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ÍNDICE
1º SEMBRADORES DE CRISTO .................................................. 3 2º LOS SANOS NO TIENEN NECESIDAD DE MÉDICOS.......12 3ºLA ORACIÓN DOMINICAL .....................................................20 4º AMAR AL PRÓJIMO COMO ASÍ MISMO ............................32 5º EL ANIMISMO .........................................................................39 6ºLA DESENCARNACIÓN ..........................................................49
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SEMBRADORES DE CRISTO La parábola del trigo y la cizaña simboliza al hijo del hombre sembrando la buena simiente del Evangelio. Los Apóstoles y discípulos de Jesús nos recuerdan a verdaderos instrumentos vivos de labranza, trabajando en el inmenso campo de la mediumnidad, en el esfuerzo de sembrar la buena semilla que permitirá el resurgimiento de la planta útil del trigo para lograr el buen pan del Espíritu. La buena enseñanza cumple una función educadora y ayuda a regenerar al hombre bien intencionado, que se asemeja a la buena simiente cuando encuentra el suelo humano propicio, transformando la vida del hombre y la sociedad. La simiente germina y nace el árbol, luego ofrece la siembra amiga, y, además, genera buena y fecundas semillas que representan de esa forma, el origen de la vida. La palabra divina alimenta a los hombres, para vivir en el reino de los cielos. La cizaña es una gramínea de la misma familia del trigo, se la considera de mala calidad, dado que sofoca y perjudica la especie útil (el trigo). La cizaña ofrece aspectos muy semejantes al trigo, durante su crecimiento es muy difícil distinguirlos. Cuando comienza a germinar, se confunden fácilmente, y ello recuerda a ciertas criaturas que, a pesar de su figura convencional y aparentemente correcta perjudican solapadamente las actividades productivas y beneficiosas de otras personas. Bajo la sabia y sublime visión de Jesús la cizaña simboliza toda reacción e interferencia nociva que se hace a la siembra de la palabra de Dios. Jesús recurrió al ejemplo del trigo sano y de la cizaña perniciosa al evocar cierto hecho que sucede común mente en Oriente, cuando por motivo de celos, venganza o maldad, el labrador inconforme y vengativo, mandaba a sus secuaces a sembrar ocultamente en el campo del vecino la cizaña en medio del trigal, dado que a este las cosechas le venían muy bien. Ello era efectuado por la noche, a escondidas, cuando dormían los labradores “una segunda siembra” pero solapada, avasalladora, que minaba lo bueno y desconcertaba al sacrificado labrador.
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Esta parábola describe la venganza y el despecho del mal del vecino cuando sembraba lo malo dentro de lo bueno. El vecino malo representa al hombre que contraria las leyes del mundo e incurre en la anti fraterna y censurable acción a la luz del espíritu, actuando indignamente al sembrar la cizaña. Se trata de la criatura censurable, ante la espiritualidad suprior, pues dominada por los celos, envidia, ambición y perversidad, siembra la maledicencia, calumnia y desprestigio contra el hermano que ha sido favorecido. equivale, al perjuicio ocasionado en la siembra espiritual, cuando los hombres también trabajan negativamente sembrando criticas fuerzas destructoras que luego se infiltran en el campo de la actividad ajena, al igual que una cizaña mental. El sembrador se sorprende ante la evidencia de la mala acción del vecino siendo así, el mal acciona solapadamente y se infiltra al menor descuido de los buenos sembradores. Se comprueba también con esto, que el buen sembrador, descuidó su siembra y no supo vigilar los frutos de su propio esfuerzo. Por eso Jesús nos advierte en sus enseñanzas, que a pesar de dedicarse al bien, el hombre no debe descuidar los peligros que entrañan las infiltraciones malévolas en medio de la siembra provechosa. No basta tener euforia intima que estimula la siembra correcta de la buena semilla, sino que hay que protegerla del enemigo solapado que acciona por la noche, aprovechándose de la confianza que acuerda el buen sembrador. Esta parábola tiene un profundo significado espiritual, nos esclarece e insiste a que nos dediquemos sinceramente y honestamente a la divulgación de los preceptos sublimes de la espiritualidad, a que no debemos abdicar de la sensatez y la lógica que nos dé la razón, debiendo evitar el sentimentalismo improductivo. Allan Kardec fue considerado el “buen sentido encarnado” pues al codificar la doctrina espirita, resistió las criticas malas e injustas, siendo estas obligadas a guardar silencio ante la imposibilidad de hallar conceptos aberranticos o postulados infantiles. Por ello, el Espiritismo plasmado por Allan Kardec jamás abdico de la razón y del análisis valeroso respecto a su codificación.
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Aquel que es siervo del Señor, además de ser ajeno totalmente a los intereses humanos, necesita vigilar la obra con la misma constancia con que el sembrador lo hace con las aves o insectos dañinos que amenazan destruir su buena obra. Un sembrador es, un mediador responsable por la plantación de trigo espiritual, cabiéndole garantizar la fiel y perfecta cosecha para el Señor. No ha de esperar recompensa o merecimientos de orden superior al aceptar en sana conciencia el transmitir el mensaje del reino divino. Es un trabajo humano y poco común pero si de sacrificio amplio y muy importante. El mensajero de la espiritualidad debe aplicar todos los minutos provechosos de su vida, para así conseguir un éxito absoluto sobre la siembra que se propone a realizar bajo la confianza del Señor. Todo emprendimiento hacia el bien, aunque se encuentre garantizado por ser una tarea superior, debe ser vigilado y fiscalizado constantemente por sus responsables a fin de evitar la proliferación dañina de las doctrinas irracionales. La verdad puede imitarse fraudulentamente y presentarse como una copia genuina pero definitivamente adulterada. En el caso del trigo y la cizaña, son plantas gramíneas semejantes, se confunden fácilmente por la apariencia. Su diferencia de cualidad no se puede observar durante el crecimiento, solo después cuando han fructificado las simientes. Entre la productividad del bien y del mal, solo es posible distinguirlo en un solo punto, cuando llegan a la madurez. La cizaña es una planta dañina y sirvió de excelente ejemplo a Jesús para esclarecer al hombre, pues siendo este de una especie superior y sana, sin embargo, obedece a las reacciones primitivas del animal, cuando practica el mal. Jesús decía que dejaran crecer la cizaña junto al trigo y advertía constantemente a sus discípulos, que “había tiempo para todo” es decir “tiempo para sembrar y tiempo para cosechar”. La impaciencia, propia del ser humano, es un gran defecto que puede impedir la realización de una enseñanza espiritual o cortar iniciativas de orden superior, aun inmaduras. En todas las épocas los dirigentes políticos líderes religiosos y tiranos creían resolver el problema del mal o de la herejía por la censurable decisión de matar al delincuente o hereje. Jesús jamás concordó con esta decisión tan simple y contraria a los principios de la Vida y de la Evolución Espiritual, porque aniquilando al causante del mal, no deja de existir la causa que lo
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indujo a ese mal. Una idea solamente puede ser combatida con otra mejor y más provechosa; jamás la muerte resuelve la anulación de la idea primitiva. En el simbolismo de la rebeldía de Satán, Dios no lo mata, le destierra hacia una región de aflicciones y dolores, donde mal podría pensar, reflexionar y hasta regenerarse. El Señor no quiere la muerte del pecador sino su completa regeneración. Jesús indiscutiblemente llegó a la conclusión de que “hay tiempo para todo” de sembrar y recoger la cizaña o distinguir el mal, pero hay que estar muy atentos para no perder el trigo, es decir el mismo bien. Es necesario esperar que la siembra alcance su madurez con el fin de hacer la correcta separación en la hora de la cosecha. Jesús no aconsejaba la destrucción imperativa y violenta del mal porque de ellos también podía perjudicarse el bien. En verdad, el mal no desaparece delante del bien pero se desarrolla con el. El mal es relativo, y con el correr del tiempo se verifica el adagio popular que dice: “Dios escribe derecho en renglones torcidos”. El mal, en síntesis, no es más que el fruto de las conceptuaciones humanas en busca del progreso o del bien. Para los civilizados los salvajes son tan inadaptados y peligrosos, que deberían ser destruidos conforme al entendimiento de ciertos políticos cuyos razonamientos son bastantes simplistas. Esto es contrario a los principios cósmicos de la creación Divina. Los salvajes son fundamentos vivos y humanos de donde se generó la propia civilización. El lobo salvaje, una vez domesticado y tratado con habilidad, se transforma en el inigualable amigo del hombre, tal como se demuestra a través de la fidelidad del perro hacia su amo. La dulce y sabrosa naranja es la metamorfosis de la antigua fruta silvestre y ácida, la rosa se abre lozana y perfumada si se planta en medio del abono indeseable. Y el símbolo más expresivo del mal en su transformación hacia el bien, fue el fanático Saulo, que más tarde se transformó en el heroico y convincente divulgador del Cristianismo, conocido luego por Pablo. Solo las criaturas inferiores, ven en todas las cosas razones para censurar. Los espíritus de graduación superior y responsables por la evolución del hombre, jamás condenan lo que es inferior, porque saben que todas las cosas son los medios para Dios y que, por su intermedio, se produce la loable metamorfosis, procesada a través del espacio y del tiempo. Los Ángeles, por ejemplo, son los buenos labradores que recogen la siembra del trabajo espiritual y separan amorosamente tanto el trigo como la cizaña, valoran las culpas de cada ser en el momento exacto de la fructifi-
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cación; entonces proceden al sabio y afectuoso injerto que convierte el mal en bien. Siendo el bien la base de todo lo creado por Dios, jamás la cizaña de la maldad logrará infestar la buena siembra esparcida por el mundo. Los buenos segadores estarán atentos y a la espera del momento adecuado para accionar en forma saludable a favor de los justos, buenos, mansos, humildes y pacíficos, mientras amparan a los injustos, malos, vengativos y belicoso, conduciendo hacia un nuevo curso de redención espiritual y de futura promoción para el bien. El Señor jamás condena a muerte o promueve la desaparición de los inicuos y pecadores sino que los conduce hacia su redención espiritual, proporcionando las circunstancias y situaciones adecuadas, pues Jesús transmitió que no puede existir el mal y los pecados eternos, en base a su promesa de que “no se perderá una sola oveja del aprisco del Señor”. La profecía milenaria dice en síntesis: “en la hora de los tiempos” los “cabritos y la cizaña” serian separados de las “ovejas” y del “trigo”, mientras que los buenos se sentaran a la derecha del Cristo y los malos a su izquierda. Los de la “derecha” del Cristo tendrán en el futuro una vida física mejor y serán educados para pasar a un curso superior, con nuevos y bellos caminos de perfeccionamiento. Los espíritus a la izquierda del Cristo, en el actual “Juicio final” son las almas rebeldes e indisciplinadas que serán exiliadas a un mundo equivalente a su índole inferior, en cuyas encarnaciones futuras podrán recapacitar sobre las lecciones que despreciaron en la Tierra. Estos espíritus no retroceden en su contextura intima, no son rebajados por el hecho de renacer en nuevos cuerpos y habitar en ambientes de índole primaria. Apenas son transferidos de una condición material y transitoria para otra condición similar, pero educativa en otro orbe de condición inferior, pero que tendrán que vivir una existencia llena de dificultades y compulsiva. Un general que provisoriamente se pone el traje de mecánico para arreglar la avería de su vehículo, no decae o retrocada de su función militar, ni es rebajado en su puesto de trabajo, por el solo hecho de cambiar su uniforme jerárquico por otro que es necesario para efectuar tareas mas groseras. Einstein tanto pudo recoger flores en la cumbre de los Alpes, como partir leña en la selva Negra de Alemania, sin que por ello dejase de ser el maravi-
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lloso matemático y autor de la teoría de la relatividad. El simple cambio de ambiente, de casa o de traje, no modifica el contenido interno de la criatura humana, ni la degrada para condiciones inferiores. Los espíritus terrícolas transferidos a otro mundo físico inferior, no se les apaga o elimina su memoria peri espiritual, que es el acervo definitivo, el elaborado a través de múltiples reencarnaciones. A la administración Sideral, solo le resta este recurso con estos espíritus rebeldes, el desalojarlos a otra morada más a tono con su personalidad y jerarquía espiritual, pero que les es más propicia, para que recapitulen sobre las lecciones recibidas y que no pudieron aprobar. No es una penalidad o castigo de Dios sino simplemente una operación rectificadora cuya finalidad esencial es promover la ventura del ser. Cizaña: los lexicógrafos definen la cizaña como: riñas, desarmoniza, discordias entre personas que tienen amistad. La cizaña constituye por su propia estructura, un adversario ferino de la obra de edificación del bien, donde quiera que se manifieste. Como parte integrante de la personalidad humana, el espíritu de la cizaña fácilmente se instala donde el hombre se encuentra. La cizaña debe ser combatida frontalmente donde quiera que el bien instaure su reinado. Por tanto, se hace necesario que cada miembro activo del grupo de una acción ennoblecedora comprenda el impositivo de la humildad. Si somos humildes, siempre, nos mostraremos carentes de perfección y luchando por adquirirla, así las farpas de la envidia no se clavaran en nosotros y las disputas infelices no aparecen. Ante nuestro esfuerzo en asimilar la humildad legitima, la cizaña no consigue proliferar, pues es mucho más productivo ser tachado de ingenuo o tonto pero pacifico y juicioso, a dúctil y lúcido, pero combativo y promovedor de la discordia. No olvidemos que Jesús identificó eso toxico letal y pernicioso en el Colegio Galileo y pese al alto patrimonio de su elevación, tuvo que enfrentarlo con energía y humildad. Vigilemos, en la labor que desarrollemos, en la tarea emprendida, y seamos de aquellos cuyos servicios pueden proseguir sin nuestra coopera-
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ción, a pesar de que no podamos marchar, sin él, por ser indispensables a nuestra elevación. Ofrezcamos nuestra cuota de trabajo, comprendiendo que el cómputo general, la importancia de cada uno está en la medida del esfuerzo realizado y nunca en relación a la función ejercida. Imposible fulgir la joya si no hubiera sido ese brillo fruto del esfuerzo del ignorado buscador de diamantes que se adentró a buscarla por la mina peligrosa. La pálida perla al refulgir, ostenta su belleza, gracias al estoicismo del buzo que bajo a las aguas abismales para arrancarla de la ostra encarcelada en las rocas submarinas. En el trabajo renovador al que nos entregamos, no debemos olvidar a los que activan en funciones modestas pero indispensables al servicio que desarrollamos. El rey no podría rodearse de confort y grandeza sin el concurso del operario humilde que le erigió el trono o de la cocinera que le sustenta el mantenimiento del equilibrio orgánico. Y la estabilidad de su imperio estaría siempre amenazada si no fuera por la fidelidad de los que los mantienen vigilado y que muchas veces son ignorados. La cizaña nace siempre en el seno de la vanidad que se hace nutrir por la presunción. Olvidemos por tanto, los títulos y valores a los que nos apegamos puesto que ellos nada valen ante Dios. La obra del bien puede pasar sin nosotros, y después que pasemos, ella proseguirá pasando. Reaccionemos ante la cizaña, impidiendo que ella se adentre en nosotros en el pensar y hablar, para que ella no se desarrolle en nuestros hechos. Examinemos lo intimo de nuestro sentir, para que las mentes generadoras de la cizaña vitalizadas por el pretérito infeliz y corporificadas en grupos perturbadores del Mundo Espiritual, no encuentren en nuestras mentes azuzadas, el campo para las preocupaciones de la censura injustificada a los que no pueden ser iguales a nosotros, ya sean que estén abajo o
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arriba de nuestro nivel de productividad. No olvidemos que al más esclarecido le es exigida mayor dosis de tolerancia, de comprensión y de misericordia. ¿Cuántas veces el amigo, habitualmente fiel, al volverse para agredirnos no se encuentra enfermo? Y en ese momento no hay otras alternativas sino la piedad y el socorro para él. Si deseamos realmente, como pregonamos, que crezca el Cristo dentro de nosotros, no hagamos perniciosa distinción entre los servidores; no sugiramos separativismos; no comparemos mediante opiniones que crean celos o azuzan vanidades vanas por el elogio gratuito, discriminado e improcedente; porque todo corazón es maleable a la palabra de la lisonja dorada, como todo espíritu es accesible a la relación ácida de la impiedad, al licor embriagante de la perversión. Mantengamos por nuestra cuenta el compromiso de donar, tanto la palabra amiga y estimulante, como la advertencia gentil; con la finalidad de que podamos proseguir seguros, en la directriz del equilibrio. Recordemos que fue la cizaña de los hombres que llevo a Jesús a la cruz, a través de la distinción de un compañero engañado. “Pues Jesús dijo “que todo el que se enoja contra su hermano será sometido a juicio” Seamos por tanto benévolos para las faltas de nuestros semejantes, nuestro amor al prójimo será el fruto, la afabilidad que demostremos para con ellos, será su manifestación. Trabajo realizado por Merchita Miembro fundador del centro espirita Amor Fraterno, Alcázar de San Juan (Ciudad Real) ESPAÑA
LOS SANOS NO TIENEN NECESIDAD DE MÉDICOS Según el espiritismo todos los seres inteligentes unidos a cuerpos materiales constituyen la humanidad que puebla la tierra y otras esferas habitadas, separados del cuerpo constituyen el mundo espiritual que pueblan los espacios. Dios creó al ser perfectible; les dio como objetivo la perfección y la felicidad que es su consecuencia. Pero, no les dio la perfección, esta quiso Dios que la debiese al fruto de su trabajo personal, para así tener el hombre el mérito de ella.
