CENTRO ESPIRITA AMOR FRATERNO
CONFERENCIAS DE MERCHITA TOMO VII
MERCHITA 04/08/2013
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TOMO SÉTIMO
ÍNDICE
La felicidad.......................................................................... 1 La oración un recurso para hablar con Dios ............ 2 La desencarnación ........................................................... 3 El valor de la riqueza ....................................................... 4 El gobierno y la política en el Espiritismo ................ 5 El doble etérico.................................................................. 6
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LA FELICIDAD Todos los seres humanos tenemos un mismo deseo en común: ser felices y no experimentar sufrimiento. Incluso los recién nacidos, animales e insectos también lo tienen. Éste ha sido nuestro deseo principal desde tiempo sin principio y lo sigue siendo en todo momento, incluso cuando dormimos. Dedicamos toda nuestra vida a trabajar duramente para satisfacerlo. Desde los orígenes de este mundo, los seres humanos han dedicado mucho tiempo y energía a mejorar sus condiciones externas, buscando así felicidad y soluciones a sus muchos problemas. Pero ¿cuál ha sido el resultado? En vez de ver cumplidos sus deseos, los seres humanos han presenciado cómo su sufrimiento ha ido en aumento, al tiempo que disminuyen cada vez más sus experiencias de paz y felicidad. Ello demuestra claramente que nos urge encontrar un verdadero método con el que podamos lograr una felicidad pura y liberarnos del sufrimiento. La búsqueda de la felicidad se asemeja una cacería difícil. El sentido, el significado de la vida se centra en la búsqueda y en el encuentro de la felicidad. Es un desafío existencial responsable por las continuas realizaciones humanas. La felicidad es difícil de lograr y generalmente, es muy compleja, difiriendo de contenido entre las personas en sí mismas y grupos sociales. Confundida con el placer, se des caracteriza porque se torna frustrante y atormentadora. Considerada la felicidad un don que se podría conseguir fácilmente, se convierte a veces en la perdición de muchas conciencias, unos la buscan en la posesión del oro, a costa de paralizar las más bellas facultades del alma en la fosa de la usura; están los que luchan por ella con el placer de los sentidos, para despertarse en el camastro de la enfermedad; otros se creen encontrarla en el poder terrestre, hasta que se cobija en el dolor de la suprema desilusión; y no falta aquel que trata de obtenerla mediante la retención de lo superfluo y cae sin embargo en la corrupción del tedio dentro de aposentos dedicados a la pereza. Definir el concepto de felicidad es tarea ardua. Seguramente sea una de las definiciones más controvertidas y complicadas. El ser humano ha tendido siempre a perseguir la felicidad como una meta o un fin, como un estado de bienestar ideal y permanente al que llegar, sin embargo, parece ser que la feli3
cidad se compone de pequeños momentos, de detalles vividos en el día a día, y quizá su principal característica sea la futilidad, su capacidad de aparecer y desaparecer de forma constante a lo largo de nuestras vidas. La felicidad no es una conquista fácil, prodigio de herencia, episodio social o ráfaga de la fortuna. El sueño humano de la felicidad es de color rosado, marcado por el confort, el ocio y el poder, gracias a los cuales se disfrutaría de bienestar y de gozo, inadvertidamente considerados sus logros. Ciertamente las personas ricas disponen, de bastantes horas así vividas, sin que se hayan considerado felices, por el contrario se han sentido tediosas, aburridas, ese tedio es uno de los grandes opuestos, en cuyo interior fermentan muchas desgracias. La felicidad se manifiesta mediante varios requisitos, entre otros los de naturaleza cultural, atavismo que concede al individuo el medio social de donde se origina y en el cual se encuentra, de nivel de conciencia y de madurez psicológica, estableciendo estos factores las diferencias de cualidad de lo que es ser feliz, frente a las variantes que imponen en los grupos y en los seres humanos, demostrando que las aspiraciones de unos no siempre corresponden a la de los otros. El nivel de conciencia y la madurez psicológica establecen los grados en los cuales se expresa, las realizaciones que conducen a la plenitud, a los estados de felicidad. La felicidad tiene que ver con la identificación del individuo con sus sentidos y sensaciones, sus sentimientos y emociones o sus más elevadas aspiraciones idealistas, culturales, artísticas, religiosas, con la verdad. En la fase de los sentidos, el gozo se transforma después en insatisfacción, ansiedad, depresión, en el periodo de los sentimientos, el placer cae en pasiones posesivas, que dan margen a tragedias y angustias después que están saciados; en el ciclo idealista, religioso, transcendental, la búsqueda transpersonal fomenta el auto-descubrimiento, la auto-realización, la auto-entrega, en servicios desinteresados de liberación del ego de los seres, de la vida, de la Tierra… Somos convidados por la vida a crear la felicidad en nosotros y por nosotros, como sucede con todas nuestras adquisiciones humanas. Plantas el trigo y el trigal te responde a la laboriosa siembra, con el tesoro de la cosecha. 4
La felicidad lanza las propias simientes en el camino de todos, especialmente entre aquellos que yacen atormentados por desengaños y lágrimas, y, al poco tiempo, hela que ofrece mieses valiosas de esperanza, ventura, tranquilidad y cooperación. Sabemos que en la Tierra no existe la completa felicidad. Solamente pensamos en ella, hablamos de ella y escribimos sobre esa forma de vida de que tenemos noticia; no obstante, basta que oigamos hablar de la felicidad para que podamos sentir su clima de luz dándonos esperanzas. Al hombre la vida se le ha dado como prueba o expiación; de él depende el dulcificar sus males y el ser tan feliz como le sea posible en la Tierra. Todos podemos constituirnos una felicidad relativa, practicando la ley de Dios, así evitamos muchos males, y nos proporcionamos la mayor felicidad de que somos susceptibles en nuestra grosera existencia. Muchos saben que la felicidad no es de este mundo, más todos también tenemos conocimiento de que ella existe y que, en el futuro, existirá también en la Tierra. Eso es un consuelo para los que esperan ese mundo de paz; para tal cosa, el espiritismo vino a preparar el lugar, donde el amor, la caridad y el perdón encuentren ambiente, creando condiciones para que los benefactores puedan sembrar con provecho el germen creciente de la felicidad. La tierra es un planeta de expiación y de pruebas y las almas que hemos renacido en este planeta encontramos en todos nuestros pasos dolor; más sufrimos porque el planeta es de sufrimiento, aquí experimentamos todo tipo de sufrimientos. Los males que sufrimos son consecuencia de la infracción de las leyes de la existencia corporal por medio de los males, que son consecuencia de esa infracción y de los propios excesos. La mayor parte de nuestros sufrimientos son consecuencia de la desviación del camino recto. La felicidad en la tierra es relativa a la posición de cada uno, lo que para algunos constituye la felicidad, es la infelicidad para otro. Sin embargo existe una medida común de felicidad para todos los hombres y es la siguiente: para la vida material es la posesión de lo necesario; para la vida moral, es la conciencia tranquila y la fe en el porvenir. El dolor no puede ser evitado, hay que considerarlo como un proceso natural de la evolución y encararlo como un instrumento de promoción del ser con 5
relación a la vida, es la forma eficaz de lograr la alegría, superando sus mecanismos, desgastantes y los acontecimientos degradantes, que al no ser comprendidos y aceptados con equilibrio conducen a la infelicidad. El hombre actual traduce la felicidad en el éxito en la vida, en el campo de los bienes materiales; sin embargo, cuanto más oro posee, mayor es el riesgo que corre de ser infeliz por estar sus pasos repletos de preocupaciones, dolencias, y aun mismo tristezas. La humanidad ya comienza a pensar en otros caminos de ventura. El tiempo se encarga de esa transformación, y el dolor es el ángel que nos hace comprender la verdad, que nos libera de los engaños. Quien coloque a la felicidad como siendo la conquista de títulos y triunfos mundanos, destaque social y poder, disfrutar de privilegios y dinero, no salió de la periferia inmediatista de los placeres sensuales, que responden por la competitividad y por el desequilibrio de la emoción. Si pensamos en el pasado del planeta, estudiando los principios de la casa terrenal, notamos el amor del Creador para con sus hijos. Vemos como era la vida antes, comparando la vida que realizamos hoy; los nuevos descubrimientos, para ayudar a mejores días, la mejora de los seres humanos, los grandes misioneros que descendieron a la Tierra para la esperanza y el fortalecimiento de la fe de los compañeros en la carne… ¿No nos está demostrada la existencia de la felicidad? Es tan grande la bondad de Dios, que junto a las pruebas y expiaciones, nos envió al Consolador, ayudándonos a sustentarnos en la fe y en la esperanza. No inducimos a nadie a salir de su religión, más si a que observe bien sus preceptos más profundos sobre la vida espiritual. Si tenemos alguna cosa que decir es que lea los libros espiritas, analizando lo que ellos dicen sobre la vida futura. La verdad no impone; ella expone las leyes naturales, porque solamente ella quedará en pie, sustentando la fe, sino el amor. Si deseas ser feliz, podrás serlo, porque la felicidad pertenece a todos, sin embargo, la naturaleza pide tu participación en el esfuerzo de mejorar moralmente. Jesús definió con seguridad el concepto pleno de la felicidad, en el contenido del pensamiento “mi reino no es de este mundo” considerando la impermanencia de la vida física, la transitoriedad del ser existencial, terrenal, en constante transformación, en su continuo venir a ser.
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La criatura no es lo que se presenta, ni como se encuentra. Ese estado es impermanente es el tránsito para lo que será. En el placer o en el sufrimiento, no es eso, sino se está en eso, concientizándose del habiente en el cual se encuentra inmerso. El empeño en buscar la felicidad conduce a la elección de objetivos fuera del mundo físico. La meta más allá del mundo se establece como prioritaria, porque, en la vida terrenal, lo que se constituye esencial en una faja etaria, en otra se transforma en una carga pesada, responsable por arrepentimientos y angustias insoportables. Se torna necesario reflexionar en el periodo de búsqueda de la felicidad la comprobación de todo lo que es efímero ya que solo así nos elevaremos hacia la felicidad y alcanzaremos la paz intima, y la realización espiritual de nuestro espíritu, que son las condiciones esenciales para culminar el encuentro. Madurando el individuo irradia del mundo interior el bienestar y pasa a disfrutar de la felicidad. La reflexión se torna en el frecuente, la oración se hace natural y la meditación es un reconfortante normal. Esto no impide que tengamos problemas, pero los dirigimos con equilibrio, sin perturbarnos, sin deprimirnos en ellos. Los problemas solucionados son los que nos proporcionan madurez y armonía interior, porque no nos deprimimos con ellos. Esperemos y trabajemos ya que la felicidad se aproxima y con nuevos rasgos, nos muestra el amor y la caridad en una expresión más digna de alabanza a Dios, en profunda comunicación con Jesús. La felicidad, , podemos creerlo, se está aproximando con todo su fulgor; no en tanto, es necesario que los hombres entiendan sus deberes, trabajando en la reforma intima, para recibir la visita de esas bendiciones de luz, que quedaran para siempre con los que mejoran y trabajan en la mejoría de los otros. No tendremos felicidad sin el deber rectamente cumplido, por eso hemos de reflexionar acerca del deber que la vida encomienda. Lo podemos hallar a todas horas en el escenario de las circunstancias. En la fe que demanda servicio. En el servicio que te exige comprensión. En el carácter que te exige firmeza. En el ejemplo que te demanda disciplina. 7
En la disciplina que te exige humildad. En el hogar que te demanda renuncia. En la renuncia que te exige perseverancia. En el camino que te demanda cooperación. En la cooperación que te exige discernimiento. Por más hostiles que se tornen los obstáculos de la marcha no debemos desviarnos de la obligación que requiere el bien de todos, siempre que podamos y cuanto podamos, sea donde fuera. A fuerza de comportarse con fidelidad podremos ser tratados de ingratos y rebeldes, de fanático y locos. Sin embargo, no siempre, optamos por lo justo. No podemos olvidar que en el momento supremo de la humanidad, la mayoría estaban con Barrabas y en contra de Cristo. Entonces cabe al hombre el cumplir con su deber, tomando solo de la tierra nada más que lo necesario para su manutención, de forma de no apropiarse de la felicidad de los demás, y así alcanzará la verdadera felicidad que como una bendición de Dios, resplandece invariablemente en la conciencia tranquila. Al agigantarse en el ser la conciencia alcanza la para normalidad superior y se inter-relaciona con los seres de las fajas espirituales más elevadas, viviendo en el cuerpo y fuera de él en plenitud. De esta forma alcanza la iluminación, la bienaventuranza, que son las máximas expresiones de la felicidad. Entonces su encuentro con la vida espiritual pujante se convierte en una fuente perenne de alegría, que se refleja en todas las cosas y personas. Por tanto, descubrimos que la conciencia iluminada, es responsable por la felicidad. En el comienzo es apenas vislumbrada, intuida, hasta tornarse una realidad, sin necesidad de desviarse del mundo. Todos los seres humanos tenemos derecho a la felicidad y debemos disfrutarla, desde sus mínimas expresiones a las más grandiosas en todo el panel de la existencia. 8
Con la visión transpersonal de la felicidad, todo y todos deben ser vistos, sentidos y amados como son. La conciencia los absorbe con su estructura. Si la felicidad es el resultado de la inducción externa o de una auto-sugestión, se tornaría en un engaño propuesto y conseguido por el inconsciente. Si deseas ser feliz, podrás serlo, porque la felicidad pertenece a todos; sin embargo la naturaleza pide tu participación en tu esfuerzo de mejorarte moralmente. En todas las naciones, se enseñan caminos ciertos, mostrando vías llenas de espinos, más la mayoría de las criaturas, se entretiene, con el bienestar breve, con los placeres efímeros. Limpiemos nuestros sentimientos de sentimientos inferiores, alcanzando un discernimiento más elevado. La felicidad es aquella que perdona, que olvida las ofensas, que ampara a los débiles, que renuncia en favor de la propia vida, ayudando a los que sufren más. La felicidad se constituye en hacer caridad, aquella que no exige, que no maltrata, no calumnia, no tiene odio, porque ella es amor permanente, que sale del corazón del ser humano, atendiendo a todo y a todos, en las dimensiones correspondientes. Felicidad es Cristo dentro de nosotros, mostrándonos a Dios en la conciencia… Franciscos de Asís cuando fue preguntado por uno de sus compañeros para que hablara sobre la felicidad, dijo: que solamente tenemos noticias de la felicidad en la tierra de su belleza de su estado permanente de bienestar. Que depende de cada uno, en el pleno ejercicio del perfeccionamiento. Ella no es ni nunca fue dada; es conquistada por el alma que sube el calvario de la vida. La felicidad no se vende ni se compra, es acumulada paso a paso, por las líneas de la oportunidad que la vida nos ofrece en todos los momentos. La felicidad es pues, el conjunto de virtudes acumuladas en el corazón. Todos somos candidatos a la tranquilidad imperturbable, más, para eso, tenemos que luchar y vencer la más dura de las batallas, en la guerra con nosotros mismos, que carece de vigilancia permanente para eliminar a los enemigos que mucho conocemos: el odio, la envidia y los celos, la discordia y la maledicencia, la venganza y el orgullo, el egoísmo etc.… Son frentes de batallas que debemos impedir para vencernos a nosotros mismos y conocer el terreno sagrado de nuestro corazón. Existen muchas criaturas que se desaniman en la búsqueda de la felicidad, por desear disfrutarla de inmediato, un hecho que es impracticable. Ella comienza con el simple cambio de pensamiento, descendiendo por las ideas, do9
