravarán tensiones, pero es difícil prever una situación límite en la interacción cooperativa entre Rusia y Occidente. Es evidente que una escalada de conflicto de este binomio puede resultar en una brusca modificación del orden de seguridad. Por otro lado este hipotético cambio se deberá sumar a la reforma del régimen económico internacional que introdujo el ingreso de China a la Organización Mundial de Comercio en Diciembre de 2001.

El orden internacional resguardado por EEUU se halla en una situación de frágil equilibrio producto de la contradicción entre mecanismos de equilibrio hegemónicos por un lado y convencionales por otro. Un elemento de estabilidad es sin duda la victoria del gran capital transnacional, que todas las potencias han aceptado como factótum global.

Otro dispositivo de orden es el reconocimiento implícito al rol de policía mundial de EEUU. Como contraparte, EEUU tolerará la más o menos controlada penetración china y rusa en territorios a priori ajenos, tales como África o América Latina. Un cambio real de escenario, pues, conllevaría un mayor abroquelamiento ruso hacia China-actualmente están negociando un nuevo acuerdo político-económico-militar, los BRICS y el Sur geopolítico en general, así como una escalada permanente en la tensión imperial: esto es, se abriría la disputa por un nuevo orden geopolítico de manera hostil, con sus evidentes riesgos de conflictividad a nivel nacional, regional y/o global.

En clave regional, el contraataque occidental puede vislumbrarse fácilmente en las intentonas neogolpistas en Venezuela, en la reciente desestabilización financiera aplicada a nuestro país-y en mucho de lo sucedido desde los amotinamientos policiales en adelante, en la dura campaña sucia recientemente iniciada en Bolivia y hasta en las revueltas clase medieras que vienen sacudiendo Brasil desde hace meses. El objetivo de máxima es-de un tiempo a esta parte-siempre el mismo, aunque aplicado con intensidad variable: instigar ‘primaveras’ / ‘revoluciones de colores’ financiando o instigando al gorilaje local de cada caso, sembrar el mayor caos posible, y sobre la marcha ver cuánto daño se puede causar.

Así es como, en el caso latinoamericano y en base a alguna que otra experiencia previa, pareciera que por el momento se conforman con torcerle el brazo a los gobiernos

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populares, aun sin llegar a tumbarlos; esto es, vaciarlos de ‘populismo’ y rellenarlos de ‘pragmatismo’. Hasta el momento la táctica podría parecer que está funcionando bien en países como Brasil, Bolivia o Argentina. En el caso venezolano, más complejo, nadie sabe hasta qué punto puede Maduro aguantar o aun revertir el presente asedio, antes de negociar cierto disciplinamiento o caer rendido en medio de un planificado caos nacional.

Todo modo, el panorama es indudablemente poco halagüeño: con el gobierno argentino replegándose, Brasil en tensa calma pre-mundial, Bolivia a la defensiva y Venezuela ensayando cómo controlar el incendio, puede estar tranquilo el Imperio de que tiene el frente latinoamericano en ‘atmósfera (des)controlada’.

Sin embargo, esta nueva coyuntura global, desatada tras la crisis ucraniana, propicia un potencial salto cualitativo en el reordenamiento pluripolar del globo y la progresiva consolidación de un polo altermundista. Polo potencial que carece a día de hoy de una institucionalidad consistente, más allá de las múltiples cumbres de poca incidencia que se estilan en los últimos años. Así, una definitiva determinación de Rusia en este sentido sumada al efecto arrastre que está ejerciendo sobre China y otras potencias regionales p. ej. BRICS, Unión Euroasiática, Irán, otros emergentes del G20, etc., podría convertirse en un punto de quiebre en la construcción de contrapoder por afuera de la institucionalidad global hegemónica (G7, G20, OMC, FMI, BM, etc.). Una alternativa a todo este caduco andamiaje, supone abrir el juego del grupo BRICS a todo aquel país que abonase una posición altermundista-no sujeta a la línea USA-UE-OTAN y que ese espacio empezara a practicar rigurosamente la deconstrucción del sistema neoliberal.

Para llevar adelante dicha tarea es preciso comenzar por el dólar como la moneda principal de intercambios mundiales. Es necesario abandonar definitivamente el dólartambién el euro-como moneda hegemónica, y crear una nueva moneda internacional como unidad de reserva e intercambio; tal como viene proponiendo China desde 2009, basándose en el bancor de Keynes. En este sentido, no se debería olvidar que el puntapié inicial del neoliberalismo fue el abandono del patrón oro y el nacimiento del dólar puramente fiduciario. Y por esto mismo, no hay superación posible de la actual fase del imperialismo occidental mientras siga rigiendo globalmente el patrón dólar, cuyo respaldo ya no es el oro ni la tecnología pacífica sino exclusivamente la supremacía armamentística, que no integralmente militar.

En definitiva, el tablero geopolítico continúa evolucionando de forma compleja e inestable, con unos Estados Unidos que prosiguen imprudentemente su estrategia de avance no negociado, y las grandes potencias periféricas que parecen asumir que no hay acuerdo posible, y por ende actúan en consecuencia. Esta imprudencia usamericana llama cuanto menos la atención, dado que desde hace ya una década se viene evidenciando la inviabilidad de su apuesta unipolar, habiendo registrado incluso-en el último año-los recules forzosos más notorios en mucho tiempo, esbozándose cada vez de forma más clara la imagen de los manotazos de ahogado.

Esta dinámica eleva efectivamente la probabilidad de potenciales conflictos a gran escala, así como también las posibilidades de profundización pluripolar no negociada con Occidente; en un hipotético escenario de muy tensa calma pero relativamente pacífico a nivel macro, aunque no así en realidades micro: esto es, con todos los matices del caso, algún sucedáneo de neo-guerra fría. Asimismo, no es descartable la posibilidad de una nueva tregua que estabilice la situación y la lleve -más o menos- al statu quo previo, aunque ésta parece la opción menos probable a estas alturas de la partida. Tan poco probable como

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la hipótesis de que el Tío Sam se ‘baje del burro’ de una buena vez, y se ponga a negociar una pluripolaridad consensuada. Nada es apriorísticamente imposible, pero una neoguerra fría, plausibles avances Sur-Sur desacoplados e incluso un potencial conflicto a gran escala, parecen hoy más factibles que un repentino ataque de sentido común por parte del eje USA-UE-OTAN. En todo este contexto, superar la línea roja de la geopolítica putiniana le puede terminar costando muy caro a la entente occidental, y convertirse finalmente en un tiro al pie, como ya ha ocurrido en otras varias ocasiones. Principalmente para la UE-como suele ser costumbre-y concretamente para Alemania, no sólo por la dependencia europea del gas ruso sino también por el nivel de intercambio comercial existente entre ambos bloques: unos 330 mil millones de dólares anuales, con una balanza bilateral muy favorable para la UE, de 264 a 152 mil millones de dólares. Tales líneas rojas han sido delimitadas de forma bastante explícita por el gobierno ruso, indicando que no se aceptarán ‘devoluciones’ en lo referente a: un redoble expansionista de la OTAN hacia el Este o la profundización de su ‘escudo antimisiles’, posibles ataques teledirigidos sobre Siria/Oriente Medio, la presencia de una flota de submarinos nucleares en el Ártico, o ataques de supuestos terroristas islámicos en territorio ruso. Si el conglomerado USA-UE-OTAN intentara sobrepasarse en alguno de estos ‘check points’, Rusia consideraría tal transgresión como induscutible casus belli, siendo las consecuencias globales de esta escalada algo en principio impredecible, pero en todo caso de alto riesgo. !"#$%&$"'(%"%!"#)*+!"

En el ámbito económico-financiero, a nivel mundial, la situación tampoco es muy alentadora. A pesar de que Estados Unidos venía mostrando signos de recuperación, con un crecimiento del 2,8 por cien en 2012, los datos definitivos de crecimiento en 2013 han tenido que rebajar las previsiones en ocho décimas, para quedarse en un discreto 1,9 por cien-en una economía capitalista, un crecimiento inferior al 2 cien suele equivaler a estancamiento y no generación neta de empleo.

Paralelamente las economías europeas siguen totalmente estancadas, con una eurozona que mostró una evolución de la renta del 0,3 por cien en 2013 y con tasas de desempleo astronómicas -las mayores desde la II Guerra Mundial, a lo cual se deben sumar cifras de deuda insostenibles en todo Sudeuropa. Chipre, Eslovenia y Grecia están directamente al borde del colapso social, lo cual prendería una mecha que lleva a una cantidad no conocida de explosivo. Mientras, las supuestas locomotoras europeas no pueden hacer mucho más que regodearse en su decadencia: Alemania y Francia ‘crecieron’ en 2013 un 0,4 por cien y un 0,2 por cien respectivamente.

Así las cosas, aunque las previsiones son algo más optimistas para 2014, un colapso social en Grecia-para nada descartable-como mínimo volvería a poner al euro en jaque, así como también a todas sus economías periféricas e incluso a otras hasta hace bien poco centrales, como la mismísima Francia. Respecto a ésta última, más allá de su arsenal y tecnología nuclear, junto a otros vestigios que aún perduran... ¿de veras sigue siendo una potencia?

Simultáneamente, el empujón de los emergentes se desacelera cada vez más. La ventisca devaluatoria que recorrió diversos países, incluido el nuestro, tras los primeros

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movimientos restrictivos de la Reserva Federal. Sin embargo el caso argentino sea diferencial respecto a los demás, debido a la mínima presencia de capitales golondrina, es muy probable que esté indicando el principio del fin del espectacular ingreso de capitales especulativos en muchos países emergentes, experimentado desde la crisis financiera de 2007-2008 hasta la fecha.

Como enseña la historia, este fenómeno no es muy distinto al vivido unas décadas atrás con el maremoto de petrodólares que inundó al Tercer Mundo, y que al emprender la retirada al Centro dejó un reguero de deuda y destrucción para los países del Sur: esto es, una transferencia neta de capitales desde la Periferia hacia el Norte. Hoy en día el fenómeno no es exactamente el mismo, porque el mundo tampoco es el mismo, pero algunas similitudes del proceso deberían servir de advertencia.

Pero, retomando la actualidad de forma correlacionada, lo relevante es que en términos de economía real los BRICS también se encuentran en momentos de zozobra y/o desaceleración. Brasil el 2,3 por cien, Rusia el 1,4 por cien, India 4,9 por cien y China 7,7 por cien en 2013 redujeron el ritmo de crecimiento notoriamente, y las previsiones para 2014 son de estancamiento o de bajada aún más pronunciada.

Asimismo, el auge en los precios de las materias primas no será infinitamente creciente, al menos a medio término; es decir, que hasta el muy largo plazo la lógica dominante en los términos de intercambio Norte-Sur seguirá siendo la descrita por la Tesis Prebisch-Singer. Si es que algún día se rompiese tal lógica, esto ocurriría en algún momento de las próximas décadas-siempre y cuando no haya antes otros shocks globales a gran escala-debido al principio del fin de la civilización industrial, cuando los recursos naturales sean realmente muy escasos para el sistema en su conjunto.

Pero por el momento sigue primando tal dinámica P-S, según la cual más allá de las subidas y bajadas (burbujas) en los precios de las commodities, a la larga siempre acaban perdiendo los países primarizados frente a los países exportadores de alta tecnología. Por eso en este marco, en el cual las materias primas se encuentran a muy altos precios, no es nada descabellado pensar que la tendencia pueda invertirse en algún momento de los próximos años; lo cual sería del todo catastrófico tanto para los gobiernos populares latinoamericanos, como para tantas otras economías primarizadas.

Este fenómeno ya está empezando a evidenciarse, de hecho, en el caso de la minería: la hipertrofia en el precio de los metales fue un subproducto de la crisis financiera desatada por las hipotecas subprime y la caída de Lehman Brothers, actuando como valor refugio frente a la volatilidad y derrumbes bursátiles. Como siempre en la historia de este capitalismo versión financiera de principios de los 70 en adelante, la estrategia supuestamente superadora se basó en escapar de una burbuja fomentando otra. Sin ir más lejos, la burbuja inmobiliaria que estalló en 2007-2008 se produjo a su vez como vía de escape al pinchazo de la burbuja de las ‘puntocom’, en 2001.

Por todo esto, desde el inicio de la crisis, el precio de los metales se disparó desorbitadamente hasta valores inéditos, y de ahí que se prevea una fuerte caída del precio del oro, plata, paladio, etc. al corto/medio plazo, lo que de hecho ya viene ocurriendo hace algunos trimestres. Huelga detallar cuáles pueden ser los efectos de un pinchazo de la minería, por caso, para todos los países andinos y en general para toda Sudamérica. Aun

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así, en este caso concreto-el de los metales preciosos-se debería hacer la salvedad de que un nuevo desastre financiero o un gran conflicto bélico podría volver a revalorizarlos aunque, puesto que los actuales precios ya lucen altamente inflados, a lo sumo se mantendrían o aumentarían de forma más o menos moderada.

Volviendo al marco coyuntural, el fenómeno que vivimos actualmente-aún suave contagio y desaceleración del crecimiento en los principales países emergentes-deriva de que la crisis del euro y de economía real que se dio tras la inoculación desde el sector financiero, a nivel global, sigue sin superarse. En términos estrictamente financieros, en cambio, los principales nodos bursátiles del mundo se encuentran al alza. Sinérgicamente, en Estados Unidos, Wall Street y los grandes bancos han vuelto a las andadas con los derivados financieros basura, principalmente en el mercado secundario de préstamos a empresas de alto riesgo. Y también, en el mercado de derivados financieros que se ha montado alrededor del negocio sub-hipotecario de poner en alquiler las casas embargadas, remates, etc.

Esto, nuevamente, es un fiel reflejo del círculo vicioso neoliberal: se intenta superar el estancamiento o la falta de crédito, regando de dólares a la gran banca comercial, a tasas reales negativas. Pero, como es evidente, esto equivale a darle al mono una navaja, ya que la banca y todo el sector financiero siempre vuelven a jugar ese dinero cuasi-regalado en los ‘productos’ más arriesgados y por ende de mayor ganancia potencial que haya, o en su defecto que se inventen ad hoc.

Entonces, cuando todo explotase otra vez, los Estados tendrían que salir al rescate de la banca para evitar la quiebra de todo el sistema en su conjunto. Y así volvería a darse una nueva vuelta de tuerca reconcentradora del capital, donde los jugadores más chicos desaparecerían engullidos por los grandes monstruos transnacionales. En definitiva, todo este estado de cosas implica que la parafernalia global post-2008-Sarkozy llegó a decir que, desde el G20, iban a refundar el capitalismo-era gatopardismo sistémico puro; lo cual, ciertamente, era esperable.

Finalmente, ante esta situación es alta la probabilidad que la próxima crisis de deuda o financiera en los países centrales ocurra nuevamente antes de haberse superado la crisis económica que produjo el anterior desbarajuste. Es decir, que estaríamos en un navegando el serrucho de la misma crisis, tal como sucedió en la década del 30 del siglo pasado. Incluso más, los conflictos periféricos como en el mediterráneo sur y en las fronteras de Rusia, junto con el recrudecimiento de la xenofobia y la aparición de movimientos neofacistas, completan el cuadro de semejanza entre el período altamente inestable de la última etapa colonial europea y el que se inicia con la primera guerra mundial, que a su vez se extiende hasta la derrota de la Alemania Nazi.

!!!"#$%&'(&")"*)+%&'% ,-&'%.'-)&",(-&"* En el plano nacional, el gobierno ha superado con éxito la tormenta financierocambiaria a la que se vio sometido y a la vez fomentó, tras la fuerte devaluación de enero, y que fue el colofón de una movida que empezó con los amotinamientos policiales de

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diciembre. La astuta jugada de Fábrega respecto al encaje bancario en dólares, y la negociación con las cerealeras junto a la flexibilización del cepo y la subida de las tasas de interés, permitieron reconducir la situación y calmar las aguas verdes: es decir alcanzar la estabilidad cambiaria legal e ilegal, y frenar el alarmante drenaje de reservas. Por contra, el costo de esta estabilidad macro ha sido el de una mayor conflictividad social vía paritarias moderadamente empobrecedoras-incluyendo una pérdida mayor para los trabajadores en negro- y un recalentamiento exacerbado de la inflación.

Además, este enfriamiento de la actividad se ve reforzado por una subida de tasas efectuada sin una clara reorientación, segmentada y discrecional, del crédito a la producción y al consumo. Este nuevo panorama se completa con el sinceramiento de la inflación y algunos de los indicadores correlacionados, la quita de subsidios, y la inminente instrumentación de un bono rentable en pesos. Bono que actuará sinérgicamente con la liquidación de agrodólares-fomentada también por los buenos precios de la soja, a favor de un horizonte más o menos calmo-en materia financiera-para los próximos meses.

Todo este conjunto de medidas puede ser criticado como ortodoxo, pero asumiremos que era realmente necesario para controlar la situación presente y las expectativas futuras. De hecho, sostendremos que tal paquete no puede considerarse como conservador en virtud de sí mismo; sí, en cambio, cuando éste se implementa en ausencia de políticas esterilizantes o compensatorias-de gran calado-en el terreno socioeconómico. Éstas deberían y podrían revertir la pérdida de salario real, pero no a través de muy altos incrementos nominales, que espiralizarían la carrera precios-salarios. Bien al contrario a través de una reestructuración profunda de precios relativos que abaratase los alimentos y demás bienes de consumo popular, y mejorase cuantitativa y/o cualitativamente los servicios públicos esenciales.

Sin embargo, el giro pro-mercado del gobierno no puede negarse, y no sólo por la ausencia de estabilizadores sociales realmente trascendentes que contrapesen la política económica. El arreglo con Repsol, la búsqueda de acuerdo con el Club de París, el acercamiento al FMI y la búsqueda de apoyo en la Casa Blanca por los holdouts, entre otras, denotan sin lugar a dudas la búsqueda de dólares provenientes del establishment financiero internacional. Todo modo, sería interesante aclarar que el hecho de negociar y llegar a acuerdos para saldar pleitos y conflictos puede llegar a ser positivo y conducente.

Una observación incluso en exceso estricta de esa lógica pagadora es la que se siguió, sin ir más lejos, al cancelar toda la deuda que nos ligaba al FMI. De hecho el acuerdo con Repsol, por caso, puede considerarse como una excelente solución, mucho más ventajosa que el único pago realizado al Fondo. Pero, más allá de todo esto, lo que podríamos objetar como una orientación errónea, según los principios que rigen estas líneas, no es el hecho de saldar pleitos financieros de forma más o menos ventajosa, sino que esto se esté haciendo en pos de reingresas a los indeseables ‘mercados internacionales’ de deuda usuraria.

Así pues, el gobierno se dispone a cometer-por necesidad-un gran retroceso en su notable hoja de servicios; esto es, volver a la rosca financiera internacional. Ese giro sin duda permitirá cosechar algunos frutos verdes, sobre todo para finales de este año y en el ‘15, y aún más para el próximo gobierno. Pero será a costa de altas tasas de interés-de 5% en adelante-y de resignar el mayor avance conseguido en esta etapa, como fue liberarnos del

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yugo político-financiero internacional. La necesidad tiene cara de hereje, esto es inobjetable, pero aun asumiendo dicha necesidad de endeudarse esto podría haberse hecho por afuera de los mercados ‘clásicos’; apostando más decididamente el subutilizado capital político del país, sin duda estratégico en la correlación de fuerzas de la región en su conjunto.

Para que este capital político pueda rendir a su máximo nivel, justamente se requiere de apuestas más comprometidas-en cualquiera de los sentidos-en el terreno geopolítico.

Por otra parte, valdría aclarar que más allá de la geo-estrategia del gobierno, de haberse encarado la política económica-desde un principio-de forma más diligente, previsible y ‘seria’, hoy tendríamos otro horizonte financiero-estructural. Y esto ni siquiera conllevaría tener posiciones efectivas más pro-mercado, ya que lo cortés nunca quita lo valiente. Nadie podrá decir que gobiernos como el de Rafael Correa o Evo Morales estén a la derecha del kirchnerismo, y sin embargo siempre han encarado le gestión macroeconómica con tal ‘seriedad’. El resultado es que, en caso de serles necesario, ambos países tienen acceso al crédito internacional, tanto del lado ruso-chino como del establishment financiero imperante, y en unas condiciones envidiables respecto a nuestra situación en cualquiera de los dos casos.

En definitiva, lo cierto es que el gobierno está por el momento aplicando un ajuste en cuotas, tal como vienen machacando algunos economistas opositores. Aunque frente a sus críticas podría rebatírseles que esto, lejos de ser una desgracia, puede llegar a ser de lo mejor que nos deje este ciclo político. Sin ser el final deseado por el campo popular, y habiendo perdido la oportunidad de hacerlo en mini-cuotas desde 2012 -con lo cual ahora ya estaríamos en pleno ascenso-, un ajuste dosificado de modo socialmente asumible significaría transitar este primer parate o stop industrialista -tras la superación kirchnerista de casi 40 años de neoliberalismo feroz- de forma más o menos manejable. Y este hecho, lamentable y afortunadamente, sería una de las mejores noticias conocidas en el último medio siglo de nuestra historia.

Por otra parte, habría de destacarse que la ‘moratoria’ que nos ha permitido hacer el ajuste en cuotas, a la espera de completar el pack de actualizaciones-como la AUH ya incrementada un 40%, Ganancias, etc.-y de tantear la evolución general de los próximos meses, fue facilitada por el Papa Francisco: en plena tormenta, la flor y nata de los poderes no democráticos-patronales, grandes medios, la city, burocracia sindical, etc.-coqueteó con culminar el golpe de mercado o ‘cívico-económico’, y tumbar al gobierno constitucional en pocas semanas, a través de un lockout múltiple.

Pero los ya célebres y enfáticos ‘cuiden a Cristina’ del Papa, y la prudencia de las voces más racionales del establishment local, surtieron el efecto deseado y se finalmente se desestimó ‘graciosamente’ la opción destituyente. Opción acicateada también, por los especuladores globales, y corporaciones nacionales; con portadas catastróficas en todos los grandes medios internacionales, y las agencias empresariales frotándose las manos como siempre ocurre cuando un país se derrumba. Pareciera que la renovada fe cristiana de los grupos de presión locales hubiese jugado un papel en la estabilidad monetaria y política resultante. !"#$!%&'()*+,*&"#+-+$#&(#+%&#./,(&* Es por todo esto que, en el actual contexto, la tendencia hacia la estabilidad macro

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puede ser un espejismo si los equilibrios políticos o económicos llegan a torcerse; u ocurre algún imponderable aciago y de gran resonancia, o vaya a saberse qué catástrofe nos castiga, siendo el nuestro uno de los países más ‘sorprendentes’ de todo el orbe. Pero, asumiendo un escenario que fluctúe dentro de los límites de lo razonable, la prospectiva económica en cifras para finales de este año es la siguiente:

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Variación del PBI entre (-)1,5 y (+)1,5 por cien; Tipo de cambio rondando los 10$ por dólar; Inflación del 30-40 por cien; Tasa de interés del 28-33 por cien; Reservas internacionales de los 25 US$ mil millones en adelante y con seguridad arriba de 20 US$ mil; Déficit público estabilizado o en aceleración; deuda pública fuertemente pesificada y alrededor del 50%; Amesetamiento o empeoramiento de la balanza comercial, vía caída consistente de importaciones y exportaciones también a la baja pero de forma más moderada; caída del salario real del 5-10% pero con niveles de empleo estables o suavemente a la baja; Inversión privada muy mermada e inversión pública estable o al alza-en proporción variable según la cantidad de dólares que se consiguiesen.

Disminución de subsidios cuya tasa dependerá de la evolución del marco económico general.

Asimismo, de todo lo anterior se deriva de forma subyacente que falta un plan marco estratégico-o éste es totalmente secreto y por ende inclasificable-que encuadre el plan táctico en marcha, aunque no sea del todo declarado. Es por esto que, estando huérfanos de una estrategia-marco, al menos en lo visible desde el llano, y de certezas sobre varios desenvolvimientos como el humor social, el tablero geopolítico, la crisis financiera, el precio de las commodities, etc. sería altamente recomendable tener ya estudiados y preparados todos los ases en la manga que con los resortes del Estado sean posibles, tipo el de Fábrega con el encaje de la banca privada en dólares.

De este modo, si el cuadro prospectivo ensayado para finales de año se cumpliera al menos en sus vigas maestras y se contara además con algún/os as/es en la manga como airbag frente a posibles tormentas no ponderadas, podría decirse que el gobierno entrará al 2015 quizá enyesado, pero habiendo zafado de una cirugía mayor. De ahí en más hasta las elecciones presidenciales, la evolución macro dependería en lo que es controlable de la cantidad de dólares que pudiesen entrar, del buen o mal uso que se hiciera de los mismos; y de que el equipo económico llevara adelante una gestión macro razonable y más o menos coherente, consecuente y previsible, lo cual a priori se nos presenta como muy posible.

Así las cosas, si la estrategia del gobierno sale más o menos bien y para el segundo semestre de este año empiezan a llegar dólares del exterior-deuda, IED en Vaca Muerta u otras inversiones, es probable que se pueda pilotear el stop con ciertas garantías de estabilidad general, aunque esté por verse si con paz social también. De esta manera, este ajuste en cuotas le dejará al gobierno venidero una situación que, lejos de la fatalidad, será incluso bastante envidiable respecto a las experiencias transicionales vividas en anteriores décadas. Sea kircherista, post-kirchnerista o antikirchnerista, el próximo ciclo político encontrará un país: fuertemente desendeudado-con una relación deuda en dólares

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/ PIB irrisoria, aun si se toma deuda antes del ‘15, con una situación social como mínimo aceptable, con el parate económico en vías de recuperación-ajuste ya hecho en buena medida, con un tejido productivo bastante reconstituido, con buena parte de los trenes recién renovados, con el control soberano de Vaca Muerta.

Esto es, sin ser tampoco el País de las Maravillas, es probable que el futuro gobierno pueda echar a andar la próxima etapa expansiva del estructural ciclo de stop and go (para ampliar al respecto léase “El límite estructural...”), lo que implica por otra parte alguna garantía de reelección en 2019. Como es a todas luces reconocible, este panorama dista mucho de la pretendida herencia fatal que supuestamente recibirá el próximo gobierno, aun a sabiendas de que la lista de deudas pendientes es todavía bastante amplia. Tan amplia como, por lo menos, toda otra década por ganar.

De todas maneras este escenario-aun siendo probable-no está ni mucho menos asegurado, y en gran parte dependerá de las políticas que implemente el gobierno de aquí en adelante; así como de factores económico-político-sociales internos y externos, y hasta del resultado de Argentina en el Mundial de Brasil-una caída prematura o estrepitosa podría desatar tensiones sociales poco deseables. Además, aunque este cuadro pueda ser benigno con el próximo gobierno, eso no denota que éste vaya a ser kirchnerista, más bien todo lo contrario: la etapa terminaría más o menos en paz-a falta de verificar si los niveles de conflictividad social no se descontrolan, pero terminaría al fin. Sin renovadas y extrañadas audacias populares tipo AFJP, etc.; y con ajuste suave o un muy incipiente repunte pero en todo caso a años luz de un boom consumista, las opciones propias en 2015 quedan reducidas a alguna alternativa K de corte más liberal, fuese quien fuese el candidato que la encarnase.

A menos, claro, que de aquí a las PASO surgiera y se consolidase un neokirchnerismo por izquierda, una ‘continuidad con cambios’ con la luz de giro puesta aún más enfáticamente hacia el campo popular. Sin embargo, cotejando el accionar de algunos de estos sectores kirchneristas populares de un tiempo a esta parte, se puede observar cierta inclinación por jugar a perder, esto es, por ir atrás de una opción liberal tanto de forma abierta como indirecta. De este modo, sin ser del todo descartable que el gobierno retome la iniciativa con abnegada fidelidad a sus mejores esencias-esto es con alguna audacia social o estructural de real trascendencia, este escenario parece cada día menos probable.

Como es evidente, tal dinámica orientada a una transición ordenada y pacífica al post-kirchnerismo liberal no es la única e inexorable alternativa. Y de hecho para el campo popular no es la mejor de las opciones; pero, tal y como pinta el cuadro, una observación realista nos demuestra que es lo más factible. De hecho, en virtud de lo explicado en clave global, actualmente podríamos quizás estar optando por un posicionamiento claramente inclinado hacia el polo altermundista. O instrumentando alternativas de comercio soberano no monetario-política y técnicamente 100% viables-que redujesen las necesidades de dólares, y por ende consolidaran las reservas entre tantas otras posibilidades de acción superadora. En definitiva, buscando una salida social que convirtiese este stop cíclico en un trampolín y no en un ajuste, tanto para el país en su conjunto como para el movimiento popular, y en consecuencia para su expresión política cristalizada en el kirchnerismo. Pero, en honor al realismo, obviamente que no es esto lo que está ocurriendo, al menos hasta el momento.

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!"#$!%&'()*+!#,-'(&*+.*&(#.*,+/+"%0(#.*, Atendiendo a todo lo expuesto, siempre que el rumbo defensivo del kirchnerismo se mantenga, y que los problemas no se agudicen repentinamente, el panorama político regional que vemos de aquí a un año es el siguiente: Por un lado en el plano nacional un kirchnerismo ‘duro’ en retirada más o menos ordenada, e integrado en alguna variante neokirchnerista liberal ‘no emancipatoria’, como pseudocontinuidad que-en caso de retener el poder-reduciría el esencial apoyo argentino al ALBA y al altermundismo al mero folklore militante, mientras el rol efectivo del país pasaría a ser de personero o-con suerte-intermediario del Norte. Respecto a los países vecinos y hermanos, Evo estará más acorralado que nunca al no tener reelección, sin chance alguna de reforma y orillando su peor caudal de votos desde que ganó en 2005; esto es, bajo ataque constante y en situación de debilidad. Por otro lado la derecha del Frente Amplio, más anti-argentina y más pro-imperialista y pro-mercado, retomando el gobierno en Uruguay. Luego la polarización política y el liderazgo insustituible de Hugo Chávez en Venezuela requieren que nos preparemos para escenarios pesimistas; desde situaciones de derrota trágica, a otros más o menos estables aunque difícilmente de avanzada. Asimismo el gobierno de Dilma aparece con posibilidades de sucesión exitosa pero por un estrecho margen de acuerdo a los mismos sondeos de la oposición. Y la lista sigue: Paraguay jugando alineadamente con los ‘malos’. Chile con una Bachelet algo más socializante perocomo siempre en aquel país-sin margen para la soberanía política y cada vez más inmersa en la Alianza del Pacífico. Finalmente a todo esto habría que sumar la más que probable llegada de un republicano a la Casa Blanca el 1 de enero de 2016, lo cual-más allá del fiasco histórico que representó Obama-empeoraría aún más las cosas. Así pues, si se diera esta seguidilla de malos presagios para la Patria Grande-lamentablemente muy plausible si no se toman cartas en el asunto-y el 2016 nos encontrara tal y como pinta hasta ahora.

La primera evidencia que nos plantea esta situación que incluso con la fortaleza de Maduro para defenderse de las amenazas golpistas, en las ya complejas condiciones actuales, sin el sostén kirchnerista-y hasta con la posibilidad de un PT fuera del Palacio de Planalto-la posición del chavismo y el eje del ALBA luciría bastante más que endeble, dentro de tan sólo un año y algunos meses. Aún si se mantuviera Dilma, pero sin el kirchnerismo inclinando la balanza al campo popular, emerge un escenario cierto de recomposición del poder corporativo con su respectivo reflejo en las agencias de los Estados sudamericanos. ¿Dónde habría quedado la primavera emancipatoria latinoamericana? Con el Mercosur atascado-como ya ocurre hoy día, la Alianza del Pacífico en pleno auge y el ALBA zozobrando, ¿qué quedaría del integracionismo soberano tras la salida del poder de estos gobiernos populares? Seguramente, el saldo inalienable de esta etapa sería cierto aprendizaje de las derechas cipayas y del propio Imperio, que no volvería a implementar gobiernos hambreadores, sino regímenes lacayos con algunos ribetes de contención social.

También, es muy probable que-además de los pocos gobiernos populares supervivientesquedasen movimientos populares más o menos organizados en la oposición, en condiciones de volver en algún momento a ser gobierno. Sin embargo aun siendo todo esto cierto, pareciera ser un premio consuelo bastante poco consolador, dada la cantidad de años transcurridos desde que el Comandante Chávez re-encendió la llama de la esperanza y abrió una nueva ventana de oportunidad.

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!"#$!%&'()*+,*&(#,*-+%-%&'#"*Al cuadro de situación expuesto debemos agregarle una reflexión sobre los instrumentos de medición de imagen e intención de voto. De acuerdo a encuestas de Poliarquía y Mora y Araujo indican que Massa es, de arranque, el ‘candidato puesto’ para acceder y ganar la segunda vuelta. Pero esto, sin estar en gestión y a un año largo de las PASO, es más una debilidad que una fortaleza. Siendo muy factible que sufra importantes pérdidas en su exceso de puntos porcentuales, que aún hoy se arroga por ser quien derrotó al kirchnerismo, y por colear todavía su clímax de gloria.

La segunda deducción que plantearemos es que el PRO en solitario está bastante lejos de pelear por la segunda vuelta, lo cual de ser así aumenta las opciones de que Macri intente negociar, por caso con el FAUnen, o hasta con el peronismo residual que recele de Massa. Luego difícilmente pueda Macri aliarse con Massa ya que ocupan el mismo espacio electoral y solapan cuando un curso de acción que les sume votos los llevará a cerrar acuerdos con alguno de los gobernadores del movimiento peronista.

Por otro lado para llegar a una segunda vuelta, el panradicalismo deberá ir junto sí o sí o asociarse con Macri. En este caso, teniendo en cuenta la conducta errática de la Carrió, es una posibilidad seria que vayan divididos. Si esto ocurriese, se abre una posibilidad de acuerdo entre Carrió, quienes la sigan y Macri. En este sentido, cualquiera de las dos alianzas más factibles para el PRO-fracción de FAUnen o peronismo residual, le otorgaría al rejunte resultante alguna probabilidad de llegar a pelear la batalla final.

Bajo las condiciones que hemos expuesto, y tal como viene el panorama político hasta ahora, es cuanto menos dudable que la mejor opción para los sectores populares pase por abrir la interna FpV-PJ lo máximo posible, para fortalecer al máximo la posibilidad de elección del próximo presidente. Esto resulta a priori la mejor alternativa para las candidaturas que, en mayor o menor grado, plantean una laxitud liberal-todas las mínimamente competitivas, puesto que ensanchan su legitimidad de todas maneras.

Pero dependiendo de la evolución de la coyuntura socioeconómica y de la consolidación de los otros candidatos, esta variante podría ser la trampa de una derrota segura en la más que probable segunda vuelta, porque la dispersión de candidatos propios sin perfiles predefinidos terminaría ensanchando a Massa, a algunas opciones de izquierda e incluso al ‘facho-progresismo’.

Por esta razón, puede que lo más conveniente fuese desdoblar-preservando la unidad-el voto kirchnerista-peronista, de forma clara y específica, entre el kirchnerismo más liberal o pejotista y el kirchnerismo de matriz nacional-popular. Este escenariosiempre en el marco de las PASO del FpV-encontraría a un Scioli centrista detentando el voto territorial-PJ puro y disputando explícitamente al confundido electorado del Frente Renovador.

Si se elige el desdoblamiento de los votos K liberales y K populares será necesario a su vez parcelar los votos excluyendo al votante de Macri para llevar al enfrentamiento a Massa y a Macri por los mismos votos. Luego la opción K popular que retuviera el bastión de votos duros, deberá ofrecer una propuesta seria de largo plazo, definiendo el cómo conquistar la década que queda por ganar, y recuperando parte de los muchísimos votos que desde hace tiempo se fugan por izquierda.

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Esta variante requeriría sólo dos candidatos, que encarnaran realmente cada uno su verdadero papel, y construyeran realmente un ideario programático representativo de su posiciones, un más popular; y el otro de centro más próximo al mercado. Pero de todas maneras, tal ideario tendría que contener, de forma consensuada, un núcleo duro de principios éticos y de políticas públicas fundamentales compartidas por todos. Núcleo consensual que por otra parte encarnaría el sentido común de lo que es ser peronistakirchnerista, así como a su vez-excluyendo las tergiversaciones liberales-el peronismo siempre lo tuvo: tercerismo, antiimperialismo, Estado de bienestar potente, desarrollo industrial-nacional, pueblo trabajador como sujeto social central, control estatal de los sectores estratégicos y de los recursos naturales, servicios públicos de excelencia, desarrollo tecnológico endógeno, etc. Si se quiere, esta convivencia institucionalizada en una desdoblada diversidad no sería otra cosa que aquello que no se pudo conseguir en los ‘70 y sin entrar en tal debate, la institucionalización formal de al menos dos grandes maneras de entender, sentir y militar el peronismo. No sería mala esta ocasión para conseguirlo.

Aunque, más allá de la aceptación mutua de estas dos grandes maneras de compartir un mismo espacio, se debería delimitar exhaustivamente qué es lo que se comparte y qué no. Y esto último, además de todo, podría ejercer de coraza programática protectora frente al oportunismo y la profanación tan extendida que ha sufrido y sufre el peronismo. En suma, se trataría de hacer hacia dentro del peronismo lo que en su día Néstor intentó hacer hacia afuera: dos grandes polos, uno del centro para la izquierda y otro del centro para la derecha. Habida cuenta de que el peronismo, más allá del partido, es cada vez más la adscripción política única en Argentina, habría que hacer esto mismo pero hacia dentro.

Lo cual, por otra parte, genera una ventaja para los sectores populares que es decisiva: más allá de izquierda y derecha, la doctrina peronista original beneficia largamente a las clases populares, ni muchísimo menos al gran capital.

Dando por descontado la fuente doctrinaria y fáctica de Perón y Evita como el principal el horizonte de convergencia de todos, luego la única pureza u ortodoxia debe residir en el núcleo conjunto, será el capital político de Cristina, permitiéndose y hasta alentando disidencias en una y otra dirección. Tales disidencias serán además necesarias, si se atiende que el modelo iniciado en 2003 está ya agotado, y son necesarias nuevas ideas.

Así pues, si se planificara este desdoblamiento marcado y diferenciable que canalice los votos K populares por un lado y por otro los votos K liberales, pero con sólo dos candidatos jugando ambos las PASO-FpV y con un consenso básico de políticas comunes que se llevarían a cabo en caso de ser gobierno y otras tantas o más medidas diferenciadas, la opción ‘pejotista’ le podría quitar muchos puntos a Massa, convirtiendo el escenario de las PASO en una concentración de focos sobre la gran interna entre el neokirchnerismo popular y el neokirchnerismo liberal, con Cristina de observadora.

Al margen de estas consideraciones, un dato no menor que debería tenerse en cuenta es que Massa es el único presidenciable en serio que ha sido virtualmente rechazado por Francisco, en virtud de viejas rispideces que no son de particular incumbencia para estas líneas. Por otra parte, teniendo en cuenta la grilla de espacios aspirantes al ballotage y sus mejores candidatos-Scioli, Massa, Macri, Binner, se observa fácilmente la cuasi unanimidad de candidatos porteños/bonaerenses. La única excepción es Binner, que aún así es santafesino, lo cual lo hace sospechoso de porteñismo al igual que a los litoraleños. Y esta, justamente, sería otra muy buena carta a favor de un potencial candidato kirchnerista

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por izquierda, que a la luz de esta situación sería deseable que fuera del ‘interior-interior’ e hiciera campaña con el poncho federal calzado. Pero bajo este prisma a Urribarri, por ejemplo, como entrerriano litoraleño que es, tampoco le calzaría del todo bien tal poncho.

Respecto a este tema sólo decir que, si la disputa fuera con Binner estarían en las mismas, y frente a un porteño estaría en ventaja Urribarri.