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El hombre desde que es creado progresa ya sea en estado de encarnado, ya sea en Espíritu. Desde el embrión del ser inteligente hasta que se llega a ser ángel, hay una cadena no interrumpida, de la cual, cada eslabón señala un grado de progreso. Resulta de esto que existen espíritus en todos los grados de adelantamiento moral e intelectual, según estén en lo alto, en lo bajo o en medio de la escala. En consecuencia los hay en todos los grados de saber y de ignorancia, de bondad y de maldad. En el grado inferior los hay que están profundamente inclinados al mal y que en él se complacen. Se les pueden llamar demonios, si se quiere por que son capaces de todas las acciones feas atribuidas a estos últimos. El espiritismo no les da ese nombre porque se liga a la idea de demonio, la idea de seres distintos de la humanidad, de una naturaleza perversa, dedicados al mal eternamente e incapaces de progresar en el bien. Y el espiritismo dice: que son espíritus imperfectos, pero que se mejoraran; están aun en la base de la escala y subirán. Los que por su indiferencia, su negligencia, su obstinación y su mala voluntad permanecen largo tiempo en los puestos inferiores llevan consigo la pena, y él habito del mal les hace más difícil salir de el; Pero llega un tiempo que se cansan de esa existencia penosa y de los sufrimientos que son su consecuencia; entonces es cuando; al comparar su situación con la de los buenos espíritus, comprenden que su interés está en el bien y procuran mejorarse pero lo hacen por su propia voluntad y sin ser constreñidos a eso. Están sometidos a la ley de progreso por su actitud para progresar, mas no progresan a pesar de ellos. Dios les suministra, sin cesar, los medios pero son libres de aprovecharse de estos o no. Dios no coloca a nadie en el primer puesto por privilegio, el primer rango está abierto a todos, pero solo se llega a el por los esfuerzos. Los ángeles más elevados conquistaron su grado, como los otros, pasando por la ruta común. De toda la eternidad hay espíritus para satisfacer a todas las necesidades del gobierno del universo.
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Todos los seres inteligentes son de una sola especie, tienen un mismo punto de partida, la misma ruta que recorrer y que todos se elevan por sus propios méritos, esto responde a la justicia de Dios. Hoy en día habiendo observaciones rigurosas y estudios experimentales, han hecho la luz sobre la naturaleza de los espíritus, su origen y su destino, su papel en el Universo y su modo de acción, la cuestión se resuelve por los hechos. Las doctrinas sobre el demonio que han prevalecido durante mucho tiempo, han exagerado su poder, por decirlo así, habían hecho olvidar a Dios, por todas partes aparecía Satanás; las mejores cosas, los descubrimientos más útiles, sobre todo aquellos que podrían sacar al hombre de la ignorancia y ensanchar el circulo de sus ideas, fueron vistos como obras diabólicas. Los fenómenos espiritas, mas multiplicados y observados hoy en día con las luces de la razón y los datos de la ciencia han confirmado la intervención de fuerzas ocultas pero siempre actuando dentro de los limites de las leyes de la Naturaleza y revelando, por su acción, una nueva fuerza y leyes desconocidas hasta ahora. La cuestión se reduce, pues, a saber de qué orden son esas inteligencias. Mientras no hubo, sobre el mundo espiritual sino nociones inciertas o sistemáticas, se pudo engañar; pero hoy cuando observaciones rigurosas y estudios experimentales han hecho la luz sobre la Naturaleza de los Espíritus, su origen y su destino, su papel en el Universo y su modo de acción, la cuestión se resuelve por los hechos. Ahora se sabe que son las almas de aquellos que vivieron sobre la tierra. Se sabe también que las diversas categorías de Espíritus, buenos y malos, no constituyen seres de diferente especie, sino que señalan grados diversos de adelantamiento. La iglesia no ha variado mantiene sus viejas creencias de los demonios. Mientras la humanidad avanza, ella se aferra a los viejos hábitos y llegara un momento que será invadida por la incredulidad. Jesús vino a la tierra para iluminar el camino a los hombres, Él conocía su misión y en todo momento El se ocupo de enseñar al hombre, aunque este al principio en su estado atrasado, desviasen el verdadero sentido de
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sus palabras, pero hoy en día conforme el hombre ha ido avanzando mas claras se aparecen y mejor se comprenden. Jesús aconseja a los hombres de buena voluntad la necesidad de volver la vista atrás y ayudar a su hermano y pobre de nosotros si no lo hacemos así, pues toda nuestra labor no nos valdrá para nada, siempre sentiremos la voz de nuestras conciencias acusándonos, si no podemos con nuestras palabras llegar a los corazones endurecidos, hemos de tratar de hacerlo con nuestro ejemplo, la conducta correcta y el cambio de nuestra manera de proceder si fuera equivocada, les podría ayudar, pues la mayoría de las veces somos observados y nuestro ejemplo les pueden hacer variar de actitud. No podemos quedarnos, parados ni un instante, hemos de animar a nuestro Espíritu, para que azote el cuerpo material que nos sirve en nuestra existencia para que nuestra fe no desfallezca. De nuestra alegría y perseverancia en el bien ha de brotar un fruto y este hoy quizás no lo veamos, pero si lo valoraremos en él mas Allá, nos veremos menos egoístas por que habremos trabajado no solo en el bien nuestro y para lograr el progreso, sino que con nuestro ejemplo otros se han decidido y han tratado de imitarnos. Tengamos siempre presente las palabras de Jesús, no despreciemos nunca a nadie, según nuestros cálculos ese que nos desagrada puede ser muy retrasado para nosotros pero cuando Dios lo pone en nuestro camino es por algo, y mayor será la humillación en la verdadera vida cuando le veamos con los ojos de la realidad, que en la vida material cuando por vanidad le decimos ¿quién te has creído tú que eres para venir conmigo’?. No dudemos que la peor enfermedad es la que posee el alma, esta nos acompaña aun después de haber dejado el cuerpo material, la diferencia es que en la otra vida no podemos disimularla, los orgullosos, envidiosos, egoístas perversos etc., no pueden esconderse y a pesar de intentar por todos los medios de quitarse el sufrimiento que estas debilidades les ocasionan no pueden hasta que no se regeneran y vencen con su fuerza y tesón estas inclinaciones. En tiempo de Jesús la palabra “diablo” era comprendida en su significado real. El sentido exacto era el adversario del bien, todos los hombres de vida perversa, que contrariaban los propósitos de la existencia pura. Cuando los pobres obsesados dejaban escapar un suspiro de alivio, Tadeo volvía los ojos a Jesús, maravillado de sus actos. Cierto día en que Jesús no hacia acto de presencia fue traída una pobre demente para que Ta-
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deo, anulase la actuación de los espíritus perturbadores que la subyugaban; a pesar de todos los esfuerzos de su buena voluntad, Tadeo no consiguió modificar la situación. Solo en el día inmediato, en la consoladora presencia del Mesías, fue posible a la infeliz demente recuperar el control de sí misma. Tadeo triste se preguntaba ¿por qué razón el Maestro, no le transmitía, automáticamente, el poder de expulsar a los demonios? Torturado por esas graves preocupaciones y soñando con posibilidades maravillosas él procuro encontrarse con el Señor con el fin de exponerle con humildad sus ideas intimas. En una noche tranquila y después de sus ponderaciones, Jesús sé dirigió a Tadeo y en tono austero le pregunto: Tadeo, ¿Cual es el principal objetivo de las actividades de tu vida? Y el discípulo inspirado respondió con sinceridad: ._Maestro, procuro realizar el reino de Dios en el corazón ._ Si deseas semejante realidad ¿por qué la reclamas en primer lugar en el adversario? ¡Si deseamos llegar al infinito de la sabiduría y del amor en nuestro Padre, se hace necesario e indispensable que reconozcamos que todos somos hermanos en el mismo camino! ._Señor ¿los espíritus del mal son también nuestros hermanos?- inquirió admirado el apóstol. Toda la creación es de Dios; los que visten la túnica del mal envergaran un día la redención por el bien. El que sigue el Evangelio no debe combatir a su hermano; como Dios no entra nunca en lucha con sus hijos. El hombre no tiene sustancia de amor más sublime y más fuerte que la de su corazón paternal. Y Jesús dijo a Tadeo que no olvidara el buen combate jamás. Si alguien te convoca a la ingrata labor de la mala semilla, no desdeñar a la buena lucha por la victoria del bien, aprovechando la posición difícil como sagrada oportunidad para revelar la fidelidad a Dios. Abracemos siempre a nuestros hermanos. Si el adversario del reino nos provoca al esclarecimiento de toda la verdad, no despreciemos la hora de trabajar por la victoria de la luz; pero sigamos atentos a nuestros debe-
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res, pues Dios no abandona sus actividades divinas para imponer la renovación moral a los hijos ingratos que se revelaron en su casa. Si el mundo parece poblarse de sombras es preciso reconocer que las leyes de Dios son siempre las mismas, en todas las latitudes de la vida. No debemos pararnos en la mitad del camino. Los enemigos del reino de Dios se empeñan en sangrientas batallas, padecen en el infierno de las ambiciones sin límites, lanzan la persecución contra la verdad pero para combatir todo esto el hombre de bien no debe olvidar su propio trabajo, caminar para Dios pues tienen consigo la verdad pero para combatir todo esto el hombre de bien no debe olvidar su propio trabajo, caminar para Dios pues tiene consigo la verdad Divina que el mundo nunca podrá robarle. Los grandes patrimonios de la vida no pertenecen a las fuerzas de la Tierra sino a las del Cielo, Dios solo nos pedirá cuentas, por el mundo interior que pertenece a uno mismo. No obstante, es natural que seamos inquiridos acerca de los trabajos que nos fueron confiados, es justo que se pida cuenta por lo que fue hecho con los padres, los hijos, con la compañera y con los hermanos. Aceptemos la lucha, siempre que seamos juzgados dignos de ella y no olvidemos en todas las circunstancias que construir es siempre lo mejor. Tadeo admirado pregunta al Maestro si no debían convocar al buen camino a los malhechores, exteriorizando sus sentimientos de piedad. Jesús le respondió que debía aceptar la lucha como el Padre nos la envía y que a cada día basta su trabajo. No debemos provocar las manifestaciones de los que se complacen en las tinieblas. El adversario es siempre un necesitado que comparece al banquete de nuestras alegrías y por eso aunque no lo hayamos convocado, invitando solo a los afligidos, a los simples y a los de buena voluntad, no debemos cerrarles las puertas de nuestro corazón, encarando su manifestación como una oportunidad de trabajo, de la que Dios nos juzga dignos. Tadeo pregunto de nuevo: Señor vuestras palabras son siempre sabias, ¿de qué necesitare para alejar las entidades de la sombra, cuando su imperio se establezca en las almas?..