minando las acciones, buscando la vivencia, demorando, a veces, un tiempo prolongado. La verdadera felicidad exige, en la vida de cada uno, la pureza de pensamientos, de ideas y de sentimientos, la pureza de corazón, de la palabra y de la vida. Después de conquistar todo es, el clima de la felicidad perfumará nuestro ser, y nunca más la perderemos y ella nos acompañará en el tiempo que se llama eternidad. Por tanto la felicidad es, una forma de vivir y para que se torne permanente, es necesario que adquiramos el nivel de conciencia del espíritu y esto comienza cuando se descubre y se atiende a lo que realmente se desea de la vida más allá de los niveles del gozo y del placer. Si deseas un mensaje extraído de estas enseñanzas, consulta al amor y entrégate a él en el servicio a la Humanidad. Avanza tranquilo y feliz, sin más interrogantes o necesidades, porque el amor es Dios que se revela en tu corazón y en el de todos los hombres. Piensa en el amor y procura sentirlo. Entrégate al bien, al prójimo, e inevitablemente encontrarás a Dios dentro de ti, que pulsa, ama y te conduce rumbo a la plenitud. Trabajo realizado por Merchita Extraído de los libros: EL SER CONSCIENTE de Divaldo Pereira Franco MAXIMAS DE LUZ de Juan Nunes RELIGIÓN DE LOS ESPÍRITUS de Chico Xavier
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ORACIÓN RECURSO PARA HABLAR CON DIOS La oración es una elevación por encima de las cosas terrenas, una ardiente invocación, un transporte, un batir de alas hacia las regiones que no turban los murmullos y las agitaciones del mundo material, y donde el ser obtiene inspiraciones que le son necesarias. Cuanto más poderoso es su transporte, cuanto más sinceras es la invocación, más distintas y más claras se revelan las armonías, las voces y las grandezas de los mundos superiores. Es como una gran ventana que abrimos hacia lo invisible, hacia lo infinito, y por donde percibimos mil impresiones consoladoras y sublimes, nos impregnamos con bellas emanaciones y nos embriagamos y sumergimos en ellas como en un baño fluídico generador. Cuando nuestras almas están enternecidas, conmovidas por un sentimiento profundo, por el espectáculo de lo infinito, bien sea a la orilla del mar, en la claridad del día, bajo la luz de la luna con sus relucientes estrellas, en los campos, bajo el verdor de un césped frondoso, en el silencio de nuestra habitación, en un lugar apartado donde estemos tranquilos, serenos, es cuando podemos orar, y conmovidos y emocionados sentir deslizarse en nuestro rostro las lagrimas, que nos hacen doblar nuestras rodillas y brotar de nuestro corazón un cantito de amor o un grito de adoración hacia Dios Huya Eterno que dirige nuestros pasos por el borde de los abismos. Es como cuando lanzamos una piedra al agua, y vemos vibrar en la superficie ondulaciones concéntricas. Así es el fluido universal se pone en vibración por nuestras oraciones y nuestros pensamientos, con la diferencia de que las vibraciones de las aguas son limitadas y los fluidos Universal se suceden hasta lo infinito. Si pudiéramos medir el efecto producido por una oración ardiente, por una voluntad generosa y enérgica sobre los desdichados, nuestras plegarias se elevarían a menudo hacia los desheredados, hacia los abandonados del Espacio, hacia aquellos en los que no se piensa y que están sumidos en un taciturno desaliento. La oración es el roció divino que destruye el excesivo calor de las pasiones; hija primogénita de la fe nos lleva al sendero que conduce a Dios. El primer deber de toda criatura humana, el primer acto que debe señalar para ella la vuelta a la vida activa del día, es la oración. La oración del cristiano, del espirita, de cualquier culto debe elevarse humilde al Señor, para recomendar su debilidad, pedirle apoyo, indulgencia y 12
misericordia. Debe ser profunda, porque es el alma la que debe elevarse hacia el Creador, la que debe transfigurarse como Jesús en el monte Tabor, y volverse blanca y radiante de esperanzas y de amor. La oración debe encerrar la súplica de las gracias que sean necesarias, de una realidad evidente. Es inútil pedir al Señor que abrevie nuestras pruebas, que nos facilite los goces y las riquezas; los bienes más preciosos que el hombre puede pedir son la paciencia, la resignación y la fe. La oración, es ante todo, una actitud mental de la criatura con su Creador. La oración se divide en tres etapas, en las cuales el ser dilata sus percepciones y amplia su capacidad de entendimiento en relación así mismo y a Dios. La oración antes que nada, es un acto de alabanza al Padre, el creador de todas las horas, Fuente Augusta de todas las cosas, Progenitor Soberano de donde todo procede y hacia cuya grandeza todo marcha… La alabanza es una expresión de cariño, y reconocimiento que debe fluir del ser, a fin de producir una sintonía a través de la cual transiten los sentimientos de exaltación del bien, para abrirse en un ruego a favor de las legitimas necesidades, aquellas que son indispensables para una existencia feliz y correcta en el mundo, cuya transitoriedad constituye, por si misma, una advertencia y una invitación a la humildad. No siendo el cuerpo más que una vestimenta, el uso desgasta con facilidad esa estructura, y su extinción señala, inesperadamente, la conclusión de la etapa para el cual fue elaborado. Saber pedir es un arte, la petición no debe constituir nunca una imposición apasionada o un capricho que no merece consideración. La plegaria debe revestirse con la emoción de la confianza y el reconocimiento, en una postura a través de la cual, una vez encaminada la petición, su concesión dependerá de valores que no pueden ser conocidos por el solicitante, y su respuesta, cualquiera que sea, se aceptará con alegría… El hombre aun no está capacitado para saber lo que le conviene para su crecimiento espiritual, su felicidad real, el hombre solicita lo que le parece más importante. No obstante, solo el Padre sabe lo que es más valioso para el hijo que está adquiriendo experiencias.
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Debido a esta realidad, El no siempre concede lo que se le pide y conforme se quiere, sino aquello que puede contribuir al bien legitimo del ser. Entonces la oración debe revestirse de tres actos consecutivos: alabar, pedir y agradecer confiando. El exceso de palabras, el modo como se piden, con palabras revestidas de ideas, es que la oración adquiere valor. Es por la entereza del contenido y por el sentimiento que lo acompaña que alcanza más fácilmente los divinos oídos, y, al mismo tiempo, conduce de regreso la respuesta celeste. La oración, en los círculos del Cristianismo, se caracteriza por una graduación infinita en sus manifestaciones, porque existen creyentes de todos los matices en los variados cursos de la fe. Los seguidores inquietos reclaman la realización de propósitos inconstantes. Los egoístas exigen la solución de caprichos inferiores. Los ignorantes del bien llegan a rogar el mal para el prójimo. Los tristes piden la soledad con ociosidad. Los desesperados la muerte. Innumerables beneficiarios del Evangelio imploran eso o aquello, con alusión a la marcha de los negocios que le interesan en la vida física. En suma buscan la fuga. Anhelan solamente la distancia de la dificultad del trabajo, de la lucha digna. Jesús soporta, paciente todas las filas de candidatos de su servicio, de su iluminación, extendiéndole manos benignas, tolerándole las quejas inmerecidas y las lágrimas inoportunas. Sin embargo, cuando acepta a alguien en el discipulado definitivo, algo acontece en lo íntimo del alma contemplada por el Señor. Cesan las rogativas ruidosas. Se calman los deseos tumultuosos, se convierte la oración en trabajo edificante.
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El discípulo nada reclama. Y el Maestro respondiéndole a las oraciones, le modifica la voluntad, todos los días, alejándole del pensamiento los objetivos inferiores… El corazón que se une a Jesús es un siervo alegre y silencioso. La verdadera oración no debe ser recitada, sino sentida. No debe ser un cómodo movimiento de los labios, revestido de bellas palabras, sino una expresión de sentimiento vivo, real, con el fin de que realicemos una legitima comunión con la Espiritualidad Mayor. La oración es una conversación que entablamos con Dios, Nuestro Padre; con Jesús, Nuestro Maestro y Señor y con nuestros amigos espirituales. Es un dialogo silencioso, humilde, contrito, revestido de unción y fervor, en que el hijo, pequeño e imperfecto, habla con el Padre, Poderoso y Bueno. Perfección de las Perfecciones. Cuando el espírita ora, sabe, por anticipado, que su oración no hace modificaciones en la ley, que es inmutable, lo que si consigue es que se altere su mundo intimo, el cual se fortifica, valerosamente, de manera que afronta con gallardía las pruebas; y estas se atenúan al influjo de la comunión Espiritual Superior. Jesús definió, claramente, la manera correcta de orar, que puede ser entendida como las cualidades que una oración debe tener: El nos recomienda que, cuando oremos, no nos debemos poner en evidencia, sino orar en secreto. Que no es por la multiplicidad de las palabras que seremos atendidos, sino por la sinceridad de ellas. Nos recomienda también, perdonar cualquier cosa que tengamos contra nuestro prójimo, antes de orar, para que nuestra oración sea agradable a Dios. El esclareció que la oración debe estar revestida de humildad, procurando ver los propios errores y no los del prójimo. En el aislamiento, la oración fluye con mayor madurez, sin interferencias, sin preocupaciones con formulas y formas, favoreciendo la comunión legitima con la Espiritualidad. Lo esencial no es orar mucho, sino orar bien. Las oraciones muy largas, además de cansar, pueden revelar una forma de ostentación, que es siempre contraria a la humildad. Otra cualidad de la oración es el ser inteligible. Aquel que ora sin comprender lo que dice, se habitúa a dar más valor a las palabras que a los pensamientos; para el las palabras son eficaces, aunque el 15
corazón no participe. La principal cualidad de la oración es que sea clara, simple y concisa. Sin fraseología inútil, ni lujo de epítetos, que no dejan de ser vestimentas de lentejuelas; cada palabra debe tener su alcance, despertar un pensamiento, mover una fibra; en una palabra, debe hacer reflexionar, solo con esta condición la oración puede alcanzar su objetivo, de lo contrario no pasa de ser un ruido. La oración debe ser siempre espontánea, nacida en el corazón. No debemos olvidar que la intención es todo para Dios. El más perfecto modelo de concisión en el caso de oración es, sin duda, la Oración Dominical (El Padre Nuestro) es una verdadera obra prima de sublimidad en la simplicidad. Bajo la más reducida forma, esa oración resume todos los deberes del hombre para con Dios, para consigo mismo y para con el prójimo. El Padre Nuestro debe ser visto no solo como una oración, sino también como un símbolo que debe destacar por encima de cualquier oración, sea porque procede del propio Jesús (Mateo:6,9 y 13) sea porque puede suplir a todas conforme sean los pensamientos que se le conjuguen: Siendo la oración una llamada, evidentemente somos llevados, de acuerdo con las instrucciones de los Bienhechores Espirituales, a clasificarlas de varios modos. En primer lugar, tenemos la oración vertical, es decir, aquella que expresando aspiraciones realmente elevadas, se proyectan en dirección de lo más Alto, y está dentro de los mencionados principios de afinidad recogidos por los Misioneros de las Esferas Superiores. En segundo lugar, tenemos la oración horizontal, traduciendo deseos vulgares (…) encontrará resonancia entre aquellos Espíritus aún ligados a los problemas terrestres. La oración descendente, que no se le da la denominación de oración, sustituyéndola por invocación (…) En la invocación la llamada recibirá la respuesta de entidades de bajo tenor vibratorio. Son los petitorios inadecuados, expresando desespero, rencor, propósitos de venganza, ambiciones etc. La oración es vertical, horizontal o descendente, en relación al potencial mental de cada persona que ora, o de los sentimientos que ella expresa. La oración, cualquiera que ella sea, es acción provocando reacción que le corresponde. Conforme sea su naturaleza, parará en la región que fue emitida o se elevará, más o menos, recibiendo la respuesta inmediata o remota, según las finalidades a que se destina. Deseos banales encuentran realización horísi16
ma en la propia esfera que surge. Impulsos de expresión algo más noble son amparados por las almas que se ennoblecieron. Ideales y peticiones de significación profunda en la inmortalidad remontan a las alturas. Cada oración, tanto como, cada emisión de fuerza, se caracteriza por determinado potencial de frecuencia y todos estamos cercados por inteligencias capaces de sintonizar con nuestra llamada, a la manera de estación receptora. Es muy importante la oración en la reunión mediúmnica, es por la oración que el hombre atrae el concurso de los Buenos Espíritus, que vienen a sustentarlo en las buenas resoluciones e inspirarle buenos pensamientos. Así adquiere el la fuerza necesaria para vencer las dificultades y entrar en buen camino, si de este se hubiera apartado. El día de la reunión mediúmnica, por lo menos durante algunos minutos, horas ante de los trabajos, sea cual sea la posición que se ocupe en el conjunto, debe dedicarse el compañero de servicio, a la oración y a la meditación en su propio hogar. Conectar el pensamiento con lo Alto. Retirarse, en espíritu, de las vulgaridades del día a día y ore, buscando la Inspiración de la Vida Mayor. Reflexiones, que en breve tiempo, estará en contacto, aunque ligero, con los hermanos domiciliados en el Mundo espiritual (…) El Espiritismo aconseja el habito de la oración antes y después de sus reuniones: Si el Espiritismo proclama su utilidad, no es por el espíritu de sistema, sino porque la observación permitió constatar su eficacia y el modo de acción. La oración antes de la reunión debe ser cortita, ya que hay entidades en angustiosa espera de socorro, en el aspecto de enfermo desesperado. Reclamando medicación substancial. La oración tiene el poder de calmar al espíritu comunicante desequilibrado, suministrándole fluidos saludables para su armonización intima. Como la oración es la expresión más alta y más pura del pensamiento traza una vía fluídica, que permite a las Entidades del Espacio descender hasta nosotros y comunicarse; en los grupos constituye un medio favorable para la producción de los fenómenos de orden elevado, al mismo tiempo preserva contra los malos Espíritus. El médium que desee servir en la siembra debe hacer de la oración su alimento diario, porque, cuanto más importante sea la tarea que este ejecutando, mayor será el asedio que lo experimentará. 17