Finalmente, y en pos de reafirmar la convicción de que no está todo dicho todavía para el 2015, ni mucho menos, mencionaremos dos elementos más: el primero es que no habría que olvidar el fenómeno de la renovación cafierista y su propio final, sin llegar nunca al gobierno nacional y con un personaje caudillesco con discurso nacional-popular que le copó la parada con el ‘poncho puesto’-más allá de que después se diera vuelta. Y la segunda, que tampoco habría que olvidar la famosa ‘maldición de Roca’, que ha seguido cumpliéndose de forma rigurosa hasta el día de la fecha.

Pero, más allá de dotar a los dos sectores en convivencia con dos contrincantes con posiciones en parte claramente antagónicas pero también con un ideario común, el eje central del asunto seguiría siendo qué proponer para el futuro: el detalle de los errores cometidos y explicados pacientemente seguramente facilitará esta transición y le allanará el camino para generar una nueva coalición popular.

Partiendo de que Néstor y Cristina dieron la crucial batalla por sacar al país del infierno, estabilizarlo en el purgatorio e incluso por avanzar bastante más allá. Y enfatizando que, al margen de los errores que se hayan cometido-‘quien esté libre de pecado que tire la primera piedra’, lo consiguieron sobradamente: a un bombero no se lo valora por sus formas, modales u otras menudencias, sino por su eficacia para apagar incendios.

En definitiva, lo que se pretende plantear con todo esto es que si hubiera una mínima apuesta orientada a incorporar algún nuevo logro kirchnerista a la lista de medallas trascendentes ya conseguidas, alguna nueva bandera que militar y honrar, más un candidato propio, que aunque fuese poco conocido cumpliese con el perfil buscado, seguramente se estaría en condiciones de competir dignamente con quien fuese-en el marco de las PASO-FpV. Puesto que el mundo entero está en un momento bisagra, al igual que toda Latinoamérica y nuestro mismísimo país.

Entonces: se puede claudicar de antemano, por supuesto, nadie es capaz de impedir tal cosa. Pero también se podría trabajar por la construcción de largo plazo, ocupar el espacio que a cada uno le corresponda, hacer crecer tal espacio y dar la batalla interna.

Y aun en caso de derrota, se debería trabajar por evitar desviaciones de un hipotético gobierno neokirchnerista centrista, y por profundizar y timonear constructivamente al máximo. A fin de cuentas, estar pertrechados y en condiciones de defender todo lo defendible desde adentro, es asimismo de trascendental importancia. Evitar a otros gobiernos-males mayores ya puede ser una inconmensurable victoria; aguantar los trapos y jugar fuerte desde adentro y constructivamente, también.

En ese sentido, habría que tener presente que cualquier neokirchnerismo será indisolublemente ligado a toda la historia común previa, y que destruirlo será como para todos los jugadores tanto liberales como populares, la autodestrucción. Ahora bien, eso por ninguna razón implica que se hubiere de ceder el propio espacio. Para los sectores populares, ocupar el sitial que corresponde dentro de la amplia familia peronista, hoy

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kirchnerista, siempre nacional y popular, puede ser-en t茅rminos hist贸ricos-un punto de inflexi贸n, y un salto evolutivo de valor incalculable.

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Ambos hechos pusieron las alarmas en rojo, causando remezones solo comparables a los vividos en el país por la violencia desatada entre febrero y marzo de este año.

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Los asesinatos de un custodio del presidente Maduro y de un destacado dirigente chavista evidencian que la campaña de la derecha, orquestada desde Miami, Colombia y la propia Venezuela, se ha inclinado por la violencia sin freno.

Durante los primeros días de mayo fueron asesinados en Venezuela, con pocos días de diferencia, un custodio del presidente Nicolás Maduro y un personaje central del chavismo llamado Eliécer Otaiza.

Este último hombre, Otaiza, había participado en la fundación del movimiento chavista, o bolivariano, pero además tenía, cuando lo mataron, un alto cargo de representación en el poder municipal de la capital. Junto con su hermano mellizo, acompañaron a Hugo Chávez desde que salió de la cárcel en julio de 1994, como custodios en la romería que hizo por centenares de ciudades, pueblos, campos y barrios venezolanos, en los que el líder bolivariano difundió el mensaje del nuevo movimiento nacionalista brotado dos años antes, el 4 de febrero de 1992.

No se matan custodios presidenciales y líderes políticos todo los días en este mundo. De hecho, los registros periodísticos solo reseñan seis casos en los últimos 23 años, cuatro de ellos en asaltos golpistas en África Central, uno en la reciente crisis de Ucrania y un sexto en Colombia.

La razón para un registro tan escaso de episodios criminales de ese rango en la lucha política internacional es que eliminar a un custodio presidencial o alguien con la trayectoria militante de Eliécer Otaiza en Venezuela, tan cercano al gobierno como él, es un acto directo contra el centro mismo del poder. El presidente venezolano y su ministro del Interior definieron el caso como un “crimen político planificado desde Miami”, donde una parte de la oposición derechista venezolana fragua sus conspira-

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ciones, contrata mercenarios y entrena militarmente a jóvenes estudiantes derechistas. En realidad, es más que Miami. Se han verificado nichos de conspiración y entrenamiento en Bogotá, Táchira y haciendas grandes de ricos ganaderos venezolanos. Algunos grupos de paramilitares, desocupados en Colombia, se han vuelto muy activos entre la oposición venezolana.

El punto de partida para cualquier aproximación a lo que pasa en Venezuela es el grado de incompatibilidad absoluta entre Venezuela como Estado-nación, como gobierno y sistema político y como movimiento social, frente al dominio hemisférico estadounidense. En ese contexto se desarrolla el complicado dilema interno de saber cómo terminar lo comenzado.

Ese distanciamiento del dominio yanqui explica que la sociedad venezolana esté sometida desde el año 2002 a la más cruel de las presiones externas e internas para descalabrar su gobernabilidad, frenar su desarrollo y derrotar sus fuerzas sociales. En 12 años ha sufrido un golpe de Estado en abril de 2002, aunque derrotado en las siguientes 47 horas, luego tres intentonas golpistas en 2003, 2004 y 2005, además de un paro industrial y petrolero. También se cuentan por lo menos cuatro intentos de magnicidio a Chávez y alrededor de 250 agresiones a funcionarios gubernamentales. La suma de los chavistas asesinados entre 2002 y 2014 aterroriza: 357. Incluye los siete médicos cubanos asesinados o heridos y los 256 campesinos acribillados desde 2003.

Esa estadística macabra acerca a Venezuela a escenarios de violencia política aguda como el de Colombia, donde la burguesía impuso su paz social a balas, persecución y desplazamientos. Para ser precisos, sus promotores tienen el proyecto de convertir al país en algo similar a lo que estamos presenciando desde un año atrás en Siria, o hace tres meses en Ucrania. Venezuela se enfrenta al riesgo de una guerra civil provocada, dirigida y financiada por grupos de poder de EE.UU., por gobiernos de la derecha latinoamericana, usando para ello a sectores de la oposición venezolana que se han desprendido para actuar como la caballería, la vanguardia necesaria que actúa en nombre de todos los capitalistas.

Hay otros muertos con otros responsables, que sin embargo, no definen al gobierno ni al sistema político. Se trata de cinco obreros caídos en medio de una huelga por acción policial bajo órdenes de un gobernador bolivariano corrupto en una ciudad del interior, y tres más que cayeron en el Estado de Aragua, ubicado en el centro-norte del país, en medio de una disputa entre sindicalistas clasistas y un grupo de la burocracia gremial oficialista.

Lo que define al proceso bolivariano es el ataque permanente de Washington y las burguesías latinoamericanas para derrocarlo. En ese escenario de tensiones constantes, el gobierno y la dirección política del chavismo se debate entre políticas duales que en muchos casos han sido acertadas, pero en otras ha convertido los crímenes en casos policiales, incluso aislados, donde el proyecto revolucionario contenido en el Programa de la Patria y el Golpe de Timón se subordina al incidente. En ese tratamiento policial del inci-

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dente se disuelve la fuerza social que debe sostener la defensa de las conquistas del proceso revolucionario y hacerlo avanzar.

El mapa de la muerte. Pero estas dos víctimas resonantes del sicariato político opositor en el país no aparecieron en el escenario como si fueran sucesos policiales, y menos como caprichos de la revancha derechista. Otaiza y el miembro de la seguridad de Maduro son apenas dos síntomas escandalosos del drama nacional en curso.

Entre febrero y mayo, una parte de la oposición protagonizó una “revuelta de ricos”, como tituló con buen tino periodístico el corresponsal de The Guardian, sorprendido por el atuendo personal y los autos lujosos de las personas que vio en las marchas y en las barricadas. De esa revuelta resultaron 48 muertos, de los cuales solo 15 son opositores.

A lo sorprendente en términos humanos de esta estadística, se suma una sorpresa más desconcertante. Estas dos cifras de muertos se invierten en las cabezas de gente desinformada –la mayoría–, que se orienta por las informaciones editadas cuidadosamente en las cadenas televisivas y diarios dominantes y por periodistas sin escrúpulo como Jorge Lanata, o diputados asociados a los opositores venezolanos, como Federico Pinedo.

Entre el día 12 de febrero y el día 28 de marzo, cadenas como NTN24, de Colombia, CNN, y diarios como El País y ABC, de España, Miami Herald, El Nacional de Caracas y Clarín, de Buenos Aires, ubicaron dentro del acontecimiento venezolano 21 imágenes fotográficas de alta violencia, pero ocurridas en otros países. Las copiaban de las “redes sociales” desde fuentes armadas en territorio venezolano y colombiano. Una de las principales agencias de esa información falsa fue la empresa de medios de J. J. Rendón, ex asesor de Juan Manuel Santos y Uribe Vélez, uno de los más destacados conspiradores venezolanos en el exterior (vive en Miami desde 2006).

Con esas imágenes de muerte y violencia construyeron informes periodísticos falsos. En cada una de ellas aparecían jóvenes o mujeres golpeadas por agentes de seguridad.

Esas fotografías o filmaciones de video fueron usadas por los editores para titular informes en los que afirmaban que “el gobierno dispara y tortura a la sociedad civil y estudiantes opositores”, como dijeron la CNN y el Miami Herald y replicaron los otros medios.

Con esa falsificación a gran escala lograron dos cosas. Convencer a medio planeta de que en Venezuela existe una dictadura asesina y al mismo tiempo, invertir los hechos de la realidad: mucha gente quedó convencida de que los muertos son todos opositores.

“Jóvenes estudiantes indefensos que salen desarmados a las calles para reclamar por sus derechos democráticos contra un gobierno despótico que les dispara a mansalva”, así relató el conductor Jorge Lanata en uno de sus programas, quizás una proyección psíquica para satisfacer un deseo profundo.

Esta estafa informativa deliberada se convierte en grosería periodística cuando hurgamos en la realidad. Resulta que de los 15 caídos de la oposición solo 5 son de responsabilidad gubernamental y apenas 3 por acción de la militancia chavista.

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En términos de responsabilidad política, todos los muertos, incluidos los de gente opositora, fueron causados por la “revuelta de ricos” comenzada en febrero sin fin previsto. El día miércoles 7 de mayo, dos meses y medio después, aún continuaban los actos violentos de los grupos opositores. Hay señales de otra revuelta para junio, amparados en el Mundial de Fútbol.

A diferencia de los dirigentes de la oposición venezolana y sus socios periodísticos y parlamentarios en el exterior, el gobierno se hizo responsable por las acciones de sus miembros. Destituyó al jefe policial que desobedeció la orden presidencial de no disparar el 12 de febrero y mantiene a una decena de guardias nacionales procesados judicialmente, en algunos casos por ejercer actos de violencia personal.

Las otras siete personas de la oposición, cayeron por efecto de sus propias acciones, dentro de las barricadas o en accidentes individuales en acciones violentas. La Fiscalía llamó a este tipo de casos “muerte indirecta”, porque no hubo intencionalidad. Puede ser, pero en términos políticos, sí existe una causa identificada: las barricadas organizadas por ellos mismos como parte de una revuelta “de ricos”.

De esas acciones contra el gobierno resultaron muertos tres militantes opositores por sus propias manos: a uno le explotó un mortero que preparaba contra la Guardia Nacional, otro se electrocutó derribando una valla publicitaria para hacer una barricada y el tercero se cayó de una terraza en un barrio rico de Caracas, luego de disparar contra los cuerpos de seguridad del Estado.

Así se desprende de estas cinco fuentes consultables en la web: Red de Apoyo por la Justicia y la Paz, Provea, Amnistía Internacional, Red de colectivos La Araña Feminista, Centro para la Paz y los Derechos Humanos de la UCV, y el diario web Aporrea, que llevó el registro diario de las víctimas mortales.

El resto de los fallecidos por actos violentos se divide en dos tipos de personas: 15 vecinos y vecinas sin actividad política, que podrían ser contabilizadas como ni chavistas ni antichavistas. Los otros 18 caídos mortales eran chavistas o bolivarianos de tres tipos: 10 están registrados como miembros de los cuerpos de seguridad pública del Estado (Custodia Presidencial, GNB, PNB y el SEBIN), 1 era fiscal del Ministerio Público, el resto tenía actividad militante conocida con el PSUV o agrupaciones sociales bolivarianas. A estos dos últimos grupos pertenecieron Eliécer Otaiza y el guardaespaldas presidencial.

Al fascismo no se le discute. La periodista radial y militante bolivariana Hindu Anderi se preguntaba en un artículo de opinión reciente: “¿Después de Otaiza quién sigue?” (Aporrea, 5 de mayo 2014). El aparente tremendismo de la expresión puede confundir a quienes creen, a veces con ingenuidad, que la política, en su dimensión más histórica, se reduce a una cuestión de poder, de relaciones de fuerza o, peor, de hechos consumados a los que hay que adaptarse.

La respuesta a la inquietante cuestión planteada por Anderi nos devela las com-

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plejas dimensiones del acontecimiento venezolano.

La dimensión mediática nos muestra que mientras no se modifique la cultura dominante, ellos tendrán ganada esa batalla, porque el mensaje elaborado en los medios encontrará en “la gente” el sentido común que necesita para convertir en verdad hasta la mentira más grosera. Por ejemplo, que Venezuela es una dictadura, que no hay libertad de prensa y que los muertos son inocentes estudiantes opositores.

En cambio, la dimensión político-militar no está en las manos de ellos. La defensa del proceso bolivariano dependerá de que tenga, como comprensión rectora, que “al fascismo no se le discute, se le destruye”, como gritaba Buenaventura Durruti durante la Guerra Civil Española, contra los republicanos, socialistas y comunistas moderados de la República.

Matar altos funcionarios, custodios presidenciales o agentes de la Guardia Nacional Bolivariana es un acto límite en cualquier enfrentamiento político, en este caso entre chavismo y antichavismo. Allí nace la justificable duda de la periodista venezolana Hindu.

En términos más amplios, también es un acto límite en la conducta humana, matar ciudadanos desarmados por diferencias de opinión o llevar una remera roja del chavismo o un tatuaje del rostro de Chávez en el brazo. Los opositores venezolanos han atravesado esos límites humanos. Atravesaron alambres en las calles para degollar, incendiaron 11 planteles universitarios, estaciones de subte, rociaron con gasolina a guardias nacionales y les tiraron yesqueros encendidos, envenenaron un depósito de agua potable en Mérida. Llegaron al extremo de comenzar a quemar un preescolar estatal con 75 niños y sus maestras adentro.

Estas fronteras humanas en la lucha política solo son traspasadas cuando una de las partes se convenció de hacer la guerra a la otra. En ese punto nace lo que desde 1921 se conoce como fascismo, que en la definición del primero que la estudió en el terreno europeo “es la decisión de la burguesía de actuar con métodos de guerra civil contra las fuerzas del proletariado y sus partidos” (La lucha contra el fascismo en Alemania, L. Trotsky, Edic.

Pluma, pp. 56).

En la Venezuela bolivariana ha brotado el sujeto fascista, un bicho casi desconocido en su historia política contemporánea. Al revés de Argentina, Brasil, El Salvador o Chile, brotó en febrero de este año, aunque las puntas de sus pezuñas fueron vistas varias veces desde abril de 2002.

No es necesaria la existencia de un “proletariado” o de fuertes partidos marxistas o anarquistas, como los de aquellas décadas iniciales. El chavismo y su poderoso movimiento social les huelen a lo mismo, aunque no lo sean, porque enfrentan a enemigos similares. El fascismo contemporáneo mutó y se adaptó al tipo de enemigos “nacionales” y “plebeyos”, que debe enfrentar en países como los nuestros.

Para comprender su aparición este año y no antes, debe recordarse que la actual

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generación de jóvenes pertenecientes a familias ricas y medias altas fue amamantada en los últimos 14 años por una sola mamadera: odio al chavismo, como si fuera el mismísimo Lucifer rojo.

En esta década y media de cinco gobiernos continuos del líder bolivariano y su continuador, Nicolás Maduro, la derecha venezolana ha sufrido la mayor cantidad de derrotas que derecha alguna haya registrado en este planeta. 17 sobre 18 procesos de votación de escala nacional. Perdió el control del dispositivo de la renta petrolera y el gobierno que la mantenía encarnada oficialmente en el modo de vida norteamericano, sus valores, finanzas, empresas y cultura. La cultura dominante en Venezuela no depende solo la de la clase dominante. Está en fuerte y permanente disputa con una cultura de izquierda inspirada en el ideario socialista del siglo XXI. Sus calles, simbología gubernamental, discursos, medios oficiales y comunitarios y su movimiento social bolivariano son muestra de ello.

Esta breve suma es suficiente para producir horror entre los privilegiados, no solo de Venezuela.

Los componentes activos de este sujeto fascista son los estudiantes de las universidades privadas y privatizadas. También algunos desprendimientos lúmpenes de la clase pobre de los barrios marginales de Caracas y de dos o tres ciudades grandes. Sus operadores en el terreno son grupos de paramilitares asociados y financiados por la Fundación Internacionalismo para la Democracia, dirigida por el expresidente colombiano Álvaro Uribe Vélez. También cuentan con apoyo táctico de grupos neonazis llegados de Europa como la conocida Otpor, la que junto a otras ONG como la NED, Canvas, AEI y Freedom House, orientan, organizan y arman con tácticas y métodos diversos, a más de 2 mil estudiantes entrenados militarmente en Miami y Colombia en técnicas de guerra (civil) “de baja intensidad”.

El informe oficial presentado el pasado 2 de mayo por el ministro del Interior de Venezuela, Rodríguez Torres, es, además de pormenorizado, suficientemente basado en datos, fuentes, testimonios y documentación obtenida por el gobierno bolivariano (Ver: “30 claves del plan insurreccional contra Venezuela”, poderenlared.com del 5 de mayo 2014).

El carácter de este sujeto social nuevo obliga a repensar todo lo que enfrentaron la “revolución bolivariana” y su gobierno hasta ahora. Especialmente la estrategia de defensa, por aquello que aconsejaba Durruti, entre otros que sufrieron el tiempo del fascismo europeo. Si el fascismo no es destruido, la “revolución bolivariana” se encaminará inexorablemente hacia una derrota como la guatemalteca de 1954, la argentina de 1955, la brasileña de 1964, la chilena de 1973, la peruana de 1975, la boliviana de 1977, o la salvadoreña de 1982. El otro camino es igual de peligroso aunque sea distinto, porque se basa en la ilusión de que una “oposición democrática” enfrentará a otra que no lo es.

Quién mata y quién muere en Venezuela no es una crónica periodística o una es-

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tadística social. Para que no se convierta en un registro pervertido, grotesco, del desastre humano en marcha, debe ser parado “antes de que sea tarde”, como le advirtió al presidente Maduro el capitán de la Guardia Nacional Bolivariana, José Guillén Araque, el 12 de febrero, “muerto de un balazo en la frente el 17 de marzo mientras trataba de impedir una barricada” (L. Bracci, Alba Ciudad, 15/4/14).

La frase la dio a conocer el propio presidente en el velatorio el 18 de ese mes, sin embargo su contenido lo trasciende hasta la necesidad de un programa social, político y militar: impedir que el fascismo venezolano se convierta en temprano.

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de la voluntad popular a través de las urnas. Por eso hay gente que piensa que cualquier cosa que no sea la democracia directa y no delegada es una forma de oligarquía.’

Para nadie es un secreto que las guerras del agua y el gas-el denominado Ciclo Rebelde 2000-2003-hicieron volar por los aires el sistema de representación que rigió durante la democracia pactada boliviana, desde entonces, no sin varios tropiezos, se ha ido construyendo un entramado de nuevas intermediaciones y mecanismos de representación en el país. Contra la creencia del dogma autonomista, no todo tipo de representación es per se antidemocrática se trata, más bien, de construir mecanismos efectivos de rendición de cuentas y supeditación de los representantes a sus representados.

El actual sistema de representación boliviano pivota, casi en exclusiva, sobre el Movimiento al Socialismo (MAS). Mucho se ha escrito sobre la naturaleza del partido presidido por Evo Morales: si coalición de movimientos sociales; partido que consigue *45678,945784: aunar los intereses mayoritarios de campe;<=75=<4>?,75,9<75=<4,@?8AB<=4,=?5,*47:BCA4,75,D?E sinos e indígenas; actualización condensada F<7C5?,G,H>I<5<:BC4=<J5,@KF8<=4L,=45><>4B?,4,M?=E B?C,75,@?8AB<=4+, H548<:B4, N?8AB<=?L, N7C<?><:B4L,7><B?C, y perniciosa del corporativismo, etc. ¿Pero G,=?5>6=B?C,N?8AB<=?,>7,O$+,H:7:?C,>7,84,$<=7NC7:<E qué sucede al otro lado? ¿Qué opciones en>75=<4,>78,#+@+,M7,P?8<Q<4,G,>7,><Q7C:?:,I<5<:B7C<?:, cuentra la ciudadanía que no se ve repre7,<5:B<B6=<?57:,F?8<Q<454:+ sentada en el MAS? La oposición política boliviana está aún en su purgatorio. Si se nos permite la licencia, se encuentran en el Escribe Cesar Rendueles que ‘la complejo momento donde lo nuevo no ternoción de representación política es con- mina de nacer y lo viejo no termina de irse ceptualmente muy endeble. Los capítulos a la tumba. Sin embargo, existe un esfuerzo, más surrealistas de cualquier manual de en concordancia con las derechas remozaciencia política son los que tratan de ex- das del continente, de maquillarse, al menos plicar los misterios de la transustanciación discursivamente, con ciertos ornamentos

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de la izquierda que gobierna. Así como Capriles empezó a decir que los médicos cubanos debían quedarse en Venezuela y que mantendría las políticas sociales del chavismo, en Bolivia, con timidez decreciente, los sectores más hábiles de la oposición empiezan a hablar de “reconducir el proceso de cambio”, “enmendar su dirección”, no de ir en contra de el-como mantienen ciertos núcleos reaccionarios aun significativos. Existe un pulso, cada vez menos disimulado, entre estos dos sectores de la oposición política al gobierno del MAS. !"#$%&'%"()*+",+"$!"-%$.* La última encuesta publicada a finales de abril por el principal diario opositor, Página 7, arrojaba los siguientes datos: Evo obtenía poco más del 38 por cien de intención de voto; en segundo lugar, con 14 por cien, aparecía el gran empresario cementero y político prominente en los 90, Samuel Doria Medina; en tercer lugar, con el 10 por cien, el Gobernador de Santa Cruz, Rubén Costas (cabeza visible del intento de golpe cívico prefectural contra Evo en 2008) ; por último, aparecía Juan del Granado del Movimiento sin Miedo ( ex alcalde de La Paz y ex socio de Evo durante la primera legislatura) con 5 por cien. En esa misma encuesta, entre otros datos, veíamos que el 70 por cien aprobaba la gestión de Evo Morales y que solo un 19 por cien de los bolivianos tenía a la economía como su principal preocupación, dato inédito en la historia de un país que tuvo a la escasez como santo y seña.

Con los pocos datos apuntados y solo a cinco meses de las elecciones, resulta claro que el panorama es muy complicado para la oposición. Siguiendo el ejemplo venezolano, y con un ojo puesto en porcentajes tan pobres como los señalados por todas las encuestas, empezó a fraguarse la necesidad de ‘la unidad opositora’. Sin embargo, la unidad es mucho más sencilla de proclamar que de realizar. Además que se le podría apuntar una objeción conceptual-práctica: la idea de articular un frente de unidad respondería al diagnóstico de que se vive un periodo de excepcionalidad democrática que requeriría que todos los ‘actores democráticos’ dejen sus diferencias a un lado para hacer frente al poder ‘autoritario-totalitario’-términos que los adversarios de Morales usan como sinónimos con infantil ignorancia. Desafortunadamente para la oposición, primero, la ciudadanía no percibe en absoluto que se viva esos ‘tiempos oscuros’ y, por lo tanto, no se muestra especialmente entusiasmada a los ejercicios unitarios-que tienen ecos del pactismo de los años 90, poco preocupados por la nación y más alarmados por los negocios. Segundo, en realidad, en el campo opositor, la unidad no deja der ser la estrategia que tiene cada uno de los actores destacados para subordinar al resto bajo sus intereses. Podríamos decir que como, más allá del discurso, no existen condiciones materiales de opresión que llevasen a los opositores a suspender sus diferencias, intereses y proyectos, en la práctica no existen acercamientos y desprendimientos reales.

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!"#$!%&#'!"#(!)!*+& Las escaramuzas por la unidad se intensifican. El 14 de Julio es el plazo para la inscripción de las candidaturas y hasta entonces se tiene que resolver si se opone a Morales una, dos o tres candidaturas. A día de hoy es casi una certeza que Rubén Costas, el gobernador de Santa Cruz y quien aglutina tras de sí el bloque de poder conservador del oriente, no tiene intenciones reales de postular a la presidencia pero sí de jugar su rol de gran decisor de la oposición boliviana, por el poder que le otorga tener en sus manos la principal gobernación del país, una capacidad de movilización aun significativa y fieles aliados en esa región del país.

Costas, poco después de la publicación de la encuesta citada, puso un nombre sobre la mesa: Luis Revilla. El delfín de Juan del Granado y exitoso alcalde de La Paz sería el mejor candidato de la unidad. Esto fue sentido como un ultraje por parte de del Granado que obligó a su delfín a que rechacé la ‘invitación’. Revilla encaja en la línea de las alternativas a los gobiernos nacional populares. Capriles, Rodas y Massa pueden ser una buena familia postideológica: tecnocrática pero lo justo; con algún gesto social pero sin pasarse; no hablando mucho sobre nada, mejor que no se sepa bien que dirección se tomará. Podría afirmar sin reparo afirmaciones de Capriles del tipo: ‘hace falta menos política y más trabajo’.

Luis Revilla tiene indudables virtudes, más si se lo compara con el trio de ases que ofrece la oposición boliviana hoy en día. El joven alcalde de La Paz ha sido capaz de vender su indefinición ideológica como capacidad de diálogo y ha mantenido un rol secundario pero no invisible en los movimientos de la oposición. Pero no basta ser un buen alcalde para ser un buen candidato nacional. Revilla no cuenta con, ni hasta ahora se ha mostrado interesado por, un respaldo significativo de organizaciones sociales y, entre otras cosas, cuesta imaginarlo interpelando al campo. Pero sobre todo no cuenta con la bendición de su líder, Del Granado, que a pesar de un desolador 5 por cien en las encuestas-incluso menos en algunas, persevera en la idea de ser ‘el reconductor del proceso de cambio’.

La soberbia de del Granado deja el campo expedito para los ‘movimientos unitarios’ de Samuel Doria Medina. El dueño del cemento en el país, Ministro de Planeamiento y Coordinación en 1992-célebre por sus deseos de privatizar una empresa cada semana-y con una voluntad a prueba de inapelables derrotas en las elecciones de 2005 y 2009 no pasó del 7 por cien), parece sentir que ahora sí es su oportunidad. No tiene un discurso que incluya y reconozca tantos elementos positivos del actual ciclo como, con la voz baja, lo hace Luis Revilla, sin embargo reconoce ciertas pocas cosas rescatables: como las transferencias condicionadas que distribuye el gobierno como incentivos para la educación y la maternidad. Sin embargo, tiene un discurso de impugnación casi total al orden existente que puede hacer más llevadera una alianza con el bloque oriental (que sigue renegando de

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la actual constitución, aprobada por 62 por cien en referéndum popular en 2009).

De consolidarse este panorama, tendríamos que la oposición boliviana descartó, de momento, una alternativa a lo Capriles y más bien optaría, otra vez, por la misma fórmula de las dos elecciones anteriores: político reconocido del sistema caído en desgracia en el Ciclo Rebelde con socio hiperconservador del bloque oriental. No parece ser un modelo que preocupen en el Palacio Quemado ni que ayude a oxigenar un poco el campo opositor boliviano.

Y es en medio de este descuidado jardín que emerge la esperanza blanca de Luis Revilla. Quien, por ahora, se limita a deshojar, en un monacal silencio, la margarita. Joven, como le gusta a Costas, con una buena gestión local y sin grandes resistencias parecería una (la única) opción.

La apuesta pública de Costas por Revilla generó la inmediata respuesta del MSM: da igual la profundidad de los acuerdos programáticos, la candidatura de Juan no se discute. Revilla se vio forzado a abandonar su estratégico silencio y, con la misma boca pequeña que hace un mes decía que ‘no habían candidaturas a priori’ en el acercamiento al MDS, ahora dice que ‘por lealtad’ apoya la decisión de las bases: Juan candidato.

El órdago de Costas y la soberbia respuesta de Juan (más sorprendente a la luz de las encuestas) han puesto en dificultades la concreción de la alianza MSM-MDS que nadie ve factible si no es con Revilla a la cabeza. En este escenario, a pesar de la farsa que fue la encuesta del Frente Amplio, Samuel (re) aparece mejor situado para construir la unidad en torno a él.

La oposición haría bien en leer a sus clásicos, como Carlos Toranzo, que dos veces en esta semana advertía contra las interpretaciones entusiastas de encuestas desfavorables.

Porque como decía Rafael Archondo hace poco en La Razón, en democracia es necesaria ‘la disidencia responsable’ que fiscalice de manera eficiente a los gobiernos de turno. Pero la construcción de esa disidencia no es tarea de dichos gobiernos.

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4+$5$*&6-7$&/&*8/&79+/.):* ()*7+)-&/./9Para poder comprender los procesos políticos debemos primero situarnos en contexto. Podría decirse que la historia reciente de la España contemporánea comienza el día en que muere Francisco Franco, el 20 de noviembre de 1975. Poco antes de fallecer, el octogenario dictador fascista deja delineado el camino a transitar.

El príncipe Juan Carlos I de Borbón, señalado por Franco como su sucesor, asume la jefatura del Estado, convirtiéndose en Rey y dando comienzo al período denominado “La transición”.

En 1976, el nuevo Rey nombra a Adolfo Suarez como Presidente del Gobierno, quién se encarga de entablar las conversaciones con algunos de los principales líderes de los diferentes partidos políticos y fuerzas sociales-aunque solamente con los “tolerables”-de cara a instaurar un régimen democrático en España.

En 1977 se firman los Pactos de la Moncloa, con el objetivo de dar estabilidad a esta transición. Ese mismo año se realizan las primeras elecciones, con la restricción de los principales partidos republicanos la cual recién se levantará luego de celebrados los comicios.

La ciudadanía se manifiesta moderada y condescendiente con la transición, y confirma a Suarez en su puesto. En 1981, debido a internas dentro de su partido, y tras la pérdida de apoyo de la casa Real, Suarez renuncia. En 1982 el Partido Socialista Obrero Español gana las elecciones. Es la primera vez desde 1936 que un partido considerado de izquierda o progresista forma gobierno. La ilusión duraría poco…

Estas elecciones inauguran el bipartidismo de facto en España, formándose una casta política que todavía hoy se alterna

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en el poder. Tanto el PSOE como el PP gobiernan en casi todos sus turnos con mayoría absoluta en la legislatura.

Los gobiernos de Felipe González, Aznar, Zapatero, y Rajoy difieren parcialmente en coyuntura y contexto, pero poseen grandes coincidencias tanto en decisiones estructurales como en la gestión: liberalismo económico, incapacidad, sumisión ante las potencias internacionales, corrupción, y algunos tristes etcéteras más.

Es recién a partir de la crisis del 2008 cuando comienzan a surgir movimientos sociales que despiertan la alarma en la clase política tradicional; pero no es sino hasta 2013 cuando el bipartidismo español comienza a tocar fondo. La intención de voto en este año para la suma de ambos partidos no alcanza al 50%, cuando anteriormente se situaba por encima del 85%, incluso rondando el 90-92% en años anteriores. Nos encontramos ante el fin de una Era. !"#$%&#'#&()*&*!+,(#-!#"(.#*+-*/+0-(.

A partir del 2008 la crisis económica infecta y se extiende a otros ámbitos, dando lugar también a una crisis política, social, institucional y territorial.

En 2010 se publica el panfleto “¡Indignaos!”, de Stéphane Hessell, escritor y diplomático francés , quién fuera uno de los redactores de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948. En el libro, el autor plantea un alzamiento contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica, convirtiendo su obra en un fenómeno mediático-editorial.

Paralelamente, en 2011 surge la “Primavera Árabe”, y su influencia se expande entre los indignados del sur de Europa. El 15 de Mayo de 2011, 40 personas acampan en la puerta del Sol en Madrid, dando lugar a una serie de manifestaciones multitudinarias y pacíficas que reclaman por una serie de cambios estructurales. Se exige una democracia más participativa, alejada del binomio denominado “PPSOE”, el fin del dominio de los bancos y las corporaciones, y una auténtica división de poderes.

El Movimiento 15-M, también llamado Movimiento de los Indignados, ha aglutinado a diversos colectivos ciudadanos con distintos lemas, tales como ‘No somos marionetas en manos de políticos y banqueros’ o ‘Democracia real ¡YA!’ A partir de la manifestación global del 15 de octubre (15O), United for #globalchange, los activistas que formaban parte de las acampadas y asambleas, empiezan a crear colectivos temáticos. En 2013 comienzan a formarse nuevos partidos políticos para presentarse a las elecciones europeas de 2014. El 22 de marzo (22M) de este año tiene lugar la mayor manifestación de la historia de España, con 2 millones de personas. Esta movilización, al igual que muchas anteriores, es reprimida violenta e ilegalmente por la policía.

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Algunas de las características más sobresalientes que se repiten en casi todos los nuevos movimientos sociales son: horizontalidad, inteligencia colectiva, inclusividad, no violencia, organización en redes y nodos, tecnopolítica-las redes sociales ocupan un rol fundamental, copyleft, recuperación de los espacios públicos-las plazas son las “bastillas” reconquistadas, heterogeneidad, y financiación mediante crowdfunding. !"#$%&'()%'$%*+),#-)*%&*)-',*),#-)./'&.*0)-'%"$*'!1&".'

A los ojos-colonialistas muchas veces sin siquiera saberlo-del europeo medio, América Latina es vista como una suerte de población cuasi primitiva y ridícula, la cuál se deja embaucar por líderes carismáticos populistas-utilizando el término en sentido peyorativo, gritones y folclóricos, que sobreactúan.

Generada desde los cimientos de plomo de las líneas editoriales de los principales medios de comunicación, la opinión pública posee escasa valoración general de las experiencias de expansión de la soberanía popular que han tenido lugar en varios de nuestros países.

Pero lo cierto es que no todos los europeos lo ven así. Existe un importante nicho de intelectuales y activistas políticos convencidos de que Europa debe aprender de estos procesos de América Latina que han revertido la historia, poniendo fin a la terrible etapa neoliberal, empoderando al pueblo. Estos europeos han detectado que la clave reside en la capacidad para convertir el hartazgo de las mayorías castigadas, en mayorías políticas. La lucha política es la lucha por el sentido común. Algunos de estos intelectuales españoles participan en la Fundación Centro de Estudios Políticos y Sociales-Fundación CEPS, la cual, según sus estatutos, se dedica ‘a la producción de pensamiento crítico y al trabajo cultural e intelectual para fomentar consensos de izquierdas’. Esta fundación ha prestado y sigue prestando asesoría política a más de uno de los gobiernos Nacionales Populares Latinoamericanos, por tanto muchos de sus integrantes poseen vinculación directa con estas experiencias, dado que han tenido de manera vital, política, laboral e intelectual participación en los procesos de cambio en nuestra región.

-')2"34&')!#,"5%".'),#)6'7-*)"3-#("'()8)-'()6*("7"-",',#(),#-) 6*,#&)!#,"5%".* Pablo Iglesias Turrión es un politólogo y escritor, docente en la Universidad Complutense de Madrid, y vocal del Consejo Ejecutivo de la fundación CEPS. Militante político desde temprana edad, comenzó a realizar tareas de divulgación conduciendo un pequeño programa semanal de reducida audiencia para un canal barrial. El programa fue mutando y creciendo considerablemente. Actualmente es conductor de las tertulias políticas online “Fort Apache” (HispanTV) y en “La Tuerka CMI” (PúblicoTV), ambas con un importante

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número de espectadores. Al comenzar cada emisión del programa “Fort Apache”, Iglesias realiza un editorial sobre el tema a tratar ese día. Cito a continuación uno sus más brillantes aperturas, en la cual, en menos de un minuto, logra resumir buena parte del conflicto social en España, y advierte a la izquierda sobre uno de sus peores vicios, la aislación: ‘Hace tiempo circuló por Facebook una copia escaneada de un papel que causó un gran revuelo. Se trataba de una lista de niños beneficiarios de una ayuda pública para comprar material escolar en un colegio de la periferia de Madrid. Todos los beneficiarios tenían apellidos extranjeros. La indignación de mucha gente humilde con apellidos españoles fue tremenda. Asistíamos a la lucha del último contra el penúltimo, al preludio de “los españoles primero”, al caldo de cultivo del fascismo realmente peligroso, ese que no necesita de saludos romanos ni de esvásticas, y que anida con facilidad en el sentido común de la gente corriente que teme perder lo poco que le queda. El problema es que si la izquierda se atrinchera en su elitismo y se distancia de los sentimientos de esa gente corriente diciendo que son incultos, chonis, paletos, o quillos españolistas*, entonces la extrema derecha, de azul o de magenta, vuelve a tenerlo facilísimo para hacerle el trabajo sucio a los ricos, con buena parte de ayuda de los pobres’.

En mayo de 2013 Pablo Iglesias fue invitado a participar de un debate en el programa estrella del canal liberal conservador Intereconomía. Su participación fue tan consistente que lo posicionó como un invitado a considerar para todos los programas políticos.

A partir de ahí los acontecimientos se fueron precipitando muy rápidamente. Poco tiempo después Iglesias se tornó figura infaltable de cuanto debate mediático se realiza, asumiendo el rol de defensor de las ideas democráticas de izquierda, con un discurso sólido, respetuoso siempre de sus interlocutores-aun cuando estos no lo correspondan, capaz de argumentar en el campo de la más absoluta coherencia dialéctica.

Pero su vocación, sus inquietudes no acababan en ser un comentarista o analista político en los grandes medios de comunicación. Consciente del valor político implícito en esta situación de exposición, decidió capitalizarlo. Luego de discutirlo con sus compañeros, calcular oportunidades y asumir riesgos, tomaron la decisión de usufructuar ese poder mediático para liderar un movimiento. Al principio el núcleo promotor no tenía claras la mayor parte de las cuestiones fundacionales de la iniciativa, las cuales acabarían resolviéndose sobre la marcha.

El 17 de enero de 2014 Pablo Iglesias presenta la iniciativa Podemos mediante una conferencia de prensa. Lo acompañan diversos integrantes del mundo de la cultura, el activismo social y la Academia, como Carlos Fernández Liria, el psicoanalista argentino Jorge *Descalificaciones del argot español, para referirse despectivamente a tribus urbanas o deerminados sectores de las clases populares.

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Alemán, Carolina Bescansa, Jaime Pastor, la maestra, sindicalista del movimiento Marea Verde y militante de Izquierda Anticapitalista Teresa Rodríguez (actualmente segunda en la lista electoral); el profesor Juan Carlos Monedero, la psiquiatra de Marea Blanca Ana Castaño, el analista e investigador Íñigo Errejón, el activista social Miguel Urbán, entre otros.