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Jesús respondió: - necesitas de la edificación del reino en el interior de tu Espíritu, siendo este el objetivo de tu vida. Solo la luz del amor Divino es bastante fuerte para convertir un alma a la verdad. Nadie se ha convertido con las disertaciones filosóficas, son un fácil recurso de la indiferencia o una túnica brillante cubriendo necesidades penosas. El reino de Dios es la Divina edificación de la luz. Y la luz ilumina dispensando los largos discursos. Nadie puede ofrecer a otros aquello que aun no posea en el corazón. ¡ Ve trabaja sin cesar por tu gran victoria. Cuida de ti mismo y ama a tu prójimo sin olvidar que Dios cuida de todos. Tadeo guardan las enseñanzas de Jesús para en el futuro sacar él más elevado provecho de ellas. Y al día siguiente frente a la comunidad de sus seguidores, destaco, la necesidad de que cada uno se debe entregar al esfuerzo silencioso de su propia edificación evangélica y Jesús esclareció a sus sinceros apóstoles, como se cuenta en la narración de Lucas: - voy a volver a la casa de donde he salido; y al llegar a ella, la encuentra barrida y arreglada. Después, se marcha y lleva consigo más siete espíritus peores que él, y penetra, para fijar allí su morada; así la situación última de aquel hombre viene a ser peor que la anterior. Entonces todos debemos comprender que no basta enseñar el camino de la verdad y del bien a los espíritus perturbados y malhechores, sino que, además, es indispensable que cada uno edifique la fortaleza luminosa y sagrada del reino de Dios, dentro de uno mismo. Dice nuestra querida Amalia Domingo Soler que no hay duda de que los espíritus intervienen en nuestras existencias, pero no solo los malos e impíos, sino también los buenos y justos, los educadores y benefactores. Dios no se violenta con sus hijos, el libre albedrío del hombre es siempre respetado, pudiendo escoger moral y psíquicamente las compañías espirituales que le complazcan por medio de su propia conducta. Las leyes de sintonía.- semejante, con semejante- establecen los vínculos automáticos de quienes, encarnados o no, se identifican, atrayéndose o repeliéndose en razón de las afinidades fluidificas.
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Los enemigos desencarnados intentan por todos los medios perjudicar a aquellos de quienes se convirtieron en enemigos, pero para que logren su intento, necesitan encontrar respaldo vibratorio en sus víctimas pues de lo contrario nada consiguen. La Divinidad no necesita de justicieros que tomen las leyes en sus manos para que estas se cumplan. Hay mecanismos de regularización que siempre alcanzan a los deudores por medio del amor o del dolor, no es justo transferir a los espíritus la responsabilidad moral de los fracasos, culpándolos por la mala suerte, por los accidentes y malestares etc. Cuando sucumbamos bajo una acción destructiva, proyectada y conseguida por los espíritus malos, no se debe culpar a ellos sino a uno mismo ya que se es responsable por haber ofrecido receptividad a sus ideas perturbadoras, que deberían ser rechazadas con las fuerzas morales, antídoto natural contra todas las influencias perniciosas. El espiritismo es la doctrina que impulsa a sus adeptos al perfeccionamiento moral para evitar que estos dejen, por el camino recorrido, huellas negativas de su marcha, pues conscientes de todas sus responsabilidades especialmente de aquellas de naturaleza moral, que se amplían en razón de sus continuas conquistas rumbo a la liberación total de los atavismos inferiores, de los instintos primitivos, les permite la conquista de la intuición, que es el paso inmediatamente superior de la razón, para alcanzar la sabiduría: la culminación del amor y del conocimiento. Dichosos los que se reúnen en nombre del Señor para aprender su enseñanzas Evangélicas, pero más feliz es aquel que las grava en su corazón y procura llevarlas a la práctica. Fijemos ese reino de luz y hagámoslo nuestro principal objetivo, estemos atentos y vigilando para que sepamos rechazar todo aquel que intente alejarnos del camino que nos ha de llevar a la verdadera vida la del espíritu. Trabajo realizado por Merchita Miembro fundador del centro espirita Amor Fraterno, de Alcázar de San Juan, (Ciudad Real) ESPAÑA
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LA ORACIÓN DOMINICAL La oración es un acto de alabanza al Padre, autor de todas las horas; Fuente Augusta de todas las cosas, Progenitor Soberano de donde todo procede y hacia cuya grandeza todo marcha… Los espíritus han dicho siempre: “La forma no es nada; el pensamiento lo es todo”. Rogad cada uno según vuestras convicciones y del modo que más os conmueva, pues un buen pensamiento vale más que numerosas palabras; si en ellas no toma ninguna parte el corazón. Jesús estando rodeado de sus discípulos, y viendo estos que meditaba, le pidieron que profundizase las explicaciones acerca de la oración dominical que El estableciera como un código de ternura y respeto para con Dios, a fin de que pudiesen penetrar mejor en las realidades transcendentes de la vida.
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El Amigo Divino escucho los requerimientos del afecto y, sin demora, explico: La oración es, ante todo, una actitud mental de la criatura para con su creador. En ella deben manifestarse las reales necesidades del alma, en una expresión de confianza y cariño, abriéndose, desnudándose, y al mismo tiempo, permaneciendo receptiva a las respuestas de la Sabiduría Excelsa. “Así, pues, la oración se divide en tres etapas, en las cuales el ser dilata sus percepciones y amplia su capacidad de entendimiento en relación a si mismo y a Dios. “La alabanza es una expresión de cariño y reconocimiento que debe fluir del ser, a fin de producir una sintonía a través de la cual transiten los sentimientos de exaltación del bien, para abrirse en un ruego a favor de las legitimas necesidades, aquellas que son indispensables para una existencia feliz y correcta en el mundo, cuya transitoriedad constituye, por si misma, una advertencia y una invitación a la humildad. “No siendo el cuerpo más que una vestimenta, el uso desgasta con facilidad esa estructura, y su extinción señala, inesperadamente, la conclusión de la etapa para la cual fue elaborado. “Saber pedir es un arte, de modo que la petición no debe constituir una imposición apasionada o un capricho que no merece consideración. La plegaria debe revestirse con la emoción de la confianza y el reconocimiento, en una postura a través de la cual, una vez encaminado el pedido, su concesión dependerá de los valores que no pueden ser conocidos por el solicitante, y su respuesta, cualquiera que sea, se aceptará con alegría… El hombre aun incapacitado para saber que es lo que más le conviene para su crecimiento espiritual, su felicidad real, solicita lo que le parece más importante. No obstante, solo el Padre sabe lo que es más valioso para el hijo que está adquiriendo experiencias. “Debido a esa realidad, El no siempre concede lo que se Le pide y conforme se quiere, sino aquello que puede contribuir al bien legitimo del ser. La oración debe revestirse, pues, de tres actos consecutivos: alabar, pedir y agradecer confiando.
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“No es por mucho hablar, por las características del pedido, o por las palabras con que se revisten las ideas, que la oración adquiere valor. Antes bien, es por la entereza del contenido y por el sentimiento que lo acompaña que alcanza más fácilmente los divinos oídos y, al mismo tiempo, conduce de regreso la respuesta celeste.” Los espíritus nos han recomendado que coloquemos la “oración dominical” no solo como oración, sino como símbolo de todas las oraciones, porque viene del mismo Jesús, porque puede suplir a todas según el pensamiento que se une a ellas. Es el más perfecto modelo de concesión, verdadera obra maestra de sublimidad y sencillez. Pese a ser breve, resume todos los deberes del hombre para con Dios, para consigo mismo y para con el prójimo; encierra una profesión de fe, un acto de adoración y de sumisión, la petición necesaria para el desarrollo de la vida, y el principio de caridad. Decirla a la intención de alguien, es pedir para ese alguien lo que pediríamos para nosotros mismos. En razón de su brevedad y el sentido profundo de algunas de sus palabras que la componen, hace que pase desapercibido su significado. Cuando la decimos generalmente se dice sin dirigir el pensamiento sobre las aplicaciones de cada una de sus partes; la proferimos como una formula cuya eficacia es proporcionada al numero de veces que se repite. Para suplir el vació que la concisión de esta oración deja en el pensamiento, es que la vamos a analizar, a desarrollar su sentido y su aplicación. Según las circunstancias y el tiempo disponible. Ahora preguntémonos todos: ¿Tenemos la certeza de que podemos hacer la oración que el Maestro nos enseño para recibir las vibraciones y Fluidos Benéficos de lo Alto? Podremos decir ¡Padre nuestro que estas en los cielos santificado sea tu nombre!” Mateo7:21 – NOS DICE A ESTE RESPECTO: “No todo el que me dice: ¡Señor, Señor! Entrará en el reino de los cielos, más si aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.”
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¿Acaso tenemos una relación estrecha de respeto, obediencia y humildad, vivimos el día a día a gusto de Nuestro Padre, como Cristo nos enseño? ¿Qué haríamos nosotros por nuestro padre terrenal si lo quisiéramos de verdad? Procuraríamos hacer lo que el nos dice, procuraríamos darle gusto, rodearlo de bendiciones, de cariño, y comprenderíamos muy bien lo que él nos enseña, porque siendo un buen padre, no puede desearnos ningún mal. Dios es un padre amoroso con sus criaturas, la mejor manera de demostrarle que lo amamos es cumpliendo sus leyes, y así estaremos en comunicación constante con El. Juan 12:44 – 46 A ESTE RESPECTO JUAN NOS DICE: “Y Jesús clamo diciendo: Quien cree en mi, cree, no en mi, más si en aquel que me envió. Y quien me ve a mi ve a aquel que me envió. Yo vine como la luz para el mundo, a fin de que todo aquel que cree en mi no perecerá en las tinieblas.” Jesús es el Maestro Mayor, vino en nombre del Padre para enseñarnos el Camino para llegar a Él, por eso todo el que quiere ir al padre ha de seguir sus pasos, porque Él es el camino la Verdad y al vida. “Venga a nosotros tu reino” Si aun no hemos sido capaces de reconocer en nuestro semejante, sea cual sea su condición, a un hermano nuestro, como vamos a sentir en el a un hijo también de nuestro Padre? Mateo 12:50. “Porque cualquiera que hace la voluntad de mi Padre celeste, ese es mi hermano, mi madre:” Juan 4:20 - “Si alguien dice: Amo a Dios, y odia a su hermano, es mentiroso; pues aquel que no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve.” Podremos decir “Que estas en los Cielos” ¿Si aun no sabemos que El está en todas partes, testimoniando todos nuestros intereses y esfuerzos que miran las cosas materiales y placeres mundanos, o también, el intento de perfeccionamiento de nuestro espíritu?