Constantemente cada ser recibe trillones de rayos de variado orden y emitimos fuerzas que nos son peculiares y que van a actuar en el plano de la vida, a veces en regiones muy apartadas de nosotros. El vampirismo espiritual existe, la oración es el más eficiente antídoto contra el vampirismo. la criatura que ora, movilizando las propias fuerzas, realiza trabajos de inexpresable significación. Semejante estado psíquico revela fuerzas ignoradas, revela nuestro origen divino y nos coloca en contacto con las fuentes superiores. Dentro de esa realización, el espíritu, de cualquier forma, puede emitir rayos de espantoso poder. En ese círculo de permuta incesante, los rayos divinos, expedidos por la oración santificadora, convirtiéndose en factores anticipados de cooperación eficiente y definitiva en la cura del cuerpo, en la renovación del alma e iluminación de la conciencia. Toda oración elevada es manantial de magnetismo creador y vivificante y toda criatura que cultiva la oración, con el debido equilibrio del sentimiento, se transforma, gradualmente, en foco irradiante de energías de la Divinidad Debemos orar por los Espíritus desdichados, orar con compasión y con amor es una de las formas más eficaces de la caridad. Todos podemos ejercerla, cuando oramos para nuestro prójimo, para los infortunados y enfermos, cuando lo hacemos de corazón recto y con una fe ardiente, puede producir saludables efectos. Aun cuando las leyes del destino le pongan un obstáculo, aun cuando el sufrimiento haya de ser soportado hasta el final, la oración no es inútil. Los fluidos bienhechores que lleva en si se acumulan para esparcirse. Se cuenta que una pobre señora, con visible aspecto de derrota estampado en el rostro, entró en un almacén, se acercó al propietario, conocido por su trato grosero, y le pidió fiado algunas provisiones. Ella contó que su marido estaba muy enfermo y no podía trabajar y que tenía siete hijos para alimentar. El dueño del almacén se burló, y le pidió que se retirara de su establecimiento. Pensando en la necesidad de su familia ella imploró: "Por favor señor, le traeré el dinero en cuanto lo tenga...” Pero el hombre le contestó que ella no tenía crédito ni cuenta en su comercio. 18
De pie, en el mostrador al lado, un cliente que escuchaba la conversación entre los dos, se aproximó y le dijo al dueño del almacén que debería darle a esa mujer lo que ella necesitaba para su familia, pues correría por su cuenta. Entonces el comerciante le dijo titubeando a la pobre mujer. "¿Tiene usted una lista de provisiones?" "Sí", ella le contestó. "Muy bien, ponga la lista en la balanza y le daré lo que ella pese en provisiones". La pobre mujer vaciló un momento y con la cabeza baja, retiró un trozo de papel, escribió algo y lo depositó suavemente en la balanza. Los tres se admiraron cuando el plato de la balanza que tenía el papel bajó y allí permaneció. Completamente admirado con el fiel de la balanza, el comerciante giró lentamente hacia su cliente y comentó contrariado: "¡No puedo creerlo!" El cliente se sonrió y el hombre empezó a poner las provisiones en el otro plato de la balanza. Como el fiel de la balanza no se equilibraba, él continuó poniendo más y más provisiones hasta que no cabía nada más. El comerciante se detuvo por unos instantes mirando para la balanza, intentando entender lo que había sucedido... Finalmente, tomó el trozo de papel de la balanza y se espantó al ver que no era una lista de compras sino una oración que decía así: "Mi Señor, usted sabe mis necesidades y estoy dejando esto en sus manos..." El hombre le entregó las mercaderías a la pobre mujer en silencio absoluto. Ella agradeció y se marchó. El cliente pagó la cuenta y dijo: "ha valido cada centavo..." Solamente más tarde el comerciante pudo darse cuenta que la balanza se había roto, en ese momento entendió que sólo Dios sabe cuánto vale una oración... 19
Muchos nos hemos olvidado del poder de la oración en los momentos de dificultades. Generalmente lo único que hacemos es lamentar la situación y dudar del amparo divino. Sin embargo, Jesús, el Maestro por excelencia, buscaba elevar el pensamiento al Padre, en muchos momentos de su existencia en la Tierra. Y varias veces para rogar por la humanidad entera. El rezo debería ser nuestra primera actitud en las horas difíciles y también en los momentos de felicidad. En dificultad, para rogar fuerzas y discernimiento y en la alegría para agradecer. Al fin de cuentas, la oración es la puerta que abrimos para comunicarnos con las fuerzas superiores que, en última instancia, vienen del Creador del universo. ¡Piense en esto! La oración tiene el valor que nuestra emoción le da. Solamente la oración impulsada por el sentimiento y por la verdadera fe, alcanza su objetivo. Puede ser solamente una frase, una palabra, o simplemente un gesto de humildad. Dios, que sabe de nuestras intenciones más secretas, siempre atenderá de acuerdo con nuestros méritos y necesidades. Oremos amigos míos, no perdamos nunca la esperanza en que todo pasará, que la vida es un corto viaje, y que debemos hacerlo con los valores materiales y sobre todo con los espirituales, los materiales ayudan al cuerpo, los espirituales fortalecen nuestra alma, quizás muy agotada, solo quedara aquello que es realmente valioso y una oración es algo que vibra en el mundo que no vemos, y que se queda como una construcción de las que nunca desaparecen, porque es nuestra conversación particular establecida con Dios, Ser Supremo del Universo, que guarda celoso las cartas de sus hijos, escritas con el corazón y elevadas con el sentimiento, son muestras palpables de que lo reconocieron y buscan afanados su ayuda, ellas un día al leerlas al otro lado, veremos sus efectos y nos llenaran de alegría, porque nos recordarán los atavismos que pasa20
mos y de los cuales salimos airosos gracias a ese alimento espiritual que nos sirvió de ayuda. Alabando así a Nuestro Padre, reconociendo su auxilio, y emocionados cantaremos hosannas de alegría. Trabajo realizado por Merchita Extraído del libro de León Denis (después de la Muerte) Del Evangelio de Allan Kardec (Por los Caminos de Jesús de Divaldo Pereira Franco)Y del Estudio de la Mediúmnidad. Y de la inspiración de Merchita (Historia recibida por correo electrónico, autor desconocido)
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LA DESENCARNACIÓN El hombre consciente de las realidades de la vida considera la desencarnación como irrecusable invitación a la anticipada preparación del viaje que, inevitablemente, realizara. Cuidadosas estadísticas esclarecen que, en cada minuto, en la tierra, desencarnan 75 personas, en un total aproximado de 40 millones anualmente... La barrera que oculta el Mundo Espiritual es muy frágil y se rompe inconscientemente, sonando para cada conciencia el instante propicio del despertar más allá del cuerpo. Muchos, avisados sobre el Más Allá, desperdician excelentes ocasiones de crecimiento íntimo, abrigando la duda y la inseguridad en que se complacen, dementes e inquietos... ...Y despiertan más tarde, ligados a los hilos del pavor, en indescriptible estado de perturbación. Muchos moribundos que disponen de voz, antes del gran coma, preparan despedidas y profieren adioses, presentando las “últimas voluntades” con las cuales se vinculan, después de la partida, a los que tornaron cómplices al atenderlos, alargando la enfermedad en los tejidos sutiles del periespíritu y generando delicados procesos de obsesión pertinaz en los que quedaron. Algunos que no pudieron expresar sus pensamientos atormentados del lecho de agonías, se remuerden en los arrepentimientos y tartamudean mentalmente, sin embargo... Otros, ante el mensaje aviso desencarnatorio se preparan apresuradamente, para despejar la mente sombreada de remordimientos, exponiendo los errores en que incidieron y ruegan perdón... mientras tanto, si recuperan la salud por impositivo de la continuidad de las luchas en la forma física, retornan a los viejos sitios donde se complacían, recomenzando, ávidos, el comercio con la locura a que se entregaron... Jesús, el Operario Incansable, llegando la hora del encuentro con Dios, no pronuncio en la Cruz, quejas o recriminaciones, lamentos o petitorios y estando tranquilo por la tarea bien cumplida “ entrego el Espíritu a las manos del Padre 23
“, serenamente, inaugurando, luego, con su Resurrección Túmulo, la Era nueva del espíritu inmortal.
Gloriosa tras el
Él nos quiso decir, que vivamos correcta conducta ante la desencarnación, porque también nosotros, resucitaremos después de la muerte. El destino de casi todos en la Tierra es seguir arduo camino con los pies desgarrados por las piedras y las Azexas. Un Espíritu vestido de negro guía nuestros pasos, es el dolor, dolor santo, que debemos bendecir, pues solo él sacudiendo nuestro ser, le libera de las bajas inclinaciones y le hace apto para sentir lo que es verdaderamente noble y hermoso. Estas enseñanzas hacen perder a la muerte todo carácter espantoso; la deja reducida a una transformación necesaria, a una renovación. En realidad nada muere. La muerte no es más que aparente. Solo la forma exterior cambia; el principio de la vida – el alma – continúa en su unidad permanente, indestructible. Más Allá de la tumba, el alma, se recobra, ella y su cuerpo fluídico, en la plenitud de sus facultades, con todas sus adquisiciones: luces, aspiraciones, virtudes, potencias, con las que se enriqueció durante sus existencias terrenas. He aquí los bienes imperecederos de que nos habla el Evangelio cuando nos dice: “Ni los gusanos ni el moho los corroen y los ladrones no pueden arrebatárnoslo”. Estas son las únicas riquezas que nos es posible llevar con nosotros y utilizar en la vida del porvenir. El Cristianismo es la Religión de la Inmortalidad. Sin esta no se comprende la Misión de Jesús, no se puede absolutamente comprender su pensamiento Intimo. La pérdida irreparable del Maestro consternaba el corazón de sus discípulos, cuando las potestades superiores rasgan el velo de la muerte y se aparece a Magdalena a descubrirle los misterios de la Vida del Más Allá en su pujanza. Seguido a esta aparición, se manifiesta, también el recién muerto, que, demostrando así el proseguimiento de su existencia, recomienda, a su mediadora, dar cuenta a sus discípulos, de aquella manifestación, para que también así ellos se aseguraran, porque, como ya les había dicho, el discípulo debe ser como el Maestro. La Resurrección es la vida, y la Vida se manifiesta en el hombre y al hombre.
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Jesús es la Vida porque se manifiesta vivo a los hombres para que los hombres comprendieran que el túmulo no es el fin: Jesús es la resurrección. El espíritu vive, insistimos, la muerte no es más que una transformación para un estado mejor. No hay muerte, nadie se equivoque. Solo hay vida, donde quiera que se detenga el pensamiento. De la descomposición pestilencial de la materia surgen multiplicadas formas complejas de vida. Muere el gusano en histólisis de desagregación para surgir la mariposa en histogénesis admirable... Muere el semen para formar el cuerpo... muere el cuerpo para que se libere el espíritu, que del se utiliza como de un vehículo en peregrinación purificadora. La muerte constituye, un dolor muy grande, cuando arrebata al ser querido, retirándolo de la convivencia y de la ternura de los que lo aman... La ausencia del cuerpo no impide, la presencia del ser, desagregado en la forma, más, sin embargo, no destruido en la esencia. Desencarnar es desembarazarse de la carne. Morir literalmente, significa cesar de vivir. Es un cambio de estado, la destrucción de una forma frágil que ya no proporciona a la vida las condiciones necesarias para su funcionamiento y su evolución. El rompimiento del lazo fluídico que lo unía al cuerpo es la causa de la extinción de la vida orgánica. Esa separación nunca es brusca. El fluido periespiritual poco a poco se desprende de todos los órganos, la separación solo es completa y absoluta cuando no reste ningún átomo del periespíritu unido a una sola molécula del cuerpo. Cuando comprendemos la vida futura, el temor de la muerte disminuye, aguardamos el fin con calma, resignados y serenamente. La certeza de la vida futura da otro curso a las ideas, otro hito al trabajo. La certeza de reencontrar a los amigos después de la muerte, de reanudar las relaciones que tuviésemos en la tierra, de no perder un solo fruto de nuestro trabajo, de engrandecernos incesantemente en inteligencia, perfección, nos da paciencia para esperar y coraje para soportar las fatigas transitorias de la vida terrestre.
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Él haber penetrado con el pensamiento en el mundo espiritual y haber hecho de la una idea lo más exacta posible, nos hace liberarnos del temor a la muerte. Somos viajeros de la Eternidad realizando nuestro propio progreso de etapa en etapa, las experiencias vividas en cada jornada carnal establecen los mecanismos de la evolución, con referencia a la próxima, facilitándonos un interminable desarrollo. Desde que fuimos creados, sufrimos las incesantes transformaciones que nos hacen surgir, rompiendo las mazmorras en que nos encarcelamos y crecemos buscando el destino eterno, que aun no nos es dado vislumbrar, por falta de recursos y aptitudes que nos capaciten al entendimiento, profundo. Morimos o desencarnamos conforme hemos vivido. Nuestros pensamientos y actos son los tejedores responsables por el desenlace final del Espíritu del cuerpo. El desprendimiento se verifica gradualmente y con una lentitud variable, según los individuos y las circunstancias de la muerte. Las ligaduras que unen el alma al cuerpo solo se rompen poco a poco, y tanto menos rápidamente cuanto más material y sensual fue la vida. En el momento de la muerte, el alma esta en confusión, necesita de algún tiempo para reconocerse. Esta como aturdida, en el estado de un hombre que sale de un profundo sueño y que se esfuerza en darse cuenta de su situación. La lucidez de las ideas y la memoria de lo pasado le vuelven a medida que se borra la influencia de la materia de que acaba de desprenderse y que se disipa la especie de niebla que oscurece sus pensamientos. El tiempo de la turbación que sigue a la muerte es muy variable; puede ser de algunas horas solamente, así como de muchos años. Es menos largo en aquellos, que cuando Vivian, se identificaron, con su estado futuro, porque comprendieron inmediatamente su situación, y más largo cuanto más apegados a la materia vivieron. La sensación que experimentan en el momento de la muerte es variable también. La turbación que sigue a la muerte nada tiene de penoso para el hombre de bien; es como la que acompaña a un despertar apacible. Para aquel cuya conciencia no es pura y que tuvo más afecto a la vida material, que a la espiritual es desasosegada y llena de angustias que aumentan a medida que se va 26
reconociendo, porque entonces se apodera del, el miedo y una especie de terror en presencia de lo que ve y sobre todo de lo que presiente. En su nueva situación, el alma ve y oye lo que veía y oía antes de la muerte, pero ve y oye además cosas que se sustraían a la tosquedad de los órganos corporales; tiene sensaciones y percepciones que nos son desconocidas. Se dice muchas veces, que la vida futura no se sabe lo que en ella pasa, porque nadie ha vuelto para relatarlo. Esto es un error, porque precisamente los que están allí son los que vienen a darnos sus instrucciones, y Dios le permite más que en otra época alguna, como advertencia ultima dada a la incredulidad y al materialismo. Conversemos sobre la desencarnación con nuestra familia, sin sentimientos ridículos y sin indiferencia. Todos somos conscientes de que cada día nos estamos aproximando al ^más Allá. La desencarnación de los seres queridos, tanto hoy como mañana, nos encontrara frente a frente. Es considerable el dolor, el desencanto o incluso la sorpresa que se deberán abatir sobre los corazones. Nadie dudara del dolor que muestran los que conducen al sepulcro el despojos de los que rompieron los grilletes de la carne, dirigiéndose al país de la Verdad, despidiéndose de los vínculos de la materia. Después de la muerte, los seres amados reciben, donde se encuentren vivos, los dardos de la rebelión negativa para ellos como también los recuerdos afables del amor. El pensamiento es fuerza vital gravitando en el Universo. Es un imán poderoso, manteniendo su propia fuerza y atrae las ondas semejantes que en él se fijan o a las cuales se liga. Por eso, debemos recordar a nuestros muertos con alegría y ternura, aunque nos parezca paranoico. La muerte no visita solo nuestro hogar. Pasa por todas las puertas, invariablemente. Si amamos conforme decimos, debemos atestiguarlo con nobleza y no por medio de la insensatez. Una memoria que inspira desesperación, realmente no fue útil ni noble. Solamente el amor verdadero inspira ánimo y confianza, alegría y esperanza. 27