Allí Iglesias define al proyecto como ‘un método participativo abierto a toda la ciudadanía’. El objetivo de esta nueva formación es ‘convertir la indignación ciudadana en cambio político’ a través de ‘la decencia, la democracia y los derechos humanos’.

También explica que Podemos nace ‘con la mano tendida a todos’, pero con las ‘líneas rojas’ del respeto a los derechos humanos y la lucha contra los recortes sociales.

Ofrece a todas las fuerzas de izquierda y movimientos sociales a someterse a un proceso abierto de primarias para que se elija un candidato único contra los recortes, zanjando de cuajo la posibilidad de ser acusados de querer romper la unidad de la izquierda.

Pablo Iglesias anuncia ese día que él será precandidato para las elecciones al parlamento Europeo. La propuesta implica 3 condiciones: un apoyo popular con más de 50.000 firmas en la web www.podemos.info, que el método de configuración de las listas y el programa político sea abierto a la participación de toda la ciudadanía, y que se busque la unidad de todos aquellos que protestan contra la austeridad. Aclara que si no consiguen los 50.000 avales, Iglesias retira su precandidatura. También anticipa que se someterán a unas primarias para definir democráticamente las listas.

En poco más de 24hs. consiguen los 50.000 avales. Comienzan a sucederse actos por todo el país que convocaron a miles de personas. Una serie de cuadros de los movimientos sociales empiezan a ilusionarse, y surgen espontáneamente lo que se ha dado en llamar los “Círculos”, espacios de participación y construcción de unidad popular donde se agrupan y vinculan los militantes por tener algo en común, como ubicación geográfica, intereses específicos, o temático. Los Círculos no son grupos de apoyo de un partido, tiene total autonomía, pero juntan a las personas ilusionadas con la iniciativa Podemos, ya sea en un vecindario, pueblo, grupo de amigos o centro de estudio o trabajo. Después, si sus integrantes lo consideran necesario, se asocian con otros Círculos.

Desde el comienzo de la iniciativa los Círculos han florecido por todas partes, incluso fuera del territorio español, existiendo varios cientos de ellos en los poco más de 4 meses de vida que tiene Podemos.

Para financiar la campaña electoral y los gastos implícitos en un proyecto así se recurrió al método de crowdfunding, bajo la idea de no deberle nada a ningún banco ni amigo poderoso, sino ser absolutamente autofinanciado con las donaciones voluntarias y

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públicas. Hasta el momento se llevan recaudados más de 50.000 €. Todas sus cuentas pueden ser consultadas en su web.

El programa político ha sido elaborado mediante un método abierto, una colaboración colectiva ciudadana de miles de personas que han querido participar.

Comenzó con un manifiesto como punto de partida, y una serie de documentos y distintos materiales para que la gente pudiera debatir y dar su opinión.

El Partido X prestó su asesoramiento técnico y los sistemas para incentivar la participación a través de la red dado que ya contaba con las herramientas para la participación ciudadana online más avanzadas. Luego, el proceso continuó con tres etapas más: 1) Debate y aportaciones online a título individual sobre el borrador elaborado por un grupo de profesionales de distintos ámbitos. Cualquier ciudadano ha podido hacer enmiendas a lo largo de una semana. Este borrador, así como sus modificaciones, han servido a los Círculos como texto base sobre el que debatir.

2) Enmiendas colectivas de los Círculos Podemos. Cada círculo realizó una reunión para debatir e incorporar las demandas de su realidad social.

3) Un referéndum online sobre las enmiendas. Las propuestas recogidas por los Círculos fueron valoradas por la ciudadanía a través de una web de votaciones para ser incorporadas en el documento final reflejando el proceso realizado en las tres etapas.

El documento final configura el programa de Podemos para las elecciones europeas y es la garantía del respaldo de una mayoría social. Está centrado en 5 conceptos estructurales: economía, libertad, igualdad, fraternidad, soberanía, y tierra.

El día 3 de abril se conocieron los resultados de las Primarias: tras la votación record de más de 33.000 personas, Pablo Iglesias salió elegido cabeza de lista. La activista social Teresa Rodríguez fue escogida para el segundo puesto, y el exfiscal anticorrupción Jiménez Villarejo, para el tercero. En ninguna otra Primaria al parlamento europeo la participación ha sido tan grande, por lo que las expectativas han sido desbordadas. Las encuestas de intención de voto señalan que Podemos conseguiría un escaño en el Parlamento Europeo si las votaciones fueran hoy, y destacan que en el universo joven -18-34 años-la intención de voto es casi cuatro veces mayor que en la general.

Sí se puede, en palabras de Pablo Iglesias: ‘Las mayorías no se reconocen en las etiquetas de izquierda o derecha, por lo que hay que apelar y defender sus propios intereses, contrapuestos a los de la clase política que gobierna España. En momentos de excepcionalidad, la audacia está en comprender cómo se transforma la mayoría social en mayoría política’. ‘Podemos hacer una reforma fiscal decente, decir que “no” a Merkel, evitar los desahucios, hacer un decreto de expropiación de las viviendas vacías y pensamos que esta

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política que se está haciendo, tanto la del PP como la del PSOE, no funciona y que podemos hacer otra’.

‘Echo en falta cierto patriotismo. Patriota en el sentido de defender la dignidad de todos los ciudadanos, independientemente de cómo piensen y cómo se sientan. Tenemos gobiernos que actúan según los dictados de grandes empresarios a los que no ha votado nadie’.

‘No queremos ser una colonia. Amamos nuestro país y no queremos ser uno que sólo se dedica a ponerle cañitas y tapitas a los ricos del norte que vienen a veranear. Queremos países con dignidad y no con mano de obra barata. Y me encantaría poder votar a Alexis Tsipras como presidente de la Comisión Europea’.

La iniciativa Podemos, con métodos absolutamente novedosos y haciendo hincapié en el sentido común, ha conseguido ilusionar a un sector importante de la ciudadanía que naufragaba a la deriva ante la falta de capacidad de reacción, ante la sensación de impotencia frente a una clase política que no da respuestas.

Ha nacido en España un espacio que, con una gran vocación de poder y con estrategia, ya posee peso específico propio, y amenaza con dar el batacazo en las elecciones del próximo 25 de mayo. Tras años de oscuridad política, comienzan a verse vitales y renovadores rayos de luz.

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La exclusión es la cara de la injusticia social hoy. Excluir es dejar afuera de algo: el capitalismo hoy nos deja afuera a muchos de la posibilidad de disfrutar una vida social plena, nos roba la posibilidad de construir un proyecto de vida insertos en una comunidad, ser parte de un pueblo, tener Patria.

Tradicionalmente, la vida social se ordena sobre la base del trabajo. Uno piensa en su existencia, su familia, la educación de los pibes, la vivienda, todo, sobre la base del trabajo. Incluso, la organización popular siempre estuvo vinculada al trabajo. Entonces al robarnos el trabajo digno es mucho más fácil sacarnos todo lo demás.

Pero si dijimos que los capitalistas necesitan explotar obreros para “maximizar la ganancia” ¿Por qué en vez de explotarnos nos dejan afuera? ¡Es que los capitalistas ya no nos necesitan a todos! y mucho menos pagando buenos sueldos... Ahora sobramos, no

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nos quieren ni siquiera para explotarnos. Los capitalistas no nos necesitan como obreros porque con el desarrollo tecnológico -la automatización, la robótica, la cibernética, la informática y la biotecnología- se pueden producir muchísimos bienes sin necesidad de tantos trabajadores. Nuestros ancestros fabricaron máquinas que pueden hacer muchas cosas que antes requería trabajo humano, pero en vez de usarse para que todos tengamos más tiempo para disfrutar en familia, se pusieron únicamente al servicio del Capital.

Un empresario estadounidense muy importante lo dijo clarito: “la industria que no se automatiza, desaparece porque pagando sueldos deja de ser competitiva”. !"#$%"$&'()(!&'*+,$"'-,+)*'& Como sabemos el plusvalor es la parte resultante de valor del bien o servicio que agrega un trabajador mediante el consumo de su fuerza física (también intelectual) al material inicial. También conocemos bien que el patrón llama “ganancia” a este plus de trabajo ajeno del cual se apropia. Luego ocurren dos paradojas como efecto del plusvalor: la de productividad y la del crecimiento.

La primera paradoja, la de la productividad, es que el desarrollo de las fuerzas productivas, es decir, el aumento de la productividad del trabajo mediante la incorporación de tecnología, permite mayores volúmenes de producción en menor tiempo, genera más ganancias con menores costos, y hasta mejores salarios para los trabajadores. Pero del mismo modo destruye puestos de trabajo y arroja a miles de compañeros a la exclusión.

La segunda paradoja, la del crecimiento, es que el crecimiento del total de lo que se produce en el país (PBI) en el actual modelo de desarrollo, si bien refleja la incorporación de tecnología, el aumento de las inversiones, una mejora en la productividad y buenos rendimientos para las empresas, tampoco garantiza trabajo para todos. Por eso decimos que además del crecimiento debe incorporarse el trabajo digno y eliminar la desigualdad para alcanzar el verdadero desarrollo del país. (.-/0&$#$1"&!*%&% Entonces insistimos que la clave para comprender y cambiar la realidad está en el trabajo.

Nuestros objetivos para alcanzar la utopía de una sociedad justa partiendo de la fuerza que concentra la Economía Popular los resumimos en las siguientes propuestas: 1.

2.

3.

4.

5.

El trabajo digno͒ El salario social͒ Reconocimiento sindical͒ Paritarias Populares͒ Unidad de todos los trabajadores͒

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6. Más Economía Popular Comunitaria 7. Políticas Públicas Populares͒ 8. El Poder Popular Respecto al primer punto entendemos que el derecho al trabajo es el más importante y que así lo entendía la constitución Argentina de 1949, donde se le concedía a este derecho un espacio constitucional específico, sin las generalidades del actual 14 bis. El artículo 37 de la constitución de 1949 no sólo sostenía el derecho de trabajar, sino que en sus diez incisos especificaba: el derecho a una retribución justa, el derecho de capacitación, el derecho a condiciones dignas de trabajo, el derecho a la preservación de la salud, el derecho al bienestar, el derecho a la seguridad social, el derecho a la seguridad de la familia, el derecho al mejoramiento económico, y el derecho a la defensa de los intereses profesionales. Por supuesto los militares, en 1957, sacaron este artículo. Teniendo en cuenta el proceso histórico, nuestros objetivos específicos para avanzar en la lucha por el trabajo digno son: el salario Mínimo Vital y Móvil para todos, todas las asignaciones familiares, la Jornada de Trabajo máxima de ocho horas diarias, las vacaciones pagas y descanso dominical, una Obra Social (seguro de salud), un Seguro de Riesgos de Trabajo o Accidentes, Condiciones dignas e higiénicas de labor, el Turismo, esparcimiento y deporte popular, Derecho a formar sindicatos, un lote de tierra para cultivar͒y techo para vivir.

Respecto al segundo punto, los trabajadores de la Economía Popular estamos subordinados a los vaivenes de la economía y el mercado. Es por ello que desde la CTEP impulsamos la idea del salario social. El Salario Social es la remuneración que el Trabajador de la Economía Popular percibe por su trabajo, tanto en forma directa (ingresos propios y colectivos) como de manera indirecta (subsidios y beneficios). A esto deben sumársele las asignaciones de carácter universal que otorga el Estado. Debemos luchar por mejorar el nivel salarial de todos los compañeros, privilegiando el salario directo pero también luchando por el indirecto y las asignaciones.

El tercer punto, es un reclamo que nos indica nuevamente la fuerza que ha perdido la clase trabajadora. Por ello el reconocimiento sindical para poder luchar por el salario social y el resto de los derechos que hacen a una vida plena, los trabajadores de la Economía Popular además de organizarnos, debemos ser reconocidos por el Estado individualmente como trabajadores pero también colectivamente como sindicato. Los trabajadores de la Economía Popular no somos autónomos, no deseamos sacarle afiliados a otra organización, todos nuestros convenios deben atenerse a la Ley de Contrato de Trabajo y los Convenios Colectivos, cabe aclarar que también luchamos para que los trabajadores informales de empresas sean reconocidos para que se afilien a su sindicato natural. Nuestro sindicato quiere también hacer cumplir la Ley de Trabajo a Domicilio, pero siempre luchando contra la pobreza y la exclusión, no institucionalizándola como algunos quieren ver en la acción de la CTEP ¡Nosotros sacamos de la clandestinidad la

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producción informal! Es más la economía argentina y periférica tiene una estructura de dos tiempos, una relacionada al mercado mundial y a la generación de plusvalor, y otra estructura de subsistencia que funciona como un cajón de descarte dónde deriva toda la fuerza de trabajo innecesaria para el sistema. Por tanto es necesario el reconocimiento sindical de una central que contenga todos los ramos de los trabajadores excluidos, para construir un frente sólido contra el fenómeno de la precariedad que amenaza con durar mucho tiempo. Es el sindicato la herramienta para achicar estas distancias.

Como sabemos una negociación paritaria es una reunión donde van los representantes de los trabajadores, los empresarios y, si corresponde, el Estado, para negociar los derechos y obligaciones de cada parte. Por su puesto que nuestros representantes deben estar muy bien capacitados, pero la verdadera capacidad de negociación de nuestros representantes depende de nuestro poder relativo. Nuestro poder se refleja en la capacidad de organización y lucha de nuestro sindicato. El objetivo principal de las paritarias es lograr la firma de un Convenio Colectivo de Trabajo Popular donde se puedan establecer los siguientes puntos:

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Mejoras en nuestro Salario Social: - Aumento de programas sociales con contraprestación laboral͒ - Complemento de ingreso por actividad y oficio para los trabajadores independientes y en cooperativas - Beneficios laborales: vacaciones, aguinaldo, bonos, premios.

Obra social, aportes para la jubilación y seguro por accidentes laborales.

Exigir aportes a las empresas que se benefician del trabajo popular Programas de apoyo para las Unidades Productivas Populares Reglamentos para cada actividad Programas de vivienda, salud, educación y turismo popular para los compañeros del sector.

Acuerdos de precios con los empresarios, precios sociales para los trabajadores de la Economía Popular en productos básicos, trasporte y otros.

Todo esto puede negociarse “por separado” pero eso sólo nos fracciona y beneficia a la burocracia: tenemos que lograr hacer acuerdos generales como los sindicatos grandes, en un solo ministerio para no andar paseando por las oficinas públicas sin ninguna solución para los compañeros.

Los trabajadores tenemos que buscar permanentemente la unidad, el dialogo con el movimiento obrero organizado e intentar que nos permitan afiliarnos a las Centrales Sindicales, en el caso argentino la más representativa es la CGT. Sabemos que no debemos confrontar con otros trabajadores asalariados cuya situación es sustancialmente más cómoda. Nunca tenemos que dejar que los políticos usen nuestros reclamos para confrontar

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con los trabajadores asalariados formales. Nunca debemos permitir que nos usen para bajar sus salarios o nos pongan a competir con ellos. La unidad de todos los trabajadores es uno de los objetivos centrales del sindicato de los trabajadores de la economía popular.

En sexto lugar, sabemos que la Economía Popular es comunitaria en la medida que los medios de producción se hallan en manos de los trabajadores. Además la distribución del ingreso se realiza por partes iguales, el trabajo se organiza democráticamente asignando roles y controlando las actividades de manera interna, del mismo modo funciona la administración que facilita informaciones simples para permitir la participación de todos, los productos que se intercambian en la Economía Popular tienen un precio social y la propiedad de las herramientas, maquinas e ideas es colectiva. Aún más las tecnologías son de uso colectivo y compartido. Sin duda también debe ser una economía solidaria para reservar parte de la ganancia social en la ayuda al que menos tiene. Finalmente las unidades productivas comunitarias solo pueden funcionar si existe una adecuada relación con la comunidad barrial que integran, por ejemplo mediante actividades culturales y bachilleratos populares se debe incluir al vecino para conseguir que entienda y se sume a la lucha por las empresas populares.

En séptimo lugar, creemos que el rol del Estado debe ser activo mediante la planificación de la economía, pero que este rol es el resultado de la puja de intereses que existen al interior de la sociedad. Aún más entendemos que el rol del Estado es el resultado del equilibrio entre el poder popular y los grupos económicos. En esta etapa histórica, podemos disputar con los grupos económicos un Estado que juegue al servicio de los sectores populares, que le devuelva a los pobres lo que les robaron, pero para que esto pase tenemos que luchar, reclamar y gritar bien alto que exigimos políticas públicas populares.

Los objetivos cruciales y específicos para las políticas populares deben orientarse a garantizar los derechos, planificar la economía popular, integrar las organizaciones populares, reforzar la capacidad regulatoria del estado. El objetivo específico número 1. debe garantizar los derechos de todos y fortalecer las unidades productivas comunitarias a través de subsidios, transferencias económicas directas para los trabajadores, asistencia técnica, aportes en maquinaria, materia prima, créditos y todo lo necesario para garantizar pisos de dignidad entre los sectores populares. El objetivo específico 2. planificar el mercado popular comunitario a través de redes de producción e intercambio planificadas desde el Estado a través de distintas estrategias como la creación de “mercados concentradores” con productos populares a precios subsidiados o el desarrollo de grandes ferias regionales.

El objetivo 3. integrar mediante la organización popular fomentando el intercambio y el conocimiento mutuo entre las organizaciones y promoviendo su unidad. El objetivo 4. implica que el Estado tiene que desarrollar mecanismos para que nadie se aproveche de los sectores populares, y garantizar que se cumplan los Convenios Colectivos de Trabajo Popular, los Estatutos sindicales, etc. para que por ejemplo halla una instancia para que

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los cooperativistas puedan presentar quejas contra sus autoridades y obtener una rápida resolución de sus pedidos.

Finalmente en octavo lugar, el Poder Popular es la capacidad que tienen los sectores populares para resistir la explotación, para luchar contra la exclusión, para edificar una vida digna, para conquistar derechos, para cumplir sus objetivos.

Entendemos que el Poder Popular tiene cinco fuentes: la organización, la unidad, la conciencia, el espíritu y la movilización.

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La organización es la capacidad del pueblo para actuar de manera coordinada, de acuerdo a un plan, para lograr llevar adelante una acción, una lucha, un trabajo, un servicio comunitario, para tener una conducción que sepa “mandar obedeciendo”, que exprese claramente la voluntad de todos los compañeros.

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La unidad es la capacidad para integrar a la mayor cantidad de personas posibles en la organización o coordinar acciones entre distintas organizaciones. Como dice Joao Pedro, un dirigente campesino brasileño, los empresarios capitalistas tienen el dinero, los estados capitalistas tienen la policía, los pueblos tenemos el número.

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La conciencia es el nivel de conocimiento que tienen los compañeros sobre su propia situación, la realidad de su pueblo, el funcionamiento del Estado, las estrategias de lucha, los objetivos tácticos y estratégicos.

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El espíritu es el nivel moral de un sector del pueblo, su alegría en el trabajo y la lucha, su disciplina, su conducta, su honestidad, la internalización de valores como la solidaridad, el compromiso y muy especialmente el amor al prójimo.

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La movilización es la capacidad que tiene nuestro pueblo de hacer oír su voz, de luchar, de hacerle sentir a los sectores de poder que tienen que ceder antes sus reclamos.

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Desde una perspectiva ideológica nacional, popular y latinoamericanista, el momento que vive actualmente nuestra América no puede ser desvinculado de un proceso histórico de largo aliento, de lucha por a la Emancipación política, económica, social y cultural de Latinoamérica, conjuntamente con los intentos de construcción de la Patria Grande, la Nación Latinoamericana; ambas ideas constituidas y reconfiguradas bajo momentos distintos y particulares. Conviene repasar sintéticamente algunos aspectos históricos que hacen a esta caracterización.

Las rebeliones contra la dominación colonial española producidas entre 1809 y 1824 fueron un momento histórico donde se produjo esta primera combinación. Varios de los patriotas que luchaban contra los realistas, al mismo tiempo buscaron figuras e instituciones políticas que articularan a las ex colonias virreinales, como San Martín, Bolívar, Artigas y Monteagudo.

Los intereses de las oligarquías criollas, sumado la diplomacia británica, entonces creciente potencia mundial, produjeron poderosas tendencias centrífugas que obraron en 1 Es necesario diferenciar entre el proceso en Sudamérica y el proceso acaecido en la región centroamericana, donde las transformaciones son más relatias sobre todo debido al considerable peso que todavía detenta EEUU en las economías de la última.

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la fragmentación, división y organización en diversos estados subordinados económica y políticamente al circuito internacional organizado por el capital inglés.

De esta forma el accionar de las oligarquías locales favoreció la edificación de un orden neocolonial ligado a la hegemonía británica, que coronó la organización de los distintos estados latinoamericanos; como dice Abelardo Ramos “En el marco de hierro de la balcanización se modelan los estados en la década del 80: Rafael Nuñez en Colombia, el general Roca en Argentina, el coronel Latorre en el Uruguay, Porfirio Díaz en México, Santa María en Chile, Alfaro en Ecuador, Guzmán Blanco en Venezuela, Rui Barbosa en Brasil instauran el reinado de la prosperidad agraria o minera y la hegemonía positivista”2 Este panorama político desalentador sin embargo contrastó con un momento rico en el campo de las ideas. Los aportes conceptuales del socialismo europeo enriquecieron las elaboraciones y los debates intelectuales en torno al anti-imperialismo, el surgimiento de un nacionalismo popular, la relación entre las luchas sociales y la independencia nacional etc, con figuras como Manuel Ugarte, Víctor Haya de la Torre, Juan Carlos Mariátegui, José Martí entre otros.

Será a partir de las guerras mundiales, la revolución rusa y la revolución mexicana, la crisis capitalista de los años 30 con la declinación de la hegemonía británica, fenómenos que abrieron una nueva etapa en la lucha por la Emancipación y la construcción de la Patria Grande. El surgimiento de movimientos nacional-populares produjo una modificación en el escenario regional. La experiencia de Vargas en Brasil, el APRA peruano y el MNR en Bolivia, que luego encabezaría la revolución de 1952, la revolución del 44 en Guatemala y la presidencia de Arbenz, Cárdenas en México y la llegada de Perón a la presidencia argentina en 1945. Este último fue responsable de los tratados de unión aduanera con Chile y Brasil en los años 50 bajo aquella idea del ABC (Argentina, Brasil, Chile) como principio de integración.

El influjo en alza de los EEUU, que se constituía en la nueva gran potencia capitalista, junto con la Guerra Fría, impidieron un desarrollo más profundo de esas experiencias.

Pero la dinámica del conflicto social desterrada en Europa estaba definitivamente asentada en las tierras del mundo colonial o semi-colonial de Asia, América latina y África. El problema de la “cuestión nacional” articulado al de la “rebelión social” buscarían formas de conjugación (complejas y en algunos casos hasta contradictorias) bajo la forma de la Liberación Nacional.

El debate cobró actualidad política en nuestro continente con la revolución cubana en 1959. La Emancipación continental y la construcción de una Nación latinoamericana se reconfiguraron en ese escenario, que luego se potenciaría con los acontecimientos del 68 en distintas partes del mundo y un nuevo ciclo de gobiernos populares como el de Velazco Alvarado en Perú, Torres en Bolivia, Allende en Chile y el regreso de Perón a la Argentina luego de 18 años de proscripción.

Esa fase de avance se topó con un gigantesco proceso de contra-revolución capitalista. En nuestra región tomó la forma de golpes de estado con la instauración de 2 Ramos, Jorge A.: “Historia de la Nación Latinoamericana”. Peña Lillo, Buenos Aires, 2011, p 284.

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dictaduras militares apoyadas por los sectores económicos dominantes y la diplomacia yanqui.

Estas dictaduras militares constituyeron una herramienta de desarticulación de las opciones populares y sus organizaciones y el primer paso en la instauración de los modelos neoliberales. Inauguraron un ciclo de retroceso que se cristalizó con la erosión de las estructuras económicas semi-industriales hasta allí desarrolladas, severo endeudamiento externo y desmembramiento de las capacidades estatales y los sistemas de protección social3.

Las denominadas “transiciones democráticas” constituyeron una experiencia donde a pesar del entusiasmo y la esperanza que implicaban el final de las dictaduras militares y la llegada de gobiernos surgidos de la voluntad electoral, estos encontraron fuertes condicionamientos provenientes de la herencia de las dictaduras, sumadas la de un contexto desfavorable dado el creciente peso de las deudas externas en las economías nacionales y la desarticulación del de las conquistas sociales de los trabajadores y el campo popular cristalizado en los estados sociales de bienestar, en el marco de la naciente contrarrevolución neoliberal.

Los años 90 fueron los de la hegemonía del neoliberalismo en nuestra región. El llamado “Consenso de Washington” fue el espíritu doctrinario que sintetizó un recetario de políticas elaboradas en parte por los organismos de crédito internacional, conjuntamente con los grupos locales dominantes asociados al capital concentrado internacional.

En ese marco de retroceso para las fuerzas de concepción latinoamericanista popular, surgieron algunos proyectos de integración pensados desde una óptica de regionalismo abierto (traducido, facilitar en el proceso de globalización el movimiento de capitales y mercancías mas allá de las fronteras nacionales) como el MERCOSUR y luego la gran operación de EEUU con el lanzamiento del ALCA en 1994.

Hacia fines del siglo XX, la crisis de legitimidad social y política de los proyectos neoliberales en la región, sumado a modificaciones en el escenario mundial entre las que resaltan un traslado de la dinámica del crecimiento económico de los países de la OCDE hacia los emergentes BRICS, encabezados por China; por otro lado el hecho que los EEUU hayan desplazado el centro de su atención de política exterior hacia otras regiones, “abandonado” su vigilancia en nuestra América, forman parte del escenario que favoreció la llegada a los gobiernos latinoamericanos de fuerzas o liderazgos con una impronta crítica hacia los proyectos neoliberales. !"#$%&'()*#+,#-.*%&/#,#)01,23&%)40#3,2)*0&5 Hasta aquí hemos afirmado la existencia en la actualidad política de un proceso regional con características comunes, con ciertas dinámicas que confluyen y escenarios similares en los distintos países de la región, con especificidades y particularidades. Merece entonces analizar y determinar algunos elementos que sustenten esta tesis.

El primer elemento es el cuestionamiento que los nuevos gobiernos realizan a las 3 Aquí conviene hacer una excepción respecto el caso brasileño, cuya dictadura mantuvo ciertos principios de desarrollo nacional.

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políticas neoliberales impulsadas décadas atrás. Este cuestionamiento se hace evidente en lo discursivo-simbólico, pero también en la elaboración y puesta en marcha de una serie de políticas que buscan sobre todo revertir las consecuencias sociales más graves, relativas al crecimiento de la pobreza y la desigualdad.

Otro elemento que aparece como común a estas experiencias, es lo que podríamos denominar genéricamente como la recuperación de la política como elemento de transformación, esto implica varias cuestiones. Una refiere a cómo los nuevos gobiernos reconstituyen poderes y capacidades gubernamentales y estatales que les permita mayor solvencia y autonomía frente a los “poderes fácticos”, concretamente frente al poder de los sectores dominantes y grandes grupos económicos. También refiere a la construcción de coaliciones políticas con diversos sectores sociales, especialmente con aquellos actores y movimientos que participaron de la resistencia al neoliberalismo, lo que en muchos casos les permitió a los nuevos gobiernos ampliar sus bases de sustentación.

Un tercer elemento hace al conflicto que implicó en varios países el intento de estos gobiernos de extender las regulaciones sobre la renta de recursos estratégicos naturales en un marco internacional de aumento de precios de los llamados “comodities”.

Así el conflicto por la renta petrolera en Venezuela en 2002 y 2004, el conflicto por la renta agraria en Argentina en 2008, el conflicto por la renta hidrocarburífera y gasífera en Bolivia entre 2007 y 2009.

La coincidencia de estos y otros elementos en las distintas experiencias nacionales no es producto de una cuestión azarosa, son problemas relacionados a objetivos históricos inconclusos en la mayor parte de los países dependientes y semi-dependientes, tareas que en los países centrales fueron solucionadas centralmente.

La debilidad y la subordinación estructural de las clases dominantes latinoamericanas con los centros del poder capitalista las inhiben de poder llevar adelante semejante labor. Corresponde entonces a los movimientos nacionales, como bloques socio-políticos donde el rol de los sectores populares es fundamental, de seguir adelante con el proceso emancipatorio nacional, popular, democrático y anti-imperialista. Son estas tareas las que para nosotros definen caracterizar como nacional-populares a los gobiernos actuales que representan el “cambio de época”, independientemente de cómo cada uno de estos se autodefina ideológicamente.

Asimismo, dichos desafíos se conforman en el marco de un proceso de profundización de la globalización, crisis del capitalismo financiero y modificaciones en el mapa geopolítico que se orientan hacia un esquema multipolar de poder4.

La vinculación entre la posibilidad de construir proyectos nacionales con los objetivos indicados se entrelaza con la necesidad de promover una integración regional que permita afrontar en mejores términos los desafíos mencionados. Se reconfigura de esta forma el desafío de construir la Patria Grande.

4 Taiana Jorge: El nuevo escenario internacional. En Desafíos para un proyecto nacional, revista. Buenos Aires, grupo editor Altamira. 2012.

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La relación entre el proceso político abierto a partir de la llegada de los gobiernos nacional-populares y la integración regional puede ser analizada en dos fases.

Una primera etapa se caracterizaba por acciones de confrontación y freno a las iniciativas de integración “desde afuera” impulsada por los EEUU bajo la figura del ALCA. En 2003 y a partir de la asunción de Néstor Kirchner, Brasil y Argentina, Lula y Kirchner, comenzaron a modificar los ejes de discusión del Mercosur orientando las agendas hacia los problemas productivos, del crecimiento económico y la inclusión social. La cumbre de Monterrey de 2004 y algunas reuniones del grupo Mercosur, donde ya se planteó la necesidad de sumar a Venezuela, anticipaban las posiciones y las discusiones que se trataron luego en Mar del Plata.

En los hechos, la IV Cumbre de las Américas celebrada en noviembre de 2005, expuso la posición de los EEUU de presionar para el avance del ALCA en toda le región y la negativa de los principales países de Sudamérica. De los treinta y cuatro países que participaron, Brasil, Venezuela, Uruguay, Argentina y Paraguay se opusieron explícitamente y no hubo acuerdo para la realización de un documento conjunto.

El significado de esa cumbre fue la derrota del proyecto ALCA, impulsado por la diplomacia del gobierno de George Bush jr, un sector de los grupos económicos concentrados de los países latinoamericanos y algunos gobiernos de la región como el de Álvaro Uribe de Colombia. A partir de ese momento la iniciativa en materia de política de integración regional pasó al campo de los nuevos gobiernos populares sudamericanos, a quienes se fueron sumando también algunos países de Centroamérica.

La segunda fase entonces tiene como característica esta iniciativa de los gobiernos nacional-populares en la política regional, transformando el perfil de organismos ya existentes como el MERCOSUR, fortaleciendo el perfil de organismos como el ALBA, y constituyendo nuevos organismos como la UNASUR y la CELAC. Promoviendo decisiones como la constitución del Banco del Sur y el Consejo Sudamericano de Defensa (dependiente de la UNASUR) Esa iniciativa se tradujo en la intervención y resolución de una serie de conflictos regionales, entre los que se destacan la crisis entre Colombia y Ecuador de 2008 por la intervención de las fuerzas armadas del primer país violando soberanía ecuatoriana para ultimar al comandante Reyes de las FARC. También en el intento de derrocamiento al gobierno de Evo Morales en setiembre de ese mismo año, tuvo por parte de los mandatarios de UNASUR una reacción oportuna para manifestar el apoyo regional al mandato democrático del actual presidente boliviano.

Lo sobresaliente de estas intervenciones fue la capacidad de resolución de los conflictos sin romper los acuerdos político-institucionales internos logrados y neutralizando la intervención directa o indirecta de la diplomacia de EEUU para intentar imponer sus intereses.

La hegemonía de los modelos neoliberales en la región había permeado las instituciones y la doctrina integracionista, pero la nueva relación de fuerzas instaurada por los gobiernos populares que configuran el “cambio de época” modificaron esas perspectivas, como sostuvimos anteriormente, orientando los mecanismos de integración

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desde una lógica interna y modificando parámetros de índole neoliberal que orientaban la integración hacia la mera facilitación de los negocios del capital. !"#$%&$'()*+#(&,-(.#/#0$%(12+% Está planteado entonces cómo este “cambio de época” protagonizado por los gobiernosnacional-populares de la región viene materializando una serie de políticas alternativas al neoliberalismo, transformó las características de los mecanismos e instituciones de integración regional y abre la puerta hacia un nuevo momento histórico de lucha por la Emancipación continental y la construcción de la Patria Grande.

Estos avances constituyen logros importantes para el proyecto latinoamericanista, sin embargo los desafíos que todavía se deben enfrentar son duros. Es indudable que el resultado es aleatorio, o como afirman algunos especialistas, existe una disputa hegemónica abierta y prolongada5.

Si bien la derecha y los sectores dominantes en la región se encuentran mayormente sin capacidad de generar un proyecto alternativo, posee todavía recursos materiales y simbólicos poderosos que no deben ser despreciados. La capacidad de los EEUU para operar en la región, aunque disminuida, todavía posee potencia y receptividad.

La diplomacia yanqui reactivó su iniciativa con los tratados bilaterales que impulsa en materia comercial y militar (lucha contra el narcotráfico y el terrorismo) y opera detrás de la Alianza del Pacífico (Colombia, Chile, Perú y México) con el objetivo de contrapesar el influjo autonómico del espacio UNASUR-MERCOSUR. Otro de estos desafíos remite a cómo profundizar las transformaciones, avanzar en la construcción de modelos económicos y sociales alternativos al capitalismo salvaje de hegemonía neoliberal, en un momento histórico donde carecemos de hojas de ruta, de referencias, a lo que se suma que las derivaciones de la crisis iniciada en 2008 todavía no han finalizado y cuyo resultado es incierto.

Vale aclarar, la última crisis deja como saldo el fracaso de la Unión Europea, la que nos enseña que los modelos de integración regional que subordinaron sus objetivos a la lógica del capital concentrado pueden terminar poniendo en peligro la idea de comunidad integrada e incluso dar pie a la reinvención de proyectos de derecha, racistas, y xenófobos6.

Esta realidad demanda capacidad e imaginación para anticipar escenarios y políticas que al mismo tiempo afiancen lo constituido y señalen una dirección, un horizonte.

Parafraseando a Simón Rodríguez, mentor filosófico de Bolívar, se trata de inventar para no errar.

Por último, es fundamental proyectar la necesidad de sujetos colectivos que sustenten el proceso de integración latinoamericana. Hasta aquí el peso específico de los liderazgos nacionales fue primordial. Es imposible separar las transformaciones ocurridas

5 Toer, Mario y otros: Reflexiones sobre algunas cuestiones de la actual coyuntura latinoamericana. En “La emancipación de América Latina: nuevas estrategias”. Peña Lillo, Buenos Aires, Ed. Continente. 2012.

6 Se recomienda la lectura del reportaje al presidente del parlamento europeo, Martín Schulz (http:\\espacioinicitiva.com. ar/?p=12405)

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en el cambio de época de las iniciativas de los presidentes nacionales. Chávez, Lula, Néstor Kichner, Correa fueron puntales de la gran mayoría de acciones, esto es indiscutible, así como también que la desaparición física del comandante venezolano fue y es una pérdida significativa y cuyo rol no ha podido ser reemplazado al momento.

También los avances en materia institucional que ya hemos mencionado deben ser profundamente valorados en función que cristalizan correlaciones de fuerza a favor del proyecto latinoamericanista. Sin embargo, es imposible pensar un proceso de integraciónnacional-popular sin el accionar y el empoderamiento de sujetos sociales colectivos con intereses concretos y fuertes alrededor de esa integración.

En Europa, el comienzo de la integración tuvo su pacto fundacional en la comunidad del hierro y el acero, impulsadas por la burguesía alemana y francesa. Pero en nuestro continente, las “burguesías nacionales” carecen de poder y voluntad para emprender semejante empresa7. Son los sectores populares a quien les cabe por necesidad la tarea de ser parte protagónica en la construcción de la nación latinoamericana.

Se debe fortalecer el protagonismo de los trabajadores y los sectores campesinos para la constitución de legislación regional que los proteja de las arbitrariedades del capital transnacional, como también la constitución de ámbitos y organizaciones que permitan crear esos intereses comunes a estos sectores.

Finalizando, afrontamos la complejidad de una nueva oportunidad histórica en un mundo dominado por la lógica de un capitalismo cada vez más desigualador y cada vez más depredador. Las condiciones que colaboraron a la emergencia de esta experiencia no son eternas y sobre todo, no implican por sí mismas una salida progresiva y la constitución de un régimen social más justo. En consecuencia ser conscientes que se hace imprescindible la acción política militante de quienes siempre intuimos que habrá definitiva independencia, justicia y fraternidad en una Latinoamérica unida.

7 Solamente la burguesía paulista y en forma relativa, tiene la capacidad de elaborar algún aporte a la integración sudamericana.

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Me gustarĂ­a comenzar esta breve charla afirmando algo que en su momento expresĂł Pacho Oâ&#x20AC;&#x2122;Donnell y a lo cual suscribo absolutamente. â&#x20AC;&#x153;No es cierto que los libros de historia se venden bien, como suele escucharse a menudo en cĂ­rculos intelectuales afines. La gran mayorĂ­a de ellos, los que se escriben solamente para vender por un tema oportunista o por encargo de las editoriales, suelen ser un fracaso rotundo. Del mismo modo â&#x20AC;&#x201C;corren igual suerteaquellos que reflejan la Ăłptica conformista y escolar de la historia oficial, aĂşn disfrazada de cientificismo acadĂŠmico. Lo que la gente favorece en las librerĂ­as son aquellos textos que, consistentemente y a partir de autores con trayectoria en ello, contradicen la historiografĂ­a liberal y reaccionaria que desde el fin de nuestras guerras civiles, explica, sustenta y justifica el modelo econĂłmico y social vigente que necesita, por ejemplo, llevar a la categorĂ­a de prĂłcer a un seĂąor como Rivadavia, paradigma de porteĂąo extranjerizante y ejecutor de emprĂŠstitos venales para nuestra economĂ­a.

Esta introducciĂłn viene a colaciĂłn por mi vida particular y la opciĂłn que hice para hacer historia. No cualquier historia sino la documentaciĂłn alternativa a la historia oficial.

Yo nacĂ­ en 1950 en el seno de una familia de clase media tĂ­pica, forjada al calor de la movilidad social posible y reinante en aquellos tiempos de bonanza econĂłmica.

En casa se leĂ­a bastante, se escuchaba mĂşsica de diversos gĂŠneros: desde los boleros de Lucho Gatica de mi madre hasta la mĂşsica clĂĄsica de Beethoven y Thaicovsky de mi padre. Y los domingos la lectura obligada eran los suplementos y rotograbados de â&#x20AC;&#x153;La NaciĂłnâ&#x20AC;? y â&#x20AC;&#x153;La Prensaâ&#x20AC;?.

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Así fui creciendo y educándome en una alternancia compartida entre mi hogar y la escuela.

Mis tres últimos años de la primaria y todo el secundario lo hice en un colegio jesuita, y digo esto porque no es un dato menor. El Colegio del Salvador era una vertiente inagotable de ideas y lecturas para todo aquel que quisiera aprovecharla.

Pensamiento oficial “occidental y cristiano”, si, pero también Marcuse, Sartre y Frantz Fanon.

Religión oficial afín al poder, pero también Concilio Vaticano II, reunión de Obispos en Medellín y charlas con un ayudante de cátedra, el Padre Meisegeier, que luego sería cura villero y organizador con Mugica de la Villa 31 de Retiro.

También largas conversaciones filosóficas, entre comillas, con un futuro sacerdote.

Mi profesor de literatura de 4° año, el actual arzobispo y cardenal primado de la Argentina, Jorge Mario Bergoglio.