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Mateo 18:18 – “En verdad os digo que todo lo que ligares en la tierra, habrá sido ligado en el cielo, y todo, lo que desligamos en la tierra, será desligado en el cielo” Podremos decir “Santificado sea tu Nombre” ¿Si aun no tenemos las condiciones de “evolución espiritual” obligación de todo Hijo, en obediencia a los mandamientos del Maestro, y sabemos que es necesario, cómo vamos a Santificar su Nombre? Todo el que cree en Dios, ve su poder y su bondad. Ve la armonía del Universo que atestigua su sabiduría, ve prudencia y previsión, tal que sobrepuja todas las facultades humanas; su nombre está inscrito en todas las obras de la creación; desde lo más pequeño hasta lo más grande, en todas partes vemos la solicitud paternal, es ciego el que no reconoce en sus obras, orgulloso el que no lo glorifica, e ingrato el que no le da las gracias. Podremos decir “Venga a nosotros vuestro Reino”, ¿Si aun no nos dispusimos a desistir de nuestro propio “reinado fantasioso” y aceptar las Justicia y Bondad que reinan en torno de Dios, y que deberían tomar cuenta nuestro corazón? Nadie puede alegar que ignora las leyes de Dios porque por su bondad las gravo en la conciencia de cada uno, sin distinción de cultos ni de naciones; los que las violan es porque desconocen a Dios. Aquél que reconoce a Dios como Soberano Señor de todas las cosas, se conduce por el camino de la verdad. Y cuida que nadie venga a enredar con su filosofía y sutilezas, conforme a la tradición de los hombres, conforme los rudimentos del mundo, en vez de según Cristo.” Podremos decir “Sea Hecha vuestra voluntad” ¿Cómo lo vamos hacer, si aun nos sentimos desgraciados, por lo que nos acontece, que contraria nuestros sueños y deseos, y no nos convencimos ni concordamos con la Sabiduría, Poder y Justicia del Padre? Todos los hijos deben sumisión a los padres y el inferior al superior, ¿Cuánto más debe ser de la criatura para con su Creador? Hacer la voluntad del Señor, es observar sus leyes, y someterse sin murmurar a sus divinos decretos; solo cuando comprendamos, que Dios es origen de toda sabiduría,
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y que sin El nada se puede, entonces realizaremos su voluntad en la Tierra, como los elegidos en el Cielo. Mateo ¡3:12 – “Pues al que tiene se le dará, y tendrá en abundancia; más al que no tiene, hasta lo que tiene le será retirado.” Santiago 1:12 – “Bien aventurados el hombre que soporta con perseverancia las pruebas; porque, después de haber sido probado, recibirá la corona de la vida, la cual el Señor prometió a los que aman.” Podremos decir “Así en la Tierra como en el Cielo” Si, verdaderamente, aun no nos ofrecimos, por no estar preparados y dispuesto a dar de nosotros para Servirlo, en esta o en otra situación, encarnado en el planeta, o desencarnado en el Espacio? Dios es el origen de toda sabiduría y sin el, nada podemos, entonces cuando realicemos la voluntad del Padre, podremos sentirnos a su lado, estemos donde estemos, porque El vivirá dentro de nosotros. Podremos decir “El pan Nuestro de cada Día” ¿Si aun no comprendimos que eso representa las necesidades materiales cotidianas y el alimento diario para nuestro cuerpo físico, con el fin de mantenerlo en condiciones de abrigar el Espíritu que, en esta encarnación, busca reparar las deudas del pasado y evolucionar? Dios secunda al hombre de buena voluntad que confía en El para lo necesario, pero no al hombre que se complace en la ociosidad, que todo lo quisiera obtener sin pena, ni al que busca lo superfluo. Muchos son los que sucumben por su propia falta, por su injuria, imprevisión, por su ambición y por no haber querido contentarse con lo que le es dado. Todo es fruto de nuestro hechos si no en estas en otra existencia, por eso debe animarse, para salir del atolladero. Pidiendo fuerzas para cumplir como es debido nuestras pruebas. Corintios 3; 16 -17 “¿No sabéis que sois santuarios de Dios, y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? si alguno destruye en santuario de Dios, Dios lo destruirá; porque el santuario de Dios, que somos todos, es sagrado.” Podremos decir “Dánosle hoy”,
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¿Si aun no nos esforzamos para conseguirlo, sin perjudicar a nadie, y sin nuestra intención o deseo continuo de ultrapasar las necesidades del propio vivir, sobreponiéndonos a todo, forzando situaciones para que nos sean favorables? Corintios 10:32 – 33 “No os tornéis causa de tropiezo ni para los judíos, ni para los gentiles, ni tampoco para la Iglesia de Dios, así como también yo procuro en todo ser agradable a todos, no buscando mi propio interés, más si el de muchos para que sean salvados.” Tesalonicenses 4:11 – 12 “Con todo, os exhortamos , hermanos, a progresar cada vez más, y a diligenciar por vivir tranquilamente, cuidar de lo que es vuestro, y trabajar con las propias manos, como os ordenamos; de modo que os portéis con dignidad para con los de fuera y nada vengan a precisar.” Cualquier cosa, por pequeña que sea, tiene gran importancia. La Tierra es mirada como un curso más o menos largo, donde los profesores son las propias almas, bajo la interferencia de la ley, filtrada en la mente del Maestro Mayor, Nuestro Señor Jesucristo, el fundamento de la vida de este planeta. Es el Hijo a quien Dios confió la dirección de la casa. La imagen, el trabajo, y la voluntad de Jesús habrán de ser el punto central de todas las reflexiones de los hombres de bien que desean la paz, plantado en el reino de la Tierra, para que la simiente de la verdad crezca, en el terreno sublimado de los sentimientos en preparación. El espíritu, en verdad, está pronto, más la carne es débil”. Las zancadillas en los caminos serán muy variadas; no en tanto, la ley nos garantiza que quien en ellas cae se dejo seducir por el cebo engañoso. La oración debe ser nuestro primer acto, para después transformarla en trabajo, en busca del pan de cada día. Podremos decir “Perdona” ¿Si aun no percibimos que, siendo la ley a cada uno según sus obras, no podrá haber ése perdón, literalmente hablando, si no nos es dada la oportunidad de compensar las faltas del pasado con el Bien que hacemos posteriormente? Podremos decir “Nuestras deudas”
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Si aun no llegamos a comprender que esas deudas con el Padre, no siendo más que injurias u ofensas contra nuestros semejantes, contraídas en esta o en anteriores encarnaciones, deben, infaliblemente , ser liquidadas por los actos, palabras o pensamientos a favor de otros hermanos? Podremos decir “Así como nosotros perdonamos” ¿Si aun, con sinceridad, no dejamos de lado el egoísmo, el envanecimiento y el aire de superioridad, y no queremos ver en el semejante las mismas debilidades y las misma posibilidad de hablar? Podremos decir “A nuestros deudores” ¿i, cuando perdonamos, nos dirigimos a alguien de modo humillante, olvidándonos de que también somos deudores, y que el Padre, a cambio, nos perdonará con todo la Suma Bondad? Podremos decir “Líbranos de todo Mal” ¿Si aun, muchas veces, buscamos situaciones, intencionadamente, con o sin vicios sociales, no preocupándonos en fortalecer nuestro espíritu, permitiendo la abertura de brechas que facilitan las intromisiones indeseables? Pedro nos dice al respecto 5:8 – 9 “Sed sobrios y vigilantes. El diablo adversario, anda a vuestro alrededor, como león que ruge procurando a alguien para devorar. Ignorarle firmes en la fe, seguros de que sufrimientos iguales a los vuestros están sucediendo en vuestra hermandad esparcida por el mundo. La perseverancia en el Bien y la persistencia en el ideal, serán la piedra angular de nuestra victoria. No podremos dar otra dirección al barco, que no sea la del camino seguido por Cristo. Tendremos que aprender a no tener miedo y hacernos ausentes en la lujuria. No habremos de ambientarnos con determinados hábitos, porque ellos son caminos para los vicios, y deberemos postar como centinelas delante de las extravagancias. El cuidado mayor tendrá que ser con nosotros mismos, en las intenciones, en la formación de pensamientos y en la liberación de las ideas en los actos diarios. Es bueno que sepamos que la eterna vigilancia es el soplo
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de la felicidad. Mejor aun será que reforcemos este asunto. Somos simientes lanzadas a la Tierra, que alguien va a tener el cuidado de plantar, en nombre de Cristo, El es el Jardinero de los Cielos, que no Se olvida de los jardines del mundo, para que en el mañana el reino de la Luz florezca y se instale en los corazones de los hombres. Vamos a encontrar en las batallas terrenas hombres cuya convivencia no soportaremos, si no fuese por la fe, dado a su prepotencia y crueldad, pues sienten desprecio por los simples y humildes y consideran esclavos a los que nada poseen. Para hablarles a ellos, será necesario tener mucha fe, mucha humildad y, por encima de todo, el perdón vibrando como un sol en nuestros corazones. En nuestro caso, quien no perdona, nada realiza. Seremos considerados por muchos como locos, mistificados, , fuera de la ley; crearan una tortura mental para nosotros, porque en materia de maledicencia, ellos son versátiles, en la crítica, hábiles maestros. Vigilemos, para que no entremos en comunión con ellos. Por ser considerados indignos de actuar junto a la juventud, como escuela de aprisionamiento de conciencias, que utiliza magia negra para hacer prodigios, seremos por muchos compañeros incomprendidos, criticados, incluso ignorados, intencionadamente. No obstante si miramos el pedido de Jesús cuando habla a sus discípulos, en Lucas, capitulo seis, versículo treinta y siete: “No juzguéis, y no seréis juzgados. No condenéis, y no seréis condenados. Perdonad, y seréis perdonados”. Veremos que es digno olvidarnos de todas las ofensas para no perder el tiempo enmarañándonos por iniquidades, para que nuestra mente vibre siempre positivamente, en el ideal de Cristo. Quien se ofende con la calumnia, está, en cierta forma, ligado al ofensor, a sus proezas. Es de interés primordial de nuestro colegio, vigilarnos en eso. La sombra que pasa sobre las aguas no se moja, por estar en otra frecuencia de la vida, y, los compañeros de Cristo no podrán macularse en el lodo de las incomprensiones de la Tierra, por estar en otra dimensión de la vida, colocados por el Amor, donde el perdón los defiende y la oración los protege. Si alguien en el mundo hecha fuego a la Tierra, inquietando a sus moradores, nosotros tendremos que ablandar ese fuego, aliviar el sufrimiento y elevar la fe a las condiciones de salvar la esperanza en Dios y en Jesucristo. La obediencia. Es la palabra de Pablo a los romanos, capitulo dieciséis, versículo diecinueve: “Pues vuestra obediencia es conocida por todos, por eso me alegro a vuestro respecto, y quiero que seáis sabios para el Bien
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y simples para el Mal”. La obediencia es estructura maravillosa para nuestras realizaciones, todavía, es peligrosa si cediéramos a las fuentes engañosas. No es por otro motivo por el que nos reunimos siempre, en ese esfuerzo de entender la voluntad de Dios, por intermedio de Cristo, que nos clarea la conciencia, dignifica la razón, tornándola en buen sentido ampliado, de suerte a saber lo que deberemos aceptar o no. No será por lo que fuera dicho por los papas o emperadores, por magistrados o sacerdotes, y por los que se colocan como sabios en el mundo, que iremos a captar todo sin examinar en primer lugar. Podremos oír, para después seleccionar con los cuidados que el corazón y la inteligencia con Jesús nos doto. Es aun Pablo quien propone, en la carta a los Tesalonicenses I. capítulo cinco, versículo diecinueve a veinte y dos: “No apaguéis el espíritu, no desprecies profecías. Juzgad todas las cosas, retened lo que es bueno. Obteneos de toda forma del mal”. No apagar el espíritu es dejar al alma comunicarse por la forma que ella entiende la vida, pues todos tenemos derecho a conversar, a exponer las ideas, a escribir sobre todos los asuntos que nos muestren; sin embargo, quien está hablando o escribiendo, también no nos puede forzar a aceptar todo lo que presenta como teoría, como su ideal; eso para todos nosotros sin excepción, es material para meditar. Vamos a ser obedientes a nuestros superiores, sin la convivencia con sus posibles maldades. Obedecer es nuestro derrotero, sin que con eso alimentemos la venganza, el odio o el orgullo. Muchas órdenes serán dadas a nuestro pequeño rebaño… Es que la selección deberá ser hecha en los escriños de la mente, con la participación del corazón. El amor nos indicará los medios de no acatarlas, cuando sean equivocadas, para que el exaltado no quede herido, o el vanidoso no se sienta rebajado, y la prepotencia no se encuentre con menos fuerza. Cristo nos enseñó, a silenciar delante de Pilatos, cuando este le preguntó lo que era la Verdad. el Maestro coloco en la conciencia de aquel gobernador el ambiente de la respuesta, sin que el se sintiese disminuido en su posición, o en sus derechos en relación a su posición, ante la Tierra. Es lo que pretendemos hacer. Silenciar, cuando las órdenes correspondan al mal para los otros, y tener la completa obediencia en el bien cuando a favor de la colectividad, haciendo fructificar sus simientes en todos los corazones que se ligaran al nuestro. Con estas actitudes, el respeto hacia nosotros deberá aumentar. Es de eso que precisamos, para que podamos realizar nuestros ideales de Fraternidad, de Perdón, y de Amor, para con todas las criaturas.
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Todos de alguna manera luchamos como lobos en los caminos de la Tierra, a veces somos devorados por el odio, azotados por la venganza, amordazados por la usura, más nunca debemos olvidarnos de la Fe y del Amor. Confiemos y prosigamos, que estaremos con Cristo, y Cristo con nosotros Podremos decir “Así Sea” Sin que honestamente, volvamos dentro de si y digamos: “¿Acontezca lo que acontezca, favorable o desfavorable, acepto humildemente, como castigo merecido, conforme he hecho, en esta o en otra encarnación, por medio del cuerpo que abrigo mi espíritu? II Corintios 5:10 – “Porque importa que todos nosotros comparezcamos delante del tribunal de Cristo para que cada uno reciba según el bien o mal que haya hecho, por medio del cuerpo.” Las persecuciones que nos hacen sufrir los malos, son parte de nuestras pruebas y debemos aceptarlas sin murmurar. ¡Felices los que sufren por la justicia! Bendigamos pues la mano que nos hiere, y nos humilla, porque las heridas del cuerpo nos fortifican el alma y seremos levantados por nuestra humildad. “Ante cualquier dificultad recuerda el poder de la oración y ruega inspiración al Cielo, realizando siempre lo mejor para que lo mejor se haga en ti y a través de ti, sin que te olvides que todo apelo encuentra respuesta, según lo que merezca el que pide y la forma cómo lo pide." Jesús, nos dijo, que la oración hecha en común es un haz de pensamientos, de voluntades, de rayos, de armonías y de perfumes que se dirige con mayor energía hacia su objeto. Puede adquirir una fuerza irresistible, capaz de remover, de conmover las masas fludicas. La oración es el pensamiento tendido hacia el bien, el hilo luminoso que une a los mundos oscuros con los mundos divinos, a los Espíritus encarnados con las almas libres y radiantes. No debemos desdeñar la oración ella nos libera del conflicto de las pasiones y de los intereses, nos transporta por encima de las cosas cambiantes y nos une a lo que es fijo, permanente en el Universo.
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Al final de cada día, antes de entregarnos al descanso, descendamos hasta nosotros mismos y examinemos con cuidado nuestras acciones. Sepamos condenar las malas, con el fin de evitar su repetición, y celebremos todo cuanto hayamos hecho de bueno y útil. Y si se nos hace difícil decir algunas palabras, digamos: Dios mío, Tú que eres grande, Tu que lo eres todo, deja caer sobre nosotros, que somos pequeños, que existimos porque Tu lo has querido, un rayo de Luz. Has que penetrados de tu amor, encontremos fácil el bien y odioso el mal; que animados por el deseo de agradarte, nuestro Espíritu salve los obstáculos que se oponen al triunfo de la verdad sobre el error, de la fraternidad sobre el egoísmo; has que en cada compañero de padecimientos veamos a un hermano, como Tú ves en cada uno de nosotros a un hijo el cual debe volver a Ti Danos el amor al trabajo, que constituye el deber de todos en la Tierra, y con la ayuda de la antorcha que has puesto a nuestro alcance, ilumínanos acerca de las imperfecciones que retrasan nuestro adelanto en esta vida y en la otra. Y terminamos pidiendo por todos, por los que nos hacen sufrir y por nosotros, porque todos necesitamos el socorro divino, y aceptando la voluntad del Padre, damos paso a la ayuda porque ya nos predisponemos para ello, con nuestra resignación y nuestra lealtad al Padre, pese a todo y a todos.
Trabajo realizado por Merchita Miembro fundador del centro espirita Amor Fraterno Alcázar de San Juan (Ciudad Real) España
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AMAR AL PRÓJIMO COMO ASÍ MISMO Jesús recomendó que el amor debiera ser la piedra angular de todas las construcciones. Lo consideró el mandamiento mayor y sintetizó toda la ley a los profetas en el amor a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo. En esa instrucción de aspecto triple está presente la totalidad de las realizaciones humanas, las ambiciones y las metas. El amor a Dios significa el respeto y la acción preservadora de la vida en sus más variadas expresiones, del cual el ser llega a formar parte, integrante del conjunto cósmico. La responsabilidad ante la Naturaleza sin agredirla ni despreciarla, antes bien, colaborando por su desarrollo y armonía, expresa el amor que contribuye a la obra divina y rinde homenaje a su Autor. El motivo principal de la caridad fraterna no es el mero precepto, ni mucho menos el temor del juicio que amenaza a quien no vive en el amor. El motivo principal es más bien el mismo amor de Dios y el admirable don de su amor, que a todos nos ciñe con sus ataduras.