Si nos colocamos en el lugar de quien partió y consideramos la forma como nos sentiríamos si fuéramos la causa del infortunio de la persona que diciendo amarnos, piensa en huir, en vengarse, en abandonar la vida... Reflexionaríamos mejor y transformaríamos el dolor en flores de alegría, conservando la certeza de que el mañana traerá nuestro reencuentro con aquel que amamos. En la familia Cristiana, que aprendió las lecciones de la resurrección y de la vida de ultratumba, las ideas de la miente no deberán promover ninguna ruina, en la vivencia común, por la comprensión de que la vida persiste exuberante más allá de los lazos carnales. El entendimiento de la muerte, que aprendemos a llamar – con el pensamiento espirita – la desencarnación, no hace más que dislocarnos de un sector para otro, o sea, de los tejidos de la densificada materia hacia la tejedura del Espíritu. En la vida familiar, aprendemos a tener respeto para los que se van, sin que el dolor se incline hacia el ridículo excesivo, de los disparates emocionales. Evitaremos, pasadas las horas de tensión emocional y de amargura comprensible, que el sufrir se vuelva elástico, por medio de las evocaciones torturantes e inconsolables. Cuando recordemos a los seres que partieron al más allá, busquemos los momentos de cariño, de trabajo, de alegrías, de amor, que con ellos hayamos convivido. Cada vida es un libro abierto, rico de experiencias y lecciones de las cuales se pueden retirar provechosas enseñanzas para la realización interior. Aun en las existencias humanas más oscuras fluye un manantial de alto valor, si sabemos evaluar las realizaciones y sufrimientos, las luchas y renuncias, los esfuerzos y los silencios vividos para la adquisición de la felicidad, según el parecer de la criatura. En un vetusto y noble hospital, había un paciente que llegaba a su fin, en el plano físico. En el pabellón de los indigentes, en un apartamento bien decorado, se debatía en las garras de la tuberculosis pulmonar, un señor de aproximadamente sesenta años. Había un buen ambiente, en la habitación, con una amplia ventana abierta en la dirección del bosque, en la montaña, por donde entraba la claridad del 28
día, todo contrastaba terriblemente con la psicosfera allí reinante, irrespirable, en la cual se movían Espíritus vicioso, ostentando mascaras de agresividad, con actitudes visiblemente hostiles. Confabulaban irónicos, y se referían al moribundo con animosidad no disimulada. El señor era propietario de inmenso latifundio próximo. Heredero de una inmensa fortuna y grandes propiedades de tierra, ha vivido inconforme, ingiriendo vibraciones de baja calidad, a las que se hace merecedor, en razón de su temperamento irascible y rudo. Internado casi cinco años, sin que la enfermedad pudiera ser vencida, pese a los cuidados de todos los que le asisten con el desvelo que su dinero puede comprar. Tirano domestico, torno en un continuo tormento la vida de la esposa y de los dos hijos, hoy adultos; hace ya bastante tiempo. El enfermo, veía la indiferencia de los suyos, reaccionando con cólera y mortificándose por no poder descargar, con su réplica, la maldad del inconformismo sobre aquellos que padecieron su imposición familiar. Se rebelaba ante la proximidad de su muerte, por el hecho, de dejar el inmenso patrimonio que preservara y aumentara con ambición y avaricia. No obstante, sus dolores no se terminaran, cuando cesen los movimientos físicos, las presencias espirituales que lo rodeaban, son de pésima procedencia y tenían motivos para hacerlo. Unos son adversarios personales de vivencias anteriores, otros fueron adquiridos en la actual encarnación, y otros, todavía proceden de simpatizantes y amigos de aquellos a quien él perjudicó más recientemente, que desean el exterminio del personaje odiado. Sembrador de males, recoge ahora los primeros frutos amargos de su plantación. A pesar de las plegarias de las religiosas que le cercan de desinteresado cariño, conociéndole las flaquezas y defectos morales, no lucia la paz ni se encontraba esperanza... la alucinación se apodero del, le hizo apartarse de Dios, de cualquier sentimiento religioso. El enfermo en agonía, debatiéndose en la campana de oxigeno, la mirada enloquecida, la disnea violenta. Dejaba ver un hilo de sangre viva que le escurría por la comisura de los labios. La tos impertinente, cansina, le obligaba a expeler chorretones sanguíneos que le hacían revolcarse en punzante aflicción. Una religiosa oraba, mientras que una experimentada enfermera le asistía aguardando el momento final, ya próximo. 29
En razón de sus actitudes, nuestro enfermo pasó a sufrir el cerco de las entidades perversas que interferían en su comportamiento mental con las naturales reacciones psicológicas y humanas. Las personas pasaron a lanzarle, flechazos mentales, deseándole la ruina, la infelicidad, la muerte. A medida que los minutos pasaban, el agonizante, daba muestras de mayor sufrimiento, padeciendo estertores y emitiendo pensamientos de ira mal contenida contra todos y todo. El sudor abundante y el colapso periférico, con el entorpecimiento y el amoratar de las extremidades del cuerpo, denotaban que no podía más luchar, en cuanto que el Espíritu permanecía lucido, en la desbaratada fabrica mental, amarrándose a los despojos que se negaban al comando. Uno de los más terribles obsesores que le afligía, le intentaba desgarrar del cuerpo. El desencarnado percibió que su hora había llegado y, aterrado bajo la asfixia, se debatía, intentando gritar, sin embargo, la tos ronca le venció con brutal hemoptisis, impidiéndole la respiración, victimándole definitivamente. Comenzaba para el enfermo, doloroso y prolongado periodo de reparación, en el cual el dolor desempeñará el papel que él no permitió fuese realizado por el amor. El tiempo, ese benefactor ignorado y paciente, se encargara de ajustar y poner en sus debidos lugares todo cuanto se encuentra en desconcierto y desequilibrio. Conforme vivimos, así desencarnamos experimentando las presencias espirituales con los cuales nos afinamos y atraemos, de la misma forma que los sentimientos cultivados se transforman en amarras constrictoras o en alas de liberación. La desencarnación es momento grave para todos los Espíritus que no practican el bien, felices aquellos que se dan cuenta de los deberes a ejecutar y se fatiguen en los esfuerzos por la edificación de la responsabilidad activa sin mecanismos exculpatorios o justificaciones livianas, destituidos de cualquier legitimidad... Es razonable que comprendamos la sustancia de los actos que practicamos diariamente. Aunque estemos obedeciendo a ciertos reglamentos del mundo, que nos compelen a determinadas actitudes, es imprescindible examinemos la cualidad de contribución personal en el mecanismo de las circunstancias, porque es de ley de Dios que toda sembradura se desenvuelva. 30
El bien siembra la vida, el mal siembra la muerte. El primero es movimiento evolutivo en la escala ascendente hacia la Divinidad, el segundo es el estancamiento. Solamente el bien puede conferir el galardón de la libertad suprema, representando la llave única susceptible de abrir las puertas sagradas del infinito al alma ansiosa. Tengamos, pues, suficiente cuidado en nosotros, cada día, porque el bien o el mal, habiendo sido sembrado crecerá junto a nosotros, de conformidad con las leyes que rigen la vida. Si la hora que vivimos en la tierra nos parece de sombra e inquietud, como aquellas que preceden a la muerte, debemos acordarnos de la ansiedad de las “mujeres piadosas de Jerusalén” en el camino del túmulo y no retrocedamos. La noche procede a la aurora y el día es más claro cuando la sombra es más densa. Cercado de problemas y vestido de enfermedades, confiemos aun. El problema es divisa a conquistar en el cofre de la oportunidad, como la enfermedad es el impuesto que la vida tributa al hombre. Dominados por la tensión o caídos en el desencanto hemos de reanimarnos y confiar, a pesar de ello. La tensión que nos conduce deberíamos conducirla nosotros y el desencanto que nos vence es nimbo que el viento de la confianza derrama y expulsa, dejando nuevamente claro el cielo de nuestra alma. Si la incomprensión y la impiedad forjan trampas peligrosas en las cuales has sido prendido, ora, espera y confía, así mismo. Quien viese al Maestro en la Cruz no diría que Él es el Gobernador Sublime de la Tierra. Mientras tanto en aquel lugar Su causa parecía inútil... ... y si por fin, la muerte, que vendrá un día, se acerca a nuestro domicilio carnal, rompiendo las paredes celulares que nos visten y el miedo, intenta adueñarse de los paneles de nuestra mente, no temamos, confiemos siempre. Luego, después, resplandecerá invencible la madrugada de luz y resurgiremos de las cenizas, siguiendo al Resurgido, por el camino hermoso y profundo de la Excelsa Galilea Espiritual... Anotemos las dificultades y engaños de hoy, hagamos una lista y comencemos, aún ahora, una cerrada campaña contra ellos, venciéndoles lenta y seguramente. 31
No nos autosugestionemos de que no mejoraremos, antes de intentarlo o aún después de comenzar repitiendo la experiencia provechosa hasta el cansancio o más allá del agotamiento. A veces, la tentativa que no se hizo, sería exactamente la de la victoria... Comencemos ahora, hagamos ánimo y prosigamos valerosos. Ignoramos cuando sonara el momento de la desencarnación, y cuando llegue no seamos uno de esos incansables muertos. La existencia en la Tierra es un libro que estamos escribiendo y cada día añadimos en él una página. Cada hora es una afirmación de nuestra personalidad, a través de las personas y de las actuaciones que nos buscan. No menospreciemos la oportunidad de crear epopeya de amor alrededor de nuestro nombre. Las buenas obras son frases de luz que dirigimos a la Humanidad entera. En cada respuesta a los demás, en cada gesto hacia los semejantes, en cada manifestación de nuestros puntos de vista y en cada demostración de nuestra alma, grabamos, con tinta perenne, la historia de nuestro pasaje. En las impresiones que producimos, se yergue el libro de nuestro testimonios. La muerte es la gran coleccionadora que recogerá las hojas esparcidas de nuestra biografía, grabada por nosotros mismos, en las vidas que nos rodean. No despreciemos la compañía de la indulgencia, a través de la senda que el Señor nos dio a trillar. Hagamos un área de amor alrededor del propio corazón, porque solo el amor es suficientemente fuerte y sabio para orientarnos en la escritura individual, convirtiéndonos en compendios de auxilio y esperanza para cuantos nos siguen los pasos. Vivamos con Jesús, en la intimidad del corazón, no nos alejemos de Él en las acciones de cada día y el libro de nuestra vida se convertirá en un poema de felicidad y en un tesoro de bendiciones. Trabajo extraído de diversos libros espiritas. 32
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EL VALOR DE LA RIQUEZA Existen libros y libros, orientando los diversos servicios, indispensables a la administración de la moneda que surge, en todas las regiones del mundo, como símbolo de poder adquisitivo, entretanto, esta charla se refiere únicamente a esclarecer la aplicación de los recursos financieros, en el cambio del amor al prójimo. En el mundo existe los avaros de la inteligencia, que se ocultan en las floridas trincheras de la inercia; los provistos de la salud que desamparan a los afligidos y a los enfermos; los privilegiados de la alegría que cierran la puerta a los tristes, aislándose en el oasis del placer; los felices de la fe que procuran la soledad, con el pretexto de preservarse contra el pecado; los exponentes de la juventud que menos precian la vejez; los favorecidos de la familia terrestre, que olvidan los andarines de la penuria que vagan sin hogar. Todos esos ricos de la experiencia común contraen pesados débitos con la humanidad. Recordemos que el Tesoro Real de la vida está en nuestro corazón. Quien no puede donar algo de sí mismo, en la buena voluntad, en la sonrisa fraterna o en la palabra sincera de bondad, en balde extenderá las manos repletas de oro, porque solo el amor abre las puertas de la plenitud espiritual y siembra en la Tierra la luz de la verdadera caridad, que extingue el mal y disipa las tinieblas. Habitualmente, atraemos la riqueza y suponemos detenerla para siempre, adornándonos con las facilidades que el oro proporciona… un día, sin embargo, en las fronteras de la muerte, somos despojados de todas las posesiones exteriores y si algo nos queda será simplemente la plantación de las migajas de amor que hemos distribuido, valoradas en nuestro nombre por la alegría, aun mismo que sean precarias y momentáneas, de aquellos que nos hicieron la bondad de recibirlas. Cuando traspasamos el horizonte y volvemos al otro lado de la vida, todo el bagaje de aquello que no necesitamos nos es confiscado, entretanto, las Leyes Divinas determinan que recojamos, con gran alegría, todo lo que dimos de lo que somos, de lo que hacemos, de lo que sabemos y de lo que tenemos, en socorro a los otros, transfigurándonos las concesiones en valores eternos del alma, que nos aseguraran amplios recursos adquisitivos en el Plano Espiritual. 34
En las horas de peligro, todas las distinciones sociales, los títulos y las ventajas de la fortuna se miden en su justo valor. Todos somos iguales ante el peligro, el sufrimiento y la muerte. Todos los hombres, desde el más encumbrado hasta el más miserable, están hechos con la misma arcilla. Revestidos de harapos o de suntuosos trajes, sus cuerpos son animados por Espíritus del mismo origen, y todos volverán a encontrarse confundidos en la vida futura. Solo su valor moral los distinguirá. El más grande en la Tierra puede convertirse en uno de los últimos del espacio, y el mendigo puede vestir un traje resplandeciente. No tengamos la vanidad de los favores y de las ventajas pasajeras. Nadie sabe lo que no reserva el mañana. Si Jesús prometió a los humildes y a los pequeños la entrada en el reino celestial, es porque la riqueza y el poder engendran con demasiada frecuencia la soberbia, , en tanto que una vida laboriosa y oscura es el elemento más seguro del progreso moral. En la realización de su tarea diaria, las tentaciones, los deseos y los apetitos mal sanos asedian menos al trabajador; puede entregarse a la meditación y a desarrollar su conciencia; el hombre de mundo, por el contrario, es absorbido por las ocupaciones frívolas, por la especulación o por el placer. La riqueza nos liga a la Tierra con lazos tan numerosos y tan íntimos, que rara vez consigue la muerte romperlos y liberarnos de ellos. De aquí las angustias del rico en las vidas futuras. Sin embargo, fácil es comprender que nada es nuestro en este planeta. Los bienes a los cuales nos consagramos a toda costa no nos pertenecen más que en apariencia. Muchos han creído poseerlos, y todos más tarde o más temprano los abandonan. Nuestro cuerpo mismo es un préstamo de la Naturaleza, y ella sabe muy bien recobrarlo cuando le conviene. Nuestras únicas adquisiciones duraderas son de orden intelectual y moral. Delante de la exuberante tierra, paraíso donde Dios nos ha colocado, existen infinidad de posibilidades de progreso y de engrandecimiento de valores, pero el hombre se manifiesta la mayoría de las veces con mezquindad y avaricia, creyendo que solo la posesión efímera, le garantizará la perennidad de la vida y la seguridad existencial. Dice un dicho que “allí donde está tu corazón, se encuentra tu tesoro” por ignorancia el hombre no sabe ver la variedad de recursos que existen a su alrededor y le servirán para la preservación de la vida. Del amor a los bienes materiales nace la envidia. El que lleva en si este vicio puede despedirse de todo reposo y de toda paz. Los éxitos la opulencia del 35