Historia oficial, la de Grosso y Bartolomé Mitre; pero también con espacio para aprender la historia revisionista de nuestros caudillos federales en las clases del emérito profesor Tarruellas, hombre del Instituto Juan Manuel de Rosas.

Mis padres, laburantes sacrificados que pagaban ese colegio a su único hijo, querían, buscaban, anhelaban, como en la obra teatral de Florencio Sánchez: “M’ hijo, el doctor”, a un futuro profesional en la familia, el primero: ya fuese abogado, médico o ingeniero.

Pero a mí ya me empezaba a apasionar, quizás sin saberlo, la historia, . Pero no cualquier historia: la historia de mi pueblo, las historias de vida de la gente, las leyendas populares, es decir, la historia que se va construyendo día a día y cuyo protagonista central es el hombre.

Conformaba así, una cultura real y verdadera, tangible, una cultura popular – digámoslo con todas las letras- que es aquella que puede aportar identidad al pueblo que la cultiva y la difunde.

Y es también por es por eso, que desde los centros imperiales y con la inestimable ayuda del cipayaje local, se trata por todo los medios, de ignorarla, ningunearla, atacarla, estrangularla, resquebrajarla, asfixiarla y destruirla sin más.

Se preguntarán ¿y por qué?

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Muy sencillo: porque un pueblo sin historia, sin identidad y sin tradición es fácilmente dominable. Y si esto mismo lo queremos decir con otras palabras que entendamos todos, se puede definir que: “CADA PUEBLO TIENE UNA FISONOMÍA PROPIA E INTRANSFERIBLE QUE SE MANIFIESTA POR DISTINTAS EXPRESIONES CREATIVAS QUE DESARROLLAN SUS HOMBRES Y QUE LO DIFERENCIAN COMO PUEBLO DE LOS DEMAS”.

El idioma, las diversas formas de producción, sus mitos y creencias, su literatura, su arte, su historia y las costumbres sociales, son algunas de las formas en que el pueblo expresa su cultura y reafirma su identidad.

Para la cultura “oficial” o dominante no tienen ninguna importancia, por ejemplo, las tradiciones orales que preservaron los antiguos aborígenes que habitaron nuestro suelo.

A regañadientes y siempre tratando de despojarle todo contenido social y combativo, exhiben los poemas gauchescos como el “Martín Fierro”, ignoran olímpicamente los diversos cultos y adhesiones a míticos personales que salieron del seno del pueblo, reales o no: bandoleros sociales como Bairoletto o Isidro Velásquez; santitas como la Difunta Correa, sanadores como el Gauchito Gil. Ya de lleno en el plano político e histórico, ocultan las ideas revolucionarias de Mariano Moreno y Bernardo de Monteagudo, las luchas que en inferioridad numérica llevó adelante el General José de San Martín, no sólo contra los realistas españoles sino también contra la parasitaria oligarquía porteña.

Así mismo, desprecian profundamente las luchas de nuestras montoneras federales (recuerden aquello de “Civilización ó Barbarie”); prefieren dejar en el olvido aquel radicalismo popular de Don Hipólito Yrigoyen que puso en jaque al régimen conservador y siguen pensando, -como decía John W. Cooke, ideólogo y hombre de la Resistencia Peronista-, que el peronismo es el hecho maldito de este país.

Porque saben, fue es el único movimiento nacional que ha dado soberanía política, justicia social e independencia económica a millones de seres concretos que habitan a lo largo y ancho de nuestra Patria. Y eso a la oligarquía le sigue doliendo. Y si alguna duda queda, deberíamos remontarnos a poco tiempo atrás, a los últimos días de marzo de este año, cuando las primeras huestes “paquetas” del campo, aliadas a un sector bobalicón de nuestra clase media que siempre históricamente “mea fuera del tarro”, intentaron copar la Plaza de Mayo, entre joyas, 4 x 4 y ollas de teflón al grito de “¡El que no salta es un peronista!”.

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Eso sí, después dicen hasta el hartazgo que hay que mirar para el futuro, dejar las antinomias a un costado y trabajar codo a codo todos los argentinos; porque el futuro nos sonríe. Yo personalmente con la Sociedad Rural, patronal oligárquica de estancieros, que apoyó a la última dictadura militar y aplaudió de pie a Martínez de Hoz no voy en conjunto a ningún lado, porque ya se como termina la película.

Como asevera el mejor historiador argentino revisionista de todos los tiempos, José María Rosa: “La historia argentina es eminentemente nacional y política. Yo no la puedo concebir en el nirvana. La historia de este país son los hombres, las ideas, las mentalidades...”. De un lado y del otro.

Recién mencioné al federalismo del interior, a los caudillos federales. Pero hubo uno que fue quizás el mayor exponente de la defensa de lo nacional y que surgió de esta provincia de Buenos Aires. Me refiero a Juan Manuel de Rosas. Denostado, vilipendiado, satanizado y negado por la historia oficial. Decía al respecto Jauretche: “Una vez asistí a una misa en memoria de Rosas. Un diario me mencionó como el único asistente conocido. No lo hizo como gesto de simpatía. Querían enterrarme junto con Rosas. Después de 1955 se quiso, del mismo modo, enterrar a Rosas con Perón. Eso benefició tanto a uno como al otro: el pueblo identificó en una a las dos figuras”.

Y sigue diciendo Don Arturo Jauretche: “La historia oficial ha considerado a la argentina como una especie de nave espacial en la estratófera, que navega sin sufrir influencias de ningún tipo. Separaron el pasado argentino de la historia mundial. De esa manera se evitó el reencuentro de los argentinos con su condición de americanos. Pero más allá de este proceso, desde las bases ciudadanas sube un clima de autenticidad que provoca un ánimo especial, dentro del cual el revisionismo histórico encuentra su desarrollo en el marco de lo popular. A los historiadores que hacían una historia para un país cualquiera o ajeno, les está pasando lo mismo que a la gallina echada sobre un huevo de pato. Descubre que cuando nace el patito, va corriendo hacia el charco, olvidándola”. (Panorama, 30 de diciembre de 1969).

En síntesis. Parafraseando nuevamente a Jauretche: Hay que cambiar la historia, dejar de lado, esa liberal que nos sigue rigiendo. Porque es anti-argentina. Porque sus propósitos han sido “civilizadores”, “europeizantes”, “democráticos”, “constitucionalistas”.

Pero lo único que no se tuvo en cuenta fue a la nación como nación y al pueblo como pueblo. Queremos una historia que nos enseñe a pensar en función de la realidad argentina.

Nada más ni nada menos.

Hubo una acción cultural de mucha gente que permitió mostrar los aspectos de la historia argentina que antes se omitían o tergiversaban. Este movimiento que fue integrado

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por toda una corriente de historiadores, nos ha permitido tener una visión histórica distinta de la que predominaba hace 60 años y que respondía de lleno al modelo de la generación liberal del ’80.

Dejo la inquietud: Frente a los esfuerzos reiterativos de la historia oficial por encapsular, encapuchar, borrar y manipular la memoria en beneficio propio, podemos trabajar con 5 formas de expresión de nuestra historia, para poder llevar adelante la memoria colectiva: 1.

La tradición oral.

2.

La narrativa escrita de la memoria que no constituye un acto inocente de escritura sino una práctica de persuasión e inclusión de otras memorias.

3.

Las imágenes pictóricas, fotográficas y cinematográficas construidas con el fin de retener y transmitir las memorias.

4.

Los rituales de conmemoración que establecen el lazo entre el pasado y el presente. Visualizados como actos de memorias que interpretan el pasado y constituyen también una representación colectiva del mismo.

5.

La construcción o resemantización de espacios con una carga simbólica, que remita a la memoria que se quiere preservar.

Apunto con ello, a consolidar un rescate científico, realista, comprometido, militante y nacional de nuestra historia.

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1 A pesar de ser ésta la caracterización general, desde finales del s.XIX se multiplica la producción de manufacturas de origen agropecuario (MOAs) para consumo interno, y una pujante industria textil -Alpargatas-. A principios del s.XX también empieza a consolidarse la industria metalúrgica y metalmecánica, alrededor del exponencial desarrollo ferroviario a partir de la segunda mitad del s.XIX. Así como de algunos bienes de capital e intermedios, por caso las célebres amasadoras mecánicas SIAM Di Tella, producidas masivamente a partir de 1911.

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endeudamiento externo, sin embargo el nivel de precios internos es determinado por la metrópolis principal, receptora de las agroexportaciones y de donde se importan los bienes industriales. En esta etapa, el país se “destapa” con un altísimo PBI-llega a ser el 6º en el ránking mundial-y un muy alto grado de desarrollo importado, por caso superando en líneas telefónicas y automóviles por habitante a países como Francia. El fuerte derrumbe de la demanda mundial de bienes agropecuarios y consecuentemente de sus precios, a partir de la crisis capitalista iniciada con el crack del 29, causa estragos en las exportaciones nacionales y desnuda una restricción externa2 que parecía no existir. Por aquel entonces el país no sólo dependía de sus agroexportaciones, sino también del crédito externo que garantizaba la constante disponibilidad de divisas para que el gran capital internacional afincado en el país pudiera girar utilidades en todo momento. De este modo, el fin del auge agroexportador tras la grave crisis capitalista, fuerza a una progresiva cerrazón económica-en el país y en todo el mundo-y a una acelerada industrialización por sustitución de importaciones (ISI), que se ve redoblada por la segunda guerra mundial3 . Así, a partir de la década del 30 podemos hablar de un modelo de economía cerrada al movimiento de capitales y de ISI forzosa que, aunque conservaba ciertas características de la etapa agroexportadora, comenzaba a modificar la estructura económico-productiva del país.

Considerando la lógica del orden conservador fundado por el General Julio Argentino Roca, entendemos que su estabilidad dependía de la figura del líder y de la exclusión e indiferencia política de grandes porciones de población4, consecuentemente este déficit democrático fue exitosamente capitalizado por los caudillos locales que respondían al roquismo. Sin embargo la Ley Sáenz Peña de 1912 hizo competitivo el sistema político, junto con la muerte de Roca en 1914 creó un vacío de poder agravado por la ausencia de liderazgos indiscutidos para sostener este orden conservador. Las huestes de caudillos del roquismo quedaron huérfanas y recibieron un duro golpe con el triunfo de la Unión Cívica Radical. Las presidencias radicales, notablemente la de Yrigoyen, lograron para la política una relativa autonomía del poder económico respecto a la influencia de las familias principales de la pampa húmeda. Sin embargo el modelo económico se mantuvo incuestionado, el librecambio que había transformado y enriquecido las grandes ciudades argentinas, principalmente Buenos Aires, aparecía infalible. Esta ensoñación tardovictoriana finalizó, como hemos dicho, con la gran recesión mundial que inauguró el crack financiero de Wall Street.

2 Se denomina restricción externa al límite de divisas disponibles en un país periférico. En el caso argentino, la consolidación de este fenómeno se encuentra claramente relacionada con el aumento demográfico derivado de las grandes olas migratorias: la población nacional se cuadruplicó desde 4 millones en 1895 a 16 millones en 1947 mientras que en los siguientes cincuenta años “solamente” se duplicó a 32 millones en 1991.

3 A pesar de acelerarse a partir de 1930, dicho proceso ISI, de hecho, se inicia durante la Gran Guerra y va consolidándose durante la década del 20. En este tiempo se desarrollan a nivel nacional la industria militar, automotriz, frigorífica y petrolera, así como la primera industria de alta tecnología: la Fábrica de Aviones de Córdoba.

4 Leslie Bethell ed., Historia de América Latina: Política y sociedad en Argentina 1870-1916, Critica: Barcelona, pág. 57.

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La década de 1930 argentina la inaugura políticamente el golpe de estado de Agustín P. Justo. El poder militar establece nuevas reglas de juego para la selección política basadas en técnicas perfeccionadas por el roquismo tales como el fraude electoral. Los diez años siguientes se conocerán como la década infame, pero la invasión de Polonia en 1939 y consecuente impacto de la segunda guerra mundial provocó acelerados cambios en la élite gobernante. Ulteriormente el efecto del conflicto bélico y la rigidez política enquistada en los restauradores del orden conservador dio lugar a la formación de un movimiento al interior del poder militar. Este movimiento identificado con el Grupo de Oficiales Unidos (GOU), derrocará al gobierno conservador mediante el golpe de estado de 1943. Los próximos dos años serán una coyuntura crucial de densas consecuencias para la política argentina actual. No es éste el lugar para desarrollar un análisis del rico proceso que llevó a la construcción del peronismo pero sí los efectos que produjeron sus primeros gobiernos: la llegada del peronismo al poder implicó la consolidación y gran expansión de una importante industria nacional ligera, y al tiempo pesada, orientada al consumo interno.

También, el desarrollo de grandes infraestructuras, múltiples nacionalizaciones de sectores estratégicos, fuertes sindicatos y una nueva distribución de la renta basada en importantes incrementos del poder adquisitivo popular. Impulsando, todo este conjunto de cosas, la demanda agregada.

Sin embargo el crecimiento del salario real y el incremento poblacional migratorio produjo un aumento del consumo interno que a su vez impactó negativamente en las ventas agropecuarias al exterior. Este cambio estructural de la economía argentina significó la aparición de los ciclos conocidos como stop and go: un ciclo expansivo de fuerte crecimiento que es a su vez crónica de un colapso anunciado, después del cual vuelve a iniciarse la fase ascendente de tal ciclo y así sucesivamente. El modelo se desarrolla de esta manera contradictoria por dos factores fundamentales: por un lado pujas distributivas entre sindicatos fuertes y autónomos y una burguesía dependiente del Estado, y por otro la restricción externa que provoca una industria necesitada de insumos y bienes de equipo importados en un país semi-industrializado. La emergencia de una clase obrera empoderada impide por un lado que el salario sea la principal variable de ajuste de la economía, y a su vez presiona vía demanda a una oferta que no se amplía al ritmo necesario, siendo ambos factores generadores de inflación.

Es importante reseñar que en el modelo peronista, finalmente aparece la restricción externa a pesar de que el Estado cuenta con el monopolio del comercio exterior a través del Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI)5, transfiriendo discre-

5 Ente público argentino creado por decreto-ley 15.350 el 28 de mayo de 1946, que si bien fue firmado por el Presidente Edelmiro Farrell, formaba parte del conjunto de medidas que el coronel Juan Domingo Perón y su equipo de asesores habían proyectado. Funcionó bajo la órbita del Banco Central, con el fin de centralizar el comercio exterior y transferir recursos entre los diferentes sectores de la economía. Su director fue el economista Miguel Miranda, también presidente del Banco Central.

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cionalmente las divisas generadas por el agro hacia la industria. Evidentemente, sin esta herramienta el problema externo es más acuciante, habiendo sido a su vez tal instrumento, una línea roja para la oligarquía terrateniente.

De este modo, la lógica del modelo stop and go implica avanzar expansivamente generando inflación6 hasta que la restricción externa y el déficit fiscal lleven a una abrupta devaluación y/o a un fuerte programa de ajuste, que re-equilibren las cuentas externas e internas. Luego de este fuerte reacomodamiento inflacionario y recesivo de la economía, las variables macroeconómicas se estabilizan y vuelve a iniciarse la fase expansiva o “go” sobre la base de un salario real inicialmente bajo, que terminará indefectiblemente en un nuevo stop una vez que las divisas vuelvan a hacerse insuficientes por la propia dinámica de crecimiento. Ahora bien, a pesar de desenvolverse de forma inestable, la tendencia del modelo a largo plazo es de un razonable crecimiento y progresivo desarrollo industrial.

Por otra parte, el ciclo se desenvuelve sin excesiva necesidad de endeudamiento externo ya que, como hemos dicho, se trata de una economía relativamente cerrada al movimiento de capitales.

Este ciclo de desarrollo a los “trompicones cíclicos”, consolidado por el peronismo, fue el que se mantuvo hasta la salvaje imposición del neoliberalismo, aunque en la fase desarrollista post-peronista impulsado por un nuevo sector exportador industrial basado en tecnologías foráneas y maduras. Este nuevo actor de la economía nacional agudiza la restricción externa cuando se incorpora masivamente Inversión Extranjera Directa (IED) abocada en producir insumos para sus casas matrices y no bienes de equipo convergentes con el desarrollo de la industria local. Por otra parte, valdría aclarar que durante el trienio aramburista 1955 a 1958 se hizo un primer intento de imposición liberal y desperonización de la economía reflejado en el ingreso al FMI, la disolución del IAPI, etc. aunque por aquel entonces no estaban dadas las condiciones sociales para poder concluir “la obra”, finalmente postergada hasta 1976.

El marco de proscripción del peronismo modificó dramáticamente el régimen político cuyas reglas del juego tenían el mismo efecto excluyente que había tenido el orden conservador y la década infame. En condiciones de democracia limitada, Frondizi aprovechó la oportunidad de hacerse con el poder político mediante un pacto luego incumplido con el general Perón. Una vez instalado en el Sillón de Rivadavia, el frondizismo llevó a cabo políticas desarrollistas que atrajeron una ingente cantidad de capital extranjero bajo la forma de Inversión Extranjera Directa. A pesar de la inestabilidad de esta democracia limitada, el industrialismo desarrollista se mantuvo durante la “democracia” de Illia e incluso en la dictadura de Onganía. Sin embargo la irrupción de las crisis del petróleo gol-

6 Esta inflación es generada por diversas razones, que se irán desarrollando a lo largo del documento.

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peó la economía argentina mediante una agudización de la restricción externa. Este nuevo contexto internacional dio herramientas al neoliberalismo e hizo más permeables al poder militar para producir un cambio en el rol del Estado. Las bases de este cambio neoliberal las comenzó a construir los grupos de presión neoliberales tras el último stop de la etapa industrialista reflejado en el Rodrigazo. Luego completaron gran parte de sus objetivos al amparo de la dictadura de 1976 .

Concretamente, la dictadura cívico-militar instaurada en 1976 “aprovecha” la ocasión para volver a un sistema de economía desindustrializante, abierta al capital financiero transnacional, a todo tipo de bienes importados y al endeudamiento externo improductivo, inaugurando la etapa neoliberal que culminaría catastróficamente con la implosión de 2001. Se puede decir que este periodo implicó una adaptación del ciclo económico conocido como stop, go and crush: las también recurrentes crisis de esta etapa fueron mucho más profundas y prolongadas, elevando por otra parte el piso inflacionario, además de ir acompañadas de un constante deterioro del tejido productivo y enajenación del patrimonio del Estado. Así, el tipo de cambio con retraso programado-la famosa ‘tablita’-no sólo no contuvo la alta inflación previa sino que perjudicó gravemente las exportaciones industriales, aumentó las importaciones y disparó el endeudamiento externo-incluida la nacionalización de la deuda externa privada-y los beneficios especulativos basados en un dólar artificialmente barato. El fuerte desequilibrio exterior y el abrupto fin del crédito externo llevaron a una brutal devaluación a principios de los años 80, empujando al país a la más grave recesión desde la crisis de 1930. Tras el fin de la dictadura, el gobierno de Alfonsín no logró estabilizar ni mucho menos revertir la situación -intercalándose años de crecimiento y recesión, acorralado por la altísima inflación y los pagos de la deuda externa contraída por la dictadura. Finalmente, la situación volvió a estallar en 1988, desembocando en la hiperinflación por todos conocida. Baste graficar esta situación con la evolución del PBI nacional: el valor del mismo en 1980 no se volvió a alcanzar hasta 1992.

Finalmente, el Plan de Convertibilidad de 1991 estabilizó la disparada inflacionaria con la misma receta implantada por Martínez de Hoz pocos años antes-aunque con mayor éxito que éste último: reapertura al capital internacional, tipo de cambio atrasado y fijo, endeudamiento externo, destrucción de la industria nacional y venta de patrimonio estatal; todo ello con el crédito internacional restablecido tras los aciagos años 80. En esta ocasión, tras algunos años de utopía primermundista, no fue el fin del crédito externo por causas exógenas la razón que llevó al último gran crush, sino la poca credibilidad que los mercados financieros daban a la posibilidad de que el país pudiera seguir pagando los intereses de la deuda. Más allá de las crisis mexicana, brasileña, rusa y de los países asiáticos, fueron los propios números nacionales los que evidenciaban la insostenibilidad de la deuda desde finales de los 90. Por otra parte, esta última fase menemista-aliancista del go and crush elevó el piso de pobreza estructural al primer tercio de la pirámide social, y terminó de rematar las ruinas de lo que había sido antaño un Estado robusto y benefactor;

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entregando al capital extranjero lo que quedaba de las empresas públicas, otrora representativas de una Argentina promisoria a pesar de todo. En síntesis, los gurúes cipayos que pronosticaban que el stop and go sería superado por una economía abierta a todo tipo de importaciones y al capital extranjero, hundieron al país en el mayor pozo de su historia.

De hecho, ni siquiera fueron capaces de apaciguar al fantasma inflacionario, uno de los principales caballitos de batalla liberales. Bien por el contrario, si desde el primer peronismo hasta el último golpe cívico-militar la inflación promedio ronda el 30 por cien anual, durante la etapa neoliberal ésta se dispara hasta los centenares, aun abarcando la “plancha” inflacionaria de la convertibilidad.

Así pues, no es difícil consensuar que más allá de sus falencias y crisis cíclicas, el modelo industrialista relativamente cerrado al capital financiero-no así a la IED en la etapa desarrollista-se demostró en buena medida exitoso puesto que, como ya hemos dicho, aun de forma inestable y con crisis recurrentes la tendencia de largo plazo de la renta per cápita7es claramente alcista. De esta forma, desde la llegada de Perón al poder hasta el golpe de 1976 el PBI/habitante creció algo más del 100 por cien, y desde ese año hasta 2003 el paupérrimo aumento fue menor al 10 por cien, a valores constantes, no nominales. Asimismo, en el primero de los periodos la actividad fabril aumentó más del 300 por cien y en el segundo apenas un 40 por cien, lo que constituye un aumento relativo mínimo si contabilizamos el crecimiento demográfico. Además de esto, las crisis de la etapa industrialista duran dos años y contraen el PBI un 4 por cien de media; sin embargo, las crisis neoliberales duran 5 años de media y “cuestan” el 25 por cien del PBI también en promedio. Si a estas impersonales cifras sumamos la brutal pérdida de calidad de vida de los sectores populares-mediante la creación de un ejército de excluidos estructurales, la pérdida de independencia económica, la desintegración socioproductiva y de infraestructuras, la subyugación imperial y las miles de vidas que significó la etapa neoliberal, parece no ser necesario abundar demasiado en la comparativa entre ambos modelos. En suma, en los ajustes de las crisis del modelo industrial el estrangulamiento por falta de divisas-y/o el déficit público, la inflación o la situación sociopolítica-lleva a una rápida recesión que reduce las importaciones hasta que se vuelve a alcanzar el equilibrio externo. En cambio, en las crisis neoliberales no sólo se debe llegar al equilibrio externo sino que el ajuste debe proseguir hasta conseguir un superávit primario suficiente para cubrir el pago de intereses de la deuda y el giro de utilidades de las empresas multinacionales. Así, cuanto mayor sea el nivel de endeudamiento externo y de extranjerización de la propiedad, más brutal será el ajuste necesario.

7 El crecimiento de la renta en términos absolutos puede no ser un buen indicativo, ya que a pesar de haber crecimiento puede haber un empobrecimiento relativo, dependiendo de la tasa de crecimiento poblacional.

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Dentro de este contexto, podemos situar la transformación económica kirchnerista como un esforzado retorno al modelo industrialista con poca dependencia del capital extranjero. Este esfuerzo ciertamente no ha sido menor, habida cuenta del nivel de endeudamiento del crush final de la etapa neoliberal, del vaciamiento inédito del Estado y de la pobreza estructural heredada. En estos 10 años el PBI se quintuplicó en dólares corrientes-de 100 a 500 mil millones US$, la inflación anual promedio en esta década ronda el 15-20 por cien8, las reservas son hoy el cuádruple -40 mil millones US$, la deuda externa-menos del 50 por cien del PBI-es hoy un 60 por cien menor a los niveles del año 2002 en términos porcentuales, y las exportaciones industriales han alcanzado el récord del 45 por cien del total de ventas al exterior; todo ello en un contexto de progresiva reinclusión social. Por otra parte, dado el actual nivel de “desarrollo” de la globalización financiera, la no dependencia de capitales foráneos es un reaseguro frente a los vaivenes de una economía mundial altamente inestable, que garantiza un crecimiento endógeno más autónomo que p. ej. el de Perú, Chile o Colombia9. Del mismo modo, la política de desendeudamiento e independencia respecto al establishment financiero llevada adelante por este gobierno, también implica altas cotas de soberanía económica y eventualmente la posibilidad de tomar deuda en caso de ser necesario, sin que esto implique hipotecar el futuro del país.

En este último punto, es dable consignar la diferencia entre tomar deuda para gastos corrientes-o para el vaciamiento del Estado- que hacerlo para impulsar la inversión pública, así como también distinguir claramente entre potenciales prestamistas: evidentemente no es lo mismo acudir a “los mercados”, al Banco Mundial o al FMI, que fraguar acuerdos de cooperación y financiamiento con países como China, Rusia o India.

Una primera lección histórica de todo esto es que tanto la política como la economía argentina son vulnerables a la dinámica geopolítica y económica del orden mundial.

Así, en la primera etapa agroexportadora el país es claramente funcional a los intereses británicos-potencia de la época-y su modelo económico acompaña la dinámica capitalista de extrema apertura al movimiento de capitales, con epicentro aún en la city londinense.

Del mismo modo, la crisis sistémica de 1930 y el surgimiento del Estado de bienestar como ejemplo de capitalismo social, lleva en sí la etapa industrialista de economía cerrada con mayor o menor justicia social, dependiendo del periodo. A su vez, el momento neoliberal impuesto a sangre y fuego por la dictadura militar, va de la mano del contraataque neo-

8 Más allá de que en los últimos años la inflación está acelerándose, y de que es necesario tratarla de forma integral, 15 por cien anual es el menor promedio inflacionario desde que ésta tiene características estructurales endógenas.

9 El riesgo que lleva aparejado el crecimiento dependiente de los países centrales-principalmente EEUU-y el capital transnacional es el agravamiento de la penuria financiera en tiempos de crisis. Concretamente en situación de quiebra sistemática de grandes empresas y de impago de deudas, se agrava cuando parte significativa de la liquidez interna depende del capital transnacional y de las instituciones internacionales de crédito. Este es justamente el problema del Sur de Europa y el Banco Europeo pero también el de Francia, Alemania e Inglaterra respecto a las quiebras de bancos y fondos de inversión cuyo peso en el sistema financiero es de tal magnitud que el Estado negocia salvatajes billonarios.

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conservador occidental tras la ruptura de Bretton Woods a causa de la crisis del petróleo10, Kissinger, el Plan Cóndor y la emergencia de Estados Unidos como superpotencia excluyente. Tampoco puede entenderse la crisis argentina del 2001 ni la emergencia de una nueva coalición política encarnada en Néstor Kirchner, sin el contexto regional y mundial: los límites al proyecto imperial norteamericano que mostraron sus aliados a raíz de las Guerras del Petróleo (2001/2003), cristalizaron en los nuevos líderes populares en América Latina. Aún más la crisis financiera del 2008 desnudó las inconsistencias entre los intereses financieros y los intereses de la élite política incluso en el Primer Mundo. !"#$%&'&()"#*+,-'./'"#$'#01"2-#3&1)./%&45&6-+"'" La economía argentina posterior a 1930 pasó de una etapa industrialista a otra neoliberal “desindustrialista”, para retornar nuevamente-hace diez años-a la senda productiva, siendo la política uno de los factores clave en esta oscilación entre modelos. Asimismo, el modelo industrialista se caracteriza por su dinámica de stop and go, fruto de la restricción externa y la dicotomía entre las agro-exportaciones y una industria que sólo demanda divisas. También se ha indicado que la inversión extranjera directa impulsó a partir de los años 60 una creciente exportación de bienes industriales: ¿qué hubiese pasado de haber permanecido el industrialismo? Entendemos que la restricción externa se hubiese moderado a largo plazo, pero que el aporte neto de divisas de la IED es necesariamente menor que el aporte de una sólida industria nacional.

Considerando ambos modelos industrialistas, el peronismo y el desarrollismo entendemos que el segundo careció de una política decidida de investigación y desarrollo tecnológico que hubiese permitido al país convertirse en potencia. Aún más, el portentoso desarrollo científico-técnico peronista fue sustituido por una industria relativamente moderna pero de capital extranjero que, junto a una mermada innovación tecnológica nacional, hizo endémica la dinámica del stop and go. La investigación y desarrollo (I+D) tecnológico del modelo peronista logró grandes hitos como el diseño y producción de aviones a reacción: el célebre Pulqui II. Sólo EEUU y la URSS lo habían conseguido antes. Luego vehículos terrestres de vanguardia p.ej. motocicletas, automóviles, camionetas,

10 Este período denominado Edad de oro se inicia al final de la década de 1940 termina a principios de 1970 estuvo caracterizado por dos procesos: el crecimiento económico nunca antes alcanzado y el enfrentamiento entre las dos grandes potencias, los Estados Unidos y la Unión Soviética, en el marco de la Guerra Fría. Esta fue una de las razones por las que la expansión del capitalismo fue acompañada de una fuerte presencia del Estado que asumió tareas activas en relación con las posibilidades de incidir directamente sobre la actividad económica. En este período, Estados Unidos se consolido como la principal potencia mundial y a su vez, países como los de Europa Occidental y Japón registraron altísimas tasas de crecimiento. Por otro lado, la concentración de los beneficios del desarrollo industrial de estos países, condujo a un incremento de las desigualdades con los subdesarrollados del hemisferio sur. A pesar de que iniciaron el proceso de industrialización no pudieron desprenderse de la dependencia de las exportaciones de materias primas y alimentos.

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tractores y trenes11. Incluso motonáutica de avanzada, armamento y múltiples prototipos de última generación que fueron abortados tras el golpe de estado de 195512. Este esfuerzo en I+D nacional alcanzó su auge con la creación de Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado (IAME) en 1952, que fue el heredero del Instituto Aerotécnico (Institec)-creado en 1943 a partir de la Fábrica Militar de Aviones, a su vez fundada en 1927. La creación del IAME respondía a la necesidad de sustituir la creciente importación de vehículos con industria nacional, aprovechando el salto tecnológico dado por el Institec a partir de 1945 y la importación de cerebros alemanes, italianos, etc. tales como K. Tank y R. Hörten entre muchos otros. De hecho, la fusión de diversos entes alrededor del IAME no sólo benefició a la producción automotriz nacional sino que también pretendía ser el eje de desarrollo de todas las demás innovaciones ya mencionadas, con muy especial énfasis en tecnología aeronáutica y armamento13. Simultáneamente, el peronismo impulsó fuertemente la industria naval y el desarrollo de una marina mercante nacional que llegó a ser de las cinco más grandes del mundo. La poderosa marina mercante argentina disminuyó los muy altos costos de exportación y controló de forma eficiente el comercio exterior.

Más allá de las industrias nucleadas en el IAME y alrededor de la Flota Mercante del Estado14 - a través de AFNE, Astilleros y Flotas Navales del Estado, también se incursionó en otras áreas como la investigación de fusión nuclear con deuterio, el Proyecto Huemul que a pesar de no logar sus objetivos fue el inicio del desarrollo nuclear nacional cuya agencia paradigmática fue la CNEA en 195015. Asimismo, se dio inicio a las investigaciones aeroespaciales e incluso al estudio de física cósmica, con la creación del Instituto “Observatorio de Rayos Cósmicos” funcionó en Mendoza de 1950 a 1955. Dicho observatorio de última generación era el tercero de su tipo en el mundo, tras los análogos centros de investigación de EEUU y Francia. A su vez, dicho observatorio es también una

11 Tales desarrollos utilizaban tecnología nacional que sólo estaba al alcance de EEUU -p. ej. la resina de poliéster-, la URSS o Francia; e incluso innovaciones sólo dominadas en el país, como los motores de block dividido en semiblocks, etc.

12 Casos paradigmáticos de prototipos de última generación abortados tras la caída de Perón, son: avión supersónico FMA I.Ae. 37, aeronave vanguardista de pasajeros -950 km/h- I.A.-36 Cóndor, diversos modelos de aviones de carga militar y comercial, etc.

13 Misil PAT, PAT II, etc 14 Mientras la marina mercante mundial creció desde 1939 a 1951 en un 31 por cien, la marina mercante argentina aumentó en un 286.6 por cien. Este fue uno de los mayores crecimientos registrados en ese lapso por marina mercante de país alguno.

Además de ser muy extensa era de las más modernas: en 1952 la flota mercante argentina no sólo era grande, sino que era también una de las más modernas del mundo. Tomando como base el tonelaje bruto, el 34.2 por cien de la flota argentina tenía menos de 5 años en 1952, mientras que la de Gran Bretaña tenía en esa edad al 20.5 por cien y la de Estados Unidos al 1.9 por cien. La mayor parte de los barcos nuevos y más eficaces pertenecían a las flotas del Estado. También barcos de pasajeros a través de la Flota Mercante del Estado y FANU, establecieron líneas regulares a Estados Unidos, Brasil, norte de Europa y el Mediterráneo. FANU, atendía los servicios con Londres y mantuvo una línea de tráfico de inmigrantes con Europa.

15 Como ejemplo de este desarrollo podría citarse la puesta en funcionamiento, en la Sede Central de la CNEA -entre 1953 1954- de un acelerador de partículas lineal. Luego en 1985, la instalación en el país del primer acelerador de partículas moderno de Latinoamérica -TANAR- es heredera de este temprano y vanguardista desarrollo, y a su vez es uno de los últimos coletazos de los proyectos que todavía se manejaban hasta 1976.

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excelente parábola de la ignorancia y el odio visceral del antiperonismo cipayo: para estos sectores los rayos no eran cósmicos, sino ‘cómicos’. Cabe destacar que la investigación de rayos cósmicos y de fusión nuclear se orientaba a la búsqueda de nuevas fuentes de energía, partiendo de la premisa de que el petróleo no sería eterno. No es necesario abundar sobre lo vanguardista de tales planteamientos a finales de los años 40; tampoco sobre lo diferente que sería el país si tal empuje científico-técnico hubiese tenido continuidad.

Así pues, tras el golpe de estado de 1955 cayeron en desgracia la mayoría de proyectos estratégicos en marcha, dándose una incalculable fuga de cerebros internacionales que había importado el peronismo. Sin embargo, los sucesivos gobiernos militares o pseudo-democráticos posteriores a 1958 mantuvieron un modelo industrialista con algunas áreas de desarrollo tecnológico endógeno, más limitado en sectores estratégicos como el militar pero con ciertas cotas de autonomía. En este sentido, cabe señalar la continuación del desarrollo nuclear pacífico y del aeroespacial. Respecto a esto último, Argentina lanza Alfa Centauro en 1961. Esta operación constituye su primer cohete no militar de fabricación nacional y, cuatro años más tarde, se convierte en el tercer país del globo-tras EEUU y la URSS-en lanzar cohetes desde la Antártida. Asimismo, en 1967 el simpático ratón Belisario vuela al espacio suborbital y llega con vida en un cohete Orion II; en 1969 el cohete sonda multietapa Rigel 04 envía al espacio al Mono Juan, también recuperado exitosamente con vida. De este modo, Argentina se convertía en el cuarto país del mundo en lanzar un mamífero-astronauta, tras EEUU, la URSS y Francia; al día de la fecha, sólo siete países han conseguido tal proeza16 . El plan aeroespacial argentino tenía como objetivo de largo plazo enviar humanos al espacio, así como colocar satélites nacionales con tecnología totalmente autónoma. Otro ejemplo del I+D autóctono, limitado pero no aniquilado durante el industrialismo post-peronista, podría ser el de la fabricación de chips. A mediados de los 70 la Argentina estaba empezando a producir los primeros chips de tecnología nacional, sin embargo, la última dictadura cívico-militar cortó de raíz tal emprendimiento de forma nada inocente: Martínez de Hoz redujo al mínimo los aranceles a la importación de chips, y elevó drásticamente los mismos para la importación de silicio, materia prima fundamental para la fabricación de circuitos integrados.

De este modo hay sólidas evidencias que muestran como la eliminación del primer proyecto peronista implicó detener por décadas la posibilidad de una Argentina potencia tercerista. Sin embargo aún era posible hasta la dictadura de 1976, adquirir mediante transferencia de conocimiento, el saber hacer industrial necesario para superar la restricción externa 17-siempre y cuando este desarrollo no fuera peligroso para las potencias del Norte y sus lacayos locales. Como sabemos, desde el Ministerio de Martínez de Hoz hasta

16 A fecha de 2013, sólo siete países han llevado animales al espacio: los Estados Unidos, la Unión Soviética, Francia, Argentina, Japón, China e Irán.

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el de Cavallo, la Argentina dejó de sostener su propia industria ligera y pesada para consumo interno-muy extensa y consolidada, a pesar de ser poco competitiva-18, al tiempo que un reducido grupo de traidores a la patria se embolsaba miles de millones de dólares apuntados a la cuenta del Estado, que simultáneamente iba siendo desguazado a precio vil. De esta manera, a una Argentina que apuntaba al rol que ocupó Japón hasta la II Guerra Mundial -pero sin ser expansionista/guerrerista sino tercerista/neutral, sólo le dejaron aspirar a ser algo similar a lo que son hoy Corea del Sur o Australia. Sin embargo, en cuanto hubo oportunidad, terminaron por reducir el país a socio menor de un Brasil que ocupó nuestro espacio en América Latina. El enorme peso de la propia oligarquía rentista, eurocéntrica y cipaya, junto a la emergencia de EEUU como superpotencia excluyente desde los años 70, resultó ser una carga excesiva para las aspiraciones de esta fallida potencia del Sur 19 .

Excluyendo la dinámica de los países semiperiféricos, no existe un único factor que explique la pobreza actual de la Argentina. A diferencia de otros estados que pertenecen al mismo grupo, parte de esta dificultad fue reconocida por el novel de economía Paul Samuelson, que en 1970 caracterizó a las economías del mundo del siguiente modo: ‘Están los países capitalistas, los de la órbita socialista y los del muy heterogéneo Tercer Mundo; pero eso no es suficiente, porque en realidad son cinco los sistemas: hay dos países más a tener en cuenta en forma separada; Japón y la Argentina. ¿Por qué? Porque no calzan en ninguna sistematización. Son tan peculiares y tan impredecibles que deben ser ubicados aparte’. Años más tarde, en 1980, sentenció: ‘Si alguien en 1945 me hubiera preguntado: “¿Qué parte del mundo espera Ud. que experimente el más dramático despegue en las próximas 3 décadas?”, probablemente podría haber dado una respuesta como la siguiente: “Argentina está en la ola del futuro. Tiene un clima templado. Su densidad de población provee una dotación favorable de recursos por empleado. Por un accidente histórico su población actual es una bastante progenie de las naciones de Europa Occidental. Y Argentina está en 1945 en el estado intermedio de desarrollo a partir del cual se espera un rápido crecimiento”. Cuán equivocado habría estado20 . Como puede inferirse y ha hecho explícito en otras ocasiones, el Dr. Samuelson considera que el peronismo fue el principio del fin de la Argentina promisoria, de modo exactamente inverso a lo que hemos planteado hasta el momento. Más allá de su posicionamiento académico-ideológico21, lo que no se nos aclara es qué tipo de progreso hubiéramos alcanzado en términos soberanos. Es decir, 17 Aunque la industria argentina ha sido históricamente subsidiada y poco competitiva, dar saltos tecnológicos que permitan competir vía valor agregado y no vía precios, es el elemento clave también para dinamizar al conjunto.

18 Como ya se ha mencionado, la degeneración histórica va del peronismo light y sus entes descentralizados sucedáneos, al desmantelamiento directo del IME, ELMA, SIAM, etc. en la etapa neoliberal.

19 Aunque-lógicamente-Perón podría haber perdido democráticamente, del mismo modo podría haber vuelto a ganar bastante antes de los años 70, con lo cual el modelo antagónico nunca podría haber dado tantos pasos hacia atrás.