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Cuanto más adelanta el cristiano en el amor a sí mismo y al prójimo, más se esfuerza por darle como motivo directo el amor a Dios y el ejemplo de Cristo. Dios proclamó el precepto del amor en todos los tonos, con canto de harpas y repique de campanas y estruendo de victoria, y hasta con las clamorosas trompetas que llaman a juicio; así análoga y progresivamente, a medida que va creciendo su amor, debe el cristiano establecer un acuerdo perfecto entre los diversos motivos que lo inducen a practicar la caridad. El amor de sí mismo encuentra un poderoso estímulo en el natural instinto de conservación. Y si el hombre no se hubiese salido del orden, no hubiera sido necesario preceptuarle el amor cíe sí mismo. El hombre se ama a sí mismo por necesidad; la primera obligación que impone el amor de sí mismo es la de cortar esa innoble inclinación al egoísmo. El amor al prójimo es consecuencia de aquel que se profesa a su Progenitor; muestra la fraternidad que nos debe unir a todos, por ser Sus hijos predilectos que marchamos de regreso a Su seno. Sin este sentimiento hacia nuestros hermanos, nos desorientamos en la soledad y nos debilitamos, perdiendo el entusiasmo por las actividades esclarecedoras. Cuando le preguntaron a Jesús cual era el mayor mandamiento, Jesús respondió que Amar a Dios sobre todas las cosas y el segundo tan importante como el primero Amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. En estos dos mandamientos se encierra la Ley de Dios y el ejemplo que Jesús puso a sus discípulos lo define con mucha claridad: Se trataba de un rey que decidió ajustar cuentas con sus siervos, uno de ellos, fue llamado y este le debía diez mil talentos, y no teniendo este con que pagarle, mando apresarlo a el y a su familia, tomar sus posesiones y todo venderlo para pagar su gran deuda. El siervo poniéndose de rodillas, lloro y suplico pidiendo piedad, y el Rey se compadeció de aquel siervo deudor, perdonándole la deuda. Al salir para fuera, se cruzo con un compañero de el, que le debía cien denarios, sin pensarlo, lo tomo por el cuello, profiriendo las siguientes palabras, ¡págame lo que me debes! Este se arrodillo y le suplico tuviese piedad y que tuviera paciencia, que le pagaría lo que le debía, el sin embargo ni lo escucho, lo mando hacer preso, hasta que le pagase la deuda. 32
Los siervos viendo esto fueron al rey y se lo contaron. El rey lo llamo de nuevo y le dijo: Siervo malo e infiel, yo te perdone la deuda, porque me lo pediste, ¿no deberías tu haber hecho lo mismo? ¿Haber tenido piedad de tu compañero, como yo la tuve de ti? Herido el rey por su mala conducta, lo mando apresar hasta que le pagase la deuda. “Así sin duda ara Dios con todo aquellos que no perdonen a sus hermanos” (Mateo, XVIII, 21 – 35) Esta parábola explica muy claramente la concesión que debemos hacer a nuestro prójimo, para que nosotros podamos recibir de Dios la recompensa en la misma moneda. Jesús escogió esta parábola, con el fin de demostrar al hombre la bondad de Dios, y la naturaleza de la Doctrina que en nombre del El estaba transmitiendo a todos. No fue necesario escoger a otro deudor para explicar el significado de la parábola, uno bastaba para completar totalmente la lección. Amar a nuestro prójimo, como a nosotros mismos, es hacer a los otros lo que nos gustaría que se nos hiciese a nosotros, es la expresión más completa de la caridad, porque resume todos los deberes para con el prójimo. Cumpliendo esta máxima, eliminamos el egoísmo que hay dentro de nosotros, cuando la tomemos como regla de conducta, comprenderemos la verdadera fraternidad, no tendremos odios ni disensiones, porque siempre haremos brillar la paz a nuestro alrededor y la justicia, porque no abra odios ni disensiones, sino unión, concordia y benevolencia mutua. Debemos procurar no causar prejuicios materiales o morales a nuestros hermanos, no debemos violar sus intereses, y si respetar los derechos de cada uno, como nos gustaría que se respetasen los nuestros, este cumplimiento se extiende a la familia, a la sociedad, a la autoridad, lo mismo con los individuos. Todos tenemos unos deberes que cumplir, y no debemos faltar a ellos, debemos procurar ejercer sobre ellos una acción correcta, para que la vida no nos pida el pago por el incumplimiento de ellos.
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Jesús al decirnos que demos al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios, nos lo dio a entender claramente. El amor es el sentimiento por excelencia, y los sentimientos son los instintos elevados a la altura del progreso realizado. El hombre en su origen solo tiene instintos; más adelantado y corrompido, solo tiene sensaciones, pero instruido y purificado, tiene sentimientos y el punto exquisito del sentimiento es el amor, no el amor en el sentido vulgar de la palabra, sino esa luz interior que condensa y reúne en su ardiente foco todas las aspiraciones y todas las revelaciones sobrehumanas. Jesús nos trajo el amor, una palabra que hizo estremecer a los pueblos y a los mártires, es la virtud por excelencia, ya que el amor lo puede todo, solo por el amor será salvado el hombre. El Espiritismo, a su vez viene a pronunciar la segunda palabra del alfabeto divino, “reencarnación” sabiendo que no morimos , nos revela a los hombres nuestro patrimonio espiritual, el cual no se pierde, y nos da la esperanza de donde hicimos mal, poder hacer el bien, edificando nuevas construcciones. Tratando de limar las malas inclinaciones, de hacer el bien, para poder elevarnos, y así comprender la ley de amor, que nos ha de unir a todos, como hermanos, a través de ese amor gozar aquí en la tierra de los suaves goces del alma, que solo son preludios de lo que será allí en el cielo. Todos poseemos en el fondo de nuestro corazón la chispa del amor, y lo podemos observar muchas veces, en los seres más perversos, en los criminales, donde siempre existe un punto, por el cual se hace más vulnerable, más débil, puede ser un objeto, una persona, ante el cual se siente debilitado, y ante el cual se rinde. Moralizándonos y con el desarrollo de la inteligencia, todos, un día lo habremos hecho germinar dentro de nosotros, pues muchas veces está comprimido por el egoísmo, desmedido con el que contrajimos grandes deudas y que estamos a tiempo de rectificar, a través de la pluralidad de las existencias, que es la única que nos facilita esa oportunidad. El amor que es de origen divino, es el arma más eficaz para matar el egoísmo, bajo cualquier forma que se presente, pues no debemos olvidar, que además del egoísmo personal, lo hay de familia de casta, de nacionalidad. Jesús nos dijo que amasemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos, y no debemos olvidar que nuestro prójimo no es la familia, la nación, el pueblo donde vivimos, es la Humanidad entera.
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Solo cuando seamos capaces de amarnos como hermanos, podremos llamarnos discípulos de Cristo. Solo entonces habremos mejorado nuestras tendencias inferiores, y procuraremos el bien en todas partes, nuestro ejemplo dará sus frutos, cuando en la Tierra se practique la caridad, la paciencia, la humildad, el perdón, la resignación en una palabra todas las virtudes estará purificada. Mientras tanto es un planeta de expiación y de pruebas, y el hombre estará aprendiendo la gran lección de amar a su prójimo como a sí mismo. Nada podemos hacer de cara a engañar a los hombres, porque los primeros engañados seremos nosotros, no fructificara la planta del amor, en aquellos que solo sean de apariencia, Dios ve nuestro fondo, y por eso es a El a quien hay que rendir testimonio, cuanto antes terminemos la gran obra de nuestra redención, antes gozaremos del bienestar que da el bien, antes podremos ayudar y formar parte del cortejo de las almas sublimadas a través de las cuales, reciben ayuda aquellos que aun no se decidieron, que no se decidieron a amar para merecer ser amados. Aquellos en que el egoísmo aun es la nota predominante, debemos tratar de destruir esa hierva dañina, es un monstruo devorador que domina a las inteligencias, las doblega a sus mezquinos intereses, y no les deja ver, que es el causante de las miserias por las que pasa, y que hacen que no pueda sentir en si la felicidad, si todos nos amasemos, la caridad se practicaría mejor, sentiríamos más el dolor ajeno. No debemos olvidar, que no solo son enfermos los que piden ayuda para sanar sus llagas, también son los ladrones y los perversos, que hacen un gran mal a sus semejantes, todos son enfermos, con distintas dolencias, por eso Jesús nos lo demostró no rechazando a la mujer adultera, el criminal todos eran atendidos por él, y así debemos hacerlo también nosotros, pues todos necesitamos a veces de auxilio, y de perdón, y cuando seamos contrariados, cuando la ingratitud sea la moneda que recibamos del hombre, por un bien realizado, dejemos siempre la justicia a Dios, nunca demos el odio, la indiferencia, el desdén como respuesta a esa dadiva ,siempre acordémonos de que el amor cubre la multitud de los pecados, todos los disfraza , los oculta, para hacer crecer en ellos el amor que es el bálsamo reparador y que elimina todo el mal producido. El orgullo y el egoísmo son la plaga de la Humanidad, ellos hacen que el hombre este siempre guiados por intereses y sean pisoteados los afectos más sanos, y que los lazos de la familia sean destruidos que son sagrados.
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Es imposible la caridad sin la fe. Podemos tener gestos generosos, pero estos siempre serian austeros, no es lo mismo la caridad ejercida por un hombre guiado por su fe, ella es la única que nos facilita el llevar con resignación la cruz que cada uno cargamos. El hombre que goza de todo en la Tierra, piensa que solo debe ocuparse de procurar su felicidad, aquí en la tierra, en cambio aquel que tiene fe en Dios, procura edificar aquí el reino dentro de si mismo, venciendo sus pruebas, ejerciendo la caridad, luchando para mantener su armonía dentro de los diversos ámbitos que le toca vivir, venciendo su egoísmo, su vanidad y orgullo, sabe que triunfará, y la felicidad verdadera será en el por haber vencido los impedimentos para serlo. Que son los defectos morales que lo entorpecen y no lo dejan ver la realidad de las cosas. Sin la caridad no hay salvación, siempre hay alguien que nos perturba, que nos inspira, resquemor, que nos pone la zancadilla, que no nos comprende, que nos hace mal, y si no ejercemos la caridad con ellos, perdonándolos y devolviéndoles bien por mal, seremos juguetes en sus manos, dejándonos llevar por las sensaciones que ellos nos inspiran, por eso Jesús nos dijo que debíamos a esos amarlos, como a criaturas de Dios, perdonándolos y tratándolos como enfermos especiales que necesitan de nuestro mayor comprensión, pensando siempre que a nosotros se nos pedirá más porque hemos recibido más, ellos son ciegos que no ven y sordos que no oyen, por eso a través de nuestro auxilio y comprensión sincera, es que despertaran. El amor a los enemigos está esencialmente comprendido en la "regia ley" de la caridad fraterna. Ese amor es la piedra de toque para comprobar si nuestra conducta con el prójimo procede realmente de la caridad divina y se amolda a ella. El amor que Dios nos tiene no es únicamente un amor de amistad — "os llamo mis amigos" —, sino que es también, y muy realmente, amor a los enemigos: "Dios probó su amor hacia nosotros en que, siendo pecadores, murió Cristo por nosotros... porque siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo..." (Rom 5, 8 ss). Es preciso perdonar siempre de corazón, aun cuando el ofensor no pida perdón. Se puede pedir la justa satisfacción del honor, o sea, del buen nombre, o de los bienes temporales, pero siempre cuidando de no dejarse arrastrar por el espíritu de odio y venganza. Preciso es reconocer de buena gana las buenas cualidades que tenga el enemigo y desearle sinceramente todo bien, sobre todo la eterna salvación y cuando se trata de personas con las que se tienen especiales relaciones (parientes, vecinos), se les han de dar aquellas muestras especiales que, según la costumbre general, se les deben
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en razón de aquellos lazos como muestras generales se pueden señalar el devolver el saludo y la oración; como muestras especiales, el dirigir el saludo, no simplemente el devolverlo, y cierto trato social. No se puede exigir a una persona gravemente ofendida que cumpla inmediatamente con las más onerosas obligaciones que impone la perfecta caridad. Sin duda el apóstol amonesta seriamente a que no dejemos que el sol se oculte sobre la ira (Eph 4, 26) ; pero hay que conceder que, aun desde el punto de vista' puramente psicológico, necesita el hombre cierto tiempo para sobreponerse a la irritación y al dolor. Por eso, muchas veces habrá que contentarse con que la persona ofendida esté dispuesta a dar el primer paso para vencer el resentimiento; ese paso será el orar por el ofensor, el pedirle a Dios la gracia del verdadero perdón, el proponerse no hablar mal del "enemigo". Y cuando han fracasado ya varios intentos de reconciliación, o cuando el otro se ha negado obstinadamente a devolver el saludo, la prudencia aconseja esperar una ocasión más propicia, y mientras tanto permanecer simplemente en la disposición de reconciliarse. Tiene la amistad cristiana, como nota característica esencial, el no ser hermética y exclusivista, sino, por el contrario, abierta a cuantos tienen necesidad de amor: cuanto más profunda, más amplia y acogedora. El amor es, ante todo, el sentimiento en que radican los motivos de toda acción 18, es la conformidad interior con los valores cíe otra persona junto con la inclinación amorosa hacia ella. El amor noble y elevado a una persona es un sentimiento que oscila entre la atracción, espiritual (y en cierto modo magnética) que ella despierta y la respetuosa reserva, que obliga a guardar las distancias. El amor es, pues, una tensión. Tan luego como uno de estos dos polos suprime al otro, el amor queda en su esencia disuelto; toda preponderancia del uno sobre el otro lo pone ya en peligro. El amor cristiano al prójimo reside primordialmente en el sentimiento. Se asemeja, pues, al amor natural. Radica en el corazón del hombre, en los sentimientos naturales del amor, a los que da una nueva y más elevada orientación. El amor sobrenatural, así como el natural, tiene necesidad de manifestarse en obras de amor; pero sus motivos y su fuerza vienen del otro mundo. Por su nobleza, supera inmensamente al simple amor humanitario a los semejantes, porque sólo el amor cristiano conoce el infinito valor del prójimo y su vocación a la amistad con Dios. El amor a los enemigos muestra que el amor cristiano puede florecer aun allí donde falta la conformidad in-
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terior, la simpatía natural; y esto porque se funda en motivos sobrenaturales y en el don de Dios. Pero si el amor cristiano no nace por obra y gracia de los sentimientos naturales del amor, no por esto deja de despertarlos y de emplearlos en su propio servicio, cuando ya existen. El amor de Dios, al salir en busca del hombre, no encuentra sino enemigos "pecadores" ; el móvil y finalidad del divino amor a los enemigos es vencer la enemistad. De enemigos pretende hacer amigos; el precio fue la muerte de Cristo. La divina' caridad, siendo amor real, no flota en el aire sin contacto con el amor natural; por el contrario, es amor que penetra los afectos naturales, y por lo mismo se conforma necesariamente con el deber de preferir a quienes nos están más unidos naturalmente, suponiendo, por otra parte, que las circunstancias son iguales. No defraudemos nunca a los débiles, para ellos somos el espejo a través del cual se miran para ver sus defectos, procuremos siempre ejercer la caridad con ellos, despertando a través de nuestro ejemplo y neutro cariño, en ellos el sentimiento de la fe, que vean nuestro esmero en alcanzar la plenitud de la luz de Dios, trabajando para El, sin intereses de ninguna clase, solo ejerciendo el bien, por el bien mismo. Imaginemos que somos hijos todos de un mismo Padre, y que en el seno de la familia, nadie somos iguales, Dios siempre permite que los fortalecidos con conocimientos, sean un auxilio para los débiles, e ignorantes, pues de hay que a nuestro alrededor haya hermanos tan diferentes a nosotros, sin ninguna fe en Dios, todos nos abastecemos en la gran viña. Todos somos necesarios y útiles en algún sector de la vida, lo realmente importante es que la espiga, alimente con su fruto y el ser también con su trabajo. Seamos buenas semillas, creciendo para Dios, tratemos con total desinterés a la planta enferma, ella también dará un día sus frutos, pero mientras tanto, en todo lugar podemos ejercer la caridad, siendo siempre tolerantes y solidarios con aquellos que no son como nosotros, y que crecen para Dios igual que nosotros aunque a distinto nivel. No debemos juzgar a nadie, eso es cosa de Dios que nos dio la vida, por eso cuando veamos a un malhechor no evitemos el ayudarle si nos es permitido, pues el juzgarle es cosa de Dios, y el de nosotros el hacer el bien en todas partes, sin mirar a quien, sin ver el color de la piel, sin interés, porque solo así, es como el Padre devolverá ciento por uno, el más mínimo in-
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terés, puede hacer perder esa buena acción todo merito, pues solo el bien es las miras que deben regir nuestros actos. Cuando Jesús nos habló de la “pureza de corazón” nos enseñó a adquirir los tesoros inalienables del espíritu, con los cuales el hombre es feliz.