prójimo despiertan en él ardientes codicias y una fiebre de posesión que le consumen. La riqueza no es, sin embargo, un mal en sí misma. Es buena o mala, según el empleo que se hace de ella. Lo importante es que no inspire soberbia ni dureza de corazón. Es preciso que seamos dueños de nuestra fortuna y no sus esclavos; es sensato que nos mostremos superiores a ella, desinteresados y generosos. En estas condiciones, la prueba peligrosa de la riqueza se hace más fácil de soportar. No ablanda los caracteres, no despierta esa sensualidad casi inseparable del bienestar. Es una fuerza, as central afincada en el ego, que es la responsable por los conflictos sociales y económicos, políticos y psicológicos, que le arrastran a muchos a la desesperación, esclavizando los sentimientos y las aspiraciones, por la posesión, que se expande en el área de la afectividad como herencia patriarcal de que todo cuanto se encuentra a su alrededor es de su propiedad. En ese sentido, la familia, los amigos, los objetos son siempre suyos, sin que, a su vez, se permita donar a los otros. La prosperidad es peligrosa por las tentaciones que da, por la fascinación que ejerce sobre los Espíritus. Puede, sin embargo, ser la fuente de un gran bien cuando se dispone de ella con prudencia y mesura. Con la riqueza se puede contribuir al progreso intelectual de los hombres, al mejoramiento de las sociedades, creando instituciones benéficas o escuelas, haciendo participar a los desheredados de los descubrimientos de la ciencia y de las revelaciones de la belleza. Pero, sobre todo, la riqueza debe orientarse hacia aquellos que luchan contra la necesidad, en forma de trabajo y de socorro. Jesús cuando un hombre se le acerco para pedirle que recomendase a su hermano que dividiese la herencia con él, que era motivo de litigio entre los dos, el Maestro le respondió, interrogando. ¡Hombre! ¿Quién me designó para juzgaros o para hacer vuestras particiones? Y enseguida a continuación, y tras una breve reflexión, agregó: Tened cuidado de preservaros de toda avaricia, por cuanto, sea cual fuere la abundancia en la que el hombre se encuentre, su vida no depende de los bienes que posee. Para que esa lección se tornarse inolvidable, narró entonces la parábola del rico que era dueño de tierras, quien cuidaba de ampliar la fortuna hasta el exceso, y cuando no tenía ya más donde almacenar los bienes, se propuso dormir y gozar, y disfrutar de todo lo que le pertenecía, olvidado de que en aquella noche el Señor de la Vida tomaría su alma. 36
Jesús jamás vino para juzgar y condenar, dividir y justificar. Eso significaría destruir el sentido profundo de Su mensaje, tornándolo trágico en Su construcción de Amor. El no era juez, no imponía la ley, la vivía y la sufría, enseñando sumisión a los códigos, aun cuando eran injustos, con el fin de estimular a cada ser a ascender a los niveles superiores del pensamiento y de la conciencia, liberándose de cualquier permanencia de egoísmo, o en la inferioridad existente en los peldaños inferiores de la transitoriedad carnal. Consagrar los recuerdos a la satisfacción exclusiva de la vanidad y de los sentidos, es perder la existencia y crearse penosas dificultades. el rico deberá dar cuenta del depósito que se ha puesto en sus manos para bien de todos. La cuestión de la riqueza asumió en la Buena Nueva una postura relevante, porque verdaderamente los ricos no son los poseedores de cosas y volúmenes de la ambición, sino aquellos que se convirtieron en pobres del espíritu de avaricia, de pasiones inferiores, de angustias, enriqueciéndose en el reino de los Cielos que se inicia en la Tierra, con los dones de la renuncia, de la abnegación, del amor que se engrandece hasta alcanzar la postura de la caridad. Esa es la búsqueda ininterrumpida a la que se debe entregar el ser humano, es el desafío psicológico del auto encuentro, del descubrimiento de la realidad espiritual, del sentido profundo de la existencia más allá del campo de las formas objetivas y sensuales. La misión inteligente del ser humano en la Tierra, es la de promover el progreso propio así como el general, y ahí reside el fin providencial de la riqueza, que estimula la creatividad con fines nobles y la dignificación espiritual, mediante la ampliación del pensamiento que se despoja de las corazas del mito para realizar obras a favor de su crecimiento emocional y moral. A través de la postura del amor surge la comprensión de cómo aplicar la riqueza, multiplicándola en obras que favorezcan a todos los seres con oportunidades de desarrollo de los valores internos, alterando los paisajes íntimos por medio de las conquistas que le son presentadas. Hay que vivir el presente, como presente, en un constante servicio de construcción interior, es el deber que cabe a los poseedores de riquezas, que las tornaran bienaventuradas por la cooperación que expande en derredor de sus recursos. Los bienes más importantes que los acumulados en las arcas y en los bancos, son los bienes de carácter emocional y espiritual, social y moral: la inteli37
gencia que sabe administrar la existencia corporal; la memoria que se encarga de archivar las experiencias, las tendencia hacia el bien, lo bueno, lo bello, lo eterno; los sentimientos del deber que nacen de la conciencia que actúa en consonancia con las soberanas Leyes de la Vida. Estos tesoros, sin duda alguna, son más preciosos que los materiales, ya que se pueden transformar en valiosos emprendimientos salvadores de vidas, como la instrucción, la educación, la liberación de los vicios en razón del amparo en el campo de la salud y del trabajo, propiciando felicidad en todas partes. La fortuna, sea como sea que se manifieste, es una alta responsabilidad, que el que la posee tendrá que rendir cuentas, inicialmente a si mismo, por la incitación de la conciencia responsable y cuando despierta e impone la culpa por el mal empleo, y delante de la Conciencia Cósmica, de la cual nadie se evade por presunción, capricho o infantilidad emocional… En la pobreza y en la riqueza el ser adquiere experiencias valiosas que constituyen su patrimonio de crecimiento en el rumbo Infinito, en la marcha inexorable por la búsqueda de Dios, ampliando la capacidad de servir y amar, porque nadie está libre, de que a la noche, suene la voz que le dirá: ¡Que insensato! Esta misma noche tomaran tu alma… ¿Y qué sentido tendrá todo cuanto fue almacenado, si no fue aplicado con elevación y sabiduría. Francisco de Asis, Miguel Angel, Vicente de Paul y tantos nobles Espíritus que vivieron en este mundo, sabían que el trabajo, las privaciones y el sufrimiento desarrollan las fuerzas viriles del alma, en tanto que la prosperidad las aminora. En el desprendimiento de las cosas humanas, unos encontraron la santificación y otros el poder que proporciona el genio. La pobreza nos enseña a compadecernos de los males de los demás, haciéndonos conocerlos mejor; nos une a todos los que sufren; da valor a mil cosas hacia las cuales son indiferentes los dichosos. Los que no han conocido sus lecciones ignoran uno de los aspectos más conmovedores de la vida. No envidiemos a los ricos, cuyo esplendor aparente oculta tantas miserias morales. No olvidemos que bajo el cilicio de la pobreza se esconden las virtudes más sublimes, la abnegación y el espíritu de sacrificio. Reflexionemos en los talentos divinos que nos bendicen en todas las esferas de la existencia y, deseando la felicidad y la victoria, a todos los amigos que se mueven, en el mundo, bajo el peso de la fortuna transitoria, con difíciles problemas a resolver, anotemos con imparcialidad como empleamos, día a día, 38
los créditos del tiempo y los tesoros de la vida, para que vengamos a saber con seguridad lo que estamos haciendo realmente de nosotros. Había una vez una familia, que tenían una casa que no les satisfacía, en algún momento, el Dios de los cielos les obsequió con una hermosa mansión. Adentro de ella, se vivía confortable con todas las comodidades y con todo lo necesario. Este hombre llevó a su familia a la mansión y con ella compartió las comodidades y todo lo confortable de la casa. Mas un día, uno de ellos se quedó mirando la hermosa puerta de la casa y dijo: - Dios de los cielos, ¡Qué fea está esta puerta! ¡Qué dañada y envejecida! No es ésta, la puerta de moda. No es ésta, la puerta preciosa que merezco. Deberías Tú, Dios de los cielos, obsequiarnos una puerta de oro, pues en realidad lo que merecemos es una puerta de oro puro. Y entre sus ruegos durmió, y al despertar su gran sorpresa fue, que no estaba ya la puerta de madera que antes estaba en la casa, y en lugar de esa puerta no había ninguna. Confundido miró cómo quedaba el espacio y el hueco de la puerta, y cómo no llegaba ninguna puerta de oro. Entonces, otro de ellos se quedó observando las paredes de la casa y dijo: - ¡Qué feas paredes! ¡Qué rayadas, dañadas y envejecidas están! No son éstas, las paredes que merecemos en nuestra familia. ¡Dios de los cielos!, envíanos paredes de esmeraldas, rubíes y cristales preciosos para adornar nuestra casa, como realmente lo merecemos que esté adornada. Y entre sus ruegos se fue a dormir, y al despertar ¡cuál sería su sorpresa!, cuando vio que la casa ya no tenía paredes, y en lugar de las paredes no había ningunas otras. Solamente quedaba el espacio, y las paredes de esmeraldas, rubíes, y cristales... ¡no habían llegado! Entonces otro de ellos miró hacia arriba y dijo: - ¡Dios de los cielos!, creo que te has olvidado de cambiarnos este feo techo. ¡Mira qué envejecido y feo está! Creo que ha sido un olvido tuyo. Pero ahora he de recordarte, que merecemos un techo de finos cuarzos que cubra nuestra casa, y que la adorne como realmente lo merecemos. Y entre ruegos se fue a dormir, y al despertar... ¡cuál sería su sorpresa!, cuando vio que ya no había techo en la casa. Ni techo, ni paredes, ni puerta. Entonces llegó otro de ellos y dijo:
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- ¡Qué feos pisos tenemos! ¡Qué empobrecidos y deteriorados están! Dios de los cielos, envíanos unos pisos realmente hermosos, del más fino mármol, para que nuestros pies puedan caminar y sentirse premiados. Y entre ruegos, fue a dormir y al despertar, ¡cual no sería su sorpresa!, cuando vio que ya no había pisos. Ni pisos, ni puerta, ni paredes ni techos... ¡Ya no había casa! Entonces todos juntos miraron al cielo y dijeron: - Señor, ¿por qué nos has quitado nuestra casa? ¿Por qué te has llevado la puerta, las paredes, el techo, y el piso? ¿Por qué no has atendido nuestro llamado de hacerla mejor para nosotros? ¿No dices Tú, que pidamos con fe y todo lo que pidamos nos será dado? Te hemos pedido con fe, pero Tú en lugar de darnos... ¡nos has quitado lo que teníamos! Entonces el Dios de los cielos les contestó: - Lo que ustedes tenían, les había enceguecido, y les estaba impidiendo ver lo más maravilloso que realmente tienen. Y en medio de su ceguera, cuando se quejaron por la puerta de madera, hube de quitar la puerta de madera para que sus ojos pudieran mirar hacia afuera y apreciaran el más hermoso valle, lleno de verde y lleno de árboles, que Yo con amor les he obsequiado. Cuando se quejaron por las paredes, tuve que quitarlas para que sus ojos tuvieran la oportunidad de mirar el precioso mundo que les he obsequiado, con lagos, mares y ríos, con pájaros que cantan para ustedes, con peces y vida por donde ustedes puedan mirar, con verde césped y con hermosos trigales. Las paredes a veces no les permitían ver ni recordar lo que había afuera. Al ver que no apreciaron lo que había afuera, sino que simplemente miraron hacia arriba y se quejaron del techo, tuve que quitarles el techo, para que se dieran cuenta de que arriba de ese techo, había el más precioso y perfecto cielo, que sólo con el más infinito amor, pude crear para ustedes. Un cielo precioso, en el que les obsequio el sol para que les de calor y luz, y en el que después les adorno con estrellitas y con lunas diferentes, para que se sientan premiados por mi amor infinito. Pero como el techo les impedía ver más allá, tuve que quitarlo para recordarles lo maravilloso del cielo. Pero como no apreciaron el cielo, sino que miraron hacia abajo y se quejaron del piso, tuve que quitarlo para que recordaran que sus hermosos pies, pueden tocar la más preciosa y perfecta tierra, que sólo desde mi más profundo amor pude crear para ustedes. Una tierra en la que están depositadas todas las riquezas necesarias para su existencia terrena. Una tierra de la que pueden 40
brotar todas las riquezas que pedían en sus paredes, en sus techos, en sus pisos, y en sus puertas. Porque de esa tierra que empezó a ser tocada por sus pies, pueden hacer que brote el oro, las esmeraldas, los rubíes, los cuarzos y todos los materiales necesarios para la abundancia terrena que merecen. Puse en la tierra todas esas riquezas, para que ustedes pueden caminar sobre ellas como un símbolo de que son mucho más grandes que las riquezas materiales, porque las riquezas materiales están justo abajo de sus pies. Ahora, podrán apreciar los más hermosos tesoros, y sintiéndose premiados por esos tesoros, pongan ahora sí, los pisos que quieran y pongan ahora sí, las paredes que quieran, y construyan los techos, y pongan las puertas que quieran, pues todas las riqueza están puestas en la tierra para ustedes. Pero para hacerlo, han de agradecer y reconocer el verdadero valor de las cosas, han de relevar un poco sus órdenes, y han de entender lo que realmente vale, porque Dios les ha premiado de riquezas y les ha hecho abundantes. Piense cada uno en su corazón, ¿con qué dinero podría comprar lo que Dios les ha obsequiado, sin pedirles un centavo? No habría ninguna suma posible que comprara el cielo, ni el sol, ni la luna, ni las estrellas, ni el viento, ni los árboles, ni los pájaros, ni la tierra, ni los valles, ni las montañas, ni los ríos, ni los lagos, ni los mares, ni los peces, ni la vida... ¡ni el latido de su corazón! Todo eso ha sido un obsequio del amor de Dios, y han de disfrutar ese obsequio y enaltecerlo. Todo está dispuesto para su dicha, todo está puesto ahí de forma perfecta para su plenitud y su abundancia. Con su libre albedrío, podrán hacer lo que quieran hacer y obtener los resultados que quieran obtener, y no han de reclamarle a Dios por lo que ustedes han creado. Al Padre eterno, simplemente agradézcanle lo que les ha obsequiado, y continúen sus luchas en amor, reconociendo. .. ¡Que hay mucho para ustedes, sin necesidad de que lo compren! Consideremos los talentos imperecibles que ya retenemos en la intimidad de la propia alma y recordemos que transportamos en el corazón y en las manos los recursos inefables para extender, infinitamente, los tesoros de trabajo y las riquezas del amor. Solamente el trabajo sentido y vivido es capaz de generar la verdadera fortuna y acrecentarla infinitamente, y, por eso, amando la tarea que el Señor nos confió por más inquietante o sencilla que sea, valgámonos del tiempo para enriquecernos hoy de luz y amor, comprensión y merecimiento, a fin de que el tiempo no nos encuentre mañana con el corazón fatigado y las manos vacías. Derrama el tesoro del amor que el Padre Celestial te situó en el corazón, a través de bendiciones de fraternidad y simpatía, bondad y esperanza para con 41
los semejantes, y en cualquier grupo social en el cual te veas, serás, invariablemente, la criatura realmente feliz, bajo las bendiciones de la Tierra y de los Cielos. Trabajo realizado por Mercedes Cruz Reyes, extraído del libro Jesús y el Evangelio de Divaldo Pereira Franco Y DEL LIBRO: DESPUÉS DE LA MUERTE DE “LEÓN DENIS. La historia es de autor desconocido.