20 Paul Samuelson, presidential address to the International Economic Association, Mexico, 1980. Palabras similares también pronunció el nobel de 1971 Simon Kuznets -probablemente como matización a las de Samuelson-: “existen cuatro tipos de países: los desarrollados, los subdesarrollados, Argentina y Japón”.

21 P. Samuelson es uno de los padres de la Síntesis Neoclásica

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si bien es cierto que el desarrollo peronista parte de unas condiciones previas muy favorables-incluidos los ingentes recursos atesorados durante la II Guerra Mundial- y un grado de industrialización bastante avanzado, el país de aquel entonces era subsidiario de las grandes potencias. En suma, lo que propone Samuelson es que haciendo “buena letra” con los países centrales, Argentina podría haber sido algo similar a Canadá o Australia, pero con mayor peso regional-geopolítico.

Este cuarto de siglo neoliberal implicó un retraso de 40 años en la proyección desarrollista del país: sin embargo en los proximos años, de la mano del kirchnerismo la Argentina recuperará la fabricación de chips y lanzará el cohete Tronador II, portador de innovadores satélites-por su estructura segmentada-también de fabricación nacional. Para enfatizar aún más si cabe tanto lo que pudo haber sido el país, como lo que todavía puede llegar a ser, baste explicitar que una vez la Argentina disponga de su propia lanzadera satelital, entrará a un club que a día de hoy sólo integran diez países. Asimismo, en el ámbito militar se están dando importantes pasos-misiles de media distancia Gradicom III y Orbit-para recuperar en pocos años la capacidad que supo tener el misil Cóndor II, proyecto cancelado a mediados de 1990 por presión de EEUU. Toda esta incipiente recomposición de la industria y la tecnología nacional puntera prepara sin duda el camino que, todavía arduo, puede llevarnos a superar la restricción externa en el largo plazo, además de recuperar lo más importante para cualquier nación: su plena soberanía.

Finalmente teniendo en cuenta las experiencias del peronismo y el desarrollismo, extraemos como segunda lección que el desarrollo a los trompicones se subsana con innovación tecnológica. Específicamente vemos que ésta es la diferencia entre el modelo peronista y el desarrollismo posterior. Concretamente, el peronismo consolidó el modelo stop and go y puso en marcha un plan tecnológico-estratégico orientado a solucionar la restricción externa y convertir al país efectivamente en una potencia. Una vez más el contexto mundial arroja luz para explicar lo que salió mal: el equilibrio de poder mundial explica mucho de las dificultades posbélicas que encontró el poder político nacional. La superpotencia norteamericana y el seguidismo de sus aliados occidentales negaron rotundamente tal “ascenso” argentino22. Esto último se hace evidente en algunas tristemente célebres palabras de W. Churchill, tales como: ‘No dejen que Argentina se convierta en potencia, porque arrastrará tras ella a toda América Latina’-Yalta, 1945. O ‘La caída del tirano Perón en Argentina es la mejor reparación al orgullo del Imperio y tiene para mí tanta importancia como la victoria de la segunda guerra mundial; y las fuerzas del Imperio Inglés no le darán tregua, cuartel ni descanso en vida, ni tampoco después de muerto’-Cámara de los Comunes, 1955.

22 Analogía con lo hecho por los británicos con Paraguay, Triple Alianza..

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Al margen de las anteriores consideraciones, lo cierto es que si a lo largo del tiempo los modelos antagónicos de país hubiesen sido peronismo/desarrollismo, otra sería la situación argentina aun a pesar del modelo stop and go, y de los límites impuestos por las potencias occidentales de 1955 en adelante. De este modo, el desmantelamiento y vaciamiento productivo, tecnológico y del Estado-sumados a la multiplicación exponencial de la deuda externa23 dedicada a gastos corrientes y al latrocinio perpetrado en 25 años de neoliberalismo, son los únicos causantes del gran derrumbe integral que vivió el país hace poco más de diez años. Con todo el creciente desarrollo tecnológico a la altura de las grandes potencias, y el posicionamiento político tercerista del Gral. Perón, no es difícil imaginar el potencial del país de haberse continuado con la política de soberanía tecnológica: Argentina se encaminaba a ser la fornida cabeza del ratón de los países no alineados, con ansias de tener voz propia y de superar la dependencia imperialista. Muy a nuestro pesar, no estaba equivocado W. Churchill con sus temores hacia la Argentina y el peronismo. !"#$%&'()'#*%#+,#!-')'./,#0(1%)&2),#0"#3)456&(2,"26.'#*%6,(('""26&, Desde la perspectiva de la producción, la década kirchnerista significó principalmente la plena recuperación de la capacidad instalada ociosa tras el crush final de la etapa neoliberal; el desarrollo del sector industrial orientado al significativo mercado interno y las exportaciones automotrices dependientes del mercado brasileño, junto al fenomenal aumento de la producción agrícola. Todo ello en un contexto revitalizador del Estado en todos los ámbitos, incluido el económico. Esta fuerte recuperación también indica la profundidad de la crisis, sólo en el año 2007 Argentina tuvo una magnitud del Producto Bruto Interno similar al final de la década de 1990. Sin embargo, tal recuperación no ha sido todavía completada ya que en el ámbito de las infraestructuras, los monopolios naturales24, diversos sectores estratégicos y la capacidad estatal de regulación económica no se ha alcanzado el estadio previo al desmantelamiento neoliberal del Estado. Asimismo en este tiempo también se han hecho una importante apuesta por la innovación tecnológica de rápida aplicación industrial y comercial, destacando en este aspecto la incipiente fabricación nacional de baterías de litio y de vehículos con tales baterías, entre otros25.Aún más esta recuperación del modelo industrialista desarrollista se ha realizado en simultáneo a una política de desendeudamiento e independencia del establishment financiero, así como también del orden mundial imperante, impulsando el presente proceso de emergencia sudamericana como actor geopolítico de peso y no subsidiario de la potencia del Norte.

23 Argentina no tenía la necesidad real de tomar deuda, como sí la tenían otros países latinoamericanos, por caso Brasil.

24 Un monopolio natural es un caso particular de los monopolios en el cual una empresa puede generar toda la producción del mercado con un coste menor que si hubiera varias empresas compitiendo.

25 Daniel Barraco--- baterías de litio de alto valor agregado nacional listas para su producción masiva, y UNLP vehículos eléctricos con batería de litio. Desarrollo nacional molino eólico vertical súpereficiente, etc. Falta una fuerte apuesta inversora en estos sectores, igual destacar importancia de la política llevada adelante de recuperación de cerebros.

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En suma, podríamos definir al ciclo kirchnerista como un “neodesarrollismo peronista del s.XXI”, dado que en términos económicos se ha podido avanzar -o volver- hasta una estructura filodesarrollista; no así hasta la “peronista clásica”, pero sí con vocación política soberana y altermundista.

De forma sintética, la estructura económica industrialista-desarrollista recuperada por el kirchnerismo, podría describirse de la siguiente manera: un Estado fuerte y redistributivo, propietario y/o gestor de algunos o casi todos los monopolios naturales y sectores estratégicos. Un gran sector agrícola exportador, concentrado y tecnificado, que aporta divisas pero no genera empleo ni vuelca su rentabilidad extraordinaria a la inversión productiva-de base rentista. Un sector servicios más o menos neutro-sin contar los servicios financieros, sector-herramienta para la fuga de capitales-en cuanto a las divisas, y generador de una buena proporción del empleo. Y un sector industrial orientado principalmente al mercado interno, poco competitivo, protegido y subsidiado, que insume divisas para bienes de capital e intermedios -utilizados en el proceso productivo-y que también genera empleo, además de tejido productivo. Este modelo funciona razonablemente bien mientras hay ‘ejército industrial de reserva’26 , pero una vez alcanzado el pleno empleo y/o el cupo máximo de divisas aportadas “pacíficamente” por el campo, se desatan las clásicas pujas y tensiones distributivas entre los diversos sectores socioeconómicos. De este modo, aparecen el anacronismo inflacionario argentino y/o la respiración asistida del Estado en el ámbito socioeconómico, a través del déficit público y el endeudamiento para gastos corrientes-lo cual es una herramienta pública válida para momentos puntuales, pero que a la larga no sólo no soluciona la raíz del problema sino que lo agrava. Dicho pleno empleo -más allá de que éste sea alcanzado con alta tasa de informalidad-cimentado en el sector servicios y una industria poco competitiva, junto al límite de divisas que el campo está dispuesto a aportar-y que se alcanza debido a que todo proceso de crecimiento lleva aparejado un aumento de las importaciones no sólo para la producción sino también para el consumo, constituyen justamente el límite estructural de este modelo stop and go.

La única manera de romper a largo plazo esta lógica sin estatizar total o parcialmente el sector agrícola-lo cual no sería otra cosa que tomar el control soberano de nuestro principal recurso generador de divisas27- o el comercio exterior y/o la banca, pasa indefec26 Es un concepto elaborado por Karl Marx que identifica a sectores excluidos del proceso de producción. Esta masa de excluidos, son los reservistas del ejército de trabajadores de la burguesía. Si un soldado es herido o muerto ya otro tomará su lugar, si un soldado se emplea con poca fuerza o demanda un incremento salarial ya habrá muchos otros que puedan suplirlo. Además otro mecanismo de este concepto es el bajo coste de la fuerza de trabajo, apenas equivalente al costo de supervivencia de un obrero.

27 La tierra de calidad es evidentemente nuestro principal recurso natural: Argentina es el mayor agroproductor per cápita del mundo. Nacionalizar tal recurso natural cambiaría de raíz toda la histórica estructura económica nacional de origen oligárquico, lo cual nunca se ha conseguido hasta el momento, ni parece factible antes del largo plazo -habría que evaluar si es deseable-. De todos modos, hoy asistimos a una extranjerización de la tierra que cambia el panorama histórico: nacionalizar tales superficies en manos foráneas tendría una alta legitimidad social y probablemente un mucho menor desgaste interno, con lo cual una nacionalización parcial -sólo las grandes extensiones en manos extranjeras- parece más viable y -”curiosamente”- menos desestabilizante que afectar a los grandes terratenientes locales.

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tiblemente por mejorar la productividad industrial, pudiendo aumentar así el ingreso genuino de divisas. Esto último puede conseguirse con un fuerte desarrollo de infraestructuras y/o con innovación tecnológica u organizativa, tanto en términos productivos como de gestión pública. Pero, dado que el sector industrial argentino ha sido históricamente protegido e ineficiente, carece entre otras cosas de reflejos competitivos y emprendedores, con lo cual tiende a mejorar sus márgenes vía precios en vez de aumentar la tasa de inversión, siempre que la coyuntura económica se lo permita28 . De esta manera, la responsabilidad de superar este cuello de botella estructural queda exclusivamente en manos del Estado, que en anteriores ocasiones no ha asumido la situación hasta ser irresoluble, llegándose así a algunos de nuestros recurrentes colapsos económicos o stops como fue el Rodrigazo.

En la concreta situación actual, otra opción posible para estirar en el corto plazo el límite estructural pasa por profundizar el control soberano de sectores estratégicos en manos extranjeras, ampliando así el actual horizonte de desarrollo. Aunque, a medio plazo, nos encontraríamos nuevamente con los límites ya planteados; lo cual seguiría sin resolverse, mientras no haya alguna ventaja competitiva tecnológica que los trascienda.

Como es evidente, ni un fuerte impulso a las grandes infraestructuras ni la innovación tecnológica u organizativa son alcanzables en breves lapsos de tiempo, sino que deben responder a una planificación estratégica de medio/largo plazo, además de disponerse de los recursos necesarios para financiarla.

El menú de opciones de política pública clásico para los industrialismos nos permite extraer una tercera lección: sobre la importancia crucial de las nacionalizaciones estratégicas y de la confección de una instancia amplia conducente al diálogo social29 . La primera de estas opciones merece un tratamiento específico ulterior, pero rápidamente podríamos pensar en la minería, las grandes exportadoras, el agro en manos extranjeras, la telefonía, las aseguradoras o la banca como sectores estratégicos alta e inmediatamente rentables30.

La segunda variante sería la apertura de un diálogo social-presidido por el gobierno-orientado a romper la lógica estrecha con la que tanto el campo, la industria, los trabajadores y el Estado suelen pugnar por la distribución de la renta nacional y que conduce en el peor 28 La burguesía nacional, frente a un Estado industrialista, opera con la lógica del niño malcriado-se debería hacer una autocrítica histórica al respecto, de los industriales y del Estado: pide y pide, y encima que se le da después “voltean” a su protector.

29 El Pacto Social ha sido un instrumento, diferente a las negociaciones colectivas de trabajo, que se ha utilizado para entablar un dialogo social conducente a acuerdos entre empresarios y trabajadores. Sin embargo como la historia nos indica, cuando se ha aplicado en Argentina su éxito ha dependido de la estabilidad de la economía internacional y de la figura de un líder que pueda generar condiciones de confianza para el sector trabajador y empresario. A modo de ejemplo a mitad del año 1973 el sector empresario y trabajador acuerdan un Pacto Social. La primera consecuencia para los sindicatos era el abandono de métodos de presión y la interrupción de las negociaciones colectivas de trabajo. Los resultados al siguiente año fueron tangibles: se pudo controlar la inflación. Sin embargo el impacto de la crisis económica internacional y la muerte del líder minaron las bases para la continuidad del Pacto Social, cuya sepultura fue condición necesaria para el Rodrigazo.

30 Identificar estos sectores no implica obviar las dificultades políticas de llevar esto adelante, dado el apoyo que prestan de algún u otro modo, y la correlación de fuerzas general.

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de los casos a una implosión en la que casi todos pierden. Lejos de la candidez, es evidente que la viabilidad de un diálogo social fructífero que limite las expectativas inflacionarias y la inflación efectiva, al tiempo que logre algún tipo de consenso para la matriz productiva de largo plazo, requiere de alguna propuesta específica por parte del gobierno que “apacigüe los ánimos” y haga difícil rechazar el acuerdo. Sin ir más lejos, tales intentos de diálogo social, consejos del salario o como quiera llamárseles, han fracasado repetidamente en el pasado por la falta de alguna baza consistente por parte de los respectivos gobiernos que los han llevado adelante. En el ámbito internacional, la alternativa clásica de corto término sería acudir al endeudamiento externo para subsanar transitoriamente el desequilibrio. Sin embargo, a medio plazo y en el actual contexto, el gobierno podría impulsar nuevos instrumentos para el intercambio intra-regional y/o Sur-Sur que abandonaran definitivamente el uso del dólar, o que explorasen las diversas alternativas de intercambio no monetario. !"#$%&'&()"#*+,-'./'"#$'#01"2-#3&%/&14,/%" Como se ha venido indicando hasta ahora, más allá de la restricción externa, el principio del fin del ciclo suele iniciarse cuando se descontrola la puja distributiva-carrera precios-salarios-y la consecuente inflación que ésta genera. Esta puja por la distribución de la renta está en parte relacionada al histórico poder sindical en nuestro país, fruto del empoderamiento popular peronista y la posterior entrega de las obras sociales a los mismos por parte de Onganía. De hecho, en países en donde las clases populares y/o los estamentos sindicales tienen un menor poder de negociación frente al poder político y económico, esta tensión estructural se resuelve de forma más expeditiva: para mejorar la productividad en un contexto de crecimiento económico, pueden aumentar la carga laboral de los trabajadores o disminuir el salario real de alguna de las maneras en que esto puede hacerse, y que no necesariamente implican reducir el salario nominal. Pero esto, además de políticamente inaceptable, en la Argentina es difícilmente alcanzable-en una etapa expansiva, dado el gran poder de los sindicatos. Ligado en buena medida a la puja distributiva, el fenómeno inflacionario sigue una lógica emparentada con que en un contexto de expansión económica, los industriales aceptan los aumentos planteados por los sindicatos “aunque los números no den” para mantener sus márgenes de ganancia y atender tales aumentos.

Así, mantienen sus beneficios repercutiendo dichas mejoras salariales directamente sobre los precios31 . En realidad, el problema subyacente es que todos los agentes sociales pretenden aumentar su porción de “torta” aunque la estructura ya no lo permita, acelerándose el proceso inflacionario-como derivada de la espiral salarios-precios y/o de la excesiva emisión monetaria32 para mantener el gasto público-, la escasez de divisas y el aumento

31 Mención aparte merece que los costos laborales no son los totales, y que los aumentos de los trabajadores también vienen marcados por la inflación previa, etc.

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del déficit público para financiar una situación ya insostenible.

Luego la apreciación del peso se convertirse en una olla a presión, que finalmente estalla cuando el aumento de precios y el déficit público se descontrolan y/o el estrangulamiento externo hace insostenible el tipo de cambio bajo. Así se llega finalmente a un fuerte ajuste por parte del Estado, ahogado por tal déficit público y/o el endeudamiento, con el cual mantuvo artificialmente un crecimiento económico que ya no era sostenible en las condiciones dadas. Por otro lado, el fuerte desequilibrio exterior acumulado,termina por obligar a una fuerte devaluación que re-equilibre la Balanza de Pagos. Y esto redunda en una caída del salario real por el aumento de inflación-encarecimiento inmediato de los alimentos y con mayor retraso de los bienes industriales, a cambio de una reducción de importaciones y una relativa mejora de la competitividad exterior33 para las exportaciones industriales. En definitiva, dicha devaluación tiene efectos recesivos-empobrecedores para los asalariados y enriquecedores para los exportadores, ya que la oferta de las agroexportaciones es rígida-aumenta el precio interno de los alimentos sin entrar por ello más divisas, ya que no aumentará la cosecha por una devaluación- y la mejora de las exportaciones industriales no llega a ser compensatoria. Esto se debe, principalmente, a que es mayor el peso de la industria para consumo interno que para el sector exterior. A lo cual debe sumarse la merma en la generación genuina de divisas que implica una industria exportadora en manos del gran capital extranjero, y la gran cantidad de importaciones que llevan incorporadas esas exportaciones.

En todo este proceso, es destacable el factor psicosocial que afecta a la dinámica sistémica. El proceso inflacionario en la Argentina se ve también influido por algunos rasgos característicos de nuestra sociedad. En primer lugar, la incorregible viveza criolla que lleva a forzar el beneficio particular de corto plazo más allá del deterioro general que esto conlleva a largo. De este modo, en épocas de expansión las concentradas cadenas 32 Sin necesidad de validar el monetarismo extremo -ni mucho menos-, que correlaciona directamente la emisión monetaria con la inflación, es evidente que un exceso de emisión espolea en algún grado el aumento de precios.

33 La relatividad de tal mejora deriva del teorema o condición de Marshall-Lerner establece que -asumiendo se lleve a cabo una devaluación de una divisa- para que ésta tenga un impacto positivo en la balanza comercial, la suma de las elasticidades de precios de las importaciones y las exportaciones ha de ser, en valor absoluto, superior a 1. Una devaluación del tipo de cambio significa una reducción de los precios en las exportaciones y por lo tanto el aumento de su demanda externa, al mismo tiempo que los precios de las importaciones aumentarán y su demanda interna disminuirá. El efecto neto en la balanza comercial dependerá entonces en las elasticidades relativas de los precios, si los precios de los bienes exportados son elásticos su demanda experimentará un aumento proporcionalmente mayor a la disminución de los precios, y el total de los ingresos por exportaciones aumentarán en la balanza comercial. Si los bienes importados también son elásticos el ingreso total por importaciones decaerá. Ambas variaciones mejoraran el saldo de la balanza comercial. Empíricamente, se ha demostrado que el consumo -o demanda- de los bienes tienden a ser inelástica en el corto plazo, ya que cambiar los patrones de consumo tarda cierto tiempo. Sigue que la condición de Marshall-Lerner no se cumple en ese corto plazo y una devaluación empeorará inicialmente la balanza comercial. A largo plazo los consumidores se ajustarían a los nuevos precios y el saldo de la balanza comercial mejoraría. Esto da origen a la curva J que vista en una gráfica con el tiempo en el eje de las abscisas y la balanza comercial en el eje de las ordenadas representaría el desplazamiento en forma de “J” que esta última tiene a lo largo del tiempo después de una devaluación del tipo de cambio.

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de comercialización remarcan precios más que proporcionalmente respecto a la inflación, mientras los consumidores acostumbran a pagarlo siempre que les sea posible. En este intercambio distorsionado no sólo queda en evidencia la avidez comercial oligopólica, sino también el consumo ostentoso y la emulación pecuniaria34 de los sectores medios y altos, y su consecuente “efecto arrastre” en algunas capas de los sectores populares. Este factor psicosocial explica en buena medida la fortísima asimetría inflacionaria por barrios, provincias y sectores que se registra en el país. Por otra parte, es notable cierto razonamiento socialmente racista de la clase media-baja en adelante, que opera del siguiente modo: a- los ‘negros’ tienen menos derecho que nosotros al progreso, son vagos y clientelistas por opción, así que tienen lo que se merecen. b- si el país se encuentra en una fase de progreso general, aceptamos el progreso de los ‘negros’ siempre y cuando sea proporcionalmente menor a nuestro progreso, es decir que el progreso debe ser asimétrico. Y c- si los ‘negros’ progresan más de la cuenta y/o nuestro avance se va moderando, es porque el Estado nos está robando para dárselo a ellos a cambio de votos, así que debemos oponernos activamente. Así, este razonamiento social subyacente -contrario a la más mínima noción de equidad y cooperación- impide negociaciones o acuerdos conducentes, que minimicen los perjuicios a la totalidad que generan los cuellos de botella estructurales y maximicen el progreso conjunto posterior.

El factor psicosocial agrava los efectos del stop económico mediante una espiral salarios-precios que va ampliando cada vez más la brecha existente entre los asalariados en blanco y los que se encuentran en situación de informalidad que afecta a una porción significativa de los trabajadores. Tanto los salarios como los aumentos anuales de éstos últimos son sensiblemente menores a los conseguidos en las paritarias, razón por la cual una inflación en ascenso efectivamente golpea sobre los sectores excluidos. Salvo, claro, que la caja del Estado todavía alcance para amortiguar tal perjuicio con medidas redistributivas como p.ej. la Asignación Universal por Hijo. De esta forma, grandes nichos de trabajadores “privilegiados” y sus representantes sindicales se convierten en una aristocracia asalariada, que pugna por ampliar su porción de torta distributiva al margen de los estratos más bajos de la pirámide social. Asimismo el amplio sector de trabajadores informales y excluidos quedan expuestos a los vaivenes del ciclo económico, que en fase recesiva expulsa mucha cantidad de mano de obra de este sector. Esto se debe a la “gratuidad” del despido y demás derivados de la precariedad laboral, y a la volatilidad de las “changas”, que dependen del ciclo económico y del bienestar y las expectativas de los incluidos. Por otra parte, los

34 El consumo ostentoso y la emulación pecuniaria son conceptos elaborados por uno de los padres de las teorías institucionalistas, Thorestein Veblen, a fines del siglo XIX. Ambos tienen mecanismos simples y complementarios que se basan en un tipo ideal de persona, egoísta y racional que maximiza comodidad y minimizan riesgos. Entonces; el consumo ostentoso es una fuente de motivación de los consumidores para buscar estatus o estima social, y la emulación pecuniaria motiva la búsqueda del éxito medido por la superación de los demás como fin de todo esfuerzo.

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posibles esfuerzos públicos para blanquear el sector informal de la economía chocan con una realidad: más allá de la flagrante evasión fiscal por parte del empresariado que-entre tantas otras “trampas”-contratan en negro gran parte de esta economía informal no es económicamente viable si hubiera de pagar impuestos; ya sean talleres manufactureros, el muy extendido cuentapropismo, etc. De esta manera, un gobierno inclusivo no tiene más opción que asumir esta economía popular y a su vez tomar para sí la incuestionable responsabilidad de dar cobertura social a estos sectores, sin percibir ninguna contraprestación monetaria por ello.

Debemos extraer del análisis anterior una cuarta lección referida a los agravantes de las pujas distributivas. En pocas palabras, la tensión entre patronal y poder sindical genera un plus inflacionario, que a su vez se agrava cuando la economía ha llegado a su límite pero todos los agentes económicos incrementan sus demandas. Este plus “despierta” la experiencia social acumulada, y se inicia una fuga al dólar como valor refugio y como instrumento especulativo. Todos los argentinos saben que cuando se entra en esta dinámica, más tarde o más temprano habrá devaluación y una inflación imprevisible. Y ante esta situación, tal experiencia acumulada indica que el que apuesta al dólar gana, y el que apuesta al peso pierde. En suma, la Argentina no sólo se enfrenta a la restricción externa sino también a otra de índole interna, derivada de la ausencia de un mínimo consenso social sobre el modelo integral de país. Tales posiciones antagónicas se hacen evidentes en cada crisis cíclica y, además, se encuentran en la base de esas mismas crisis. Es decir, esta falta de un mínimo ideario común en la sociedad se ve reflejada de forma recurrente en la estructura político-económica y su dinámica, reforzando la discontunuidad de largo plazo. !"#$%&'(&)#%)*(+,"+&-&)#%-($$.%/(+ 01&$23456471&"86419 En la actualidad, la economía argentina parece haber llegado a este cuello de botella en el cual ya se tocó el cuasi pleno empleo, las divisas tributadas al campo empiezan a ser insuficientes, hay fuga de capitales/caída de reservas, la inflación se va espiralizando crecientemente y el déficit público se va ampliando al sostener el Estado una economía en desaceleración. Todo esto en un contexto geoeconómico complejo en líneas generales, y con nuestros dos principales socios comerciales y el principal comprador de exportaciones industriales-Brasil y China-en desaceleración. Por otra parte, esta situación se ve reforzada por el atraso cambiario acumulado, del cual es “convencionalmente imposible” salir sin que repercuta en la inflación y consecuentemente en el salario real. Tal atraso implica una pérdida de competitividad exterior para la ya poco competitiva industria argentina, y una fuga de los ahorradores y especuladores al dólar35. Esto es así debido a una inflación mayor 35 A lo que se suma al especial “gusto” del gran capital nacional por evadir y sacar sus fondos al exterior.

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que la tasa de interés del plazo fijo, lo cual minimiza el valor del peso como unidad de reserva. Simultáneamente, también hace atractiva tal inflación para ganancias especulativas en divisas, al estar el tipo de cambio anclado y haber “inflación en dólares”. Más allá de los indiscutibles factores políticos en la fuga masiva de capitales durante 2011, tal fuga halla su caldo de cultivo en el atraso cambiario y en las expectativas devaluacionistas que esto provoca. Y como remate, a la alta demanda de dólares que genera el atraso cambiario se suma la previsible escasez de éstos, derivada del propio ciclo de crecimiento-aumento de las importaciones de bienes de capital y de consumo sin nuevas fuentes genuinas de divisas.

Ya para cerrar el círculo, el actual déficit energético -sin posibilidad de solución al corto plazo-profundiza todavía más el “agujero negro de dólares” necesarios para la estabilidad sistémica en las presentes condiciones, perforando de forma sostenida las reservas junto al más “novedoso” déficit turístico.

En este marco, las medidas coercitivas de control como el congelamiento de precios, cepo cambiario o control de importaciones irrestricto pueden mostrarse efectivas a corto término aún a costa de una creciente desconfianza y una merma de la actividad.

Pero, al medio/largo plazo, son inconducentes si no van acompañadas de políticas tendientes a subsanar las causas y no las consecuencias de los desequilibrios estructurales. Aún más las medidas actuales de control de importaciones no consideran la vulnerabilidad que produce la transnacionalización y globalización, que a su vez crean condiciones muy distintas a la de la economía peronista del siglo pasado. Es decir que la economía argentina es vulnerable, pierde más de lo que gana cerrándose al mercado interno y dañando el mercado regional. Frente a esta situación la estrategia necesaria para superar el actual techo estructural, requiere también de coherencia con las medidas de corto plazo. Luego las medidas coercitivas tienen una amplísima repercusión en el ámbito de las expectativas sociales, particularmente cuando afectan al dólar. Esto afecta directamente a la dinámica socioeconómica y al “clima” del imaginario colectivo, y se retroalimenta negativamente con las causas que inducen a la concreción de tales políticas restrictivas.

Concretamente, el cepo cambiario con suerte suaviza la fuga de capitales, pero seguro que no la frena; generando, al mismo tiempo, fuertes distorsiones para la dinámica económica. Respecto a esto, valdría aclarar que el principal problema del cepo no éste en sí mismo, sino cómo se ha implementado: de ahí el déficit turístico, el espectacular incremento de importaciones de lujo, etc. El dólar blue disparado, aunque sea un mercado pequeño, repercute negativamente sobre las expectativas generales -sensación de descontrol, sobre las expectativas inflacionarias y el nivel de precios efectivos. Y a su vez alimenta la fuga de divisas, mediante subfacturación/retraso de exportaciones y sobrefacturación/adelanto de importaciones, entre otras trampas. Ciertamente, la brecha existente entre el dólar oficial y el paralelo responde en gran medida a “operetas” político-financieras-hoy está fuera de la realidad un dólar a 10 pesos-, pero éstas son posibles debido a una falencia real, tal como el atraso cambiario. Sólo hace falta comparar los precios internos respecto al resto del mundo

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para verificar tal atraso: a día de hoy no es sostenible que Argentina sea igual o más caro que-por caso-Alemania; guste o no guste, no se ajusta a la realidad, y al cambio oficial esto es así en gran cantidad de rubros36. Este peso sobrevaluado y la inflación, llevan por sí solos a un fuerte aumento en la demanda de divisas, y en prácticamente todos los estratos sociales. Esto se debe, en parte, a la práctica inexistencia de instrumentos financieros de ahorro-en moneda nacional-que den una rentabilidad superior a la inflación. Lo cual se ve reforzado, sin duda, por la no masividad de tales instrumentos.

En este sentido, desarrollar y publicitar convenientemente un papel de ahorro popular en moneda nacional, que fuera de acceso universal a través de cualquier oficina bancaria, correos, rapipago, etc. y que tuviera una rentabilidad superior a la inflación extraoficial-mínimo un 30 por cien anual, podría ser una excelente herramienta para rebajar la presión sobre el dólar. De este modo, aumentaría la oferta del billete verde y disminuiría el exceso de pesos circulantes, todo lo cual repercutiría en un enfriamiento inflacionario.

Evidentemente, tal instrumento de ahorro no sería otra cosa que endeudamiento interno.

Pero esta deuda podría destinarse a la inversión pública y privada en áreas productivas específicas-industria del litio, YPF, Ar-Sat, energías renovables, Soberanía Social Alimentaria, autopistas, ferrocarriles, marina mercante, etc., que redundasen positivamente en la estructura socioeconómica del país. Así, se podría apelar genuinamente al ahorro financiero y productivo, en contraposición al ahorro financiero y crematístico. Respecto a la rentabilidad que pudiera ofrecer este hipotético “Bono de Ahorro para la Producción”, ya que la referencia deberían ser las mediciones privadas para que la colocación tuviese éxito. Atendiendo a esto último, y a la gran cantidad de dólares fuera del sistema financiero, también podría desarrollarse de forma análoga algún instrumento de ahorro nominado en dólares con una rentabilidad neta muy inferior al ahorro en pesos. Esto permitiría incrementar la cantidad de dólares dentro del sistema financiero sin atender el problema inflacionario, aunque tampoco sería un aporte respecto a la apuesta pesificadora de la economía. Para ambos casos, se podría incluso recrear un nuevo mercado de capitales exclusivamente nacional, que fuera gestionado por un nuevo ente descentralizado-p.ej. INAP, Instituto Nacional del Ahorro y la Producción. Ente que tendría como principal misión canalizar el ahorro en pesos y en dólares, y orientarlo a la inversión-de forma selectiva-en áreas estratégicas. En suma, se trataría de financiar con recursos nacionales el desarrollo del país, orientando de forma eficiente el ahorro nacional hacia la inversión productiva, al tiempo que se desalienta la inversión puramente especulativa.

En clave geopolítico-económica, la Argentina dispone de un grandísimo capital político por invertir, que también puede convertirse en recursos económicos para el desa-

36 Alimentación, indumentaria, vehículos, libros, restauración, hotelería, electrónica e incluso -en algunos casos- vivienda.

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rrollo nacional. De hecho, el gobierno recibe hoy duros golpes internos y externos por ser considerado filobolivariano, pero sin recibir algunos de los beneficios que puede aportar una clara posición altermundista. En este sentido, la “bendita” imposibilidad de acceso al endeudamiento ofrecido por el establishment financiero, podría trascenderse explorando alternativas políticas a los “mercados” e instituciones financieras. Todo ello de forma paralela y complementaria a la posibilidad de recrear un mercado de capitales nacional, que sustituya el ahorro financiero-crematístico por el ahorro financiero-productivo. La cuestión de fondo, al fin y al cabo, no es tanto el hecho de endeudarse sino definir claramente para qué se utiliza ese endeudamiento, y quién es el acreedor.

En este sentido, mencionamos a modo de ejemplo el Fondo Conjunto Chino-Venezolano, que le ha aportado a la nación caribeña cerca de 40 mil millones US$ en cuatro años-volcados a la inversión productiva e infraestructuras-pagados con crudo y otros productos locales. No es necesario ahondar en lo distinto que sería el panorama económico argentino si el gobierno dispusiera de 10 mil millones US$ anuales para destinar a la inversión pública, a tasas subsidiadas o “amigas”, y pudiendo cancelar paulatinamente los mismos con productos internos comprados en pesos. Sólo con los fondos de esos cuatro años hoy tendríamos un marco estructural radicalmente distinto; mucho más que en el caso venezolano, cuyo déficit estructural histórico es ampliamente mayor al argentino. Si se tiene en cuenta que el conocimiento y los bienes de capital necesarios provienen del mismo país prestamista, se puede comprender porqué para China, Rusia, India, etc. también es un acuerdo conveniente términos económicos, además de los factores geopolíticos. En síntesis, la ascendencia regional y tercerista de Argentina puede ser mucho más provechosa para nuestro desarrollo endógeno. Para que esto sea así, ésta debe ir acompañada de una apuesta geopolítica más fuertemente altermundista, sustituyendo así los flujos de capital que el establishment occidental nos bloquea y que por otra parte debilitan la soberanía del país.

Más allá de todo lo anterior, como se ha se venido argumentando el atraso cambiario nos dirige a un escenario de estrangulamiento externo al medio plazo con una duración aproximada de 12 a 36 meses, frente al cual una fuerte devaluación termina por hacerse perentoria cuando se llega al estrangulamiento real de la Balanza de Pagos. En este horizonte, las alternativas de política cambiaria serían continuar con el atraso, que llevaría más tarde o más temprano a una devaluación abrupta, o devaluar la moneda de forma progresiva.

Una fuerte devaluación tendría los efectos recesivos -y distributivos, en beneficio de los exportadores-que ya se han mencionado, si se aplicara sin ninguna otra medida complementaria. Acelerar el ritmo de las microcorrecciones cambiarias, superando éstas la tasa inflacionaria y elevando progresivamente el tipo de cambio real -lo que ya se está haciendo en la actualidad, también implicaría una pérdida menos traumática pero creciente del salario real, si no fuera acompañada de medidas complementarias que incidieran sobre el precio relativo de los alimentos.

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También podría realizarse un desdoblamiento cambiario-retenciones + desdoblamiento efectivo, que diferenciara entre un TC bajo para la soja/bienes de capital y un tipo de cambio más alto para el turismo y el resto del comercio exterior37. El problema de los desdoblamientos literales es que pueden ser burlados con la subfacturación de exportaciones y la sobrefacturación de importaciones, provocando distorsiones que podrían llegar a ser contraproducentes sin una gran capacidad de control sobre el comercio exterior. En definitiva, un grave contratiempo para atajar problemas como las tergiversación de los volúmenes y precios de las exportaciones/importaciones y/o la fuga de capitales/caída de reservas, es que la banca privada es cómplice de tales operaciones y que no hay un control monopólico del comercio exterior. En este sentido, sin llegar a una nacionalización de la banca, podría explorarse alguna versión blanda o “siglo XXI” del IAPI o la Junta Nacional de Granos, que fiscalizara todas las operaciones exteriores sin monopolizar las transacciones en sí ni interferir en la determinación de precios, volúmenes, etc.

Finalmente, podría considerarse la opción de un tipo de cambio a priori flexible, pero con unas bandas de flotación de facto; esto es, un régimen de retenciones a las exportaciones sujeto al tipo de cambio. Dado que el principal escollo de llevar a cabo una devaluación es el desequilibrio distributivo en beneficio de los exportadores que se genera, una alternativa posible sería ligar progresivamente el porcentaje de las retenciones al tipo de cambio. En síntesis, se trataría de unas retenciones móviles pero no atadas al precio internacional de las commodities sino al valor de la moneda. De este modo, las corridas cambiarias no beneficiarían al gran capital exportador, y los perjuicios de un tipo de cambio muy alto podrían verse subsanados por medidas redistributivas, sufragadas con el aumento de divisas en manos del Estado. En términos políticos, el gobierno no estaría subiendo las retenciones, siempre y cuando el tipo de cambio se mantuviese en los valores estipulados-p. ej. aumento de las retenciones a partir de los 8.5 pesos de hoy por dólar. Es decir, que el valor de las retenciones estaría sujeto al propio accionar de los exportadores, forzándolos de esta manera a un comportamiento responsable. !"#$%&'()*+,#$-)(*&#.'&# Como hemos ido desgranando hasta ahora, la economía argentina parece avanzar hacia una crisis de Balanza de Pagos típica del modelo stop and go -espoleada por el establishment-, que concluye en una devaluación forzosa y una recesión de dos años aproximadamente que re-equilibra las variables internas/externas y permite que se inicie una nueva fase del ciclo. Esta situación, sin ser dramática en exceso ya que sería el primer “moderado” stop del recuperado modelo industrialista, después de los múltiples crush neoliberales, sí

37 Incluso podría haber un tercer tipo de cambio, un “dólar apátrida”, para atesorar.

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que implica un grave riesgo político para el kirchnerismo, dada la posibilidad de que esto ocurra antes de octubre de 2015. El factor clave de esta secuencia es que la devaluación forzosa lleva emparejada un aumento de los precios internos de los alimentos y también de los bienes industriales, con lo cual una mayor porción de la renta familiar se destina a la subsistencia y por ende cae la producción y el empleo. En simultáneo, y según la magnitud de la crisis, no es para nada descartable que deban sincerarse diversas variables contenidas, tales como las tarifas de los servicios públicos. Según todo lo expuesto, la lógica economicista estrecha no parece ofrecer soluciones de corto plazo -año/año y medio para implementar determinado proyecto en todas sus facetas- al respecto, ya que el problema es estructural. No obstante, ensayaremos una alternativa heterodoxa, que pudiese ser efectiva para deshacer el nudo gordiano que implica tener un exceso de producción agropecuaria exportable en manos privadas -síndrome holandés-; y que implique, a su vez, una salida social y popular para tal situación. De lo que se trata, pues, es de hallar y cortar el “cable rojo” que desactive la cíclica bomba de tiempo económico-estructural.

Así, en la economía argentina, tal cable rojo no puede ser otro que la cuestión alimentaria: si el gobierno lograse desligar el precio interno de los alimentos de los efectos de una devaluación, no se desencadenaría el efecto dominó ya explicado. Y ésta -obligada por el déficit exterior derivado del tipo de cambio muy atrasado, en un contexto de no endeudamiento- cuanto menos no sería recesiva. Más aún, si se consiguiese no ya una contención de los precios alimentarios sino una fuerte bajada de los mismos, no sería descartable que una devaluación progresiva -no abrupta- tuviera incluso efectos expansivos cuasi inmediatos. Dada toda esta situación, denominaremos al presente esbozo de alternativa como “Soberanía Social Alimentaria”. El eje de esta medida sería reducir drásticamente el costo familiar de la canasta básica a determinada segmento de la población -50 por cien aproximadamente-, a través de una “marca blanca” del Estado -Nac&Pop -Producto Nacional para el Consumo Popular-, por ejemplo-. Dicha marca propia permitiría encarar una política comercial heterodoxa que propicie su viabilidad: en cuanto al envasado, se podría volver a vender a granel todo aquello que lo permitiese -harinas, legumbres, azúcar, huevos, frutos secos, etc.-, con la consecuente bajada de costos que esto implica. Y, al mismo tiempo, se podría continuar apostando al packaging, marketing e imagen de todos los productos que debieran ser envasados -para espantar fantasmas de racionamiento, sovietismo y demás hierbas repelentes-, ahorrando exclusivamente los gastos en publicidad respecto a las marcas comerciales. En ambos casos, se podría ofrecer calidad premium en toda la gama de productos abarcados, a unos precios sociales muy inferiores a los de mercado.