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EL ANIMISMO El fenómeno anímico, en la esfera de las actividades espiritas, es la intervención de la personalidad del médium en las comunicaciones de los espíritus desencarnados, imponiendo en las mismas algo de sí mismo y a cuenta de los mensajes transmitidos del Más Allá. Decir que una comunicación es “ anímica “ es decir que el alma del médium intervino exclusivamente, manifestando este sus conocimientos y conceptos personales, aunque los rotule con el nombre de un espíritu desencarnado. Esa interferencia anímica inconsciente es tan sutil que el médium es incapaz de percibir cuando su pensamiento interviene o cuando el espíritu comunicante transmite sus ideas por contacto espiritual. El animismo es un fantasma de tal orden que se torna una de las constataciones que más oprimen a los Médiums y exacerban dirigentes de sesiones. El animismo lo podemos considerar como un ruido en la comunicación Mediúmnica, él será capaz de interceptar el mensaje y alterarlo de tal forma que adultere su sentido más profundo. No quiere esto decir que el animismo es unan problema en sí mismo. El sentido de la vida en la Tierra tiende para el animismo, mientras es también expresión de progreso, de enriquecimiento del alma, avanzando para servir a la vida. Se espera que las personas sean creativas, que desarrollen sus habilidades artísticas, literarias, deportivas, de eso de aquello. Exige que cada día los individuos se presenten con peculiaridades que los hagan más exuberantes, más auténticos, más originales. Y eso todo sigue por cuenta del animismo, de la búsqueda de lo más íntimo para el exterior. El Maestro, concitó a los hombres a que hicieran brillar “ su propia luz “, afirmando en la continuidad de las enseñanzas “ Vosotros sois dioses “ y “sed perfectos”, como el Padre Celestial es perfecto. En cada uno de esos momentos el Maestro deja claro la importancia de que cada hombre se impusiese él deber de desarrollar las propias potencialidades, los recursos del alma, anímicos por lo tanto. En cualquier fenómeno mediúmnico el factor anímico es inevitable, por el hecho de que el comunicante espiritual se vale de los elementos biológicos, psicológicos y culturales del médium, para elaborar y exteriorizar su mensaje, en lo que se refiere a la calidad y a la intensidad del fenómeno, se espera que la interferencia anímica no sobrepase las líneas de lo admisible, digamos, de lo soportable.
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En una reunión Mediúmnica os que se desea es él dialogo con el desencarnado, a fin de que se le oigan los razonamientos, se le capten las ideas y no los pensamientos e ideas del médium revestidas de características variadas. En una sesión Mediúmnica el médium debe tornar pasiva su actividad mental al máximo, permitiendo que el desencarnado comunicante se exprese lo más perfectamente posible. Cuanto más se rebajan las tensiones psíquicas, más se abren las posibilidades de mayor actuación del comunicante con el médium. Esa pasividad psíquica, sin embargo, no se da sin los necesarios ejercicios, sin los entrenamientos prologados, cuando el médium va aprendiendo a hacer largos periodos de silencio intimo, que comienzan por pequeños momentos de tentativas que revelan el esfuerzo del candidato al intercambio para aquietar, gradualmente, las agitaciones del alma. Los espíritus agradecen al padre la oportunidad que les brinda de inspirar a los hombres a favor de la ventura, del bien y alegría. Ellos nunca desprecian la oportunidad de los Médiums anímicos cuando les interpretan a su modo personal, pero que conservan la idea central y autentica de aquello que inculcan en su alma. La criatura anímica, cuando se encuentra en trance, revela su temperamento psicológico, alegría o aflicciones, mañas o venturas, sueños o derrotas. Esa manifestación anímica, a cuenta de la mediumnidad, cuando se manifiesta en trance conturbado o escenas dolorosas, hechos trágicos o detestables, es el producto de un médium desajustado o enfermo, que necesita mucho amparo y orientación espiritual para aprender a dominar las impresiones mórbidas del subconsciente. Algunas veces transmite anímicamente los hechos mórbidos que le impresionaron en la infancia o las escenas trágicamente vividas en la existencia pasada, como si fuera la historia de los espíritus infelices y desencarnados. Un médium anímico, que transmite lo que es suyo, pero a cuenta de la manifestación de los espíritus, pero es culto, sensato y de conducta moral intachable, que expone sus pensamientos con elevado tenor intelectivo y espiritual, no deja de ser un médium intuitivo-natural, un feliz inspirado que absorbe directamente de la Fuente Divina los elevados conceptos filosóficos de la vida inmortal y posee las bases exactas del ascenso espiritual. Al contrario de la criatura exclusivamente anímica, que ofrece un contenido pobre y superficial en su pasividad psíquica, el intuitivo natural llega a presentir la transformación del futuro y reconoce con absoluta segu-
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ridad los valores evolutivos de elevada espiritualidad. Domina el fenómeno de su auscultación espiritual dirigiéndolo consciente y despierto, en apreciable coherencia, garantizado por la sensatez de su intelecto superior. El médium anímico e inculto, sugestionable, enfermo o moralmente falto, es la victima pasiva de sus ideas fijas, de las emersiones de la memoria en el pasado y de las sugestiones anímicas mediocres. Fácilmente toma por manifestación de los espíritus desencarnados todo aquello que aflora a la superficie de su mente y bajo la influencia de cualquier clima acelerador del animismo. Esa aceleración se ofrece en el ambiente de una sesión Mediúmnica es el clima adecuado para favorecer la asociación de ideas, emersión del subconsciente o el ajuste de las impresiones del día, en las personas muy sugestionables, se crea tal confusión que creen estar mediumnizadas por los espíritus. Todo converge para acelerar el contenido psicológico, el bagaje freudiano, los automatismos incontrolables en el intermedio anímico. Se sugestiona para el trance anímico cuando ingresa a la atmósfera tradicional del ambiente espirita; el subconsciente se le excita a media luz, para dar comienzo a los trabajos, bajo la lectura del Evangelio o temas mediúmnicos. Las instrucciones del adoctrinador, la invitación para que los Médiums se concentren y reciban al guía o seres sufrientes, todo funciona como con incentivo para el clima “catalizador” (acelerador) que acciona inadvertidamente la maquinaria psíquica de las personas ansiosas por ser Médiums y desahogar sus dramas y angustias intimas, que erróneamente creen es el fruto de la influencia de los espíritus sufrientes. Además de esas condiciones que aceleran la mente del médium anímico, puede, inclusive, dar cabida a su imaginación incontrolable por la presencia de algún espíritu desencarnado que fueron afines en el pasado y se hayan ligados por los dolores y aflicciones morales idénticas, que también dominan al médium durante el trance anímico. La aproximación de los espíritus a los seres encarnados se verifica por varias formas de presentimiento, modificando el campo magnético o sensaciones psíquicas extrañas que pueden coaligarse con otros fenómenos de la vida física, confundiéndose a la criatura anímica con el médium. Es difícil distinguir cuando el espíritu se comunica o si el médium, interfiere anímicamente, pues en el encuentro de ambos se produce una acentuada oscilación vibratoria, una especie de “ focalización “ alternadas, siendo únicamente controlable por los espíritus desencarnados muy competentes.
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El médium anímico, puede ser un fiel comunicante de los Espíritus desencarnados. El animismo es sensibilidad, psíquica y el médium anímico también alcanzara la eclosión del fenómeno mediúmnico por su hipersensibilización psíquica, cabiéndole estudiar y saber distinguir cuando es su espíritu o cuando lo hace la entidad espiritual. Además precisa evitar la cristalización de la mente en los cuadros que le son familiares y que acostumbraba a comunicar anímicamente, y eso se alcanza con el estudio, investigación y consultando a los más experimentados. El intermediario totalmente anímico es víctima pasiva de su propio espíritu, que piensa y expone su mensaje particular, sin interferencias exteriores; el mediador propiamente dicho, aun cuando fuera obsesado, es un instrumento de las intenciones o deseos de otra entidad.Hay dos clases de Médiums anímicos, el anímico pasivo, que es víctima de sus ideas e impresiones y el anímico activo, capaz de investigar los acontecimientos y fenómenos de la vida oculta para luego exponerlos en nombre de terceros. Hay Médiums que asumen la personalidad ajena y para vivir el temperamento, sentimientos o carácter de las criaturas que conocieron personalmente a través de los relatos históricos, se dejan influenciar hasta llegar a imitarlos, esto es llamado automatismo psicológico de los Médiums anímicos. Un ejemplo, son aquellos que se dejan influenciar por la vida de los apóstoles, seguidores del Maestro Jesús, viven las impresiones intimas, que más tarde, las comunican como manifestaciones mediúmnicas, en nombre de aquellos que tanto admiran. Los grandes Lideres, profetas, santos, escritores, artistas, gobernadores, ministros y demás personalidades que se destacaron en el mundo material, ejercen profunda impresión en los Médiums muy anímicos, llegando a poner sus nombres como guías. El automatismo psicológico o personalismo que domina fuertemente el subconsciente del ser, estratifica en el tiempo las imágenes simpáticas y que produjeron mucha impresión en las personas sugestionables haciéndoles surgir por asociación de ideas o el clima psicológico propicio. El médium anímico, indisciplinado con sus emociones y atontado por las imágenes que bailan en su mente descontrolada, no tarda en transferir
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hacia el ambiente, las personalidades que más le impresionaron en la existencia, dándole vida triste, sublime o desafortunada. Los apóstoles de Jesús tan benefactores y bondadosos se convierten en guías de algunos Médiums pero no lo suelen hacer con el nombre de la existencia en que vivieron con Jesús, pues ellos han seguido avanzando espiritualmente y por lógica han debido vivir otras existencias y no es raro que detrás de un nombre Manuel o Antonio, sin expresión brillante, se esconda en feliz anonimato un Marcos, Mateo, Lucas o Felipe. Es mucho mejor para el médium usufructuar la humilde presencia de un guía que le suministre lecciones de amor, tolerancia y sencillez bajo la simpleza de “ un amigo “ que afirmar la presencia de un apóstol en el servicio mediúmnico, pero que solo ofrece aforismos vacíos y sin ningún provecho espiritual. Los grandes líderes Espirituales prefieren el anonimato en sus manifestaciones mediúmnicas, evitando el sentido de la superioridad en los Médiums, que se envanecen con su presencia gloriosa. Los Ángeles no descienden a la tierra con sus luces para afrontar a los pecadores, pero si se visten al nivel de los seres humanos que pretenden ayudar. Juan Evangelista que habiendo sido Samuel, el profeta puro de la Biblia, retorno a la carne en el siglo XII, como Francisco de Asís, si le hubiera preocupado sobresalir se presentaría en los trabajos mediúmnicos con su ultima personalidad, que evidencia su linaje espiritual. El médium, como ser humano e imperfecto, es el instrumento en constante afinación para las grandes causas futuras, debiendo ser el mensajero en continuo perfeccionamiento y no “el abate sésamo “para las soluciones excéntricas. Generalmente no se abusa del animismo con propósitos condenables o para fines vanidosos por tanto no es aconsejable desistir del desenvolvimiento mediúmnico, por el solo hecho de que el médium interfiera en la transparencia de las comunicaciones de los espíritus desencarnados. Si la vultuosidad del músico tiene comienzo en el solfeo de la simple escala musical “ do, re, mi “ la elocuencia del orador requiere el fundamento del “ a, b, c “ y la euforia del poeta afirma su base principal en el balbucear de la palabra infantil, seguro entonces que el éxito mediúmnico también se apoya inicialmente en los trastornos anímicos.