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El GOBIERNO Y LA POLITICA SEGÚN EL ESPIRITISMO La humanidad terrícola está todavía insatisfecha, es turbulenta y se divide en agrupaciones nacionalistas y adversas, así como también en doctrinas religiosas y credos separativistas que solo tratan de defender intereses propios por medio de conflictos recíprocos. En general los sistemas de los gobiernos de nuestro mundo no favorecen integralmente las ansiedades de los pueblos que rigen. La Ley Espiritual conceptúa que “A cada uno le será dado según sus obras”, de ahí también se justifica el viejo refrán que dice “El pueblo tiene el gobierno que merece” Los pueblos de la tierra son egoístas, belicosos, indisciplinados, celosos, avaros, racistas y orgullosos, cuando se trata de naciones poderosas y dominantes; pero se manifiestan indefensos e injustificadamente sometidos cuando son humillados por las guerras a través de los adversarios victoriosos. Esas naciones recuerdan a las personas que se descontrolan en sus emociones y son capaces de llegar a los peores extremos en su ambición y violencia cuando son fuertes e independientes, pero se acobardan servilmente cuando caen sus pedestales de viento. Los pueblos gritan y protestan contra sus dirigentes, tildándolos de políticos ambiciosos y corrompidos, porque no satisfacen totalmente sus pretensiones personales. Sin embargo, olvidan que son gobernados por hombres de la misma fuente humana, o generados en el medio ambiente, los que únicamente reflejan la idiosincrasia de la mayoría que es gobernada. Los electores eligen a sus dirigentes por su libre y espontánea voluntad, mientras que gran parte de ellos cometen irregularidades, perfidias y estrategias para llegar a elegir a su candidato favorito o a quien le formula mejores promesas para el futuro. Es bien claro que de un grupo deshonesto, ambicioso e interesado, jamás surgirá un candidato que se encuentre exceptuado de faltas o defectos, por el solo hecho de estar representando la síntesis de sus electores. Los mandatarios son el producto del medio que gobiernan y proporcionan los frutos según el tipo de cultura del terreno donde se nutren. Algunos pueblos y naciones han sido gobernados por hombres inteligentes, hábiles y honestos y que superaron el medio defectuoso donde se generaron. La “Administración Sideral” del orbe escoge ciertas épocas para la encarnación de espíritus preparados y destinados a regir o gobernar a determinadas 44
naciones. Ellos son verdaderos valores, en lo espiritual, para que la humanidad no se atrofie en un bajo nivel intelectivo, artístico y moral. Otras entidades, de menor graduación sideral, pero correctas, dinámicas y filantrópicas, son puestas en lugares claves, como en la dirección de industrias, instituciones culturales y científicas del mundo, apresurando el sentido y los objetivos financieros y económicos del mundo, que han de servir a las masas de menores recursos. La tierra en ciertas épocas, presenta índices espirituales que tanto mejora como empeora, demostrando cuando predomina en su seno la carga de Espíritus buenos o defectuosos. En determinadas fases, el planeta entra en convulsión por los conflictos bélicos y por la presión de una gran cantidad de tiranos y conquistadores, apareciendo la hierba dañina, sofocando los tiernos brotes de la buena simiente. También se matizan periodos de paz y de trabajo fructífero, compensando las violencias y destrucciones del pasado. Ciudades antiguas, sucias e inapropiadas para la naturaleza evolucionada del hombre, son destruidas por el enemigo, siendo “, de sus ruinas resurgen otras demarcaciones que son más compatibles. En la Edad Media la tierra fue dominada por espíritus de las tinieblas, verdaderos primitivos de la espiritualidad, que aliados con los políticos y religiosos del mundo, amordazaron conciencias, toleraron el libertinaje, revolvieron el lodazal de las creencias y oscurecieron el arte, redujeron el derecho de creencia y oscurecieron los más simples ideales humanos. Después de esa experiencia tenebrosa en afinidad con la carga espiritual encarnada, la dirección de lo Alto frenó el descenso en masa de los espíritus diabólicos y programó la encarnación de espíritus de mejor condición espiritual, y reactivo en el plano de la tierra el arte, liberando la devoción religiosa y dando entrada a la bella vida del periodo renacentista. El gobierno de una nación debería entregarse al ciudadano de mejor preparación intelectual, moral y sentimental. Como máximo exponente de la cualidad de su pueblo, deberá demostrar con el ejemplo los valores que a través de su vida ciudadana consiguió, y que a partir de ese instante, accionará, a favor de la colectividad. Ninguna nación o pueblo consigue soluciones políticas satisfactorias, dejándose gobernar por cualquier tipo de persona, doctrinario o político, producto de un grupo de personas asociadas por simpatía y gustos particulares y formando una organización aparte. Es absurdo, que un grupo de criaturas de preferencias políticas y personales pretenda dirigir al resto mayoritario y variadísimo en su gama mental, psíquica y emotiva, como son los integrantes de una nación, es decir, la propia humanidad. Un sistema doctrina o partido polí45
tico es un molde a ser llenado por determinando tipo de hombres afines en sus ideas, gustos e intenciones. Son los ingredientes particulares los que a veces no satisfacen al todo colectivo que demuestra ser del más variado contenido. Un pueblo o una nación indiscutiblemente, es un todo orgánico que materializa la síntesis de una sola voluntad psíquica y que debe someterse a una dirección espiritual superior. La selección de un gobernante debería regirse por las normas de un riguroso “concurso”, tal como se aplica en las funciones públicas, en vez de ser el producto de un grupo de voluntades, aliadas bajo un sistema o partido político. Es necesario que ese hombre elegido para tan elevado cargo público, presente, lo más que pueda, su elevado índice de sabiduría, razón y sentimientos investigados por todo el conjunto a ser gobernado. En caso contrario, el todo pasa a obedecer a una dirección propuesta por intereses particulares y que no le podrá proporcionar el equilibrio y la armonía, que solo es posible a través de un conocimiento global. Casi todos los gobiernos ignoran la inmensa responsabilidad asumida ante la “Administración Sideral”, la que en realidad es la que gobierna el planeta. De ahí que se juzga autorizado e independiente detentor de un “poder máximo” sobre la colectividad, sin necesidad de tener ningún tipo de obligación con el Gobierno Oculto que acciona desde el Mundo Espiritual. El rey, el gobernador o el mismo dictador no dejan de ser agraciados con la confianza divina, por cuyo motivo les será exigido después de la muerte corporal, las más severas cuentas por sus trabajos en la materia. Jamás serán tolerados cuando distorsionen el sentido de su gobierno a favor de sus intereses particulares y del enriquecimiento de su “familia”, pues la Ley Espiritual no les perdona la mínima subversión de los intereses del patrimonio público. El gobierno de la tierra deriva de los compromisos esquematizados y asumidos en el Espacio por sus responsables, pues en una nación se incluye la recuperación Karmica de los individuos que conforman el conjunto de los gobernados. Cada espíritu encarnado está vinculado a un organigrama sideral, donde se tasan todas las posibilidades de éxito y fracaso eventuales en la ruta Karmica. Después de la desencarnación cada hombre rinde cuenta de sus realizaciones en el mundo material y es responsable de las irregularidades cometidas. Desgraciado el gobernante terreno que, debido a su ambición política o falta de escrúpulos altera, perturba o modifica la vida de sus gobernados, impidiéndoles cumplir con ciertas tareas Kármicas o apartándolos de los objetivos de responsabilidad espiritual. De hay el concepto sideral tan popular en el mundo espiritual: “¡Más vale ser mil veces un apóstol de Cristo, que un ministro de Estado!”… 46
Los políticos del mundo no toman con la debida seriedad estas advertencias. Ellos no ignoran que la vida en el mundo material no es producto del “acaso”, ni sucede por capricho de nadie. La tierra, en su función de escuela de alfabetización espiritual, obedece a un planeamiento vinculado a las otras humanidades de la constelación solar, por cuyo motivo, es autentico el concepto popular que dice: “no cae ni un solo cabello de vuestra cabeza sin que Dios lo sepa”. Por eso el hombre que ambiciona las glorias transitorias de los cargos políticos y públicos del mundo, que lo hagan de modo sensato, digno y beneficiosos, pues la Ley del Karma lo juzgará en la medida de sus realizaciones, buenas o malas. Quien roba en la tierra aquello que la Administración de lo Alto puso en sus manos para la felicidad de los ajenos, tendrá que responder por las perturbaciones e injusticias emanadas de sus actos, puesto que se desvió de su objetivo espiritual. La Justicia Divina dice: “La siembra es libre, más la cosecha, obligatoria”… En la esfera política del mundo, alimentada por los partidos, doctrinas y sistemas específicos, desgraciadamente, existen personas que hubieran sido verdaderos problemas para la policía si les hubiera tocado vivir en la pobreza, pero al haberles tocado el clima favorable de la Administración Pública llevan con éxito su habilidad como delincuente. Hay políticos que suben al poder siendo delincuentes innatos. El déspota, el tirano, en general, es el producto del resentimiento o de la frustración contra el mundo. Cuando vive en la mediocridad es un servil, quejoso e inseguro en sus actos, retiene su ira interior y evita las complicaciones perjudiciales. Entonces acumula energía por fuerza de su contención compulsiva, mientras que los extrovertidos dispersan sus fuerzas y manifiestan sus intenciones a la luz del día. En general, son envidiosos, celosos, ambiciosos y fácilmente hipócritas, ante la capacidad de esconder sus inadaptadas intenciones bajo preceptos morales y sociales de la vida en común. Odian con suma facilidad y, una vez resentidos, jamás olvidan la menor de las ofensas recibidas. Cada gota de hostilidad recibida la contabilizan de tal forma, que exigen la compensación de un tonel en la hora oportuna. Hitler por ejemplo cocinero del ejército alemán en 1918, era un resentido contra sus superiores, huía constantemente de los judíos, que Vivian pendientes de su vida para poder cobrarle los prestamos atrasados. Una vez que alcanzo el máximo poder en Alemania, centuplico y dio rienda suelta a sus frustraciones, venganzas, enemistades, y despechos que había acumulado en el transcurso de su juventud mediocre. Se vengó de sus antiguos superiores, jubilándolos o haciéndoles renunciar a sus argos, mando quemar la plaza pública obras culturales preciosas, impidió que se realizaran exposiciones artísticas de pintores 47
modernos, que intentaban mostrar cosas sutiles y renovadoras, y ordenó cerrar los teatros que le habían negado su consagración dramática. Cuando mando matar a los millones de judíos en los campos de concentración, posiblemente estaba atendiendo al resentimiento causado por el antiguo acreedor, que le perseguía para cobrar los pagos atrasados. Humillado desde la niñez por su descendencia mediocre, no atendiendo en sus deseos de dirigir a la juventud política y resentida por su vida, sin mayor trascendencia, sublimó su naturaleza psíquica incapaz y enfermiza por el culto del “superhombre de Nietzsche”… Pero como el pueblo tiene el gobierno que merece, el pueblo alemán bajo la inflexible Ley del Karma, la misma juventud que aplaudió delirantemente las masacres y los pillajes llevados a cabo por las huestes de Hitler, , envejecida y desilusionada, sufrió través del “muro de la vergüenza” de los rusos la infeliz cosecha de la simiente deteriorada. Aunque los hechos sucedidos fueron indeseables, nos recuerdan a ciertas enfermedades que para ser curadas necesitan una terapia violenta y cáustica. Es una pena que la humanidad terrestre necesite tales recursos belicosos para procrear su reajuste Karmico, masacrándose en las guerras fratricidas, destruyendo ciudades, sembradíos y parque preciosos, lo cual más tarde repercute en la miseria, neurosis y mutilación de los hombres. No tenemos dudas de que el Bien también puede provenir del Mal, pero lo lógico es que el Bien se haga por el propio Bien. Las cuestiones políticas, religiosas y sociales dividen al pueblo en grupos adversos, manteniendo el clima de guerra permanente, ante la preocupación de cada sector para imponer su preferencia o simpatía. Aunque las revoluciones glorifiquen a sus autores y los resalten en el altar de sus héroes, patriotas o salvadores del pueblo, en verdad, siempre existe un juego de intereses, en que los grupos dominados reaccionan contra los grupos dominantes. La revolución es un estado de espíritu en el hombre insatisfecho, que piensa en “cambiar” de cualquier forma, y casi siempre procura casi exclusivamente su propio bien. Cuando ese oculto estado espiritual se exterioriza en forma de movimientos belicosos o luchas sangrientas, apenas materializa la insatisfacción de un grupo de hombres sintonizados en la misma frecuencia de los deseos. Solo en casos raros un ideal exceptuado de intereses personales mueve una revolución a favor del pueblo, pues en general la codicia y la ambición son inherentes a los revolucionarios de todos los tiempos. La prueba se tiene en que constantemente en las nuevas revoluciones que sustituyen a las viejas porque los salvadores del pueblo siempre cuidan de su propia salvación. 48
A pesar del beneficio que a veces ciertas revoluciones proporcionan, bajo una intención superior, jamás pueden promover la felicidad de un pueblo, porque no atienden específicamente los intereses totales de la colectividad, peo son generadas por grupos de hombres asociados, por la misma simpatía grupal. Evidentemente, si la felicidad, tolerancia, honestidad y el patriotismo de raza existieran unificados por un esquema evangélico sobre “el bien ajeno, jamás habría necesidad de revoluciones, las cuales significan el corolario de una insatisfacción colectiva. Mientras el hombre no cambie fundamentalmente, vivirá constantemente en guerra con sus propias pasiones y vicio esclavizantes. La revolución es inherente al alma del hombre terrenal, por eso es tan frecuente que por la tarde se arrepienta de aquello que hizo por la mañana, es una guerra constante consigo mismo. De esa forma. Se establece la lucha silenciosa o ruidosa en el seno de la familia, de la vecindad, en las calles y en los establecimientos de trabajo. Las noticias de los diarios comentan con grandes letras los grandes robos, crímenes, violencias, asaltos, desmanes, locuras de borrachos, anormalidades de los drogadictos, adulterios, prostitución y corrupción pública. Los líderes corruptos no pueden solucionar y armonizar esos estados críticos y revolucionarios, en los hombres terrícolas. El advenimiento de Cristo también fue una revolución, pues por su trabajo sublime se cambiaron las formas del comportamiento humano, puesto que el “amor debe sustituir al odio, la humildad al orgullo, la renuncia al pillaje, el bien al mal, la paz a la guerra… El Maestro Jesús nos e endioso bajo la infantil vanidad de los distintivos y medallas pendiendo del pecho perecedero, ni preparo hombres para la gloria del poder transitorio; sin embargo, revoluciono al mundo levando los pies de los apóstoles y sacrificando su vida por la felicidad de la humanidad. Fue un revolucionario jamás igualado, porque enseño el gobierno del espíritu sobre las pasiones y los vicios, en verdad ¡los peores enemigos del hombre! En las guerras los militares y civiles marchan eufóricos por las calles al son de la banda portando banderas, distintivos de guerra y fusiles modernos, como salvadores, que un poco más tarde transforman sus patrias en ruinas, Jesús mientras tanto, era el “gran amigo”, cuyo sequito revolucionario estaba integrado por viudas, pescadores, hombres pacificaos, que manoseaban las armas del amor para establecer la Paz y la Compasión en el alma.