Para que esta marca de alimentación pública pudiese cubrir todo el abanico de necesidades nutricionales, con altos estándares de calidad integral y precios sociales de cuasi-costo, no sería necesario controlar ni la producción ni la comercialización agroalimentaria, eslabones clave para que la medida no fuese atacada como anti-mercado y ex-

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tremista. En este caso, los sectores estratégicos que permitirían reducir drásticamente el precio respecto al mercado son la elaboración, el envasado y la distribución del producto.

Controlando -nacionalizando parcialmente- estos tres eslabones de la cadena para una cuota de mercado cercana al 50 por cien, y respetando los márgenes y la autonomía del productor -posible alianza con los pequeños y medianos, agricultura familiar, etc.- y del vendedor final -supermercados, almacenes, etc.- para que no haya desabastecimiento ficticio, sería factible ofrecer toda la gama de productos a un 50 o 60 por cien del actual precio de mercado. Incluyendo, en dicho nivel de precios, la cobertura total de costos e incluso un pequeño margen operativo. Huelga aclarar que esta política no limitaría la oferta de marcas comerciales clásicas, ya que el concepto subyacente de participación estatal en el mercado no sería de “intervención total”, sino de interacción: en competencia con las marcas comerciales, pero en cooperación con el bienestar social. De esta forma, la participación del Estado en el mercado ejercería de referencia para la gestión de los márgenes privados, empujando los precios del sector en un contexto de competencia, dentro del juego de oferta-demanda. Esto permitiría el libre acceso a los productos de marca incluso a precios más razonables, para todos aquellos sectores que vuelcan en su consumo cuestiones como el estatus o la diferenciación social. En cambio, para los sectores populares una medida de estas características sería revolucionaria en cuanto a seguridad nutricional y alimentaria universalizada. Medida que no podrían desconocer desde la oposición política y sindical, a riesgo de quedar en posiciones ultra retrógradas de minoritario sustento social.

Una política de estas características, de incuestionable legitimidad en el mayor agroproductor per cápita del mundo -el país tiene capacidad para alimentar a más de 350 millones de personas-, tendría una fuerte incidencia en la famosa ‘inflación de supermercado’, y desarticularía uno de los grandes caballitos de batalla opositor. Este factor, y la reducción de las expectativas inflacionarias que genera -además de la bajada real de la misma-, podrían ser una gran herramienta para las negociaciones salariales o un posible diálogo social encabezado por el gobierno. Dicha herramienta permitiría ejercer presión sobre los sindicatos -o hacer un gesto hacia el sindicalismo afín- para moderar los aumentos nominales de salarios, en virtud del gran aumento de salario real derivado del abaratamiento de la canasta básica -o no tan básica- total. Al mismo tiempo, facilitaría acordar un incremento de precios prudente por parte de las patronales industriales, “obligado” en un contexto de moderación salarial. En síntesis, la Soberanía Social Alimentaria incidiría en una bajada efectiva de la inflación real, actuaría de vector decreciente de las expectativas inflacionarias, e incidiría como herramienta de presión/negociación para moderar la carrera salarios-precios.

Asimismo, otra sinergia de la Soberanía Social Alimentaria sería la posibilidad de practicar una devaluación esterilizada -no recesiva- y progresiva, esto es, manteniendo sus beneficios y neutralizando sus perjuicios. De este modo, tal devaluación progresiva podría iniciarse antes de que el déficit exterior la hiciese inexorable, y por esa misma razón ésta

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sería más suave y se vería potenciada por la posible bajada inflacionaria ya descrita. Así podría corregirse el atraso cambiario que, al margen de otras consideraciones ya expuestas que lo hacen atractivo, acentúa la tendencia de los ahorristas y especuladores hacia el dólar.

Del mismo modo que erosiona la competitividad del sector industrial exportador, y conduce a una crisis externa por falta de divisas, al disminuir las exportaciones mientras aumentan las importaciones y la demanda general del billete verde. Una de las pocas maneras efectivas de no generar fuga de dólares, y de neutralizar los movimientos especulativos de forma “blanda”-sin restricciones, es que el tipo de cambio nominal acompañe el aumento de precios; lo cual implica mantener más o menos constante el tipo de cambio real, una vez realizada la actualización cambiaria. Sin embargo, esta devaluación adaptativa -tipo de cambio real más o menos fijo- presiona a la baja a los salarios reales, ya que encarece los insumos y bienes de capital importados y los alimentos, todo lo cual incide muy negativamente en la espiral salarios-precios. En este contexto, la Soberanía Social Alimentaria podría ejercer como un potente estabilizador automático socioeconómico. Permitiría mantener el incremento de la competitividad exterior vía subida del tipo de cambio, sin recalentar la inflación ni perjudicar el salario real. Compensándose holgadamente el encarecimiento de las importaciones para la industria de consumo interno, con el acceso cuasi universal a la canasta básica -o no tan básica- y la mejora de las exportaciones industriales.

En síntesis, la correcta aplicación de una política de estas características daría al gobierno una amplísima legitimidad social -y una gran baza electoral-, garantizando el acceso universal a la alimentación. En este sentido, también sería un potente instrumento ecualizador contracíclico: en épocas de bonanza, podría aumentarse moderadamente el precio de los alimentos y obtener beneficios, generando así recursos extra para las arcas públicas en caso de que se considerase oportuno. En épocas recesivas, los precios podrían bajar a costo o aun a pérdida, garantizando la paz y justicia social. Por otra parte, podría ser también un excelente plafond a partir del cual encarar un plan estratégico de insdustrialización rural descentralizada, tendiente a la exportación cuasi exclusiva de MOAs y no de materias primas sin procesar. Con lo cual se elevaría el tipo de cambio de equilibrio de las agroexportaciones, reduciendo de este modo las tensiones estructurales entre el tipo de cambio industrial y el del agro.

Si a esto sumamos la posibilidad de devaluar sin efecto recesivo para superar o suavizar el stop del modelo industrialista, junto a su evidente utilidad como herramienta de relajación inflacionaria, vemos que la Soberanía Social Alimentaria efectivamente puede llegar a ser el alicate que desactive el cable rojo de la “bomba de tiempo estructural”. Cabría destacar también que esto podría implementarse, en primera instancia, sin necesidad de desarrollar más tejido industrial agroalimentario que el existente -esto es, de forma inmediata-. Es decir, nacionalizando total o parcialmente una parte del mismo. Atendiendo a un cálculo aproximado de su valor de mercado, el coste de una nacionalización total de la mitad -aprox.- del sector agroalimentario orientado al mercado local, rondaría los 40

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mil millones de pesos; si tal nacionalización fuese parcial, las cifra sería algo mayor a 15 mil millones. Dada la trascendencia social, política, electoral, económica y estructural que esto conllevaría, no parecen cifras desorbitadas, al poder pagarse incluso con las utilidades obtenidas durante una primera etapa en la implementación del sistema. !"#$%&'("#)'*+*,'$)#-.("'*/"'(0%)' Tras diez años de kirchnerismo la economía argentina se encuentra nuevamente en la senda industrialista-desarrollista abandonada hace casi cuarenta años, y avanzando en dirección a la plena soberanía política. Tal modelo está signado por los ciclos stop and go descritos, y sin ir más lejos el primer stop de este retorno puede desencadenarse en el mediano plazo. Tal parate se materializa en una triple crisis, cuyos efectos no pueden desentenderse entre sí: inflación, restricción externa por atraso cambiario y déficit público; todo lo cual fuerza a una devaluación abrupta, recesiva y con más inflación. Siendo de agradecer que nuestra próxima recesión sea un stop industrialista y no un crush neoliberal, si no se toman medidas a tiempo debemos considerar posible un escenario recesivo que puede desatarse desde los próximos meses hasta un plazo no muy superior a los dos años. Ahondar exclusivamente en las políticas de control y expansionismo keynesiano, de manera similar a como se ha hecho en anteriores crisis, no evitará un “parate pre 76”. Por inferencia histórica, este stop posiblemente consista en dos o tres años de recesión, caída del PBI del 3-5 por cien y caída del salario real-vía alta inflación-y del empleo en proporción variable; esto es, con alta conflictividad social.

Atendiendo a todo lo expuesto hasta aquí, las alternativas de corto/medio plazo para un gobierno nacional y popular pasan por profundizar la recuperación soberana de algún/os sector/es estratégico/s -incluyendo el comercio exterior-; reordenar masivamente el gasto, el ahorro y la inversión nacional; encarar una política socioeconómica ingeniosa y audaz que rompa la lógica del Estado liberal y a su vez afecte a lo estructural; y/o llamar a un diálogo social que permita un replanteo distributivo y armonice expectativas. Aún más, las opciones de medio/largo término requieren de un fuerte salto en infraestructuras, industrialización rural intensiva-descentralizada y/o innovación tecnológica adecuada a la industrial nacional, en ambos casos con fuerte capacidad de exportación. También, ensayar alguna solución de largo plazo a la restricción interna, esto es alcanzar algún tipo de consenso en proporción cercana al 2 a 1-acuerdo de +60 por cien del arco sociopolítico-que permita desarrollar un modelo no sólo sostenido por la fuerza propia. Esto último también implica atender la necesidad de encarar una profunda reforma tributaria que, de forma subyacente, alimenta y sostiene muchos de los desequilibrios que se han descrito.

Las alternativas que permitan al corto plazo superar el cuello de botella estructural de la economía argentina, no pueden dejar de atender la necesidad de reducir drástica y permanentemente los precios relativos de los alimentos: este es el gran nudo gordiano que

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hace recesiva y regresiva toda política cambiaria que no atrase el tipo de cambio. Es decir, debe atacarse la inflación de forma desagregada y selectiva, para que las medidas que se lleven adelante impliquen una redistribución efectiva del ingreso. No es lo mismo la inflación de supermercado o el aumento de precios de la primera vivienda, que un incremento de precios de bienes de alta gama o de la inversión inmobiliaria especulativa. Asimismo, deberían ensayarse soluciones que reduzcan las necesidades de divisas de forma estructural, no sólo que incrementen el ingreso de las mismas. En este sentido, a medio/largo término, la recuperación de una flota mercante nacional que transporte nuestras exportaciones parece vital. A corto, la ingente cantidad de divisas destinadas a la importación de energía y los subsidios a este mismo sector, ofrecen la oportunidad de transformar ese monumental gasto en inversión38 , y así subsanar el sangrante goteo de divisas que implica el actual déficit energético. Por otra parte, el déficit turístico podría cerrarse a través de un dólar turista -blanqueo del mercado paralelo- universal y más alto que el dólar tarjeta, lo cual además permitiría que las divisas ingresadas por turistas se las quedara el Estado y no las casas de cambio.

En otro orden de cosas, todas las políticas económicas que conlleven un fuerte incremento del bienestar social son doblemente efectivas y tienden a relativizar las variables macroeconómicas: no sólo se puede descomponer la inflación con medidas que alteren los precios relativos y actúen redistributivamente; esta discriminación positiva también es posible con el crecimiento del PBI, el mercado inmobiliario, etc. Una sociedad con las necesidades básicas garantizadas -sin necesidad de atentar contra las “libertades individuales”-, se encuentra altamente protegida de posibles estallidos y/o desestabilizaciones inducidas, así como de los efectos del ciclo económico. Garantizar universalmente el acceso a la alimentación, subsanar el déficit habitacional o mejorar el transporte público y las comunicaciones pueden implicar o no un gran crecimiento del PBI, sin embargo siempre mejoran ostensiblemente la calidad de vida popular. Y no hay mayor garantía de estabilidad para un gobierno popular, que un pueblo con sus necesidades básicas satisfechas de forma estructural y no continuamente dependiente.

En esta línea, sería también de gran importancia para consolidar al “pueblo kirchnerista” -lo cual es el mejor reaseguro de pervivencia política a largo plazo-atender de forma preferencial al último tercio de la pirámide social. Éste se encuentra nucleado principalmente en la economía popular e informal, y podría ser atendido tanto a través de medidas ad hoc, como creando un ministerio o ente descentralizado. Dado que en buena proporción la economía informal no es viable si hubiera de blanquearse, podría universa-

38 Si se invirtiera el montante de subsidios en inversión en renovables se supera el cuello en poco tiempo, se soluciona el problema estructuralmente

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lizarse para estos sectores un sistema paralelo de aportes y prestaciones. Para esto podría mejorarse y profundizarse el sistema de monotributo social, creando por caso una obra social-popular especial que diese una cobertura social digna a los más desprotegidos, además de cubrir los aportes previsionales. Las cuotas habrían de ser, evidentemente, mucho menores que las del circuito formal, lo cual no debiera ser un problema: este gobierno brinda cobertura social/previsional a estos sectores sin haber recibido contraprestación monetaria por ello.

El mecanismo que fomentase la masividad efectiva del blanqueo o institucionalización de la economía popular, y que a su vez le diera a ésta la posibilidad de dar un salto de productividad y consolidación, podría ser un plan masivo de crédito a la inversión en condiciones preferenciales-vía el BN, un nuevo Banco Nacional del Microcrédito o cualquier otra alternativa. Plan al cual sólo deberían acceder, lógicamente, aquellos que optasen por adscribirse al sistema. Esto permitiría atender una realidad insoslayable: la economía popular/informal tiene un techo estructural que viene marcado por la falta de acceso al crédito y por ende a la consolidación o expansión vía inversión. Pero esto no es así no por su baja productividad “inexorable”: no es necesario abundar demasiado sobre la evidente necesidad de crédito para la inversión cuando no se dispone de capital propio. Al mismo tiempo, esta política debería ser complementada con planes masivos de asistencia técnica y organizativa para sectores específicos como los trabajadores del reciclaje, etc.

Todo lo cual redundaría tanto en el bienestar de los sectores populares, como en un “mejor paisaje” para los sectores medios-aunque pueda resultar cínico, este es un criterio bastante extendido desde las capas medias-bajas en adelante.

Los potenciales recursos financieros que se pudiesen obtener fraguando posibles acuerdos de cooperación-financiamiento con algunas potencias del Sur, o a través de cualquiera de las otras alternativas planteadas, podrían volcarse sinérgicamente al desarrollo del país y la superación de la restricción externa. Por esto, además del necesario salto en grandes infraestructuras y particularmente de transporte, es imperativo implementar una estrategia de desarrollo industrial que redunde en la superación del modelo stop and go, y que a su vez sea integralmente sostenible al largo plazo. Como es sabido, el cumplimiento de tales parámetros sólo es posible con una apuesta inequívoca por las energías renovables, el reciclaje intensivo y el abandono de los motores de combustión-también la sustitución del monocultivo transgénico. Y, en este sentido, el país se haya ante una nueva oportunidad histórica: Argentina dispone de ventajas comparativas inmejorables en energías verdes y litio, que es el mineral clave para la acumulación de energía proveniente de fuentes renovables, para los motores eléctricos y para la electrónica.

Respecto a las condiciones naturales requeridas para las energías renovables-sin contar la potente y desarrollada en parte capacidad nacional en generación hidroeléctrica, toda la franja noroeste de San Juan en adelante conforma uno de los grandes puntos

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calientes globales de radiación solar. Y a su vez, la Patagonia es donde se dan las mejores condiciones a nivel mundial para la generación de energía eólica39. En cuanto al litio, Argentina, Bolivia y Chile concentran el 85 por cien de las reservas mundiales-con preeminencia del país altiplánico, lo cual es una ventaja geopolítica para Argentina, razón por la cual se suele denominar tal zona como la ‘Arabia Saudí del litio’40. A estas relevantes ventajas comparativas, se debe sumar el hecho de que el país ya dispone de la capacidad científico-técnica para la fabricación de molinos eólicos y placas solares, baterías de litio-ion y vehículos eléctricos -en algunos casos ya producidos a escala industrial y en otros aún a nivel de prototipos-, encontrándose en un incipiente progreso en el rubro de la electrónica.

En conjunto, no es difícil imaginar que un gran impulso inversor y la articulación productiva de todos estos sectores puede cristalizar en el gran vector de desarrollo endógeno nacional. Pero el fondo de la cuestión pasa por romper los lazos que reproducen y fortalecen la dependencia respecto a los países centrales. Así, propondremos hablar de un modelo de ‘Desarrollo por Sustitución de Capitales’, en el cual más allá de la extraversión de los enfoques de la Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI) y Sustitución de Exportaciones (ISE), el eje pasa por sustituir Inversión Extranjera Directa y préstamos de las metrópolis por empresas conjuntas y préstamos de actores del Sur geopolítico + China y Rusia. En este sentido, repatriar las ingentes cantidades de capital radicados en el exterior

39 Para calibrar el potencial: Alemania -un país territorialmente pequeño, con poca radiación solar y poco ventoso- tiene el doble de capacidad eléctrica instalada que el total argentino -30GW- sólo en generación solar y eólica -+60GW-. Argentina tiene instalados en solar fotovoltaica 6,2MV, un 0,0002 por cien de la fotovoltaica instalada en Alemania -y similar cifra sobre el total de la capacidad eléctrica instalada nacional-, o el 0,0012 por cien si lo comparamos con España. En eólica estas cifras son en algunos casos más infinitesimales; y además disponemos de aerogeneradores nacionales de vanguardia a nivel mundial, pero sin inversión para la producción industrial masiva. Lo que esto indica, en realidad, es la inmejorable posición de Argentina para superar progresivamente -al medio plazo- la generación térmica en base a combustibles fósiles -hoy mas del 50 por cien de la matriz energética del país-. Esto no sólo nos liberaría del cuello de botella energético en cuanto a generación, sino que el ahorro por importación de energía y el enorme potencial de exportaciones energéticas a Brasil podrían solucionar de forma autónoma la restricción externa, sin contar las opciones de transferencia tecnológica a Bolivia entre otros. Si a esto se suma el potencial de auotconsumo familiar -más de 10 millones de casas- e industrial... el problema energético argentino deriva exclusivamente de la obcecación global por los combustibles fósiles. Por otra parte, la alta probabilidad de conflictos bélicos globales -y su efecto multiplicador sobre el precio de los combustibles fósiles- en los próximos años hace aún más perentoria si cabe la necesidad de independencia energética. Esta probabilidad de conflictos globales puede graficarse con el siguiente dato: la aceleración de inversiones milmillonarias de Rusia y China en equipamiento de defensa, coinciden en su planificación hasta el año 2020. Y como puede inferirse, esto responde a una estrategia defensiva y de no atraso frente a los posibles manotazos estadounidenses en los próximos años.

40 El litio triplicó su precio -de 2.000 a +6.000 US$ la tonelada- en poco más de 5 años. Nuestro litio de salar -carbonato de litio- es de los más baratos por su extracción en salmuera y es una de las minerías más limpias de todas las habidas. Se dispone de casi toda la cadena de industrialización... sería vital un acuerdo de co-desarrollo con Bolivia. Se debería nacionalizar al menos la minería de litio: Chile le saca un misérrimo 7 por cien de royalties a las multinacionales, además de no producir más nada que el mineral. Hoy hay en Argentina proyectos público-privados de producción industrial masiva de baterías litio-ion -de alto valor agregado- parados por falta de inversión. Disponemos de varios prototipos de vehículos eléctricos con batería de litio. Alta capacidad de reconversión de las plantas automotrices del país, orientándolas a la fabricación de vehículos eléctricos.

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debería ser también una prioridad, aunque para que esto ocurra debería darse un marco superador de la ‘restricción interna’, en el cual se negocien los nichos de inversión y las rentabilidades a muy blargo plazo.

Finalmente, valdría hacer una breve aclaración respecto al concepto de desarrollo, en buena medida desacreditado tras el fracaso desarrollista de antaño. En este sentido, definiremos al desarrollo deseable o-en palabras de Vandana Shiva-buen desarrollo en función de si es óptimo o no. Así pues, proponemos definir el desarrollo como óptimo si tiende a la plena sostenibilidad ecológica, trascendiendo la lógica capitalista -y del socialismo real del s.XX-de crecimiento infinito en un planeta finito. En segundo lugar, tal desarrollo debería al menos no censurar el desarrollo humano individual y colectivo, de forma crítica respecto a la tergiversación liberal e individualista del concepto “libertad” y también de desarrollo. A partir de estas premisas, se podría definir el desarrollo como óptimo o disruptivo. A partir de tal diferenciación, cada formación social-nación y/o Estado-es poseedora del derecho inalienable a autorrealizarse, siendo un acto invasivo y paternalista juzgar la “bondad o maldad” de su propio desarrollo; más allá, obviamente, del libre gusto personal.

En suma-y partiendo de la base de que ya estamos más allá de los límites del crecimiento a nivel global, creemos que la Argentina y el Sur en general deben optar urgentemente por un ‘Desarrollo por Sustitución de Capitales’ de tipo óptimo.

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Mucho se ha hablado y se seguirá hablando sobre la impronta renovadora del papado de Francisco, sus notables gestos, y sus todavía incipientes acciones. Estamos frente a un Papa que, ante todo, es de reconocida trayectoria en favor de los marginales y los más desfavorecidos. Por otro lado, como figura política de peso mundial, cabría destacar que, en este plano, también emerge su persona como una ‘sorpresa’ de la historia que puede revelarse fundamental a la hora de inducir o facilitar conciliaciones geo-estratégicas, en un mundo cada vez más complejo: tanto en el plano internacional, regional como nacional, es la única figura respetada de forma casi unánime, y con el tesón y valentía necesarios para ayudar a poner un poco de orden en el atribulado Pueblo de Dios. Como prueba de ello, podría mencionarse el rol que jugó Francisco a la hora de frenar las intentonas belicistas en Siria, o la presente colaboración vaticana en el complejo diálogo entre gobierno y oposición en Venezuela.

Sin embargo, muchas de las simpatías que despierta Francisco tienen una base fundamentada más en su estilo, gestos y pronunciaciones, que en un conocimiento exhaustivo de su ideario. A pesar de esto, Francisco ya expuso buena parte de su pensamiento no doctrinal en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (La alegría del Evangelio), el primer gran documento escrito sólo por él, ya que la anterior encíclica fue realizada junto

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a Benedicto XVI. Nuevamente, sobre las líneas maestras de este documento se ha hablado mucho, aunque pocos son aquellos que lo han leído más allá de los comentarios aparecidos en la prensa. Sin duda, la extensión de la exhortación (de aproximadamente 220 páginas) puede haber disuadido a más de un interesado; pero, en todo caso, en esta cultura light pocos son los que profundizan concienzudamente en alguna cuestión, cualquiera sea la temática.

Por todo esto, los presentes párrafos no son más que una breve introducción a un extracto de su exhortación. Hemos intentado sintetizar las más de 200 páginas en poco más de diez, centrándonos en aquellos pasajes que denotan su postura ética, y su pensamiento social, económico y político. En su primer documento, el Papa Francisco advierte sobre el riesgo que vive la sociedad actual; sobre el egoísmo e individualismo de una sociedad de consumo que atomiza la conciencia colectiva. Cuando al otro lo percibimos como extraño, extranjero o diferente, reforzamos esta concepción estática y prejuiciosa, cuya fuente es el egoísmo. Solamente desde el trabajo militante o misionero por el prójimo, con el prójimo, es posible superar y vencer el riesgo de la desesperanza y soledad a la que son lanzados quienes tienen derecho a consumir, tal vez sólo un plato de comida, tal vez algunos objetos de moda.

El Papa Francisco se explaya en su Evangelii Gaudium sobre esta necesidad militante, misionera, para salir de la sociedad de la desidia en la que nos encontramos. Esta idea ética es el fundamento de una profunda convicción política: los cambios sociales deben ir por delante de los cambios en las viejas superestructuras caducas. Aún más el Papa nos recuerda lo que han dicho otros obispos latinoamericanos: «no podemos quedarnos tranquilos, en espera pasiva, en nuestros templos». Es necesario salir a convocar a todos, pero apoyando con firmeza constante a los excluidos. Convocar a las organizaciones sociales, los políticos, los trabajadores, los ciudadanos sin distinción de bandera política. Militando desde una perspectiva profundamente humanista, rompiendo las distancias entre el humilde y el incluido. La lucha es larga y estas banderas amenazan muchos privilegios.

Por eso, para alcanzar los cambios sociales por los que luchamos, debemos contagiar con el ejemplo ese amor incansable y tenaz por todos nuestros hermanos, empezando por los de abajo.

Esta selección se puede dividir en tres partes, siendo que las dos primeras describen las ideas que serán desarrolladas en la última. En conjunto Francisco sostiene la relación profunda entre su pensamiento religioso y la realidad económica, social, política y ecológica. La primera parte habla sobre la gobernanza de la economía y el fracaso de políticas neoliberales. Los paquetes de medidas de libre mercado no sólo incrementaron la pobreza sino que la falacia de la “teoría del derrame”, como argumento en favor de la igualdad y el crecimiento económico, ha incrementado la pobreza. Un elemento central de este modelo es el papel que juegan las finanzas, cuya función ya no parece servir a la

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producción. Luego la Exhortación describe las consecuencias que genera una economía así gobernada: la inseguridad y el riesgo físico que corren los humildes, y los incluidos. Nos plantea que la pobreza es violencia, cuya raíz es la grave desigualdad social que generó el neoliberalismo. Francisco sostiene que la pobreza no sólo se expresa en actos violentos de hombres y mujeres, sino que es la operación de reducirnos a meros consumidores que reproducen sus funciones vitales, aún más ¡debemos agradecer sobrevivir dado que muchos pibes ni siquiera pueden hacerlo! Sobre esta canallada del consumo nos advierte el Santo Padre (Apartados 53-60).

La segunda parte explica los problemas culturales de acuerdo a algunas aristas, respecto a la cultura individualista actual, respecto a las plagas urbanas –narcotráfico, trata, abandono infantil y de la vejez, la depredación ecológica, y el problema social que debe ayudar a reparar la nueva Iglesia misionera. Sobre este ultimo punto se nos señala el derrotismo que genera una actitud “avinagrada”, con la cual habremos fracasado antes de empezar. En cambio, resalta que la misión en los barrios como instrumento para el cambio, debe surgir de una convicción que sólo se puede hallar en la alegría. Incluso el Papa Francisco sostiene que esa labor debe encararse junto a los pobres, no sólo para ellos; y también nos habla sobre la naturaleza de esa militancia misionera: no se debe suponer que el más humilde no sabe nada, no tiene conocimiento. Bien al contrario, se debe trabajar a partir de los saberes que efectivamente tiene cada persona, sin coartar la profundidad de estos saberes, sino intentando una síntesis de ellos (Apartados 67, 75, 85).

Finalmente la Exhortación desarrolla la eutopía profundamente social, económica y ecológica para la Iglesia actual. Nos recuerda la ética que debe regir a una persona, que debe tratar a los demás como a sí mismo. Que la misión de la Iglesia debe ser también la justicia, y que el destinatario de esta justicia no puede ser otro que el más humilde. Que la ciencia económica debe tender a lograr una mejor distribución del ingreso, pero sobre todo que la exclusión es incompatible con la dignidad. También, que el mundo está compuesto por un sinnúmero de seres vivientes y que por tanto debemos claudicar en la voluntad de domino sobre el medio ambiente, y abrazar una vocación protectora. Pero, fundamentalmente, debemos comprender que la paz no es simple ausencia de guerra, que para lograr una verdadera fraternidad y justicia social como elementos que deben derivarse necesariamente de la paz, hay que abrazar los principios implicados en la Doctrina Social de la Iglesia: que el tiempo es superior al espacio, que la unidad prevalece sobre el conflicto, que la realidad prevalece sobre la idea, y que el todo es superior a la parte (Apartados 179, 184, 188-190, 192, 198, 202-207, 210, 215, 218-222, 226, 227, 231,234-236, 240, 272, 273, 277).

A continuación el extracto de la primera Exhortación Apostólica del Papa Francisco: 52.

La humanidad vive en este momento un giro histórico, que podemos ver en los adelantos que se producen en diversos campos. Son de alabar los avances que contribuyen al bienestar de la gente, como, por ejemplo, en el ámbito de la salud, de la educación y de la

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comunicación. Sin embargo, no podemos olvidar que la mayoría de los hombres y mujeres de nuestro tiempo vive precariamente el día a día, con consecuencias funestas. Algunas patologías van en aumento. El miedo y la desesperación se apoderan del corazón de numerosas personas, incluso en los llamados países ricos. La alegría de vivir frecuentemente se apaga, la falta de respeto y la violencia crecen, la inequidad es cada vez más patente. Hay que luchar para vivir y, a menudo, para vivir con poca dignidad. Este cambio de época se ha generado por los enormes saltos cualitativos, cuantitativos, acelerados y acumulativos que se dan en el desarrollo científico, en las innovaciones tecnológicas y en sus veloces aplicaciones en distintos campos de la naturaleza y de la vida. Estamos en la era del conocimiento y la información, fuente de nuevas formas de un poder muchas veces anónimo. !"#$#%&'#()"&"*+'#,-#.'#(/)01234& 53.

Así como el mandamiento de « no matar » pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir « no a una economía de la exclusión y la inequidad ». Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida.

Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del « descarte » que, además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está fuera. Los excluidos no son «explotados» sino desechos, «sobrantes ».

54.

En este contexto, algunos todavía defienden las teorías del « derrame », que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mis- mo mayor equidad e inclusión social en el mundo. Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante. Mientras tanto, los excluidos siguen esperando. Para poder sostener un estilo de vida que excluye a otros, o para poder entusiasmarse con ese ideal egoísta, se ha desarrollado una globalización de la indiferencia. Casi sin advertirlo, nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de los demás ni nos in- teresa cuidarlos, como si todo fuera una responsabilidad ajena que no nos incumbe. La cultura del bienestar nos anestesia y perdemos la calma si el mercado ofrece algo que todavía no hemos comprado, mientras todas esas vidas truncadas por falta de posibilidades nos parecen un mero espectáculo que de ninguna manera nos altera.

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55.

Una de las causas de esta situación se encuentra en la relación que hemos establecido con el dinero, ya que aceptamos pacíficamente su predominio sobre nosotros y nuestras sociedades. La crisis financiera que atravesamos nos hace olvidar que en su origen hay una profunda crisis antropológica: ¡la negación de la primacía del ser humano! Hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo becerro de oro (cf. Ex 32,1-35) ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano. La crisis mundial, que afecta a las finanzas y a la economía, pone de manifiesto sus desequilibrios y, sobre todo, la grave carencia de su orientación antropológica que reduce al ser humano a una sola de sus necesidades: el consumo.

56.

Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera. De ahí que nieguen el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común. Se instaura una nueva tiranía invisible, a veces virtual, que impone, de forma unilateral e implacable, sus leyes y sus reglas. Además, la deuda y sus intereses alejan a los países de las posibilidades viables de su economía y a los ciudadanos de su poder adquisitivo real. A todo ello se añade una corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta, que han asumido dimensiones mundiales. El afán de poder y de tener no conoce límites.

En este sistema, que tiende a fagocitarlo todo en orden a acrecentar beneficios, cualquier cosa que sea frágil, como el medio ambiente, queda indefensa ante los intereses del mercado divinizado, convertidos en regla absoluta. !"#$#%&#'(&)*"#+,)#-".()*&/#0&#1,2/*#')#3)*4(* 57.

Tras esta actitud se esconde el rechazo de la ética y el rechazo de Dios. La ética suele ser mirada con cierto desprecio burlón. Se considera contraproducente, demasiado humana, porque relativiza el dinero y el poder. Se la siente como una amenaza, pues condena la manipulación y la degradación de la persona. En definitiva, la ética lleva a un Dios que espera una respuesta comprometida que está fuera de las categorías del mercado. Para éstas, si son absolutizadas, Dios es incontrolable, inmanejable, incluso peligroso, por llamar al ser humano a su plena realización y a la independencia de cualquier tipo de esclavitud.

La ética —una ética no ideologizada— permite crear un equilibrio y un orden social más humano. En este sentido, animo a los expertos financieros y a los gobernantes de los países a considerar las palabras de un sabio de la antigüedad: «No compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. No son nuestros los bienes que tenemos, sino suyos».

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58.

Una reforma financiera que no ignore la ética requeriría un cambio de actitud enérgico por parte de los dirigentes políticos, a quienes exhorto a afrontar este reto con determinación y visión de futuro, sin ignorar, por supuesto, la especificidad de cada contexto. ¡El dinero debe servir y no gobernar! El Papa ama a todos, ricos y pobres, pero tiene la obligación, en nombre de Cristo, de recordar que los ricos deben ayudar a los pobres, respetarlos, promocionarlos. Os exhorto a la solidaridad desinteresada y a una vuelta de la economía y las finanzas a una ética en favor del ser humano. !"#$#%&#'()*+,-&-#.+)#/)()0&#1,"2)(3,& 59.

Hoy en muchas partes se reclama mayor seguridad. Pero hasta que no se reviertan la ex- clusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los distintos pueblos será imposible erra- dicar la violencia. Se acusa de la violencia a los pobres y a los pueblos pobres pero, sin igualdad de oportunidades, las diversas formas de agresión y de guerra encontrarán un caldo de cultivo que tarde o temprano provocará su explosión. Cuando la sociedad —local, nacional o mundial— abandona en la periferia una parte de sí misma, no habrá programas políticos ni recursos policiales o de inteligencia que puedan asegurar indefinidamente la tranquilidad. Esto no sucede solamente porque la inequidad provoca la reacción violenta de los excluidos del sistema, sino porque el sistema social y económico es injusto en su raíz. Así como el bien tiende a comunicar- se, el mal consentido, que es la injusticia, tiende a expandir su potencia dañina y a socavar silenciosamente las bases de cualquier sistema político y social por más sólido que parezca. Si cada acción tiene consecuencias, un mal enquistado en las estructuras de una sociedad tiene siempre un potencial de disolución y de muerte. Es el mal cristalizado en estructuras sociales injustas, a partir del cual no puede esperarse un futuro mejor. Estamos lejos del llamado «fin de la historia», ya que las condiciones de un desarrollo sostenible y en paz todavía no están adecuadamente planteadas y realizadas.

60.

Los mecanismos de la economía actual promueven una exacerbación del consumo, pero resulta que el consumismo desenfrenado unido a la inequidad es doblemente dañino del tejido social. Así la inequidad genera tarde o temprano una violencia que las carreras armamentistas no resuelven ni resolverán jamás. Sólo sirven para pretender engañar a los que reclaman mayor seguridad, como si hoy no supiéramos que las armas y la represión violenta, más que aportar soluciones, crean nuevos y peores conflictos. Algunos simplemente se regodean culpando a los pobres y a los países pobres de sus propios males, con indebidas generalizaciones, y pretenden encontrar la solución en una « educación » que los tranquilice y los convierta en seres domesticados e inofensivos. Esto se vuelve todavía más irritan- te si los excluidos ven crecer ese cáncer social que es la corrupción profundamente arraigada en muchos países —en sus gobiernos, empresarios e instituciones— cualquiera que sea la ideología política de los gobernantes.

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!"#$%&'()*'+,-&'(.$"/$0+"*' 67.

El individualismo posmoderno y globalizado favorece un estilo de vida que debilita el desarrollo y la estabilidad de los vínculos entre las personas, y que desnaturaliza los vínculos fa- miliares. La acción pastoral debe mostrar mejor todavía que la relación con nuestro Padre ex ge y alienta una comunión que sane, promueva y afiance los vínculos interpersonales. Mientras en el mundo, especialmente en algunos países, reaparecen diversas formas de guerras y enfrentamientos, los cristianos insistimos en nuestra propuesta de reconocer al otro, de sanar las heridas, de construir puentes, de estrechar lazos y de ayudarnos « mutuamente a llevar las cargas » (Ga 6,2). Por otra parte, hoy surgen muchas formas de asociación para la defensa de derechos y para la consecución de nobles objetivos. Así se manifiesta una sed de participación de numerosos ciudadanos que quieren ser constructores del desarrollo social y cultural. )*'+,-&'()*(1+'(.$"/$0+'(203+%+' 75.

No podemos ignorar que en las ciudades fácilmente se desarrollan el tráfico de drogas y de personas, el abuso y la explotación de menores, el abandono de ancianos y enfermos, varias formas de corrupción y de crimen. Al mismo tiempo, lo que podría ser un precioso espacio de encuentro y solidaridad, frecuentemente se convierte en el lugar de la huida y de la desconfianza mutua. Las casas y los barrios se construyen más para aislar y proteger que para conectar e integrar. La proclamación del Evangelio será una base para restaurar la dignidad de la vida humana en esos contextos, porque Jesús quiere derramar en las ciudades vida en abundancia (cf. Jn 10,10). El sentido unitario y completo de la vida humana que propone el Evangelio es el mejor remedio para los males urbanos, aunque debamos advertir que un programa y un estilo uniforme e inflexible de evangelización no son aptos para esta realidad. Pero vivir a fondo lo humano e introducirse en el corazón de los desafíos como fermento testimonial, en cualquier cultura, en cualquier ciudad, mejora al cristiano y fecunda la ciudad.

45&(5&'()*6*7&'(8&3+0(1+(!"*#0-+(9:+%#*";<+=&0+> 85.

Una de las tentaciones más serias que ahogan el fervor y la audacia es la conciencia de derrota que nos convierte en pesimistas quejosos y desencantados con cara de vinagre.

Nadie puede emprender una lucha si de antemano no confía plenamente en el triunfo. El que comienza sin confiar perdió de antemano la mitad de la batalla y entierra sus talentos.

Aun con la dolorosa conciencia de las propias fragilidades, hay que seguir adelante sin declararse vencidos, y recordar lo que el Señor dijo a san Pablo: « Te basta mi gracia, porque mi fuerza se manifiesta en la debilidad » (2 Co 12,9). El triunfo cristiano es siempre una cruz, pero una cruz que al mismo tiempo es bandera de victoria, que se lleva con una ternura combativa ante los embates del mal. El mal espíritu de la derrota es hermano de la

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tentación de separar antes de tiempo el trigo de la cizaña, producto de una desconfianza ansiosa y egocéntrica. !"#$%&'()#*)"#+%,-).#/).01).

122.

Del mismo modo, podemos pensar que los distintos pueblos en los que ha sido inculturado el Evangelio son sujetos colectivos activos, agentes de la evangelización. Esto es así porque cada pueblo es el creador de su cultura y el protagonista de su historia. La cultura es algo dinámico, que un pueblo recrea permanentemente, y cada generación le transmite a la siguiente un sistema de actitudes ante las distintas situaciones existenciales, que ésta debe reformular frente a sus propios desafíos. El ser humano «es al mismo tiempo hijo y padre de la cultura a la que pertenece ». Cuando en un pueblo se ha inculturado el Evangelio, en su proceso de transmisión cultural también transmite la fe de maneras siempre nuevas; de aquí la importancia de la evangelización entendida como inculturación. Cada porción del Pueblo de Dios, al traducir en su vida el don de Dios según su genio propio, da testimonio de la fe recibida y la enriquece con nuevas expresiones que son elocuentes.

Puede decirse que « el pueblo se evangeliza continuamente a sí mismo ».98 Aquí toma importancia la piedad popular, verdadera expresión de la acción misionera espontánea del Pueblo de Dios. Se trata de una realidad en permanente desarrollo, donde el Espíritu Santo es el agente principal.

124.