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El médium no es un muñeco vivo, insensible y de manejo mecánico, pero si una organización activa con vocabulario propio y conocimientos personales adquiridos por su experiencia y cultura humana. Pero por sobre todo, es un alma que guarda en su memoria forjada en las existencias anteriores, la síntesis de sus esfuerzos para ascender espiritualmente. Si se trata de Médiums conscientes o semiconscientes, les queda la tarea de vestir y ajustar honesta y sinceramente las ideas y las frases que mejor le corresponden al pensamiento que les es manifestado por los espíritus desencarnados, a través de su contacto espiritual. El médium se parece al mensajero terrestre que oye el recado para transmitirlo verbalmente a otra persona, pero en la hora de cumplir su tarea debe usar sus propios recursos de palabras para manifestarlo. Por tanto, el médium como el mensajero son interpretes del pensamiento ajeno, por eso influyen con su temperamento, ingenio y cultura en los mensajes que traducen, resultando textos lacónicos o prolijos, precisos o deteriorados. Solo el médium con propósitos condenables es el que puede tener remordimientos de su interferencia anímica, pues en ese caso se trata de una burla a cuenta del mediumnismo. Es tan sutil la línea divisoria entre el mundo espiritual y la materia, que la mayoría de los Médiums conscientes difícilmente logran percibir cuando predomina el pensamiento del desencarnado o cuando es su propia interferencia anímica. La mediumnidad es un medio para alcanzar objetivos excelsos por parte de los encarnados y desencarnados, sin escatimar la educación, afinamiento moral, cultura y el despertar espiritual del mismo interprete. Es más importante para el “ guía “ bueno, el progreso intelectivo y la integración evangélica de su médium que el éxito brillante de su manifestación Mediúmnica. El mentor espiritual, sabio y sensato, muchas veces retarda las revelaciones extemporáneas del Más Allá, por la ansiedad que manifiesta su pupilo en destacarse personalmente, así aprende primero a revelarse por la modestia sensata del hombre evangelizado. El médium, como criatura de responsabilidad personal con su familia y la sociedad, por encima de todo, deberá aprender a caminar con sus propios pies, en lo que concierne al entendimiento de la vida inmortal y procurar ser muy útil al prójimo.
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Lo que más prefiere la Espiritualidad en los Médiums, es el servicio cristiano incondicional, aliado al estudio sincero de la espiritualidad, la demostración de su ternura, su práctica de la benevolencia y tolerancia, el cultivo de la honestidad y la manifestación de su humildad pues aunque sean anímicos para los mensajes de los espíritus serán siempre hermosos interpretes con su constante comunicación benefactora a la luz del día. No exalta la espiritualidad al médium sonambúlico y absolutamente inconsciente de su transmisión incapaz de interferir anímicamente si es despierto para la práctica de los vicios degradantes y en el trato con las pasiones peligrosas. Cuando duerme en trance sonambúlico es el servidor inconsciente, pero despierto puede ser la manifestación anímica del mal. Cuando el médium y el espíritu manifestante sé afiniza por los mismos lazos intelectivos y morales, o coinciden en semejanza profesional, las comunicaciones mediúmnicas se hacen flexibles, elocuentes y nítidas. Por ejemplo un espíritu medico desencarnado lograra mayor éxito al comunicarse con el mundo material, si dispone de un médium que también sea medico. Los guías y benefactores utilizan a los Médiums conforme a la necesidad de los aprovechamientos doctrinarios para los encarnados. Hay Médiums que son eficientes para la identificación de los espíritus, otros para el esclarecimiento doctrinario y están también aquellos que transmiten fidedignamente las revelaciones importantes del Más Allá. Los Médiums en su generalidad, son intuitivos y no pueden liberarse totalmente de su animismo, que solo varia en su intensidad entre uno y otro intermediario. Los espíritus no se preocupan de eliminar radicalmente el animismo en las comunicaciones espiritas, porque su finalidad principal es orientar a los Médiums gradualmente hacia mayores adquisiciones espirituales, morales, e intelectivas, para después endosarles las comunicaciones anímicas como si fueran de autoridad de los desencarnados. El médium sensato, estudioso y servicial comprende, que no es bastante someterse al trance mediúmnico junto a la mesa espirita en las noches programadas, para cumplir satisfactoriamente su mandato, pues aun en estado de vigilia y bajo el inteligente entrenamiento de su guía, puede recibir los mensajes de favorecimiento para el prójimo, transmitiendo el consejo, la sugestión y la orientación espiritual más acertada. El médium debe promover la renovación intima de su espíritu en el mismo ambiente donde la bondad de los presentes les tolera su bagaje aun bastante deficiente. Pues aunque los benefactores sean pacientes y toleran-
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tes con la incapacidad de sus mediadores encarnados, soportándoles el animismo, la histeria, el automatismo psicológico, la imaginación indisciplinada, los largos circunloquios, las frases pomposas y vacías, la manifestación neurótica y los caprichos llevados a cuenta de las cualidades mediúmnicas. Cuando encuentran alguna docilidad en sus intérpretes hacen todo lo posible para apartarlos de los ambientes perniciosos, de las compañías degradantes, encaminándolos hacia las conversaciones elevadas, lecturas provechosas que los ajusten gradualmente al imperativo superior del trabajo mediúmnico junto a la mesa espirita. El deber de los espiritas es conducir al médium sin gobierno alguno a que ejerza el servicio mediúmnico con el máximo criterio evitando causar él desanimo y la decepción en aquellos que les escuchan. Raros son los Médiums que saben controlar los avanzados recursos de su imaginación, que deberían aprovecharlos para dinamizar las ideas que los espíritus les transmiten, pues generalmente confunden las imágenes virtuales de su pensamiento, suponiéndolas como entidades concretas y fuera del cuerpo físico. La falta de estudio y autocrítica conduce a gran numero de mediadores a confundir la realidad con la fantasía. Solo hay un camino para combatir estas anomalías y que el médium logre el éxito en su trabajo mediumnico: es el estudio constante, aliado a la disciplina moral y superior. Dios no tiene privilegiados, en su seno es inaceptable, el milagro o la magia, que contraria la disciplina de las leyes siderales. De esa forma ningún médium ignorante y fantasioso o anímico se transforma en un instrumento efectivo, inteligente y capaz, si no lo hiciera por el estudio0 y el propio esfuerzo de su ascensión espiritual. Es preferible el médium analfabeto, ingenuo e imaginativo, pero dotado de virtudes cristianas y sublimes, al médium intelectivo, culto y atrevido, pero vanidoso mal intencionado o interesado. Es mejor el médium humilde, bueno y desinteresado, estudioso de las obras espiritas y de los compendios profanos, que se inmuniza contra los automatismos psicológicos, las sugestiones y las interferencias anímicas. Todo ser convocado para contribuir medianimicamente junto a la mesa espirita, debe conocerse como una criatura endeudada, debiendo recoger los frutos espinosos de la siembra imprudente del pasado. Bajo tal
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condición, asume graves compromisos con sus benefactores desencarnados y es responsable por su renovación moral, intelectiva espiritual. El primer deber del médium analfabeto o inculto es ah alfabetizarse y tratar de adquirir cultura, recordando que el sacrificio inicial puede ser una imposición de su propio Karma, demasiado gravoso. Para distinguir si en las comunicaciones responde el médium o el espíritu es necesario estudiar las circunstancias y el lenguaje. Sobre todo en el estado de sonambulismo o de éxtasis es cuando el espíritu del médium se manifiesta, porque entonces es más libre. Jesús, en sus cánticos de vida abundante por el mundo terreno, concita a los hombres a que hicieran brillar su propia luz, afirmando en la continuidad de las enseñanzas “ vosotros sois dioses “ y “ sed perfectos como el Padre Celestial es perfecto “. En esos momentos el Maestro deja claro la importancia de que cada hombre se impusiese él deber de desarrollar las propias potencialidades, los recursos del alma, anímicos por lo tanto. En cualquier fenómeno mediúmnico la presencia del factor anímico es inevitable, pues el comunicante se vale de los elementos biológicos psicológicos y culturales del médium, para elaborar y exteriorizar su mensaje. Todo médium, que desee sinceramente no ser juguete de la mentira debe, pues, actuar solo en las reuniones formales y llevar a ellas lo que obtenga en particular; aceptar con reconocimiento y solicitar del mismo el examen crítico de las comunicaciones que recibe.
EXTRAÍDO DE DIVERSOS LIBROS. Trabajo realizado por (Merchita). Miembro colaborador del Centro espirita AMOR FRATERNO
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LA DESENCARNACIÓN El hombre consciente de las realidades de la vida considera la desencarnaciòn como irrecusable invitación a la anticipada preparación del viaje que, inevitablemente, realizara. Cuidadosas estadísticas esclarecen que, en cada minuto, en la tierra, desencarnan 75 personas, en un total aproximado de 40 millones anualmente... La barrera que oculta el Mundo Espiritual es muy frágil y se rompe inconscientemente, sonando para cada conciencia el instante propicio del despertar más allá del cuerpo. Muchos, avisados sobre el Más Allá, desperdician excelentes ocasiones de crecimiento íntimo, abrigando la duda y la inseguridad en que se complacen, dementes e inquietos... ...Y despiertan más tarde, ligados a los hilos del pavor, en indescriptible estado de perturbación. Muchos moribundos que disponen de voz, antes del gran coma, preparan despedidas y profieren adioses, presentando las “ultimas voluntades” con las cuales se vinculan, después de la partida, a los que tornaron cómplices al atenderlos, alargando la enfermedad en los tejidos sutiles del periespíritu y generando delicados procesos de obsesión pertinaz en los que quedaron. Algunos que no pudieron expresar sus pensamientos atormentados del lecho de agonías, se remuerden en los arrepentimientos y tartamudean mentalmente, sin embargo... Otros, ante el mensaje aviso desencarnatorio se preparan apresuradamente, para despejar la mente sombreada de remordimientos, exponiendo los errores en que incidieron y ruegan perdón... mientras tanto, si recuperan la salud por impositivo de la continuidad de las luchas en la forma física, retornan a los viejos sitios donde se complacían, recomenzando, ávidos, el comercio con la locura a que se entregaron... Jesús, el Operario Incansable, llegando la hora del encuentro con Dios, no pronuncio en la Cruz, quejas o recriminaciones, lamentos o petitorios y
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estando tranquilo por la tarea bien cumplida “ entrego el Espíritu a las manos del Padre “, serenamente, inaugurando, luego, con su Resurrección Gloriosa tras el Túmulo, la Era nueva del espíritu inmortal. Él nos quiso decir, que vivamos correcta conducta ante la desencarnación, porque también nosotros, resucitaremos después de la muerte. El destino de casi todos en la Tierra es seguir arduo camino con los pies desgarrados por las piedras y las Azexas. Un Espíritu vestido de negro guía nuestros pasos, es el dolor, dolor santo, que debemos bendecir, pues solo él sacudiendo nuestro ser, le libera de las bajas inclinaciones y le hace apto para sentir lo que es verdaderamente noble y hermoso. Estas enseñanzas hacen perder a la muerte todo carácter espantoso; la deja reducida a una transformación necesaria, a una renovación. En realidad nada muere. La muerte no es más que aparente. Solo la forma exterior cambia; el principio de la vida – el alma – continúa en su unidad permanente, indestructible. Más Allá de la tumba, el alma, se recobra, ella y su cuerpo fluídico, en la plenitud de sus facultades, con todas sus adquisiciones: luces, aspiraciones, virtudes, potencias, con las que sé enriqueció durante sus existencias terrenas. He aquí los bienes imperecederos de que nos habla el Evangelio cuando nos dice: “Ni los gusanos ni el moho los corroen y los ladrones no pueden arrebatárnoslo”. Estas son las únicas riquezas que nos es posible llevar con nosotros y utilizar en la vida del porvenir. El Cristianismo es la Religión de la Inmortalidad. Sin esta no se comprende la Misión de Jesús, no se puede absolutamente comprender su pensamiento Intimo. La pérdida irreparable del Maestro consternaba el corazón de sus discípulos, cuando las potestades superiores rasgan el velo de la muerte y se aparece a Magdalena a descubrirle los misterios de la Vida del Más Allá en su pujanza. Seguido a esta aparición, se manifiesta, también el recién muerto, que, demostrando así el proseguimiento de su existencia, recomienda, a su mediadora, dar cuenta a sus discípulos, de aquella manifestación, para que también así ellos se aseguraran, porque, como ya les había dicho, el discípulo debe ser como el Maestro. La Resurrección es la vida, y la Vida se manifiesta en el hombre y al hombre.
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Jesús es la Vida porque se manifiesta vivo a los hombres para que los hombres comprendieran que el túmulo no es el fin: Jesús es la resurrección. El espíritu vive, insistimos, la muerte no es más que una transformación para un estado mejor. No hay muerte, nadie se equivoque. Solo hay vida, donde quiera que se detenga el pensamiento. De la descomposición pestilencial de la materia surgen multiplicadas formas complejas de vida. Muere el gusano en histólisis de desagregación para surgir la mariposa en histogénesis admirable... Muere el semen para formar el cuerpo... muere el cuerpo para que se libere el espíritu, que del se utiliza como de un vehículo en peregrinación purificadora. La muerte constituye, un dolor muy grande, cuando arrebata al ser querido, retirándolo de la convivencia y de la ternura de los que lo aman... La ausencia del cuerpo no impide, la presencia del ser, desagregado en la forma, más, sin embargo, no destruido en la esencia. Desencarnar es desembarazarse de la carne. Morir literalmente, significa cesar de vivir. Es un cambio de estado, la destrucción de una forma frágil que ya no proporciona a la vida las condiciones necesarias para su funcionamiento y su evolución. El rompimiento del lazo fluídico que lo unía al cuerpo es la causa de la extinción de la vida orgánica. Esa separación nunca es brusca. El fluido periespiritual poco a poco se desprende de todos los órganos, la separación solo es completa y absoluta cuando no reste ningún átomo del periespíritu unido a una sola molécula del cuerpo. Cuando comprendemos la vida futura, el temor de la muerte disminuye, aguardamos el fin con calma, resignados y serenamente. La certeza de la vida futura da otro curso a las ideas, otro hito al trabajo. La certeza de reencontrar a los amigos después de la muerte, de reanudar las relaciones que tuviésemos en la tierra, de no perder un solo fruto de nuestro trabajo, de engrandecernos incesantemente en inteligencia, perfección, nos da paciencia para esperar y coraje para soportar las fatigas transitorias de la vida terrestre.