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A través de la silenciosa dirección del alma, Jesús instituyo la revolución del Amor, del Bien y de la Paz para toda la humanidad, ajena a las condiciones de razas, credos, sistemas políticos o entendimientos intelectivos. La humanidad terrícola todavía es incapaz de ser feliz, pues enfrenta los mismos problemas de orden espiritual de antaño. Lo partidos políticos, los sistemas doctrinarios, las castas sociales y las segregaciones raciales forman tremendas limitaciones verrugosas en el cuerpo saludable de la vida hecha por Dios. A pesar de las reuniones amistosas de las clases profesionales, de las confraternizaciones artísticas, de los congresos eucarísticos, de los simposios de espiritas y de otras iniciativas espiritualistas modernas, apenas se observa una demostración que exalta la oratoria, pero sin resultados prácticos, porque los hombres, en lo intimo de sus almas, todavía dependen de las superficialidades y de los intereses del mundo transitorio de la carne. Muy pocas son las criaturas a quien le importa investigar la autenticidad del espíritu inmortal en su manifestación educativa sobre la faz del mundo, a fin de dirigir la vida bajo el imperativo de un orden superior. Por esa causa, los hombres no saben gobernar y gobernarse, hasta que llegue el día, en que aprendan a colocar las circunstancias provisorias de la existencia física por debajo de la normas de la vida eterna y verdadera del espíritu. Todas las doctrinas, la socialista, fascista democrática o nazista, desean formalizar una cúpula de protección para ciertos grupos de hombres congregados por simpatía personal y dedicada a la misma concepción política, y que consideran como la panacea preferida para solucionar todos los problemas humanos. De ahí el fanatismo y la sumisión servil de esos grupos, a “su” sistema político, que consideran el mejor del mundo aunque ello sea del desagrado de otras doctrinas semejantes. Todos esos sistemas serán superados por el tiempo en base a la modificación y evolución de las costumbres y temperamentos de los hombres. Innumerables sistemas y doctrinas económicas, políticas, filosóficas y hasta educacionales, de otros tiempos, se podrían ajustar al pensamiento y a la emotividad del hombre atómico. El sistema que pude salvar al mundo es la doctrina de Jesús que además de haber sido el hombre más santo y sabio es el mejor amigo del hombre. Es una doctrina sana, universalista e incriticable, que siendo practicada por todos los hombres elimina efectivamente las dificultades, carencias y desventuras de la humanidad. No tiene estructura capitalista, fascista, democrática, nazista o socialista sino que se rige por una regla Áurea e irreducible que es el sublime sentimiento del Amor. Los hombres no se salvan substituyendo sistemas políticos, sino mediante ¡el ejercicio incondicional de Amor!...en el desierto de la vida 50
humana, la doctrina de Jesús es el “oasis” capaz de mitigar la sed del viajante más desventurado. Es la forma inalterable en cualquier latitud geográfica del mundo, clima social, político o religioso, así como también la más avanzada solución moral y espiritual de las relaciones de los hombres. “Ama a tu prójimo como a ti mismo” no se refiere específicamente a grupos de hombres socialistas, fascistas, demócratas, nazistas, capitalistas o comunistas, sino, ¡Al género humano! Los hombres pueden alegar que es difícil vivir el Evangelio, tal como el Maestro Jesús lo vivió; pero ningún hombre del mundo podrá negar que si tal Código de Moral fuera practicado por la humanidad, se eliminarían todos los problemas económicos, financieros, políticos, morales, racistas, religiosos, y hasta recuperarían la salud humana ante la inevitable liberación de los vicios y pasiones mórbidas. En consecuencia no somos partidarios de ningún partido, doctrina o sistema político, filosófico o religioso del mundo, pero si estamos con el “amor” pregonado y vivido por Jesucristo, el cual es independiente de cualquier diferencia de raza, cultura, fortuna, política o religión. La humanidad es un todo que se mueve lentamente por ciclos y camina en dirección a un objetivo superior: la felicidad espiritual. Esos ciclos se renuevan y retornan y superan la fase anterior, transcurriendo los periodos de la “exaltación” y “humillación” espiritual. Se parece a las olas del mar; cuanto más alta se eleva, más profundo cae después. Es una especie de “marea” espiritual, cuyo ritmo exige las fases positivas de las actividades en el trato con la materia, y las fases negativas de la reflexión, sobre lo que ha sucedido. Los hombres, en su ceguera milenaria, buscan u rebuscan líderes políticos, expertos economistas, consejeros diplomáticos socialistas inteligentes y de probada capacidad, para que el mundo pueda ser conducido hacia el estado de felicidad; sin embargo olvidaron la mayor y genial conducción humanista que fue la de Cristo, siendo el más avanzado y perfeccionado código para la vida humana que es el “Evangelio”. El Espiritismo es la política del amor. Ligando los hombres entre si, en la Tierra, y los hombres con los espíritus, entre la Tierra y el Espacio, el realiza la mayor y más bella política de todos los tiempos, para la buena administración de las riquezas publicas del espíritu. Más, siempre que sea posible, el espirita puede y debe dar, a la política del mundo, la ayuda divina de la política del cielo. 51
El espiritismo es una política superior, aplicada no apenas a la ciudad del mundo, sino también a la ciudad celeste y a las relaciones entre las dos ciudades. El espirita, por tanto, es político, en el buen sentido de la palabra. Pero su política no es ni puede ser hecha de intrigas, de golpes, de negativas, de maniobras. Solo puede ser hecha de amor comprensión, fraternidad y luz. Por eso los espiritas, en general, son extraños a la política del mundo. Detestan el ambiente de mezquindad interesada en que se procesan las maniobras políticas. Y no admiten que el Espiritismo sea envuelto en la política, cosa que hacen muy bien. Los pocos espiritas que se vuelven políticos mundanos, si son realmente sinceros y firmes en su fe, enfrentan duras dificultades y terribles sufrimientos. Porque no puede un espirita sincero respirar con naturalidad en el ambiente pesado y malsano de la política mundana. Los que se adaptan a ese ambiente son dignos de piedad, pues sacrifican la más ella oportunidad de perfeccionamiento espiritual que Dios les concede, en torno del plato de lentejas de los intereses mundanos. Brevemente pasa la vida presente de esos hermanos, pues breve es nuestra vida en la Tierra, y al entrar en la vida espiritual, ellos van a lamentar el tiempo perdido y la oportunidad desperdiciada. El espirita debe evitar las infiltraciones políticas en las sociedades espiritas, particularmente en los Centros Espiritas, que deben ser casa de oración y de paz de amor y fraternidad. Los espiritas fascinados suelen argumentar que no deben entregar a los malos la dirección de la vida pública. ¿Más, quien les dio el derecho de juzgarse mejor que los otros? El simple hecho de que hayan aceptado el Espiritismo no les concede ese derecho. El espirita debe ser suficientemente humilde para no creerse capaz de reformar el mundo y transformar a la sociedad, simplemente por su participación en la vida política. Si no lo es, será expuesto a muchos engaños, y principalmente estará expuesto a la influencia mistificadora de espíritus perversos que se aprovechan siempre de nuestras pretensiones vanidosas, para transformarnos en sus instrumentos. El espirita no debe abstenerse de sus deberes políticos. Muy por el contrario, esos deberes deben ser cumplidos escrupulosamente por los espiritas. Más cumplir los deberes políticos es cosa diferente a entregarse a la vida política. para cumplir aquellos nos basta observar las leyes, comparecer a los pleitos electorales, votando con pensamiento elevado y sin pasiones, apoyar , con buenos argumentos, y cuando sea posible con ayuda practica, a las buenas causas, , defender a los oprimidos, librarse siempre de apoyar las causas más injustas, perjudiciales a la colectividad y librarse principalmente de compromisos con los crímenes políticos, sea en beneficio propio o de otros, y más aun con la pretensión absurda de beneficiar el Espiritismo o instituciones espiritas. Para en52
tregarse a la vida política, es necesario envolverse en todas sus complicaciones, en todas sus enmarañadas y confusas situaciones actuales. La política del mundo es hecha, aun, de la pasión por las cosas mundanas, particularmente la pasión de poder, que embriaga a la vanidad humana. El espirita tiene otra política a ejecutar: la humildad, que identifica al hombre con los infelices, los sufridores del mundo, y no le lleva para las altas posiciones terrenas, más si para los puestos de socorro de la caridad cristiana. “En mi Reino, dice Jesucristo, los mayores son los que sirven” Y para servir el no precisa de cargos en partidos políticos, de cargos o puestos en la administración pública. Le basta el sentido espirita de caridad, en todas sus formas, según enseña el Espiritismo. Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como así mismo: ¿Qué mejor política pude existir que esa? Pues esa es la política espirita y, por tanto, la de todo espirita sincero. El espirita, desde el momento que aceptó conscientemente el Espiritismo, se alisto en la política del amor universal; Su único partido es el Reino de Dios, y su plataforma política es el Sermón de la Montaña; en el caso que sea llevado a cargos públicos, llamado a cualquier actividad política del mundo, no debe olvidar su cualidad de espirita, y ha de hacer todo porque la luz que hay en el, no se hagan tinieblas; amor y caridad deben constituir sus armas políticas, aun mismo que eso le cueste la oposición de los propios compañeros, pues es mejor estar solo con la Verdad que estar acompañado por la mentira.
Trabajo realizado por Merchita Miembro fundador del centro espirita Amor Fraterno de Alcázar de san Juan, Ciudad Real (ESPAÑA) Extraído de Diversos libros y del Tesoro de los Espiritas de Miguel Vives.
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EL DOBLE ETÉRICO El doble eterico es un cuerpo o vehículo provisorio, una especie de mediador plástico o elemento de ligazón entre el periespiritu y el cuerpo físico del hombre. Está constituido del éter físico emanado de la tierra y se podría decir que se disuelve en la tumba después de la muerte física. Recibe los impulsos del periespiritu y los transfiere a la carne y también lo hace en sentido inverso. El doble eterico es idéntico al cuerpo físico y está formado por una energía que se denomina cuerpo espiritual o espírita. Es la equivalencia del cuerpo físico que sigue viviendo después de la muerte. Se supone que pesa aproximadamente 2½ onzas como resultado de los experimentos realizados al pesar personas moribundas. Es, normalmente invisible, siendo visto ocasionalmente por los clarividentes. Se dice que durante la vida terrenal se halla vinculado al cuerpo físico por medio de un cordón; cuando éste se separa ocurre la muerte del cuerpo físico. El doble eterico es parecido al hilo eléctrico, cumpliendo la función de transmitir al cuerpo lo que siente el espíritu en su mundo oculto, las emociones que el alma plasma en la mente espiritual imponderable. Es muy conocido y estudiado desde hace muchos siglos por otras doctrinas espiritualistas. El doble eterico con sus “chacras” o centros de fuerzas etéricas está situado en la periferia del cuerpo humano, y es conocido hace muchos siglos por los viejos ocultistas o iniciados hindúes, egipcios, esenios, caldeos, asirios y chinos. Conociendo bien el doble eterico, los médiums podrán mejorar su tarea mediúmnica y dinamizar las fuerzas magnéticas; y los espíritas adoctrinadores esclarecer innumerables incógnitas y las ventajas que reportan los trabajos de materialización, voz directa, levitaciones, transportes y operaciones fluídicas. En todos esos fenómenos, en doble eterico es el principal responsable por la elaboración de ectoplasma y de la coordinación de los fluidos nerviosos de los médiums de efectos físicos. Es una materia de suma importancia para los adeptos. El Espiritismo al ser una doctrina evolutiva y de constantes investigaciones en el campo de la mediumnidad, aconseja a los médiums “analfabetos” de muy “buena intención” es estudio de la mediumnidad, siendo la humildad una virtud muy discutida entre los hombres, pues casi siempre se confunde con el servilismo, que es el fruto 55
de las circunstancias, que obliga a la persona hacia un comportamiento mejor, accidente sin llegar a ser el resultado de la evolución. La estructura, el mecanismo, la fisiología del doble eterico y su funcionamiento, todavía es materia desconocida para la mayoría de los médiums, por eso, casi todos se aventuran en realizaciones imprudentes, sin el mínimo conocimiento de las funciones primarias de los diversos vehículos que conforman el periespiritu, y que sirven al periespiritu inmortal, para acondicionar la fenomenología mediúmnica en la tierra. Ignoran su verdadera composición fisiológica cuando actúa en un campo vibratorio superior, al de la vida material. El doble eterico envuelve al hombre como una cobertura de gas vaporoso. Es un vehículo invisible para la vista del hombre común, y desconocido para la medicina terrena, es un cuerpo invisible para los ojos carnales, en la vista espiritual, se presenta como una capa densa, algo física, sensible al perfume, al frió, al calor, al magnetismo y también se afecta por los condimentos, ácidos, sustancias hipnóticas, sedativos, entorpecimientos y por el contacto humano en los momentos de mayor condensación. El doble eterico, al separarse del cuerpo físico, ya sea durante el tiempo que dura el efecto anestésico, el trance mediúmnico, o cuando el espíritu de noche vaga fuera del cuerpo carnal, provoca en el hombre una considerable reducción de vitalidad física, y la bajada de la temperatura. Por eso también adquiere mayor libertad de acción, aumenta sus energías y se vuelve hipersensible, porque al estar el cuerpo dormido o en trance, se mantiene con una reducida cuota de Prana para sustentarse. No es difícil, que el cuerpo físico, luego manifieste en su contextura material los efectos de cualquier acontecimiento ofensivo, que haya ocurrido durante la separación de su vehículo etérico. Los clarividentes capacitados ven el doble etérico como un vehículo vaporoso, que cubre al cuerpo en todos los sentidos y le ínter penetra los poros físicos y periespirituales. Su configuración es transparente y su emanación etéreo física ultrapasa el cuerpo del hombre en un cuarto de pulgada en todos los sentidos. Además de su configuración, se forma un aura radiactiva semejante a un inmenso huevo, que despide, a veces, unas chispas argénteas. Es el aura de la salud” muy conocida por los ocultistas y magos, la que alcanza de cinco a diez centímetros más allá del cuerpo físico. También se ve de un color rosa blanquecino, bastante luminoso, impregnado de tonos azules y que a veces emite fulguraciones violáceas. Hay casos, donde su color se inclina hacia los matices del aluminio transparente o al vidrio opaco, debido a la salud del hombre o a la mayor o menos 56
capacidad de absorción del Prana. La contextura del doble eterico varia conforme al tipo biológico humano, siendo más sutil y delicado en los seres superiores y más densos en las personas primitivas. La función principal del doble eterico, es la de transmitir hacia el cerebro del hombre, las vibraciones que emiten las emociones e impulsos que el periespiritu recibe del Espíritu o Alma inmortal. Por lo tanto, también absorbe el Prana o la vitalidad del mundo oculto, emanado del Sol, conjugándolo a las fuerzas exhaladas del medio físico; enseguida las distribuye para el sistema nervioso y demás partes del organismo carnal. Aunque sea un intermediario entre los centros sensoriales de la conciencia periespiritual y los centros de conciencia cerebral física, el doble eterico es el resultado de las emanaciones radioactivas del cuerpo físico de la tierra. No es un vehículo consciente, dado que es incapaz de actuar por si o en forma inteligente, cuando está desligado del hombre. Aunque realice ajustes y tome providencias defensivas esto sucede por automatismo instintivo biológico del propio organismo carnal, pues este, cuando se mueve en forma independiente de la dirección del espíritu, revela un sentido fisiológico rector y disciplinado, nutriendo y reparando las células gastadas o enfermas, sustituyéndolas por otras sanas, a fin de recuperar las pérdidas materiales. El doble eterico, además de sus importantes funciones de intercambiar las reacciones del periespiritu y del cuerpo carnal, es una gran reserva de vitalidad indispensable. Durante el nacimiento y crecimiento del hombre el doble eterico en la prueba de la mediumnidad, se modela obedeciendo a la inclinación de la línea magnética del periespiritu, quedando algo apartado a la altura del bazo físico y del chacra esplénico, facilitando el trance mediúmnico, con más frecuencia. El epiléptico es una criatura cuyo doble eterico también se aparta con cierta frecuencia de su cuerpo físico, pero no es un fenómeno disciplinado por la intervención de la técnica Sideral antes de reencarnarse, sino, que sucede por la violencia y absoluta impresión de su portador. El trance del médium de fenómenos físicos y el ataque del epiléptico, tienen cierta semejanza entre sí. La diferencia está, en que el médium entra en trance de forma espontánea y en el momento oportuno para cumplir con su trabajo, y el epiléptico cae al suelo ni bien su doble eterico se satura de venenos expurgados por el periespiritu, apartándolo violentamente, cuyas emanaciones quedan en medio del ambiente. En ciertos casos, se comprueba que el epiléptico 57