En el Documento de Aparecida se describen las riquezas que el Espíritu Santo despliega en la piedad popular con su iniciativa gratuita. En ese amado continente, donde gran cantidad de cristianos expresan su fe a través de la piedad popular, los Obispos la llaman también « espiritualidad popular » o « mística popular ». Se trata de una verdadera « espiritualidad encarnada en la cultura de los sencillos ». No está vacía de contenidos, sino que los descubre y expresa más por la vía simbólica que por el uso de la razón instrumental, y en el acto de fe se acentúa más el credere in Deum que el credere Deum. Es « una manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia, y una forma de ser misioneros »; conlleva la gracia de la misionariedad, del salir de sí y del peregrinar: « El caminar juntos hacia los santuarios y el participar en otras manifestaciones de la piedad popular, también llevando a los hijos o invitando a otros, es en sí mismo un gesto evangelizador».

23)#*)410&5).#36#$1&0&"745).#*)"01)(41#8.4#9%&1:4#+6.6)"&14; 131.

Las diferencias entre las personas y comunidades a veces son incómodas, pero el Espíritu Santo, que suscita esa diversidad, puede sacar de todo algo bueno y convertirlo en un dinamismo evangelizador que actúa por atracción. La diversidad tiene que ser siempre reconciliada con la ayuda del Espíritu Santo; sólo Él puede suscitar la diversidad, la pluralidad, la multiplicidad y, al mismo tiempo, realizar la unidad. En cambio, cuando somos nosotros los que pretendemos la diversidad y nos encerramos en nuestros particularismos,

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en nuestros exclusivismos, provocamos la división y, por otra parte, cuando somos nosotros quienes queremos construir la unidad con nuestros planes humanos, terminamos por imponer la uniformidad, la homologación. Esto no ayuda a la misión de la Iglesia. !"##$%&'()%*(##)+,%"!#$'##!"##'-"(.'!%/",%*( 176.

Evangelizar es hacer presente en el mundo el Reino de Dios. Pero « ninguna definición parcial o fragmentaria refleja la realidad rica, compleja y dinámica que comporta la evangelización, si no es con el riesgo de empobrecerla e incluso mutilarla ». Ahora quisiera compartir mis inquietudes acerca de la dimensión social de la evangelización precisamente porque, si esta dimensión no está debidamente explicitada, siempre se corre el riesgo de desfigurar el sentido auténtico e integral que tiene la misión evangelizadora. ,01234561#$3#!7#83#9#,0:;<0:540#)0=57> 179.

Esta inseparable conexión entre la recepción del anuncio salvífico y un efectivo amor fraterno está expresada en algunos textos de las Escrituras que conviene considerar y meditar detenidamente para extraer de ellos todas sus consecuencias. Es un mensaje al cual frecuentemente nos acostumbramos, lo repetimos casi mecánicamente, pero no nos aseguramos de que tenga una real incidencia en nuestras vidas y en nuestras comunidades. ¡Qué peligroso y qué dañino es este acostumbramiento que nos lleva a perder el asombro, la cautivación, el entusiasmo por vivir el Evangelio de la fraternidad y la justicia! La Palabra de Dios enseña que en el hermano está la permanente prolongación de la Encarnación para cada uno de nosotros: « Lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, lo hicisteis a mí » (Mt 25,40). Lo que hagamos con los demás tiene una dimensión trascendente: « Con la medida con que midáis, se os medirá » (Mt 7,2); y responde a la misericordia divina con nosotros: « Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados; dad y se os dará […] Con la medida con que midáis, se os medirá » (Lc 6,36- 38).

Lo que expresan estos textos es la absoluta prioridad de la « salida de sí hacia el hermano » como uno de los dos mandamientos principales que fundan toda norma moral y como el signo más claro para discernir acerca del camino de crecimiento espiritual en respuesta a la donación absolutamente gratuita de Dios. Por eso mismo « el servicio de la caridad es también una dimensión constitutiva de la misión de la Iglesia y ex- presión irrenunciable de su propia esencia ». Así como la Iglesia es misionera por naturaleza, también brota ineludiblemente de esa naturaleza la caridad efectiva con el prójimo, la compasión que comprende, asiste y promueve.

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No es el momento para desarrollar aquí todas las graves cuestiones sociales que afectan al mundo actual, algunas de las cuales comenté en el capítulo segundo. Éste no es un documento social, y para reflexionar acerca de esos diversos temas tenemos un instrumento muy adecuado en el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, cuyo uso y estudio recomiendo vivamente. Además, ni el Papa ni la Iglesia tienen el monopolio en la interpretación de la realidad social o en la propuesta de soluciones para los problemas con- temporáneos. Puedo repetir aquí lo que lúcida- mente indicaba Pablo VI: « Frente a situaciones tan diversas, nos es difícil pronunciar una palabra única, como también proponer una solución con valor universal. No es éste nuestro propósito ni tampoco nuestra misión. Incumbe a las comunidades cristianas analizar con objetividad la situación propia de su país».

188.

La Iglesia ha reconocido que la exigencia de escuchar este clamor brota de la misma obra liberadora de la gracia en cada uno de nosotros, por lo cual no se trata de una misión reservada sólo a algunos: « La Iglesia, guiada por el Evangelio de la misericordia y por el amor al hombre, escucha el clamor por la justicia y quiere responder a él con todas sus fuerzas ».153 En este marco se comprende el pedido de Jesús a sus discípulos: « ¡Dadles vosotros de comer! » (Mc 6,37), lo cual implica tanto la cooperación para resolver las causas estructurales de la pobreza y para promover el desarrollo integral de los pobres, como los ges- tos más simples y cotidianos de solidaridad ante las miserias muy concretas que encontramos. La palabra « solidaridad » está un poco desgastada y a veces se la interpreta mal, pero es mucho más que algunos actos esporádicos de generosidad. Supone crear una nueva mentalidad que piense en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos.

189.

La solidaridad es una reacción espontánea de quien reconoce la función social de la propiedad y el destino universal de los bienes como realidades anteriores a la propiedad privada. La posesión privada de los bienes se justifica para cuidarlos y acrecentarlos de manera que sirvan mejor al bien común, por lo cual la solidaridad debe vivirse como la decisión de devolverle al pobre lo que le corresponde. Estas convicciones y hábitos de solidaridad, cuando se hacen carne, abren camino a otras transformaciones estructurales y las vuelven posibles. Un cambio en las estructuras sin generar nuevas convicciones y actitudes dará lugar a que esas mismas estructuras tarde o temprano se vuelvan corruptas, pesadas e ineficaces.

190.

A veces se trata de escuchar el clamor de pueblos enteros, de los pueblos más pobres de la tierra, porque « la paz se funda no sólo en el res- peto de los derechos del hombre, sino también en el de los derechos de los pueblos ».Lamentablemente, aun los derechos humanos pueden ser utilizados como justificación de una defensa exacerbada de los derechos

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individuales o de los derechos de los pueblos más ricos. Respetando la independencia y la cultura de cada nación, hay que recordar siempre que el planeta es de toda la humanidad y para toda la humanidad, y que el solo hecho de haber nacido en un lugar con menores recursos o menor desarrollo no justifica que algunas personas vivan con menor dignidad.

Hay que repetir que « los más favorecidos deben renunciar a algunos de sus derechos para poner con mayor liberalidad sus bienes al servicio de los demás ».Para hablar adecuadamente de nuestros derechos necesitamos ampliar más la mirada y abrir los oídos al clamor de otros pueblos o de otras regiones del propio país. Necesitamos crecer en una solidaridad que « debe permitir a todos los pueblos llegar a ser por sí mismos artífices de su destino »,así como « cada hombre está llamado a desarrollarse ».

192.

Pero queremos más todavía, nuestro sueño vuela más alto. No hablamos sólo de asegu- rar a todos la comida, o un « decoroso sustento », sino de que tengan « prosperidad sin exceptuar bien alguno ».159 Esto implica educación, acceso al cuidado de la salud y especialmente trabajo, por- que en el trabajo libre, creativo, participativo y solidario, el ser humano expresa y acrecienta la dignidad de su vida. El salario justo permite el acceso adecuado a los demás bienes que están destinados al uso común. !"#$%&'(#)(*+*",&*'-.#/,#$.0#).1(,0#!2#!"#)%,1".#/,#/*.0 198.

Para la Iglesia la opción por los pobres es una categoría teológica antes que cultural, socio- lógica, política o filosófica. Dios les otorga « su primera misericordia ». Esta preferencia divina tiene consecuencias en la vida de fe de todos los cristianos, llamados a tener « los mismos sentimientos de Jesucristo» (Flp 2,5). Inspirada en ella, la Iglesia hizo una opción por los pobres entendida como una «forma especial de primacía en el ejercicio de la caridad cristiana, de la cual da testimonio toda la tradición de la Iglesia ». Esta opción —enseñaba Benedicto XVI— « está implícita en la fe cristológica en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros, para enrique- cernos con su pobreza ». Por eso quiero una Iglesia pobre para los pobres. Ellos tienen mucho que enseñarnos. Además de participar del sensus fidei, en sus propios dolores conocen al Cristo sufriente. Es necesario que todos nos dejemos evangelizar por ellos. La nueva evangelización es una invitación a reconocer la fuerza salvífica de sus vidas y a ponerlos en el centro del camino de la Iglesia. Estamos llamados a descubrir a Cristo en ellos, a prestarles nuestra voz en sus causas, pero también a ser sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos. !3.2.45'#6#/*07(*1%3*82#/,"#92&(,0.

202.

La necesidad de resolver las causas estructurales de la pobreza no puede esperar, no sólo por una exigencia pragmática de obtener resulta- dos y de ordenar la sociedad, sino para sanarla de una enfermedad que la vuelve frágil e indigna y que sólo podrá lle-

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varla a nuevas crisis. Los planes asistenciales, que atienden ciertas urgencias, sólo deberían pensarse como respuestas pasajeras. Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales.

203.

La dignidad de cada persona humana y el bien común son cuestiones que deberían estructurar toda política económica, pero a veces parecen sólo apéndices agregados desde fuera para completar un discurso político sin perspectivas ni programas de verdadero desarrollo integral. ¡Cuántas palabras se han vuelto molestas para este sistema! Molesta que se hable de ética, molesta que se hable de solidaridad mundial, molesta que se hable de distribución de los bienes, molesta que se hable de preservar las fuentes de trabajo, molesta que se hable de la dignidad de los débiles, molesta que el Papa Francisco hable de un Dios que exige un compromiso por la justicia. Otras veces sucede que estas palabras se vuelven objeto de un manoseo oportunista que las deshonra. La cómoda indiferencia ante estas cuestiones vacía nuestra vida y nuestras palabras de todo significado. La vocación de un empresario es una noble tarea, siempre que se deje interpelar por un sentido más amplio de la vida; esto le permite servir verdaderamente al bien común, con su esfuerzo por multiplicar y volver más accesibles para todos los bienes de este mundo.

204.

Ya no podemos confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del mercado. El crecimiento en equidad exige algo más que el crecimiento económico, aunque lo supone, requiere decisiones, programas, mecanismos y procesos específicamente orientados a una mejor distribución del ingreso, a una creación de fuentes de trabajo, a una promoción integral de los pobres que supere el mero asistencialismo. Estoy lejos de proponer un populismo irresponsable, pero la economía ya no puede recurrir a remedios que son un nuevo veneno, como cuando se pretende aumentar la rentabilidad reduciendo el mercado laboral y creando así nuevos excluidos.

206.

La economía, como la misma palabra indica, debería ser el arte de alcanzar una adecuada administración de la casa común, que es el mundo entero. Todo acto económico de envergadura realizado en una parte del planeta repercute en el todo; por ello ningún gobierno puede actuar al margen de una responsabilidad común. De hecho, cada vez se vuelve más difícil encontrar soluciones locales para las enormes contradicciones globales, por lo cual la política local se satura de problemas a resolver. Si realmente queremos alcanzar una sana economía mundial, hace falta en estos momentos de la historia un modo más eficiente de interacción que, dejando a salvo la soberanía de las naciones, asegure el bienestar económico de todos los países y no sólo de unos pocos.

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207.

Cualquier comunidad de la Iglesia, en la medida en que pretenda subsistir tranquila sin ocuparse creativamente y cooperar con eficiencia para que los pobres vivan con dignidad y para incluir a todos, también correrá el riesgo de la disolución, aunque hable de temas sociales o critique a los gobiernos. Fácilmente terminará sumida en la mundanidad espiritual, disimulada con prácticas religiosas, con reuniones infecundas o con discursos vacíos. !"#$%&'(%')&%*#+#$%$ 210.

Es indispensable prestar atención para estar cerca de nuevas formas de pobreza y fragilidad donde estamos llamados a reconocer a Cristo sufriente, aunque eso aparentemente no nos aporte beneficios tangibles e inmediatos: los sin techo, los toxico dependientes, los refugiados, los pueblos indígenas, los ancianos cada vez más so- los y abandonados, etc. Los migrantes me plantean un desafío particular por ser Pastor de una Iglesia sin fronteras que se siente madre de to- dos. Por ello, exhorto a los países a una generosa apertura, que en lugar de temer la destrucción de la identidad local sea capaz de crear nuevas síntesis culturales. ¡Qué hermosas son las ciudades que superan la desconfianza enfermiza e integran a los diferentes, y que hacen de esa integración un nuevo factor de desarrollo! ¡Qué lindas son las ciudades que, aun en su diseño arquitectónico, están llenas de espacios que conectan, relacionan, favorecen el reconocimiento del otro!

215.

Hay otros seres frágiles e indefensos, que muchas veces quedan a merced de los intereses económicos o de un uso indiscriminado. Me refiero al conjunto de la creación.

Los seres huma- nos no somos meros beneficiarios, sino custodios de las demás criaturas.

Por nuestra realidad corpórea, Dios nos ha unido tan estrechamente al mundo que nos rodea, que la desertificación del suelo es como una enfermedad para cada uno, y podemos lamentar la extinción de una especie como si fuera una mutilación. No dejemos que a nuestro paso queden signos de destrucción y de muerte que afecten nuestra vida y la de las futuras generaciones.177 En este sentido, hago propio el bello y profético lamento que hace varios años expresaron los Obispos de Filipinas: « Una increíble variedad de insectos vivían en el bosque y estaban ocupados con todo tipo de tareas […] Los pájaros volaban por el aire, sus plumas brillantes y sus diferentes cantos añadían color y melodía al verde de los bosques [...] Dios quiso esta tierra para nosotros, sus criaturas especiales, pero no para que pudiéramos destruirla y convertirla en un páramo [...] Después de una sola noche de lluvia, mira hacia los ríos de marrón chocolate de tu localidad, y recuerda que se llevan la sangre viva de la tierra hacia el mar [...] ¿Cómo van a poder nadar los peces en alcantarillas como el río Pasig y tantos otros ríos que hemos contamina- do? ¿Quién ha convertido el maravilloso mundo marino en cementerios subacuáticos despojados de vida y de color?».

218.

La paz social no puede entenderse como un irenismo o como una mera ausencia de violencia lograda por la imposición de un sector sobre los otros. También sería una falsa

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paz aquella que sirva como excusa para justificar una organización social que silencie o tranquilice a los más pobres, de manera que aquellos que gozan de los mayores beneficios puedan sostener su estilo de vida sin sobresaltos mientras los demás sobreviven como pueden. Las reivindicaciones sociales, que tienen que ver con la distribución del ingre- so, la inclusión social de los pobres y los derechos humanos, no pueden ser sofocadas con el pretexto de construir un consenso de escritorio o una efímera paz para una minoría feliz.

La dignidad de la persona humana y el bien común están por encima de la tranquilidad de algunos que no quieren renunciar a sus privilegios. Cuando es- tos valores se ven afectados, es necesaria una voz profética.

219.

La paz tampoco «se reduce a una ausencia de guerra, fruto del equilibrio siempre precario de las fuerzas. La paz se construye día a día, en la instauración de un orden querido por Dios, que comporta una justicia más perfecta entre los hombres». En definitiva, una paz que no surja como fruto del desarrollo integral de todos, tampoco tendrá futuro y siempre será semilla de nuevos conflictos y de variadas formas de violencia.

220.

En cada nación, los habitantes desarrollan la dimensión social de sus vidas configurándose como ciudadanos responsables en el seno de un pueblo, no como masa arrastrada por las fuerzas dominantes. Recordemos que « el ser ciudadano fiel es una virtud y la participación en la vida política es una obligación moral ». Pero convertirse en pueblo es todavía más, y requiere un proceso constante en el cual cada nueva generación se ve involucrada. Es un trabajo lento y arduo que exige querer integrarse y aprender a hacerlo hasta desarrollar una cultura del encuentro en una pluriforme armonía.

221.

Para avanzar en esta construcción de un pueblo en paz, justicia y fraternidad, hay cuatro principios relacionados con tensiones bipolares propias de toda realidad social.

Brotan de los grandes postulados de la Doctrina Social de la Iglesia, los cuales constituyen «el primer y fundamental parámetro de referencia para la interpretación y la valoración de los fenómenos sociales ». A la luz de ellos, quiero proponer ahora estos cuatro principios que orientan específicamente el desarrollo de la convivencia social y la construcción de un pueblo donde las diferencias se armonicen en un proyecto común. Lo hago con la convicción de que su aplicación puede ser un genuino camino hacia la paz dentro de cada nación y en el mundo entero. !"#$%&'()#!*#+,(&-%)-#."#!*(/0%) 222.

Hay una tensión bipolar entre la plenitud y el límite. La plenitud provoca la voluntad de poseerlo todo, y el límite es la pared que se nos pone delante. El « tiempo », ampliamente considerado, hace referencia a la plenitud como expresión del horizonte que se nos abre, y el momento es expresión del límite que se vive en un espacio acotado. Los ciudadanos viven en tensión entre la coyuntura del momento y la luz del tiempo, del hori-

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zonte mayor, de la utopía que nos abre al fu- turo como causa final que atrae. De aquí surge un primer principio para avanzar en la construcción de un pueblo: el tiempo es superior al espacio. /D 8QLGDG 3UHYDOHFH 6REUH (O &RQÁLFWR 226.

El conflicto no puede ser ignorado o disimulado. Ha de ser asumido. Pero si quedamos atrapados en él, perdemos perspectivas, los horizontes se limitan y la realidad misma queda frag- mentada. Cuando nos detenemos en la coyuntura conflictiva, perdemos el sentido de la unidad profunda de la realidad.

227.

Ante el conflicto, algunos simplemente lo miran y siguen adelante como si nada pasara, se lavan las manos para poder continuar con su vida. Otros entran de tal manera en el conflicto que quedan prisioneros, pierden horizontes, proyectan en las instituciones las propias confusiones e insatisfacciones y así la unidad se vuelve imposible. Pero hay una tercera manera, la más adecuada, de situarse ante el conflicto. Es aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso. « ¡Felices los que trabajan por la paz! » (Mt 5,9). !"#$%"&'("(#)*#+,*#-./012"32%#45%#!"#-(%"# 231.

Existe también una tensión bipolar entre la idea y la realidad. La realidad simplemente es, la idea se elabora. Entre las dos se debe instaurar un diálogo constante, evitando que la idea termine separándose de la realidad. Es peligroso vivir en el reino de la sola palabra, de la imagen, del sofisma. De ahí que haya que postular un tercer principio: la realidad es superior a la idea. Esto supone evitar diversas formas de ocultar la realidad: los purismos angélicos, los totalitarismos de lo relativo, los nominalismos declaracionistas, los proyectos más formales que reales, los fundamentalismos ahistóricos, los eticismos sin bondad, los intelectualismos sin sabiduría. )&#20(0#%*#*5/%1'01#"#&"#/"12% 234.

Entre la globalización y la localización también se produce una tensión. Hace falta prestar atención a lo global para no caer en una mezquindad cotidiana. Al mismo tiempo, no conviene perder de vista lo local, que nos hace caminar con los pies sobre la tierra. Las dos cosas unidas impiden caer en alguno de estos dos extremos: uno, que los ciudadanos vivan en un universalismo abstracto y globalizante, miméticos pasajeros del furgón de cola, admirando los fuegos artificiales del mundo, que es de otros, con la boca abierta y aplausos programados; otro, que se conviertan en un museo folklórico de ermitaños localistas, condenados a repetir siempre lo mismo, incapaces de dejarse interpelar por el diferente y de valorar la belleza que Dios derrama fuera de sus límites.

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235.

El todo es más que la parte, y también es más que la mera suma de ellas. Entonces, no hay que obsesionarse demasiado por cuestiones limitadas y particulares. Siempre hay que ampliar la mirada para reconocer un bien mayor que nos beneficiará a todos. Pero hay que hacerlo sin evadirse, sin desarraigos. Es necesario hundir las raí- ces en la tierra fértil y en la historia del propio lugar, que es un don de Dios. Se trabaja en lo pequeño, en lo cercano, pero con una perspectiva más amplia. Del mismo modo, una persona que conserva su peculiaridad personal y no esconde su identidad, cuando integra cordialmente una comunidad, no se anula sino que recibe siempre nuevos estímulos para su propio desarrollo.

No es ni la esfera global que anula ni la parcialidad aislada que esteriliza.

236.

El modelo no es la esfera, que no es superior a las partes, donde cada punto es equidistante del centro y no hay diferencias entre unos y otros. El modelo es el poliedro, que refleja la confluencia de todas las parcialidades que en él conservan su originalidad.

Tanto la acción pastoral como la acción política procuran recoger en ese poliedro lo mejor de cada uno. Allí entran los pobres con su cultura, sus proyectos y sus propias potencialidades. Aun las personas que puedan ser cuestionadas por sus errores, tienen algo que aportar que no debe perderse. Es la conjunción de los pueblos que, en el orden universal, conservan su propia peculiaridad; es la totalidad de las personas en una sociedad que busca un bien común que verdaderamente incorpora a todos.

240.

Al Estado compete el cuidado y la promoción del bien común de la sociedad. Sobre la base de los principios de subsidiariedad y solidaridad, y con un gran esfuerzo de diálogo político y creación de consensos, desempeña un papel fundamental, que no puede ser delegado, en la búsqueda del desarrollo integral de todos. Este papel, en las circunstancias actuales, exige una profunda humildad social.

272.

El amor a la gente es una fuerza espiritual que facilita el encuentro pleno con Dios hasta el punto de que quien no ama al hermano « camina en las tinieblas » (1 Jn 2,11), «permanece en la muerte» (1 Jn 3,14) y «no ha conocido a Dios» (1 Jn 4,8). Benedicto XVI ha dicho que « cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios »,209 y que el amor es en el fondo la única luz que « ilumina constantemente a un mundo oscuro y nos da la fuerza para vivir y actuar ». Por lo tanto, cuando vivimos la mística de acercarnos a los demás y de buscar su bien, ampliamos nuestro interior para recibir los más hermosos regalos del Señor. Cada vez que nos encontramos con un ser humano en el amor, quedamos capacitados para descubrir algo nuevo de Dios. Cada vez que se nos abren los ojos para reconocer al otro, se nos ilumina más la fe para reconocer a Dios. Como consecuencia de esto, si queremos crecer en la vida espiritual, no pode mos dejar de ser misioneros. La tarea evangelizadora enriquece la mente y el corazón, nos abre horizontes espirituales, nos hace más sensibles para reconocer la acción del Espíritu, nos saca de nuestros esquemas espirituales limitados. Simultáneamente, un misionero entregado experimenta el gusto de ser un manantial, que desborda y refresca a los demás. Sólo puede ser

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misionero alguien que se sienta bien buscando el bien de los demás, deseando la felicidad de los otros. Esa apertura del corazón es fuente de felicidad, por- que « hay más alegría en dar que en recibir » (Hch 20,35). Uno no vive mejor si escapa de los demás, si se esconde, si se niega a compartir, si se resiste a dar, si se encierra en la comodidad. Eso no es más que un lento suicidio.

273.

La misión en el corazón del pueblo no es una parte de mi vida, o un adorno que me puedo quitar; no es un apéndice o un momento más de la existencia. Es algo que yo no puedo arrancar de mi ser si no quiero destruirme. Yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo. Hay que reconocerse a sí mismo como marcado a fuego por esa misión de iluminar, bendecir, vivificar, levantar, sanar, liberar. Allí aparece la enfermera de alma, el docente de alma, el político de alma, esos que han decidido a fondo ser con los demás y para los demás. Pero si uno separa la tarea por una parte y la propia privacidad por otra, todo se vuelve gris y estará permanente- mente buscando reconocimientos o defendiendo sus propias necesidades. Dejará de ser pueblo.

277.

También aparecen constantemente nuevas dificultades, la experiencia del fracaso, las pequeñeces humanas que tanto duelen. Todos sabemos por experiencia que a veces una tarea no brinda las satisfacciones que desearíamos, los frutos son reducidos y los cambios son lentos, y uno tiene la tentación de cansarse. Sin embargo, no es lo mismo cuando uno, por cansancio, baja momentáneamente los brazos que cuando los baja definitivamente dominado por un descontento crónico, por una acedia que le seca el alma. Puede suceder que el corazón se canse de luchar porque en definitiva se busca a sí mismo en un carrerismo sediento de reconocimientos, aplausos, premios, puestos; entonces, uno no baja los brazos, pero ya no tiene garra, le falta resurrección. Así, el Evangelio, que es el mensaje más hermoso que tiene este mundo, queda sepultado debajo de muchas excusas.

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En las últimas décadas, la palabra “democracia” ha adquirido el rango de valor social normativo y prescriptivo en la constitución de los poderes públicos en todos los Estados modernos. Independientemente del punto de vista que se tenga, más conservador o reformador, más académico o administrativo, la enunciación discursiva para adquirir el rango de legitimidad y para acceder al circuito de reconocimiento social debe referirse de alguna manera a la “democracia” como bien sustantivo de la interacción colectiva. Esto muestra que esta palabra juega el papel de dispositivo de vigencia y ascendencia del discurso dentro del campo político. ".),/012340)5406708/39:7)!4.),7;24<37)!4)!48720/29/= El campo político es el espacio de fuerzas, luchas y competencias por la definición de los acontecimientos, las acciones, las ideas, los conceptos, las jerarquías y las estrategias consideradas válidas para regular la vida en común y los bienes comunes de una sociedad.

En el proceso de constitución de este campo, las estructuras simbólicas en todas sus formas (reflexivas y prerreflexivas, discursivas, representables y prácticamente ejecutables) juegan un papel decisivo. Estas estructuras o, mejor, las luchas por la constitución particular de estas estructuras establecen las múltiples estrategias programáticas discursivas para el monopolio de la conversión de las ideas en organización - institución, en materia social, en acción colectiva y en fuerza, esto es, para el monopolio de lo que habrá de entenderse, temporalmente, como política.

En este campo, así delimitado, ciertas palabras juegan el papel de gatilladores de crédito, de principios de habilitación a la competencia y lucha por la consagración. Y esto es así porque estas palabras y/o conceptos anudan la estructura de orden en el campo o,

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lo que es lo mismo, su connotación histórica, su trayectoria y la síntesis simbolizada de las lecturas dominantes de entendimiento de la acción política. Entonces, el manejo y la presentación de estos signos y palabras de adecuación al orden son los primeros requisitos para el ingreso al campo, constituyéndose así en conceptos o palabras “certificadoras” que delimita una primera frontera entre los “profanos” y los “ungidos”, entre los “entendidos” y los “marginales”.

A partir de ese momento, habiendo accedido ya al campo de las enunciaciones legítimas, la posibilidad de que el discurso y su portavoz (personal o institucional) obtengan mayores niveles de reconocimiento, de influencia y afectación en los acontecimientos políticos dependerá de varios factores. Dependerá de las características de la narrativa discursiva que acompañe al dispositivo de acceso a la legitimidad (en este caso, a la palabra “democracia”), de la habilidad con que se lo trabaje y articule con otros “dispositivos de verdad” socialmente existentes, de la “resonancia” que guarde con otros saberes colectivos susceptibles de ser movilizados, de su relación con la estructura de otros campos limítrofes (el campo científico, el campo intelectual) y de la posibilidad de integrar otros bienes políticos reconocidos en el campo, como por ejemplo, el apoyo de instituciones prestigiosas, recursos monetarios, titulaciones que respalden lo dicho y otras distintas formas de capital político vigentes.

Las palabras y las ideas son, por tanto, dispositivos de poder sólo en contextos de poder pues por sí mismas son sólo apuestas por la representación del mundo. El carácter performativo de los discursos, esto es, el que la palabra devenga en materia social, en fuerza práctica, requiere de la presencia de esa materia, de la existencia de núcleos de fuerza que, gracias a esas palabras que juegan el papel de articulaciones, se fusionan, se suman o se escinden desencadenando procesos sociales de acción colectiva. Las palabras y los discursos políticos tienen, entonces, el poder de hacer cosas sólo en tanto que existe previamente el poder de las cosas.

Los discursos políticos, como por ejemplo el de democracia, tienen, por tanto, la capacidad de producir productos, acontecimientos, sujetos y acciones políticas, pero nunca de manera arbitraria, sino sobre el campo de posibilidades estructurales heredado por el discurso y que existe independientemente de la acción de la palabra.

En términos estrictos, en el ámbito de estudio de los comportamientos políticos no hay palabras ni conceptos neutros; su significado es un determinado volumen de poder social obtenido por el desplazamiento de otros poderes acumulados anteriormente y, que sirve directamente, además, a la perpetuación, ampliación o transformación de esta circulación de poderes en el campo político. Detrás de cada palabra y de cada discurso sobre la política, y la democracia es uno de ellos, hay un flujo de fuerzas materiales y discursivas que pugna por el monopolio de las formas dominantes de la significación del mundo y de

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los modos legítimos de interpretar y entender los conceptos sobre el mundo. En este sentido, la política puede ser leída como el juego social que asume de manera explícita la lucha por el monopolio de las enunciaciones legítimas del mundo que son capaces de crear algún tipo de organización social (instituciones, comportamientos, normas, etc.).

Cada concepto es, por lo tanto, la escenificación provisional de un campo de fuerzas donde continuamente se dirimen múltiples potencialidades de su significado habilitadas, gatilladas, por el contexto. De ahí que las luchas por el significado de las palabras y los conceptos, por su montaje y desmontaje, sea tan importante. O, mejor, que sea parte de la propia lucha por los poderes sociales que habrán de tener esas palabras, esos conceptos y los discursos, en el montaje o desmontaje de la correlación de fuerzas del campo político.

Así, la validez de una definición, su rango de verdad es una contingencia histórica que resulta, en primer lugar, de la estructura de fuerzas discursivas y organizativas dentro del campo político y del campo intelectual y, sólo en segunda instancia, de la fuerza argumentativa de las razones expuestas en la definición. Así, lo que hoy se considera una definición aceptable de la democracia es probable que mañana sea tomada como irrelevante y sustituida por la que hasta entonces era tomada como marginal.

En la teoría social, las “verdades”, las evidencias, las legitimidades son arbitrariedades culturales resultantes de la trayectoria histórica de la estructura y funcionamiento del campo intelectual, de sus procesos de acumulación, verificación y competencia interna que han consagrado cierto modo de entender, investigar y nombrar al mundo. Cuando se trata de conceptos que afectan o que son utilizados dentro del campo político, la construcción del régimen de validez del concepto combina una arbitrariedad cultural con una arbitrariedad política . !"#$%&'()*(+'(+*&$,"'(-".&*/%0*1$'2()*(+'()*0.&"'&%'3( El concepto de democracia articula, justamente, esas dimensiones. La actual invención dominante del significado de democracia en el ámbito intelectual, en su versión liberal, minimalista y procedimental, construye el concepto en los términos de la formación de un orden regulatorio del proceder político . Ya sea como método de selección y renovación de gobernantes y/o como modo de resolución de conflictos según ciertos procedimientos, estas maneras de entender a la democracia suponen unos fines valorados (selección de los más aptos, resolución de conflictos) ante los cuales la democracia se presenta como un medio instrumental mediante el cual se puede alcanzarlos. (

+'(4,5*1&%'()*(6,1/'0*1$'&%71(8."'23( Bajo esta mirada procedimental, la democracia se entiende como un artefacto,

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como un conjunto de reglas que permite la selección de élites que atienden la agregación de intereses privados y cuyo resultado final es la “voluntad general”. De esta manera, la democracia se define como un instrumento que permite la selección de los “más capaces” para la administración de lo público o como instrumento para atenuar los conflictos entre múltiples intereses individuales. Así, la democracia queda reducida a una “herramienta” sobre cuya argumentación moral se puede decir lo mismo que se dice sobre cualquier técnica empleada para lograr algún propósito. Lo central de esta definición no es, pues, el medio, los procedimientos o la “herramienta”, sino los resultados que ese procedimiento permite obtener: la selección de élites o el apaciguamiento de los conflictos, que se presentan como valores sociales determinantes. Por ello, si hubiese otra “herramienta” política más apta para obtener de manera más eficiente esos mismos resultados, no habría ningún motivo moral para no sustituir a la “democracia” por otro artefacto institucional.

Dejando de lado la suposición de que los intereses individuales agregados existen independientemente de la acción política, esta manera de entender la democracia reduce el hecho democrático a una técnica de agregación de intereses cuya meta es maximizar una utilidad (la selección de élites o resolución de conflictos), similar al papel que en la teoría liberal juega el mercado en la optimización de la asignación de recursos. Así, la justificación instrumental de la democracia es una “teoría” de la democracia imposibilitada de fundarla en valores o premisas históricas pues la democracia es sólo un medio para fines que sí pueden tener algún tipo de argumentación histórico-moral, aunque independientemente de la “democracia” que sólo es el “medio” temporal para alcanzarlos.

Esto imposibilita la lectura de la democracia como un valor en sí mismo, pues se la justifica únicamente por los resultados que produce. Bajo esta mirada, de hecho, cualquier intento de fundamentación de la democracia queda inhabilitado, pues no se puede fundamentar la “teoría” de alguna herramienta particular, por ejemplo un martillo.

El fondo lógico de la teoría procedimental imposibilita construir una teoría de su consistencia histórico-moral, lo que no quita la existencia de abundante literatura para su legitimación por la vía del expediente de la predominancia histórica de esta manera de entender la democracia.

Decimos que se trata de un recurso de legitimación ideológica más no así de fundamentación teórica, en la medida en que para validar una construcción lógica se recurre a un suceso histórico, cuando lo que las reglas del campo científico exigen es que la fuerza argumentativa radique en el propio armazón lógico y, después, en su capacidad de dar cuenta de los procesos históricos. A su vez, esta desarticulación entre lo lógico y lo histórico permite una ideologización del discurso teórico en la medida en que ya no se presenta como un proceso de producción de conocimiento, en base a reglas y procedimientos lógicos, sino como una legitimación de procesos históricos, en base a la manipulación de

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herramientas lógicas. El resultado de esta justificación procedimental de la democracia es un discurso de la “democracia”, profundamente ideologizado y por tanto de desconocimiento, de encubrimiento de realidades políticas de dominación que son las que, precisamente, han generado la historia de cualquier régimen de gobierno. Lo paradójico de esta interpretación procedimental de la democracia es que al tiempo de colocar la evidencia histórica como argumento de su inevitabilidad, la propia lógica argumentativa que emplea, la democracia es un medio para fines, hace que en el fondo la democracia sea considerada prescindible, como lo es cualquier artefacto que puede ser reemplazado por otro más eficaz en la misma función.

Así, mientras en la legitimación del discurso la democracia es presentada con la fuerza de una fatalidad histórico-natural, la razón argumentativa ubica a la democracia como un artefacto reemplazable en función de la eficiencia en la obtención de unos resultados que sí tienen el rango de valores (selección de los más aptos, resolución de conflictos).

Esto, a la vez, supone una mirada procesual de las categorías y de la propia realidad que intentamos conocer a través de esos conceptos, lo que exige concebir las estructuras de comportamiento social, las instituciones, los sistemas de disciplina y de orden como formaciones sociales contingentes, cargadas de arbitrariedad y, por lo tanto, de historicidad.

El orden social no es la premisa, es el resultado, el producto cosificado de un determinado trabajo social, es la cristalización de específicas relaciones de poder, de particulares prácticas de dominación y, como tal, es transitorio, susceptible de modificación y revocatoria.

Lamentablemente, las lecturas procedimentales e institucionalistas de la democracia se hallan reñidas con estos principios primarios del proceder cognitivo y de ahí una el punto de partida de la larga cadena de inconsistencias lógicas y teóricas que muestran esta escuela ideológica.

En lo que se refiere a los componentes procedimentales que diseña esta lectura liberal-instrumental de la democracia, presentan los mismos inconvenientes de argumentación que la propuesta general. Cuatro son los mecanismos mediante los cuales la visión instrumental de la democracia propone para llegar a los fines deseados: 1) Que las personas y grupos políticos organizados compitan libremente por el acceso al gobierno mediante una oferta pública de sus postulados.

2) Que cada individuo, cada ciudadano, manifiesta su preferencia respecto a esas ofertas a través de un voto individual.

3) Que cada voto individual vale lo mismo, independientemente de su posición social, étnica o genérica.

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4) Que la suma de votos individuales define el triunfo o la derrota de los ofertantes.

El esquema es simple y en él quedan resumidas todas las ideas sobre la mediación política del pensamiento liberal; en sentido estricto, es una réplica de la lógica del mercado a la política, lo que trae de entrada un desplazamiento conceptual riesgoso por cuanto los bienes políticos que circulan en el campo político por definición no son mercancías, como en el campo económico, lo que obliga a un achatamiento de la política a un proceso meramente de consumo y no de producción de política, que es el origen mismo de la definición histórica de la democracia.

La política, entendida como gestión de las libertades de una sociedad, aparece reducida a una competencia entre ofertantes (los “políticos”) y consumidores o usuarios (los “votantes”), que no sólo vuelve a consagrar la separación entre el proceso de diseño y producción de la política a cargo de las élites y el proceso de consumo o padecimiento de esos productos por parte de los ciudadanos sino que, además, lo hace replicando la lógica industrial fundada en la propiedad y apropiación privada de las condiciones de producción. La gran limitación de esta racionalidad privatizante de la emisión de los productos políticos radica en que, supuestamente, la modernidad se sostiene, al menos ése es el mito, en una creciente socialización de las prerrogativas políticas o, si se prefiere, en una socialización de las capacidades generativas de los bienes políticos bajo el denominativo de ciudadanía. Sin embargo, esta mirada restrictiva de la democracia lo que hace es, precisamente, socavar esta ampliación de capacidades políticas mediante una sistemática apropiación de las condiciones materiales de generación y administración de los bienes políticos, dándose lugar a una contradicción irresoluble bajo el marco de este esquema conceptual.

Por otra parte, las políticas públicas que son ofertadas por las élites en competencia no son panes cuyo alcance de realización práctica se agota mediante la satisfacción de una demanda individualizada del consumidor-comprador. En el caso de las políticas públicas, el acto de “consumo” individual (la elección) sólo se puede realizar mediante el “consumo” inevitable, y muchas veces obligatorio, de los demás miembros de la comunidad política, por lo que la selección de las políticas públicas no puede ser guiada por la lógica del escaparate, a la que irresponsablemente la asimila la lectura liberal-procedimental. De la misma forma, la soberanía política que entrega el votante no tiene la misma cualidad social que el dinero; aunque ambos son convenciones sociales, la política tiene que ver con el estado de responsabilidad del individuo con respecto al destino de los que considera sus comunes y a las cualidades de esa comunidad; el dinero, en cambio, es sólo la representación de un tiempo de trabajo abstracto que le permite al individuo medir su esfuerzo con respecto a los de los demás.

El acto de elegir políticamente algo no tiene la misma significación ni el mismo grado de repercusión que la compra de un refresco, tanto porque en el mercado político

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se intercambian bienes sociales de naturaleza social inconmensurables (soberanía política que es un potencial de acción política por políticas estatales que son decisiones burocráticamente decididas) como porque si el refresco no nos agrada se lo puede dejar y comprar otro, en cambio, en la elección política, el elector está obligado a soportar el inconveniente de su opción por los años venideros sin ninguna posibilidad inmediata para enmendar su error y, encima, con riesgo de haber infringido inconvenientes a otras personas por la decisión tomada.