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Él haber penetrado con el pensamiento en el mundo espiritual y haber hecho de la una idea lo más exacta posible, nos hace liberarnos del temor a la muerte. Somos viajeros de la Eternidad realizando nuestro propio progreso de etapa en etapa, las experiencias vividas en cada jornada carnal establecen los mecanismos de la evolución, con referencia a la próxima, facilitándonos un interminable desarrollo. Desde que fuimos creados, sufrimos las incesantes transformaciones que nos hacen surgir, rompiendo las mazmorras en que nos encarcelamos y crecemos buscando el destino eterno, que aun no nos es dado vislumbrar, por falta de recursos y aptitudes que nos capaciten al entendimiento, profundo. Morimos o desencarnamos conforme hemos vivido. Nuestros pensamientos y actos son los tejedores responsables por el desenlace final del Espíritu del cuerpo. El desprendimiento se verifica gradualmente y con una lentitud variable, según los individuos y las circunstancias de la muerte. Las ligaduras que unen el alma al cuerpo solo se rompen poco a poco, y tanto menos rápidamente cuanto más material y sensual fue la vida. En el momento de la muerte, el alma esta en confusión, necesita de algún tiempo para reconocerse. Esta como aturdida, en el estado de un hombre que sale de un profundo sueño y que se esfuerza en darse cuenta de su situación. La lucidez de las ideas y la memoria de lo pasado le vuelven a medida que se borra la influencia de la materia de que acaba de desprenderse y que se disipa la especie de niebla que oscurece sus pensamientos. El tiempo de la turbación que sigue a la muerte es muy variable; puede ser de algunas horas solamente, así como de muchos años. Es menos largo en aquellos, que cuando Vivian, se identificaron, con su estado futuro, porque comprendieron inmediatamente su situación, y más largo cuanto más apegados a la materia vivieron. La sensación que experimentan en el momento de la muerte es variable también. La turbación que sigue a la muerte nada tiene de penoso para el hombre de bien; es como la que acompaña a un despertar apacible. Para aquel cuya conciencia no es pura y que tuvo más afecto a la vida material, que a la espiritual es desasosegada y llena de angustias que aumentan a
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medida que se va reconociendo, porque entonces se apodera del, el miedo y una especie de terror en presencia de lo que ve y sobre todo de lo que presiente. En su nueva situación, el alma ve y oye lo que veía y oía antes de la muerte, pero ve y oye además cosas que se sustraían a la tosquedad de los órganos corporales; tiene sensaciones y percepciones que nos son desconocidas. Se dice muchas veces, que la vida futura no se sabe lo que en ella pasa, porque nadie ha vuelto para relatarlo. Esto es un error, porque precisamente los que están allí son los que vienen a darnos sus instrucciones, y Dios le permite más que en otra época alguna, como advertencia ultima dada a la incredulidad y al materialismo. Conversemos sobre la desencarnación con nuestra familia, sin sentimientos ridículos y sin indiferencia. Todos somos conscientes de que cada día nos estamos aproximando al más Allá. La desencarnación de los seres queridos, tanto hoy como mañana, nos encontrara frente a frente. Es considerable el dolor, el desencanto o incluso la sorpresa que se deberán abatir sobre los corazones. Nadie dudara del dolor que muestran los que conducen al sepulcro los despojos de los que rompieron los grilletes de la carne, dirigiéndose al país de la Verdad, despidiéndose de los vínculos de la materia. Después de la muerte, los seres amados reciben, donde se encuentren vivos, los dardos de la rebelión negativa para ellos como también los recuerdos afables del amor. El pensamiento es fuerza vital gravitando en el Universo. Es un imán poderoso, manteniendo su propia fuerza y atrae las ondas semejantes que en el se fijan o a las cuales se liga. Por eso, debemos recordar a nuestros muertos con alegría y ternura, aunque nos parezca paranoico. La muerte no visita solo nuestro hogar. Pasa por todas las puertas, invariablemente. Si amamos conforme decimos, debemos atestiguarlo con nobleza y no por medio de la insensatez. Una memoria que inspira desesperación, real-
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mente no fue útil ni noble. Solamente el amor verdadero inspira ánimo y confianza, alegría y esperanza. Si nos colocamos en el lugar de quien partió y consideramos la forma como nos sentiríamos si fuéramos la causa del infortunio de la persona que diciendo amarnos, piensa en huir, en vengarse, en abandonar la vida... Reflexionaríamos mejor y transformaríamos el dolor en flores de alegría, conservando la certeza de que el mañana traerá nuestro reencuentro con aquel que amamos. En la familia Cristiana, que aprendió las lecciones de la resurrección y de la vida de ultratumba, las ideas de la miente no deberán promover ninguna ruina, en la vivencia común, por la comprensión de que la vida persiste exuberante más allá de los lazos carnales. El entendimiento de la muerte, que aprendemos a llamar – con el pensamiento espirita – la desencarnación, no hace más que dislocarnos de un sector para otro, o sea, de los tejidos de la densificada materia hacia la tejedura del Espíritu. En la vida familiar, aprendemos a tener respeto para los que se van, sin que el dolor se incline hacia el ridículo excesivo, de los disparates emocionales. Evitaremos, pasadas las horas de tensión emocional y de amargura comprensible, que el sufrir se vuelva elástico, por medio de las evocaciones torturantes e inconsolables. Cuando recordemos a los seres que partieron al más allá, busquemos los momentos de cariño, de trabajo, de alegrías, de amor, que con ellos hayamos convivido. Cada vida es un libro abierto, rico de experiencias y lecciones de las cuales se pueden retirar provechosas enseñanzas para la realización interior. Aun en las existencias humanas más oscuras fluye un manantial de alto valor, si sabemos evaluar las realizaciones y sufrimientos, las luchas y renuncias, los esfuerzos y los silencios vividos para la adquisición de la felicidad, según el parecer de la criatura. En un vetusto y noble hospital, había un paciente que llegaba a su fin, en el plano físico. En el pabellón de los indigentes, en un apartamento bien decorado, se debatía en las garras de la tuberculosis pulmonar, un señor de aproximadamente sesenta años.
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Había un buen ambiente, en la habitación, con una amplia ventana abierta en la dirección del bosque, en la montaña, por donde entraba la claridad del día, todo contrastaba terriblemente con la psicosfera allí reinante, irrespirable, en la cual se movían Espíritus vicioso, ostentando mascaras de agresividad, con actitudes visiblemente hostiles. Confabulaban irónicos, y se referían al moribundo con animosidad no disimulada. El señor era propietario de inmenso latifundio próximo. Heredero de una inmensa fortuna y grandes propiedades de tierra, ha vivido inconforme, ingiriendo vibraciones de baja calidad, a las que se hace merecedor, en razón de su temperamento irascible y rudo. Internado casi cinco años, sin que la enfermedad pudiera ser vencida, pese a los cuidados de todos los que le asisten con el desvelo que su dinero puede comprar. Tirano domestico, torno en un continuo tormento la vida de la esposa y de los dos hijos, hoy adultos; hace ya bastante tiempo. El enfermo, veía la indiferencia de los suyos, reaccionando con cólera y mortificándose por no poder descargar, con su réplica, la maldad del inconformismo sobre aquellos que padecieron su imposición familiar. Se rebelaba ante la proximidad de su muerte, por el hecho, de dejar el inmenso patrimonio que preservara y aumentara con ambición y avaricia. No obstante, sus dolores no se terminaran, cuando cesen los movimientos físicos, las presencias espirituales que lo rodeaban, son de pésima procedencia y tenían motivos para hacerlo. Unos son adversarios personales de vivencias anteriores, otros fueron adquiridos en la actual encarnación, y otros, todavía proceden de simpatizantes y amigos de aquellos a quien él perjudicó mas recientemente, que desean el exterminio del personaje odiado. Sembrador de males, recoge ahora los primeros frutos amargos de su plantación. A pesar de las plegarias de las religiosas que le cercan de desinteresado cariño, conociéndole las flaquezas y defectos morales, no lucia la paz ni se encontraba esperanza... la alucinación se apodero del, le hizo apartarse de Dios, de cualquier sentimiento religioso. El enfermo en agonía, debatiéndose en la campana de oxigeno, la mirada enloquecida, la disnea violenta. Dejaba ver un hilo de sangre viva que le escurría por la comisura de los labios. La tos impertinente, cansina, le obligaba a expeler chorretones sanguíneos que le hacían revolcarse en pun-
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zante aflicción. Una religiosa oraba, mientras que una experimentada enfermera le asistía aguardando el momento final, ya próximo. En razón de sus actitudes, nuestro enfermo pasó a sufrir el cerco de las entidades perversas que interferían en su comportamiento mental con las naturales reacciones psicológicas y humanas. Las personas pasaron a lanzarle, flechazos mentales, deseándole la ruina, la infelicidad, la muerte. A medida que los minutos pasaban, el agonizante, daba muestras de mayor sufrimiento, padeciendo estertores y emitiendo pensamientos de ira mal contenida contra todos y todo. El sudor abundante y el colapso periférico, con el entorpecimiento y el amoratar de las extremidades del cuerpo, denotaban que no podía más luchar, en cuanto que el Espíritu permanecía lucido, en la desbaratada fabrica mental, amarrándose a los despojos que se negaban al comando. Uno de los más terribles obsesores que le afligía, le intentaba desgarrar del cuerpo. El desencarnante percibió que su hora había llegado y, aterrado bajo la asfixia, se debatía, intentando gritar, sin embargo, la tos ronca le venció con brutal hemoptisis, impidiéndole la respiración, victimándole definitivamente. Comenzaba para el enfermo, doloroso y prolongado periodo de reparación, en el cual el dolor desempeñará el papel que el no permitió fuese realizado por el amor. El tiempo, ese benefactor ignorado y paciente, se encargara de ajustar y poner en sus debidos lugares todo cuanto se encuentra en desconcierto y desequilibrio. Conforme vivimos, así desencarnamos experimentando las presencias espirituales con los cuales nos afinamos y atraemos, de la misma forma que los sentimientos cultivados se transforman en amarras constrictoras o en alas de liberación. La desencarnación es momento grave para todos los Espíritus que no practican el bien, felices aquellos que se dan cuenta de los deberes a ejecutar y se fatiguen en los esfuerzos por la edificación de la responsabilidad activa sin mecanismos exculpatorios o justificaciones livianas, destituidos de cualquier legitimidad... Es razonable que comprendamos la sustancia de los actos que practicamos diariamente. Aunque estemos obedeciendo a ciertos reglamentos del
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mundo, que nos compelen a determinadas actitudes, es imprescindible examinemos la cualidad de contribución personal en el mecanismo de las circunstancias, porque es de ley de Dios que toda sembradura se desenvuelva. El bien siembra la vida, el mal siembra la muerte. El primero es movimiento evolutivo en la escala ascendente hacia la Divinidad, el segundo es el estancamiento. Solamente el bien puede conferir el galardón de la libertad suprema, representando la llave única susceptible de abrir las puertas sagradas del infinito al alma ansiosa. Tengamos, pues, suficiente cuidado en nosotros, cada día, porque el bien o el mal, habiendo sido sembrado crecerá junto a nosotros, de conformidad con las leyes que rigen la vida. Si la hora que vivimos en la tierra nos parece de sombra e inquietud, como aquellas que preceden a la muerte, debemos acordarnos de la ansiedad de las “mujeres piadosas de Jerusalén” en el camino del túmulo y no retrocedamos. La noche procede a la aurora y el día es más claro cuando la sombra es más densa. Cercado de problemas y vestido de enfermedades, confiemos aun. El problema es divisa a conquistar en el cofre de la oportunidad, como la enfermedad es el impuesto que la vida tributa al hombre. Dominados por la tensión o caídos en el desencanto hemos de reanimarnos y confiar, a pesar de ello. La tensión que nos conduce deberíamos conducirla nosotros y el desencanto que nos vence es nimbo que el viento de la confianza derrama y expulsa, dejando nuevamente claro el cielo de nuestra alma. Si la incomprensión y la impiedad forjan trampas peligrosas en las cuales has sido prendido, ora, espera y confía, así mismo. Quien viese al Maestro en la Cruz no diría que Él es el Gobernador Sublime de la Tierra. Mientras tanto en aquel lugar Su causa parecía inútil... ... y si por fin, la muerte, que vendrá un día, se acerca a nuestro domicilio carnal, rompiendo las paredes celulares que nos visten y el miedo, intenta adueñarse de los paneles de nuestra mente, no temamos, confiemos siempre. Luego, después, resplandecerá invencible la madrugada de luz y
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resurgiremos de las cenizas, siguiendo al Resurgido, por el camino hermoso y profundo de la Excelsa Galilea Espiritual... Anotemos las dificultades y engaños de hoy, hagamos una lista y comencemos, aún ahora, una cerrada campaña contra ellos, venciéndoles lenta y seguramente. No nos autosugestionemos de que no mejoraremos, antes de intentarlo o aún después de comenzar repitiendo la experiencia provechosa asta el cansancio o más allá del agotamiento. A veces, la tentativa que no se hizo, sería exactamente la de la victoria... Comencemos ahora, hagamos ánimo y prosigamos valerosos. Ignoramos cuando sonara el momento de la desencarnación, y cuando llegue no seamos uno de esos incansables muertos. La existencia en la Tierra es un libro que estamos escribiendo y cada día añadimos en él una página. Cada hora es una afirmación de nuestra personalidad, a través de las personas y de las actuaciones que nos buscan. No menospreciemos la oportunidad de crear epopeya de amor alrededor de nuestro nombre. Las buenas obras son frases de luz que dirigimos a la Humanidad entera. En cada respuesta a los demás, en cada gesto hacia los semejantes, en cada manifestación de nuestros puntos de vista y en cada demostración de nuestra alma, grabamos, con tinta perenne, la historia de nuestro pasaje. En las impresiones que producimos, se yergue el libro de nuestro testimonios. La muerte es la gran coleccionadora que recogerá las hojas esparcidas de nuestra biografía, grabada por nosotros mismos, en las vidas que nos rodean. No despreciemos la compañía de la indulgencia, a través de la senda que el Señor nos dio a trillar.
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Hagamos un área de amor alrededor del propio corazón, porque solo el amor es suficientemente fuerte y sabio para orientarnos en la escritura individual, convirtiéndonos en compendios de auxilio y esperanza para cuantos nos siguen los pasos. Vivamos con Jesús, en la intimidad del corazón, no nos alejemos de Él en las acciones de cada día y el libro de nuestra vida se convertirá en un poema de felicidad y en un tesoro de bendiciones. Trabajo extraído de diversos libros espiritas. Realizado por (Merchita) miembro colaborador del centro espirita: Amor fraterno
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