también es un médium de fenómenos físicos en potencia, pues la constante salida de su doble eterico de su cuerpo físico, termina por abrirle una senda para la fenomenología citada. La doble inclinación del periespiritu y del doble eterico, que faculta la mediumnidad de efectos físicos, la psicografía mecánica o la incorporación completa, nada tiene que ver con las facultades espirituales innatas del hombre superior. A través de esa “abertura” que lo introduce en el más allá, el médium es el hombre hipersensible en contactos demorados con los fenómenos del mundo oculto. Eso también es un cuchillo de doble filo, pues en cuanto falsee sus costumbres y se dedique a las pasiones violentas y cultive los vicios degradantes, se arriesga al fracaso espiritual durante la vida física. Los médiums, en general, son nerviosos, enfermizos, fácilmente, afectados por los fenómenos materiales del medio donde viven, de las reacciones morales emotivas y mentales de los demás seres que los rodean en el mundo. Viven súper excitados por las preocupaciones comunes, mientras que las cosas más simples se les hacen voluminosas, afligiéndolos debido a la mente hipersensible y al contacto frecuente de su doble eterico con el mundo oculto. El desvió parcial del doble eterico y del periespiritu que es bastante acentuado en los médiums de efectos físicos, mucho más que en las otras facultades, los mantiene en sintonía frecuente con la humanidad desencarnada, haciéndole sufrir la influencia de los sentimientos y las emociones buenas o malas proyectadas del “otro lado” por los seres desencarnados. Las sustancias alopáticas, toxicas, y agresivas, que dejan residuos en el éter físico que fluye por el sistema nervioso de los médiums, como también presiona al periespiritu y al doble eterico, aumentan la “abertura” o “ventana viva” que se entre abre hacia el otro lado. Por todo esto el médium debe vigilar constantemente sus emociones y actos, huir de las pasiones y de los vicios lascivos, antes que resistir a la voluntad subvertida y a las desmedidas ambiciones, como a los proyectos siniestros de los espíritus malévolos y mistificadores. Los mentores siderales solo conceden la facultad mediúmnica a los espíritus que seriamente desean cumplir, leal y correctamente en la tierra, los preceptos y las normas necesarias para su aprovechamiento espiritual a su favor y de la humanidad. Mientras tanto, no pueden prever la falsedad, la vanidad, la 58
subversión, deshonestidad de sus pupilos, cuando están encarnados, dado que se dejan fascinar por las tentaciones, vicios, y convites pecaminosos que los hacen fracasar en la prueba de la mediumnidad. Los espíritus endeudados ruegan a los técnicos Siderales por la hipersensibilización periespiritual, para desempeñar los servicios mediúmnicos que les permita resarcirse de sus débitos del pasado; En general, después de encarnados, se dejan influir por las voces maléficas de las tinieblas, pasando a comerciar su mediumnidad. Cuando perciben su situación caótica, les falta la condición moral y el potencial de voluntad para rehacerse ante la desdicha infranqueable. Las drogas hipnóticas y anestesias utilizadas en las operaciones, los anti espasmódicos, los gases volátiles, los sedativos hipnóticos, los barbitúricos, el oxido de carbono, el fumar y ciertos alcaloides, como la mezcalina, y el acido lisérgico y otros más, son sustancias que actúan violentamente en los intersticios del doble eterico, pues la catalepsia, el trance mediúmnico, la anestesia total, la hipnosis y el ataque epiléptico, son el resultado de la retirada súbita de ese cuerpo delicado y responsable por la absorción vital del medio. Aunque la necesidad obligue al médium a utilizar las citadas sustancias, en momentos imprescindibles, resulta imprudente abusar de las mismas, bajo cualquier pretexto o motivo. Las drogas y los gases anestesiantes, en general, apartan al doble eterico por el lado izquierdo, a la altura del bazo físico y sobre el cual funciona el “Chacra” esplénico; eso provoca trances, hipersensibilidad e inconvenientes bajando la temperatura del cuerpo y reduciendo la vitalidad orgánica. El médium que abusa de las drogas, desconoce la causa, actúa frecuentemente sobre su doble eterico y en su sistema nervioso, pudiendo volverse un atrofiado psíquico, dado que se transforma en un blanco accesible al asedio del mundo inferior. En los trabajos de efectos físicos, el doble eterico al apartarse por la izquierda del médium, a la altura del bazo, se vuelve un punto de apoyo para los espíritus desencarnados, que actúan con más eficiencia entre los dos mundos. El es el responsable por la exudación del ectoplasma del médium y por el intercambio de los fluidos nerviosos, que sirve para la materialización, voz directa, levitaciones y transportes. Es el mediador plástico y el catalizador de las energías mediúmnicas, aglutinándose de tal forma, que sirve al mismo tiempo, entre el plano espiritual y el mundo físico. 59
Los espíritus desencarnados no pueden materializarse, si pretenden utilizar únicamente su periespiritu. Para lograrlo deben de revestirlo e ínter penetrarlo con la sustancia plástica ectoplásmica, que se exuda del doble eterico proyectado por el médium o de las personas presentes. Algunas veces se producen materializaciones algo deformadas, una especie de nubes blanquecinas y vaporosas, recordándonos a la figura humana, como si estuviera recortada sobre el fondo de una cerrazón lechosa y pastosa. Eso sucede, porque los espíritus solo pueden impresionar a los sentidos de los “vivos” por el empleo y uso de esa masa lechosa, etéreo físico, movedizo e inestable, formado por el ectoplasma del médium y ofrecido a través de su doble eterico. Cuando se trata de buenos espíritus, los llamados muertos, tienen buena apariencia, son más bellos que los guapos de la tierra, pues su periespiritu es un organismo de contextura anatomo fisiológica muy superior a la configuración letárgica del cuerpo físico, que está sujeto a las transmutaciones celulares y al envejecimiento precoz. En las materializaciones los espíritus al servirse del doble etérico de los médiums, tienen que adaptarlos a su plástica espiritual, como cuando se infla un globo de gas, donde la menos deficiencia del aire a presión exterior, lo deforma. En virtud de la indocilidad del éter físico, que es difícil de someterse completamente al dominio de los entendidos de “el otro lado” a veces, se ven obligados a mostrarse a los encarnados en forma grotesca; unas veces, recordando nítidamente su cabeza, pero deformando el resto de su figura periespiritual; otras completando perfectamente las manos, más sacrificando la delicadeza de la fisonomía. A pesar de su deformación ectoplásmica a la vista de los encarnados, los espíritus, cuando son evolucionados, se presentan como focos de irradiaciones de donde emanan y bellos colores. Pero cuando se trata de seres primitivos o diabólicos, surge una espesa niebla o aura sombría. Ningún espíritu se encarna en la tierra con la tarea obligatoria de ser médiums, sino que cada uno lo hace por su libre y espontánea voluntad, dado que solicitó a lo Alto la oportunidad para redimirse espiritualmente, en un servicio de beneficio al prójimo, pues en el pasado tan bien uso y abuso de sus poderes intelectuales o aptitudes psíquicas en detrimento ajeno. Aun en la tierra, 60
las tareas más peligrosas deben aceptarse en forma espontánea, para que el responsable no huya posteriormente. Es lógico, que al elegir el servicio peligroso, siempre recae sobre el hombre más apto y capacitado, con el fin de alcanzar un buen éxito. La mediumnidad de efectos físicos, es un servicio poco común, difícil y peligroso, cuyos resultados y sorpresas exigen el máximo de prudencia, humildad, heroísmo y seguridad moral. El médium antes de encarnar, sabe todo perfectamente, si después comercia con los bienes espirituales y fracasa en el desempeño de su función elevada, no debe culparse a los mentores, puesto que solo le ofrecieron la oportunidad tan reclamada. La culpa, no hay dudas, es del fracasado ante la imprudencia de aceptar tareas mediúmnicas que están más allá de su capacidad normal de resistencia espiritual. Las oportunidades mediúmnicas redentoras, se conceden a los espíritus que deben rescatar deudas. Pero la responsabilidad del éxito o fracaso, solo a ellos les debe ser atribuida. El médium es quien produce las condiciones gravosas o favorables en el desempeño de su tarea asignada. El uso indiscriminado de anestésicos, el fumar, el beber alcohol y comer carne sustancias toxicas, que expulsan violentamente al doble eterico del cuerpo físico y si se entregan a las pasiones violentas, a los vicios y placeres condenables, se aíslan imprudentemente de los guías responsables de su seguridad mediúmnica. La verdad es que, Jesús, Buda, Francisco de Asís, Teresa de Jesús, Antonio de Papua, Vicente de Paul y otras almas de elevada estructura espiritual, fueron médiums poderosos y se colocaban en contacto frecuentemente con las entidades desencarnadas, durante su existencia terrena, sin correr riesgos de ser víctimas del poder y la fascinación de la tinieblas. Los médiums de prueba, desgraciadamente, son personas que viven su existencia humana, gravadas con grandes responsabilidades o deudas del pasado; por eso, en base a cualquier descuido o vigilancia espiritual, se vuelven vulnerables a las embestidas perniciosas del mundo invisible, pues los médiums de efectos físicos, salvo raras excepciones, entran en trance a semejanza de los ataques epilépticos o los viciados con drogas. Los médiums de vida regular, serviciales y magnánimos, alcanzan el trance mediúmnico bajo la asistencia de los espíritus técnicos, que desde el “otro lado” los protegen y liberan de las interferencias nocivas y consecuencias perjudiciales.
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Bajo ese control espiritual y amigo, el médium se aparta o retoma su doble eterico sin desperdicios inútiles de energías, puesto que está amparado contra el acecho del astral inferior. De esa forma se protege de la infiltración de los microorganismos peligrosísimos para su contextura etérea física, y de una debilitación que le desequilibre la salud corporal. El accidente, la practica mesmérica, el pase magnético, el pase espirita, la hipnosis y el trance mediúmnico, apartan parcialmente el doble eterico, mientras que la muerte, lo separa definitivamente. El doble eterico al estar compuesto del éter físico, sustancia emanada de la superficie terrestre, ejerce su acción, exactamente entre los dos mundos, el material y el espiritual, es decir, donde termina el primero y comienza el segundo. Durante la desencarnación funciona como una especie de “amortiguador” pues una vez que se aparta del cuerpo físico cadaverizado, suaviza el paisaje del periespiritu hacia el Más Allá. En esas circunstancias, el doble eterico se desliga del periespiritu, como si fuera una entrega suave y gradual hacia el verdadero “hábitat” sin provocar conmoción o choque al abandonar el sustento de la vida material. Mientras el cuerpo del fallecido reposa en el ataúd, los espíritus técnicos todavía pueden utilizar el doble eterico e intercambiar energías de amparo hacia el periespiritu del desencarnado, en concomitancia, para eliminar hacia el cadáver, los residuos psico-físicos que hayan quedado ligados al periespiritu. Algunas personas, que han sufrido la mutilación de un miembro de su cuerpo se quejan de dolores en esos órganos que le fueron extraídos. Esta sensibilidad, se debe, a que la operación quirúrgica no fue efectuada sobre el doble eterico, dado que este es inaccesible a las herramientas del mundo material. Los clarividentes desarrollados, consiguen ver los brazos o piernas en sus moldes entéricos, invisibles, pero que producen las debidas reacciones en su medio. Todas las cosas y seres tienen su doble eterico, estructurado del éter físico, exhalado por la tierra, que los relaciona con el mundo invisible y con las fuerzas del atavismo animal. Pero no todos los animales tienen periespiritu, dado que es un vehiculo evolucionado, porque incorpora en si el cuerpo astral de los “deseos” y el cuerpo mental del “pensamiento rudimentario”. El doble eterico por ser el vehiculo responsable de todos los fenómenos del mundo invisible manifestados en la materia, abarca diversas categorías de “materia eterica” como son, la electricidad, el sonido, el olor, la luz, la temperatura, la densidad, la presión y otras más, propias de la vida del orbe. 62
Los animales primitivos, sin capacidad cerebral para distinguir las reacciones emocionales, cuando mueren, les sobrevive el doble eterico compacto, pues su “actuación” está subordinada al instinto o acción del espíritu grupo, sin tener posibilidades de una conciencia individualizada. En este caso se encuentra el pescado, cuya vida se circunscribe a los movimientos instintivos del cardume, pues un pez cuando siente es semejante, exactamente igual a la reacción que posee otro pez. Las especies más evolucionadas como el perro, el gato, el mono, el elefante y el mismo buey, tienen un periespiritu rudimentario además de doble eterico poseen un cuerpo astral, aunque tosco, pero en condiciones que les permite manifestar ciertos deseos y emociones, que demuestran vislumbres de sentimientos. El perro, por ejemplo, revela algunas nociones de sentimiento humano, ya sea amando a su dueño hasta el sacrifico, u odiando a su verdugo, sin olvidarlo jamás. Ya denuncia un periespiritu en estado de “embrión” y con el correr del tiempo, incorporará el atributo mental, que se va formando, lo que permitirá una mayor y perfecta comprensión, aunque inherente a su especie animal. Los animales poseen cierta sensibilidad mental de discernimiento, y después de su muerte, su “espíritu” embrionario será encaminado hacia otros planetas donde existen otros ambientes de vida, que es compatible con su conciencia en formación. Así, poco a poco, irá alcanzando su independencia individual, para desprenderse definitivamente del espíritu del espíritu grupo de su especie. Cualquier hostilidad al cuerpo físico y al periespiritu, el doble eterico lo acusa por medio de centros sensoriales correspondientes a la conciencia periespiritual y a la física. Por eso en los trabajos mediúmnicos de buena asistencia espiritual, las entidades materializadas advierten a los presentes, que no les apreten las manos con violencia, pues el médium, en trance cataléptico, es muy hipersensible y vulnerable a cualquier presión que le fuera hecha en su doble eterico, proyectado a distancia. El médium es quien entrega el material o sustancia que los desencarnados se hagan perceptibles al tacto y a la vista carnal de los humanos. Todo es posible porque el médium consiente que le utilicen el doble eterico durante la manifestación de los fenómenos de materialización. Si alguien castiga al espíritu materializado, el médium acusa la ofensa porque lo hieren en su doble eterico, exteriorizado e impregnado de sus fluidos nerviosos. En ciertos casos, al volver a la vigilia física, llega a exhibir en su epidermis como si fueran manchas, algo parecidas a la sangre negruzca, correspondiendo en el cuerpo físico, exactamente a la zona ofendida estéricamente. 63
Pellizcando, o hiriendo al médium, durante el trance cataléptico, indefectiblemente acusará la ofensa a través de un fuerte choque vibratorio, que ha de llegar a su conciencia, como si estuviera en vigilia. El médium sin entrar en trance cataléptico puede ofrecer su ectoplasma para las materializaciones, o voz directa, pues se trataría de un médium sumamente experimentado, no solo en esta existencia, sino en las anteriores, o también puede haber efectuado cursos especiales en el espacio para dominar el fenómeno obviamente, después de encarnado. En vez de tomar los espíritus el doble eterico, para elaborarlo a gusto, según el fenómeno a presentar, el médium lo entrega en las cuotas necesarias y listas para su uso inmediato. De esa forma, el pude hablar. De esa forma, el puede hablar con las entidades que trabajan a su alrededor y atender a las solicitudes de los presentes, sin presentar anomalías o cesión del fenómeno que se procesa. Otras veces, cuando los espíritus disponen de ectoplasma suficiente y preparado en la formula química prevista, acostumbran a despertar al médium del trance cataléptico, para conversar con el también y darle instrucciones o hacerle advertencias sobre su conducta moral. Existen casos, donde los espíritus, por la noche, dejan su cuerpo físico en el lecho durante el sueño, penetran imprudentemente en las regiones inhóspitas del astral inferior, terminando por sufrir agresiones de los espíritus ignorantes y vengativos que se aprovechan de todas las circunstancias y ocasiones propicias para vengarse de los encarnados. Esos prejuicios son muy graves, porque las personas que viven censurablemente, se muestran indiferentes a las enseñanzas de Jesús. La mala conducta practicada en el día, deja al espíritu desamparado en sus salidas hacia el astral por la noche, pues cuando se desprende del cuerpo carnal queda aislado de sus protectores, dado a la masa de fluidos adversos que se les adhiere en los momentos de prácticas anti evangelistas. Por eso, sus guías nada pueden hacer en los momentos de peligro, ni siquiera librarlos de ciertos traumas psíquicos, que al día siguiente se tornan como una pesadilla. Ciertos sueños tenebrosos, no dejan de ser escenas reales, vividas por la noche, fuera del cuerpo y bajo el dominio de sus perseguidores del astral. En tal condición, el espíritu del “vivo” retorna veloz y afligido del lugar donde se encuentra en peligro, para sumergirse aceleradamente en su escafandra de carne y protegerse contra los peligros del más allá.
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Muchas personas que se dedican durante el día a las pasiones detractoras, a los vicios deprimentes, a la maledicencia y a llevar las estadísticas de los pecados del prójimo; después se arrojan a la cama para reposar, sin recurrir a los beneficios saludables de la oración, que traza una frontera fluídica protectora alrededor del espíritu encarnado. De acuerdo con la concepción oriental, el Éter Cósmico es la esencia virgen que ínter penetra y sustenta el Universo. Es la sustancia “Virgen” de la escolástica hindú. El éter físico es una especie de exudación cuyo éter o radiación del citado Éter Cósmico, fluye a través de los poros de la Tierra, la que funciona a manera de condensador del éter. Bajo tal aspecto, el Éter Cósmico pierde su característica de esencia “virgen” para volverse una sustancia impregnada de impurezas del planeta. Si consideramos el Éter Cósmico semejante al agua pura, en su estado natural, el éter físico entonces ha de ser el agua, con las impurezas adheridas después que las utiliza el hombre. La vida contiene más de lo que la imaginación de los hombres puede concebir. El verdadero capullo de la vida crece más que la estatura del hombre y su corola bebe de las profundidades del río de la vida. En el corazón de esa flor, el hombre leerá los secretos de las fuerzas dominantes del plano físico. y verá escrita en ella la ciencia de la fortaleza mística. Aprenderá cómo exponer las verdades espirituales y a penetrar en la vida de su ser más elevado; puede aprender también cómo retener la gloria de ese Ser superior y, sin embargo, conservar la vida en este planeta, mientras perdure, si es necesario mantenerla con toda la fuerza de la virilidad, hasta que la obra esté terminada y haya enseñado a todos cuantos buscan luz estas tres verdades: El alma del hombre es inmortal, y su futuro es el futuro de una cosa cuyo desarrollo y esplendor no tienen límite. El principio que da vida en y fuera de nosotros es imperecedero y eternamente benéfico; no se lo oye, ni se lo ve, ni se lo huele, pero es percibido por el hombre que desea percepción. Cada ser humano es su propio legislador absoluto, su propio dispensador de gloria o de sombras; quien decreta su vida, su recompensa y su castigo. Estas verdades, grandes como la vida misma, son tan sencillas como la más sencilla mente humana, por eso debe darse este alimento llamado conocimientos a todos aquellos que ardientemente lo deseen.
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