De la misma forma, así como el “libre mercado” en realidad encubre el despotismo de los productores con la composición orgánica de capital más alta, que son los que regulan con su productividad el precio de las mercancías, el modelo de mercado político por definición tiende a concentrar autoritariamente en determinado cuerpo de productores con mayores condiciones técnicas de emisión (control de medios de comunicación, sistemas de impresión, transporte, etc.) las posibilidades de oferta política y de elección.

Por ello, la “libre elección” es sólo un eufemismo de un despotismo político afincado en el monopolio de las condiciones técnicas de esta peculiar forma de hacer política. El que los partidos políticos contemporáneos sean antes que formadores de programas políticos empresas de inversión económica no es una anomalía o trasgresión de la norma “democrática”, sino su condición y destino dentro de esta lógica procedimental.

En lo que respecta al que cada ciudadano elige individualmente la oferta política de su preferencia, no cabe duda que estamos ante una exacerbación de la vieja mitología liberal del momento primigenio del individuo como sustancia autoreferida, exento de influencias y determinaciones que no sean las que emanan de su propio self y en las que se deposita la virtud y sabiduría de una “buena elección”.

Por otra parte, este ser angelical, exento de determinaciones y relaciones de fuerzas, a quien se le atribuye la facultad de optar “libremente” en el secreto del voto, no existe, ni puede existir en política. Cada individuo es una cristalización de relaciones sociales y obra en función del campo de posibles de esa trayectoria; pero, además, ese individuo sólo puede actuar adecuadamente reconociendo y utilizando abiertamente en su acción política esa cualidad socializada de su ser, de su intimidad y sus preferencias. El voto individual no se realiza al margen de las fuerzas sociales formativas de la trayectoria del individuo sino en medio de ellas, de las arbitrariedades que pesan sobre él, de las fuerzas que lo determinan y que, en muchos casos, no puede, individualmente, ni entender ni explicar.

En política se trata de tomar posición sobre lo público. En esa medida, la mejor forma de tomar posición y de formar opinión es de manera pública, concertada, por medio de la múltiple circulación de razones que involucran a todos los electores. La elección “libre”, individual y secreta es un eufemismo en la medida en que las opciones, como oferta y como predisposición social, han sido producidas socialmente; con la agravante de que al

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negar el carácter socializado de los resortes íntimos de elección se deja en pie la predominancia de aquellas fuerzas sociales, por lo general de dominación, sobre las que no se tiene conciencia en tanto fuerzas de dominación y de conducción pre-reflexiva de los criterios de elección. En cambio, la producción colectiva de la elección, negada por la mitología liberal del individuo, tiene la virtud de formar opiniones y posiciones a través de la reflexión y el des-cubrimiento de las fuerzas que determinan los comportamientos sociales.

La fuerza de este otro modo de producción de opciones individuales colectivamente generadas restituye el dominio de las elecciones, de las preferencias y opciones a los propios electores por medio de los intercambios comunicativos públicos. Precisamente esa fuerza constitutiva de lo público es lo que se ha venido a llamar democracia deliberativa .

Este modo liberal representativo de formación de la voluntad general como escrutinio numérico, al concentrarse en la sumatoria de voluntades individuales, instaura una manera de producción de la política que aísla al individuo de sus pares en la constitución de sus opciones y, al hacerlo, lo somete al designio de aquellas opciones enraizadas en la fuerza de reproducción de las estructuras sociales. Por ello, toda elección es, por lo general, un triunfo de las fuerzas de conservación que se sostienen no por la capacidad disuasiva de los argumentos y las razones sino por la inercia de una maquinalidad social que ha instituido unos controles, unos poderes y unas ideas dominantes que se sobreponen con la fuerza de la inercia histórica de toda la sociedad a cualquier intento individual, personal, de cambio social.

Y en lo que se refiere a la calidad moral de esta “voluntad general” que debiera caracterizar al soberano democrático, está claro que esta versión instrumental de la democracia anula cualquier posibilidad sobre los escenarios de reflexión moral que caracterizan la construcción de una comunidad de ciudadanos. Si la “democracia” es sólo un medio para agregar voluntades individuales que están definidas de antemano y que sólo responden ante sí, entonces la “mayoría” obtenida por el procedimiento democrático es sólo una cuantificación de los estados de opinión de las personas, lo que no necesariamente es una “voluntad general” que presupone una cualificación moral de las opciones producidas intersubjetivamente entre ellas mismas. Claro, no tiene el mismo valor moral proceder a obtener la “mayoría” sobre el color de la casa de gobierno, que lograr la opinión mayoritaria sobre cómo la sociedad desea vivir. En el primer caso se trata de una agregación de gustos sin efecto moral y social alguno que puede ser obtenida sin dificultad por la mera suma de preferencias individuales. En el segundo caso, el horizonte de sociedad deseada requiere la producción dialógica y jerarquizada de valores y criterios morales que pueden producir una “voluntad general” fundamentada, lo que no se logra mediante la simple contabilización de gustos privados.

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Si en el terreno de la lógica argumentativa la lectura procedimental de la democracia presenta un cúmulo de inconsistencias y limitaciones, en el terreno de la pertinencia conceptual para sustentar normativamente un conjunto de procedimientos, instituciones y prácticas en el contexto histórico boliviano sus limitaciones son aún mayores.

Las cuatro reglas anteriormente observadas, que forman parte del instrumental organizativo de esta interpretación liberal-procedimental, para su funcionamiento práctico y sostenibilidad institucional necesitan una serie de requisitos imprescindibles o condiciones de posibilidad primarias que garanticen su verificación: a. Que la sociedad haya generalizado la lógica mercantil en la mayoría de sus actividades productivas, consuntivas, culturales, intelectivas y éticas; cosa que sucede mediante la generalización y conducción técnica del régimen de producción capitalista y la extinción de estructuras productivas no capitalistas, como las agrario-campesinas, comunales, artesanales. A esto es a lo que el viejo Marx llamó subsunción real del trabajo bajo el capital Sólo la generalización del régimen capitalista puede promoverla interiorización de la lógica mercantil en los hábitos colectivos de la sociedad, sobre los que habrá de erigirse el prejuicio igualitario entre los individuos que habilita a la cantidad social como forma política de selección cualitativa de la sociedad.

En el caso de Bolivia, es por demás evidente que nos encontramos con un dominio de la racionalidad capitalista pero no así con su generalización; es más, cerca de las dos terceras partes de los circuitos económicos se mueven bajo los parámetros tradicionales semi mercantiles de la economía artesanal, familiar (el llamado “sector informal”), la economía campesina y la economía comunal. Es cierto que todas estas estructuras no capitalistas, aparte de tener sus propias tecnologías de circulación e intercambio, también se vinculan por medio del mercado y el intercambio mercantil, pero los esquemas sociales de articulación de las condiciones de producción, consumo y reproducción social tienen una naturaleza social diferenciada de los específicamente capitalistas. De ahí que todo intercambio duradero, y hasta el precio, estén siempre marcados por el tamiz de los grados de parentesco ficticios o reales, que el sentido de la producción esté marcada por la satisfacción de necesidades y no exclusivamente por el lucro y la acumulación productiva, que existan espacios cerrados para la realización de los productos y que la productividad combine lo ritual con lo político y no sólo la reducción del tiempo de trabajo abstracto como en la economía capitalista, etc. Es por ello que, en términos de esquemas mentales, es escasa la presencia de un sentido de igualación social en correspondencia a la débil vigencia de una economía capitalista plenamente desplegadasino que, además, los espacios de igualación son fragmentados, territorializados por lugar de residencia, por parentesco,

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paisanaje, etc. Una de las condiciones estructurales de la democracia representativa es, por tanto, inexistente en la formación social boliviana; y esto no es un hecho sólo de “cultura política” susceptible de modificación mediante acciones pedagógicas y llamados a la conciencia. b. El otro componente de la constitución de la igualdad política es la disolución de los modos de diferenciación en el acceso a los derechos políticos fundados en la cultura, la etnicidad, la religión o el género que impedirían el escrutinio numérico como modo de resolución de la “voluntad general”. Esto significa que la conformación de los capitales políticos relevantes debe ceñirse a los bienes culturales institucionalizados pública e indiferenciadamente emitidos (las titulaciones). Dado que los colonialismos, entre otras cosas, instituyen la etnicidad y la cultura heredada como bienes sociales jerarquizantes y como formas de capital político que garantizan o excluyen de derechos políticos, la razón de la democracia representativa requiere la descolonización política y de ciertos grados de homogeneización cultural de la sociedad. A eso se le ha llamado nacionalización de la sociedad y es un requisito de la formación de ciudadanía y aptitud representativa liberal.

No puede haber representación liberal en medio de la vigencia de regímenes coloniales que imponen una cultura, una etnicidad o una religión minoritaria como sellos de ingreso a la participación política. En el caso de Bolivia, ésta es, precisamente, la realidad.

Sobre la presencia de poblaciones mayoritarias portadoras de una cultura, de unos usos lingüísticos y una etnicidad particular se halla un grupo social minoritario, portador de un idioma, una cultura y etnicidad diferentes pero instituidas como legítimo y dominante. Se trata de una forma de colonialismo “interno” que ha convertido a la etnicidad en un capital capaz de definir procesos de enclasamiento social y de diferenciación política sustantiva. Resulta así que los hábitos excluyentes y el generalizado racismo que atraviesa la vida cotidiana de la sociedad, especialmente de las élites supuestamente empeñadas en procesos de modernización política, son a la vez unos de los más importantes obstáculos a esas inclinaciones liberalizantes de la política. c. Para que el mercado político liberal funcione, la política tiene que acontecer como un particular espacio de intercambios simbólicos, a saber, el intercambio simbólico de bienes políticos: soberanía política vía el voto a cambio de ofertas de políticas públicas potencialmente realizables a través de la constitución de gobiernos elegidos por la preferencia electoral. Lo que se intercambia en este juego político son, entonces, bienes simbólicos bajo la forma de bienes políticos. A pesar de la asimetría de los bienes, anteriormente señalada, la consistencia del intercambio radica en la cualidad simbólica de las ofertas.

Para que este espacio simbólico se consolide con autonomía y reglas del juego propias, históricamente han tenido que acontecer varias transformaciones, en particular la instauración de lo que Marshall ha definido como los derechos sociales . La importancia de estos derechos que completan la ciudadanía moderna radica en que al garantizar un mínimo de

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condiciones de reproducción social para todos los miembros de la sociedad, éstas pueden habilitar un mínimo de tiempo susceptible de ser invertido en la intervención, en el diálogo, en la información y la comunicación políticas que se supone posee cada ciudadano; pero, sobre todo, garantiza que el elector entre al campo de los intercambios políticos en condiciones de poner en circulación bienes simbólicos y exigir los bienes simbólicos correspondientes ofertados por las élites políticas.

Cuando el elector no tiene garantizado ni el tiempo mínimo de intervención en la política ni las condiciones básicas de reproducción material, su ingreso a la arena electoral está marcado por la coerción de asegurar la reproducción material básica de la existencia, llevando a deformar y a aceptar la deformación del intercambio político, aceptando bienes materiales personalizados a cambio de bienes políticos. Con ello, el mercado político, de un espacio de intercambios simbólicos deviene en un espacio de intercambios simbólicos (el voto) a cambio de bienes materiales (la oferta electoral), característico del clientelismo tan extendido en la vida política boliviana.

El clientelismo , propio de las relaciones serviles tradicionales renace en plena modernidad y de la mano del liberalismo institucionalizado, tanto un circuito entre desiguales sociales (los que tienen garantizada la reproducción social y los que no) como una circulación de bienes sociales de naturaleza distinta (bienes simbólicos por bienes materiales), derrumbado todo el presupuesto liberal-procedimental de agregación electiva de iguales. !

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Es necesario, no sólo para el debate teórico sino también para la reforma de las instituciones democráticas y la ampliación de la acción democrática de la sociedad, construir una definición de democracia que supere las inconsistencias lógicas y las limitaciones históricas de la lectura procedimental y minimalista de la democracia . Señalaremos algunas líneas argumentales de un esquema interpretativo alternativo.

En términos generales, se puede entender la democracia como una manera de organizar la gestión del bien común de una sociedad, el modo de esa gestión, la amplitud de ese bien común y las propias características de la comunidad que quiere definirse en torno a ese bien. En este sentido, es una forma política de proceder sobre los recursos e intereses colectivos; es un proceso de renovación de los modos de decidir sobre ese bien común, es una voluntad para redistribuir los recursos comunes; es una deliberación sobre cuáles son esos recursos y necesidades que deben ser objeto de atención y, ante todo, una continua producción del “común” que desea, acepta y pugna por existir como comunidad.

En términos más precisos, es una forma de producción de la política que se caracteriza por:

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a. Una subjetivación ampliada de la política. Si la política tiene por objeto la dirección y gestión de lo común, la democracia es la producción y reproducción ampliada tanto del sujeto que forma parte del común, del sentido de lo común, como del sujeto que ha de dirigir esta comunidad así constituida. Hay democracia en tanto hay debate público en torno a qué es lo que une a las personas, a cómo se las puede unir más y a cómo tiene que ser gestionada esta creación de unidad.

La democracia es una forma de politización de la sociedad mediante la cual personas, grupos, y colectividades deliberantes asumen su unidad ampliada, interna y externa, con los otros componentes de la sociedad, no como un dato ni como una institución sino como una responsabilidad ética, como una acción que los involucra en sus medios y fines.

Hay democracia en tanto hay más personas que desean intervenir en la dirección general de la sociedad porque están dispuestas a producir directamente el contenido de los vínculos que los unen a los demás. No hay democracia por seguir unos procedimientos establecidos sino, precisamente, porque cualquiera que sean esos procedimientos, incluso frutos de una intervención democrática anterior, hay personas y colectividades que ahora buscan participar en la dirección de esos procedimientos, buscan responsabilizarse de la producción de dirección de la sociedad, modificando las normas y procedimientos de la práctica política legítima. Esto vale tanto para los pequeños grupos que pueden competir con los grupos de dirección consolidados, como, y con más razón, para las colectividades, los movimientos y las clases sociales que irrumpen en el escenario político.

Democracia es, entonces, ampliación de lo político, creciente ruptura de los monopolios de la política, continua renovación de las instituciones políticas para dar paso a responsabilidades ampliadas de un número mayor de miembros de la sociedad. Democracia es movimiento, flujo, revocatoria, ampliación de la capacidad de decidir. Una sociedad es tanto más democrática cuantas más personas no sólo participan en la política sino también en la decisión de las maneras de participar, en las prerrogativas de la participación y en la ejecución de las decisiones que involucran a todos. Por ello, la democracia es una creciente responsabilidad de los ciudadanos por el destino de las demás, es una comunitarización de la política que rompe la serialización y el disciplinamiento de cualquier norma rígida de la acción política.

Igualmente, los procesos de democratización social, por lo general no provienen de las estructuras institucionales de participación sino de las estructuras de movilización social que se mueven fuera del campo político dominante, en el “subsuelo político” , como los movimientos sociales que, con sus demandas económicas, políticas o nacionales, amplían las redes de intervención social en la vida pública y, con ello, generan democracia.

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En cierta medida, la democracia resulta de una “invasión” en la producción del espacio público y de sus funciones por parte de colectividades sociales anteriormente mantenidas al margen de esos espacios de decisión y que, al momento de hacerlo, no sólo amplían los canales de decisión y gestión (lo que equivaldría al reforzamiento de la vieja institucionalidad) sino también reforman los propios canales de acción política o inventan otros en los que puedan caber todos según las nuevas normas acordadas también por todos. De aquí la segunda característica del hecho democrático. b. Proceso de producción de igualdad política. Para que esta ampliación de la acción política pueda consumarse, la incursión de los nuevos sujetos, sus modos particulares de hacerlo y las demandas enarboladas deben presentarse ante la sociedad entera con la misma fuerza y poder de interpelación que la de cualquier otro miembro de la comunidad, incluidos los miembros de la anterior estructura política de administración de lo público.

Hay democracia en tanto hay producción sustancial de igualad entre quienes constituyen la sociedad, y esa igualdad se verifica el momento en que cualquier ciudadano que se siente compelido a actuar en la esfera pública porta un mínimo de poder social que convierte a su opinión y a su modo de hacerlo en una intervención eficiente y con capacidad de influir en el campo político en condiciones similares a las del resto de los participantes.

La democracia puede ser entendida como la conformación de un campo político capaz de garantizar un mínimo eficiente de capital político a cualquier miembro de la sociedad que desee intervenir, lo que a su vez implica la imposibilidad de cerrarse o elitizarse; pero además, un campo político capaz de reconocer múltiples formas organizativas de aglutinamiento y administración concentrada del capital político. Los derechos políticos modernos basados en la posibilidad de elegir a los gobernantes son apenas una manera abstracta y limitada de esta asignación de capital político, ya que así, la persona no adquiere capital político ni capacidad de influencia en las decisiones, sino sólo capacidad para decidir quiénes han de administrar o monopolizar el capital político del campo y, además, bajo una forma de sumatoria contingente y despersonalizada de la cuantificación electoral del voto.

La democracia como formación de igualdad requiere que el ciudadano, cualquiera sea su condición, oficio o trayectoria, sea reconocido y tomado en cuenta como ser competente y actuante en el campo político, que sus reflexiones tengan la posibilidad de un nivel similar de impacto en la estructura del campo y que las formas organizativas bajo las que incursiona en el campo tengan posibilidad de articular nodos de influencia, independientemente de las cualidades culturales que posea esta forma organizativa. Por tanto, hay democracia, por una parte, cuando hay permanente redistribución y desmonopolización del capital político eficiente en el campo político, igualando a los sujetos en sus capacidades reales, materiales y simbólicas de intervención política; y, por otra, cuando hay reconocimiento de modos plurales de organización para condensar y competir por la regulación

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del capital político, lo que implica el reconocimiento de derechos individuales y colectivos como principios constitutivos de la acción política y de la formación de poder político. c. La presencia de una comunidad litigante (Ranciere). Más que consenso, la democracia es la presencia de un diferendo, de un litigio manifiesto por la enunciación, la visibilización o denuncia de una carencia, de una desigualdad, de una injusticia eco- nómica o política. No se trata simplemente del reconocimiento del disenso, sino de la eficacia y poder público del disenso en cuanto capacidad de transformar las estructuras de orden de la gestión de lo público.

Hay democracia porque las personas se constituyen como comunidad política en torno a la controversia, lo que supone no sólo la tolerancia a la diferencia sino la constitución del hecho político, de las fuerzas y poderes efectivos de la acción política legítima en torno a la admisión y canalización de ese desacuerdo.

El liberalismo ha reducido este hecho fundamental del acto democrático, el desacuerdo, a un reconocimiento testimonial de las diferencias, dejando intacto el sistema de poderes reales ante los cuales, precisamente, se rebela la disidencia. La democracia surge, en cambio, cuando la sociedad se presenta como comunidad polémica y las estructuras de corporalización de esa comunidad (instituciones políticas, regímenes de verdad, cuerpo de poderes) son atravesadas por ese diferendo y son capaces de soportar las transformaciones materiales necesarias para integrar el desacuerdo en un nuevo acuerdo portador de nuevas reglas de gestión de los poderes, renovadas instituciones y nuevos regímenes de verdad.

La democracia no surge como resolución de conflictos; a su modo, las dictaduras lo hacen, excluyendo, deslegitimando o exterminando a los disidentes. La democracia surge en la acción misma de enunciar un desacuerdo en torno al acceso de ciertos bienes (políticos, económicos) y en la capacidad de los sujetos políticos de recomponerse ampliadamente en torno a la superación de estas exclusiones visibiliza- das. De esto se desprenden varias consecuencias. La democracia se inicia cuando se plantean desacuerdos; se objetiviza cuando esos litigios reconstituyen a la comunidad política; se realiza cuando, fruto de esa recomposición, se amplía la presencia de sujetos con capacidad de dirección sobre lo público y cuando la carencia enunciada encuentra una resolución comúnmente aceptada. d. Autoconciencia y ejercicio práctico de facultades y prerrogativas como miembro competente de una comunidad política. La democracia, en la medida en que se verifica al momento de la ampliación de la intervención de la sociedad en la definición de lo público, no sólo extiende la amplitud de quienes han de habilitarse para gestionar los asuntos comunes, sino que además reinventa el sentido de lo público, esto es, las prerrogativas que unen a los miembros de la comunidad política. En los estados modernos, estas facultades

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toman la forma de derechos ciudadanos (civiles, políticos y sociales) garantizados por la normatividad estatal, y es por eso que la democracia es consustancial y el escenario por excelencia de realización de la ciudadanía moderna.

Sin embargo, esta democracia de ciudadanía no es un problema de legalización de los derechos otorgados a la población por el Estado, aunque esta sea la manera de su objetivación institucional; sólo hay democracia en cuanto hay sujetos que producen intersubjetivamente prerrogativas y facultades como ampliación de su responsabilidad en la definición de lo público. e. Prácticas de objetivación contingente. La democracia no son unos procedimientos e instituciones, aunque requiere de ellos para objetivarse. Estos procedimientos e instituciones son medios transitorios, simples efectos revocables del hecho democrático que, precisamente, se manifiesta en su capacidad de reconfiguración constante de los sujetos ampliados de dirección política de la sociedad y de las instituciones y prácticas que cristalizan este desborde de intervención.

Dado que hay democracia en tanto hay desmonopolización del poder político, y hay desmonopolización del poder político porque hay constitución de comunidades litigantes que reivindican la “parte de los que no tienen parte”, las normas, reglas, instituciones, saberes y legitimidades que regulan la vida política de una sociedad democrática son circunstanciales, cristalizaciones provisionales de la estructura de resolución del desacuerdo anterior, que habrán de dar paso a una nueva estructura de poderes resultante de los nuevos desacuerdos que dan inicio a la acción democrática de una sociedad.

La democracia no es la ausencia de reglas, sino la contingencia necesaria de esas reglas y el consenso acordado de esa contingencia. La democracia es, por ello, una constante desfetichización de la acción política, en la medida en que requiere una razón política y una voluntad política comúnmente inventada y reinventada como fuente de consagración y legitimación de las normas, las instituciones y las funciones creadas para la gestión del bien común. La democracia es el desborde de la sociedad, o de una parte de ella, para mejorar o producir nuevos escenarios de igualdad, pero sobre la base de antecedentes previos de igualdad que permiten a los sujetos el reconocimiento de sus facultades de litigar o enunciar, con capacidad de modificarla, una injusticia social, económica o política. Las instituciones son el escenario temporal, fruto de antiguos litigios que consagran los procesos de igualación alcanzados entonces, pero a la vez, con el tiempo, deberán ser objetos de continuos cambios y sustituciones para dar paso a nuevas querellas y acuerdos que deberán consagrarse en nuevas instituciones, y así sucesivamente. f. Producción colectiva de opinión política. La democracia como valor moral no resulta, por tanto, de la agregación de opiniones privadas sino de la producción colectiva

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del diferendo, de la argumentación pública de razones sobre la calidad de las decisiones y las consecuencias de esas acciones, del intercambio de razones que modifican puntos de vista previos, de un lado y de otro, y que al final dan cuerpo moral a un tipo de acuerdo intersubjetivamente producido mediante la acción comunicativa de iguales. El resultado es una “voluntad general” deliberativamente producida en torno al diferendo, no individualmente agregada que queda temporalmente instituida como “mayoría” y norma o institución política. La producción colectiva de opinión política, la producción política de instituciones y normas, la revocatoria colectiva de instituciones y normas, la invención colectiva de la propia colectividad política, esto es, la comunitarización de la política, son precisamente los mecanismos por medio de los cuales la gestión de los poderes públicos se vuelve democrática.

En este sentido, el gran reto histórico de la democracia contemporánea es su auto transformación sustancial como forma política capaz de articular el desbordante flujo de participación e igualación social, es decir de democratización, que viene de la sociedad.

Frente a este flujo, varias instituciones prevalecientes y prejuicios dominantes en las élites políticas son unos lamentables obstáculos formales y cognitivos.

I) Fue Bourdieu quien definió el mundo de las disputas políticas como un campo donde los sujetos políticos ocupan una posición y despliegan unas luchas en función del volumen de capital político que poseen. Ahora bien, este capital político es el capital de reputación y de reconocimiento que permite a las personas u organizaciones que lo poseen influir y modifi- car, parcial o totalmente, la manera cómo la sociedad representa, significa, imagina y “cono- ce” las jerarquías, las divisiones sociales y las “necesidades” que regulan o deben regular la vida colectiva de un país. Por ello, Bourdieu habló del campo político como del espacio de competencias y luchas simbólicas “por la manipulación legítima de los bienes políticos” que tienen por objetivo común el poder sobre el Estado. Sobre el concepto de campo político, véase, P. Bourdieu, El campo político, Plural, La Paz, 2001.

II)

Al igual que las reglas de los campos, este trabajo de objetivación es también un espacio de tensionamiento de fuerzas, pero con la diferencia de que las armas que se esgrimen, los poderes que se tensan, son los de las razones, los de la lógica argumental. De esta manera, no porque toda construcción conceptual esté regida por un espacio de fuerzas es potencialmente válida, como supuso cierto anarquismo epistemológico. El que un concepto desempeñe la función de dispositivo de verdad política en el campo político no significa necesariamente que tenga un rango de validez en el campo intelectual y viceversa. Sin em- bargo, es posible que una formación de validez, construida con la lógica argumentativa en el campo científico, pueda influir en la construcción de dispositivos de verdad políticos que modifiquen la disposición del campo político, más aún si éste está construido sobre forza- mientos o mutilaciones argumentativas en las construcciones discursivas. Así se constituye una cadena de influencias entre las luchas argumentativas, propias del campo científico, con las luchas por el sentido, propias del campo simbólico, con las luchas políticas, propias del campo político. Este carácter ficticio de determinadas “verdades” sociales no quita, sin embargo, la existencia de lo que Bourdieu ha denominado el “trabajo de objetivación” del campo científico, que consiste en el conjunto de procesos de acumulación, control, verifi- cación, argumentación y contra argumentación internos correspondientes a la lógica espe- cífica del proceder de la construcción conceptual y a la cual el investigador está obligado a ceñirse desde el momento en que acepta su papel de investigador. Ver, P. Bourdieu, El oficio del científico. Ciencia de la ciencia y reflexividad, Anagrama, Barcelona, 2003.

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III)

Schumpeter, Capitalismo, socialismo y democracia, Aguilar, México, 1952; G. Sartori, Teoría de la democracia, 2 tomos, Alianza Universidad, México, 1988; A. Dahl, La demo- cracia y sus críticos, Paidós, España, 1993; A. Przeworski, Democracia y mercado, Cam- bridge University Press, 1995; A. Liphart, Las democracias contemporáneas, Ariel, Barce- lona, 1998; S. Huntington, La tercera ola, la democratización a fines del siglo XX, Paidós, España, 1994; N. Bobbio, El futuro de la democracia, FCE, México, 1995; G. Pridham, Transitions to Democracy, Darmouth, Aldershat, 1995.

IV) P. Bourdieu, El campo político, Plural, La Paz, 2000.

V) J. Habermas, Facticidad y validez. Sobre el derecho y el Estado democrático de derecho en términos de teoría del discurso, Trotta, Valladolid, 1998; J. Elster (comp.), La democracia deliberativa, Gedisa, España, 2001; C. Santiago, La constitución de la democracia delibera- tiva, Gedisa, España, 1997.

VI) Karl Marx, Manuscript 1861-1863 en Collected Works, Tomos 31-35, Lawrence y Wishart, London, 1995. Para una interpretación del papel de la subsunción real en la argumentación de Marx, ver A. Negri, Marx más allá de Marx, Akal, Madrid, 2001.

VII) T. H. Marshall, Ciudadanía y clase social, Alianza Editorial, España, 1998.

VIII) J. Ayuero, La política de los pobres. Las prácticas clientelares del peronismo, Manantial, Argentina, 2001.

IX) Para el aporte de nuevas lecturas de la democracia ver, Ranciere, El desacuerdo. Política y filosofía, Nueva Visión, Argentina, 1996; T. Negri, M Hard, Multitud, Editorial Debate, Argentina, 2004 X)

L. Tapia., La velocidad del pluralismo. Ensayo sobre tiempo y democracia, Comuna, La Paz, 2002.

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Les presentamos este primer diálogo-entrevista de la revista, al que accedió Jorge Alemán para la presentación de Nuevo Sur. Psicólogo y psicoanalista, teórico e intelectual, filósofo y cientista. Es profesor honorario de la Universidad de Buenos Aires (UBA), y ha sido condecorado por el Estado español con la Orden de Isabel la Católica. Actualmente es Consejero Cultural de la Embajada argentina en Madrid. En síntesis, un gran pensador y orador, ensayista político y filosófico; además de poeta... Pero, sobre todo, un muy buen tipo.

El mundo sigue muy complicado, llevamos varios años en los que no se sale de una y ya entramos en otra. En el plano económico la crisis del capitalismo financiero ni mucho menos ha tocado a su fin. En el plano geopolítico las tensiones siguen in crescendo; el caso de Ucrania, sin ir más lejos, no sabemos cómo puede terminar. Ucrania y Siria parecen ser hasta ahora los primeros ejemplos de un nuevo escenario, probablemente delineado tras el enésimo engaño de la OTAN respecto a su intervención en Libia. Da la impresión de que las potencias no occidentales, las cuales tampoco es que sean corderitos, ya no están dispuestas a seguir tragando sapos ad infinitum. Todas estas graves tensiones, pues, no pueden desligarse del juego peligroso que parece proponer el imperialismo como respuesta a su progresivo declive relativo. ¿Qué podrías decirnos, en líneas generales, respecto a

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toda esta situación? ¿Creés posible que las actuales tensiones puedan desembocar en algo semejante a una III Guerra Mundial?

En primer lugar desearía detenerme en la palabra “crisis”: las crisis en el capitalismo a veces sólo esconden un nuevo modo de acumulación y concentración de la riqueza. Como vos sabés muy bien por el ejemplo español, lo que aquí se llama crisis es la entrada definitiva del orden neoliberal en España, en un plan perfectamente concebido para capturar distintos registros de la realidad que van desde la reapropiación del Estado como un nuevo instrumento del capital financiero, hasta una activa participación de las corporaciones mediático-politícas para que todo se lleve a cabo. Las crisis verdaderas las soportan las distintas configuraciones del tejido social, incluidos los sectores medios, pero el Capital es una red ilimitada para extenderse por doquier.

El asunto es si aquello que indudablemente ha impactado en los vínculos sociales, erosionándolos de un modo inédito, da lugar o no a nuevas experiencias políticas. Porque como también es sabido, el incremento del malestar no implica, al menos en principio, que necesariamente tome forma una experiencia política transformadora. Veremos que pasa con esto... Por otra parte, en relación al otro aspecto de tu pregunta, es verdad que el “imperialismo está en declive”, que nuevas potencias disputan su hegemonía; pero también es cierto que las categorías de Imperialismo-Estado Nación no parecen suficientes para darle una inteligibilidad a la realidad actual. Precisamente, el hecho de que otras potencias tampoco cuestionen ya la lógica del capitalismo, nos hace pensar en un Imperio del Capital que distribuye su poder con nuevos procedimientos, que indudablemente generarán nuevas tensiones. El capitalismo asiático chino, un capitalismo sin burguesía, al menos en el sentido estricto del término, es un ejemplo de ello.

Pero no creo que se vuelva a la lógica de las guerras declaradas, propias de la época del Estado Nación. Habrá todo tipo de intervenciones militares, con masacres de todo tipo, que tendrán como trasfondo una mesa de negociaciones del Capital y sus intereses... Salvo que en algún momento los EEUU opten por frenar el ascenso chino desde un punto de vista militar estrictamente: entonces sí la tercera guerra de la que hacés mención sería una realidad. Entonces aquello de que es mas fácil pensar en el fin del planeta que en el fin del capitalismo, será algo más que una broma punzante.

Por la Patria Grande, que evidentemente también es parte de este gran juego global, los zarpazos del Norte se han recrudecido a partir de la marcha de Hugo Chávez. La consolidación de la Alianza del Pacífico, las marchas de sectores medios en Brasil, el polvorín organizado en Venezuela, la zozobra en Argentina desde los amotinamientos policiales hasta el cuasi golpe de mercado de enero, el magro resultado electoral de Correa en las municipales, la guerra sucia y las movidas de piso que se están intensificando en Bolivia como anticipo de campaña... ¿Cómo ves el panorama latinoamericano?

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Coincido con tu análisis, que nos indica un retroceso o al menos un punto de impasse. La pregunta que siempre insiste es la siguiente: hasta dónde estas “contraexperiencias” del neoliberalismo, algunas con un verdadero sesgo anticapitalista, que ya no han tenido como orientación el canon hegeliano-marxista, y si lo han tenido ha sido traduciéndolo a una nueva experiencia teórica y política, donde se han tenido que inventar muchas cosas relativas al nuevo juego el orden mundial en el siglo XXI... ¿Han dejado como corolario una huella lo suficientemente importante como para seguir con la disputa? ¿Han logrado, como surgió en la mesa con el Vice Linera (NdE: Jorge se refiere a la mesa de debate realizada en la Universidad Complutense de Madrid, de la que participaron García Linera, Íñigo Errejón, Pablo Iglesias y él) , establecer un punto de”no retorno” que tendrá consecuencias para la memoria popular? ¿O la nueva avanzada neoliberal podrá borrar como lo pretenderá, seguro, todos los signos de esta “contraexperiencia” popular? Es cierto que en la historia nada se borra definitivamente, y que cualquier circunstancia contingente siempre hace posible el retorno de una experiencia política, especialmente si la misma fue verdadera. Quiero decir, si al menos en algún punto tocó lugares vitales del sistema de dominación. Pero en el mediano plazo está la cuestión principal, el llamado orden democrático, que por otra parte hemos decidido aceptar y radicalizar en el sentido igualitatio. Y éste es muy permeable, cada vez más, al poder mediático-corporativo. En este aspecto Latinoamérica es el lugar donde con mayor fuerza resuena esta pregunta: ¿hasta dónde una fuerza política, sin el apoyo de los sectores dominantes y sus medios, en definitiva sin el Poder, puede llevar adelante un proyecto emancipatorio En este marco regional, el “kirchnerismo de Néstor y Cristina” llegará a su fin en menos de dos años. Más allá del rol que elija jugar ella a partir de 2016 y de cuál sea el próximo gobierno, es evidente que esto será un punto de inflexión: sea como fuere, lo siguiente será otra cosa. Haciendo un esfuerzo de abstracción que trascienda lo coyuntural (labor titánica dada la fuerza gravitatoria de la vorágine política argentina), ¿cómo imaginás la huella del “primer kirchnerismo” en la historia argentina en general, y en el movimiento popular en particular? ¿Considerás esta huella como ya indeleble, o creés que puede terminar siendo una etapa epocal más del peronismo?

Sobre esta delícadisima cuestión, tan bien formulada por tu pregunta, no puedo aventurar más que mi posición, mi deseo o mi apuesta. Creo que la experiencia nacional y popular del peronismo ha tenido la riqueza suficiente desde el punto de vista político, como para generar aquello que, como un suplemento nuevo, a su vez lo excede. Pienso que el kirchnerismo es eso, un proyecto tributario de lo que comenzó en los 70, y que encontró las condiciones de su retorno, por distintas razones, en la argentina contemporánea. En definitiva creo que el kirchnerismo articuló elementos nuevos que no se pueden subsumir en el peronismo histórico. Por supuesto que también pienso que esto solo era posible desde el interior del peronismo, que jamás hubiera tenido

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lugar desde su exterior. Pero no comparto las lecturas esencialistas del peronismo que lo presentan como una instancia inmutable que adopta distintas máscaras según las épocas. Esa posicion hace peligrar todo lo que hubo de nuevo y distinto en el kirchnerismo. Defender la contingencia histórica del kirchnerismo, su carácter excepcional en muchos aspectos, es mantenerlo a una cierta distancia de la interna peronista. Aunque suene paradójico, el kirchnerismo debe permanecer en el interior y a la vez en el exterior del peronismo, si no quiere diluir su singularidad histórica.

Pasemos, si te parece, al estado español. Peculiar donde los haya, este país vivió -según algunos- un ciclo dorado que sólo fue posible por el espíritu de la transición, los Pactos de la Moncloa, la nueva constitución y la entrada a Europa. Para otros tantos, todo lo anterior no fue más que una cortina que tapó todas las miserias y contradicciones latentes desde mucho antes del franquismo, y que Franco creyó aplastar genocidio mediante.

La Transición parecía ser un exitoso modelo de cómo pasar página a las viejas penurias, y redefinir un contrato social supuestamente basado en la convivencia y prosperidad. Pero, tras unas décadas, muchos de los consensos fundantes de esta etapa se muestran a todas luces caducos. Vos viviste en directo toda esta secuencia, y la seguís experimentando: desde esa perspectiva, ¿cómo analizás el presente del estado español?.

Habría muchas cosas que reseñar al respecto, sólo me detendre en un aspecto, ya que has mencionado la palabra consenso: la transición suturó todos los antagonismos hasta lograr una alternancia bipartidista; y ahora vemos como en el resto de Europa ese consenso que prácticamente ha borrado las distancias entre el espacio conservador y el socialdemócrata, ambos intervenidos ideológicamente por los dispositivos neoliberales de producción de la subjetividad política ha permitido que la ultraderecha se “haga cargo de los antagonismos” no consensuales con fines terriblemente oscuros. En este sentido las nuevas experiencias de izquierda en España, o con vocación emancipatoria con respecto al neoliberalismo, deben afrontar los antagonsimos en curso con otra decisión mas claramente hegemónica. Sin tenerle miedo a las rupturas del consenso, especialmente cuando proliferan demandas sociales de distinto tipo que ya no se pueden resolver por el orden institucional vigente. En este panorama, la presencia de Podemos me parece muy auspiciosa y una verdadera novedad en el espacio político español. Es una fuerza política que llama, por su nombre, a la frontera antagónica entre las corporaciones y las luchas populares En otro orden de cosas, una cuestión ineludible dada tu relación de amistad e intelectual con él, y su reciente fallecimiento en Sevilla: la gran pérdida de Ernesto Laclau, sin duda uno de los teóricos más notables en el mundo de la heterodoxia post-marxista. Sin olvidar a su compañera Chantal Mouffe, fundadores ambos de toda una escuela alrededor del análisis del discurso. Más allá de la etiqueta reduccionista de ser “el filósofo de Cristina” y un exegeta del populismo, su obra es capital en la superación del economicismo marxista

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y algunas de sus simplificaciones, recurriendo incluso -como vos- a Lacan; así como en el planteo de una democracia radical pero abierta, que asume la cuasi inexorabilidad de los antagonismos, pero en pos de que no llegue la sangre al río. ¿Qué nos podrías decir sobre su persona, su obra, su legado?

Ernesto y su compañera Chantal, han transformado de un modo radical el llamado espacio “posmarxista”. Primero afrontando un término maldito en el régimen de circulación actual de los nombres de la política: el Populismo. Investigándolo y desplegándolo en su lógica interna, mostrándolo como un momento ineliminable de la construcción política. Luego reformulando los distintos conceptos gramscianos de hegemonía, guerra de posiciones, bloque cultural etc. Insistiendo siempre en la deconstrucción del imaginario hegeliano-marxista sobre la centralidad, necesaria y teleológica, de un sujeto histórico constituido a priori como vehículo del proyecto revolucionario. En este aspecto la tarea intelectual de mi querido Ernesto Laclau ha sido gigantesca, hasta verdaderamente organizar una nueva teoría política de la significación en sus distintos modos de construcción de la realidad. A diferencia de otros pensadores posmarxistas, que en definitiva han tenido el mayo del 68 como el núcleo más determinante de la invención política, Ernesto se apoyó en la experiencias de los movimientos nacionales y populares latinoamericanos, volviéndolos universales para el pensamiento político contemporáneo. De allí que para mí sea uno de los pocos pensadores contemporáneos que se preguntó hasta las últimas consecuencias, con las herramientas de Gramci y Lacan, cómo se construye una voluntad política desde su génesis. Estoy seguro que en los próximos años nos podremos percatar de las consecuencias teóricas y políticas de su legado.

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